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IfflgOBgXlD
DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
CAPÍTULO I
PRINCIPIOS GENERALES
C O N C O R D A N C IA S :
C.: arts. 1,7,9 al 11,13,14,16,17,22 al 24,28,43,44, 59, 60; C.P.Ct: arts. H, Vü,
1,2, 78; C.P.D.C.: arts. I, II; D. Leg. 757: art. 2; D.S. 002-97-TR: art. 46
I. La Constitución económica
Normas de contenido económico han existido desde los orígenes mismos del Dere
cho, por ello la aparición de la primera Constitución tenía como propósito la necesidad de
controlar el poder económico del rey y, más puntualmente, su poder fiscal. En este senti
do, la Constitución fue una norma de control del poder económico, que luego se ampliará
e incluirá derechos fundamentales que justificadamente fueron adquiriendo enorme im
portancia e incluso un m ayor estatus jurídico del que han llegado a alcanzar los derechos
económicos. Tal vez esta última sea una de las razones por las que, por un buen tiempo, la
Constitución no haya sido vista como una norma económica, percibiéndosela, más bien,
como un documento de organización política o como una ley suprema de derechos civi
les. Sin embargo, esta situación ha cambiado radicalmente. Hoy es imposible no reconocer
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ART.58 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Las Constituciones liberales del siglo XIX no contenían normas económicas que fue
ran parte de un sistema económico, aunque sí establecían derechos y libertades (propie
dad, libertad de contratación, libertad de comercio, etc.) con un claro contenido patrimo
nial. Los derechos económicos eran concebidos como parte de los derechos generales de
la persona y no habían alcanzado el desarrollo que hoy tienen. De ahí que, en gran me
dida, el orden político estatal y el orden económico fueran considerados como dos siste
mas de funcionamiento sustancialmente independientes, cada uno orientado por sus pro
pios fines y realizándose por la operación de leyes de distinta naturaleza (jurídicas en un
caso, económicas en otro)(1).
Solo a partir del siglo XX, y luego de la Segunda Guerra Mundial, las constitucio
nes recogerán de una manera sistemática normas y libertades vinculadas al ordenamiento
económico. El fenómeno es producto de una mayor presencia de la empresa en el escena
rio económico mundial. La empresa ha sido el actor más importante en la economía del
siglo XX, y todo apunta a que lo seguirá siendo en el presente siglo. Su influencia, como
es evidente, se ha dejado sentir una y otra vez en el ordenamiento legal. De la misma ma
nera como el Estado representó en su hora, la subyugación de multiplicidad de centros de
poder (señores feudales, obispos y gremios), el surgimiento de la empresa ha significado
un contrapeso al poder económico del Estado, llegando, incluso en ocasiones, a superarlo
con el surgimiento de empresas globalizadas, que, en muchos casos, representan una eco
nomía mayor a la de todo un país. Precisamente, el Tribunal Constitucional sostiene que
“<257 como el excesivo poder político del Estado ha sido siempre un riesgo para la liber
tad humana, de la misma form a el poder privado propiciado p o r una sociedad corporati
va constituye una grave y peligrosa amenaza para la regencia del principio de justicia”1(2).
Este fenómeno ha originado que se tome una mayor conciencia del vínculo entre Po
lítica, Derecho y Economía. Ahora se ha llegado a la convicción de que los ordenamien
tos que regulan y vinculan estas disciplinas no funcionan aislados. Ello se manifiesta en
el ámbito jurídico con la producción, cada vez mayor, de normas y una vasta jurispruden
cia de contenido económico(3).
Puede afirmarse, entonces, que la Constitución es, por origen y contenido, una nor
ma económica que consagra la seguridad y las libertades en este ámbito. Si bien, por mu
cho tiempo, el constitucionalismo ha estado dominado por las ideas del control político
(1) Cfx. GARCIA PELAYO, Manuel. “Consideraciones sobre las cláusulas económicas de la Constitución”.
En: Estudios sobre la Constitución española de 1978. Libros Pórtico, Zaragoza, 1979, pp. 29-30.
(2) STC Exp. N° 0008-2003-AI/TC, f. j. 3
(3) Desde un enfoque liberal son destacadas las obras de Friedrich A. Hayek: The Constitution o f liberth v
law, legislation and liberty. Ambas obras han sido traducidas al español, la primera con el nombre: Los
fundamentos de la libertad. Unión Editorial, Madrid, 1991; y la segunda como Derecho, legislación y
libertad. Unión Editorial, Madrid, 1985.
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PRINCIPIO S G ENERA LES
ART.58
De esta m anera a los tradicionales derechos civiles y políticos, se suman los derechos
económicos. Se genera, a partir de este cambio, una relación diferente entre las personas
y el Estado, e incluso entre las personas, que deberán vincularse ahora con arreglo a las
normas y principios jurídico-económ icos que contiene la Constitución.
Al hilo de estos cam bios, los derechos económicos constituyen hoy derechos subje
tivos exigibles frente al Estado y los particulares. Hay en esto un avance cualitativo en el
desarrollo del Derecho Constitucional. Este cambio se ha debido a que en la actualidad,
el hombre m oderno no puede vivir desligado del mercado, sus principales necesidades las
satisface en este espacio mediante transacciones económicas, incluso, en cierta medida, su
autorrealización puede verse comprometida por relaciones de mercado (educación, salud,
información, form ación profesional). Por ello, la Constitución, como norma cúspide del
ordenamiento legal, no podía perm anecer omisa a regular las relaciones y derechos econó
micos, derechos que se encuentran más cerca de las personas y que en la práctica son los
que definen si realmente vivimos o no en un verdadero Estado de Derecho. Sin embargo,
el estatus de auténticos derechos subjetivos solo tendrá aplicación en la medida que tales
derechos presenten un reconocido contenido esencial; contenido que, las más de las ve
ces, deberá ser determinado por el Tribunal Constitucional.
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PRINCIPIOS G ENERALES ART. 58
fundamentales de la economía política (1939). Al referirse a ella dijo: “Decisión total so
bre el orden de la vida económ ica de una comunidad”17*. Como veremos a continuación
las posteriores definiciones no se apartarán mucho de esta descripción.
Para el constitucionalista español García Pelayo18*, son “las normas básicas destina
das a proporcionar el m arco jurídico fundamental para la estructura y funcionamiento de
la actividad económ ica o, dicho de otro modo, para el orden y proceso económico. Tales
normas sirven de parám etros básicos para la acción de los actores económicos públicos y
privados, y pueden ser enunciación de principios y valores directivos orientadores de la
acción, o pueden tener form ulación y garantía más rigurosas”.
Según Font Galán78(9), se entiende por Constitución económica “el conjunto de norm as
de contenido específicamente socioeconómico, mediante las cuales se establecen los prin
cipios que rigen la actividad económ ica desarrollada por los individuos y por el Estado, y
se determinan las libertades, derechos, deberes y responsabilidades de aquellos y este en
el ejercicio de dicha actividad”.
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Asimismo, ha señalado que se trata de “normas orientadas a establecer las pautas bá
sicas sobre las que debe fundarse el régimen económico de una sociedad”, o bien como
aquellas “disposiciones que suponen el establecimiento de un plexo normativo que tiene
como finalidad configurar el ámbito jurídico en el cual se desarrollará la actividad econó
mica de nuestro país, y cuyo propósito es que la actuación del Estado y los ciudadanos sea
coherente con la naturaleza y los fines del Estado social y democrático de Derecho” (15).
1. Concepto
El orden público económico está compuesto por reglas básicas que inspiran y gobier
nan la organización y funcionamiento económico de cada país. El orden público econó
mico refleja el concepto de libertad económica que tiene una sociedad y que contiene su
Constitución. Regula, por lo tanto, las relaciones de mercado entre los particulares, y en
tre estos y el Estado. En tal virtud, el propósito de todo orden público económico es ha
cer posible el intercambio económico, generando confianza y seguridad a los actores del
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p r in c ip io s g e n e r a l e s
ART. 58
En tal sentido, las normas referidas al orden público económico, se identifican con la
denominada Constitución económica, que, como se ha visto, tiene como propósito desig
nar el marco jurídico fundamental de la actividad económica. No obstante, esta identidad
no es total. Como señala Díez-Picazo( \ existe una Constitución económica que está con
tenida dentro de la Constitución política (...). Sin embargo, existe también una ‘Constitu
ción económica más profunda, que no se refleja necesariamente en la Constitución po
lítica, pero que comprende un conjunto de principios y de líneas de inspiración sobre las
cuales la actividad económica de la sociedad se desarrolla. Es a este conjunto de princi
pios al que llamamos en sentido estricto orden público económico”.
Cuando el legislador califica una ley como de orden público, hace una auténtica va
loración que es consustancial a la instrum entalidad política que adquiere la ley en el
Estado de Derecho. La ley de orden público pone límites al juego irrestricto de intereses
(16) DÍEZ-PICAZO, Luis. Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial. Vol. I, 5" edición, Civitas, Madrid,
1996, p. 44.
(17) Ibídem, p. 42.
08) Cfr. ZANNONI, Eduardo. En el prólogo del libro de DE LA FUENTE, Horacio. Orden público. Astrea,
Buenos Aires, 2003, pp. VI, VII.
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La importancia del orden público económico reside en que con él se fijan los derechos
económicos fundamentales. Esta determinación es de tal trascendencia que podría decir
se que con él surge el Derecho moderno, pues solo una vez delimitados los derechos eco
nómicos fundamentales, puede afirmarse que existe un verdadero ordenamiento legal. La
determinación de tales derechos se halla entre los primeros problemas que tiene que resol
ver cualquier organización social. Rousseau llegó a expresar: “El primero a quien habien
do cercado el terreno, se le ocurrió decir: esto es mío, y encontró gente tan simple como
para creerle, file el verdadero fundador de la sociedad civil”, es decir, el inventor del De
recho. He ahí una verdad sencilla pero dura como una roca: todo Derecho, en gran medi
da, establece un estatuto económico y descansa en él.
Decir que la iniciativa privada es libre, es afirmar que el mercado le pertenece a los
particulares y no al Estado. Quiere decir que no es tarea del Estado la creación de riqueza.
Esta función se encuentra reservada a los particulares. Nuestra Constitución ha entendi
do que la civilización moderna es producto del accionar de los particulares en el mercado,
del libre intercambio de bienes y servicios que son la base de las relaciones económicas
que se manifiestan en los contratos. La nuestra es una civilización contractual, que solo es
posible gracias a que la iniciativa privada es libre.19
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Ahora bien, afirmar que la iniciativa privada es libre, no quiere decir que su ejerci
cio sea absoluto, pues siempre se hace necesaria la presencia de un Estado capaz de ejer
cer funciones supervisoras, correctivas y reguladoras2021(22). Así lo ha señalado expresamente
nuestro Tribunal Constitucional, pues la iniciativa privada se ejercerá libremente, siem
pre que no colisione con los intereses generales de la comunidad, los cuales se encuen
tran resguardados por una pluralidad de normas adscritas al ordenamiento jurídico; vale
decir, por la Constitución, los tratados y las leyes sobre la materia. Empero, con el mismo
énfasis se debe precisar que dicho ordenamiento protege la libre iniciativa contra la inje
rencia de los poderes públicos, respecto de lo que se considera como “privativo” de la au
todeterminación de los particulares(23).
En otras palabras, nuestro ordenamiento confiere una función especial al Derecho Pri
vado, en particular al Derecho de los Contratos, que servirán para regular las relaciones de
mercado entre los particulares. Todo ello, desde luego, dentro de un marco regulado por el
Derecho Constitucional Administrativo. Este es uno de los significados que debe señalar
se cuando se advierte la constitucionalización de la iniciativa privada. En la doctrina na-
cional(24) se ha interpretado la inclusión de la iniciativa privada en la Constitución de un
modo distinto. Los autores han equiparado la iniciativa privada con la libertad de empresa,
tomando ambas como sinónimos. Nosotros no compartimos esta postura, pues exige ad
mitir que el legislador ha pretendido regular lo mismo en dos normas distintas (arts. 58 y
59). Una interpretación sistemática de nuestra Carta Fundamental, debe llevamos a encon
trar el verdadero contenido de este dispositivo. Este, aparte de significar que la iniciativa
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privada es la base para entender toda la Constitución económica, también tiene una im
plicancia legislativa ya anotada.
En suma, el principio de libertad económica es una proyección, en este plano, del res
peto de la dignidad de la persona, que le garantiza a la persona que será tratada en el merca
do con igualdad, esto es, con igual dignidad, pudiendo elegir libremente en sus decisiones.
Para ello será necesario reconocerle un conjunto de derechos económicos, los que solo se
respetarán si se limita el poder económico, tanto del Estado como de los propios particu
lares. De ahí que se diga que toda actuación directa del Estado en la economía, supone el
recorte de la libertad económica de los ciudadanos. Desde esta misma perspectiva, debe
rá limitarse el poder económico de los particulares, pues una economía de mercado busca
compativilizar la protección de la persona con la libertad de mercado, para lo cual garan
tiza que no haya un solo centro de decisión en el mercado, sino diversos.
En el Perú existe casi unanimidad en cuanto a que la actividad económica del país
debe desarrollarse en una economía social de mercado. El problema es que no existe la25
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PRINCIPIOS GENERALES ART.58
misma unanimidad respecto de lo que debe entenderse por este sistema económico. Desde
que la economía social de mercado apareció constitucional mente en nuestro país, esto es
con la Constitución de 19 79 (art. 115) han transcurrido más de 40 años y han pasado diez
gobiernos. Todos ellos aplicaron políticas económicas distintas, y todos también se recla
maron seguidores de una economía social de mercado. No obstante, con más o menos di
ferencias, en ninguno de estos gobiernos hubo una auténtica economía social de mercado,
ni un pleno respeto de las libertades económicas.
Sin embargo, si bien hay un relativo consenso respecto a la necesidad de limitar la li
bertad de mercado, no existe la misma unanimidad con relación a cómo deben operar es
tas limitaciones en una economía social de mercado. El problema reside en que, para que
este sistema funcione, debe combinarse eficiencia con igualdad en el mercado. Este equi
librio es esquivo, difícil de alcanzar. El sistema busca que el mercado funcione sin dis
torsiones y sin actores económicos con un poder que haga imposible el libre juego, per
mitiendo que todas las personas puedan tomar libremente sus decisiones económicas. No
obstante, en muchas ocasiones el propio Estado puede llegar a ser un agente distorsiona-
dor del mercado. De ahí, la clara limitación que la Constitución le impone al Estado en
cuanto a su accionar económico.
En resumen, mercado eficiente y sociedad justa es lo que persigue una economía so
cial de mercado. Pero este equilibrio no es sencillo, exige la participación del Estado pero
de manera restringida, estableciendo las reglas de juego de acuerdo a las cuales operará el
mercado y los agentes económicos. Estas reglas no podrán exceder los límites impuestos
por la propia Constitución ni violar las libertades económicas que en ella se consagran.
En este sentido, la iniciativa privada y la libertad de mercado que la Carta Fundamental
regula, no son ni pueden ser meramente formales. El Estado deberá crear las condiciones
para su pleno ejercicio. Sin embargo, la Constitución también impone que el conjunto de
las libertades económicas que implica el libre ejercicio de la iniciativa privada, se ejer
zan en armonía con los intereses sociales. No hay que olvidar que la Constitución es una
norma de equilibrio, y en el plano económico, el equilibrio ha de darse entre libertad de
mercado e interés general.
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Ahora bien, tal como sostiene PíaUer*16': “el concepto de economía social de merca
do reconoce explícitamente que ni siquiera un mercado altamente eficiente satisface todas
las necesidades de una sociedad. Es por ello que no solo le atribuye al Estado el derecho,
sino incluso la obligación de intervenir activamente dondequiera que se produzca un me
noscabo de intereses sociales legítimos. Esta obligación de intervenir abarca tres aspec
tos: restricción de la libertad del mercado, compensación de fallas del mercado, correc
ción de resultados generados por el mercado”.
(26) PFALLER, Alfred. “El concepto de la economía social de mercado y la nueva ‘de-civilización’ del capi
talismo en Europa”. En: <http://library.fes.de/fiilltext/stabsabteilung/00071.htm>.
(27) STC. Exp. N.° 00008-2003-AI/TC, fundamento jurídico 14.
(28) ídem.
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PRINCIPIOS GENERALES AJRT.58
bien en la concentración de patrimonio. Por tal razón, el modelo le asigna al Estado la ta
rea de procurar una distribución, lo más amplia posible de dicho patrimonio.
Sin embargo, por más que el Estado deje que la economía se organice a través del
mercado, siempre su participación en ella se dará de una manera múltiple, pero igualmen
te importante (regulaciones, impuestos, protección, incentivos, compras, subsidios, etc.).
De ahí, la necesidad de que su actuación sea coherente y consistente en el tiempo. Una
actuación desordenada, con ausencia de principios rectores, perturbará el comportamien
to de los particulares en el mercado y hará muy difícil el planeamiento empresarial y más
onerosas las inversiones.
Un tema en el que conviene insistir es, que si bien en la economía social de mercado,
el ordenamiento jurídico consagra libertades económicas que se deberán respetar, esto no
es suficiente, pues la convivencia de tales libertades con abismos sociales y desigualdades
económicas solo terminaría por hacer inviable el sistema. Nuestro ordenamiento consti
tucional consagra la economía social de mercado, porque en su vértice se halla el respeto
y protección de la dignidad de la persona, y no es posible hablar de dignidad sin un míni
mo de bienestar económico que el Estado debe garantizar. El hombre económico es solo
una realidad parcial. La libertad invocada para la formación de la voluntad democrática
no puede ser falseada por los procesos de poder económico, ya que la sociedad abierta
no es “un juego de ganancia económica”. No se puede canjear el poder del Estado por el
poder de los grupos económicos. Una teoría constitucional del mercado debe tener como
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JURISPRUDENCIA RELACIONADA'
Si bien la iniciativa privada se ejerce de forma libre, el Estado tiene el deber de supervisar,
corregir o regular las actividades económicas: STC Exp. N° 07320-2005-PA/TC (f. j. 73).
" La iniciativa privada puede desplegarse libremente siempre y cuando no colisione con los
intereses generales de la sociedad: STC Exp. N° 00008-2003-AI/TC (f. j. 18).
BIBLIOGRAFÍA
BASSOLS COMA, Martín. Constitución y sistema económico. Tecnos, Madrid, 1988; BIDART
CAMPOS, Germán. “La Constitución económica. (Un esbozo desde el Derecho Constitucional
argentino)”. En: Cuestiones Constitucionales. Revista Mexicana de Derecho Constitucional. N° 6,
enero-julio, 2002; DE LOJENDIO, Ignacio María. “Derecho Constitucional económico”. En: Cons
titución y Economía. (La ordenación del sistema económico en las Constituciones occidentales).
(29) Cfr. HABERLE, Peter. El Estado constitucional. UNAM - Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 2003,
p. 261.
(30) CLAPHAM, 1979, p. 56 y ss.
(31) KRESALJA, Baldo y OCHOA, César. Derecho Constitucional Económico. Fondo Editorial de la PUCP,
Lima, 2010, p. 352.
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p r in c ip io s g e n e r a l e s ART. 58
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A rtícu lo 5 8 E s ta d o o r ie n t a d o r y p r o m o to r
(...)
Bajo este régimen, el Estado orienta el desarrollo del país, y
actúa principalmente en ¡as áreas de promoción de empleo, sa
lud, educación, seguridad, servicios públicos e infraestructura.
CONCORDANCIAS:
C.: aits. 9,11,13; C.P.D.C.: arts. I, II; D. Leg. 757: art. 2; D.S. 002-97-TR: art. 46
(1) KRESALJA ROSELLÓ, Baldo. “La reserva de las actividades económicas a favor del Estado y el régimen
de monopolios en las Constituciones de 1979 y 1993”. En: lus et Veritas. N° 22, p. 274.
(2) Vide PLANAS, Pedro. La Constitución traicionada: página de historia reciente. Seglusa, Lima, 1993.
(3) Vide BERNALES BALLESTEROS, Enrique. La Constitución de 1993. Análisis comparado. Rao, Lima,
1999; que contiene el análisis del autor y el prólogo de la 2* edición del exsenador Moreyra.
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PRINCIPIOS GENERALES ART. 58
Advirtiendo que el cambio de rol del Estado en la economía se explica por el extendido
descontento debido a la muy mala gestión económica de la década de los ochentas, y
recordando que las primeras reformas liberalizadoras en esta materia se realizaron al
amparo de las facultades delegadas por el Parlamento al Ejecutivo en los años 91 y 92,
Kresalja(4) señala las características del cambio en que: el Estado orientador de 1993 ya
no formula la política económica ni planifica; su actuación empresarial queda fuertemente
restringida pues solo puede ejercerla subsidiariamente sobre la base de una ley autoritativa
expresa y en igualdad de condiciones con la empresa privada. Esta última se convierte
en la principal responsable de la actividad económica, pues el papel promotor del Estado
se concentra en el empleo, la salud, la educación y la seguridad, así como los servicios
públicos e infraestructura.
Asimismo, es del caso mencionar que, al papel ciertamente restringido que le asigna
la Constitución al Estado en materia económica en el artículo 58, se le debe añadir el de
promotor de la pequeña empresa y el uso sostenible de los recursos naturales (a tenor del
artículo 67), así como de la conservación de la diversidad biológica y las áreas naturales
protegidas (art. 68). Otras disposiciones de la Constitución conciben a un Estado responsa
ble de: facilitar y vigilar la libre competencia (art. 61); combatir toda práctica que la limite
así como el abuso de posiciones dominantes y monopólicas (art. 61), lo que no supone re
proche alguno a la existencia misma de monopolios que quedan únicamente prohibidos en
relación con los medios de comunicación social o en la medida en que sean creados por ley.
(4) KRESALJA ROSELLÓ, Baldo. “La libertad de empresa: fundamento del sistema económico
constitucionalizado”. En: VV. AA. Libro homenaje a Jorge Avendaño. Fondo Editorial de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, Lima, 2004, p. 513.
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luego, normas que obligan al Estado a respetar la propiedad, que es inviolable (art. 70); a
ejercer atribuciones de dominio público (arts. 73 y 88); a apoyar preferentemente el desa
rrollo agrario (art. 88, cuyo incumplimiento es manifiesto) y defender el derecho de con
sumidores y usuarios (art. 65), que a pesar de las limitaciones de su propio texto ha alcan
zado avances jurisprudenciales significativos, aunque no exentos de debate.
Por la minoría se respondió5(6) que: “(...) este capítulo trata de consagrar solo el Estado
mínimo, de hacer todo lo posible para atarlo de manos y que no pueda entrar ni interve
nir en materia económica. Por eso se desarrolla, además, en la lógica del péndulo el es
fuerzo de caricaturizar al Estado como el Estado intervencionista de las décadas pasadas,
y en función de esa caricatura comenzar a crear las condiciones para que solo funcionen,
exclusivamente, las reglas del mercado. (...) debiera pensarse en el Estado promotor, en el
Estado capaz de conducir el desarrollo económico y social, y no simplemente en el Estado
que es árbitro o policía de la economía”.
(5) JOY WAY ROJAS, Víctor (NM-C90). Diario de los Debates. Debate Constitucional Pleno-1993. Tomo L
Congreso Constituyente Democrático, Lima, 1998, pp. 750-753.
(6) PEASE GARCÍA, Henry (MDI). Diario de los Debates. Debate Constitucional Pleno-1993. Tomo I,
Congreso Constituyente Democrático, Lima, 1998, p. 768.
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PRINCIPIOS GENERALES
ART.58
enfatiza la labor del Estado en cada una de las áreas consignadas en la vigente Carta, y la
promoción de la integración continental.
(7) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. Fondo Editorial de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, Lima, 1999, p. 197.
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ART.58 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
La seguridad: que para Rubio debe entenderse como seguridad social (en con
cordancia con los artículos 10, 11 y 12 de la Constitución), a lo que este autor
tendría que añadir la seguridad ciudadana, de creciente preocupación en nues
tros días, al amparo del artículo 195.
Los servicios públicos esenciales: en los que podrá también intervenir el Sec
tor Privado; sin embargo, el Estado tiene la obligación y el deber de suplirlos
en caso de que el Sector Privado no los brinde adecuadamente o no intervenga.
La infraestructura física del país: el Estado debe facilitar el ingreso de empre
sas privadas y deberá asumir la inversión en infraestructura esencial donde no
exista esta (por ejemplo carreteras, puertos, aeropuertos, caminos, etc.).
Para Bemales Ballesteros, el rol del Estado no es el de intervenir directamente en la
vida económica del país sino orientarla, comprendiendo en dicha orientación su activi
dad reguladora. Considera que la orientación, permite al Estado canalizar iniciativas hacia
sectores prioritarios. En consecuencia, sostiene, el Estado podrá fijar objetivos y priorida
des a las cuales orientará el desarrollo del país. Al igual que Rubio Correa, sostiene que el
Estado debe orientar el desarrollo de los sectores prioritarios antes referidos(8).
Por su parte, Landa Arroyo(10)1señala que la intervención del Estado debe darse al
servicio de los derechos fundamentales, entendida como una finalidad normativa y de
alcance material de los derechos para todos. Para él, la economía social de mercado
busca integrar razonable y proporcionalmente el principio de libertad individual y el de
subsidiaridad del Estado, permitiéndole intervenir en la vida productiva básica y en los
servicios públicos, con el fin de hacer a un lado las desigualdades entre los ciudadanos.
Quispe Correa00, por su parte, sostiene que nuestro régimen económico se fúnda en
la libertad humana, en donde prima la iniciativa privada libre, la economía social de mer
cado, la ausencia de planificación, la actividad subsidiaria del Estado, el pluralismo y la
libre competencia. Afirma que la intervención del Estado en la economía solo debe operar
en la medida en que la propia subsistencia del mercado peligre, o cuando la crisis social
demande medidas urgentes, sin que ello sea óbice para que desarrolle su papel regulador.
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PRINCIPIOS GENERALES ART. 58
“ 13. (...) Las nuevas funciones del Estado moderno tienen que ver con aspectos
económicos, sociales, políticos y jurídicos, a) Supuestos económicos: La economía
social de mercado es una condición importante del Estado Social y Democrático de
Derecho. Por ello debe ser ejercida con responsabilidad social y bajo el presupuesto
de los valores constitucionales de la libertad y la justicia. A tal efecto está caracte
rizada, fundamentalmente, por los tres elementos siguientes: (1) Bienestar social; lo
que debe traducirse en empleos productivos, trabajo digno y reparto justo del ingreso;
(2) Mercado libre; lo que supone, por un lado, el respeto a la propiedad, a la iniciativa
privada y a una libre competencia regida, prima facie, por la oferta y la demanda en
el mercado; y, por otro, el combate a los oligopolios y monopolios; y (3) Un Estado
subsidiario y solidario, de manera tal que las acciones estatales directas aparezcan
como auxiliares, complementarias y temporales. En suma, se trata de una economía
que busque garantizar que la productividad individual sea, por contrapartida, sinónimo
de progreso social”.
Refiriéndose al principio de subsidiariedad del Estado, el Tribunal señaló:
una racionalización de los roles en la dinámica de las relaciones entre el Estado y los
ciudadanos, entre lo público y lo privado.
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PRINCIPIOS GENERALES ART. 58
“5. Se concluye entonces que el Estado tiene la obligación de brindar los servicios
necesarios para satisfacer las necesidades de la sociedad, tales como educación, salud,
seguridad, etc.; para cumplir tal fin existen organismos que cumplen específicamente
una función, los que en todo caso realizan las acciones tendientes a cumplir los obje
tivos, maximizando los principios establecidos en la Constitución Política del Perú”.
En la STC Exp. N° 005-2003-AI/TC, el Tribunal Constitucional desarrolló su concep
ción sobre el servicio público, la supervisión y fiscalización:
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ART.58 m x ttí.GIMKN K( ONÓMU o
y usuarios'. Para tal efecto, garantiza ‘el derecho a la información sobre los bienes
y servicios que se encuentran a su disposición en el mercado', así como vela, 'en
particular, por la salud y la seguridad de la población’.
10. El consumidor o usuario- es el fin de toda actividad económica; es decir, es quien
cierra el círculo económico satisfaciendo sus necesidades y acrecentando su bienestar
a través de la utilización de una gama de productos y servicios. En puridad, se trata
de una persona natural o jurídica que adquiere, utiliza o disfruta de determinados
productos [como consumidor] o servicios [como usuario] que previamente han sido
ofrecidos al mercado”.
Es del caso advertir que los pronunciamientos del Tribunal Constitucional citados en
primer lugar están contenidos en sendas sentencias de inconstitucionalidad, en tanto que
el último lo está en una de amparo. Más allá de esta formalidad, sin embargo, esta doctri
na del deber especial de protección asignado a los organismos reguladores de la inversión
privada en los servicios públicos ha sido ciertamente discutida, pues les quita el papel ar
bitral de mercado que en teoría se les asigna. De aceptarse ello, cabría en consecuencia
asignar a otro organismo este deber especial de protección: la Defensoría del Pueblo, las
comisiones especializadas del Indecopi o las propias autoridades jurisdiccionales, sin de
jar de lado el papel singularmente importante que corresponde a las asociaciones de con
sumidores y usuarios que como la Asociación Peruana de Consumidores y Usuarios (As
pee) vienen ganando legitimidad incuestionada en este terreno.
V. Conclusión
El papel del Estado orientador y tímidamente promotor consagrado en el artículo 58
de la Constitución de 1993 resulta a todas luces insuficientel2). Por ello, es concebible que
el Estado, en el marco de una economía de mercado, asuma prioritariamente su responsa
bilidad en los servicios básicos como la salud, educación, seguridad y justicia. Pero debe
(12) Por ser uno de los temas más debatidos de la Constitución de 1993, cabe registrar las propuestas de cambio
al artículo 58, provenientes del proyecto de reforma constitucional discutido en el Congreso de la República,
aunque su aprobación haya quedado pendiente. Se propone ahora el siguiente texto:
“Artículo 97.- El régimen económico de la República se fundamenta en la economía social de mercado. Esta
se orienta a lograr el desarrollo humano sostenible y la justicia social. La iniciativa privada es libre”; y
“Artículo 98.- El Estado promueve el desarrollo económico y social, estimula la creación de riqueza, garantiza
la libertad de trabajo y la libertad de empresa, comercio e industria. El ejercicio de estas libertades no debe ser
lesivo a los derechos fundamentales de la persona, a la moral, ni a la salud o seguridad públicas. La acción
del Estado está dirigida principalmente a:
Garantizar el bien común, y actuar prioritariamente en las áreas de salud, educación, seguridad y justicia.
Promover la generación de oportunidades de empleo y la capacitación laboral.
Garantizar la prestación de servicios públicos y supervisar su funcionamiento.
Promover la inversión privada y la competitividad en la economía.
Garantizar la libre circulación de bienes y la prestación de servicios en todo el territorio.
Fomentar la investigación en ciencia y tecnología.
Proteger el desarrollo del medio ambiente y la utilización sostenible de los recursos naturales.
Proveer de infraestructura física.
Promover la integración continental, social, económica, política y cultural”.
370
PRINCIPIOS GENERALES ART. 58
Por ello, el papel primordial del Estado promotor y no mero orientador debe darse en
el campo de la captación de inversiones y el fomento de la competitividad, especialmen
te sustancial en el marco de la participación de economías como la peruana en el merca
do global. Ello implica admitir la necesidad de contar con mínima estructura institucional,
que hasta hoy no ha podido desarrollarse, para llevar a cabo el planeamiento estratégico
del país. Es allí donde el Estado (gobierno central, gobiernos regionales y locales) debe
cumplir una tarea fundamental.
L JURISPRUDENCIA RELACIONADA
J
Q La función supervisora, reguladora y fiscalizadora del Estado de las actividades económicas
no debe ser entendida como una intromisión injustificada en el ámbito de libertad de los
agentes económicos: STC Exp. N° 07320-2005-PA/TC (f. j. 7).
371
ART. 58 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
[fj La intervención estatal en la vida económica de los particulares será justificada si se sus
tenta en los principios de la economía social de mercado: STC Exp. N° 00034-2004-AI/
T C (f.j. 15).
BIBLIOGRAFÍA
372
Artículo 59 Libertad de em presa, libertad de comercio,
libertad de trabajo
El Estado estimula la creación de riqueza y garantiza la liber
tad de trabajo y la libertad de empresa, comercio e industria.
El ejercicio de estas libertades no debe ser lesivo a la moral, ni
a la salud, ni a ¡a seguridad públicas. El Estado brinda opor
tunidades de superación a los sectores que sufren cualquier
desigualdad; en tal sentido, promueve las pequeñas empresas
en todas sus modalidades.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 2), 15), 22, 23, 58, 63, 65, 71; CP.Ct: art. 44 inc. 28); D. Leg. 1044:
art 1; D. S. 030-2019-PCM.
Pero la conducción de la economía por los particulares solo es posible donde existen
libertad de empresa, derecho de propiedad, libertad de iniciativa privada, libertad de con
tratación, libre competencia y protección al consumidor; garantías que en buena cuenta for
man parte del núcleo duro de la Constitución económica y son, lo que podríamos llamar,
373
ART. 59 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
La libertad de empresa es uno de esos derechos económicos esenciales, pero esta li
bertad no es solo una declaración positiva, una facultad que se le reconoce a todas las
(1) Cfr. PIPES, Richard. Propiedad y libertad, dos conceptos inseparables a lo largo de la historia. Tumer.
Fondo de Cultura Económica, México. 2002, pp. 14 y 15.
(2) STC Exp. N° 03116-2009-PA/TC, f. j. 9.
(3) VON MISES, Ludwig. La acción humana. Tratado de Economía. 5a edición, Unión Editorial. Madrid,
1995, p. 233.
374
p r in c ip io s g e n e r a l e s ART. 59
personas, naturales y jurídicas, sino también una limitación, porque el Derecho Consti
tucional es el Derecho de la libertad y para garantizarla debe inevitablemente limitar el
poder. Allí donde el Derecho permite sin control la existencia de núcleos de poder econó
mico o de otra índole, se aleja de su esencia. Una libertad de empresa ilimitada permiti
ría una acumulación de poder en manos de unos cuantos, que invariablemente pondría en
peligro los derechos y libertades de los demás. Ya lo expuso Montesquieu<4>: “La libertad
es el derecho de hacer todo lo que las leyes permiten (...) es una experiencia eterna, que
todo hombre que tiene poder siente la inclinación de abusar de él, yendo hasta donde en
cuentra límites. ¡Quién lo diría! La misma virtud necesita límites”.
Pero, si bien las limitaciones a la libertad de empresa tienen como eje central la pro
tección de los consumidores, no son solo para protegerlo a él. Aunque parezca paradójico,
tales limitaciones también benefician a los propios empresarios, sobre todo a los peque
ños quienes, sin la libertad de empresa, verían reducidas, y acaso eliminadas, sus posibi
lidades de ingresar al mercado, de crecer o de permanecer en él. En este sentido, es una
protección contra los propios empresarios.
Esta libertad tampoco es, como se podría pensar, un derecho individualista, que fa
vorece a unos cuantos, los empresarios. En realidad, su trascendencia social es enorme.
Cuando en una sociedad, la libertad de empresa no se respeta, los afectados son muchos,
peor aún, si tal violación conduce a cerrar o impedir la apertura de una empresa. Estos he
chos inciden en la vida de numerosas personas: consumidores, trabajadores, proveedores
e, incluso, el propio Estado. Por estas razones, la libertad de empresa no debe ser prote
gida solo por y/o para los empresarios, pues en rigor la empresa es un fenómeno colecti
vo. No existe violación de la libertad empresarial que afecte solo a los empresarios; afec
ta en realidad a la sociedad.
II. La empresa
La empresa es el elemento organizador de la economía, capaz de coordinar y dirigir
todos los factores que concurren en la producción de bienes y servicios. La razón de ser
de la empresa, así como su justificación, residen en el hecho de que la participación en
el mercado tiene un costo, más aún si dicha participación es recurrente como en el caso
de los empresarios, costo que se reduce cuando se utiliza la organización empresarial4(5).
Esta organización consiste en un conjunto de relaciones, contratos, que aparecen en cada
etapa del proceso de producción y comercialización. Piénsese en los contratos de socie
dad, para formalizar la empresa; los de trabajo, para el personal; los de suministro o afines,
(4) MONTESQUIEU, Charles-Louis de Sécondat. Del espíritu de las leyes. Libro XI, Caps. III, IV, Tecnos,
Madrid, 1985, p. 106.
Í5) La naturaleza de la empresa, así como su función en la economía, han sido magistralmente expuestas por
Ronald Coase en su articulo: “La naturaleza de la empresa”. En: WILLIAMSON, Oliver y WINTER.
Sydney. La naturaleza de la empresa. Orígenes, evolución y desarrollo. Fondo de Cultura Económica,
México, 1996.
375
ART. 59 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
para vincularse con los proveedores; los de distribución en sus distintas modalidades, para
comercializar los bienes que produce la empresa; los financieros, para conseguir fondos
económicos; los asociativos, que permiten vincularse con otras empresas y emprender ne
gocios conjuntos; y muchos otros más que tienen que ver con diversos aspectos del fun
cionamiento de la empresa y que han permitido su gran desarrollo.
376
PRINCIPIOS g e n e r a l e s ART. 59
De acuerdo con lo expuesto, puede afirmarse, en principio, que toda actividad empre
sarial directa por parte del Estado es perturbadora de la competencia, limitante de la ini
ciativa privada y la libertad de empresa. La presencia del Estado en el mercado como em
presario debe ser excepcional, además de indirecta. Debemos ser enfáticos en este punto.
Consideramos que el hecho de que el Estado posea determinadas empresas no empaña,
los rasgos típicos de una economía de mercado(6). Lo realmente perturbador es que dichas
empresas no se sometan a las reglas del mercado, posean privilegios o algún tipo de apo
yo por parte del Estado que altere completamente este sistema. Esta situación distorsio
nante no solo será posible, sino común en sociedades con un Derecho volátil y un Estado
frágil, como es la nuestra. De ahí que una lectura correcta de nuestro texto constitucio
nal, que busque equilibrar todos los derechos consagrados en nuestra Constitución, será
aquella que considere que la participación empresarial del Estado nunca debe ser directa,
es decir, que la gestión de la empresa siempre ha de estar en manos privadas, aun cuando
la propiedad o parte de ella se encuentre en poder del Estado. Para ello el Derecho ofrece
un conjunto de modalidades jurídicas que hacen esto posible.
377
ART. 59 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Hemos dicho que la libertad de empresa está compuesta por un conjunto de faculta
des que le dan entidad jurídica y que hacen realidad ese haz de libertades que implica em
prender o acometer un negocio o empresa. Estos derechos son;
(7) Cfr. DE JUAN ASENJO, Oscar. La Constitución económica española. Centro de Estudios Constitucionales,
Madrid, 1984, p. 154.
(8) El artículo 16 de la Ley N° 26702, Ley General de Sistema Financiero y del Sistema de Seguros y Orgánica
de la Superintendencia de Banca y Seguros, establece que las empresas del sistema financiero, así como
sus subsidiarias, requieren para su funcionamiento un capital social mínimo aportado en efectivo, cuyas
cifras se encuentran señaladas en la referida ley.
378
PRINCIPIOS generales
ART. 59
(9) BASSOLS COMA, Martín. Constitución y sistema económico. 2* edición, Tecnos, Madrid, 1988, p. 152
(10) BASSOLS COMA, Martín. Loe. cit.
(11) KRESALJA, Baldo. “La libertad de empresa: fundamento del sistema economice constituctonaltzado
En: Libro homenaje a Jorge Avendaño. Fondo Editorial de la PU , nna,
(12) STC Fxp. N° 3330-2004-AA/TC, f. j. 13.
379
ART. 59 DEL RfcCílMEN ECONÓMICO
380
principios g e n e r a l e s
ART. 59
A cerca de la determ inación del contenido esencial de un derecho fundam ental el Tri
bunal C onstitucional ha señalado que “requiere un análisis sistem ático de este conjunto
de bienes constitucionales, en el que adquiere participación m edular el principio-derecho
de dignidad hum ana, al que se reconducen, en últim a instancia, todos los derechos funda
mentales de la persona"118).
Por último, con relación a este tema, conviene recordar que todo proyecto empresa
rial se fúnda en la propiedad privada y en la libertad económica. Detrás de toda empresa,
hay siempre alguien que pone enjuego su patrimonio o que convoca a otros para invertirlo
en su iniciativa económica1819(20). Es indudable que en esta conjunción no solo existe un inte
381
ART. 59 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
rés de los particulares que en ella intervienen, sino un legítimo interés general o público.
Confluyen en esta alquimia entre propiedad y libertad, un conjunto de limitaciones como
la seguridad, la salud pública, el cuidado del medio ambiente, etc. De ahí que la libertad
más que un derecho en interés de los empresarios, sea un derecho en interés de la sociedad.
Ahora bien, seguidamente, el Tribunal precisa que “será la fase material de esta vo
luntad la que principalmente se encuentre sometida a restricciones razonables”21(22). Ello
se debe a que precisamente “la materialización de una empresa genera efectos (positivos
y negativos) sobre la sociedad, los cuales requieren fiscalización (establecimiento de lí
mites) a fin de evitar extralimitaciones en el ejercicio de este derecho y eventuales lesio
nes de bienes jurídicos constitucionalmente valiosos”(23).
382
PRINCIPIOS GENERALES ART. 59
un poder de discrecionalidad que les permite, según su imaginación, actuar más allá del
ordenamiento jurídico124*.
Ahora bien, estas múltiples restricciones pueden ser desde absolutas (exigiéndose to
tal prohibición de actividad empresarial en un determinado sector por razones de seguri
dad, salud, etc.), hasta relativas, cuyas manifestaciones más comunes se dan en la exigen
cia de determinadas condiciones subjetivas y objetivas (ostentar determinada profesión,
licencias, capital mínimo, ocupar determinado lugar, idoneidad técnica, etc.). Todas estas
exigencias suelen ser impuestas por el Derecho Administrativo, y se amparan en la propia
Constitución, que es el marco básico de lo que se ha denominado “interés general”. Por
ello, tales exigencias no pueden considerarse una violación al derecho de libertad de em
presa, cuando menos no en principio. En efecto, la regulación por parte del Estado de de
terminadas actividades económicas no puede considerarse de por sí violatoria de la liber
tad empresarial, aunque desde luego podría llegar a serlo, si tales exigencias, por su nivel
de complejidad o ausencia de razonabilidad, implicaran en la práctica una efectiva limi
tación de acceso al mercado, no basada en el interés general, y en consecuencia, comple
tamente injustificada.
Por lo tanto, refiere el Tribunal, a pesar del reconocimiento constitucional del derecho
a la libertad de empresa, la referida prohibición no significa necesariamente que sea in
constitucional, puesto que, tal como se ha sostenido de manera reiterada y uniforme en su
propia jurisprudencia, en el Estado Constitucional ningún derecho o libertad es absoluto126*.
(24) Cfr. GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo. “Una nota sobre el interés general como concepto jurídico inde
terminado”. En: Revista Española de Derecho Administrativo. N° 89, Madrid, enero-marzo, 1996, p. 3.
(25) STC Exp. N° 3116-2009-PA/TC, f. j. 9.
(26) STC Exp. N° 0008-2003-P1/TC, f. j. 18.
383
ART. 59 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
salud, ni a la seguridad publicas’, no está haciendo otra cosa que precisar los límites den
tro de los cuales este derecho es ejercido de acuerdo a ley. Claro está que estos límites son
enunciativos y no taxativos, pues la protección correcta debe surgir de un principio cons
titucional como es la dignidad de la persona humana, el mismo que se encuentra recogido
en los artículos 1 y 3 de la Constitución'27’. Así, afirma el Tribunal, el derecho a la libertad
de empresa traspasa sus límites cuando es ejercido en contra de la moral y las buenas cos
tumbres, o pone en riesgo la salud y la seguridad de las personas. Consecuentemente, el
ejercicio del derecho a la libertad de empresa, para estar arreglado a derecho, ha de hacer
se con sujeción a la ley y, por ello, dentro de las limitaciones básicas que se derivan de la
seguridad, la higiene, la salud, la moralidad o la preservación del medio ambiente. Por lo
tanto, concluye el Tribunal, la prohibición de espacios públicos cerrados solo para fuma
dores, como cualquier otra limitación o restricción a la libertad de empresa, solo resultarán
constitucionales cuando dicha medida sea respetuosa del principio de proporcionalidad.
En tal sentido, debe tenerse cuidado con las limitaciones a la libertad de empresa. El
interés general simplemente declarado en una norma no legitima las restricciones que ella
impone a este derecho. Por interés general, el Estado puede limitar o prohibir el tráfico co
mercial de cocaína, y tal limitación o prohibición sería perfectamente legítima en la me
dida que es claro que el tema compromete la salud pública e incluso la seguridad. Pero si,
de igual manera, el Estado restringe o prohíbe el acceso del sector Privado a un determi
nado mercado, y esta limitación se hace por razones de política económica, tal situación
es mucho más discutible, pues en nuestro sistema la iniciativa privada es libre y solo lo
será en la medida en que se respete la libertad de empresa. Por consiguiente, no puede ha
ber política económica que no se base en este principio.
Si bien es cierto que la libertad de empresa es una de las expresiones más importan
tes de la libre iniciativa privada, es claro también que aquella ha de ejercerse de acuerdo
con una economía social de mercado y en armonía con el conjunto de libertades y dere
chos que componen el orden público económico consagrado en la Constitución. Lo que,
a nuestro juicio, significa que la libertad de empresa lleva en sí misma su limitación, de
terminada por los demás actores del mercado. Es decir, la libertad de empresa no está di
señada para satisfacer exclusivamente los intereses individuales del empresario, sino para
permitir que el sistema de economía de mercado funcione. En este sentido, sirve también
para proteger a los consumidores, a los demás empresarios, y al propio Estado. Ello nos
conduce a afirmar que el ejercicio de la libertad de empresa implica la exigencia de coor
dinar y compatibilizar los intereses particulares del empresario, con los intereses públicos
que configuran el interés general.
Por eso, afirmar que el mercado se organiza solo, es una falacia, pues precisa del De
recho, de reglas claras y de un Estado fuerte que las haga cumplir. No hay nada de nuevo
en esto, todos los pensadores y economistas liberales lo han afirmado. Poppefi28’ lo explicó
384
PRINCIPIOS GENERALES ART.59
con absoluta claridad: Si no existe primero un sistema legal no se puede tener un merca
do libre” (...)• “Solo el caos se puede desarrollar sin un sistema legal” (...). “El mercado
libre es muy importante, pero no puede ser absolutamente libre, como ninguna cosa lo es.
La libertad absoluta es un sin sentido”. La libertad solo es posible si se compatibiliza con
la de todos. Por eso, solo se es libre si se renuncia a una porción de la libertad. Por tanto,
no debe sorprender, y menos asustar, las limitaciones aplicables a la libertad empresarial.
Otra verdad aceptada, es que no todos los actores económicos tienen el mismo poder
en el mercado. De ahí la necesidad de que el Derecho y el Estado protejan a los más débi
les (consumidores, trabajadores, pequeños inversionistas, etc.). Nuestra Constitución y las
normas infraconstitucionales han consagrado y desarrollado esta protección. En tal senti
do, la consagración de la libertad de empresa como un derecho constitucional, no puede
interpretarse como primacía sobres otros derechos.
385
ART.59 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
concentra gran parte del poder político, es insensato que le demos también el poder eco
nómico. Como afirma Fricdman,2,\ concentrar el poder político y económico conduce de
una manera inexorable a la tiranía. En un Estado en el que se concentran ambos poderes
el primer sacrificado será el mercado y con él, el hombre común (consumidor). Nuestra
Constitución ha comprendido perfectamente la necesidad de separar el poder político del
poder económico, así como la necesidad de controlarlos.
(29) Cfr. FRIEDMAN, Milton y FRIEDMAN, Rose. Libertad de elegir. Grijalbo, Barcelona, 1992, p. 17.
(30) STC Exp. N° 00001 -2014-PETC, f. j. 50.
(31) STC Exp. N° 00024-2013-PI/TC, f. j. 15.
(32) Ibídem, f. j. 16.
386
PRINCIPIOS GENERALES ART.59
Se trata del tráfico mercantil, es decir, de las transacciones que realizan los operado
res en el mercado. El vínculo entre este derecho, la libertad de contratación y la propie
dad privada es inocultable, al punto de que sin el respeto de cualquiera de estos últimos,
el primero sería inviable. De otro lado, la libertad de transacción no debe confundirse con
la libertad de comercio, y esta, a su vez, con la libertad de empresa. La primera de ellas se
refiere a la facultad que tiene cualquier particular de comprar o vender en el mercado; la
segunda alude a la libertad o facultad que tienen los particulares de hacer de las transac
ciones de determinados bienes un comercio; la tercera hace referencia al conjunto de fa
cultades que implica la creación y gestión de una organización empresarial para dedicar
se a una determinada actividad económica.
(33) Este artículo establece el principio de libertad de disposición de los bienes y señala que no se puede esta
blecer contractualmente la prohibición de enajenar o gravar, salvo que la ley lo permita.
387
ART.59 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Ahora bien, con respecto al contenido esencial de este derecho, el Alto Tribunal ha
señalado que este se encuentra compuesto por dos aspectos. Por un lado, el derecho de
acceso a un puesto de trabajo. Por otro, el derecho a no ser despedido sino por causa jus
ta. Sin embargo, debe precisarse que el derecho al trabajo se manifiesta también en la li
bertad de trabajo (art. 59 de la Constitución); es decir, en el derecho que poseen todas las
personas para elegir la profesión o el oficio que deseen(36).
Así, y a partir de dichas consideraciones, podemos afirmar que el Estado no solo debe
garantizar el derecho de acceder a un puesto de trabajo o a proteger al trabajador frente al
despido arbitrario, sino que, además, debe garantizar la libertad de las personas de elegir
la actividad mediante la cual se procuran los medios necesarios para su subsistencia. En
tal sentido, el Estado debe proteger tanto al trabajador que labora por cuenta propia como
a aquel que tiene una relación de trabajo dependiente.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA"
LIBERTAD DE EMPRESA
La libertad de empresa se manifiesta como el derecho de las personas a elegir libremente
la actividad ocupacional o profesional que deseen o prefieran desempeñar: STC Exp.
N° 03330-2004-AA/TC (f. j. 11).
La creación de empresas no significa que al titular del derecho no se le pueda exigir requisito
alguno: STC Exp. N° 03330-2004-AA/TC (f.j. 16).
388
principios generales ART. 59
Q El ejercicio del derecho a la libertad de empresa debe realizarse dentro de las limitaciones
que se derivan de la seguridad, la higiene, la salud, la moralidad o la preservación del medio
ambiente: STC Exp. N° 03330-2004-AA/TC (f. j. 32).
LIBERTAD DE TRABAJO
BIBLIOGRAFÍA
ARIÑO ORTIZ, Gaspar. Principios constitucionales de la libertad de empresa. Marcial Pons, Madrid,
1995; BASSOLS COMA, Martín. Constitución y sistema económico. 2a edición, Tecnos, Madrid,
1988; COASE, Ronald. “La naturaleza de la empresa”. En: WILLIAMSON, Oliver y W1NTER,
Sydney. La naturaleza de la empresa. Orígenes, evolución y desarrollo. Fondo de Cultura Econó
mica. México, 1996; DE JUAN ASENJO, Oscar. La Constitución económica española. Centro de
Estudios Constitucionales. Madrid, 1984; FRIEDMAN, Milton y FRIEDMAN, Rose. Libertad de
elegir. Grijalbo, Barcelona, 1992; GALEANO, Eduardo. Patas arriba, la escuela del mundo a l re
vés. Catálogos, Buenos Aires, 1999; GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo. “Una nota sobre el interés
general como concepto jurídico indeterminado”. En: Revista Española de Derecho Administrativo.
N° 89, Madrid, enero-marzo, 1996; KRESALJA, Baldo. “La libertad de empresa: fundamento del
sistema económico constitucionalizado”. En: Libro homenaje a Jorge Avendaño. Fondo Editorial
de la PUCP, Lima, 2004; MONTESQUIEU, Charles - Louis de Sécondat. D el espíritu de las leyes.
Libro XI, Caps. III, IV. Tecnos, Madrid, 1985; PIPES, Richard. Propiedad y libertad, dos conceptos
inseparables a lo largo de la historia. Tumer, Fondo de Cultura Económica, México, 2002; POPPER,
Karl. La lección de este siglo. Temas Grupo Editorial. Buenos Aires, 1998; VON MISES, Ludwig.
La acción humana. Tratado de Economía. 5* edición, Unión Editorial, Madrid, 1995.
389
Artículo 60 Pluralismo económico y principio
de subsidiariedad
El Estado reconoce el pluralismo económico. La economía
nacional se sustenta en la coexistencia de diversas formas de
propiedad y de empresa.
Solo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar
subsidiariamente actividad empresarial, directa o indirecta,
por razón de alto interés público o de manifiesta conveniencia
nacional.
La actividad empresarial, pública o no pública, recibe el mismo
tratamiento legal.
CONCORDANCIAS:
G: arts. 2 ines. 2), 14), 16,43,44, 58, 59,62 y ss., 70 y ss., 84, 8* DFT; GP.Ct: art.
44 inc. 28); C.C.: art. 923; D. Leg. 662; D. Leg. 757: art. 5
En materia económica esta idea no cambia, la persona es también el centro del blo
que económico de la Constitución. La lógica de su texto, los derechos y libertades que
consagra, se hallan enderezados a proteger a la persona y facilitar su desarrollo. Y es que,
en última instancia, el plano económico es un aspecto de la libertad humana, un ámbito
fundamental, sin cuya protección resultaría muy difícil el desarrollo integral del sujeto.
390
PRINCIPIOS GENERALES ART.60
El texto del artículo 60 regula diferentes figuras legales para delimitar el rol del Estado
en la actividad económica: pluralismo económico, diversas formas de propiedad y de em
presa, principio de subsidiariedad, igualdad de trato en materia de actividad empresarial.
Veamos cada una de ellas.
(1) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución P olítica de 1993. Tomo ID, Fondo Editorial de la
PUCP, Lima, 1999, p. 234. Sobre el punto véase también OCHOACÁRDICH, César. “Bases fundamentales
de la Constitución económica de 1993”. En: Constitución de 1993. Análisis y com entarios 11. Comisión
Andina de Juristas. Lima, 1995, p. 89.
391
ART.60 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
entre sí: de un lado el reconocimiento de que pueden existir distintos tipos de empresa (...),
y de otro lado, el principio de que todas ellas recibirán trato equitativo del Estado según
su naturaleza y en los más diversos campos: económico, laboral, tributario, administra
tivo, etc. Trato equitativo no equivale a decir trato igual: pueden establecerse diferencias
por la naturaleza de las cosas, como autoriza el artículo 103”. Según esta interpretación,
el pluralismo económico vendría a ser una expresión de la libertad de empresa, y por lo
tanto esta norma reforzaría la libertad consagrada en el artículo 59.
“Asimismo este principio debe ser interpretado en concordancia con otro de equivalente
importancia, como es del (sic) pluralismo económico (primer párrafo del artículo 60
de la Constitución), que se ha desarrollado bajo el concepto de igualdad jurídica entre
los competidores, y que constituye uno de los pilares del derecho de la competencia.
Este régimen de paridad al que se someten tanto las empresas públicas como privadas,
constituye una garantía para el desenvolvimiento del tipo de mercado establecido en la
Constitución y la optimización de los principios y valores que fundamenten el Estado
democrático de derecho”(2).
Si bien esta última afirmación hecha por el Tribunal es correcta, no es a eso a lo que
se refiere el artículo 60. Lo que en realidad se pretende señalar con pluralismo económi
co, es que el Estado reconoce la diversidad de formas y dimensiones en que se puede rea
lizar actividad empresarial y, en ese sentido, adelanta que aun cuando es un principio en
nuestro sistema económico constitucional la igualdad de trato (art. 63), el mismo recono
cimiento de dicho pluralismo autoriza a dar un trato diferenciado. Piénsese, por ejemplo,
en la protección de las grandes inversiones que la propia Constitución establece median
te contrato ley (art. 62); en la protección que el Estado brinda a la pequeña empresa en to
das sus modalidades. Hablar de pluralismo económico es hablar de diferencias en las ac
tividades de mercado, y si se reconocen estas diferencias, es porque se prevé que se dará
un trato legal distinto. Decir que el Estado reconoce el pluralismo económico es afirmar
que el Derecho admitirá diferencias, y que el eventual tratamiento diferenciado que le dé
a las empresas no ofende el principio de igualdad. De ahí que no existe incoherencia en
tre la Constitución y las normas inffaconstitucionales que exigen requisitos más gravo
sos cuando los particulares pretenden ingresar a determinados sectores (v. gr. el sector fi
nanciero), o cuando se va a convocar fondos del público, como por ejemplo lo hacen las
empresas de accionariado difundido, o aquellas que emiten bonos o algún título crediti
cio. Por la misma razón, tampoco hay incoherencia cuando se protege la microempresa o
las grandes inversiones.
(2) Exp. N° 008-2003-AI/TC (11/09/2003). En\ Diálogo con la Jurisprudencia. Año 9, N° 63, Gaceta Jurídica,
Lima, 2003, pp. 221-240.
392
PRINCIPIOS GENERALES ART. 60
De ahí que nuestra Constitución reconozca y proteja las diversas formas de propie
dad que modernamente el Derecho ha inventado. Hoy, el concepto de propiedad se ha di
versificado. Por ello, no cabe hablar ya de propiedad sino de propiedades. La propiedad
moderna conoce nuevas formas y contenidos que responden mejor a las necesidades eco
nómicas de nuestro tiempo. La propiedad a la que se refiere el Derecho común es la civil,
que es aquella que encierra el concepto de dominio sobre un bien, esto es, el mayor poder
jurídico posible sobre una cosa que el ordenamiento le reconoce al individuo. No obstan
te, el concepto de la propiedad civil resulta insuficiente y hoy convive con otros tipos de
propiedad. Piénsese, por ejemplo, en la llamada propiedad intelectual con más de un siglo
de vida y que en nuestra Constitución se reconoce expresamente (art. 2, inc. 8); el deno
minado tiempo compartido o de aprovechamiento por tumos, como lo conoce la legisla
ción española; las concesiones mineras (propiedad minera); las concesiones en telecom u
nicaciones, etc. Desde luego, para poder comprender estos tipos de propiedades no deben
ser vistas con una m irada civilista, ya que en tal caso no calificarían como propiedades; de
ahí que algunos prefieran hablar no de propiedades sino de titularidades(3).
Pero, estas nuevas propiedades conocen también nuevas limitaciones, como las de du
ración, en el caso de derechos intelectuales que buscan impedir que este tipo de propie
dad sea perpetua. Recuérdese el caso de los derechos de autor, cuya propiedad se trasla
da a los herederos de este con un límite de setenta años. La razón de esta limitación es la
necesidad que tiene el hombre y la sociedad de conciliar el legítimo derecho de los auto
res de explotar económicamente su obra, y la necesidad que tiene la sociedad de liberali
zar el conocimiento.
En ocasiones, las limitaciones pueden estar referidas al plazo de vigencia del dere
cho y al cumplimiento de ciertos procedimientos administrativos para renovarlo. Tal es
el caso de los derechos industriales como las marcas, cuya vigencia es de diez años, los
(3) Véase GUTIÉRREZ CAMACHO, Walter. "Restricciones legales de la propiedad”. En: AA.VV. Cajiga
(i v i l comenta Jo. Tomo V, Gaceta Jurídica, Lima, 2003, pp. 198 y 199.
393
ART.60 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
cuales podrán renovarse por periodos iguales. Algo parecido sucede con las concesiones
mineras, que fenecen cuando no se ponen en producción dentro del término fijado por la
autoridad respectiva.
Otra limitación que tienen que tolerar estos nuevos tipos de propiedad son ciertas obli
gaciones. Así, por ejemplo, en el caso de la titularidad sobre una marca, esta tiene necesa
riamente que usarse; caso contrario, puede ser cancelada dentro de los tres años anterio
res al momento en que se solicita la cancelación. En igual sentido, si no se ha explotado
una patente por más de un año, la autoridad podrá otorgar a otra persona una licencia legal.
Posteriormente otras encíclicas papales han reiterado e incluso ampliado este prin
cipio; así:
(4) ARINO, Gaspar. Economía y Estado. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1993, pp. 62 y 63.
(5) Carta Encíclica del Sumo Pontífice Pió XI -Q uadragesim o an no- 15 de mayo de 1931.
394
PRINCIPIOS GENERALES ART.60
- En Sollicitudo rei socialis se dice: “Es menester indicar que en el mundo actual,
entre otros derechos, es reprimido a menudo el derecho de iniciativa econó
mica. No obstante eso, se trata de un derecho importante no solo para el indivi
duo en particular, sino además para el bien común. La experiencia nos demues
tra que la negación de tal derecho o su limitación en nombre de una pretendida
‘igualdad’ de todos en la sociedad, reduce o, sin más, destruye de hecho el es
píritu de iniciativa, es decir, la subjetividad creativa del ciudadano. En con
secuencia, surge, de este modo, no solo una verdadera igualdad, sino una ‘ni
velación descendente’. En lugar de la iniciativa creadora nace la pasividad, la
dependencia y la sumisión al aparato burocrático que, como único órgano que
‘dispone’ y ‘decide’ -aunque no sea ‘poseedor’- de la totalidad de los bienes y
medios de producción, pone a todos en una posición de dependencia casi abso
luta, similar a la tradicional dependencia del obrero-proletario en el sistema ca
pitalista. Esto provoca un sentido de frustración o desesperación y predispone a
la despreocupación de la vida nacional, empujando a muchos a la emigración y
favoreciendo, a la vez, una forma de emigración ‘psicológica’”*7*.
Por último, más recientemente en Centesimus annus se expone: “Existe cierta
mente una legítima esfera de autonomía de la actividad económica, donde no
debe intervenir el Estado. A este, sin embargo, le corresponde determinar el
marco jurídico dentro del cual se desarrollan las relaciones económicas y salva
guardar así las condiciones fundamentales de una economía libre, que presupo
ne una cierta igualdad entre las partes, no sea que una de ellas supere talmente
en poder a la otra que la pueda reducir prácticamente a esclavitud”*8*.
Como se ve, la doctrina social de la Iglesia precisa y desarrolla el principio de sub-
sidiariedad del Estado, incluso en materia económica. Sin embargo, los alcances de este
principio son susceptibles de interpretación, pudiendo ir desde un total abstencionismo
estatal en la actividad empresarial, hasta un sistema que compatibilice la coexistencia de
la iniciativa privada y la actuación del Estado. Conviene acotar que para la doctrina social
de la iglesia, el principio de subsidiariedad no hace abandono de la regla del bien común
que persigue el Estado, sino que, precisamente, y por el contrario, implica afirmar que un
(6) Carta Encíclica de su Santidad Juan XXIII -P a cem in terris-. Sobre la paz entre los pueblos que ha de
fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad, 11 de abril de 1963.
(7) Carta Encíclica del Sumo Pontífice Juan Pablo II -S ollicitu do rei so c ia lis- 30 de diciembre de 1987.
(8) Carta Encíclica del Sumo Pontífice Juan Pablo II -C entesim us annus- En el centenario de la Rerum N o -
varum - 1 de mayo de 1991.
395
ART.60 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
bien común exige que el Estado no tenga directamente a su cargo lo que, con buen resul
tado, puede ser realizado por los particulares,9).
(9) Cfr. BIDART CAMPOS, Germán. Doctrina social de la Iglesia y Derecho Constitucional. Ediar, Buenos
Aires, 2003, p. 115.
(10) STC Exp. N° 01535-2006-PA/TC, f. j. 14.
(11) Ibídem, f. j. 16.
(12) Ibídem, f.j. 17.
396
principios generales ART.60
Subsidiariedad no significa que el Estado debe actuar lo menos posible o, peor aún,
que no deba actuar; implica, tan solo, que su actuación es distinta, que esta se dará no
como actor o competidor de los particulares, pues su tarea es proteger el interés general
no sustituir a los agentes en el mercado o recortarles su libertad económica. No cree
mos que desde la perspectiva de nuestra Constitución se le haya reservado al Estado
un modesto papel en la economía. Ser el creador y garante del orden público, el sopor
te de las instituciones, el regulador de la actividad económica, no es en modo alguno
un modesto papel.
(13) Fxp. N° 008-2003- AI/TC (11/09/2003). En: Diálogo con la Jurisprudencia. Año 9, N° 63, Gaceta Jurídica,
Lima, 2003, pp. 221-240.
397
ART.60 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
c) Garantizar la seguridad necesaria para que los particulares puedan trabajar, rea
lizar sus transacciones y concretar sus iniciativas económicas.
d) Promover y proteger los derechos de los consumidores.
12. Por su lado, la función de garantizar la seguridad que tiene el Estado, es vital para
el desarrollo de la economía. Esta obligación va más allá de la tradicional visión que te
nemos de la seguridad. Dicha función es una suerte de mecanismo que mejora la eficien
cia distributiva al compartir mejor los riesgos. La función del Estado de brindar seguri
dad, implica el mejoramiento de la productividad económica a mediano y a largo plazo,
alentando el comportamiento de riesgo en general.
(14) Cfr. CHANG, Ha-Joon. El papel del Estado en la economía. Ariel, México, 1996, pp. 80 y 81.
398
PRINCIPIOS GENERALES ART.60
13. Por otro lado, es una falacia considerar que cuando el Estado actúa en igualdad de
condiciones que los particulares, sin privilegios y sin exclusivismos (esto es, respetando la
competencia), la iniciativa pública resulta siempre lícita como un agente más del merca
do. Es una falacia, porque la empresa pública actúa siempre -aunque se diga lo contrario-
en situación de privilegio frente a la privada: privilegios de financiación con fondos públi
cos, privilegios crediticios (en condiciones especiales y con aval del Estado), ampliaciones
de capital para absorber los déficit y, en no pocos casos, también privilegios jurídicos05).
399
ART.60 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Asi, el articulo 1 del Decreto Supremo N° 088-2001-PCM estableció que para desa
rrollar actividades de comercialización de bienes y servicios, y para efectuar los cobros
correspondientes a los ciudadanos, las entidades del sector Público requieren contar con
autorización de ley expresa, señalándose que el titular de la entidad correspondiente cau
tela que dichas actividades se sujeten a las limitaciones y condiciones impuestas por la
Constitución y la ley que autoriza su desarrollo. Por su parte, el artículo 8 prescribe que
la utilización de recursos públicos o del patrimonio del Estado para la realización de ac
tividades comerciales no autorizadas por ley expresa por parte de las entidades del sector
Público, se encuentra prohibida. Y finalmente, el artículo 10 señala que para los efectos
de la referida norma se entiende por “actividades comerciales” la venta o alquiler de bie
nes o serv icios que no son suministrados en exclusividad por las entidades del sector Pú
blico, independientemente de que sean o no producidos por la misma entidad, y que ge
neralmente se brindan en condiciones de competencia con el sector Privado.
15. Con estas normas se pretendió armonizar la actividad empresarial del Estado con
lo establecido en el segundo párrafo del artículo 60 de la Constitución, para lo cual se in
tentó desarrollar los tres requisitos necesarios -y concurrentes- que facultan al Estado a
participar en la actividad empresarial del país, los cuales son:
400
PRIN CIPIO S G EN E R A LES
ART. 60
b) Ley autoritativa expresa.- Este requisito supone la existencia de una ley for
malm ente aprobada por el Congreso de la República, que autorice la realiza
ción de una actividad comercial por parte de una entidad estatal. No es admisi
ble otra interpretación de la exigencia constitucional, pues solo la norma formal
perm ite un verdadero control de la actividad empresarial del Estado.
El Congreso es el órgano competente para determinar si se cumplen los otros dos
requisitos de fondo para la intervención del Estado en la actividad empresarial.
El requisito de ley expresa no se refiere pues, a una simple ley material, es de
cir, a cualquier otra norm a incluso de menor jerarquía para autorizar el ejerci
cio de la actividad empresarial por parte del Estado, sino a una ley formal ema
nada del Poder Legislativo.
c) Alto interés público o manifiesta conveniencia nacional.- Este requisito tie
ne como finalidad evitar que el Estado distraiga recursos públicos en el desarro
llo de actividades que no son prioritarias, siendo de competencia del Congreso
determ inar cuándo se está ante una situación de interés público o de manifiesta
conveniencia nacional que alcance a toda o a gran parte de la población y que
justifique la intervención del Estado en la actividad económica del país.
El incumplimiento de estos requisitos por parte del Estado no solo ocasiona per
juicios económicos a la empresa privada, sino que, además, quebranta la Cons
titución y trasgrede un derecho fundamental como es el de la libre iniciativa
privada.
J u r is p r u d e n c ia r e l a c io n a d a *
H La subsidiariedad del Estado debe ser entendida como una función supervisora y correctiva
o reguladora del mercado: STC Exp. N° 07320-2005-PA/TC (f. j. 8).
H El principio de subsidiariedad del Estado tiene dos dimensiones: una vertical y otra hori
zontal: STC Exp. N° 07320-2005-PA/TC (f. j. 9).
|f| El principio de subsidiariedad más que un mecanismo de defensa contra el Estado resulta ser
un instrumento para la conciliación de conflictos: STC Exp. N° 00008-2003-Al/TC (f. j 22)
401
ART.60 DEL RÉG IM EN ECONÓM ICO
Nuestro régimen económico basado en una economía social de mercado busca el justo
equilibrio entre el principio de subsidiariedad social y solidaridad social: STC Exp.
N° 00034-2004-AI/TC (f. j . 28).
Las acciones del Estado deben estar vinculadas al fomento, complementación, integración
o sustitución, en vía supletoria, de la libre iniciativa privada: STC Exp. N° 00008-2003-AI/
TC (f. j. 23).
BIBLIOGRAFÍA
ARINO, Gaspar. E conom ía y Estado. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1993; BIDART CAMPOS,
Germán. D octrina social de la Iglesia y Derecho Constitucional. Ediar, Buenos Aires, 2003; CHANG,
Ha-Joon. E l p a p e l del Estado en la economía. Ariel, México, 1996; GUTIÉRREZ C., Walter. “Res
tricciones legales de la propiedad”. En: AA. W . Código Civil comentado. Tomo V, Gaceta Jurídica,
Lima, 2003; OCHO A CÁRDICH, César. “Bases fundamentales de la Constitución económica de
1993”. En: Constitución de 1993. Análisis y comentarios II. Comisión Andina de Juristas, Lima,
1995; RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. Tomo III, Fondo
Editorial de la PUCP, Lima, 1999.
402
Artículo 61 R egu lación con stitucional de los m onopolios
y protección de la libre com petencia
E l Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda
práctica que la limite y el abuso de posiciones dominantes o
monopólicas. Ninguna ley ni concertación puede autorizar ni
establecer monopolios.
La prensa, la radio, la televisión y los demás medios de expre
sión y comunicación social; y, en general, las empresas, los
bienes y servicios relacionados con la libertad de expresión y
de comunicación, no pueden ser objeto de exclusividad, mo
nopolio ni acaparamiento, directa ni indirectamente, p o r parte
del Estado ni de particulares.
CO NCORDANCIAS:
C.: art. 60, 8a DFT; C.P.Ct: art. 44 inc. 28); D. S. 030-2019-PCM; D. Leg. 757: art
4; D. 285
La Constitución de 1979 prohibió los monopolios(1). No solo fue una norma incum
plida, sino imposible de cumplir. Los monopolios existieron durante toda su vigencia.1
(1) Artículo 133.- Están prohibidos los monopolios, oligopolios, acaparamientos, prácticas y acuerdos res
trictivos de la actividad industrial y mercantil. La ley asegura la normal actividad del mercado y establece
las sanciones correspondientes.
403
A K T .é l DEL RÉGIM EN ECONÓM ICO
La percepción del m onopolio com o algo im plícitam ente m alo llevó a que se eleva
ra a nivel constitucional la prohibición de su existencia. Pero el monopolio y el olieopo-
lio continuaron existiendo. En la m ayoría de casos, fue el propio Estado el que los creó v
m antuvo través de lim itaciones a la libre com petencia (barreras a la importación, licen
cias de exclusividad, etc.), em presas públicas o reservas o actividades llamadas ‘'estraté
gicas"- .Así el Estado prom ovía con una m ano lo que criticaba abiertam ente con la otra.
C arece de sentido prohibir los m onopolios a rajatabla y ese fiie claram ente un error
de la C onstitución del 79. El m onopolio o el oligopolio no solo pueden no ser perjudi
ciales, sino que, incluso, cuando son consecuencia de las preferencias informadas de los
consum idores íes decir de las decisiones de los soberanos del m ercado) son beneficiosos.
Las regulaciones antim onopólícas han ido com prendiendo poco a poco este fenóme
no y con ello la prohibición del m onopolio o del oligopolio ha ido desapareciendo de la
m ayoría de textos constitucionales y legislaciones en el m undo. Ello, en parte, por un m e
jo r entendim iento del fenóm eno que llevó a desm itificar la idea de que se trataba de algo
p er se reprobable, y en parte, por la constatación em pírica de que la realidad económica
prim aba sobre la norm a legal.
Lo que se prohíbe, del lado de las em presas, son dos conductas: el abuso de posición
de dom inio y las prácticas restrictivas o lim itativas de la libre com petencia. Y del lado del
Estado se prohíbe la creación o fom ento de los llam ados m onopolios legales, que son los
únicos prohibidos en el texto constitucional<2).
En el prim er caso, la posición de dom inio no está penalizada. Sí lo está el abuso de tal
posición. L a Constitución no es ciega al hecho de que una em presa con posición de domi
nio tiene una inm ensa capacidad para causar daños a sus com petidores y con ello limitar
las opciones de los consum idores. Confía, com o principio general, en los mecanism os de2
(2) Arüculo 61.- El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda práctica que la limite y el
abuso de posiciones dominantes o monopólicas. Ninguna ley ni concertación puede autorizar ni establecer
monopolios.
La prensa, la radio, la televisión y los demás medios de expresión y comunicación social; y. en general, las
empresas, los bienes y servicios relacionados con la libertad de expresión y de comunicación, no pueden
ser objeto de exclusividad, monopolio ni acaparamiento, directa ni indirectamente, por parte del Estado
ni de particulares.
404
PRINCIPIOS GENERALES ART. 61
la propia competencia para acabar con los monopolios ineficientes o que no respondan a
economías de escala que generen eficiencias. Para nadie es un secreto que el monopolio
está en capacidad de elevar el precio por encima de los niveles del precio que se genera
ría en condiciones de competencia. Si lo hace estará obteniendo ganancias importantes.
Pero, por otra parte, dichas ganancias generan incentivos para que nuevos competidores
entren al mercado. El precio monopolístico genera, aunque suene paradójico, presiones
competitivas, es decir, que contiene el germen de su propia desaparición. En consecuen
cia, en el largo plazo, el monopolio será eliminado salvo en el supuesto que sea la mejor
manera de producir un bien o servicio.
El mercado también es enemigo de los carteles. Las ganancias adicionales que los in
tegrantes de un cartel obtienen por esta vía, crean incentivos para la entrada de nuevos
competidores o para que los propios integrantes del cartel rompan el mal llamado “pacto
de caballeros” y cobren precios menores, sobre todo aprovechando que los acuerdos adop
tados no son legalmente exigibles (su cumplimiento no puede ser demandado ante una
Corte o ante ninguna autoridad) precisamente por ser consecuencia de una práctica ilícita.
La Constitución elimina así aquello que fue realmente el mal de los últimos años: aquel
monopolio que no podía ser destronado por los mecanismos de mercado precisamente por
que se amparaba en la ley que en lugar de perseguirlo lo protegía.
405
ART.61 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
Unos (como lo hizo la Constitución peruana del 79) han establecido en sus textos
constitucionales la prohibición abierta a la existencia de monopolios. Dentro de esa vi
sión se usa un argumento relativamente simple: los monopolios son malos. Si son malos
hay que prohibirlos. Pero estos sistemas han quedado atrapados en un imposible que ha
conducido a las legislaciones y a la jurisprudencia a efectuar verdaderos “malabarismos
conceptuales” para salvar una prohibición tan irreal como derogar la Ley de la Gravedad.
Podem os todos coincidir que la congestión de tráfico en las calles es una situación in
deseable y todos quisiéramos que no se diera. La congestión de tráfico genera pérdida de
tiempo, desperdicio de recursos, accidentes de tránsito, contaminación ambiental y m u
chas otras situaciones similares. Pero la congestión del tráfico no es una conducta, es una
situación. Esa situación es causada por numerosos factores. Cada conductor que decide
sacar su automóvil a la calle contribuye, sin quererlo, a generar tráfico. Cada deseo de via
je, que lleva a generar demanda de transporte público, hace lo mismo. Cada decisión de
no ampliar la infraestructura vial o no reparar un semáforo o parchar un bache contribuye
a más congestión. La forma de conducir los vehículos es otro factor. El tráfico no depen
de de nadie pero a su vez depende de todos.
¿Se imagina el lector una norm a en la Constitución que prohíba la congestión de tráfi
co? Sería la norma más incum plida y correría una suerte sim ilar al artículo 133 de la Cons
titución de 1979. Y es que cuando se prohíbe la generación de una situación que se gene
ra por la conjunción de diversos factores, ninguno de los cuales puede por sí solo generar
el problem a pero contribuye a que ocurra, no se va a ninguna parte.
406
PRINCIPIOS G EN E R A LES
ART.61
Cuando la Ley quiere aliviar los problem as que genera el tráfico, no prohíbe la con
gestión. En la práctica no podría hacerlo. Solo regula algunas conductas para m inimizar
el riesgo de que ocurra la congestión y los daños que el tráfico genera una vez que este se
presenta. Y entonces se dan las normas de tránsito, cuyo objetivo es precisamente lidiar
con una situación que, todos sabem os, es en realidad inevitable, al menos si basamos el
intento de evitarlo en una m era declaración de la Ley o de la Constitución.
En esa línea una prohibición de una situación como el monopolio, la congestión del
tráfico, el hambre o la pobreza es una norma ilusa, pues es una prohibición sin obliga
do determinado. N adie puede ser culpado, y menos sancionado, de un resultado que es
consecuencia de una serie de factores diversos, muchos de los cuales no puede controlar.
Pero además el m onopolio puede ser positivo para la economía. Cuando se produce
una situación de monopolio, si la empresa sube sus precios siembra el germen de la des
trucción de su monopolio, pues indica que lo que produce es escaso y, por lo tanto, quien
entra a producir o vender lo mismo ganará más. El resultado es la entrada de nuevos com
petidores que darán más opciones y con ello reducirán los precios. El m onopolio puede
ser parte de ese proceso dinámico que contribuye a asignar correctamente los recursos.
407
ART. 61 DEL R É G IM EN EC O N Ó M ICO
Pero si los com petidores no pueden entrar a com petir con este m onoproductor a pesar de
sus precios, es porque probablem ente sea m uy superior a ellos en térm inos de eficiencia.
Prohibirle el m onopolio sería com o atar plom os a los pies a un jugador de fútbol de ex
cepcional habilidad solo para que los dem ás puedan quitarle la pelota o el suplente pue
da entrar a reem plazarlo. Dudo m ucho que la com petencia futbolística se vería beneficia
da con tal m edida. Y tam poco lo sería la com petencia económ ica.
Lo que sí nos debe preocupar es el supuesto en que, producido el m onopolio, las barre
ras estatales o privadas de acceso perpetúen el m onopolio e im pidan que el m ercado gene
re una estructura com petitiva. Por eso es tan im portante, po r un lado, prohibir el m onopo
lio legal, es decir, el m onopolio creado por el Estado y, en segundo lugar, prohibir ciertas
prácticas em presariales que contribuyen a distorsionar la com petencia y la entrada o per
m anencia de com petidores en el m ercado a través de m ecanism os indebidos.
Por ello, tal com o nos recuerda Ross en la siguiente cita, no preocupa tanto el m ono
polio, sino el carácter indebido del m edio por el que se alcanza o defiende:
“ [E]l elem en to final del intento de m o n o p o lizació n req u iere d em o strar que el
dem andado se involucró en una conducta indebida. D ado que la m era tenencia de
un m onopolio no es ilegal bajo la Sección 2 (de la Sherm an A ct), el m ero intento
de alcanzar tal poder no puede ser prohibido. P or el contrario, el dem andado debe
haberse involucrado en una conducta que, de ser exitosa, pueda ser caracterizada
com o u n a ad q u isic ió n ‘in te n c io n a l’ de p o d e r m o nopólico. E l dem andado que
inventa un nuevo producto puede estar intentando asegurar su m onopolio m ediante
innovación, pero dicha conducta obviam ente no puede constituir un intento ilegal
de m onopolización”(4).
Com o bien dice Baldo Kresalja:
“[N]o deben confundirse las lim itaciones a la com petencia que nacen de la competencia
m ism a de las que tienen su origen en una práctica destinada expresam ente a ese fin,
(3) BORK, Robert. The antitrustparadox, Maxwell Macmillan, New York, 1993, p. 178.
(4) ROSS, Stephen. Principies o f antitrust law. The Foundation Press, New York, 1993, p. 101.
408
PRINCIPIOS G EN E R A LES
ART. 61
pues mientras las prim eras son la esencia misma del sistema competitivo; las segundas
son una perversión del sistem a y constituyen el objeto del Derecho antitrust (...)”(5)-
Irwing Kaufman, el fam oso juez norteamericano que resolvió el caso United States
v. Alcoa(6) decía:
“(...) el com petidor exitoso, al que se le ha exigido competir, no debe ser castigado
si es que gana” .
Es que no hay que perder de vista el impacto invisible de prohibir el monopolio. Nor
malmente solo nos fijamos en la consecuencia ocurrida cuando el monopolio se da y el ti
tular de dicho m onopolio abusa del m ismo, eleva los precios y limita las opciones de los
consumidores, pero perdem os de vista cuánto perdería la sociedad si se redujeran los in
centivos para com petir m ediante la penalización del crecimiento empresarial.
Esa línea explica, como bien dice Kresalja, la perspectiva adoptada por la doctrina
moderna del Derecho de la competencia, la que ha desarrollado con un alto nivel de sofis
ticación el concepto de abuso de posición de dominio en el mercado:
“Declarar que una em presa tiene una posición dominante no es por sí mismo un
reproche sino simplemente significa que, sin tener en cuenta las razones por las que
tiene posición dominante, la empresa de que se trata tiene una responsabilidad especial
de no perm itir que su conducta impida una competencia genuina y no falseada en el
Mercado Común”(8).
(5) KRESALJA, Baldo. “La reserva de actividades económicas a favor del Estado y el régimen de los
monopolios en las Constituciones de 1979 y 1993”. En: tus et Veritas. N° 22, p. 299.
(6) 148 F.2d 416 (2d Cir. 1945).
(7) KRESALJA, Baldo. Ob. cit., p. 295.
(8) Asunto 322/81 Michelin c. Comisión (1983). Rep. 3461.
409
ART.61 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
La legislación de libre com petencia fue denominada en sus orígenes (y aún con
serva el apodo) de ‘legislación antim onopolios”. Es importante notar dos elementos de
esta terminología. La prim era es que denota una posición antagónica contra la existen
cia de los monopolios en sí mismos. Así, según esa term inología la legislación comba
te el monopolio.
Esta omisión tiene además un sesgo ideológico claro. Note el lector que el propio
artículo 133 se escabulle del uso del término “libre competencia” para tener una redac
ción forzada y poco precisa al referirse a “prácticas y acuerdos restrictivos de la activi
dad mercantil”.
410
PRINCIPIOS GENERALES
ART.61
La situación cam bia radicalm ente con el texto constitucional de 1993, casi como
si hubieran pasado cien años entre un texto y el otro. El artículo 61 de la Constitución
establece:
“Artículo 61.- El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda práctica
que la limite y el abuso de posiciones dominantes o monopolios.
Varios puntos son destacables. El primero es que no hay prohibición del monopolio,
sino la creación de una obligación del Estado de facilitar y vigilar la libre competencia (ya
usa ese término evadido en el texto de 1979). Así, su labor principal es promover la com
petencia antes que perseguir monopolios.
En tercer lugar, prohíbe el monopolio legal como única forma de monopolio vedada
por la Constitución. Esta última parte recoge un texto algo confuso, por las referencias a
concertaciones que crean monopolios, cuando las concertaciones no tienen nada que ha
cer con acumular poder de mercado en un monopolio, sino el limitar la competencia para
que varios, mediante un acuerdo, se beneficien de cargar precios más altos.
En realidad existe otro supuesto prohibido, en el segundo párrafo del artículo 61, re
ferido al monopolio de los medios de comunicación, pero ello, más que por razones de
competencia pura, se centra en una regla que garantice el ejercicio plural de la libertad de
expresión. Así se filtra en la norma que regula la competencia, la intención de regular un
supuesto que obedece a objetivos distintos. Lo cierto es que se origina en una preocupa
ción injustificada. En ciertos medios, como los periódicos, los costos de entrada son re
lativamente bajos, con lo que pensar en monopolización es virtualmente imposible. En el
caso de otros medios de comunicación (como radios o televisión abierta) el acceso al mer
cado puede depender de asignación de espectro radioeléctrico. Sin embargo ello puede ser
controlado con la norma que prohíbe la asignación de monopolios legales. Dado que el
espectro radioeléctrico es asignado por el Estado, sería la conducta de este o la deficien
te regulación de los mecanismos de asignación lo que podría ser cuestionable. Dicha con
ducta estaría prohibida por la Constitución vigente en su primer párrafo.
Pero quizás lo más importante es que con el desarrollo de Internet y los sistemas de
televisión y radio por cable, donde el acceso a la información y el ejercicio de la libertad
de expresión tienen costos cercanos a cero, la preocupación constitucional del segundo
párrafo del artículo 61 parecería carecer de todo fundamento, quedando como una suerte
de “fósil” jurídico rezago de una situación anterior ya superada por el avance tecnológico.
411
ART.61 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
En esa línea había que seguir una línea restrictiva de la aplicación del segundo pá
rrafo que considere, al momento de evaluar su existencia, las condiciones creadas por la
tecnología para redefinir los mercados relevantes y la posible existencia (hoy casi impo
sible de alcanzar) de contar con un monopolio de los medios en los que se ejerce la liber
tad de expresión.
“En las normas constitucionales peruanas del siglo XX, el régimen de los monopolios
ha evolucionado, pasando de una prohibición contra los monopolios privados a su
aceptación tácita. Se reconoce así que la concentración de poder económico en manos
privadas no es siempre algo negativo o sancionable, siendo lo propio vigilar que ello
no termine perjudicando a los consumidores, más aún cuando el éxito empresarial,
en algunos casos, puede responder al reconocimiento que los propios consumidores
otorgan a las empresas que mejor atienden sus necesidades”(9)10.
Conviene hacer una breve referencia a los dos modelos de legislación de competencia
más importantes del mundo: el sistema norteamericano, que regula estos temas en la lla
mada Sherman Act, dictada a finales del siglo XIX, y el sistema europeo que regula este
tema en los artículos 85 y 86 del Tratado de Roma. Ninguno de estos sistemas ha prohi
bido a rajatabla el monopolio, sino las prácticas abusivas. Los órganos que han aplicado
estas regulaciones se han mantenido precisamente en esa línea.
412
PRINCIPIOS GENERALES ART. 61
Prohibir un monopolio legal es imponer tanto al Poder Legislativo como al Poder Eje
cutivo, una limitación constitucional a la creación, sean decisiones legislativas, reglamen
tarias o administrativas, de barreras de acceso al mercado que no guardan relación con las
preferencias de los consumidores.
Así, pueden caer dentro de esa prohibición de monopolio legal una Ley que estable
ce que solo podrá entregarse una actividad productiva a un número determinado de com
petidores, o crear reglas que exijan requisitos tan absurdos para desarrollar una actividad
que solo un número limitado de empresas pueden cumplirlas.
Por ello, son de una precisión admirable las palabras del jurista peruano Francisco
García Calderón quien en 1879 (hace más de un siglo y varios años ante de la promulga
ción de la Sherman Act en los Estados Unidos) al hablar de la causa principal de los mo
nopolios, señaló:
“ [T]oda m edida que lim ita la lib ertad de in d u stria, trae com o c o n se c u en c ia el
m onopolio: la form ación de grem ios y m atrículas, la im posición de contribuciones
industriales, las vejaciones hechas a los vendedores en las ferias y m ercados, y otras
413
ART.61 DEL RÉGIM EN ECONÓM ICO
(12) GARCÍA CALDERÓN, Francisco. D iccion ario d e la legislación peruana. 2* edición, París/Lima, p. 1375.
(13) Por ello es de destacarse la regulación que contiene el articulo 14.3 del Decreto Legislativo N° 1044, que,
desarrollando el principio de subsidariedad de la actuación del Estado, regulada en el articulo 60 de la
Constitución, considera un acto de competencia desleal el que el Estado desarrolle actividad no subsidiaria.
414
PRINCIPIOS G EN E R A LES
ART.61
Esto hace no solo que los precios bajen, sino que se utilicen una cantidad m enor de
recursos para producir lo m ism o. Eso significa m ayor bienestar social con un m ejor uso
de los recursos. Ello claram ente favorece a los consumidores:
“ [E]l a n titru st no debe in te rfe rir con ningún tam año de em presa creado por
crecimiento interno y esto es verdad sin im portar cuando el resultado es un monopolio
o un oligopolio. La m ayor probabilidad es que cualquier interferencia como esa
desencadenará una pérdida neta en el bienestar de los consumidores”04*.
Lo que m uestran estos elementos es lo difícil que puede ser determinar cuándo un
monopolio real o aparente, afecta negativamente a los consumidores. Y dada esa dificul
tad se corre un riesgo notable que la prohibición a rajatabla de los monopolios sea peor
para los consumidores.
415
ART.61 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
escala, es decir, eficiencias derivadas del tamaño de la estructura productiva. Así lo ex
plican Areeda y Kaplow:
“Los costos resultantes del precio monopolístico serán en ocasiones menores que
los ahorros de costos generados por tal precio. Imaginemos la creación de un mono
polio en un m ercado tan pequeño en relación con la escala eficiente de producción
que una sola em presa tendría costos mucho menores que los que se enfrentaría con
más de una em presa -m uchos más bajos, incluso, cuando el actual precio mono
polístico que m axim iza utilidades está incluso debajo que el precio competitivo.
Sim plem ente, el bienestar económico de la sociedad será m ayor si el m onopolio es
perm itido a si es prohibido y en consecuencia, en un análisis económico, valoriza
mos la com petencia porque promueve eficiencia, el monopolio debe ser permitido,
incluso prom ovido”(16).
En una economía pequeña como la peruana alcanzar economías de escala implica par
ticipaciones porcentuales mayores en el mercado local. Solo así es posible que las empre
sas puedan competir con empresas transnacionales o que provienen de mercados que, por
su tamaño, les permiten alcanzar economías de escala.
(15) AREEDA, Phillip y KAPLOW Louise. Antitrust analysis. Little, Brown and Company, Boston, p. 32.
(16) POSNER, Richard. Antitrust law. The University of Chicago Press, Chicago, 1976, p. 22.
416
PRINCIPIOS g e n e r a l e s
ART. 61
Como ya se vio, ejecutar una prohibición como la que es objeto de discusión implica
definir para cada industria comprom etida tanto el mercado relevante geográfico como el
de producto. Pero además hay que hacerlo continuamente porque las condiciones de mer
cado cambian dinámicamente. El costo de un sistema de monitoreo continuo de todas las
industrias es prohibitivo.
Solo a título de ejemplo, se puede referir a los inmensos costos que generan los sis
temas de control de fusiones en donde se han implementado, costos que difícilmente ju s
tifican los supuestos beneficios que generan. Estos costos no son solo los que se generan
para la actividad estatal que debe desarrollarse, sino los que un sistema como este genera
para las empresas que tienen que satisfacer sus exigencias y asumir la incertidumbre de
las decisiones discrecionales de la Administración Pública.
En esa línea prohibir los monopolios no es solo absurdo, sino económicamente irrea
lizable. Sin duda implicará embarcarse en una actividad no solo imposible de cumplir,
sino que tendrá costos que claramente superarán los inciertos beneficios que supuesta
mente generaría.
Este caso se originó en una decisión del Tribunal del Indecopi en un expediente de
Competencia Desleal. Rovic se dedicaba a la venta de agua pura. Pero a diferencia de
otras marcas la envasaba en el mismo punto de venta mediante unas máquinas especiales.
Para ello usaba dos modalidades. Parte de sus ventas era agua envasada antes de la llega
da del consumidor, quien adquiría el envase ya rellenado. Para ello usaba algunos enva
ses registrados como marcas por otras compañías competidoras. Pero la segunda modali
dad consistía en que el propio consumidor traía su envase y este era rellenado en el punto
de venta. En muchas ocasiones los consumidores traían envases registrados como marcas
por competidores de Rovic.
417
A R T .61 D E L R É G IM E N E C O N Ó M IC O
El T ribunal estableció:
% -)
d) A diferencia de los criterios utilizados p o r la ju risd icció n adm inistrativa, este Tri
bunal considera inconstitucional el que se p retenda cuestionar la v enta de agua R ovic
en recipientes directam ente proporcionados por los consum idores, utilizando para
ello la m odalidad de relleno de b idones en los lugares de expendio (...). P ara arribar
a dicha conclusión, este C olegiado asum e que son los consum idores de un producto
quienes, tras haberlos adquirido librem ente en el tráfico com ercial, se convierten en
propietarios absolutos del envase o recipiente que lo contenía y, p o r lo tanto, son
los únicos que pueden decidir acerca de la utilidad que le otorgan o el destino que
le im ponen dentro o fuera del m ism o tráfico com ercial en el que lo adquieran, resu l
tando inadm isible en dicho contexto que, p o r intereses com erciales que no son de
su incum bencia, se pretenda privarlos de una libertad tan elem ental com o es la libre
disposición de su propiedad. L a resolución cuestionada pretende reducir el pro b le
m a a u n asunto de estricta com petencia desleal im poniendo restricciones de venta.
Sin em bargo, debe adm itirse que lo que im pone a la em presa sancionada no es una
restricción con im plicancias en estricto em presariales o vinculadas a su sola esfera
de desenvolvim iento, sino una p rohibición que afecte a los consum idores, quienes,
no obstante ser propietarios de un envase o recipiente, se encuentran con que, so
pretexto de un conflicto em presarial, vean enervada o neutralizada su utilidad. Lo
que es m ás delicado aún, es que ni siquiera se tom a en cuenta su opinión, a través de
sus entes corporativos, sea a favor o en contra del sistem a de venta im plem entado y
de las eventuales ventajas que con él obtienen.
e) En la alternativa de ver sancionada a una em presa por una presunta com petencia
desleal y la de privilegiar los derechos que les asiste a los consum idores com o propie
tarios de un envase cuyo producto original librem ente adquirieron y posteriorm ente
consum ieron, este Colegiado no encuentra térm ino m edio. Son indefectiblem ente estos
últim os quienes m erecen la protección o el privilegio de ponderar en su favor, pues, de
otro m odo, se llegaría al absurdo que las reglas del m ercado se colocarían por encim a
de la protección a la persona, en abierto desconocim iento de la lógica proclam ada
desde el artículo 1 de nuestra N orm a Fundam ental. L a C onstitución contiene reglas
explícitas en tom o a la libre com petencia que no adm iten discusión, pero de allí a
pensar que las norm as que regulan tal libertad pueden ser interpretadas aisladam ente
y que el estatus de los consum idores debe lim itarse a un papel absolutam ente pasivo
418
PRINCIPIOS GENERALES ART. 61
dentro del marco de las relaciones económicas, hay una enorme distancia que este
Tribunal no puede ni debe ignorar.
f) Queda claro, en todo caso, que el rol de consum idor es para ser desempeñado
como tal, al igual que el de propietario forzoso de los bienes que acompañaron al
producto consumido. En ese sentido, la facultad de libre disposición a la que se
refiere este Tribunal no es para com ercializar los envases con fines lucrativos, sino
con propósitos estrictamente personales de uso y libre disposición. Por consiguiente,
no es igual que los consum idores decidan usar o vender los envases o recipientes en
tanto son de su propiedad (lo que es absolutamente lícito), que decidir ellos mismos
com ercializar con productos nuevos en su interior como si se tratara de otro que
se desea introducir en el mercado. La protección que este Tribunal reconoce a los
consum idores se limita a su rol de destinatario fundamental del modelo económ i
co como usuario final de los productos ofertados en el mercado, quienes, como
ha quedado establecido, no deben ver privado o limitado su derecho de disponer
libremente de su propiedad”.
Si bien el razonamiento es correcto, el Tribunal parece sugerir una suerte de conflicto
entre las reglas de libre competencia y las de protección al consumidor, que debe resolverse
a favor del derecho de los consumidores. Sin embargo, como ya hemos explicado, ello es un
mero espejismo formal, pues una correcta aplicación de las normas de competencia debería
tener los intereses de la competencia y de los consumidores perfectamente alineados08).
En realidad la protección a la competencia es la protección del consumidor, pues lo que
orienta la aplicación de la normativa de libre competencia, como ya hemos visto, es
el derecho de elección del consumidor. Sin perjuicio de este problema de precisión, la
decisión del Tribunal Constitucional efectivamente visualizó que el derecho de elección
de los consumidores (sumado al derecho de propiedad sobre los envases) se afectaba si
no se les dejaba rellenar sus bidones.
“El concepto de libre competencia al que apunta la Constitución Política del Perú se
adscribe al cuadro más amplio de la libertad económica. Como tal supone dos aspectos
esenciales:
a) La libertad de acceso al mercado por parte de los diversos agentes económicos.
b) La libertad de iniciativa o actuación dentro del mercado.18
(18) Quizás la confusión del Tribunal provenga de que estamos ante un caso de competencia desleal y no de
libre competencia, lo que parece resaltar más que estamos frente a un conflicto entre competidores. Sin
embargo si uno acepta que nuestro modelo de competencia desleal es el modelo social y no el modelo
profesional (es decir, que lo que se tutela es la competencia en sí misma y no solo el daño al competidor),
el razonamiento es análogo al que debe hacerse cuando se aplica la legislación de libre competencia.
419
ART.61 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Desde la primera perspectiva, queda claro que quien tiene la capacidad de producir un
bien o prestar un servicio, debe acceder al mercado en condiciones autodeterminativas,
esto es, sin que nadie (ni el Estado ni el resto de agentes económicos) pueda impedir
o restringir dicha participación.
Desde la segunda perspectiva, es evidente que tras haberse accedido al mercado, se
debe gozar de la suficiente capacidad de autodeterminación para competir conforme
a las propias condiciones y variables económicas impuestas por la llamada ley de la
oferta y la demanda”.
Es importante reiterar que el Tribunal considera que la limitación de acceso por ac
tos del propio Estado es un atentado contra la libre competencia protegida por el artículo
61 de la Constitución.
Otro aspecto central es el que, como hemos señalado en esta sección y en las seccio
nes anteriores, el rol del Estado es proteger el proceso competitivo, no el resultado de ese
proceso, el que debe provenir de la interacción entre los particulares. En este sentido el Tri
bunal indicó:
En esa línea la sanción de prácticas como precios abusivos excedería el marco del ar
tículo 61, al no ser protecciones del proceso competitivo, sino una intervención directa del
Estado en el mercado. Sancionar precios elevados fuera de un contexto de regulación ta
rifaria como la que existe en servicios públicos, excede el marco establecido por la Cons
titución para la autoridad de competencia y podría ser declarado como un acto inconsti
tucional al afectar el proceso competitivo y con ello la libre competencia en el mercado.
r JURISPRUDENCIA RELACIONADA
420
PRINCIPIOS GENERALES ART. 61
El Estado debe garantizar que el mercado funcione de la manera más correcta y efectiva:
STC Exp. N° 03315-2004-AA/TC (f. j. 17).
BIBLIOGRAFÍA
AREEDA, Phillip y KAPLOW Louise. Antitrust analysis. Little, Brown and Company, Boston;
BORK, Robert. The antitrust paradox, Maxwell Macmillan, New York, 1993; GARCÍA CALDE
RÓN, Francisco. D iccionario de la legislación peruana. 2a edición, París/Lima; KRESALJA,
Baldo. “La reserva de actividades económicas a favor del Estado y el régimen de los monopolios
en las Constituciones de 1979 y 1993”. En: Ius et Veritas. N° 22; POSNER, Richard. Antitrust law.
The University of Chicago Press, Chicago, 1976; ROSS, Stephen. Principies o f antitrust law. The
Foundation Press, New York, 1993.
421
Artículo 61 P rom oción d e la com p eten cia y p rohibición
de m on op olios
E l Estado fa cilita y vigila la libre competencia. Combate toda
práctica que la limite y el abuso de posiciones dominantes o
monopólicas. Ninguna ley ni concertación puede autorizar ni
establecer monopolios.
La prensa, la radio, la televisión y los demás medios de expre
sión y comunicación social; y, en general, las empresas, los
bienes y servicios relacionados con la libertad de expresión y
de comunicación, no pueden ser objeto de exclusividad, mo
nopolio ni acaparamiento, directa ni indirectamente, p o r parte
del Estado ni de particulares.
C O N C O R DA NC IA S:
C.: art. 60, 8a DFT; C.P.Ct: art. 44 inc. 28); D. S. 030-2019-PCM; D. Leg. 757: art.
4; D. 285
I. Libre competencia
La Constitución de 1993 consagra la econom ía de m ercado, con carácter social, como
el sistem a económ ico de nuestro país(,). Con esta disposición, son los propios grupos de
com pradores y vendedores que conform an los m ercados quienes determ inaran, a partir de
la correlación de las fuerzas de oferta y demanda, los precios, cantidades y calidades de
los distintos productos o servicios que se comercializan.
Este sistem a económ ico constituyó un cambio en el rol del Estado, dejando así su pa
pel de agente activo que asum ió durante el gobierno m ilitar de fines de la década de los
sesenta (principalm ente m ediante políticas de nacionalización y estatización de los recur
sos), pero tam bién en el prim er gobierno de Alan García a m ediados-fines de los ochenta,
y que a la postre, provocó la necesidad de cam biar el sistem a por el actual1(2).
Con la dación de la Constitución de 1993, y buscando dar solución a los graves pro
blem as económ icos de nuestro país, el Estado cam bió a un rol de fiscalizador, cediendo
422
PRINCIPIOS GENERALES ART. 61
el papel protagónico del sistema económico a los actores privados, quienes, motivados en
generar ganancias, tienen mayores incentivos para perfeccionar el mercado que el propio
Estado. Resaltar que este cambio de función no es una tarea menor. Gracias a la participa
ción del Estado como ente fiscalizador podemos aseguramos que todos los participantes
en el mercado respeten las reglas del juego por igual. Así, por ejemplo, el Estado es res
ponsable de hacer valer el derecho de propiedad de todos, sin el cual las personas no po
drían ejercer control sobre los recursos y realizar los intercambios comerciales propios de
la interacción entre oferta y demanda. Mankiw explica esto último de manera sencilla al
señalar que, “un campesino no cultivará alimentos si cree que le robarán su cosecha; de
igual manera, un restaurante no ofrecerá comida a menos que haya algo que le asegure
que los clientes pagarán antes de irse; una empresa de entretenimiento no producirá DVD
sin un número importante de clientes potenciales dejan de pagar su producto porque pre
fieren las copias piratas de los discos”(3)4.
Vemos, entonces, que la “mano invisible,,(4) a la que hacía referencia Adam Smith es
un concepto fundamental al momento de entender la economía de mercado, pero no es lo
único a considerar. Juntamente con el derecho de propiedad citado, el constituyente ha de
sarrollado a nivel constitucional principios, derechos y reglas que permitan la ejecución
del nuevo sistema económico. Así, por citar a los más importantes, tenemos el principio
de subsidiaridad(5) (por el cual el Estado solo puede participar de forma subsidiaria como
agente del mercado, dejando así claro el rol protagónico de los privados en la actividad
empresarial), la libertad de contratación(6) (por la cual los privados pactan las condiciones
y términos de la contraprestación) y el principio de libre competencia, al cual nos aproxi
maremos en el presente comentario.
Por libre competencia se entiende la situación por la cual toda persona puede ingresar,
participar y salir libremente de un determinado mercado. ¿Por qué es importante el princi
pio de libre competencia en un sistema de economía de mercado como la nuestra? Todos
conocemos que la interacción de oferta y demanda conlleva a la existencia de un precio
(3) MANKIW, N. Gregory. Principios de Economía. Editorial Progreso, M éxico D.F., 2012, p. 12.
(4) La “mano invisible” es la manera metafórica con la que el histórico economista Adam Smith se refirió a
la capacidad de autorregulación que el libre mercado tiene intrínseco según sus teorías y estudios. En su
obra Teoría de los sentimientos morales, publicada en el año 1759, fue el primer lugar donde este término
vio la luz, aunque alcanzó mayor notoriedad en su otro libro de 1776 La riqueza de las naciones.
(5) Artículo 60 de la Constitución.- Pluralismo económico
El Estado reconoce el pluralismo económico. La economía nacional se sustenta en la coexistencia de
diversas formas de propiedad y de empresa. Sólo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar
subsidiariamente actividad empresarial, directa o indirecta, por razón de alto interés público o de manifiesta
conveniencia nacional. La actividad empresarial, pública o no pública, recibe el mismo tratamiento legal.
( 6) Artículo 62 de la Constitución.- Libertad de contratar
La libertad de contratar garantiza que las partes pueden pactar válidamente según las normas vigentes al
tiempo del contrato. Los términos contractuales no pueden ser modificados por leyes u otras disposiciones
de cualquier clase. Los conflictos derivados de la relación contractual sólo se solucionan en la vía arbitral
o en la judicial, según los mecanismos de protección previstos en el contrato o contemplados en la ley.
Mediante contratos-ley, el Estado puede establecer garantías y otorgar seguridades. No pueden ser modi
ficados legislativamente, sin perjuicio de la protección a que se refiere el párrafo precedente.
423
ART. 61 DEL R ÉG IM EN ECONÓMICO
En esta línea de ideas tenem os que el prim er párrafo del artículo 61 (“E l Estado fa c i
lita y vigila la libre competencia. Combate toda práctica que la lim ite y el abuso de p o
siciones dominantes o monopólicas. Ninguna ley ni concertación puede autorizar ni es
tablecer monopolios”) de nuestra Constitución obliga al Estado a prom over un respeto
irrestricto de la libre com petencia, con el objetivo de buscar diversidad de proveedores y
que ninguno de ellos pueda de m anera individual im poner el precio de un producto y ser
vicio. El Estado persigue así la participación de todos, invitándonos a ingresar a esta “ca
rrera por los m ercados” . En ese sentido, m al haría el Estado en incentivar la participación
de todos en esta carrera, para luego sancionar al proveedor que llegue prim ero o que ter
mine solo en la competencia. Por esta razón, nuestra Constitución no prohíbe los mono
polios conductuales (distintos a los monopolios naturales y aquellos instaurados por ley)
ni las concentraciones p e r se, en tanto estos pueden ser producto, justam ente, de la liber
tad que tienen los agentes comerciales en sus interrelaciones en el mercado.
Lo que sí sanciona el prim er párrafo del artículo bajo com entario es el “abuso de po
sición de dom inio”. Pero distingam os aquí los conceptos de “posición de dom inio” del
de “abuso de posición de dom inio”. En el prim ero de los casos nos encontram os ante un
agente que tiene la m ayor cuota de un m ercado determinado. Y m ás bien, el segundo hace
referencia a las conductas que pueda realizar el agente valiéndose de dicha posición, con
la intención de perjudicar el ingreso o participación de sus com petidores o en desmedro
de la econom ía de los consum idores que correspondan. Este tipo de conductas reciben el
nom bre de “prácticas anticom petitivas” .
(7) Situación en la que el precio marcado ha llegado al nivel en el cual la cantidad ofrecida equivale a la
cantidad demandada. A este precio todos en el mercado están satisfechos: los compradores han comprado
todo lo que querían y los vendedores han vendido todo lo que querían.
424
PRINCIPIOS GENERALES ART.61
determinado mercado. Pero como un primer paso, anterior a determinar si el agente osten
ta dicha posición, el test debe determinar con claridad qué tipo de mercado estamos anali
zando y quiénes son los agentes que lo conforman. A continuación, revisemos brevemen
te los criterios que recoge el mencionado test.
1. Test de competencia
Los criterios del test se encuentran establecidos en el Decreto Legislativo N° 1034,
Ley de Represión Contra Conductas Anticompetitivas(8), y son los siguientes:
(8) Al respecto, téngase en cuenta también el T.U.O. del Decreto Legislativo N° 1034. Ley de Represión de
Conductas Anticompetitivas, aprobado por Decreto Supremo N° 030-2019-PCM, publicado el 19 de febrero
de 2019.
(9) “El mercado relevante es un concepto fundamental en la legislación reguladora de la libre competencia pues
es a partir de este concepto que se analiza la estructura de los mercados y se determina cuántas empresas
tienen poder sustancial dentro de un mercado específico o mantienen una posición dominante en el mismo”
(FL1NT, Pinkas. Tratado de defensa de la libre competencia. Lima, 2002).
425
ART. 61 DEL RÉG IM EN ECONÓM ICO
Para asegurar que un agente tiene una posición de dom inio por cuota de mercado de
bemos considerar dos factores: el primero, que la cuota del agente supere el 50 %; y el se
gundo, que el agente tenga esta alta cifra por lo menos tres años consecutivos.
(10) “La determinación de la existencia de posición de dominio busca identificar si en el mercado relevante
existe un agente que posee la capacidad para influir en forma sustancial las condiciones de mercado (...)
Así, el análisis de identificación de posición de dominio evalúa (...) la fortaleza de determinado agente del
mercado relevante, respecto del cual se desea evaluar la tenencia de posición de dominio, en relación a la
capacidad competitiva de sus competidores actuales y potenciales” (Indecopi, Resolución N° 010-2004-1N-
DECOPl/CLC, fundamento 208).
| 426
PRINCIPIOS GENERALES ART. 61
De esta forma, pueden darse las siguientes variaciones: si el HHI es menor a 1500,
estamos ante un mercado desconcentrado. Si el HHI está entre 1500 y 2500, estamos ante
un mercado moderadamente concentrado. Y si el HHI está por encima de los 2500, habla
mos de mercados altamente concentrados.
Existen tres tipos de barreras de entradas principalmente. Las barreras de corte legal
o administrativo; las barreras económicas o estructurales y las barreras estratégicas o de
conducta. Las barreras de corte legal son las que encontramos estipuladas en una norma
tiva y que indican los requisitos que debe cumplir un agente para ingresar al mercado. Las
barreras económicas hacen referencia a las características esenciales de cada mercado, ca
racterísticas que pueden suponer la adopción de estructuras por parte de los agentes, es
tructuras que sin ellas no podrían ingresar o competir. Y, finalmente, las barreras estraté
gicas, son aquellos comportamientos que realizan los agentes, no por una característica
del mercado, tampoco porque la norma se lo exija, sino que realizan por la discrecionali-
dad de los agentes para impedir el ingreso de nuevos competidores.
1.3.2. Discriminación
La discriminación es una práctica que consiste en tratar de manera diferente a iguales.
Este mismo concepto puede replicarse en las transacciones que se realizan en el de mer
cado. Las justificaciones de situaciones de discriminación son los siguientes: descuentos
por volumen, descuentos por pronto pago, ahorro de costos por contraprestación y precios
distintos corresponden a costos de provisión distintos.
427
ART. 61 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
1.3.7. Concertaciones
La concertación ocurre cuando dos o m ás empresas se ponen de acuerdo, expresa o
tácitamente, para fijar coordinadam ente los precios, las ofertas u otras condiciones de co
m ercialización de determ inado bien o servicio, con la finalidad de elim inar la competen
cia y comportarse com o un monopolio.
Como se aprecia, la com probación del abuso de posición de dominio es una práctica ex
post. La Constitución es bastante clara en señalar que la sola evidencia de posición de do
minio (como puede ser la fusión de empresas), sin la verificación de una práctica abusiva
o anticompetitiva, sería contrario a lo estipulado por el constituyente. No obstante, y luego
de varias idas y vueltas, se encuentra vigente el Decreto de Urgencia N° 13-2019, el mismo
que plantea un control previo de operaciones empresariales01). Esta medida estaría trasto-1
(11) La mencionada norma establece criterios cualitativos y cuantitativos para proceder a este tipo de evaluación.
Así, su artículo 5 señala como criterio cualitativo “todo acto u operación que implique una transferencia o
cambio en el control permanente de una empresa o parte de ella”. Señala asimismo que la concentración
428
PRINCIPIOS GENERALES ART.61
Cabe señalar, para term inar los comentarios sucintos del primer párrafo del artículo
61, que algunos autores al momento de analizar esta disposición señalan que la excepción
a la libre competencia se configura cuando se manifiesta un abuso de posición de domi
nio. Esto no es correcto. Impedir el abuso de posición de dominio de una empresa no sig
nifica una excepción de la libre competencia, por el contrario, es, parte del respeto irres
tricto de este principio. Valerse de una posición preponderante en el mercado para coartar
el ingreso o salida de un competidor, como hemos visto, es un ejercicio ilegítimo que va
contra las reglas del juego que deben respetar todos los agentes y que el Estado debe vi
gilar que se cumplan. Esto no significa que nuestro sistema no haya contemplado una ex
cepción al principio de libre competencia. Es decir, un tipo de mercado donde su ejercicio
este restringido. Esta excepción se encuentra regulada en el segundo párrafo del artículo
61 de la Constitución { “Laprensa, la radio, la televisión y los demás medios de expre
sión y comunicación social; y, en general, las empresas, los bienes y servicios relaciona
dos con la libertad de expresión y de comunicación, no pueden ser objeto de exclusivi
dad, monopolio ni acaparamiento, directa ni indirectamente, p o r parte del Estado ni de
empresarial puede producirse a consecuencia de las siguientes operaciones: a. Una fusión de dos o más
agentes económicos, los cuales eran independientes antes de la operación, cualquiera que sea la forma
de organización societaria de las entidades que se fusionan o de la entidad resultante de la fusión; b. La
adquisición por parte de uno o más agentes económicos, directa o indirectamente, de derechos que le per
mitan, en forma individual o conjunta, ejercer el control sobre la totalidad o parte de uno o varios agentes
económicos; c. La constitución por dos o más agentes económicos independientes entre sí de una empresa
en común, jo in t venture o cualquier otra modalidad contractual análoga que implique la adquisición de
control conjunto sobre uno o varios agentes económicos, de tal forma que dicho agente económico desem
peñe de forma permanente las funciones de una entidad económica autónoma; y, d. La adquisición por un
agente económico del control directo o indirecto, por cualquier medio, de activos productivos operativos
de otro u otros agentes económicos. Entendemos que esta lista no debiese ser una de carácter “numerus
clausus” y que será la jurisprudencia a futuro de Indecopi la encargada de llevar a cabo dicha interpretación.
Por otra parte, el artículo 6 indica el criterio cuantitativo a tener en cuenta señalando el umbral para el
control previo de operaciones de concentración empresarial. Este umbral se conforma por dos supuestos
que deben vigilarse, uno de alcance individual y otro relativo al conjunto de empresas que participan en la
concentración. Así, estos supuestos son: a. La suma total del valor de las ventas o ingresos brutos anuales
en el país de las empresas involucradas en la operación de concentración empresarial haya alcanzado du
rante el ejercicio fiscal anterior a aquel en que se notifique la operación, un valor igual o superior a ciento
dieciocho mil (118 000) UIT; y, b. El valor de las ventas o ingresos brutos anuales en el país de al menos
dos de las empresas involucradas en la operación de concentración empresarial hayan alcanzado durante
el ejercicio fiscal anterior a aquel en que se notifique la operación, un valor igual o superior a dieciocho
mil (18 000) UIT cada una. Como se aprecia, son umbrales bastante altos como para entender el carácter
excepcional de esta normativa.
(12) Las agencias reguladoras se diferencias de la entidad competencial en tanto las primeras realizan un control
ex ante. Así, definen con claridad cuales son los requisitos a las que debe ceñirse la empresa que ingresa a
los mercados regulados. Estos, por característica, responde a mercados donde existen monopolios natura
les, es decir, donde resulta más efectivo que solo exista un solo proveedor en el mercado. Es el caso, por
ejemplo, de los mercados relativos al servicio de agua potable o de electricidad.
429
ART.61 DEL RÉG IM EN ECONÓMICO
particulares ”). Así, por m andato del propio constituyente, la excepción de la libre com
petencia, y por lo cual no am erita com probar la existencia de abuso, sino simplemente el
acaparamiento o posición de dom inio, es el m ercado de com unicaciones.
i) Un agente del m ercado que retiene bienes antes que estos puedan ser ofertados;
ii) La intención de quien practica el acaparam iento es un beneficio (lucro) a futu
ro (al escasear el bien, los precios de este se encarecen, perm itiendo al acapara
dor venderlo, en el corto plazo, a un m ayor precio del habitual); y,
iii) El acaparamiento es un tipo de especulación: la finalidad del que acapara es, jus
tamente, especular con el aumento de la demanda y aprovechar para subir los
precios.
Esta concepción económ ica de “acaparamiento” se reincorporó al Código Penal(14)15por
medio del artículo 233°, sancionándose a aquella persona que m ediante sustracción o aca
param iento provoca escasez o desabastecimiento de bienes y servicios esenciales para la
vida y salud de las personas, con pena privativa de libertad de entre 4 a 6 años.
El térm ino “acaparam iento” que aparece en el segundo párrafo del artículo 61 en la
Constitución no puede referirse a su acepción económ ica, en tanto que, como hemos des
crito, para que un m ercado se acapare debe tener características que im pidan el ingreso de
nuevos com petidores y que el bien alm acenado no tenga sustitutos por el lado de la oferta.
Es más, a ciencia cierta, los únicos productos que pueden ser acaparados son algunos pro
ductos agrícolas, que sí cum plen con tales características05). Pero ¿ha sido acaso la inten
ción del constituyente regular algo im posible de darse en la práctica? Por supuesto que no.
(13) TO RRES C A LER O , M iguel Á ngel. D e la especulación a l acaparam iento. M ercedes, Bogotá, 1969,
p. 37.
(14) Originalmente el Código Penal de 1991 ya incorporaba este tipo penal. Sin embargo, esta regulación fue
derogada con la publicación del Decreto Legislativo N° 1034, Ley de Represión de Conductas Anticom
petitivas. Se puede encontrar más información al respecto en el artículo de mi autoría titulado “Acapara
miento. Alcances del término desde sus concepciones penal, competencial y constitucional”. En: Gaceta
Constitucional & Procesal Constitucional, N° 97, Gaceta Jurídica, Lima, enero de 2016, pp. 165-177.
(15) Al respecto puede consultar: Economía 48 (s/f)- “Acaparamiento”. La gran Enciclopedia de Economía.
Consulta: 28 de febrero de 2015. http://www.economia48.eom/spa/d/acaparamiento/acaparamiento.htm
430
PRINCIPIO S G ENERALES ART. 61
vez que utilizó el término “acaparamiento” en nuestro sistema legal. Ruiz-Eldredge (1980),
constituyente de la antigua Constitución, en una interpretación que es pacífica para los
doctrinarios de la época, señala que lo expresado en el artículo buscaba “la necesidad del
acceso y la participación, en pro de un auténtico libre flujo de información, que no deje
a unos pocos como sujetos activos y a inmensas mayorías como sujetos pasivos de la ex
presión y de la comunicación (...), que tampoco mantenga la situación (...) de dueños de
los medios o grupos sociales muy bien informados (...) y a otros (...) grupos sociales e in
mensas mayorías convertidos en meros oyentes o lectores de mensajes que muchas veces
olvidan las necesidades de su propio país (...),,(16).
Así, la prohibición de monopolios legales o del abuso de dominio que plantea el pri
mer párrafo del artículo 61 no son restricciones del ejercicio de la libre competencia, por
el contrario, ayudan a maximizar su alcance. La restricción de tal derecho, como lo ha
planteado nuestro constituyente, se da solo en el campo de los medios de comunicación.
La explicación de esto está, en primer lugar, que ningún derecho fundamental es absolu
to. Estos pueden encontrar limitaciones a su ejercicio, siempre que estas se den a favor
de otro bien constitucional. Y como corolario de lo anterior tenemos que, en segundo lu
gar, la restricción anotada es en beneficio de la libertad de expresión, derecho fundamen
tal considerado piedra angular de la democracia.
En un principio, teniendo en cuenta que los Estados acaparaban los medios de comu
nicación, especialmente los gobiernos militares de la época(19), la interpretación de este
(16) RULZ-ELDREDGE, Alberto. La Constitución comentada 1979. Atlántida, Lima, 1980, p. 72.
(17) No debe entenderse el término “concentración” como el proceso que implica el crecimiento de una empresa
por fusión o adquisición de control. El significado que debe tomarse es el que da la Real Academia el
cual es “apropiarse u obtener en todo o en gran parte un género de cosas”. Nos referimos, más que a una
acepción ligada al mercado, a un significado más coloquial.
(18) Como vemos existen al menos hasta dos tipos de acepciones de la palabra “acaparamiento”. La primera,
relacionada al campo económico, se refiere a la del agente que almacena, guarda, acapara bienes para
escasear el mercado, y luego venderlos a precios elevados (especulación de precios). La otra acepción,
referida a concentración, es decir, cuando un agente del mercado concentra poder en un determinado
mercado. El ordenamiento jurídico peruano ha recogido ambas acepciones.
(19) Como se recuerda, en 1974, el Estado confiscó a su favor los medios de comunicación de entonces, razón
por la cual uno de los propósitos directos de los constituyentes de la Constitución del 79 era evitar que la
estatización de los medios volviese a repetirse
431
ART. 61 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
artículo estaba dirigida a señalar una actitud pasiva por parte del Estado, es decir, que no
debería entrom eterse en las relaciones que se generan dentro del m ercado de medios de
comunicación y ser solo un mero observador. Al respecto, Farfán señala que:
“En un prim er momento, se consideró que, con la finalidad de proteger la libertad de
expresión de los ciudadanos, la actuación del Estado debía ser estrictamente negativa,
esto es, se estimaba que mientras el Estado m enos se entrom etiera en el ejercicio de
este derecho se estaría dotando de m ayor tutela a la libertad de expresión. Sin ningu
na duda, una perspectiva en este sentido contaba con fundamentos que la validaban
en la m edida que, desde una perspectiva histórica, un balance sobre la actuación del
Estado perm itía interpretar que este en m uchas ocasiones había buscado restringir
indebidamente la libertad de expresión con la finalidad de reducir el control que sobre
él pudiera ejercerse a través de esta garantía y de la disem inación de información entre
el público. A esta prim era posición pertenece la teoría del ‘orador de la esquina de la
calle’, según la cual bastaba que el Estado dejara que los ciudadanos se apropiaran
de cualquier espacio público para m anifestar su opinión para entender correctamente
tutelada la libertad de expresión”(20).
Sin embargo, los tiem pos han cambiado y esta libertad amplia a favor de los priva
dos ha term inado por generar que unas pocas empresas privadas term inen acaparando los
medios. Si la razón de impedir la concentración de los medios en m anos del Estado era
que una sola persona vulneraba la pluralidad de información (y por ende la libertad de ex
presión de todos los ciudadanos), entonces, no existe diferencia en prohibirle a una per
sona, aunque esta vez del ámbito privado, acaparar todo el mercado. De esa m isma ma
nera, Farfán indica que
“Una evolución en la concepción de los mecanismos de tutela ha dejado claro hoy que
no basta con que el Estado proteja este derecho a través de una actuación negativa,
esto es, liberando a los ciudadanos de regulaciones o restricciones sobre el ejercicio
de su derecho sino que por el contrario se admite hoy que para ejercer la libertad de
expresión se requiere que el Estado asegure la existencia de canales idóneos a través
de los cuales se pueda ejercer este derecho y que remueva todo obstáculo que impida
su desarrollo. Así las cosas, no cabe duda de que hoy, en el marco de una actuación
positiva, al Estado le corresponde llevar a cabo todas las acciones que resulten nece
sarias para habilitar y m antener abiertos todos las vías o plataformas a través de las
cuales los ciudadanos puedan expresar su opinión”(21).
La jurisprudencia de la Corte IDH respalda esta posición al señalar que:
“ [l]os monopolios u oligopolios en la propiedad y control de los medios de comu
nicación deben estar sujetos a leyes antimonopólicas por cuanto conspiran contra la
democracia al restringir la pluralidad y diversidad que asegura el pleno ejercicio del
derecho a la información de los ciudadanos”(22).
(20) FARFÁN SOUZA, Ronnie. “La regulación de la concentración de la propiedad de medios de co
m unicación en el Sistem a Interam ericano de Derechos Hum anos”. En: Gaceta Constitucional &
Procesal Constitucional. N° 91, Gaceta Jurídica, Lima, 2015, p. 145.
(21) Ibídem, p. 146.
(22) Corte IDH. Caso Granier y otros (Radio Caracas Televisión) vs. Venezuela, párr. 143
432
PRINCIPIOS GENERALES ART. 61
“los Estados están intemacionalmente obligados a adoptarlas medidas que fueren ne
cesarias ‘para hacer efectivos’ los derechos y principios establecidos en la Convención,
como se estipula en el artículo 2 de dicho instrumento interamericano, para lo cual
deberán establecer leyes y políticas públicas que garanticen el pluralismo de medios
o informativo en las distintas aéreas comunicacionales, tales como, por ejemplo, la
prensa, radio, y televisión”123'.
“El Estado no debe ejercer un control monopolístico sobre los medios de comunicación
sino que ha de promover la pluralidad de estos. Por consiguiente, los Estados partes
deberían adoptar medidas adecuadas, en forma compatible con el Pacto, para impedir
un excesivo predominio o concentración de los medios de comunicación por grupos
mediáticos bajo control privado, en situaciones monopolísticas que pueden menoscabar
la diversidad de fuentes y opiniones”23(24).
Pero incluso, la acepción constitucional de “acaparamiento” relativo a la palabra “con
centración”, ya sido zanjado por el propio Tribunal Constitucional al momento de anali
zar la constitucionalidad de la Ley N° 28278, Ley de Radio y Televisión. La misma, en su
artículo 22, utiliza tal noción al señalar que:
“La radio y la televisión no pueden ser objeto de exclusividad, monopolio ni acapa
ramiento, directa ni indirectamente, por parte del Estado ni de particulares. Se con
siderará acaparamiento para efectos de la presente Ley el que una persona natural o
jurídica, sea titular de más del treinta por ciento (30 %) de las frecuencias disponibles
técnicamente, asignadas o no, en una misma banda de frecuencia dentro de una misma
localidad, para la radiodifusión televisiva y veinte por ciento (20 %) para la radiodifu
sión sonora. Para efectos del cómputo del número de frecuencias, se considera como
una sola persona jurídica, a dos o más personas jurídicas que tengan como accionista,
asociado, director o gerente común a una misma persona natural o pariente de ésta
dentro del segundo grado de consanguinidad”.
Vemos, entonces, que el término “acaparamiento” no está ligado al almacenaje de bie
nes, sino más bien a adueñarse del mayor porcentaje posible de un determinado mercado.
El Tribunal Constitucional, como decíamos, en la STC Exp. N° 00015-2010-PI/TC ha en
tendido así el alcance del término al señalar que:
“A juicio del Tribunal Constitucional, la regulación prevista en el segundo párrafo
del artículo 22 de la Ley de Radio y Televisión, en lo que a la radiodifusión televisiva
respecta, resulta compatible con el contenido normativo del referido artículo 61 de la
Constitución, pues no solo garantiza la inexistencia de monopolios a nivel de los me
dios de comunicación, sino que evita también que una sola persona natural o jurídica
‘acapare’ las frecuencias televisivas de una misma banda en una misma localidad, con
trolando un significativo porcentaje de ellas. A su vez, al fijar en 30 % el tope máximo
de control, mantiene un espacio aún razonable para la libre competencia, incentivando
a las distintas empresas televisivas a pugnar por el domino del máximo legalmente
permitido, y permitiendo la optimización de la calidad del servicio de radiodifusión
brindado a los consumidores y usuarios” (el resaltado es nuestro).
(23) Corle IDH. Caso Granier y otros (Radio Caracas Televisión) vs. Venezuela, párr. 145
(24) Naciones Unidas. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Comité de Derechos Human i •
Observación general N“ 34, párr. 40.
433
ART. 61 D EL R É G IM EN ECONÓM ICO
Teniendo claro, entonces, el alcance del térm ino acaparam iento en su acepción relativa
a “concentración”, es que debiese resolverse en la justicia constitucional la causa sobre la
com pra del grupo Epensa por parte del grupo El Com ercio(25), y por el cual, se habría aca
parado el mercado de m edios de prensa escrita. Esperem os que, p aia una nueva edición de
esta obra, la justicia de nuestro país haya resuelto en últim a instancia este caso y nos per
m ita acompañar un nuevo comentario de este artículo con los alcances de la sentencia final.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
El Estado puede intervenir de m anera excepcional en la vida económ ica de los particulares
por las imperfecciones del mercado: STC Exp. N° 00034-2004-AI/TC (f. j. 33).
El Estado debe rem over los obstáculos que im pidan o restrinjan el libre acceso a los mer
cados de bienes y servicios: STC Exp. N° 01405-2010-PA/TC (f. j. 14).
El Estado debe proscribir y combatir toda práctica que limite la libre competencia, así
como el abuso de las posiciones dominantes o monopólicas: STC Exp. N° 01405-2010-
PA/TC (f. j. 37).
No se admite que un solo productor satisfaga la dem anda de todos los consumidores o
usuarios ya que le perm itiría determinar el precio y la cantidad de bienes o servicios a
ofertarse: STC Exp. N° 01405-2010-PA/TC (f. j. 37).
BIBLIO G RA FÍA
(25) En la actualidad todavía se encuentra pendiente de decisión final la controversia surgida a partir de la
compra por parte de El Grupo El Comercio de las acciones de Epensa, lo cual habría terminado por aca
parar el mercado de medios de prensa. Esta operación, aparentemente, estaría prohibida por el artículo 61,
segundo párrafo, de la Constitución. Se puede encontrar más información al respecto en el artículo de mi
autoría titulado “La concentración de prensa en el Perú. Epensa: la manzana de la discordia”. En: Gaceta
Constitucional & Procesal Constitucional, N° 100, Gaceta Jurídica, Lima, abril de 2016, pp. 221-235.
Asimismo, luego de la decisión de primera instancia en el marco de dicha controversia, puede consultarse
el artículo de mi autoría “Concentración de medios de prensa. La sentencia más esperada . En: Gaceta
Constitucional Procesal Constitucional, N° 163, Gaceta Jurídica, Lima, julio de 2021, pp. 140-158.
434
A rtículo 61 M o n o p o lio s y m ed ios de com u n icación
social
E l Estado fa cilita y vigila la libre competencia. Combate toda
práctica que la limite y el abuso de posiciones dominantes o
monopólicas. N inguna ley ni concertación puede autorizar ni
establecer monopolios.
L a prensa, la radio, la televisión y los demás medios de expre
sión y comunicación social; y, en general, las empresas, los
bienes y servicios relacionados con la libertad de expresión y
de comunicación, no pueden ser objeto de exclusividad, mo
nopolio ni acaparamiento, directa ni indirectamente, p o r parte
del Estado ni de particulares.
CONCORDANCIAS:
C.: art. 60, 8a DFT; C.P.Ct: art. 44 inc. 28); D.S. 030-2019-PCM; D. Leg. 757: art.
4; D. 285
435
ART. 61 D EL R É G IM EN EC O N Ó M ICO
A sim ism o, tal disposición contiene una norm a prohibitiva en el sentido de evitar la
im plem entación de un m onopolio o de posiciones dom inantes que elim inen o dificulten,
arbitrariam ente, la libre participación de los diferentes actores en el ám bito del m ercado y
al final, se term ine tam bién, afectando al consum idor. En otros térm inos, libre com peten
cia en el m arco de un Estado C onstitucional, significa, de un lado, libertad para competir,
sin asfixiar y entorpecer la actuación de otros com petidores; y de otro, libertad para com
petir sin abusar de su posición para no afectar a los consum idores o usuarios.
Si bien debe existir actividad estatal para dichos efectos de prom oción y vigilancia de
la libre com petencia, aquella no puede convertirse en “intervencionism o” , sino en una ac
tividad m ínim a e indispensable para cum plir los m andatos de la C onstitución.
(1) ALEXY, Robert. “Epílogo a la teoría de los derechos fundamentales” . En: Revista Española de Derecho
Constitucional. N° 66, 2002, p. 10.
436
PRINCIPIOS G ENERALES ART. 61
437
ART.61 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
Más allá de los fines que individualmente pretenden dichas disposiciones (promo
ción de la educación mediante la radiodifusión, verificar el cumplimiento de las condicio
nes de habilitación o requisitos exigidos por la ley, o proteger a la familia, niños y adoles
centes, respectivamente), es innegable que tanto ellas, como otras disposiciones de la ley,
constituyen límites o restricciones sobre la capacidad de ejercicio de los derechos funda
mentales a la libertad de empresa y a las libertades de expresión e información, pero que,
en general, se justifican en la satisfacción de uno de los fines principales que pretende la
ley como es la optimización del proceso de formación de una comunidad pública libre
mente informada.
Tomando en consideración lo expuesto, se puede afirmar que existe una clara dife
rencia entre los fines constitucionales que orientan a aquella empresa que se desenvuel
ve como medio de comunicación social (escrita, televisiva, de radio, por Internet, entre
otros), respecto de aquella otra empresa que no desarrolla tal actividad de comunicación,
pues la primera debe tener como fin primordial la formación de una opinión pública li
bre, o dicho en otros términos, debe buscar evitar que se deforme, distorsione o manipu
le la opinión pública, mientras que la segunda persigue fines distintos a estos, vinculados
principalmente a aspectos meramente económicos, en su caso, crematísticos o lucrativos.
438
PRINCIPIOS G ENERA LES
ART. 61
Para que se pueda garantizar que los ciudadanos puedan ejercer libremente sus dere
chos a la libertad de opinión, expresión e información, y con ellos todos sus otros dere
chos fundamentales, es necesario que cuenten con fuentes de información y de opinión,
diversas y plurales. El pluralism o de fuentes de información y opinión “requiere inexcu
sablemente la existencia de pluralidad de emisores de los mensajes, lo que conduce a una
pluralidad de medios de com unicación”'3*.
En este último punto se evidencia una importante diferencia entre el primer y segun
do párrafo del artículo 61 de la Constitución. El primero, por ejemplo, persigue impedir el
“abuso” de “posiciones dom inantes” o “monopólicas”. El segundo, prohíbe la sola existen
cia de “posiciones de exclusividad”, “m onopólicas” o de “ac iparam iento”. Dada su natu
raleza y especial función en la sociedad, las empresas de prensa, radio y televisión, entre
(3) VALLÉS COPEIRO DEL VILLAR, Antonio. “El pluralismo como exigencia institucional en los medios de
comunicación social”. En: Pluralismo. Perspectivas políticas y desarrollos normativos. Tirant lo Blanch.
Valencia, 2004. p. 170.
439
ART.61 DEL RÉG IM EN EC O N Ó M ICO
otras, están prohibidas de concentrar m edios de com unicación en cualquiera de las posi
ciones antes m encionadas u otras sim ilares.
“87. El control dem ocrático a través de la opinión pública fom enta la transparencia
de las actividades estatales y prom ueve la responsabilidad de los funcionarios sobre
su gestión pública. De ahí la m ayor tolerancia frente a afirm aciones y apreciaciones
vertidas por los ciudadanos en ejercicio de dicho control dem ocrático. Tales son las
dem andas del pluralism o propio de una sociedad dem ocrática, que requiere la
m ayor circulación de inform es y opiniones sobre asuntos de interés público.
88. En la arena del debate sobre tem as de alto interés público, no solo se protege la
emisión de expresiones inofensivas o bien recibidas por la opinión pública, sino también
la de aquellas que chocan, irritan o inquietan a los funcionarios públicos o a un sector
cualquiera de la población. En una sociedad dem ocrática, la prensa debe inform ar
am pliam ente sobre cuestiones de interés público, que afectan bienes sociales, y los
funcionarios rendir cuentas de su actuación en el ejercicio de sus tareas públicas,
(párrafos 87 y 88)” (el resaltado es agregado).
En suma, es indudable que en la actualidad los m edios de com unicación social (pren
sa, radio, televisión y otros m edios de expresión y com unicación social) tienen un im por
tante rol en la form ación social, cultural, política, etc. de todos los ciudadanos. Por ello,
m ediante el establecim iento de determ inados lím ites y prohibiciones en el ám bito de los
m edios de com unicación, la Constitución pretende asegurar la protección efectiva del
principio fundam ental del pluralism o, el m ism o que resulta indispensable en el fortaleci
miento del sistem a dem ocrático. Solo m ediante el debate y la discusión de ideas y creen
cias es que los ciudadanos pueden form arse una libre opinión en el m ercado de las ideas
y en definitiva pueden ejercer efectivam ente sus derechos fundam entales. En la m ateria
lización de dicho debate y discusión coadyuva notablem ente una prohibición constitucio
nal como aquella que busca evitar la exclusividad, los m onopolios y el acaparam iento en
los m edios de com unicación social.
'JURISPRUDENCIA RELACIONADA *1
01 Ni los medios de com unicación ni los bienes o servicios relacionados con ellos pue
den ser objeto de monopolio o acaparam iento por el Estado o particulares: STC Exp.
N° 00015-2010-PI/TC (f.j. 23).
0 El valor de la libre competencia debe ceder ante el valor de la protección del libre y plural
flujo de las ideas y de los hechos noticiosos: STC Exp. N° 00015-2010-PI/TC (f. j. 23).
PRINCIPIOS G ENERA LES ART. 61
La prohibición de que los medios de comunicación sean objeto de monopolio impide que
tales medios se encuentren dirigidos solo por el Estado o por una sola persona jurídica o
natural: STC Exp. N° 00015-2010-PI/TC (f. j. 28).
Es deber fundamental de los medios de comunicación no ceder ante una suerte de mo
nopolio “natural”, producto del eventual e inadecuado ejercicio del poder: STC Exp.
N° 00003-2006-PI/TC (f. j. 48).
BIBLIOGRAFÍA
ALEXY, Robert. “Epílogo a la Teoría de los Derechos Fundam entales” . En: Revista Española de
Derecho Constitucional. N° 66,2002; HÁBERLE, Peter. Pluralismo y Constitución. Tecnos, M adrid,
2002; VALLÉS COPEIRO DEL VILLAR, Antonio. “El pluralismo como exigencia institucional en
los medios de comunicación social” . En: Pluralismo. Perspectivas políticas y desarrollos normativos.
Tirant lo Blanch, Valencia, 2004.
441
A rtículo 62 L ib ertad de con tratación
La lib erta d de contratar garantiza que las p a rtes puedan
pactar válidamente según ¡as normas vigentes al tiempo del
contrato. (...).
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 14), 63, 76; C.P.Ct.: art. 44 inc. 6); C.C.: arts. 1351 y ss.; D. Leg.
662: art. 10
I. Introducción
1. Toda Constitución contiene una declaración de principios básicos que la sociedad
considera necesario preservar y respetar, sobre cuya base convivirán y se relacionarán
sus miembros. El ordenam iento jurídico ha de ser necesariam ente una expresión de estos
ideales, de m anera que toda creación, interpretación y aplicación legal se haga en cohe
rencia con estos principios.
Al hilo de lo expresado, puede advertirse que las lim itaciones que la Constitución im
pone a este principio deben interpretarse como un esfuerzo por ordenar la libertad de las
(2) ídem.
(3) STC Exp. N° 0011-2013-PI/TC, f. j. 52.
(4) MÉDICUS, Dieter. Tratado de las relaciones obligacionales. Vol. I, Bosch, Barcelona, 1995, p. 35.
(5) FLUME, Wemer. El negocio jurídico. Parte general. Derecho Civil. Tomo II, Fundación Cultural del
Notariado, Madrid, 1998, p. 23.
443
ART. 62 DEL RÉGIM EN ECONÓM ICO
noce este principio de m anera expresa cuando señala que: “Nadie está obligado a hacer lo
que la ley no m anda ni impedido de hacer lo que ella no prohíbe” (art. 2, inc. 24, a). Con
secuentemente, en materia económ ica, nuestra norma suprema no deja espacio para la duda
sobre el estatus jurídico que confiere a la libertad económ ica al establecer que “la iniciati
va privada es libre (...)” (art. 58). Al iniciar precisam ente con este principio el “Régimen
Económico” de la Constitución, se pretende dar a entender que todas las reglas y demás
principios contenidos en esta parte de la Constitución, deberán interpretarse en sintonía
con aquel y en el sentido que más favorezca su aplicación.
De esta m anera, el Derecho otorga a los particulares el poder de crear las reglas que
regularán sus relaciones económicas y negocios, así como el poder de decidir con quiénes
se vincularán. La libertad de contratar, por lo tanto, no es otra cosa que la posibilidad de
que los particulares decidan libremente sobre su patrimonio, determ inando con la misma
libertad el contenido de sus convenios y sin m ayor peligro de la intervención del Estado,
que no sea para proteger tales acuerdos. En esta línea, deberá entenderse que lo querido
por las partes debe ser respetado por todos, incluido el Estado, siempre que tal acuerdo no
colisione con la ley o con el orden público económico. De esta m anera, en principio, un
juez no puede declarar nulo o ineficaz un contrato por considerarlo “injusto”, porque la
justicia contractual es lo expresado y libremente convenido por las partes, pues el contra
to, lo m ismo que cualquier otro acto jurídico, no necesita cumplir m ás requisitos que los
exigidos por el ordenamiento.
5. Pero todo contrato es, al propio tiempo, ejercicio de libertad y recorte de la mis
ma. Cuando hablam os de contratación, ha de tenerse en cuenta que en el contrato lo que
se compromete son conductas que las partes se obligan a realizar para llevar a cabo una
operación económica. Por ello, el contrato es tam bién un direccionamiento o recorte vo
luntario de la libertad. De ahí que la Constitución (art. 62) reconozca que quienes decidan
celebrar un contrato lo hacen sin más limitaciones que las impuestas por el ordenamien
to, esto es, con la m ayor libertad legal posible.
Al ser concebido el contrato dentro de un proceso en el que una persona pone a dis
posición de otra una determinada conducta - y con ello una porción de su libertad, obli
gándose voluntariamente a realizar una prestación-, el contrato deviene, al decir de Hat-
tenhauer6(7), en una pieza estelar de la libertad civil en el Derecho, que ha generado un
conjunto de tesis que han culminado con el reconocim iento de la autonomía privada. De
444
PRINCIPIOS GENERALES
ART. 62
esta manera, si el contrato es confirmación de la libertad civil, nadie debe -desde un pla
no superior—dictar a una persona normas reguladoras de esa porción de libertad, sino que
aquellas deberían emanar exclusivamente de su voluntad.
Ciertamente, la mayor parte de las normas en materia contractual son reglas de carác
ter dispositivo, esto es, son susceptibles de ser sustituidas por las partes. Sin embargo, el
ordenamiento jurídico también contiene normas imperativas que no pueden ser soslaya
das por la voluntad de los contratantes. Estas normas imperativas pueden dotar al acuer
do contractual de un significado y alcance distintos al establecido por los contratantes en
el clausulado contractual. Pero igual puede suceder con las normas dispositivas, porque
si bien los contratantes pueden prescindir de ellas, si no lo hacen, adquieren un carácter
imperativo en tanto no sean “derogadas” por las partes. Así pues, el ordenamiento jurí
dico despliega también un papel de carácter positivo en relación con el contrato, incluso
(8) Cí'r. ALTERJNI, Atilio Aníbal. La autonomía de la voluntad en el contrato moderno. Abdedo-Perrot,
Buenos Aires, 1989, p. 10.
445
ART.62 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
446
PRINCIPIOS GENERALES ART. 62
El ejemplo más evidente de lo que venimos afirmando son los contratos sobre servi
cios públicos. En la actualidad, producto de las privatizaciones, la mayoría de los servi
cios públicos se encuentran en manos de los particulares y, en muchos casos, se trata de
monopolios u oligopolios privados con un enorme poder de mercado. Reconocerles a es
tos poderosos actores económicos una libertad de conclusión sin reservas significaría, en
la práctica, la posibilidad de que miles de personas no pudieran contar con estos servi
cios. De ahí que todo monopolio o empresa con posición de dominio en el mercado no
pueda negarse a contratar. Generalmente las empresas que administran servicios públicos
tienen la obligación legal de contratar y de hacerlo bajo una regulación legal imperativa.
Pero estos no son los únicos casos en los que la ley reconoce la necesidad de obligar
a contratar. Existen otros.
447
ART.62 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
12. Las numerosas y cada vez mayores limitaciones de la libertad de contratación, que
incorpora el ordenamiento jurídico, pueden parecer a primera vista un contrasentido a la
proclamación constitucional de la libertad de contratación e, incluso, hacer creer, como
les pareció a algunos autores(15), que el contrato se halla en crisis o que ha muerto. En rea
lidad, no existe conflicto para la convivencia del principio de libertad de contratación con
las crecientes limitaciones de esta libertad.
La razón jurídica para poner límites a las distintas libertades o derechos consagra
dos por la Constitución, es la necesaria coexistencia de distintos principios constituciona
les, que recogen valores que la sociedad considera preciso preservar para la existencia de
un equilibrio social. Así, por ejemplo, es igualmente indispensable que se respete, tanto
el principio de libertad de contratación como el principio pro consumidor, ambos sancio
nados por la Constitución. Si, como es previsible, en determinadas circunstancias estos
principios colisionan, mediante una interpretación sistemática de nuestro máximo texto
legal, deberá decidirse cuál de ellos primará en el caso particular que se presente, lo que
de ninguna manera implicará la descalificación o eliminación del principio dejado de lado.
11. Conforme al Tribunal Constitucional, el reconocimiento del bien común como ele
mento esencial para configurar la libre contratación, conlleva una garantía estatal en dos
dimensiones: prohibitiva y promotora. En consecuencia, para garantizar la libertad con
tractual, “el Estado debe adoptar no solo un rol de respeto, sino también de promoción,
en ejercicio del cual puede imponer o prohibir la conclusión de determinados contratos o
cláusulas contractuales”(16)178.Siendo así, la libertad de contratación no solo supone un deber
de abstención para el Estado, sino que le exige adoptar un rol promotor. Ello, en conside
ración del Tribunal, deriva del hecho que “la concepción de la libre de contratación que la
Ley Fundamental incorpora no es tributaria de la tradición libertaria del Estado mínimo,,(17).
13. Siguiendo los criterios esbozados por el Tribunal Constitucional118), pueden iden
tificarse límites explícitos e implícitos a la libertad de contratación. Los límites explícitos
están configurados por “la licitud como objetivo de todo contrato y el respeto a las normas
448
PRINCIPIOS GENERALES
ART. 62
de orden público », mientras que los límites implícitos se refieren a “las restricciones del
derecho de contratación frente a lo que pueda suponer el alcance de otros derechos fun
damentales y la correlativa exigencia de no poder pactarse contra ellos”'20». De este modo,
los derechos fundamentales constituyen un parámetro o referente valorativo para la for
mulación y ejecución de los contratos.
14. Las limitaciones a la libertad de contratación que existen actualmente pueden ser
clasificadas en los siguientes grupos:
a) Contratos sobre servicios públicos, en los que el Estado mediante normas, im
pone gran parte del contenido de estos contratos y además se les impone a las
empresas concesionarias, la obligación de contratar con los usuarios, conser
vándose, por el lado de estos, la libertad de conclusión, es decir, si se contrata o
no. Sobre este punto, el Tribunal Constitucional ha señalado que corresponder
al Estado garantizar “las condiciones de equidad entre usuario y empresa pres
tadora en la contratación de servicios públicos”'22». Esta regulación de mayor in
tensidad se justifica porque en estos contratos, la libertad contractual no se ejer
cer en condiciones de simetría'23».
b) Contratos reglados, en los que el ordenamiento predetermina el contenido de los
mismos. Ejemplo de ello son el contrato de trabajo, el de AFP, etc.; en todos es
tos contratos se halla seriamente limitada la libertad de configuración contrac
tual, pero nuevamente se mantiene la libertad de conclusión, es decir, la posibi
lidad de contratar o no.
c) Contratos masivos, generalmente celebrados entre particulares en el tráfico mer
cantil, en los que el contenido se halla predispuesto por una de las partes. Es
tas figuras han sido reguladas en distintas legislaciones y códigos civiles, con el
propósito de proteger al adherente, incluyendo en la normativa un conjunto de
derechos.
d) Contratos forzosos, en los que no existe libertad de conclusión ni libertad de
configuración; son aquellos contratos que inicialmente nacen de un dispositivo
legal. Es el caso del seguro obligatorio para los trabajadores —Vida Ley—, el se
guro obligatorio contra accidentes de tránsito -SO A T-, entre otros.
(19) ídem.
( 20 ) ídem.
( 21 ) STC Exp. N° 00858-2003-AA/TC, f. j. 22.
( 22) STC Exp. N° 00011-2013-AI/TC. f. j. 57.
(23) ídem.
449
ART. 62 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
16. Otra de las figuras interesantes dentro de las lim itaciones a la libertad de contra
tación son los contratos reglados, dictados o reglamentados. Esta figura es otra de las que
ha dado pábulo para que se hable de crisis de la autonom ía privada o crisis del contrato.
Se trata de contratos cuyo contenido se halla predeterminado por la ley. Como lo señala
Luis Diez-Picazo y Ponce de León(25), estas figuras suponen solo la sustitución del precep
to privado que todo contrato normalmente contiene, por un “precepto público” - la norma,
la ley-, en la reglamentación de las relaciones privadas. Son ejemplos de este fenómeno el
contrato de arrendamiento, el contrato de trabajo, el contrato de afiliación a AFP, etc. En
todos ellos, las obligaciones de las partes se encuentran en gran m edida preestablecidas,
quedando m uy poco espacio para que las partes ejerzan su autonomía. La razón de estos
contratos reside en que el ordenamiento legal reconoce que en una situación de poder de
sigual, ha de sustraerse la facultad de regulación a los contratantes y la relación jurídica
se reglamenta en todo o en parte, mediante normas im perativas(26)27.
Por otro lado, similar situación se presenta en los casos de m onopolio, de dominio en
el mercado o cualquier otra manifestación de poder de m ercado, en los que la ley entien
de que el margen de autodeterminación de los contratantes es nulo o m uy reducido a cau
sa, precisamente, del poder del monopolista. De ahí que en estas situaciones, el Derecho
no solo “obligue” a contratar, sino que también participa en la configuración de lo que se
contrata. En la medida en que exista un deber de contratar, en realidad no se contrata, sino
que el contrato solo es un medio técnico de cumplimiento de la ley*2^.
(24) Para mayores ejemplos sobre contratos forzosos, véase nuestro trabajo “La libertad de contratación”. En:
AA.VV. Código Civil comentado. Tomo VII, Gaceta Jurídica, Lima, 2004.
(25) DIEZ-PICAZO, Luis. “Los llamados contratos forzosos”. En: Derecho Civil Patrimonial. Tomo 11, Uni
versidad de Lima, Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Lima, p. 45.
(26) Cfr. FLUME, Wemer. Ob. cit., pp. 33 y 34.
(27) ídem.
450
PRINCIPIOS GENERALES ART. 62
17. De las figuras que representan limitaciones a la libertad de contratación, sin duda,
una de las más interesantes es la referida a las condiciones generales de negocios, conoci
das también como cláusulas generales de contratación. De los numerosos problemas que
plantea a la moderna contratación la formulación de las condiciones generales, la limita
ción a la libertad de contratación es una de las más importantes, pues representa una evi
dente restricción a los derechos del adherente.
Las condiciones generales no pueden ser justificadas como una expresión de la auto
nomía privada, pues, en realidad, son un instrumento utilizado por el empresario para agi
lizar las operaciones en el mercado. Estos formularios de contratación los elabora y pro
pone una de las partes, que es la más fuerte desde el punto de vista económico; y la otra
se somete o no a lo dispuesto en ellos. Como esa aceptación por medio de sumisión se lle
va a cabo, en la mayoría de casos, por medio de actos concluyentes, es decir, hechos que
permiten concluir inequívocamente en que se ha querido contratar, ha de exigirse que la
oferta, vale decir, el contenido de las condiciones, sea formulada conforme a la equidad.
Solo así puede admitirse la aceptación tácita, que, en muchos casos, se da sin previa lec
tura de las condiciones(28).
18. De ahí que cuando se celebren contratos mediante cláusulas generales, las normas
supletorias o dispositivas que, de ordinario -e n contratos paritarios-, pueden ser contrave
nidas por los pactos contractuales, adquieren un inusitado carácter imperativo y rigen aun
en contra de la voluntad del predisponente, no pudiendo sostenerse que el derecho disposi
tivo en estos casos tenga siempre carácter meramente supletorio de la voluntad de los con
tratantes. Por ello, la doctrina(29) estima, con razón, que no es admisible la renuncia al de
recho dispositivo cuando no hay duda de que tiene lugar en perjuicio de una de las partes.
Una interpretación que prive al adherente del derecho a las normas supletorias sería,
eventualmente, contraria al principio pro consumidor (art. 65 de la CP) cuando la par
te perjudicada, además de adherente sea consumidor; y, en todo caso, una lectura en di
cho sentido estaría reñida con las consecuencias de la buena fe contractual. Así, en los
(28) CTr. SANTOS BRIZ, Jaime. Los contratos civiles. Nuevas perspectivas. Comares, Granada, 1992, p. 46
'29) Ibídem, p. 47.
451
ART. 62 DEL R ÉG IM EN ECONÓMICO
contratos m asivos - e n los que m uchas veces el adherente, por el poder de mercado del
predisponente, se ve com pelido a contratar bajo condiciones generales-, el derecho dis
positivo contribuye a determ inar el contenido de estos contratos y a establecer el límite
de las condiciones generales.
19. Com o hem os visto, la libertad de contratación se halla lim itada en la actual diná
m ica de transacciones a través de la contratación en m asa y por la intervención del Estado
para conseguir el equilibrio de intereses que es esencial en el contrato. Pero, con todo, aun
en nuestra época, el principio de autonom ía privada conserva plena vigencia en cuanto a
creación, por las partes contratantes, de figuras no reguladas en las leyes; es decir, que la
libertad de contratación salta por encim a de las figuras típicas de los negocios jurídicos
que la ley establece y crea nuevas figuras sin lim itación alguna(30).
V. C onclusiones
De lo expuesto hasta aquí se advierte que el problem a fundam ental de la liber
tad de contratación está en sus lím ites. Las restricciones que se les impongan a
los particulares en sus relaciones contractuales determ inan, en gran m edida, el
tipo de sistem a económ ico y jurídico de un país. Y es que si bien la libertad de
contratación perm ite el desarrollo de las personas, abre la posibilidad de que
en el m ercado surjan actores económ icos con un gran poder de m ercado. Por
ello, m odernam ente se reconoce el derecho de la sociedad a poner lím ite a cual
quier abuso, declarando en principio que no hay libertad contractual absoluta.
En relación a la llam ada crisis del contrato, es evidente que tal crisis es relativa.
El increm ento de lim itaciones al principio de libertad de contratación, está aso
ciado a un aum ento de operaciones económ icas que hasta hace unos años eran
im pensables y que los legisladores no pudieron prever. Las d'versas posibilida
des, no exentas de com plejidades que presenta la econom ía moderna, no pue
den ser com paradas con las operaciones de m ercado que conocieron nuestros
abuelos, com o probablem ente las del futuro no se com paren con las nuestras. El
contrato en su versión clásica, respondió a una época y estadio de la economía,
de m odo que era perfectam ente previsible que el contrato, figura jurídica econó
m ica por excelencia, necesariam ente varíe con los cam bios del mercado. Estos
cam bios se expresan en las nuevas fronteras que se le han impuesto al contra
to com o instrum ento de transacciones de m ercado, así como en las posibilida
des que se le abren con las m odernas operaciones contractuales que se realizan
a través de m áquinas autom áticas y, sobre todo, por m edios digitales.
452
PRINCIPIOS GENERALES ART. 62
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
t, ’•
|f| La libertad contractual también es conocida como libertad de configuración interna que
determina el contenido del contrato: STC Exp. N° 02185-2002-AA/TC (í. j. 2).
453
ART. 62 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
BIBLIOGRAFÍA
454
Artículo 62 In terven ción de la ley en los contratos
en curso de ejecución
(...). Los términos contractuales no pueden ser modificados por
leyes u otras disposiciones de cualquier clase. Los conflictos
derivados de la relación contractual solo se solucionan en la
vía arbitral o en la judicial, según los mecanismos de protección
previstos en el contrato o contemplados en la ley
C O N C O R D A N C IA S:
C.: arts. 2 inc. 14), 63, 76; C.C.: arts. 1351 y ss.; D. Leg. 662: art. 10
I. Introducción
Una segunda norm a que contiene el artículo 62, es la referida a la intervención de los
contratos en curso de ejecución. Este dispositivo intenta consagrar en su amplio sentido la
“santidad de los contratos”, pero al hacerlo incurre en un error fatal, que colisiona no solo
con la lógica jurídica sino con la propia realidad. Dicho error se refiere a la pretensión de
sancionar la intangibilidad absoluta de los contratos en curso de ejecución. Si bien la li
bertad es un derecho del m ayor rango constitucional, en la medida que se ha incluido en
el catálogo de derechos alojados en el artículo 2 de nuestra Carta; no es posible atribuir a
este ni a ningún derecho carácter absoluto. La manera como ha sido diseñado el referido
artículo, contradice los principios consagrados en la propia Constitución y hace necesario
que en su aplicación se apele a una interpretación sistemática.
Como sostiene López Santa María, para quienes postulan este dogma, pareciera que
“el concepto superior de justicia y las consideraciones de solidaridad social son irrelevan
tes. ‘El principio de la autonomía de la voluntad se basta a sí m ism o’; en lugar de exigir
una justificación, él sirve para justificar los demás principios jurídicos”1n.
1I) LOPEZ SANTA MARÍA. Jorge. Los contratos. Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1986, p. 169.
455
ART.62 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Se explica, entonces, por qué un importante sector ha creído y cree que la autonomía
de la voluntad no solo es fuente de las relaciones jurídicas, sino que le atribuye un valor
axiológico, a partir de la convicción de que si los hombres son libres e iguales, el contrato
que surge de ellos es necesariamente justo y equitativo, y que la presencia de cualquier fac
tor extraño -particularm ente el E stado- en esta relación genera desequilibrio e injusticia.
Por eso, dicha posición, que tiene larga data, ha venido siendo erosionada de una ma
nera sostenida y cada vez más convincente. Como en su hora señaló De la Puente y La-
valle, siguiendo a Julliot de la Morandiere, entre las modificaciones generales al principio
de la autonomía de la voluntad en el campo contractual que tienen mayor importancia, de
ben ser consideradas las siguientes:
456
PRINCIPIOS GENERALES ART. 62
En este mismo sentido, la propia Iglesia Católica no ha sido ajena a tan importante
tema. En la encíclica Populorum Progressio, N° 59, SS Pablo VI expresó: “[l]a enseñanza
de León XIII en la Rerum Novarum conserva su validez, el consentimiento de las partes, si
están en situación demasiado desigual, no basta para garantizar la justicia del contrato; y la
regla del libre consentimiento queda subordinada a las exigencias del Derecho natural”(4).
Ha quedado claro, entonces, que la libertad no es suficiente para convalidar las relacio
nes surgidas de la autonomía de la voluntad. Lo cierto, es que existen desigualdades cultu
rales y materiales que vulneran la equidad de dicha relación. El contratante pobre, desin
formado o ignorante, el contratante en situación de necesidad, no puede estar en posición
de igualdad con su contraparte, y el Estado no puede ser indiferente a esta realidad. Pero
aun cuando el contrato se hubiera dado en situación de absoluta paridad e incluso sea sa
tisfactoriamente beneficioso para las partes, este no puede quedar incólume cuando los in
tereses de la sociedad en su conjunto se le contraponen. De modo que el asunto no es solo
una cuestión de justicia, -q u e por cierto siempre puede ser discutible-, sino de elemental
sensatez y coherencia jurídica. Mediante un contrato común, no se pueden crear islas le
gales ajenas al dinamismo del ordenamiento jurídico.
(4) ALTERINI, Atilio Aníbal. La autonomía de ¡a voluntad en el contrato moderno. Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1989, p. 62.
457
ART. 62 DEL RÉG IM EN ECONÓMICO
es el Derecho. Ya en otros trabajos(5) hem os apuntado que el referido párrafo del artículo
62, no debe ser leído asistem áticam ente, pues ello no solo constituiría un error sino que
en la práctica no tendría aplicación.
Si los contratos en general son intangibles, es decir, im penetrables por normas poste
riores, entonces no tendrían sentido los contratos-ley, que tam bién son regulados por nues
tra Constitución y que buscan precisam ente congelar el ordenam iento jurídico.
En efecto, como es obvio, todo contrato nace en un contexto legal preexistente, com
puesto por normas de diversa naturaleza. Sostener que los contratos son intangibles im
plica afirmar que son im penetrables incluso por las norm as de orden público, e implica,
además, que los contratos pueden congelar el contexto legal en el que nacieron. Esto es
insostenible, pero adem ás im plica que los contratos-ley carecerían de todo sentido, desde
que cualquier contrato podría congelar en su beneficio el ordenam iento jurídico.
Si los contratos pueden celebrarse libremente, aunque con sujeción a las normas im
perativas y de orden público ¿acaso no es razonable pensar que si tales norm as son alte
radas, estas afectarán a la relación contractual en curso de ejecución?
¿Cómo conciliar la interpretación de que los contratos en curso de ejecución son in
tangibles, con la norm a referida al principio de aplicación inm ediata de la ley recogida
tam bién por la propia Constitución(6)? Para nosotros se trata de un caso de simple aplica
ción inm ediata de la ley, principio del cual no pueden escapar los contratos.
Como solución a este problem a suscitado por la redacción del artículo 62 de la Cons
titución, Carlos Cárdenas Quirós sostiene que la intangibilidad de los contratos es relati
va, solo alcanza a las norm as dispositivas, no así para el caso de las norm as de orden pú
blico. Desde un punto de vista general no es difícil estar de acuerdo con esta posición. No
obstante estar conform es con lo planteado, debem os m atizar su fundamento. No es solo
un problem a de “hum anización del contrato”, com o sostiene Cárdenas, elemento que por
(5) Economía de mercado y contratación. En: DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel; CÁRDENAS QUI
RÓS, Carlos; GUTIÉRREZ CAMACHO, Walter. Contrato & mercado. Gaceta Jurídica, Lima, 2000, pp.
129-155. Además, GUTIÉRREZ CAMACHO, Walter. “Contrato y Constitución: adiós a la santidad de
los contratos” . En: Actualidad Jurídica. N° 100, Gaceta Jurídica, Lima, marzo 2002, pp. 143-151.
(6) El artículo 109 de la Constitución, sobre la vigencia de la ley, establece que esta es obligatoria desde el dia
siguiente de su publicación en el diario oficial, salvo disposición contraria de la misma ley que posterga
su vigencia en todo o en parte.
458
PRINCIPIOS GENERALES ART. 62
El hecho es que nuestra historia legislativa está plagada de ejemplos de normas que,
abusando del estatus de norma de orden público y con una evidente irresponsabilidad eco
nómica, han pretendido alterar el contenido y vigencia de los contratos particulares, en es
pecial los contratos de arrendamiento de inmuebles, generando un enorme daño al mercado
y a la confianza contractual. Esto hizo que en la década de los noventa, algunos congre
sistas propusieran como solución la intangibilidad irrestricta de los contratos, logrando
el texto que hoy tiene el artículo 62 de la Constitución. Con todo, la santidad de los con
tratos no deja de ser una propuesta extravagante, es decir, fuera de todo orden regular, no
solo de una economía de mercado, sino de un ordenamiento jurídico eficiente que requie
re de un Estado fuerte pero con limitaciones.
“[De una interpretación sistemática de los dos párrafos del artículo 62 de la Constitución
se establece una regla de carácter general, y es que no solo los términos contractuales
contenidos en un contrato-ley, sino que en general, todo término contractual, no puede
ser modificado por leyes u otras disposiciones de cualquier clase,,(8).
“[De conformidad con la primera parte de dicho precepto constitucional, y no solo
respecto a los términos contractuales que contenga el contrato-ley, sino, en general,
(7) GUTIÉRREZ CAMACHO, Walter. “Contrato y Constitución: adiós a la santidad de los contratos". En;
Oh. cit., pp. 143-151.
<K) STt Exp. N" 0003-2004-A1/TC, f. j. 13.
459
ART. 62 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
para todo término contractual, estos ‘no pueden ser modificados por leyes u otras
disposiciones de cualquier clase’”(9).
Pese a lo que señalado por el Tribunal, esta es una interpretación literal, antes que sis
temática, de la segunda oración del prim er párrafo del artículo 62. Parece que no se perci
bió la contradicción interna existente con el segundo párrafo referido a los contratos ley.
Adem ás, es importante es señalar que los casos en que m otivaron los citados pronun
ciamientos versaban, precisam ente, sobre contratos ley y no sobre cualquier contrato, de
modo que haber establecido la inm utabilidad extendida a todo término contractual y a
todo contrato, era com pletam ente irrelevante para la solución de dichas controversias(10)123.
Además, aun cuando la regla sea la intangibilidad de los contratos, el Tribunal indi
có que “debe descartarse que los contratos en cuanto tales impiden, en absoluto, todo tipo
de intervencionismo estatal”00. Los términos contractuales no pueden ser modificados
legislativamente, dice el artículo 62; sin embargo, de una lectura sistemática, en concor
dancia con el artículo 2 inciso 14, resulta que el derecho a la contratación no es ilimitado,
sino que se encuentra evidentemente condicionado en sus alcances. Con base en este ar
gumento, el M áximo Intérprete de la Constitución admitió que el Estado pueda interve
nir, -creando las normas adecuadas-, en los contratos de interm ediación laboral que bus
caban distorsionar y vaciar de contenido derechos laborales00.
Nótese que a través del recurso a los límites de la libertad de contratación, la sen
tencia arriba al resultado de negar la absoluta inm utabilidad de los contratos, con lo cual
se viene a afirmar que sus términos pueden ser modificados. Asim ism o, la pertinencia de
esta afirmación se pone de relieve al verificar que no se trataba de un contrato ley, lo que
diferencia esta sentencia de los dos pronunciam ientos citadas al inicio de este apartado.
Otro ejemplo claro de los límites a la denom inada santidad de los contratos, ocurre
cuando el objeto del contrato se refiere a bienes que la Constitución exige proteger y con
servar por su relevancia para el interés general, como es el caso de los recursos naturales.
En consideración del Tribunal Constitucional, pese a que el artículo 62 de la Constitu
ción prohíbe al Congreso modificar los términos de un contrato privado mediante una ley
460
PRIN CIPIO S G ENERA LES ART. 62
posterior, cuando el objeto del contrato son los recursos naturales de la Nación, el Estado
no solo puede, sino que debe intervenir a efectos de evitar su depredaciónl4).
“Esta libertad contractual se encuentra limitada por los artículos 1354 y 1355 del Código
Sustantivo, porque existe siempre que no sea contraria a la norma legal de carácter
imperativo o que la Ley por consideraciones de interés social, público o ético puede
imponer reglas o establecer limitaciones al contenido de los contratos06’” .
Ahora bien, con respecto a la necesidad de intervención del Estado en situaciones
en las cuales el interés social así lo reclama, la Corte Suprema ha señalado lo siguiente:
“El Estado tiene la facultad de intervenir en la vida económ ica de la nación en razón
a intereses correspondientes a la sociedad como un todo, por encima de la voluntad
de los particulares; situación que se produjo en la coyuntura económica que tuvo que
enfrentar el Estado peruano a inicios de 1990 con hiperinflación y recesión, obligando
al Poder Ejecutivo a dictar múltiples medidas destinadas a corregir tales situaciones07’”.
En ese panorama, nos atrevemos a decir que a nivel de la jurisprudencia nacional (cons
titucional y ordinaria), existen sentencias para cada posición, tanto la favorable como la
contraria a la intangibilidad extendida. No obstante, la segunda aventaja a la primera, de
bido a la inconsecuencia del Tribunal Constitucional al no haber aplicado la orientación
favorable fuera de la esfera del contrato ley, así como por el reconocimiento del artículo
1355 del Código Civil como norma vigente, realizado por la Corte Suprema.
461
ART. 62 DEL RÉG IM EN ECONÓM ICO
V. Conclusiones
En suma, luego de lo expresado puede arribarse a las siguientes conclusiones:
Todo contrato nace dentro de un contexto legal preexistente, que permite no solo
su legitimidad sino su cumplimiento. Este contexto legal contiene en su núcleo,
un estatuto básico compuesto por las normas de orden público sobre las cua
les las partes nunca tuvieron facultad de disposición, ni al tiem po de celebrar el
contrato ni durante su ejecución. Por ello no les es posible escapar de los alcan
ces de su aplicación.
La problem ática que se ha generado a partir del artículo 62 tam bién puede ser
abordada como un asunto referido a la aplicación de la ley en el tiempo; lo cual,
en síntesis, significa que los contratos no pueden escapar del principio de la apli
cación inmediata de la ley recogido en la Constitución (art. 103) y en el Código
Civil (art. III del T.P.). La única excepción a esta regla se encuentra en los con
tratos ley.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA*1
La libertad de contratar garantiza que se pueda pactar según las normas vigentes y que
los términos contractuales no pueden ser modificados por leyes u otras disposiciones de
cualquier clase: STC Exp. N° 02670-2002-AA/TC (f. j. 3.d).
Una cláusula contractual manifiestamente irrazonable y fuera del sentido común resulta
incompatible con la propia libertad de contrato: STC Exp. N° 06534-2006-PA/TC (f. j. 3).
BIBLIOGRAFÍA
462
A r t íc u lo 6 2 E l c o n t r a t o - le y
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 14), 63, 76, 103; C.C.: arts. 1351 y ss.; D. Leg. 662: art. 10
Jorge Santistevan de
I. Introducción*0
Los contratos-ley son contratos por los cuales el Estado otorga a un particular garan
tías o seguridades que no pueden ser modificadas legislativamente. Tal como lo deja en
trever Pinilla Cisneros, se trata de fórmulas contractuales por las que el Estado, unilateral
y constitucionalmente, otorga a un particular determinadas garantías y seguridades jurídi
cas, lo que implica reconocerles a tales fórmulas un estatuto jurídico particular y anticipa
do que hace inalterables los pactos convenidos en el momento del contrato. En ese senti
do, aun cuando fueren modificadas dichas reglas en lo general, esto es, por acto del Estado
durante la vigencia del contrato, al contratante no le será aplicable tal modificación1(2). Se
considera entonces que los contratos-ley otorgan a lo pactado un blindaje constitucional
que hace impenetrable a la vida del contrato las leyes que se dicten posteriormente.
El régimen económ ico que establece la Constitución presupone que el Estado debe
garantizar a los privados determinadas limitaciones respecto del uso de sus atribuciones.
Es decir, garantiza:
“La seguridad jurídica indispensable a las relaciones particulares con el Estado, cuando
este actúa en uso de sus poderes de imperium”(3).
La principal consecuencia de este precepto resulta la absoluta imposibilidad de modi
ficación legislativa de los contratos-ley (el referido “blindaje constitucional”). En efecto,
se impide que normas imperativas modifiquen los términos del contrato-ley. Es decir, nos
(1) Para la elaboración del presente comentario, se ha tomado como base referencial lo tratado por el autor
en: SANTISTEVAN DE NORIEGA, Jorge. “Constitución, privatización y servicios públicos. El blindaje
jurídico que protege a los contratos-ley en el Perú” En: Libro de homenaje a Jorge Avendaño. Tomo I,
Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2004, pp. 577-626.
(2) PINILLA CISNEROS, Antonio. Los contratos-ley en la legislación peruana. Fondo de Desarrollo Edito
rial de la Universidad de Lima, Lima, 1999. Cfr.: ZEGARRA VALDIVIA, Diego. El contrato ley. Gaceta
Jurídica, Lima, 1997.
(3) AMADO, José Daniel y MIRANDA, Luis. “La seguridad jurídica en la contratación con el Estado: el
contrato-ley”. En: Themis. Nü 33, p. 17.
463
ART.62 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
encontramos ante un contrato en el que ninguna de las partes puede modificar unilateral
mente los términos pactados, esto es sin adoptar los procedimientos que al efecto el pro
pio contrato-ley contenga. En este caso el Estado, en ejercicio del ius imperium, se obliga
a no modificar los términos contractuales por ley a efectos de brindar seguridad jurídica a
los particulares, limitando las atribuciones que estatal le corresponden en función del ius
variandi. Consecuentemente, aun cuando fueren modificadas dichas reglas por acto esta
tal durante la vigencia del contrato, al contratante no le será aplicable tal modificación(4).
Se considera entonces que los contratos-ley otorgan a lo pactado un blindaje jurídico que
hace impenetrable a la vida del contrato las leyes que se dicten posteriormente.
“Por ley, sustentada en razones de interés social, nacional o público, pueden establecerse
garantías y seguridades otorgadas por el Estado mediante contrato”.
En efecto, la citada norma sirvió de base a la posterior consagración constitucional de
los contratos-ley. No obstante, es a partir de la Constitución de 1993 que se admite la posi
bilidad de establecer esta figura en todas las actividades económicas en que se pueda des
envolver la actividad privada(5). Es decir, que la Constitución establece un marco de pro
tección a los inversionistas privados dentro de un contexto en el que el Estado comienza
a cumplir un rol subsidiario, mediante un proceso complejo de privatización y desregula
ción normativa implementado bajo el nuevo régimen económico constitucional.
464
PRINCIPIOS GENERALES
ART. 62
Este tipo de acuerdos no existieron siempre. De hecho, a pesar del antecedente señalado
en el Código Civil de 1984, no tienen precedentes en la Constitución histórica del Perú ni
en el constitucionalismo comparado16'. Antiguamente, la inversión extranjera tenía como
único recurso de protección la institución de la Protección Diplomática. De acuerdo a esta
figura, cuando un inversionista extranjero se veía afectado por una medida adoptada por
el Estado receptor de la inversión, reclamaba ante los tribunales nacionales de este y, si no
obtenía satisfacción, solicitaba la protección diplomática de su Estado nacional a efectos
de obtener una reparación6(7). Esta medida fue muy utilizada por los inversionistas en la
década del 70 en América Latina, ante la ola de expropiaciones desatada. Por su parte, la
inversión nacional no recibía un trato similar al no poder invocar esta protección, quedando
muchas veces desprotegida frente a la acción estatal.
Sin embargo, a fines de los 80, la apertura de la mayor parte de las economías a
la empresa privada y la creación de un sistema de mercado que permite la concesión
de garantías al capital nacional o extranjero, marcan una nueva etapa en las relaciones
Estado/inversionistas. Entonces, la vieja concepción de los inversionistas extranjeros de
que “los Estados latinoamericanos eran tradicionalmente sostenedores de sus tribunales
nacionales”(8), o que la doctrina Calvo(9) era el antídoto latinoamericano contra la protección
diplomática de las empresas extranjeras(10)1, quedó definitivamente en el pasado00.
465
ART. 62 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Se ha llegado aún más lejos, Estados como el peruano han suscrito Acuerdos de
Promoción y Protección de Inversiones12)134que prevén, más allá del ámbito contractual, la
protección a los inversionistas frente a tratos discriminatorios, confiscatorios o expropíatenos
garantizando al inversor la opción de recurrir a tribunales arbitrales internacionales para
dilucidar sus diferencias con los Estados receptores03). Sin embargo, la protección que
brindan estos acuerdos internacionales no es materia de comentario del presente artículo.
“Los convenios de estabilidad jurídica se celebran al amparo del artículo 1357 del
Código Civil y tienen la calidad de contratos con fuerza de Ley, de manera que no
pueden ser modificados o dejados sin efecto unilateralmente por el Estado. Tales con
tratos tienen carácter civil y no administrativo, y solo podrán modificarse o dejarse sin
efecto por acuerdo entre las partes”.
Por lo tanto, se trata de figuras legales que, aun cuando pertenecen al Derecho Públi
co y nacen de normas públicas, se regulan en su interpretación y ejecución por el Dere
cho Civil. Debe tenerse en cuenta que, en opinión de los juristas peruanos que han escrito
específicamente sobre la materia como Pinilla Cisneros y Zegarra Valdivia, los contratos-
ley son de carácter mixto pues su autorización, preparación, celebración y control están
regidos por normas de Derecho Administrativo, en tanto que su ejecución y cumplimien
to lo están por el Derecho Civil(14).
(12) Al respecto, VÍTOLO señala: “Los países en desarrollo han tratado por todos los medios de estimular
inversión directa, considerándola más ventajosa que los préstamos comerciales e imprescindibles para
su crecimiento sostenido”. Este autor sustenta tal afirmación en los postulados del Sistema Económico
Latinoamericano (SELA). Describe asimismo el sistema se seguros ante riesgos políticos consagrados a
través de la Multilateral Investment Guarantee Agency (MIGA) promovida por el Banco Mundial y la
Overseas Prívate Investiment Corporation), compañías aseguradoras especializadas en estos temas. No
obstante, son estos sistemas de seguros los que exigen como paso previo la suscripción de un convenio
bilateral de protección y promoción conocidos por sus siglas en inglés BIT (Bilateral Investment Treaties).
VITOLO, Daniel Roque. Manual económico jurídico de la empresa y de las inversiones extranjeras. Ad-
Hoc, Buenos Aires, 2003, pp. 63-65.
(13) Cfr. el Acuerdo para la Promoción y Protección Recíproca de Inversiones entre la República del Perú y el
reino de España suscrito en Madrid el 17/11/1994 publicado en el diario oficial El Peruano el 22/04/1996
en cuyo artículo 9 se consagra la opción “a elección del inversor” de recurrir a los tribunales nacionales,
o al arbitraje ad hoc establecido por el reglamento de arbitraje de la Comisión de las Naciones Unidad
para el Derecho Comercial Internacional (conocida como Uncitral) o al Centro Internacional de Arreglo
de Diferencias relativas a Inversiones (Ciadi) creado mediante convenio abierto a la firma en Washington
el 18/03/1965 (Convenio sobre Arreglos Relativos a Deferencias Relativas a Inversiones entre Estados y
Nacionales de otros Estados). El Ciadi, sin embargo, es una institución autónoma con personalidad jurídica
internacional.
(14) ZEGARRA VALDIVIA, Diego. El contrato ley. Ob. cit., 1997, p. 165. PINILLA CISNEROS, Antonio.
Los contratos-lev en la legislación peruana. Ob. cit., pp. 139-140. Asimismo, el administrativista Jorge
Danos Ordóñez coincide con esta tesis de contrato híbrido que comparte tanto elementos del Derecho
Administrativo como elementos del Derecho Civil en el prólogo de la obra de Zegarra Valdivia.
466
PRINCIPIOS GENERALES ART.62
Con el propósito de comprender la naturaleza jurídica del contrato-ley, así como sus
características, es necesario precisar a continuación la definición de estos contratos y las
razones que impulsaron su aparición. A decir de García Toma(l5):
“[L]os contratos ley se caracterizan por ser acuerdos contractuales suscritos entre el
Estado y los inversionistas privados -nacionales o extranjeros- otorgándoseles a estos
últimos garantías específicas, generalmente de naturaleza político-económica”.
En este sentido, la doctrina entiende por contrato-ley aquel acuerdo celebrado entre
un Estado y una empresa nacional o extranjera en condiciones de igualdad, destinado a
otorgar seguridades y garantías especiales e intangibles a favor de los inversionistas pri
vados, y que somete las diferencias relativas a la interpretación y aplicación del mismo a
una instancia arbitral(16)17, comprendiendo tres características esenciales:
(15) GARCÍA TOMA, Víctor. Análisis sistemático de Ia Constitución Política de 1993. Fondo de Desarrollo
Editorial, Universidad de Lima, 1988, p. 129.
(16) NOVAK, Fabián. La contratación entre Estados y empresas transnacionales. Instituto de Estudios Inter
nacionales, Lima, 1995.
(17) WHITE, Eduardo y CORREA, Carlos. “El control de las empresas transnacionales y la Carta de Derechos
y Deberes Económicos de los Estados”. En: Derecho Económico Internacional. Fondo de Cultura Econó
mica. México, 1976, p. 187 y ss.
467
ART.62 D E L R É G IM E N ECONÓM ICO
o de Barberis, quien los denom ina “tratados concertados con sociedades comerciales
extranjeras”(18). También es el caso de Rizzo Rom ano quien entiende que:
“ [L]os pactos entre un Estado con individuos o com pañías extranjeras, pese a la opinión
en contrario de Rousseau, (...) son verdaderos tratados internacionales”*19).
“El Tribunal Constitucional no com parte una interpretación restrictiva sobre el con
tenido del contrato-ley, com o el que exponen los dem andante. Por un lado, porque el
segundo párrafo del artículo 62 de la Constitución establece que ‘m ediante contratos-
ley, el Estado puede establecer garantías y otorgar seguridades’, sin establecer qué
tipo de garantías y seguridades son las que se pueden brindar. Y, de otro, porque en la
práctica una aseveración como la que expresan los dem andantes, lejos de optim izar que
se cum pla el telos de la institución del contrato-ley, lo term ina desnaturalizando”(20).
C oncluyendo a continuación:
“De m anera que, en abstracto, no existe una lim itación para que el Estado, m ediante
el contrato-ley, solo extienda las garantías que se derivan de su suscripción al ámbito
tributario o jurídico. Puede perfectam ente extenderse, dentro de los lím ites que la
Constitución y la ley fijen, a todas las cláusulas contractuales, en aquellos casos en los
que el contrato-ley constituya un contrato adm inistrativo, precisam ente con el objeto
de que, con posterioridad a su suscripción, el Estado no invoque la existencia de una
cláusula exorbitante y se desvincule de los térm inos contractuales pactados”(21).
(18) BARBERIS, Julio. Las fuentes del Derecho Internacional. Platense, La Plata, p. 171.
(19) RIZO ROMANO, Alfredo. Derecho Internacional Público. Plus Ultra, Buenos Aires. 1994, p. 57.
(20) STC Exp. Nü 0005-2003-A1/TC, del 03/10 2003. f. j. 34.
(21) ídem.
468
PRINCIPIOS GENERALES ART. 62
(22) ZEGARRA VALDIVIA, Diego. El contrato ley. Ob. cit., 1997, p. 165. PINILLA CISNEROS, Antonio.
Los contratos-lev en la legislación peruana. Ob. cit., pp. 139-140. Asimismo, el administrativista Jorge
Danos Ordóñez coincide con esta tesis de contrato híbrido que comparte tanto elementos del Derecho
Administrativo como elementos del Derecho Civil (en el prólogo de la obra de Zegarra Valdivia).
(23) CHUECA SANCHO, Ángel. “Contratos entre Estados y empresas extranjeras y Derecho Internacional
Público”. En: Cursos de Derecho Internacional de l'itoria Gasteiz. Universidad del País Vasco, Bilbao,
1990, p. 330.
469
ART.62 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
del Estado para legislar es menor, pues está ceñida a las normas taxativamente
referidas en el contrato.
Inoponibilidad de normas modificatorias.- En virtud de esta tercera técnica, el
Estado aplicables a los contratos-ley ya existentes. A diferencia de las dos técni
cas anteriores, aquí el Estado no se encuentra limitado en su capacidad legisla
tiva. Lo que sucede es que en caso se dé una ley y ella, de alguna manera, entre
en conflicto con lo dispuesto en un contrato-ley, dicha ley no le será aplicable y
sus efectos no le alcanzarán.
Independientemente de cuál sea la técnica estabilizadora que cada Estado asuma en
su ordenamiento jurídico interno, el resultado es básicamente el mismo: un contrato-ley
no puede ser modificado, ni alterado, directa o indirectamente, por las variaciones legis
lativas que eventualmente efectúe el Estado contratante, directamente, a través del órga
no representativo que suscribe como parte el contrato, o indirectamente a través de cual
quier otra institución que pertenezca al Estado o actúe como su agente.
(24) C'fr. al respecto EGUIGUREN PRAELI, Francisco. “ Los contratos de concesión de los servicios públicos
y su resolución por razones de interés público”. En: EGUIGUREN PRAELI, Francisco. Estudios consti
tucionales. ARA, Lima. 2002, pp. 465-485.
(25) DROMI, Roberto Derecho telefónico Ciudad Argentina, Buenos Aires, IÓ08, p. 334.
470
PRINCIPIOS G ENERA LES ART. 62
Adviértase que este tipo de contratos también produce efectos respecto de terceros,
comenzando por los usuarios, que quedan en la misma situación de inseguridad frente
a estas alteraciones que inciden sobre la calidad de los servicios que reciben y el precio
que deben pagar por ellos.
Pero estos no serían los únicos afectados, sino que, en sectores de la economía como
el de las telecom unicaciones, que requieren de constantes e ingentes inversiones, las
empresas deben conformarse de tal manera que nucleen los capitales necesarios para
su desarrollo, por lo que aparecen en escena los inversores y los accionistas”(26)*.
Pero las consecuencias de una modificación unilateral pueden llegar tan lejos como
este autor lo anticipa:
“De ahí que la m odificación unilateral por parte del Estado de los contratos de licen
cia puede afectar especialm ente a los que adquirieron en la Bolsa las acciones, que
además les vendió el mismo Estado, y que lo hicieron dentro de un marco normativo
y contractual previam ente establecido. Por lo que una medida de tal naturaleza puede
incidir en las cotizaciones bursátiles, de modo que directamente se les afectaría esa
propiedad,,(27).
Resulta fundamental determinar cuál es la posición de nuestro Derecho nacional y,
particularmente, de nuestra Constitución, que si bien es clara cuando consagra en su ar
tículo 62 el principio de intangibilidad de los contratos-ley, no lo es en relación a la téc
nica de estabilización por la cual opta. En otras palabras, si bien la Constitución prescribe
que estos contratos no pueden ser unilateralmente modificados por el Estado, no precisa
la extensión y alcances de esta prohibición.
Al respecto, debemos precisar que el Estado no limita su capacidad legislativa (su so
beranía), obligándose a no modificar su ordenamiento intemo mientras tenga vigencia el
contrato-ley. Ello supondría imponer al Estado una obligación de no hacer, de no legislar,
que no tiene asidero en nuestro ordenamiento, que más bien se adscribe a la técnica de la
inoponibilidad, según la cual resultan inaplicables aquellas leyes dictadas por un Estado
destinadas a modificar los términos de un contrato-ley. En tal sentido, el Estado peruano
es libre de legislar sobre cualquier materia pero ella resultará inaplicable a los contratos-
ley preexistentes, en la medida que sean incompatibles.
471
ART. 62
DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
“ Si la personalidad jurídica del Estado es una sola, respecto de lo cual hay unanimidad
en la doctrina m oderna, no es posible que actúe de una manera como contratante y
de otra distinta como autoridad, desde que no puede partirse en dos ni quitar con una
m ano lo que legítim am ente ha dado con la otra. Es el sometimiento voluntario del
Estado a la relación contractual (...) la que determina que haya renunciado implícita
m ente a ocupar su rol de autoridad, y por consiguiente a ejercitar irrestrictamente su
ius im perium , en lo que es materia del contrato. No olvidemos que todo contratante,
(28) ARIAS-SCHREIBER PEZET, Max. C ó d ig o C iv il p e ru a n o d e 1984. E xégesis. C on tratos. P a rte gen eral.
Tomo I, Estudiurn Ediciones, 1987, Lima, p. 105.
(29) ídem.
472
PRINCIPIOS G ENERALES
ART. 62
“Si los contratos pueden celebrarse libremente, si bien con sujeción a las normas im
perativas y de orden público, es razonable pensar que si tales normas son alteradas, las
nuevas normas, en la medida en que tengan también carácter imperativo o de orden
público, resulten aplicables a la relación obligatoria en ejecución. Se trataría de un
caso de simple aplicación inmediata de la ley.
Es de advertirse que, de modo excepcional, solo tratándose de los contratos-ley, la
suspensión, derogación, modificación o sustitución de las normas legales no operan con
efectos plenos. Se crea así una “isla normativa singular”, perfectamente identificable”.
En opinión de Bem ales Ballesteros:
“Los contratos-ley no pueden ser modificados legislativamente porque en ellos el
Estado ha comprom etido su voluntad de mantener un tratamiento fijo por el plazo
establecido”*32*.
Rubio Correa arriba a la misma conclusión cuando nos dice que:
“Su finalidad consiste en dar garantía a los contratantes con el Estado, de que las
condiciones pactadas se mantendrán al margen de los cambios legislativos que se
establezcan”*33*.
En la misma dirección, García Toma comenta:
“Dichos contratos ley no pueden ser modificados legislativamente; ergo, existe la
imposibilidad de que el Estado modifique unilateralmente los convenios de estabilidad
jurídica celebrados al amparo de los decretos legislativos 662 y 757”*34*.
(30) DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel. El contrato en general. Parte I, Tomo I, Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1991, p. 370.
(31) CÁRDENAS QUIRÓS, Carlos. “Autonomía privada, contrato y Constitución”. En: BULLARD, Alfredo y
FERNÁNDEZ, Gastón. Derecho Civil Patrimonial. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica
del Perú. Lima, 1997, p. 55.
(32) BERNALES BALLESTEROS, Enrique. La Constitución de 1993. Análisis comparado. 1CS, Lima, 1996,
p. 318.
(33) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., p. 294.
(34) lbídem, p. 129.
473
ART.62 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
del artículo 1357 del Código Civil peruano de 1984 y del artículo 62 de la Constitución
Política del Perú de 1993.
“Este contrato era y es ley entre las partes y su cumplimiento tal y como fue conce
bido, es ineludible.
Doctrinalm ente se trata de la figura jurídica llamada “contrato-ley o ley-contrato”,
en la que el Estado se encuentra dentro de la esfera de la contratación privada. Estos
contratos leyes no pueden modificarse en forma unilateral. Por lo tanto, es a mérito de
ese contrato basado en esa ley y en el solemne compromiso que fluye de todo convenio,
que la demandante tiene un derecho adquirido que no puede suprimirse ni recortarse.
En virtud del artículo 1328 del Código Civil, dada la respetabilidad de los contratos
que son obligatorios en cuanto se haya expresado en ellos y deben ejecutarse según las
reglas de la buena fe y común intención de las partes. Este M inisterio Público OPINA:
Que se DESAPRUEBE la Resolución N° 6225 del Tribunal Fiscal Sala de Aduanas
de 30 de marzo de 1981; salvo mejor parecer”(35).
Asimismo, cabe hacer mención a los laudos arbitrales expedidos en los procesos en
tre Edelnor S.A.A. contra el Ministerio de Energía y Minas (laudo por unanimidad); Luz
del Sur S.A.A. contra el Estado Peruano y Edegel S.A.A. tam bién contra el Estado Perua
no representado en ambos casos por la Comisión Nacional de Inversiones y Tecnologías
Extranjeras - Conite (laudos en mayoría) que disponen que el Estado peruano debe respe
tar y cumplir las obligaciones pactadas con las citadas empresas en los convenios de es
tabilidad jurídica. En ellos se consagra el principio de inoponibilidad de la ley posterior
a las relaciones regidas por los contratos-ley por los cuales el Estado garantiza durante
diez años la estabilidad del régim en del impuesto a la renta. Las opiniones discrepantes
minoritarias en dos de los mencionados laudos admitieron ese criterio aunque considera
ron a favor del Estado que los efectos de operaciones extraordinarias como fusiones o es
cisiones de empresas se encontraban fuera del blindaje establecido por el contrato ley.
En la misma línea, el Tribunal Fiscal ha emitido con respecto a estos casos tres resolucio
nes, con fecha 15 de noviembre de 2002, en las que trata sobre las consecuencias tribu
tarias de los mencionados actos (fusión y escisión) sobre la base del reconocimiento de
474
PRINCIPIOS GENERALES ART.62
tales contratos-ley y de la validez de los laudos arbitrales aludidos (R. N°s 06628-1-2002;
06604-5-2002; y 06619-4-2002). Tal conclusión del Tribunal, sin embargo, no ha impe
dido que este ordene a la Administración Tributaria el cumplimiento pleno de las funcio
nes que por ley le competen.
“34. Por su propia naturaleza, a través del contrato-ley, el Estado busca atraer inver
siones privadas (de capital) a fin de que promuevan aquellas actividades que el Estado
considera que vienen siendo insuficientemente desarrolladas, de acuerdo con los pla
nes y objetivos que se pueda haber trazado en el diseño de la política económica del
Estado. Tienen como contenido propiciar un marco de seguridad a los inversionistas
no solo en asuntos privados de la administración, sino, también, en el prestación de
actividades de Derecho público”.
Concluye que:
“34. Una interpretación de la institución en los términos antes indicados se aviene con
el telos de la inserción del contrato-ley a nivel constitucional. En efecto, si como antes
se ha indicado, la aparición y consagración normativa del contrato-ley está vinculada
con la promoción de las inversiones privadas en las economías nacionales, dentro
de un esquema en el que se ofrezca a los inversionistas seguridades, entonces, no es
constitucionalmente adecuado que se realice una interpretación de los alcances de la
institución que, antes de optimizarla, le reste operatividad”.
Mediante esta sentencia, el Tribunal Constitucional admitió el blindaje constitucional
que este brinda y derivó de allí la inmodificabilidad tanto de las cláusulas contractuales
cuanto del estatuto jurídico que las sustenta(36), puntualizando lo siguiente:
(36) En el cuarto párrafo del fundamento 16 de la Sentencia del Tribunal Constitucional del 03/10/2003 se
señala: “Desde esta perspectiva, como lo ha expuesto la demandada, en criterio que este Tribunal com
parte, el contrato-ley es “un acuerdo de voluntades entre dos partes, que rige para un caso concreto, solo
que está revestido de una protección especial, a fin de que no pueda ser modificado o dejado sin efecto
475
ART. 62 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
“35. En ese orden de ideas, este Tribunal precisa que no solo gozan de inmodificabilidad
las cláusulas que compongan el contrato-ley, cuando así se acuerde, sino también el
estatuto jurídico particular fijado para su suscripción. Es decir, tanto la legislación a
cuyo amparo se suscribe el contrato-ley, como las cláusulas de este último.
Ello es producto de una interpretación sistemática de los dos párrafos del artículo
62 de la Constitución. Por un lado, de conformidad con la primera parte de dicho
precepto constitucional, y no solo respecto a los términos contractuales que contenga
el contrato-ley, sino, en general, para todo término contractual, estos “no pueden ser
modificados por leyes u otras disposiciones de cualquier clase”.
Por otro lado, y en lo que se refiere únicamente a los contratos-leyes, la legislación
a cuyo amparo este se suscribe, “no puede ser modificada legislativamente” como
lo prescribe la última parte del artículo 62 de la Constitución. Dicho de otro modo;
aunque el legislador pueda modificar el régimen legal de suscripción de un contrato-
ley, tal modificación no alcanza a quienes, con anterioridad a ella, hubieran suscrito
dicho contrato-ley” .
En síntesis, el respeto a los contratos-ley y la imposibilidad de que por acto de una
autoridad puedan estos ser modificados, no solo es un imperativo legal y constitucional,
sino que aquel forma parte de nuestra tradición jurídica, evidenciada en la doctrina y en
los fallos de nuestros tribunales nacionales. Independientemente de cuál sea la técnica de
estabilización que cada Estado asuma en su ordenamiento jurídico interno, el resultado
es básicamente el mismo, esto es, que un contrato-ley no puede ser modificado, ni alte
rado directa o indirectamente, por las variaciones legislativas que eventualmente efectúe
el Estado contratante.
IX. Conclusiones
Los contratos-ley celebrados por el Estado peruano no son contratos de Derecho Públi
co ni simples contratos privados, son contratos especiales por su reconocimiento en la Nor
ma Fundamental, que se caracterizan porque se benefician con un blindaje constitucional,
de conformidad con el artículo 62 de la Carta. Su interpretación tiene reglas expresas y nor
mas que admiten solución de controversias por vías especiales como alternativas a los tri
bunales de los Estados en los que se ejecutan.
unilateralmente por el Estado (...) El blindaje del contrato-ley de manera alguna lo convierte en ley (•■■)«
únicamente obliga a las partes que lo acordaron, en ejercicio de su libertad contractual, y dentro de su
relación jurídico patrimonial”.
476
PRINCIPIOS GENERALES
ART. 62
J u r is p r u d e n c i a r e l a c io n a d a
jp La aparición del contrato-ley ha estado vinculada con la prom oción de las inversiones
privadas: STC Exp. N° 00005-2003-A I/T C (f. j. 32).
j| El co n trato -ley prevé fórm ulas m ediante las que se otorga ám bitos de seguridad ju ríd ic a a
fin de favorecer la inversión privada dentro de sus econom ías: STC Exp. N° 00005-2003-
A I/T C ( f .j .3 2 ) .
j| El co n trato -ley es un convenio en el que pueden suscribir los contratantes con el Estado
en los casos y sobre las m aterias que m ediante ley se autorice: STC Exp. N° 00005-2003-
A I/T C ( f .j. 33).
j¡ El E stado se som ete plenam ente al régim en jurídico previsto en el contrato-ley y a las dispo
siciones legales a cuyo am paro se suscribió este: STC Exp. N° 00005-2003-A I/TC (f.j. 33).
gp A través del contrato-ley, el E stado busca atraer inversiones privadas a fin de que prom ue
van aquellas actividades que vienen siendo insuficientem ente desarrolladas: STC Exp.
N° 00005-2003-A I/T C ( f .j. 34).
¡¿jÜ M ediante contratos-ley, el Estado, en ejercicio de su ius im perium , crea garantías y brinda
seguridades; y, al suscribir el contrato-ley, se som ete plenam ente al régim en ju rídico p re
visto en el contrato y a las disposiciones legales: STC Exp. N° 0006-2020-PI/T C ( f.j. 61).
¡tj El contenido de los contrato-ley puede y debe sustentarse en razones de interés social,
nacional o público adem ás de propiciar un m arco de seguridad a los inversionistas no sólo
en asuntos privados de la adm inistración, sino, tam bién, en la prestación de actividades de
derecho público: STC Exp. N° 0006-2020-PI/T C ( f.j. 62).
477
ART. 62 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
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478
Artículo 63 Ig u a ld a d de trato en tre in versión
ex tra n jera y n acion al. Solu ción de
con tro v ersia s
La inversión nacional y la extranjera se sujetan a las mismas
condiciones. La producción de bienes y servicios y el comer
cio exterior son libres. Si otro país o países adoptan medidas
proteccionistas o discriminatorias que perjudiquen el interés
nacional, el Estado puede, en defensa de este, adoptar medidas
análogas.
En todo contrato del Estado y de las personas de derecho
público con extranjeros domiciliados consta el sometimiento
de estos a las leyes y órganos jurisdiccionales de la Repú
blica y su renuncia a toda reclamación diplomática. Pueden
ser exceptuados de la jurisdicción nacional los contratos de
carácter financiero.
E l Estado y las demás personas de derecho público pueden
someter las controversias derivadas de la relación contractual
a tribunales constituidos en virtud de tratados en vigor. Pueden
también someterlas a arbitraje nacional o internacional, en la
form a en que lo disponga la ley.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 2), 58,59,62,71,72; C.P.Ct: art. 44 inc. 1); Ley 26702: arts. 5,6; Ley
27342; D. Leg. 662; D. Leg. 757: arts. 12, 38; D. Leg. 1071; D.U.D.H.: arts. 1, 2, 7
I. Introducción(1)
El artículo 63 es un artículo complejo que mezcla diversos temas de orden econó
mico, cuya regulación lamentablemente provoca más de una confusión. En el prim er pá
rrafo tenemos el sujetamiento de la inversión nacional y extranjera a las mismas condi
ciones; seguidamente se regulan las reglas para la producción de bienes y servicios y el
comercio internacional. El segundo párrafo consagra el sometimiento de los contratos que
el Estado (y las personas de derecho público) suscribe con extranjeros domiciliados a las
(1) Para el desarrollo del presente punto, se ha tomado como base referencial lo tratado por los autores en-
SANTISTEVAN DE NORIEGA, Jorge y LOREDO ROMERO, Alvaro. “Regulación constitucional de
las inversiones: igualdad de condiciones y ¿reciprocidad?. A propósito de la sentencia del Tribunal Cons
titucional que declara la inconstitucionalidad del segundo párrafo del artículo 24 de la Ley de Radio y
Televisión”. En: G a ceta C on stitu cion al. Tomo N° 1, Gaceta Jurídica, Lima, 2008, pp. 451-469.
479
ART. 63 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
Asimismo, será extranjera cuando la acción económica se efectúa dentro del territorio
de un Estado por agentes económicos con domicilio en otros países.
Dicha inversión facilita la dinámica económica de un país; conlleva aportes tecnológi
cos, coadyuva para fomentar una más eficiente organización empresarial y hasta traslada
su know how (conocimientos, procedimientos, métodos de elaboración, utilización de
medios necesarios o aportes de información secreta, etc.)”.
En la prim era parte del primer párrafo del artículo bajo comentario, se consagra
el principio de no discriminación por cuestiones de nacionalidad(2) cuando garantiza la
igualdad de tratamiento entre la inversión nacional y la extranjera, que también se ha
interpretado como la consagración del estándar del trato nacional para los extranjeros(3).
El Perú, junto con Venezuela en su Constitución Bolivariana, son los únicos países que
han elevado a rango constitucional el sujetamiento de las mismas condiciones entre la
inversión nacional y extranjera(4).
Esta garantía o estándar de tratamiento, tiene por finalidad, según refiere Bjorklund,
neutralizar una posible tendencia proteccionista, por parte de los Estados receptores de
inversión hacia sus inversionistas y productores nacionales, respecto de la competencia
que pueden generar los inversionistas extranjeros(5); asimismo, es materia de desarrollo
480
PRINCIPIOS GENERALES
ART. 63
El estándar de trato nacional supone una regla general de tratam iento a las
inversiones extranjeras por parte del Estado receptor. Sin embargo, es del caso precisar,
que en el m arco del Derecho Internacional de las Inversiones, el trato nacional es un
estándar de tratam iento de carácter relativo, en tanto se sujeta a las reglas, limitaciones
o incentivos que el Estado anfitrión pueda establecer a la inversión nacional respecto
de la extranjera(6). Ello en virtud a que el compromiso que normalmente se establece
en los APPI, es que: “Cada Parte concederá a los inversionistas de otra Parte un trato
no menos favorable que el que conceda, en circunstancias similares, a sus propios
inversionistas (...)”(7).
Vemos que lo que se reconoce en el ámbito del Derecho Internacional de las Inversio
nes es un tratamiento “no menos favorable, en circunstancias similares”. En consecuen
cia, para verificar si el estándar de trato nacional contenido en un APPI ha sido violado
por el Estado anfitrión, habrá que determinar en el caso en particular (“circunstancias si
milares”) cuál es el tratamiento que la inversión nacional recibe y si la inversión extran
jera recibe “un trato menos favorable”.
Una de las discusiones que se presenta en el marco del Derecho Internacional de las
Inversiones, es que, dada la forma como está concebido este estándar (carácter relativo),
existe la posibilidad de que a través de los APPI, la inversión extranjera pueda recibir un
trato más favorable que aquel que recibe la inversión nacional en su propio Estado, en
tanto se habla de un “trato no menos favorable” y no de igualdad de trato. No obstante, el
carácter relativo de este estándar que le otorga el Derecho Internacional, de acuerdo con
nuestro ordenamiento constitucional, este estándar tiene un carácter absoluto, debido a
que nuestra Constitución (por opción constitucional) no establece ningún tipo de limita
ción ni diferencia para el tratamiento de los inversionistas nacionales con respecto a los
extranjeros: los sujeta a las mismas condiciones.
(6) Cfr. TAWIL, Guido S. “Los tratados de protección y promoción recíproca de inversiones, la responsabilidad
del Estado y el arbitraje internacional”. En: VV. AA. Servicios públicos. Instituto de Estudios de Derecho
Administrativo, Mendoza, 2001, p.347; e, YZMAZ VIDELA, Esteban M. Protección de inversiones
extranjeras. Tratados bilaterales. Sus efectos en las contrataciones administrativas. Fondo Editorial de
Derecho y Economía, La Ley, Buenos Aires, 1999, p. 28. Ambos autores citados por: LINARES, Mario.
El sistema internacional de protección de la inversión extranjera y los contratos públicos. Grijley, Lima,
2006, p. 38.
(7) Numeral 1) del artículo 10.3 del Capítulo 10 del Acuerdo de Promoción Comercial suscrito entre la
República del Perú y los Estados Unidos de América. Con algunas variaciones dependiendo del acuerdo
y de los Estados parte, este es el texto contenido en la mayoría de los APPI.
481
ART. 63 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
En palabras de Vega:
“(•••) en el modelo peruano y los convenios que el Perú ha suscrito con terceros países
no existen lim itaciones ni restricciones al trato nacional”(8).
r
Sobre el particular, Avila Cabrera refiere que:
“(•••) los extranjeros son a veces excluidos de algunas actividades económicas, las
cuales quedan reservadas, exclusiva o m a y o rita ria m e n ta peruanos. Esto tampoco es
posible conform e a la norm a constitucional bajo comentario. (...). Por esta razón, no
son conform es con la Constitución aquellas normas de m enor rango que excluyen a
los extranjeros de determ inadas actividades económicas o que restringen el porcentaje
de su titularidad,,(12).
(8) Cfr. VEGA BRICEÑO, María del Carmen. “Convenios internacionales de promoción y protección de
inversiones”. En: Invirtiendo en el Perú. Guía legal de negocios. Beatriz Boza (editora), Apoyo, Lima,
1994, p. 84.
(9) ÁVILA CABRERA, Víctor. “Igualdad de trato entre inversión extranjera y nacional. Solución de
controversias” . En: La Constitución comentada. Tomo I, Gaceta Jurídica, Lima, 2005, pp. 882 y 883.
(10) Artículo 71 de la Constitución.- “En cuanto a la propiedad, los extranjeros, sean personas naturales o
jurídicas, están en la misma condición que los peruanos, sin que, en caso alguno, puedan invocar excepción
ni protección diplomática. Sin embargo, dentro de cincuenta kilómetros de las fronteras, los extranjeros
no pueden adquirir ni poseer, por título alguno, minas, tierras, bosques, aguas, combustibles ni fuentes de
energía, directa ni indirectamente, individualmente ni en sociedad, bajo pena de perder, en beneficio del
Estado, el derecho así adquirido. Se exceptúa el caso de necesidad pública expresamente declarada por
decreto supremo aprobado por el Consejo de Ministros conforme a ley”.
(11) Artículo 2 de la Decisión 291: “Los inversionistas extranjeros tendrán los mismos derechos y obligaciones a
los que se sujetan los inversionistas nacionales, salvo lo dispuesto en las legislaciones de cada País Miembro .
(12) AVENDAÑO VALDEZ, Jorge. “Igualdad y límites a extranjeros en cuanto a la propiedad’. En: La
Constitución comentada. Tomo 1, Gaceta Jurídica, Lima, 2005, p. 947.
482
PRINCIPIOS GENERALES ART. 63
“(...) los términos empleados en este artículo [el artículo 63] llevan a confusión. No hay
disposición vigente que establezca que es proteccionista, por cuanto el proteccionismo
es un término económico que se expresa en una política. Si la intención del consti
tuyente fue darle a la Administración competente la posibilidad de calificar medidas
tomadas en otros países como proteccionistas o discriminatorias, entonces se deberán
establecer procedimientos administrativos declarativos de dicha condición. (...). Ya
había detectado el Dr. Marcial Rubio la errónea redacción del artículo al señalar que
el Estado podrá en reciprocidad establecer medidas proteccionistas o discriminato
rias. Ello se indica al hablar de medidas análogas. No pueden ser análogas desde el
momento en que son retaliatorias, se trataría de medidas de defensa que no podrían
ser consideradas ni proteccionistas ni discriminatorias ,U ).
483
ART.63 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
Sobre el particular, debemos señalar que: (i) las medidas de represalia o retaliación a
que se refiere el artículo constitucional in comento no se toman por “reciprocidad”, sino
por necesidad de defensa del interés nacional, así lo prevé la propia Carta; y, (ii) estas me
didas de represalia o retaliación se refieren única y exclusivamente al comercio interna
cional de bienes y servicios, no a la regulación internacional de las inversiones que, con
forme se ha comentado está regulada por el Derecho Internacional de las Inversiones y,
específicamente, por los APPI suscritos por los Estados.
Lo anterior nos lleva a formulamos las siguientes preguntas: ¿De dónde ha obtenido
el Tribunal Constitucional la cláusula de reciprocidad en materia del Derecho de las In
versiones? Y ¿cómo ha de aplicarse este principio de reciprocidad de trato que el Tribunal
Constitucional “entiende” debe estar en relación directa con el sujetamiento a condicio
nes de igualdad establecido en la primera frase del artículo 63 de la Carta entre los capi
tales nacionales y foráneos?
(14) Artículo 76 del Código Procesal Constitucional: “La demanda de inconstitucionalidad procede contra
las normas que tienen rango de ley: leyes, decretos legislativos, decretos de urgencia, tratados que hayan
requerido o no la aprobación del Congreso conforme a los artículos 56 y 57 de la Constitución, Reglamento
del Congreso, normas regionales de carácter general y ordenanzas municipales”.
Artículo 80 del Código Procesal Constitucional: “Las sentencias fundadas recaídas en el proceso de
inconstitucionalidad dejan sin efecto las normas sobre las cuales se pronuncian. Tienen alcances generales
y carecen de efectos retroactivos
484
PRINCIPIOS GENERALES
ART. 63
modificó radicalm ente el capítulo económico de la Carta y lo hizo con especial énfasis
en el tratamiento de las inversiones05’.
Pero ello necesariamente importa que las contrapartes reciban un trato no discriminato
rio, puesto que si ponen trabas o restricciones al ingreso de los capitales, también debe
rían recibir un trato igual en el país, tal como fue la intención de nuestro constituyente”.15
(15) Efectivamente, cuando el texto del artículo 63 de la Carta fue planteado y debatido en el seno de la Comisión
de Constitución y de Reglamento del Congreso Constituyente Democrático (45'i Sesión Matinal llevada a
cabo el día jueves 15 de abril de 1993), quedó clara la distinción que dicho artículo proponía en relación a
dos situaciones distintas una de la otra: de un lado, el tratamiento a la inversión extranjera; y, del otro, el
libre comercio. (Al respecto, consultar el Diario de Debates del CCD en el que la ponencia de la congresista
Lourdes Flores Nano deja meridianamente clara esta afirmación y el espíritu de la norma. CONGRESO
CONSTITUYENTE DEMOCRÁTICO. Diario de Debates. Debate constitucional - 1993. Comisión de
Comisión de Constitución y de Reglamento. Tomo III, publicación oficial, Lima, 2001, pp. 1872-1874).
485
ART. 63 DEL R É G IM E N ECONÓM ICO
En todo caso recurrir al ejem plo europeo que parte de la tradición del servicio públi
co de radio y televisión (a diferencia de la tradición de servicio privado de interés público
a la que se adhiere el Perú) podría justificarse com o fuente de inspiración, para introdu
cir en la sentencia del Tribunal C onstitucional un elem ento exhortativo: Pero ¿se justifi
ca desnaturalizar el derecho de represalia del com ercio internacional -q u e como hemos
dicho significa una reacción a una trasg resió n - para extrapolarlo al tratam iento de las in
versiones, que supone una actitud de prom oción y respeto a los derechos de quien invi
tam os a invertir en un país, bajo las m ism as condiciones que la Constitución consagra en
la prim era frase del artículo 63 de la Constitución? C reem os que no. Las medidas pro
teccionistas que la Constitución faculta adoptar al Estado para proteger el comercio y los
productos de los nacionales, no pueden y no deben ser confundidas con la protección que
brinda el Estado a la inversión privada, bajo el estándar del trato nacional, que hemos
com entado precedentem ente.
(16) Para el desarrollo del presente punto, se ha tomado como base referencial lo tratado por los autores en:
SANTISTEVAN DE NOR1EGA, Jorge y LOREDO ROMERO, Alvaro. “Arbitraje de inversiones: algunas
consecuencias del abandono de la Cláusula Calvo, a propósito de la interpretación del artículo 42 de la
Convención de Washington” . En: Athina. N° 3, Año 2, Grijley, Lima, 2007, pp. 237-261.
486
PRINCIPIOS GENERALES ART. 63
inversionistas, hecho que atentaba contra la soberanía nacional de los estados receptores*17)
debido al poderío de ios países generadores de inversión (los llamados “exportadores de
inversión”).
Para ellos, acudir ante los tribunales locales para resolver las controversias surgidas
de los contratos suscritos, no brindaba suficiente seguridad, ni garantía de neutralidad. Se
necesitaba -desde la perspectiva de la atracción de inversiones- un cambio radical en la
política de los Estados, más abierta y favorable al incremento de los flujos económicos
dirigidos a los países receptores. Una vez que América Latina se dio cuenta de que la única
manera de atraer inversiones que permitan el crecimiento sostenido de sus economías
y el desarrollo de infraestructuras públicas, advirtió que su política para la promoción
de inversiones no había sido la adecuada y que durante muchos años ellos mismos
habían estado minando su propia imagen frente a los inversionistas extranjeros*18). Es
en este momento, cuando la aplicación estricta de la Doctrina Calvo comienza a caer en
obsolescencia y los Estados latinoamericanos deciden modificar su marco legal en materia
de inversiones, haciéndolo más atractivo para los capitales nacionales y foráneos.
En el último cuarto del siglo XX, con la adopción de políticas de libre mercado, los
Estados morigeraron significativamente la vigencia de la doctrina Calvo y reformaron con
secuentemente su legislación arbitral, para establecer leyes autónomas de arbitraje que en
general han seguido la Ley Modelo sobre Arbitraje Internacional aprobada por la Comisión
(17) BAKER, James C. Foreign direct investment in Iess developed countries. The role of ICSID and MIGA.
Westport, Quorum Books, Connecticut - London, 1999, p. 90.
(18) Sobre el particular, Blackaby explica que con la finalidad de revertir décadas de inestabilidad política y
declinación de la economía, muchos Estados latinoamericanos adoptaron ambiciosos programas de reforma
económica en la década de los noventa, que incluyeron privatizaciones, desregulación y apertura de los
mercados. BLACKABY, Nigel. “El arbitraje según los tratados bilaterales de inversión y tratados de libre
comercio en América Latina”. En: Revista Internacional deArbitraje. N° 1, Bogotá, junio-diciembre, 2004,
p. 17.
487
ART. 63 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
(19) El artículo 136 de la Constitución de 1979 ya preveía, tanto el sometimiento a la ley y tribunales nacionales
de las empresas extranjeras y la prohibición de recurrir a la protección diplomática por parte de las
empresas domiciliadas, cuanto la habilitación para que el Estado pudiese someter a arbitraje internacional
las controversias contractuales.
(20) Téngase en cuenta que el cambio fundamental en relación a la habilitación para que el Estado y las personas
de derecho público puedan recurrir al arbitraje entre las Constituciones de 1979 y la de 1993 consiste
en que esta última permite el arbitraje del Estado, nacional o internacional, con extranjeros y también
con nacionales. Rubio señala como significativo que la constitución de 1993 permite -a diferencia de la
anterior- someter las controversias del Estado al arbitraje nacional. RUBIO CORREA, Marcial. Estudio
de la Constitución Política de 1993. Tomo III, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del
Perú, Lima, 1999, p. 303.
488
PRINCIPIOS GENERALES
ART.63
el último párrafo del art t i la N )rma Fundamental faculta al Estado y a las per
sonas de derecho público a que resuelvan las controversias derivadas de vínculos y re
laciones contractuales ante tribunales constituidos en virtud de tratados en vigor. Dicho
artículo señala además que las controversias antes referidas pueden someterse a arbitra
je ya sea nacional o internacional siguiendo las formas y limitaciones (de ser el caso)
previstas por ley. Con estas disposiciones constitucionales, queda consagrada de manera
amplia la garantía constitucional de solución de controversias entre privados y el Estado
en foros arbitrales.
En tercer lugar, la últim a parte del artículo glosado, habilita a que el Estado y las per
sonas de derecho público que lo integran sometan a tribunales doméstico s o internacio
nales controversias emanadas de relaciones contractuales, ‘'en la forma que lo disponga la
ley”. Esta term inología contiene suficiente amplitud como para que el legislador ordinario
vaya estableciendo las modalidades de arbitraje con el Estado. Así ha ocurrido -aunque
no limitándose el legislador a controversias emanadas de relaciones contractuales sino de
otro orden- por lo que siempre resulta necesario determinar legislativamente la arbitrabi-
lidad subjetiva de las entidades del Estado y la arbitrabilidad objetiva de las materias que
estas pueden someterse a arbitraje.
Pero si bien no hay duda en el Perú sobre la habilitación constitucional para que el
Estado arbitre, local o intem acionalm ente, siempre surgen preguntas como: ¿por qué el
Estado ha de someterse al arbitraje?; y cuando lo hace ¿cuáles son las consecuencias
489
ART. 63 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
jurídicas de la intervención del Estado como parte en los arbitrajes: pasan estas inadver
tidas?; ¿existe un régimen propio para los arbitrajes del Estado que es necesario dejar le
gislativamente establecido?
“En la LGA el Estado peruano no goza de beneficio alguno, debiendo actuar, por lo
tanto como un particular más “(22).
En este contexto se ha afirmado también que en el esfuerzo por brindar seguridades a los
inversionistas y al tráfico comercial en un país como el Perú, el Estado viene despojándose
de sus tradicionales atribuciones exorbitantes en materia de contratación administrativa
para contratar en igualdad de condiciones con los particulares. Así la opción arbitral sería
una expresión concreta de la voluntad de Estado por ponerse de igual a igual con los
particulares que contrata a la hora de llevar a un foro privado y neutral la dilucidación de
las controversias patrimoniales(23).
Encontramos que no hay una sola y única explicación de la opción arbitral del ar
tículo 63 de la Constitución. Son admisibles todas ellas. Pero parece difícil concebir que
detrás de dicha opción haya una postergación de responsabilidades sobre la indispensa
ble reforma judicial, creo que las dos últimas son las que justifican en m ayor grado la op
ción del constituyente peruano que luego ha sido desarrollada, con relativa amplitud, por
el legislador ordinario.
Ahora, una vez que el Estado interactúa como parte en un arbitraje, no nos cabe la me
nor duda de que se genera un haz de diferencias con los particulares que en ningún caso
puede dejarse de lado. No olvidemos que el arbitraje como justicia privada se basa en la
(21 ) Vide ARRARTE ARISNABARRETA, Ana María. “Apuntes sobre el arbitraje administrativo y la materia
arbitrable respecto de adicionales de obra”. En: Revista Peruana de Arbitraje N° 4, 2004, p. 121 y ss.
BULLARD, Alfredo “Enemigos íntimos. El arbitraje y los contratos administrativos”. En: Revista Peruana
de Arbitraje. N° 2, Lima, 2006, pp. 155 y ss.
(22) CANTUAR1AS SALAVERRY, Femando. Arbitraje comercial y de las inversiones. Universidad Peruana
de Ciencias Aplicadas, Lima, 2007, p. 154.
(23) KLTNDMULLER CAMINITI, Franz. “El arbitraje de Derecho Administrativo”. En: SANT1STEVAN DE
NOR1EGA, Jorge (profesor). Empresa y contratación con el Estado, Tomo I, Maestría de Derecho de la
Empresa. Pontificia Universidad Católica del Perú. Escuela de graduados, p. 123 y ss; y TRAYTER, Juan
Manuel. “El arbitraje de Derecho Administrativo”. En: Revista de Administración Pública. N° 51. Lima,
2003, pp. 228 y ss.
490
PRINCIPIOS GENERALES ART. 63
voluntad libremente expresada por las partes y en los principios esenciales de igualdad,
audiencia y contradicción. ¿Puede ser, en el marco de un arbitraje, el Estado o una de sus
entidades igual que el privado que está al frente como contraparte? No pues el Estado, por
la naturaleza de las cosas, no puede despojarse totalmente de su personalidad pública, o
mejor, de las consecuencias del origen público de su personalidad.
Por ello, admitiendo plenamente que el Estado puede y debe someter determinadas
controversias a arbitraje y debe comportarse dentro de ellos en pie de igualdad con los par
ticulares, reconozco que esto no se logra a plenitud pues la personalidad pública del Estado
obliga a diferenciar matices. Y si no, ¿por qué establecemos en la actual Ley de Arbitraje
(Decreto Legislativo N° 1071) reglas diferentes para los arbitrajes en los que participa el
Estado a aquellas aplicables a los que involucran a contrincantes particulares en materia
de confidencialidad y publicidad de los laudos? ¿Bajo qué motivos justificamos que cier
tas normas del Derecho interno no puedan ser esgrimidas por los Estados para exonerarse
de sus compromisos arbitrales y proponemos que se legislen específicamente? ¿Por qué en
los arbitrajes de corte administrativo la ley especial se ve obligada a establecer la preva
lencia de las normas públicas como lo hace la Ley de Contrataciones del Estado (Decreto
Legislativo N° 1017), en materia de contratos de suministro con el Estado?
A modo de conclusión, creemos que todo lo anterior supone que el Estado reconoce
abiertamente la vía arbitral como un mecanismo mediante el cual los privados y el pro
pio Estado pueden resolver sus controversias contractuales. La habilitación de una vía
alternativa a la de la jurisdicción ordinaria del Poder Judicial, como lo es la vía arbitral,
para que los privados puedan ventilar sus disputas con el Estado apartados de los fueros
estatales, resulta una previsión fundamental dentro del marco de garantías para la pro
moción y protección de las inversiones privadas, toda vez que genera un grado m ayor de
(-4) Artículo 76.- Las obras y la adquisición de suministros con utilización de fondos o recursos públicos
se ejecutan obligatoriamente por contrata y licitación pública, así como también la adquisición o la
enajenación de bienes. La contratación de servicios y proyectos cuya importancia y cuyo monto señala la
Ley de Presupuesto se hace por concurso público. La ley establece el procedimiento, las excepciones y
las respectivas responsabilidades.
491
ART. 63 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
confianza a esta inversión el hecho de saber que sus controversias se resolverán de ma
nera más expeditiva, más especializada y sin la injerencia estatal que podría recaer en
los fueros judiciales.
La inversión es aquella acción mediante la cual los agentes económicos realizan la compra
de activos físicos con el propósito de obtener una serie de beneficios futuros: STC Exp.
N° 00018-2003-AI/TC (f. j. 2).
La inversión nacional y la extranjera se sujetan a las mismas condiciones es decir, que debe
existir una igualdad de trato tanto en la ley como en su aplicación: STC Exp. N° 03116-
2009-PA/TC (f. j. 22).
BIBLIOGRAFÍA
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Año 2, Grijley, Lima, 2007; SANTISTEVAN DE N O RIEG A , Jorge y LOREDO ROMERO, Álvaro.
“Regulación constitucional de las inversiones: igualdad de condiciones y ¿reciprocidad? A propósito
492
PRINCIPIOS GENERALES ART. 63
de la sentencia del Tribunal Constitucional que declara la inconstitucionalidad del segundo párrafo del
artículo 24 de la Ley de Radio y Televisión . En: Gaceta Constitucional. Tomo N° 1, Gaceta Jurídica,
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Derecho Administrativo". En: Revista de Administración Pública. N° 51. Lima, 2003; VEGA BRICE-
ÑO, María del Carmen. Convenios internacionales de promoción y protección de inversiones” . En:
Invirtiendo en el Perú. Gula legal de negocios. Beatriz Boza (editora), Apoyo, Lima, 1994; YZMAZ
VIDELA, Esteban M. Protección de inversiones extranjeras. Tratados bilaterales. Sus efectos en las
contrataciones administrativas. Fondo Editorial de Derecho y Economía, La Ley, Buenos Aires, 1999.
493
Artículo 64 Tenencia y disposición de moneda
extranjera
El Estado garantiza la libre tenencia y disposición de moneda
extranjera.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 62,63; D. Leg. 668: art. 5; D.S. 068-91-EF
Nuestra Constitución Política de 1993 se desarrolla en normas que van del Título I al
Título VI. El primero regula el tema De la persona y de la sociedad; el II. Del Estado y la
nación; el III. Del régimen económico; el IV. De la estructura del Estado; el V. De las ga
rantías constitucionales; y el VI. De la reforma de la Constitución.
Un enfoque mucho más restrictivo lo tuvo la regulación normativa anterior del primer
lustro de los años setenta. En efecto, el Gobierno Militar expidió el Decreto Ley N° 21953
con el cual creó el Mercado Único de Cambios, MUC, con el fin de regular las operacio
nes y contratos expresados en moneda extranjera. Concretamente, todas las operaciones
de compra y venta, así como la transferencia de moneda extranjera al exterior debían ca
nalizarse a través de este sistema, registrándose en el Banco Central de Reserva, BCR, a
través de una declaración jurada.
Años después se derogó el MUC, pero en 1987, el Decreto Supremo N° 159 - 87 -EF
-actualm ente fuera del ordenamiento jurídico- restituyó su vigencia. Igualmente, la fu
nesta práctica cambiaría que tuvo lugar en el periodo 1985-1990, y que estableció ti
pos de cambio múltiples bajo una política controlista, generó, por ejemplo, que el dólar
494
PRINCIPIOS GENERALES
ART. 64
norteamericano llegase a tener hasta once valores distintos, pretendiendo favorecer a de
terminados productos, servicios o pagos al exterior.
Además del tipo de cambio múltiple, existió una gran dispersión arancelaria, lo que a
su vez incrementó la diversidad de las tasas de cambio.
Sin embargo, es a partir de la promulgación del Decreto Supremo N° 68-91 -EF y como
parte de las medidas destinadas a garantizar la inversión privada, que el Estado dispone la
libre tenencia, uso y disposición interna y externa de moneda extranjera por las personas
naturales y jurídicas residentes en el país, comprendiendo bajo el ámbito de su aplicación
a las empresas del sistema financiero. Posteriormente, el Decreto Legislativo N° 668, de
setiembre de 1991, reiteró la garantía a la libre tenencia, uso y disposición de moneda ex
tranjera y a la libre convertibilidad de la moneda nacional a un tipo de cambio único. En
la medida que el MUC era técnica y legalmente incompatible con las normas sobre in
versión privada, el Decreto Legislativo N° 668 derogó el Decreto Ley N° 21953 que, a su
vez, hubo creado el MUC.
Razón por la cual, somos de opinión que acertadamente se ha ubicado este artículo 64,
en el Capítulo I “Principios Generales” del título III “Del Régimen Económico” y no al in
terior del Capítulo V, “De la Moneda y la Banca”.
(1) Ley 30381 del 13 de diciembre del 2 0 15 “Ley de cambia el nombre de la Unidad Monetaria de Nuevo Sol
a Sol”.
495
ART.64 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
evitando ingresarla a través del sistema financiero, o tener que formular solicitud alguna al
Banco Central de Reserva, BCR.
La razón fundamental para esta oportuna disposición constitucional yace en que, li
mitar los depósitos en moneda extranjera crearía un clima de inestabilidad nada propicio
ni para la inversión privada ni para el aumento del ahorro. La experiencia ha demostra
do que establecer limitaciones a los ahorros en moneda extranjera mermaría el crecimien
to de la oferta de fondos prestables por parte de las entidades financieras, lo que afectaría
el crédito para las empresas e inversionistas en general. Además, si los agentes económi
cos anticipasen una congelación de los depósitos en moneda extranjera, se daría una co
rrida de depósitos y fuga de capitales, lo que afectaría tanto la solidez de los bancos como
el tipo de cambio, lo que a su vez, determinaría un incremento de la tasa de interés, res
tricciones al crédito y mayor endeudamiento de muchas empresas, lo que indudablemen
te generaría consecuencias nocivas a nuestra economía.
Por otro lado, no se debe perder de vista que, una de las principales garantías para la
inversión privada, radica en que, cualquier gobierno se debe abstener de modificar, alte
rar o simplemente eliminar el marco legal vigente y los beneficios otorgados a las empre
sas registradas en el stock de inversión, aquellas pendientes de registro o cualquier indi
cativo de inversión futura.
Sin embargo, dentro de sus límites de emisión, el Banco Central interviene en el mer
cado cambiario con el fin de evitar fluctuaciones bruscas del tipo de cambio. Esto da lu
gar a lo que en economía se conoce como flotación sucia(2). En ese sentido, pese a que se
afirme categóricamente que el Estado garantiza la libre tenencia y disposición de moneda
(2) Situación en la que se encuentran aquellas monedas cuyo tipo de cambio se fija libremente en función de la
oferta y la demanda, pero en la que el Banco Central de Reserva tiene el derecho a intervenir comprando o
vendiendo para estabilizar la moneda y conseguir los objetivos económicos. Es importante mencionar que,
si bien la terminología “flotación sucia” nos hace parecer que fuese un mal para la economía, en realidad
no lo es, en la medida en que sea utilizada con responsabilidad y con el objeto de mantener un mercado
intemo y un sistema productivo en crecimiento; y no, para establecer privilegios a algunos sectores.
496
principios generales
ART. 64
extranjera, no debe perderse de vista que, es preciso mantener una política que transmita
a los agentes económicos (com pradores y empresas) que el régimen cambiario es de flo
tación, para que sientan que, en cualquier momento, pueden tener grandes pérdidas de ca
pital, si están excesivamente dolarizados.
497
ART. 64 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
Este artículo, podría ser utilizado com o un m ecanism o para establecer restricciones a
la libertad de tenencia y de disposición de moneda extranjera; siempre y cuando se cum
plan, como ha sido dicho, las condiciones de seguridad nacional y temporalidad.
BIBLIOGRAFÍA
498
Artículo 65 La tutela constitucional del consum idor
E l Estado defiende el interés de los consumidores y usuarios.
Para tal efecto garantiza el derecho a la información sobre
los bienes y servicios que se encuentran a su disposición en
el mercado. Asimismo vela, en particular, po r la salud y la
seguridad de la población.
CO NCORDANCIAS:
C.: arte. 2 ines. 4), 14), 7, 9, 58, 60, 61, 71, 72; C.P.Ct.: art. 44 inc. 28), 40; C.P.:
art. 232; C.P.D.C., D.U.D.H.: art. 2
Por tanto, no resulta extraño que nuestra Constitución, en su artículo 65, eleve a nor
ma de rango constitucional la protección y defensa del consumidor, de la cual desciende
todo el llamado Derecho del Consumidor en el Perú. Se trata de una norma de igualdad,
que busca corregir las asimetrías en el mercado y cuya aplicación debe convivir y armo
nizarse con las otras libertades económicas. El referido dispositivo impone al Estado un
mandato constitucional de implicancias transversales y de consecuencias no solo jurídi
cas sino económicas, cuyos alcances involucran a todos los poderes públicos en sus distin
tas instancias, obligando a que la Administración Pública disponga de una normativa que
permita cumplir con dicho mandato. En línea a hacer efectiva la defensa y protección del
consumidor, deberá también implementar políticas públicas y desarrollar una institucio-
nalidad suficiente. Concurrentemente, y en la medida en que la Constitución vincula con
idéntica fuerza a los particulares, este dispositivo obliga a las empresas y a los proveedo
res que actúan en el mercado a respetar los derechos de los consumidores.
499
ART. 65 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
En esta línea, cabe afirmar que la consagración constitucional de los derechos de los
consumidores, es un hecho de primera importancia para el Derecho peruano; la suprema
cía de la Constitución en el ordenamiento jurídico, así como su fuerza en este sentido, per
miten confirmar que estamos ante un nuevo principio general de nuestro Derecho y que,
como tal, está llamado a cumplir una función rectora, no solo en el ámbito jurídico (en la
producción normativa, interpretativa e integradora) sino también en el terreno económi
co, dándole sentido y contenido a la economía social de mercado.
En línea con este criterio, el Tribunal Constitucional ha señalado que “el artículo 65°
de la Constitución expone una pauta basilar o postulado destinado a orientar y fundamen
tar la activación del Estado respecto a cualquier actividad económica”(3)4.En dicha medi
da, afirma que “la conducta del Estado sobre la [economía] tiene como horizonte tuitivo la
defensa de los intereses de los consumidores y usuarios”141. De este modo, la Constitución
500
PRINCIPIOS GENERALES ART. 65
De ahí que la reafirmación de la iniciativa privada como principio rector del régimen
económico sancionado por la Constitución, el alejamiento del Estado de la actividad em
presarial y su apartamiento de la acción económica directa, en modo alguno pueden im
plicar una evasión del Estado de su papel de protección de la persona en el mercado y
su rol de supervisión y control que le corresponde en una economía social de mercado.
Por ello, la citada norma no puede ser interpretada de manera simplemente formal o
literal, pues se trata de un principio básico del régimen económico, que exige aplicación
y eficacia inmediata. En el ámbito público, todo esto exige una amplia movilización del
Estado que supone el diseño de políticas públicas, la asignación de presupuesto, la pre
sentación de informes y una larga lista de actividades. En una palabra: creación de una
institucionalidad orientada a la protección del consumidor. Y en lo referente al sector Pri
vado, implica la implementación de conductas de mercado que contemplen el respeto de
estos derechos.
501
ART.65 DEL RÉG IM EN ECONÓMICO
Si bien los derechos humanos son, en gran medida, un producto del pensamiento li
beral, y originariamente fueron concebidos como un sistema de límites del poder políti
co, esto es, para controlar los excesos del Estado, en los tiempos que corren ya es un lugar
común afirmar que el Estado de Derecho en general, y los derechos humanos en particu
lar, tienen como una de sus funciones el control de todo tipo de poder incluyendo, desde
luego, al poder económico en el mercado.
Los derechos del consum idor calzan con los tres criterios expuestos. Su respeto es una
garantía para la paz social y también una garantía del respeto de igualdad en el mercado,
-u n plano vital en el que actúa la persona en nuestros días- y, por último, son una clara
expresión de la ley del más débil frente al poder del más fuerte en el mercado.
(5) Cfr. FERRAJOLI, Luigi. Democracia y garantismo. Trotta, Madrid, 2010, p. 43.
(6) Cfr. PÉREZ LUÑO, Antonio. Los derechos fundamentales. Tecnos, Madrid, 1991.
502
PRINCIPIOS GENERALES ART.65
Puestas las cosas en estos términos, el consumo es una dimensión esencial del ser hu
mano, que no solo tiene que ver con sus derechos económicos sino que compromete otros
derechos fundamentales a los que la sociedad y el Estado no pueden ser indiferentes; de ahí
que deba prodigarse una tutela de la más alta jerarquía, como son los derechos humanos.
(7) Cfr. Los derechos del consumidor como derechos humanos. Fuente: <www.gordillo.com/Pdf/DH-5/
Capítulo IX.Pdfc>.
503
ART,é5 DEL ftfrtf.M E* FXOVÓMíCO
Ahora bien, si los derechos del consumidor se reconocen como derechos humanos, el
consumo, en sí, no puede realizarse de una manera descontrolada y mucho menos irres
ponsable, de modo que en la práctica su ejercicio termíne por afectar otros derechos. De
ahí que la educación para un consumo responsable sea una de las tareas más importantes
del Estado en esta materia. Por ello, el Código de Protección y Defensa del Consumidor
(art. VI num. 5.) con buen criterio establece que: “El Estado formula programas de edu
cación escolar y capacitación para los consumidores, a fin de que conozcan sus derechos
y puedan discernir sobre los efectos de sus decisiones de consumo, debiendo ello formar
parte del currículo escolar
De este modo, la educación para un consumo responsable debe entenderse como una
obligación y una política de Estado impostergable. Desde luego, una obligación de esta
naturaleza comienza desde los primeros años en las escuelas, de manera que no solo se le
enseñe a los escolares a informarse sino a preferir y privilegiar el consumo responsable.
La educación temprana de los consumidores es una de las políticas más sensatas que pue
de ímplementar el Estado, La suerte de cualquier sistema de protección al consumidor se
decide en las aulas escolares, porque en ellas están no solo los consumidores sino los go
bernantes y empresarios del futuro, y porque además educar al consumidor es la mejor
manera de empoderarlo'*’.
Una acotación final en este punto: suele decirse que los derechos del consumidor son
derechos humanos de tercera generación, con lo cual pretende afirmarse que se trata de
derechos vinculados a intereses difusos. En esta línea, su efectivo ejercicio estaría supe
ditado a la afectación de los derechos de una determinada colectividad o comunidad y,
en consecuencia, solo podría ser garantizado en forma colectiva. Esta visión relativiza de
modo significativo el ejercicio de estos derechos, pese a su reconocimiento jurídico y los
avances en este ámbito. Nosotros disentimos de esta postura. Sostenemos que los dere
chos del consumidor son derechos humanos sin añadidos, ni de primera ni de tercera ge
neración, y su ejercicio no requiere la afectación de una colectividad.
(H) ídem.
504
PRINCIPIOS GENERALES
ART.65
El Tribunal señala que si bien existe un reconocimiento expreso del derecho a la infor
mación como un derecho del consumidor, este no es el único derecho que traduce las rea
les dimensiones de la defensa y tuitividad consagradas en la Constitución. Es más, el Tri
bunal llega a calificar el artículo 65 como cláusula que contiene un “númerus apertus” de
derechos, es decir, un artículo que contiene derechos implícitos de protección al consu
midor. De ahí que no considere que el ámbito de protección de los derechos de los consu
midores y usuarios, se traduzca solo en garantizar que los órganos administrativos presten
adecuada garantía al derecho de información sobre los bienes y servicios que se encuen
tran a su disposición en el mercado.
(9) Cabe precisar que esta norma fue derogada en virtud de la primera disposición complementaria derogatoria
de la Ley N° 29571 - Código de protección y Defensa del consumidor (02/09/2010).
505
ART. 65 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Esta sentencia emblemática constituye, sin duda, el aporte más importante del Tribu
nal Constitucional en esta materia, pues plantea un giro de 180 grados respecto de cómo
el propio Estado y sus agentes habían entendido y aplicado el artículo 65 de la Carta Mag
na y, por consiguiente, la forma como habían asumido las obligaciones del Estado en esta
materia. En otras palabras, con esta interpretación se pone fin, cuando menos jurídicamen
te, a la visión reduccionista de la protección al consumidor, amparada en una supuesta so
beranía del consumidor y en la inconsistente doctrina basada en la asimetría de la infor
mación, que hacía girar la protección del consumidor en el solo traslado de información,
lo cual conducía a un Estado minimalista en esta materia, que principalmente se limita
ba a exigir esto último.
En línea con esta interpretación, y las obligaciones para el Estado que de ella se de
rivan en la referida sentencia, el Tribunal Constitucional afirma: “Ahora bien, pese a que
existe un reconocimiento expreso del derecho a la información y a la protección de la sa
lud y la seguridad de los consumidores o usuarios, estos no son los únicos que traducen la
real dimensión de la defensa y tuitividad consagrada en la Constitución. Es de verse que
506
PRINCIPIOS GENERALES ART. 65
en la Constitución existe una pluralidad de casos referidos a ciertos atributos que, siendo
genéricos en su naturaleza, y admitiendo manifestaciones objetivas incorporadas en el mis
mo texto fundamental, suponen un númerus apertus a otras expresiones sucedáneas”02). Y
adicionalmente precisa: “Así, el artículo 3 de la Constitución prevé la individualización
de ‘nuevos’ derechos, en función de la aplicación de la teoría de los ‘derechos innomina
dos’”. De esta manera, queda claro que la Constitución reconoce otros derechos al consu
midor, de igual estirpe e importancia.
Finalmente, para despejar cualquier vestigio de duda que pudiera quedar sobre el rol
del Estado en esta materia, en la mencionada sentencia el Tribunal Constitucional afir
ma: “Tal como ha quedado dicho, el absoluto abstencionismo estatal frente al desenvol
vimiento del mercado, bajo la premisa de que la mejor regulación de la economía es la
‘no regulación’, es una falacia propia de la ideología utilitarista, que pretende convertir al
egoísmo en una virtud y a la solidaridad en un vicio. Es por ello que al Estado le compe
te supervisar el correcto desenvolvimiento de la economía, previo convencimiento de la
función estatal que ella cumple en la sociedad. Por tal razón, tendrá como deber interve
nir en aquellas circunstancias en la que los encargados de servir al público hubiesen olvi
dado que el beneficio individual que les depara la posesión y explotación de los medios de
producción o de una empresa de servicio, pierde legitimidad si no se condice con la cali
dad y el costo razonable de lo ofertado. En buena cuenta, es menester enfatizar que la sa
tisfacción de las necesidades del consumidor y del usuario es el punto de referencia
que debe tenerse en cuenta al momento de determinar el desenvolvimiento eficiente
del mercado”12(13) (el resaltado es nuestro).
Dos años después, en la sentencia sobre el caso de Agua Pura Rovic (recaído en el Exp.
N° 3315-2004-AA/TC), el Tribunal Constitucional no solo reiteró los conceptos acotados,
sino que fortaleció y amplió su interpretación al manifestar que: “Este colegiado considera
que aunque suele ser común que muchos de los problemas vinculados a la defensa de los
derechos constitucionales de naturaleza económica sean enfocados únicamente desde la
óptica de quienes corporativamente o en calidad de empresas oferentes de bienes o servi
cios participan en el mercado, resulta bastante cuestionable que tan arraigada orientación
507
ART.65 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
desemboque en una posición donde las perspectivas de los consumidores o usuarios re
sulten minimizadas o simplemente ignoradas”
a) El principio pro consumidor, que plantea la acción tuitiva del Estado a favor de
los consumidores y usuarios en razón de las objetivables desventajas y asime
trías fácticas que surgen en sus relaciones jurídicas con los proveedores de pro
ductos y servicios.
b) El principio de proscripción del abuso del derecho, que plantea que el Estado
combate toda forma de actividad comercial derivada de prácticas y modalida
des contractuales perversas que afectan el legítimo interés de los consumidores
y usuarios.
c) El principio de isonomía real, que plantea que las relaciones comerciales entre
los proveedores y los consumidores y usuarios debe establecerse en función de
trato igual a los iguales y trato desigual a los desiguales.
d) El principio restitutio in íntegrum, que plantea que el Estado resguarde el resar
cimiento por los daños causados por el proveedor a los consumidores o usua
rios en el marco de una relación comercial.
e) El principio de transparencia, que plantea que el Estado asegure que los pro
veedores generen una plena accesibilidad de información a los consumidores y
usuarios, acerca de los productos y servicios que les ofertan.
f) El principio de veracidad, que plantea que el Estado asegure la autoridad y rea
lidad absoluta de la información que el proveedor transmite a los consumido
res y usuarios en relación con las calidades, propiedades o características de los
productos y servicios que las ofertan.
g) El principio in dubio pro consumidor, que plantea que los operadores adminis
trativos o jurisdiccionales del Estado realicen una interpretación de las normas
legales en términos favorables al consumidor o usuarios en caso de duda insal
vable sobre el sentido de las mismas. En puridad, alude a una proyección del
principio pro consumidor.
h) El principio pro asociativo, que plantea que se facilite la creación y actuación
de asociaciones de consumidores o usuarios, a efectos de que estos puedan de
fender corporativamente sus intereses.
Estos principios se encuentran implícitos en el artículo 65 de la Constitución y sirven
de sustento para las obligaciones concretas que la Constitución y las normas de desarro
llo constitucional imponen en toda relación de consumo.
Es inobjetable que por mandato de los artículos 3 y 43 la Constitución, se consagra
la existencia de un Estado social y Democrático de Derecho, en donde los componentes
508
PRINCIPIOS GENERALES ART. 65
Pero en esencia, ¿en qué consiste el principio pro consumidor? Pues, sencillamente,
en que en las relaciones de consumo y las dudas o conflictos que se generen en el m ar
co de ellas, deberá estarse a lo más favorable al consumidor. Así, toda creación, interpre
tación e integración legal en nuestro ordenamiento, deberá hacerse en sintonía con este
principio. De esta manera, el Derecho peruano en su conjunto, pero en especial el Dere
cho Administrativo y el Derecho de los Contratos, experimentarán cambios hasta ahora
desconocidos que conducirán a que el sistema legal en su conjunto se dirija a cum plir el
mandato constitucional de protección al consumidor.
Sin embargo, conviene resaltar que los alcances del principio al que nos referimos
no se reducen al ámbito legislativo, sino que dilatan su aplicación para penetrar en el te
rreno judicial y administrativo. En este sentido, al amparo del principio pro consumidor,
en un procedimiento de denuncia administrativa por infracción al régim en de protección
al consumidor, el órgano administrativo deberá conducir el procedimiento procurando en
todo momento hacer realidad una efectiva protección de los derechos del consumidor.
Por ejemplo, asumir como ciertas las afirmaciones del proveedor o la documentación que 15
509
ART. 65 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
presente y que está completamente bajo su control, sin hacer las verificaciones dentro de
lo razonable para comprobar su veracidad, debería ser considerada como una conducta de
la administración, contraria al principio pro consumidor y, por lo tanto, inconstitucional.
Por lo demás, esta conducta sintoniza con el principio de verdad material del Derecho Ad
ministrativo (num. 1.11 del art. IV de la Ley N° 27444, Ley del Procedimiento Adminis
trativo General). Huelga decir que el principio pro consumidor deberá también aplicarse a
los procesos judiciales en los que se encuentren comprometidos derechos del consumidor.
En suma, el principio pro consumidor es una pieza fundamental en todo modelo legal
de protección al consumidor o usuario, y sus alcances se extienden a todo el plexo nor
mativo referido a esta materia. Por ello, este principio se encuentra reconocido expresa
mente en el Código de Protección y Defensa del Consumidor, específicamente en el ar
tículo V, numeral 2, al establecerse que: “En cualquier campo de su actuación, el Estado
ejerce una acción tuitiva a favor de los consumidores. En proyección a este principio en
caso de duda insalvable en el sentido de las normas o cuando exista duda en los alcances
de los contratos por adhesión y los celebrados en base a cláusulas generales de contrata
ción, debe interpretarse en sentido más favorable al consumidor”.
(16) Ver GUTIÉRREZ CAMACHO, Walter. “Derecho del consumo y Constitución: el contratante débil”. En:
Diálogo con la Jurisprudencia. N° 65, Gaceta Jurídica, Lima, 2004, pp. 101-114.
510
PRINCIPIOS GENERALES ART. 65
511
ART.65 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
A ello agregó que: “La solución de los problemas de asimetría informativa implica
identificar, dentro de las dos categorías de sujetos partícipes en las relaciones de consu
mo, a aquella que se encuentra en mejor posición para conocer la información relevante o
para tomar las preocupaciones que fueren necesarias para reducir los riesgos involucrados
en una relación contractual, y que viene a ser el proveedor. En este contexto, el artículo 2
de la referida norma aplica el principio in dubio pro consumidor, pues, considera al otro
partícipe, al consumidor, como la parte débil en la relación de consumo”.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
¡j| El consumidor es quien cierra el círculo económico satisfaciendo sus necesidades y acre
centando su bienestar a través de la utilización de una gama de productos y servicios: STC
Exp. N° 01535-2006-PA/TC (f. j. 26).
¡jp La condición de consumidor se produce a través de la relación que este entabla con un
agente proveedor, sea en calidad de receptor o beneficiario de algún producto: STC Exp.
N° 01535-2006-PA/TC (f. j. 27).
fSf La condición de consumidor o usuario es asignable a aquel vinculado a los agentes
proveedores dentro del contexto de las relaciones generadas por el mercado: STC Exp.
N° 00008-2003-AI/TC (f. j. 29).
en los alcances de los contratos por adhesión y los celebrados en base a cláusulas generales de contratación,
debe interpretarse en sentido más favorable al consumidor”.
(22) Resolución de fecha 6 de mayo de 2010, recaída en el Exp. N° 189-2009/CPC.
(23) Resolución de fecha 15 de junio de 2012, recaída en el Exp. N° 2423-2008/CPC.
512
PR INCIPIO S G ENERALES ART.65
BIBLIOGRAFÍA
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Lima, 15 de marzo de 1999; LLOBET AGUADO, José. E l deber de información en la form ación
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1998; STIGLITZ, Joseph. E l malestar en la economía. Taurus, Argentina, 2002.
513
CAPÍTULO II
DEL AMBIENTE
Y LOS RECURSOS NATURALES
C O N C O R D A N C IA S :
C.: arts. 2 incs. 16), 22), 21, 67, 71, 72, 77, 88, 89, 195 inc. 8); C.P.Ct: art. 44 inc.
28), 40; C.C.: art. 885; C.P.: art. 304 y ss.; Ley 28611; Ley 26821; P.I.D.C.P.: arts.
1.2,47; P.I.D.E.S.C.: art. 25
Entonces, hay que establecer que entre los elementos naturales y recursos naturales
nos encontramos ante una relación género-especie, respectivam ente, siendo el objeto fi
nal de estas satisfacer las necesidades humanas.
En ese sentido, los elementos naturales son todas las cosas que la naturaleza brinda,
independientemente de su utilidad, pues el entorno natural ofrece al hombre un conjun
to de elementos de origen animal, vegetal, mineral, químico y energético, que constituye
parte del ambiente en que transcurre su existencia, conform e tam bién lo establecía el ar
tículo 118° de la Constitución Política del Perú de 1979(1).
De lo expuesto, se debe tener en cuenta que no todos estos elementos son utilizados
o aprovechados por el hombre para el desenvolvimiento de sus actividades, por lo que no
todos los elementos pueden ser considerados como recursos naturales. En este orden de
514
DEL AM BIENTE Y LOS RECURSOS NATURALES ART. 66
ideas, para que cada uno de los elementos naturales ingrese a la categoría de recursos na
turales, resulta indispensable el aporte de una utilidad física o estética, actual o potencial,
vale decir, que la humanidad pueda utilizarlos en su provecho.
Sobre el particular, la doctrina coincide con un concepto básico de los recursos natu
rales, considerándolo como todo aquel bien existente en la naturaleza que sirven para que
el hombre, directamente, o transformando, que va a satisfacer sus necesidades. Son pre
cisamente los bienes que el hombre va encontrando en el sistema biofísico natural, o mo
dificando, en función del avance de su conocimiento científico tecnológico y que satisfa
cen o pueden satisfacer necesidades humanas.
Teniendo ello claro, resulta importante mencionar que según nuestro Texto Consti
tucional ha clasificado a los recursos naturales en renovables y no renovables, siendo los
primeros aquellos que tienen la capacitad de reproducirse, regenerarse y en consecuencia,
reponerse en determinado periodo de tiempo, como las plantas o los animales y peces, o
de renovarse, o reciclarse, como el aire, el agua y los suelos; y a los segundos, como aque
llos que carecen de estas características. Algunos autores llaman a los primeros como “re
cursos no agotables”, y a estos últimos como “recursos agotables”.
En función a estos criterios, nuestro Código Civil en sus artículos 890° y 891°, se
aproxima a una definición jurídica sobre los recursos renovables o no agotables, al seña
lar que son frutos, los provechos renovables que produce un bien, sin que se altere ni dis
minuya su sustancia y para tal efecto, identifica como frutos naturales, los que provienen
del bien, sin intervención humana. De otro lado, los recursos no renovables o agotables
son aquellos cuya primera explotación ocasiona el agotamiento del recurso, llevando a la
extinción de la fuente productora, ya que no tienen capacidad alguna para reproducirse(3).
(2) NACIONES UNIDAS. Recursos naturales de los países en desarrollo, investigación, explotación y uti
lización racional. Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, 1970, p. 5.
(3) TITULO III
Frutos y productos
Noción de frutos
Artículo 890.- Son frutos los provechos renovables que produce un bien, sin que se altere ni disminuya
su sustancia.
515
ART.66 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
Adicionalmente a ello, según la parte final del prim er párrafo del artículo 66, descri
be la situación que el Estado es soberano en su aprovechamiento, lo que significa que los
recursos naturales se encuentran sometidos a la soberanía permanente del Estado, según
lo dispuesto por el artículo bajo comentario. Este precepto busca resaltar de manera acer
tada el dominio eminente del Estado; esto es, la capacidad jurisdiccional para administrar,
asignar su concesión, explotar, legislar y resolver las controversias que puedan suscitarse
en tomo al mejor aprovechamiento de los recursos naturales.
Adviértase que en el mismo primer párrafo del artículo 66, se habla primero de Na
ción y luego de Estado, y ello es correcto, pues entre ambos conceptos hay diferencias,
pues el segundo es la organización política del primero.
Clases de frutos
Artículo 891.- Los frutos son naturales, industriales y civiles. Son frutos naturales los que provienen del
bien, sin intervención humana. Son frutos industriales los que produce el bien, por la intervención humana.
Son frutos civiles los que el bien produce como consecuencia de una relación jurídica.
(4) DOUROJEANN, Marc J. “Recursos naturales, desarrollo y conservación en el Perú”. En: Enciclopedia
Gran Geografía del Perú. Volumen IV, p. 5.
(5) El ejercicio de esta soberanía constituye un claro ejemplo del ius imperium del Estado respecto a la
explotación de los recursos naturales de la Nación. El artículo 67 de la Constitución refleja ello al referir
que “El Estado determina la política nacional del ambiente. Promueve el uso sostenible de sus recursos
naturales”. Del mismo modo, a través del artículo 19 de la Constitución se determina que los derechos
para el aprovechamiento de los recursos naturales se otorgan a los particulares mediante las modalidades
que se establecen en las leyes especiales para cada recurso natural.
516
DEL AMBIENTE Y LOS RECURSOS NATURALES ART. 66
Por ello, Enrique Lastres(6) señala que “respecto a la forma como el Estado discierne
los títulos a favor de los particulares para el aprovechamiento de los recursos naturales
y establece los atributos inherentes a tales títulos, podemos encontrar toda una amplia
gama, en la que coexisten el derecho de propiedad, reconocido por ejemplo, en el
Código de Minería de 1900, o títulos tales como la concesión, la licencia, el permiso
y la autorización. En cada uno de estos encontramos elementos diferenciales: así, los
títulos pueden ser indefinidos o temporales, pueden provenir de actos administrativos
o de contratos y pueden contener prestaciones y contraprestaciones diversas, según la
legislación aplicable a cada recurso”.
Con relación a la concesión, nuestra Constitución hace referencia expresa a este título,
señalando que este le confiere a su titular un derecho real sujeto a lo que disponga la ley
orgánica que determine las condiciones de su otorgamiento a particulares.
Ante ello, el beneficiario o concesionario debe cumplir con el pago de una suma de
dinero o contraprestación no pecuniaria que resulte equivalente al uso diferencial que va
a realizar el concesionario, con relación a los demás ciudadanos, que han de abstenerse
del uso y goce de estos recursos.
Siguiendo en ese orden de ideas, cabe destacar la positiva innovación de nuestro Tex
to Constitucional, al señalar que las condiciones de utilización de los recursos naturales,
así como el otorgamiento a los particulares se determinarán mediante Ley Orgánica. De
esta manera, se resalta el exclusivo tratamiento legal de este importante tema que, por la
naturaleza de la norma, solo podrá ser aprobado, modificado o derogado mediante ma
yoría calificada del Poder Legislativo, lo que asegura una mayor estabilidad de la legis
lación nacional.
(6) LASTRES, Enrique. “Los recursos naturales en la Constitución vigente”. En: Ius et Ventas. N° 9, Año V.
Revista editada por estudiantes de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú,
Lima, p. 140.
517
ART.66 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
Por otro lado y estableciendo otro ejemplo, los perm isos de pesca son una especie de
concesión, por lo que se entienden asimilables al régim en legal establecido en la Consti
tución, tal es así que la Ley General de Pesca - Decreto Ley N° 25977, en su artículo 43
establece que las personas naturales o jurídicas requieren de concesiones, autorizaciones,
permisos de pesca o licencias para el desarrollo de actividades pesqueras, que compren
den tanto la extracción como el procesamiento.
Sin embargo, observamos que la Ley General de Pesca fue aprobada mediante Decre
to Ley N° 25977 el 21 de diciembre del 1992, dicha norma no constituye una Ley Orgáni
ca, pero ello, se debe a que fue expedida con anterioridad a la promulgación de la Cons
titución Política de 1993.
Estando así las cosas, la Ley bajo comentario establece que el Ministerio de Pes
quería -h o y Ministerio de la Producción- es la institución de Derecho Público encarga
da de establecer las condiciones de acceso y requisitos para el desarrollo de actividades
pesqueras, conforme a lo dispuesto por el artículo 9o de la Ley General de Pesca, cuyo
texto citamos:
518
DEL AM BIENTE Y LO S RECURSO S NATURALES ART.66
a) Concesión:
519
A R T.66 DEL R É G IM EN ECONÓM ICO
Por dicha circunstancia su Reglam ento, aprobado por Decreto Supremo N° 012-2001-
PE, publicado en el diario oficial E l P eruano el 14 de m arzo de 2001 y modificado por
Decreto Suprem o N° 015-2007-PRO D U CE el 04 agosto 2007, en el artículo 2 estable
ce lo siguiente:
Asim ism o, los artículos 5 y 6 del Reglamento de la Ley General de Pesca, establecen
que el ordenam iento pesquero se encuentra sujeto a reglamentos aplicables a las activida
des extractivas y de procesam iento, conforme a lo señalado a continuación:
520
DEL AM BIENTE Y LOS RECURSOS NATURALES ART.66
Sobre este tema, Enrique Lastresí7) expresa que: “(...) La Constitución de 1993 al cali
ficar la soberanía del Estado sobre el aprovechamiento de los recursos naturales, se acerca
con mayor propiedad a la definición del dominio eminente que las definiciones imprecisas
de los textos constitucionales precedentes. A partir del dominio eminente, el Estado puede
normar el otorgamiento de los recursos naturales a empresas o entes autárquicos del pro
pio Estado, tales como las empresas estatales de derecho privado, empresas de economía
mixta y organismos públicos descentralizados, como ha sido la característica de la acción
empresarial en el periodo 1970-1990, o de acentuar el discernimiento del aprovechamien
to de tales recursos por los particulares, como es la tendencia presente”.
Por lo que me permito concluir que, la naturaleza jurídica de las concesiones pes
queras, se entiende que esta otorga a su titular el derecho de uso y disfrute del recurso
natural concedido y, en consecuencia, la propiedad de los frutos y productos que se ex
traen, que a través de su apropiación legal configuran un derecho real a favor del titu
lar de la concesión.
521
imponibles proyectadas a favor del erario público y que puedan ser captadas igualmen
te a través de otros tributos, el m enor impacto ambiental posible con las cuotas de conta
m inación más reducidas durante la ejecución de sus actividades, entre otras variables que
perm iten m anejar de forma integral estos recursos, que constituyen, como dijimos, el pa
trimonio de nuestra Nación.
L J U R IS P R U D E N C IA R E L A C IO N A D A y .:
Los recursos naturales son el conjunto de elem entos de la naturaleza que el hombre
aprovecha para satisfacer sus necesidades materiales o espirituales: STC Exp. N° 00048-
2004-AI/TC (f.j.2 8 ).
La explotación de los recursos naturales no puede ser separada del interés nacional por
ser una universalidad patrimonial reconocida para los peruanos de todas las generaciones:
STC Exp. N° 00026-2008-PI/TC (f. j. 29).
El Estado está obligado a ejercer la defensa del uso racional y sostenible de la explotación
de los recursos naturales y propiciará acciones de equidad social: STC Exp. N° 00026-
2008-PI/TC (f.j. 30).
El dominio sobre los recursos naturales no renovables que ostentan los titulares de la acti
vidad minera es sobre el bien extraído y no sobre el situado en tierra: STC Exp. N° 00048-
2004-AI/TC (f.j. 86).
Los recursos naturales no son objeto de un derecho real de propiedad en el sentido civilista
del mismo sino que configuran lo que se denomina una “propiedad especial” : STC Exp.
N° 00048-2004-AI/TC (f. j. 98).
Los recursos naturales no quedan excluidos del dominio soberano del Estado por lo que
resulta constitucionalmente vedado el ejercicio de propiedad privada sobre ellos: STC Exp.
N° 00003-2006-PI/TC (f. j. 6).
Es deber del Estado reconocer que los recursos naturales-especialmente los no renovables-
en tanto patrimonio de la Nación deban ser objeto de un aprovechamiento razonable y
sostenible, y los beneficios resultantes de tal aprovechamiento deben ser a favor de la
colectividad en general: STC Exp. N° 00012-2019-PI/TC (f. j. 14).
522
DEL AMBIENTE Y LOS RECURSOS NATURALES ART.66
BIBLIOGRAFÍA
DOUROJEANN, Marc J. “Recursos naturales, desarrollo y conservación en el Perú”. En: E nciclo
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n atu rales d e lo s p a ís e s en desa rro llo , investigación, explotación y utilización racional. Departamento
de Asuntos Económicos y Sociales, 1970.
523
Artículo 67 Política ambiental y uso sostenible de los
recursos naturales
E l Estado determina la política nacional del ambiente. Pro
mueve el uso sostenible de sus recursos naturales.
CO NC O R DA NC IA S:
C.: arts. 2 ines. 16), 22), 21,58,66,68,69,88,89; C .P .C ti art. 44 inc. 25); Ley26793:
art. 1; Ley 26821; Ley 28611: art. 3; D. Leg. 818
I. Nota introductoria
Antes de entrar en materia, resulta importante subrayar el título asignado al Capítulo
II del Título III que desarrolla constitucionalmente el régim en económ ico de la República
del Perú. En efecto, el capítulo reza “Del Ambiente y los Recursos Naturales” para enfati
zar la im portancia que tiene el ambiente (el ecosistema) donde se ubican los recursos na
turales cuya explotación son la base de la economía del país. En la Constitución de 1979,
el m ismo capítulo se circunscribía al tratamiento “De los Recursos N aturales” . Así, el ar
tículo 119 de la Constitución derogada estableció dos conceptos: la función del Estado de
evaluar y preservar los recursos naturales y el de fom entar su aprovecham iento racional.
Adicionalm ente el artículo 123 creó el derecho ciudadano “de habitar en ambiente salu
dable, ecológicam ente equilibrado y adecuado para el desarrollo de la vida y la preserva
ción del paisaje y la naturaleza (...)”.
524
DEL AM BIENTE V LOS RECURSOS NATURALES ART. 67
De la manera más simple se suele definir recursos naturales como todos aquellos ele
mentos de la naturaleza que la humanidad utiliza o aprovecha para satisfacer sus necesi
dades y aspiraciones. Así lo confirma el artículo 3 de la Ley N° 26821, Ley Orgánica para
el Aprovechamiento Sostenible de los Recursos Naturales, cuando define a los recursos
naturales como “todo componente de la naturaleza, susceptible de ser aprovechado por el
ser humano para la satisfacción de sus necesidades y que tenga un valor actual o poten
cial en el mercado” .
La definición nos permite apreciar que detrás de toda regulación referida a los recursos
naturales, sea de nivel constitucional, legal o bajo norma de menor jerarquía, encontraremos:
525
ART.67 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
y su explotación no pueden estar separados del interés nacional, es decir, no pueden ser
explotados exclusivamente en beneficio de intereses privados, nacionales o extranjeros”.
Ello fue reiterado por uno de los autores mencionados (Bemales, 1996) al señalar que
los recursos naturales pertenecen al conjunto del país como elementos que hay que pre
servar y utilizar racionalmente para beneficio no solo de la presente generación sino tam
bién de las futuras y como un recurso que sirva para el progreso de la Nación en su con
junto, agregando que la responsabilidad de conducir este aprovechamiento corresponde al
Estado y concluyendo que, nadie sino el Gobierno que ejercita el poder, podría establecer
las condiciones en que ello se lleve a cabo. Vemos en esta segunda definición una doble
aproximación al concepto de Patrimonio de la Nación referido a un interés superior, que
es el interés de la Nación, y que el aprovechamiento se haga en beneficio de toda la colec
tividad; y una segunda referencia, que está más asociada a la facultad del Estado para re
gular su aprovechamiento. Es justam ente esta aproximación la que perm ite al Estado es
tablecer condiciones cuyo objetivo central es que el aprovecham iento de los recursos se
haga bajo reglas claras de sostenibilidad, a lo que expresamente se refiere el artículo 67(3).
Otro tem a fundamental tiene que ver con el tratamiento del concepto de soberanía del
Estado en el aprovechamiento de los recursos naturales. Aunque pareciera una verdad de
perogrullo es, sin embargo, una afirmación constitucional que deriva de la tendencia in
ternacional referida al aprovechamiento de los recursos naturales. Debe considerarse que
la Constitución de 1993 fue elaborada y promulgada con posterioridad a los acuerdos in
ternacionales derivados de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre M edio Ambien
te y Desarrollo (CNUMAD) realizada en Río de Janeiro en el año 1992. En dicha confe
rencia el énfasis puesto en el derecho soberano de los Estados para el aprovechamiento
de los recursos naturales fue probablemente uno de los elementos centrales no solo de la
Declaración de Río sino de los convenios internacionales ahí suscritos.
(3) En el año 1996, durante el debate de la Ley Orgánica para el Aprovechamiento Sostenible de los Recursos
Naturales, el Dr. Jorge Avendaño Valdez, en ese entonces congresista de la República, señaló claramente
que el Estado mantenía sobre los recursos naturales un dominio a partir del cual concedía facultades para
el aprovechamiento de los mismos a los particulares, sujeto a ciertas exigencias y condiciones. Señaló que
este dominio del Estado es el que se denomina “dominio eminencial”, a través del cual el Estado conserva
un dominio latente sobre el recurso natural y le confiere a los particulares el derecho de usar y disfrutar.
Dicho de otra manera, agregaba, le concede a los particulares el derecho de beneficiarse económicamente
con los frutos que obtenga de la explotación del recurso.
(4) Los recursos genéticos, según la definición de la Decisión 391 de la Comunidad Andina de Naciones
que establece el Régimen Común sobre Acceso a los Recursos Genéticos, se refiere a “todo material de
naturaleza biológica que contenga información genética de valor o utilidad real o potencial”.
526
DEL AM BIENTE Y LOS RECURSOS NATURALES ART.67
Vale la pena recordar que durante el debate de la Ley Orgánica para el Aprovecha
miento Sostenible de los Recursos Naturales, las posiciones se polarizaron: de un lado,
aquellos que promovían que los recursos naturales se otorguen en propiedad a los particu
lares y, del otro, los que propugnaban el dominio de los recursos naturales por parte del
Estado. Si bien primó, en mi concepto acertadamente, la segunda posición, sin embargo,
es importante volver a subrayar que la propiedad cumple una función social y, en consi
deración a ello, es que se pueden establecer limitaciones a la misma y, por otro lado, que
el dominio por parte del Estado y los recursos naturales no implica necesariamente una li
mitación para que los particulares puedan acceder a su aprovechamiento, bajo reglas cla
ras y amparados en títulos transferibles pero sujeto a una condición esencial: que su uso
sea sostenible, concepto que expresamente se consignan en los artículos 67 y 69.
a) Que el recurso natural debe utilizarse de acuerdo al título del derecho para los
fines para los cuales fue otorgado garantizando el mantenimiento de los proce
sos ecológicos esenciales.
b) Que se debe cumplir con las obligaciones legales dispuestas por la legislación
especial y con los procedimientos de Evaluación de Impacto Ambiental (EIA)
y los planes de manejo del recurso; y,
527
ART. 67 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
c) Que el titular del derecho debe cumplir con la retribución económica y mante
ner al día el derecho de vigencia.
La misma ley señala que el incumplimiento de las condiciones se sujete claramente a
causales de caducidad y esto felizmente ha sido reconocido por el artículo 30 de la ley an
tes mencionada, lo que implica que en caso ella opere revierte al Estado la concesión o el
título a partir del cual se otorgó el derecho de aprovechamiento a un particular.
De hecho, aunque en el año 2009 se aprobara una política nacional del ambiente ex
plícita que establece una serie de objetivos de política pública y busca determ inar el en
foque de la gestión ambiental nacional tanto para el Ministerio del Ambiente como a ni
vel transectoríal y multínivel, lo cierto es que la evolución institucional y regulatoria a
nivel ambiental está condicionada al contexto socio-económico y a la visión de desarro
llo vigente en un periodo o momento determinado. Al respecto, la Política Nacional del
Ambiente, aprobada mediante Decreto Supremo N° 012-2009-M INAM , y de obligatorio
cumplimiento, se desarrolla sobre la base de 4 ejes estratégicos: i) conservación y apro
vechamiento sosteníble de los recursos naturales y de la diversidad biológica; ii) gestión
integral de la calidad ambiental; iii) gobem anza ambiental, y iv) compromisos y oportu
nidades ambientales internacionales.
Pareciera existir consenso que los elementos que configuran la existencia de una po
lítica nacional ambiental coherente deben estar referidos a:
528
i
DEL AMBIENTE Y LOS RECURSOS NATURALES ART.67
529
ART. tul DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
aprobaron norm as para priorizar y dinam izar carreteras en la A m azonia sin considerar la
viabilidad socio-am biental de dichos proyectos de inversión en ecosistemas a su vez frá
giles y estratégicos. Por ello, no podem os afirm ar que m ás allá de la adopción de una po
lítica nacional del am biente explícita, el Perú cuente con una política pública consistente
para prom over la conservación y el uso sostenible del am biente y de los recursos natu
rales. N o obstante debe reconocerse que hoy el D erecho A m biental es una disciplina en
franco desarrollo incorporada en la form ación jurídica de los abogados, jueces, fiinciona-
rios públicos y el sector económ ico en general que seguram ente evolucionará a partir de
la investigación y evaluación de casos concretos que finalm ente determinan el grado de
eficiencia y eficacia de una política am biental nacional.
Asim ism o, es preciso reconocer que, com o resultado de distintos debates a nivel in
ternacional, el concepto de sostenibilidad se entiende tam bién como aquel que es capaz
de integrar las variables de crecim iento económ ico, protección ambiental y equidad o jus
ticia social, por lo que el desarrollo de una actividad de aprovecham iento de recursos na
turales renovables o no renovables debe tener en cuenta estos elementos y su integración,
donde la participación de las poblaciones locales y su identificación con el proyecto co
bra un peso estratégico que hoy nadie discute.
530
DEL AM BIENTE Y LOS RECURSOS NATURALES ART. 67
El uso sostenible de los recursos naturales obliga a rehabilitar aquellas zonas que hubie
ren resultado afectadas por actividades humanas destructoras del ambiente: STC Exp. N°
00048-2004-AI/TC (f. j. 32).
El uso razonable y sostenible de los recursos naturales permite la manifestación del derecho
a disfrutar de un entorno ambiental idóneo: STC Exp. N° 00048-2004-AI/TC (f. j. 33).
Los poderes públicos deben controlar el uso racional de los recursos naturales dentro de un
desarrollo económico armónico: STC Exp. N° 00048-2004-AI/TC (f. j. 38).
No está permitido ejecutar proyectos que puedan originar implicaciones ambientales signi
ficativas sin contar con una resolución de certificación ambiental emitida por la autoridad
administrativa competente. No puede haber exploración ni explotación mineras sin previa
evaluación ambiental. STC Exp. No. 03932-2015-PA/TC (f. j. 31).
BIBLIOGRAFÍA
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1993; CONAM. Transporte urbano y ambiente: bases p a ra una política am biental en el transporte
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sostenibilidad (2011-2016). Avances, logros y retos de la gestión ambiental peruana; www.minam.gob.
531
DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
532
A rtículo 68 D iversid ad b iológica y áreas natu rales
p rotegid as
E l Estado está obligado a prom over la conservación de la
diversidad biológica y de las áreas naturales protegidas.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 ines. 1), 8), 16), 19), 22), 21, 58, 66, 68, 69, 88, 89; C.P.: art. 304; Ley
26834: art. 1; Ley 26839
I. Introducción
La diversidad biológica (la variabilidad genética existente entre los seres vivos) se
concentra en ciertas regiones del mundo y, en particular y de manera notable, en los llam a
dos “países m egadiversos”. Por circunstancias geográficas, ecológicas y climáticas, paí
ses como Australia, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, China, India, Indonesia, M éxico,
Perú, EE.UU. de Norteam érica y Venezuela concentran casi el 80% de la diversidad bio
lógica del planeta. Salvo Australia y EE.UU., todos son países en desarrollo.
En otro escenario, las presiones sobre los ecosistemas son responsables de que el país
registre 492 especies de fauna y 777 especies de flora consideradas amenazadas, de las
cuales 64 y 194, respectivamente, se encuentran en peligro crítico(1).
533
ART.68 D E L R É G IM E N EC O N Ó M IC O
D esde hace m uchos años, los diferentes com ponentes de la diversidad biológica, tales
como especies particulares, m aterial genético utilizado en el m ejoram iento de cultivos y
ecosistem as considerados im portantes por sus características biológicas y ecológicas, han
recibido un tratam iento jurídico sectorial tanto a nivel internacional com o nacional. Ins
trum entos internacionales com o la Convención sobre el Com ercio Internacional de Espe
cies A m enazadas de Fauna y Flora Silvestres - Cites (D ecreto Ley N° 21080), el Conve
nio Internacional para la Protección de las O btenciones Vegetales - UPOV (Resolución
Legislativa N ° 29557) y la legislación nacional sobre áreas naturales protegidas (Ley so
bre Áreas N aturales Protegidas, Ley N ° 26834, y su R eglam ento) han establecido regíme
nes legales aplicables a los com ponentes antes m encionados.
Sin em bargo, fue hacia finales de la década de los ochenta que científicos y políticos
convinieron en la necesidad de desarrollar un nuevo instrum ento internacional vinculante
que integrara estos com ponentes aislados y diera un tratam iento integral a su conserva-
ción(2). Fue así que el concepto de “diversidad biológica” se incorpora al lenguaje jurídi
co yse integra a la C onstitución peruana y de otros países.
En este contexto, el Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) ratificado por el Perú
definió legalm ente la diversidad biológica como la variabilidad entre los organismos vivos
incluyendo, entre otros, los ecosistem as terrestres, m arinos y dem ás ecosistem as acuáti
cos y los dem ás com plejos ecológicos de los que forman parte.
(2) La necesidad de un acuerdo global sobre diversidad biológica, que reuniera las directrices y orientaciones
imprescindibles para la conservación de la diversidad biológica y la utilización sostenible de los recursos
biológicos de la tierra, fue una de las preocupaciones sobre las que se centraron los trabajos de los expertos
ambientalistas y de las organizaciones internacionales durante la década de los años 80. Se creó un grupo
de trabajo ad hoc bajo el respaldo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que
recomendó la negociación y adopción de un tratado marco que tenga una aproximación comprehensiva de
la conservación de la diversidad biológica, lo que a su vez trajo consigo el proceso formal de negociación
del Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) en 1991 y que concluyó con su adopción final en la
Cumbre de la Tierra de 1992 en Río de Janeiro.
534
DELAM BIENTE Y LOS RECURSOS NATURALES ART. 68
naturales protegidas0*. Este vacío expresaba en realidad una corriente constitucional la
tinoamericana de la época que reconoce el derecho fundamental a habitar un ambiente
sano y ecológicamente equilibrado0 *así como obligaciones básicas referidas a la preser
vación y protección del ambiente y los recursos naturales en general, pero no incorpora
obligaciones y derechos específicos respecto de la diversidad biológica y las áreas natu
rales protegidas0*.
En nuestro país, sin embargo, el Decreto Legislativo N° 613, Código del Medio Am
biente y los Recursos Naturales (publicado el 8 de setiembre de 1990)345(6)7,constituyó un an
tecedente importante en cuanto a la mención específica de las áreas naturales protegidas y
la diversidad biológica. La influencia del Código y sus contenidos específicos en estas ma
terias en el proceso de elaboración de la Constitución Política de 1993 son así evidentes0*.
(3) Es importante señalar que ya a nivel legislativo se habían establecido áreas naturales protegidas en el Perú.
La más antigua de ellas, el Parque Nacional Cutervo (en Cajamarca), fue creado mediante Ley N° 13694
(del 8 de setiembre de 1961). El Parque Nacional Tingo María (Ley N° 15574 de 1965), el Parque Nacio
nal del Manu (D. S. N° 0644-73-AG de 1973) y el Parque Nacional Huascarán (D. S. N° 0622-75-AG de
1975) son algunos de los ejemplos del régimen legal diseñado para el reconocimiento y la protección de
las áreas naturales protegidas.
(4) Este derecho en particular forma parte de lo que algunos juristas denominan derechos fundamentales de
tercera generación, que incluyen también el derecho a la paz y al desarrollo.
(5) La Constitución de Paraguay de 1992 reconoce “(...) el derecho de toda persona de habitar en un ambiente
saludable y ecológicamente equilibrado” (art. 7)”. La Constitución de Chile de 1980 asegura a las personas
“(...) el derecho a vivir en un ambiente libre de contaminación” (artículo 19.8). La Constitución de Colombia
de 1991 establece que “(...) todas las personas tienen el derecho a gozar de un ambiente sano”.
(6) El Código del Medio Ambiente fue una norma muy innovadora en su momento. El Código se propuso
reunir, regular y proponer principios jurídicos en materia ambiental en general, integrando así reglas básicas
(y principios de aplicación) dispersas en una frondosa legislación ambiental (o con contenido y relevancia
ambiental) desarrollada en el país desde principios del siglo XX.
(7) La Ley General del Ambiente (Ley N° 28611) en cuyos artículos del 97 al 106, regula lo relativo a la
conservación de la diversidad biológica, y en los artículos del 107 al 110 lo referente a las áreas naturales
protegidas (nota del editor).
535
ART.68 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
(8) El artículo 119 de la Constitución de 1979 estableció que: “El Estado evalúa y preserva los recursos naturales.
Asimismo, fomenta su racional aprovechamiento (...)” . Cabe indicar que, de conformidad con el artículo
118 de este texto constitucional: “ Los recursos naturales, renovables y no renovables, son patrimonio de
la Nación
(9) Es importante precisar que, si bien conceptualmente y por definición, las áreas naturales protegidas son
un componente de la diversidad biológica (a nivel de ecosistemas) y de los mandatos del Convenio sobre
la Diversidad Biológica (que las considera como una herramienta crítica para la conservación in situ de
la diversidad biológica), dada su importancia y la tradición institucional existente (en cuanto a competen
cias sobre dichas áreas) en el Perú (y en la mayoría de países) han tenido un tratamiento comprehensivo
e independiente de la legislación específica sobre diversidad biológica. En ese sentido, la Ley N° 26839
536
DEL AMBIENTE Y LOS RECURSOS NATURALES ART. 68
De la misma forma, la Ley N° 29811, Ley que establece la moratoria al ingreso y pro
ducción de organismos vivos modificados al territorio nacional por un período de 10 años
contados desde su aprobación en diciembre del 2011 y su Reglamento, aprobado por De
creto Supremo N° 008-2012-MINAM, se enmarca dentro del cuidado que debe tener un
Estado reconocido como centro de origen de especies y ecosistemas muy valiosos para
la humanidad para proteger su patrimonio biológico. Durante ese plazo se impide el in
greso y producción en el territorio nacional de organismos vivos modificados (OVM) con
fines de cultivo o crianza, incluidos los acuáticos, a ser liberados en el ambiente, con las
respectivas excepciones determinadas por ley. La Ley 29811 no pretende impedir el de
sarrollo de las investigaciones científicas asociadas a la biotecnología y al conocimiento
de los OVM por nuestros institutos especializados sino tomar las precauciones de biose
guridad frente a los riesgos que significa la introducción al ambiente de OVM sin haber
desarrollado las capacidades locales. No obstante, sería perfectamente comprensible que
el Perú decida al vencimiento de dicho plazo declararse como país libre de OVM y defina*10
si bien incluye y hace referencias a las áreas naturales protegidas, remite su tratamiento a la legislación
específica en la materia.
(10) La conservación in situ se refiere a actividades que implican conservar y mantener especies (y la diversidad
genética en general) en sus lugares de origen o donde han desarrollado sus características específicas. Por
el contrario, la conservación ex situ implica la conservación y el mantenimiento de muestras biológicas
representativas en instalaciones como jardines botánicos, zoológicos, bancos de semillas, acuarios, etc. En
esencia se trata de conservar fuera de los hábitats naturales y como forma de complementar las actividades
de conservación in situ.
537
ART. 68 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
mejores políticas y programas bien financiados que agreguen valor al conocimiento y ma
nejo sostenible de nuestra diversidad biológica.
Por su parte, la Ley N° 27811, Ley que establece el régim en de protección de los co
nocimientos colectivos de los pueblos indígenas asociados a la diversidad biológica (pro
mulgada el 8 de agosto de 2002) tiene por finalidad regular quién y bajo qué condiciones
puede accederse y utilizarse el conocimiento colectivo de los pueblos indígenas asociados
a la diversidad biológica. Para ello, se prevé la utilización de una serie de instrumentos y
herramientas tales como contratos de licencia de uso (de conocimientos), registros para el
mantenimiento de estos conocimientos, secretos empresariales, un fondo compensatorio
y principios de la protección de la competencia desleal. Esta norm a es aplicable a conoci
mientos que se encuentran en el dominio público y aquellos que no lo están.
(11) La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) define a las áreas protegidas como
un segmento de tierra o mar dedicado especialmente a la protección y mantenimiento de la biodiversidad,
y de recursos naturales y culturales, conexos y gestionado con medios efectivos legales o de otra índole.
Por su parte, la Ley de Areas Naturales Protegidas las define como los espacios continentales y/o marinos
del territorio nacional, expresamente reconocidos y declarados como tales, incluyendo sus categorías
y zonificaciones, para conservar la diversidad biológica y demás valores asociados de interés cultural,
paisajístico y científico, así como por su contribución al desarrollo sostenible del país.
538
DEL AMBIENTE Y LOS RECURSOS NATURALES ART. 68
JU R IS P R U D E N C IA R E L A C IO N A D A
¡g j¡ El Estado debe promover la explotación sostenible de los recursos naturales con el fin de
preservar el ambiente frente a las actividades humanas que pudieran afectarlo: STC Exp.
N° 03343-2007-PA/TC (f. j. 9).
¡0 Los derechos de las actuales generaciones no deben ser la ruina de las aspiraciones de
las generaciones futuras en cuanto a recursos naturales: STC Exp. N° 03343-2007-PA/
T C (f.j. 14).
0 Los gobiernos locales no están autorizados para constituir áreas naturales protegidas en
nuestro ordenamiento legal, puesto que ello es efectuado por el Poder Ejecutivo, mediante
decreto supremo o resolución ministerial: STC Exp. N° 03932-2015-PA/TC (f. j. 15).
539
ART. 68 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
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540
Artículo 69 D esarrollo sostenible de la A m azonia
El Estado promueve el desarrollo sostenible de la Amazonia
con una legislación adecuada.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 ines. 1), 8), 16), 19), 22); 21, 58, 66 y ss., 88, 89; C.P.Ct.: art. 44 inc. 25),
40; Ley 27037
I. Introducción
“Los intentos de desarrollar la Amazonia tanto en el Perú como en los demás países
amazónicos se han topado, históricamente, con falsas apreciaciones de sus características
y potencialidades. Los Países del Tratado de Cooperación Amazónica (TCA) se han plan
teado conservar y aprovechar de manera sostenible los recursos naturales y los servicios
ambientales amazónicos, generando beneficios para sus poblaciones, basados en el res
peto de los derechos y aspiraciones de la sociedad en su conjunto en concordancia con su
propósito de contribuir al proceso de integración y desarrollo regional, con base en las es
pecificidades y a la soberanía de cada país y procurando lograr una mejor calidad de vida
para las poblaciones amazónicas”0
(1) En abril de 2004, el Dr. Manuel Pulgar-Vidal preparó el documento: Análisis y propuestas político- institu
cionalespara elfortalecimiento de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónicay su Secretaría
Permanente, para una reunión de planeamiento estratégico de dicha institución realizada en Brasil, del
cual se han tomado algunos de sus planteamientos.
(2) Conformado por Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Suriname y Venezuela
(3) Vease: http://otca.info/gef7datos_relevantes
541
ART.69 DEL RÉG IM EN ECONÓM ICO
período 2003-2012, la superficie cubierta por bosques dism inuyó en poco menos del 2%,
siendo la región am azónica la m ás afectada por el proceso de deforestación, lo que se debe
a la conversión realizada por productores de muy pequeña escala ligados a la agricultura
y la ganadería. La deforestación en los bosques húm edos am azónicos del país supera las
113.000 ha anuales y se ha producido m ayorm ente en bosques no categorizados, que no
cuentan con un sistem a de adm inistración o protección(4).
542
DEL AM BIENTE Y LOS RECURSOS NATURALES ART.69
(6) COMUNIDAD ANDINA. Decisión 523. Estrategia regional de biodiversidadpara los países del trópico
andino. Disponible en: <httt://www.comunidadandina.org/normativa/dec/D523.htm>.
(7) QUIROLA SUÁRF.Z, Dania. “Amazonia sostenible en el tercer milenio. Economías locales y economía
regional en la Cuenca Amazónica”.
(8) Ibídem, p. 11.
(9) SECRETARIA OF THE CONVENTION ON BIOLOGICAL DIVERSITY. UNEP. Global biodiversity
outlook, Montreal - Quebec, UNEP, 2001, p. 96.
543
ART.69 DEL RÉGIM EN ECONÓM ICO
En este escenario, el Perú debe tom ar decisiones estratégicas de largo plazo para di-
namizar la visión de desarrollo de la Amazonia e identificar criterios e indicadores de sos-
tenibilidad del bosque amazónico01), como una herramienta que permita en parte revertir
este proceso de deterioro. El desarrollo, por otro lado, de estrategias de aprovechamien
to de recursos naturales de la región amazónica, que identifique potenciales mercados, un
buen análisis de costo-beneficio y niveles de decisión contribuirá con este propósito; ade
más de instrumentos de política que permitan afrontar las amenazas que atentan contra su
equilibrio y la posibilidad de seguir ofreciendo los servicios ambientales a nivel global,
nacional y local que pretende el aprovechamiento sostenible de los recursos amazónicos.
Este tipo de estrategias permite enfrentar, también, los mitos de la pobreza del suelo ama
zónico, construido a partir del desarrollo de actividades incompatibles con las caracterís
ticas naturales de la región.
L JURISPRUDENCIA
El principio de desarrollo sostenible o sustentable constituye una pauta basilar para que
la gestión humana sea capaz de generar una mayor calidad y mejores condiciones de vida
en beneficio de la población actual, pero manteniendo la potencialidad del ambiente para10
544
DEL AM BIENTE Y LOS RECURSOS NATURALES ART.69
satisfacer las necesidades y las aspiraciones de vida de las generaciones futuras: STC Exp.
N° 02002-2006-CC/TC (f. j. 31).
H El Estado debe velar por la utilización racional de los recursos naturales, puesto que el
desarrollo sostenible involucra un conjunto de instrumentos, entre ellos los jurídicos, que
hagan factible el progreso de las próximas generaciones en consonancia con un desarrollo
armónico del medio ambiente: STC Exp. N° 03816-2009-PA/TC (f. j. 8)
j¡] La protección del medio ambiente involucra aspectos relacionados con el manejo, uso,
aprovechamiento y conservación de los recursos naturales, el equilibrio de los ecosistemas,
la protección de la diversidad biológica, la conservación de las áreas de especial importancia
ecológica, el desarrollo sostenible y la calidad de vida del hombre en condiciones dignas:
STC Exp. N° 02775-2015-PA/TC (f. j. 9).
BIBLIOGRAFÍA
545
CAPÍTULO III
DE LA PROPIEDAD
C O N C O R D A N C IA S :
C.: arts. 2 inc. 16), 66,71 y ss., 88,166; C.P.Ct.: art. 44 inc. 14); C.C.: arts. 923 y ss.;
C.P.C.: art. 519 y ss.; D. Leg. 1192; D.U.D.H.: art. 17.1; C.A.D.H.: art. 21
546
DE LA PROPIEDAD ART. 70
Estado facilita el ejercicio libre de las actividades económicas y controla los excesos que
eventualmente amenazan los valores superiores que interesan a la sociedad, como la sa
lud, la seguridad, el medio ambiente, entre otros.
547
ART. 70 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Una garantía especial para que la limitación sea justa es que provenga de una nor
ma con rango de ley. Es decir, la imposición de un recorte a los atributos de la propiedad
no puede derivar de cualquier fuente normativa o acto administrativo. Surge de una de
cisión del Congreso de la República, quien a través de sus pronunciamientos colegiados
expresa mejor que nadie el alcance del bien común. Es cierto que muchas limitaciones a
la propiedad se desarrollan en detalle en los reglamentos que expide el Poder Ejecutivo,
los gobiernos locales y regionales, pero en todo caso estas normas siempre deben contar
con una ley que las autoriza.
Sólo el Congreso puede declarar la seguridad nacional o necesidad pública como par
te de un proceso legislativo ordinario, lo que implica que en cada caso el Parlamento tie
ne que evaluar la importancia de que el Estado se apropie de un bien ajeno. Obviamente
el Congreso no podría hacer una evaluación correcta de la necesidad de expropiar si no
conoce con detalle los bienes que serán afectados, el costo de la expropiación y su com
paración con el beneficio que se pretende obtener con el nuevo destino para los bienes.
En los últimos años se han expedido una serie de normas con rango de ley que bus
can facilitar las expropiaciones, con el propósito de acelerar los procesos de construcción
de obras de infraestructura. Se ha creído que las garantías que la Constitución otorga a los
propietarios son un escollo para la velocidad de las obras y un retraso en la atención de
las necesidades que ellas buscan atender. Estimo que las normas de expropiación, princi
palmente las contenidas en el Decreto Legislativo 1192 y sus modificaciones, han relajado
548
DE LA PROPIEDAD ART. 70
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
El ejercicio del derecho de propiedad debe darse en armonía con el bien común y dentro
de los límites que establece la ley: STC Exp. N° 00014-2015-PI/TC (f. j. 45).
¡1 Las restricciones que se den al goce y ejercicio del derecho de propiedad deben estar esta
blecidas en la ley, ser necesarias, proporcionales, y hacerse con el fin de lograr un objetivo
legítimo en una sociedad democrática: STC. EXP N° 03631-2015-PA/TC (f. j. 33).
549
ART.70 D E L R É G IM E N ECONÓM ICO
jj Para expropiar un bien es necesario que haya motivos de seguridad nacional o necesidad
pública declarados por ley y que se pague el justiprecio: STC Exp. N° 03140-2010-PC/
TC (f.j. 13).
BIBLIOGRAFÍA *2
AV ENDAÑO VALDEZ, Jorge. “C om entario al artículo 923 del C ódigo C ivil” . En: A A .W . Código
Civil comentado. Tom o V. 6a edición. G aceta Jurídica, Lim a, 2022; BO RD A , G uillerm o A. Manual de
Derechos Reales. 4a edición. Perrot, Buenos Aires, 1994; C A STA Ñ ED A , Jorge Eugenio. Instituciones
de Derecho Civil. Los Derechos Reales. Tom o I. Editorial C astrillón Silva, Lim a, 1952; M AISCH
V O N H U M BO LDT, Lucrecia. Los Derechos Reales. 3a edición. Librería Studium , Lima, 1984; PEÑA
BER N A LD O D E Q U IR O Z, M anuel. Derechos Reales. Derecho Hipotecario. 2a edición. Universidad
de M adrid, M adrid, 1986; PU IG BRUTAU, José. Fundamentos de Derecho Civil. Tomo III. Vol. I.
2a edición. C asa Editorial B osch, Barcelona, 1974; R O M ER O RO M A Ñ A , Eleodoro. Derecho Civil.
Los Derechos Reales. Tom o I. 2a edición, Lim a; VALENCIA ZEA , A rturo. Derecho Civil. Derechos
Reales. Tom o II. 5a edición. Temis, Bogotá, 1958.
550
Artículo 71 Igu ald ad y lím ites respecto
a la prop ied ad de extran jeros
En cuanto a la propiedad, los extranjeros, sean perso n a s
naturales o jurídicas, están en la mism a condición que los
peruanos, sin que, en caso alguno, puedan invocar excepción
ni protección diplomática.
Sin embargo, dentro de cincuenta kilómetros de las fronteras,
los extranjeros no pueden adquirir ni poseer p o r título algu
no, minas, tierras, bosques, aguas, combustibles ni fu en tes
de energía, directa ni indirectamente, individualmente ni en
sociedad, bajo p ena de perder, en beneficio del Estado, el de
recho así adquirido. Se exceptúa el caso de necesidad pública
expresamente declarada p o r decreto supremo aprobado p o r el
Consejo de Ministros conforme a ley.
CO NCORDANCIAS:
C.: arts. 2 ines. 2), 16), 61,63,66,70; C.P.Ct: art. 44 ines. 1), 14); C.C.: arts. 885,923,
925,954; Ley 26505: art. 4; D. Leg. 662: art. 4; D.S. 056-2005-RE; D.U.D.H.: art. 17.
551
ART.71 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Dice la norma que no pueden los extranjeros poseer “por título alguno”, lo cual des
carta la posesión mediata e inmediata, ya sea como arrendatarios, usufructuarios, como
datarios, concesionarios, etc.
La norma comentada concluye que los extranjeros solo pueden ser propietarios o po
seedores dentro de los cincuenta kilómetros, cuando se trate de un caso de necesidad pú
blica declarada por decreto supremo aprobado por el Consejo de Ministros. La Constitu
ción de 1933 no contenía una regla como esta. La de 1979 tenía disposición similar a la
actual pero con dos diferencias: la excepción no se basaba en la necesidad pública sino
en la necesidad nacional y la declaración no debía estar contenida en un decreto supre
mo sino en una ley.
¿Cuál podría ser un caso de necesidad pública que autorice la propiedad o posesión
de extranjeros en el área indicada? Imagino un proyecto que requiere una gran inversión
y tecnología muy avanzada, que debe realizarse en el área vecina a la frontera porque allí
está el recurso natural a explotarse. Esto podría justificar la emisión del decreto supre
mo mencionado. Pero los gobiernos deben ser muy cautos en estas declaraciones y, de ser
posible, deben autorizar el derecho de extranjeros pero sujeto a un plazo de caducidad.
552
DE LA PROPIEDAD ART. 71
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
[ ]
ɧ La seguridad nacional justifica las restricciones a la propiedad de extranjeros en zonas de
frontera, por ser vulnerables en caso de invasión: STC Exp. N° 04966-2008-PA/TC (f. j. 6.i).
BIBLIOGRAFÍA I,*
BIDART CA M POS, Germ án. Tratado elemental de Derecho Constitucional argentino. Tomo I,
Ediar, Buenos Aires; BORDA, Guillermo A. Manual de Derechos Reales. 4a edición, Editorial Perrot,
Buenos Aires, 1994; CASTAÑEDA, Jorge Eugenio. Instituciones de Derecho Civil. Los Derechos
Reales. Tomo I, Editorial Castrillón Silva, Lima, 1952; M A ISC H V O N H U M B O LD T, Lucrecia.
Los Derechos Reales. 3a edición, Librería Studium, Lima, 1984; PEÑ A B ER N A LD O DE QUIROZ,
Manuel. Derechos Reales. Derecho Hipotecario. 2a edición, editado por la sesión de publicaciones
de la Universidad de M adrid, 1986; PUIG BRUTAU, José. Fundamentos de Derecho Civil. Tomo
III, 2a edición, volum en I, Casa Editorial Bosch, Barcelona, 1974; ROM ERO ROM AÑA, Eleodoro.
Derecho Civil. Los Derechos Reales. Tomo I, 2a edición, Lima; VALENCIA ZEA, Arturo. Derecho
Civil. Derechos Reales. Tomo II, 5a edición, Temis, Bogotá, 1958.
553
Artículo 72 R estriccion es a la d isp osición , uso y
d isfru te de b ien es p o r segu rid ad nacional
La ley puede, solo p o r razón de seguridad nacional, estable
cer tem poralmente restricciones y prohibiciones específicas
para la adquisición, posesión, explotación y transferencia de
determinados bienes.
C O N C O R D A N C IA S :
C.: arts. 2 inc. 16), 61 al 63, 66, 70, 88, 89; C P .C t: art. 44 inc. 14), C.C.: arts. 885,
886,923,925, 954; Ley 26834: art. 4; D.U.D.H.: art. 17.
Como parte de las libertades y medidas de protección en favor del derecho de propie
dad, esta norm a abunda en cuidados señalando enfáticamente que no se pueden estable
cer restricciones y prohibiciones para la adquisición, posesión, explotación y transferen
cia de determinados bienes, salvo por razones de “seguridad nacional”. No se refiere a las
“limitaciones generales” sobre el derecho de propiedad, de las que me ocupé al comen
tar el artículo 70 y que se sustentan en el “bien común”, sino a las m edidas que el Con
greso puede adoptar de modo específico respecto de determinados bienes identificados.
Las reglas generales sobre propiedad permanentemente fijan restricciones para la ad
quisición, posesión, explotación o transferencia de bienes, pero ellas no se amparan en la
seguridad nacional sino en otras razones que tienen que ver con el bien común (salud, se
guridad, medio ambiente, entre otros). La norma bajo comentario se refiere entonces a las
medidas específicas que se podrían dictar en circunstancias de excepción para contener la
ocupación o transferencia de determinados bienes que importan a la seguridad nacional.
Por ejemplo, ante una confrontación bélica, si el Estado requiere controlar objetos de de
terminado uso o espacios estratégicos, una ley del Congreso podría disponer que cierto
mobiliario (armamento), o específicos inmuebles (predios) fueran intervenidos temporal
mente para beneficio de la Nación. La ley tendría que indicar con detalle en qué consisten
las restricciones e identificar con precisión los bienes afectados, no por su categoría sino
por su plena identidad (nombre, apellido, ubicación o coordenadas).
Esa es la interpretación correcta. Si creyéramos que la ley a la que hace referencia esta
norma es de carácter general y que se puede referir a un conjunto indeterminado de bie
nes y personas, no habría razón para que dicha ley deba ser temporal y con único susten
to en la seguridad nacional. En suma, como dije, abundan leyes que restringen, limitan y
prohíben la posesión y transferencia de bienes, que no se justifican en la seguridad de la
nación sino en el bien común. Por ello, para que el artículo 72 tenga un espacio propio de
actuación se debe entender que es una suerte de “expropiación” temporal y sin pago, por
tanto es específica en cuando a los bienes afectados y a los dueños comprendidos.
554
DE LA PROPIEDAD ART. 72
JURISPRUDENCIA RELACIONADA’
El derecho a la p ro p ied ad im plica que la persona propietaria podrá servirse directam ente
de su bien, p e rc ib ir sus frutos y productos, y darle destino o condición conveniente a sus
intereses, siem pre que ejerza tales actividades en arm onía con el bien com ún y dentro de
los lim ites establecidos por la ley: STC Exp. 00008-2003-A I/TC (f. j. 26).
El goce y el ejercicio del derecho de propiedad solo pueden verse restringidos en los si
guientes supuestos: a) estar establecidos por ley; b) ser necesarios; c) ser proporcionales,
y d) hacerse con el fin de lograr un objetivo legítim o en una sociedad dem ocrática: STC
Exp. 0 3 2 5 8 -2 0 10-PA/TC (f. j. 5).
L a seguridad nacional, en tanto fin constitucional, debe ser protegida, no m ediante excep
ciones genéricas, vagas, defectuosas o ilegítim as, sino m ediante excepciones estrictas que
de m odo específico y claro determ inen los supuestos en los que aquella pueda ser puesta
en riesgo, en los que se garantice la seguridad de las personas, el riesgo para la integridad
territorial y/o subsistencia del sistem a dem ocrático, así com o las respectivas actividades
de inteligencia y contrainteligencia: STC Exp. 0 0 005-2013-PI/TC (f. j. 38).
BIBLIOGRAFÍA 2*
AVENDAÑO VALDEZ, Jorge. “Comentario al artículo 923 del Código Civil”. En: AA. W . Código
Civil comentado. Tomo V. 6a edición. Gaceta Jurídica, Lima, 2022; BORDA, Guillermo A. Manual de
Derechos Reales. 4a edición. Perrot, Buenos Aires, 1994; CASTAÑEDA, Jorge Eugenio. Instituciones
de Derecho Civil. Los Derechos Reales. Tomo I. Editorial Castrillón Silva, Lima, 1952; MAISCH
VON HUMBOLDT, Lucrecia. Los Derechos Reales. 3a edición. Librería Studium, Lima, 1984; PEÑA
BERNALDO DE QUIROZ, Manuel. Derechos Reales. Derecho Hipotecario. 2a edición. Universidad
de Madrid, Madrid, 1986; PUIG BRUTAU, José. Fundamentos de Derecho Civil. Tomo III. Vol. I.
2a edición. Casa Editorial Bosch, Barcelona, 1974; ROMERO ROMAÑA, Eleodoro. Derecho Civil.
Los Derechos Reales. Tomo I. 2a edición, Lima; VALENCIA ZEA, Arturo. Derecho Civil. Derechos
Reales. Tomo II. 5a edición. Temis, Bogotá, 1958.
555
A r t íc u lo 7 3 B i e n e s d e d o m in io p ú b lic o
C O N C O R D A N C IA S :
C. : arts. 2 inc. 16), 21, 60, 89; C.C.: arts. 136, 885, 886, 923, 925,954; Ley 26856
D. S. 011-2019-JUS: arts. 46.4
(1) El régimen legal general al que aludimos lo encontramos esencialmente en el Texto Único Ord -
la Ley N° 29151, Ley General del Sistema Nacional de Bienes Estatales, aprobado por Decreto Supremo
N° 009-2019-VIVIENDA, de fecha 9 de julio de 2019, que contiene la importante modificación e
artículo 3 de la acotada ley, realizada por el Decreto Legislativo N° 1439, Ley del Sistema Nacional e
Abastecimiento, de fecha 16 de setiembre de 2018, relativo al concepto general de los bienes estatales. •
556
DE LA PROPIEDAD ART.73
dicha norma se agrega el Decreto Supremo N° 008-2021-VIVIENDA, de fecha 9 de abril de 2021, que
aprueba el Reglamento de la Ley General del Sistema Nacional de Bienes Estatales.
(2) Por Hacienda Pública se entiende el cúmulo o conjunto de bienes del Estado, muebles e inmuebles, rentas,
impuestos y demás ingresos, destinados a la satisfacción de las necesidades públicas y al progreso nacional.
La Hacienda Pública, el Fisco o Tesoro Nacional, en expresiones sinónimas habituales, que en tiempos de
las monarquías absolutas se denominaba también Real Hacienda, personifica los derechos y obligaciones
del Estado, sus créditos y deudas, su activo y pasivo, su haber y su debe. Vide: CABANELLAS, Guillermo.
Diccionario enciclopédico de Derecho usual. Tomo IV, Heliasta, Buenos Aires, 1986, p. 236. En nuestro
Derecho nacional, se establece, en el numeral 17 del artículo 118 de la Constitución Política del Perú, que
corresponde al Presidente de la República: administrar la hacienda pública.
(3) En doctrina se da cuenta de que el patrimonio del Estado es abordado desde una perspectiva del Derecho
Financiero como un recurso más de la hacienda pública y, desde esta perspectiva, la pertenencia de este
instituto jurídico a esta rama del Derecho se afirma de forma “casi” pacífica. CHINCHILLA MARÍN,
Carmen. Bienes patrimoniales del Estado. (Concepto y formas de adquisición por atribución de ley).
Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, Madrid, 2001, p. 23. Más adelante esta misma autora
refiere la posición doctrinaria contraria a lo antes expuesto, citando a Calvo Ortega, en el sentido de que
las normas que regulan la obtención y gestión de los bienes patrimoniales de los entes públicos quedan
fuera del Derecho Financiero porque no se encaminan directamente a la citada obtención de recursos
dinerarios, sino que procuran la gestión más conveniente al interés público de tales bienes patrimoniales,
como lo demuestra el hecho de que se prevea incluso la cesión gratuita de estos bienes, siempre que ello
sea conveniente para fines de utilidad pública o de interés social. La adquisición y gestión del patrimonio
no dinerario de los entes públicos está presidida por el principio de la conveniente afectación y no por la
idea de obtención de recursos dinerarios. CHINCHILLA MARÍN, Carmen. Ob. cit., pp. 25 y 26. En lo
personal, también nos adscribimos a este último criterio desarrollado, teniendo presente por cierto que,
en específicas actuaciones administrativas, los bienes estatales adquieren una connotación de resultado
dinerario, cuando las potestades de las entidades públicas facultan a disponer activos públicos a título
oneroso, acotando que dicha disposición constituye la excepción de la actuación patrimonial estatal.
(4) Artículo 70.- El derecho de propiedad es inviolable. El Estado lo garantiza. Se ejerce en armonía con el bien
común y dentro de los límites de ley. A nadie puede privarse de su propiedad sino, exclusivamente, por causa
de seguridad nacional o necesidad pública, declarada por ley, y previo pago en efectivo de indemnización
justipreciada que incluya compensación por el eventual peijuicio. Hay acción ante el Poder Judicial para
contestar el valor de la propiedad que el Estado haya señalado en el procedimiento expropiatorio.
557
ART.73 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
cuya regulación esencialm ente corresponde al derecho privado y a las leyes conexas
de la m ateria, mientras que la propiedad estatal -concretam ente, la relacionada con los
bienes de dominio público- se rige por la norm ativa del derecho público, el que establece
procedimientos reglados(5).
Así entonces, es de tener en cuenta que las bases constitucionales sustentan los alcances
de la propiedad privada, entendida como derecho que debe ser tutelado y protegido por el
Estado y el ordenamiento jurídico. Dicho ordenamiento tam bién comprende la regulación
de los diversos tipos de propiedad estatal(6)7. En esa m ism a línea, la jurisprudencia consti
tucional ha establecido que “el Estado, así como tiene el deber de garantizar la propiedad
privada, tiene tam bién la obligación de proteger y garantizar la propiedad pública. Al res
pecto, y a efectos de la protección de la propiedad, nuestra Constitución no distingue entre
propiedad pública y privada. En efecto, el artículo 70 de nuestra Ley Fundamental, cuando
establece que el derecho de propiedad es inviolable y que el Estado lo garantiza, no solo
se limita a la protección de los particulares, sino también de la propiedad pública”. Agre
ga el Tribunal Constitucional: “Por ello, como ha señalado Pierre Bon, (...) ‘no hay ningu
na razón que impida que la propiedad pública pueda ser tutelada con el mismo fundamen
to que la propiedad privada’. Es por ello que la Constitución no distingue, a efectos de su
protección, entre propiedad pública y propiedad privada, reconociendo la legítima facultad
del Estado para velar también por la propiedad pública. Dicha protección cobra especial
relevancia cuando se trata de recursos naturales, pues de acuerdo con la Constitución (art.
66), estos son patrimonio de la Nación y el Estado es soberano en su aprovechamiento”^ .
(5) Se advierte una gran distinción entre la propiedad privada y el dominio sobre los bienes públicos. En la
Constitución de 1993 esta diferencia no es totalmente clara en el texto aunque sí en la ratio legis y se halla
contenida en los artículos 70 y 73, respectivamente. El artículo 70 trata de la propiedad como un derecho
privado, pertenezca efectivamente a personas de derecho privado o a personas de Derecho Público que
detentan, sin embargo, su propiedad como de Derecho Privado, aunque obedeciendo complementariamente
a ciertas reglas del Derecho Administrativo. El artículo 73, por el contrario, se refiere a los bienes sobre
los cuales existe dom inio público, sean o no de uso público. Aquí dos aspectos conceptuales importan
tes: la diferencia entre dominio y propiedad y la diferencia entre bien de uso público y bien que no es de
uso público. La propiedad es entendida en el Derecho contemporáneo como el poder de usar, disfrutar,
disponer y reivindicar el objeto materia del derecho. El dominio tiene más el sentido de pertenencia a
alguien que ejerce el señorío y ya estos vocablos dan el sentido de pertenencia histórica del concepto.
RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. Tomo III, Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1999, p. 362.
(6) A título de anticipación, mencionamos que el actual régimen de los bienes estatales comprende: i) predios
de dominio público; ii) predios de dominio privado; iii) inmuebles de dominio público y iv) inmuebles
de dominio privado, con la consiguiente división de competencias entre la Superintendencia Nacional de
Bienes Estatales (SBN) y la Dirección General de Abastecimiento (DGA). La administración, registro y
supervisión de los bienes muebles estatales es de competencia de la DGA, conforme al Decreto Legisla
tivo N° 1439 y al Decreto Supremo N° 008-2021-VIVIENDA, una vez que se encuentre implementada
la correspondiente normativa procedimental.
(7) Sentencia del Tribunal Constitucional, de fecha 1 de abril de 2005, emitida en la STC Exp. N° 0048-2004-PI/
TC, en el proceso de inconstitucionalidad interpuesto por más de 5,000 ciudadanos, contra los artículos 1,2,
3,4 y 5 de la Ley N° 28258, Ley de Regalía Minera. Fundamento jurídico 85, tercer y cuarto párrafos. (Nota
del autor: Los datos del autor citado en la STC corresponden a BON, Pierre, “El estatuto constitucional del
derecho de propiedad en Francia”. En: Revista Chilena de Derecho Público N° 1, volumen 25, Santiago de
Chile, 1988, p. 545).
558
DE LA PROPIEDAD ART. 73
En efecto, el Código Civil de 1852, dividido a su vez en Título Preliminar y tres (3) Li
bros, desarrolla en Libro Segundo la temática denominada “De las cosas: Del modo de ad
quirirlas y de los derechos que las personas tienen sobre ellas”. Esencialmente, se aprecia
de esta revisión normativa que este libro regula el régimen jurídico “de las cosas” y bajo tal
esquema conceptual desarrolla sus diversas modalidades. Así entonces, en el artículo 459 se
indica que “son públicas, las cosas que pertenecen a una Nación y cuyo uso es de todos; co
munes las que pertenecen colectivamente a una corporación legalmente reconocida; de par
ticulares, las que pertenecen a una o más personas consideradas individualmente; destina
das al culto, las que sirven para el ejercicio de la religión del Estado y de ninguno, las que no
están en propiedad de nadie o se hallan vacantes”. Se puede concluir de manera inmediata
que la temática de la propiedad estatal en el Código Civil de 1852 se sustenta en la premisa
de que las cosas públicas pertenecen a la Nación, cuyo uso es de todos.
(8) Una alusión al tratamiento equivalente -en cuanto a la intervención de cautela- de la propiedad pública y
la propiedad privada, la encontramos en el artículo 166 de la Carta Magna, cuando refiere que “la Policía
Nacional (...) garantiza el cumplimiento de las leyes y la seguridad del patrimonio público y del privado
559
AUT. 73 \ m , H h íiM K H M V N ftM U o
l)c otiH pune, el lento Inidtil (id artículo 604 del Código de Procedimiento*Civil**
de 1011 pro«lgue lii Unen de privilegio» proccxide» u l'avor d d H»t«do, cuando indica que
“ contra Itt I ladendH Nnuionul no hay acción ejecutiva", agregando que "cate privilegio no
nc cHtendia a ninguna otra inNtltiiclón", La Mxpoxlción de Motivo» de dicha norma daba
cuenta de acuerdo con la entonce» vigente Comdílucíón Eolítica de 1860 que era atri
bución dd Congrexo reconocer la deuda nacional y acflalar lo» medio» para conxolídarta
y amortizarla (art, 53 inc, 7), Agrega dicha Mxpoxlción que la ley prc»umla que el L»tado
no neccalta »cr requerido para el pago de »u» deuda»; que cumple con »u» obligación©» en
conformidad a »u» facultade» y no autoriza a acreedor alguno a embargar en »u cxcluxívo
provecho, la» entrada» de la Aduana o cuale»qulera otro» bicnc» o renta» ll»cale», pároli-
zatulo la marcha de la Admlnlxtración y dewarrollo de la» energía» nacíonale» y compro
metiendo la tranquilidad pública y aun la cxíxtcncía d d L x ta d íÁ
MI Código C ivil de 1936 en »u artículo 823 cxtablccc que lo» bicnc» de u»o público
eran Inalienable» c improNcrlptlble», Previamente a ello, el artículo 822 índica que conx-
tiluyon bleneN dd Matado, lo» bienc» de u»o público, Romero Komafla, comentando el ar
ticulo ante» acotado «efiulu que debió mantenerxc la claxillcación tradicional de bíene» del
dominio público y bicnc» del dominio privado d d Matado y declarar inalienable» c ímprex-
cripliblc» a lo» primero», ugregando que lo» bicnc» de u»o público han debido con»ídcrar»c
como una »ubdlvi»ión de lo» bicnc» del dominio público*10’,
MI Código C ivil de 1984 no uborda la temática de lo» bicnc» extatale», menox alguna
regulación acerca de lo» bienc» de dominio público y biene» de dominio privado, xalvo una
alu»ión referida a la prohibición para adquirir biene» extatale» por parte de lo» funcionario»
y «ervidoro» público»*11’.
(‘0 CHJZMÁN FIÍRRBR, Temando, C ódigo de Procedimiento,* Civiles. Tom o II, Cultural Cuzco, Lima, 1961,
pp. 64 y 65.
(10) HOMBRO ROMAÑA, Bleodoro, Loa Derechos P eales. Bdítoríul BfCM, Lima, 1947, p, 39,
(11) Articulo 1366.- No pueden udquirir derecho» reales por contruto, legado o subasta pública, directa o
indirectamente o por persona Interpuesta; I,- Hl Presidente y lo* Viccprc»ídcntc» de la República, lo»
Scmidorc» y Diputado», lo» Míni»tro» de Balado y funcionario» de la mi»ma jerarquía, lo» Magistrado*
de la Corle Suprema de Justicia y lo» del Tribunal de (iarantlaa Con*títucíonalc*. el Fíacal de la Nación
y lo» Píscalo» unte lu Corle Suprema de Ju»tíciu, lo» miembro* del Jurado Nacional de Hlcecíoncs, el
Contralor (icncral tic la República, el Presidente y Dírectorc» del Banco Central de Rcacrva del Perú y el
Superintendente «le Banca y Seguro», lo» bicnc» nacíonale», 2,-1-o» Prefecto* y demás autoridade» política»,
lo» bicnc» de que trata el Inclao anterior, aítuado» en el territorio de *u jurisdicción, 3,- Lo» funcionario» y
servidores del Sector Público, lo» bienes del organismo al que pertenecen y lo» confiado* a su administración
o custodia o lo» que para ser transferido» requieren »u intervención, 4,- Lo* Magistrados judiciales, lo*
Arbitro» y los auxiliare» de justicia, lo» bicnc» que estén o hayan estado en litigio ante el juzgado o el tribunal
en cuya jurisdicción ejercen o han ejercido »u» funciones, 5,* Los miembros del Ministerio Público, los
bienes comprendido» en lo» pioccsos en que intervengan o huyan intervenido por razón de su función (...)■
(12) I n el Derecho Romano, la regulación de Ion bienes público* c» compleja y varía en unos y otros texto*
jurídicos. B.n todo caso, se distinguen do* grandes categorías, por lo que aquí interesa: la* re* estro
560
DE LA PROPIEDAD ART. 73
commercium y las res intra commercium. Entre las que están fuera del comercio de los hombres y por tanto,
no pertenecen a particulares, se encuentran las res divinis iuris (a su vez, res sanctae y res religiosaé) y
las res extra commercium humani iuris. Tanto estas cosas, como las divini iuris se consideran, en efecto,
res publicae, por oposición a la res privatae, lo que las hace merecedoras de un especial régimen jurídico.
Este régimen jurídico incluye, por lo general, la inalienabilidad e imprescriptibilidad de las cosas públicas,
que en nuestros días tiene su traducción en el régimen del dominio público. En principio, las res publicae
se consideran propiedad indivisible del pueblo romano, encamado en sus instituciones públicas. Pero
más tarde, dentro de esta categoría se distinguen las res publicae in uso publico, a las que se aplica dicho
criterio, de la res communes ómnium y de las universitates. Las cosas comunes (mares, playas, riberas,
aire) no son, a diferencia de las primeras, propiedad de nadie, estando destinadas ex iure gentium al uso
de todos los hombres, como bienes de la naturaleza. En esta última categoría se encuentra el precedente
de los bienes que algunos considerarán después como el dominio público natural. Por su parte, las res
universitates son las que pertenecen a otras comunidades, como las ciudades. El Derecho Romano conoce
también otra institución de especial interés, la dicatio o publicado, acto solemne mediante el que se declara
por la autoridad competente la inclusión de una cosa entre las públicas, lo que supone asignarle el régimen
jurídico de estas. Esa purificación formal, que no es procedente cuando la cosa es de uso público o común
por su propia naturaleza (caso de las res communes omnium), anticipa la figura moderna de la afectación
al dominio público. SÁNCHEZ MORÓN, Miguel (director). Los bienes públicos. (Régimen jurídico).
Tecnos, Madrid, 1997, p. 22.
(13) PEREZ-ARDA CRIADO, Javier. “Introducción al dominio público”. En: Telecomunicaciones. Estudios
sobre dominio público y propiedad privada. CHINCHILLA MARÍN, Carmen (coordinadora). Marcial
Pons, Madrid, 2000, p. 14.
561
ART.73 D EL R ÉG IM EN ECONÓM ICO
Así pues, a estas alturas del desarrollo del tem a, corresponde señalar que existe una
serie de planteam ientos doctrinarios y esquem as conceptuales autorizados, que conlle
van a establecer un entorno conceptual que, a su vez perm ita una argum entación del ré
gimen jurídico nacional de los bienes de dom inio público en el ordenam iento nacional04).
En efecto, el Derecho Público, en su régim en de exorbitancias frente al Derecho Privado,
presenta el régim en de prerrogativa en las relaciones reales0 5), específicam ente, los bie-145
(14) La doctrina nacional da cuenta de diversos trabajos vinculados a los bienes de dominio público y la juris
prudencia constitucional de los bienes estatales. Así, identificamos los trabajos de DANÓS ORDÓÑEZ,
Jorge. “Evolución y formación del concepto de bienes del Estado (privados y de dominio público) en el
ordenamiento jurídico peruano”, pp. 495-514 y HUAPAYATAPIA, Ramón. “El régimen constitucional y
legal de los recursos naturales en el ordenamiento jurídico peruano (una visión desde el Derecho Adminis
trativo de los bienes públicos)”, pp. 395-417, ambos en AA.VY. El dominio público en Europa y América
Latina, red internacional de bienes públicos, LÓPEZ-RAMÓN, Femando y VIGNOLO CUEVA, Orlando
(coordinadores). Ia edición. Círculo de Derecho Administrativo - CDA, Lima, 2015; ROJAS MONTES,
Verónica Violeta. “El dominio público. Naturaleza jurídica y elementos”. En: Revista Jurídica del Perú.
Tomo 94, diciembre de 2008, p. 133 y ss.; MENESES GÓMEZ, Alberto. “La aplicación temporal de la
Ley N° 29618 respecto de los procesos de prescripción adquisitiva sobre bienes privados del Estado”.
En: Revista Actualidad Jurídica. N° 224, julio de 2012, pp. 108-114; GONZALES BARRÓN, Günther.
Estudios de propiedad rural, de Derecho Agrario y de Aguas. Jurista Editores, Lima, 2017; SALCEDO
CUADROS, Cario Magno. “Apuntes sobre la competencia territorial y los bienes demaniales de los
gobiernos locales. Comentarios a la STC 0003-2007-PC”. En: Palestra del Tribunal Constitucional. N°
07, año 3, julio de 2008, pp. 65-75; OBANDO FERNÁNDEZ, Marco. “La compraventa directa: figura
emblemática del Sistema Nacional de Bienes Estatales”. En: Revista de Actualidad Jurídica. N° 290, enero
de 2018, pp. 293-319; CHANG CHUYES, Guillermo. “La titularidad de los bienes de la Administración
Pública y sus modos de adquisición”. En: Revista III Convención Estudiantil de Derecho de la Universidad
de Piura. GARCÍA RIVERO, P. (coordinador). Palestra Editores, Lima, 2016, pp. 83-110; VIGNOLO
CUEVA, Orlando. “Una definición alternativa sobre los recursos naturales peruanos” . En: El Derecho
Administrativo como instrumento al servicio del ciudadano. Memorias del VIII Congreso Nacional de
Derecho Administrativo, Palestra Editores, Lima, 2018, pp. 311-342; ORTÍZ SÁNCHEZ, Iván. Introduc
ción al Derecho Urbanístico. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2017;
HERNANDEZ MARTINEZ, Eduardo. Bienes de dominio público y su régimen de propiedad. Rhodas,
Lima, 2017; ZEGARRA VALDIVIA, Diego. Introducción al Derecho de las Telecomunicaciones. Fondo
Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2018. Asimismo, se identifican trabajos de
parte del autor JIMENEZ MURILLO, Roberto. “El Sistema Nacional de Bienes Estatales y el régimen
jurídico del patrimonio cultural en Perú” . En: A A .W . El patrimonio cultural en Europa y Latinoamérica.
Instituto Nacional de Administración Pública. LÓPEZ RAMÓN, Femando (coordinador). Madrid, 2017;
Comentarios a la Ley y el Reglamento del Sistema Nacional de Bienes Estatales. Estudio y análisis. Insti
tuto Pacífico Editores, Lima, 2019; Propiedad estatal y régimen del patrimonio público. Gaceta Jurídica,
Lima, 2020; y Régimen legal de los bienes estatales. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica
del Perú. Colección “Lo esencial del Derecho”, Lima, 2020.
(15) González Pérez presenta el tema de los bienes de dominio público, en el marco de los denominados “de
rechos reales administrativos”. El autor español señala que en 1908, al enfrentarse Harriou con arrét del
Conseil d ’Etat, el arrét del 25 de mayo de 1906 (“Ministerio de Comercio, c/ Ferrocarriles de Orleans”),
registraba el giro que se había producido en la jurisprudencia del alto cuerpo consultivo al configurar las
facultades del concesionario sobre los bienes de dominio público. En aquel arrét se hablaba claramente del
derecho exclusivo de goce del concesionario sobre los bienes de dominio público. Y el Decano de Toulouse
no vaciló en proclamar que estábamos en presencia de un auténtico derecho real, que existía toda una ca
tegoría de derechos reales administrativos. Ya en 1900, un civilista, Planiol, al publicar la primera edición
de su Tratado, agudamente había observado que existía un grupo de derechos reales especiales conferidos
a los particulares por la Autoridad Administrativa sobre el dominio público, a los que damos el nombre
de concesiones y que ofrecían la más grande analogía con los derechos reales. Y con anterioridad, dos de
los grandes nombres del Derecho Administrativo —Otto Mayer y Santi Romano—habían intuido la figura.
Pero fue Hamou quien le da su formulación más precisa y poco después la nueva categoría va a lograr
la consagración definitiva en una célebre monografía: “La teoría de los derechos reales administrativos ,
562
DE LA PROPIEDAD ART.73
nes de dominio público que están fuera del tráfico jurídico por ser esencialmente inaliena
bles, imprescriptibles y no susceptibles de gravamen, esto es, inembargables. Las entida
des públicas competentes para asum ir la administración y consiguiente titularidad de los
bienes de dominio público deben m antener fáctica, jurídica y hasta judicialm ente, si fuera
el caso, tales características y atributos. Durante m uchos años, estas ideas han servido de
base para negar la posibilidad de constituir derechos reales sobre el dominio público. Es
que el derecho real en sí, es incom patible, con aquel régimen especial. De ahí que se con
figurara el “derecho del concesionario” sobre los bienes de dominio público como una es
pecie de derecho de crédito, análogo al de arrendamiento regulado por el Código Civil y
susceptible de ser ejercitado ante la Adm inistración Pública, por estar obligada a respetar
el estatus del concesionario(16).
En tal contexto, los planteam ientos acerca de los bienes de dom inio público se
refieren a si sobre ellos el Estado ejerce un derecho de propiedad o si más bien, lo que
ejerce son potestades de intervención. Es en el umbral del siglo XX que tales teorías se
debaten y empiezan a determ inar adeptos. En esa época tiene lugar una decisiva polém ica
doctrinal acerca de la naturaleza del dominio público, que enfrenta a M aurice Harriou,
con los autores que mantienen las tesis tradicionales y con los integrantes de la Escuela
del Servicio Público, fundam entalm ente, León Duguit y Gastón Jezé, la cual no por
casualidad se produce mientras se amplía el número y variedad de los bienes de dominio
público, que ahora comprende, además de los bienes de dominio público natural y otros
destinados al uso público, una pluralidad de bienes de diverso tipo afectados o destinados
a los servicios públicos(17). La tesis de Harriou es que el dominio público es un derecho
de propiedad atribuido al Estado, si bien se trata de una propiedad especial, en razón de la
finalidad pública de los bienes sobre los que recae. En apoyo de esta tesis, el autor sostiene
que los bienes que forman el dominio público, incluso los del demanio natural, en tanto
que res communes, son en realidad susceptibles de apropiación, no en su conjunto, pero
sí en parcelas o porciones. Además, el Estado puede ejercer la acción reivindicatoría para
recuperar estos bienes, acción que corresponde por esencia al propietario. La diferencia entre
el dominio público y el dominio privado del Estado se halla simplemente en la afectación
de los bienes de dominio público, por decisión del legislador, a un fin de utilidad pública,
lo que les confiere el régim en de protección especial del demanio(18).
de Rigaud. A partir de este momento, una acalorada polémica va a surgir en la doctrina de los principales
países del continente europeo sobre la nueva categoría de la ciencia jurídica, que trasciende a nuestros
días. Y así como Pequignot, siguiendo la línea de Harriou, va a admitir la figura en Francia, como en
Alemania la admiten Forsthoff y Koelreuter y en Italia Forti, Zanobini y Ranelleti; en contra levantarán
sus voces autores como Duguit, Berthelemy, Bonnard y Laubadére, que cerrará las páginas de su Manual,
proclamando que trasladar la figura del derecho real al campo del Derecho Administrativo supone, más
que una simple trasposición, una desnaturalización. GONZALEZ PEREZ, Jesús. Los Derechos Reales
administrativos. 2a edición, Civitas, Madrid, 1989, pp. 13 y 14.
(16) GONZÁLEZ PÉREZ, Jesús. Ob. cit., p. 21.
(17) SÁNCHEZ MORÓN, Miguel. Ob. cit., p. 25.
(18) ídem.
563
DEL RÉG IM EN EC O N Ó M ICO
ART.73
Por otra parte, Duguit entiende que los bienes de dom inio público no pueden ser, por
su propia naturaleza jurídica (no por la física) susceptibles de propiedad. La vinculación
del Estado con estos bienes no es la típica del propietario, ya que carece de las facultades
propias de este, en particular de la facultad de disposición. El Estado tiene más bien, res
pecto de los bienes de dominio público, un deber de protección y de garantía de la afecta
ción, es decir, del destino que m otiva su inclusión en dicha categoría de bienes. El citado
tratadista agrega que m ientras las técnicas de protección aplicables a unos y otros bienes
demaniales por el derecho positivo no son las m ism as, tam poco a los bienes del patrim o
nio privado se le aplican sin más las norm as civiles reguladoras de la propiedad privada.
En realidad, todos los bienes de la Adm inistración están, de una u otra manera, destina
dos a fines de interés público, es decir, a los servicios públicos en sentido lato, lo que de
termina la aplicación a todos ellos de norm as de Derecho Público(,9).
564
DE LA PROPIEDAD ART.73
V. La afectación (demanialidad)
Los bienes de dominio público cumplen una finalidad especial para cumplimiento de
intereses estatales, lo que instrumental iza la Administración Pública conforme a sus com
petencias administrativas. Tales bienes conllevan un beneficio a favor de las colectivida
des del país. En esa dinámica, el elemento distintivo para calificar a un bien como perte
neciente al dominio público es la afectación que, según ley, determina la demanialidad.
Los bienes de dominio público tienen un destino, entendido como sinónimo práctico
de afectación (destinación o finalidad). Si el ordenamiento jurídico no establece en su tex
to una afectación específica, ni tampoco los hechos evidencian un destino fáctico, enton
ces no asistimos ante un bien de dominio público, sino técnicamente ante un bien de do
minio privado estatal. La afectación determina el reconocimiento de un bien de dominio
público, la que se manifiesta de diversas formas. El ordenamiento legal no regula expre
samente dichas formas, las que son identificadas de manera indirecta en el marco regla
mentario del régimen general de los bienes estatales, como es la afectación al uso público
y al servicio público(23). La afectación determina la asunción de titularidad de los bienes
demaniales por parte de las correspondientes entidades públicas.
efecto, nuestra legislación nacional también admite excepciones relativas a la disposición de los bienes
de uso público reconocidos como tales por ley expresa, como es el caso de la Ley N° 26856, de fecha
05/09/1996, conocida como la Ley de Playas, que declara a las playas del litoral de la República como
bienes de uso público, inalienables e imprescriptibles (art. 1). La ley considera como zona de dominio
restringido a la franja de 200 metros ubicada a continuación de la franja de 50 metros descrita en el artículo
anterior siempre que exista continuidad geográfica en toda esa área (art. 2). Esta ley admite que un bien de
uso público, específicamente una zona de dominio restringido, puede ser materia de desafectación mediante
decreto supremo refrendado por el ministro de Transportes, Comunicaciones, Vivienda y Construcción y
por el ministro de Defensa (art. 3). Cuando nos referíamos a desafectaciones de antes, la más emblemática,
aunque no menos polémica, es la desafectación aprobada por Resolución Suprema, de fecha 24 de julio de
1945, a favor del Club Regatas Lima, de terrenos (3 lotes) ribereños, en el distrito de Chorrillos, provincia
y departamento de Lima. POWER MANCHEGO-MUÑOZ, Jorge. Constitución y justicia. Andina, Lima,
1984. p. 51.
(22) GARCIA DE ENTERRÍA, Eduardo. Dos estudios sobre la usucapión en Derecho Administrativo. Tecnos.
Madrid, 1974.
(23) El Reglamento de la Ley General del Sistema Nacional de Bienes Estatales establece que los bienes de
dominio público son destinados al uso público, cuya administración, conservación y mantenimiento
565
ART.73 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
1. La inalienabilidad
Los bienes de dominio público tienen un régimen de inmunidad especial respecto de los
bienes de dominio público. La inmunidad de la inalienabilidad constituye la limitación de
la administración para ingresar al trafico patrimonial los bienes de dominio público**2425' para
consiguiente transferencia. El fundamento constitucional reside en la conservación física y
jurídica de los bienes de dominio público para cumplir finalidades de desarrollo nacional,
regional o local, en las diversas manifestaciones que permite la intervención administrativa. La
inalienabilidad impide que los agentes privados accedan a un bien de dominio público mediante
un pedido de transferencia a título oneroso o gratuito. La excepción de esta conservación
obligatoria en el dominio estatal es la desafectación administrativa de dichos bienes*26',
corresponde a una entidad y al servicio público, en tanto sirven de soporte para la prestación de cualquier
servicio público.
(24) El actual Reglamento de la Ley General del Sistema Nacional de Bienes Estatales (2021), a diferencia
de su precedente (2008), define de manera integral que los bienes de dominio público son inalienables,
imprescriptibles e inembargables (art. 3, num. 3.3).
(25) La doctrina comparada da cuenta de los fundamentos conceptuales de los bienes de dominio público. Así
se señala que “los bienes de dominio público determinan una relación jurídica funcional para « r a s tr ^
un título de intervención administrativa plena, no correspondiéndole al Estado conquistar propiedades,
sino potestades administrativas sobre ellas”. GONZALES GARCÍA, Julio. La titularidad de los bienes
de dominio público. Marcial Pons, Madrid, 1998, p. 15. Por otra parte, se acota también que el (Mínimo
público ni impone ni excluye el vínculo de la apropiación o pertenencia privativa, sino que es tmi o e
intervención, un soporte jurídico de potestades, en virtud del cual la Administración regula y
utilización y aprovechamiento de unos bienes al cumplimiento de un fin de interés público . CHINCH1L
MARIN, Carmen. Ob. cit., p. 97.
(26) La desafectación es la situación jurídica por la que un bien deja de pertenecer al dominio público. La
desafectación puede producirse por varias causas y de distintas formas. Un supuesto de desafeetacion
natural es cuando el cauce de un río queda abandonado por variar naturalmente el curso de las aguas.
Lo normal es que la desafectación requiera un acto expreso, adoptado tras el correspondiente expediente
administrativo. Incluso se requiere expediente y decisión expresa en el caso de terrenos del dominio público
marítimo, deslindados que, por causa naturales, hayan perdido su condición de playa, acantilado o zona
marítimo-terrestre. De esta manera, el ordenamiento pretende tutelar el dominio público, previniendo
566
DE LA PROPIEDAD ART. 73
figura que por cierto está sujeta a condiciones regladas*(27). Pero mientras tanto, cualquier
decisión administrativa en contrario debe reputarse nula de pleno derecho, pues su objeto
es absolutamente contrario a derecho(28).
2. La imprescriptibilidad
Los bienes de dominio público tienen una nota de protección especial adicional, la
que precisamente forma parte del régimen jurídico especial de protección. Así, a la inalie
nabilidad como impedimento para adquirir derechos reales de propiedad sobre los bienes
de dominio público, se adiciona la protección de tales bienes por uso, posesión o perm a
nencia física por parte de terceros. La indisponibilidad jurídica alcanza ante hechos fác-
ticos o tramitación de procedimientos notariales o judiciales de adquisición de la propie
dad, previa formalización de actos de posesión, promovidos por particulares. La pérdida
jurídica del dominio público es incompatible con la eventual inacción de las entidades
frente a eventuales desafectaciones presuntas que pudieran legitimar usurpaciones por particulares.
SÁNCHEZ MORÓN, Miguel. Ob. cit., p. 44.
(27) El Reglamento de la Ley del Sistema General de Bienes Estatales establece que de manera excepcional
y siempre que el predio haya perdido la naturaleza o condición apropiada para el uso público o para la
prestación del servicio público, puede desafectarse la condición de dominio público del predio, pasando
al dominio privado del Estado para habilitar el otorgamiento de un derecho, previamente calificado como
viable (art. 92, num. 92.1) y que la pérdida de la naturaleza o condición apropiada para el uso público o
para la prestación del servicio público de un predio estatal se evalúa y se sustenta según cada caso, debiendo
analizarse la pérdida de la finalidad pública del predio, en atención a su ubicación, extensión, ámbito, entre
otras características, priorizándose el interés colectivo sobre el interés particular, lo cual es plasmado en
un informe técnico legal (art. 92 num. 92.2).
(28) SÁNCHEZ MORÓN, Miguel. Ob. cit., p. 73.
(29) La mayoría de veces el término de concesión administrativa designa un contrato administrativo. Pero como
no todas las dificultades están reguladas, por esa razón es posible encontrar contratos administrativos de
naturaleza muy diferente. No obstante, en resumen, tres grandes categorías de contratos administrativos
pueden ser identificados por referencia a los conceptos de servicio público, de obras públicas y dominio
público: las concesiones de servicio público, las concesiones de obras públicas y las concesiones de ocu
pación del dominio público. BON, Pierre. Derecho Administrativo y justicia constitucional. Ia edición.
Palestra Editores, Lima, 2016, p. 73.
567
AH I, 73 \m. u h ítm s m o x Omho
pública» titulare» o por desidia ante la permísibílídad de una ocupación fUíca de pánico-
laren en bíene» demaníale», como puede ser el cuno de posesione* ilegítima» en terreno* o
inmueble» calificado» como patrimonio cultural o externóme* en la» que *e realizan fibra*
de infraestructura. I.in ningún caxo, una autoridad admíní*tratívaf notarial o judicial, e*tá
habilitado para otorgar derecho» reale* a tale* posesiónanos,
La ímprcscriptíbilídad tiene sus bases en los alcances del destino o afectación, es de
cir, que una posesión prolongada de un particular no puede privar ni extinguir p e r se el
destino del uso público o la afectación al servicio público de toda una comunidad.
(30) El ordenamiento jurídico nacional no admite la figura de res nullius ínmobtUarius. pues lo* bíene* inmue
ble* que no *on de nadie pertenecen al E*tado, en tanto cumplan con previo* procedimiento* reglado*
para descartar que lo* mi«mo* puedan tener titularidad registra) a favor de particulare*. La res nullius *olo
opera para la* co#a* mueble». Respecto de los bíene# inmuebles que no tienen dueño cierto o conocido, la
doctrina »c ha encargado de ofrecer la correspondiente clasificación, entre la cual se establece que las cosí»
que no #on de nadie por ley pertenecen al Estado. VARSJ ROSPIGLIOSI, Enrique, Trotado de Derechos
Reales. Parte general. Tomo I, Fondo Editorial de la Universidad de Lima, 20)7, pp. 45-4Ó.
(31) El artículo 950 del Código Civil índica “que la propiedad inmueble se adquiere por prescripción medíanle
la posesión continua, pacífica y pública como propietario durante diez años. Se adquiere a lo* anco os
cuando medían justo título y buena fe”. El Código Civil regula, entre otros aspectos, las
que derivan de la propiedad privada, por lo que en ningún caso la disposición glosada podra , .
para justificar una prescripción de un bien de dominio público, por contar con ura protección consu i
Pero sí la autoridad tiene duda# y se inclina a priori por un razonamiento jurídico civilista, e »cu o
del Título Preliminar c# categórico cuando señala que la# disposiciones de dicho código no son ap i
cuando la naturaleza del objeto regulado sea incompatible con otras normas de) ordenamiento jurídico,
como sucede en el presente caso.
(32) Citado por DE REYNA TARTIÉRH, Gabriel. “ Derechos reales administrativos y publicidad registra!” -En:
AA, V V. Dominio público. Naturaleza y régimen de los bienes públicos. DE REYNA TART1ERE, Gabne
(coordinador). Helía*ta, Bueno* Aíres, 2009, p. 49H.
568
DE LA PROPIEDAD ART. 73
569
ART. 73 imikkiums m m úm v
Los agentes privados, en los casos específicos en los que puedan ser poseedores de te
rrenos de dominio privado estatal, desde la vigencia de la ley comentada no pueden obte
ner reconocimiento notarial, ni judicial a través de los procedimientos de prescripción ad
quisitiva respecto de inmuebles estatales, pues la ley actual los declara imprescriptibles.
La norma señala que, en esos casos, debe proceder la venta directa, conforme a Ja Ley del
Sistema Nacional de Bienes Estatales, aplicable a todas las entidades estatales. Ahora bien,
en cuanto a las competencias notariales, resulta categórico que tal índísponíbílídad legal
le es oponible a los Notarios Públicos de manera directa, en cuanto a las prescripciones
cuyo cómputo del plazo se inicie a partir de la vigencia de la norma legal.
En el marco del ordenamiento jurídico nacional, cabe agregar que, finalmente, ante la
interposición de demanda de inconstitucional ídad por el Colegio de Notarios de San Martín
contra la antes acotada norma legal, medíante sentencia de fecha 10 de setiembre de 2019,
recaída en el Expediente N° 0014-2015-PI/TC, el Tribunal Constitucional declara infunda
da en mayoría con cuatro votos a favor y tres votos singulares en minoría, por lo que con
siguientemente, la Ley N° 29618 constituye una norma vigente en sus propios términos.
3. La inembargabilídad
La formulación de la inembargabilídad se realiza con carácter excepcional, en rela
ción con todos los bienes de dominio público, como una exención jurisdiccional derivada
de la separación entre la Administración Pública y la Justicia. El fundamento de la inem-
bargabilidad se sitúa en el principio de autotutela de la Administración y del cumplimien
to de sus fines, a propósito de los deberes de actuación a su cargo para lograr el bien co
mún de las colectividades.35
(35) Es materia de discusión si hay o no hay un derecho de propiedad sobre las cosas de dominio público, inevi
tablemente ocurre otro tanto respecto de las relaciones jurídicas reales que se ejercen sobre estas. A saber,
¿el Estado puede ser considerado poseedor? Esta pregunta tendría fácil respuesta para quienes opinan, según
la corriente de que el Estado ejerce un derecho de propiedad sobre los bienes de dominio público, propiedad
pública, pero propiedad al fin, refiere adhiriéndose a esa corriente el autor argentino Boqué. Agrega que, si el
Estado es propietario, será también poseedor, posesión que está vedada para los terceros, no para el Estado.
Así pues, el Estado como propietario (de los bienes de dominio público) es poseedor, aun cuando su uso y
goce normalmente lo ejerzan los particulares. BOQUÉ, Roberto. “Las relaciones reales administrativas . En.
AA.VV. Dominio público. Naturaleza y régimen de los bienes públicos. DE REYNA TARTlERE, Gabriel
(coordinador). Heliasta, Buenos Aíres, 2009, p. 284. Como se podrá advertir de la glosa antes citada, pero
sobre todo de sus alcances, la posesión es admitida para los bienes de dominio público, al margen de la teoría
a la que se adhiera el ordenamiento jurídico correspondiente, esto es, si se refiere a derecho de propiedad
o a titularidad estatal. El tema central radica en que posesión e imprescríptibilidad son conceptos y figuras
jurídicas compatibles con la titularidad que ejerce el Estado respecto de los bienes de dominio público, mas
no sobre los bienes de dominio privado, pues si se afirma para estos bienes de uso privativo que el Estado
puede ejercer posesión con la inmunidad de la imprescríptibilidad, entonces, concluimos que los bienes de
dominio privado también son bienes de dominio público, lo que resulta una antítesis.
570
DE LA PROPIEDAD ART. 73
Asi entonces, conocidas las características principales de los bienes de dominio pú
blico, corresponde establecer cual debe ser la posición más acorde con el sistema consti
tucional nacional acerca de la inembargabilidad. En efecto, siguiendo a Villar Palasí, indi
camos que el dominio público, antes que un conjunto de bienes, lo que representa es un
soporte jurídico de potestades, un título jurídico de intervención que permite a la adminis
tración titular estar en posición jurídica hábil para disciplinar las conductas de quienes uti
lizan las cosas calificadas como públicas, ordenándolas de acuerdo con las exigencias de
los intereses generales. Más concretamente, el dominio público no interesa como propie
dad, sino como justificación para que la ley atribuya determinadas facultades, con lo cual
el Derecho Privado no llega a absorberlo*3'3'. Con ello, este criterio se aparta de aquel que
indica el rol de propietario del Estado de los bienes de dominio público(37\
El actual texto constitucional alude a los bienes de dominio público y los bienes de
uso público. La conexión de la utilidad de los bienes de uso público en el contexto de las
actividades económicas tiene referencia en el artículo 58 de la Constitución Política, cuando
se indica que el Estado orienta el desarrollo nacional y actúa en las áreas de servicios
públicos e infraestructura. En esa línea de razonamiento, conviene indicar que el uso
público se sustenta, en principio, sobre un presupuesto de potencial y/o actual utilización
que realiza la colectividad en su conjunto, mediante el aprovechamiento indeterminado
de bienes estatales que tengan esta característica. Ese presupuesto de hecho es, en unos
casos, consecuencia del modo de ser del propio bien: el mar, los bosques, las praderas,
la atmósfera. En otros casos, es producto de las necesarias obras de transformación de la
realidad física, como ocurre en el caso de las carreteras o las vías urbanas. Pero en todo
caso, el bien de que se trate cubre una necesidad común, una necesidad sentida por todos
los integrantes de una determinada colectividad. Teniendo en cuenta estos dos requisitos,
el derecho positivo o la Administración Pública con base en el ejercicio de sus potestades,
otorga a determinados bienes de un destino o afectación: uso general, uso público por
todos y para todos3637(38).
(36) MORREL OCAÑA, Luis. Apuntes de Derecho Administrativo. Dominio público. Bienes patrimoniales.
Régimen administrativo de la propiedadprivada. Universidad Complutense, Madrid, 1989, p. 19.
(37) No deja de llamar la atención el comentario sobre la autonomía del Derecho Administrativo, por el cual se
indica que el Estado ejerce sobre los bienes que lo integran (del dominio público) una verdadera relación
dominical, no una simple función de vigilancia o tutela: sobre tales bienes posee la Administración la acción
reivindicatoría, que solo a los propietarios corresponde como exteriorización directa de la misma esencia del
derecho de propiedad. La afectación, condiciona todo el régimen demanial que presenta siempre esta vertiente
teleológica determinante. MARTIN-RETORTILLO BAQUER, Sebastián. Ob. cit., p. 52-53. Respecto de
la acción reivindicatoría, el Estado en cualquiera de sus niveles administrativos podra ejercer la capacidad
procesal de recuperación de los bienes de dominio público, lo cual no es incompatible con las potestades
administrativas que ejercen sobre dichos bienes. En efecto, tanto los bienes de dominio público, como los
bienes de dominio privado, son plena y eficazmente reivindicables, pues si se piensa que para reivindicar
hay que ostentar un título de propiedad convencional, oponemos el argumento el título del dominio legal,
que solamente lo puede formular el Estado para defender y cautelar los bienes de dominio público.
(38) MORELL OCAÑA, Luis. Ob. cit., p. 52.
571
ART.73 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
el actual Reglamento de la Ley General del Sistema Nacional de Bienes Estatales del
2021 ya lo incorpora conjuntamente con la inalienabilidad e imprescriptibilidad. Cabe
acotar que la legislación reconoce esta inmunidad en otros bienes demaniales(39). En
este contexto, reiteramos que los bienes de dominio público no pueden ser materia de
medida cautelar, gravamen contractual o liquidación por mandato judicial, en procesos
en los que el Estado es deudor, pues se privilegia su permanencia en la esfera estatal. Los
bienes del demanio no pueden respaldar deudas del Estado en general ni de las entidades
públicas en particular, cuando son estas las que tienen la administración de dichos bienes,
pues ante esa posibilidad tales deudas pueden ser respaldadas por los bienes de dominio
privado en un eventual proceso de ejecución judicial(40)41. La inembargabilidad constituye
elemento constitutivo de la autotutela administrativa, al defender y promover el interés
general. Podemos señalar que la inembargabilidad es síntesis de la inalienabilidad y de la
imprescriptibilidad, pues si los bienes del demanio no pueden ser vendidos ni gravados,
así como tampoco pueden ser perdidos por prescripción adquisitiva promovidos por los
particulares, consecuentemente, no pueden ser materia de venta y liquidación por parte de
terceros, sobre la base de una ejecución judicial(4,).
(39) Es el caso de la Ley N° 27943, Ley del Sistema Portuario Nacional, que establece que los bienes de dominio
público portuario, son imprescriptibles, inembargables e inalienables (art. 10, num. 10.1).
(40) ABAD YUPANQUI, Samuel. “Cuando el Estado no cumple: El difícil camino para ejecutar una sentencia
en los procesos contencioso-administrativos”. En: AA.VV. El Derecho Administrativo y la modernización
del Estado peruano. Grijley, Lima, 2008, p. 17.
(41) Se señala que al ser la “titularidad pública” el único fundamento de la inembargabilidad, todas las declara
ciones de este primer grupo tendrán como objeto exclusivo de su previsión a bienes y derechos públicos.
Es decir, no solo incidirán sobre estos, cuales supuestos integrantes del primer bloque referido, sino que
además tal objeto será en este caso exclusivo, por cuanto solo los bienes o derechos de titularidad pública
-nunca los privados- podrán resultar afectados portales normas. Ello es obvio, dado que el criterio seguido
en todas ellas para la exclusión del embargo es la pertenencia a una concreta administración pública de lo
declarado inembargable. BALLESTEROS MOFFA, Luis Ángel. Inembargabilidad de bienes y derechos
de las Administraciones Públicas. Colex, Madrid, 2000. p. 80.
572
d e l a p r o p ie d a d ART.73
lo que en el caso de las playas del litoral ha sido plasmado en la Ley N° 26856; dicha
competencia, por cierto, no puede ser ejercida por una corporación municipal, puesto que
ella está limitada a las atribuciones y competencias que la Constitución y la Ley Orgánica
pertinente establecen”. Agrega inmediatamente que “por consiguiente, si ya existe una
norma general que regula el uso y disfrute de las playas del litoral peruano, a través de
una ordenanza no se puede pretender establecer una legislación que, bajo el pretexto de
ratificar o complementar, introduce una distorsión que no solo afecta al ordenamiento
jurídico, al pretender hacer uso de una competencia que no le corresponde, sino que,
además, modifica lo que la autoridad competente ha establecido sobre el particular, puesto
que la Ley N° 26856 en ningún momento establece que la zona intangible de las playas
del litoral tenga una extensión de 250 metros, como se ha observado en los párrafos
precedentes. De donde resulta que la emplazada, al actuar contraviniendo una norma general
ordinaria, indirectamente ha afectado el sistema competencial previsto en la Constitución,
pues el legislador originario para implementar el desarrollo legislativo que el texto
constitucional requiere es el Congreso de la República. Consecuentemente, dicho
extremo resulta inconstitucional^” (f. j. 5) (el énfasis es nuestro).
Por otra parte, se debe tener en cuenta que la mayoría de constituciones políticas que
han abordado el tem a de la propiedad estatal, concretamente el de los bienes de dominio
público, han hecho referencia a que su regulación es “conforme a ley”. Por lo demás, el
régimen jurídico especial implica que cada tipo de bien de dominio público42(43) debe estar
regulado conforme a su naturaleza jurídica y física, en ese orden.
573
AK T.73 D E L RÉG IM EN ECONÓM ICO
l4
6
5
(45) Acoca de la inembaigabilidad se identifican antecedentes legislativos. En efecto, de la revisión del Có
digo de Enjuiciamientos Civiles de 1852 se puede verificar que dicho Código contemplaba en la Sección
Quinta “De los Juicios Extraordinarios” el del Juicio Ejecutiva en el respectivo Título I. Asi. pues, a i
la secuela de esta clase de procedimientos, el artículo 1144 establecía lo siguiente: “Articulo 1144.- El
escribano procederá en seguida a cumplir el mandamiento y al efecto, requerirá en persona al deudor 1
Para que pague la deuda. 2 Para que si no paga, señale bienes que sean bastantes a satisfacer la deuda y
las costas”. Por su parte el artículo 1146 agregaba que “si notificado el deudor no paga inmediatamente o
si no puede ser habido para la notificación, procederá el escribano a embargar los bienes del deudor en el
orden siguiente: 1. Los bienes especialmente hipotecados 2. Los muebles: 3. Los raíces y 4. Los derechos
y acciones”. Lo más interesante se presenta en el ámbito de las restricciones del embargo. En efecto, el
artículo 1153 del Código comentado estableció lo siguiente: “Artículo 1153.- No puede trabarse embargo:
1.- Por deuda de los pueblos, en cosas públicas y destinadas al uso común. 2.- Por deuda de la Iglesia, en las
cosas destinadas al culto, 3.- (...). 4.- (...). 5.- (...)”. Curiosamente, el articulo 1203 -contenido en el Título
“De los juicios coactivos de apremios de pago"- estableció que se cobraban por apremio y pago las deudas
a favor del Estado, ya sea provenientes de depósitos en almacenes de aduana o de pagares firmados por
los comerciantes de lo que adeudan por derechos impuestos sobre las mercaderías (1). de contribuciones
ordinarias debidas cobrar (2), de arrendamientos o remates hechos de los bienes o rentas nacionales (3) y
por especies valorizadas, que se recibieron con cargo de véndalas (5). Es decir, que el contexto procesal
de la época ya marcaba una seria distinción de privilegio entre las acreencias que los particulares tenían
con el Estado y viceversa, siendo este último escenario el que presentaba ventajas para este, sin la equidad
de derecho correspondiente. De todos modos, se vulneraba ya los mínimos criterios de igualdad entre los
sujetos de derecho ante una misma situación, como era la realización de un crédito.
(46) La Ley N° 26599 agregó el inciso 1 al texto original del Código Procesal Civil. El texto original de dicho
cuerpo normativo no establecía privilegio procesal alguno a favor del Estado: más aún. estructuralmente el
articulo 59 del acotado Código indicaba desde su entrada en vigencia que el Estado y sus dependencias se
sometían al Poda Judicial “sin más privilegios que los expresamente señalados en este Código . a lo que
agregaba la Segunda Disposición Complementaria que "quedan suprimidos todos los privilegios en materia
procesal civil a favor del Estado, el Gobierno Central y los Gobiernos Regionales y Locales". Finalmente,
en este contexto normativo auspicioso, no deja de llamar la atención la parte pertinente del articulo 616 del
CPC cuando indica que “no proceden medidas cautelares para futura ejecución forzada contra los Poderes
Legislativo. Ejecutivo y JudiciaL el Ministerio Público. los órganos constitucionalmente autónomos, los
Gobiernos Regionales y locales y las universidades. En todo caso, este privilegio se fúnda en un criterio
de razonabilidad, a su vez basado en la presunción de solvencia del Estado para aterida una determinada
acreencia, reconociendo que en la práctica la premisa legal se toma complicada para la parte ejecutante.
574
d e la p r o p ie d a d ART. 73
Los demandantes argumentan que la Ley acotada vulnera la Constitución Política del
Estado por transgredir los preceptos siguientes: i) el derecho de la igualdad ante la ley, el
principio de observancia al debido proceso y tutela jurisdiccional; ii) el principio de in
dependencia de la función jurisdiccional y iii) los alcances de inalienabilidad de los bie
nes del Estado.
El Tribunal Constitucional señala que “los bienes del Estado se dividen en bienes de
dominio privado y bienes de dominio público; sobre los primeros el Estado ejerce su pro
piedad como cualquier persona de derecho privado; sobre los segundos ejerce adm inistra
ción de carácter tuitivo y público” . Agrega que “el artículo 73 de la Constitución Política
del Estado establece, que los bienes de dominio público son inalienables e im prescripti
bles, deduciéndose de ello, que no gozan de aquellas inmunidades los bienes que confor
man el patrimonio privado del Estado”. Asimismo, “la Ley N° 26599 que modifica el ar
tículo 648 del Código Procesal Civil ha otorgado a los bienes de dominio privado aquella
inmunidad que la Constitución otorgó únicamente a los bienes de dom inio público” . El
Tribunal Constitucional añade que “de continuar vigente la Ley, en cuanto se refiere al
inciso primero, daría lugar a que no exista una seguridad jurídica, ya que vano sería ac
cionar contra el Estado, que de ser vencido no se le podría ejecutar la sentencia por exis
tir esta protección a su favor, esto daría lugar para pensar o creer, con fundam ento, que la
persona que entable demanda al Estado no tiene derecho a una tutela jurisdiccional efec
tiva; y no habría una igualdad de condiciones, y se presentaría una credibilidad dudosa
para el cumplimiento de las sentencias”.
(47) En efecto, al año 1997 rige aún el Decreto Supremo N° 025-78-VC, Reglamento de Administración de la
Propiedad Fiscal, vigente hasta el 18 de julio de 2001, a partir de cuya fecha rige el Reglamento General
de Procedimientos Administrativos de los Bienes de Propiedad Estatal, aprobado por Decreto Supremo
N° 154-2001-EF, el que sí establecía expresamente los alcances y consiguientes diferencias entre bienes
de dominio público y bienes de dominio privado. Actualmente está vigente el Reglamento de la Ley del
Sistema Nacional de Bienes Estatales, aprobado por Decreto Supremo N° 008-2021 -VIVIENDA *
575
ART.73 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
dominio público, en contraposición de los bienes de dominio privado que sí pueden ser
materia de alguna medida precautoria en el ámbito procesal, los que consecuentemente
son susceptibles de garantizar la realización de un pago. Es de resaltar que el artículo 73
de la Constitución no refiere expresamente a la inembargabilidad como elemento consti
tutivo de los bienes de dominio público. Recordemos que cuando abordamos conceptual
mente el tema de la inembargabilidad, se señala que esta constituye una nota constitutiva
de la autotutela administrativa, por la cual se defiende y promueve el interés general, por
lo que resulta una síntesis de la inalienabilidad y de la imprescriptibilidad.
Como argumento de la acción de inconstitucionalidad contra la Ley N° 26599, se
establece que la ley impugnada vulnera el derecho a la igualdad a la ley, el principio
a la observancia del debido proceso, el derecho a la tutela jurisdiccional, el principio
de independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional, la concepción del Estado
Democrático y los alcances de la inalienabilidad de los bienes del Estado. El eje central
de la interposición de esta acción, es sin lugar a dudas, cuestionar el extremo de la
inembargabilidad de los bienes del Estado y todas las consecuencias jurídicas que dicho
privilegio exorbitante para “todos los bienes del Estado” conlleva en la relación jurídica
de los administrados con la Administración. En síntesis, podemos aseverar que se ventila
indirectamente una desviación de poder a través de la norma impugnada. Las instancias
concretas de poder son simples “órganos del Estado” y la relación entre estos y los
ciudadanos será jurídica, solo en la medida en la que el Estado-Soberano se autolimite por
un acto libre de voluntad y les atribuya (o les reconozca, si se quiere, la fimdamentación
iusnatural ista nada pone ni quita al fundamento real de su validez) un repertorio de derechos
que les asegure un ámbito propio de libertad. Si lo hace será Estado de Derecho y su
Constitución fuente de Derecho en sentido propio; si no lo hace, su Constitución no será
fuente de Derecho porque al no imponer limitaciones al Estado, no engendra derechos para
los súbditos, pero no por ello será menos Constitución(48). Consecuentemente, al Tribunal
Constitucional solamente le corresponde realizar el juicio de los valores constitucionales,
según la expresión normativa y de sus correspondientes fines(49).
La finalidad principal de la pretensión formulada en el proceso de inconstitucionalidad
es establecer que los únicos bienes embargables son los bienes de dominio privado estatal(50),
(48) RUBIO LLORENTE, Francisco. La forma delpoder. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1993, p. 84.
(49) BARBOSA MOREIRA, José Carlos, en el artículo “Efectos de la declaración de la inconstitucionalidad de
una ley por el Supremo Tribunal Federal Brasileño” indica que: “(...) la verificación de la compatibilidad
(o de la incompatibilidad) entre la ley y la Constitución forma el objeto mismo del juzgamiento. Ningún
pleito relativo a tal o cual conflicto individualizado de intereses está sometido a la apreciación del Tribunal.
Lo único que se le pide es que declare que una norma es (o no es) compatible con la Constitución”. En:
Themis, Revista de Derecho. Segunda época, N° 43, Lima, 2001, p. 14.
(50) Anticipamos los alcances de la sentencia del Tribunal Constitucional, de fecha 29 de enero de 2004
(Exp. N° 015-2001-AI/TC, Exp. N° 016-2001-AI/TC y Exp. N° 004-2002-AI/TC), por la cual declara
inconstitucional el artículo 2 de la Ley N° 26756, en la parte que contiene el adverbio “solo”, quedando
subsistente dicho artículo 2 con la siguiente redacción: “Son embargables los bienes del Estado que se
incluyan expresamente en la respectiva ley” y que declara la inconstitucionalidad de la expresión “única
y exclusivamente” del artículo 42 de la Ley N° 27584, modificado por el artículo 1 de la Ley N° 27684,
quedando subsistente dicho precepto legal con la siguiente redacción: “Las sentencias en calidad de cosa
juzgada que ordenen el pago de suma de dinero, serán atendidas por el Pliego Presupuestario en donde se
generó la deuda, bajo responsabilidad del Titular de Pliego y su cumplimiento se hará de acuerdo con los
576
de la p r o p ie d a d
ART. 73
577
ART.73 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
(53) Artículo 1.- Los recursos públicos no pueden ser destinados a fines distintos de los que establece la Ley,
incluyendo aquellos depositados en las cuentas de las entidades del Sistema Financiero Nacional, bajo
responsabilidad.
Artículo 2.- Cuando las entidades del Sector Público Nacional fueren conminadas, mediante mandato
judicial, a la entrega de suma de dinero, el titular del pliego o el órgano que haga sus veces dispondrá el pago
correspondiente conforme al mandato judicial, siempre que hubiere disponibilidad presupuestaria para tal fin.
Artículo 3.- Transcurridos seis meses de la notificación judicial, sin haberse cumplido el mandato, el Titular
del Pliego Presupuestal o el órgano que haga sus veces presentará al juez correspondiente alguna modalidad
de pago que dé cumplimiento al fallo de acuerdo a la disponibilidad de la hacienda pública, en caso el
cumplimiento de la sentencia pueda producir grave trastorno económico a la gestión de la entidad. El juez
correrá traslado a la otra parte en un término de 5 días. En caso de que la otra parte no esté de acuerdo con
la modalidad propuesta, la entidad, bajo responsabilidad funcional de su más alta autoridad individual o
colegiada, preverá en sus subsiguientes presupuestos institucionales anuales, en armonía con la Norma I
de la Ley N° 27209, los fondos necesarios para la atención progre.ri /a de los adeudos que se originen en
mandatos judiciales, consentidos y ejecutoriados, que se encuentren en ca lidad de cosa juzgada.
(-)
Artículo 5.- Los procesos judiciales actualmente existentes, en trámite o en ejecución de sentencia, se
someterán al procedimiento establecido en el presente Decreto de Ucencia.
(54) Por su parte, con fecha 12 de noviembre de 2001, el Defensor del Pueblo (e) interpone demanda de
inconstitucionalidad contra el Decreto de Urgencia N° 055-2001, alegando que dicha norma atenta contra
los derechos de igualdad ante la ley y de tutela judicial efectiva, al otorgar un privilegio irrazonable al
Estado cuando este es emplazado judicialmente. Entiende que al persistirse en tratamientos excepcionales
favorables a las entidades públicas, se convierte en ilusorio el derecho de los justiciables a una tutela judicial
efectiva. Agrega que si bien el citado Decreto pretende establecer un procedimiento para hacer efectivo el
cumplimiento de las sentencias judiciales emitidas contra el Estado consagra reglas, que podrían mantener
una situación de desigualdad procesal cuando el Estado sea el obligado a acatar una sentencia.
(55) Fundamenta su demanda en las siguientes consideraciones: El artículo 1 de la Ley N° 27684 ha sustituido
al artículo 42 en sus 4 numerales de la Ley N° 27584, que regula el Proceso Contencioso-Administrativo,
restituyendo al Estado el privilegio de condicionar el acatamiento de sentencias judiciales, a) El artículo
42.1, tal como ha quedado redactado según el dispositivo impugnado, resulta contrario al principio de
independencia de la función jurisdiccional, puesto que condiciona el cumplimiento de una sentencia a la
disponibilidad presupuestal, limitando con ello la facultad jurisdiccional de hacer cumplir sus sentencias.
Asimismo, considera que dicho privilegio estatal vulnera el principio de igualdad ante la ley, pues los
particulares no gozan de él. Por último, resulta opuesto al principio de intangibilidad de la cosa juzgada,
al reiterar el mismo criterio de la Ley N° 26599 y la Disposición Transitoria Única de la Ley N 26 756,
que, en su momento, fueron dejadas sin efecto por el Tribunal Constitucional, b) El artículo 42.2 resulta
violatorio del principio de independencia de la función jurisdiccional, pues pretende establecer una
prioridad distinta a la sentenciada por el juez en materia de obligaciones. Asimismo, vulnera el principio
de eficacia de la cosa juzgada, al dejar librada a la voluntad del obligado la decisión de habilitar o no la
partida correspondiente, c) El artículo 42.3 vulnera igualmente el principio de independencia de la función
jurisdiccional al establecer sobre el administrador la facultad de decidir la forma y el plazo para acatar una
sentencia judicial. Es, además, contrario al principio de igualdad ante la ley, al señalar para la deuda pública
578
DE LA PROPIEDAD ART.73
La sentencia señala. Es preciso insistir en que la inexistencia de una ley especial que
determine qué bienes del Estado son embargables, no supone que el j uez de ejecución y el
órgano administrativo correspondiente no puedan dictar o ejecutar embargos sobre bienes
del Est ado. Por el contrario, la inexistencia de una ley especial que fije qué bienes son em
bargables, impone en ambos órganos públicos un deber especial de protección del derecho
a la ejecución de las resoluciones judiciales. En efecto, la procedencia del embargo sobre
bienes del Estado, sean estos muebles o inmuebles, no debe tener más límite que el hecho
de tratarse, o tener la condición, de bienes de dominio público, por lo que corresponde al
juez, bajo responsabilidad, determinar, en cada caso concreto, qué bienes cumplen o no
las condiciones de un bien de dominio privado y, por ende, son embargables” (f. j. 25). Y
agrega que ”en este sentido, ante el vacío de legislación que precise qué bienes estatales
pueden ser embargados, el principio general es que al juez le corresponde pronunciar el
intema un porcentaje de presupuesto que no es equitativo en relación con el que existe para la deuda pública
extema. Por otra parte, resulta también incompatible con la prohibición constitucional de que no puede
aprobarse presupuesto sin partida destinada al servicio de la deuda pública, pues con la fórmula utilizada
se pretende que existan deudas que no han sido presupuestadas, d) El artículo 42.4 es opuesto al principio
de igualdad ante la ley, porque el Estado y el ciudadano son tratados de forma distinta. Asimismo, resulta
contrario a los principios de eficacia de la cosa juzgada, tutela jurisdiccional efectiva e independencia en
el ejercicio de la función jurisdiccional, ya que condiciona el cumplimiento del artículo 713 y siguientes
del Código Procesal Civil, e) Finalmente, el artículo 2 de la norma impugnada viola el principio de cosa
juzgada en materia constitucional, pues contraría la jurisprudencia del Tribunal Constitucional.
(56) Artículo 1.- Sustituyese el artículo 42 de la Ley N° 27584, promulgada el 22 de noviembre de 2001, a
cuya vigencia, su texto será el siguiente: ‘Artículo 42.- Ejecución de obligaciones de dar suma de dinero:
Las sentencias en calidad de cosa juzgada que ordenen el pago de suma de dinero, serán atendidas única y
exclusivamente por el Pliego Presupuestario en donde se generó la deuda, bajo responsabilidad del Titular
del Pliego, y su cumplimiento se hará de acuerdo a los procedimientos que a continuación se señalan: 42.1
La Oficina General de Administración o la que haga sus veces del Pliego Presupuestario requerido deberá
proceder conforme al mandato judicial y dentro del marco de las leyes anuales de presupuesto. 42.2 En
el caso de que para el cumplimiento de la sentencia el financiamiento ordenado en el numeral anterior
resulte insuficiente, el Titular del Pliego Presupuestario, previa evaluación y priorización de las metas
presupuestarias, podrá realizar las modificaciones presupuestarias dentro de los quince días de notificada,
hecho que deberá ser comunicado al órgano jurisdiccional correspondiente. 42.3 De existir requerimientos
que superen las posibilidades de financiamiento expresadas en los numerales precedentes, los pliegos
presupuestarios, bajo responsabilidad del Titular del Pliego, mediante comunicación escrita de la Oficina
General de Administración, harán de conocimiento de la autoridad judicial su compromiso de atender tales
sentencias en el ejercicio presupuestario siguiente, para lo cual se obliga a destinar hasta el tres por ciento
(3%) de la asignación presupuestal que le corresponda al pliego por la fuente de recursos ordinarios. El
Ministerio de Economía y Finanzas y la Oficina de Normalización Provisional, según sea el caso, calcularán
el tres por ciento (3%) referido en el párrafo precedente deduciendo el valor correspondiente a la asignación
para el pago del servicio de la deuda pública, la reserva de contingencia y las obligaciones provisionales.
42.4 Transcurridos seis meses de la notificación judicial sin haberse iniciado el pago u obligado al mismo
de acuerdo a alguno de los procedimientos establecidos en los numerales 42.1,42.2 y 42.3 precedentes, se
podrá dar inicio al proceso de ejecución de resoluciones judiciales previsto en el artículo 713 y siguientes
del Código Procesal Civil. No podrán ser materia de ejecución los bienes de dominio público conforme al
artículo 73 de la Constitución Política del Perú.
Artículo 2.- Retírase el inciso 8) de la Primera Disposición Derogatoria de la Ley N° 27584 y en consecuencia
declárase la plena vigencia de la Ley N° 26756, con excepción de la Disposición Transitoria Única, declarada
inconstitucional mediante sentencia del Tribunal Constitucional del 15 de marzo del año 2001; del Decreto
de Urgencia N° 019-2001 y del Decreto de Urgencia N° 055-2001 con excepción de los artículos 2,3 y 5
que quedan derogados.
579
ART. 73 DEL RACIMEN ECONÓMICO
Consideramos que, para comprender los alcances de esta sentencia, resulta necesa
rio establecer algunos apuntes acerca de la Ley N° 26756 y de la STC Exp. N° 006-96-1/
TC de fecha 30/01/1997.
(57) Esta Ley quedará derogada a partir del 06/01/2002, fecha en que entra en vigor la Ley N" 27584, que regula
el Proceso Contencioso Administrativo, según lo dispuesto por el numeral 8 de la Primera Disposición
Derogatoria de la Ley N° 27584, publicada el 07/12/2001, El caso es que de acuerdo a lo dispuesto por
el articulo 2 de la Ley N° 27684, publicada el 16/03/2002, se retira el inciso 8 de la Primera Disposición
Derogatoria de la Ley N° 27584 y en consecuencia se declara la plena vigencia de la Ley N° 26756, con
excepción de la Disposición Transitoria Única, declarada inconstitucional mediante Sentencia del Tribunal
Constitucional, de fecha 15 de marzo de 2001 y publicada el 11/05/2001.
580
DE LA PROPIEDAD ART. 73
que los bienes de dominio público son inalienables e imprescriptibles, deduciéndose de ello,
que no gozan de aquellas inmunidades los bienes que conforman el patrimonio privado del
Estado”, agregando luego que “la Ley N° 26599 que modifica el artículo 648 del Código
Procesal Civil ha otorgado [otorgó] a los bienes de dominio privado aquella inmunidad que
la Constitución otorgó únicamente a los bienes de dominio público”. Así pues, reiteramos
que los bienes de dominio privado, por no tener privilegios, no requieren estar enunciados
perentoriamente en lista alguna. Una vez más, el juez puede aplicar control difuso en cada
caso concreto'58*y no amparar cualquier argumentación exorbitante de algún representante
procesal del Estado, en el sentido de que si no existe ley que determine expresamente qué
bienes son embargables, luego, ningún bien de dominio privado estatal es embargable.
Eso, si fuera el caso, resulta insostenible desde toda perspectiva constitucional, legal y
administrativa. Pero más aún, el propio Tribunal Constitucional en la sentencia de 2004
comentada en este numeral, señala en los fundamentos jurídicos 25 y 26 que “(...) la
inexistencia de una ley especial que determine qué bienes del Estado son embargables, no
supone que el juez de ejecución y el órgano administrativo correspondiente no puedan dictar
o ejecutar embargos sobre bienes del Estado. (...). En efecto, la procedencia del embargo
sobre bienes del Estado, sean estos muebles o inmuebles, no debe tener más límite que el
hecho de tratarse, o tener la condición, de bienes de dominio público, por lo que corresponde
al juez, bajo responsabilidad, determinar, en cada caso concreto, qué bienes cumplen o
no las condiciones de un bien de dominio privado y, por ende, son embargables”, pues,
“(...) el principio general es que al juez le corresponde pronunciar el carácter embargable
de un determinado bien, analizando, en cada caso concreto, si el bien sobre el que se ha *lo
(58) En la STC Exp. N° 7721-2006-AA/TC, de fecha 10/11/2006, dictada a propósito del recurso de agravio
constitucional interpuesto por el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social contra la resolución de la Sala
de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la República, de fecha 16 de marzo
de 2006, se analizó que “el recurrente alega que las instancias judiciales han declarado el embargo en forma
de inscripción de los bienes de propiedad de la Beneficencia Pública de lea, por considerar que tales bienes
no constituyen bienes de dominio público, sino privado. Según refiere, las instancias judiciales no han
expuesto ninguna motivación y, a su juicio, tales bienes son en realidad de dominio público pues están al
servicio de la comunidad. Aduce que al calificarse los bienes en cuestión como bienes de dominio privado
sin expresar ninguna motivación, se viola sus derechos constitucionales a una decisión judicial fundada en
derecho, como parte del derecho a la tutela judicial efectiva” (f. j. 1), agregando “que como ha quedado
dicho el recurrente alega que no se ha observado el deber de motivar las resoluciones judiciales al no haberse
cumplido la obligación de determinar para el caso si los bienes eran de dominio privado, obligación que por
lo demás ha sido establecida por este Colegiado (Cfr. Exps. N°s 015-2001 -AI; 016-2001 -AI y 004-2002-AI,
f. j. 25, acumulados, parte final). A este respecto, se aprecia de autos que las resoluciones impugnadas sí
están motivadas, aunque de manera genérica, al señalar que los bienes embargados son dominio privado,
y no público” (f. j. 3). La sentencia acota que “en efecto, el considerando 3 de la resolución de 30 de enero
de 2004 dice: “(...) el artículo setentitrés de la Carta Fundamental del Estado Peruano, nos indica que los
bienes de dominio público son inalienables e imprescriptibles. Los bienes del Estado se dividen el [sic] bien
de dominio privado, en los cuales el Estado ejerce su propiedad como cualquier persona de derecho privado;
y los bienes de dominio público los ejerce administración [sic] de carácter tuitivo y público conforme al
artículo diecisiete del Decreto Legislativo número trescientos cincuenta y seis, que precisa que los bienes
inmuebles de las sociedades y las juntas tienen los mismos atributos, calidades y derechos que los bienes del
Estado; (...) y más aun [sic] estando a lo indicado por la recurrente referente a que los bienes a embargar son
de dominio privado (...), por lo tanto resulta pertinente acceder al embargo peticionado”. En el caso concreto,
la sentencia declara improcedente la demanda interpuesta por el Ministerio de la Mujer y Desarrollo. En
consecuencia, un juez está plenamente habilitado para dictar una medida de inscripción registral (embargo)
de un bien de dominio privado de una entidad estatal. Similar criterio, pero en el ámbito jurisdiccional común,
se determinó cuando se concluyó que el inmueble de la Beneficencia Pública de Trujillo destinado a playa de
estacionamiento vehicular, no constituye un bien de dominio público, del que además por percibirse ingreso
gravados y porque la otra parte se alquila a un hotel, por lo que a dicho bien se le otoiga el trato jurídico de
bien de dominio privado y consecuentemente el mismo es embargable (Exp. N° 4685-02).
581
ART. 73 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
(59) Sobre los puntos de vista respecto de esta sentencia y del tema de la inembargabilidad, revisar los
comentarios de MEJORADA, Martín, en: Revista Peruana de Jurisprudencia. N° 37, año 6, marzo de
2004, p. 85 y ss; VÁSQUEZ HERRERA, Ricardo. “Inembargabilidad de los bienes estatales: necesidad
de una regulación equilibrada”. En: Revista Peruana de Jurisprudencia. Vol. XXVII, noviembre de
2003, p. 7 y ss.
(60) Discrepamos de la opinión vertida, cuando se afirma que es adecuado que una ley señale qué bienes o ca
tegorías de bienes son embargables, para que así la decisión sea resultado del complejo proceso legisla
del Congreso y esté expuesto al juicio de la opinión pública. MEJORADA, Martín. Ob. cit., p. 20. Los
temas de desarrollo constitucional, si bien pueden motivar la opinión ciudadana o jurídica de la comunidad,
no implican sometimiento de veredicto de la opinión pública, en el caso de determinar si es apropiado
o no, eficaz o ineficiente, conocer la lista de bienes estatales embargables. Al Congreso de la República
solamente le corresponde regular de manera especial el régimen de los bienes de dominio público, en el
marco del artículo 73 de la Constitución Política.
(61) STC Exp. N° 2226-2007-PA/TC del 26/11 /2007.
582
DE LA PROPIEDAD ART. 73
carácter favorable o ampliatorio para la esfera jurídica del destinatario, e implica la entrega,
solo en ejercicio temporal, de determinadas funciones del Estado, estableciéndose una
relación jurídica pública subordinada al interés público, y no de carácter sinalagmático. Por
ello es el ius imperium de la voluntad estatal el que establece la concesión para un particular
(f. j. 15). El Supremo intérprete de la Constitución agrega que “la concesión administrativa
tiene su origen en una facultad discrecional de la administración, que se exterioriza mediante
un acto de autoridad, por el cual se decide transferir unilateralmente a los particulares que
cumplan las condiciones legales y reglamentarias de la concesión determinadas por el
Estado, el desarrollo de determinada actividad que tiene un carácter predominantemente
público. Empero, si la Administración decide dar en concesión la realización de determinadas
actividades a través del título de concesión, ello no comporta la anulación de su injerencia
ni que renuncie a sus competencias propias y exclusivas de carácter indelegable” (f. j. 17).
BIBLIOGRAFÍA
ABAD YUPANQUI, Samuel. “Cuando el Estado no cumple: el difícil camino para ejecutar una
sentencia en los procesos contencioso-administrativos”. En: AA.W. El Derecho Administrativo y
la modernización del Estado peruano. Grijley, Lima, 2008; BALLESTEROS MOFFA, Luis Ángel.
Inembargabilidad de bienes y derechos de las Administraciones Públicas. Colex, Madrid, 2000;
BARBOSA MOREIRA, José Carlos. “Efectos de la declaración de la inconstitucionalidad de una
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ART. 73 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
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584
CAPÍTULO IV
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO
Y PRESUPUESTAL
CO N C O RD A N CIA S:
C.: arts. 19, 32, 51, 56, 79, 193 inc. 3), 195 inc.4), 196 inc. 2); C.T.: normas IV, VI,
VII, Xni; D. Leg. 757: art. 14
Los tributos tienen así una finalidad esencialmente fiscal, en el sentido de propender
con su existencia al financiamiento de los presupuestos de los Estados para dar satisfacción
{*) Texto según modificatoria efectuada por el artículo único de la Ley N° 28390 del 17/11/2004.
585
AUT. 74 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
a la* necesidades colectiva# o pública#. Sin embargo, alguna# vece# y cada vez con mayor
frecuencia, debe reconocerse en ello# también una m arcada finalidad extrafigeal, es de
cir, una finalidad no dirigida a procurar ingreso# a lo# Estado#, sino a desalentar o incenti
var cierta# conducta# o actividades, esto es, a provocar una modificación de determinados
comportamiento# sociales, o a la “ íntcm alizacíón” de cierto# costos que, de otra forma,
quedarían diferente c injustamente asignado# dentro de la sociedad.
En los ordenamientos legales modernos, que tienen como pilar de su sistema jurídico
una Constitución escrita, otra función principal de esta últim a en m ateria tributaria, adi
cional al reconocimiento anotado, consiste en declarar la repartición del poder tributario
al interior del Estado (taxing power), que influye y es parte de lo que se denomina el tax
assignment (la asignación de tributos dentro del Estado).
Es decir, la Constitución cumple con señalar quiénes son los titulares legitimados para
ejercer el poder soberano estatal consistente en “crear, modificar y derogar tributos, esta
blecer exoneraciones y demás beneficios” y configurar así el sistem a tributario nacional.
Asimismo, establece en qué porción o cuota ejercerán el poder tributario dichos titu
lares, con qué límites y bajo qué condiciones.
(1) El Estado, por medio de sus órganos constitucionales competentes, es libre de crear la clase de tributos
que considere atendible, sin más limites que los que emanen del texto constitucional y de los principios
constitucionales tributarios establecidos en su artículo 74 (STC Exp. N° 2727-2002-AA/TC, f. j. 6).
(2) El texto original del articulo 74 de la Constitución de 1993 fue modificado mediante Ley N° 28390,
publicada el 17 de noviembre de 2004.
586
DEL RÉGIM EN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.74
Los Gobiernos Regionales y los Gobiernos Locales pueden crear, modificar y suprimir
contribuciones y tasas, o exonerar de estas, dentro de su jurisdicción, y con los límites
que señala la ley. El Estado, al ejercer la potestad tributaria, debe respetar los principios
de reserva de la ley, y los de igualdad y respeto de los derechos fundamentales de la
persona. Ningún tributo puede tener carácter confiscatorio. (...)
587
ART.74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
PoderTributario (Constitución)
Impuestos
i (Código Tributario, otras leyes)
Impuestos
Central Contribuciones Contribuciones
Tasas Tasas
Regional Contribuciones Contribuciones
Tasas Tasas
Local Contribuciones Contribuciones
Tasas Tasas
Algunos impuestos (e.g. I. Predial, I.
Vehicular) asignados por el Gobierno
Central
Entidades de Derecho Desprovistas de Poder Tributa- Pueden ser Acreedores Tributarios de
Público con personería rio Contribuciones y Tasas
jurídica propia (SMV, Indecopi, Ositran, Osinergmin,
OEFA, EsSalud, ONP, SBS, entre otros)
asignados por el Gobierno Central
La tercera columna del cuadro anterior no refiere a poder tributario, ni deriva del
texto constitucional. Esta tercera columna completa el desarrollo de tax assignment en el
(3) No obstante, es posible reflexionar sobre la intensidad en que este ingrediente (la capacidad contributiva)
puede debe estar presente en los diversos tipos de impuestos; cómo dialoga él cuando se enfrenta a tributos
con fines extrafiscales; o cómo influyen en la concepción de la capacidad contributiva los entornos legales-
constitucionales, económico-financieros, políticos y sociales de un determinado Estado, en un determinado
tiempo.
588
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 74
Perú, mostrando la aplicación del concepto de acreedor tributario -distinto del de titular
de poder tributario- y que es atribuible mediante normas legales infra constitucionales.
En efecto, el marco general para la asignación de acreedores tributarios viene previsto en
el artículo 4 del Código Tributario(4) y concretado con las normas legales que crean cada
tributo (la ley de cada tributo elige la entidad estatal a la que hace su acreedor tributario).
De este m odo, si bien existen tres titu lares de poder trib u tario investidos
constitucionalmente, hay cuatro posibles acreedores de tributos legalmente habilitados.
El concepto y atributos de un acreedor tributario son, en efecto, distintos de los de un
titular de poder tributario. Si bien el carácter de titular de poder tributario y el de acreedor
tributario lo ostentan, siempre y exclusivamente, entidades públicas o estatales(5), el
primero es una atribución constitucional, mientras que el segundo es dado por norma
legal infraconstitucional. Mientras que el primero dice de la potestad de ius imperium para
establecer tributos, el segundo refiere a la acreditación legal para ser pretensor jurídico
del tributo (en otros ordenamientos y en la Ley General de Aduanas, el “sujeto activo” de
la relación jurídico tributaria instaurada por los tributos). Así, dentro de la organización
política y económica del Perú, dos de los titulares de poder tributario (gobiernos regionales
y locales) crean tributos para sí mismos, o sea, de los que se hacen acreedores tributarios a
la vez (los tributos vinculados, tasas y contribuciones regionales y locales, respectivamente);
mientras uno de los titulares (gobierno central) crea tributos de los cuales puede elegir
hacer acreedores a los cuatro posibles señalados en el Código Tributario (Impuesto
Predial, Contribuciones especiales del tipo Sencico, Senati, u otras en favor de organismos
reguladores, por ejemplo).
La elección del diseño constitucional y el ulterior desarrollo del tax assignm ent
infraconstitucional no están desprovistos de justificación teórico práctica. Los tributos
que la literatura especializada recom ienda asignar a los denom inados gobiernos
subnacionales, entre otros factores, deben: i) gravar a los que reciben el beneficio del
uso de los recursos provenientes del tributo; y, ii) carecer de base tributaria m óvil entre
las jurisdicciones subnacionales(6). Tasas y contribuciones regionales y locales, cumplen
con ambos factores. Los impuestos que se asignan a los gobiernos locales en calidad de
589
ART. 74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
acreedores se rigen, a su vez, por este criterio (im puesto predial, impuesto vehicular,
p.e.). Lo mismo podría, eventualm ente, predicarse de los que corresponderían a los
gobiernos regionales, aunque no como acreedores tributarios, sino como destinatarios
o “acreedores financieros” (por oposición a pretensores jurídicos), de ser aplicable la
vigente Ley de D escentralización Fiscal(7).
El esquema general aquí descrito no está libre de críticas y, por supuesto, es suscep
tible de mejoras(8). Por ejemplo, siguiendo la literatura especializada es posible hallar ex
periencia que sugiere que un paso ulterior en ciertos procesos de descentralización fiscal,
podría contemplar la participación del gobierno regional en el poder tributario de deter
minados impuestos nacionales, dentro de parámetros que podrían seguir siendo central o
nacionalmente fijados(9). Sin llegar a la ampliación de poderes tributarios de los gobier
nos regionales (para lo cual un cambio constitucional sería indispensable), se les podría
conferir calidad de acreedores tributarios o, preferente y no excluyentemente, entregar
de manera paulatina funciones coadyuvantes de administración sobre determinados im
puestos nacionales como paso intermedio de aprendizaje hacia su consolidación como
administraciones tributarias responsables (para lo cual, cambios legales serían indispen
sables y suficientes).
(7) La Ley de Descentralización Fiscal prevé que las regiones que pasen por un procedimiento de “integración”
percibirán tres tipos de recursos nuevos. Por un lado, el 50% de los ingresos provenientes de tres impuestos
efectivamente recaudados por el gobierno nacional dentro de la respectiva jurisdicción regional: el IGV
(sin el Impuesto de Promoción Municipal), el ISC y el impuesto a la renta de personas naturales. De otro
lado, también podrían recibir transferencias complementarias del Tesoro en el caso de brechas o déficits
presupuéstales ocasionados por determinados factores ineludibles. Por último, podrán recibir recursos
adicionales condicionados al cumplimiento de los criterios de esfuerzo fiscal (artículos 15 al 22 de la Ley
de Descentralización Fiscal (D. Leg. N° 955).
(8) Tributos no recomendables para ser entregados a gobiernos subnacionales son los impuestos sobre la renta
empresarial y los IVAs generales. El primero presenta bases muy móviles y es de difícil fiscalización,
mientras que el segundo requiere normalmente para su eficiencia de una administración centralizada.
(9) Aplicado, como ejercicio meramente teórico, al Perú, los poderes tributarios podrían consistir en la capacidad
para establecer sobretasas adicionales a las tasas nacionales de impuestos del gobierno central, aunque de me
nor magnitud que estas. El gobierno central podría reducir o no las tasas nacionales vigentes. En cuanto a su
administración, la administración tributaria central, por delegación de las regiones, podría seguir recaudando
estos tributos, evitando en un principio crear nuevas administraciones tributarias en las regiones. De manera
progresiva, el proceso podría continuar con los gobiernos regionales consolidando sus propias administraciones
tributarías.
590
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 74
En nuestro país, el uso del concepto “regular” sin precisión o desarrollo alguno sobre
sus alcances, constituye otro de los problemas en los que nos envuelve el artículo 74. Para 10
(10) Ruiz Garijo, comentando la flexibilidad de la reserva legal en materia de tasas autonómicas y locales en
España refiere que “La flexibilidad de la reserva legal en las tasas ha de predicarse como una exigencia
lógica de sus peculiaridades estructurales y, sobre todo, como una consecuencia de las necesidades del
ente público llamado a exigirlas”, RUIZ GARIJO, Mercedes. P r o b le m a s a c tu a le s d e la s ta sa s. Lex
Nova, Madrid, 2002, p. 60.
591
ART.74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Sin asumir a cabalidad su rol, nuestro legislador en el Código Tributario lanzó el tímido
pronunciamiento del penúltimo párrafo de la Norma IV de su Título Preliminar que se limita
a precisar que el decreto supremo puede “modificar la cuantía de las tasas”, sin terminar de
aclarar si lo que intentó transmitir el texto constitucional fue que modificar la cuantía de
una tasa (del Gobierno Central) era lo único que el decreto supremo podía hacer per se(l3).
Dicho sentido no pareciera ser el que mejor “acomoda” a la Constitución(l4). La posición
del legislador del Código Tributario es tímida e insuficiente, pues no aclara si otras normas
distintas del decreto supremo pueden, constitucionalmente, ejercer poder tributario sobre
las tasas. Salvo en cuanto a la intervención de los refrendos ministeriales respectivos, el
párrafo comentado de la Norma IV del Título Preliminar del Código Tributario, poco ayuda
a disipar las dudas dejadas por el texto constitucional aquí comentadas.
(11) Tal fue el caso de nuestro profesor Armando Zolezzi quien señalaba que “lo que se regula no es el arancel ni las
tasas, sino la tarifa del arancel de aduanas y la cuantía de las tasas del Gobierno Central e Instituciones Públicas,
lo que debió expresarse en esos términos. Por el contrario, si lo que se pretendía es que sea el Poder Ejecutivo el
que ejerza en toda su amplitud la potestad tributaria respecto del arancel de aduanas y los tributos denominados
tasas, con lo que estoy plenamente de acuerdo, lo que debió expresarse es algo como: ‘salvo el arancel de
aduanas y las tasas, los cuales son competencia del Poder Ejecutivo y se aprobarán por Decreto Supremo .
“El régimen tributario en la nueva Constitución”. En: La Constitución de 1993. Análisis y comentarios. Serie
Lecturas sobre Temas Constitucionales N° 10, CAJ, Lima, 1994, p. 145.
(12) BERNALES, Enrique. La Constitución de 1993. Análisis comparado. 5* edición, ICS, Lima, 1999, p. 390.
(13) El penúltimo párrafo de la Norma IV del Título Preliminar del Código Tributario señala que “Por Decreto
Supremo refrendado por el ministro del Sector competente y el Ministro de Economía y Finanzas, se fija
la cuantía de las tasas”.
(14) Sobre la manera en que la normativa “acomoda” a la Constitución, ver GARCÍA DE ENTERRÍA,
y FERNÁNDEZ, Tomás-Ramón. Curso de Derecho Administrativo. 1Pedición, Civitas, Madrid, 200-,
pp. 107 y ss.
592
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTA!, ART. 74
este, y por su separación del gobierno no tiene “pertinencia” para decidir sobre la adop
ción del carácter oneroso o no de un servicio prestado por el Poder Ejecutivo, y tampoco
poseería la rapidez, la especialización ni la información para juzgar la oportunidad de tal
cobro o de su supresión y cuantía.
En ese sentido, entregar el ejercicio de poder tributario sobre tasas al Poder Ejecuti
vo es “juridizar” una opción que se habría creído costo-eficiente para la sociedad. En este
mismo orden de ideas, al ser el Poder Ejecutivo el que formula el Presupuesto de la Re
pública, él está en capacidad de transparentar las diversas fuentes de financiamiento de la
actividad de los entes públicos.
En este orden de ideas, sin pretensión de dar una respuesta a un debate en el que mu
chas más partes se deben dejar aún escuchar, nos parece poco fácil alejamos de la inter
pretación que admite que el Poder Ejecutivo, en efecto, ha recibido potestad tributaria ori
ginaria y autónoma en materia de tasas. Por lo que, en lo que respecta a las tasas que no
son de gobiernos locales o regionales sino del Ejecutivo, el artículo 74 de la Constitución
admitiría, en principio, una reserva del Ejecutivo flexible y no demanda una norma con
rango legal que permita o autorice el cobro de dichas tasas, o de una norma con rango le
gal que las cree. Nótese que aludimos a un tipo de reserva del Ejecutivo “flexible” o fle-
xibilizada puesto que, contra lo ya dicho, cabe dar cuenta de una práctica que nos fuerza
a reconocer una función no exclusiva ni excluyente del Poder Ejecutivo, que merece de
una revisión constitucional que excede el alcance de este trabajo.
593
ART.74 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
tiene facultad de resolver, aclare y establezca el grado y los límites para que tal intervención
no se tom e írrita al ordenamiento legal0 5).
Esta es, quizás, la hipótesis más saludable para el sistema, pues, no se puede negar
-ahora desde una óptica de política leg al- que la entrega irrestricta de poderes tributaros,
sin lincamientos, marcos o principios y criterios, a un cuantioso número, variado y he
terogéneo de entidades de la administración pública, podría ocasionar caos y dispersión,
cuando no abuso y afectación de derechos fundamentales. Si este fuese el talante del ór
gano convocado a pronunciarse, entonces, normas con rango de ley podrían proporcionar,
legítimamente, tales lincamientos, criterios o principios uniformadores u homogeneiza-
dores, respetando el núcleo competencial de las entidades constitucionalmente designa
das (el Poder Ejecutivo, en el supuesto analizado), sin m ellar o afectar negativamente el
ejercicio autónomo de un poder tributario que, como el del Poder Ejecutivo, encuentra
origen en la Constitución. Un principio de corrección funcional es la primera garantía de
contenidos constitucionales de los decretos supremos necesariamente arreglados a la nor
m a fundamental.
Cierto también que, tanto mejor sería si la Constitución trajese ya señalada y autoriza
da de modo directo tal intervención, lo que se lograría mediante una sana y correcta inter
pretación constitucional o, en última instancia, mediante una nueva reforma constitucional.
(15) “La generalidad del mandato de interpretación conforme a la Constitución asigna, por sí solo, un valor
preeminente a la doctrina legal que resulte de las sentencias del Tribunal Constitucional frente a cualquier
otro cuerpo jurisprudencial de cualquier otro orden judicial, preeminencia que resulta del carácter de
“intérprete supremo de la Constitución” que a aquel Tribunal corresponde, según la Ley Orgánica de 1979”.
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás-Ramón. Ob. cit., p. 109.
(16) Anteriormente, las Resoluciones Administrativas N° 001-92-CE/PJ, N° 002-93-CE/PJ, expedidas por el
Consejo Ejecutivo del Poder Judicial al amparo de lo dispuesto por el artículo 82, inciso 7) de la Ley orgánica
del Poder Judicial, Decreto Legislativo N° 767, aprobaron tasas judiciales. La Resolución Administrativa
N° 002-93-CE/PJ fue modificada por la Resolución Administrativa N° 014-94-CE/PJ, y los valores de las
tasas actualizados mediante las Resoluciones Administrativas N° 015-95-CE/PJ, N° 0 4 7 -9 6 -SE-TP-CME/
PJ, N° 438-96-SE-TP-CME/PJ , N° 396-97-SE-TP-CME/PJ, hasta finalmente llegar a la N° 0 0 9 - 9 9 -SE-
TP-CME/PJ. La Resolución Administrativa N° 002-93-CE/PJ estuvo vigente hasta enero de 2000, año en
que fue derogada por la Resolución Administrativa N° 1074-CME/PJ, emitida por la Comisión Ejecutiva
del Poder Judicial -que desempeña funciones de gobierno y gestión del Poder Judicial, antes ejercidas por
el Consejo Ejecutivo y el Consejo de Gobierno del Poder Judicial.
594
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.74
administrativo del Poder Judicial innovara la lista de actuaciones judiciales por las que se
cobraría un tributo-tasa.
Entonces, el poder tributario sobre los tributos tasa no sería función exclusiva de
los gobiernos locales, regionales, y del Poder Ejecutivo, pues -según lo sustentado
por el Poder Judicial y la Defensoría del Pueblo- el Poder Judicial tendría un cierto
grado de “poder tributario” -basado en su autonomía e independencia constitucional-
d e le g a d o ” por cuanto mediatizado por la intervención de una norma de rango legal
-e n el caso concreto, la Ley Orgánica del Poder Judicial y el Código Procesal Civil,
Decreto Legislativo N° 768 complementado por una Ley del Congreso que lo enmienda,
Ley N° 26846(18>-.
Quizás, entonces, el correcto sentido del artículo constitucional comentado sea que
el Congreso es depositario del poder tributario sobre las tasas que constitucionalmen
te se encuentra impedido de crear directamente el Poder Judicial. El artículo 74 de la
Constitución significaría así, que: “los tributos se crean, modifican o derogan, o se esta
blece una exoneración, exclusivamente por ley o decreto legislativo en caso de delega
ción de facultades, salvo los aranceles y tasas del Poder Ejecutivo, los cuales se regulan
(17) Tales normas delegantes de rango legal serían la Ley Orgánica del Poder Judicial y el Código Procesal
Civil, en los artículos previamente glosados en notas precedentes.
(18) “El acceso al servicio de justicia es gratuito, sin perjuicio del pago de costos, costas y multas establecida
en este Código y disposiciones administrativas del Poder Judicial” (art. VIII del Título Preliminar del
Código Procesal Civil). El Decreto Legislativo N° 768 aprobó, en ejercicio de facultades delegadas por la
Ley N° 25282 y prorrogadas por Ley N° 25321 y Ley N° 25375, el Código Procesal Civil (TUO, aprobado
por Resolución Ministerial N° 10-93-JUS, publicado el 23/04/1993).
595
ART.74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
mediante decreto supremo”. Esto significaría que en el caso de tasas que no fuesen las
del Poder Ejecutivo, es la ley o el decreto legislativo, o, en definitiva, el propio Congre
so, los instrumentos o la entidad, respectivamente, habilitados para crearlas, cuando no
sucediera que, como en el caso concreto del Poder Judicial -y basado en su autonom ía-
se “delegase” su creación.
(19) Tal y como lo hace notar Naveira (p. 32), en la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano
(1789), fundacional del Estado capitalista burgués, se establece que (art. 13): “Para el mantenimiento de
la fuerza pública y para los gastos de administración es indispensable una contribución común: debe ser
repartida entre todos los ciudadanos en razón de sus posibilidades”. Esta alusión en la Declaración se
encuentra consagrada de modo precedente, incluso, al reconocimiento -sagrado e inviolable- del derecho
a la propiedad de todos los ciudadanos (art. 17).
(20) En efecto, nuestro Tribunal Constitucional ha señalado ya que “(...) cuando el trasfondo de una controversia
gira en tomo a la intervención estatal en la vida económica de los particulares, este Colegiado ha procedido
a fundamentar sus decisiones partiendo de los fines inherentes a nuestro tipo de Estado y particularmente
desde los principios rectores que inspiran nuestro régimen económico, dentro del cual, evidentemente,
también se integra el régimen tributario”: STC Exp. N° 6626-2006-PA/TC, f. j. 9.
(21) “No puede concebirse un tributo, riqueza que va de los particulares hacia el Estado, sin que se esté reco
nociendo previamente (o en forma simultánea) el derecho de los particulares a la propiedad privada de los
bienes, de cierta clase de ellos, los de producción. De otro lado, tampoco es fácil imaginar la existencia
de la propiedad privada, como derecho universalmente reconocido y garantizado a todos los habitantes
o, mejor dicho a los sujetos de derecho, sin que un aparato estatal lo reconozca, regule y ampare, aparato
596
DEL RÉGIM EN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTA!, ART. 74
Incluso, hay quienes hoy ya detectan'*22* que en el mundo jurídico el principio del
“Estado Fiscal’' o el “Estado Impositivo” comienza a ponerse en cuestión, sobre todo por
lo que respecta a su alcance, y a discutirse intensamente sobre el lugar que cabe otorgar al
tributo, y sobre todo a los diferentes tipos de tributos, como instrumentos de financiación
u ordenación en la sociedad. Este fenómeno es, en medidas distintas, compartido por los
Estados que de alguna manera están implicados en la idea de fondo de una “teoría del
Estado fiscal” -co n base en la constitución económica alemana'23*, Ley Fundamental de
Bonn (1949)-, esto es, los estados que han acogido sistemas de Estado de Bienestar o de
Estado Social'24*. Jeffrey D. Sachs, por ejemplo, ha resaltado las profundas diferencias entre
las tasas impositivas de Estados de Bienestar y de los Estados de Economía de Mercado,
sin que de ello resulte una violación de las libertades individuales'25*.
De forma análoga, un sistem a tributario que vaya en desm edro del derecho de
propiedad, estaría negándose y condenándose a desaparecer, y con él el Estado m ismo que
lo necesita. Sería un error, pues, reconocer una antinomia en la relación entre tributos y
que debe ser sostenido con riqueza aportada por los mismos particulares, sea por vía de tributo o de las
alternativas que históricamente han sido y dejado de ser”. NAVEIRA DE CASANOVA, Gustavo. E l
p r in c ip io d e n o c o n fisc a to r ie d a d . E s tu d io en E s p a ñ a y A rg e n tin a . Me Graw Hill, Madrid, 1997, p. 33.
(22) BARQUERO, Juan Manuel. L a fu n c ió n d e l trib u to en e l E sta d o s o c ia l y d e m o c rá tic o d e D erech o . Centro
de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2002, p. 30.
(23) Con relación a la realidad alemana y al desarrollo de su modelo de Estado Fiscal, Barquero afirma que
en una economía de mercado, el poder de establecer y exigir impuestos resulta un correlato necesario del
Estado social. Los derechos fundamentales de libertad y economía de mercado posibilitan y provocan
desigualdades materiales; el Estado social, por su parte, exige la disminución de esas desigualdades, y en
el Estado de Derecho esto solo es posible por medio de la redistribución, tarea para lo cual el Impuesto es
herramienta fundamental. BARQUERO. Ob cit., p. 42.
(24) En alusión, ahora, a la realidad española y al desarrollo de su modelo de Estado social, Barquero indica
que el artículo 31.1 de la Constitución Española presupone una financiación de las cargas públicas apoyada
fundamentalmente en los tributos, ocupando estos un lugar central. En cuanto a cuál es la importancia
cuantitativa de estos, es claro que cualquier fijación apriorística es arbitraria y que esta presencia funda
mental no puede traducirse en un límite porcentual mínimo de financiación tributaria por debajo del cual
el sistema de financiación pública resulte inconstitucional. BARQUERO. Ob. cit., pp. 92-93.
(25) “Austrian-bom free-market economist Friedrich August von Hayek suggested that high taxation would be a
‘road to serfdom,’ a threat to ffeedom itself. (...) Most of the debate in the U.S. is clouded by vested interests
and by ideology. Yet there is by now a rich empirical record to judge these issues scientifically. The evidence
may be found by comparing a group of relatively free-market economies that have low to modérate rates of
taxation and social outlays with a group of social-welfare States that have high rates of taxation and social
outlays. Not coincidentally, the low-tax, high-income countries are mostly English-speaking ones that share a
direct historical lineage with 19th-century Britain and its theories o f economic la issez-fa ire. These countries
inelude Australia, Cañada, Ireland, New Zealand, the U.K. and the U.S. The high-tax, high-income States are
the Nordic social democracies, notably Denmark, Finland, Norway and Sweden, which have been govemed
by left-of-center social democratic parties for much or all of the post-World War II era. They combine a
healthy respect for market forces with a strong commitment to antipoverty programs. Budgetary outlays for
social purposes average around 27 percent of gross domestic product (GDP) in the Nordic countries and just
17 percent of GDP in the English-speaking countries. (...) The Nordic countries maintain their dynamism
despite high taxation in several ways. (...) The Nordic States have also worked to keep social expenditures
compatible with an open, competitive, market-based economic system. Tax rates on capital are relatively
low. (...) Von Hayek was wrong. In strong and vibrant democracies, a generous social-welfare State is not
a road to serfdom but rather to faimess, economic equality and intemational competí tiveness”. SACHS,
Jeffrey D. “The social welfare State, beyond ideology”. 2006.
597
ART. 74 DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
(26) DE LUQUI, Juan Carlos. Teoría general del Derecho Tributario. Depalma, Buenos Aires, 1994, p. 226 y ss.
(27) “En rigor, en un Estado en que la economía fuese enteramente pública perdería sentido la necesidad de la
existencia de un sistema de tributos. Si el deber de contribuir se configura en el Estado social y demo
crático de Derecho como un deber de solidaridad, la solidaridad económica presupone necesariamente la
existencia y diversidad de riquezas puesto que ‘redistribuir la riqueza no significa, en efecto, eliminarla,
sino, al contrario, conservarla y difundirla en mayor medida’”. PAUNER CHULVI, Cristina. El deber
constitucional de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos. Centro de Estudios Políticos Consti
tucionales, Madrid, 2001, p. 180.
(28) “(...) teniendo en cuenta las funciones que cumple en nuestro Estado Democrático de Derecho, es posible
afirmar, con carácter general, que se transgrede el principio de no confiscatoriedad de los tributos cada vez
que un tributo excede el límite que razonablemente puede admitirse como justificado en un régimen en el
que se ha garantizado constitucionalmente el derecho subjetivo a la propiedad y, además, ha considerado a
esta como institución, como uno de los componentes básicos y esenciales en nuestro modelo de Constitución
económica”. STC Exp. N° 2727-2002-AA/TC, f, j. 5. y Exp. N° 041-2004-AI/TC, f. j 56.
(29) Un Estado social, dirigido a la disminución de las desigualdades de renta y riqueza o a garantizar a los
ciudadanos una serie de prestaciones básicas con independencia de su capacidad de gasto, no puede dejar
fuera las necesidades redistributivas requeridas por el valor supremo de la dignidad de la persona y por
la idea de solidaridad que lo impregna. Tal sistema, requiere complementarse con elementos de marcado
carácter impositivo, si no directamente por impuestos, guiados por la idea de la contribución según la
capacidad económica. BARQUERO. Ob. cit., p. 142.
(30) Es curioso a este respecto el dato del Reino Unido que es un Estado que no posee una constitución escrita.
Desde los tiempos de la monarquía de los Tudor, el rey pagaba sus alianzas con la clase media, permitiendo
al Parlamento y, especialmente, a la Cámara de los Comunes, un rol importante en el gobierno y en la
598
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.74
medición jurídica de la tolerancia del derecho de propiedad frente al ejercicio del poder del
Estado para imponer tributos, es decir, en la medición de cómo el Poder Tributario puede
intervenir en casos específicos y concretos con tributos vigentes en tales realidades(31).
Por ello, no deja de ser cierta la afirmación que señala que la exacción tributaria debe ser
respetuosa del sistema económico en el que está inserta(32).
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
Hay una relación estrecha entre el tributo y la capacidad económica que exige respetar la
capacidad del sujeto para contribuir: STC Exp. N° 00033-2004-PI/TC (f. j. 12).
El aforismo nullum tributum sine lege impide requerir el pago de un tributo sin una norma
legal que lo regule: STC Exp. N° 01473-2009-PA/TC (f. j. 34).
El principio de reserva de ley se entiende como “reserva de acto legislativo”, pues no todas
las normas con rango de ley pueden crear tributos: STC Exp. N° 02235-2004-PA/TC (f. j. 4).
tributación. Y sobre los aspectos curiosos también del sistema tributario del Reino Unido nada como su
historial de tasas para proveer un ejemplo impactante en cuanto a la influencia de la historia y la política.
Así, en los tiempos finales del Régimen Laborista (1978-79) la alícuota marginal más alta del Impuesto
a la Renta individual alcanzaba el 83%; y si el ingreso era clasificado como renta por inversión y excedía
cierta suma, se le agregaba un impuesto suplementario de 15% -lo que arrojaba una tasa marginal de 98%-.
Esta modalidad era un rezago post-1945 y mostraba la creencia doctrinal en la equidad entendida como
“participación-en-la miseria”. Desde la elección del gobierno Conservador (1979), las tasas nominales
del Impuesto a la Renta bajaron -en 1979 las marginales más altas descendieron de 83% a 60%; en 1984
se abolió la sobretasa a la renta por inversiones y en 1988 la tasa máxima se redujo a 40%—. El gobierno
laborista de 1997 mantuvo esta tendencia en la tributación a la renta.
O l) Casado Ollero, por ejemplo, afirma que para hallar el límite en el cual un tributo se convierte en confiscatorio
hay que situar al precepto dentro del contexto constitucional correspondiente, recurriendo a diferentes
elementos, tales como la función social del derecho de propiedad o las limitaciones constitucionales a este
derecho. CASADO OLLERO, Gabriel. El principio de capacidad contributiva y el control constitucional
de la imposición indirecta (II). p. 194.
(32) MOSCHETTI, Francesco. El principio de capacidad contributiva. Instituto de Estudios Fiscales, Ministerio
de Hacienda, Centro de Publicaciones, 1980, p. 74.
599
ART.74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
¡§J El cobro de intereses a los contribuyentes no busca sancionar un eventual provecho eco
nómico que pudiera obtener el contribuyente, sino indemnizar al Estado por el no pago
oportuno de su acreencia: STC Exp. N° 04532-2013-PA/TC (f. j. 19).
BIBLIOGRAFÍA
600
Artículo 74 La potestad tributaria de los gobiernos
regionales y locales
(...)
CO NCORDANCIAS:
C.: arts. 193 inc. 3), 195 inc. 4), 196 inc. 2); C.T.: normas IV, VII; D. Leg. 757: art. 14
Por otro lado, el pago de los tributos no es una gracia efectuada por el contribuyente
en favor del Estado, sino, por el contrario, un deber de contribución, puesto que con base
en el contrato social los individuos se organizaron a través de la creación del Estado para
satisfacer sus necesidades colectivas sobre sus necesidades individuales. Ahora, el Esta
do requiere de cierto financiamiento para lograr dicha satisfacción, por lo que es evidente
que los tributos no son otra cosa que la cuota con que cada individuo debe contribuir para
mantener el orden social que él mismo ha decidido instaurar.
(*) Texto según modificatoria efectuada por el artículo único de la Ley N° 28390 del 17/11/2004.
(1) OSTERLING PARODI, Felipe y CASTILLO FREYRE, Mario. C o m p en d io d e D erech o d e la s O b lig a cio n es.
Palestra, Lima, 2008, p. 55.
601
ART.74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
“La influencia del pensamiento liberal en las normativas relacionadas con los tributos
ha dado origen a que las constituciones políticas, al referirse al deber de los ciudadanos
de participar en la financiación del gasto público, prefieran aludir al deber de contribuir
más que al de tributar, pagar un tributo o asumir una carga tributaria. En el contexto
del Estado de Derecho y del Estado Constitucional, los asociados deben colaborar
con el Estado en su propio beneficio y, en desarrollo de ese principio de colaboración,
deben contribuir. En este sentido, se alude a la palabra contribución como un género
comparable con la expresión tributo”*21.
“(...) Como todo tributo, le es implícito el propósito de contribuir con los gastos públi
cos, como una manifestación del principio de solidaridad que se encuentra consagrado
implícitamente en la cláusula que reconoce al Estado peruano como un Estado Social de
Derecho (art. 43 de la Constitución). Se trata, pues, de reglas de orden público tributario,
orientadas a finalidades plenamente legítimas, cuales son contribuir, de un lado, a la
detección de aquellas personas que, dada su carencia de compromiso social, rehúyen
la potestad tributaria del Estado, y, de otro, a la promoción del bienestar general que
se fundamenta en la justicia y en el desarrollo integral y equilibrado de la Nación (art.
44 de la Constitución), mediante la contribución equitativa al gasto social”.
De esta manera, la creación de tributos es una actividad delegada al Estado, en razón
de la función que esta entidad asume de organizar la vida en comunidad. Tal potestad tri
butaria se encuentra regulada, en el caso peruano, en el artículo 74 de la Constitución Po
lítica de 1993. Así pues, el presente trabajo pretende realizar un análisis de dicha disposi
ción constitucional, enfatizando la regulación correspondiente a la potestad tributaria de
los gobiernos regionales y locales.
(2) PLAZAS VEGA, Mauricio. D erecho d e la H acienda P ública y D erecho Tributario. Tomo II, Derecho
Tributario, Temis, Bogotá, 2005-2006, p. 66.
602
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 74
Las leyes de presupuesto y los decretos de urgencia no pueden contener normas sobre
materia tributaria. Las leyes relativas a tributos de periodicidad anual rigen a partir
del primero de enero del año siguiente a su promulgación.
No surten efecto las normas tributarias dictadas en violación de lo que establece el
presente artículo”.
Al respecto, Eseverri afirma que el poder tributario es “la facultad reconocida consti
tucionalmente para establecer y exigir tributos”(5). Por su parte, Plazas sostiene que debe
diferenciarse entre poder tributario y potestad tributaria:
“Los tributos se crean en virtud del poder de imperio, el cual habilita al Estado, por
intermedio del órgano legislativo, para someter a los asociados a su pago para que
contribuyan a la financiación de las erogaciones públicas, y se reglamentan por la rama
ejecutiva del poder público en ejercicio de la potestad tributaria”(6)7.
En ese sentido, el poder tributario consistiría en una manifestación del poder finan
ciero por la que al Poder Legislativo le corresponde, en principio, la creación de tributos,
bajo su sujeción a las reglas establecidas en la Constitución. Mientras que la potestad tri
butaria se referiría a la facultad del Poder Ejecutivo de reglamentar, precisamente, aque
llas leyes que crean tributos.
603
ART. 74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Ahora, no está de más aclarar que por “hipótesis de incidencia” entendemos a un presu
puesto de hecho que existe solo en el plano jurídico, normativo o abstracto. “Es una descrip
ción normativa de un hecho que se prevé ocurrirá (...) pero no es el hecho en sí mismo”8(9).
Ello conlleva a que la potestad tributaria surta efectos en cuanto a la creación, modi
ficación o derogación de la norma, extinguiéndose inmediatamente después de la instau
ración de dicha norma en el ordenamiento jurídico.
Sobre la aplicación de los principios constitucionales, sin embargo, las cosas cambian
porque, a pesar de constituirse como límites frente a la potestad tributaria, tal aplicación
no se restringe únicamente al campo de la norma tributaria en sentido estricto -esto es, la
que define la propia incidencia tributaria y que dispone que, ante la ocurrencia de un he
cho imponible, se genere la obligación de cumplir con la prestación tributaria- sino que
también es aplicable a la norma tributaria en sentido amplio, la que disciplina el fenóme
no tributario y todas sus manifestaciones, como por ejemplo aquellas que disponen debe
res formales, infracciones y sanciones tributarias, exoneraciones y beneficios tributarios,
anticipos impositivos, entre otros(10).
604
d e l r é g im e n t r ib u t a r io y p r e s u p u e s t a l ART.74
“En ese sentido, no se encuentra acorde con el Estado Constitucional de Derecho señalar
que los principios solo se obligan al titular de la potestad tributaria -e n la creación del
sistema- pues este es un tema que incumbe también a todos los operadores del orden
tributario -e n su fase aplicativa-, sea la propia Administración Tributaria o los propios
ciudadanos -contribuyentes-, sin dejar de mencionar a los jueces y tribunales”11(l2).
\ f \ Tasas +
Potestad / Ordenanzas
Gobierno Regionales 4 Contribuciones *► / Regionales o
y Locales originaria (regionales o locales) Nv Municipales
a
(11) GAMBA VALEGA, César. “Los principios constitucionales en la jurisprudencia del Tribunal Constitucio
nal”. En: YACOLCA ESTARES, Daniel; BRAVO CUCCI, Jorge; CAMUS GRAHAM, Dante; GAMBA
VALEGA, César y CARMELO NÚÑEZ, Carlos. Derecho Tributario. Grijley, Lima, 2009, p. 37.
(12) Ibídem, p. 36.
605
ART.74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Sobre esta potestad originaria del Poder Ejecutivo, no podemos dejar de mencionar
que existe un debate acerca de si, al redactar el artículo en cuestión y sobretodo la parte que
dice “salvo los aranceles y tasas, los cuales se regulan mediante decreto supremo”, el cons
tituyente se refería solo a la capacidad del Ejecutivo de regular la cuantía de los aranceles
y tasas de alcance nacional a través de Decreto Supremo o si con esta palabra se implica,
también, las capacidades de crear, modificar, derogar y exonerar. Sin afán de profundizar
sobre el tema, ya que no es materia del presente trabajo, nosotros postulamos que el legis
lador ha tenido la intención de plasmar una concepción amplia de la palabra regulación,
por lo que lo correcto sería utilizar la segunda acepción. Incluso, así parece entenderlo el
Tribunal Constitucional en la STC Exp. N° 00031 -2010-PI/TC del 23 de mayo de 2011:
“Artículo 139.- Solo por ley expresa se crean, modifican o suprimen tributos y se
conceden exoneraciones y otros beneficios tributarios. La tributación se rige por los
606
d e l r é g im e n t r ib u t a r io y p r e s u p u e s t a l ART. 74
Es notorio que ha habido una gran evolución desde el artículo 139 hasta el actual ar
tículo 74, ya que el primero no otorgaba un tratamiento uniforme a los gobiernos regio
nales y a los locales.
• No se tenía una potestad originaria para crear tributos, pues el Gobierno Regio
nal requería una ley autoritativa emitida por el Poder Legislativo.
• No se precisaba si por “tributos” se referían a cualquier tributo o solo a los tri
butos de alcance regional, aunque es lógico que se trataba de estos últimos, pues
no tendría sentido que se habilite a una autoridad regional para legislar sobre
asuntos de carácter nacional.
• Pero lo más grave era que en la categoría “tributos” también estaban incluidos
los impuestos, los que en la actualidad solo pueden crearse por disposición del
Gobierno Central.
Mientras que en el ámbito local:
607
ART. 74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
de carácter regional o local, según corresponda, ergo, se excluye de este ámbito a los im
puestos en general, los que para su creación sí solicitan la participación del Gobierno Cen
tral, sin excepción.
Para graficarlo mejor, ¿qué sucedería si se gravase dos veces el mismo supuesto de
hecho, la primera vez por disposición de la Municipalidad Distrital y la segunda por la de
la Municipalidad Provincial? Precisamente por ello existe la ratificación de ordenanzas,
regulada por el artículo 40 de la Ley Orgánica de Municipalidades:
“Artículo 40.- (...) Mediante ordenanzas se crean, modifican, suprimen o exoneran, los
arbitrios, tasas, licencias, derechos y contribuciones, dentro de los límites establecidos
por la Ley. Las ordenanzas en materia tributaria expedidas por las municipalidades
distritales deben ser ratificadas por las municipalidades provinciales de su circuns
cripción para su vigencia (...).
Por otra parte, el artículo 195 de nuestra Constitución vigente expresa que:
608
DEL RÉGIM EN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.74
“Ese es el sentido en el que debe entenderse el énfasis puesto por el artículo 195 de la
Constitución, al precisar que el ejercicio de las competencias constitucionales otorgadas
a los gobiernos locales debe realizarse en ‘armonía con las políticas y planes nacionales
y regionales de desarrollo’. No hay competencia, pues, que pueda haberse establecido
a favor de los gobiernos locales cuyo ejercicio pueda realizarse en contradicción con
los planes nacionales o regionales de desarrollo”.
Ergo, la com petencia de los Gobiernos Regionales y Locales debe respetar todas las
disposiciones de aquellas normas legales que se refieran a tributación, he ahí el límite de
la potestad tributaria reconocida a dichos niveles de gobierno; entre la norm ativa a tener
en cuenta, tenemos, entre otras, al Código Tributario, la Ley Orgánica de M unicipalida
des y la Ley de Tributación Municipal.
Como podem os observar, estas normas son básicamente ordenadoras de la com peten
cia de los Gobiernos Locales, en cambio, en cuanto a los Gobiernos Regionales no exis
ten normas originadas en el Gobierno Central que parametren su actuación como legis
ladores tributarios. Todo lo contrario, por ejemplo, la Ley N° 27783 - Ley de Bases de la
Descentralización, en su artículo 37 literal c) menciona que:
Artículo 37.- Bienes y rentas regionales: (...) c. Los tributos creados por Ley a su favor.
Esta disposición contradice lo expuesto por la Constitución, ya que postula que los
gobiernos regionales ostentan como renta los tributos creados a su favor. Esto podría
implicar una contradicción al ya estudiado artículo 74, porque se podría entender que
es el Gobierno Central el que crea las tasas y contribuciones a favor de los gobiernos
regionales.
Así, vemos que necesitamos con urgencia una sistematización de la norm ativa actual,
mediante la cual se logre darle la verdadera libertad de autorregulación que merecen tan
to los gobiernos locales como - y sobretodo- los gobiernos regionales, lo cual devendría
en beneficio para los propios contribuyentes, ya que no se verían peijudicados por inter
pretaciones erróneas de disposiciones ambiguas que solo arriben a la creación de tribu
tos confiscatorios.
609
ART. 74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
VI. Conclusiones
Después de todo lo analizado en el presente trabajo, podemos concluir que:
1. El pago del tributo no es una carga, sino más bien un deber de contribuir con
el mantenimiento del orden social, del cual se encarga el Estado en función del
compromiso de mantener el contrato social.
2. La potestad tributaria es una potestad normativa que se ejerce en respeto a los
principios constitucionales, por lo tanto, dicha potestad se extingue una vez ins
taurada la norma en el ordenamiento jurídico.
3. Para que la obligación jurídica nazca se requiere que acaezca un hecho en la rea
lidad (hecho imponible) que se subsuma en la hipótesis de incidencia conteni
da en la norma jurídica. Ergo, la potestad tributaria no se relaciona con la obli
gación tributaria, sino con la norma tributaria.
4. Los principios constitucionales que limitan la potestad tributaria son aplicables
tanto a la fase de producción de la norma tributaria como a la fase de aplicación
de esta, puesto que no solo debe servir de límite al titular de dicha potestad, sino
también a todos los operadores del orden tributario y a los contribuyentes.
5. El artículo 74 de la Constitución Política del Perú de 1993 establece la potestad
tributaria tanto del Gobierno Central como de los gobiernos regionales y loca
les. Así, el Poder Legislativo puede normar los impuestos (salvo los aranceles)
y las contribuciones de alcance nacional, a través de la Ley o delegarlo al Po
der Ejecutivo, el que mediante Decreto Supremo puede normar dichos tributos.
Este último, por medio de Decreto Supremo, tiene la potestad originaria para
normar los aranceles y las tasas de alcance nacional.
6. Por su parte, los gobiernos regionales y locales pueden normar las tasas y contri
buciones de alcance regional y local, respectivamente, mediante ordenanzas. Esta
potestad es originaria y solo se necesita respetar la normativa tributaria nacional,
puesto que se debe lograr la sistematización de las normas tributarias de cada
nivel de gobierno, evitando la incoherencia y el perjuicio a los contribuyentes.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
¡JP Los gobiernos locales tienen potestad tributaria dentro de su jurisdicción y de los límites
que señale la ley: STC Exp. N° 04870-2007-PA/TC (f. j. 11).
610
d e l r é g im e n t r ib u t a r io y p r e s u p u e s t a l ART. 74
BIBLIOGRAFÍA
BRAVO CUCCI, Jorge. Fundamentos de Derecho Tributario. Jurista, Lima, 2010; ESEVERRI,
Ernesto. Derecho Tributario. Parte general. 4o edición. Tirant lo Blanch, Valencia, 2011; GAMBA
VALEGA, César. “Los principios constitucionales en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional”.
En: YACOLCA ESTARES, Daniel; BRAVO CUCCI, Jorge; CAMUS GRAHAM, Dante; GAMBA
VALEGA, César y CARMELO NÚNEZ, Carlos. Derecho Tributario. Grijley, Lima, 2009; OSTER-
LING PARODI, Felipe y CASTILLO FREYRE, Mario. Compendio de Derecho de las Obligaciones.
Palestra, Lima, 2008; PLAZAS VEGA, Mauricio. Derecho de la Hacienda Pública y Derecho Tri
butario. Tomo II, Derecho Tributario, Temis, Bogotá, 2005-2006; PISTONE, Pasquale y TAVEIRA
TORRES, Heleno. Estudios de Derecho Tributario Constitucional e Internacional. Abaco de Rodolfo
Depalma, Buenos Aires, 2005; YACOLCA ESTARES, Daniel; BRAVO CUCCI, Jorge; CAMUS
GRAHAM, Dante; GAMBA VALEGA, César y CARMELO NÚÑEZ, Carlos. Derecho Tributario.
Grijley, Lima, 2009; ZAVALETA ÁLVAREZ, Michael; GARCÍA NOVOA, César; CARRASCO
PARRILA, Pedro y LANNACONE SILVA, Felipe. Estudios de Derecho Constitucional Tributario.
Fondo Editorial de la Universidad de San Martín de Porres, Lima, 2011.
611
Articulo 74 Principio de no confiscatoriedad
(...). Ningún tributo puede tener carácter confiscatorio.
r...n
C O N C O R D A N C IA S :
C.: arts. 2 inc. 16, 72
(*) Texto según modificatoria efectuada por el artículo único de la Ley N° 28390 del 17/11/2004.
(1) Suele con frecuencia no incidirse mayormente en las diferencias entre poder y potestad, desde que, con
especial énfasis a partir de la segunda mitad de este siglo, los textos constitucionales suelen contener e
imponer algunos límites expresos en materia tributaria al Estado, v. gr. BUT1T GOÑ1, Enrique. “El programa
constitucional como directiva para el legislador y como límite para el ejercicio del poder tributario”. En:
GARCÍA BELSUNCE, Horacio (coordinador). E studios d e D erecho C onstitucional Tributario. Homenaje
a Juan C arlos Luqui. Editorial Depalma, Buenos Aires, 1994, p. 73.
612
d e l r é g im e n t r ib u t a r io y p r e s u p u e s t a l ART. 74
(2) Citado por SAINZ DE BUJANDA, Femando. Lecciones d e D erecho Financiero. Universidad Complutense
de Madrid, 1991, p. 75.
(3) SAINZ DE BUJANDA, Femando. H acienda y D erecho. Tomo II. Instituto de Estudios Políticos, Madrid
1962, p. 276 y ss.
(4) Como se sabe, los impuestos municipales creados a favor de los gobiernos locales han sido establecidos
por el Decreto Legislativo N° 776, Ley de Tributación Municipal.
(5) Citado por SAINZ DE BUJANDA, Femando. L ecciones de D erecho Financiero. Ob. cit., p. 77.
613
ART. 74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
(6) La Constitución de 1979, entre los principios tributarios a los que exigía respeto en el ejercicio de la potestad
tributaria, reconocía a los principios de legalidad, uniformidad, justicia, publicidad, obligatoriedad, certeza,
economía en la recaudación, no confiscatoriedad ni privilegio personal en materia tributaria. En estricto, tal
enunciación de lo que la Carta del 79 llamaba “principios”, si por un lado confundía los principios tributarios
conforme a la caracterización que se ha esbozado, con lo que en rigor no eran sino recomendaciones técnicas
en materia de recaudación impositiva (v. gr. la economía en la recaudación, publicidad), de otro, no aludía,
en los términos generales que lo hace la Carta actual, al tema del respeto de los derechos fundamentales
(Cfr. LOZANO ALVARADO, Nelson. “Los principios tributarios en la Constitución Política”. En: Revista
Jurídica del Perú N° 2, año XLVI, Trujillo, abril-junio 1996, p. 173).
Desde luego que su no enunciación no quería decir que esta tabla de derechos no formara parte de los límites
a los que se encontraba sujeto el ejercicio de la potestad tributaria durante la vigencia de dicha Constitu
ción, pues en ella, como a su vez ahora ocurre con los principios de justicia, legalidad y uniformidad (que
no se encuentran explícitamente enunciados la Constitución), se configuraban como “principios o limites
innominados” del sistema tributario nacional. Cff. HERNÁNDEZ BERENGUEL, Luis. “La Constitución
peruana en materia tributaria y el Código Tributario peruano”. En: Cuadernos Tributarios N° 12, año 6.
Lima, 1991, p. 24 y ss.
(7) PÉREZ ROYO, femando. Derecho Financiero y Tributario. Parte general. 4“ edición. Madrid, 1994. p. 40.
614
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 74
una coletilla , con el objeto de garantizar posibles abusos en la progresividad del siste
ma tributario, ostentando un valor mas ideológico o político, que jurídico.
Así, las cosas, debe decirse que la prohibición de no confiscatoriedad de los tributos
no constituye propiamente un derecho subjetivo autónomo, pero tampoco forma parte del
contenido del derecho constitucional de propiedad, desde que su virtualidad ha de cons
tituir, fundamentalmente, en servir de medio de defensa, o límite último en materia tribu
taria con el que se va a dotar al derecho de propiedad cuando esta vaya a sufrir una exac
ción impositiva por parte del Estado00.
Tampoco constituye una “garantía institucional”00, pues con su consagración cons
titucional lo que se busca preservar no es la no confiscatoriedad de los tributos en cuan
to tal, sino un ámbito de libertad patrimonial de las personas (derecho de propiedad), así
como diversas garantías institucionales que anida la Constitución económica, como en
efecto sucede con la institución de la propiedad, el pluralismo económico, la economía
social de mercado, etc.
615
ART. 74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
En tanto que medio de defensa, o lo que es lo mismo, límite irreductible al que el le
gislador tributario se encuentra sujeto en el ejercicio de la potestad tributaria, el princi
pio de no confiscatoricdad de los tributos como lo ha puesto de relieve Jorge Danés, ha de
cumplir una doble función. Por un lado, en una dimensión subjetiva, constituirá un me
canismo de defensa del derecho de propiedad, “previniendo que una ley tributaria pueda
afectar gravemente la esfera patrimonial de los particulares"03*; y de otro, en su dimen
sión objetiva, constituirá un mecanismo que permita defender los denominados “princi
pios estructurales’’ de la Constitución económica, y de manera muy particular, el pluralis
mo económico, que a tenor de lo dispuesto por el artículo 60 de nuestra Chartae Magna,
entre otros, se sustenta en la coexistencia de diversas formas de propiedad.
No obstante lo anterior, sin embargo, no se puede desconocer que el principio de no
confiscatoricdad de los tributos, además de garantizar el respeto del contenido esencial
del derecho de propiedad en materia impositiva, se encuentra directamente conectado con
el principio de igualdad (explícitamente enunciado por el mismo artículo 74 de nuestra
Constitución), o lo que es lo mismo, con el principio de capacidad contributiva04*, que no
es sino la concretización de la igualdad jurídica en materia tributaria05*.
Como ha sostenido el mismo Sainz de Bujanda, dicho principio de capacidad econó
mica o contributiva exige que el reparto de los tributos se realice tratando igual a los igua
les, y desigual a quienes son desiguales06*, de tal forma que la imposición de las cargas
tributarias recaiga, en principio, allí donde exista riqueza que pueda ser susceptible de ser
gravada (y no donde no la haya); y, en segundo lugar, que tal gravamen recaiga en fun
ción de la capacidad personal y/o patrimonial de cada individuo, esto es, que “la determi
nación de la cuantía la deuda tributaria individual”07*, se realice de manera proporcional
a las fuentes de riqueza que sirven de presupuesto a la ligación tributaria.
Pero es que, además, no puede perderse de vista que la interdicción constitucional de
la confiscatoriedad de los tributos no era únicamente en el ámbito del respeto al derecho
de propiedad o de la defensa de determinadas garantías institucionales, es de encontrarse
ligado con el principio capacidad contributiva, como ha quedado dicho.
Dado que su consagración constitucional se realiza como un límite al ejercicio de la
potestad tributaria, potestad que como se ha sostenido, es una competencia jurídica (y como
tal limitada), su configuración en nuestro ordenamiento jurídico ha de ser, propiamente, el
de una garantía del mismo sistema tributario estatal en su conjunto.134567
(13) DANOS ORDOÑEZ, Jorge. “El régimen tributario en la Constitución. Estudio preliminar” En: Themis
N° 29, 2a época, Lima 1994, p. 139.
(14) SAINZ DE BUJANDA, Femando. Lecciones de Derecho Financiero. Ob. cit., p. 106.
(15) Una tesis parcialmente distinta es la de LEJEUNE VALCÁRCEL, Ernesto. “Aproximación al principio
constitucional de igualdad tributaria”. En: AA. W . Seis estudios sobre Derecho Constitucional e interna
cional Tributario. Editoriales de Derecho Reunidas, Madrid, 1980, pp. 142-143, para quien tal aseveración
solo se constriñe al caso de los impuestos, pero no se extiende a otros tributos; constituyendo, por tanto,
el principio de capacidad contributiva parte del contenido del principio de igualdad.
(16) SAINZ DE BUJANDA, Femando. Lecciones de Derecho Financiero. Ob. cit., p. 106 y ss.
(17) Ibidem, p. 110.
616
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 74
617
ART. 74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
(22) Cfr. GARCÍA BELAÚNDE, Horacio. Garantías constitucionales. Ediciones Depalma, Buenos Aires,
1984, pp. 141 y ss.
(23) STC Exp. N° 00053-2004-AI/TC, f. j. VI11.D.2.
618
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 74
JU RISPRUDENCIA RELACIONADA1
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ART.74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
BIBLIOGRAFÍA
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para el ejercicio del poder tributario”. En: GARCÍA BELSUNCE, Horacio (coordinador). Estudios de
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1994; DANOS ORDOÑEZ, Jorge. “El régimen tributario en la Constitución. Estudio preliminar”. En:
Themis N° 2 9 ,2a época, Lima 1994; HERNANDEZ BERENGUEL, Luis. “La Constitución peruana
en materia tributaria y el Código Tributario peruano”. En: Cuadernos Tributarios N° 12, año 6, Lima,
1991; GARCÍA BELAUNDE, Horacio. Garantías constitucionales. Ediciones Depalma, Buenos
Aires, 1984; LEJEUNE VALCÁRCEL, Ernesto “Aproximación al principio constitucional de igual
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En: AA.VV. La Constitución de 1993. Análisis y comentarios. CAJ, Lima, 1994.
620
Artículo 74 Normas que no pueden contener materia
tributaria
(...)
Las leyes de presupuesto y los decretos de urgencia no pueden
contener normas sobre materia tributaria. Las leyes relativas
a tributos de periodicidad anual rigen a partir del primero de
enero del año siguiente a su promulgación.
No surten efecto las normas tributarias dictadas en violación
de lo que establece el presente artículo.(V
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 77, 78, 103, 109, 118 ines. 19), 20), C.P.Ct.: art. 80; C.T.: normas IV, V, X,
art. 29; D. Leg. 757: art. 14
I. Introducción
Sobre el tema que es materia de este comentario existe, sin duda, abundante doctri
na extranjera, así como enjundiosos estudios a nivel de doctrina nacional, circunstancia
que nos obliga a no quedamos en comentarios superficiales. Nuestro análisis es efectua
do, por ello, sobre la base de los principios e instituciones que constituyen el fundamento
de la disposición tratada, en la procura de ir más allá de la letra del texto constitucional.
Si bien es cierto que nuestra tarea podría verse facilitada por todo lo ya publicado a la
fecha y también por el derecho aplicado en la jurisprudencia, no deja de resultar difícil el
compromiso asumido, puesto que no en vano el poder tributario y los principios constitu
cionales tributarios (reserva de ley, igualdad, no confiscatoriedad y respeto a los derechos
fundamentales), constituyen temas de actuales investigaciones.
Asimismo, viene al caso precisar que la encomienda que nos ha tocado desarrollar,
está constituida por las disposiciones normativas contenidas en los dos últimos párra
fos del artículo 74 de la Constitución. Estas normas se encuentran referidas a la com-
plementación e integración del principio de reserva de ley (en lo que concierne a la pro
hibición de regular materias tributarias por la vía de los decretos de urgencia y leyes de
presupuesto); a la ineficacia de las normas tributarias que se hubieran dictado transgre
diendo dicha prohibición; y, por último, al inicio de la vigencia de las normas tributa
rias. Todos estos tópicos son de una importancia sumamente relevante en sede de Dere
cho Tributario Constitucional.(*)
(*) Texto según modificatoria efectuada por el artículo único de la Ley N° 28390 del 17/11/2004.
621
ART. 74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Cabe precisar que la doctrina no ha sido pacífica en aceptar su validez*12*, hay quienes
están a favor y quienes están en contra; asimismo se advierte que no existe un criterio uni
forme sobre los caracteres individualizantes que esta figura debiera tener para el reconoci
miento en un ordenamiento constitucional*3*; sin embargo podemos destacar los siguientes(4):
(1) No confundir con los decretos ley emitidos por los gobiernos de facto, donde se rompe el orden constitu
cional y se disuelve el Parlamento. En estos casos el Poder Ejecutivo actúa en forma legítima amparado
en la propia Constitución del Estado.
(2) CASÁS, José Osvaldo. Derechos y garantías constitucionales del contribuyente. A partir del principio
de reserva de ley tributaria. Ad-Hoc, Buenos Aires, 2002, p. 416. Comentando el debate que originó en
la doctrina argentina esta figura, reproduce un párrafo del completo ensayo del académico Horacio García
Belsunce sobre las emergencias en la Constitución nacional: “Como muchos casos que el Derecho presenta,
este es uno de aquellos en que bien puede aplicarse ese conocido dicho de que la mitad de la biblioteca
sostiene una cosa y la otra mitad otra. En efecto, la doctrina está dividida casi sectorialmente a favor o en
contra de la validez formal de los decretos de necesidad y urgencia. Por un lado, la mayoría de los consti-
tucionalistas niega la validez. Así lo sostienen Juan A. González Calderón, Segundo V. Linares Quintana,
Germán J. Bidart Campos, Gregorio Badeni y Miguel Ángel Ekmekdjian. Los administrativistas, por el
contrario, aceptan la validez formal de tales decretos, pero supeditada a la ratificación o a la confirmación
legislativa. Así lo sustentan Rafael Bielsa, Benjamín Villegas Basavilbaso, Miguel S. Marienhoff, Manuel
M. Diez, Juan Francisco Linares, Juan Carlos Cassagne, entre otros. Entre los constitucionalistas que
aceptan la validez de estos decretos encontramos a Joaquín V. González, Jorge Reinaldo Vanossi, Néstor
P. Sagüés y Alberto B. Bianchi”.
(3) Recomendamos revisar el interesante trabajo realizado por PLANAS SILVA, Pedro. “Decreto de uigencia
y ‘medidas extraordinarias’: notas para su tipificación”. En: Ius et Veritas. N° 7, Lima, noviembre de 1993.
p. 133 a 158.
(4) Confrontar con los supuestos habilitantes para la emisión de los decretos de urgencia analizados por el
Tribunal Constitucional en la STC 0008-2003-AI/TC f. j. 60; STC 00025-2008-PIvTC f. j. 5; y la STC
00007-2009-P1/TC f. j 9; los cuales se resumen en la STC 00004-2011-P1/TC f. j 20.
622
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 74
(5) Artículo 118, numeral 19 de la Constitución de 1993.- “Corresponde al Presidente de la República dic
tar medidas extraordinarias, mediante decretos de urgencia con fuerza de ley, en materia económica y
financiera, cuando así lo requiere el interés nacional y con cargo de dar cuenta al Congreso. El Congreso
puede modificar o derogar los referidos decretos de urgencia”.
(6) Artículo 211, numeral 20 de la Constitución de 1979.- “Son atribuciones y obligaciones del Presidente de
la República administrar la Hacienda Pública; negociar los empréstitos; y dictar medidas extraordinarias
en materia económica y financiera, cuando así lo requiere el interés nacional y con cargo de dar cuenta al
Congreso”.
(7) EGUIGUREN PRAEL1, Francisco José. “La legislación delegada y los decretos de urgencia en la Cons
titución de 1993”. En: La Constitución de 1993. Comisión Andina de Juristas, Lima, 1994, p. 183.
(8) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de ¡a Constitución Política de 1993. Tomo III, Fondo Editorial de
la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1999, p. 145.
623
ART. 74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Esta protección al principio de reserva de ley al que aluden los referidos autores, re
side en limitar la acción directa del Poder Ejecutivo en crear impuestos y contribuciones
(como ya se debe haber comentado sí la tiene respecto a tasas y aranceles), incluso en ca
sos de necesidad y urgencia, toda vez que la regulación de dichos tributos se encuentra
reservada en el Poder Legislativo. Sin embargo, a nuestro parecer esta resulta exagerada
en casos de necesidad y urgencia que requieren una acción rápida y directa del ente admi
nistrador, y no por ello se transgrediría los fundamentos en los que se apoya dicho prin
cipio, que es conciliar los intereses del Estado con los del ciudadano a efectos de obtener
una exacción justa del tributo, que bien puede hacerlo el Poder Ejecutivo en situaciones
de excepción, como se le permite con sendas libertades en caso de delegación de faculta
des legislativas (decretos legislativos), dado que en gobiernos democráticos, este también
goza de la representación del pueblo, ya que es elegido por él a través del voto.
(9) PLANAS SILVA, Pedro. Ob. cit. p. 158, expresa su preferencia en cuanto a que las medidas extraordinarias
de necesidad y urgencia no versen sobre materia tributaria en resguardo del principio de legalidad.
(10) El profesor Marcial Rubio Correa manifiesta su acuerdo total, e indica que “uno de los reclamos justos
del pueblo fue que la potestad de establecer tributos no estuviera en manos del Poder Ejecutivo” (RUBIO
CORREA, Marcial. Ob. cit., p. 425).
(11) OCHOA CARDICH, César. “Constitución financiera. Bases del Derecho Constitucional Tributario”. En:
La Constitución de 1993: análisis y comentarios. Lecturas sobre Temas Constitucionales N° 10. Comisión
Andina de Juristas, Lima, 1994, p. 132. “Dentro de esta acepción cualificada del principio de “reserva de
ley resulta coherente que el artículo 74 de la Carta Fundamental haya excluido a los decretos de urgencia
como instrumentos de la potestad tributaria del Estado. Más aún, si consideramos que el conjunto del texto
fundamental de 1993 consagra un presidencialismo cuasi absolutista debe destacarse lo positivo de esta
previsión constitucional”.
624
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESl'PUESTAL ART. 74
fiscal, en circunstancias que el Congreso entre en receso o que requieran una pronta deci
sión; celeridad que como sabemos no caracteriza al Poder Legislativo.
(12) ZOLEZZI MÓLLER, Armando. "El régimen tributario en la nueva Constitución de 1993”. En: La Cons
titución de 1993: análisis y comentarios. Lecturas sobre Temas Constitucionales N° 10. Comisión Andina
de Juristas, Lima, 1994, p. 146. “No resulta fácil entender el porqué de la prohibición si se reconoce la
necesidad de hacer uso de la legislación de emergencia, precisamente en materia económica y financiera.
Si bien es verdad que durante la vigencia de la Constitución de 1979 los sucesivos gobiernos abusaron de
dicha facultad, no parece que el remedio más conveniente para enfrentar el problema sea su eliminación,
lo que va en contra de la realidad y de lo que ocurre en otros países, como es el caso de España (...). De
otro lado, es preciso señalar que en los países en los que más se ha violado el régimen constitucional en
esta materia es donde existe la facultad, como es el caso de Argentina y Uruguay”.
(13) ARÁOZ VILLENA, Alberto Luis. “El principio de legalidad en la nueva Constitución Política del Estado”.
En: Revista del Instituto Peruano de Derecho Tributario. Volumen 25, Lima, diciembre 1993, pp. 67 a
68. “Al parecer, los excesos del Poder Ejecutivo en este campo durante catorce años que rigió la anterior
Constitución, han motivado que con un exceso de cautela, el Congreso Constituyente Democrático optara
por eliminar esta Potestad Tributaria. En nuestro concepto, si bien es cierto que existieron tales exce
sos, no puede negarse que las medidas extraordinarias en materia tributaria son necesarias para regular
situaciones imprevisibles que hagan peligrar la situación fiscal del país cuando el Congreso no esté en
funcionamiento o cuando no pueda dictar las disposiciones legales correspondientes con la premura que
el caso concreto requiera. Por esa razón, tales medidas han debido mantenerse debidamente reguladas
por la propia Constitución”.
(14) HERNÁNDEZ BERENGUEL, Luis. “El poder tributario y la nueva Constitución”. En: Revista del
Instituto Peruano de Derecho Tributario. Volumen 24, Lima, junio, 1993, pp. 20 y 21. “(...) no consti
tuye un extremo deseable prohibir que el Poder Ejecutivo pueda, mediante decretos de urgencia, crear,
modificar o suprimir tributos o eximir de ellos. Nos parece que hay situaciones temporales, de extrema
necesidad, que ameritan una intervención rápida del Poder Ejecutivo -casos de guerra, calamidades
públicas, etc.- para hacerles frente usando el Poder Tributario que en principio debería ser ejercido a
través del Congreso, con medidas de vigencia temporal y cuando el Congreso esté en receso. Empero,
esta facultad tendría que ser regulada de manera que solo pueda ser ejercida en casos excepcionales y bajo
el cumplimiento de requisitos muy puntuales que impidan el abuso en su ejercicio que se pudo observar
en gobiernos anteriores”.
(15) EGUIGUREN PRAELI, Franciso José. Ob. cit., pp. 189 a 190. “La nueva Carta ha omitido también
señalar expresamente qué tópicos quedan incluidos y excluidos dentro de las materias económica y finan
ciera asignadas como ámbito de los decretos de urgencia. Tan solo se dispone la exclusión de la materia
tributaria, criterio que nos parece errado e inconveniente. En primer lugar, porque las investigaciones
realizadas demuestran que la mayoría de ‘medidas extraordinarias’ que se dictaron al amparo del inciso
20 del artículo 211 estaban referidos a la creación, modificación, suspensión o exoneración de tributos. Y
en segundo lugar, porque habiéndose establecido la fuerza de ley de los decretos de urgencia, se respeta
el principio de legalidad que es básico en materia tributaria.
Cierto es que se debían corregir los excesos cometidos en todos estos años, pero para hacerlo resultaba
conveniente mejorar la regulación que fija los requisitos, alcances y el control de los decretos de urgencia.
Excluir la materia tributaria como susceptible de regulación extraordinaria, por este mecanismo excepcional,
solo conlleva una peligrosa restricción que a la postre puede dar pie a nuevos excesos y distorsiones. Y es
que muchas veces las medidas extraordinarias a dictar mediante decretos de urgencia, requieren tener un
contenido tributario para conjurar situaciones apremiantes. No se trataba pues de prohibir su utilización
en este campo, sino de normarla y limitarla".
625
ART. 74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Danos Ordóñez06*, así como los profesores extranjeros García Mullín(,7), Rodolfo R. Spis-
so<18\ entre otros.
Finalmente solo nos queda por decir, que el Poder Legislativo debe revisar la per
tinencia de esta prohibición, y evaluar la posibilidad de regular de una mejor manera la
utilización de los decretos de urgencia, precisando su naturaleza temporal, determinando
los casos de excepción e interés nacional, e incorporando mecanismos efectivos de con
trol parlamentario.
Esta situación excepcional -pero constitucional- de disolución del Congreso, nos lle
va a soluciones excepcionales y temporales, que se apartan del ordenamiento regular que1678
(16) DANÓS ORDÓÑEZ, Jorge. “El régimen tributario en la Constitución. Estudio preliminar”. En: Themis.
N° 29,1994,pp. 132y 133. “(...) esa rotunda prohibición puede traer graves consecuencias, no solo entor
pecer el accionar del gobierno en un instrumento de política económica tan importante como el tributario,
sino porque no permitirá hacer frente con la diligencia necesaria a verdaderas situaciones de emergencia
o circunstancias imposibles de prever que requieran que el Congreso se reúna y adopte una solución.
(...) Hubiera sido mejor que los constituyentes, sin duda recelosos del uso abusivo de los Decretos de
Urgencia, los contrarrestaran con la incorporación de mecanismos efectivos de control parlamentario, lo
que sin embargo no se produjo, limitándose más bien a señalar que el Congreso los puede modificar o
derogar”.
(17) GARCÍA MULLÍN, Roque. “Hacia una redefinición del principio de reserva de ley”. En: Revista del
Instituto Peruano de Derecho Tributario. Volumen 25, Lima, diciembre, 1994, p. 18. “Cada vez son más
numerosas las Constituciones que admiten una participación decisiva del ejecutivo en el dictado de la
norma tributaria. Esa participación puede producirse según los casos, por el dictado de las normas con
fuerza de ley en situaciones de emergencia”.
(18) SPISSO, Rodolfo R. Derecho Constitucional Tributario. Depalma. Buenos Aires, 1991, pp. 214 y 216:
“En situaciones en que se configura una situación de grave perturbación económica, social o política que
representa un máximo peligro para el país, el Estado tiene la potestad y aun el deber imperioso de poner
en vigencia el derecho de excepción, o sea, un conjunto de remedios extraordinarios destinados a asegurar
la autodefensa de la comunidad y el establecimiento de la normalidad social que el sistema político de la
Constitución presupone.
(...) Si bien la doctrina de emergencia da sustento a un acaecimiento de poder, el principio esencial en materia
de división de poderes indica que el poder que acrece debe situarse siempre en las zonas de competencias
propias del órgano que lo acrecienta, y no asumir facultades inherentes a otro poder. Ello porque, como lo
señala Bidart Campos, el principio de la división de poderes no declina ante la doctrina de emergencia.
Sin menoscabo de ello, cabe considerar que en situaciones de máxima, en que esté en juego la subsistencia
misma de la Nación, de las provincias o municipalidades del régimen republicano de gobierno, el Poder Ejecu
tivo puede adoptar provisoria y excepcionalmente por decreto medidas que ordinariamente competen al Poder
Legislativo. La urgencia en dictar la norma o la ineficacia de ella de existir una previa y pública deliberación,
son circunstancias que pueden legitimar el dictado de los llamados decretos de necesidad y urgencia, por parte
del Poder Ejecutivo”.
626
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 74
De esta forma, los Decretos de Urgencia a los que se refiere el artículo 135 no pue
den ni tienen las restricciones establecidas en el artículo 74 bajo comentario, ni gozan de
la exclusividad regulatoria que propone el numeral 19 del artículo 118 de la Constitución
(materia económica y financiera), ya que estas disposiciones están enmarcadas dentro de
un régimen político y de gobierno sustentado en la división de poderes.
En ese entendido, los Decretos de Urgencia que alude el artículo 135 de nuestra Cons
titución podrán versar sobre materia tributaria siempre que sean dictados durante el perio
do que constitucionalmente el Congreso se encuentre disuelto, en la medida que exista la
necesidad y urgencia de regulación.
627
ART.74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Sin embargo, tratándose de leyes tributarias existe un supuesto adicional para la pos
tergación de su vigencia que ha previsto el artículo 74 de la Constitución de 1993, en caso
de que se trate de leyes relativas a tributos de periodicidad anual, las cuales regirán a par
tir del primero de enero del año siguiente a su promulgación.
Aunque en rigor técnico debió indicarse “a partir del primero de enero del año si
guiente a su publicación”, la finalidad de la disposición bajo comentario resulta bastante
clara, que es generar seguridad jurídica y confianza al inversionista, ya que siendo el Im
puesto a la Renta el máximo representante de los tributos de periodicidad anual, permite
durante el ejercicio fiscal que las empresas planifiquen esta carga tributaria, determinan
do sus obligaciones y beneficios.
(20) VILLEGAS, Héctor. Curso definanzas. Derecho Financieroy Tributario. 8* edición, Astrea, Buenos Aires,
2003, p. 242: “Si el hecho imponible es de ‘verificación periódica’, ello significa que tal hecho generador
es el resultante de un conjunto de actos que se desarrollan en un periodo temporal (p. ej. El impuesto a las
ganancias que grava los ingresos que se van produciendo durante el ejercicio). En este caso, se tiene por
acaecido el hecho imponible en el último instante del periodo en el cual se computan los ingresos. Si se
produce una modificación legislativa durante el curso del ejercicio, la alteración es válida y no retroactiva,
puesto que el hecho imponible no se tuvo aún por realizado”.
(21) CONGRESO DE LA REPÚBLICA. Diario de Debates del Pleno - ¡993. Tomo II, publicación oficial.
Lima, julio de 1998.
628
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 74
lectura distinta de la norma constitucional, toda vez que no aplicó disposiciones de sal-
vataje para el año 2019.
Por ello, creemos válidas y atendibles las justificaciones dadas por los autores citados,
que resumimos en razones de seguridad jurídica y técnica legislativa, que tienen sustento
en la vigencia temporal de las leyes de presupuesto, el sistema de aprobación especial que
es sometida, que limita el debate parlamentario al establecer plazos para la presentación del
proyecto de ley y su aprobación(25), y en la conservación de un sistema tributario ordenado.
(22) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., p. 426: “Si se autorizara incluir tributos allí, podría desorganizarse
el sistema tributario nacional, con medidas de conyuntura para ‘cerrar la brecha fiscal’, olvidándose de
todo esto debe ser materia de una planificación cuidadosa y no de reacciones de momento”.
(23) DANÓS ORDÓÑEZ, Jorge. Ob. cit., p. 143. Esta disposición la explica “en razón de que la aprobación de
la Ley de Presupuesto se lleva a cabo a través de un procedimiento parlamentario sometido a importantes
limitaciones para el debate, sobre todo de índole temporal. Por ello se quiere evitar que la ley de presupuesto
se convierta en un cajón de sastre, porque en materia tributaria requiere un debate parlamentario serio y
pormenorizado”.
(24) OCHOA CARDICH, César. Ob. cit., p. 138: “El principio de exclusividad presupuestaria tiene su origen
en el derecho presupuestario o de los gastos públicos (...). En cuanto a la exclusión en la Ley de Presupuesto
de normas sobre materia tributaria no hay uniformidad de criterios en la doctrina. Así, se sostiene que los
tributos tienen relación directa con los contenidos económicos del Presupuesto. De otro lado, el principio
de exclusividad presupuestaria fue adoptado en el artículo 199 de la Constitución de 1979 que estableció
que las leyes de carácter tributario que sean necesarias para procurar ingresos al Estado deben votarse
independientemente y antes de la Ley de Presupuesto”.
(25) De acuerdo a los artículos 78 y 80 de la Constitución de 1993, la autógrafa de la ley de presupuesto debe
ser remitida al Poder Legislativo hasta el 30 de noviembre, en caso contrano entra en vigencia el proyecto
de ley de presupuesto presentado al Congreso por el Ejecutivo, debiendo precisarse que el plazo para
presentar el referido proyecto de ley vence el 30 de agosto.
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ART. 74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
referida a las normas tributarias sustanciales que crean, modifican o suprimen tributos, o
se incluye a las normas adjetivas reguladas por ley y referidas a la aplicación del tributo.
Sin embargo, la Constitución de 1993 establece una excepción a la regla general co
mentada, en casos de violación de las disposiciones contenidas en el artículo 74, previendo
(26) MORENO GONZÁLEZ, Saturnina. “La Ley de Presupuestos Generales del Estado como fuente del
Derecho Tributario”. En: Análisis Tributario. N°s 200, 202 y 203. Asesoramiento y Análisis Laborales,
Lima, 2004. Si bien la autora refiere sus comentarios al artículo 134 de la Constitución Española de
1978, que contiene una prohibición material a la Ley de Presupuesto similar a aquella que recoge nuestra
Constitución, consideramos que los aportes y alcances que expone sobre los problemas interpretativos que
suscita dicho artículo, resultan válidos para nosotros.
(27) TIRADO BARRERA, José Antonio. “La sentencia declaratoria de inconstitucionalidad de normas tri
butarias y sus efectos temporales en el ordenamiento peruano”. En: Normas Legales. Tomo 324, Trujillo,
p. 44.
630
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 74
Por ello, a través, primero del artículo 40 de la derogada Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional aprobada por Ley N° 26435, y actualmente por el artículo 80 del Códi
go Procesal Constitucional aprobado por Ley N° 31307, se reguló este efecto retroacti
vo de las sentencias del Tribunal Constitucional, permitiéndosele modular sus decisio
nes y resolver respecto a las situaciones jurídicas referidas a su vigencia, evaluando el
entorno económico, jurídico y político, a fin de otorgarle efectos a futuro o retroactivos
a su sentencia.
Finalmente queremos precisar que esta facultad ha sido aplicada por nuestro Tribu
nal Constitucional, en la acción de inconstitucionalidad interpuesta por la Defensoría del
Pueblo contra diversas ordenanzas expedidas por la Municipalidad Distrital de Santiago
de Surco que aprobaban el régimen tributario y los importes de arbitrios municipales co
rrespondientes a los ejercicios 2000 a 2004, que fuera materia de pronunciamiento me
diante resolución de fecha 11 de noviembre de 2004, publicada en el diario oficial El Pe
ruano del 14 de marzo de 2005, la que para finalizar reproducimos en lo que corresponde
a los párrafos pertinentes:
“ (•••)
631
ART.74 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
76. Otro aspecto adicional, evaluado por este Tribunal, es que aun cuando se ha
ble de cobros indebidos por vicio de nulidad hen la producción de normas, nin
gún ciudadano podría desconocer que lo recaudado fue utilizado para financiar
servicios finalmente brindados. La discusión sobre el monto que correspon
de a lo debidamente pagado y el que resultó excesivo es algo que únicamente
puede ser determinado en cada caso particular; pero ello no es consistente con
una política de devolución in toto, cuando en la práctica se generaron costos de
administración.
77. La decisión de no otorgar retroactividad a los efectos de esta sentencia no impi
de que, con justa razón, se determine dejar sin efecto cualquier cobranza en trá
mite, así como impedir el inicio de cualquier procedimiento cuya finalidad sea
la de ejecutar el cobro de deudas originadas en las normas declaradas inconsti
tucionales. Con ello, se impide la aplicación de normas inconstitucionales a he
chos pasados que no hayan quedado agotados”.
J u r is p r u d e n c ia r e l a c io n a d a "
jj Los decretos de urgencia no pueden contener materia tributaria: STC Exp. N° 00047-2004-
PI/TC (f.j.27).
0 Existe una tendencia a conferirle al Poder Ejecutivo todo tipo de facultades en materia
tributaria, lo cual podría crear el camino de renuncia o abdicación a potestades esenciales
del Congreso y, además, a la afectación de derechos fundamentales del administrado: STC
Exp. N° 00004-2019-PI/TC (f.j. 11).
632
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 74
jff El requisito endógeno de la ",m ateria económ ica y financiera " de los decretos de urgencia
exige que dicha m ateria sea el contenido y no el continente de la disposición, pues en sentido
estricto pocas son las cuestiones que, en últim a instancia, no sean reconducibles hacia el
factor económ ico, quedando en todo caso proscrita, por im perativa del propio parám etro
de control constitucional, la m ateria tributaria: STC Exp. N° 00004-2011-PI/TC (f. j. 17).
BIBLIOGRAFÍA
ARÁOZ VILLENA, Alberto Luis. “El principio de legalidad en la nueva Constitución Política del
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nueva Constitución de 1993”. En: La Constitución de 1993: análisis y comentarios. Lecturas sobre
Temas Constitucionales N° 10, Comisión Andina de Juristas, Lima, 1994.
633
A rtícu lo 7 5 D e u d a p ú b lic a
El Estado solo garantiza el pago de la deuda publica contraída
por gobiernos constitucionales de acuerdo con la Constitución
v la ley.
Las operaciones de endeudamiento interno y externo del Estado
se aprueban conforme a ley.
Los municipios pueden celebrar operaciones de crédito con
cargo a sus recursos y bienes propios, sin requerir autoriza
ción legal.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 46,77,78,82,191,192 inc. 1), 194,102 inc. 5); D. Leg. 1441
I. Marco histórico-constitucional
La sentencia del Tribunal Constitucional, recaída en el Exp. N° 004-2002-AI/TC,
de fecha 29 de enero de 2004, desarrolla de manera interesante el marco histórico-cons
titucional de la deuda pública y el deber estatal de cumplir con su pago.
Esta sentencia señala que, desde su independencia, el Perú previó que debía honrar
se la deuda pública. Así lo establecía el artículo 19 de las Bases de la Constitución Perua
na, del 17 de diciembre de 1822, el cual dispuso que: “La Constitución reconoce la deu
da del Estado, y el Congreso establecerá los medios convenientes para su pago, al paso
que vaya liquidándose”.
Del mismo modo, las Constituciones de 1828 (art. 48, inc. 10), 1834 (art. 51, inc. 10),
1839 (art. 55, inc. 22), 1860 (art. 59, inc. 7), 1867 (art. 59, inc. 8), 1920 (art. 83, inc. 7) y
1933 (art. 123, inc. 8), declararon que era atribución del Congreso reconocer la deuda na
cional, y fijar los medios para consolidarla y amortizarla.
Por su parte, la Constitución de 1979 en su artículo 141 dispuso que: “El Estado solo
garantiza el pago de la deuda pública que contraen los gobiernos constitucionales, de
acuerdo con la Constitución y la ley”. Dicho precepto está repetido en el artículo 75 de la
Constitución de 1993.
634
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 75
Señala también “que resulta imperativo e inexcusable que se abra un registro de tal
deuda, en el que conste el origen, la preferencia legal para la amortización y el pago, así
como todos los otros datos que permitan conocer con claridad las obligaciones asumidas
por el Tesoro Público”.
La norma que nos ocupa establece en primer término que el Estado garantiza úni
camente la deuda que haya sido contraída por gobiernos constitucionales, conforme a la
Constitución y a la ley. De acuerdo con el profesor Marcial Rubio Correa, esta norma tie
ne un gran valor formal pero de difícil aplicación en la práctica. Al respecto sostiene que:
(1) EKMEKDJIÁN, Miguel Angel. Tratado de Derecho Constitucional. Tomo IV, Depalma, Buenos Aires,
20<)1. p. 462.
635
ART.75 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
“(Se trata de) una provisión constitucional cumplida muy escasamente porque, en gene
ral, las deudas contraídas por gobiernos de facto son asumidas por los siguientes gobier
nos constitucionales ya que significan compromisos reales con países extranjeros o con
organismos ya que no se pueden desconocer abiertamente, aunque ellos hayan actuado
impropiamente facilitándolos”'2*.
(2) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. Tomo III, Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1999, p. 430.
(3) En la STC Exp. N° 010-2002-AI/TC del 3 de enero de 2003, el Tribunal Constitucional abordó el tema de
la vigencia de las normas emanadas de un gobierno de facto. Al respecto señaló lo siguiente: “La doctrina
establece que durante el periodo que sigue a la desaparición de un gobierno de facto, la vigencia de los
Decretos Ley se procesa de conformidad con la teoría de la caducidad, la teoría de la revisión o la teoría
de la continuidad. La teoría de la caducidad -que plantea que una vez restaurado el Estado de Derecho,
dichas normas dejan ipso facto de tener vigencia- no ha tenido aceptación en nuestro país; al extremo de
haber sido utilizada una sola vez, a través de la Ley de 20 de diciembre de 1895, que declaró inexistentes
los actos gubernativos y las leyes aprobadas durante el periodo 1894-1895.
En cambio, la teoría de la continuidad utilizada en amplios momentos de nuestra historia y la teoría de la
revisión son las que han permitido afrontar el delicado problema de la vigencia de los Decretos Ley.
Según la teoría de la continuidad, los Decretos Ley perviven o mantienen su vigencia -surtiendo todos los
efectos legales- no obstante producirse la restauración del Estado de Derecho. Estos solo perderán vigencia
en caso de que el Congreso posterior a un gobierno de facto dicte leyes que los abroguen, modifiquen o
sustituyan, según el caso.
Esta teoría se sustenta en la necesidad de preservar uno de los fines básicos del Derecho: la seguridad jurídica.
En el caso de los Decretos Ley, dicho fin implica resguardar el desenvolvimiento de la vida cotidiana y la
de los bienes jurídicos (vida, propiedad, honor, etc.) que se encuentran amparados por ellos, sin mengua
de reconocer que este amparo haya sido establecido de manera no formal.
En efecto, durante el interregno del Estado de Derecho -como consecuencia de la imposición de un
gobierno de facto- surgen inevitablemente relaciones interpersonales reguladas por Decretos Ley. No
636
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 75
Como ya señalamos, las operaciones de endeudamiento del Estado pueden ser inter
nas o externas, según sean asumidas con un acreedor que reside en el país o en el extran
jero. El segundo párrafo del artículo 75 de la Constitución dispone que la ley deba estable
cer el procedimiento a seguir para la aprobación de estas operaciones de endeudamiento.
aceptar la continuidad de la vigencia sui géneris de estos, sería abrir un largo, oscuro e inestable “paréntesis
jurídico” que dejaría en la orfandad al cúmulo de beneficios, facultades, derechos o prerrogativas nacidos
de dicha legislación, así como también quedarían privados de exigencia las cargas públicas, deberes,
responsabilidades, penalidades, etc., que el Estado hubiese establecido en su relación con los ciudadanos.
Desde ambas perspectivas -la ciudadanía y la organización estatal-, se perpetraría un inmenso perjuicio
para la vida coexistencial y la normal marcha del cuerpo político.
Así, el desconocimiento a priori y genérico de la totalidad de los Decretos Ley, luego de restaurarse el
Estado de Derecho, generaría incertidumbre, caos, desorden, riesgo y amenaza para las relaciones entre
los ciudadanos y entre estos y el Estado.
Por su parte, la teoría de la revisión plantea que una vez restaurado el Estado de Derecho, los Decretos
Ley deben ser objeto de un examen de vigencia. Para tal efecto, el Congreso de la República se pronuncia
por el mantenimiento o no en el sistema jurídico”.
En el Perú, el Congreso Constituyente Democrático, mediante la Ley Constitucional publicada el 09/01/1993
en el diario oficial El Peruano, optó por la teoría de continuidad declarando la vigencia de las normas
expedidas luego del golpe del 5 de abril. En tal sentido, el artículo 2 de la mencionada ley dispuso que:
“Los Decretos Ley expedidos por el Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional a partir del 5 de
abril de 1992 hasta el 30 de diciembre del mismo año, mantienen plena vigencia en tanto no sean revisados,
modificados o derogados por el Congreso Constituyente Democrático”.
(4) El artículo 63 de la Constitución, segundo párrafo, permite que el Estado someta sus controversias en
materia financiera a tribunales extranjeros, cuando dispone lo siguiente: “En todo contrato del Estado y
de las personas de Derecho Público con extranjeros domiciliados consta el sometimiento de estos a las
leyes y órganos jurisdiccionales de la República y su renuncia a toda reclamación diplomática. Pueden ser
exceptuados de la jurisdicción nacional los contratos de carácter financiero" (el énfasis y subrayado son
nuestros).
637
ART. 75 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Ello significa que la Ley Anual de Endeudamiento del Sector Público correspondiente
al aflo fiscal respectivo, establece las disposiciones relativas a la aprobación de los mon
tos máximos de endeudamiento externo o interno que el Gobierno Nacional puede acor
dar o garantizar46*.
Cabe señalar que conforme a lo que disponía el artículo 36.3 de la misma Ley Mar
co de la Administración Financiera del Sector Público, “las entidades y organismo públi
cos del Sector Público están impedidos de efectuar por cuenta propia gestiones tendientes
a la consecución de operaciones de endeudamiento externo. El Ministerio de Economía
y Finanzas, a través de la Dirección Nacional de Endeudamiento Público es la única en
tidad autorizada para evaluar y negociar operaciones de endeudamiento externo”'7*. De
acuerdo con esta norma, las operaciones de endeudamiento externo solo podían ser nego
ciadas por el Ministerio de Economía y Finanzas, quedando prohibido que las demás en
tidades del Estado inicien por cuenta propia las gestiones tendientes a la concertación de
operaciones de endeudamiento externo. Esta disposición no se aplicaba a las operaciones
de endeudamiento extemo de las municipalidades, pero sí debía ser observada cuando en
dichas operaciones las municipalidades requerían aval del Estado, conforme lo dispone el
inciso 8 del artículo 196 de la Constitución.
(5) Nota del editor.- Actualmente se encuentra vigente sobre este asunto el Decreto Legislativo N° 1436,
Decreto Legislativo Marco de la Administración Financiera del Sector Público, de fecha 16/09/2018 y el
Decreto Legislativo N° 1437, Decreto Legislativo del Sistema Nacional de Endeudamiento Público, de
fecha 16/09/2018.
(6) Nota del editor.- Conforme al artículo 9, inciso 2, del Decreto Legislativo N° 1437, Decreto Legislativo del
Sistema Nacional de Endeudamiento Público, la Ley de Endeudamiento del Sector Público que se aprueba
anualmente, en el marco de lo dispuesto por el artículo 78 de la Constitución Política del Perú, establece
el monto máximo de endeudamiento que puede aprobar el Gobierno Nacional durante un año fiscal, en
función de las metas establecidas en el Marco Macroeconómico Multianual aplicable.
(7) Nota del editor.- Ver al respecto los artículos 27 y 28 del Decreto Legislativo N° 1437, Decreto Legislativo
del Sistema Nacional de Endeudamiento Público.
(8) Conforme a lo dispuesto por el artículo 69 de la Ley Orgánica de Municipalidades, Ley N° 27972, las
operaciones de crédito con cargo a los recursos y bienes propios de las municipalidades requieren de la
aprobación de la mayoría del número legal de miembros del consejo municipal correspondiente.
638
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 75
que lo haga, porque siempre los municipios necesitarán del aval del Gobierno Central si
requieren obtener recursos cuantiosos. Sus rentas son muy reducidas como para aspirar a
préstamos importantes”(,,'.
De cualquier forma esta norma posibilita que los gobiernos municipales consigan fi-
nanciamiento crediticio sin requerir la aprobación del Congreso de la República, aunque
ello ftmcione en los casos de operaciones menores.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
La Constitución no hace diferencia entre la deuda pública intema y la extema: STC Exp.
N° 00015-2005-PI/TC (f. j. 66).
Debe crearse un registro sobre la deuda pública intema, con plazos y condiciones para
su amortización y pago, dentro de las posibilidades fiscales y sin perjuicio a los servicios
básicos que cumple el Estado: STC Exp. N° 00015-2005-PI/TC (f. j. 67).
BIBLIOGRAFÍA
EKMEKDJIÁN, Miguel Ángel. Tratado de Derecho Constitucional. Tomo IV, Ediciones, Depalma,
Buenos Aires, 2001; RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. Tomo
III, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1999.
639
Artículo 76 Contrataciones y adquisiciones del Estado
Las obras y la adquisición de suministros con utilización de
fondos o recursos públicos se ejecutan obligatoriamente por
contrata y licitación pública, así como también la adquisición
o ¡a enajenación de bienes.
La contratación de servicios y proyectos cuya importancia y
cuyo monto señala la Ley de Presupuesto se hace por concurso
público. La ley establece el procedimiento, las excepciones y
las respectivas responsabilidades.
C O N C O R D A N C IA S:
C.: Arts. 75, 77 al 79, 82, 170; C.P.: Arts. 241, 384, 388; D.S. 082-2019-EF; D.S.
344-2018-EF
640
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.76
I. Antecedentes
¿Cuáles son los antecedentes de la legislación sobre contrataciones públicas en el
Perú? Si tomamos como referencia a la Colonia, entendiendo que mediante ella se ges
tó un nuevo Estado tanto en el Perú, como en otras áreas geográficas de América Latina,
tenemos que el antecedente más remoto se encuentra en la Ley de Indias, específicamen
te en el Título XXV del Libro VIII(2), luego, desde la Independencia hasta la Constitu
ción de 1979, dicha materia fue regulada en forma dispersa por normas de menor rango,
las cuales se caracterizaron por su inestabilidad, situación que a la fecha no ha cambiado.
Para obtener una respuesta válida, revisemos las disposiciones constitucionales al res
pecto. La Constitución de Cádiz de 1812, establecía en su artículo 171, en la Duodécima
facultad del Rey, que este podía “Decretar la inversión a cada uno de los ramos de la Ad
ministración Pública”; disposición con la que se incrementaba la discrecionalidad del gas
to del Titular del Poder. En el Perú, en los documentos que sirvieron de antesala a nuestro
desarrollo constitucional tenemos que el Estatuto de Huaura de febrero de 1821 no hizo
referencia al gasto, solo se mencionó en el artículo 7 que en cada departamento habría un
agente fiscal encargado de “promover la prosperidad”. Asimismo, en el artículo 2 de la
Sección Quinta del Estatuto Provisional de octubre de 1821 se estableció que los presiden
tes de los departamentos tenían como atribución “promover la prosperidad de la hacienda
del Estado, celando escrupulosamente la conducta de los empleados (...)” .
(2) Sobre la evolución de la normativa en relación con las políticas económicas puede verse: RETAMOZO
LINARES, Alberto. “De la Junta de Almoneda al Comité Especial. Historia de la contratación estatal en
el Perú”. En: Contrataciones y adquisiciones del Estado y normas de control. Jurista, Lima, 2007.
641
ART. 76 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Ya en el siglo XX, en cuanto a la forma de contratar por parte del Estado, el Oncenio
se inauguró con una nueva Constitución Política, la que siguiendo la pauta de las anteriores
no hacía referencia alguna a las contrataciones estatales, salvo la establecida en el numeral
8 del artículo 121, donde entre las atribuciones del Presidente de la República se establecía
la de “dar las ordenes necesarias para la recaudación e inversión de las rentas públicas con
arreglo a ley”. Pero en 1933 se comenzó con el ordenamiento administrativo a partir de la
esfera constitucional. Así tenemos que en los artículos 9 ,1 0 ,15¿ y 193 de la Constitución
Política de 1933(4), se establecieron disposiciones que se vinculaban a ellas y que permitieron
configurar un nuevo escenario. En este orden tenemos que el artículo 9 disponía que “[e]
(3) NIETO, Juan Crisóstomo. Colección de leyes, decretos y órdenes de la República del Perú. Tomo 8,
Imprenta de la Colección, Lima, 1852, pp. 405 y 170.
(4) “Artículo 9.- El Presupuesto General de termina anualmente las entradas y los gastos de la República. La
ley regula la preparación, aprobación y ejecución del Presupuesto General.
De cualquier cantidad cobrada o invertida contra la ley, será responsable el que ordene la cobranza o el
gasto indebido.
También lo será el ejecutor, si no prueba su inculpabilidad.
La publicación inmediata de los presupuestos y de las cuentas de entradas y de gastos de todas las
dependencias de los Poderes Públicos, es obligatoria bajo responsabilidad de los infractores”.
“Artículo 10.- Un Departamento especial, cuyo funcionario estará sujeto a la ley, controlará la ejecución
del Presupuesto General de la República y la gestión de las entidades que recauden o administren rentas
o bienes del Estado. El Jefe de este Departamento será nombrado por el Presidente de la República con
acuerdo del Consejo de Ministros. La ley señalará sus atribuciones”.
“Artículo 154.- Son atribuciones del Presidente de la República: (...)
9. Administrar la Hacienda Nacional”.
“Artículo 193.- Son atribuciones de los Concejos Departamentales además de las que señalan las leyes,
las siguientes:
1. Recaudar e invertir sus rentas; (...)”.
642
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 76
De cualquiera cantidad cobrada o invertida contra la ley, será responsable el que ordene
la cobranza o el gasto indebido.
También lo será el ejecutor, si no prueba su inculpabilidad.
La publicación inmediata de los presupuestos y de las cuentas de entradas y de gas
tos de todas las dependencias de los Poderes Públicos, es obligatoria bajo responsabilidad
de los infractores”; el artículo 10 establecía que “[u]n Departamento especial, cuyo fun
cionario estará sujeto a la ley, controlará la ejecución del Presupuesto General de la Re
pública y la gestión de las entidades que recauden o administren rentas o bienes del Es
tado. El Jefe de este Departamento será nombrado por el Presidente de la República con
acuerdo del Consejo de Ministros. La ley señalará sus atribuciones”. Con estas disposi
ciones se buscaba ordenar el gasto público, pero, además, precisar las responsabilidades
a nivel de funcionarios.
“Artículo 132-A.- La contratación con fondos públicos de obras y servicios así como
la adquisición de bienes, se efectúan por licitación pública.
La ley señala los procedimientos y excepciones”.
Propuesta respecto de la cual se presentaron dos redacciones alternativas:
“Artículo 132- A.- La contratación con fondos públicos de obras y servicios, así como
la adquisición o enajenación de bienes del Estado, se efectúan obligatoriamente por
licitación pública.
643
ART.76 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
“Artículo 132-A.- La contratación con fondos públicos de obras y servicios, así como
la adquisición o enajenación de bienes del Estado, se efectúan obligatoriamente por
Licitación Pública”.
El párrafo fue aprobado por unanimidad, después de lo cual se puso al voto el segun
do párrafo:
“Artículo 6.- Las obras y suministros que se realicen con utilización de fondos o
recursos públicos se ejecutan obligatoriamente por contrata y licitación pública, así
como también la adquisición o enajenación de bienes.
Hay concurso público para la contratación de servicios y proyectos cuya importancia
y monto señala la ley de presupuesto.
La ley establece el procedimiento, las excepciones y responsabilidades”.
En el debate quedó establecido que la Comisión había recogido en forma integral la
propuesta enviada por la Cámara Peruana de la Construcción (Capeco). “Es exactamen
te igual (...) mantiene el segundo y el tercer párrafos y modifica el primero. La Constitu
ción vigente dice: ‘La contratación con fondos públicos de obras y suministros (...)'; y el
que propone Capeco dice: ‘Las obras y suministros que utilicen fondos públicos
644
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 76
El profesor Núñez Borja se pregunta: ¿Cuáles son las razones que exige este proce
dimiento? Son muchas y de diversa índole, porque se evitan colisiones de contratantes si
los agentes lo requieren y, además, porque los funcionarios que intervienen quedan al mar
gen de suspicacia. Según Greca, la licitación procede con la finalidad de establecer un ri
guroso control en la disposición de los bienes del Estado.
Cito seguidamente a Alberto Ruiz Eldredge y Enrique Chirinos Soto, que dicen: De
recho administrativo, ‘se entiende, generalmente, que la licitación y el concurso en ope
raciones de compraventa, que el Estado efectúa para los servicios de contrata, represen
tan el mejor método de salvaguardar el interés fiscal’.
Eso, lo que está en el último párrafo, indicaría que la Cámara Peruana de la Cons
trucción propone que se mantengan en el nuevo texto los conceptos expuestos en el artí
culo 143, en el que se introduce, generalizando, la ejecución de obras públicas y suminis
tros mediante contratos.
645
ART.76 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
(5) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. Tomo III, Fondo Editorial de
la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1999, p. 433.
(6) BERNALES BALLESTEROS, Enrique; con la colaboración de OTÁROLA PEÑARANDA, Alberto.
La Constitución de 1993.1CS, Lima, 1997, p. 393.
(7) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., p. 432.
646
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.76
Por lo tanto, estamos ante una disposición de tipo garantista, que articula procedimiento
y principios orientadores de las contrataciones públicas, los mismos que se desenvuelven
(8) La relación de normas que han regulado las contrataciones públicas en el Perú se encuentra en: RETAMOZO
LINARES, Alberto. “De la Junta de Almoneda al Comité Especial. Historia de la contratación estatal en
el Perú”. En: Contrataciones y adquisiciones del Estado y normas de control. Jurista, Lima, 2011.
(9) STC Exp. N° 020-2003-AI/TC.
(10) Ibídem, f. j. 12.
647
ART.76 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Son estas pautas las que debe asumir cualquier ley que regule las contrataciones pú
blicas, las que ya no están a voluntad del gobernante, ni del legislador, sino que respon
den, modernamente, a una concepción constitucional. Esto es lo que diferencia a la legis
lación de los últimos 30 años de las que estuvo vigente desde la Ley de Indias, hasta antes
de la promulgación de las constituciones de 1979 y 1993. Quizás la similitud con el pasa
do aún sea la inestabilidad normativa, pero ese es otro tema.
JU R IS P R U D E N C IA R E L A C IO N A D A
La Constitución busca el mayor grado de eficiencia en las adquisiciones del Estado para
evitar la corrupción y malversación de fondos públicos: STC Exp. N° 00020-2003-PI/TC
(f.j. 12).
Para resguardar los recursos públicos es necesario un rígido sistema de control y fiscali
zación a nivel de la entidad adquirente y en la Contraloría General de la República: STC
Exp. N° 00020-2003-PI/TC (f. j . 15).
Los procesos de contratación que ofrece el Estado, deben manejarse con sujeción a los
principios de interés general, transparencia y buena fe, y en función a ello deben estable
cerse restricciones para todos aquellos que puedan participar en los mismos, las cuales
deben tener una base elementalmente razonable y no ser enunciadas de modo abierto o
indeterminado: STC Exp. N° 07798-2013-PA/TC (f.j. 32).
Deben regir las contrataciones con el Estado los principios de la libre concurrencia (al
limitar el libre acceso y participación de proveedores en los procesos de contratación
estatales) y el principio de competencia (pues los procesos de contratación deben incluir
disposiciones que permitan establecer condiciones de competencia efectiva y obtener la
propuesta más ventajosa para satisfacer el interés público que subyace a la contratación,12
648
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.76
jp Los procesos de contratación del Estado se rigen por una serie de principios que la propia
legislación contempla, entre los cuales cabe resaltar la libertad de concurrencia, igualdad
de trato, transparencia, competencia, integridad, entre otros, los cuales informan a todo el
procedimiento de contrataciones del Estado: STC Exp. N° 03150-2017-PA/TC (f. j. 20).
BIBLIO G RA FÍA
649
A rtícu lo 7 7 P r e su p u e sto d e l S e c to r P ú b lic o
La administración económica y financiera del Estado se rige
por el presupuesto que anualmente aprueba el Congreso. La
estructura del presupuesto del Sector Público contiene dos
secciones: Gobierno Central e instancias descentralizadas.
El presupuesto asigna equitativamente los recursos públicos,
su programación y ejecución responden a los criterios de efi
ciencia de necesidades sociales básicas y de descentralización.
Corresponden a las respectivas circunscripciones, conforme a
ley, recibir una participación adecuada del total de los ingre
sos y rentas obtenidos por el Estado en la explotación de los
recursos naturales en cada zona en calidad de canon(v.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 74, 78 al 80, 82,94,101 inc. 4), 102 inc. 4), 162,172,188,193 ines. 5) y 6),
196 inc. 7); C.T.: art V; TUO Rgmto.Congreso: arte. 72,76,81 inc. c); D. Leg. 1440;
P.I.D.C.P.: art 1.2; P.I.D.E.S.C.: arts. 1.2 y 25
I. Introducción
Uno de los principales temas del tradicional Derecho Público que enlaza al Derecho
Constitucional, Derecho Administrativo y Derecho Financiero es el Presupuesto del Sec
tor Público. “El presupuesto constituye una expresión fundamental de la institucionalidad
democrática, por ser el medio a través del cual el sistema político representativo autoriza
al Poder Ejecutivo a aplicar los recursos provenientes de la facultad legal que le ha otor
gado para recaudar tributos y demás ingresos del Estado”(1), por lo que cumple tres obje
tivos básicos de política económica, cuales son la asignación de bienes públicos a los ciu
dadanos, la redistribución de los ingresos y el logro del crecimiento y la estabilidad. En
buena cuenta, “el presupuesto representa las «intenciones» del gobierno en cuanto a polí
ticas de ingresos y gastos esperados para el año fiscal correspondiente”^ .
(*) Texto según modificatoria efectuada por el artículo único de la Ley N° 26472 del 13/06/1995.
(1) El presupuesto de defensa en América Latina: la importancia de la transparencia y herramientas para el
monitoreo independiente (Resdal), p. 55. vide: <https://www.resdal.org/assets/libro-guia-presu.pdf>
(2) ídem.
650
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 77
del Estado; segundo, su estructura, que abarca al Gobierno central y las instancias descen
tralizadas; tercero, sus principios rectores, cuales son la asignación equitativa de los recur
sos públicos, la eficiencia, la satisfacción de las necesidades sociales básicas y la descen
tralización; y, cuarto, la participación en la explotación de los recursos naturales a través
del canon. Seguidamente nos avocaremos a esas cuatro cuestiones y, además, sentaremos
algunas ideas respecto a los nuevos rumbos del Presupuesto del Sector Público.
La doctrina contemporánea aboga por la naturaleza tripartita del Presupuesto del Sec
tor Público, puesto que se concibe, a la vez, como una institución política, una institu
ción económica y una institución jurídica. Si bien las tres facetas reseñadas se presentan
vinculadas, resulta menester avocamos con especial interés a esta última que muestra al
Presupuesto como una institución jurídica por las particulares consecuencias que ocasio
na en el escenario legal.
Aquí es importante trasladamos en el tiempo hacia los orígenes del Presupuesto, re
montándonos al año 1215 cuando Juan Sin Tierra suscribe la Carta Magna, la misma que,
siguiendo a Héctor Villegas, supone el triunfo de los barones sobre el monarca inglés, ya
que en ella se dispone, por un lado, que ningún tributo podía establecerse sin el consenti
miento del Consejo del Reino(4) y, por otro, que los gastos proyectados por el Poder Ejecu
tivo debían someterse a la aprobación del Parlamento británico. Más de ocho décadas des
pués, en 1297 y según lo recuerda Víctor García Toma, el Estatuto del Tallagio determina
que la imposición de tributos por el Rey requería del consentimiento del Congreso, obli
gándose a partir de 1344 a la Corona inglesa a que utilice los recursos del Estado solamen
te para aquello que hubiese sido debidamente autorizado por la Cámara de los Comunes(5).
(3) ZARATE, Walter. El presupuesto y el gasto público en Paraguay: aportes para un mejor entendimiento
2000 - 2009. p. 7. vide: <http://www.cadep.org.py/uploads/2011/02/Presupuesto_y_Gasto_Publico.pdf>.
(4) VILLEGAS, Héctor. Curso definanzas. Derecho Financiero y Tributario. 81edición, Astrea, Buenos Aires,
2002, p . 125.
(5) GARCÍA TOMA, Víctor. Análisis sistemático de la Constitución peruana de 1993. Fondo Editorial de la
Universidad de Lima, Lima, 1998, p. 156 y 157.
651
ART.77 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
De lo anterior puede apreciarse que la prístina finalidad del Presupuesto del Sector
Público fue (y sigue siendo) ordenar la administración económica y financiera del Estado,
lo cual atañe a dos cuestiones: por un lado, los ingresos y, por otro, los egresos. Ese orden
antes aludido se logra cuando la creación de los tributos (ingresos) y la realización de los
gastos (egresos) se condicionan a la aprobación parlamentaria; ello, atendiendo al princi
pio de separación de poderes, significa que un órgano aprueba lo que otro órgano ejecuta
o, dicho de otro modo, que quien ejecuta no es el mismo que aprueba. La importancia de
regular la administración tanto económica como financiera del Estado se aprecia cuando
este es definido, dentro de la concepción moderna, como una gran empresa que solo será
viable en el mercado si es que planifica adecuadamente su actividad dentro de un periodo
determinado, a efectos de que sus ingresos cubran sus egresos y así se evite déficit o exce
sivo superávit; lo anterior será posible alcanzar a partir del Presupuesto del Sector Público.
(6) Comentando la situación venezolana de la década de 1990, Hugo Contreras sostiene que: “El principal
problema de la economía venezolana no es el déficit fiscal sino la forma cómo se financia. Un déficit in
flacionario es el que se financia con créditos. Si el mismo se financia con impuestos, la situación cambia”.
CONTRERAS, Hugo. “El presupuesto nacional y la política económica”. En: Economía. Instituto de
Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad de Los Andes, Caracas, 1992, p. 24.
(7) GARCÍA BELAUNDE SALDÍAS, Domingo. El Derecho Presupuestario en el Perú. Luis Alfredo Edi
ciones, Lima, 1998, p. 157 a 176. Vide: <http://www.garciabelaunde.com/Biblioteca/El_derecho_presu-
pucstari o_en_el_Peru.pdf>.
652
DEL REGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.77
ello es materia más bien del artículo 78 de la misma Constitución Política del Perú pero
sí nos avocaremos a dos cuestiones tan importantes como controvertidas: los alcances de
la aprobación y la anualidad.
Los alcances de la aprobación del Presupuesto del Sector Público deben ser aprecia
dos a partir de la legislación comparada que, indistintamente, acoge dos teorías, las cuales
podrían calificarse como radical y mesurada. De acuerdo a la primera, el Poder Legislati
vo acepta o rechaza en bloque el Presupuesto del Sector Público, sin posibilidad alguna de
modificarlo; y, atendiendo a la segunda, es factible modificar la propuesta planteada por
el Poder Ejecutivo. Podrá parecer extrema la primera teoría pero creemos que se justifica
cuando menos por dos razones específicas: por un lado, según el artículo 79 de la Cons
titución Política del Perú, los legisladores carecen de iniciativa para crear o aumentar los
gastos públicos; y, por otro, la modificación del proyecto de ley del Presupuesto del Sec
tor Público ocasiona como efecto práctico el rompimiento del equilibrio que debe impe
rar entre las cuentas matrices de los ingresos y los egresos. Razones como las expuestas
propician que cierto sector doctrinal califique a la segunda teoría como técnicamente im
posible y hasta inconstitucional*8*.
En cuanto a la anualidad esta supone que el período regido por el Presupuesto del
Sector Público es de un año, es decir, doce meses consecutivos, lo que no necesariamente
significa, como advierte Héctor Villegas, “que deba coincidir con el año calendario”(9); no
obstante el Decreto Legislativo del Sistema Nacional de Presupuesto Público, DL N°1440
publicado en el diario oficial El Peruano con fecha 16 de septiembre del 2018 , regula en
su artículo 2 inciso 11 el principio de anualidad presupuestaria, el cual consiste en que el
Presupuesto del Sector Público tiene vigencia anual y coincide con el año calendario, el
que, para efectos del dispositivo, se denomina Año Fiscal al periodo durante el cual se afec
tan los ingresos que se recaudan y/o perciben dentro de ese mismo año, cualquiera sea la
fecha en la que se haya generado. Asimismo, se realizan las gestiones orientadas a la eje
cución del gasto con cargo a los respectivos créditos presupuestarios.. Esta característica
temporal se condice con nuestra tradición legislativa porque, por ejemplo, el artículo 86
de la Constitución Política del Estado de 1920 sostenía que “el Congreso votará todos los
años el Presupuesto General de la República que deba regir en el próximo año” y el artí
culo 138 de la Constitución Política del Perú de 1979 estipulaba, a semejanza del artícu
lo 77 subexamine, que “la administración económica y financiera del Gobierno Central se
rige por el presupuesto que anualmente aprueba el Congreso”.
653
ART.77 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
como cuestión regular dentro de la técnica presupuestaria, bien sea a nivel gubernamen
tal o a nivel empresarial, lo que a su vez se enmarca dentro de una política con visión de
futuro. Ejemplo de ello lo encontramos, a nivel de la legislación extranjera, en el artícu
lo 75, inciso 8 de la Constitución de la Nación Argentina: “Corresponde al Congreso: fi
jar anualmente.,. el presupuesto general de gastos y cálculo de recursos de la Administra
ción nacional, en base al programa general de gobierno y al plan de inversiones públicas
y aprobar o desechar la cuenta de inversión”*10; lo mismo sucede con el artículo 346 de la
Constitución Política de Colombia cuando prescribe en su primer párrafo: “El Gobierno
formulará anualmente el Presupuesto de Rentas y Ley de Apropiaciones que deberá co
rresponder al Plan Nacional de Desarrollo y lo presentará al Congreso, dentro de los pri
meros diez días de cada legislatura”02’.
El texto aludido y que está contenido al finalizar el primer párrafo del artículo 77, ma
teria del presente comentario, concuerda con otras normas constitucionales como el artí
culo 43, según el cual el gobierno es descentralizado, además del propio artículo 77 que
en su segundo párrafo se refiere a la asignación equitativa de los recursos públicos y, más
propiamente, al criterio de descentralización, concluyendo con una referencia al canon.
654
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.77
aprueba (inciso c). Posteriormente y siguiendo con el Decreto Legislativo del Sistema Na
cional de Presupuesto Público, éste se pronuncia en su artículo 19 respecto a la estructu
ra de los ingresos públicos distinguiendo entre la clasificación económica y la clasifica
ción por fuentes de financiamiento. Por su parte, en el artículo 21 se regula la estructura
de los gastos públicos, subsumiendo las clasificaciones institucional, funcional programá
tica, económica y geográfica.
Cabe aludir las constantes críticas que se formulan en tomo a la distribución del Pre
supuesto del Sector Público; a modo de ejemplo, para la Asociación de Municipalidades
del Perú (AMPE), “se mantiene esa estructura de “lo ancho del embudo” para el gobierno
nacional y lo angosto para las instancias descentralizadas. La estructura de distribución
del Presupuesto Público prácticamente no está variando nada, tanto en los últimos cinco
años como en el Proyecto de Ley para el año 2012, se mantiene el manejo directo del alto
porcentaje (70 por ciento en promedio) en manos del Gobierno nacional, mientras que el
resto (30 por ciento) se distribuyen entre los 27 gobiernos regionales y las 1 836 munici
palidades provinciales y distritales de todo el país”(13). No cabe duda de que una tarea pen
diente es conseguir la real descentralización del país y, parte de dicha descentralización,
supone la transferencia de recursos que están en manos del Gobierno central a los gobier
nos regionales y los gobiernos locales; ciertamente ello se viene haciendo pero, a la luz
de los últimos acontecimientos de protesta social, parece ser aún insuficiente, siendo me
nester precisar que no basta la simple transferencia sino que es conveniente educar para
la adecuada administración de esos nuevos recursos económicos que conlleve a una polí
tica eficiente del gasto público.
El mapa del Perú muestra claramente diversas desigualdades económicas que, en teo
ría, deberían subsanarse con la redistribución de los ingresos que, como objetivo de po
lítica económica, persigue el Presupuesto del Sector Público, según habíamos anotado al
inicio de este comentario. Sin embargo, la realidad se toma distinta: “La histórica inequi
dad en la asignación del gasto presupuestal entre los departamentos se mantiene. En los
casos de Apurímac y Amazonas, regiones con altos niveles de pobreza monetaria, su pre
supuesto per cápita ha disminuido en el 2012. Asimismo, las distorsiones generadas por
el canon hacen que departamentos como Moquegua y Tacna vean incrementado su presu
puesto per cápita, a pesar de tener menores niveles de pobreza monetaria. Finalmente, de
partamentos como lea, con un bajo nivel de pobreza y reducidas transferencias de canon,
cuentan en el 2012 con un aumento de su presupuesto per cápita”(14).
(13) “Agenda Muni Descentralista 2013”. En: Portal de la Asociación de Municipalidades del Perú, p.l 1 Vide:
<https://www2.congreso.gob.pe/sicr/comisiones/2013/com2013desreggoblocmodgesest.nsf//pubweb/0C
E8641365DDEE6B05257BEA0077CFAA/$FILE/AMPE.PDF> (formato PPT). En efecto, el Gobierno
nacional ha acaparado el 69.2 por ciento (en el 2007), 68.3 por ciento (en el 2008), 65.5 por ciento (en el
2009), 72.2 por ciento (en el 2010), 70.8 por ciento (en el 2011) y 68.1 por ciento (en el 2012).
(14) Análisis general del gasto del presupuesto del Sector Público 2012. Lima, Grupo Propuesta Ciudadana,
2011, p. 26.
655
ART. 77 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Pretendiendo superar esta crítica situación, en los últimos años se han creado los fon
dos especiales, aunque su existencia pareciera ser un cuestionamiento a la capacidad re
distributiva del Presupuesto del Sector Público. Roxana Barrantes sostiene que: “En teo
ría, los fondos especiales están destinados a financiar la provisión de bienes públicos. Sin
embargo, su especificidad y la fuente de sus recursos pueden restringir el universo de be
neficiarios. Bajo esta dinámica, los últimos modelos de la Teoría de la Elección Pública se
ñalan que un impuesto dirigido brinda credibilidad a un compromiso político. Asimismo,
el modelo de búsqueda de renta explica el surgimiento de fondos especiales en la medida
en que estos permiten atender, de manera directa, los intereses de los votantes o de grupos
interés específicos”05*. Es la coyuntura la que ha propiciado la aparición de los fondos es
peciales (como el Fondo de Compensación y Desarrollo Social - Foncodes) que debieran
ser una excepción a la regla general del Presupuesto del Sector Público, pero cuya proli
feración obliga a preguntarse si continúa siendo una excepción.
(15) BARRANTES, Roxana. “Los fondos especiales o de cómo el presupuesto público va perdiendo capacidad
redistributiva”. En: Economía y Sociedad. Instituto de Estudios Peruanos, N° 64, Lima, julio de 2007,
p. 61.
(16) CHICOMA, José Luis. “El presupuesto público”. En: Materiales del curso Administración y Finanzas
Públicas. Programa de Gobemabilidad y Gerencia Política de la Pontificia Universidad Católica del Perú,
Lima, 2005 (formato PPT, diapositivas 8 a 14).
(17) Cfr. RODRÍGUEZ TOBO, Pedro. Presupuesto público. Programa de Administración Pública Territorial.
Escuela Superior de Administración Pública, Bogotá, noviembre de 2008, p. 30; entiéndase homeostasis
como autorregulación. Para referencias a la jurisprudencia colombiana de la materia cfr. Competencias
económicas. Avance Jurídico Casa Editorial y PNUD/1DEA Internacional, s/f, Colección Manuales Le
gislativos, N° 6: Síntesis Jurisprudenciales, Parte B, p. 47 ss.
656
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 77
Parafraseando a Marcial Rubio Correa diremos que la asignación equitativa de los re
cursos públicos procura distribuirlos de manera equilibrada entre las diferentes entidades
estatales, lo cual se extiende tanto al gasto corriente como al gasto de inversión(l8)19. So
bre esto último hay veces que se polemiza al sostenerse que el Estado debe prevalecer los
gastos de inversión a los gastos corrientes; sin embargo, para Eduardo O ’Brien “esta afir
mación es correcta pero no tiene validez absoluta sino se ha realizado un examen a pro
fundidad de la naturaleza del gasto público en un país [porque] los gastos corrientes no
contienen solamente gasto burocrático de tipo administrativo, que por su naturaleza es im
productivo, sino también es el gasto que sostiene los principales servicios sociales a cargo
del Estado,,(,9). En palabras de Pedro Rodríguez Tobo, “el Estado y los gobiernos tienen
dentro de su función primordial el propiciar la redistribución del ingreso y la lucha contra
la pobreza, donde el presupuesto público juega un papel fundamental especialmente en el
destino de los recursos que se den en la asignación del gasto”(20).
Asimismo, la eficiencia implica “lograr más con menos”(21), esto es, maximizar los
recursos con que cuenta el Estado para obtener de ellos el mejor provecho posible; aquí
entran a tallar las cinco categorías presupuestarias del nivel funcional programático alu
didas en líneas anteriores: función, programa, subprograma, actividad y proyecto. La sa
tisfacción de las necesidades sociales básicas se vincula a la propia definición de Estado,
pero ello no debe entenderse como la obligación que este tendría de distribuir los recur
sos públicos para el consumo de la población sino como la promoción de las condicio
nes de empleo y de creación de riqueza(22). Así, la descentralización aboga por evitar el
centralismo geográfico en ciertas ciudades y/o el centralismo burocrático en determina
das instituciones estatales.
V. El canon
La parte final del artículo 77 subexamine ha sufrido una modificación en su conte
nido. En efecto, la redacción original señalaba: “Corresponde a las respectivas circuns
cripciones, conforme a ley, recibir una participación adecuada del Impuesto a la Renta
percibido por la explotación de los recursos naturales en cada zona, en calidad de ca
non”. Posteriormente, mediante la anteriormente referida Ley N° 26472 se reemplazó
el citado texto con el siguiente tenor: “Corresponden a las respectivas circunscripcio
nes, conforme a ley, recibir una participación adecuada del total de los ingresos y ren
tas obtenidos por el Estado en la explotación de los recursos naturales de cada zona en
(18) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. Tomo III, Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1999, p. 440.
(19) O’BRIEN, Eduardo. “Presupuesto Público 2011 (2a parte)”. En: Red participa Perú. Noviembre de 2010
U<3fe:<http://www.propuestaciudadana.org.pe/foro2015/threads/xiv-foro-documento-base-2da-parte.35/>.
(20) RODRÍGUEZ TOBO, Pedro. Ob. cit., p. 16.
(21) “(...) la mejora de la calidad del gasto es un imperativo para todos los pliegos nacionales y regionales encaigados
de ejecutar el gasto público”. Cfr. BACA, Epifanio y MUÑOZ, Alejandra. “Crisis financiera, presupuesto
público y gasto social”. En: Revista de Educación y Cultura. N° 70, Lima, s/e, diciembre de 2008, p. 9.
(22) Cfr. RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., p. 441.
657
ART.77 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
calidad de canon”. De esta manera se amplia la base sobre la cual se calcula la partici
pación, en tanto ya no es solamente el Impuesto a la Renta sino el total de los ingresos
y las rentas obtenidos por el Estado, siendo a todas luces una medida pro población be
neficiaría del canon.
De acuerdo al artículo 1 de la Ley del Canon, aprobada mediante Ley N° 27506 y pu
blicada en el diario oficial El Peruano con fecha 10 de julio de 2001: “El canon es la par
ticipación efectiva y adecuada de la que gozan los gobiernos regionales y locales del total
de los ingresos y rentas obtenidos por el Estado por la explotación económica de los re
cursos naturales”, de ahí que se regule en la propia norma citada el canon minero, el ca
non petrolero, el canon gasífero, el canon hidroenergético, el canon pesquero y el canon
forestal. Ciertamente, a nivel gramatical, apreciamos que la definición terminológica no
coincide plenamente con la noción legal porque, de acuerdo al Diccionario de la Lengua
Española, la décima acepción de canon es “percepción pecuniaria convenida o estatuida
para cada unidad métrica que se extraiga de un yacimiento o que sea objeto de otra opera
ción mercantil o industrial, como embarque, lavado, calcinación, etc.”(23).
Lo destacable del canon es que, como acota Alberto Otárola Peñaranda, permite redis
tribuir los ingresos fiscales y favorecer a la población de los territorios en los que se ubi
can los yacimientos naturales(24); podemos observar la razón comprensible en que se fun
damenta tal derecho aunque -claro está- ello no siempre es entendible, especialmente por
aquellas circunscripciones que carecen de valiosos recursos naturales o que distan osten
siblemente de circunscripciones aledañas. A modo de ejemplo tenemos que, “del total de
recursos del canon minero de un departamento [igualmente aplicable a las otras modali
dades de canon], el 25 por ciento es asignado al gobierno regional (incluyendo la transfe
rencia a las universidades), mientras que los gobiernos locales, municipalidades provin
ciales y distritales, tienen una participación del 75 por ciento(25).
(23) Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española, 2001, vigésimo segunda edición, Madrid,
2001, <https://dle.rae.es/canon> (voz “canon”).
(24) OTÁROLA PEÑARANDA, Alberto. La Constitución explicada. Osbac, Lima, 1997, p. 140.
(25) Presupuesto público, Constitución y distribución del canon minero. Grupo Propuesta Ciudadana, Lima,
2011, p. 11.
(26) Cfr. “Convertir a comunidades en socios de proyectos mineros ayudará a mitigar conflictos” (entrevista a
Julio Cotler). En: Diario oficial El Peruano. Lima, 13 de noviembre de 2011, p. 12.
(27) Cfr. MCMAHON, Gary y FÉLIX, Remy. Grandes minas y la comunidad. Efectos socioeconómicos y
ambientales en Latinoamérica, Canadá y España. Alfaomega y Banco Mundial, Madrid, 2003, p. 36*
(28) Cfr. “Minería: Resultados del sector”. En: Banco Mundial. Abril de 2013, <https://www.bancomundial.
org/es/results/2013/04/14/mining-results-profile>.
658
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.77
Para Juan Francisco Álvarez Illanes, el Presupuesto por Resultados “es un instrumento
de planificación y de gestión económico-financiero asociado a la obtención de resultados,
que integra la programación, formulación, aprobación, ejecución y evaluación del presu
puesto en una visión del logro de resultados de la inversión realizada a través de progra
mas estratégicos”(32). Dicho criterio reposa en una cuestión simple pero que fue obviada
durante mucho tiempo: vincular el Presupuesto del Sector Público (lo que se prevé) con
los resultados (lo que se pretende conseguir), es decir, el punto de partida con el punto de
llegada, de modo que no tiene sentido el Presupuesto per se si es que no se le vincula a
las metas que se buscan. Esto último supone que tampoco se trata simplemente de un Pre
supuesto por Resultados sino de un Presupuesto Orientado por Resultados, cuya explica
ción reservamos para líneas posteriores.
(29) Cfr. Modelo abierto de gestión para resultados en el Sector Público. Banco Interamericano de Desarrollo,
Washington, 2007; y SHICK, Alien. El futuro de la presupuestación para resultados. Documento de
Trabajo preparado para la IV Reunión del Diálogo Regional de Políticas del Banco Interamericano de
Desarrollo, México, 2008. Para un análisis metodológico de su implementación en el Perú cfr. MEDIA
NERO BURGA, David. “Marco conceptual del proceso de planeamiento estratégico en el Sector Público”.
Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, Lima, s/f, vide: <https://repositorioacademico.upc.edu.pe/
bitstream/handle/10757/334411/124-424-l-PB.pdf?sequence=l&isAllowed=y>.
(30) Cfr. RICSE, Carlos. “Presupuesto por resultados en el Perú: Plan de Implementación. Mayo de 2007”,
vide:<https://cutt.ly/0nvRAJ6> (formato PPT).
(31) Cfr. CÓRDOVA, Francisco. “El presupuesto por resultados: un instrumento innovativo de gestión pública”.
Piura, febrero de 2017 v/ífe.<https://es.slideshare.net/mirovelasco/presupuestoporresuItados-f-cordova>.
(32) ÁLVAREZ ILLANES, Juan Francisco. "Presupuesto por resultados. Una nueva experiencia en el Perú”
En: Revista Actualidad Gubernamental. Instituto Pacífico, Lima, octubre de 2008, N 1, p. III.
659
ART. 77 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
El cambio principal que busca el Presupuesto por Resultados es, criterio del Minis
terio de Economía y Finanzas, “mejorar la calidad del gasto a través del fortalecimiento
de la relación entre el presupuesto y los resultados, mediante el uso sistemático de la in
formación de desempeño y las prioridades de política, guardando siempre la consistencia
con el marco macro fiscal y los topes agregados definidos en el Marco Macroeconómi-
co MultianuaP"*, En suma, significa mejorar la priorización de la asignación presupues-
tal, lo cual a su vez exige un programa presupuestario estratégico, es decir, como parte de
una estrategia vinculada a políticas de Estado o, cuando menos, a políticas de Gobierno;
el establecimiento y seguimiento de los indicadores, esto último a través de evaluacio
nes periódicas e independientes del desempeño; los incentivos a la gestión, que realmen
te propicien el logro de objetivos específicos en plazos determinados, bajo la premisa de
conseguir más por menos; la transparencia y el monitoreo ciudadano mediante la parti
cipación y fiscalización organizada de la población33(34); y la generación de capacidades de
valor agregado, tanto en los funcionarios públicos como en los servidores públicos de los
distintos niveles de gobierno.
Cabe referir que para Nelson Shack en el Perú no cabe hablar de Presupuesto por Re
sultados sino más bien de Presupuesto Orientado a Resultados, el cual ha sido definido por
él como el “conjunto de metodologías, procesos de trabajo e instrumentos que permiten
incorporar de manera sistemática, explícita y transparente la información sobre desempe
ño pasado, presente y futuro (pasado, por lo menos en el año fiscal anterior; presente, en
lo que va del ejercicio fiscal corriente y con una previsión al cierre del mismo; y previsto
para un futuro inmediato, en el año fiscal para el cual se está formulando el proyecto de
presupuesto) en cada uno de los procesos de toma de decisiones en cada nivel de las orga
nizaciones públicas durante cada fase del proceso presupuestario”(35)36.La razón de la crí
tica de dicho autor reposa en que “en estricto rigor, el presupuesto no se elabora, aprueba
ni ejecuta por resultados,,(36) sino orientado a resultados.
(33) “Lincamientos para la programación y formulación del Presupuesto del Sector Público 2012”. Lima, marzo
de 2011, vide: <https://www.mef.gob.pe/contenidos/presu_publ/capacita/marzo2011/Lineamientos_Genera-
les_diftision.pdf > (formato PPT).
(34) Cfr. Ciudadanos al Día. “Datos sobre el Presupuesto Público 2012 y la participación de la ciudadanía en
la gestión del presupuesto”. En: Revista Gestión Pública y Desarrollo. Gestión Pública, Lima, noviembre
de 2011, p. El aE2.
(35) SHACK, Nelson. Qué, para qué y cómo en el presupuesto orientado a resultados. Transparencia y Fondo
Ítalo-Peruano, Lima, junio de 2008, p. 15.
(36) Ibídem, p. 7.
(37) SHACK, Nelson. “Presupuestar en Perú”. En: Taller de Expertos Presupuestar en América Latina. Santiago
de Chile, ILPES/CEPAL/GTZ, diciembre de 2007 (formato PPT, diapositiva 11).
660
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 77
Presupuesto Participativo basado en Resultados, el mismo que se define como “el proce
so donde se ponen de acuerdo las autoridades y los representantes de las organizaciones
de la población, para precisar juntas qué resultados se quieren obtener, en qué y cómo se
invertirán los recursos del gobierno local o regional, de tal manera que aporten al desarro
llo de la localidad y hagan posible que la gente viva en mejores condiciones [por lo que]
el rol de liderazgo del presidente del gobierno regional y de los alcaldes es clave en este
proceso”*38'. Asistimos, pues, a los nuevos rumbos que hoy en día viene emprendiendo el
Presupuesto del Sector Público.
VIL Corolario
El artículo 339 numeral II del texto constitucional boliviano indica que los ingresos
del Estado se invertirán conforme con el Plan General de Desarrollo Económico y Social
del país, el Presupuesto General del Estado y con la Ley. Y es que tanto la administración
económica como la administración financiera del Estado deben enmarcarse dentro de la
política gubernamental del país, dictada por el Gobierno, con visión de futuro y en la cual
se aprecien las líneas matrices de desarrollo nacional. Precisamente así lo ha entendido Ar
gentina y en una reforma constitucional modificó el artículo 75, inciso 8, añadiendo que
la fijación del presupuesto será sobre la base del Programa General de Gobierno y al Plan
de Inversiones Públicas. Comentando esta iniciativa reformista, Roberto Dromi y Eduardo
Menem afirman que esa incorporación manifiesta una seriedad institucional, convirtien
do al Presupuesto en un auténtico instrumento de gobierno y de control38(39). Esto también
debemos procurar con nuestro Presupuesto del Sector Público, a efectos de que respon
da realmente a las necesidades del Estado, atendiendo a los ingresos con que cuenta y a la
maximización de los recursos públicos, sin que ello signifique agravar la presión tributaria
(38) Guía del Presupuesto Participativo basado en Resultados. Lima, Proyecto USAID/Perú Pro Descentraliza
ción, enero de 2011, p. 11. Para mayor información cfr. Gestión Presupuestal y Presupuesto Participativo
en un contexto de crisis: amenazas y desafíos para las regiones. Grupo Propuesta Ciudadana, Lima, mayo
de 2009, Separata del XII Ciclo de Formación, 28 ps.; y SCI ARA, Ángel José. “Presupuesto público y
coparticipación federal (una mirada desde el país del interior)”. En: El Plan Fénix en vísperas del Segundo
Centenario. Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, agosto de 2005, p. 1.
(39) DROMI, Roberto y MENEM, Eduardo. La Constitución reformada. Ciudad Argentina, Buenos Aires,
1994, p. 228.
661
ART.77 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
J U R I S P R U D E N C I A RELA CIO N A D A
La Ley de Presupuesto se caracteriza, entre otras razones, por ser un acto de previsión y
de autorización para ejecutar el gasto público: STC Exp. N° 00012-2014-PI/TC (f. j. 9).
La previsión de los ingresos del Estado y la habilitación de los gastos deben estar den
tro de un solo texto normativo de carácter anual, que expresamente delimite la política
económico-financiera del Estado: STC Exps. N°s 00003-2013-PI/TC, 00004-2013-PI/TC
y 00023-2013-PI/TC (acumulados) (f. j. 17).
Dada la periodicidad anual de la Ley de Presupuesto, toda disposición legal cuya vigencia
supere, expresa o implícitamente, el periodo anual respectivo o que establezca una vigen
cia ilimitada en el tiempo es incompatible con el artículo 77 de la Constitución: STC Exps.
N°s 00003-2013-PI/TC, 00004-2013-PI/TC y 00023-2013-PI/TC (acumulados) (f. j. 29).
662
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.77
BIBLIOGRAFÍA
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663
Artículo 78 Trámite de aprobación del presupuesto
El Presidente de la República envía al Congreso el proyecto
de Ley de Presupuesto dentro de un plazo que vence el 30 de
agosto de cada año.
En la misma fecha, envía también los proyectos de ley de en
deudamiento y de equilibrio financiero.
El proyecto presupuestal debe estar efectivamente equilibrado.
Los préstamos procedentes del Banco Central de Reserva o
del Banco de la Nación no se contabilizan como ingreso fiscal.
No pueden cubrirse con empréstitos los gastos de carácter
permanente.
No puede aprobarse el presupuesto sin partida destinada al
servicio de la deuda pública.
C O N C O R D A N C IA S:
C.: arts. 74, 75, 77, 82, 84, 85, 101 inc. 4), 102 incs. 4) y 5), 118 incs. 17), 18); 162,
172; TUO Rgmto. Congreso: arts. 72,73, 76 inc. Ib; D. Leg. 1440; P.LD.C.P.: art.
1.1; P.I.D.E.S.C.: art. 1.1
I. Introducción
En el año 1993, el debate del artículo bajo comentario, previsto inicialmente en va
rios artículos en el seno del Congreso Constituyente Democrático (CCD), tuvo singular
discusión por los constituyentes. En realidad, lo fue en todo lo referido el capítulo tribu
tario, presupuestal y de control.
Entre los aspectos que suscitó la mayor atención en la discusión fue sobre si el pla
zo para que el Poder Ejecutivo presente el proyecto de ley de presupuesto debiera ser a fi
nes del mes de agosto, como lo contemplaba la entonces vigente Constitución de 1979, o
si, por el contrario, debía extenderse hasta la quincena de setiembre. La justificación de
la propuesta consistía en que una fecha más cercana al fin del ejercicio presupuestal per
mitiría hacer una mejor formulación del presupuesto, teniendo en cuenta que su elabora
ción se inicie en junio del año anterior, y un desfase de un año entre la previsión y la eje
cución presupuestal puede generar distorsiones muy grandes(1).
664
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 78
renglón seguido, también se sumó al debate la precisión referida a que los préstamos pro
cedentes del Banco Central de Reserva o del Banco de la Nación no se contabilizan como
ingreso fiscal. Para algunos podía resultar siendo una tautología o redundancia.
También hubo preocupaciones sobre que no pueden cubrirse con préstamos los gas
tos de carácter permanente; o, mejor dicho, de acuerdo a la redacción original, los gastos
corrientes permanentes. La preocupación estaba referida a que por aquellos años, a ini
cios de los noventa, sí se utilizaba la deuda para gasto social y para pagar deuda, lo que
para algunos podía ser considerado como gasto corriente.
Dicho de otro modo, la hacienda pública encuentra su objeto de estudio en las finan
zas públicas, las cuales se entienden como el conjunto de actividades, principios y técni
cas que utiliza el Estado para allegarse de recursos y distribuirlos con el fin de satisfacer
necesidades sociales y procurar el bien público®.
(2) RICO, F., VILLANUEVA, A. y RICO, F. Hacienda pública: instrumento para el desarrollo económico y
social. Barranquilla: Ediciones Universidad Simón Bolívar. 2009.
(3) ASTUDILLO, M. y FONSECA, F. Finanzas públicas para todos. Una introducción en la Hacienda pública
mexicana. Ciudad de México: Trillas. 2017.
(4) RESTREPO, J. La hacienda pública. 7ma edición. Universidad Externado de Colombia. 2015.
665
ART. 78 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Para Camilo Restrepo el presupuesto es una institución que adquiere su actual fiso
nomía jurídica a finales del siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX, cuando se consolida el
constitucionalismo contemporáneo en tomo al predominio de los parlamentos sobre las
coronas, simultáneamente con el ocaso de las monarquías absolutas y el despertar de las
democracias modernas que hoy nos son familiares a todos(6).
(5) LICCLARDO, C. La función del presupuesto en el Estado moderno. Salta: Departamento de Ciencias
Económicas, Jurídicas y Social de la Universidad de Salta. 1980.
(6) RESTREPO, J. La hacienda pública. T edición. Universidad Externado de Colombia. 2015.
666
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.78
que acababa de asumir el trono, había decidido reestructurar su ejército con la finalidad
de estar preparado para afianzar la unificación alemana. Para ello, bajo la conducción del
primer ministro Bismarck. Para tal efecto, Bismarck presentó al Parlamento un proyec
to de presupuesto para financiar dicha reestructuración. Sin embargo, dicho presupuesto
fue rechazado por el Parlamento de mayorías opuestas a la corona y a su canciller (Bis
marck), cada año que fue presentado, durante cuatro años. ¿Qué hizo Bismarck? Ejecutó
el presupuesto que presentaba al Parlamento a través de decisiones ejecutivas, ya que el
reino no podía quedarse sin ejecutar el gasto ni recaudar impuestos (en la leyes de presu
puesto también se aprobaban los tributos a recaudar en el año). Lo mismo ocurrió con el
rearme y reestructuración del presupuesto.
En otras palabras, Bismarck ejecutó gasto sin que estuviera formalmente aprobado por
el Parlamento prusiano. ¿Por qué es relevante este pasaje de la historia? Restrepo comenta
que destacados tratadistas de Derecho Público alemanes dedicaron extensos estudios sobre
la naturaleza jurídica del presupuesto. Así, explica que a raíz de las circunstancias políti
cas de Prusia, surgieron dos corrientes. Por un lado, la que concibe al presupuesto como
una ley cualquiera, que tiene contenidos normativos y mandatos abstractos e impersonales
para sus destinatarios, entonces era evidente que el poder del Parlamento era absoluto. Te
nía capacidad para bloquear al Ejecutivo simplemente no aprobándole los presupuestos(7).
Por otro lado, la corriente que sostenía que el presupuesto era en esencia una actua
ción administrativa de previsión de ingresos y de planificación de gastos, a la cual el Par
lamento apenas le otorgaba una autorización de carácter político(8). En esa línea, el Ejecu
tivo ostentaba de plena libertad para la ejecución a pesar de no tener la aprobación política
(materializada en la aprobación del Parlamento).
Bajo esas interpretaciones, se hacía una distinción entre una ley en sentido formal y una
ley en sentido material. En efecto, los que sostenían que se trata de una ley en sentido for
mal, simplemente se trataba de un acto político sin contenido material. Mientras que para
los que sostenían que se trata de una ley en sentido material, implicaba establecer disposi
ciones concretas y vinculantes, de lo que carecía un presupuesto que era fundamentalmen
te numérico, que buscaba simplemente una autorización de tipo político, pero no jurídico.
En esta línea, se encuentra Laband cuando afirmó que la ley de presupuesto no constitu
ye una ley en el sentido material porque no contiene ninguna regla jurídica, ninguna orden,
ninguna prohibición; solamente contiene cifras de importancia muy diversa y que no tienen
conexión entre sí más que por el hecho de referirse a la gestión financiera del Imperio(9).
(7) ídem.
(8) ídem.
(9) LABAND, P. El Derecho Presupuestario. Traducido porZAMIT FERRER, José. Madrid-España. Editorial
Tecnos, 2012.
667
ART.78 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Por ello, a diferencia de las concepciones clásicas como la recogida por el entonces
reino de Prusia, seguida por la doctrina francesa e italiana, en la hacienda pública moder
na, de acuerdo a la mayoría de textos constitucionales de países latinoamericanos, las le
yes de presupuesto son leyes como cualquier otra ley ordinaria, diferenciándose solo por
que estas siguen un procedimiento especial, previamente reglado por la Constitución y
desarrollado por las normas que conforman el bloque de constitucionalidad, de las que
nos ocuparemos más adelante. En ese sentido, se trata de normas que tienen que ser apro
badas por el Congreso.
(10) RODRÍGUEZ B., Alvaro. El presupuesto del Estado. Editorial Tecnos. 1970.
(11) ídem.
668
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 78
Ello ocurre porque Locke incluye el llamado poder federativo, que implica el mane
jo de la política exterior, entre los poderes del Estado, pero este no puede separarse ma
terialmente del Poder Ejecutivo, razón por la cual ambos coexisten en la misma persona,
en este caso, el monarca. Asimismo, excluye el Poder Judicial. Finalmente, y como vere
mos más adelante, crea la institución denominada prerrogativa, a través de la cual el po
der ejecutivo podría inclusive vulnerar la ley(l2).
Dicho principio, entonces, busca evitar la concentración del poder en una o pocas ma
nos, distribuyendo las funciones principales: legislativo, ejecutivo y judicial. No obstan
te, en el constitucionalismo moderno ya no se hace referencia a “diferentes poderes” sino
a diferentes funciones emanadas del poder, ya que este es uno solo e indivisible, emana
do de un mismo origen, que es el pueblo.
En ese contexto -continúa la corte constitucional colombiana-, aun cuando “las tareas
indispensables para la consecución de los fines del Estado se atribuyen a órganos autóno
mos e independientes”, el principio de separación de poderes resulta morigerado “por las
exigencias constitucionales de colaboración armónica entre los órganos a cuyo cargo está
el ejercicio de las distintas funciones” y también por la participación de unos órganos “en
el ámbito competencial de los otros, bien sea como complemento” necesario o contingen
te, como ocurre en el caso de la iniciativa gubernamental en materia legislativa, o “como
una excepción a la regla general de distribución funcional”04).
(12) GUZMÁN NAPURÍ, C. La Constitución. Un análisis funcional. Gaceta Jurídica, Lima, 2015.
(13) Sentencia C-373/2016, f.j. 41 y 42.
(14) Sentencia C-373/2016, f.j. 91.
669
ART.78 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
que regirá la actividad financiera del país en cada aflo fiscal. No obstante, para lograr di
cho propósito establece ftinciones compartidas, a través del ejercicio sucesivo de estas.
Por ello, las normas mencionadas en el párrafo anterior forman parte del denomina
do bloque de constitucionalidad, en tanto desarrollan detalladamente las competencias,
procedimientos y deberes funcionales del Poder Ejecutivo como Legislativo, con la fina
lidad de alcanzar un objetivo común, a través de un proceso democrático de diálogo fun
damentalmente técnico, respecto de las líneas matrices para mantener la estabilidad fiscal
670
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.78
a) Programación,
b) Formulación; y,
c) Aprobación
Una vez estimada la parte numérica de ingresos, recién es posible dimensionar el gas
to, basado en las prioridades de política (plasmados en los planes respectivos) y en la efi
cacia y calidad de los servicios públicos.
La fase de formulación, por su parte, inicia una vez que se comunicó a las entidades
cuál es el límite máximo que corresponde a sus presupuestos. En esta fase, la interacción
entre las entidades del sector público y el Ministerio de Economía y Finanzas se intensifi
ca. Cada entidad formula su presupuesto basado en las prioridades de política nacional y
en las institucionales, y debe incluir en primer término los gastos de carácter permanente,
obligaciones legales, los bienes y servicios requeridos para cumplir sus objetivos, el man
tenimiento de la infraestructura, así como el gasto de capital.
Como se puede observar, todo este proceso, además de ser largo, intenso y comple
jo (por la diversidad de actores que intervienen), representa una labor técnica, con un al
tísimo nivel de especialización que recae en los funcionarios del Ministerio de Econo
mía y Finanzas.
671
ART. 78 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
de 1993, que desde los orígenes del Parlamento, este siempre ha tenido el mayor poder,
tanto para poner los tributos como para asignar y aprobar los gastos; y que, por tanto, el
Parlamento debe decidir en última instancia las prioridades del gasto público, sin negar la
unidad de gestión económica en manos del Poder Ejecutivo0 5). Incluso, solicitaba que se
señale expresamente en la Constitución esa lectura; sin embargo, no tuvo éxito en esa tarea.
En tanto representantes del pueblo, pueden válidamente considerar que deba asignar
se un mayor presupuesto a determinada zona de la república, y en determinada función
(salud, educación, seguridad, transporte, entre otras).
Pease agrega que la razón de ser del diseño constitucional del mecanismo de aproba
ción presupuestal es un diseño de concertación entre Ejecutivo y Legislativo. Por eso las
normas del bloque de constitucionalidad como lo es el reglamento del Congreso, estable
cen paso a paso cuál es el procedimiento a seguir para sustentar, debatir y aprobar la ley
anual de presupuesto, conjuntamente con las leyes de equilibrio presupuestario.
Así, el literal c) del artículo 81 del Reglamento del Congreso precisa las siguientes
fases al interior del Parlamento:
(15) Diario de Debates. Congreso Constituyente Democrático. 1993, Tomo II, p. 951.
672
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 78
c) Debate en el Pleno
673
ART.78 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Como se puede observar, la Ley Anual del Presupuesto General de la República res
ponde a una dinámica especial, distinta a la de cualquier proyecto de ley, que permite pre
cisamente materializar los principios de colaboración entre entidades, así como el de se
paración de poderes, en el marco de un proceso democrático.
674
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTA!. ART. 78
texto original se estableció hasta el 15 de diciembre), quedándole 90 días para que el Con
greso pueda seguir el procedimiento previsto en las normas señaludas precedentemente
hasta lograr su aprobación y remisión de la autógrafa de ley ul presidente de la Repúbli
ca para su promulgación.
Dicho esto, surge la interrogante sobre si ¿la facultad del Congreso es meramente for
mal? O si, por el contrario, ¿implica actos sustanciales pero limitados en contenido? En
nuestra opinión, el contenido esencial de la aprobación del Congreso permite un espacio
para modificar prioridades de gasto propuestas por el Poder Ejecutivo, pero esto no su
pone en modo alguno que pueda incrementar el gasto. El engranaje presupuestal impli
ca, por un lado, que el Ejecutivo plantee un presupuesto equilibrado hasta el 30 de agos
to de cada año, esto quiere decir que los gastos proyectados deben estar respaldados con
el financiamiento previsto en función de los ingresos estimados e incluidos en el proyecto
de ley, lo que le deja un margen de acción al Congreso para priorizar alguna materia que
considere que necesite mayor financiamiento, sea por razones de coyuntura o por cual
quier otra naturaleza, con la limitación de hacerlo considerando como tope máximo den
tro del mismo límite de gasto fija.
El primero de los principios está asociado con la prohibición de menoscabar las com
petencias constitucionalmente asignadas a un determinado órgano constitucional, y, el se
gundo, está asociado a mantener la estabilidad fiscal y un manejo prudente y responsable
de las finanzas públicas.
Ambos principios dan contenido a la atribución exclusiva del Poder Ejecutivo para
presentar el proyecto de Ley Anual de Presupuesto, a través del cual se fija el tamaño del
presupuesto (en función de los ingresos proyectados) y se plantea una forma de distribu
ción de los créditos presupuestarios entre todas las entidades públicas.
(16) RODRÍGUEZ B., Alvaro. Gasto público, estado social y estabilidad presupuestaria. Conferencia, 2014.
675
ART. 78 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
676
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.78
La política fiscal, por su parte, consiste en el uso de las herramientas fiscales como el
gasto público, impuestos y financiamiento para influenciar en la economía. Se determi
na siguiendo los principios de Sostenibilidad Fiscal y Responsabilidad Fiscal, en cumpli
mento de las reglas fiscales, y con una visión multianual, a fin de contribuir con la estabi
lidad macroeconómica y una administración adecuada de los recursos públicos, a través
de la Administración Financiera del Sector Público.
677
ART. 78 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
de los fines de! Estado que la Constitución propugna. ¿Qué quiere decir? Que no es posi
ble cumplir con los fines previstos en la Constitución si es que no existe estabilidad fiscal.
En efecto, para cumplir con los fines previstos en la Constitución y las leyes, se re
quiere de financiamiento; y para que se generen los recursos para financiar se necesita ser
un país estable fiscalmente, que permita atraer inversión privada, para la creación de pues
tos de trabajo y la extracción de rentas suficientes que permitan luego su redistribución.
Por ello, coincidimos con Rodríguez, cuando señala que el Estado es corresponsable
de la situación económica. Solo la estabilidad y buen funcionamiento de la economía pro
porcionan los necesarios presupuestos para el cumplimiento de las tareas sociales. Exis
te un límite en la capacidad financiera del Estado a las demandas de prestaciones sociales
que el Estado social de Derecho reconoce, sujetas constitucionalmente a lo financiera
mente posible dentro del mandato constitucional de equilibrio de las cuentas públicas y
la estabilidad presupuestaria a que responden los límites al déficit estructural y al endeu
damiento del Estado.
Es por eso que los límites de la capacidad financiera del Estado tienen relevancia
constitucional y forma parte del contenido esencial intrínsecamente referido al principio
de equilibrio presupuestario(l7).
De este modo, las buenas prácticas internacionales muestran que para un buen ma
nejo de las finanzas públicas los marcos fiscales deben tener los siguientes elementos:
Ahora bien, para lograr un presupuesto equilibrado no basta con realizar una proyec
ción de ingresos y egresos. Implica que se fijen una serie de reglas orientadas a fortalecer
la institucionalidad, reduciendo la dependencia de los titulares de tumo. Máxime si se tra
ta de un país como el Perú que es rico en recursos naturales y que, producto de la explo
tación de los mismos, se obtienen ingresos fiscales volátiles, lo que hace necesario anali
zar alternativas de financiamiento para hacerlas sostenibles.
(17) RODRÍGUEZ B., Alvaro. Gasto público, estado social y estabilidad presupuestaria. Conferencia, 2014.
678
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 78
Los ingresos no tributarios -señala Restrepo- suelen tener su origen en aquella face
ta de la actividad estatal que se identifica con la gestión patrimonial del Estado (utilidades
de las empresas públicas), o en la contraprestación que el Estado recibe por el suministro
de bienes y servicios que se prestan en concurrencia con el sector privado (son los llama
dos precios públicos), o en todo caso, cuando el Estado despliega su actividad en un pla
no comercial (contratos de crédito público). Por su parte, los ingresos tributarios tienen
su origen en el poder de imperio del Estado que nace de la ley.
Generalmente, a los ingresos fiscales se les conoce como ingresos tributarios y que
ingresan al fisco para sostener el gasto público. Con lo cual, si seguimos el razonamien
to seguido por Restrepo, tanto en la clasificación de ingresos de tributario o no tributario,
como en la de ordinario o extraordinario, caemos en que los ingresos ordinarios son tri
butarios y que los extraordinarios son no tributarios. Eso significa que los préstamos por
naturaleza no pueden calificar como ingresos fiscales.S i
Si eso es así, ¿por qué el constituyente decidió precisar o enfatizar que los préstamos
provenientes del Banco Central o del Banco de la Nación no se consideran ingresos fisca
les. Pareciera una redundancia. Así lo sostenía el constituyente Moreyra Loredo. Sin em
bargo, el constituyente Chirinos Soto defendió la inclusión de dicha disposición bajo el
argumento siguiente:
679
ART. 78 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
“El punto es que el dinero que adelante el Banco Central o que preste el Banco
de la Nación, si tiene recursos para prestar, puede ser contabilizado como ingre
so fiscal para el efecto de declarar que el presupuesto está equilibrado. Hemos
querido salir al paso, enérgicamente, a esa corruptela, enérgicamente, en la me
dida de lo posible”.
El constituyente Moreyra insiste en señalar:
“El préstamo no puede ser un ingreso. Que el gobierno del señor Alan García hi
ciese leyes sin ninguna lógica, no quiere decir que algo que era incorrecto deje
de serlo”.
Ante lo cual, Chirinos Soto afirma:
“Decimos que los préstamos del Banco de la Nación y del Banco Central no de
ben contabilizarse como ingresos. Yo no digo que per se y metafisicamente el
préstamo sea ingreso. Lo que digo, con los textos de la Ley de Presupuesto en
la mano, entre 1980 y 1990, es que los préstamos del Banco Central y del Ban
co de la Nación se contabilizaban como ingresos. Y es a esa corruptela a la que
necesitamos combatir y salir al paso con una disposición, que puede ofender un
sentido exquisito de la lógica, pero que es indispensable en nuestras costumbres
políticas y, particularmente, en nuestras costumbres presupuéstales”.
Queda claro de las intervenciones de los constituyentes mencionadas que, aunque téc
nicamente no sea correcto afirmar que un préstamo, sea del Banco Central o del Banco de
la Nación, al Tesoro Público no constituye ingreso fiscal, dado que en la Constitución de
1979 existía una disposición similar, el Poder Ejecutivo -sostenía Chirinos Soto- cubría
los déficits que tenía con los préstamos de alguno de estos bancos.
680
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 78
681
ART.78 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Es importante recordar que entre el año 1985 y el año 1990 el Perú dejó de pagar la
deuda externa, había expropiado empresas privadas y a personas naturales sin haber paga
do el justiprecio, existían más de doscientas empresas públicas(19), la inflación estaba por
encima del orden de siete mil por ciento, entre otros indicadores que hacían ver al Perú
como un mal pagador.
Por ello, hacía sentido incluir una disposición como esta, con la finalidad de asegu
rar a los acreedores que anualmente siempre existirá una partida presupuestal orientada
al pago del servicio de deuda, a fin de tranquilizar y mostrar que el Perú es diferente al
de décadas pasadas.
VII. Conclusiones
1. La administración de la hacienda pública está orientada a generar los ingresos
públicos necesarios que permitan al Poder Ejecutivo financiar las acciones orien
tadas a cumplir su mandato constitucional de dirigir y gestionar los servicios pú
blicos, así como atender el gasto social y de inversión necesaria para promover
el empleo y generar desarrollo para el país, hasta ser un Estado moderno.
2. El presupuesto público constituye el instrumento de gestión más importante del
Estado, ya que permite el logro de resultados a favor de la población, a través
de la prestación de servicios y logro de metas de coberturas con eficacia y efi
ciencia por parte de las entidades públicas.
3. La Constitución política vigente establece un procedimiento de aprobación de la
Ley de Presupuesto que reposa en los principios de colaboración entre entida
des y de separación de poderes; por lo que el Poder Ejecutivo y el Poder Legis
lativo deben buscar los consensos necesarios que permitan una adecuada prio-
rización y orientación del gasto, así como que estos se encuentren dentro de los
límites fijados por el Poder Ejecutivo.
4. El principio de equilibrio fiscal busca dar cumplimiento a los principios de soste-
nibilidad y responsabilidad fiscal, en todas las fases del proceso presupuestario.
(19) FRANCO, B., MUÑOZ I., SÁNCHEZ, P. y ZAVALA V. Las privatizaciones y concesiones en La Reforma
Incompleta. Tomo II, Universidad del Pacífico e Instituto Peruano de Economía, agosto del 2000, Lima.
http://ipe.org.pe/wp-content/uploads/2009/05/la-reforma-incompleta-web.pdf
682
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 78
JURISPRUDENCIA RELACIONADA1
BIBLIOGRAFÍA
683
A rtícu lo 7 9 B e n e fic io y e x o n e r a c ió n tr ib u ta r ia
Los representantes ante el Congreso no tienen iniciativa para
crear ni aumentar gastos públicos, salvo en lo que se refiere
a su presupuesto.
El Congreso no puede aprobar tributos con fines predetermi
nados, salvo por solicitud del Poder Ejecutivo.
En cualquier otro caso, las leyes de índole tributaria referidas
a beneficios o exoneraciones requieren previo informe del
Ministerio de Economía y Finanzas.
Solo por ley expresa, aprobada por dos tercios de los congre
sistas, puede establecerse selectiva y temporalmente un trata
miento tributario especial para una determinada zona del país.
CONCORDANCIAS:
C.: arte. 19, 32, 74, 77, 78, 94, 102, 103, 105, 107, 206, 11a D.F.T.; TUO Rgmto.
Congreso: arts. 72 inc d), 76 inc. 1) b: C.T.: arts. IV, V, LX; D. Leg. 668: 2a DC.; D.S.
112-97-EF: art. 2
I. Introducción
El artículo 79 de la Constitución Política del Perú (CPP, en adelante) forma parte de
la denominada Constitución Económica. Como sabrá anotar el lector, el precepto regula
una serie de tópicos disímiles cuyo común denominador es la necesidad de establecer res
tricciones y limitaciones a la iniciativa legislativa en materia presupuestaria y tributaria.
Se trata, pues, de consagrar en el más alto nivel normativo -el constitucional, qué duda
cabe- cuál de los poderes del Estado tiene -o no tiene- la iniciativa en el gasto público,
así como de regular determinados requisitos formales para la tramitación de normas de
carácter tributario que podrían afectar al Presupuesto General, por significar una dismi
nución en la recaudación (exoneraciones o beneficios tributarios sectoriales) o una afec
tación al principio de unidad de caja (parafiscalidad).
En este punto conviene recordar -aun cuando pueda parecer ocioso- que el hecho de
que estos preceptos hayan sido elevados a un rango constitucional implica que todos los
poderes del Estado se encuentran vinculados a estos con carácter absoluto. Diferente hu
biera sido el caso, por ejemplo, si la norma solo hubiera tenido a rango de ley, pues es sa
bido que el legislador no se encuentra obligado por la legislación común, pudiendo de
rogar sus preceptos con carácter expreso o tácito. Por lo tanto, las presentes limitaciones
constituyen requisitos obligatorios, cuyo incumplimiento determina la inconstitucionali-
dad del precepto de que se trate.
684
d e l r é g im e n t r ib u t a r io y p r e s u p u e s t a l ART. 79
Los puntos tratados por el artículo 79 de la CPP son los siguientes: 1) Restricciones
de los congresistas en el incremento del gasto público; 2) La aprobación de tributos con
carácter predeterminado o tributos parafiscales; 3) La exigencia de contar con un infor
me previo del Ministerio de Economía y Finanzas para la aprobación de las leyes que es
tablezcan beneficios o exoneraciones tributarias; y, 4) La exigencia de un quorum califi
cado para la aprobación de leyes que establezcan un tratamiento tributario especial para
una determinada zona del país.
“Las normas constitucionales de las que hemos extraído los principios constitucionales
presupuestarios, Fundamento N° 9, supra, imponen límites a los Poderes del Estado
para la formulación y elaboración del Proyecto de Presupuesto que presenta el Ejecu
tivo, haciendo uso de la facultad de iniciativa en esta materia, y al propio Congreso de
la República, para su aprobación. En efecto, el artículo 77 de la Constitución prescribe
que el presupuesto es anual; que su estructura contiene dos secciones: gobierno central
11 ) F:l r e s a lta d o e s n u e s tr o .
685
ART.79 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
(2) Sobre este precepto, el profesor Pérez Royo, observa lo siguiente: “(...) una de las limitaciones al derecho
de enmienda es la que requiere conformidad del Gobierno para la tramitación de enmiendas que supongan
minoración de ingresos. Se trata de una cautela (...) que afecta fundamentalmente a las modificaciones
tributarias contenidas en el articulado de la Ley de Presupuestos. Es una limitación importantísima, habida
cuenta de la significación que tienen dichas modificaciones tributarias. Téngase presente, por poner un
ejemplo, que la Ley de Presupuestos suele contener la tarifa del IRPF (Impuesto a la Renta de las Personas
Físicas). De acuerdo con esta regla, el Parlamento no puede ni siquiera someter a votación enmiendas a
la baja sin contar con la conformidad del Gobierno”. PÉREZ ROYO, Femando. Derecho Financiero y
Tributario. Parte general. Civitas, Madrid, 1997, p. 372.
(3) Piénsese, por ejemplo, en las constantes iniciativas legislativas presentadas por los congresistas, según las
cuales se pretenden crear beneficios tributarios incluso yendo en contra del propio Poder Ejecutivo (titular
de las competencias en materia de Hacienda Pública, como dijimos). Ejemplos sobran. Y es que lo que más
llama la atención no es la decisión misma de generar beneficios tributarios (lo cual muchas veces puede
686
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.79
Por último, corresponde señalar que la falta de iniciativa legislativa en el gasto públi-
*v° de parte de los congresistas elevada a rango constitucional, lamentablemente, ha gene
rado una mala práctica en las discusiones parlamentarias para la aprobación de las Leyes
Presupuestarias, En efecto, es común verificar como algunos congresistas condicionan su
voto para la aprobación del Presupuesto de un determinado periodo a que se incluya una
partida presupuestaria a favor de la Región o Sector al que representan, con lo cual, si
bien formalmente siguen sin tener iniciativa de gasto, en la práctica, resulta que sí tienen
injerencia en el mismo, al “condicionar” al Poder Ejecutivo en un determinado sentido.
Se produce, pues, un efecto no querido por el constituyente, pues aquello que se encuen
tra prohibido es alcanzado por un medio distinto en la práctica.
Es preciso indicar que nos encontramos ante “tributos” cuyas notas distintivas son que
su recaudación no constituye ingreso del Tesoro Público, por estar afectados al sosteni
miento exclusivo de determinados entes estatales con autonomía propia o su recaudación
se encuentra afectada a fines concretos, “infringiéndose”, de este modo, el principio pre
supuestario de unidad de caja. Piénsese, por ejemplo, en los “Aportes” creados a favor de
los “Organismos Reguladores de la Inversión Privadas en los Servicios Públicos” (OSI-
NERGMIN, SUNASS, OSITRÁN, entre otros), creados por Ley N° 27332.
obedecer al cumplimiento de una finalidad constitucional), sino que los citados proyectos son presentados,
sin siquiera generar los ingresos suficientes para cubrir el déficit generado.
(4) Vid., los artículos V y VI del Texto Único Ordenado de la Ley General del Sistema Nacional de Presupuesto
aprobado por Decreto Supremo N° 304-2012-EF, cuyos textos son los siguientes:
“Artículo V: Universalidad y unidad. - Todos los ingresos y gastos del Sector Público, así como todos los
Presupuestos de las Entidades que lo comprenden, se sujetan a la Ley de Presupuesto del Sector Público .
“Artículo VI: De no afectación predeterminada. - Los fondos públicos de cada una de las Entidades se
destinan a financiar el conjunto de gastos públicos previstos en los Presupuestos del Sector Público .
687
ART.79 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Maurice Duverger [Hacienda Pública, Bosch, Barcelona, 1968, pp. 227-228] expone que
dicho principio descansa en dos razones fundamentales: la financiera y la política. La
primera consiste en percibir el presupuesto como una regla de orden y claridad que
traduzca un genuino y auténtico estado de la situación financiera del país; y, por ende,
que refleje la realidad de la obtención de los recursos públicos y su aplicación o gasto.
De allí qué se proscriba la multiplicación de los presupuestos y las cuentas singulares,
ya que impediría tener una visión global más clara de los ingresos y gastos públicos.
La razón política consiste en señalar que la unidad acrecienta la eficiencia y la eficacia
para el control que sobre el parlamento ejerce la Contraloría General de la República
(...)
Previsto en el artículo 79 de la Constitución, que señala como regla general que los
recursos del Estado deben formar una única argamasa económica, tomando indistin-
gible el origen de su procedencia a fin de que sean utilizados para cubrir la totalidad
de los gastos. La verificación práctica de dicho principio comporta el impedimento
de que determinados ingresos fiscales sean empleados para cubrir gastos específicos.
Al respecto, Maurice Duverger [ob. cit., pág 88] comenta que: *(■•■) la no afectación
impide las relaciones jurídicas entre ingresos y gastos’. Por excepción, dicho principio
puede ser inaplicado cuando exista una solicitud del Poder Ejecutivo, a fin de que el
Congreso apruebe un tributo con un fin predeterminado”.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte hemos podido apreciar una propagación de de
terminados entes estatales con personería jurídica propia, cuya finalidad es controlar las
actividades de los particulares en determinados sectores -de ahí que se les llame organis
mos reguladores-, como por ejemplo, Osiptel, Osinergmin, Ositran, Sunass, entre otros.
Precisamente, la creación de tales organismos determina la aplicación de un “tributo pa-
rafiscar sobre el sujeto materia de control.
También constituyen “tributos parafiscales” -desde nuestro punto de vista- las apor
taciones al Seguro Social de Salud - Essalud, las cuales, se regulan por sus normas espe
cíficas y por el Código Tributario.
688
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.79
“(...) la lectura de la Constitución debe ser conjunta tratándose del análisis de los artí
culos 74° y 79° (...), entendiéndose que cuando la norma establece que el Congreso no
puede aprobar tributos con fines predeterminados, se está refiriendo únicamente a los
impuestos, situación que se relativiza tratándose de otro tipo de exacciones como sena
el caso de la contribución especial al Fondo Previsional de los hombres de mar (...).”
689
AJRT.79 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
(5) Recordemos que el decreto de urgencia aun cuando goce de rango de ley, no puede contener materia
tributaria de conformidad con el tercer párrafo del artículo 74 de la CPP.
(6) El resaltado es nuestro.
(7) STC Exp. N° 2762-2002-AA/TC (f. j. 8).
690
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.79
(8) Recordemos que la norma que regula el Impuesto General a las Ventas tiene rango de ley, a pesar de estar
contenida en un Texto Único Ordenado (Decreto Supremo N° 055-99-EF).
(9) Sobre este precepto, el profesor Jorge Danés afirma lo siguiente: “El citado dispositivo no supedita el
otorgamiento de las exoneraciones a que lo apruebe el parlamento, sino que solo exige que se solicite
informe al ejecutivo, se supone que para ilustración del Congreso sobre las consecuencias de la decisión”.
DANÓS ORDÓÑEZ, Jorge. “El régimen tributario en la Constitución. Estudio preliminar”. En: Themis,
N° 29, 1994, p. 142.
691
AKT.79 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Es preciso indicar que si bien la intención de dichos preceptos parece ser ade
cuada* lamentablemente, sus efectos resultan bastante limitados por encontrar
se en una norma con rango de ley. En efecto, desde nuestro punto de vista, no
acarrea ningún efecto práctico si se dictara una Ley que aprobara una exonera
ción sin cumplir con tales requisitos, toda vez que el legislador no queda obli
gado por si mismo(,0).
4. Finalmente, conviene referirse a la temporalidad de los beneficios exoneraciones
tributarias que viene reconociendo de manera reiterada nuestro Tribunal Cons
titucional. Así, por ejemplo, en la STC Exp. N° 00725-2010-PC/TC, f. j. 14 se
puede leer lo siguiente:
“Como puede apreciarse no es posible que en la actualidad una exoneración o
beneficio tributario pueda entenderse que se otorga ad infinitum, pues en caso
que la norma legal no establezca plazo de vigencia alguno, automáticamente
deberá operar el plazo supletorio a que se refiere el Código Tributario. Ello
es asi porque si bien es cierto que generalmente los beneficios tributarios
responden a políticas y objetivos concretos, justificando un trato excepcional
a determinadas actividades o personas, las cuales normalmente están obli
gadas a tributar, también lo es que el acto por el cual se otorga un beneficio
tributario no es ni puede ser enteramente discrecional, ya que podría devenir
en arbitrario. Es imperativo entonces que un acto de este tipo se realice no
solo con observancia de los demás principios constitucionales tributarios,
sino también que revisten las características de necesidad, idoneidad y
proporcionalidad. Lo contrario podría llevar a supuestos de desigualdad
injustificada, cuando no de discriminación, lo cual de acuerdo con nuestra
Constitución (art. 2, inciso 2) está proscrito (cfr. STC Exp. 0042-2004-AI/
TC, f. j. 14). Bajo ese argumento se sustenta justamente la necesidad de
establecer límites a la duración de beneficios tributarios a fin de garantizar
que el principio de igualdad en la tributación no termine desnaturalizándose”.
(10) Resulta sintomático -por decir lo menos- que a tan solo 27 días de la vigencia de la nueva Norma Vil
del Titulo Preliminar del Código Tributario aprobada por el Decreto Legislativo N° 953, el propio Poder
Ejecutivo mediante Decreto Supremo N° 036-2004-EF, amplió la exoneración del IGV a los servicios
de transporte interprovincial de pasajeros, con lo cual no solo se vulneró la reserva de ley en materia de
exoneraciones tributarias, sino también la propia Norma VII vigente en esa oportunidad.
692
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.79
los beneficios al sector educativo. Así, por ejemplo, refiriéndose al tema, el profesor Calvo
Ortega sefíala lo siguiente:
“Si una exención constituye una medida básica para alcanzar un objetivo constitucional
su derogación podría impugnarse por inconstitucionalidad. Se trata de un planteamiento
poco común pero puede darse. Normalmente iría unido a la generalidad e importancia
de la exención”00
Nótese que hoy la doctrina ya no acepta pacíficamente que las normas de beneficio ri
jan temporalmente, sino que lo que se viene planteando es la cuestión relativa a la vigen
cia permanente de determinadas normas de beneficio -cuando buscan alcanzar una finali
dad constitucional-, a tal punto que su derogación sería inconstitucional.
(11) CALVO ORTEGA, Rafael. Derecho Tributario. Parte general. Thomson-Civitas, Madrid, 2006, p. 202.
(12) Nótese que la norma constitucional no establece un quorum “mínimo” para la aprobación del régimen
tributario especial, sino que exige que sean “dos tercios de los congresistas”; ni más ni menos que dicha
cantidad (86.67 congresistas). Sin embargo, desde el punto de vista lógico, debemos entender que la norma
establece un quorum mínimo.
693
ART. 79 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Por este motivo, desde nuestro punto de vista, constituye, una vulneración al texto
constitucional, por ejemplo, el hecho que la regulación de determinados Centros de Ex
portación, Transformación, Industria, Comercialización y Servicios (Ceticos) se haya
efectuado mediante decretos legislativos03*. Incluso, las normas que regulan el Reintegro
Tributario para la Región Selva, actualmente vigentes, han sido aprobadas por Decreto
Legislativo N° 942, en una clara contravención a lo dispuesto por el texto constitucional.
Por otro lado, es preciso anotar que el quorum fijado en este caso por la Constitución
es más alto incluso que para la aprobación de las leyes orgánicas (60 congresistas)04*, de
lo que se deriva que el constituyente ha fijado un requisito bastante más riguroso que, por
ejemplo, para la regulación el ejercicio de las garantías constitucionales o para regular la
estructura y el funcionamiento de las entidades del Estado previstas en la Constitución.
694
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 79
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
ij Los beneficios tributarios deben justificarse en razones objetivas, pues son mecanismos
para cumplir finalidades promocionales dentro de una política fiscal racional: STC Exp.
N° 05970-2006-PA/TC (f. j. 31).
La inmunidad tributaria de los centros educativos depende de que estén constituidos con
forme a ley y que el tributo afecte los bienes, actividades y servicios propios de su finalidad
educativa y cultural: STC Exp. N° 03444-2004-AA/TC (f. j. 3).
BIBLIOGRAFÍA
CALVO ORTEGA, Rafael. Curso de Derecho Financiero I. Derecho Tributario. Parle general.
Thomson-Cívitas, Madrid, 2006; DANOS ORDÓÑEZ, Jorge. “El régimen tributario en la Constitu
ción. Estudio preliminar”. En: Themis, N° 29,1994; PÉREZ ROYO, Femando. Derecho Financiero
y Tributario. Parte general. Cívitas, Madrid, 1997.
695
Artículo 80 Sustentación, plazo de aprobación y
modificaciones del presupuesto público
El Ministro de Economía y Finanzas sustenta, ante el Pleno del
Congreso de la República, el pliego de ingresos. Cada ministro
sustenta los pliegos de egresos de su sector; previamente sus
tentan los resultados y metas de la ejecución del presupuesto
del año anterior y los avances en la ejecución del presupuesto
del año fiscal correspondiente. El Presidente de la Corte
Suprema, el Fiscal de la Nación y el Presidente del Jurado
Nacional de Elecciones sustentan los pliegos correspondientes
a cada institución.
Si la autógrafa de la Ley de Presupuesto no es remitida al Poder
Ejecutivo hasta el treinta de noviembre, entra en vigencia el
proyecto de este, que es promulgado por decreto legislativo.
Los créditos suplementarios, habilitaciones y transferencias
de partidas se tramitan ante el Congreso de la República tal
como la Ley de Presupuesto. Durante el receso parlamentario,
se tramitan ante la Comisión Permanente. Para aprobarlos,
se requiere los votos de los tres quintos del número legal de
sus miembrosn .
CONCORDANCIAS:
G : arts. 77, 78,101 ines. 3), 4), 102 inc. 4), 119,130,145, 160,162 2 párr., 178 3er.
párr.; TUO Rgmto. Congreso: arts. 72, 73, 76, 81; C.T.: arts. V, VII, XVI; L.O.E.:
art. 370; L.O.J.N.E.: art 40; D. Leg. 1440; R. 601-2010-JNE; P.I.D.C.P.: art. 1.1;
P.I.D.E.S.C.: arts. 1.1,2.3
I. Marco histórico-constitucional
La Constitución de 1828 estableció como responsabilidad del Ministro de Hacienda
presentar al Congreso el estado de ingresos y egresos y presupuesto general de los gastos
públicos del año siguiente.
(*) Texto según modificatoria efectuada por el artículo 2 de la Ley N° 29401 del 08/09/2009.
696
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.80
En un contexto histórico más reciente, el artículo 198 de la Constitución del 1979 es
tableció que si el proyecto de presupuesto no era votado antes del quince de diciembre por
el Congreso debía entrar en vigencia el Proyecto del Poder Ejecutivo, promulgado me
diante decreto legislativo. El último párrafo del artículo 199 de esta Constitución estable
ció que los créditos suplementarios, transferencias y habilitaciones de partidas se tramitan
ante el Congreso en igual forma que la Ley de Presupuesto; o, en receso parlamentario,
ante la Comisión Permanente. La decisión aprobatoria de esta requiere el voto conforme
de los dos tercios de sus miembros. Finalmente, la mencionada Constitución en su artícu
lo 239 estableció que la Corte Suprema de Justicia, por intermedio de uno de sus miem
bros, tiene derecho de concurrir a las cámaras legislativas para tomar parte sin voto en la
discusión de los proyectos de ley que presente, y de la Ley de Presupuesto de la Repúbli
ca en lo concerniente al Poder Judicial.
697
ART.80 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Ello no podía ser de otra manera, pues el Ministerio de Economía y Finanzas es el ór
gano del Poder Ejecutivo encargado de administrar los fondos públicos. Así lo dispone el
artículo 5 de la Ley Orgánica del Ministerio de Economía y Finanzas, Decreto Legislativo
N° 183, publicada en el diario oficial El Peruano el 15 de junio de 1981, que establece lo
siguiente: "‘Corresponde al Ministerio de Economía y Finanzas planear, dirigir y controlar
los asuntos relativos a la tributación, política aduanera, financiación, endeudamiento, pre
supuesto, tesorería y contabilidad, así como armonizar la actividad económica nacional”.
Así se verifica el cumplimiento del principio de caja única, que guía la elaboración
del presupuesto. Villegas se refiere a esta regla en los siguientes términos: “El principio
de unidad de presupuesto se relaciona estrechamente con un principio rector de la activi
dad del servicio del Tesoro, manifestado en la regla de la unidad de caja. Esto quiere decir
que no debe haber tesoros separados e independientes en el Estado, sino un órgano cen
tral, recaudador y pagador, al cual afluyan todos los recursos públicos y del cual salgan
los fondos para efectuar los pagos. La unidad de caja significa que deben ser puestos a
disposición de ese órgano central, material o jurídicamente, todos los fondos del Es
tado” (el énfasis es nuestro)(1).
Por su parte, José Pareja Paz Soldán refiere que: “el Presupuesto General de la Repú
blica constituye el elemento fundamental del Derecho Financiero del Estado y es la tra
ducción en cifras y en realidades concretas de la política de un Gobierno. Es un docu
mento único que contiene la previsión y evaluación durante el año calendario de todas
las entradas y gastos de la Nación, incluyendo el monto bruto de los ingresos y egresos,
sin deducciones o compensaciones. Es la regla de la unidad presupuestal que permi
te comprobar la marcha y el estado de las finanzas públicas” (el énfasis es nuestro)1(2).
Conforme a la regla de la unidad de presupuesto, todos los fondos del Estado deben
centralizarse en un solo órgano administrador de los ingresos y egresos de las arcas públi
cas, que en el caso de nuestro país es el Ministerio de Economía y Finanzas.
“En relación al papel del MEF debe señalarse que la Dirección Nacional de Presu
puesto es la más alta autoridad técnico-normativa en materia presupuestaria y, en esa
(1) VILLEGAS, Héctor B. Manual definanzas públicas. Depalma, Buenos Aires, 2000, p. 390.
(2) PAREJA PAZ SOLDÁN, José. Derecho Constitucional peruano y la Constitución de 1979. Tomo III, 6*
edición, Ital Perú, Lima, 1980, pp. 662 y 663.
698
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART80
699
ART.ftO DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Sobre los egresos, la Constitución dispone que cada Ministro sustenta el pliego que
corresponde a su Sector, previamente sustentando los resultados y metas de la ejecución
del presupuesto del afto anterior y los avances en la ejecución del presupuesto del afto fis
cal correspondiente.
Es pertinente señalar aquí que, conforme a lo dispuesto por el artículo 144 de la Consti
tución, el Presidente de la Corte Suprema lo es también del Poder Judicial y, en consecuen
cia, le corresponde sustentar ante el Congreso el presupuesto de dicho Poder del Estado(7).
Pues bien, a propósito del “Proyecto de Ley Anual de Presupuesto del Sector para el
año 2005”, preparado por el Ejecutivo, el Presidente de la Corte Suprema planteó una de
manda de conflicto de competencias contra el Poder Ejecutivo, pues consideraba que di
cho Poder del Estado había recortado indebidamente el proyecto de presupuesto presenta
do por el Poder Judicial. Una de las pretensiones demandadas consistió en que el Tribunal
Constitucional declare que el Poder Ejecutivo no es competente para modificar el proyec
to de presupuesto elaborado por el Poder Judicial.
Ingresos de Capital.- Agrupa los recursos provenientes de la venta de activos (inmuebles, terrenos,
maquinarias, etc.), las amortizaciones por los préstamos concedidos (reembolsos), la venta de acciones
del Estado en empresas y otros ingresos de capital (...)”.
(5) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. Tomo III, Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1999, p. 456.
(6) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., p. 456.
(7) En el inciso 4) del artículo 76 del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, aprobado
por Decreto Supremo N° 017-93-JUS, publicado en el diario oficial El Peruano el 02/06/1993, se dispone
que el presidente del Poder Judicial ejerce la Titularidad del Pliego del Presupuesto del Poder Judicial.
700
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.80
de presupuesto al Poder Ejecutivo, sin que este último lo modifique, para su poste
rior sustentación ante el Congreso de la República, conforme a los fundamentos 40 a
45 de la presente sentencia”*8' (el resaltado es nuestro)*910'. Es decir, de acuerdo con esta in
terpretación del Tribunal Constitucional, el Ejecutivo no puede modificar el presupuesto
elaborado por el Poder Judicial, sino que debe limitarse a incluirlo en el proyecto de pre
supuesto que remite al Congreso. En tal sentido, el Presidente de la Corte Suprema sus
tenta ante el Pleno del Congreso el mismo proyecto que en su momento presentó al Eje
cutivo y que debió ser remitido íntegramente al Legislativo.
(8) En los fundamentos jurídicos a los que alude el fallo, el Tribunal Constitucional señaló que:
i) Corresponde al Poder Judicial fijar autónomamente sus objetivos institucionales, los mismos que
tienen un componente presupuestario.
ii) El artículo 145 de la Constitución dispone que el Poder Judicial participa en el proceso presupuestario
presentando su proyecto de presupuesto al Poder Ejecutivo sin que este último lo modifique, para
su integración al proyecto general de presupuesto y posterior sustentación ante el Congreso de la
República.
iii) Esta competencia es garantía de la independencia del Poder Judicial pues, de no ser así, tal garantía
se convertiría en ilusoria.
iv) El Poder Judicial debe formular su proyecto en coordinación con el Poder Ejecutivo, a fin de determinar
los montos fijados observando los límites y principios impuestos por la Constitución, en especial el
principio de equilibrio financiero previsto en artículo 78 de la Carta Magna. Para tal fin, ajuicio del
Tribunal Constitucional, es responsabilidad inexcusable del Poder Judicial plantear una propuesta
de asignación de recursos económicos acorde con la realidad de la caja fiscal y con las posibilidades
reales de una ejecución eficiente y eficaz; y,
v) Es necesaria una ley mediante la cual se establezcan los mecanismos especiales de coordinación entre
el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, en lo relativo a la elaboración del presupuesto de este último.
(9) STC Exp. N° 004-2004-CC/TC, de fecha 31/12/2004.
(10) En este mismo sentido ya se había pronunciado el Tribunal Constitucional al resolver, con fecha 10/11/2004,
la medida cautelar solicitada por el Poder Judicial en el expediente bajo comentario. En ella señaló que:
“(•••) conforme al artículo 80 de la Constitución, el Congreso de la República tiene la posibilidad de
modificar el Presupuesto de la República hasta el 30 de noviembre del presente afio; más aún si se
tiene que, a tenor del artículo 81, inciso c) del Reglamento del Congreso, la Comisión de Presupuesto
del Congreso de la República elabora el dictamen de la ley para su debate ante el pleno del Congreso, el
mismo que se inicia el 15/11/2004" (el resaltado es nuestro).
701
ART.80 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Por otro lado, en el caso del Sistema Electoral, corresponde al Presidente del Jurado
Nacional de Elecciones sustentar el pliego de todos los organismos que conforman dicho
sistema, es decir, el pliego del Jurado Nacional de Elecciones, de la Oficina Nacional de
Procesos Electorales (ONPE) y del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Re-
niec). Así lo dispone el artículo 178 de la Constitución cuando señala que el Jurado Na
cional de Elecciones “Presenta al Poder Ejecutivo el proyecto de Presupuesto del Sistema
Electoral que incluye por separado las partidas propuestas por cada entidad del sistema.
Lo sustenta en esta instancia y ante el Congreso”. Si bien la responsabilidad de sustentar
el pliego del Sistema Electoral recae en el Presidente del Jurado Nacional de Elecciones,
tanto el jefe de la ONPE como el jefe del Reniec deben acudir al Pleno y responder las pre
guntas que les planteen los congresistas sobre sus respectivos pliegos, tal como lo dispone
el artículo 7 de la Ley N° 26533, publicado en el diario oficial El Peruano el 04/10/1995.
Debido a esta función, resulta necesario que el debate del presupuesto y su aprobación
se realicen oportunamente. Por esta razón el segundo párrafo del artículo 80 de la Consti
tución establece lo siguiente: “Si la autógrafa de la Ley de Presupuesto no es remitida al
Poder Ejecutivo hasta el treinta de noviembre, entra en vigencia el Proyecto de este, que
es promulgado por decreto legislativo”.
(11) En el fundamento jurídico 21, refiriéndose al artículo 80 de la Constitución, “el Tribunal Constitucional
advierte (...) la omisión en dicho artículo de consignar al Presidente del Tribunal Constitucional y al Pre
sidente del Consejo Nacional de la Magistratura (actualmente Junta Nacional de Justicia), que presiden
órganos constitucionales autónomos, y que por ello sustentan sus respectivos presupuestos ante el Congreso
solo por mandato legal. Consecuentemente, el fallo técnico constitucional debe también precisar que en el
texto del artículo 80 de la Constitución se enumere a los funcionarios que tienen atribución para sustentar
sus presupuestos ante el Congreso de la República”.
702
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.80
Para ello recurre a una salida extraordinaria que consiste en autorizar al Ejecutivo a apro
bar mediante decreto legislativo el proyecto que inicialmente remitió al Congreso.
Como bien apunta Marcial Rubio021, este es uno de los dos casos en los que se auto
riza de manera excepcional al Ejecutivo para que apruebe un decreto legislativo sin que
medie delegación de facultades del Congreso. Ello con la finalidad de brindar una sali
da jurídica que evite que las labores del gobierno se paralicen por la falta de presupuesto
y, por tanto, de autorización de gasto. Esta salida consiste en otorgar la facultad de apro
bar el presupuesto mediante decreto legislativo, aun cuando no exista delegación de fa
cultades del Congreso. Empero, este decreto legislativo se dicta por autorización expre
sa de la Constitución.
703
ART. 80 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
En efecto, el tercer párrafo del artículo en cuestión establece que: “Los créditos su
plementarios, habilitaciones y transferencias de partidas se trasmitan ante el Congreso tal
como la Ley de Presupuesto. Durante el receso parlamentario se tramitan ante la Comi
sión Permanente. Para aprobarlos, se requiere los votos de los tres quintos del número le
gal de sus miembros”.
El artículo 47.2 del Decreto Legislativo del Sistema Nacional de Presupuesto Público
dispone que tanto las habilitaciones como las anulaciones “son aprobadas mediante Reso
lución del Titular, a propuesta de la oficina de presupuesto o de la que haga sus veces en la
entidad. El titular puede delegar dicha facultad de aprobación, a través de disposición ex
presa, la misma que debe ser publicada en el diario oficial El Peruano”. Esta disposición
contradice lo dispuesto por el artículo 80 de la Constitución, que establece que las habi
litaciones se tramitan como la Ley del Presupuesto, es decir, que requieren ser aprobadas
por ley del Congreso. La contradicción existente entre lo dispuesto por la Constitución
y la norma citada es manifiesta, debiendo primar lo dispuesto por nuestra Carta Magna.
704
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 80
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
La Ley de Presupuesto debe aprobarse antes de su ejecución y para ello el Estado debe
programar financiera y administrativamente sus actividades y proyectos: STC Exp.
N° 00004-2004-CC/TC (f. j. 9.7).
BIBLIOGRAFÍA
PAREJA PAZ SOLDÁN, José. D erech o C o n stitu cio n a l p e ru a n o y la C o n stitu ció n d e 1 9 7 9 . Tomo
III, 6‘ edición, Ital Perú, Lima, 1980; PÉREZ ROYO, Femando. D erech o F in a n ciero y T ribu tario.
P a r te g e n e r a l. Civitas, Madrid, 1999; RUBIO CORREA, Marcial. E stu d io d e la C o n stitu c ió n P o lí
tic a d e 1 9 9 3 . Tomo III, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1999;
VILLEGAS, Héctor B. M a n u a l d e fin a n za s p ú b lic a s. Depalma, Buenos Aires, 2000.
(15) El inciso 3 del artículo 101 de la Constitución establece que: “(...) Son atribuciones de la Comisión Per
manente: (...) 3. Aprobar los créditos suplementarios y las transferencias y habilitaciones del Presupuesto,
durante el receso parlamentario”.
705
A rtícu lo 8 1 C u e n ta G e n e r a l d e la R e p ú b lic a
La Cuenta General de la República, acompañada del informe
de auditoria de la Contraloria General de la República es
remitida por el Presidente de la República al Congreso de la
República en un plazo que vence el quince de agosto del año
siguiente a la ejecución del presupuesto.
La Cuenta General de la República es examinada y dictami
nada por una comisión revisora hasta el quince de octubre. El
Congreso de la República se pronuncia en un plazo que vence
el treinta de octubre. Si no hay pronunciamiento del Congreso
de la República en el plazo señalado, se eleva el dictamen de la
comisión revisora al Poder Ejecutivo para que este promulgue
un decreto legislativo que contiene la Cuenta General de la
RepúblicaP.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 78, 82, 101 inc. 4), 102 inc. 4) y 104; TUO Rgmto. Congreso: arts. 72,76,
81; D. Leg. 1438; D. Leg. 1440; R. 030-201!M:G; P.I.D.C.P.: art. 1.1; P.LD.E.S.C.:
arts. 1.1,2.3
I. Marco histérico-constitucional
Según Víctor García Toma(I), entre “los antecedentes históricos de dicha institución
(refiriéndose a la Cuenta General de la República) se destaca la existencia de los curacas,
quienes se encargaban de llevar y registrar las cuentas del Imperio; por ende, debían co
nocer el manejo de la yuparia -especie de ábaco- y del quipu”.
Finalmente, desde 1930 a 1979, la Cuenta General de la República estuvo a cargo del
Ministerio de Economía y Finanzas, el Banco Central de Reserva y la Oficina Nacional
de Estadísticas, los que debían actuar de manera coordinada.(*)
(*) Texto según modificatoria efectuada por el artículo 2 de la Ley NQ29401 del 08/09/2009.
{1) GARCÍA TOMA, Víctor. Análisis sistemático de la Constitución peruana de 1993. Tomo II, Universidad
de Lima - Fondo de Desarrollo Editorial, Lima, 1998, pp. 167 y 168.
706
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO V PRESUPUESTAL ART. 81
c) Las oficinas de Contabilidad o las que hagan sus veces en las entidades del sec
tor público.
De ahí que todos los años sea necesario contar con un instrumento de control poste
rior de la ejecución del presupuesto. Dicho instrumento no es otro que la Cuenta General
de la República, la misma que permite la revisión de los gastos y de las inversiones efec
tuadas por las entidades y órganos del Estado en un determinado ejercicio fiscal, some
tiéndolos a consideración del Congreso de la República. A decir de Ekmekdjian se trata
de “la rendición de cuentas que deben hacer todos los organismos del Estado de la forma
y modo en que recaudaron y emplearon los dineros públicos, conforme a las disposicio
nes del presupuesto,,(2).
En tal sentido, Pérez Royo destaca la importancia de la Cuenta General cuando señala
que: “El elemento o institución central en lo que se refiere al control parlamentario sobre2
(2) EICMEKDJIAN, Miguel Ángel. Tratada de Derecho Constitucional. Tomo IV, Depalma, Buenos Aires,
2001, p. 462.
707
ART.81 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
En nuestro país, el artículo 20 del T.U.O. del Decreto Legislativo N° 1438, Decreto
Legislativo del Sistema Nacional de Contabilidad, define a la Cuenta General de la Repú
blica como un “instrumento de gestión pública que contiene la información y análisis de
los resultados financieros, presupuestarios, económicos, patrimoniales y de cumplimien
to de metas e indicadores de gestión financiera, en la actuación de las entidades del Sec
tor Público, sin excepción, durante un ejercicio fiscal”.
1. Cobertura y cumplimiento
Contiene el universo de entidades captadoras de recursos financieros y de entidades
ejecutoras de gastos e inversión, así como el informe sobre cumplimiento y omisiones en
la presentación de la rendición de cuentas.
2. Aspectos económicos
Incluye la evolución y resultados de los indicadores macroeconómicos utilizados en
la política económica, fiscal, monetaria y tributaria, de acuerdo al detalle siguiente:
a) Indicadores macroeconómicos
(3) PEREZ ROYO, Femando. Derecho Financiero y Tributario. Parte general. Civitas, Madrid, 1999, p. 397.
(4) Nota del editor.- En el detalle de la estructura de la Cuenta General de la República, considérese como
referencia DIRECCION GENERAL DE CONTABILIDAD PÚBLICA. Cuenta General de la República.
ector ico al 31 de diciembre de 2021. Recuperado de: https://www.mef.gob.pe/contenidos/conta_publ/
cta_grI_rp/Cuenta_General_2021.pdf
708
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.81
a) Información presupuestaria
b) Información financiera
c) Estado de tesorería
d) Estado de la deuda pública
e) Inversión pública
f) Gasto social
a) Información presupuestaria
b) Información financiera
709
ART.8I DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Al respecto, el artículo 29 del T.U.O. del Decreto Legislativo N° 1438, Decreto Le
gislativo del Sistema Nacional de Contabilidad, precisa que la aprobación de la Cuenta
General de la República es un acto formal de ordenamiento administrativo que no impli
ca la aprobación de la gestión ni de los actos administrativos que aquella sustenta. Dicha
norma dispone lo siguiente: “La aprobación de la Cuenta General de la República no im
plica la aprobación de la gestión ni de los actos administrativos de las autoridades de las
entidades del Sector Público, quienes son objeto de acciones de control y pasibles de san
ción por la autoridad competente”.
Así, se sostiene que si bien “la Cuenta General del Estado podría convertirse, pues, en
el instrumento idóneo para un exacto conocimiento de la gestión presupuestaria, intervinien
do a lo largo de su tramitación todos los órganos implicados, en una u otra fase, en la vida
(6) GIULIANI FONROUGE, Carlos M. Derecho Financiero. Volumen I, Depalma, Buenos Aires, 2001,
p. 308.
710
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.8I
Es claro que la aprobación de la Cuenta General pof parte del Congreso no solo se
sustenta en el dictamen que elabora la comisión correspondiente, sino que también se con
sidera el informe técnico de auditoría que elabora la Contraloría General de la Repúbli
ca y que se remite junto con la Cuenta General al Congreso. Sin embargo, como hemos
señalado, dichos instrumentos no aseguran que el gasto efectivamente se haya ejecuta
do de acuerdo con los lincamientos aprobados por el Congreso mediante el presupuesto.
r JURISPRUDENCIA RELACIONADA
3
El presupuesto, como autorización de gasto, facilita la fiscalización del Poder Legislativo y
de la Contraloría General de la República, ulteriormente, mediante el examen de la Cuenta
General de la República: STC Exp. N° 00004-2004-CC/TC (f. j. 8.1).
El Congreso de la República no puede delegar al Poder Ejecutivo, entre otras, las materias
relativas a la Cuenta General de la República: STC Exp. N° 00047-2004-AI/TC (f. j. 16).
La delegación de facultades por parte del Congreso al Poder Ejecutivo no comprende ma
terias que atañen a la reforma constitucional, la aprobación de tratados que requieran de
habilitación legislativa, leyes orgánicas, la Ley del Presupuesto, ni a la Ley de la Cuenta
General de la República: STC Exp. N° 00004-2019-PLTC (f. j. 23)
BIBLIOGRAFÍA
EKMEKDJIÁN, Miguel Ángel. Tratado de Derecho Constitucional. Tomo IV, Depalma, Buenos Aires,
2001; GARCÍA TOMA, Víctor. Análisis sistem ático de la Constitución peruana de 1993. Tomo II,
Universidad de Lima - Fondo de Desarrollo Editorial, Lima, 1998; GIULIANIFONROUGE, Carlos
M. Derecho Financiero. Volumen I, Depalma, Buenos Aires, 2001; PÉREZ ROYO, Femando. Derecho
Financiero y Tributario. Parte general. Civitas, Madrid, 1999; QUERALT, Juan Martín; LOZANO
SERRANO, Carmelo; [et. ál\. Curso de Derecho Financiero y Tributario. Tecnos, Madrid, 1999.
(7) QUERALT, Juan Martín; LOZANO SERRANO, Carmelo; et. ál. Curso de Derecho Financiero y Tributario.
Tecnos, Madrid, 1999, p. 773.
Artículo 82 La Contraloría General de la República
La Contraloría General de la República es una entidad descen
tralizada de Derecho Público que goza de autonomía conforme
a su ley orgánica. Es el órgano superior del sistema nacional de
control. Supervisa la legalidad de la ejecución del Presupuesto
del Estado, de las operaciones de la deuda pública y de los
actos de las instituciones sujetas a control.
El Contralor General es designado por el Congreso, a propuesta
del Poder Ejecutivo, por siete años. Puede ser removido por el
Congreso por falta grave.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 77, 78 y 91 inc. 1), 96, 99, 101 inc 1), 107, 188, 199; C.C.: art. 1366;
TUO Rgmto. Congreso: art. 6; Ley 27594: art. 1 inc. 6); L.O.C.G.R. 238-85-CG;
R. 030-2019-CG; R. 269-2014-CG
I. Introducción
El poder y control constituyen dos dimensiones de un mismo problema, como es el
de la gestión en el Estado Moderno. Desde finales de la Edad Media, y con la configura
ción del Estado Absoluto, que constituye la primera manifestación del Estado Moderno,
la explicación laica del poder y a organización de éste, ha sido una constante en el pen
samiento político; escenario en el que discurren los escritos de Marsilio de Padua y Gui
llermo de Ockham, confrontados con el absolutismo papal inaugurado en por Gregorio
VII en el año 1100, que dio origen a la crisis de las investiduras; Maquiavelo, que en su
obsesión por unificar a Italia, se plantea en “El Príncipe”, la obtención y mantenimien
to del Poder, mientras que en “Discurso sobre la primera década de Tito Livio”, aborda
rá la organización de este a través de un aparato burocrático; Hobbes, que en “De Cive”
y “El Leviatán”, fundará la concepción iusnaturalista y la explicación racional del poder
y del Estado Absoluto a partir de la teoría contractualistas, camino que seguirán, con di
ferencias, Jhon Locke y Rousseau. Todos, actores de un período en el cual un Rey, Luis
XIV, llegó a decir “El Estado soy yo”, expresión que no era ajena a la realidad por cuan
to en dicho período el Monarca centralizaba el poder, no existiendo ley limitativa del
ejercicio de este.
La revolución inglesa, y luego la francesa, cambiarían esa visión del poder absolu
to, materializando muchas de las propuestas políticas de los autores citados, plasmando a
la vez una nueva organización del Estado y del Gobierno, dando paso, primero, al surgi
miento de la Monarquía Constitucional inglesa, y, luego, a la República francesa, confi
gurándose con ello el denominado Estado Liberal o Estado de Derecho, el que se planteó
712
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 82
el control del poder como una tarea esencial, instrumentalizado para ello las propuestas
de Locke y Montesquieu, referidos al control vía el Parlamento y la división del poder.
713
ART.82 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
competencias sectoriales con los grados de autonomía que le confiere la Ley”(l), defini
ción con la que surgió la necesidad de precisar qué se entiende por competencias en gene
ral, y por competencias sectoriales, en particular, precisión esta última que haremos en el
rubro siguiente, quedándonos por el momento con el concepto general.
En términos generales la competencia “es la medida de la potestad que corresponde
a cada órgano, siendo siempre una determinación normativa”1(2); siendo “la esfera de
atribuciones de los entes y órganos determinada por el Derecho objetivo”(3). Definiciones
similares que concuerdan siempre en la relevancia legal, por cuanto entienden que
mediante la norma de competencia “se determina en qué medida la actividad de un
órgano ha de ser considerada como actividad del ente administrativo”(4); en síntesis,
la competencia de los órganos administrativos viene dada por las atribuciones que “en
forma expresa o razonablemente implícita” confieren la Constitución Política, las leyes
y reglamentos(5).
En cuanto a su determinación sectorial, estas se establecen en razón de la materia, del
grado o jerarquía, por razón del lugar, o por razón de tiempo(6). Respecto de la determinación
en razón de la materia, se tiene que en ella rige “el principio de la especialidad, que permite
a los órganos y sujetos estatales realizar todos aquellos actos que se encuentren vinculados
a los fines que motivaron su creación”, siendo este el caso de la Contraloría General de
la República; la razón jerárquica se materializa en la organización del sistema nacional
de control, mientras que la del territorio se refiere al alcance nacional de su actividad y la
de tiempo, que al ser una actividad estatal esencial, es indefinida. Desde esta perspectiva
la actividad a desarrollar no se halla aislada una de la otra, sino que forman parte de un
sistema administrativo integrado, en el que la Contraloría General de la República deviene
en el órgano rector.
Finalmente, en relación con la naturaleza jurídica, tenemos que la Ley N° 27785 dis
tingue entre sistema nacional de control y la Contraloría General de la República. Así, el
(1) La Ley Marco de Descentralización, Ley N° 26922 fue derogada por la Ley de Bases de la de Descentra
lización, Ley N° 27783, en la cual no hay mayor referencia a los organismos públicos descentralizados.
(2) GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo; FERNÁNDEZ, Tomás-Ramón. Curso de Derecho Administrativo I.
Civitas, Madrid, 2001, p. 545.
(3) DROMI, Roberto. DerechoAdministrativo. Ediciones Ciudad Argentina, Buenos Aires-Madrid, 2004, p. 361.
(4) GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo; FERNÁNDEZ, Tomás-Ramón. Ob. cit., 545.
(5) Vtde: DROMI, Roberto. Ob. cit., p. 361.
(6) CASSAGNE, Juan Carlos. Derecho Administrativo. Tomo I, Palestra, Lima, 2010, p. 273.
(7) Ibídem, p. 283.
(8) Ley N° 27785, Ley Orgánica del Sistema Nacional de Control y de la Contraloría General de la República.
714
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 82
artículo 12 de Ley conceptualiza al sistema nacional de control como “el conjunto de ór
ganos de control, normas, métodos y procedimientos, estructurados e integrados funcio
nalmente, destinados a conducir y desarrollar el ejercicio del control gubernamental en
forma descentralizada”; definición que involucra como noción básica la idea de sistema.
Esta determinación general que ubica el accionar del sistema en diversos ámbitos de
la gestión pública, es más podríamos afirmar que lo ubica en todos los actos, yendo des
de el propio control a la gestión, y de ahí a propuestas de mejoras y desarrollo; y cuyo de
talle se establece en las atribuciones que le fija la norma y que seguidamente detallamos.
715
ART. 82 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
716
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 82
órganos del Sistema ejercen estas atribuciones y las que expresamente les seña
la esta Ley y sus normas reglamentarias.
En cuanto a las atribuciones de la Contraloría General de la República, tenemos que
en el artículo 22 de la Ley N° 27785<9) se establecen las siguientes:
(9) Ley modificada en algunos de sus artículos por la Ley N° 30742, publicada el 28 marzo 2018. <http://
spijlibre.minjus.gob.pe/normativa_libre/main.asp>.
717
ART.82 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
(10) El párrafo fue incorporado por el artículo 3 de la Ley N° 29622, publicada el 07 diciembre 2010, que entró
en vigencia en un plazo de ciento veinte (120) días a partir del día siguiente de su publicación. <http://
spijlibre.minjus.gob.pe/normativa_libre/main.asp>.
718
d e l r é g im e n t r ib u t a r io y p r e s u p u e s t a l ART. 82
719
ART. 82 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
• Establecer los procedimientos para que los titulares de las entidades rindan cuen
ta oportuna ante el Organo Rector, por los fondos o bienes del Estado a su car
go, así como de los resultados de su gestión.
El artículo 22 terminaba indicando que las atribuciones no son taxativas, por lo que
pueden ser ampliadas mediante la propia ley y otros dispositivos legales, lo que efectiva
mente sucedió.
Tal como indicáramos líneas arriba, las atribuciones del sistema nacional de control y
de la Contraloría General de la República son muchas, y atraviesan todos los ámbitos de la
gestión pública, por lo que describir cada uno de ellos puede terminar desbordando el obje
tivo del presente artículo. Por ello, solo nos limitaremos a analizar algunas atribuciones que
hayan sido cuestionadas ante el Tribunal Constitucional, o que sean materia de discusión.
720
d e l r é g im e n t r ib u t a r io y p r e s u p u e s t a l ART. 82
¿Cuáles fueron los argumentos y la decisión del Tribunal respecto de la pretensión plan
teada, la misma que en esencia cuestionaba las atribuciones del Órgano Superior de Control?
Del análisis fáctico efectuado, el Tribunal concluye en que el Oficio en mención, por
el que la Contraloría, en ejercicio de sus funciones, requería información, “no puede supo
ner, en modo alguno, que tenga incidencia en el contenido constitucionalmente protegido
(11) “[E]l literal a) del artículo 22 establece que una de las atribuciones de la Contraloría es ‘tener acceso en
cualquier momento y sin limitación a los registros, documentos e información de las entidades, aun cuando
sean secretos; así como requerir información a particulares que mantengan o hayan mantenido relaciones
con las entidades; siempre y cuando no violen la libertad individual”.
721
ART. 82 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
(12) La Ley de Transparencia y de Acceso a la Información Pública (Texto único ordenado, Decreto Supremo
N° 043-2003-PCM). Relevante a este respecto es el artículo 17, inciso 3, según el cual, se halla exceptuada
de acceso:
“La información vinculada a investigaciones en trámite referidas al ejercicio de la potestad sancionadora
de la Administración Pública, en cuyo caso la exclusión del acceso termina cuando la resolución que
pone fin al procedimiento queda consentida o cuando transcurren más de seis (6) meses desde
que se inició el procedimiento administrativo sancionador, sin que se haya dictado resolución
final” (énfasis agregado).
722
d el r é g im e n t r ib u t a r io y p r e s u p u e s t a l ART. 82
su contra, que concluyó con su despido mediante la carta notarial notificada al recurrente
el 15 de setiembre de 2005. Dicho procedimiento había concluido mucho antes del
requerimiento de información a través de conducto notarial, que el recurrente efectuó a
la entidad demandada”.
En relación con esta aseveración el Tribunal indica que al ser el concepto central de
la disposición la “decisión de gobierno”, están “exceptuados entonces los documentos
del proceso de deliberación y de consulta anterior a la adopción de una decisión de
gobierno”; perspectiva desde la cual establece que en el caso “tanto por manifestación del
recurrente como por la del demandado, los documentos solicitados (...) están relacionados
a la investigación sobre irregularidades atribuidas al demandante. Estos documentos no
constituyen decisiones de gobierno, se trata por el contrario de investigaciones orientadas
a la determinación de infracciones e ilícitos imputados al recurrente”, investigaciones
que constituyen el ejercicio de la atribución de control de la legalidad presupuestal de la
Contraloría General(13).
723
ART. 82 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Sobre el particular, el Ministerio Público alegaba que dicha disposición creaba un “caos
jurídico y duplicidad de funciones”, “pues si el Ministerio Público decidiera intervenir en
una acción de control a cargo de la Contraloría General de la República, ya no podría in
tervenir posteriormente, dificultándose el ejercicio de su atribución constitucional de in
vestigar los delitos y su condición de titular de la acción penal”. Asimismo, indicaba, res
pecto de la Sexta Disposición Final, que esta afectaba su autonomía e independencia por
cuanto le ordenaba “asignar una Fiscalía Provincial ad hoc para el control gubernamental
que estará a cargo de la Contraloría General de la República”, considerando que esta es
una potestad exclusiva del Ministerio Público y que “los poderes Legislativo y Ejecutivo
carecen de facultades para intervenir en la actividad del Ministerio Público”.
Por otro lado, refería que las disposiciones impugnadas no limitaban las atribuciones del
Ministerio Público, “ya que dicho órgano es quien conduce, desde el inicio, la investigación
del delito, aun cuando actúe paralelamente con una acción de control en ejecución, de acuer
do con las atribuciones que la Constitución Política y su Ley Orgánica le han asignado”. A
su juicio, con dichas disposiciones se brinda “sustento normativo para que el propio Mi
nisterio Público, a través de los mecanismos que estime pertinentes, y siempre dentro de la
autonomía e independencia que su propia Ley Orgánica regula, cree una Fiscalía Provincial
ad hoc que permita cooperar con el control gubernamental”.
Finalmente, alegaba que no era exacto que se vulnere la autonomía, ya que el Con
greso de la República “es el Poder del Estado competente para dictar la Ley Orgánica del
Ministerio Público, así como para modificarla o derogarla mediante otra ley orgánica. En
este sentido es precisamente mediante una ley orgánica que se ha establecido la coordi
nación de instituciones autónomas como la Contraloría General de la República y el Mi
nisterio Público”.
724
d e l r é g im e n t r ib u t a r io y p r e s u p u e s t a l ART. 82
Por lo tanto, la disposición que “(...) En el caso de que los informes generados de
una acción de control cuenten con la participación del Ministerio Público y/o la Poli
cía Nacional, no corresponderá abrir investigación policial o indagatoria previa, así
como solicitar u ordenar de oficio la actuación de pericias contables”, “no puede ni debe
entenderse como que aquella presencia [la del Ministerio Público o la de la Policía Na
cional, o ambas conjuntamente], impedirá posteriormente que el Ministerio Público pro
fundice o realice nuevas investigaciones, y menos, por supuesto, que ejerza la titularidad
de la acción penal”.
725
ART. 82 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Por las razones expuestas, el Tribunal Constitucional resolvió desestimando este ex
tremo de la pretensión.
Sobre esta segunda pretensión, el Tribunal precisa, al igual que en el primer punto, que
no comparte los argumentos del Ministerio Público, indicando que el verbo “asignar”, en
la acepción utilizada por el legislador, y a su criterio interpretativo “significa que el Mi
nisterio Público designará, fijará y, en su caso, nombrará una fiscalía ad hoc, para que la
labor del control gubernamental se optimice.
Asimismo el Tribunal “tampoco considera que la creación de una fiscalía ad hoc para
que participe en las labores de control gubernamental termine ‘despojando’ al Ministe
rio Público ‘de su atribución de titular de la acción penal’. Ello porque no es el Ministe
rio Público, en cuanto órgano constitucional, el que resultaría afectado en el ejercicio de
la titularidad de la acción penal, dado que la atribución señalada a esta fiscalía ad hoc, es
una adicional a la que se tiene establecida en la Ley Orgánica del Ministerio Público. De
modo que la participación coadyuvante de la fiscalía ad hoc en la labor de control guber
namental no le impedirá ejercer la titularidad de la acción penal”.
726
d e l r é g im e n t r ib u t a r io y p r e s u p u e s t a l ART. 82
1. La accionante interpone acción de inconstitucionalidad contra la segunda parte del inciso f) del artículo
15 de la Ley N° 27785, Orgánica del sistema nacional de control y de la Contraloría General de la
República, y su Sexta Disposición Final, alegando que ellas contravienen la autonomía del Ministerio
Público y sus prerrogativas, concedidas y consagradas en la Constitución.
2. En efecto, las normas cuestionadas vulneran los artículos 158 y 159, incisos 1),4) y 5), de la Cons
titución Política del Perú, que concedan al Ministerio Público autonomía sin restricción alguna, es
decir, independencia intema y extema en el ejercicio de la función fiscal, estableciendo que esta es
ejercida por los Fiscales de manera independiente, según su propio criterio y en la forma que estimen
más arreglada a los fines de la institución (art. 5 del Decreto Legislativo N° 052, Ley Orgánica del
Ministerio Público).
3. De otro lado, la Sexta Disposición Final precisa “[...] que el Ministerio Público asigne una Fiscalía
Provincial ad hoc para el control gubernamental”, lo que significa que se pretende incorporar, vía
asignación, una Fiscalía Provincial a cargo de la Contraloría para que participe en sus acciones de
control, contraviniendo la potestad exclusiva del Ministerio Público de determinar la creación o
supresión de Fiscalías Especializadas.
4. La segunda parte del inciso f) del artículo 15 de la Ley N° 27785 dispone “[...] que no corresponderá
iniciar investigación sobre presunta comisión de delito en los casos en que se haya emitido informe
derivado de acciones de control donde haya participado el Ministerio Público”. Conforme a ello: a)
se limita la atribución constitucional del Ministerio Público de iniciar investigaciones de oficio; b)
se impide su intervención en casos de comisión de delito cuando haya emitido informe derivado de
acciones de control con participación de la Fiscalía Provincial ad hoc, razón por la cual la denuncia
que se formule dejaría de ser prueba preconstituida, y c) bajo el criterio de que la Fiscalía ad hoc ya
participó, se impide al Ministerio Público que realice sus investigaciones conforme a las atribuciones
que le confiere la Constitución, una vez que se formule la denuncia.
5. Es importante destacar que la emplazada está de acuerdo con la inconstitucionalidad que se plantea
-según se desprende de la página 39 del escrito de contestación-, pero considera que puede haber
una interpretación constitucional a través de una sentencia interpretativa que establezca el correcto
sentido constitucional de las normas en cuestión.
6. Por consiguiente, las normas cuestionadas deben ser expulsadas del ordenamiento legal por su ma
nifiesta inconstitucionalidad, más aún si el Ministerio Público no está sometido y menos aún tiene
relación de dependencia con ninguno de los poderes del Estado, por lo que no cabe que estos controlen,
dirijan, interfieran o intervengan en su actividad, como lo hacen las normas que se cuestionan en esta
demanda. Al Ministerio Público no solo se lo subordina al disponerse la creación de una Fiscalía ad
hoc, sino también se lo relega al extremo de considerarlo una entidad coadyuvante, despojándolo de
su atribución constitucional de titular de la acción penal.
Por los fundamentos expuestos, mi voto es porque se declare FUNDADA la demanda y, en consecuencia,
inconstitucionales la segunda parte del inciso f) del artículo 15 de la Ley N° 27785, Orgánica del sistema
nacional de control y de la Contraloría General de la República, y su Sexta Disposición Final”.
727
ART.82 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Sobre el particular se tiene que el Procurador Público encargado de los asuntos judi
ciales de la Contraloría General de la República contestó la demanda, solicitando “se la de
clare improcedente, manifestando que la notificación al recurrente se hizo mediante edic
to en el diario El Peruano, debido a su oposición a recibir el cargo de notificación, como
se demuestra con el cargo de comunicación de hallazgos de fecha 5 de julio de 2001, la
cual le fue notificada en el Ministerio de Industria, Turismo, Integración y Negociaciones
Comerciales Internacionales, tal como consta en el parte de visitas”.
(17) MORÓN URBINA, Juan Carlos. “Los informes de control y su calidad de prueba preconstituida: la posición
de la Corte Suprema al respecto”. En: R evista Gestión P ública y D esarrollo. Setiembre, 2011, p. C6-C10.
728
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.82
Aunque no es objeto del presente artículo analizar la figura jurídica de la prueba pre
constituida, nos permitimos indicar que el debate en tomo a ella no es pacífico, y que por
el contrario, tal como se indica en el artículo citado, es el Poder Judicial a través de sen
tencias, quien viene delimitando el concepto y los requisitos que debe cumplir cuando
pasa del ámbito administrativo al jurisdiccional. Así se entiende que lo que prevalece en
el ámbito jurisdiccional es la libertad de apreciación de las pruebas, y no las pruebas ta
sadas, con lo que se elimina cualquier posibilidad de sanción automática sobre la base del
Informe de Control; que la calidad de prueba preconstituida “no resultaba ser un atribu
to per se y erga omnes de todos los informes de control, sino más bien era una atribución
de la Contraloría General de la República”; que para ser considerado prueba preconsti
tuida el Informe de Control debe ser consecuencia del procedimiento “establecido para
su generación y contar con un debido sustento técnico y legal”, lo que involucra el debi
do proceso, por lo que cualquier otro documento emitido por el sistema nacional de con
trol que no cumpla con dicha condición queda descalificado como prueba preconstituida.
(18) Algunos comentarios de esta situación pueden verse en: MORY PRÍNCIPE, Freddy. E l p ro c e so
adm inistrativo disciplinario. Rodhas, Lima, 2001. p. 296.
729
ART.82 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
En relación con las sanciones se indicaba, respecto de las leves, que estas debían ser
procesadas y sancionadas conforme a los regímenes laborales o contractuales de los infrac
tores, mientras que las infracciones muy graves debían ser sancionadas con inhabilitación
no menor de 2 ni mayor de 5 años, y las infracciones graves con suspensión no menor de
30 ni mayor de 360 días o inhabilitación no menor de 1 ni mayor de 2 años.
En este orden se señalaban las funciones específicas del Órgano instructor, Órgano
Sancionador y Tribunal Superior de Responsabilidades Administrativas, instancia esta úl
tima, para la cual, se precisa su conformación (Presidente, Salas, Secretaría Técnica), los
requisitos, impedimentos, causas graves de remoción, causales de vacancia, así como la
competencia para la selección, nombramiento y vacancia de los vocales, incorporando dis
posiciones que permitan que los órganos que participan del procedimiento tengan una es
tructura dinámica en función a la carga procesal y otros criterios objetivos.
Se refería también a la medida preventiva de separación del cargo precisando sus efec
tos, los criterios para su imposición, las modalidades para su levantamiento (oficio o pe
dido de parte), así como lo relativo a su caducidad.
730
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART.82
731
ART.82 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Al momento de escribir este artículo, se encuentra vigente la Ley N° 31288 “Ley que
tipifica las conductas infractoras en materia de responsabilidad administrativa funcional
y establece medidas para el adecuado ejercicio de la potestad sancionadora de la Contra
loría General de la República”, la cual ha sido objeto de una nueva demanda de inconsti
tucionalidad, por lo que quizás cuando se publique el presente libro, ya se tenga claro el
panorama sobre la tan discutida potestad sancionadora.
(21) DÍAZ GUEVARA, Juan José. “ El errado enfoque de las iniciativas legislativas respecto a la
reactivación de la potestad sancionadora de la Contraloría General de la República”. En: Gestión
Pública & Control. N° 11. Gaceta Jurídica, Lima, noviembre de 2020, p. 99.
732
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL ART. 82
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
Las frases “el ordenamiento jurídico administrativo” y “las normas internas de la entidad
a la que pertenecen” son tan amplias que no garantizan un mínimo de seguridad respecto
al conjunto de conductas sancionables, por lo que el artículo 46 de la LOCGR es incons
titucional al vulnerar el principio de tipicidad o taxatividad: STC Exp. N° 00020-2015-PI/
T C (ff.jj. 50-53).
BIBLIOGRAFÍA
CASSAGNE, Juan Cartas. D erech o A d m in istra tivo . Tomo I, Palestra, Lima, 2010; DIAZ GUEVARA,
Juan José. “El errado enfoque de las iniciativas legislativas respecto a la reactivación de la potestad
sancionadora de la Contrataría General de la República”. En: G estión P ú b lica & Control. N° 11, Gaceta
Jurídica, Lima, noviembre de 2020; DROMI, Roberto. D erech o A dm inistrativo. Capítulo XX, Ediciones
Ciudad Argentina, Buenos Aires-Madrid, 2004; GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo; FERNÁNDEZ,
Tomás-Ramón. C u rso d e D e re c h o A d m in istra tivo /. Civitas, Madrid, 2001; MORY PRÍNCIPE, Freddy.
E l p r o c e s o a d m in istra tiv o d isc ip lin a rio . Rodhas, Lima, 2001; MORÓN URBINA, Juan Carlos. “Los
informes de control y su calidad de prueba preconstituida: la posición de la Corte Suprema al respecto”.
En: R e v is ta G e stió n P ú b lica y D e sa rro llo . Setiembre, 2011.
733
CAPITULO V
DE LA MONEDA Y LA BANCA
CONCORDANCIAS:
C : arts. 60, 64, 78, 84 al 86,96, 101 inc. 2); C.P.: arts. 252 al 259; D. Leg. 183: art.
59; L.O.B.C.R.: arts. 24 inc. h), 42 y ss.; R. 018-2009-BCRP; P.I.D.C.P.: art 1.1;
P.I.D.E.S.C.: arts. 1.1,2.3
734
DE LA MONEDA Y LA BANCA ART.83
Por otro lado, estimamos que sería oportuno reestructurar el actual esquema de
protección del ahorro del público, que resulta, en nuestra opinión, parcial e incompleto
en la Constitución vigente, al limitarse únicamente a mencionar y regular solo a la
Superintendencia de Banca y Seguros, que ahora también es de las AFP; es decir,
solo a la autoridad de control del mercado indirecto de dinero como son los sistemas
financiero y de seguros, guardando total silencio constitucional respecto a la autoridad
de supervisión del mercado directo o de capitales y de valores, que actualmente está
sujeto al control de un ente similar a la indicada Superintendencia, como es la actual
Superintendencia de Mercado de Valores (SMV, ex Conasev), sobre la que nada se dice
ni merece mención alguna en la Carta Magna, a pesar de que se trata de otro sector de
ahorro-inversión que debería merecer el mismo tratamiento e importancia que el sistema
financiero. Tampoco existe en la Constitución mención alguna al ente supervisor del
sistema privado de pensiones que también constituye una forma de ahorro del público
(ahorro forzoso con fin previsional), sistema que actualmente ya está sujeto al control
de la Superintendencia de Banca y Seguros, al haberse eliminado ya hace algún tiempo
a su propio ente de control original, que era la Superintendencia de Administradoras de
Fondos de Pensiones (SAFP), silencio constitucional que, en este caso, era explicable por
haberse creado este sistema privado de pensiones en fecha posterior a la Constitución.
Estas situaciones deberían ser regularizadas, de existir la oportunidad de actualizar la
Constitución Política o aprobar una nueva.
Nuestros siguientes comentarios y propuestas, por tanto, se centrarán en estos dos
aspectos que estimamos resultan oportunos en un momento como hoy, de interés de
algunos sectores políticos de sustituir, o por lo menos revisar y adecuar, el actual texto
constitucional, lo que de ser el caso debería hacerse con visión global y del nuevo milenio,
propendiendo a que la nueva Constitución tenga una vocación de permanencia y estabilidad
en el tiempo y no incurramos más en estos excesivos “reglamentarismos”, que solo ha
generado la dación de innumerables constituciones a lo largo de la vida republicana del
Perú, frente a una o dos constituciones que, en ese mismo tiempo, han tenido otros países,
con normas más estables y/o con actualizaciones permanentes.
En efecto, desde la primera Constitución peruana de 1823, que siguió a la Constitución
Política de la Monarquía Española de 1812, se han sucedido dieciséis Constituciones,
incluyendo las constituciones de la Confederación Peruano Boliviana; encontrándose la
permanencia de la Constitución de 1993 en debate, al existir hasta propuestas de retomo a la
Constitución Política de 1979, nada menos; lo que sería en nuestra opinión un retomo a un
sistema político superado que generaría un retroceso en nuestro actual esquema económico
de libre mercado, con protección a la iniciativa privada, en lugar de una economía con
participación estatal determinante y de control de precios que la economía mundial y
mercados del futuro ya no admiten más.
I. £1 sistema monetario y la emisión de billetes y monedas
El sistema monetario es la forma de organización que tiene un país, para establecer su
unidad monetaria. Solo hasta hace algunas décadas, no se concebía un patrón monetario
más estable que aquel basado en el oro. D.H. Robertson, (Money, New York, 1929), seña
laba que el patrón oro es un estado de cosas en el que el país mantiene iguales entre sí, el
735
ART.83 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Así, en el caso del Perú, la Constitución señala que el sistema monetario se fija por ley,
debiendo el Banco Central de Reserva del Perú poner en circulación billetes y monedas
correspondientes a la unidad monetaria establecida en el país, que tendrán aceptación
forzosa para el pago de toda obligación pública o privada (art. 43, Ley N° 26123, Ley
Orgánica del BCR).
Actualmente, no sería posible imaginar el mundo sin moneda o dinero; justamente
su función de servir como unidad de medida del valor patrimonial del resto de los bienes
y servicios, lo que lo hace imprescindible en cualquier mercado; sumado a la función de
medio de pago e instrumento de liberación de las obligaciones patrimoniales por el carácter
de curso legal y forzoso que tiene, por lo que no es posible prescindir de ella, aun cuando
no se la utilice física o materialmente y sin contenido alguno de metal fino; pues dada su
función de unidad de cuenta, siempre se tendrá que recurrir a alguna unidad monetaria
para expresar el valor de los bienes y servicios, monto que se imputará como acreencia o
deuda en cada transacción con contenido patrimonial. Por otro lado, su función de medio de
736
DE LA MONEDA Y LA BANCA ART.83
ahorro, hace que sea atesorado por los agentes, con la intención de contar con ese respaldo
para sus necesidades futuras; todo lo cual hace que el uso de la moneda sea imprescindible
en cualquier mercado.
737
ART. 83 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
BIBLIOGRAFÍA
BANCO CENTRAL DE RESERVA DEL PERÚ. D escentralización, esta b ilid a d y d e sa rw llo económ i
co: la experiencia internacional. Fondo Editorial del Banco Central de Reserva del Perú, Lima, 2001.
(1) Su denominación ha sido limitada o simplificada a “Sol” desde el 15 de diciembre de 2015, según Ley
N° 30381 publicada en el diario oficial El Peruano de 14 de diciembre de 2015.
(2) Regulación Nuevo Sol N° 001-91 -EF/90 de 29 de enero de 1991.
738
Artículo 84 Banco Central de Reserva
El Banco Central es personajurídica de Derecho Público. Tiene
autonomía dentro del marco de su Ley Orgánica.
La finalidad del Banco Central es preservar la estabilidad
monetaria. Sus funciones son: regular la moneda y el crédito
del sistemafinanciero, administrar las reservas internacionales
a su cargo, y las demás funciones que señala su ley orgánica.
El Banco informa al país, exacta y periódicamente, sobre el
estado de las finanzas nacionales, bajo responsabilidad de su
Directorio.
El Banco está prohibido de conceder financiamiento al era
rio, salvo la compra, en el mercado secundario, de valores
emitidos por el Tesoro Público, dentro del límite que señala
su Ley Orgánica.
CO NC O RDANCIAS:
C. : arts. 60, 64, 78, 83, 85 al 87,91 inc. 3), 96, 101 inc. 2); C.P.: aits. 242, 260, 261;
D. Leg. 183: ait. 59; L.O.B.C.R: arts. 1al 3,74,77,78; R. 018-2009-BCRP; C.A.D.H.:
art. 13.1; D.U.D.H.: art. 19; P.I.D.C.P.: art. 19.2
739
ART.84 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
medidas de política monetaria; medidas que persiguen que la masa monetaria o circulante
o disposición monetaria corresponda y guarde relación con la producción nacional, con
la oferta y demanda de bienes y servicios dentro de la economía nacional, de modo que la
moneda no se envilezca como consecuencia de la llamada emisión inorgánica, que no es
sino la excesiva masa monetaria en circulación en el mercado que genera la elevación de
los precios o llamada inflación, debiendo por el contrario proveerse al mercado solo de la
cantidad adecuada de moneda y medios de pago o de cambio suficientes y adecuados que
no afecten los precios, logrando que la capacidad de adquisición de la moneda sea estable
en el tiempo, persiguiendo la confianza de la población en su moneda doméstica. Solo así
se logra brindar confianza en un signo monetario; pues de lo contrario, por la simple y
lógica aplicación de la llamada Ley de Greshamffo moneda vil o mala moneda, desplaza
del mercado a la buena moneda o moneda de buena ley), los agentes del mercado preferirán
monedas sólidas, como hasta ahora aún ocurre en el Perú, donde la mayor masa monetaria
intermediada en el sistema bancario, así como los precios de los bienes y servicios se expresa
aún en dólares americanos y las transacciones de cierta importancia se sigan pactando en
dicha moneda extranjera y no en la moneda nacional (Soles), encontrándose así “dolarizada”
nuestra economía, a pesar de que desde hace ya algunos años se ha logrado una estabilidad
del Sol y a pesar de la crisis que atraviesa el país norteamericano que desde el 2008 no
logra aún superarlo, solo habiendo disminuido un tanto la tendencia a la dolarización.
(1) La Ley N°28300 quedó derogada por la vigente Ley N° 29571, publicada el 02 septiembre del 2010, la
cual dispone que ya no será obligatorio que los precios de los bienes y servicios se expresen en moneda
nacional, sino que en su artículo 6 establece disposiciones especificas al respecto, tales como:
a) En caso de que los precios de los productos o servicios se difundan o publiciten en moneda extranjera,
los mismos se consignan también en moneda nacional, en caracteres y condiciones iguales, y con la
indicación del tipo de cambio aceptado para efectos de pago. Esta norma no es de aplicación para
aquellos proveedores que ofrezcan directamente al público productos y servicios desde y hacia el
exterior.
b) Si el precio se anuncia en moneda extranjera, el proveedor está obligado a aceptar el pago en dicha
moneda o en su precio equivalente en moneda nacional a elección del consumidor.
Señala asimismo que, en estos casos, se debe ubicar en lugares visibles del local, carteles, avisos o similares,
con información sobre el tipo de cambio aceptado para efectos de pago.
740
DE LA MONEDA Y LA BANCA ART.84
durante los últimos años, el IPC de Lima Metropolitana que sirve de referencia para medir
el índice inflacionario ha disminuido ostensiblemente respecto a los índices inflacionarios,
por ejemplo, de la década de los ochenta y se mantiene estable desde los noventa, habiendo
sido en el año 2000 de solo 3,73%, en el año 2001 inclusive una deflación de -0.13%,
mientras que en el 2002 de solo 1,52%, en el año 2003 de 2,48.%, mientras que el año 2004
cerró con 3,48% de inflación, en el año 2005 fue de 4,6%, en 2006 de 3,1%, en 2007 de
4,9%, en el año 2008 de 6,65% que se explica por la crisis internacional, en el año 2009
y 2010, respectivamente, de 2,1% y 4,0%; y, entre el año 2011 al 2017, respectivamente,
fueron de 4.74%, 2.65%, 2.86%, 3.22%, 4.40%, 3.23%, y 1.36%; entre el 2018 y 2020,
fueron respectivamente de 2.19%, 1.90% y 1.97%; y en lo que va en el 2021, entre enero
y abril, es ya de 1,36%, que se explica por las expectativas generadas por las elecciones
generales que deben definirse en junio de este año; todo lo cual, sumado a los factores
antes anotados han contribuido al logro de una relativa estabilidad monetaria en el Perú,
respecto a los años precedentes a los 90.
De este modo pues, resulta una referencia histórica la época en la cual la emisión de
billetes y monedas se hacía sobre la base de las reservas en metal fino, conteniendo las
monedas dicho metal con ley garantizada por el Estado, siendo su valor uno intrínseco
y según los gramos de oro o de plata que contenían las monedas. Recordemos sino el
sistema monetario del Patrón Oro que durante largo tiempo operó, pero que ahora no es
más posible mantenerlo.
741
ART. 84 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
función exclusiva de emitir billetes y monedas que se reserva para el Estado, éste lo ejerce
a través de este ente público, sin posibilidad, por tanto, de delegar esa función a terceros
particulares. Según su Ley Orgánica, la actual Ley N° 26123 (art.3), este organismo público
constitucional (BCR), tiene autonomía en el cumplimiento de su finalidad y funciones.
Tanto la Constitución, como la antes citada Ley Orgánica del BCR, señalan que la
única finalidad del Banco Emisor es preservar la estabilidad monetaria, para cuyo efecto
se le asigna las funciones de regulación de la moneda y el crédito del sistema financiero,
como la función de administrar las reservas internacionales que igualmente está a su
cargo. Funciones que están relacionadas directamente con su labor de lograr la estabilidad
del signo monetario nacional. Y es que tanto la emisión de billetes y moneda, como la
expansión del crédito bancario y la administración de las RIN (reservas internacionales),
inciden en la estabilidad de la moneda nacional. Con el mismo propósito, se prohíbe que
el BCR conceda créditos o financiamientos al Estado, salvo la de adquirir bonos y valores
del Tesoro Público, en mercado secundario y no primario, conforme a su Ley Orgánica,
con lo que se evita que dicha compra conlleve inyectar mayor masa monetaria al mercado,
lo que ocurriría si tal adquisición se hiciera en mercado primario, constituyendo estas
compras en mercado secundario solo formas de dar liquidez a los agentes tenedores de
esos valores del Tesoro.
Al respecto, hay quienes consideran que el BCR debería también tener como finalidad
la formulación de la política de promoción del crecimiento económico, del pleno empleo,
la estabilidad de los precios y de un modelo de comercio internacional. Hay también
regímenes y países en los cuales el Banco Central cumple labores de supervisión y control
de las empresas del sistema financiero, es decir, una labor que en el Perú lo realiza la
Superintendencia de Banca y Seguros. Por nuestra parte, estimamos que el BCR debería
limitar sus fines al logro de la estabilidad de la moneda, haciendo uso para ese efecto de
Jas medidas de política monetaria que estime por conveniente, coordinando sus acciones,
pero no sometiéndose,, con el Ministerio de Economía y Finanzas.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
742
DE LA MONEDA Y LA BANCA ART. 84
¡J¡ Más allá de la labor monetaria, que corresponde con exclusividad al Banco Central de Re
serva a través de la reserva de contingencia también se podría hacer frente a una recesión
económica grave que impida que el Presupuesto de la República pueda cumplir uno de
sus objetivos, cual es prever los posibles efectos económicos y sociales de los programas
de ingresos y gastos fiscales durante un ejercicio presupuestal: STC Exp. N° 00002-2013-
CC/TC (f. j. 28).
BIBLIOGRAFÍA
743
Artículo 85 Operaciones que puede realizar el Banco
Central de Reserva
El Banco puede efectuar operaciones y celebrar convenios de
crédito para cubrir desequilibrios transitorios en la posición
de las reservas internacionales.
Requiere autorización por ley cuando el monto de tales opera
ciones o convenios supera el límite señalado por el Presupuesto
del Sector Público, con cargo de dar cuenta al Congreso.
CONCORDANCIAS:
G: arts. 78,83,84,86,87,91 inc. 3), 96,101 inc. 2); D. Leg. 183: art 59; L.O.B.C.R.:
arts. 64,65; R. 018-2009-BCRP; P.I.D.E.S.C.: art. 2.1
Como toda entidad pública, el Banco Central debe observar los límites legales para
endeudarse, pues aun tratándose de la autoridad monetaria no tiene ilimitada facultad de
endeudamiento. Por ello, si los montos a financiarse superan los límites que la Ley Anual
del Presupuesto Público señala, será necesario modificar dicho límite presupuestad lo
que solo se puede lograr con otra ley especial autoritativa. Una vez hecho uso de esta
ampliación autorizada por ley, el Banco Central deberá dar cuenta al Congreso de dicha
operación en exceso.
La anterior Ley Orgánica del Banco Central (D.S. N° 295-68-HC y D.S. N° 344-68-
HC, art. 78), señalaba que esta autorización por ley solo era necesaria requerirla, cuando
el exceso superase la sexta parte del valor de las exportaciones del país en el año anterior.
La actual Ley Orgánica del Banco Central de Reserva del Perú señala que su Directorio
debe aprobar los lincamientos para la administración de las reservas internacionales;
aprobar la concertación de créditos que fortalezcan la balanza de pagos (arts. 24,64 y 65),
debiendo tomar en cuenta en esta labor de administración de las reservas internacionales
los criterios de seguridad, liquidez, rentabilidad, evaluándolos en función de la situación
y perspectivas de la economía nacional y del contexto internacional, siguiendo usuales y
sanas prácticas bancarias (art. 71). Es obligación del Banco Central formular la balanza
de pagos y las cuentas monetarias; informando periódicamente sobre la situación de las
744
DE LA MONEDA Y LA BANCA ART. 85
Finalmente, para una mejor precisión de lo que son las reservas internacionales, que
precisamente constituyen los recursos con los que como país cuenta frente a las obligaciones
asumidas por sus agentes ante el resto del mundo, y que opera como el respaldo de nuestra
unidad monetaria, tenemos las siguientes, que la misma ley orgánica (art. 72) los enumera:
Tenencia de oro y plata cotizada a precios del mercado internacional; billetes y monedas
extranjeros que constituyan medios de pago intemacionalmente aceptadas, tal serían los
casos del dólar o el euro; depósitos líquidos de divisas en bancos de primera categoría
del exterior, a no más de 90 días; certificados de depósitos emitidos por dichos bancos;
títulos de primera clase emitidos por organismos internacionales u organismos públicos
del exterior; aceptaciones bancarias fácilmente negociables; DEG (Derechos Especiales
de Giro) u otro instrumento que sustituya el oro, según determine el FMI; saldos deudores
provenientes de los convenios de crédito recíproco; aportes en oro, en DGE a organismos
monetarios internacionales.
C JURISPRUDENCIA RELACIONADA ]
jp La función reguladora en materia financiera es ejercida por el BCR. No obstante, es im
portante resaltar que, en dicha tarea, debe contar con la cooperación y coordinación de
la SBS, pues a través de la participación de ambas entidades se garantiza la estabilidad
económica financiera y el orden público económico, por lo que nuestro modelo financiero
supone -bajo criterios de cooperación entre poderes y órganos públicos- una labor racional
e integrada de ambos entes, sin perjuicio de la autonomía que constitucionalmente les ha
sido reconocida: STC Exp. N° 0005-2005-CC/TC (f. j. 39).
BIBLIO G RA FÍA
745
Artículo 86 Régimen de administración del Banco
Central de Reserva
El Banco es gobernado por un Directorio de siete miembros.
El Poder Ejecutivo designa a cuatro, entre ellos al Presidente.
El Congreso ratifica a este y elige a los tres restantes, con la
mayoría absoluta del número legal de sus miembros.
Todos los directores del Banco son nombrados por el periodo
constitucional que corresponde al Presidente de la Repúbli
ca. No representan a entidad ni interés particular algunos.
El Congreso puede removerlos por falta grave. En caso de
remoción, los nuevos directores completan el correspondiente
periodo constitucional.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 40 al 42, 78, 83 al 85, 91 inc. 3), 96, 101 inc. 2), 107, 188; C.C.: arte. 1366,
1368; C.P.: art. 256; Ley 27594: art. 1 inc. 4); L.O.B.C.R.: arts. 8 al 12; TUO Rgmto.
Congreso: art.. 6; R. 018-2009-BCRP; C.A.D.H.: art. 23.1c; D.U.D.H.: art 21.2;
P.I.D.E.S.C.: art. 25.c
746
DE LA MONEDA Y LA BANCA ART. 86
Como reiteramos una vez más, este régimen de designación y duración en el cargo de
los miembros del Directorio que contiene este numeral, no es propio de una norma consti
tucional, que debería limitarse a contener principios y normas básicas y generales, dejando
que sea su Ley Orgánica y su estatuto los que desarrollen en detalle este régimen adminis
trativo; pues de lo contrario, se incurrirá en una repetición de lo ya dispuesto en la Cons
titución, como ocurre en el caso del BCR peruano con el citado Decreto Ley N° 26123 y
el Estatuto del BCR. Los detalles referidos al número de directores, duración, forma de
designación y similares disposiciones, son más bien propios de un texto estatutario y, en
todo caso, de una norma con jerarquía no mayor a la de una Ley. Además, regular con este
nivel de detalle el número de directores y duración en el cargo solamente de este Banco
Emisor y no de otros entes públicos que tienen la misma autonomía y similar importan
cia, crea una innecesaria desigualdad en la regulación constitucional de las entidades pú
blicas contenidas en la Carta Magna.
747
ART. 86 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Así, en nuestra opinión, este artículo 86 debería limitarse a señalar que el gobierno y
régimen de la administración del Banco Central de Reserva estará a cargo de un directo
rio, cuyo número, designación, periodo de administración y demás disposiciones, serán
señaladas en la respectiva Ley Orgánica, dejando que sea dicha norma la que regule es
tos aspectos con detalle reglamentario o estatutario, en cuanto al número de directores ti
tulares, suplentes o altemos, forma de su designación, duración en el cargo, reelección,
requisitos para ocupar tal cargo, causales para destituirlos o vacar, entidades y autorida
des que los designan y demás aspectos de detalle estatutario, alejados de la Carta Magna.
BIBLIOGRAFÍA
748
Artículo 87 Protección del ahorro y del crédito
El Estado fomenta y garantiza el ahorro. La ley establece las
obligaciones y los límites de las empresas que reciben ahorros
del público, así como el modo y los alcances de dicha garantía.
La Superintendencia de Banca, Seguros y Administradoras
Privadas de Fondos de Pensiones ejerce el control de las
empresas bancarias, de seguros, de administración de fondos
de pensiones, de las demás que reciben depósitos del público
y de aquellas otras que, por realizar operaciones conexas o
similares, determine la ley.
La ley establece la organización y la autonomía funcional de
la Superintendencia de Banca, Seguros y Administradoras
Privadas de Fondos de Pensiones.
El Poder Ejecutivo designa al Superintendente de Banca,
Seguros y Administradoras Privadas de Fondos de Pensiones
por el plazo correspondiente a su periodo constitucional. El
Congreso lo ratificd'K
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 16), 60,70,71,88,91,96,101 inc. 2), 188; C.C.: arts. 1366,1368; CJ»:
arts. 242 y ss.; Ley 26702: art 99,107,130 al 134,138; DXeg. 183: art 60; DX. 26126;
TUO Rgmto. Congreso: art 6; C.A.D.H.: art 21; D.U.D.H.: art 17
(*) Texto según modificatoria efectuada por el artículo 1 de la Ley N° 28484 del 05/04/2005.
749
ART. 87 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
depósitos del público y de aquellas otras que, por realizar operaciones conexas o simila
res, determine la ley.
Una regla lógica a seguir es que, a medida que existan pequeños ahorradores de dinero,
estos se incrementarán merced a la tasa de crecimiento de la población, traduciéndose ello
en la cantidad de personas ahorradoras; así como en los bajos, pero suficientes promedios
de los ahorros de estos grupos de personas, habida cuenta que el depositario de cantidad
dineraria, con finalidad rentable y riesgo, trata de derivar su capital a otro mercado, que no
es precisamente el de la masa promedio de la población. Se suele explicar la baja tasa de
interés en los depósitos en ahorro en la atención a la masa ahorradora que obliga a incurrir
en costos operativos a las empresas bancarias, o que de por sí merece una revisión cons
tante a fin de evitar que la masa ahorradora sea consumida a elevados costos operativos.
Es indudable que el fomento del ahorro como política se centrará en la mejor tasa de
interés, y en la seguridad del reembolso del dinero depositado en forma inmediata. Exis
ten otros factores importantes como el servicio oportuno y la supresión de las comisiones
por mantenimiento u otros gastos que merman el ahorro.
La mayor o menor tasa de interés depende del mejor uso de los recursos de cada ins
titución bancaria o financiera, y además de la tasa de encaje que fije el Banco Central de
Reserva. Ante alternativas estrictas o fijas, solo queda revisar aquellas políticas y dispo
siciones que brindan al ahorrista, por lo menos, una seguridad de devolución de sus aho
rros. Ello desde el punto de vista del ahorrista. Desde el ángulo de la entidad bancaria será1
(1) RODRÍGUEZ AZUERO, Sergio. Contratos bancarios. 5a edición, Legis, 2002, p. 421.
750
DE LA MONEDA Y LA BANCA ART.87
necesario que se le brinde herramientas que permitan la recuperación de los créditos otor
gados a efecto de no defraudar las expectativas de las personas que depositan su dinero
en la empresa bancaria o financiera.
Bajo las premisas esbozadas anteriormente podemos encontrar el sustento del artícu
lo 87 de la Constitución Política del Estado cuando señala que: “El Estado fomenta y ga
rantiza el ahorro. La ley establece las obligaciones y los límites de las empresas que reci
ben ahorros del público, así como el modo y los alcances de dicha garantía”. Para cumplir
con este rol, las instituciones financieras necesitan contar con las medidas de protección
en la colocación de sus recursos mediante el crédito, pues como agentes intermediarios,
captan recursos del ahorro del público, para colocarlos mediante una operación activa
entre sus clientes. La colocación de los recursos siempre constituye un riesgo, más aún
cuando el crédito es de mediano o largo plazo, razón por la que, acorde con las medidas
de protección, se han otorgado a las instituciones financieras una serie de normas protec
toras a efecto de garantizar la recuperación del crédito otorgado y, en esa medida, prote
ger el ahorro del público.
751
ART.87 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Cuando los bienes afectados en garantía a favor de una empresa del sistema finan
ciero son de propiedad distinta al deudor, estas solo respaldan las deudas y obligaciones
del deudor que hubieran sido expresamente señaladas por el otorgante de la garantía”. Me
diante este dispositivo se busca hacer extensiva la garantía a cualquier otra deuda del deu
dor, siempre que así se haya convenido en contrato. En desarrollo de esta disposición tene
mos que mediante resolución de la Superintendencia de Banca y Seguros N° 325-2001 del
30 de abril de 2001, se aprobaron las cláusulas generales de contratación aplicables a los
Contratos de Préstamo Hipotecario. La permanencia de la garantía está respaldada por el
tercer párrafo del artículo 172 de la referida Ley General del Sistema Financiero -LGSF-
(Ley N° 26702) que señala que: “[L]a liberación y extinción de toda garantía real consti
tuida en favor de las empresas del sistema financiero requiere ser expresamente declarada
por la empresa acreedora. La extinción dispuesta por el artículo 3 de la Ley N° 26639 no
es de aplicación para los gravámenes constituidos en favor de una empresa”(2).
Por otro lado existen medidas de protección para la constitución de los warrants
y de ios Títulos de Crédito Hipotecario constituidos a favor de las instituciones finan
cieras; así, el inciso 8 de la Ley N° 26702 señala que la ejecución de estos títulos, que
garanticen obligaciones con empresas del sistema financiero por su tenedor, se aplica
rá al pago de la deuda con el acreedor financiero, excluyendo a cualquier tercer acree
dor del constituyente, concursado o no. En este caso se mantiene los derechos de los
(2) La Ley N° 26639 pone límite a las inscripciones de las hipotecas señalando que se extinguen a los 10años
de las fechas de las inscripciones, si no fUeran renovadas. Dicha norma se aplica cuando se trata de gravá
menes que garantizan créditos, a los 10 años de la fecha de vencimiento del plazo del crédito garantizado.
752
DE LA MONEDA Y LA BANCA ART.87
En cuanto a la hipoteca sábana, se tiene que con la derogación de las leyes 27682
y la 27851-que habían modificado el artículo 172 de la Ley de Bancos-el primer párrafo
del artículo 172° quedó eliminado. Con esto, se entiende que desaparece a nivel legal la
garantía sábana. Las constantes modificaciones al articulo y las restricciones en tomo a
la hipoteca sábana se relacionaban con un supuesto abuso de acreedores, pues los propie
tarios terminaban frente a una situación de ejecución de deudas por su carácter expansi
vo, al menos ante los bancos. Ahora bien, hoy en día la hipoteca sábana no se encuentra
regulada explícitamente en nuestro ordenamiento jurídico; no obstante, el artículo 1104°
del Código Civil establece que la hipoteca puede garantizar una obligación futura o even
tual, el cual es un claro indicio de que es posible la aplicación de la figura actualmente.
La Ley de Bancos N° 26702 que regula la hipoteca sábana a favor de entidades finan
cieras señala que los bienes dados en hipoteca, prenda o warrant respaldan todas las deu
das y obligaciones propias, existentes o futuras asumidas para con ella por el deudor que
los afecta en garantía. Según Resolución Casatoria N° 2850-2003-La Libertad (El Perua
no, 02/06/06), “la hipoteca sábana otorgada a favor de una entidad bancaria, respalda to
das las deudas u obligaciones directas o indirectas, existentes o futuras, asumidas para con
ella por quien las afecte en garantía o por el deudor. Estando a que la garantía alcanza a
todo tipo de deudas u obligaciones, resulta evidente que también cubre las sucesivas re
novaciones, novaciones de un crédito primigeneo”.
753
ART. 87 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
De otro lado, en los primeros siete incisos del artículo 132 de la LGSF se establecen
las pautas de cumplimiento de las entidades del sistema financiero a efecto de mantener
una posición sólida en el marco de sus operaciones, tales como la obligación de mantener
los límites y prohibiciones en el otorgamiento de créditos a efecto de asegurar la diversifi
cación del riesgo y la limitación al crecimiento de las empresas del sistema financiero has
ta un determinado número de veces el importe de su patrimonio efectivo; la constitución de
la reserva impuesta por la ley; mantener el monto del capital social mínimo a valores reales
constantes; y constituir provisiones genéricas y específicas de cartera, individuales o preven
tivas globales por grupos o categorías de crédito, para la eventualidad de créditos impagos.
En este contexto, las empresas deberán ser plenamente transparentes en la difusión, apli
cación y modificación de las tasas de interés, comisiones, gastos y cualquier otra tarifa aso
ciada a las operaciones activas y pasivas que realicen, así como a los servicios que brinden.
De esta forma el criterio para fijar las tasas de interés se regula en el artículo 4 de este
dispositivo legal, modificado por el artículo primero de la Resolución SBS N° 905-2010,
publicada el 29 enero 2010, que señala: “(...) Las tasas de interés compensatorio y mo
nitorio deben ser expresadas en forma efectiva anual para todo tipo de operaciones, de
biéndose considerar para tal efecto que se trata de un año de trescientos sesenta (360) días
(...)”. De emplearse tasa de interés que dependa de un factor variable, se debe especificar
de manera precisa e inequívoca la forma en que se determinará en cada momento, inclu
yendo su periodicidad de cambio.
En cuanto a las comisiones y gastos que cobren las empresas del sistema financiero,
el artículo 6 modificado por la Resolución N° 905-2010 señala que: “(...) Las comisiones
constituyen retribuciones por operaciones o servicios adicionales y/o complementarios a
las operaciones contratadas por los usuarios o clientes, que hayan sido previamente acor
dados y efectivamente prestados por la empresa”. La norma define a los gastos como aque
llos costos debidamente acreditados, en que incurre la empresa con terceros por cuenta
del cliente para brindar servicios adicionales y/o complementarios a las operaciones con
tratadas que, de acuerdo a lo pactado, serán trasladados al cliente. En ningún caso podrán
aplicarse comisiones y gastos o cobrar primas de seguro al cliente o usuario por concep
tos no solicitados, no pactados o no autorizados previamente por el cliente. Solo procede
el cobro de comisiones y gastos que se sustenten en la realización de servicios adiciona
les a las operaciones y/o gestiones esenciales o inherentes a la operación o servicio con
tratado, siempre que se haya acordado expresamente su cobro; y, en el caso de operacio
nes pasivas solo se entenderá por servicio esencial o inherente al resguardo del depósito.
754
de la m o n e d a y l a b a n c a ART. 87
Por otro lado, se obliga a otorgar al usuario la información previa a la celebración del
contrato, en tal caso las empresas deben brindar a los usuarios toda la información que es
tos soliciten de manera previa a la celebración de cualquier contrato. El otorgamiento de
la información antes indicada se satisface con la entrega física a los usuarios del formu
lario contractual y de la información referida a tasas de interés, comisiones y gastos que
serán objeto de pacto con la empresa (art. 12).
755
ART. 87 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
En forma adicional y sustancial, defíne a las cláusulas abusivas como todas aque
llas estipulaciones no negociadas que, en contra de las exigencias de la buena fe causen, en
peijuicio de los usuarios, un desequilibrio importante de los derechos y obligaciones de las
partes que se deriven del contrato. Se considera que una cláusula no se ha negociado cuan
do haya sido redactada previamente y el usuario no haya podido influir en su contenido.
a) Las que faculten a la empresa a variar las tasas de interés, las comisiones y gastos
sin previo aviso, cuando ello implique un mayor costo o un peijuicio al usuario.
b) Las que faculten a la empresa a variar las tasas de interés, las comisiones y gas
tos mediante el establecimiento de mecanismos de información que no cumplan
con la norma sobre esta materia.
c) Las que faculten a la empresa a cobrar tasas de interés, comisiones y/o gastos
que no cumplan con los criterios establecidos.
d) Las que faculten a la empresa el cobro de gastos y/o comisiones futuras sin que
se establezca la obligación de informar previamente los conceptos y la oportu
nidad en que resulten exigióles.
e) Las que permitan a la empresa modificar unilateralmente las condiciones y tér
minos de un contrato de duración continuada en peijuicio de los clientes, salvo
que obedezcan a motivos expresados en él, de acuerdo a lo dispuesto por la nor
mativa vigente y que se otorgue el derecho al cliente de desvincularse del mis
mo sin penalización alguna.
f) Las que vayan contra las normas de orden público.
g) Las que identifique la Superintendencia, con opinión previa del Indecopi, de
conformidad con las normas sobre la materia, las que serán incorporadas al pre
sente listado mediante norma de carácter general.
Asimismo, de conformidad con lo dispuesto en el Código, constituyen cláusulas abu
sivas las siguientes:
756
DE LA MONEDA Y LA BANCA ART. 87
d) Las que excluyan o limiten los derechos reconocidos a los usuarios a efectuar
pagos anticipados o prepagos en forma total o parcial, a oponer excepciones de
incumplimiento o a imponer obstáculos o condiciones innecesarias que deter
mine la Superintendencia de acuerdo al caso concreto, para el ejercicio de los
derechos reconocidos al consumidor en los contratos.
e) Las que establezcan respecto de los clientes limitaciones a la facultad de oponer
excepciones procesales, limitaciones a la presentación de pruebas, inversión de
la carga de la prueba, entre otros derechos concernientes al debido proceso.
f) Las que establezcan la renuncia del cliente a formular denuncias por infracción
de las normas del Código, así como aquellas emitidas por esta Superintendencia.
Dentro de estas medidas protectoras del ahorro es necesario establecer un puente en
tre la regulación de la intermediación, su transparencia y el derecho del consumidor, que
en una orilla aparece acariciada por el artículo 65 de la Constitución y, por otro lado, la
norma contenida en el artículo 87 de la misma Carta Magna. Es bueno preguntarse en qué
parte del trayecto del puente el color del consumidor se va destiñendo para ir adquirien
do progresivamente el color del proveedor de los servicios financieros. En efecto, por un
lado se protege el ahorro (art. 87) y por otro lado al consumidor (art. 65), en ambas fun
ciones el Estado tiene función relevante.
757
ART. 87 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
la involucra como una forma atenuar el riesgo del ahorrista. De acuerdo a dicho tenor: “El
derecho de compensación de las empresas entre sus acreencias y los activos del deudor
que mantenga en su poder, hasta por el monto de aquellas, devolviendo a la masa del
deudor el exceso resultante, si hubiere. No serán objeto de compensación los activos legal
o contractualmente declarados intangibles o excluidos de este derecho”.
Es indudable que esta norma ha sido aplicada para justificar las compensaciones
en las cuentas de los consumidores y, por otro lado, el artículo 132 en su inciso 8) ha
establecido que con el mismo fin de atenuar los riesgos al ahorrista, se puede proceder
a: “La ejecución de los warrants que garantizan obligaciones con empresas del siste
ma financiero por el tenedor, con exclusión de cualquier tercer acreedor del constitu
yente, concursado o no. La presente disposición no afecta los derechos de los Alma
cenes Generales de Depósito de cobrarlos almacenajes adeudados y gastos de remate
al ejecutar los warrants”.
En el buen sentido de la norma debemos concluir que tanto el artículo 132 como de
sarrollo del artículo 87 de la Constitución Política del Estado, procura establecer derechos
a favor de las entidades financieras con el propósito de la recuperación del crédito, hecho
que redunda en una efectiva recuperación del crédito abaratando los costos y benefician
do al público en general con una menor tasa de interés.
758
DE LA MONEDA Y LA BANCA ART. 87
Antes de que se desarrolle la práctica del depósito de haberes en las cuentas abiertas
en las entidades financieras, era posible practicar retenciones sobre las remuneraciones,
siéndolo común aquellas que responden a pensiones de alimentos. Se puede decir que en
ese caso, las empresas retenían en la fuente la cantidad ordenada por el juez y la entrega
ban al acreedor. Nada impide que dicha práctica se mantenga a la fecha, por lo menos no
existe norma que lo impida. Siendo ello así, lo natural es que el saldo del haber sea depo
sitado en la cuenta de ahorro del trabajador, quien recibe su remuneración a través de una
cuenta bancaria. De ser este el caso, cabe la orden judicial como medida cautelar sobre
los haberes del deudor, en la misma fuente, es decir, con notificación al empleador, quien
en cumplimiento de la orden del juez deberá retener la suma indicada, dejando a salvo el
derecho del deudor a oponerse al pago en la medida que dicha orden supere los límites in
embargables, habida cuenta que vienen de una orden judicial. Una vez que los haberes se
depositan en la cuenta abierta en la entidad financiera, opera el derecho de compensación
de acuerdo a lo pactado. Compensar contra lo pactado sería imponer al deudor una conse
cuencia similar a la de la medida cautelar, propia de defensa establecida en el artículo 648
del Código Procesal Civil. Recordemos que el Código Procesal Civil tiene vigencia des
de el año 1993, y que los medios y mecanismos de pago se han desarrollado con poste
rioridad a dicha fecha. La facilidad para el pago ha rebasado las normas del Derecho po
sitivo, por ello es que se hace necesario delimitar el color del Derecho en tanto Derecho
protector del consumidor o del ahorro.
Ahora que en el desarrollo del tema estamos llegando a la otra orilla del puente, po
demos avizorar que el peso del artículo 87 lleva más color que el peso de protección al
consumidor. El sistema de protección del ahorro encamado en los derechos y privilegios
otorgados a las entidades financieras prevalece frente al derecho individual de la compen
sación, en la medida que esta haya sido libremente pactada.
759
ART.87 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
La norma precisa que el mecanismo para la concertación del débito automático debe
ser correspondido con cláusulas que prevean la potestad del usuario de ordenar, por cual
quier medio de fecha cierta y sin expresión de causa, la suspensión de un débito hasta cua
renta y ocho horas antes a la fecha de vencimiento inclusive. Es facultad de usuario esta
blecer un monto máximo del débito automático.
La ley en comentario también regula la responsabilidad que asumen las entidades fi
nancieras y los usuarios por la suspensión o limitación del monto de pago, así como la res
ponsabilidad que deriva por la falta de pago no imputable al usuario.
Dicho Fondo tiene por objeto proteger a quienes realicen imposiciones en las empre
sas del sistema financiero, con los alcances y limitaciones establecidos en la Ley General
del Sistema Financiero y del Sistema de Seguros. Dicho Fondo está integrado por las em
presas de operaciones múltiples autorizadas a captar depósitos del público.
Producida la disolución y liquidación de una empresa miembro del Fondo, este pagará
las imposiciones aseguradas hasta el límite permitido. El Fondo se establece en el Banco
Central y tiene por objeto proteger a quienes realicen depósitos en las empresas del siste
ma financiero, dentro de los límites señalados en la misma ley.
760
DE LA MONEDA Y LA BANCA ART. 87
devengan hasta la fecha que el Fondo dé por recibida la relación de los asegurados cubier
tos; se incluye asimismo los depósitos a la vista de las demás personas jurídicas.
El Fondo no cubre los depósitos de los titulares que durante los 2 (dos) años previos
a la declaración de disolución y liquidación, se hubieren desempeñado como directores o
gerentes de la empresa de que se trate, y de las personas pertenecientes a los grupos eco
nómicos que tengan participación mayor al 4% (cuatro por ciento) en la propiedad de la
empresa, siempre que hayan participado directa o indirectamente en su gestión. Tampo
co están cubiertos los depósitos correspondientes a personas vinculadas a la empresa, sus
accionistas, personal de dirección y de confianza, los depósitos de otras empresas del sis
tema financiero nacional o del extranjero, los depósitos constituidos con infracción de la
ley y los instrumentos que, gozando formalmente de la denominación de depósito, sean
esencialmente acreencias no depositarías.
Toda persona que opere en el sistema financiero y de seguros, así como aquellas que
realizan actividades vinculadas o complementarias al objeto social de dichas personas re
quiere de autorización previa de la Superintendencia para su organización y funciona
miento. Dicha autorización será requerida para dedicarse al giro propio de las empresas
del sistema financiero y, en especial, a captar o recibir en forma habitual dinero de terce
ros, en depósito, mutuo o cualquier otra forma, y colocar habitualmente tales recursos en
forma de créditos, inversión o de habilitación de fondos, bajo cualquier modalidad con
tractual; dedicarse al giro propio de las empresas del sistema de seguros y, en especial,
761
ART.87 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
otorgar por cuenta propia coberturas de seguro así como intermediar en la contratación de
seguros para empresas de seguros del país o del extranjero; se invite al público a entregar
dinero bajo cualquier título, o a conceder créditos o financiamientos dinerarios; o se invi
te al público a contratar coberturas de seguros, directa o indirectamente, o se invite a las
empresas de seguros del país o del exterior a aceptar su intermediación; y en general, se
haga publicidad por cualquier medio con los indicados propósitos.
|ggggg|g§g^ ¡1JU R IS PR U D E N C IA R EL A C IO N A D A j
El ahorro es tanto un derecho constitucional como una garantía institucional: STC Exp.
N° 00410-2002-PA/TC (f. j. 2).
El Estado, mediante sus políticas públicas, tiene el deber de garantizar y fomentar la ins
titución del ahorro: STC Exp. N° 00011-2004-PI/TC (f. j. 49).
A partir de una lectura del artículo 87 de la Constitución, se advierte que la Norma Fun
damental atribuye a la SBS el control sobre las empresas de seguros y de aquellas otras
que, por realizar operaciones conexas o similares, determine la ley: STC Exp. N° 0006-
2015-PI/TC (f. j. 15).
BIBLIOGRAFÍA
BERNALES BALLESTEROS, Enrique; RUBIO CORREA, Marcial y otros. La Constitución de 1993:
análisis y comentario. Lecturas sobre temas constitucionales. N° 10. CAJ, Lima, 1994; BERNALES
BALLESTEROS, Enrique. La Constitución de 1993: análisis comparado. Ciedla. Lima, 1996; CHI-
RINOS SOTO, Enrique. Constitución de 1993: lectura y comentario. 4a edición. Antonella Chirinos
Montalbetti, Lima, 1997; FALCONÍ PICARDO, Marco. Ley General del Sistema Financiero y del
Sistema de Seguros y Orgánica de la Superintendencia de Banca y Seguros. Grijley, Lima, 1997;
KLINGENBERGER LOMELLINI, Juan. Supervisión bancaria en el Perú. Colección Félix Denegrí
Luna. Centro de Publicaciones de la Superintendencia, Lima, 1987; RODRÍGUEZ AZUERO, Sergio.
Contratos bancarios. 5a edición. Legis, Bogotá, 2002.
762
CAPITULO VI
CONCORDANCIAS:
C. : arts. 2 ines. 16), 19), 21, 60, 70 y ss„ 89, 149; C.P.Ct.: art. 44 inc. 14), 40; C.C.:
arts. 134,136,923,1366 inc. 1), 2024 inc. 5); C.P.: art. 204 inc. 4); Ley 26505: arts. 2,
3, 5; Ley 27908; Ley 26845; Ley 28611: arts. 70, 72, 110; D.L.: 22175; D.L.: 25891;
D. S. 011-91-AG: arts. 1,2; D.S. 002-94-AG; D.S. 011-97-AG: art. 3; C.A.D.H.: arts.
16, 21; D.U.D.H.: arts. 17 y 20; P.I.D.C.P.: art. 22; Convenio 169 de ia OIT
763
ART. 88 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
ración del texto constitucional. De allí que, de una lectura del articulado correspondiente
de la constitución del 79, se puede afirmar que este fue coherente con las políticas agra
rias derivadas del proceso de reforma impulsado por el Gobierno Revolucionario de las
Fuerzas Armadas liderado por el General Juan Velazco Alvarado*(2).
764
DEL RÉGIMEN AGRARIO Y DE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS Y NATIVAS ART.88
El marco legal que rigió el régimen agrario en nuestro país fue determinado por la
Ley 27360, Ley que aprueba las normas de promoción del sector agrario, la cual fue
derogada por la recientemente promulgada Ley N° 31807, como consecuencia de las
protestas sociales que se gestaron en la costa norte de nuestro país a fines del año 2020
enfocadas en las excepciones tributarias y en el régimen laboral aplicable a los trabaja
dores del sector agrícola. Esta norma derogó también el Decreto de Urgencia N° 043-
2019, el cual fue promulgado para promover y mejorar las condiciones para el desarro
llo de la actividad agraria. La derogación de la norma antes mencionada dejó sin efecto
el régimen laboral y del seguro de salud agrario, así como derogó los beneficios tribu
tarios aplicables.
Ahora bien, si queremos conocer e indagar sobre la situación oficial de las tierras
agrarias en nuestro país, el documento a revisar son los resultados del IV Censo Nacional
765
ART.88 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Agropecuario realizado en el año 2012(5), el cual establece que del total de la superficie
del territorio nacional (1 285 215,60 Km2), el 30,1% está dedicado al desarrollo de la ac
tividad agropecuaria, que comparado con el Censo de 1994, presenta un incremento en 3
360,7 miles de hectáreas, concluyéndose que la superficie agropecuaria se amplió en 9,5%.
766
DEL RÉGIMEN AGRARIO Y DE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS Y NATIVAS ART. 88
(...)
12. El Estado pues debe no solo fomentar el desarrollo agrario sino también garantizar
que este objetivo se lleve a cabo, para lo cual ha de proveer los recursos y medios que
coadyuven a su desarrollo integral, lo que finalmente redundará en un beneficio para
la sociedad. En conclusión, el Estado tiene la obligación de fomentar el desarrollo
agrario, otorgando todos los instrumentos y creando los mecanismos necesarios para
lograr tal objetivo”.
767
ART.88 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
individual de parcelas designadas con la posesión efectiva de terrenos comunales para las
diversas actividades desarrolladas por la comunidad^.
Las tierras bajo riego son generalmente de aprovechamiento individual del comune
ro y de su unidad doméstica, dado que son las tierras que ostentan mayor productividad
y, por tanto, pueden ser trabajadas individualmente sin la necesidad de la colaboración de
los demás miembros de la comunidad. Las tierras de secano al ser utilizadas básicamen
te para el uso agrícola también suelen ser aprovechadas individualmente por los comune
ros de manera estacionaria, dado que cuando están en descanso son utilizadas comunal
mente a efectos de cubrir diversas actividades como el pastoreo. En cuanto a las tierras
de pasto, dada su condición, suelen ser manejadas de manera colectiva por la comunidad,
dado que son dedicadas exclusivamente para el pastoreo del ganado y de los animales de
los comuneros. Es preciso mencionar que estas tierras son utilizadas de manera exclusiva
por la comunidad, no pudiendo ser utilizadas por comuneros que no pertenezcan a la co
munidad que la utiliza. Por último, las tierras de uso público tal como su nombre lo indi
ca son utilizadas por todos los comuneros00).
(8) En el plano de la economía la funcionalidad y eficiencia en el manejo de bienes comunes ha sido trabajada
por el premio nobel Elinor Ostrom.
(9) DIEZ, Alejandro. “Interculturalidad y comunidades: propiedad colectiva y propiedad individual". En
Debate Agrario N° 36. Lima: Centro Peruano de Estudios Sociales, 2003, p. 74 y ss.
(10) A efectos de entender la utilización de las tierras comunales desde el campo de la economía, es interesante
el estudio de COTLEAR, Daniel. Desarrollo campesino en los andes: cambio tecnológico y transformación
social en las comunidades de la sierra del Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1989.
(11) A efectos de visualizar los distintos derechos de los comuneros sobre la tierra en las comunidades campe
sinas, es interesante el artículo EGUREN, Femando; DEL CASTILLO, Laureano y BURNEO, Zulema
‘‘Los derechos de propiedad sobre la tierra en las comunidades campesinas”. En: E c o n o m í a y Sociedad.
71, Lima: CIES, 2009, pp. 29-38.
(12) GOLTE, Jürgen. La racionalidad de la organización andina. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1980.
768
DEL RÉGIMEN AGRARIO Y DE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS Y NATIVAS ART. 88
Con respecto a la importancia del manejo de la propiedad comunal y del uso colectivo
de las tierras agrarias, Lapeña(15) tiene un interesante estudio en donde demuestra que ésta
es vital para la conservación de la agrobiodiversidad en nuestro país, señalando que en la
mayoría de las tierras comunales se conservan importantes focos de biodiversidad, como
lo es la presencia de una gran diversidad de plantas y cultivos, lo cual puede ser aprove
chado por los comuneros con el debido apoyo del Estado mediante políticas que incenti
ven la pequeña y mediana agricultura. Lamentablemente, dada la ausencia del Estado en
este aspecto por muchos años, según Lapeña, se ha fomentado una visión precaria sobre
la importancia de la propiedad comunal y el desarrollo en el agro, lo cual incentiva a que
se considere a la industria extractiva como el único camino viable y efectivo para fomen
tar el desarrollo nacional.
“(...) esta forma especial de propiedad se fundamenta en la estrecha relación del uso
del territorio con el goce y ejercicio de diversos derechos fundamentales como la vida,
la integridad, la identidad cultural y la libertad religiosa. Los territorios comunales
son, sin lugar a dudas, componentes del carácter espiritual, cultural y social de estas
769
ART.88 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
A partir de lo señalado por la Constitución de 1993, se dieron una serie de normas que
tuvieron como finalidad incentivar el proceso de privatización de la propiedad comunal
y la desaparición de las maneras de organización comunal en nuestro país. El primer dis
positivo fue la Ley N° 26505, Ley de Promoción de la Inversión de las Actividades Eco
nómicas en las Tierras del Territorio Nacional y de las Comunidades Campesinas, más
conocida como la Ley de Tierras, la cual incentivó la privatización individual de las co
munidades campesinas y su libre disposición, estableciendo normas distintas (quorum,
tipo de asamblea, etc.) a las manejadas internamente por las comunidades campesinas07).167
770
DEL RÉGIMEN AGRARIO Y DE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS Y NATIVAS ART. 88
(18) Al respecto, es preciso manifestar que la Ley N° 26505 fue en un inicio derogada por el Decreto Legislativo
N° 1064; sin embargo, posteriormente, a través de la Ley N° 29376 se restituyó su vigencia, lo cual ha
sido señalado por el Tribunal Constitucional en su jurisprudencia, como lo es a través del Expediente N°
00958-2015-PA/TC.
(19) LAPEÑA, Isabel. Ob. cit. p. 27 y ss.
(20) Son elocuentes, por ejemplo: La reducción del quorum que se dispone para la disposición de las tierras, así
como la formalidad en la cual se puede adoptar dicho acuerdo, mediante la realización de una Asamblea
Ordinaria, cuando lo adecuado sería que dicho acuerdo se tome en una Asamblea especial. Así, señala el
dispositivo citado en el texto:
Artículo 6.- Los comuneros poseedores por más de un año, podrán solicitar la adjudicación a título de
propiedad de las tierras que conducen. Para la aprobación de dicha solicitud se requiere el voto a
favor de no menos del cincuenta por ciento (50%) de los comuneros poseedores por más de un año,
asistentes a la Asamblea.
Este acuerdo puede realizarse entre comuneros poseedores ubicados en el mismo Anexo o Sector, cuyos
alcances serán definidos en el reglamento, (el resaltado es nuestro).
771
ART.88 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
De la misma manera, la existencia de este nuevo marco legal ha servido para que a cri
terio de Bumeo(23) se favorezca la concentración de tierras en pocas manos en nuestro país,
dirigidas básicamente a i) fines agrarios, ii) producción de biocombustibles, iii) explotación
minera y de hidrocarburos y iv) explotación forestal, lo cual ha favorecido a que las gran
des empresas nacionales y extranjeras puedan fomentar sus industrias en los rubros seña
lados en peijuicio de las comunidades, quienes al no tener acceso a sus tierras, se encuen
tran impedidos de desempeñar sus actividades y así generar recursos para su desarrollo(24).
(21) CASTILLO, Pedro. Límites a la propiedad de la tierra: antecedentes legales. Lima: Cepes, 2010, p. 9.
(22) EGUREN, Femando. “De la reforma agraria al neolatifixndio: el crecimiento capitalista del campo peruano”.
En: AA.VV. Capitalismo: tierra y poder en América Latina (1982-2012). Volumen II. México: Universidad
Autónoma Metropolitana, 2014.
(23) BURNEO, ZuJema. El proceso de concentración de la tierra en el Peni. Lima: Cepes, Cirad, International
Land Colition, 2011.
(24) PINTO, Vladimir. “Reestructuración neoliberal del Estado peruano, industrias extractivas y derechos sobre
el territorio”. En: DE ECHAVE, José; HOETMER, Raphael y PALACIOS, Mario (editores). Minería y
territorio en el Perú. Conflictos, resistencias y propuestas en tiempos de globalización. Lima: Programa
Democracia y Transformación Global / Confederación Nacional de Comunidades Peruanas Afectadas
por la Minería (Conacami) / CooperAcción / Acción Solidaria para el Desarrollo / Fondo Editorial de
la Facultad de Ciencias Sociales, Unidad de Posgrado, de la UNMSM, 2009, p. 87: “el actuar desde el
Estado se habría enfocado en flexíbilizar la protección jurídica de la propiedad comunal y en fomentar
la desintegración de las comunidades, para promover la concentración de tierras en actores plenamente
insertados en el mercado”.
772
DEL RÉGIMEN AGRARIO Y DE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS Y NATIVAS ART. 88
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
773
ART.88 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
£J El Estado tiene la obligación de proveer los recursos y medios necesarios para el desarrollo
de la economía campesina: STC Exp. N° 00032-2008-PI/TC (f. j. 9-12).
Jg¡ Conforme al artículo 88° de la Constitución, el Estado debe prestar apoyo al desarrollo
agrario de manera preferente, para lo cual, por ejem plo, debería prestar asistencia técnica y
crediticia y establecer los planes y políticas en m ateria agraria, tanto en el ámbito nacional
como regional y local: STC Exp. N° 04670-2005-PA/TC (f. j. 9).
BIBLIOGRAFÍA
774
A rtícu lo 8 9 C o m u n id a d e s c a m p e sin a s y n a tiv a s
Las Comunidades Campesinas y las Nativas tienen existencia
legal y son personas jurídicas.
Son autónomas en su organización, en el trabajo comunal y en
el uso y la libre disposición de sus tierras, así como en lo eco
nómico y administrativo, dentro del marco que la ley establece.
La propiedad de sus tierras es imprescriptible, salvo en el caso
de abandono previsto en el artículo anterior.
El Estado respeta la identidad cultural de las Comunidades
Campesinas y Nativas.
C O N C O R DANCIAS:
C. : arts. 2 ines. 16), 17), 19); 17,48, 60, 70 y ss., 88, 89, 149, 191 in fine; C.C.: arts.
134, 139, 923, 2024 inc. 5); C.P.: arts. 204 inc. 4), 206 inc. 4); Ley 26505: arts. 1,
12, 13; Ley 26839: arts. 23 y ss.; Ley 26845; Ley 28611: arts. 70, 71, 72, 104, 110;
Ley 27037: arts. 4, 5; Ley 27908; D.Leg. 598: arts. 2, 3; D.Leg. 653: arL 61; D.L.:
22175; D.L.: 25891; D.S. 068-90-TR: arts. 4, 7; D.S. 002-94-AG; C.A.D.H.: art 21;
D. U.D.H.: arts. 17,27; Convenio 169 de la OIT: arts. 1, 7
I. Introducción
El artículo 89 de la Constitución Política del Estado peruano es la norma principal
que aborda el tema de las Comunidades Campesinas y las Comunidades Nativas en nues
tro país. Es una norma síntesis, en la que se agrupan un conjunto de derechos que identi
fica a dichas comunidades.
El tema de las Comunidades Campesinas y Nativas siempre ha sido objeto de conver
sación, discusión y propuestas en el Perú. El tema ha vuelto a tener la importancia de cien
años atrás en que se discutía sobre el reconocimiento y participación de estas Comunida
des en la estructura del Estado, pero esta vez los motivos son otros: las autoridades del
Estado y los funcionarios de grandes empresas de inversión se preguntan hasta qué punto
los derechos de estas comunidades se oponen al desarrollo o crecimiento económico que
viene experimentando nuestro país.
Si bien en las páginas siguientes no es posible abordar la pregunta citada, sí es posi
ble contribuir con una aproximación de respuesta a partir del análisis de la norma consti
tucional de los derechos de las Comunidades Campesinas y Nativas. En este análisis, cabe
anotar que a la información que la Constitución ofrece hay que sumar las normas del Con
venio Internacional N° 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que bajo
rango constitucional y bajo la denominación de “Pueblos Indígenas” regula en forma es
pecífica el tema de las Comunidades Campesinas y Nativas.
Desarrollamos el contenido del artículo 89 de la Constitución Política del Perú, que co
rresponde al tema de las Comunidades Campesinas y Nativas, distinguiendo cuatro rubros:
775
ART.89 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
(1) Utilizamos la denominación “Comunidades Andinas” en forma general para integrar a las Comunidades
Campesinas de las distintas regiones del Perú, dado que el origen conocido de este concepto parte de la
región Andina. El modelo de Comunidad Campesina que se conoce en la región de la Costa y en la parte
rivereña de la Amazonia, ha seguido la estructura que ha tenido en los Andes, particularmente bajo la deno
minación previa de “Comunidades Indígenas". El concepto, se encuentra en los diferentes pisos ecológicos
de los Andes, confundiéndose con la zona rural de la región de la Costa y la zona rivereña de la Amazonia.
Además, el autor hace presente su limitación, de haber realizado su mayor trabajo de campo en la región
de los Andes, donde se encuentra el mayor registro oficial e información sobre Comunidades Campesinas.
776
DEL RÉGIMEN AGRARIO Y DE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS Y NATIVAS ART.89
777
ART. 89 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
Pero un elemento adicional que sí puede establecer las diferencias de ambos grupos
de comunidades es el que se refiere al elemento subjetivo destacado en el párrafo 2. La
conciencia de identidad es la que define la orientación o definición de los miembros de
una comunidad por lo indígena o tribal. Si una comunidad se considera “indígena”, su ca
rácter de “pueblo indígena” es la que se aplica, si una comunidad se considera “tribal”,
su carácter de “pueblo tribal” se aplica. Pero más allá de la distinción de lo “indígena” o
lo “tribal” importa su identidad de comunidad o pueblo que, sumado a las referencias de
costumbres y antecedentes históricos anteriores a la conquista española, no deja duda de
su existencia y de la aplicación, a su favor, de las normas del Convenio y otras semejantes.
Un detalle particular sobre el uso de los conceptos “pueblo indígena” o “pueblo tri
bal” es su connotación etnocéntrica. Lo indígena o lo tribal está en referencia a pueblos
conquistados o por conquistar colonialmente desde una cultura superior. No tiene, lamen
tablemente, una connotación de pueblo diferente o particular. De ahí que convenga usar
alternativamente el concepto de “pueblo originario”, o de “f r s t natiori’ o “primera na
ción”, como lo usan en Canadá.(2)
(2) Cabe aclarar que la palabra “Indígena” tiene una concepción controvertida en la historia del Perú. En el
caso particular de las Comunidades o Pueblos de los Andes, el término “indígena” tuvo y aún tiene un uso
peyorativo, por su uso colonial discriminador. Por ello, en lo posible, en nuestros textos evitamos su uso.
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DEL RÉGIMEN AGRARIO Y DE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS Y NATIVAS ART. 89
3. Existencia legal
Dada la característica histórica de los pueblos o las comunidades Andinas y Amazó
nicas con anterioridad a la conquista y colonización española o europea, su existencia es
indiscutible. Sin embargo, en esta existencia histórica es importante distinguir dos nive
les: una existencia de hecho y una existencia legal.
La existencia de hecho, lleva a sostener que los pueblos o comunidades han existido
y siguen existiendo al margen de las denominaciones y los reconocimientos constitucio
nales o legales. Por ejemplo, en el Sur Andino, específicamente Puno, era muy común en
contrar Parcialidades en lugar de Comunidades. El nombre de “parcialidades” no ha esta
do escrito en las Constituciones ni en las leyes, pero existían y cumplían el mismo rol de
las comunidades. Con el paso del tiempo, dichas parcialidades fueron inscribiéndose como
comunidades, y hoy encontramos más comunidades que parcialidades. Si bien hay diferen
cias orgánicas entre Comunidades y Parcialidades (en los primeros la autoridad máxima
es el Presidente de la Comunidad, en los segundos es el Teniente Gobernador, por ejem
plo), ello no debe ser una limitación para que las Parcialidades tengan beneficios -si los
hubiere-semejantes a los de las Comunidades. En tal caso, podríamos decir que las Par
cialidades constituyen Comunidades de hecho o no reconocidas.
Igual ocurre con las denominaciones de Anexos, Caseríos, Rondas, Centro Poblado, en
tre otros, de las diferentes regiones del país. Si sus características y su funcionamiento son
como los de los Comunidades, no hay ninguna limitación en considerarlos como tal, esto es
Comunidades de hecho o “Comunidades no reconocidas” o “en vías de ser reconocidas”.
La existencia legal, de otro lado, significa el reconocimiento que hacen las autorida
des del Estado basado en la Constitución y las leyes. En el caso del Perú, las Comunida
des Andinas y Amazónicas fueron reconocidas por primera vez en la Constitución Política
de 1920 (Figallo, 2005: 1084)(1). A partir de dicha Constitución las autoridades del Esta
do estuvieron obligadas a respetar a los comuneros miembros de dichas comunidades y a
promover su desarrollo a través de políticas diferenciadas.
Teniendo en cuenta ese reconocimiento cabe precisar que la existencia legal de las Co
munidades Andinas y Amazónicas comprende dos niveles: el nivel de los sujetos indivi
duales de una comunidad, y el nivel de la comunidad como tal. El primer nivel garantiza
que los sujetos miembros de una comunidad tengan derechos y obligaciones individuales
como todo ciudadano, al margen que sus comunidades sean o no reconocidas. El segun
do nivel garantiza que la comunidad exista como sujeto colectivo, esto es que el conjun
to de sus miembros se identifique con una situación especial basada en su cultura, garan
tizado por el mismo Estado.
(3) til articulo 58 tic lu Constitución de 1920 eslublecin: Articulo 58.- El Estado protegerá u la raza indígena y
dictará leyes especiales pura su desarrollo y cultura en armonía con sus necesidades. La Nación reconoce
la cxistcnciu legal de lus comunidades de indígenas y lu ley declarará los derechos que les correspondan.
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ART. 89 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
4. Personería jurídica
La personería jurídica es la forma específica de reconocimiento de las comunidades
andinas y amazónicas. La personería jurídica significa el reconocimiento formal de una
persona o entidad a través de su inscripción y publicidad de formas jurídicas o regístra
les. Es el medio legal que permite a la persona o entidad actuar formalmente frente a las
autoridades del Estado.
En el caso de las Comunidades Andinas y Amazónicas la personería jurídica se ha dado
a través de su reconocimiento por una Dirección especializada del Ministerio de Agricul
tura. Una resolución administrativa reconocía a la Comunidad luego de un procedimien
to donde se cumplía con determinados requisitos. Con esta resolución administrativa se
podía pasar a una inscripción en los Registros Públicos. Así lo reguló el Código Civil de
1984 en su artículo 135:
“Artículo 135.- Para la existencia legal de las comunidades se requiere además de la
inscripción en el registro respectivo, su reconocimiento oficial”.
La norma se refiere más que a la existencia legal definida anteriormente, a la personería
jurídica de las comunidades. Para que exista esta personería jurídica es importante primero
un reconocimiento oficial y luego su inscripción en los Registros Públicos. El reconocimien
to oficial debe tener en cuenta las características objetivas y el elemento subjetivo regulado en
el Convenio N° 169 de la OIT, antes referidos. Esto significa que tal reconocimiento no pue
de estar basado en intereses políticos o económicos de las autoridades del Estado. El procedi
miento en los Registros Públicos, de otro lado, tampoco puede ser un obstáculo para ese reco
nocimiento. No se puede exigir requisitos que superen el de otras personas jurídicas, como el
de las asociaciones civiles, correspondiendo otorgar las mayores facilidades a las comunida
des para que se integren a las actividades de la sociedad en general.
Cabe señalar que en años recientes se viene realizando un registro especial de las co
munidades campesinas y nativas a través del Ministerio de Cultura y, en particular, por el
Viceministerio de Interculturalidad. El objetivo de esta inscripción está relacionado con el
derecho de la consulta previa, buscándose identificar a las comunidades como organiza
ciones representativas en caso de conflictos por actividades de inversión en sus territorios.
780
DEL RÉGIMEN AGRARIO Y DE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS Y NATIVAS ART.89
Teniendo en cuenta este contexto, la Constitución Política del Perú reconoce a las Co
munidades Andinas y Amazónicas una amplia autonomía que hace innecesaria la autode
terminación. Así, la Constitución reconoce los siguientes niveles de autonomía:
Autonomía organizativa.
Autonomía en el trabajo comunal.
Autonomía en el uso y libre disposición de sus tierras.
Autonomía económica y
Autonomía administrativa
Veamos por separado una aproximación al contenido de cada uno de estos tipos de
autonomía.
1. Autonomía organizativa
Se refiere a que los miembros de cada Comunidad Andina o Amazónica pueden de
cidir sobre la estructura social y política que los identifica. En las Comunidades Andi
nas, por ejemplo, es normal encontrar una organización basada en dos niveles: lo fami
liar y lo comunal. La organización familiar establece la organización de los miembros de
una familia nuclear y extensa con base en sus relaciones de parentesco y propias normas
y principios. La organización comunal está basada en los vínculos interfamiliares que lle
va a integrar al conjunto de familias con propias normas y principios, reconociendo a la
Asamblea Comunal o la reunión de los representantes familiares como máxima autoridad.
En las Comunidades Amazónicas también destaca una relación dicotómica entre lo
familiar y lo comunal. Sin embargo, dada la extensión de sus territorios y la movilización
de sus miembros por núcleos familiares para la obtención de recursos para su subsisten
cia, ha hecho que las relaciones familiares destaquen.
781
ART. 89 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
El Ayni, por ejemplo, en las Comunidades Andinas significa intercambio de fuerza de tra
bajo de un familiar por su equivalente en fuerza de trabajo de otro familiar. Una familia
presta fuerza de trabajo a favor de otra, siendo “pagada” recíprocamente con una fuerza
de trabajo semejante realizada por esta última. No es necesario un medio de cambio como
el salario para realizar este tipo de trabajo. En otras ocasiones realizan un trabajo colec
tivo denominado Minka. Los representantes familiares llegan a trabajar colectivamente
para la construcción de una escuela, por ejemplo.
En las Comunidades Amazónicas los mismos conceptos son aplicados, con otras de
nominaciones como es el caso del nombre “Minga " para referir Minka y, a veces, al mis
mo Ayni.
Las tierras o terrenos comunales, en cambio, son de uso de todas y cada familia y quie
nes integran ésta en la Comunidad. En las Comunidades Andinas, los pastos de los cerros
y los peces de los ríos y lagos son normalmente bienes comunales, igualmente en las Co
munidades Amazónicas, los ñutos de los bosques y los peces de ríos y lagos son bienes
comunales. Pero también en las Comunidades existen muchas variantes donde la propie
dad comunal se combina o se transforma en propiedad familiar. En el Sur Andino perua
no, por ejemplo, es posible habilitar terrenos para la agricultura en la parte comunal, dis
tribuyendo nuevas obligaciones y derechos para las familias que quieren aprovecharlas.
Estas particularidades sobre la propiedad familiar y comunal son las que construyen
el concepto de autonomía en el uso y libre disposición de sus tierras de las comunidades
Andinas y Amazónicas.
4. Autonomía económica
Incluye el reconocimiento de las propias y variadas actividades económicas y las for
mas de intercambio como medio de vida en las Comunidades Andinas y Amazónicas. Así,
en las Comunidades Andinas es normal la práctica de la agricultura y la ganadería como
principales actividades económicas, en tanto en las Comunidades Amazónicas la prácti
ca de la caza y pesca, complementada con una agricultura de rose y quema, son activi
dades económicas principales. Ambos grupos de actividades reproducen un conjunto de
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DEL RÉGIMEN AGRARIO Y DE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS Y NATIVAS ART. 89
5. Autonomía administrativa
Significa que cada comunidad puede no solo organizarse social y políticamente, de
acuerdo a su particularidad, sino que puede poner en funcionamiento esa organización eli
giendo a sus autoridades, delimitando sus atribuciones y promoviendo la participación de
quienes no son autoridades. En las Comunidades Andinas, por ejemplo, es común tener un
cuerpo directivo dirigido por el Presidente de la Comunidad y un cuerpo de vigilancia o
disciplina dirigido por el Teniente Gobernador de la Comunidad. Las atribuciones y obli
gaciones de estos directivos y autoridades que pueden estar o no escritas y cambiar cuan
do lo estimen los comuneros, muestran su autonomía administrativa.
Pero las Comunidades Andinas y Amazónicas también pueden recurrir a formas or
ganizativas tradicionales o nuevas formas organizativas, donde los cargos y sus funciones
complementan esa autonomía administrativa. El caso del “teniente escolar”, en las Co
munidades del Sur Andino peruano, como autoridad fiscalizadora a nivel de las escuelas,
es un ejemplo de esa autonomía.
En esta autonomía organizativa también se suman las Rondas Campesinas, como una ins
titución complementaria en determinadas Comunidades Andinas y Amazónicas. Se trata de
una organización ronderil que integra un cuerpo directivo y una asamblea de ronderos, que in
terviene frente a casos de robos, abusos de algún miembro familiar y malos manejos de las au
toridades. Son instancias comunales de control social que operan a nivel de la comunidad, sea
ésta reconocida o no, con un respaldo gremial de nivel distrital, provincial y regional.
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ART. 89 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
El concepto de propiedad está vinculado al concepto de tierra o territorio que antes he
mos referido sobre las Comunidades Andinas y Amazónicas. La propiedad en estas, no es
un bien de cambio, sino un bien de uso: es un bien para servirse del mismo, para usufruc
tuar, pero no para transferir o negociar. Así lo ha comprendido y definido la doctrina, las
normas y jurisprudencia internacionales. Por ejemplo, la Corte Interamericana de Dere
chos Humanos (CIDH) ha definido, como jurisprudencia internacional aplicable a nuestro
país, el siguiente criterio sobre la propiedad de las comunidades indígenas u originarias:
Entre los indígenas [las personas comuneras] existe una tradición comunitaria sobre una
forma comunal de la propiedad colectiva de la tierra, en el sentido de que la pertenencia
de esta no se centra en un individuo sino en el grupo y su comunidad. [Las personas
comuneras] por el hecho de su propia existencia tienen derecho a vivir libremente en
sus propios territorios; la estrecha relación que [las personas comuneras] mantienen
con la tierra debe de ser reconocida y comprendida como la base fundamental de
sus culturas, su vida espiritual, su integridad y su supervivencia económica. Para las
comunidades indígenas [originarias] la relación con la tierra no es meramente una
cuestión de posesión y producción, sino un elemento material y espiritual del que
deben gozar plenamente, inclusive para preservar su legado cultural y transmitirlo a
las generaciones frituras”. (Sentencia de la CIDH aplicado al caso de Mayagna (Sumo)
Awas Tigni versus el Estado de Nicaragua, del 31/08/2001, citado por el Tribunal
Constitucional Peruano en el caso Cordillera Escalera, Exp. N° 03343-2007-PA/TC,
del 19/02/2009, p. 14).
Conforme a la definición de la Corte Interamericana de Derechos Humanos el con
cepto de propiedad en las comunidades Indígenas u Originarias, que corresponderían a las
Comunidades Andinas y Amazónicas en nuestro país, comprende el de propiedad colec
tiva de la tierra que es propiamente el de territorio. Se trata ante todo de un concepto de
propiedad comunal que contrasta con la propiedad individual que normalmente identifi
camos en el mundo privado y público. Pero, de otro lado, el concepto de propiedad en las
comunidades supone la base de su vida y cultura: la supervivencia económica se debe a
ese tipo de propiedad sobre la tierra, así como el desarrollo de sus actividades espirituales
o culturales también se debe a esa propiedad sobre la tierra. La primera se refiere al ele
mento material de la propiedad, en tanto que el segundo se refiere al elemento espiritual
que compone el concepto de propiedad en las comunidades, tal como enfatiza la Corte.
784
DEL RÉGIMEN AGRARIO Y DE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS Y NATIVAS ART.89
En dicho sentido, los peces, los frutos de árboles, las cosechas de su actividad agrí
cola, el ganado obtenido tras su crianza o su engorde, la madera explotada racionalmente,
entre otros, son recursos naturales renovables que los comuneros han aprovechado histó
ricamente. La vida y desarrollo cultural han dependido de dichos recursos.
renovables y no renovables, a cargo de las autoridades del Estado. Sin embargo, dicha nor
ma tiene que ser concordada con otra norma de rango constitucional que corresponde al
artículo 15 del Convenio N° 169 de la Organización Internacional del Trabajo. De acuer
do a esta norma, los pueblos Indígenas, donde se incluyen nuestras Comunidades Andi
nas y Amazónicas, tienen derechos especiales sobre los recursos naturales, renovables y
no renovables, conforme a lo siguiente:
Artículo 15
1. Los derechos de los pueblos interesados a los recursos naturales existentes en sus
tierras deberán protegerse especialmente. Estos derechos comprenden el derecho de esos
pueblos a participar en la utilización, administración y conservación de dichos recursos.
2. En caso de que pertenezca al Estado la propiedad de los minerales o de los recursos
del subsuelo, o tenga derechos sobre otros recursos existentes en las tierras, los gobier
nos deberán establecer o mantener procedimientos con miras a consultar a los pueblos
interesados, a fin de determinar si los intereses de esos pueblos serían perjudicados, y
en qué medida, antes de emprender o autorizar cualquier programa de prospección o
explotación de los recursos existentes en sus tierras. Los pueblos interesados deberán
participar siempre que sea posible en los beneficios que reporten tales actividades,
y percibir una indemnización equitativa por cualquier daño que puedan sufrir como
resultado de esas actividades.
Conforme al artículo citado, las comunidades Andinas y Amazónicas tienen prioridad
sobre los recursos naturales que han utilizado históricamente y aquellos que se encuentren
sobre o bajo su territorio. Conforme al primer párrafo, los recursos naturales renovables
son de la utilización, administración y conservación por parte de las comunidades. Con
forme al segundo párrafo, para el uso de los recursos naturales no renovables (que no son
utilizados por las comunidades) se debe hacer una consulta previa a las comunidades afec
tadas, sus beneficios deberán ser compartidos con las comunidades interesadas y, en caso
de daños, se les debe indemnizar equitativamente. La razón que fundamenta esta norma se
encuentra en lo señalado anteriormente: los comuneros han utilizado históricamente esos
recursos naturales, incluso desde antes de que se constituyan los Estados. Además, el uso
de dichos recursos se relaciona con el concepto de Desarrollo Sostenible que es el que hace
posible que material y espiritualmente los recursos naturales continúen bajo existencia.
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DEL RÉGIMEN AGRARIO Y DE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS Y NATIVAS ART. 89
Las tierras o territorios de las Comunidades Andinas y Amazónicas gozan de ese de
recho de imprescriptibilidad. Nadie, ni las autoridades o instituciones del Estado pueden
apropiarse de esas tierras o territorios alegando posesión por más de 10 años o abandono
por un tiempo determinado. La imprescriptibilidad es el derecho que permite que dichas
comunidades se mantengan en sus tierras o territorios para garantizar sus actividades so
ciales y económicas y el desarrollo de su cultura, como hemos anotado.
[Las tierras de las Comunidades Campesinas y Nativas] también son inalienables, salvo
ley fundada en el interés de la Comunidad y solicitada por una mayoría de los dos
tercios de los miembros calificados de esta, o en caso de expropiación por necesidad
y utilidad públicas. En ambos casos con pago previo en dinero (...)(4).
(4) El texto completo del artículo 163 de la Constitución Política del Perú de 1979 es el siguiente:
Artículo 163.- Las tierras de las Comunidades Campesinas y Nativas son inembargables e imprescriptibles.
También son inalienables, salvo ley fundada en el interés de la Comunidad, y solicitada por una mayoría
de los dos tercios de los miembros calificados de esta, o en caso de expropiación por necesidad y utilidad
públicas. En ambos casos con pago previo en dinero. Queda prohibido el acaparamiento de tierras dentro
de la Comunidad.
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ART.89 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
sus tierras. Ello siempre lo han hecho, particularmente por el fenómeno de la migración,
como ha ocurrido en el Sur Andino. Pero, la venta, trueque o transferencia de la tierra se
ha hecho a nivel de sus parcelas familiares y siempre al interior de la comunidad entre
miembros familiares o parientes cercanos (que son todas o la mayoría de las personas que
integran una comunidad). El derecho de inalienabilidad siempre ha operado frente a ter
ceros, aquellas personas que no son comuneros.
Teniendo en cuenta esta apreciación, cuando la norma constitucional señala que “la
propiedad de sus tierras es imprescriptible, salvo en el caso de abandono previsto en el
artículo anterior (para su adjudicación en venta)”, debe ser interpretado restrictivamente.
Esto significa que su aplicación podría ser posible en aquellos casos en que una comuni
dad decide “desintegrarse” migrando el total de sus miembros y entonces abandonando
sus tierras. Pero esto sería una situación muy extraña o imposible teniendo en cuenta la
historia que identifica a las Comunidades Andinas y Amazónicas.
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DEL RÉGIMEN AGRARIO Y DE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS Y NATIVAS ART.89
Esta obligación sobre el respeto de las autoridades del Estado no solo supone que
se permita que las Comunidades Andinas y Amazónicas desarrollen su identidad cul
tural (entendido como su universo espiritual), sino que también se le proteja y promo-
cione. Partiendo de la historia de nuestro país, donde las Comunidades Andinas y Ama
zónicas han participado y cumplido un rol principal en el desarrollo de organizaciones
culturales precolombinas, importa y compromete al Estado su protección y promoción
como patrimonio cultural. Machu Picchu, como legado de los primeros miembros de
estas Comunidades Andinas y Amazónicas, constituye el mejor ejemplo de protección
y promoción de nuestro patrimonio cultural que debe extenderse a las actuales manifes
taciones de las comunidades existentes.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
Las comunidades campesinas gozan de personería jurídica sin necesidad de realizar ins
cripción previa en registros: STC Exp. N° 00906-2009-PA/TC (f. j. 4 y ss.).
Las comunidades campesinas están inafectas de todo impuesto directo o por crearse que
grave la propiedad o tenencia de tierra: STC Exp. N° 10138-2005-PC/TC (f. j. 8).
Todo miembro de un grupo étnico determinado debe ser respetado en las costumbres y
tradiciones propias de la etnia en la que pertenece: STC Exp. N° 00022-2009-PI/TC (f. j. 5).
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ART. 89 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
¡yl Las comunidades campesinas y nativas deben decidir sobre el uso y la libre disposición de
sus tierras, desprendiéndose de ello la facultad para decidir quienes ingresan y circulan por
sus territorios. Así, tales herramientas jurídicas permiten ejercer su derecho a la propiedad
respecto de su territorio: STC Exp. N.° 02765-2014-PA/TC (f.j. 43).
Q Los derechos fundamentales son, en definitiva, límites indiscutiblemente objetivos al
ejercicio de la potestad jurisdiccional comunal y, como tales, deben ser merituados en cada
ocasión en que puedan resultar invocados según la incidencia o nivel de afectación del cual
puedan ser objeto: STC Exp. N ° 07009-2013-PHC/TC (f.j. 15).
jj El procedimiento de consulta previa tiene un carácter formal, lo cual significa que deben
cumplirse una serie de etapas, las cuales están descritas en la ley y el reglamento. Uno de los
principios rectores del procedimiento de la consulta previa es el principio de oportunidad,
según el cual el proceso de consulta se realiza de forma previa a la medida legislativa o
administrativa a ser adoptada por las entidades estatales: STC Exp. N.° 02196-2014-PA/
TC (f.j. 36).
¡f| El derecho a la consulta regulado en el artículo 6, literal “a”, del inciso 1, del Convenio
169 de la OIT constituye una de las herramientas más importantes que tienen los pueblos
indígenas para tutelar sus intereses, el cual pretende propiciar el diálogo intercultural en
todos los diferentes estratos de intervención estatal sobre la situación jurídica de los pueblos
indígenas: STC Exp. N° 02196-2014-PA/TC (f. j. 15).
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C om u n idades cam pesin as y n ativas en e l nuevo con texto n acion al. CAAAP, Lima, 1993.
790
INDICE
GENERAL
________ TITULO I________
D E L A PER SO N A Y DE LA SOCIEDAD
(continuación)
CAPÍTULO III
DE LOS DERECHOS POLÍTICOS
Y DE LOS DEBERES
Artículo 30 C iu d ad a n ía
Víctor Guevara P e zo ........................................................................... 7
Artículo 32 R eferén d u m
H ubert Wieland Conroy ..................................................................... 15
793
ÍNDICE GENERAL
Artículo 37 Extradición
Alberto W. Huapaya Olivares ....................................................... 97
CAPÍTULO IV
DE LA FUNCIÓN PÚBLICA
TÍTULO II
DEL ESTADO Y LA NACIÓN
CAPÍTULO I
DEL ESTADO, LA NACIÓN
Y EL TERRITORIO
794
ÍNDICE GENERAL
CAPÍTULO II
DE LOS TRATADOS
Artículo 55 Tratados
Fabián Novak Talavera................................................................... 315
795
ÍNDICE GENERAL
TITULO III
DEL RÉGIM EN ECONÓMICO
CAPÍTULO I
PRINCIPIOS GENERALES
796
ÍNDICE GENERAL
Artículo 62 El contrato-ley
Jorge Santistevan de Noriega ......................................................... 463
CAPÍTULO II
DEL AMBIENTE
Y LOS RECURSOS NATURALES
CAPÍTULO III
DE LA PROPIEDAD
797
ÍNDICE GENERAL
CAPÍTULO IV
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO
Y PRESUPUESTAL
798
ÍNDICE GENERAL
CAPÍTULO V
DE LA MONEDA Y LA BANCA
CAPÍTULO VI
DEL RÉGIMEN AGRARIO Y DE LAS
COMUNIDADES CAMPESINAS Y NATIVAS
799
I vtc libro «c terminó de imprimir
en octubre de 2022 e n !<*« UHere» gr i fie oh
de Imprenta I dit.^ruJ I I Buho í I R I
San Alberto V 201. Sunjuillo
Central (OI) 242-22’tl
t irru. Perú
CONSTITUCIÓN
COMENTADA
Un enfoque multidisciplinario de análisis
ISBN: 978-612-311-834-1
S
(JU R ID IC A 9 786123 118341
&