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Rubén Dario Zeleny: un caminante de

las letras, la vida y el tarot


● Plumas B
● De qué lado masca la iguana

Sep 4, 2016

Juan Daniel Flores

Rubén me espera recargado en el zaguán de un café-bar como gato de azotea. ¿Por


que será qué no me esperó dentro? Son las 6:22 pm y subimos a la zona de fumadores.

“Aquí tengo casi prohibida la entrada. Una vez saqué mi tarot y estaba con una persona
leyéndole, cuando llegó la chica de aquí y me dijo que no podía hacer eso, y me fui”.
JUAN DANIEL FLORES (JDF): ¿De qué lado masca la iguana para un caminante
de las letras, la vida y el tarot como Rubén?

RUBÉN DARIO ZELENY(RDZ): Hubo una época de mi vida en que no trabajé. No


porque no me gustara trabajar: fui vagabundo por propia voluntad. Fue la parte más
intensa de mi vida: me divorcié, se fueron mis hijos, mi esposa. Esa fue la época más
feliz de mi vida en el sentido de estar sólo, mi vida era mística.

Así de simple: decidí no trabajar, aunque no fue en automático, ya que poco después de
que se fueron todavía continúe, digamos, una vida normal por un año más o menos. Y
en ese periodo de vagancia estuve como cuatro años. Jamás en ese tiempo me
enfermé de nada, a pesar de que comía muy poco.

Me pasé siete años sin querer saber nada del mundo, solo. Ahí es donde entendí lo que
es ser un ermitaño. Fue una ruptura con el mundo, un cuestionamiento brutal en todos
los sentidos.

Cuando regreso del desierto, como tú lo mencionas, fui al Instituto Poblano de la Mujer
y tomé ahí cursos diversos que daban para el público en general. A partir de eso me fui
vinculando con compañeros conocidos de la UAP y de los colegios que estaban en la
Maximino; también me fui solidarizando con los compañeros de los grupos de LGBT,
visité la Casa del Escritor y ahí encontré amigos con los cuales realicé dos plaquets de
poesía. Así salí del proceso del desierto y se fue abriendo el panorama.
Foto: Juan Daniel Flores
A partir de ese momento comencé a realizar ciertas reflexiones junto con mi hermano,
acerca del momento histórico en el que estamos: un mundo cerrado. Te das cuenta de
que el mundo ha cambiado de manera muy rápida, antes había certezas las más
mínimas, pero de pronto ya todo es fugaz.

Después de que salí del desierto es una historia muy larga, encontré una chava, todos
la conocen con el nombre de Sol. Me enamoré otra vez. A ella principalmente comencé
a escribirle; nunca hubo más que una amistad, pero a mí me movió muy fuerte; de
hecho apenas la volví a ver y me agradeció que le dedicara algo de lo que escribo. Se
conjuntó todo lo que comenzaba a vivir con la poesía en la Casa de Escritor.

Antes de estos procesos de escritura de la Casa de Escritor, ya había escrito algo, pero
no iba más allá de una carta a mi esposa o cosas así, pero nada más formal.

En esos tiempo llegue a Profética, me la pasaba leyendo jornadas enteras desde que
abrían la biblioteca hasta que cerraban, literal. Al menos así estuve dos años de mi vida.
Comencé a vivir una existencia poética, en ese tiempo viví en San Jorge, por la laguna
de Chapulco y escuchaba por las noches a los grillos y el sonido de la lluvia, el canto de
las ranas, de esa manera sentía que me conectaba más con los sonidos del mundo, en
esos años de expiación-desierto que viví. En esos momentos tan fuertes de soledad
llegué al punto de hablar con ella, con Sol, en mi soledad, a crearla como un personaje
en la noche de mi imaginación. Esas ganas, ese deseo de alcanzarla.

Fue muy duro, esa es la parte que no es poética, ya que la soledad puede ser
asfixiante. No se lo deseo a nadie; para mí es muy importante la soledad elegida.

JDF: Al entrar a esta especie de microcosmos poblano de actores culturales,


¿cuáles son esos ritmos, lenguajes, interacciones, símbolos o hábitos que crees
que debes seguir para entablar un diálogo con ese microcosmos?

RDZ: Me sumergí en un proceso de acompañamiento, de estar platicando con mis


amigos y con las personas que me agarraban la onda. Hablé con el director de la Casa
de Escritor, que en ese tiempo era Roberto Martínez Garcilazo, y le manifesté mi deseo
de tomar cursos, él sólo me dijo que hablara con los maestros y maestras para que ellos
me dieran permiso. De esta manera tomé muchos cursos de manera gratuita. Desde la
prepa ya no seguí con mi educación escolar formal, yo desde ese momento me volví
autodidacta.

Mi historia corre paralela a Profética, lugar donde durante 12 años mantuve un círculo
de lectura. Ahí me dieron esa oportunidad, cuando en lo general tú sabes, pueden llegar
a pedirte en cualquier otro lugar un currículum. En algún momento de este activismo
cultural yo me quería sumar a una iniciativa y me llegaron a preguntar “¿y tú, quien
eres?” De hecho por ahí tuve un problemita con determinados personajes de un grupo
cultural. Logré realizar varias presentaciones culturales y varias presentaciones de
poesía.

Hay muchas personas que me echan porras, que me apoyan. Después de tantos años
me siento satisfecho con lo que hasta ahora he logrado con el grupo o colectivo que
hemos formado: “Suicidio colectivo” y “Dédalo”, 10 años donde, si Dios quiere, vamos a
sacar una reedición y nuevo material. Antes no había espacios donde mostrar el trabajo
o eran muy cerrados, había “Bohemia Poblana” y dos grupos que aún siguen por ahí.
Foto tomada del muro de Rubén Dario Zeleny
Ahora ya hay muchos grupos o colectivos culturales, aunque para mí es mucho más
importante ir construyendo los espacios, construir con los otros, de sumergirse en el
otro, porque para mí eso es lo importante. Hacer lo que uno quiere y le gusta. Yo he
hecho lo que he querido.

En esta parte sí quiero mencionar a mi hermano. Es historiador; él me ha ayudado


mucho, es muy lúcido y generalmente realiza análisis de cuestiones políticas de
procesos culturales; está al pendiente de mí, nos repartimos ciertas actividades.

Durante veintitantos años di clases de redacción a nivel prepa y secundaria en el INEA.


Estuve también dando clases en escuelas de prepa abierta, con Juan Carlos Canales
en su programa en la sección de cine, di talleres en el Espacio 14 de la BUAP, participé
también en el IMACP durante la gestión de Pedro Ocejo dando talleres a niños,
colaboré con el inicio de Espiral 7, asistí en talleres con Vicente Anaya, etcétera.

Ahorita voy a trabajar con un colectivo de migración. Combino mis pláticas o talleres de
cine con literatura y cartomancia.
En cuanto al contexto sociocultural en el que me he desarrollado todos estos años,
puedo decir que lo primero que te dicen en cualquier espacio Institucional es “¿Qué
traes?”. Esto en el sentido de ideas; por lo regular son las mismas ideas por ejemplo: en
verano siempre es el tema de los niños y nada más, puede ser la misma idea sólo que
reciclada, lo que sí cambian son sus precios. A veces te rechazan la idea, pero luego
milagrosamente aparece un proyecto muy parecido al que tú llevaste. Generalmente las
instituciones no tienen ideas, cada vez se van cerrando más y recurren a los artistas
para quitarles sus ideas o comprárselas.

Obstáculos y robadera de ideas hay mucho.

Con respecto al trabajo de los Colectivos artísticos pienso que es mejor trabajar
individualmente, te imaginas estar coordinando a tantos, es muy difícil. Por ejemplo
ahorita realizamos un evento “De extremo a centro Yucatán-Puebla” y yo les dije a los
chavos «háganlo ustedes, yo les ayudo a la difusión pero ustedes aprendan a llevar el
evento». El evento no salió tan bien pero al menos salió de ellos, de su forma de auto
coordinarse. Para mí es más importante reinventarse y estarse cuestionando siempre.

Mi apuesta es por aprender a ser autogestívo en cuanto a la generación de eventos en


espacios independientes. En ese sentido sí digo “cero becas”, porque generalmente
esas becas que otorga el Estado son con base a resultados con reloj en mano.

Ya filmamos un corto con “Perro Negro”, sólo estamos a la espera de que se edite. El
año que pasó y éste ha sido un año muy fructífero.

Mi posición es clara en cuanto a lo que apoyo. En concreto puedo decir que tengo la
mirada de los otros; trato de ponerme en su lugar en cuanto a saber qué tipo de
proyecto o idea podemos armar juntos, en cual colaborar. Primeramente voy y trato de
saber del trabajo que realiza el creador, para que pueda existir un diálogo entre lo que
soy con lo que este crea.

A donde me invitan a participar o a ser testigo de algún evento voy. De hecho mi deseo
permanente, desde el punto de vista cultural, es que se generen más espacios donde
se den proyectos culturales o artísticos independientes.
En algún tiempo estuve apoyando a los compañeros LGTB, porque para mí es eso,
escuchar al otro, saber que podemos hacer juntos sin tanto “rollo”; yo no tengo un
espacio específico donde presentar mi trabajo, pero donde existe la posibilidad de que
me presente voy. También me podrás ver en una marcha, porque siento que es mi
deber social y moral que sepan que estoy con ellos, en sus causas y en sus demandas.

Lo que sí pienso es que puede ser que uno de los grandes problemas entre actores
culturales sea que existe una gran brecha generacional; esto puede ser una espada de
dos filos, ya que los que somos mayores podemos trasmitir lo que sabemos o no a los
jóvenes, temas que por su misma juventud les son ajenos y están desconectados
porque ya no los conocieron.

El otro problema es la falta de perseverancia. Existen muchas ganas, por momentos


mucho idealismo pero no hay constancia, no hay un seguimiento especialmente por
parte de los jóvenes.

Creo que la tecnología es un posible obstáculo para la labor creativa y colectiva, en el


sentido de que se le malentiende como una forma de “medir” la popularidad del foro en
que se convoca o los que llegan ahí, cuando muchas veces los proyectos requieren
procesos más largos y no se reducen necesariamente a lo tecnológico. Cuando te atas
a la tecnología no puedes dejar ciertos parámetros.

Para mí después de tantos años lo subjetivo está en la belleza del encuentro. Siempre
me vas a encontrar caminando, el que me salude fortuitamente con alguien por la calle
es lo que me enriquece. Por eso no uso celular y muy poco el face, me es más
importante encontrarme con las personas cara a cara, el que nos encontremos de
manera casual es algo que he llamado también “compañeros de belleza”. Y no
necesariamente tiene que ser gente del medio cultural, puede ser cualquier persona,
por ejemplo, acabo de conocer a una mujer que es podóloga y ha resultado para mí
muy interesante.

Dejar esos encuentros a la casualidad en muchas ocasiones suceden cosas que no


tengo previstas. Como ayer que no tenía planeado ir a leer, me invitaron de repente y
así terminé leyendo en una velada. En se sentido me inscribo en lo que dice Octavio
Paz: “El olvidado asombro de estar vivos”.
Siempre encuentro personas que me ayudan y hago lo que me gusta. En qué puedo
ayudar a los demás y en qué me pueden ayudar. Antes no tenía tantos sueños ahora sí
estoy teniendo muchos, estoy desde hace mucho trabajando la subjetividad de la que tú
hablas.

Foto tomada del muro de FB de Rubén Dario Zeleny


Manuel Sainos, poeta totonaco, dice: “Con mis lagrimas te voy a regar, con mi sombra
te protegeré, porque al cuidarte a ti cuido al árbol que hay en mí”. De esa manera
entiendo lo subjetivo. Es con mi sufrimiento con lo que he vivido y con lo que también
puedo ayudarte a hacer muchas cosas. Todo esto lo he canalizado a través de los
círculos de lectura y actualmente con el tarot. Yo les digo a mis personas más queridas
y cercanas “tú eres guardián de mi corazón” así establezco la posibilidad de construir
con los otros esas cosas tan simples y cotidianas.

Yo tengo un texto que habla de que para aprender algo hay que saber bajar escaleras.
Lo subjetivo conmigo mismo primero para después dar a los demás. La posibilidad de
no sentirme solo nunca.

De esta manera puedo decir que mi caminar de vida está influenciado por mis maestros
que me dieron un pensamiento marxista, mis lecturas en Profética acerca de Murakami,
Peter Hoek con su libro “Los Fronterizos”, donde dice que los fronterizos somos todos
nosotros que estamos a una raya de la anormalidad, y que sólo así podemos sobrevivir
en este mundo. También el libro “El mundo es ancho y la salvación acecha por todas
partes” que plantea una relación entre jóvenes y adultos. Otro que es también “Viaje del
día a la noche”. Jodorowsky… pues, no lo defiendo a capa y espada, después de todos
los libros que he leído de él, pero es la línea que sigo para el tarot. En música me gusta
mucho Eagles.

Actualmente estoy desarrollando un proyecto que se llama 365 días de amor; es sobre
una historia personal que viví con una mujer de mi vida. No es crónica ni es poesía,
ando en el día 200, quizá no llegue a los 365 días, es como un diálogo entre ella y yo.

Ella me dice: ¿qué haces allá afuera? Le digo, estoy buscando el milagro, ¿cual
milagro? me contesta, y yo le digo: el milagro de encontrarte mañana otra vez.

Es como una pregunta y una respuesta, aquí contaré la vivencia con una persona 20
años menor que yo. Fue algo muy fuerte.

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