Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
más y mejor
Montse Cazcarra
Prólogo
EJERCICIO
Piensa en los elogios que sueles recibir. ¿Qué cosas buenas dicen de
ti?
¿Por qué crees que te lo dicen?, ¿en qué se basan? Es decir: ¿Qué motivos
pueden tener para utilizar esos adjetivos para referirse a ti y no otros?
Confiar en uno mismo
La confianza en uno mismo está relacionada con aquello que nos
creemos
capaces de hacer; con la evaluación que hacemos acerca de
nuestrashabilidades. Si nos creemos capaces es más probable que nos
impliquemos enproyectos y retos nuevos que, a su vez, contribuirán a
hacernos sentir máscapaces y mejorarán nuestra autoestima.
Que nos sintamos más o menos capaces depende de las habilidades con
las
que contamos y de las que somos conscientes, del historial de
experiencias deéxitos y fracasos que llevamos a nuestras espaldas, de
nuestro nivel deautocrítica, de la interpretación que hacemos de lo que
nos sucede y de losresultados que hayamos obtenido en experiencias
anteriores (por ejemplo, noes lo mismo atribuir un buen resultado a la
suerte, que hacerlo a nuestrashabilidades), etc.
Algo que debemos tener en cuenta es que muy posiblemente no nos
consideremos igual de capaces de aplicar ciertas competencias o
estrategiascomo la resolución de problemas, la gestión de conflictos, el
poner límites oel expresarnos abiertamente; del mismo modo en
diferentes áreas de nuestravida. Por ejemplo, es posible que en el trabajo
seamos capaces decomunicarnos de forma clara y asertiva; como
resultado, nos sentiremoscapaces y seguros. En cambio, es posible que
en casa nos pase exactamentelo contrario.
EJERCICIO
Este ejercicio no tiene fundamento científico y, por lo tanto, no puede ser
tomado como un test de autoestima. Tampoco lo pretende. El objetivo es
quepuedas visualizar hacia qué lado de la balanza suele inclinarse tu
autoestima:si suele inclinarse hacia una autoestima sana o si, por lo
contrario, no sueleestar en plena forma.
Marca con una «X» las casillas de las afirmaciones que consideras que
describen mejor tu situación actual con respecto a tu amor propio, a
lavaloración que haces de tu valía y de tus cualidades.
Imagina que las afirmaciones anteriores marcadas con una «X»
contribuyen
a hacer que la balanza de tu autoestima se incline hacia un lado u
otro.¿Cómo es tu autoestima? ¿Hacia qué lado se ha inclinado? ¿Está en
plenaforma o consideras que deberías trabajarla?
¿Cómo te defines?
El autoconcepto recoge cómo nos describimos y responde a la
pregunta:¿Cómo soy? Por ejemplo: Soy tímida, soy optimista, soy
responsable, soyeficiente.
A diferencia de la autoestima, el autoconcepto no incluye cómo nos
sentimos al respecto; es decir, no indica qué tan satisfechos estamos
connuestro nivel de timidez, con nuestro nivel de optimismo, o con
nuestro nivelde responsabilidad o eficiencia; sino que simplemente
describe cómo nospercibimos.
A la hora de conformar nuestro autoconcepto, nos basamos en cómo nos
hemos sentido, qué hemos pensado o cómo hemos actuado en
determinadassituaciones del pasado, desde nuestra infancia —momento
en el que laopinión que los demás tienen sobre nosotros y el apoyo y la
seguridad quenos proporcionan es crucial para nuestro desarrollo—
hasta la actualidad.
Es importante subrayar el papel de la memoria a la hora de conformar
nuestro autoconcepto: es más probable que recordemos aquellas
situaciones
que, de cierta manera, nos han marcado. En otras palabras: que
nosacordemos de hechos de manera selectiva y, por lo tanto,
nuestroautoconcepto se construya a través de recuerdos selectivos.
EJERCICIO
Imagina que en vez de estar leyendo este libro y trabajando en los
ejercicios
propuestos, estuvieras en una sala, rodeado de personas a quienes no
conocesy te pidieran que te presentaras. ¿Qué dirías?
Describir a otros suele ser más fácil que describirnos a nosotros mismos.
Por eso te propongo que repitas el ejercicio; pero, esta vez, hazlo en
tercerapersona, como si te estuvieras viendo desde los ojos de otra
persona. Porejemplo, en mi caso empezaría con un: «Montse es…».
¿Podemos cambiar?
Natura versus nurtura. Naturaleza versus crianza. Herencia versus
interacción social. Lo innato versus lo adquirido. Una de las
eternasdiscusiones, no solamente de la Psicología, sino de la ciencia en
general.
¿En qué medida nos afecta nuestra genética? ¿Y nuestro entorno? ¿En
qué
medida podemos cambiar si nuestra genética nos lleva a estar
máspredispuestos a determinadas maneras de pensar, sentir o actuar?
Y nuestra educación, ¿en qué medida llegamos tarde para cambiar lo que
hemos aprendido como resultado de años y años de interacciones
connuestros cuidadores y con nuestro entorno? ¿En qué medida
podemos dejarde lado lo que hemos adquirido a través de vivencias en
los años másimportantes para la formación de nuestra identidad?
Y, teniendo en cuenta todo lo anterior, ¿dónde queda nuestra voluntad
de
cambio, de mejora? ¿En qué medida está en nuestras manos reprogramar
todoaquello para lo que nos han programado? ¿Y hacer un reseteo?
Grosso modo, diría que todo lo anterior nos predispone, pero nada es tan
determinante como para sacar a nuestra voluntad de cambio fuera de
laecuación. Y que nos predisponga significa que nuestras
característicasconstituirán una ventaja en algunos aspectos y, en otros,
un obstáculo, unadificultad añadida. Incluso es posible que, en algunos
casos muy específicos,estas dificultades sean mucho más que eso: una
barrera.
Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones hablaremos de obstáculos y
de
dificultades añadidas, más que de barreras. En otras palabras, quizás
conmayor dificultad, pero podemos conseguir nuestros objetivos; en
cuyo caso esposible que solamente necesitemos un empujón. Un
empujón que nos permitapasar del terreno inconsciente al consciente a
través de un trabajo interior;plantearnos cómo hemos hecho las cosas
hasta ahora y abogar por hacerlas deforma distinta; aprender nuevas
estrategias para hacerlas cada vez menos dela manera que sabemos que
no nos funciona, y cada vez más de la forma quenos resulta más efectiva,
a pesar de que nos resulte menos natural o intuitiva.
Me resulta difícil pensar que, si estás leyendo estas líneas, consideres
que
no puedes hacer nada al respecto. Porque si estás invirtiendo tiempo
yesfuerzo en estas páginas, significa que quieres cambiar tu situación;
que estano te acaba de convencer y que quieres optar por hacer ciertas
mejoras. Yeso, para mí, es una variable esencial para el cambio, si no la
más importante.
Esto me lleva a otras discusiones. Una que me resulta particularmente
interesante es la siguiente: la aproximación derrotista o, en ocasiones,
protectora, del «yo soy».
EJERCICIO
Completa la frase «yo soy…» con características que consideres que te
definen. Después, piensa en las consecuencias que ha tenido cada uno de
esos«yo soy…» en tu vida. En otras palabras, pregúntate qué acciones o
actitudeshan posibilitado (u obstaculizado) esos «yo soy…», como hemos
visto en elcaso del «yo soy tímida».
Valora la posibilidad de que alguno de los «yo soy…» que has
identificado
hayan supuesto una limitación en tu vida. ¿Qué oportunidades has
podidodejar escapar por actuar de acuerdo con ese «yo soy…»?
Yo no soy lo que poseo o lo que consigo
No somos ni nuestra edad, ni nuestro aspecto físico, ni nuestros logros
académicos, ni nuestro trabajo, ni nuestra estructura familiar, ni
nuestroséxitos… entre otras muchas cosas: cosas que se tienen, no que se
son.Cuestiones que están más relacionadas con el mensaje que la
sociedad nosmanda sobre cuándo somos exitosos y cuándo no; sobre
cuándo podemossentirnos realizados; y, por lo tanto, sobre cuándo
podemos ser.
Hablo de los objetivos estéticos, por ejemplo. No envejecer, usar cierto
rango de talla de ropa, tener cierto aspecto físico… para considerar
queestamos dentro de lo que se espera. Que somos atractivos.
Pero también hablo de objetivos sociales y económicos, aquellos que
hacen
que los demás consideren que somos exitosos. Si tenemos estudios,
trabajofijo con un buen salario, una familia feliz y de película, coches y
propiedades
inmobiliarias, si hacemos viajes…
Todo lo anterior lo aprendemos en nuestras interacciones con el mundo
exterior. Desde pequeños se nos programa para que seamos
alguien.Debemos tener éxito, hacer cosas importantes. Esta mentalidad
refleja lo quenuestra cultura persigue: conseguir, lograr, obtener,
alcanzar. Logros, éxitos,títulos, propiedades... Y, en algunos casos, refleja
las creencias, pero tambiénlas inseguridades de la persona que nos
transmite el mensaje.
Es el caso de Roberto, a cuya madre le hubiera gustado «llegar a más» —
como comenta él mismo, reproduciendo un mensaje que ha escuchado
de laboca de su madre una y mil veces—. Ella le ha inculcado un
desmesuradosentido del éxito y una igualmente desmesurada presión
por conseguir,lograr, alcanzar todo aquello que ella no pudo. Con la
mejor de las
intenciones y siempre queriendo lo mejor para Roberto, su madre
hadepositado en él las esperanzas de conseguir lo que ella no pudo;
como si suhijo fuera una extensión de su persona, su segunda
oportunidad para seralguien.
Nos apegamos a esa idea porque «es lo correcto», porque es lo que
conocemos, porque no seguir esa corriente es casi revolucionario. De
lamisma forma que nos apegamos a nuestros logros y a nuestros
éxitos.Confundimos el tener éxito, con el ser nuestros logros. Y creemos
que nosdefinen.
Confundimos el tener títulos, tener propiedades, tener familia,
tener…,tener…, tener… con ser. Con ser más inteligentes, con ser más
exitosos,
con ser mejores personas. Hemos aprendido a que necesitamos
tenerpara poder ser. Porque si tengo, puedo acceder a ser de la
manera queme han dicho que debo ser para ser feliz, para sentirme
realizado. Quépresión tener que conseguir, lograr, obtener,
alcanzar, para poder ser.
Y no nos basta con conseguir cualquier cosa. Deben ser cosas
importantes;
de lo contrario, no somos nadie. Pero... ¿qué logros son válidos?
¿Quépodemos considerar como importante o significativo? ¿Y cómo
lodiferenciamos de ser cualquier cosa? ¿Basta con tener un trabajo, con
teneramistades, con querernos? ¿O tenemos que tener una carrera
destacable, unafamilia de película, amigos todavía mejores…? ¿Qué
necesitamos para seralguien?
Carla siempre quiso ser conductora de autobús. Es una profesión como
tantas otras; pero creo que estaremos de acuerdo si digo que no es
laprofesión que mayor sensación de logro produce socialmente (no como
serabogada, médico, policía... o astronauta). Sin embargo, no
debemosinfravalorar el beneficio que aporta Carla a las personas que la
rodean, conquienes coincide e interactúa en su día a día.
Me comentaba que ella siente que está en una posición privilegiada para
aportar su granito de arena a nuestra sociedad. Cada día logra causar
impactoen los pasajeros mediante una simple sonrisa y un «buenos
días».
Sabe que causa impacto. Lo ve en sus caras. Algunos le devuelven la
sonrisa, eso sí, sorprendidos; no están acostumbrados a pequeños actos
deamabilidad como los de Carla, en un mundo en el que todos vamos de
unlado para otro, deprisa y corriendo, ignorando las pequeñas cosas.
Otros,toman la iniciativa y le sonríen o, incluso, le preguntan cómo está;
ya lo hanintegrado en su rutina.
Quizás la profesión de Carla no es la que se nos viene a la mente cuando
pensamos en términos de logros y éxitos. Puede que, pensando en
esostérminos, Carla «no sea alguien». Pero queda patente que, para
muchaspersonas, en su día a día, «es alguien». Alguien que les hace
sonreír. Alguienque les recuerda la importancia de las pequeñas cosas.
Alguien que, a pesarde ser nadie, es alguien.
La aproximación reduccionista a la que sucumbimos a la hora de
considerar
a alguien más o menos exitoso, más o menos interesante, y más o
menosatractivo en el más amplio sentido de la palabra, no solamente
deja de ladolos valores como los que demuestra Carla; sino que también
nos pone alborde de terrenos pantanosos. ¿Qué sucede si dejo de tener?,
¿también dejode ser? Por ejemplo, ¿qué sucede si perdemos nuestro
trabajo, si nuestronivel socioeconómico cambia, si nos divorciamos…?
¿Dejamos de ser?, ¿yano somos nosotros? Entonces, ¿quiénes somos? Si
sucede lo anterior, esposible que nos sintamos perdidos, que sintamos
que tenemos que redefinirnuestro «yo». Cuando, realmente, lo que
sucede es que tenemos que haceralgunos ajustes a nuestra vida, no a
nivel de nuestro «yo».
EJERCICIO
A continuación, encontrarás una lista con algunos de los valores más
comunes. Imagina que tuvieras delante una página en blanco, que
tuvieras laposibilidad de construir tu vida y tu persona, que pudieras
escoger los valoresque te gustaría tener. ¿Cuáles escogerías? Márcalos
con una «X»:
Altruismo
Aprendizaje
Autonomía
Colaboración
Compasión
Constancia
Empatía
Equidad
Gratitud
Honestidad
Independencia
Integridad
Justicia
Lealtad
Optimismo
Perseverancia
Prudencia
Respeto
Responsabilidad
Sensibilidad
Servicio
Sinceridad
Solidaridad
Superación
Tolerancia
Valentía
Voluntad
¿Son esos los valores que te gustaría que los demás utilizasen para
describirte, para recordarte cuando pensaran en ti? ¿Querrías añadir
algunomás?
EJERCICIO
Está bien prestar atención a lo positivo que hay en ti, a lo bueno que
ofreces
al mundo. Deja la humildad de lado y piensa: ¿Cuáles son tus cualidades
yvirtudes?, ¿qué se te da bien?, ¿de qué estás orgulloso?
Aceptación
Autonomía
Alegría
Amistad
Asertividad
Autenticidad
Autocontrol
Bondad
Cautela
Compromiso
Compasión
Confianza
Cooperación
Creatividad
Decisión
Determinación
Dignidad
Empatía
Entusiasmo
Flexibilidad
Generosidad
Gratitud
Humildad
Igualdad
Ingenio
Iniciativa
Integridad
Justicia
Lealtad
Optimismo
Orden
Paciencia
Perdón
Persistencia
Prudencia
Resiliencia
Respeto
Responsabilidad
Sensibilidad
Sentido del
humor
Tenacidad
Tolerancia
Valentía
CAPÍTULO 3
Yo y mis emociones
EJERCICIO
Escribe 3 situaciones distintas en las que fuiste consciente del peso
emocional que tenían en ti. Descríbelas brevemente. A continuación,
exploraqué emociones experimentaste.
Ahora, escoge una de las situaciones anteriores y pregúntate si había
otras
emociones asociadas. Para ayudarte, echa un vistazo al siguiente listado
deemociones. Marca con una «X» las que experimentaste en la situación
que
has escogido.
Afecto
Agradecimiento
Alegría
Alivio
Amor
Asombro
Atracción
Cariño
Celos
Compasión
Cuidado
Culpa
Decepción
Desamparo
Deseo
Dolor
Entusiasmo
Envidia
Esperanza
Enfado
Euforia
Excitación
Fascinación
Felicidad
Humillación
Impaciencia
Inseguridad
Ira
Irritación
Melancolía
Miedo
Nerviosismo
Orgullo
Preocupación
Rechazo
Remordimiento
Rencor
Resentimiento
Satisfacción
Soledad
Sorpresa
Tensión
Ternura
Tristeza
Pasión
Pánico
Simpatía
Vergüenza
Seguro que has seleccionado más emociones de las que habías
nombrado en
la primera parte del ejercicio. Es normal: no solemos tener en la cabeza
unalista tan extensa de las emociones que podemos sentir. Ser más
concretos a lahora de identificar cómo nos sentimos nos ayudará a hilar
más fino y, así,poder identificar más fácilmente los pensamientos que
hay detrás de lasmismas.
Gestión emocional
Podemos gestionar nuestras emociones de muchas maneras distintas.
Desde
compartirlo con alguien, a romper objetos. Como has podido deducir al
leerestas líneas, hay estrategias más sanas que otras. Que usemos unas u
otrasdependerá de lo que hayamos aprendido. Todos hemos escuchado
alguna vezeso de «llorar es de débiles»; el mensaje con el que nos
quedamos es: si noqueremos ser débiles, no debemos llorar. Pero este
mensaje se olvida de dospuntos muy importantes: primero, que si
lloramos es porque nos sentimostristes, derrotados, impotentes,
frustrados y debemos poder canalizar todasesas emociones de alguna
forma. Y, en segundo lugar, que de poco nos sirveque nos digan qué no
podemos hacer, si no se nos indica por qué estrategiapodemos
reemplazarlo. Es como si nos dijeran: no puedes caminar.¿Entonces,
cómo me desplazo? ¿Voy a gatas, me arrastro, vuelo? ¿Qué hago?Y
recordemos que cuando hemos oído esas frases no éramos
adultosresponsables con recursos a nuestra disposición; sino que
éramos niños queestábamos aprendiendo a autogestionarnos en lo
emocional.
Que escojamos unas u otras estrategias también dependerá de lo
aprendido
en primera persona. Tendremos en cuenta aquello que sabemos que nos
funciona mejor en determinadas situaciones. Habitualmente escogemos
unasu otras de manera casi inmediata en un proceso de toma de
decisiones del queno solemos ser conscientes. En otras ocasiones, las
experiencias pasadas hanmarcado un antes y un después que nos hace
tener en cuenta ciertainformación antes de escoger una u otra estrategia.
Podemos considerar que son estrategias de gestión emocional sanas
todas
aquellas que van encaminadas a una expresión de las emociones que
permite,por un lado, liberar la tensión que generan las mismas; y, por
otro, que nosolamente no producen un perjuicio a las partes implicadas,
sino que nospermiten avanzar, crecer o desarrollarnos.
Echemos un vistazo a varias estrategias:
EJERCICIO
Ahora que tienes en mente más emociones y sabes diferenciar entre
estrategias de gestión emocional sanas y no sanas, te propongo que
pienses ensituaciones que se den a menudo en tu día a día: una en la que
consideras que
reaccionas de manera sana; y, otras, en las que crees que deberías
reaccionarde forma distinta.
La siguiente fórmula te ayudará a establecer la relación entre la
situación, la
emoción que experimentas y la conducta que llevas a cabo:
EJERCICIO
Piensa en una situación reciente en la que te hayan preguntado cómo
estabas y, a pesar de que perfectamente podrías haber mostrado cómo
tesentías, dijiste «bien, gracias». ¿Por qué emociones podrías sustituir
ese«bien»? ¿Cuál de las emociones de la lista proporcionada en
páginasanteriores hubiera encajado mejor en dicha situación?
Autocompasión, que no
lástima
Culturalmente hemos asociado el sentir compasión por uno mismo con
el
sentir lástima. Pero lo cierto es que la autocompasión está más cerca de
la
bondad, de la flexibilidad, de la comprensión, del consuelo, del
tratarnosbien; que de la lástima.
La autocompasión nos proporciona una visión más realista, más
indulgente
y menos crítica de nosotros mismos —justo lo que necesitamos
cuandosufrimos un contratiempo y las cosas no salen tan bien como nos
gustaría—.
La lástima nos sitúa en el terreno de un peligroso victimismo y del
pensar
que poco podemos hacer para cambiar nuestra situación; que por mucho
quenos esforcemos —¡pobres de nosotros!—, no seremos capaces de
cambiarnuestra realidad. El victimismo nos inmoviliza; nos aleja de
aquello quepuede ayudarnos a crecer. Mientras que la autocompasión
nos acerca a lamentalidad de crecimiento: aquella que nos ayudará a
sacar lo mejor denosotros mismos gracias a darnos un respiro,
precisamente porque podemosaceptar que nos hemos equivocado, que
no somos perfectos; pero quepodemos hacer algo para mejorar y
efectivamente destinamos recursos ahacerlo.
«Esta situación me resulta difícil de gestionar», «estoy atravesando un
periodo especialmente duro», «me duele cuando…», «otras personas
sesienten de la misma manera que yo»,… son mensajes autocompasivos y
sealejan de los mensajes propios de la lástima —que perfectamente
podríamoscalificar como autoflagelaciones e incluso como quejas—
como «conexperiencias tan dolorosas a mis espaldas, ¿qué puedo
esperar?», «es mejorque no me esfuerce, no valgo para esto», «siempre
tengo mala suerte»,«parece que la vida no está a mi favor»,…
EJERCICIO
¿Qué tipo de mensajes sueles decirte a ti mismo cuando las cosas no van
tan
bien como te gustaría, cuando se producen contratiempos?
¿Se trata de mensajes que te ayudan a entender por qué te sientes como
te
sientes, de naturaleza autocompasiva; o más bien se trata de mensajes
quepodríamos calificar como quejas, como excusas o como
autoflagelaciones? Sise trata de lo segundo, intenta reformularlos de tal
forma que te ayuden acomprender cómo te sientes y te animen a volver a
intentarlo. Para hacerlo,puedes seguir los ejemplos proporcionados en
esta sección.
CAPÍTULO 4
Lo que nos decimos a nosotros mismos
Eso que te dices a ti mismo, ¿se lo dirías a otra persona? ¿Le estarías
diciendo constantemente que no vale, que no es capaz, que no es
digno?No, ¿verdad? ¿Por qué? Porque crees que le estarías faltando
al respeto,
porque crees que no es apropiado, que le estarías tratando mal.
Entonces, ¿por qué te tratas así? ¿Por qué a ti sí?
EJERCICIO
¿Te resultan familiares algunas de las afirmaciones anteriores?
¿Cuáles?
¿En qué situaciones suelen darse?
EJERCICIO
Piensa en lo que sueles decir de ti mismo, en tu diálogo interno, cuando
algo no va bien. ¿Qué afirmaciones del estilo «todo me sale mal» o
«nuncavoy a conseguir mis objetivos» suelen pasar por tu mente?
EJERCICIO
¿Qué adjetivos aparentemente inofensivos sueles utilizar para referirte a
ti
mismo cuando cometes un error?
Los «debos»
Parte de nuestro diálogo interno está lleno de pensamientos del tipo
«debo».«Debos» o «deberías» que nos indican cómo debemos ser
nosotros y nuestravida.
Empezamos en un nuevo trabajo y pensamos «debo dar la talla», o «debo
impresionarles», o «debo hacerlo a la perfección». Nos repetimos «no
debodefraudar a mis padres» y «debo labrarme un futuro con el que se
sientanorgullosos», cuando llega la hora de decidir a qué
dedicarnosprofesionalmente. Nos miramos al espejo y nos convencemos
de quedebemos vernos bien, de que debemos ser atractivos. A medida
que vanpasando los años nos enfrentamos a el «debo casarme y tener
hijos» —en estepunto también surge el «no debo defraudar a mi familia»,
en algunos casos—. Y, cuando pensamos acerca de cómo nos va en lo
profesional, en lopersonal, en lo relacional… nos decimos «debo tener
éxito».
Debo, debo, debo... Bajo el disfraz de objetivos vitales y de metas a
perseguir para vivir acorde con nuestros valores y estar satisfechos
connosotros y con nuestra vida, se esconden obligaciones. Obligaciones
quedebemos cumplir sí o sí. Obligaciones que no siempre hemos
escogidovoluntariamente.
Obligaciones que añaden una presión totalmente contraproducente,
quemás que ayudar, nos ponen en una tesitura de naturaleza
dicotómica en
la que o cumplimos con el «debo», o fracasamos.
Podemos pensar que los «debos» están de nuestro lado. Que uno no
tiene
por qué pensar que no vamos a alcanzarlos; al contrario: que como
nosindican los objetivos a alcanzar para sentirnos satisfechos con
nuestra vida, ylos pasos a seguir, los tendremos en cuenta y haremos lo
que haga falta paraconseguirlos.
Pero obviamos varios puntos.
En primer lugar, la subjetividad de los «debos». Siguiendo con el
ejemplo
«debo dar la talla», podemos preguntarnos «¿qué significa dar la
talla?».Estaréis de acuerdo conmigo que significa cumplir lo que se
espera denosotros. Pero, ¿qué se espera de nosotros? ¿Lo sabemos con
certeza?Podemos tener una idea, sí; pero justamente esta está
mediatizada por nuestraopinión, por lo que nosotros consideramos que
significaría dar la talla en esasituación determinada y, sobre todo, por
cómo nos sentimos.
Veamos otro ejemplo: «Debo hacerlo a la perfección». ¿Qué significa
hacerlo a la perfección? Puede significar no cometer ningún error.
¿Perobasta con eso, o hacerlo a la perfección va más allá? Este es otro
ejemplo decómo de subjetivos pueden ser los «debos», que tan posible es
queconsideremos que los hemos cumplido, como que no.
En segundo lugar, los «debos» dejan de ser nuestros aliados en el
momento
en que nos centramos en todo lo negativo que podemos experimentar si
nolos conseguimos. «No debo defraudar a mis padres», porque ¿qué
sucede silos defraudamos? ¿Seremos capaces de lidiar con ello? ¿Nos
confrontaráncon lo que no hemos conseguido?
Y, en tercer lugar, no nos ayudan a perseguir nuestros objetivos y sueños
futuros. ¿Qué será de nosotros después de fracasar en aquello que se
esperabade nosotros? ¿Cómo podemos enfrentarnos a nuevos retos con
estosantecedentes? Si consideramos que hemos fracasado por no haber
cumplidocon nuestros «debos», con aquello que esperábamos o que se
esperaba denosotros, seguramente tengamos que pasar por lo que
podría asemejarse a unproceso de duelo en el que nos enfrentemos a las
consecuencias de la pérdidade unas expectativas que nos habíamos
generado acerca de lo que debíamosconseguir. En este proceso de duelo,
de toma de conciencia de que la realidady de que nuestros resultados no
han sido los que esperábamos —o, mejordicho, los que creíamos que
debíamos conseguir—, nuestra autoestima juegaun papel importante y, a
la vez, puede ser la más perjudicada.
Perjudicada en el sentido de que podemos acabar sacando conclusiones
erróneas, extrapolando los resultados obtenidos en unas
situacionesconcretas, a otras muchas que quizás no tengan nada que ver.
Si he fracasadoen la consecución de un «debo» relacionado con el
trabajo, es probable quepiense que puedo no alcanzar otros «debos»
relacionados también con elámbito profesional. Es probable que se
despierten inseguridades que medigan algo como: «Si no lo he hecho a la
perfección, significa que soyincapaz de hacerlo», «si no lo he conseguido
ahora, jamás lo haré».
Y es en este punto en el que sacamos conclusiones precipitadas.
Generalizamos. Tomamos como muestra representativa una
situaciónaislada que puede meramente quedarse en eso. Entramos
en el terreno
pantanoso de considerar que un intento nos define, que no
podemos
hacerlo mejor, que no hace falta que lo volvamos a intentar. Nos
limita.
Nos inmoviliza.
Y, por si esto fuese poco, la muestra que tomamos corresponde a unos
objetivos que es posible que sean tan subjetivos que son irrealistas en
tantoque resultan muy difíciles de alcanzar. Es decir, que estaremos
extrapolando,sacando conclusiones, basándonos en los resultados de
unos objetivos que, encierta medida y por la naturaleza de los mismos,
estábamos condenados a no
obtener.
EJERCICIO
¿Qué «debos» puedes identificar en tu diálogo interno? ¿Cómo debes
ser?
¿Qué debes y qué no debes hacer? ¿Qué debes conseguir?
EJERCICIO
«Debo ser un buen…» o «debería ser una buena…». Termina la frase.
¿En qué consiste ser un «buen…» o una «buena…»? ¿Qué criterios debe
cumplir o qué conductas debe llevar a cabo alguien para ser un «buen…»
o«una buena…»?
Responsabilidad y culpa
¿Qué sucede si no alcanzamos nuestros «debos»? Como hemos
comentado,
por un lado, sentimos que hemos fracasado y nos vemos obligados a
hacercambios internos. Como parte de estos cambios, está el lidiar con la
culpa.
La culpa aparece en el momento en que nos damos cuenta de que no
hemos
cumplido con lo que se esperaba de nosotros. Cuando nos damos cuenta
deque las expectativas que se tenían —o las que creemos que se tenían—
sobrenosotros y sobre lo que somos capaces de conseguir distan de la
realidad.
A menudo sucede que la culpa nos atormenta con mayor intensidad
cuando
sentimos que hemos defraudado, que hemos fallado a otras personas.
Dealgún modo podemos lidiar con la culpa por no cumplir con lo que
nosotrosmismos nos habíamos marcado, pero cuando hay otras
personas implicadasnos sentimos peor. Y ya no solamente tenemos que
enfrentarnos a ladecepción de no haber alcanzado nuestros objetivos,
sino que también nosatormenta el hecho de decepcionar a quienes nos
rodean como si lo que ellospensasen tuviese más valor que lo que
nosotros pensamos.
Imaginemos que a todo esto le añadimos un sentimiento de
responsabilidad
acentuado acompañado de un elevado sentido de la autocrítica. Es el
cóctelperfecto para que la culpa domine nuestros pensamientos y nos
recuerdeconstantemente aquello en lo que hemos fallado y cuánto
hemos defraudado aquienes nos rodean.
EJERCICIO
¿En qué momentos experimentas culpa por no cumplir —o creer que no
cumples— con las expectativas que se tienen de ti?
Dos voces internas: una que nos alienta y otra que nos
hacemás pequeños
La autocrítica consiste en identificar y evaluar los errores propios,
enformarnos una opinión acerca de nuestras acciones, resultados,
capacidades yotros rasgos como nuestro carácter o nuestro físico.
Es conveniente hablar de autocrítica si nuestro objetivo es trabajar
nuestra
autoestima porque si tenemos una visión de nosotros mismos más
negativa delo que debería ser, o si nos otorgamos más responsabilidad
de la que noscorresponde, es posible que nuestra confianza en nuestras
capacidades ynuestra autoestima se vean afectadas.
Es evidente por qué la autocrítica tiene tan mala fama: habitualmente
nos
referimos a ella desde lo negativo y haciendo referencia a dosis de
autocríticamuy elevadas. Tanto, que impiden que avancemos, que
crezcamos. Pero laautocrítica no es necesariamente negativa, sino que
puede indicarnos elcamino hacia el desarrollo y el crecimiento. Es decir
que, grosso modo, laautocrítica cuenta con dos vertientes: la derrotista y
la que nos ayuda a crecer.
Como consecuencia de la vertiente derrotista de la autocrítica, es posible
que pongamos a nuestro «yo» en jaque, en tanto que subrayamos
nuestros
defectos y minimizamos o incluso somos incapaces de reconocer
nuestrasvirtudes. Ante este tipo de situaciones, solemos recurrir a
estrategiasprotectoras como ponernos bajo un foco de luz positiva a
través de unaexplicación que nos disculpe y que reste importancia a lo
sucedido; o bien,buscamos a otros culpables, atribuyendo la causa de lo
sucedido fuera denuestra persona.
Ambas estrategias nos pueden hacer sentir bien a corto plazo; sin
embargo,
fomentan el inmovilismo en tanto que no reconocemos qué
podríamosmejorar, motivo por el cual no nos sentimos motivados para
hacerlo.
Autoestima y autocrítica
Dejar de lado la autocrítica no es una opción ya que, de hacerlo,
estaríamos
desaprovechando oportunidades de crecimiento. Por lo tanto, la
aproximaciónmás deseable es observarnos de forma honesta y
compasiva, y adoptando unaaproximación autocrítica en la dosis
adecuada. Pero no es tarea fácil.
¿Qué podemos hacer para dar con la dosis justa de autocrítica?
- Debemos dejar de poner el foco en buscar la perfección para
enfocarnos
en conseguir una mejora continua. Con retrospectiva, podemos analizar
quépodríamos haber hecho de forma distinta; o qué podríamos hacer de
maneradiferente la próxima vez. La idea no es caer en la trampa de
culparnos omachacarnos por haber hecho lo que hemos hecho o por
haberlo hecho comolo hemos hecho; sino aprender. Aprender de las
situaciones que podríanhaber ido mejor, que son mejorables. Pero sin
reproches.
- No somos nuestros errores. Estos no nos definen. Nuestros errores son
el
resultado de nuestras acciones —al menos, en cierta medida—. De la
mismaforma que tampoco somos nuestros logros o éxitos, como hemos
visto encapítulos anteriores. Sin embargo, no debemos escudarnos en
ello. Nodebemos olvidar que tenemos la oportunidad de actuar de forma
distinta en elfuturo si se nos presenta una situación similar.
- Debemos estar seguros de cómo actuamos, pensamos y sentimos. No
debemos dejar de lado los resultados, por supuesto; pero es todavía
másimportante que nos centremos en nuestra conducta. Debemos
estarsatisfechos por cómo hemos actuado, a pesar de no haber obtenido
losresultados deseados.
- Es conveniente que no hagamos caso a nuestro ego ciegamente; este
puede jugarnos malas pasadas. Puede llevarnos a desarrollar
estrategiasprotectoras que nos alejen del crecimiento y del desarrollo.
- Estar abiertos a escuchar opiniones distintas a la nuestra nos
proporcionará otros puntos de vista y perspectivas que nos
resulteninteresantes de cara a poder mejorar. Incluso cuando la crítica
no estéformulada de la mejor manera, o incluso cuando no sea
constructiva podemosdesgranarla; quedarnos con la esencia del mensaje
y pensar si aplica y en quémedida, si puede resultarnos útil y si nos
ayuda a crecer.
- De nada sirve formular críticas de manera abstracta: «no valgo para
esto»;
sino que debemos hacerlo de manera concreta y específica: «no se me da
bientomar decisiones bajo presión». De esta manera no solamente
evitamos hacergeneralizaciones injustas que mermen nuestra
autoestima; sino que, además,acotamos aquello que podemos mejorar y,
en consecuencia, podemos tomaracciones para trabajarlo.
- No podemos obviar el impacto de las circunstancias externas; a la vez
que
debemos evitar tomarlas como una excusa. En vez de decir «no he
hechoejercicio porque estaba cansada»; podemos decir: «no he hecho
ejercicioporque preferí quedarme sentada en el sofá, con el móvil». De
esta formasituamos el control de la situación en nuestra persona.
Nosotros, comoadultos responsables, contamos con la capacidad de
decidir. Y, enconsecuencia, debemos hacernos responsables de nuestras
decisiones y de lasconsecuencias que se deriven de las mismas.
EJERCICIO
Si consideras que eres muy exigente contigo mismo (quizás demasiado),
escoge una tarea o un objetivo en el que deposites elevados niveles
deautoexigencia y pregúntate:
EJERCICIO
¿Con qué personas sueles compararte habitualmente?
¿Cuáles son los aspectos con los que sueles compararte?
¿Algunas de las comparaciones anteriores te ayudan a crecer? En otras
palabras, ¿qué te aportan?
Sentirse inferior
Es una de las consecuencias inmediatas de compararnos y de que,
casualmente, lo hagamos con respecto a esas características que no
nosconvencen; aquellas que consideramos que podemos mejorar. En
nuestramente se dibuja una especie de jerarquía en la que, ¡sorpresa!,
nos situamosmás bien tirando para abajo. Incluso si solamente nos
comparamos con unapersona. Incluso si solamente tenemos en cuenta
una única característica.Incluso si solamente tenemos en cuenta nuestra
opinión, cargada desubjetividad.
Vemos a los demás como más capaces, como más valiosos… como
mejores, en definitiva. Todas estas razones nos van como anillo al dedo
paraaferrarnos a la idea de que los objetivos que anhelamos están muy
lejos,demasiado; tanto, que no sabemos ni por dónde empezar y que,
enconsecuencia, es mejor quedarnos donde estamos. Una conclusión
muyconveniente si lo que pretendemos es preservar el bienestar de
nuestro ego.
Si no lo probamos, de una cosa podemos estar seguros: no nos
vamos aequivocar. Y el sentirnos inferiores nos proporciona
precisamente eso: la
coartada perfecta para justificar por qué no lo hemos intentado.
Eso sí, si decidimos no intentarlo, debemos responsabilizarnos de las
consecuencias de no hacerlo. No podemos no intentarlo, o intentarlo
amedias, y después quejarnos del camino elegido.
Lo ideal sería que cada uno de nosotros considerásemos nuestras
características de forma aislada. Si no nos comparamos, no
podemossentirnos inferiores. De hecho, preguntémonos: ¿De qué nos
sirve saber quéposición de esa jerarquía imaginaria ocupamos? ¿Es
relevante? ¿A caso loimportante no es evitar que nos invada el miedo y
apostar por el desarrollo yel crecimiento?
EJERCICIO
¿Qué significa, para ti, fracasar?
Piensa en términos concretos: recuerda una situación en la que
consideras
que fracasaste. ¿Es la única lectura posible? ¿Podrías interpretarlo de
otraforma?
EJERCICIO
Piensa en un error que cometiste y del que te resultó difícil desprenderte
o
dejar de lado.
¿Qué puedes concluir? Puesto en contexto, ¿te parece tan grave como
creías?
EJERCICIO
Solo por un día…, en vez de machacarte por haber cometido un error,
¿por
qué no pruebas a decirte lo siguiente?
«Me perdono por haberme equivocado, lo hice de la mejor forma que
pude».
Tanto si crees que puedes, que eres capaz, que conseguirás tus
objetivos;
como si crees todo lo contrario, estás en lo cierto. Porque creas lo
quecreas, si te dejas llevar por esos mensajes, si permites que guíen
tus
acciones, estarás creando tu realidad. Una realidad que puede ser
tanesperanzadora y exitosa, como limitante. Una realidad que
reflejará la
naturaleza de los mensajes que te mandas.
EJERCICIO
Piensa en una situación reciente en la que experimentaste cierto
malestar
emocional y responde las siguientes preguntas para identificar una de
tuscreencias. El objetivo de este ejercicio es que, como en el caso de
Ingrid,
enlaces pensamiento tras pensamiento para acabar accediendo a los
nivelesmás profundos, a tus creencias.
EJERCICIO
Responde a las siguientes preguntas para saber si una creencia
relacionada
con lo que eres capaz de hacer es limitante o si, por lo contrario, te ayuda
acrecer y te acerca a tus objetivos.
¿Te ayuda y te motiva a avanzar? Piensa: ¿Cuál ha sido el precio que has
pagado hasta ahora por pensar y actuar en función a esta creencia?
¿Cuáleshan sido las consecuencias?
Intenta reformular la creencia de manera que no te resulte limitante; al
contrario: la idea es que te ayude a progresar, a superarte, a acercarte a
la vidaque quieres tener. Te resultará útil pensar en situaciones en las
que actuastecontradiciendo a esa creencia. Por ejemplo: en vez de decir
«no soy capaz detomar una decisión sin consultarla previamente»
puedes decir «en ocasionesme siento inseguro tomando decisiones que
no haya consultado previamente,pero eso no significa que no sea capaz
porque, de hecho, en alguna ocasiónhe tomado decisiones de forma
autónoma y me ha ido bien». Otro ejemplo:«puede que no sepa hacerlo
perfectamente, pero soy capaz de aprender y
mejorar».
EJERCICIO
Echa un vistazo a los ejemplos de creencias limitantes que acabas de
leer.
¿Te han resultado familiares? ¿Cuáles? Escríbelos en la tabla.
Después,intenta pensar en los mensajes que recibías de tu exterior: ¿Qué
mensajespueden estar detrás de las creencias que acabas de escribir?
Seguramente setrate de mensajes que se repetían una y otra vez y que
has acabadoincorporando en tu propio sistema de creencias.
¿Qué se espera de ti?
Las expectativas que tienen de nosotros, lo que las personas de nuestro
alrededor esperan que consigamos, los objetivos que creen que somos —
o nosomos— capaces de conseguir. Todo ello nos afecta. Tanto si lo que
seespera de nosotros es positivo, es decir, que tengamos un futuro
brillante, deéxito; como si lo que se espera de nosotros son objetivos
muy asequibles ynada ambiciosos.
Os presento a Carla. Tiene 42 años y una carrera profesional que muchos
catalogarían como brillante o envidiable. Esas mismas palabras utilizan
sumarido, sus amigas y sus hermanos. Pero Carla no lo siente así. De
hecho,uno de los motivos por los que nos conocimos fue porque decidió
que habíallegado la hora de hacer algo con ese peso que sentía desde
jovencita, con esasombra de perfección que la perseguía desde hacía
décadas.
Carla es la mayor de 3 hermanos: Fran de 34 y Maica de 28. Este dato no
es
gratuito. De hecho, nuestra intervención pivotó alrededor de los
conceptos«hermana mayor» y «ejemplo a seguir». Palabras que
escuchaba una y otravez por parte de su padre.
«Mi padre siempre ha querido lo mejor para nosotros. De pequeños
siempre
nos insistía en que debíamos estudiar y labrarnos un futuro, tener
lasoportunidades que él nunca tuvo».
Julián, el padre de Carla, proviene de una familia muy humilde. Se
incorporó al mercado laboral a muy temprana edad y, desde entonces, se
hadedicado al mundo de la construcción. A juzgar por lo que comentaba
Carla,Julián está satisfecho con su trayectoria, pero desearía que sus
padreshubieran podido pagarle una carrera y haber estudiado
Arquitectura oIngeniería.
La espina de Julián, el anhelo de lo que hubiera querido lograr, se
traducía
en comentarios que él formulaba constantemente para animar a sus hijos
a darlo mejor de ellos. «Tenéis que aprovechar cada oportunidad»,
«tenéis queluchar por llegar a lo más alto».
Lo hacía en cada examen, cada vez que hablaban del colegio y del
instituto.
Sobre todo, a Carla, que era la mayor: «tú, como hermana mayor, tienes
quedar ejemplo».
Carla siempre ha tenido una relación estrecha con sus hermanos. Estos
le
explicaban sus problemas en el instituto y ella, que ya había pasado por
esaetapa, les aconsejaba en base a su experiencia. Sabía que ejercía
ciertainfluencia sobre sus hermanos y, por supuesto, que ellos la
tomaban como unejemplo. No necesitaba que su padre se lo recordase.
En la actualidad, esos mensajes que su padre formulaba con la mejor de
las
intenciones para animar a sus hijos a alcanzar sus objetivos resonaban
en sucabeza invitándola a conseguir más y más. Cada error o cada
contratiempo lointerpretaba como un fracaso; un fracaso que la alejaba
de su objetivo:conseguir, conseguir, conseguir. Objetivo que creía que la
acercaría a lafelicidad y a la plenitud.
Profecía autocumplida
«Creemos demasiado en las creencias, porque es más cómodo no
cuestionarnos a nosotros mismos».
Walter Riso
Seguro que has oído hablar de la profecía autocumplida o del efecto
Pigmalión. Ambos términos hacen referencia a las etiquetas que se nos
poneny al impacto que estas tienen en nuestra actitud y comportamiento.
Como hemos visto a lo largo de estas páginas, desde pequeños recibimos
mensajes acerca de cómo somos, pero también acerca de lo podemos
llegar aser o de lo que somos capaces de conseguir. Estos mensajes van
calando. Abase de escucharlos, los vamos interiorizando e integrando en
nuestroautoconcepto. Nos los creemos tanto, que pueden mediatizar
nuestra actitud yconducta, hasta nuestros éxitos.
La profecía autocumplida funciona de la siguiente manera:
Creemos que no podemos, que no somos capaces de hacer o de
conseguir
algo, o incluso que no lo merecemos. Estos pensamientos nos
inmovilizan,hacen que no nos pongamos manos a la obra y, como
consecuencia, que nodesarrollemos nuestro potencial, o que no
adquiramos los conocimientos
necesarios para conseguir nuestros objetivos. Perdemos cualquier
oportunidad que teníamos de demostrar que nuestras creencias
estánequivocadas, que no reflejan la realidad, que podemos, que somos
capaces.
Por si fuera poco, en nuestro interior nos queda un mal sabor de boca.
«Ni
siquiera lo has intentado», nos decimos. «Ves, no eres capaz de
conseguirlo,y lo sabes, por eso ni lo intentas». Mensajes que todavía nos
alejan más denuestros objetivos.
Lo cierto es que esos mensajes tienen parte de razón. Si nos ceñimos a
los
resultados, podemos afirmar con total seguridad que no lo hemos
conseguido.Es un hecho. Y nuestros pensamientos lo utilizan a su favor
para hacerse másfuertes: lo tomamos como una confirmación irrefutable
de que lo quecreemos es cierto.
Antes podíamos ponerlos en entredicho, podíamos pensar que
todavía no
lo habíamos conseguido porque no lo habíamos probado. Pero
ahora,
después de no intentarlo, después de habernos rendido, después de
habersucumbido al «no puedo, no soy capaz», confirman la
realidad. Aquellarealidad que no nos gusta, que nos hace sentir
menos capaces, ahora esun hecho. Y nuestras creencias ahora son
más fuertes; porque no son
creencias, ahora son hechos.
Y esto sucede porque no tenemos en cuenta que existe otra posibilidad;
que
tenemos otra opción. Que podemos dejar de alimentar esas creencias
que noslimitan, que nos inmovilizan, que nos hacen cada vez más y más
pequeños, ymenos valiosos, y menos capaces.
Pongamos un ejemplo:
De pequeña, a Laura le costaba atarse los cordones de los zapatos y
abrocharse los botones de la ropa. Su madre, al darse cuenta, pensó que
tenía
problemas de coordinación motora. «Mi hija no es capaz de
hacerlo»,concluyó. Como consecuencia de esta afirmación, cuando Laura
tenía queatarse los cordones de los zapatos, le decía: «trae, anda, ya lo
hago yo». Ocuando tenía que abrocharse los botones de la ropa, le decía:
«dame, quetenemos prisa».
En secundaria, el grupo de amigas de Laura se apuntó a la extraescolar
de
hiphop. Laura se lo planteó a su madre, quien le dijo: «¿Estás segura?
Lacoordinación no es lo tuyo, no creo que sea buena idea. ¿No te
apetecería másprobar con robótica?».
La vida de Laura estaba llena de comentarios como estos, acompañados
de
una expresión facial que mostraba tener poca confianza en las
habilidadesmotrices de su hija. Lo que Laura pensaba en ese momento
era: «mi madre noconfía en que pueda hacerlo bien».
Laura, mensaje tras mensaje, iba incorporando en su autoconcepto la
idea
de que es torpe. Pero no solamente eso, sino que la actitud de su madre
hacíaque tuviera muchas menos oportunidades para desarrollar su
capacidadmotora; al menos no tantas como tendría si su madre no
considerase que noes capaz. Esto es debido a que, su madre, con la mejor
de las intenciones,para protegerla de posibles fracasos y para ponerle las
cosas fáciles, decidíaser ella misma quien le hiciera las cosas a Laura; o
decidía «evitarle disgustosa la niña» —palabras textuales—. De esta
forma Laura tenía menosoportunidades para desarrollar sus habilidades
motoras. ¿El resultado?Acababa convirtiéndose en esa niña con
motricidad pobre.
Pero este no es el resultado definitivo.
Laura ahora tiene 32 años y trabaja como administrativa en una
empresa
logística. Sus compañeras de departamento han pensado en apuntarse a
clasesdirigidas en el gimnasio al lado de la oficina. Quieren hacer zumba
y salsa. ALaura le atrae la idea, siempre le ha gustado el baile; pero, como
ya sabemos,es una relación amor-odio y el componente aversivo pesa
más en la ecuación.
Laura ni se lo piensa: «chicas, me gustaría… de verdad que sí. Pero no se
me va a dar nada bien. Soy muy torpe». Laura repite los mensajes que
recibióde pequeña, aquellos mensajes que se ha ido repitiendo desde
entonces y que
la han privado de muchas experiencias en las que le hubiese
gustadoparticipar. Aquellos mensajes que ha llegado a incorporar como
propios en sudiálogo interno.
En terapia trabajamos qué era lo peor que podría pasar. «Que se
confirme
que soy torpe, y que se rían de mí». Le pregunté el nivel de experiencia
desus compañeras. A juzgar por su respuesta, parecía que todas tenían el
mismonivel: principiante.
—¿Qué sucede si se ríen de ti?
—Nada, supongo. —Laura vaciló un poco, pero esa fue su respuesta.—
¿Por qué? —le pregunté.
—Porque probablemente yo también me reiría. De mí, y de ellas. Sin
mala
intención, ¿eh? Hay muy buen rollo. Nos divertiríamos, supongo.
Nada, no pasaba nada si se reían de ella. Y eso es lo peor que podía pasar.
Eso, y que se confirmara que Laura es torpe. Pero eso ya lo sabía. Así que
nopasaba nada por intentarlo.
—¿Y qué ganarías, Laura, si lo intentas?
—Pues me llevaría una experiencia divertida, eso seguro.
—¿Y qué más?
—No entiendo…
—¿Qué más podrías conseguir, si la experiencia va bien? ¿Qué pasaría
con
el «soy torpe»?
—Si la experiencia va bien, el «soy torpe» ya no me importaría
tanto.—Eso es. ¿Y seguirías viéndote igual de torpe?
—Pensaría que soy torpe, pero que puedo bailar.
Acabamos el razonamiento con un:
—¿Y no es eso suficiente para darte una oportunidad?
EJERCICIO
¿En qué ocasiones o frente a qué tareas sueles decirte que no puedes,
que
no eres capaz, que no vas a conseguir tus objetivos?
¿Cuál es la consecuencia de pensar en esos términos? ¿Qué consigues
«gracias» a esos mensajes?
¿En qué te basas para creer que son ciertos, que no puedes, que no eres
capaz, que no vas a conseguir tus objetivos?
¿Es posible que, como a Laura, te suceda que no te has dado una
oportunidad para demostrarte que quizás sí que puedes, que sí que
erescapaz?
¿Qué lección obtienes de todo lo anterior? ¿Qué consejo me darías si yo
estuviera en tu situación?
EJERCICIO
Piensa en tres aspectos que te gustaría mejorar. Utiliza un adjetivo que
describa cómo eres en cada uno de esos aspectos.
La doble cara de nuestras creencias
Si los ejercicios anteriores no nos convencen, podemos intentar una
aproximación distinta: podemos ponernos en el otro extremo de la
creencia yexaminar si sigue siendo igual de válida. Lo más seguro es que
este no sea el
caso.
Las creencias no suelen tener en cuenta todos los escenarios; no
reflejantodas las posibilidades por lo que, si nos centramos en el
extremo opuesto
de nuestras creencias, es posible que no nos parezcan igual de
válidas.
Uno de los ejercicios más reveladores consiste justamente en eso, en
examinar la cara opuesta de nuestras creencias. Imaginemos que
nuestros
padres siempre nos han dicho que hay que estar encima de los amigos
paraque se sientan queridos y, así, conservarlos. Este es el caso de Eli,
una jovende 29 años que se define, sobre todo, como empática,
entregada y amiga desus amigos. Eli viene a consulta preocupada porque
no sabe relacionarse, o al
menos eso es lo que ella cree.
Exploramos cómo suele comunicarse con sus amistades. Parece que esa
no
es la cuestión: Eli cuenta con habilidades sociales. A juzgar por lo que
meexplica, es empática, atenta, sabe expresarse y sabe escuchar. Lo que
sucedees que Eli es muy entregada. Mucho. Ha llevado el mensaje que
letransmitían sus padres al extremo. Tanto, que prioriza a sus amigos
porencima de otras cuestiones en su vida. A ella no le importa, al
contrario:siente que, al hacerlo, está obrando de acuerdo con sus valores.
El problemaes que se siente decepcionada y frustrada cuando los demás
no hacen lomismo, cuando no se muestran tan entregados ni tan atentos
con ella, cuandolos demás no le otorgan el mismo nivel de prioridad a su
amistad.
«Me siento desplazada», comenta Eli. «Poco querida, como si no
importara». Analizándolo más profundamente, damos con la fórmula
origendel problema: Eli es muy entregada y atenta con sus amigos
porque es suforma de demostrarles su amistad, que los quiere y que le
importan. En sumente, Eli ha hecho la siguiente asociación:
¿Qué otra lectura podrías hacer? ¿Qué otras explicaciones puede haber?
Como en el caso de Eli, ¿qué otras variables podrían explicar por qué
quieneste rodean no se comportan acorde con lo que esperas de ellos?
EJERCICIO
Si pudieras hablarle a tu niño interior, si pudieras aconsejarlo, si tuvieras
la
ocasión de acompañarlo en un aprendizaje, ¿qué le dirías?
¿De qué manera puedes superar estos obstáculos? ¿Qué recursos tienes
que
poner en marcha para poder llevar a cabo estas acciones?
CAPÍTULO 8
Vemos lo que queremos ver
EJERCICIO
Piensa en los objetivos o las tareas que te cuesta conseguir, en aquellos
para
los que siempre tienes excusas para no empezar y vas posponiendo día
trasdía, o en aquellos que quieres hacer a la perfección.
CAPÍTULO 9
Inseguridad, dudas y críticas
Las inseguridades, las dudas y las críticas son advertencias que nos
proporcionan información. Cómo las utilicemos, ya sea para
prepararnos, para mejorar o para inmovilizarnos, es cosa nuestra.
Falta de confianza
Las inseguridades se manifiestan cuando nos comunicamos, ya sea a la
horade expresar nuestras opiniones o ideas; o al interactuar con otras
personas.Las inseguridades también se manifiestan en forma de
dificultades a la horade escoger entre varias opciones, o como dudas
acerca de nuestrascapacidades para obtener el resultado deseado.
También se encuentran en elorigen de no estar seguros de mostrarnos
tal y como somos, por miedo a noencajar, a no gustar o a que nos dejen
de lado.
Cuando nos sentimos inseguros ante una determinada situación, nos
invade
una sensación de nerviosismo. La inseguridad no nos ayuda; de hecho,
sueleponernos palos a las ruedas ya que nos vemos envueltos en un mar
de dudas.Dudamos de nuestra valía y de nuestras capacidades. Dudas
que nonecesariamente se basan en nuestras capacidades reales, sino que
puedenestar basadas en nuestra opinión (completamente subjetiva);
pero que, sinembargo, tienen poder suficiente como para hacernos creer
que estamos más
cerca de fracasar, de defraudarnos y de defraudar a los demás, que de
obteneréxito.
La relación entre las inseguridades y la autoestima está clara: si mi
autoestima no está en forma, me sentiré inseguro frente a
determinadassituaciones. Estas desencadenarán dudas acerca de mis
capacidades, de lo quesoy capaz de decir o de hacer. Dudas que harán
que me plantee qué tan capazsoy de ejecutar una tarea, de expresarme o
de tomar una decisión. Y estasdudas, en consecuencia, nos hacen sentir
más vulnerables a la vez queamenazan nuestro autoconcepto y nuestra
autoestima.
Las inseguridades pueden inmovilizarnos. Si creo que no se me da bien
comunicarme en contextos sociales, en una fiesta probablemente opte
poraislarme. Incluso es posible que, cuando se me diga algo conteste de
maneramuy seca para evitar que la conversación vaya más allá. Es
justamente este elpunto en el que debemos prestar atención a las dudas
y a las inseguridades.
Porque tener dudas, tener miedos, puede protegernos. El objetivo,
pues,
no es no tener miedos; sino que las inseguridades no nos
inmovilicen.
Sensación de pérdida de criterio
Algo que caracteriza a las inseguridades es que nos generan preguntas
frecuentes. Dudamos de todo. Incluso las decisiones más pequeñas
puedensignificar todo un reto cuando nos falta confianza en nuestro
criterio: creemosque nuestro criterio es erróneo o que no es tan válido
como el de las personasque nos rodean.
Dudar de nuestro criterio nos genera nerviosismo, ¿qué podemos hacer
para
calmarnos? En muchas ocasiones optamos por saciar las dudas
mediantepreguntas: «¿Escogerías esta opción?», «¿qué te parece si hago
esto?», «siestuvieras en mi lugar, ¿qué harías?». Preguntamos a quienes
nos rodean, aaquellas personas en cuyo criterio confiamos.
No hay nada malo en contar con la opinión y el criterio de los demás a la
hora de tomar una decisión. De hecho, esta puede enriquecer el proceso
osacar a la luz aspectos en los que no habíamos pensado. Pero no
hablamos deesto, sino de aquellas preguntas que formulamos con el
objetivo de dar porbuena la opinión y el criterio de los demás, dejando
de lado los nuestros
simplemente porque consideramos que la opinión y el criterio ajeno
sonmejores que los nuestros.
También es conveniente diferenciar entre unas decisiones y otras. No es
lo
mismo buscar opiniones antes de comprar un piso, que pedir la opinión
dequienes nos rodean ante situaciones más mundanas propias del día a
día.
Toma de decisiones
Una de las situaciones en las que las dudas y las inseguridades suelen
salir a
flote con mayor facilidad es cuando debemos tomar una decisión.
Cuantomás importante sea la decisión, cuanto más haya en juego; más
probable esque se despierten nuestras dudas e inseguridades. Así es,
incluso si nuestraautoestima está en plena forma. Sin embargo, cuando
no lo está, estas dudas einseguridades se despiertan ante situaciones en
las que aparentemente no haymucho en juego; situaciones banales, casi
cotidianas. Situaciones que, inclusopara la persona que las vive, resultan
más bien ridículas. Pero queinmovilizan.
Lo cierto es que, en estas decisiones, por banales que sean, no solamente
hay en juego lo evidente. No se trata solamente de las decisiones o de las
consecuencias de las mismas. Sino que también está en juego nuestra
valía, lavaloración que hacemos sobre nuestras capacidades, nuestra
autoestima. Nosjugamos el ahorrarnos escuchar de nuestra propia voz
un «ves, lo sabía, nodebí optar por esa alternativa», o un «¡¿cómo me iba
a salir bien?! Qué tontafui al pensarlo». Nos jugamos la posibilidad de
que la decisión que tomamosconfirme que no somos capaces, que no
tenemos criterio y que no valemos.
¿Pero es realmente así? ¿Cualquier decisión puede ser la prueba de que
no
somos capaces, de que no tenemos criterio, de que no valemos? ¿Es
justopensar en estos términos por no haber obtenido los resultados
esperados trasuna decisión? ¿En qué medida dependen los resultados de
nuestrasdecisiones, de nosotros mismos? ¿Qué otras variables hay
implicadas?
Las dudas son nuestras aliadas
Cuando nos surgen dudas desearíamos tener una bola de cristal que nos
ayudase a decidir la mejor opción para, con toda seguridad, apostar por
ella.Desafortunadamente —o no—, no contamos con una bola de cristal,
pero sícon herramientas, como humanos que somos, para poder tomar
decisiones enbase a nuestros criterios y, así, poder optar por conseguir si
no el resultadodeseado, uno que se aproxime al máximo.
Tener dudas nos aterra. En parte porque nos recuerda que somos
nosotros
quienes tenemos que tomar la decisión. En otras palabras, porque
somosnosotros quienes nos vamos a tener que responsabilizar de las
consecuencias—sean deseables o no—. Y eso nos aterra. Nos aterra
porque no nos sentimoscapaces ni de tomar la decisión, ni de asumir las
consecuencias. Porquetememos que, de equivocarnos, nuestra
autoestima y confianza se lleven ungran golpe. Y tememos no poder
resistirlo.
A menudo, cuando tenemos dudas, nos ponemos en el peor de los
escenarios: aquel en el que no hemos tomado la decisión correcta. Y eso
nosangustia. Y rápidamente lo apartamos de nuestra mente. «¿Y si
fracasamos?»,nos decimos continuamente.
No hay nada malo en plantearnos futuribles escenarios. Pero si lo
hacemos,
hagámoslo bien. Pensemos también en otros posibles resultados.
Pensemos:«¿Y si tenemos éxito?». Es justo considerar todas las opciones,
todas lasalternativas y, por supuesto, todos los resultados, ¿no?
Este es el mensaje que quiero transmitiros.
Las dudas deben ser aliadas que nos ponen en alerta, pero no deben
inmovilizarnos, sino que deben ayudarnos a activar los recursos
necesarios en caso de que los peores escenarios se cumplan.
La presión que sentimos por querer hacerlo bien (a veces por el miedo al
fracaso, a veces por no dar la razón a críticas que recibimos también
denosotros mismos) nos hace un flaco favor. De hecho, yo me pregunto
quésignifica hacerlo bien. Hacerlo bien depende de nuestro nivel de
exigencia,pero también de cuánto nos queramos. Un claro ejemplo es el
doble raseroque aplicamos ante un mismo resultado: para los demás, ese
resultado ya estábien; mientras que para nosotros mismos es
inaceptable, insuficiente.
Por eso considero importante definir qué significa en cada caso hacerlo
bien
o hacerlo mal.
EJERCICIO
Piensa en una situación en la que sueles tener dudas; en la que te cuesta
decidir entre una u otra opción.
¿Qué dudas tienes? ¿Qué te hace pensar que no obtendrás los resultados
deseados?
EJERCICIO
Como hemos comentado, la línea que separa la necesidad de aprobación
sana o esperable de la dependencia es muy fina. Para saber en qué punto
teencuentras, puedes preguntarte:
¿Quiero saber la opinión de los demás o más bien necesito tener su
aprobación? Marca con una «X» el punto en el que ubicarías la medida
enque necesitas obtener la aprobación de los demás. Si consideras que
no lanecesitas en absoluto, tu «X» deberá estar en el extremo izquierdo.
Si, por locontrario, consideras que la necesitas, tu «X» deberá acercarse
al extremoderecho.
Pregúntate:
¿En qué ámbitos sueles necesitar tener la aprobación de los demás? Por
ejemplo, en lo referente a tu aspecto físico, en cuestiones relacionadas
con eltrabajo, en casa con tu pareja y/o familia, estando con tus
amistades…
¿En qué situaciones o con qué personas te sueles preocupar más por
causar
una buena impresión? ¿Qué impresión quieres causar en cada caso?
¿En qué situaciones o con quién suele costarte más decir «no» o rechazar
una petición?
Tocados y hundidos
«La crítica es, en realidad, un lugar donde ponemos nuestro
enojo.¿Entonces, qué hacemos? Nos ponemos a criticar, que es
mejor que
sentarse a mirar nuestra propia rabia».
Jorge Cassieri
Las consecuencias de las críticas no constructivas son de otro calibre.
Las
críticas destructivas son aquellas que solamente nos indican lo que
hemoshecho mal. Esas críticas pueden estar fundamentadas en un hecho,
la lecturadel cual no está encaminada a la mejora, sino a todo lo
contrario. Algunosejemplos son: «así no se hace», «no sabes hacerlo»,
«no tienes ni idea de loque estás hablando»…
A veces incluso se trata de criticar por criticar. Otras veces, reflejan los
defectos de la persona que critica, quien los proyecta en nosotros. O,
enalgunas ocasiones, se trata de una estrategia poco ética y nada
empática parasalvaguardar su propia autoestima. En todos estos casos
nos duelen. Ymucho. Y, por si fuera poco, ponen en jaque nuestro
bienestar emocional.
Como resultado de las críticas destructivas, es posible que o bien nos
inmovilicemos, o que nos quedemos anclados en rumiaciones
preguntándonos por qué esa persona piensa eso de nosotros. Justamente
loque suele pasar en situaciones de bullying y acoso laboral: nos
preguntamosuna y otra vez en qué se fundamentan las críticas que
recibimos, quépodemos hacer para que no vuelvan a repetirse, qué
podemos hacer paramejorar. Es posible que incluso apostemos por
distintas aproximaciones, quecambiemos nuestra conducta con el único
objetivo de evitar una futuracrítica. Lo que sucede es que, incluso cuando
modificamos nuestra conducta,incluso cuando lo hacemos todo
correctamente, esto no va a ser suficiente.Porque las críticas destructivas
no suelen tener como objetivo quemejoremos; sino que, en ocasiones, su
objetivo es tocarnos y hundirnos.
Porque nuestra conducta no es el problema. El problema es la débil
autoestima, la falta de seguridad y la insatisfacción de la persona
que noscritica. Quien es incapaz de hacer autocrítica. Quien aleja su
mirada desí mismo por miedo a lo que pueda encontrar, así que
dirige su energía a
enjuiciar a los demás.
Nos cuesta entender cómo personas que desprenden seguridad y
fortaleza
por cada uno de los poros de su piel pueden tener una autoestima baja
ysentirse inseguros. Pero si nos tomamos un momento para considerarlo
y loponemos en perspectiva, pronto veremos que nos encaja
perfectamente: lascríticas destructivas son herramientas que personas
con una baja autoestima,a pesar de su disfraz de seguridad y fortaleza,
utilizan para sentirse mejor a
costa de los demás. Es a través de hacernos creer que hacemos las cosas
maly que no valemos, que se sienten más capaces, más fuertes, más
poderosos.
«Cuando a las gentes les faltan músculos en los brazos, les sobran en
la
lengua».
Miguel Delibes
Almudena tiene 29 años y trabaja en un gran almacén. La han ascendido
recientemente y ahora es la responsable de un equipo de unas 30
personas.Todo sería idílico si entre ellas no hubiese dos manzanas
podridas.
El término «manzana podrida» es tan explícito que no hace falta decir
nada
más. «Sí, justo. Eso es lo que son: manzanas podridas», comenta.
Nosreferimos a Loles y a Guille, compañeros que —palabras textuales—
le«amargan la existencia». Se trata de dos personas que llevan más años
queella en la empresa y que se creen con el derecho de poder pisarla —
casiliteralmente—. Siempre ha recibido comentarios incisivos por su
parte, pero,desde que la ascendieron, las críticas son cada vez más
frecuentes y lasituación ha ido in crescendo.
Uno de ellos, Guille, le hace preguntas constantemente. De hecho, más
que
hacerle preguntas, le pide explicaciones y cuestiona sus decisiones.
«Mepregunta “¿por qué?” constantemente y lo acompaña de un “pues
debehacerse así” o “no creo que esa sea la mejor manera”. También me
dice:“¿Por qué haces eso?”, “¡¿quién te ha dicho que se hace así?!”».
Almudenasiente que debe dar explicaciones constantemente, que debe
justificar cadapaso.
La otra manzana podrida es Loles, una veterana que parece confundir la
antigüedad con una posición privilegiada en la jerarquía. Loles se siente
enpleno derecho de tener una opinión para todo. No estaría mal si las
opinionesno fuesen solamente críticas destructivas e invirtiese todo su
tiempo y lasabiduría que le proporciona su experiencia en hacer
sugerencias queverdaderamente aportasen valor. En vez de eso, Loles
opta por perseguir —literalmente— a Almudena repitiendo una y otra
vez lo mal que va todo; queno se están haciendo las cosas como se
debería, que necesitan habersecambios...
Almudena siente que hace las cosas constantemente mal y que, cuando
las
cosas van bien, necesita dar explicaciones de por qué lo hace así y no de
otra
forma. Como resultado, se siente constantemente supervisada y
corregida,incapaz y poco valiosa.
Lo cierto es que Almudena es muy capaz. Tanto, que la han escogido a
ella
entre varios candidatos con más experiencia para hacerse cargo del
equipo.«Estoy muy agradecida por la confianza depositada en mí, pero
cada día meplanteo si hice bien en aceptar el ascenso», me comenta.
Ir a trabajar se ha vuelto un suplicio. Nuestra protagonista se siente
indefensa ante tanto ataque. Lleva aguantando esta situación desde que
entró,pero parece que la cosa ha ido a más. Siente que no puede, que no
es capaz—literalmente—. Duda sobre sus capacidades y sobre su valía.
La semanapasada explotó. Loles y Guille le prepararon una encerrona.
No pudodefenderse. De hecho, fue incapaz de articular palabra; se quedó
paralizada yse echó a llorar. Acabó sufriendo un ataque de ansiedad que
fue el detonantepara que nos conociéramos.
Almudena tiene dudas sobre lo que hace, sobre las decisiones que toma.
Le
pido que se imagine esas mismas acciones y decisiones sin el ruido
causadopor las manzanas podridas de su alrededor. Parece que el
escenario cambiacompletamente.
Lo que sucede es que Loles, Guille y sus comentarios inquisitivos han
hecho que Almudena se sienta cada vez más y más pequeña. Para ellos,
queAlmudena se sienta así es una ventaja. No sabemos para qué, con
quéfinalidad; pero es una ventaja, al fin y al cabo. Quizás a nivel
estratégico paraser ellos quienes muevan el cotarro, como me
comentaba ella misma; o bienporque su autoestima no acepta que
alguien que se ha incorporado haceapenas un par de años destaque y se
lleve el ascenso.
Al finalizar la sesión, concluimos: «Te han hecho sentir pequeñita; tanto,
tan a menudo y con tanta insistencia que te lo has acabado creyendo.
Peroque lo creas porque han hecho un “buen trabajo” de machaque
psicológico yemocional no significa que lo seas».
A la defensiva
«La necesidad de culpar… Se basa en el miedo a ser culpado».
Douglas Stone
En contraposición a las actitudes que hemos visto en este capítulo, nos
encontramos con una alternativa a la que solemos recurrir cuando nos
sentimos vulnerables, poco capaces de defendernos. Esta consiste
enponernos a la defensiva.
«Estar a la defensiva» es una expresión que solemos utilizar a menudo
para
referirnos a esa actitud que adoptamos —predominantemente de
manerainconsciente— cuando no nos sentimos a salvo, o cuando nos
sentimosvulnerables o poco seguros, cuando sentimos que nos atacan.
Aunque, deboañadir, en ocasiones no se trata del comentario en sí, sino
de la interpretaciónque hacemos del mismo.
Nos ponemos a la defensiva (que es muy distinto a defenderse de un
ataque) porque nos sentimos incómodos con el camino que está
tomando laconversación. Ya sea porque se ha puesto en entredicho
nuestro criterio oporque se ha criticado nuestra opinión. Es posible que
optemos por ponernosa la defensiva porque nuestra autoestima está tan
frágil que no podemospermitir que ninguna crítica acabe de romperla.
Sentimos que, siconsideramos que la crítica es cierta, que hay algo que
debemos mejorar,nuestra imagen se verá afectada. Y eso es algo que no
podemos permitirnos.Por lo que directamente construimos un muro
impenetrable, nos enrocamosen nuestra posición y no estamos
dispuestos a escuchar lo que nos quierendecir.
Estamos a la defensiva cuando evitamos que la otra persona
intervenga;cuando en vez de escuchar sus argumentos estamos
preparando nuestrarespuesta; cuando procesamos todo lo que se
nos dice como si fuera en
nuestra contra o como si tuviese la intención de hacernos daño o
dehacernos sentir inferiores. Estamos a la defensiva también
cuando
intentamos evadir nuestra responsabilidad con excusas o mentiras;
si
hacemos un uso constante del «sí, pero…»; y si reconducimos la
situación contrastando una crítica con otra, sacando a la luz errores
de
los demás, en vez de hacer autocrítica.
La consecuencia es que las personas que nos rodean acaban pensando
que
no se nos puede decir nada, que nos sentimos fácilmente atacados y
quevivimos permanentemente en alerta para, así, evitar ser lastimados.
Al ponernos a la defensiva marcamos los límites, nos protegemos y, de
alguna manera, nos defendemos. Nuestro cuerpo se pone en alerta.
Tantonuestro lenguaje no verbal (la posición de nuestro cuerpo, la
expresión facialy los gestos que utilizamos) como el tono de voz reflejan
que estamos
incómodos. En primera instancia nos resulta útil, precisamente por
eso:porque marcamos límites y podemos huir de una situación que
puede poneren jaque a nuestra autoestima. Pero, a la vez, el mensaje que
nos mandamoses: «Más vale que pongas distancia, porque eres incapaz
de gestionar lasituación de otra forma».
Este parece ser el caso de Berta, la mujer de Miguel.
Miguel me contacta para trabajar sus inseguridades. Comenta que
siempre
ha sido una persona insegura. De padre con un estilo narcisista y una
madredependiente, cuando era pequeño aprendió a actuar para
contentar a su padre,buscando constantemente su aprobación. En la vida
adulta sigue haciéndolo,aunque en menor medida. De hecho, ha
aprendido a expresarse de maneraasertiva. Sin embargo, tiende a evitar
el conflicto tanto en casa como en eltrabajo; dos ambientes en los que
dar su opinión le sale caro.
Como consecuencia de todo lo anterior, Miguel piensa no una sino mil
veces antes de abrir la boca. En su cabeza, reformula una y otra vez
elmensaje, procurando evitar el conflicto a toda costa a la vez que
intentaarmarse de valor y expresar su opinión. Sabe que debe hacerlo:
quedarsecallado no es una opción. Tanto en casa como en el trabajo
nunca tiene éxito.O eso es lo que él cree, fruto de las reacciones de su
mujer y de su jefe.
Cuando hay un intercambio de opiniones, Berta parece conseguir que
Miguel se olvide de la esencia del mensaje que quiere transmitirle. Hace
que,casi por arte de magia, Miguel pase de centrarse en la crítica que
quieretransmitirle a su mujer, a plantearse sus propios errores. El otro
día, porejemplo, Berta hizo una receta de cocina heredada de su madre.
En la mesa,comentó: «Está muy lograda, ¿verdad? Casi podría decir que
la ha hecho mimadre». A lo que Miguel respondió: «Está muy rica, la
verdad es que sí. Perocreo que tu madre lo dejaba reposar un poco más;
la textura es distinta». Actoseguido, Berta zanja la conversación con un:
«La cocina no es lo tuyo,Miguel, ¿no te acuerdas cuando intentaste hacer
una paella que se tequemó?».
Automáticamente, la conversación cambiaba de foco. Ahora ya no se
hablaba de la receta de Berta, sino de las pocas habilidades culinarias
deMiguel. «Gracias» a ese mensaje, Miguel ya no podía opinar sobre el
platoque había preparado su mujer porque «la cocina no es lo suyo»; y
Berta, susrecetas y su autoestima quedaban salvaguardadas.
Algo parecido sucedía en el trabajo donde Pepe, el jefe de Miguel,
tampoco
aceptaba críticas y debía tener siempre, siempre, la última palabra.
Siemprehabía algún matiz que debía aportar para ser él quien
sentenciase laconversación. O bien reformulaba el mensaje que acababa
de transmitirMiguel de tal manera que pareciese un mensaje
completamente distinto. Denuevo, Miguel llegaba a la conclusión de que
nunca tenía razón; que eramejor callarse.
Para mí, lo más interesante de todo es cómo dos personas que no
admiten
críticas (uno de los signos de una baja autoestima), y que
reaccionanponiéndose a la defensiva y cambiando el foco de la
conversación, merman laautoestima de un tercero —Miguel, en este
caso, cuya baja autoestima semanifiesta en forma de dudas—. De alguna
manera, los tres padecían de lomismo: baja autoestima. Sin embargo, la
forma de manifestarse eraradicalmente distinta. Son el perfecto ejemplo
de las dos caras de lainseguridad.
Así se lo transmití a Miguel. Esta reflexión le ayudó a ver la conducta de
su
mujer y de su jefe con mayor perspectiva y, lo que es más importante, a
dejarde poner el foco exclusivamente en su persona cuando Berta o
Pepecontrastaban una crítica con otra, o cuando le hacían sentir que su
opinión noera válida. Ahora ponía el foco en entender por qué optaban
por hacerlo.
EJERCICIO
¿Con quién te sientes más identificado, con Miguel, con Berta o con
Pepe?
¿Por qué? ¿Qué tipo de situaciones apoyan tu elección? ¿Qué tipo
decomentarios sueles recibir o sueles verbalizar en esas situaciones?
Relee lo que acabas de escribir. ¿Qué tienen en común las situaciones o
los
comentarios? Por ejemplo, ponen en entredicho tu criterio, hacen una
crítica
de tu actitud… O eres tú quien pone en entredicho el criterio de otra
personay cuestiona su actitud. Si te cuesta ver un patrón en las
situaciones o en loscomentarios, puedes pensar en términos de
emociones: ¿Cómo sueles sentirte
en dichas situaciones?
Miedo al fracaso
El miedo al fracaso es algo común; está presente en todos los seres
humanosen menor o mayor medida. Este miedo puede resultar positivo
en tanto quenos lleva a esforzarnos y a superarnos. Pero habitualmente
vemos su otracara, la que nos invita a evitar situaciones desagradables.
De hecho, esposible que este miedo sea tan intenso que nos bloquee, que
nos inmovilice.
Todos podemos equivocarnos. Equivocarse forma parte del
aprendizaje.Pero no siempre lo vemos así. Sobre todo, cuando
nuestra autoestima no
está en plena forma; en cuyo caso raramente nos centraremos en
elcomponente de aprendizaje, sino que damos mayor importancia
al
componente del fracaso.
Nos preguntamos por qué no hemos obtenido los resultados que
deseábamos, por qué hemos fracasado, y las explicaciones que nos
vienen ala cabeza giran en torno a nuestras debilidades y carencias, a
aquello queconsideramos que no se nos da bien. Ponemos nuestro foco
en nuestrapersona y en todo aquello que no nos convence de nosotros
mismos, dejandode lado otras posibles explicaciones igual de factibles.
Pero esto no solamente sucede a posteriori, una vez ya se ha resuelto la
situación, sino que podemos llegar a la misma conclusión incluso antes
deque suceda. Solemos anticiparnos. Exploramos los posibles escenarios
y losposibles resultados a dichos escenarios. No hay nada malo en ello,
alcontrario: forma parte de nuestro mecanismo de toma de decisiones y
resultaútil en tanto que nos ayuda a evaluar la opción más adecuada. Sin
embargo,resulta caprichosa la forma en que seleccionamos unos
escenarios en lugar deotros. Y resulta curioso en base a qué solemos
hacerlo.
Cuando atravesamos un periodo en que nuestra autoestima está en baja
forma, es más probable que demos mayor peso a la versión menos
alentadora,a aquella que subraye nuestros defectos o aquello que
consideramos que nose nos da suficientemente bien.
¿Resultado? Muy probablemente triunfe el inmovilismo. Decidimos
no
intentarlo porque «total, ya sé que no voy a conseguirlo».
El inmovilismo puede tomar forma de evitación de situaciones y
actividades. Por ejemplo, actividades en las que nos sentimos
examinados oaquellas que estamos convencidos que no sabremos
superar con éxito.
Si no tenemos opción de evitarlas y debemos enfrentarnos a ellas, es
probable que experimentemos nerviosismo e, incluso, que nos
bloqueemos.Todo lo anterior reforzará nuestra visión negativa de
nosotros mismos y denuestras capacidades. Es más, lo tomaremos como
signo irrefutable de queestamos en lo cierto, de que realmente no se nos
da bien y de que no vamos aconseguir los resultados deseados. Y así es
como el miedo al fracaso nospuede llevar a fracasar.
EJERCICIO
¿Qué objetivos te gustaría intentar, qué acciones querrías llevar a cabo si
no
despertasen tus miedos e inseguridades?
¿Qué ventajas tiene para ti evitarlas? En otras palabras, ¿de qué te
proteges?
¿Qué capacidades crees que te hacen falta para llevar a cabo las acciones
u
objetivos que planteas?
EJERCICIO
¿Alguna vez te has sentido como Míriam? ¿En qué situación o
situaciones?
Zona de confort
Estando en la zona de confort sacrificamos el vivir y el disfrutar, la
magia de lo nuevo, por la seguridad de lo conocido.
La zona de confort es un término tan popular que lo hemos incorporado
en
nuestro vocabulario cotidiano. Engloba todas aquellas actividades
quellevamos a cabo de manera casi automática, aquellas que nos
resultancómodas y asequibles, fáciles de conseguir, y que requieren que
activemosrecursos con los que ya contamos.
Sin duda, una de las mayores ventajas de la zona de confort es la
comodidad y la seguridad que nos aporta. Aunque precisamente estas
mismascaracterísticas son las que, a la vez, hacen que quedarnos en la
zona deconfort nos precipite a dinámicas o comportamientos que cada
vez nosresultarán menos estimulantes, y, como resultado, nos pueden
llevar asentirnos poco realizados.
La zona de confort nos aleja del desarrollo y del crecimiento, nos aleja de
situaciones que nos pueden resultar estimulantes, ya que activan
recursos quenos permitan desarrollarnos y crecer. Y, sobre todo, nos
aleja de laposibilidad de demostrar nuestra valía, de probar de qué
somos capaces y, deesta forma, de fortalecer nuestra confianza y nuestra
autoestima.
EJERCICIO
¿Qué actividades o situaciones te harían salir de la zona de confort?
¿Cómo sueles actuar en la actualidad?
Altruismo
Aprendizaje
Autonomía
Colaboración
Compasión
Empatía
Equidad
Justicia
Honestidad
Independencia
Integridad
Gratitud
Lealtad
Optimismo
Perseverancia
Prudencia
Responsabilidad
Superación
Sacrificio
Sensibilidad
Tolerancia
Servicio
Sinceridad
Solidaridad
Valentía
Voluntad
Respeto
¿En qué situaciones y mediante qué actitudes y acciones demuestras que
vives acorde con esos valores? Piensa en algún ejemplo y
descríbelobrevemente.
EJERCICIO
¿Cuáles son tus «magdalenas»? ¿Qué cosas, qué actividades mundanas,
no
haces por miedo a no hacerlas bien?
¿Qué significa hacerlo bien en este caso?
EJERCICIO
Piensa en un objetivo que quieras conseguir, algo que te pasa por la
cabeza
desde hace un tiempo pero que has ido dejando de lado porque siempre
que tequerías poner a ello te invadían las dudas. ¿Qué objetivo es? ¿Qué
te gustaríaconseguir?
¿Qué dudas te surgen al respecto?
No puedo…
No sé…
No me atrevo a…
Reléelas. ¿Cómo te sientes al subrayar aquellos puntos a mejorar, a
aprender o a desarrollar de forma tan clara y formulados en negativo?
¿Tesientes motivado para trabajar en los aspectos anteriores?
EJERCICIO
¿Cuáles son tus principales cualidades? En uno de los primeros capítulos
te
hacía la misma pregunta. Una vez acabado este ejercicio, te invito a echar
unvistazo a tu respuesta —puede resultar curioso ver cómo ha cambiado
tupercepción desde que hiciste este ejercicio por primera vez—.
Marca tus cualidades con una «X». Puedes pensar en aquellas que
familiares, compañeros y amigos han utilizado para referirse a ti.
Aceptación
Autonomía
Alegría
Amistad
Asertividad
Autenticidad
Autocontrol
Bondad
Cautela
Compromiso
Compasión
Confianza
Cooperación
Creatividad
Decisión
Determinación
Dignidad
Empatía
Entusiasmo
Flexibilidad
Generosidad
Gratitud
Humildad
Igualdad
Ingenio
Iniciativa
Integridad
Justicia
Lealtad
Optimismo
Orden
Paciencia
Perdón
Persistencia
Prudencia
Resiliencia
Respeto
Responsabilidad
Sensibilidad
Sentido del
humor
Tenacidad
Tolerancia
Valentía
¿Cómo pueden ayudarte las cualidades que has marcado a hacer frente a
las
situaciones en las que no te sientes capaz?
Tu situación actual no es definitiva
El miedo nos paraliza. El aprendizaje nos permite avanzar.
Si ponemos a la capacidad de aprendizaje en nuestro punto de mira nos
daremos cuenta de que, a pesar de que ahora no nos lo parezca,
nuestrasituación puede cambiar. Mejor dicho: nosotros podemos
cambiar nuestrasituación. Tenemos el poder de hacerlo.
De nuevo, nuestras capacidades, nuestros recursos están de nuestro lado
posibilitando el cambio. Pero para eso tenemos que quererlo y tenemos
queatrevernos. Y para atrevernos, precisamente podemos poner en una
balanza loque ganamos si lo conseguimos, y lo que perdemos si no nos
sale bien; ysiempre, siempre, debemos tener muy presente la pieza clave
de este puzle: elaprendizaje.
EJERCICIO
Durante los próximos días ponte a prueba, fuerza la máquina, activa
recursos y adquiere nuevas capacidades. Cada día haz algo que te de
miedo,algo que has estado evitando, algo que te acerque a tus metas y
que te hagacrecer como persona. Puedes comenzar por aquello que te
parece másasequible e ir aumentando el nivel de dificultad de manera
progresiva.
Día 1
Día 2
Día 3
Día 4
Día 5
Día 6
Día 7
CAPÍTULO 12
Poner límites
EJERCICIO
¿Te sientes identificado con Eva? ¿Cuándo sueles evitar dar tu opinión o
hacer constar un desacuerdo para evitar un conflicto?
EJERCICIO
¿Te has sentido identificado con expresiones como «mala madre», «mal
hijo», «mala pareja», «mala amiga»…? En caso afirmativo, escribe en qué
situaciones suelen pasarte por la cabeza.
EJERCICIO
¿Te sientes identificado con Fran? En caso afirmativo, ¿cuándo sueles
sentirte así?
EJERCICIO
¿Te identificas con Gina, en el sentido de que sientes que has dado
mucho a
cambio de nada, solamente por el miedo a perder a esa persona? Es
posibleque no te haya sucedido en el terreno sentimental. Si es tu caso,
piensa enotros ámbitos: los amigos, la familia, el trabajo…
¿Es realmente justo pensar que tienes que dar tanto solamente para no
perder a esa persona? ¿Es un tipo de dinámica que quieras en tu vida?
Imagina que Gina estuviese en tu lugar, que viviese la situación que has
descrito. ¿Qué le aconsejarías?
CAPÍTULO 13
Egoísmo sano
EJERCICIO
¿Sientes que hay algo que has dejado de lado por anteponer las
necesidades
o intereses de otras personas a las tuyas? En caso afirmativo, argumenta
turespuesta.
Identifica las acciones que tendrías que llevar a cabo para poder
reorganizar
tus prioridades y, así, situar a tus necesidades e intereses en su
legítimaposición.
Después le pedí a Merche que resituase las áreas o las facetas de su vida
en
función del tiempo que les dedica.
Comparamos las dos pirámides y sacamos las siguientes
conclusiones:El trabajo se llevaba la palma, como en la gran mayoría de
los casos (es la
consecuencia directa de pasar 8 horas o más trabajando). El trabajo
cobra unagran importancia en nuestras vidas; una importancia que no
podemosarrebatarle tan fácilmente porque nos proporciona un sustento
para vivir. Sinembargo, podemos acotar el tiempo que pasamos en el
trabajo y lainterferencia del mismo en nuestra vida privada. Y en eso
trabajamos: enidentificar los motivos por los que Merche tenía que
quedarse más tiempo enla oficina, haciendo horas extra, y desarrollamos
herramientas para que sutrabajo fuera más eficaz y aprovechase el
tiempo al máximo pudiendo volvera casa cuando acabase su jornada
laboral, y no cuando acabase las tareaspendientes (tareas que, por cierto,
nunca se acababan).
Entre las estrategias, estaba el decir «no» a compañeros que le pedían
ayuda
para acabar sus tareas. Merche les ayuda encantada. Pensaba que era un
quidpro quo: un día te ayudo yo, otro día me ayudas tú. Pero la balanza
no estabadel todo equilibrada; como consecuencia, no solamente sentía
que lasituación era injusta, sino que las tareas de los demás perjudicaban
sus
entregas.
También trabajamos el decir «no» a su jefe. De cada reunión semanal se
derivaban propuestas para nuevos proyectos que Merche debía
desarrollar ypara las que no tenía tiempo. Con su jefe no utilizaría un
«no» rotundo, sino
un «puedo dedicarle tiempo a desarrollar esta propuesta de proyecto,
perotendremos que reajustar prioridades o plazos de entrega».
Las tareas de casa también le robaban mucho tiempo. Merche y su pareja
tenían las tareas distribuidas al 50%. Sin embargo, ella acababa
haciéndolasprácticamente todas por dos razones: porque su pareja no
las hacíasuficientemente bien o porque no les daba prioridad y no
estaban hechascuando ella desearía. Este punto lo trabajamos
relativizando la importancia dela calidad de la ejecución de las tareas del
hogar y el momento en que debíanhacerse. Merche se dio cuenta de que,
quizás, les estaba otorgando demasiadaimportancia y que
verdaderamente podían esperar, o bien podían prescindirdel grado de
perfección que ella deseaba.
La familia de origen de Merche parecía tener una actitud muy
demandante,
motivo por el cual, en la segunda pirámide decidió separar familia de
pareja.Sentía que su familia de origen interfería en su tiempo libre. Su
padre lallamaba para que lo ayudara con una cosa o con la otra, porque
sabe que esresolutiva y que no lo iba a dejar colgado. Y su madre le
enviaba mensajescada día, pidiéndole su opinión o desahogándose. Por
lo que me cuentaMerche, sus padres no están pasando por un buen
momento: tienen algunosproblemas matrimoniales y les cuesta gestionar
la enfermedad de uno de sushermanos. Su madre está agotada y a
menudo se siente perdida, que no sabepor dónde avanzar; y se apoya en
Merche para tomar unas u otras decisiones.
Ahondamos al respecto. Su familia es muy importante para ella, pero eso
no
significaba que siempre debiera acudir a su llamada. Llegamos a
laconclusión de que era mejor proporcionar herramientas, que hacerlo
ellamisma. De esta forma, estaría fomentando la independencia de sus
padres yhermanos. Así lo hizo, aunque con cierto grado de culpabilidad
que empezó adisiparse cuando entendió que la independencia y la
autonomía que estabafomentando no solamente le iba a repercutir
positivamente a ella misma, sinotambién a su familia. También aprendió
que es mejor disfrutar de lacompañía de su familia, que no visitarlos
solamente como respuesta a unallamada de ayuda a la que acudía casi a
regañadientes fruto del agotamiento
que había acumulado.
Gracias a haber liberado tiempo y esfuerzo de otras áreas, Merche ahora
podía invertir tiempo en lo que verdaderamente le importaba. Hacía
yogacada mañana (10 minutos) y se tomaba el café tranquilamente en su
balcón.Era su forma de empezar el día, disfrutando de lo que le gusta.
Había dadorienda suelta a su pasión por la cocina. Se había aficionado a
pintar mandalasal llegar del trabajo para desconectar. E incluso se había
creado un rincón delectura en casa. Ahora sentía que poco a poco estaba
recuperado las riendas
de su vida.
EJERCICIO
¿Qué áreas o facetas de tu vida son importantes para ti?
EJERCICIO
Haz memoria e intenta identificar situaciones en las que has pensado
que no
merecías algo. ¿Cuáles son? ¿Qué es lo que crees que no mereces?
¿De dónde proviene esta creencia? ¿Por qué crees que no lo mereces?
Tienes derechos; hazlos valer
En el capítulo anterior exploramos distintos motivos por los que nos
puede
resultar difícil decir «no» o rechazar una petición. Pero poner límites
noacaba ahí. Poner límites también significa pedir que nos traten con
respeto ydignidad, poder expresar nuestros propios sentimientos y
opiniones, serescuchados y tomados en serio, establecer nuestras
prioridades y actuar enconsecuencia, ser independientes, decidir qué
hacer con nuestro cuerpo o connuestro tiempo o dinero. Y todo ello, sin
sentirnos culpables. Porque estamosen nuestro pleno derecho. Porque es
legítimo. Porque podemos hacerlo.
Podemos decirnos: «Conozco mis derechos y los hago valer. Y eso no
significa que sea egoísta, ni desconsiderado. Sino que me quiero,
que me
valoro y que me respeto. Y pongo límites si lo considero oportuno».
Imaginemos qué sucede si dejamos de lado nuestros derechos. Sucede
que
conflicto tras conflicto, situación tras situación, vamos optando por
callar. Laotra persona va ganando terreno, va reduciendo nuestros
derechos a la vezque vamos dejando de lado nuestras opiniones e,
incluso, intereses. Lasaportaciones que hacemos a nuestra vida van
perdiendo peso frente a las de laotra persona. Debemos preguntarnos:
¿Queremos que esto suceda?
EJERCICIO
Piensa en experiencias recientes e identifica en qué situaciones te ha
costado:
Pedir que te traten con respeto y dignidad.
Disfrutar.
Este ejercicio no acaba aquí. Ahora que has identificado las situaciones
en
las que te cuesta hacer valer tus derechos, presta atención a
situacionesparecidas que puedan darse en el futuro y, a partir de ahora,
hazlos valer.Hazlo con respeto, con empatía, sin pisar los derechos de la
otra persona;pero hazlo. Para hacerlo puedes utilizar la siguiente
fórmula:
«Me siento… (emoción) cuando tú… (acción de la otra persona). Me
gustaría que… (propuesta de cambio)».
Esta fórmula nos permite expresar cómo nos sentimos y, por lo tanto,
fomentar la empatía de la otra persona. Y no solo eso, sino que también
lehacemos una sugerencia de cambio: le aportamos información sobre
quéconsideramos que podría hacer para mejorar la situación. O,
simplemente,podemos optar por articular un: «Me gustaría que…
(propuesta de cambio),en vez de… (acción de la otra persona)» cuando
queremos que la otrapersona cambie su conducta.
Decir «no me importa» sin sentirnos culpables
¿Cuántas veces te has visto hablando sobre un tema durante más tiempo
del
que te apetece por no sentirte culpable al decir «no me importa»?
¿Cuántasveces te has encontrado haciendo algo que no te apetecía o que
no teinteresaba solamente porque te parecía grosero o desconsiderado
no mostrarinterés?
Habitualmente no barajamos la posibilidad de decir «no me importa».
Está
poco aceptado expresar tal cosa abiertamente en situaciones
sociales.Debemos mostrar interés por lo que se nos explica. Es así, si
queremosmantener nuestras relaciones a flote. Sin embargo, es
compatible con el «nome importa». Porque no se trata de decir «no me
importa» de manera tajanteo grosera; sino de expresarlo debidamente,
de forma educada y empática,teniendo en cuenta los sentimientos de la
otra persona. Y si podemos incluirloen nuestras interacciones sociales,
también podemos integrarlo en nuestrodiálogo interno como estrategia
para mantener nuestro criterio y saber a quéqueremos destinar recursos
como nuestro tiempo y nuestra atención.
Cada persona tiene intereses y necesidades distintas. No tenemos por
qué
compartirlas. Es absurdo. Eso es justamente lo que se refleja en el «no
meimporta». No se trata solamente de decir «no me importa», sino de
actuar enconsecuencia. Si a las personas que nos rodean les gusta una
determinada
afición, no estamos obligados a compartirla. Ni a hablar de ello.
Podemoscambiar de tema cuando sintamos que ya no nos apetece seguir
hablando deello; por supuesto, siendo respetuosos y educados, u
optando por hacer uncambio de tema sutilmente.
Lo mismo sucede cuando se nos explica un problema. Es posible que
estemos tentados a ayudar a la otra persona a resolverlo, sobre todo
sitenemos tendencia a responsabilizarnos de los problemas ajenos —
algo quepodemos hacer por sentir que somos importantes para esa
persona, parareafirmar nuestra valía y mejorar temporalmente nuestra
autoestima—.
Lo adecuado es proporcionar apoyo a la vez que velamos por
nuestros
intereses y necesidades.
Antes de responsabilizarnos de un problema que no nos pertenece,
debemos
valorar lo siguiente: que no solamente estaremos destinando
nuestrosrecursos a algo que no nos corresponde; sino que, además,
estaremosprivando a la otra persona de la posibilidad de desarrollarse.
Podemos optarpor proporcionar herramientas y estrategias más que la
mano de obra. Así,todos salimos ganando.
Este era el caso de Ángel, quien recibía llamadas de su hermana pidiendo
ayuda cada dos por tres. Si no era por un problema del coche, era para
que leresolviera papeleo o para que le hiciese gestiones. Viviana, la
hermana deÁngel, es una chica de 26 años muy capaz. Había salido del
nidorecientemente y parecía que le costaba arreglárselas ella sola. Sin
embargo,en otras áreas de su vida, como en el ámbito laboral,
demostraba que podíacon todo y más.
«Resulta curioso que cosas tan básicas se le resistan», comentaba Ángel.
«El otro día estaba en una reunión importante y me llamó porque le
habíansaltado los plomos y no sabía qué hacer. Entiendo que la primera
vez sebloquease; pero ya van tres. Otro ejemplo: el jueves pasado estaba
bañando ami hija de 7 meses y me llama. No se lo cogí. Llamó a mi mujer
al trabajo.Parecía urgente. Me asusté. Vestí a mi hija deprisa y corriendo
y la llamé enseguida. Me explicó un conflicto que había tenido con su
pareja.Sinceramente, hemos llegado a un punto en que siento que me
llamasolamente para explicarme sus problemas. Y me agota. En ese
momento mehubiera gustado decirle: “no me importa lo que te pase”. Sé
que no es así,
¡claro que me importa lo que le pase!, pero no cuando ella quiere que
meimporte, no en ese momento».
Viviana había aprendido a solucionar sus problemas a golpe de llamada.
Antes lo hacía con sus padres: siempre estaban disponibles, incluso antes
deque los necesitara. Ahora que sus padres se habían ido a vivir al
pueblo y lostenía lejos, Ángel había tomado el relevo.
«Por supuesto que me preocupo por mi hermana y quiero estar ahí para
ayudarla cuando lo necesite. Me siento culpable por lo que te voy a decir.
Noquiero parecer egoísta, pero me gustaría que me necesitase menos…
Meimporta lo que le pase y quiero que esté bien. Pero no creo que sea
necesarioque me llame día sí y día también para explicarme sus
pequeños problemillascotidianos, o para que lo deje todo para sacarle las
castañas del fuego».
Con Ángel trabajamos en base a la premisa: «Regala un pescado a un
hombre y le darás alimento para un día; enséñale a pescar y lo
alimentaráspara el resto de su vida». Le pedí que, a partir de ahora, en
vez de responder alas necesidades de su hermana, le diese las claves
para que ella mismaencontrara lo que necesitaba y pudiese resolver sus
propios problemas. Todoesto debía acompañarse de una pequeña charla
que girase entorno alcrecimiento de Viviana, a partir de la cual ella se
sintiese más capaz y segurade sí misma a la hora de sacarse las castañas
del fuego para que no necesitaseque su hermano lo hiciera por ella.
EJERCICIO
¿Alguna vez te has sentido como Ángel? En caso afirmativo, ¿en qué tipo
de situaciones o con qué personas en concreto?
¿Qué podrías hacer para actuar acorde con el «no me importa», para no
implicarte en cuestiones a las que no te apetece dedicarles recursos ni
tiempo,
o no con tal nivel de implicación?
CAPÍTULO 14
Yo me cuido, yo me quiero
Autocuidado
El autocuidado se refiere a las prácticas cotidianas que llevamos a cabo
con elobjetivo de garantizar y promover nuestro bienestar físico, mental
yemocional. Prácticas que requieren tiempo. Tiempo del que a menudo
nodisponemos. O, mejor dicho, tiempo que a menudo no buscamos, o no
nosreservamos, o destinamos a otras cuestiones que consideramos
másimportantes. Porque creemos que otras personas u otras cuestiones
pasan pordelante nuestro, que no somos prioridad. Que podemos
esperar ycompensarlo en el futuro. Y que eso no va a tener
consecuencias; o que, si lastiene, podremos lidiar con ellas porque en ese
preciso momento nosotros nosomos lo importante.
Este era el caso de Laia, la exitosa dermatóloga propietaria y directora de
un centro médico interprofesional en el que ejercía su profesión a
tiempocompleto. Laia estaba casada con un colega de profesión,
copropietario delcentro médico. Y tenía un hijo.
Laia vino a consulta desbordada. Estaba todo el día de arriba abajo.
Sentía
que no podía más. Ejemplo de ello, comentaba, es que se había
descuidado.Ya no leía, ni hacía deporte, ni dedicaba tiempo a comer con
tranquilidad.Pero cada día dedicaba casi una hora a arreglarse el pelo y a
maquillarse. Alprincipio sentí la tentación de felicitarla por dedicarse ese
tiempo; pensé que
a pesar del ajetreo había podido preservar una rutina de autocuidado.
Pero mesorprendió tanto que encontrase tiempo para arreglarse el pelo
y maquillarse,y no para otras cuestiones que parecían importarle, que
decidí preguntarle alrespecto.
Dedicamos unos minutos a este punto. Laia no se arreglaba el pelo ni se
maquillaba para ella misma, sino que lo hacía para beneficio de su
imagencomo profesional. Creía que su imagen tenía que ser impoluta y
estabadispuesta a destinar los recursos que fuesen necesarios. De alguna
formahabía hecho la conexión:
EJERCICIO
¿En qué actividades inviertes demasiado tiempo, teniendo en cuenta el
poco
beneficio que suponen para tu bienestar físico y emocional?
EJERCICIO
Durante los próximos días escúchate, identifica lo que necesitas y actúa
en
consecuencia. Ofrécete un espacio para ti mismo. No esperes encontrarlo,
sino búscalo activamente. Libera espacio para tus necesidades
reorganizando
tus prioridades.
EJERCICIO
Lee con atención los siguientes ejemplos de placeres cotidianos. Marca
con
una «X» aquellos con los que disfrutes y proponte integrarlos en tu día a
día.
EJERCICIO
Como comentaba, practicar la gratitud no es dar las gracias. Practicar la
gratitud va más allá. Te propongo que empieces a hacerlo (si todavía
noforma parte de tu día a día) con un simple ejercicio que puedes
incorporar atu vida cotidiana.
Doy las gracias a… (una persona) por… (una acción). Puedes ir un paso
másallá y que tu gratitud no quede en estas líneas: valora la posibilidad
demanifestarle tu gratitud a esa persona. Un pequeño gesto como este
puedemarcar la diferencia en tu día y en el suyo.
Doy las gracias por el apoyo recibido por parte de… (una persona) para…
(un propósito). En este caso también puedes valorar la posibilidad
demanifestar tu gratitud a la persona que te ha mostrado su apoyo.
Gracias por haber llegado al final de este libro. Espero que mis
reflexioneshayan arrojado luz a aspectos que te ayuden a crecer, a
acercarte a la personaque quieres ser y, sobre todo, a valorarte, a
respetarte y a quererte más y deforma más sana. Deseo que así sea. Este
ha sido el objetivo de cada una delas líneas que he escrito y de cada uno
de los ejercicios que te he propuesto.Y si tu autoestima es más fuerte y
más sana que cuando empezaste a leerlo,puede resultar tentador pensar
que ahora puedes relajarte creyendo que yaestá todo hecho. Siento
decirte que no es así. Como comentaba en el prólogo,en el mejor de los
casos este libro habrá sembrado una semilla hacia elcambio, la mejora y
una autoestima más sana. Pero ahora te toca a ti seguir
trabajando al respecto.
El camino no acaba aquí. Al contrario: esto no ha hecho más que
empezar.
Te invito a echar un vistazo a las respuestas que has dado en los
ejercicios, alos aspectos clave escritos en negrita, a los fragmentos que
quizás hayassubrayado, y a las anotaciones que puedes haber hecho. Te
invito a tenerlosen cuenta en tu día a día y, sobre todo, a actuar en
consecuencia. Es una tareadifícil, lo sé. Ahora quizás lo tengas todo muy
claro, pero no va a ser siempreasí. A medida que vayan pasando los días
esa claridad se irá disipando. Y,sobre todo, en momentos
emocionalmente difíciles, es cuando másnecesitarás dar un paso atrás y
ver la situación con perspectiva para poderaplicar todo aquello que te
has propuesto pensar y hacer de forma distinta; y
así, evitar caer en dar por válidas viejas creencias que no te ayudan a
crecer o
en incurrir en viejos hábitos.
Te propongo que marques en tu calendario un día cada equis tiempo
para
revisar cómo han ido las semanas anteriores y preguntarte si actúas
enconsecuencia a los cambios que quieres hacer o si, por lo contrario,
hasdejado de lado lo trabajado en las páginas anteriores. Puede sonar un
tantoartificial eso de anotar en un calendario una fecha para comprobar
si somosquienes queremos ser, si actuamos acorde con los cambios que
queremosconseguir; lo sé. Pero créeme si te digo que es la única forma
de no bajar laguardia. Al hacerlo, rendimos cuentas con nosotros
mismos, nos obligamos acuestionar cómo pensamos, sentimos y
actuamos. Y esta es la única manerade identificar cuándo debemos
reconducir nuestros pensamientos y nuestraconducta; y de hacerlo a
tiempo, antes de que sea «tarde». Aunque tarde noacaba de aplicar,
porque nunca es tarde para aprender, ni para cambiar.
Así que no te dejes llevar por la tentación de pensar que ya está todo el
trabajo hecho. El viaje no acaba aquí, sino que no ha hecho más que
empezar.Pero es un viaje para el que estás un poco más preparado. Un
viaje en el quete seguirás conociendo. Un viaje en el que te sorprenderás
de lo que erescapaz. Un viaje que te llevará a seguir respetándote un
poco más, valorándoteun poco más. En definitiva, queriéndote más y
queriéndote mejor.
Bibliografía
Actualmente acompaña a personas que desean mejorar algún aspecto de su vida en procesos
dedesarrollo, tanto en lo personal como en lo profesional. También ofrece asistencia emocional a
personasque no están pasando por un buen momento.
@montsecazcarrapsicologia
www.montsecazcarra.com