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Marcos

Dámaso
APUNTES CONSTITUCIÓN Y SISTEMA DE FUENTES

TEMA 1: EL ESTADO COMO MARCO DEL DERECHO


CONSTITUCIONAL

1.- EL ESTADO COMO CONCEPTO PREVIO AL DERECHO CONSTITUCIONAL


El derecho constitucional nace a finales del s.XVIII con la idea de reformar el Estado. Así se entiende
que se haya afirmado que el Estado es el objeto clásico del derecho constitucional. Se trata de construir un
Estado Constitucional sin suprimir la esencia del Estado nacido con la edad moderna. Es decir, manteniendo
en lo básico su configuración orgánica. De esta forma se afirmará que el Estado está compuesto de elementos
constitutivos que son históricamente anteriores al derecho constitucional. El estado no sólo no se pone en
cuestión, sino que constituye la base y el contexto del Derecho constitucional.

1.1.- INTRODUCCIÓN

El término Estado es también utilizado en otras disciplinas, y puede emplearse en un doble sentido:

1) En un sentido amplio, en referencia a cualquier forma de organización de una comunidad cuando


alcanza un nivel superior al meramente familiar o tribal. Conforme a esta concepción, se identifica
Estado con cualquier forma de organización política, por lo que Imperio egipcio, la República romana
o un Reino medieval serían Estados.

2) En un sentido más técnico-jurídico, en referencia a una forma de organización de la convivencia que


va apareciendo entre los siglos XVI y XVII y que se diferencia de otras formas anteriores. En este
segundo sentido el Estado es una forma histórica de organización de la convivencia que sucede a otras
anteriores, cuya primera característica es la historicidad.

El Estado sería una forma histórica de organización de la convivencia que va apareciendo paulatinamente
y cuyos precedentes doctrinales se encuentran en las ideas de autores como Maquiavelo, Hobbes o Jean Bodín,
que tienen en común apostar por un modelo en el que el poder quede concentrado en una sola persona (Rey,
Soberano, Príncipe) como garantía para la estabilidad política de la comunidad.

Conforme a esta concepción el primer modelo de Estado seria el Estado absoluto, y de ahí se pasaría al
Estado liberal (primer modelo de Estado constitucional) que evoluciona a lo largo de los siglos XIX y XX hasta
llegar al actual Estado social y democrático de derecho.

No obstante, junto a los modernos estados constitucionales aún perviven otros en los que, o bien no existe
Constitución y se legitima el ejercicio del poder en la religión (legitimación teocrática) o en la ideología
(legitimación carismática), o bien la Constitución es una mera apariencia formal que encubre una fórmula de poder
personal sin apenas límites.

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1.2. LAS FORMAS POLÍTICAS PREESTATALES.
Nos referimos aquí a las formas de organización de la convivencia anteriores al Estado, que son, a grandes
rasgos, las siguientes:

1) Antiguos Imperios Orientales.


Caracterizados por la naturaleza despótica del poder (arbitrio sin límites y sumisión incondicionada de los
súbditos) y fundamento religioso de ese poder (teocracia). No hay ningún intento de fundamentar o justificar
ideológicamente el poder. Ejemplo típico: el Egipto de los Faraones, el imperio babilonio, etc.

2) Polis Griega.
Era una comunidad reducida que comprendía la población de varias aldeas que giraban en torno a una polis
matriz. El concepto de ciudadanos no alcanzaba a todos (sólo 1/3 de los habitantes de la polis, aproximadamente,
tenían esa condición de ciudadanos) y, por otra parte, se establecían rigurosos requisitos para alcanzar la
ciudadanía. El ejemplo más conocido es el de Atenas

Se caracteriza por la participación ciudadana en los asuntos públicos, que era posible por el carácter reducido
de la comunidad. Esa participación se efectuaba directamente (democracia directa) pero solo participaban los
ciudadanos. La nota más característica de la ciudad-estado es que es una expresión mucho más avanzada de lo
que es una comunidad política. Ya existe un intento de justificar ideológicamente el poder: en la ciudadanía o
comunidad de hombres libres.

El modelo evolucionará hacia el Imperio con Alejandro Magno. Se produce un fenómeno de unificación de
las ciudades-Estado en una organización mucho más extensa, con desaparición gradual de esa participación
ciudadana característica de pequeñas colectividades e imposible en una organización de mayor extensión.

3) Civitas Romana.
Era similar, en principio, a la polis griega, y con ella se va produciendo un proceso de objetivación del poder
político. Se produce una doble evolución hacia la República primero y luego hacía el Imperio, con concesión de
la ciudadanía a todos los habitantes del Imperio y una cada vez mayor importancia del derecho.

En cualquier caso, Roma encarna un intento de establecer límites al ejercicio del poder con una organización
en la que se incluyen los Cónsules, el Senado, los Tribunos de Plebe, etc. Cada uno con sus correspondientes
funciones.

4) Feudalismo (Alta Edad Media).


Se produce una multipolarización de los centros de poder, con varias instancias (varios centros de poder):
- Hay instancias particularistas, con sus propias normas (burguesas, gremiales, feudales) y universalistas
(Imperio y Papado).
- No hay una organización política unitaria, no hay una Administración propiamente dicha, y hay varias
instancias intermedias entre el Rey y los súbditos, que dependían de los Señores Feudales y estos, a su
vez, se unían con el Rey por pactos de vasallaje.
- El Rey, era el vértice de una pirámide de poderes autónomos.

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Desde el punto de vista del derecho, existían infinidad de ordenamientos particulares de los distintos
estamentos, ciudades y gremios, con jurisdicciones diferentes y autónomas.

5) Organización política estamental.


La organización estamental de la participación política significa que se organiza por estamentos: nobleza,
clero, tercer Estado o estado llano.

Los Estamentos se representan en una especie de Parlamento. Son ejemplos de este modelo las Cortes de
Castilla en España, los Estados Generales o Asamblea en Francia, el Parlamento de Inglaterra, formado por dos
Cámaras: la Cámara de los Lores, en representación de la nobleza y el clero, y la Cámara de los Comunes, en
representación de los burgueses u hombres libres. El poder político se compartía entre los Estamentos
(representados en el Parlamento) y el Rey.

El Rey se mantenía en la cúspide del poder, pero las más importantes decisiones reales (como la aprobación
de impuestos sobre la propiedad privada) necesitaban la aprobación por el Parlamento en el que se quedaban
representados los Estamentos.

1.3.- EL PROCESO DE FORMACIÓN DEL ESTADO. HACIA EL ESTADO ABSOLUTO.

En algunas Comunidades Italianas se adoptó una organización política de poder absoluto y concentrado en
una sola mano (Señoría) que ya es precedente del Estado.

Poco a poco va surgiendo un modelo en el que el centro de poder va a ser el Rey o soberano, que se identifica
con el Estado. Ese nuevo modelo se va a conocer, en esa primera fase, con el nombre de Estado absoluto.

Se lleva a cabo la construcción teórica de la soberanía estatal como un poder distinto del espiritual de la Iglesia,
independiente frente al exterior y supremo en el interior. Y, a la vez, una concepción secularizada de ese poder (ej:
Francia no otorgó fuerza de ley a los Decretos del Concilio de Trento), si bien se seguía apelando a la religión para
justificar ese poder.

• Aportaciones doctrinales para el nacimiento del estado absoluto:

1) Maquiavelo: introduce la idea del Príncipe virtuoso cuya presencia es necesaria para la unidad de Italia.
según su teoría política, el hombre es por naturaleza perverso y egoísta, sólo preocupado por su seguridad
y por aumentar su poder sobre los demás; sólo un estado fuerte, gobernado por un príncipe astuto y sin
escrúpulos morales, puede garantizar un orden social justo que frene la violencia humana. Fue el primero
en usar la palabra Estado en su sentido moderno.
2) Bodino: intenta robustecer la autoridad del Monarca como lógica solución a las Guerras de Religión.
Define la soberanía como un poder uno, no delegable, inalienable, imprescriptible, que no está sometido
a leyes por que el soberano es la fuente del derecho (legislar es uno de sus derechos esenciales).No
obstante incluía varios límites frente a la arbitrariedad del Soberano: Dios y la Ley Natural, las leges
imprerii ( las que regulan la sucesión al trono y protegen los bienes de dominio público) y la propiedad

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privada (que es atributo de la familia sin que puedan establecerse impuestos sin consentimiento de los
representantes de los contribuyentes).
3) Hobbes: acuña la idea de un pacto social necesario para pasar a una sociedad organizada con cesión de
todo el poder al Rey como un mal menor. El Estado es un "artificio" que surge para remediar un hipotético
estado de naturaleza en el que los hombres, guiados por el instinto de supervivencia, el egoísmo y por la
ley del más fuerte (la ley de la selva), se hallarían inmersos en una guerra de todos contra todos que haría
imposible el establecimiento de sociedades (y una cultura) organizadas en las que reinara la paz y la
armonía.

1.4.- DEL ESTADO ABSOLUTO AL ESTADO LIBERAL.

El derecho constitucional nace a finales del s. XVIII con la idea de reformar el estado. Se trataba de construir
un Estado nacido en la Edad Moderna. Surge de las ruines del estado absolutista, pero con la revolución francesa
y la americana surgen los estados liberales.

Las características del Estado liberal son: el poder es ejercido de forma jurídica y se establece una dualidad
entre el estado y la sociedad como sistemas autónomos y diferenciados.

Los principios del estado de Derecho son: la soberanía popular, la división de poderes, la existencia de
derechos fundamentales y el imperio de la ley

Existen teorías que tratan de dar justificación y legitimación al Estado. Son 3:


- Teoría del contrato social: acuerdo individual de todos los miembros de la comunidad. Se debe
fundamentalmente a autores como Hobbes y Rousseau.
- Teoría del contrato político: Defendida por Locke, quien sostiene que el contrato político es concluido
solo entre ciertas personalidades e instituciones que preexisten al Estado y son representativas de la nación.
- Teoría de la fundación de Hauréau: lo explica como un acuerdo de voluntades que se unen para una
empresa común.

2.- ELEMENTOS DEL ESTADO EN LA TEORÍA CLÁSICA.

2.1. INTRODUCCIÓN. ELEMENTOS

La forma de organizar el ejercicio del poder político es lo que distingue al Estado de formas anteriores, y,
a su vez, permite distinguir dentro del Estado varios modelos. En cualquier caso, el Estado es una organización
que resulta de la síntesis de tres elementos: un pueblo, un territorio y un poder o soberanía que se ejerce por medio
del derecho.
1. El pueblo: visto desde dos puntos de vista. Como pueblo gobernado, es decir, el objeto del poder;
y como gobernante, es decir, en cuanto al que crea o contribuye a la creación de las normas,
instituciones y órganos estatales.

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En el Estado absoluto el pueblo era solo gobernado, mientras que el Constitucionalismo cambia esa concepción y
el pueblo pasa a ser también gobernante. Además, la ciudadanía determina la pertenencia a un Estado. La
nacionalidad es el lazo de derecho público que existe entre personas físicas y un Estado.

2. El territorio: es el ámbito espacial de validez del orden jurídico estatal o el ámbito espacial al
que se extiende el poder del Estado. El estado ejerce sus poderes sobre su territorio con carácter
exclusivo y excluyente.
El territorio incluye: la tierra firme, las aguas interiores, el mar territorial, el subsuelo y el espacio aéreo.
Los límites territoriales del Estado van unidos al concepto de frontera, entendida como la clausura e
impermeabilidad, si bien hoy en día es un concepto sujeto a revisión por el fenómeno de la integración
internacional del Estado, en especial la Unión Europea.

3. El poder o soberanía: en el Estado absoluto se define la soberanía como un poder inalienable,


porque el soberano es la fuente del derecho. El modelo liberal rompe con esto y sustituye el
concepto por soberanía nacional. Se produce un fenómeno de despersonalización del poder
político. La soberanía nacional es individual, pertenece a la nación como un todo: los
representantes son de la Nación no de sus electores. Este concepto es sustituido por la soberanía
popular: se produce una identificación entre pueblo y nación. Los límites de la soberanía van a
ser la constitución y el ordenamiento jurídico.
Además, el concepto de soberanía tiene una doble mención: la soberanía externa que es la independiente, es decir,
el poder del estado no está subordinado a ninguna otra comunidad política, pero la realidad política es que hay
estados más poderosos que otros y por ello hay un debate abierto sobre cuales deben de ser lo límites de la soberanía
y los mecanismos para asegurarlas; y la soberanía interna, es decir, la supremacía del Estado en su interior, se
ejerce por una pluralidad de órganos.

2.2. EL ESTADO COMO ORDENAMIENTO JURÍDICO


Toda organización supone un ordenamiento o conjunto de normas coordinadas, que hacen posible su
existencia y funcionamiento.
El ordenamiento estatal, como organización soberana, tiene unas características
propias:
• Es un ordenamiento originario, pues, no necesita ni depende, para su existencia o desarrollo, de ningún
otro ordenamiento ajeno a él. 

• Es un ordenamiento que forma una unidad y se considera como un todo. La unidad está relacionada con
el contenido y la forma del ordenamiento. 
Por su contenido, el ordenamiento contiene las decisiones
básicas que configuran ese Estado concreto.
Por la forma, la unidad se traduce en el establecimiento de
su propio sistema de producción de normas jurídicas. 


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3.- CONCEPTO Y FORMAS DE ESTADO. EL ESTADO UNITARIO Y EL ESTADO COMPLEJO.

3.1.- CONCEPTO DE ESTADO.

El Estado es una forma de organización de la comunidad política, cuya primera manifestación es el


llamado Estado absoluto, que evoluciona al modelo liberal (primera forma del Estado constitucional) hasta llegar
al Estado social y democrático de derecho (el modelo más avanzado de Estado constitucional).

3.2.- FORMAS DE ESTADO.

Son diversas las tipologías políticas actuales. Se habla de formas de Jefatura del Estado, formas o sistemas
de gobierno, regímenes o sistemas políticos, etc. La forma de gobierno viene determinada por los titulares del
poder y la forma en que son designados. La forma de organización del Estado es la forma del orden jurídico del
Estado.
Las formas de gobiernos nos indican como están relacionados los elementos constitutivos del estado.
Puede ser entendida desde una doble dimensión: desde la óptica de las relaciones entre el poder y los ciudadanos,
el Estado puede adoptar dos formas básicas: democracia y autocracia (nos remite a la forma de Estado como forma
de producción del Derecho) y desde la óptica de las relaciones entre el poder y el territorio, el Estado puede adoptar
la forma de Estado unitario o Estado compuesto.

Ø El estado unitario:

Se caracteriza por existir un único centro de impulsión política, una sola estructura institucional del poder,
aunque la Administración puede estar descentralizada. Una sola Constitución y un ordenamiento jurídico simple
(es decir, las mismas normas son aplicables en todo el territorio del Estado y las fuentes de creación son las
mismas). Por tanto, la centralización es su rasgo más característico.

La característica más acusada del Estado unitario es que existe un solo centro de impulsión política que
acumula la totalidad de atribuciones y funciones que corresponden a la persona jurídica estatal, con un solo aparato
gubernamental y legislativo (a modo de ejemplo: el Parlamento aprueba las Leyes de todo el territorio del Estado,
el Gobierno es único, y el Poder Judicial tiene la misma base en todo el territorio).

En todas las zonas se aplican las mismas leyes y los mismos reglamentos. Como consecuencia, la posición
jurídica de los ciudadanos también es uniforme en todo el territorio, estando sometidos a los mismos deberes y
ostentando los mismos derechos.

La competencia de las Instituciones se extiende a todo el territorio nacional (un solo poder Legislativo, un
solo Gobierno, una sola Administración, un único poder judicial, organizado jerárquicamente). Igual ocurre con
los Tribunales, que se organizan en forma piramidal, con un sistema de recursos que acaba en el Tribunal Supremo.

No obstante, el Estado unitario incluye técnicas modernas para su acercamiento a los ciudadanos, que son
la descentralización y desconcentración del poder, que alcanza solamente a la Administración. Es muy difícil

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mantener un Estado unitario en su forma pura, por lo que se vio precisado a acudir a estas técnicas, que consisten:
bien en la creación de entes territoriales menores y autónomos con capacidad de gestión y administración de
servicios, pero con un mismo régimen de competencias en todo el Estado (municipios, Provincias, Departamentos,
Regiones, etc.); bien en la creación de órganos territoriales de la Administración en las distintas zonas del territorio
que conforma el Estado para acercar los servicios a los ciudadanos (Direcciones Regionales, Provinciales, etc.).

El estado unitario es propio de estados absolutos, aunque Francia es el país contemporáneo más
característico de los estados unitarios.

Ø El estado complejo o compuesto:

El paso de la descentralización meramente administrativa a la política determina el nacimiento del Estado


complejo o compuesto. La descentralización administrativa supone un nivel limitado de autonomía, es decir,
aunque se traspasen competencias no existe capacidad de decidir políticamente, solo gestionar. La
descentralización política, supone un grado mucho más elevado de autonomía. Supone la capacidad de innovar el
ordenamiento jurídico. Tiene lugar cuando las entidades territoriales que forman el Estado no solo se limitan a
poder ejecutar con su propia administración las leyes y demás normas, sino que pueden elaborar las suyas propias
con el mismo rango y fuerza normativa que las estatales.

Hay poderes generales, centrales y locales, y la relación entre ellos es en base al principio de competencia,
no de jerarquía. Ahora bien, la coexistencia requiera la definición de las distintas esferas de actuación de los
poderes estatales y locales. Las formulas son variadas, normalmente, distribución por materias.

Modelos de Estado complejo:


- El estado federal: Esta construcción se conforma a partir de una Constitución. Una constitución votada,
en la mayoría de los casos, por una asamblea constituyente y ratificada por la mayoría de los Estados
miembros. El acto creador de un Estado federal es un acto de derecho interno y no un acto de derecho
internacional.
Es importante recalcar que en la Federación se utilizan propiamente técnicas democráticas: la unión
federal emana del pueblo o de los parlamentos de cada uno de los Estados.

Se puede resumir a 3 fundamentos por los que se construye el Estado federal: la superposición de dos
niveles estatales, autonomía política de los Estados miembros y la participación de los Estados miembros en las
decisiones federales.
Efectivamente en la Federaciones se superponen dos niveles: el nivel de los Estados miembros
preexistentes a la Federación y el nivel del Estado federal creado precisamente por la voluntad libre de los Estados.
Esta superposición de niveles hace del federalismo una construcción jurídica muy compleja. Se debe realizar un
equilibrio entre los principios de autonomía y el principio de asociación.
Los modos de formación del sistema federal son: por asociación, o por disociación.
Los principios del federalismo son: integración y equilibrio, reparto de competencias y la participación de los
Estados federados en el poder federal.

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- La confederación: el ligamen jurídico que une a los Estados confederados es normalmente un tratado
internacional como pacto confederal negociado por vía diplomática entre los Estado miembros y adoptado
por unanimidad. Los órganos confederales suelen estar muy poco evolucionados. Normalmente solo hay
un órgano confederal encargado de actuar en nombre de la Confederación: el Consejo de representantes
de los Gobiernos de los Estados miembros.
Este Consejo Confederal delibera de manera perfectamente igualitaria porque todas sus decisiones deben ser
tomadas por unanimidad- en las confederaciones cada uno de los Estados miembros posee la libertad de oponerse
a la decisión de los otros (derecho de veto). Además, las decisiones confederales, aunque se tomen por unanimidad
no siempre son obligatorias por este hecho. Por ´último no se debe olvidar que la ejecución de las decisiones
confederales compete a cada uno de los estados miembros.

4.- INTRODUCCIÓN AL ESTADO AUTONÓMICO ESPAÑOL.

La Constitución española de 1978 ha instaurado un modelo de Estado asentado en la distribución territorial


del poder que ha sido llamado Estado autonómico y que toma su inspiración en la Constitución de la II República,
así como en el modelo federal alemán.

La regulación constitucional de ese nuevo modelo de Estado se contiene en el Título VIII de la


Constitución bajo la rúbrica "De la Organización Territorial del Estado", dividido en Tres Capítulos: Principios
Generales (Cap 1º), la Administración Local (Cap 2º) y las Comunidades Autónomas (Cap 3º). Conforme al art 2
de la C.E -dentro del Título Preliminar-. “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación
española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de
las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas".

Es el modelo genuinamente español de Estado complejo o compuesto. Desde el punto de vista del
Derecho Comparado, es difícil su inclusión en el grupo de los que se estudian como Estado Regionales, pues se
aproxima más al modelo federal (algunos hablan de estado cuasi federal).

Sus principales características son las siguientes:

1. Vinculación del principio de autonomía con el de unidad. La misma idea de autonomía


significa su carácter limitado. Solo donde existe unidad puede predicarse la autonomía, que no es
soberanía (TC). A ello se refiere el artículo 2 de la CE cuando señala que “La Constitución se
fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de los
españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones
que la integran y la solidaridad entre ellas”.
2. Reconocimiento del derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones. Pero la
Constitución no crea las Comunidades Autónomas, sino que se reconoce el derecho. Es el llamado
principio dispositivo. No se define en la Constitución el mapa autonómico, sino que reconoce el
derecho a la creación de las Comunidades Autónomas. El artículo 143.1 de la CE dice que las

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Provincias limítrofes con características históricas, culturales y económicas comunes, los
territorios insulares y las provincias con entidad regional histórica podrán acceder al autogobierno
interno y constituirse en Comunidades Autónomas. La propia Constitución diseñó un
procedimiento para la creación de las Comunidades Autónomas, que poco a poco se fue
completando, existiendo, a día de hoy, diecisiete Comunidades Autónomas y dos ciudades
autónomas (Ceuta y Melilla)
3. Falta una definición constitucional de la forma territorial de Estado. De ahí las grandes
discusiones de la Doctrina Científica y los intentos al respecto.
4. Con el reconocimiento de las Comunidades Autónomas, cabe aludir a un doble concepto de
Estado: Estado como una entidad soberana hacia el exterior y en el interior, al margen de su
organización interna. Estado, en cuanto titular de determinadas competencias frente a las que
corresponden a las Comunidades Autónomas. En este sentido, la CE se refiere a competencias
del Estado y competencias de las Comunidades Autónomas en los artículos 148 y ss.
5. La Constitución reconoce también la autonomía de otros entes territoriales (municipios,
Islas y Provincias), si bien aquí estamos ante una autonomía administrativa (" para la gestión de
sus respectivos intereses") y no política.
6. El Estatuto de Autonomía, va a ser la norma Institucional básica de las Comunidades
Autónomas y van a tener una doble naturaleza: se aprueban por el Parlamento de cada Comunidad
Autónoma y tienen rango de ley orgánica (que es una ley estatal). A ello se refiere el artículo
147.1 de la CE cuando dice que son la norma institución básica de cada Comunidad Autónoma y
que el Estado los reconocerá y amparará como parte integrante de su ordenamiento jurídico.
7. El sistema de reparto de competencias entre Estado y Comunidades Autónomas es muy
parecido al federalismo de cooperación alemán (exclusivas y compartidas: de desarrollo y de
ejecución). No necesariamente coincidentes o idénticas pues permite varios niveles de asunción
del poder político.
8. Los principios básicos del Estado autonómico son: unidad, autonomía, dispositivo, solidaridad,
cooperación, igualdad.
9. El Tribunal Constitucional va a ser el órgano constitucional en quien se residencie la solución
de los conflictos entre Estado y Comunidades Autónomas. Con la base constitucional, se fueron
constituyendo las Comunidades Autónomas que, hoy en día, son la expresión real de ese derecho
a la autonomía política. En el caso de Canarias, el Estatuto de Autonomía, que es su norma
institucional básica, fue aprobado por Ley Orgánica 10/1982, de 10 de agosto, con una importante
reforma por Ley Orgánica 4/1996, de 30 de diciembre.

4.1.- ARGUMENTOS PARA EL ESTADO AUTONÓMICO


Existen distintos tipos de argumentos, entre ellos los argumentos políticos que van en función del miedo
al poder centrar o a existencia de un vacío de poder; y argumentos jurídicos, puesto que el Estado descentralizado
proporciona mayores ventajas.

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4.2.- LOS SUJETOS DE LA AUTONOMÍA
El artículo 143 de la CE nos dicta qué territorios pueden ser CCAA:
- Nos habla de territorios insulares
- Provincias con propia identidad regional histórica
- Provincias limítrofes con características históricas culturales y económicas comunes a excepción de lo
dictado en el artículo 144. Este artículo nos dice que, por motivos de interés nacional, las Cortes generales
pueden aprobar la constitución de una Comunidad autónoma a territorios que no superen el de una
provincia y no reúna las condiciones del 143.1.
- Territorios no superiores a una provincia.
- Territorios inferiores a una provincia.

4.3.- FÓRMULAS DE ACCESO


Tenemos dos tipos de acceso:
1) Acceso sencillo: mediante el artículo 143 que dota a la comunidad autónoma de menos competencias.
2) Acceso complejo: mediante artículo 151 que consta de una gran complejidad a cambio de mayores
competencias desde un principio. Estas fueron Galicia, País Vasco, Cataluña, Navarra y Andalucía
También se dieron casos de Comunidades Autónomas como Canarias y Valencia que asumieron unas máximas
competencias a través del artículo 143 pero a través de una ley orgánica, es decir asumieron un techo competencial
muy alto de manera extra- estatuaria.
Las Excepciones las encontramos en:
- Disposición transitoria 2ª à fue añadida para territorios como Cataluña y Galicia por ser nacionalidades
históricas
- Disposición adicional 1ª à consiste en el respeto a los derechos históricos de los territorios forales.

4.4 REPARTO DE COMPETENCIAS


En general, las competencias que puede asumir una comunidad Autónoma viene determinados en el
artículo 148 y delimitadas en cualquier caso por las competencias exclusivas del estado (149.1)
Existe además una cláusula residual en el artículo 149.3 que reza que todas aquellas competencias que no
sean llevadas a cabo por la Comunidad Autónoma serán manejadas por el Estado y prevalecerá su criterio.
Luego es cierto que una comunidad autónoma puede asumir competencias extraordinariamente, será tal y
como previene la constitución en el artículo 150
- 150.1 à Leyes Marco
- 150.2 à Leyes de transferencia o delegación
- 150.3 à Caso específico de armonización

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4.5 NORMA INSTITUCIONAL BÁSICO DE LAS C.A
Artículo 147 dicta que los Estatutos de Autonomías serán leyes orgánicas (naturaleza jurídica) que serán
la norma institucional básica de las comunidades autónomas. Además, proporciona el contenido necesario de estos
estatutos: la denominación de la C.A qué mejor convenga históricamente, la delimitación del territorio, la
denominación y organización y sede de las instituciones autónomas propias salvo aquellas que accedan a la
autonomía a través del artículo 151 limitado por el 152; y las competencias asumidas dentro del marco
constitucional y la base para el traspaso de los servicios correspondientes a las mismas.

4.6 LOS PRINCIPIOS DEL ESTADO AUTONÓMICO.


1. Principio dispositivo (la autonomía es un derecho)
2. La autonomía es política
3. La autonomía es limitada
3.1. En virtud del principio de competencia
3.2. En virtud del principio de igualdad
3.3. En virtud del principio de solidaridad
3.4. En virtud del principio de unidad económica
4. La autonomía NO es homogénea.

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TEMA 2: LA CONSTITUCIÓN
1. EL CONSTITUCIONALISMO COMO MOVIMIENTO HISTÓRICO.

El Derecho Constitucional aparece en un momento histórico determinado y con una finalidad precisa.
Frente a lo que ocurre con otras ramas del Derecho, de muy arraigada tradición en la sociedad occidental (por
ejemplo, el Derecho Civil) la normativa que se incluye usualmente en la categoría “Derecho Constitucional”
es relativamente moderna, podemos fijar su inicio en los documentos de la Gloriosa Revolución inglesa (Bill
of Rights, 1689), y con mayor relevancia en cuanto a la creación de modelos a seguir por otros países, en los
textos que caracterizaron las Revoluciones norteamericana (Declaración de Independencia, 1776: Constitución
de 1787) , y francesa (Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1789). En nuestro país, el
primer texto normativo con vigencia efectiva, que puede considerarse incluido en la categoría de Derecho
Constitucional fue la Constitución de 1812.
Estas normas surgieron en circunstancias históricas específicas, y con una finalidad que definía su
misma naturaleza: limitar los poderes del Rey, y acabar con el régimen político de la Monarquía absoluta,
sustituyéndolo por otro en que el elemento decisivo de la acción del Estado no fuese la voluntad del Rey, sino
las normas jurídicas, contenidas en un Estatuto que regulase los poderes públicos y los derechos de los
ciudadanos. Este Estatuto se encontraba, usualmente plasmado en un documento solemne, esto es, una
Constitución.
Ello no quiere decir que con anterioridad a la época de las Revoluciones de los siglos XVII y XVIII,
no existieran ciertos precedentes constitucionales, en el sentido de normas que presentarán características
similares, en cuanto a su forma y contenido, a las propias del moderno constitucionalismo. Se ha podido hablar
así de un constitucionalismo antiguo, con referencia a normas, principios y resoluciones judiciales que, en la
Edad Media, e incluso en épocas anteriores, pretendían regular las actividades de los poderes públicos (Rey,
Emperador, Parlamentos, Tribunales), señalando sus competencias y límites. Pero la denominación
“constitucionalismo antiguo”, como la de “Constitución romana” o “constitucionalismo medieval” es
meramente indicativa o aproximativa, ya que sólo tras las Revoluciones del siglo XVIII y en el caso de
Inglaterra, tras la Revolución de 1688, aparecen normas a las que puede calificarse adecuadamente como
Derecho Constitucional, por revestir una serie de notas específicas.
En efecto, el constitucionalismo “moderno” que se manifiesta en las Revoluciones del siglo XVIII,
presenta una característica definidora: la afirmación radical de la libertad del individuo, y la existencia de unos
derechos irrenunciables del mismo, como criterio esencial de la organización del Estado. Este principio de
libertad individual se expresa como la misma justificación, en último término, de la existencia del poder
político. Son reveladoras las palabras de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, de 4 de julio
de 1776:
“Mantenemos como verdades evidentes, que todos los hombres nacen libres: que su Creador les
atribuye determinados derechos inalienables, entre los que se cuentan la vida, la libertad y la busca de la
felicidad: que para defender estos derechos los hombres establecen sus gobiernos, derivando sus justos poderes
del consentimiento de los gobernados”.
Las normas que se califican como Derecho Constitucional son, desde su mismo origen, normas que,
frente a la realidad existente, buscan expresamente la proclamación y defensa de la libertad del individuo.
Ahora bien, es conveniente señalar que ello se lleva a cabo partiendo del reconocimiento de la necesidad de
una comunidad política organizada, que proporcione orden y seguridad a sus miembros y que garantice las
condiciones básicas de la vida social. En esto, el constitucionalismo difiere radicalmente de las corrientes
ideológicas (como los casos del anarquismo y el marxismo) que buscan en último término la libertad del

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individuo mediante la desaparición del Estado. Por el contrario, los revolucionarios que crearon el primer
Derecho Constitucional moderno serían definibles, en términos actuales, como patriotas nacionalistas, que
buscaban una mejor organización del Estado, no su destrucción. Ello se hace presente en los textos
constitucionales iniciales: la Constitución norteamericana de 1787 proclama su intención de “formar una Unión
más perfecta, establecer la justicia, afianzar la tranquilidad interior, proveer a la defensa común, promover el
bienestar general”. Los textos constitucionales de la Revolución Francesa se basan en un expreso sentimiento
nacional y buscan la consolidación del Estado: “La Convención Nacional declara que la República es una e
indivisible” (Constitución de 1793, art,1). En España, los constituyentes de 1812 persiguen, según el
Preámbulo de la Constitución, “llevar debidamente el grande objeto de promover la gloria, la prosperidad y el
bien de toda la Nación”.
Desde un primer momento la defensa de la libertad individual, en el marco de una comunidad política
organizada, aparece como el objetivo definidor de las normas de Derecho Constitucional. Es esta
caracterización la que permite considerarlas como un sector del Derecho que es objeto de estudio separado, y
es también la que da lugar a la dualidad típica del Derecho Constitucional, en cuanto éste pretende asegurar a
la vez libertad y orden.

2. LOS CONCEPTOS DE CONSTITUCIÓN.


El régimen constitucional nace como aquel en el que el poder político está limitado por el Derecho y
ello a fin de garantizar la libertad de las personas. El concepto moderno de Constitución es, pues, jurídico,
liberal y garantista; por eso anida y se desarrolla en el régimen liberal, uno de cuyos principales postulados es
la primacía del individuo sobre la sociedad y de la sociedad sobre el Estado.
Mucho ha cambiado el Estado desde entonces y mucho también las ideologías actuantes en el seno de
los países de régimen constitucional. Pero el concepto garantista de la Constitución ha perdurado. Junto a él se
ha intentado construir un concepto material de Constitución, y desde la revolución bolchevique se profesó otro
concepto, que también es material, en los países alineados con la Unión Soviética. Sin embargo, ninguna de
estas concepciones ha empalidecido la jurídica, liberal y garantista contenida en el artículo 16 de la Declaración
de Derechos del Hombre y del Ciudadano, que reza así: “Toda sociedad en la que no esté asegurada la garantía
de los derechos ni establecida la división de poderes carece de Constitución”.
Ha variado la idea de la división de poderes, han aparecido otros distintos de los Montesquieu y
también se ha enriquecido la tabla de los derechos de las constituciones vigentes. Pero, sea con uno u otro
matiz, allá donde hay limitación jurídica del poder y garantía de los derechos hay Constitución y allá donde no
las hay, no.
Podemos definir sintéticamente la Constitución con Sánchez Agesta como “Derecho fundamental de
organización de un régimen político”. Esta idea de una súper-ley fundamental no es originaria de la Revolución
francesa, sino que se puede rastrear su origen en la idea de una ley natural superior al Derecho positivo, en el
common law inglés, en el pacto constitutivo entre el Rey y el Reino, o en la doctrina del pacto social.
La concepción normativa de la Constitución es ilustrada y francesa. Sin embargo, tuvo su más cabal
desenvolvimiento al otro lado del Atlántico. La Constitución de Estados Unidos, de 1787, se considera a sí
misma el “Derecho supremo de la Tierra” y establece que los jueces le están vinculados por encima de las
constituciones y de las leyes de los Estados miembros. En caso de contradicción, el juez debe aplicar la
Constitución y no las otras normas. Después, la eficacia de tal declaración en la actuación bisecular de los
diferentes operadores jurídicos no ha sido tan consistente, pero el principio quedó claramente establecido.
En Inglaterra, por el contrario, se mantuvo el principio de soberanía del Parlamento, que comporta una

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relativa indistinción entre la ley y la Constitución, pues ambas tienen el mismo autor, si bien los operadores
jurídicos saben diferenciar entre las leyes parlamentarias con alcance constitucional y las que carecen de él.
En la Europa continental continúo en vigor durante un siglo el principio monárquico, en virtud del cual
el Rey era la fuente de todo poder estatal y también del poder constituyente, unas veces en solitario, otras veces
compartido con el Parlamento. Por consiguiente, la Constitución no pasaba de ser una solemne declaración de
principios, de derechos y de reglas de organización y funcionamiento político sin aplicabilidad inmediata.
Necesitaba la ley para cobrar fuerza obligatoria efectiva.
La consecuencia más notoria fue que, mientras en Estados Unidos se desenvolvió un sistema de
defensa de la rigidez y de la supremacía constitucional frente a la ley, en Europa no tuvo lugar nada semejante,
lo que, sin merma de la supremacía de la Constitución, debilitaba su eficacia. Fue tras la Primera Guerra
Mundial cuando se abrieron paso en Europa continental (no en el Reino Unido) los principios de normatividad
directa y supremacía efectiva de la Constitución, que se plasmaron, aun con diferencias entre sí, en las
constituciones alemana de 1919 y austriaca de 1920. Tras la Segunda Guerra Mundial, se ha generalizado esta
posición en el constitucionalismo europeo continental con la tardía incorporación de Francia.
En nuestro país, la Constitución de la II República, tomando elementos de las constituciones alemana
y austriaca, estableció un sistema de defensa de su supremacía: rigidez y control de la constitucionalidad de
las leyes, a cargo de un órgano creado al efecto, el Tribunal de Garantías Constitucionales. El siguiente paso a
una Constitución normativa lo encontramos en la actual de 1978, que es objeto de estudio en el curso.
En general, podríamos estar hablando de 3 tipos de concepciones constitucionales:
Ø Concepción racional-normativa: el derecho constitucional nace con la finalidad de garantizar las
libertades del individuo y limitar el poder del Estado. Se dan entonces dos aspectos fundamentales,
primero cabe entender la Constitución como un producto de la voluntad de las personas para convivir
libremente en la comunidad política y segundo, ña Constitución se configura como una auténtica
norma jurídica, fruto del acuerdo libre y voluntario de la sociedad, dirigida a establecer las reglas de
organización del Estado y sus poderes.
Ø Concepción histórico-tradicional: cada pueblo ostenta su propia constitución, producto de su particular
devenir histórico. Por tanto, el texto constitucional no puede ser fruto de la razón y el acto libre y
voluntario del individuo.
Ø Concepción realista o socióloga: La Constitución no puede tener otra tarea que la de acometer la
realidad existente en la comunidad política. En definitiva, la Constitución trata de devenir como una
norma fundamental donde se identifica la realidad política de un pueblo. Podemos destacar como esta
concepción sería propia de ideologías como la socialista obrera o comunista en etapas posteriores a la
Segunda Guerra Mundial.

3. CONSTITUCIÓN MATERIAL Y FORMAL


3.1 CONCEPTO MATERIAL DE CONSTITUCIÓN
Teniendo en cuenta su origen histórico, las normas de Derecho Constitucional se caracterizan por
buscar la garantía de la libertad en el seno de la comunidad política. Partiendo de este objetivo, históricamente
definido, la precisión de lo que hoy se entiende, convencionalmente y a efectos académicos, como Derecho
Constitucional, puede llevarse a cabo siguiendo diversos criterios, no forzosamente contrapuestos; el primero
y más evidente sería el criterio material.
Desde la perspectiva material las normas de Derecho Constitucional se definen por su objeto: serían
las normas que regulan las materias directamente vinculadas a la garantía básica de la libertad. Y se destacan

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dos tipos de normas como “naturalmente” integradas en el Derecho Constitucional: las que reconocen y
garantizan los derechos individuales y las que organizan los poderes básicos del Estado.
El reconocimiento de
derechos. En primer lugar, integrarían el Derecho Constitucional las normas que declaran y protegen los
derechos de los ciudadanos en cuanto tales o, si se quiere, las “posiciones jurídicas fundamentales” de los
ciudadanos. Desde el comienzo del movimiento constitucionalista, la formulación de una Declaración de
Derechos aparece como la primera tarea a llevar a cabo para asegurar la libertad del individuo. Se trata de
enumerar los derechos de todos los ciudadanos, esto es, de aquellos derechos que son inherentes a esa
condición, o, aún más ampliamente en algún caso, a todo ser humano. De hecho, la garantía de los derechos
fundamentales aparece como el aspecto del Derecho Constitucional que más directamente afecta a los
ciudadanos: en algunos países anglosajones, la expresión Constitucional Law se refiere principalmente a los
mecanismos para la protección de esos derechos.
La organización de los poderes. Vinculado con las declaraciones de derechos aparece otro tipo de
normas: las que organizan los poderes del Estado. La organización jurídica del poder supone el sometimiento
de éste al Derecho, y, por ende, su limitación, en garantía de la libertad. Serían normas de Derecho
Constitucional así, las que regulasen las líneas básicas de las instituciones políticas fundamentales del Estado,
así como la distribución de poder entre las mismas. Y ello, tanto en cuanto al diseño de los órganos
fundamentales del Estado (Parlamento, Gobierno, Corona, Tribunales) como con respecto a la configuración
territorial del Estado (Estado unitario, regional, federal). En este aspecto el Derecho Constitucional aparece
parcialmente, como heredero de las leyes fundamentales de la Monarquía absoluta, que definían algunas notas
inalterables de su organización. Ahora bien, hay una diferencia esencial entre las leyes fundamentales del
Antiguo Régimen y las normas organizativas del Derecho Constitucional: estas últimas, frente a las primeras,
se inspiran en el principio de la limitación del poder, mediante la división y distribución de poderes. Esta nota
de la división de poderes como garantía de la libertad es también la que diferencia las normas orgánicas de
Derecho Constitucional de las normas fundamentales de regímenes autoritarios, cualquiera que sea el nombre
que se dé a aquéllas. Esta definición material del Derecho Constitucional aparece como la más directamente
relacionada con su origen histórico: en los expresivos términos de la Declaración de Derechos del Hombre y
el Ciudadano, de 1789, en su artículo 16, “Toda sociedad en la cual la garantía de los derechos no esté
asegurada, ni la separación de poderes establecida, no tiene Constitución”.
3.2 CONCEPTO FORMAL DE CONSTITUCIÓN
La evolución histórica del Derecho Constitucional ha hecho posible que, sin prescindir del criterio
material, se definan las normas del Derecho Constitucional desde una perspectiva formal, como aquellas
normas dotadas de un especial rango y fuerza dentro del ordenamiento. Rango y fuerza que las protegen y
diferencian respecto de las normas ordinarias: esto es, las normas de Derecho Constitucional serán normas
supra-legales. Estas características formales derivan de la posición fundamental de las normas constitucionales:
son normas que representan una pieza clave o definidora de todo el sistema jurídico y político, en cuanto,
persiguen establecer y garantizar sus principios fundamentales, cifrados, como se dijo, en la libertad del
individuo en el seno de la comunidad política organizada. Este carácter fundamental exige una especial
estabilidad de estas normas, así como que queden protegidas frente a eventuales ataques o vulneraciones: se
trataría de normas especialmente resistentes a su violación, e incluso a su misma alteración.
No es por ello extraño que, en la práctica actual, las normas de Derecho Constitucional, en forma
prácticamente general, se definen como normas con superior fuerza y rango respecto del resto de las normas
del ordenamiento: suelen adoptar formas y denominaciones propias (usualmente Constitución), y rodearse de
específicas garantías, derivadas de su carácter superior. Este carácter supremo o superior se refleja en dos
peculiaridades:

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Ø Las formas de elaboración y modificación de las normas de Derecho Constitucional son
distintas, y más rígidas que las correspondientes al resto de las normas de Derecho público y
privado. El Derecho Constitucional se integraría por normas rígidas de difícil reforma.
Ø La introducción de procedimientos destinados a asegurar la efectiva preeminencia de las
normas constitucionales respecto del resto del ordenamiento: esto es, la introducción de un
control de constitucionalidad sobre el resto de las normas del ordenamiento, para que no
contradigan lo dispuesto en las normas de Derecho Constitucional. El ejemplo más conocido
son los Tribunales Constitucionales.
El criterio formal resulta técnicamente más preciso para definir como Derecho Constitucional a un
sector del ordenamiento, que un criterio puramente material. No obstante, es un criterio que debe ser matizado,
o al menos, empleado cuidadosamente. En efecto, no faltan supuestos en que las normas que regulan los
aspectos básicos relativos a la libertad de los ciudadanos y las instituciones políticas y jurídicas fundamentales
son normas formalmente como las demás, sin que estén dotadas de una especial rigidez, y sin que exista un
control de constitucionalidad. Tal sería el caso, por ejemplo, de Inglaterra, cuyas normas de Derecho
Constitucional son reformables como cualquier otra ley: no faltan otros ejemplos, en la época presente o en
otras épocas. Por otra parte, y aun cuando se confiera un carácter de supra-legalidad a muchas normas de
Derecho Constitucional, los mandatos en ellas contenidos son en muchos casos desarrollados o completados
por normas ordinarias, que, sin embargo, pueden tener en la práctica una notable relevancia. Un criterio
estrictamente formalista no respondería, pues, a la realidad.
La comprensión de lo que académicamente, se define como un área o sector del Derecho, bajo el
nombre de Derecho Constitucional exige, pues, combinar criterios formales y materiales. De ello resulta, como
descripción aproximativa, que se integran en el Derecho Constitucional aquellas normas que regulan, en
garantía de la libertad del individuo en una comunidad política organizada, las posiciones jurídicas
fundamentales de los ciudadanos frente al Estado, y la distribución de poder entre los principales órganos de
éste; normas que por su carácter fundamental y definidor del sistema jurídico, tienen generalmente el carácter
de normas superiores, en cuanto a su rango y fuerza vinculante.

4. ESTRUCTURA Y CONTENIDO DE LA CONSTITUCIÓN


4.1 LA ESTRUCTURA DEL TEXTO CONSTITUCIONAL
La estructura de los textos constitucionales, esto es, el orden sistemático de su contenido, así como su
extensión, no son datos arbitrarios, sino que intencionadamente responden a una precisa voluntad. De ahí que
no deje de ser significativo su análisis.
Nuestro código constitucional consta de un total de 169 artículos, a los que hay que sumar 4
Disposiciones Adicionales, 9 Disposiciones Transitorias, una Derogatoria y otra Final, esto es, un conjunto de
184 preceptos, con lo que, después de la Constitución de Cádiz, se nos presenta como el texto más extenso de
nuestra historia.
El articulado constitucional se estructura en once Títulos: un Títulos Preliminar, en el que se contienen
como principios normativos los principales rasgos de nuestro sistema constitucional, y entre ellos, y muy
destacadamente, los valores que lo informan, al que siguen otros diez Títulos relativos, respectivamente, a: los
derechos y deberes fundamentales (Título I); la Corona (Título II); las Cortes Generales (Título III); el
Gobierno y la Administración (Título IV); las relaciones entre el Gobierno y las Cortes Generales (Título V);
el Poder Judicial (Título VI); Economía y Hacienda (Título VII); la organización territorial del Estado (Título
VIII); el Tribunal Constitucional (Título IX); la reforma constitucional (Título X).

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Esos Títulos van precedidos por un Preámbulo de indudable trascendencia. El Preámbulo o Exposición
de Motivos de una ley es un modo de explicar o justificar la razón de ser de la disposición elaborada. En los
textos constitucionales, el Preámbulo reviste una extraordinaria importancia en cuanto, con mayor o menor
radicalidad, suele expresar una idea de ruptura respecto del sistema anterior, lo que lo convierte en un punto
de referencia ideológico ilustrativo respecto a la dirección perseguida por el cambio de sistema.
El Preámbulo de nuestra Constitución fue introducido en la misma raíz de una enmienda del Grupo
Mixto del Congreso, obra en realidad de varios diputados del Partido Socialista Popular, liderado por Tierno
Galván. Uno de los protagonistas destacados del PSP, Raúl Morodo, ha puesto de manifiesto que lo que en el
fondo se planteaba y se defendía con el Preámbulo, era la testimonialidad constitucionalizada mínima de una
resistencia democrática, que asumiese, también, la concordia política que estaba reflejando el consenso.
Como no podía ser de otra manera, el Preámbulo abandona la terminología estrictamente técnico-
jurídica del articulado, para emplear un lenguaje directo capaz de llegar a todos los españoles.
Básicamente,
el Preámbulo subsume un conjunto de ideas que se hallan plasmadas en el articulado constitucional, como
normas dispositivas. Quizá la única salvedad a esta regla general la hallemos en la última de sus
proclamaciones: aquéllas en que la Nación manifiesta su voluntad de “colaborar en el fortalecimiento de unas
relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra”.
Para comprender la relevancia de alguna de las proclamaciones del Preámbulo nos bastará con
hacernos eco de ellas: “garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme
a un orden económico y social justo”; “promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a
toda una digna calidad de vida”; y “establecer una sociedad democrática avanzada”.
Desde luego, por lo que a su valor jurídico se refiere, es claro que estamos ante un texto sin fuerza
jurídica inmediata de obligar, sin eficacia jurídica, aunque quizá a modo de contrapartida, con un enorme valor
político- declaratorio. No podemos olvidar a este respecto que en cuanto declaración solemne de intenciones
que formula colectivamente el poder constituyente, el Preámbulo se sitúa en un lugar muy destacado entre los
elementos de que puede servirse el Tribunal Constitucional y los Tribunales a la hora de buscar una
interpretación auténtica del significado de un determinado precepto constitucional.
4.2 EL CONTENIDO DE LA CONSTITUCIÓN
Con una u otra denominación, el contenido de la Constitución ha sido, si no idéntico, sí al menos
análogo desde el siglo XVIII: un sistema de normas jurídicas que organiza el poder político estatal y establece
la relación entre la esfera de la libertad y la de ese poder político.
Por tanto, para que la Constitución merezca
ese nombre debe contener un estatuto jurídico de los gobernantes; es decir una definición de sus competencias,
de los procedimientos de adopción de las decisiones políticas y de los fines principales de su actuación. De
esta manera la Constitución contiene el título de legitimidad para la actuación de los poderes públicos porque
expresa cuáles son las competencias de cada uno; sólo así los actos de éstos son propiamente actos del Estado.
Por eso la Constitución, al tiempo que habilita a los gobernantes para actuar, los limita al obligarlos a
mantenerse dentro de su estricta esfera funcional.
Pero no puede ocultarse que todo ello se regula y se organiza con unos fines que normalmente vienen
también expresados en la Constitución. Esta traza una orientación, unos objetivos que los poderes públicos
deben alcanzar, y esos fines pueden delinear unos márgenes de actuación del poder más o menos anchos según
sea el detalle con el que vengan formulados.
Con todo, dicho estatuto del gobernante, esos fines políticos y, por consiguiente, la organización
política resultante adquiere un sesgo específico por el hecho de estar contenidos no en declaraciones políticas
ni en programas electorales, sino en normas jurídicas de rango supremo dentro de un Estado. Puede la
Constitución no estar articulada en un texto escrito sin que ello desdiga su carácter jurídico. Viceversa, puede

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suceder que un texto escrito y solemnemente promulgado carezca por completo de sustancia jurídica. Nada de
ello empece a lo dicho: habrá Constitución cuando, revista la forma que revista, sea norma jurídica, y no la
habrá cuando, a pesar de su apariencia externa, no obligue a sus destinatarios: gobernados y gobernantes.
Pero no sucede sólo que la Constitución es norma, y norma suprema, sino que, precisamente por su
supremacía, se erige en fundamento y límite del resto del Ordenamiento jurídico del país. En su virtud:
Ø Establece un sistema de fuentes del Derecho.

Ø Señala los órganos competentes y los procedimientos para la producción de dichas fuentes.
Ø Impone al Ordenamiento jurídico los valores fundamentales en los
cuales debe inspirarse y a los cuales debe servir.
Ø Establece los principios técnico-jurídicos a través de los cuales debe instrumentarse toda esa
orientación teleológica.
Entendida así la Constitución, queda bastante relativizada la distinción que en su seno han hecho
tradicionalmente los tratadistas entre una parte dogmática y otra orgánica. Se acostumbra a identificar como
parte dogmática los preceptos constitucionales que formulan los valores, los principios básicos del régimen y
los derechos y libertades de los ciudadanos, y, de su lado, es usualmente denominada parte orgánica la
integrada por los preceptos relativos a la organización, competencias y funcionamiento de los poderes públicos.
Hemos de recordar, sin embargo, que la división de poderes no es ningún artilugio ingenieril para
distracción de constitucionalistas, sino que fue concebida desde el principio precisamente como una técnica de
garantías de la libertad; la organización de los poderes públicos no tiene una justificación inmanente, sino que
debe estar realizada de manera que, evitando el abuso y la irresponsabilidad del poder, facilite y garantice un
ámbito de libertad e incluso la promueva. Dicho con otras palabras: la parte orgánica está, ha estado siempre
y debe estar en función de la parte dogmática.

5. CLASES DE CONSTITUCIONES

1. Constituciones escritas y consuetudinarias.


Valdría mejor decir constituciones escritas y consuetudinarias puesto que únicamente la inglesa se
presenta con un notable contingente de costumbres junto a algunos textos escritos.
El componente racionalista
de toda la Ilustración y la desconfianza de los revolucionarios franceses en los jueces les hacía preferir el
Derecho escrito, para constancia, advertencia y seguridad jurídica, así como para mejor solemnizar el feliz
alumbramiento de una nueva era. En las colonias americanas fueron razones de su lucha contra la metrópoli,
a la que se le reprochaba precisamente violaciones de un Derecho no escrito.
El constitucionalismo escrito es
el que se ha difundido por todo el mundo y sobre el que se ha construido casi exclusivamente la Teoría de la
Constitución, con los imprescindibles recordatorios de las excepciones inglesas.
2. Constituciones extensas o breves en función de la amplitud del texto.
El excesivo laconismo permite al legislador ordinario introducir modificaciones en materias que
deberían tener la fijeza que sólo puede procurarles su inserción en la Constitución. De otra parte, la excesiva
minuciosidad podría obligar a revisar la Constitución por cuestiones minúsculas con evidente desprestigio de
la misma.
3. Constituciones rígidas y flexibles.
Esta clasificación distingue entre las constituciones que pueden ser reformadas por el procedimiento

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legislativo ordinario (flexibles) y las que establecen requisitos más exigentes (rígidas). La intangibilidad o
absoluta rigidez no suele ser declarada más que para unos determinados preceptos, o bien para toda la
Constitución durante un cierto tiempo.
Que una Constitución sea flexible no significa que sea fácilmente reformable puesto que, aunque no
se precisen procedimientos gravosos, los poderes públicos prefieren extremar las posibilidades de eficacia de
un texto, e incluso obviarlo mediante convenciones, antes de afrontar su reforma, que es siempre una operación
política delicada. Además, aunque el procedimiento de reforma sea el legislativo ordinario, el hecho es
extraordinario y se refleja en todo el proceso. Así, por ejemplo, la Constitución española de 1845 fue
promovida como una reforma de la precedente de 1837 y, no obstante, todo el debate parlamentario, su
duración y solemnidad, evidenció que no se trataba de un suceso político ordinario.
Por su parte, la Constitución inglesa, que es eminentemente flexible, no es fácilmente reformable, al
menos en sus principios básicos, dado el rechazo que despertaría en la opinión pública. Incluso se tiene por
norma convencional principalísima la de que, llegado el caso de una tal reforma, debe disolverse la Cámara de
los Comunes y convocarse elecciones en las que dicho proyecto puede ser discutido, lo cual, bien mirado, es
una forma de rigidez, aunque tenue.
¿Qué sucede con las constituciones que silencian el supuesto de su reforma y procedimiento? Frente a
autores, como C. Schmitt, que las interpretan como intangibles, parece más lógico entenderlas como flexibles.
En el supuesto de que la intangibilidad absoluta tuviera cabida en el régimen constitucional (hipótesis
rechazable en el Estado democrático), sería tan excepcional que no cabe suponerla sino no está declarada
expresamente.

4. Constituciones originarias y derivadas.


Son constituciones originarias las que han iniciado un modo de regulación, una forma política, o al
menos, una institución o principio funcional. Son derivadas en caso contrario.
Constituciones plenamente
originales hay muy pocas:
- Reino Unido, por su carácter consuetudinario y convencional y por la forma política de la Monarquía
parlamentaria.
- La de los Estados Unidos, por su federalismo y, desde una considerable evolución, por el
presidencialismo.
- La de Suiza, por su democracia directa y un sistema de gobierno convencional.
- El constitucionalismo soviético, por la regulación de un sistema económico estatalizado con
planificación centralizada.

5. Tipología de Loewenstein (en base a su grado de eficacia).


Loewenstein denomina clasificación ontológica a aquélla que distingue las constituciones por su grado
de normatividad y eficacia y su grado de concordancia con la realidad política del país. Con tal criterio las
clasifica en normativas, nominales y semánticas.
- Son normativas las constituciones que regulan eficazmente el proceso político y son
observadas por todos los operadores jurídicos constitucionales.
- Son nominales las que muestran desajustes con la realidad política, que escapa parcial o
temporalmente a su normatividad, bien por inaplicación de los preceptos, bien porque la propia
Constitución se proyecta hacia el futuro, con normas programáticas, más que al presente.
- Son semánticas aquéllas que no rigen en absoluto y no son sino fachada simuladora y

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encubridora de una realidad política autocrática.
Ninguna Constitución es enteramente normativa ni enteramente nominal. Por muy normativa que sea,
presentará algún desajuste, algún programa de momento irrealizable. Por poca normativa que fuere, su mera
existencia persuade al autócrata de la conveniencia de no vulnerarla sin necesidad, aunque sólo sea para que
siga sirviéndole en su función simuladora.

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TEMA 3: LA DINÁMICA DE LA CONSTITUCIÓN

1. EL PODER CONSTITUYENTE Y LOS PODERES CONSTITUIDOS


El concepto de poder constituyente está unido al concepto de Constitución como el creador de la
criatura. Tanto desde el punto de vista lógico como histórico el poder constituyente es una necesidad para la
Constitución escrita. La Constitución no puede ser pensada racionalmente si no es a partir del poder
constituyente. La Constitución no hubiera podido imponerse históricamente sin la afirmación práctica a finales
del siglo XVIII del poder constituyente.
Allí donde la razón y la historia pudieron ir juntas en el proceso de construcción del Estado, como
ocurrió en los Estados Unidos de América, en los que no hubo que vencer resistencia de una forma política
con vigencia secular, sino que se pudo empezar prácticamente de cero, la afirmación teórica y práctica del
poder constituyente se produjo de manera espontánea, como algo que cae por su propio peso. El poder
constituyente reside en el pueblo; el ejercicio práctico de ese poder constituyente se traduce en la Constitución;
y la Constitución en cuanto producto del poder constituyente tiene que estar por encima de los poderes
constituidos.
A esta concatenación de razonamientos lógicos es a lo que se reduce la teoría y la práctica del poder
constituyente en los Estados Unidos. Por eso, el poder constituyente en cuanto tal no ha sido un concepto
problemático en el Derecho Constitucional americano. La teoría y la práctica del poder constituyente
coinciden, empezando y acabando ambas en el proceso que condujo a la redacción del Preámbulo de la
Constitución Federal de 1787: “Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos..., ordenamos y establecemos esta
Constitución...”
En el continente europeo, por el contrario, el poder constituyente ha sido un concepto problemático
desde sus orígenes hasta casi nuestros días. No por razones de tipo teórico, sino por motivos exclusivamente
históricos. Como todos los elementos centrales del concepto de Constitución, el poder constituyente también
ha estado dominado por el enfrentamiento entre el Antiguo Régimen y el Estado Constitucional a lo largo de
todo el siglo XIX y por las dificultades del proceso de democratización del Estado en la primera mitad del
siglo XX.
El poder constituyente es aquel poder de naturaleza extraordinaria, en virtud del cual un pueblo que
carece de Constitución se da una Norma Fundamental de convivencia.
La atribución a la comunidad política
del poder de establecer una Constitución supone que ésta deriva de la voluntad popular, y en ella encuentra su
legitimación.
Este principio ha conducido a la distinción entre poderes constituyentes y poderes constituidos.
El
poder constituyente originario es previo a la Constitución, hace la Constitución. El poder constituyente
constituido es obra de la Constitución, la cual lo regula y somete a procedimiento. Mientras los poderes
constituidos son poderes de naturaleza jurídica, en la medida en que su formación y el ejercicio de sus
competencias están definidos en la Constitución, el poder constituyente originario, por ser él mismo el origen
de todo derecho, no puede tener tal naturaleza. El poder constituyente es previo al derecho, opera en una suerte
de vacío jurídico y, en consecuencia, no puede ser interpretado jurídicamente.

Marcos Dámaso
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Las notas definitorias del poder constituyente son:
Ø Es originario, no es creado por ninguna norma jurídica anterior, sino directamente expresión
de la voluntad popular. 

Ø Es libre, no se encuentra limitado ni condicionado por norma jurídica alguna. 

Ø No está regulado jurídicamente.
Ø Es un poder creador de Derecho, pero no deriva del Derecho.
Ø Es extraordinario.
Ø Es permanente, aunque discontinuo.
Ø Es unitario e inalienable.

Las notas definitorias de los poderes constituyentes constituidos son:


Ø Son poderes creados y establecidos por una Constitución de la que deriva su legitimidad.
Ø Están sometidos a las regulaciones y mandatos constitucionales relativos a su composición y
funcionamiento. 

Ø Su ejercicio será legítimo y jurídicamente correcto en cuanto se adecue a los preceptos
constitucionales. 

Ø Al igual que el poder legislativo deriva de la Constitución y está regulado por ella, pero a diferencia
de éste, puede modificar la Constitución, incluso en su totalidad. 

A la luz de la experiencia histórica se impone hacer ciertas consideraciones:
1. Que el poder constituyente originario se ha manifestado en aquellos casos en que ha debido
establecerse un nuevo orden constitucional rompiendo con los principios anteriores. 

2. Que el desarrollo del principio democrático ha supuesto que la voluntad de la comunidad
política deba expresarse a través del voto de todos sus miembros. 

3. No faltan Constituciones cuyo origen ha sido una concesión o pacto, pero han ido adquiriendo
legitimidad popular sin intervención de un poder constituyente que quebrará el ordenamiento
jurídico. 

4. El ejercicio del poder constituyente no aparece radicalmente independiente de las normas
jurídicas preestablecidas. 


2. EL PROCESO CONSTITUYENTE Y LA TRANSICIÓN POLÍTICA ESPAÑOLA.


El proceso constituyente español, que se desarrolla entre la muerte del General Franco en noviembre
de 1975 y la publicación de la Constitución Española de 1978, es un proceso histórico complejo que se
descompone en dos operaciones claramente diferenciadas: una primera, en la que se procede a la voladura
controlada del Régimen Político resultante de la Guerra Civil, y otra segunda, en la que la sociedad española
protagoniza un proceso constituyente relativamente convencional. Aunque ambas forman parte de un mismo
proceso histórico, se trata de dos operaciones de naturaleza compleja distinta, que tienen que ser analizadas de
forma separada.
Aunque el Régimen Político nacido de la Guerra Civil no llegó nunca a disponer de una Constitución
Política, sí dispuso de una serie de normas, denominadas Leyes Fundamentales, a través de las cuales fue
dotándose de una serie de instituciones políticas inspiradas en el corporativismo fascista italiano bautizado con
una terminología arcaizante. Tales Leyes Fundamentales serían aprobadas, en número de siete, entre 1938, que
se dictó el “Fuero del Trabajo”, y 1967 que se dictó “La Ley Orgánica del Estado”.

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Lo más significativo de tales Leyes Fundamentales consistía en que para su reforma era necesaria la
aprobación de la misma por las Cortes y su ratificación posterior en referéndum. Como en el momento de la
muerte del General Franco tales Leyes Fundamentales estaban en vigor y las Cortes en ellas previstas estaban
constituidas, únicamente cabían dos alternativas: o la ruptura de la legalidad desde fuera o la ruptura de la
legalidad desde dentro.
Este último será el proceso que se seguirá en la práctica. La ruptura de las Leyes Fundamentales
necesitará de dos fases, que coinciden con los dos primeros gobiernos de la Monarquía, el presidido por Arias
Navarro y el primero de los presididos por Adolfo Suárez. La primera que va de diciembre de 1975 a junio de
1976, se caracterizó por el intento de mantener sustancialmente el Régimen, maquillando su entramado
institucional autoritario con ciertos retoques en lo que a la composición de las Cortes se refería. Fracasada esta
primera fase, se iniciaría la segunda que va de junio de 1976 a diciembre de 1978, orientada a la sustitución
del Régimen por una democracia constitucional sobre la base del respeto de la legalidad heredada y de la
dirección del proceso por los mismos poderes del Régimen: el Rey, el Presidente de las Cortes y del Consejo
del Reino, y el Presidente del Gobierno.
El instrumento jurídico a través del cual se llevaría a cabo la operación
sería la “Ley para la Reforma Política”, cuyo proyecto es aprobado por el Gobierno en septiembre de 1976.
Formalmente se presenta como una Ley Fundamental más. Materialmente es una Ley instrumental para una
futura operación constituyente
La Ley para la Reforma política (LRP) es una norma puente que permite la reforma de la esencia de
las Leyes Fundamentales Franquistas para pasar a una nueva legalidad desde el respeto a la legalidad existente.
Permitió el paso pacífico de la legalidad franquista a la legalidad democrática de la Constitución de 1978.
Durante el otoño de 1976 la “Ley para la Reforma Política” va dando todos los pasos requeridos para
la modificación de las Leyes Fundamentales: el 8 de octubre obtiene el dictamen favorable del Consejo
Nacional del Movimiento, el 18 de noviembre es aprobada por las Cortes y el 15 de diciembre la aprobación
en referéndum.
A partir de ese momento, una vez afirmado de manera inequívoca el nuevo principio de legitimidad al
que va a responder la futura organización del Estado, soberanía popular y vinculación de los poderes del Estado
a los derechos inviolables de la persona, se inicia lo que se podría calificar como el proceso constituyente
propiamente dicho.
La LRP emplazaba al Gobierno a la creación de una normativa electoral reguladora de elecciones
generales a Cortes, presumiblemente constituyentes.
El Decreto-ley de 18 de marzo de 1977 estableció las
bases de la Ley Electoral con respecto a lo establecido en la LRP y sobre la forma de composición de las dos
Cámaras. El Congreso con un sistema proporcional y el Senado con un sistema mayoritario.
El 15 de junio tienen lugar las elecciones a Cortes en virtud de la Ley para la Reforma Política, cuyos
resultados no dejan lugar a dudas sobre el carácter de Cortes Constituyentes que las mismas van a tener.
La
cuestión política principal era el dilema dictadura o democracia. Al que se subordinaba el otro debate sobre la
Monarquía o República. Se ponía en evidencia la necesidad de consenso, pues ni el Gobierno tenía suficiente
legitimidad para imponer su reforma ni la oposición tenía fuerza para imponer la ruptura.
El método
constituyente adoptado por las fuerzas políticas con representación parlamentaria fue que la Comisión de
Asuntos Constitucionales del Congreso elaborase un anteproyecto de Constitución. Esta solución era la más
democrática, pero resultó más lenta y compleja.
En el proceso constituyente ante las Cortes podemos distinguir cinco fases:
1. Fase de redacción.

2. Fase de discusión en el Congreso de los Diputados.

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3. Fase de discusión en el Senado.

4. Fase final de conciliación parlamentaria.
5. Fase de aprobación por referéndum nacional.
Ratificada la Constitución en referéndum se procedería a la sanción Real en sesión conjunta de ambas Cámaras
el 27 de diciembre. El 29 de diciembre se publicaría en el BOE, entrando en vigor ese mismo día con arreglo
a su Disposición Final.
Como puede verse, el proceso constituyente español fue un proceso largo, considerablemente más
largo de lo que suele ser normal en el Derecho comparado que tuvo que combinar el desmantelamiento de un
régimen autoritario y no constitucional, siguiendo los mecanismos de reforma por él mismo previstos y un
proceso constituyente relativamente convencional en el que se dieron prácticamente todas las fases o etapas
que caracterizan a un proceso constituyente como proceso democrático y, por tanto, legítimo. Lo ocurrido
desde entonces no ha hecho más que confirmar que así fue de manera inequívoca.
El método adoptado para la redacción de la Constitución es una de las razones de que el proceso
constituyente se prolongase excesivamente en el tiempo y se haga necesario acudir a la técnica del consenso
político para progresar en distintas etapas de su redacción.
Las notas definitorias del texto constitucional resultantes serían las que siguen:
1. Es una Constitución poco original.
2. Excesivamente larga.

3. Imprecisa.
4. Es una Constitución rígida.

5. Adecuada a la realidad del país.
6. Tiene un potencial transformador.
7. Es una Constitución inacabada.

3. LAS FUENTES DEL DERECHO CONSTITUCIONAL


La Constitución es la norma que determina como deben dictarse las demás normas del ordenamiento,
es así una fuente de las fuentes del Derecho, es una norma de normas, porque especifica los procedimientos y
sujetos capacitados para la elaboración de las normas jurídicas.
El término fuentes del Derecho en sentido técnico jurídico hace referencia a las distintas
manifestaciones del derecho en un ordenamiento dado, o los distintos elementos que integran un ordenamiento,
leyes, decretos, sentencias, costumbres, etc.
Por tradición histórica la enumeración y prelación de las fuentes se encuentra en el Código Civil, según
el art. 1 CC las fuentes del Ordenamiento Jurídico español son: la ley, la costumbre y los principios generales
del Derecho.
La Constitución regula los elementos que se consideran fundamentales en el ordenamiento, la
configuración del resto del ordenamiento por regla general se confía la Ley. Son dos tipos de normas
formalmente distintos. La Constitución como norma del poder constituyente establece al poder legislativo, sus
competencias y límites. La Ley como obra del legislador, en virtud de las atribuciones conferidas por la
Constitución, está subordinada a la norma constitucional.

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3.1 LA LEY
La Ley es la categoría normativa básica del ordenamiento jurídico, es la expresión de la voluntad
popular. Norma directamente infra-ordenada a la Constitución y a la cual se subordinan el resto de las normas
del Ordenamiento Jurídico.
La ley y la Constitución representan dos tipos de normas distintos.
En algunos ordenamientos la Constitución se remite para la regulación de aspectos de relevancia
fundamental a normas de carácter legal. Confiere a determinadas leyes unas especiales características formales.
Crea las denominadas leyes constitucionales u orgánicas de manera separada y diversa del procedimiento
legislativo ordinario. Sitúa a estas leyes en una posición intermedia entre la Constitución y las leyes ordinarias.
Se persigue que las materias así reguladas tengan una cierta estabilidad, por otro se pretende que
dispongan de una amplia legitimidad.
La remisión constitucional a leyes orgánicas plantea dos objeciones:
• La primera, si puede un grupo reducido bloquear la voluntad mayoritaria cuando no alcanza la mayoría
cualificada. 

• La segunda, es el peligro de que mayorías coyunturales pueden aprovechar su posición para efectuar
una congelación del rango de determinada materia. 


3.2 LA JURISPRUDENCIA
La aplicación por los Tribunales de las normas constitucionales viene a precisar su efectivo alcance y su
interpretación: la eficacia del Derecho resulta de su aplicación judicial al caso concreto, ello tanto en lo
referente a los Tribunales ordinarios como para el Tribunal Constitucional. Los jueces deben limitarse a aplicar
la norma preexistente a casos singulares. Cuando la norma general a aplicar es la Constitución debe entenderse
que ésta sólo puede ser creada por el poder constituyente, no por el juez. Este aplica el Derecho, pero no lo
crea. 
Si bien el juez no crea normas nuevas al aplicar, precisar, interpretar y aclarar el Derecho, viene, de
hecho, a establecer el contenido de esos preceptos que resultan en esa interpretación vinculantes para los demás
poderes.
3.3 LA COSTUMBRE
Dadas las características del Derecho Constitucional resulta inaplicable a su ámbito la teoría general de la
costumbre como fuente de nuestro Derecho. 
Cosa muy diferente es la existencia de prácticas y usos arraigados
en el funcionamiento de los poderes públicos. Estos usos y costumbres son normas cuya contravención no
acarrea sanciones, no pueden alegarse ante los Tribunales, no tienen efectos jurídicos.

4. LA INTERPRETACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN
Se plantea el problema de la interpretación de la Constitución una vez que ésta se afirma como norma
jurídica. La operación de interpretar la ley y la Constitución son distintas por el objeto, el intérprete y la
finalidad.
La Constitución es una norma jurídica y, como tal, es y debe ser objeto de interpretación por los
operadores jurídicos. El TC no es su único intérprete, porque todos los operadores jurídicos la interpretan, pero
sí es su intérprete supremo.
El TC ha negado la validez de las leyes sólo interpretativas de la Constitución, cerrando el paso a
cualquier otra interpretación posible.
Los argumentos e instrumentos de interpretación constitucional no se
diferencian de los utilizados con carácter general, la diferencia debe encontrarse en el diferente carácter de la

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norma constitucional.
Se acostumbra a citar los cuatro métodos interpretativos que acuñó Savigny: literal, lógico, histórico
y sistemático. El método de interpretación constitucional parte de un supuesto distinto del método de
interpretación de las normas jurídicas.
Aunque las reglas tradicionales son necesarias para interpretar la Constitución no son suficientes por
lo que es necesario un método específico de interpretación que es el “método tópico”, la interpretación
constitucional es el resultado de la confluencia de tres circunstancias:
1. La Constitución tiene una estructura peculiar que la diferencia de las demás normas jurídicas. 

2. La remisión constitucional al legislador para que cree derecho dentro del marco fijado por la propia
Constitución. 

3. La existencia de un límite, impreciso, pero límite, que llegado el caso el TC puede y debe hacer valer
frente al legislador. 

La interpretación constitucional es una cuestión de límites. Primero por parte del legislador, que tiene
que analizar los límites que le marca la Constitución al dictar la norma. En segundo lugar, el TC que tendrá
que revisar si los límites constitucionales del legislador son los que él considera como tales o no.
La doctrina y la jurisprudencia han ido señalado una serie de principios de la interpretación
constitucional:
1. El principio de unidad de la Constitución. La interpretación tiene que estar orientada siempre a
preservar la unidad de la Constitución como punto de partida de todo el ordenamiento jurídico. 

2. El principio de concordancia práctica. Con este principio se pretende optimizar la interpretación de las
normas constitucionales entre las que puede darse una relación de tensión en la práctica. Por ejemplo,
en las relaciones entre el derecho al honor y la intimidad y la libertad de información, o entre los
principios de libertad y seguridad. Hay que interpretar la Constitución de tal manera que no se
produzca el sacrificio de una norma o valor constitucional en aras de otra norma o valor. La tarea de
ponderación de valores o bienes constitucionalmente protegidos es importantísima en la interpretación
constitucional. 

3. El principio de corrección funcional. Se trata con él de no desvirtuar la distribución de funciones y el
equilibrio entre los poderes del Estado diseñado por la Constitución. Tiene especial importancia en las
relaciones entre el propio Tribunal Constitucional y el legislador. 

4. El principio de la función integradora. La Constitución debe ser un instrumento de agregación y no de
desagregación política de la comunidad. Es algo que no se puede perder de vista en la interpretación
de la misma ante cualquier conflicto. 

5. El principio de fuerza normativa de la Constitución. Aunque la interpretación de la Constitución pueda
ser muy flexible, la Constitución es norma jurídica y no puede acabar perdiendo por la vía de la
interpretación su fuerza normativa. La Constitución es fundamentalmente límite, pero tiene que
continuar siéndolo.
No se trata tanto de llegar a un contenido unívoco y concreto de la norma a fin de poderla ejecutar con
precisión al supuesto de hecho, sino de llegar a un resultado que permita excluir la validez de los actos
normativos que sean contrarios a la Constitución.

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TEMA 4: LA CONSTITUCIÓN COMO FUENTE DEL DERECHO

1. LA CONSTITUCIÓN COMO NORMA SUPREMA, SUPERIOR Y FUNDAMENTAL DEL


ORDENAMIENTO JURÍDICO.
La CE 1978 es la norma que en nuestro ordenamiento jurídico ocupa esa posición suprema que es el
resultado del concepto mismo de Constitución. Esa posición de supremacía viene atribuida a la CE por las
normas relativas a la estructura del ordenamiento, y en concreto por la que en el derecho español se formula
de manera expresa en el art. 9.1 CE: “Los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y
al resto del ordenamiento jurídico”.
En rigor la fórmula del art. 9.1 puede considerarse innecesaria, pues la supremacía de la Constitución está
implícitamente afirmada con la existencia de la justicia constitucional y, en concreto, del Tribunal
Constitucional y de su competencia para invalidad las normas y actos que contradigan los preceptos
constitucionales.
La Constitución no es sólo una norma jurídica, sino que es la norma superior del ordenamiento jurídico.
La Constitución es la norma suprema por:
1. Ser la base de legitimación de la actuación de los poderes constituidos. 

2. Establecer el sistema de fuentes formales del Derecho, a margen del cual no cabe la existencia de otras
fuentes productoras de normas jurídicas. 

La Constitución goza así de una superlegalidad material que queda asegurada mediante una superlegalidad
formal.
La superlegalidad formal de la Constitución garantiza su inmunidad frente a todas las normas, en la
medida que tiene un procedimiento especial de reforma, distinto al de las otras normas.

La superlegalidad material se manifiesta en la exigencia de que todas las normas del Ordenamiento
deben ser conformes a la Constitución, interpretadas de acuerdo con ella, y garantizada por el establecimiento
de un control de constitucionalidad de las leyes. Artículo 161
Sólo se puede afirmar que se da la supremacía de la Constitución cuando el Ordenamiento establece
que el cumplimiento de los preceptos constitucionales es obligado y, en consecuencia, que su infracción es
antijurídica.
Nuestra norma suprema autorreconoce su propia superioridad jurídica sobre todas las demás normas.
Son varios los preceptos que así lo establecen: 

1. Según el art. 9.1 “los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al
resto del ordenamiento jurídico”
2. Según los arts. 161 y 164, se afirma la supremacía de la Constitución sobre el resto de las
normas del Estado, incorporando al texto constitucional el Tribunal Constitucional.
3. En el art. 53.1. Tal supremacía de la Constitución afecta de especial manera a los derechos y
libertades reconocidos en el Capítulo II del T. I.
4. La Constitución, a diferencia de las otras normas del Estado, exige además un procedimiento
de reforma, consecuencia de su supremacía (arts. 167 y 168 C.E.).
La supremacía de la Constitución no sólo es previsible para la futura actividad legislativa, sino que partiendo
de la idea de que la norma suprema no surge ex novo en un mundo sin normas, subsisten muchas normas de
la etapa histórica anterior. Estas sólo podrán subsistir si no van contra lo establecido en la Constitución. Es

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decir, las normas jurídicas existentes en el ordenamiento jurídico sólo pueden seguir existiendo si es posible
su interpretación para hacerlas conformes con la norma constitucional nueva.

2. LOS VALORES SUPERIORES DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO.

“España... propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la


igualdad y el pluralismo político” art.1.1 CE
En La C.E. de 1978 se pueden ver también unos valores y unos rasgos determinantes del régimen que
se pone en pie y que parecen contraponerse al régimen anterior en el sentido propio que toda Constitución
asume y desea, de alguna manera comenzar de nuevo.
Tales valores y rasgos aparecen ya en el Preámbulo y se concretan en general en el Título Preliminar
y, especialmente, en los arts. 1 y 2, siendo desarrollados a lo largo de todo el texto en sus diferentes apartados.
Nuestro texto fundamental no ha querido ceñirse únicamente a una perspectiva limitada al Derecho
constitucional, sino que se sitúa en un horizonte más amplio, propio de la filosofía del derecho.
El mérito del texto español reside precisamente en esta enumeración de carácter preconstitucional.
Se
puede plantear la doble cuestión de saber si, por un lado, los cuatro valores contemplados pueden ser
considerados stricto sensu como tales. Por otro lado, si no existen también a lo largo del resto del articulado,
otros valores que posean la misma identidad y naturaleza.
En cuanto a la primera cuestión, se ha alegado que los cuatro valores citados podrían reducirse a dos
–libertad e igualdad-, puesto que, por distintas razones, “pluralismo político” y “justicia” son reiterativos, ya
que los conceptos que representan se encuentran insertos en las ideas de libertad y de igualdad.
Respetando estas opiniones, creemos, sin embargo, que el legislador ha deseado, de una u otra forma,
dejar constancia del reconocimiento de estos valores que se conciben como constituyentes.
La segunda
cuestión que se plantea es dilucidar, en un sentido general, si podría resaltar una serie de postulados que poseen
también la naturaleza de caracterizar al texto constitucional y de aparecer como principios básicos del mismo.
Pensamos que aun siendo así tales valores no serían asimilables a los cuatro conceptos generales analizados.
La razón estriba en que ha sido deseo expreso del legislador mencionar a éstos como valores
supraconstitucionales previos a la Constitución.
Estos valores superiores proyectan su carácter normativo inmediato de dos formas principales:
• Por una parte, porque vinculan al poder legislativo en su creación de normas, las cuales
siempre deben inspirarse en ellos, y a los tribunales que deberán aplicarlos, en sentido
negativo, para corregir e interpretar las normas que se considere los conculcan o violan. 

• Por otra parte, porque su positivación la lleva a cabo, en cierta manera, el propio texto
constitucional de la forma siguiente:
1. La libertad como valor es desarrollada especialmente en varios artículos del Título I.
Este valor presenta una doble dimensión: una dimensión organizativa (la libertad es la raíz de una serie de
exigencias que se despliegan en la propia Constitución y entre las que se señala la soberanía popular, la
legitimación de los gobernantes mediante sufragio universal, separación de poderes etc.) y una segunda
dimensión, relacionada con el status de las personas en esa organización social (que se observa desde una triple
óptica: libertad-autonomía del individuo, libertad-participación relacionada con el pluralismo político y la
libertad-prestación que demandaría del Estado la obligación de realizar una serie de actuaciones destinadas a
facilitar la libertad y en segundo término la igualdad.).

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2. La justicia como valor es el contenido del Título VI, dedicado al Poder Judicial.
De la igualdad puede predicarse a su vez una doble acepción: formal y material. Igualdad formal es aquella
ante la ley u de la no discriminación; mientras que la igualdad material es aquella contemplada en el artículo
14.
3. La igualdad como valor se regula en los artículos 9.2. y 14, de forma general, y de forma específica en
algún otro como el art. 32 o el 39.
Es evidente que la libertad y sobre todo la igualdad forman parte del contenido y del fin de Lajusticia, sin
embargo, también lo es que la justicia, en cuanto valor social por excelencia, es un criterio de valoración
destinado a conformar el comportamiento social. Es por esto que la justicia tiene un sentido de totalidad que
le lleva a ser no solo valor en sí, sino también medida de los demás valores sociales y jurídicos. La acepción
de valor absoluto de la justicia se encuentra indisolublemente unido a la dignidad de las personas, al principio
de que el individuo tiene un fin propio que cumplir. Objetivo intransferible y privativo al que parece hacer
referencia la norma constitucional al referirse en su art. 10.1 “al libre desarrollo de su personalidad”.
4. El pluralismo político como valor es desarrollado especialmente en los artículos 6 y 7 de la
Constitución.
El origen demoliberal de este valor se manifiesta como la expresión de una concepción que acepta la existencia
de diversos puntos de vista sobre la realidad. Aunque este valor presenta una proyección básicamente
estructural, desborda con creces esta perspectiva para incidir muy positivamente en que cada ser humano pueda
desarrollar en libertad su personalidad. El pluralismo innato a cualquier colectivo social, no sólo debe ser
respetado por el ordenamiento jurídico, sino que éste debe venir informado por aquél.

3. EL ESTADO SOCIAL Y DEMOCRÁTICO DE DERECHO COMO PRINCIPIO


CONSTITUCIONAL.

La primera opción de la C.E. se encuentra en el art. 1.1: España se constituye en un Estado social y
democrático de Derecho...
Esta compleja expresión intenta definir el régimen político, si bien éste no cobra
todo su perfil en tanto no se relacione dicho precepto con otros que constituyen sendas opciones políticas.
Frente a quienes creen que una declaración como ésta no tiene valor normativo, sostenemos que
contiene un principio estructural de primer orden que se desarrolla a lo largo del articulado y que, además,
impregna todo el texto constitucional y el resto del Ordenamiento jurídico.
La reforma de la propia naturaleza de estos principios equivaldría a una revisión total de la
Constitución, su modificación daría lugar a otra Constitución.
3 rasgos peculiares:
1) Del Estado de Derecho han derivado el principio de legalidad y el principio de división de poderes
2) Del Estado democrático, el principio del sufragio universal
3) Del Estado social, el reconocimiento de un conjunto de derechos sociales, y la subsiguiente
intervención estatal en la vida pública.

A. UN ESTADO DEMOCRÁTICO.
No sólo el art. 1 de la C.E., sino también el Preámbulo, al afirmar que la nación española proclama su
voluntad, por un lado, de garantizar la convivencia democrática y, por otro, de establecer una sociedad

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democrática avanzada.
Un régimen democrático no es únicamente un régimen en donde el poder procede del
pueblo, sino sobre todo aquel en donde el pueblo participa, de acuerdo con una concepción plural de la
sociedad, en las decisiones del poder y en donde la voluntad del pueblo puede llevar tan lejos el proceso que
quede abierto el camino a cualquier ideología, incluida, claro está, la socialista.
La C.E. posibilita tal objetivo puesto que sitúa la soberanía en el pueblo, reconoce el pluralismo
político y social, al mismo tiempo que establece una serie de instancias en diversos niveles para que el pueblo
participe bien directamente, bien por medio de representantes en las decisiones que le afectan.
Existe base institucional suficiente para crear un Estado democrático avanzado.

B. UN ESTADO DE DERECHO.
La expresión Estado de Derecho, formulada ya con intención rupturista en el Preámbulo, es confirmada
después en el art. 1 C.E. De esta manera se señala la necesidad de que el Estado español futuro se caracterice
por los rasgos de un Estado en el que predomine el gobierno de las leyes y no el de los hombres.
Max Weber, al formular su teoría de la legitimidad racional, es decir, la legitimidad aceptada por los
ciudadanos en base a la racionalidad que implica la ley como fundamento de las sociedades modernas, puso
también las bases teóricas del Estado de Derecho. No es otra la concepción que la CE 1978 quiere poner en
práctica en lo que respecta al Estado a que da lugar. Significación que tiene especial importancia por
comparación con el Estado de Leyes, que no de Derecho, existente en nuestro país durante los cuarenta años
del régimen franquista.
El pueblo español ha obtenido de forma definitiva la titularidad de la soberanía y se acepta que la ley
es la expresión de la voluntad general, se han puesto las bases para la existencia de un auténtico Estado de
Derecho inspirado en la defensa y reconocimiento de los derechos fundamentales. Se confirma así la teoría de
que en un Estado de Derecho los derechos fundamentales no aparecen como concesiones, sino como el
corolario de la soberanía popular, a través de cuyo principio la ley no sólo implica un deber, sino también un
derecho para el individuo.
C. UN ESTADO SOCIAL.
Los redactores del texto han superado la visión individualista y anacrónica del Estado liberal de
Derecho y la han sustituido por la expresión “Estado social de Derecho”.
Ese Estado social que se propugna
es decididamente intervencionista, activo, un Estado dotado de un ejecutivo fuerte.
Especialmente en el Capítulo III del T.I, donde se contienen los principios rectores de la política social y
económica del nuevo Estado.
De no llevarse a cabo el desarrollo de tales principios, el Estado futuro no pasaría
de ser un mero Estado demo-liberal, categoría discutible en una sociedad moderna con profundos
planteamientos socializantes.
Una monarquía parlamentaria.
El art. 1.3. C.E. señala que la “forma política del Estado español es la monarquía parlamentaria”. Tal fórmula
requiere tres observaciones generales:
• Se ha afirmado que la monarquía en la actualidad es una forma de Gobierno y no de Estado. 

• Mantiene la monarquía cuyo origen representa el único eslabón que enlaza el nuevo Estado
democrático con el Estado franquista anterior. 

• Este régimen político se encuentra encuadrado dentro de los sistemas parlamentarios occidentales,
basados en una estructura de gobierno derivada de la colaboración entre los poderes legislativo y

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ejecutivo. 
Un Estado de las Autonomías. 
El último principio que caracteriza al Estado configurado
por la C.E., esto es, su carácter descentralizado, aparece también como una respuesta, en forma de
contrapunto, al Estado franquista. 


Sin llegar al Estado federal que preconizaba el proyecto de la República, va más allá de la Constitución de
1931 en el doble sentido:
• Admite la realidad plurinacional y no sólo regional. 

• Establece un sistema flexible de competencias. 
La tipicidad de la Constitución española consiste en
que el método adoptado para crear dicho Estado de las autonomías aplaza al futuro su total
configuración. 


4. LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO.


La concreción del Estado de Derecho se fundamenta también en una serie de principios informadores que
se deben tener presentes a la hora de interpretar el vigente texto constitucional.
La mayor parte de los mismos
vienen expuestos en el art. 9.3 C.E., pero algunos otros se desprenden de lo regulado en otros artículos.
En general, responden a una preocupación tradicional de los regímenes liberales por tratar de establecer el
mayor número de garantías ciudadanas frente a los poderes públicos.
No se pueden concebir como auténticos
derechos y en este sentido el TC ha señalado ya que para su defensa no se puede acoger al recurso de amparo.

A. PRINCIPIO DE JERARQUÍA NORMATIVA.


Señalado en el art. 9.3 CE, viene a consagrar la idea tradicional de todo Estado de Derecho de que toda
norma encuentra su validez en otra superior.
Ante la diversidad de normas que componen el ordenamiento jurídico, existe una regulación basada
en su distinta jerarquía normativa, comenzando por la primera de todas que es la Constitución.
Se deduce, en
consecuencia, que una norma de rango inferior no puede oponerse a otra de rango superior.
La jerarquía se adquiere por razón del órgano que crea la norma o del procedimiento necesario para su
aprobación.
B. PRINCIPIO DE COMPETENCIA.
Con tal principio lo que se quiere señalar es que la regulación de determinadas materias debe hacerse
de acuerdo con determinadas normas de manifestación del Derecho, siendo inconstitucional su regulación por
otras distintas.
No se exige que el órgano que crea cada una de estas determinadas normas tenga que ser diferente. Un
mismo sujeto de creación del Derecho puede crear normas diversas por su materia, aunque en algunos casos
el procedimiento de aprobación sea diferente.
En nuestra Constitución rige el principio de competencia para la delimitación de las leyes orgánicas,
de los Tratados con fuerza de ley, de la ley autonómica y de los Reglamentos de las Cámaras.
C. PRINCIPIO DE LEGALIDAD.
El principio de legalidad que es el primero al que alude el apartado 3o del art. 9, es consagrado de

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forma indirecta en el apartado 1o del mencionado artículo. En efecto, al señalar en el mismo que los poderes
públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico, se está aludiendo implícitamente
a que la actuación administrativa debe estar amparada por una cobertura legal previa.
D. PRINCIPIO DE LEGALIDAD JURÍDICA.
Podemos distinguir hasta tres contenidos diferentes de la expresión jurídica:
1. Por seguridad jurídica habría que entender un concepto amplio que es casi sinónimo de la expresión
Estado de Derecho. 

2. En segundo lugar, podemos deducir también un concepto menos amplio, en sentido formal, equivale
a la predictibilidad del ordenamiento jurídico. 

3. Un tercer sentido mucho más restringido de la seguridad jurídica podría ser equivalente al de la
seguridad personal. 

Este principio no puede erigirse en un valor absoluto, por cuanto daría lugar a la congelación del ordenamiento
jurídico existente.
E. PRINCIPIO DE PUBLICIDAD DE LAS NORMAS.
Un Estado de Derecho exige que todos los ciudadanos puedan conocer las normas que integran el
ordenamiento jurídico.
Es un axioma común, recogido por el art. 6.1 CC, de que “la ignorancia de las leyes
no exime de su cumplimiento”.

La norma no publicada, según los requisitos exigidos, no se perfecciona y, por tanto, no se puede exigir
su cumplimiento.
Este principio ya estaba recogido en nuestro CC. Su art.1 indica que las normas sólo obligan
a partir de su promulgación y, consecuentemente, de su publicación. Su art. 2.1 aclara por su parte que las
leyes entrarán en vigor a los veinte días de su completa publicación en el BOE, si en ellas no se dispone otra
cosa.
F. PRINCIPIO DE IRRETROACTIVIDAD.
El art. 9.3 CE menciona igualmente el principio de irretroactividad de las disposiciones sancionadoras
no favorables o restrictivas de derechos.
La Constitución parece romper con la tradición de nuestro país en esta materia. El art. 2.3 del CC
señala que las leyes no tendrán efecto retroactivo si no disponen lo contrario. Es decir, según esta regla, lo
normal era la irretroactividad, y la excepción, en los casos en que se señalaba así, los efectos retroactivos.
Opina Ignacio de Otto que no se garantiza la irretroactividad para las disposiciones que no sean sancionadoras
desfavorables ni restrictivas de derechos individuales, de modo que, fuera de los dos supuestos sobre los que
cae la prohibición constitucional, las normas pueden ser retroactivas o irretroactivas. Pero para ser retroactivas
tendrá que decirlo expresamente.
G. PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD DE LOS PODERES PÚBLICOS.
De esta forma se constitucionaliza en el ámbito del Derecho público, un principio tradicional en el
Derecho privado que venía recogido por el art. 1902 del CC, al señalar que el que por acción u omisión causa
daño a otro interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño.
La expresión utilizada en el art. 9.3 se refiere a todos los poderes. La única excepción a este principio
es la que se refiere al Jefe del Estado, puesto que el art. 56.3 CE indica que es inviolable y no está sujeto a
responsabilidad.

Marcos Dámaso
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H. PRINCIPIO DE LA INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD DE LOS PODERES
PÚBLICOS.
Comporta la constitucionalización de un principio esencialmente doctrinal. La Administración para
llevar a cabo su función dispone de dos tipos de poderes: reglados y discrecionales.
La Administración para
llevar a cabo su función dispone de dos tipos de poderes: las potestades regladas y las discrecionales. Las
primeras son aquellas que vienen casuísticamente reguladas por la ley y que, por tanto, deben adecuarse al
principio de legalidad. Las segundas, por el contrario, se basan en la libertad de acción o en la libre apreciación
de las autoridades, estando exentas de toda vinculación legal concreta, Es más, se llega a decir así que la
Administración podría hacer todo aquello que la ley no prohíbe.
De esta forma, al ejercer su potestad en el
espacio extralegal no estaría vinculada rígidamente por el principio de legalidad y quedaría exenta de cualquier
control jurisdiccional. Incluso tal exención se podría extender también a su potestad reglada, pues en toda
decisión administrativa siempre existe un margen de acción discrecional.
No pueden existir potestades discrecionales al margen de la ley, sino en virtud de la ley y según lo que la ley
haya dispuesto. A tal efecto se pueden señalar al menos cuatro elementos de la discrecionalidad de la
Administración que deben ser reglados por la ley:
1. El reconocimiento de la potestad discrecional.


2. El alcance de la potestad discrecional que no puede ser, en ningún caso, absoluta.



3. La designación del órgano competente para ejercer esa potestad.
4. El fin para el que se concede la potestad discrecional.

No pueden existir facultades discrecionales al margen de la ley, sino en virtud de la ley y según lo que
la ley haya dispuesto.
Se pueden combatir las arbitrariedades a través de tres métodos:
• En primer lugar, se pueden combatir las arbitrariedades por medio del recurso basado en el exceso de
poder y que denuncia los vicios de incompetencia del órgano que dicta el acto o los vicios de forma
si no ejerce su competencia según los cauces adecuados.
• En segundo lugar, se pueden recurrir también a causa de la desviación de poder que se basa en que
la libertad de decisión que se confiere a un órgano no le permite apartarse del fin previsto por la norma
habilitante.
• Finalmente, también cabe el recurso por infracción de los principios generales del Derecho, en
especial cuando se dé la iniquidad manifiesta.

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TEMA 5: REGULACIÓN CONSTITUCIONAL DE LAS FUENTES

1. LA LEY EN LA CONSTITUCIÓN: LEYES ORDINARIAS Y LEYES ORGÁNICAS.


El Término ley es ambiguo en el lenguaje coloquial y también en el lenguaje jurídico, incluso cuando
aparece en la propia Constitución Española. Cuando el Código Civil habla de Ley, debe entenderse como
norma escrita, no como una concreta norma escrita con unas características concretas en cuanto al órgano que
la aprueba o a la materia de la que trata. Si al Ordenamiento Jurídico se le representa en forma piramidal es
porque existe una jerarquía normativa, es decir, hay normas con un rango superior al de otras, de forma que
las normas de rango inferior no pueden contradecir lo establecido por normas de rango superior.

Dentro de la pirámide normativa, inmediatamente por debajo de la Constitución, está situada la Ley.
Esta es el producto de la voluntad popular, ya que es la norma que emana del Parlamento, formado por los
representantes elegidos directamente por el pueblo soberano.
Que la Ley sea expresión de la voluntad popular y que el Pueblo sea el depositario de la soberanía
nacional no significa que la ley no tenga límites, pues, su actuación debe realizarse dentro del marco de la
norma constitucional.
La mayoría de los autores, al hablar del concepto de ley, aluden a un aspecto material y a un aspecto formal:
• Desde el punto de vista material se entiende que la ley es una norma general y abstracta cuyo contenido
se refiere a ciertas materias, como las referidas a las libertades de los ciudadanos, a las relaciones de
éstos entre sí, de sus relaciones con el Estado o las que tratan sobre la propiedad de los particulares. 

• Desde el punto de vista formal la Ley es la norma elaborada por el Parlamento de acuerdo con el
procedimiento establecido para ello. 
Hay determinadas materias que por su importancia sólo pueden
ser reguladas mediante ley de Cortes.
Esta reserva de Ley puede venir determinada por la
Constitución. Algunos ejemplos de ello serían los artículos 53.1, 124.2, 129.2 de la CE. 

En otras ocasiones el propio Parlamento regula una materia y desde ese momento se produce una congelación
del rango normativo.
La Ley es el acto jurídico aprobado por las Cortes Generales con tal carácter y
denominación que, de acuerdo con el procedimiento establecido en el Capítulo 2º del Título III de la
Constitución, regula las materias no reservadas por ésta a otras fuentes del Derecho. La Constitución adopta
un concepto formal de ley.
Las Leyes poseen rango, fuerza y valor de Ley, atributos que la Constitución concede, a veces de manera no
global, a otras normas jurídicas:
• El rango de ley alude a la posición de las normas en el Ordenamiento jurídico, a su orden jerárquico.
• La fuerza de Ley alude a la relación de la ley con las otras normas del Ordenamiento jurídico. 

• El valor de Ley alude al tratamiento del acto normativo en el Ordenamiento jurídico.

Hay determinadas materias que por su importancia sólo pueden regularse mediante ley, es decir, por la
norma que ocupa el escalón más alto de la jerarquía normativa (a excepción de la Constitución), porque así se
garantiza que dicha materia sea regulada directamente por los representantes del pueblo.
Esta reserva de ley puede venir determinada por la Constitución. Algunos ejemplos son:
- Artículo 53.1: “los derechos y libertades reconocidos en el Capítulo II del presente Título

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vinculan a todos los poderes públicos. Sólo por ley, que en todo caso debería respetar su
contenido esencia, podrá regularse el ejercicio de tales derechos y libertades, que se tutelarán
de acuerdo con lo previsto en el artículo 161.1 a)
- Artículo 124.2: “la ley regulará el estatuto orgánico del Ministerio fiscal”
- Artículo 128.2: “se reconoce la iniciativa pública en la actividad económica. Mediante ley se
podrá reservar al sector público recursos o servicios esenciales, especialmente en caso de
monopolio y asimismo acordar la intervención de empresas cuando así lo exigiere el interés
general”.
En otras ocasiones el propio Parlamento regula una materia y desde ese momento se produce una
“congelación de rango normativo”, lo que impide que dicha materia pueda ser regulada en el futuro mediante
una norma de rango inferior a la ley a no ser que el propio Parlamento invierta su acción, deslegalizando dicha
materia.

Aunque hemos dicho que la Ley es la norma elaborada por el Parlamento tenemos que hacer dos
consideraciones: 

1. España es un Estado Autonómico, los parlamentos autonómicos también elaboran leyes que tienen el
mismo rango normativo que las leyes estatales. La diferencia no es jerárquica sino competencial. 

2. Hay supuestos en los que el Gobierno de la Nación tiene potestad para elaborar normas con rango de
ley (Decretos-Leyes y Decretos- Legislativos).

A. LA LEY ORGÁNICA.
Al mismo tiempo que la Constitución adopta como criterio general un concepto formal de Ley,
establece un tipo especial: la Ley orgánica.
El art. 81 CE establece que:”1. Son Leyes orgánicas las relativas
al desarrollo de los Derechos Fundamentales y de las libertades públicas, las que aprueban los Estatutos de
Autonomía y el régimen electoral general y las demás previstas en la Constitución. 2. La aprobación,
modificación o derogación de las Leyes orgánicas exigirá mayoría absoluta del Congreso, en una votación
final sobre el conjunto del proyecto”.
Materias reservadas a la Ley orgánica:
1. Desarrollo de los Derechos Fundamentales y de las libertades públicas. 

2. Las Leyes que aprueben los Estatutos de Autonomía. 

3. El Régimen electoral general. 


4. Las demás Leyes previstas en la Constitución. 



Se necesitó de la intervención del TC, para aclarar el alcance de la expresión “...las relativas al desarrollo
de los derechos fundamentales y de las libertades públicas”. En relación a esta expresión se plantearon dos
cuestiones: qué debe entenderse por relativas a los derechos fundamentales y libertades públicas y qué debe
entenderse por relativas a su desarrollo.
La STC 76/1983, de 5 de agosto, aclaró la primera cuestión al decir
que son los relativos a la Sección Primera del Capítulo Segundo del Título Primero de la CE. La segunda
cuestión se solventó mediante la STC 6/1982, de 22 de febrero, en la que se aclaró que las leyes orgánicas sólo
son las referidas al desarrollo directo de los derechos fundamentales.
En cuanto a que sean leyes orgánicas las que aprueban los Estatutos de Autonomía, hay que tener en cuenta
que, si bien son aprobados formalmente como leyes orgánicas, ni por la iniciativa de creación, contenido, ni

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reforma pueden considerarse iguales a las demás leyes orgánicas.
La Ley orgánica es una Ley y en la medida en que lo es, debe ser adoptada por el Congreso y por el Senado
mediante el procedimiento legislativo establecido y con la aprobación por las mayorías apropiadas a toda Ley.
Esta se realiza por la mayoría absoluta del Congreso en una votación final sobre el texto.
Además de esta exigencia el procedimiento legislativo de las Leyes orgánicas cuenta con algunas
peculiaridades:
• No admite la iniciativa legislativa popular. Artículo 87.3
• La calificación de tal se realiza por la Mesa del Congreso. 

• No pueden ser delegadas en Comisiones Legislativa.
• Las materias reservadas a las leyes orgánicas no pueden ser reguladas por el Gobierno mediante
Decretos-leyes (art 86) ni mediante Decretos legislativos (art.82.1)

• La votación sobre la totalidad del texto a fin de alcanzar la mayoría 
absoluta en el Congreso se realiza
antes de su remisión al Senado. Si éste modificará el texto remitido, el Congreso podrá aceptar sus
enmiendas, pero deberá volver a aprobarlo nuevamente mediante mayoría absoluta. 

Es importante saber que en ocasiones existen leyes parcialmente orgánicas. En este supuesto, sólo aquellos
artículos que la propia ley califique como orgánicos, exigen la mayoría cualificada del art. 81.2 CE.
En cuanto
a las relaciones entre leyes ordinarias y leyes orgánicas no es jerárquica sino competencial.

B. OTRAS LEYES.
Hay otras leyes que podríamos llamar especiales. Conviene conocer su denominación y de manera sucinta qué
las hace particulares:
1. Leyes de delegación (art. 82 CE). Aquellas mediante las Cortes Generales autorizan al Gobierno de la
Nación para que elaboren los llamados Decretos legislativos. Las leyes de delegación pueden ser leyes
ordinarias o leyes de base según se el cometido que el Parlamento encarga al Gobierno.
2. Leyes marco (art.150.1 CE). Las Cortes Generales, en materia de competencia estatal, pueden atribuir
a una o todas las CCAA la facultad de dictar para sí normas legislativas, que deberán atenerse a los
principios, bases y directrices contenidos por una ley estatal, denominada ley marco
3. Leyes de transferencia o delegación (art. 150.2 CE). Son las leyes orgánicas por las cuales el Estado
transfiere o delega a las CCAA facultades correspondientes a materias de titularidad estatal que por su
propia naturaleza sea susceptible de transferencia o delegación
4. Leyes de armonización (art. 150. 3 CE). El Estado puede dictar leyes, cuando así lo exija el interés
general, para armonizar las disposiciones normativas de las CCAA, incluso aunque se trate de materias
atribuidas a la competencia de las propias CCAA.

5. Ley de Presupuestos Generales del Estado (Art.134). Una de sus peculiaridades es que sólo al
Gobierno de la Nación le corresponde la iniciativa de presentar el proyecto de la Ley PGE, aunque
ésta será aprobada, como cualquier ley estatal, por las Cortes Generales.

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2. NORMAS CON VALOR DE LEY: DECRETOS LEYES Y DECRETOS LEGISLATIVOS.

A. EL DECRETO LEGISLATIVO.
Los Decretos-Legislativos están regulados en los artículos 82, 83, 84 y 85 de la CE, Capítulo II, Título
III.
El Decreto-Legislativo es aquel acto normativo del Gobierno que contiene normas con valor y fuerza de
Ley en virtud de la delegación que, a estos efectos, le ha sido concedida por las Cortes Generales (art.85 CE).
Los Decretos-Legislativos requieren dos actos diferentes, provenientes de dos sujetos distintos:
Primero, la iniciativa de las Cortes Generales de autorización al Gobierno para que dicte el Decreto-
Legislativo, y segundo, el cumplimiento por el Gobierno del encargo que le hacen las Cortes Generales.
La
delegación legislativa habrá de otorgarse al Gobierno de forma expresa para materia concreta y con fijación
de plazo para su ejercicio (art.82.3 CE).
La delegación legislativa exige que se cumplan todos y cada uno de los siguientes extremos:
• Que la delegación del ejercicio de la potestad legislativa se realice mediante ley formal. 

• Que se produzca de forma expresa. 

• Que la delegación sea al Gobierno.
• Que sea para materia concreta.
• Que se establezca un plazo de tiempo determinado para ejercitarla.
• Que una vez haya sido utilizada la delegación queda agotada. 

Las Leyes de delegación delimitarán con precisión el objeto y alcance de la delegación legislativa y los
principios y criterios que han de seguirse en su ejercicio (art. 82.4 CE).
La Ley de delegación puede ser de
dos clases según la finalidad perseguida:
1. Ley de bases, cuando su objeto sea la formación de textos articulados.
• Las Leyes de bases no podrán en ningún caso: autorizar la modificación de la propia Ley de
bases
• La Ley de bases no facultar para dictar normas con carácter retroactivo.
2. Ley ordinaria, cuando se trate de refundir varios textos legales en un solo. En este caso la Ley
determinará el ámbito normativo a que se refiere el contenido de la delegación. Debe determinarse si
cabe la regulación, aclaración y armonización de los textos que se van a refundir o si tiene que ceñirse
a una mera refundición de normas.
Quedan excluidas de la delegación las materias reservadas a la Ley orgánica, Leyes de armonización y la
Ley presupuestaria.
En vigor la Ley de la delegación legislativa, las Cortes deben abstenerse de legislar sobre
la materia delegada.
La delegación tiene como efecto la adopción por el Gobierno de una norma con fuerza de Ley y produce
efectos desde su publicación. Dictada ésta, mientras no sea derogada produce plenos efectos.
Están sometidos
a un doble control: en primer lugar, un control de constitucionalidad material, y en segundo lugar, un control
de adecuación del ejercicio de la potestad legislativo por el Gobierno.
Las Leyes de delegación pueden establecer fórmulas adicionales de control (art.82.6 CE).
El control por
parte de los Tribunales. En este supuesto conviene distinguir el control realizado por los Tribunales ordinarios
y el del Tribunal Constitucional:
a) Los Tribunales ordinarios pueden controlar los excesos del decreto- legislativo cuando el Gobierno se
haya excedido en su elaboración. En este supuesto los artículos no amparados por la delegación

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legislativa quedarán privados de fuerza de ley. 

b) Los decretos-legislativos en cuanto normas con rango de ley quedan sometidos al control de
constitucionalidad realizado por el TC art. 161.1.a) CE. 

El control por parte del Congreso de los Diputados, el art. 153 del Reglamento de la Cámara establece
cómo es el mecanismo de control en este caso:
o Si en el plazo de un mes desde la publicación del Decreto- Legislativo ningún Diputado o Grupo
Parlamentario formula objeciones, se entiende que el Gobierno ha hecho un uso correcto de la
delegación. 

o Si dentro de ese plazo se formula alguna objeción mediante escrito dirigido a la Mesa del Congreso,
ésta lo remitirá a la Comisión que corresponda, que deberá emitir un dictamen al respecto. 

o El dictamen se debatirá en el Pleno de la Cámara. 

o Los efectos jurídicos del control serán los que se hubieran previsto en la propia ley de delegación. 


B. EL DECRETO LEY.
El Decreto-Ley es una disposición legislativa provisional dictada por el Gobierno en caso de necesidad
urgente y extraordinaria (art. 86.1 CE). Es una norma con rango de ley cuya validez provisional está limitada
a 30 días a partir de la fecha de su promulgación.
La CE establece tres restricciones al uso del Decreto-Ley:
1. Existencia de un presupuesto habilitante.
2. Limitación del ámbito material.
3. Su validez provisional requiere su convalidación por el Congreso de los Diputados.
El Decreto-Ley no puede afectar:
1. Al ordenamiento de las instituciones básicas del Estado.
2. A los derechos, deberes y libertades de los ciudadanos regulados en 
el Título I de la CE. 

3. Al régimen de las CCAA. 


4. Al Derecho electoral general. 



5. Las reservadas a la Ley de presupuestos. 


Durante su período de vigencia, el Pleno del Congreso de los Diputados, o en su caso la Diputación
Permanente, debe examinarlo y decidir su convalidación o derogación.
Cuando ha sido convalidado se
incorpora como tal con carácter estable al Ordenamiento jurídico. Su naturaleza jurídica no se transforma
mediante la convalidación.
La CE establece que en el mismo plazo de 30 días las Cortes podrán tramitarlos como proyectos de ley
por el procedimiento de urgencia.
El control de los Decretos-Leyes, puede provenir de dos sujetos distintos:
1. Control por el Congreso, ya que en el trámite de debate y votación puede optar por derogarlo y ello
supondría que la Cámara no comparte la forma en que el Gobierno ha afrontado esa situación urgente
y extraordinaria. 

2. Control por el TC que puede declarar su inconstitucionalidad. Las dos situaciones que llevarían a
declarar la inconstitucionalidad son que no hubiera hecho habilitante o que el Decreto-Ley hubiera

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incidido en alguna materia que tiene vedada.

3. LOS TRATADOS INTERNACIONALES.


Los Tratados internacionales se pueden definir como acuerdos o pactos entre Estados soberanos.
Mediante la firma de un Tratado Internacional los Estados se comprometen a asumir las obligaciones
estipuladas en el mismo. Como fuente del Derecho, los Tratados Internacionales se diferencian del resto de las
fuentes en que no son producto de la voluntad de órganos internos del Estado, sino que nacen del pacto entre
dos o más entes soberanos.
La CE reserva a los Tratados Internacionales el capítulo tercero, del Título III, integrado por los artículos 93,
94, 95 y 96 de la CE. Pero, además hay otros artículos referidos a los tratados internacionales como: el artículo
10.2 (“las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la CE reconoce, se interpretarán
de conformidad a la DUDH”[…]), art.11.3 (“El Estado podrá concertar tratados de doble nacionalidad con los
países iberoamericanos o con aquellos que hayan tenido o tengan una particular vinculación con España”[…]),
art.13 (“los extranjero gozarán en España de las libertades públicas que ….”), art 63.2 (“Al Rey corresponde
manifestar el consentimiento del Estado para obligarse internacionalmente por medio de tratados…”) y art87.3
(“una ley orgánica regulará las formas de ejercicio y requisitos de la iniciativa popular para la presentación de
proposiciones de ley…”).
El procedimiento para la conclusión de un Tratado consta de tres fases:
1. La negociación, entre los representantes de las partes que se proponen llegar a un acuerdo. La
elaboración de los Tratados Internacionales corresponde al Gobierno de la Nación, de acuerdo con el
artículo 97 CE, que señala entre las funciones del Gobierno las de dirigir la política interior y exterior
(...). 

2. La adopción y autenticación del texto del Tratado. La negociación finaliza cuando se alcanza un
acuerdo. Una vez adoptado el texto del Tratado, éste se autentica, mediante un acto jurídico consistente
en la firma del representante de España, previa autorización del Consejo de Ministros.
3. La manifestación del consentimiento es un acto que puede adoptar formas diversas y por el que cada
parte contratante se compromete. De este acto se derivan los efectos jurídicos del Tratado en la esfera
internacional. La forma solemne de manifestación del consentimiento se denomina ratificación. Al
Rey le corresponde manifestar el consentimiento del Estado para obligarse internacionalmente por
medio de tratados, de conformidad con la Constitución y las leyes (art. 63.2 CE).

La C.E. señala diversas modalidades de intervención de las Cortes Generales en el perfeccionamiento de los
Tratados según su clase:
1. Aprobación mediante Ley Orgánica de los Tratados que atribuyan a una institución u organismo
internacional el ejercicio de competencias derivadas de la Constitución (art. 93 C.E.). 

2. La autorización previa de las Cortes Generales en los siguientes casos:
• Tratados de carácter político (art.94.1.a CE) 

• Tratados de carácter militar (art. 94.1.b CE) 

• Tratados que afecten a la integridad territorial del Estado o a los derechos y deberes fundamentales
del Título I CE (art.94.1.c) 

• Tratados que impliquen obligaciones financieras para la Hacienda Pública (art.94.1.d CE). 


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• Tratados que supongan modificación o derogación de alguna ley o exijan medidas legislativas para
su ejecución (art.94.1.e CE).
• Para los restantes Tratados las Cortes Generales deben ser informadas de su conclusión (art.94.2
CE).

El Tribunal Constitucional ejerce funciones de control respecto de los Tratados Internacionales en el
sentido en que debe determinar si hay contradicción en relación con el texto constitucional y entre un Tratado
Internacional que ya esté ultimado, pero al que aún no se haya prestado el consentimiento (art. 95 CE). 
El
Tratado es una norma de Derecho Internacional que obliga al Estado signatario y por tanto debe producir
efectos internos. Los Tratados internacionales válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en
España, formarán parte del Ordenamiento interno (art. 96.1 CE). A partir de su publicación los Tratados
producen efectos jurídicos en España. 
La modificación, derogación o suspensión de un Tratado Internacional
no podrá hacerse según las normas internas del Estado, sólo podrá realizarse de acuerdo con la previsto en el
propio Tratado, o según lo que dispongan las normas del Derecho Internacional. 
En cuanto a la posición
jerárquica de los Tratados Internacionales no hay una postura unánime, en todo caso las materias reguladas
por los Tratados internacionales quedan fuera de la competencia normativa ordinaria de los órganos internos
estatales.

4. EL REGLAMENTO. LA RESERVA DE LEY. CLASES DE REGLAMENTO.


El Reglamento es aquella disposición normativa de carácter general dictada por el Gobierno.
La
Constitución concede al Gobierno la potestad reglamentaria, y lo realiza al mismo tiempo que le atribuye la
función ejecutiva: el Gobierno ejerce la función ejecutiva y la potestad reglamentaria de acuerdo con la
Constitución y las leyes (art. 97 CE).
Nuestra Constitución no prevé la existencia de una reserva reglamentaria. El campo material del
Reglamento no está previamente delimitado porque depende del de la Ley a cuya ejecución sirve. De ahí se
deriva la situación que ocupa el Reglamento en el sistema de fuentes del Derecho como norma subordinada
jerárquicamente a la ley.
La potestad reglamentaria corresponde al Gobierno, a través de los órganos que lo
integran: el Consejo de Ministros, las Comisiones Delegadas del Gobierno, los Ministros.
Sólo el TC y el
CGPJ están habilitados para dictar Reglamentos, en este último caso en el marco de la legislación sobre la
Función Pública, a fin de garantizar plenamente la autonomía de estos órganos constitucionales frente al
Gobierno.
El rango que ocupa el Reglamento en la jerarquía de fuentes es, pues, inferior al de la ley. Pero,
además, el rango reglamentario se encuentra diversificado interiormente: no todas las normas reglamentarias
poseen idéntica identidad.
Las resoluciones administrativas no pueden vulnerar lo establecido por un
Reglamento, aunque hayan sido dictadas por órganos de igual o superior jerarquía que el que lo haya aprobado.
Los Reglamentos pueden clasificarse desde diversas perspectivas en:
a) Por su relación con la ley:
1. Reglamentos independientes: son aquellos que regulan materias no reservadas a la ley o no reguladas por
ley
2. Reglamentos ejecutivos: son aquellos que de una manera clara y directa desarrollan y complementan una
ley (normalmente por que la ley así lo dictamina).
3. Reglamentos de necesidad: los dicta la Administración para hacer frente a situaciones extraordinarias
(estado de alarma).

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b) Por razón de materia:


1. Reglamentos administrativos: son los que regulan la organización administrativa y los que se dictan dentro
del ámbito de una relación especial de poder.
2. Reglamentos jurídicos: son los que regulan o establecen derechos o imponen deberes en el ámbito de la
relación de supremacía general, es decir, la establecida entre la Administración y todos los administrados.
Estos reglamentos jurídicos sólo se admiten en desarrollo de una ley previa, de una ley habilitante.

c) Por su origen:
1. Reglamentos estatales:
- Real-Decreto del Presidente del Gobierno
- Real-Decreto del Consejo de ministros
- Orden Ministerial
2. Reglamentos autonómicos:
- Decreto del Presidente de la CA
- Decreto del Consejo de Gobierno de la CA
- Orden de Consejería
3. Reglamentos de los Entes Locales:
- Bando de la Alcaldía
- Ordenanza Municipal
- Reglamento Municipal
4. Reglamentos de los Entes Institucionales.
5. Reglamentos de los Entes Corporativos (colegios profesionales).

En cuanto a la eficacia de los Reglamentos, se deben tener en cuenta al menos las siguientes consideraciones:
- Los Reglamentos son eficaces desde su publicación en el BO correspondiente, salvo que se
establezca otro plazo diferente
- La derogación de un Reglamento se realizad por la misma autoridad que lo dictó, que también
puede modificarlo parcialmente
- En ningún caso cabe la derogabilidad singular, es decir, derogar un Reglamento para una o
unas personas determinadas, ya que ello creará situaciones de privilegio.

El control sobre la legalidad de los Reglamentos corresponde a la jurisdicción ordinaria (art. 117.1
CE).
El art. 62 de la LRJAP señala los motivos de nulidad de pleno derecho de las disposiciones
administrativas, lo que es también aplicable a los Reglamentos, entre ellos:
1. Que vulneren la Constitución, las leyes u otras disposiciones de rango superior.
2. Que regulen materias reservadas a la Ley.
3. Que establezcan la retroactividad de disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos
individuales.
De todas las formas de control la más habitual es mediante el recurso directo, impugnando los reglamentos
ilegales ante los Tribunales de lo Contencioso-administrativo.

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5. LA JURISPRUDENCIA. LA COSTUMBRE. OTRAS FUENTES.

A. LA JURISPRUDENCIA.
La tarea judicial consiste en la función de realización o de elaboración e individualización del Derecho.
Incumbe al juez o al jurista la misión más importante de individualizar el Derecho, integrarlo con soluciones
nuevas y, dentro de ciertos límites, adaptarlo a la vida y rejuvenecerlo.
B. LA COSTUMBRE.
La costumbre sólo regirá en defecto de ley aplicable, siempre que no sea contraria a la moral o al orden
público y que resulte probada.
Los usos jurídicos que no sean meramente interpretativos de una declaración
de voluntad tendrán la consideración de costumbre (art. 1.3 CC).
C. OTRAS FEUNTES.
Los principios generales del Derecho se aplicarán en defecto de ley o de costumbre, sin perjuicio de
su carácter informador del ordenamiento jurídico (art.1.4 CC).
La doctrina científica no es ni fuente directa ni indirecta del Derecho, sino instrumento de
descubrimiento y facilitación normativa en beneficio de las verdaderas fuentes de éste.

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TEMA 6: LA UNIÓN EUROPEA Y EL FENÓMEO DE LA INTEGRACIÓN
SUPRANACIONAL

1. LA UE Y EL FENÓMENO DE LA INTEGRACIÓN SUPRANACIONAL.


La Unión Europea nació con el anhelo de acabar con los frecuentes y cruentos conflictos entre vecinos
que habían culminado en la Segunda Guerra Mundial. En los años 50, la Comunidad Europea del Carbón y del
Acero es el primer paso de una unión económica y política de los países europeos para lograr una paz duradera.
Sus seis fundadores son Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos. Ese periodo se
caracteriza por la guerra fría entre el este y el oeste. Las protestas contra el régimen comunista en Hungría son
aplastadas por los tanques soviéticos en 1956; al año siguiente, la Unión Soviética toma la delantera en la
carrera espacial al lanzar el Sputnik 1, primer satélite artificial. También en 1957 se firma el Tratado de Roma,
por el que se constituye la Comunidad Económica Europea (CEE) o «mercado común».
En los años 60 surge la «cultura joven», avivada por grupos musicales como los Beatles que atraen a
muchedumbres de adolescentes dondequiera que vayan, contribuyen a estimular una revolución cultural y
agrandan la brecha generacional. Es un buen momento para la economía, favorecido, entre otras cosas, porque
los países de la UE dejan de percibir derechos de aduana por las transacciones comerciales entre sí. También
acuerdan ejercer un control conjunto de la producción alimentaria y, de este modo, se garantiza un
abastecimiento suficiente que, incluso, llega a desembocar pronto en el excedente de producción agrícola.
Mayo de 1968 es recordado por la revuelta estudiantil en París, y muchos cambios en la sociedad y los hábitos
de vida se relacionan con la llamada «generación del 68».
El 1 de enero de 1973 Dinamarca, Irlanda y el Reino Unido entran a formar parte de la Unión Europea,
con lo que el número de Estados miembros aumenta a nueve. La guerra árabe-israelí de octubre de 1973, breve
pero brutal, da lugar a una crisis de la energía y a problemas económicos en Europa. Con el derrocamiento del
régimen de Salazar en Portugal en 1974 y la muerte del general Franco en España en 1975 desaparecen las
últimas dictaduras «de derechas» de Europa. La política regional de la UE empieza a transferir grandes
cantidades para crear empleo e infraestructuras en las zonas más pobres. El Parlamento Europeo aumenta su
influencia en los asuntos de la UE y, en 1979, es elegido por vez primera por sufragio universal.
El sindicato polaco Solidarność y su dirigente, Lech Walesa, se hacen famosos en Europa y en todo el
mundo tras las huelgas de los astilleros de Gdansk en verano de 1980. En 1981 Grecia pasa a ser el décimo
miembro de la UE, y, cinco años más tarde, se suman España y Portugal. En 1986 se firma el Acta Única
Europea, tratado que constituye la base de un amplio programa de seis años, destinado a eliminar las trabas a
la libre circulación de mercancías a través de las fronteras de la UE, y que da origen, por ello, al «mercado
único». El 9 de noviembre de 1989 se produce un vuelco político importante cuando se derriba el muro de
Berlín y, por primera vez en 28 años, se abre la frontera entre las dos Alemanias, que se reúnen pronto en un
solo país.
Con la caída del comunismo en Europa central y oriental los europeos se sienten más próximos. En
1993 culmina la creación del mercado único con las «cuatro libertades» de circulación: mercancías, servicios,
personas y capitales. La década de los noventa es también la de dos Tratados: el de Maastricht, de la Unión
Europea, de 1993, y el de Amsterdam de 1999. Los ciudadanos se preocupan por la protección del medio
ambiente y por la actuación conjunta en asuntos de seguridad y defensa. En 1995 ingresan en la UE tres países
más, Austria, Finlandia y Suecia. Los acuerdos firmados en Schengen, pequeña localidad de Luxemburgo,
permiten gradualmente al ciudadano viajar sin tener que presentar el pasaporte en las fronteras. Millones de
jóvenes estudian en otros países con ayuda de la UE. La comunicación se hace más fácil a medida que se

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extiende el uso del teléfono móvil y de Internet.
El euro es la nueva moneda de muchos europeos. El 11 de septiembre de 2001 pasa a simbolizar la
guerra contra el terrorismo después de que unos aviones secuestrados se hagan estrellar contra edificios de
Nueva York y Washington. Los países de la UE empiezan a colaborar mucho más estrechamente contra la
delincuencia. Las divisiones políticas entre la Europa del este y del oeste se dan por zanjadas definitivamente
cuando en 2004 diez nuevos países ingresan en la UE, seguidos de otros dos en 2007. En septiembre de 2008
una crisis financiera sacude la economía mundial, haciendo que se estreche la cooperación económica entre
los países miembros de la UE. El Tratado de Lisboa, que aporta a la UE instituciones modernas y métodos de
trabajo más eficientes, es ratificado por todos los países de la UE antes de entrar en vigor el 1 de diciembre de
2009.
La nueva década arranca con una grave crisis económica, pero también con la esperanza de que las
inversiones en nuevas tecnologías ecológicas, más respetuosas con el clima, junto con una cooperación europea
más estrecha, produzcan crecimiento y bienestar duraderos.

2. INTRODUCCIÓN AL SISTEMA INSTITUCIONAL DE LA UE.

2.1. LAS INSTITUCIONES DE LA UNIÓN EUROPEA


A partir del Tratado de Lisboa ya no existe la Comunidad Europea, sino que existe la Unión Europea, que
sucede a la Comunidad Europea.

Nos vamos a referir a lo largo del tema a la situación de la UE tras el Tratado de Lisboa, esto es, desde el
Tratado por el que se modifican el Tratado de la Unión Europea y el Tratado Constitutivo de la Comunidad
Europea, hecho en Lisboa el 13 de diciembre de 2007, que constituye el último paso en la reforma organizativa de
la Unión.

Hay que tener en cuenta que, a partir del Tratado de Lisboa, las palabras «la Comunidad» o «la Comunidad
Europea» se sustituyen por «la Unión»; las palabras «de las Comunidades Europeas» o «de la CEE» se sustituyen
por «de la Unión Europea»; y los adjetivos «comunitario», «comunitaria», «comunitarios» y «comunitarias” por
“de la Unión”.

Desde el punto de vista jurídico, la Unión Europea constituye un ordenamiento jurídico


sui generis, con fuentes propias de producción (las Instituciones de la Unión) y de manifestación del derecho (los
actos jurídicos que emanan de aquellas Instituciones, que se integran, esto es, entran a formar parte, en el derecho
interno de cada uno de los Estados miembros).

Precisamente para asegurar el cumplimiento de los Tratados la Unión se ha dotado de un aparato


institucional propio y característico, basado en varias Instituciones:
– El Parlamento Europeo,
– El Consejo Europeo,
– El Consejo (o Consejo de la UE),
– La Comisión Europea (denominada en lo sucesivo «Comisión»),

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– El Tribunal de Justicia de la Unión Europea,
– El Banco Central Europeo,
– El Tribunal de Cuentas.
Cada institución actuará dentro de los límites de las atribuciones que le confieren los Tratados,
con arreglo a los procedimientos, condiciones y fines establecidos en los mismos. Las
instituciones mantendrán entre sí una cooperación leal.
El Parlamento Europeo, el Consejo y la Comisión estarán asistidos por un Comité Económico
y Social y por un Comité de las Regiones que ejercerán funciones consultivas.

Vamos a referirnos en el tema a las cinco primeras Instituciones:

A. EL PARLAMENTO EUROPEO:

Los ciudadanos estarán directamente representados en la Unión a través del Parlamento


Europeo. Los diputados al Parlamento Europeo serán elegidos por sufragio universal directo, libre
y secreto, para un mandato de cinco años. El Parlamento Europeo elegirá a su Presidente y a la
Mesa de entre sus diputados.

Como se ha dicho, el Parlamento Europeo está compuesto por representantes de los ciudadanos de la
Unión. Su número no puede exceder de setecientos cincuenta, más el Presidente. La representación de los
ciudadanos es decrecientemente proporcional, con un mínimo de seis diputados por Estado miembro y no se
asignará a ningún Estado miembro más de noventa y seis escaños.

Las funciones principales del Parlamento Europeo son tres:

• Debatir y aprobar, junto con el Consejo, la legislación de la UE.


• Someter a control a otras instituciones de la UE, en especial a la Comisión, para garantizar su
funcionamiento democrático.
• Debatir y adoptar, junto con el Consejo, el presupuesto de la UE.

La labor del Parlamento Europeo se desarrolla en tres sedes: Bruselas (Bélgica), Luxemburgo y
Estrasburgo (Francia). En Luxemburgo se encuentran las oficinas administrativas (la "Secretaría
General"). Las reuniones del Parlamento en pleno ("sesiones plenarias") tienen lugar en Estrasburgo y
Bruselas. Las reuniones de las comisiones también se celebran en Bruselas.

Marcos Dámaso
APUNTES CONSTITUCIÓN Y SISTEMA DE FUENTES

B. EL CONSEJO EUROPEO:

El Consejo Europeo fija el rumbo y las prioridades políticas generales de la UE y trata las cuestiones
complejas o sensibles que no puedan ser resueltas en el nivel inferior de la cooperación intergubernamental.

A pesar de su peso a la hora de dictar la agenda política de la UE, no tiene competencias para
aprobar legislación.

Está compuesto por los Jefes de Estado o de Gobierno de los Estados miembros, así como por su
Presidente, que es quien preside sus reuniones, y por el Presidente de la Comisión.
Participa en sus trabajos también el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de
Seguridad.

Se reúne dos veces por semestre por convocatoria de su Presidente. Cuando el orden del día lo exija, los
miembros del Consejo Europeo podrán decidir contar, cada uno de ellos, con la asistencia de un ministro y, en el
caso del Presidente de la Comisión, con la de un miembro de la Comisión. Cuando la situación lo exija, el
Presidente convocará una reunión extraordinaria del Consejo Europeo.

El Consejo Europeo se pronuncia por consenso, excepto cuando los Tratados dispongan otra cosa. Los
presidentes del Consejo Europeo y la Comisión y el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y
Política de Seguridad no emiten su voto.

Elige a su Presidente por mayoría cualificada para un mandato de dos años y medio, que podrá renovarse
una sola vez. En caso de impedimento o falta grave, el Consejo Europeo puede poner fin a su mandato por el
mismo procedimiento.

C. EL CONSEJO (o CONSEJO DE LA UE):

Está compuesto por un representante de cada Estado miembro, de rango ministerial, facultado para
comprometer al Gobierno del Estado miembro al que represente y para ejercer el derecho de voto.
Se pronuncia por mayoría cualificada, excepto cuando los Tratados dispongan otra cosa.

Esa mayoría cualificada, denominada doble mayoría, se alcanza cuando suponga en términos de
representación el 55% de los Estados y el 65% de la población total de la UE.

Para bloquear una decisión, son necesarios al menos cuatro países (que representen, como mínimo, al
35% de la población total de la UE).

En las votaciones referentes a temas sensibles, como seguridad, asuntos exteriores o impuestos, las
decisiones del Consejo tienen que adoptarse por unanimidad. Esto significa que un solo país puede vetar una
decisión.

Marcos Dámaso
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El Consejo ejerce conjuntamente con el Parlamento Europeo la función legislativa y la función
presupuestaria. También ejerce funciones de definición de políticas y de coordinación, en las condiciones
establecidas en los Tratados.

D. LA COMISIÓN:

La Comisión representa y defiende los intereses del conjunto de la UE, elabora propuestas de nueva
legislación europea y gestiona la labor cotidiana de poner en práctica las políticas y hacer uso de los fondos
europeos.
Básicamente, sus funciones son:

1. propone nueva legislación al Parlamento y al Consejo.


2. gestiona el presupuesto de la UE y asigna los fondos.
3. hace cumplir la legislación de la UE (junto con el Tribunal de Justicia).
4. representa a la UE en la escena internacional, por ejemplo, negociando acuerdos entre la UE y otros
países.

En efecto, le corresponde tomar las iniciativas adecuadas con este fin, así como velar por que se apliquen los
Tratados y las medidas adoptadas por las instituciones en virtud de éstos, supervisar la aplicación del Derecho de
la Unión bajo el control del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, ejecutar el presupuesto y gestionar los
programas. Ejerce asimismo funciones de coordinación, ejecución y gestión, de conformidad con las condiciones
establecidas en los Tratados. Con excepción de la política exterior y de seguridad común y de los demás casos
previstos por los Tratados, asumirá la representación exterior de la Unión. Adoptará las iniciativas de la
programación anual y plurianual de la Unión con el fin de alcanzar acuerdos interinstitucionales.

Los actos legislativos de la Unión sólo pueden adoptarse a propuesta de la Comisión, excepto cuando los
Tratados dispongan otra cosa. Los demás actos se adoptarán a propuesta de la Comisión cuando así lo establezcan
los Tratados.

El mandato de la Comisión será de cinco años. Los miembros de la Comisión son elegidos por el Consejo
Europeo, en razón de su competencia general y de su compromiso europeo, entre personalidades que ofrezcan
plenas garantías de independencia. Asimismo, el Consejo Europeo elige a su Presidente. Sin embargo, el
nombramiento de todos los Comisarios, incluido el Presidente, está sometido a la aprobación del Parlamento
Europeo. En el desempeño de su cargo deben rendir cuentas al Parlamento, que es el único órgano que puede
disolver la Comisión.

La Comisión ejerce sus responsabilidades con plena independencia. Sus miembros no pueden solicitar ni
aceptar instrucciones de ningún gobierno, institución, órgano u organismo, y se deben abstener de todo acto
incompatible con sus obligaciones o con el desempeño de sus funciones.

La Comisión está formada por un nacional de cada Estado miembro, incluidos su Presidente y el Alto
Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, que será uno de sus Vicepresidentes.

Marcos Dámaso
APUNTES CONSTITUCIÓN Y SISTEMA DE FUENTES

Su sede está repartida entre Bruselas y Luxemburgo, aunque tiene oficinas en todos los países de la UE.

E. El TRIBUNAL DE JUSTICIA DE LA UNION EUROPEA

La jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (que pasa a llamarse Tribunal de
Justicia con el Tratado de Lisboa), ha sido decisiva para el desarrollo de la Unión al ir proclamando los grandes
principios de articulación del derecho interno y el derecho comunitario y en particular los principios de efecto
directo y primacía del derecho comunitario, a los que nos referiremos más adelante.

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea, con sede en Luxemburgo, comprenderá el Tribunal de Justicia
y el Tribunal General.

En cuanto al Tribunal de Justicia, está compuesto por un juez por Estado miembro, que están asistidos por
11 abogados generales.
Los jueces y los abogados generales son designados de común acuerdo por los Gobiernos de los Estados miembros.
Su mandato es de seis años con posibilidad de renovación.
Los jueces y abogados generales del Tribunal de Justicia y los jueces del Tribunal General serán elegidos de entre
personalidades que ofrezcan plenas garantías de independencia y reúnan las condiciones requeridas para el
ejercicio, en sus respectivos países, de las mas altas funciones jurisdiccionales o que sean jurisconsultos de
reconocida competencia.

Los tipos de procedimientos más comunes son:

1. Cuestiones prejudiciales, cuando los órganos jurisdiccionales nacionales piden al Tribunal de Justicia
que interprete un punto del Derecho de la UE.
2. Recursos por incumplimiento, interpuestos contra los Estados de la UE por no aplicar el Derecho de
la UE.
3. Recursos de anulación, mediante los cuales se solicita la anulación de normas de la UE que se
considera que vulneran los Tratados o los derechos fundamentales de la UE.
4. Recursos por omisión, contra las instituciones de la UE por no haber tomado las decisiones que
debían tomar.
5. Recursos de casación, limitados a las cuestiones de Derecho contra las sentencias y autos del
Tribunal General.

En cuanto al Tribunal General, está compuesto en la actualidad (octubre de 2018) por 45 Jueces
pertenecientes a los Estados miembros. Los Jueces son nombrados de común acuerdo por los Gobiernos de los
Estados miembros, previa consulta a un comité encargado de emitir un dictamen sobre la idoneidad de los
candidatos. Su mandato es de seis años, con posibilidad de renovación. Los Jueces designan entre ellos, por
tres años, a su Presidente. Además, nombran a un Secretario pro un período de seis años.

Marcos Dámaso
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Los Jueces ejercen sus funciones con toda imparcialidad y con total independencia.
Contrariamente al Tribunal de Justicia, el Tribunal General no dispone de Abogados Generales permanentes.

El Tribunal General es competente para conocer de:

• Los recursos directos interpuestos por personas físicas o jurídicas y dirigidos contra los actos de las
instituciones y de los órganos y organismos de la Unión Europea (de los que sean destinatarias o que
les afecten directa e individualmente), contra los actos reglamentarios (que les afecten directamente y
que no incluyan medidas de ejecución) o contra la inacción de dichas instituciones, órganos y
organismos;
• Los recursos formulados por los Estados miembros contra la Comisión;
• Los recursos formulados por los Estados miembros contra el Consejo en relación con los actos
adoptados por éste en el ámbito de las ayudas de Estado, las medidas de defensa comercial
(«dumping») y los actos por los que ejerce competencias de ejecución;
• Los recursos dirigidos a obtener la reparación de los daños causados por las instituciones de la Unión
Europea o sus agentes;
• Los recursos basados en contratos celebrados por la Unión Europea que prevean expresamente la
competencia del Tribunal General;
• Los recursos en el ámbito de la propiedad intelectual dirigidos contra la Oficina de Propiedad
Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) y contra la Oficina Comunitaria de Variedades Vegetales
(OCVV);
• Los litigios entre las instituciones de la Unión Europea y su personal relativos a las relaciones de
trabajo y al régimen de Seguridad Social.

Las resoluciones dictadas por el Tribunal General pueden ser objeto, en un plazo de dos meses, de un recurso
de casación limitado a las cuestiones de Derecho ante el Tribunal de Justicia.

2.2. ÓRGANOS Y ORGANISMOS DE LA UNIÓN EUROPEA

Junto con las Instituciones, a las que nos hemos referido, existen un gran número de órganos de la Unión Europea,
entre otros, los siguientes:

El Banco Europeo de Inversiones.


Fondo Europeo de Inversiones.
El Comité Económico y Social Europeo.
El Comité de las Regiones.
El Defensor del Pueblo.

Marcos Dámaso
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3.- INTRODUCCIÓN AL SISTEMA DE FUENTES DE LA UE

El derecho de la Unión Europea goza de un sistema de fuentes propio, tanto de producción (las
Instituciones de la Unión, a las que nos hemos referido en el anterior epígrafe) como de exteriorización o
manifestación del derecho.

En primer lugar, hay que señalar que la delimitación de las competencias de la Unión se rige por
el principio de atribución. El ejercicio de las competencias de la Unión se rige por los principios de
subsidiariedad y proporcionalidad.
En virtud del principio de atribución, la Unión actúa dentro de los límites de las competencias
que le atribuyen los Estados miembros en los Tratados para lograr los objetivos que éstos determinan.
Toda competencia no atribuida a la Unión en los Tratados corresponde a los Estados miembros.
En virtud del principio de subsidiariedad, en los ámbitos que no sean de competencia exclusiva
de la Unión, el principio de subsidiariedad persigue proteger la capacidad de decisión y actuación de
los Estados miembros y legitima la intervención de la Unión sólo en caso de que los objetivos de la
acción pretendida no puedan ser alcanzados de manera suficiente por los Estados miembros, ni a nivel
central ni a nivel regional y local, sino que puedan alcanzarse mejor, debido a la dimensión o a los
efectos de la acción pretendida, a escala de la Unión.
En definitiva, el principio de subsidiariedad pretende determinar el nivel de intervención más
pertinente en los ámbitos de las competencias compartidas entre la UE y los Estados miembros. Se
puede tratar de una acción a escala europea, nacional o local. En cualquier caso, la UE solo puede
intervenir cuando su actuación sea más eficaz que la de los Estados miembros.
En virtud del principio de proporcionalidad, el contenido y la forma de la acción de la Unión
no excederán de lo necesario para alcanzar los objetivos de los Tratados.

En cuanto a las fuentes formales o de manifestación o exteriorización, podemos agruparlas en dos grupos:
el derecho originario y el derecho derivado.

3.1. EL DERECHO ORIGINARIO

A.- Los Tratados Constitutivos de las Comunidades Europeas, que las han creado y les han atribuido sus
competencias iniciales

Son los siguientes:


• Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) de 1951.
• Tratado Constitutivo de la Comunidad Económica Europa (CEE), de 1957.
• Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM), de 1957.

Marcos Dámaso
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B.- Tratados y Actos modificativos de los Tratados Constitutivos

Posteriores Tratados y Actos han ido modificando el esquema de funcionamiento de las Instituciones,
creando nuevos órganos.
Poco a poco, a través de estos nuevos Tratados y Actos modificativos se han ido unificando las
Instituciones de las tres Comunidades iniciales y adaptándolas a las adhesiones de nuevos Estados hasta llegar a
la situación actual.
Estas reformas se inician ya con el Convenio sobre determinadas Instituciones Comunes a las
Comunidades Europeas, concluido en Roma el 25 de marzo de 1957, por el que se unifican el Tribunal de Justicia
y la Asamblea.
A partir de aquí van surgiendo nuevos Tratados, entre los que destaca por su importancia para el futuro
de la Unión, el Acta Única Europea (1986), el Tratado de la Unión Europea, firmado en Maastricht el 7 de febrero
de 1992, y en vigor desde el 1 de noviembre de 1993, al que sucedieron los Tratados de Niza y Ámsterdam, y que
culminan con el actual Tratado de Lisboa, por el que se modifican el Tratado de la Unión Europea y el Tratado
Constitutivo de la Comunidad Europea, hecho en Lisboa el 13 de diciembre de 2007, que constituye el último
paso en la reforma organizativa de la Unión.
Antes del Tratado de Lisboa se había aprobado el Tratado por el que se establecía una Constitución para
Europa firmado el 29 de octubre de 2004, si bien no obtuvo las ratificaciones necesarias de los Estados, por lo que
fue abandonado.
En la Constitución europea se identificaba el poder constituyente de la Unión con la voluntad de los
ciudadanos y de los Estados de Europa a construir un futuro común, por lo que hubiera dado lugar, de estar vigente,
a una verdadera confederación.
El Tratado debía ser ratificado por todos los Estados miembros de la UE antes de entrar en vigor. A pesar
de que doce Estados miembros llegaron a ratificar el texto (entre ellos, España tras una consulta popular), fracasó
el intento cuando en Francia y Holanda se rechazó en referendo.
Ello motivó un periodo de dudas e incertidumbres sobre el futuro de la Unión, que quedaron disipadas
tras la aprobación del Tratado de Lisboa que crea la Unión Europea.

C.-Tratados de Adhesión de los nuevos miembros que se han ido incorporando

La Doctrina ha advertido que los Tratados constituyen el bloque constitucional de la UE.


En ellos se contienen pocas cláusulas materiales, limitándose, en la mayoría de los casos, a fijar sus
objetivos y finalidades.
La puesta en práctica de tales objetivos se confía a las Instituciones de la UE, que disponen así de un
amplio poder normativo, que se expresa a través del derecho derivado.

Marcos Dámaso
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3.2. EL DERECHO DERIVADO

Las normas de la Unión Europea se denominan actos jurídicos de la Unión. Las instituciones de la UE pueden
adoptar cinco tipos de actos:

• El Reglamento;
• La Directiva;
• La Decisión;
• La Recomendación;
• El Dictamen.

1) LOS REGLAMENTOS

Es un acto legislativo vinculante. Es un acto normativo de alcance general, obligatorio en todos sus
elementos tanto para los Estados miembros como para los particulares, directamente aplicable en todos los Estados
miembros.

Por tanto, son tres las notas características:

a) Su alcance general. Esto es, se trata de un acto jurídico que se dirige a sujetos determinados de forma
abstracta y global, sean los Estados miembros o las personas físicas y jurídicas.
b) Obligatoriedad en todos sus elementos, esto es, tanto en cuanto al resultado que pretende alcanzar como
en cuanto a las modalidades de aplicación y ejecución del acto.
c) Aplicabilidad directa en cada Estado miembro, sin recepción o transformación en derecho interno, que
implica que dicha aplicación no necesita de la intervención del poder normativo nacional, sino que
despliega automáticamente y por si mismo la plenitud de efectos jurídicos en el ordenamiento interno de
los Estados miembros. Es aplicable en cada Estado miembro a partir de su entrada en vigor (después de
su publicación en el Diario Oficial de la Unión Europea).
De esta forma ningún Estado puede limitar o condicionar la aplicación directa de los Reglamentos, quedándole
tan solo la ejecución.

2) LAS DIRECTIVAS

La Directiva es un acto jurídico que obliga al Estado miembro destinatario en cuanto al resultado que deba
conseguirse, dejando, sin embargo, a las autoridades nacionales la elección de la forma y los medios.
Por tanto, la Directiva se distingue del Reglamento en que no se aplica al Derecho interno de los Estados
miembros directamente tras su entrada en vigor. La Directiva primero debe ser traspuesta por estos. En
consecuencia, la Directiva no incluye modalidades de aplicación; tan solo impone una obligación de resultado
a los Estados miembros. Estos últimos puede elegir libremente la forma y los medios para aplicarla.

Marcos Dámaso
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Se trata, pues, de un acto jurídico que presenta dos facetas:

• la Directiva propiamente dicha, que emana de las instituciones europeas;


• las medidas nacionales de ejecución, que adoptan los Estados miembros.

En principio, la entrada en vigor no implica un efecto directo en las legislaciones nacionales. Para ello es
necesaria una segunda operación: la transposición, que es un acto adoptado por los Estados miembros
consistente en la aprobación de medidas nacionales destinadas a ajustarse a los resultados fijados por la
Directiva. Las autoridades nacionales deben comunicar estas medidas a la Comisión.

3) LAS DECISIONES DE LA UNIÓN

La Decisión es una norma jurídica que vincula a sus destinatarios en todos sus elementos y es
directamente aplicable. Una decisión puede dirigirse a las instituciones, órganos, organismos y funcionarios
de la Unión, a uno o varios de sus Estados miembros, o a particulares. Cuando designe destinatarios, la decisión
sólo obligará a estos.

La Decisión se asemeja en sus efectos al Reglamento, puesto que no necesita de transposición al


Derecho interno de los Estados dado que reviste eficacia directa; sin embargo, se diferencia de aquél porque
no posee necesariamente el alcance general ni la abstracción que caracteriza al Reglamento, ya que son
vinculantes únicamente a aquellos a que se dirige (por ejemplo, un Estado de la UE o una empresa concreta).

ENTRADA EN VIGOR DE REGLAMENTOS, DIRECTIVAS Y DECISIONES

Los Reglamentos y las Directivas que tengan por destinatarios a todos los Estados miembros, así como
las Decisiones que no indiquen destinatario, se publicarán en el Diario Oficial de la Unión Europea. Entrarán en
vigor en la fecha que ellos mismos fijen o, a falta de ella, a los veinte días de su publicación.
Las demás Directivas, así como las Decisiones que indiquen un destinatario, se notificarán a sus destinatarios y
surtirán efecto en virtud de dicha notificación.

4) LAS RECOMENDACIONES Y DICTÁMENES

Su característica común es que no son jurídicamente vinculantes para sus destinatarios.

La Recomendación tiene por objeto promover determinados comportamientos respecto de los Estados
miembros. Suele utilizarse en aquellas situaciones en las que bien resulta aún prematura la intervención
comunitaria a través de un acto obligatorio, o bien se trata de materias cuya competencia corresponde a los Estados
miembros.

El Dictamen es un acto de las Instituciones de la UE con objeto de expresar su parecer respecto a un asunto
determinado.

Marcos Dámaso
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4. LOS PRINCIPIOS DE PRIMACÍA Y EFECTO DIRECTO

4.1. PRINCIPIO DE EFECTO DIRECTO


Es una característica primordial y básica del derecho de la UE que ha sido construida por la jurisprudencia
del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (después del Tratado de Lisboa, Tribunal de Justicia)
Así, el principio de efecto directo de las normas de la UE significa que éstas pueden desplegar por sí mismas
plenitud de efectos de manera uniforme en todos los Estados miembros a partir de su entrada en vigor. En
consecuencia, crean derechos y obligaciones para todos aquellos que puedan verse afectados por su aplicación,
pudiendo ser invocadas tales normas ante las autoridades públicas (administrativas y judiciales), las cuales tienen
la obligación de salvaguardar esos derechos y obligaciones. Esta noción de efecto directo surge a partir de una
sentencia del Tribunal de Justicia (caso Van Gend en Loos, 1963).

4.2. PRINCIPIO DE PRIMACÍA


El principio de primacía constituye una virtualidad de la que están revestidas las normas de la Unión
Europea que se imponen a las normas. También ha sido pergeñada por la jurisprudencia del Tribunal de Justicia
de la Unión Europea (caso Costa contra ENEL, 1964; y caso Simmenthal, 1978), a través de la cual se ha venido
a especificar que ante un conflicto entre una norma jurídica de la Unión Europea y una norma jurídica estatal debe
prevalecer la norma de la UE. En efecto, si cada Estado ha cedido a la UE el ejercicio de ciertas competencias, en
buena lógica deberá prevalecer la normativa de la UE.

De otra parte, debe señalarse que el principio de primacía del ordenamiento jurídico comunitario es
compatible con el principio de jerarquía normativa que sitúa a la Constitución española en la cúspide del
ordenamiento jurídico español. Tal como ha manifestado el Tribunal Constitucional en su Declaración 1/2004, la
proclamación de la primacía del derecho de la Unión, no contradice la supremacía de la Constitución. La
Constitución española es la norma suprema del ordenamiento jurídico español, y esta misma norma la que autoriza,
a través del artículo 93, la aplicación preferente del derecho europeo respecto de aquellas competencias cedidas a
la Unión. El derecho de la UE no es jerárquicamente superior, sino que es la propia Constitución española, que
sigue siendo la norma jurídica suprema, la que permite que el ordenamiento jurídico europeo desplace al
ordenamiento jurídico español en aquellos ámbitos competenciales que le son propios.

5.- EL DERECHO EUROPEO COMO ORDENAMIENTO JURÍDICO AUTÓNOMO: SU


ARTICULACIÓN CON EL DERECHO INTERNO

Es obvio que el derecho de la UE constituye un ordenamiento propio, diferenciado de los ordenamientos


estatales y dotado de autonomía respecto de los mismos. Por tanto, es un ordenamiento jurídico propio y autónomo,
cuyas normas se producen y aplican por las instituciones comunitarias y que cuentan con las garantías
jurisdiccionales necesarias para asegurar su eficacia.

Por otra parte, como ya se ha dicho, la pertenencia de un Estado a la UE produce una distribución de
competencias entre ese Estado miembro y las Comunidades. El Estado se reserva un conjunto de competencias
bajo su soberanía y, por tanto, en esos ámbitos de soberanía estatal siguen rigiendo y generándose normas de

Marcos Dámaso
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derecho nacional, pero en las materias cedidas rige el derecho comunitario originario y derivado, donde imperan
los principios de primacía y efecto directo.

Ahora bien, conviene prestar atención a la articulación del derecho de la UE en el ordenamiento interno.
Concretamente, en el caso español, donde existe una distribución competencial entre el Estado y las Comunidades
Autónomas. En este sentido, el ordenamiento de la UE guarda un escrupuloso respeto a la forma de organización
territorial del Estado que se expresa en el "principio de la indiferencia del Derecho Comunitario a la estructura
constitucional interna de los Estados miembros".
Por ello, y en virtud del principio de autonomía institucional, la ejecución de las normas de la UE en los
Estados miembros es una cuestión de derecho interno, por lo que habrá que acudir a las normas constitucionales
de distribución de competencias y los Estatutos de Autonomía –en el caso español–, para determinar qué
institución: nacional o autonómica, será competente para ejecutar el derecho de la UE.

En todo caso, la responsabilidad última por incumplimiento es del Estado en cuanto ente soberano,
cualquiera que sea el órgano que dentro de ese Estado haya originado el incumplimiento

Marcos Dámaso
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TEMA 7: GARANTÍAS Y DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN

1. LA DEFENSA EXTRAORDINARIA DE LA CONSTITUCIÓN: SITUACIONES DE EXCEPCIÓN


Y ESTADO DE DERECHO.
Su fundamento es garantizar el ejercicio de los Derechos Fundamentales y el normal funcionamiento
de las instituciones en las situaciones de especial gravedad.
Su régimen legal es el art. 55.1 CE que posibilita
suspender algunos derechos en los supuestos de “estados de excepción y de sitio”. El art. 116.1. CE remite a
una ley orgánica la regulación de estos estados, más el estado de alarma. Esta ley es la LO 4/1981, de 1 de
junio.
Características de las situaciones de excepción en la CE 1978:
1. Hace referencia a situaciones diversas y les da tratamiento diferente. 


2. Las competencias de los órganos estatales se modulan a tenor de la 
gravedad de la situación. 



3. Distingue tres estados de excepción: alarma, excepción y sitio. 

4. Hay que añadir una cuarta categoría: el estado de guerra. 


2. LAS SITUACIONES EXCEPCIONALES EN LA CE 1978.


Dispone la CE y la LO que durante los estados de excepción no se interrumpirá el normal
funcionamiento de los poderes constitucionales del Estado.
El Congreso de los Diputados no podrá ser disuelto
y, si no estuviere en período de sesiones, quedará automáticamente convocado.
Durante los estados de excepción no se altera el principio de responsabilidad política del Gobierno y sus
agentes.
Su LO exige que, en cualquiera de las tres situaciones de excepción, las medidas que se adopten
cumplan dos condiciones:
• Ser las estrictamente indispensables para asegurar el restablecimiento de la normalidad
constitucional. 

• Ser apropiadas a las circunstancias que las motivan.

A. 
EL ESTADO DE ALARMA
Las circunstancias que lo justifican son: catástrofes naturales, calamidades o desgracias públicas de
gran magnitud, paralización de los servicios esenciales, situaciones de desabastecimiento de productos de
primera necesidad.
Su declaración se hará por el Gobierno que dará cuenta al Congreso de los Diputados, suministrando
toda la información que se le requiera.
El Decreto del Gobierno deberá indicar los extremos siguientes:
1. Si afecta a todo o parte del territorio nacional.
2. Efectos que produce su declaración.
3. Su duración no podrá exceder de 15 días.
Las medidas que puede adoptar son: modificar ciertas competencias, limitaciones a los derechos de libertad
de circulación, disposición física de talleres o industrias, uso de servicios o productos de primera necesidad,
intervención de empresas o servicios y movilización de personal.

Marcos Dámaso
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La prórroga deberá ser autorizada expresamente por el Congreso de los Diputados, que determinará su
alcance y condiciones de vigencia durante la prorroga y su duración.

B. 
EL ESTADO DE EXCEPCIÓN
Circunstancias que lo justifican:
1. Grave alteración del libre ejercicio de los derechos fundamentales y libertades de los ciudadanos. 

2. Alteración del normal funcionamiento de las instituciones democráticas o de los servicios públicos
esenciales de la comunidad.
3. Cualquier alteración grave del orden público que no pueda restablecerse con el ejercicio ordinario de
las potestades públicas. 

Procedimiento de declaración:
• El Gobierno deberá remitir al Congreso una solicitud de autorización que deberá contener los extremos
siguientes: a) mención expresa de los derechos y garantías cuya suspensión se solicita; b) cuantía
máxima de las sanciones que pueden imponerse. 

• El Congreso debatirá la solicitud, pudiendo cambiarla y también no conceder la autorización para la
declaración. 

• Obtenida la autorización del Congreso, el Gobierno declara el estado de excepción mediante Decreto.

Cualquier otra medida distinta de las contenidas en la declaración autorizada por el Congreso
necesitará de igual procedimiento de autorización de la Cámara.
Los derechos que pueden verse
afectados por la declaración del estado de excepción son (art.55.1 CE): 

1. Los derechos referentes a la libertad y seguridad personal.
2. La inviolabilidad del domicilio.

3. El secreto de las comunicaciones privadas.

4. La libertad de residencia y circulación.
5. La cláusula de conciencia y el secreto profesional de la libertad de información.
6.La garantía de resolución judicial en el secuestro de los medios de comunicación.
7. La libertad de reunión y manifestación.
8. El derecho a la huelga.
9. El derecho a la adopción de medidas de conflicto colectivo de 
trabajo. 

• Duración: 30 días.
• El Gobierno puede poner fin anticipadamente por Decreto, dando cuenta al Congreso de los Diputados.
• El Gobierno puede solicitar su prorroga, con igual tramitación y únicamente por otros 30 días más.

Marcos Dámaso
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C. 
EL ESTADO DE SITIO Y EL ESTADO DE GUERRA
Circunstancias que lo justifican; una insurrección o acto de fuerza:
1. Contra la soberanía o independencia de España; 

2. Contra la integridad territorial o contra el Ordenamiento 
Constitucional. 

3. La LO añade que cabe su declaración cuando no pueda resolverse la 
situación de crisis por
otros medios. 

Procedimiento:
• El Gobierno propone al Congreso la declaración, que es el órgano competente para hacerla. 

• El Congreso determinará su ámbito territorial, duración y condiciones. 

• La declaración de estado de sitio puede ampliar las medidas propias de los estados de alarma y
excepción con la suspensión de las garantías jurídicas del detenido reconocidas en el art. 17.3 CE.

El Gobierno asume las facultades extraordinarias previstas en la CE y en la LO, siempre que
hayan sido incluidas en la declaración que hace el Congreso. En la declaración se podrá determinar el
sometimiento de ciertos delitos a la jurisdicción militar (art.117.5 CE).
No se identifica “estado de sitio” con el “estado de guerra”.
El estado de guerra, art. 63.3 CE, confiere al Rey,
previa autorización de las Cortes Generales, la declaración de la guerra y la firma de la paz. Nada más dice de
la guerra, salvo que en ella sí puede dictarse pena de muerte si así lo disponen las leyes penales militares (art.
15 CE); el Código Penal Militar de 1996 ha abolido la previsión que a este respecto figuraba en el anterior.

3. LA SUSPENSIÓN INDIVIDUAL DE DERECHOS.


El art. 55.2 CE habilita al legislador para que regule por ley orgánica la forma y los casos en que pueden
ser suspendidos ciertos derechos a personas determinadas, que o bien estén relacionadas con elementos
terroristas o con bandas armadas que atentan gravemente en la seguridad ciudadana, o bien hagan apología o
la encubran.
Los derechos y garantías que pueden ser objeto de suspensión individual son: la duración máxima de 72
horas en la detención preventiva; la inviolabilidad del domicilio; el secreto de las comunicaciones privadas.
Se
trata de un supuesto de suspensión afectados por las siguientes condiciones: temporalidad, intervención
judicial, control parlamentario, responsabilidad penal para el caso de su utilización injustificada o abusiva.
Precedentes de la regulación legal actual:
• La ley antiterrorista de 1980. 

• La ley de bandas armadas y elementos terroristas de 1984. 
Hoy la regulación de la suspensión
individual de los derechos fundamentales está incorporada al nuevo Código Penal y a la LECr.

Marcos Dámaso
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4. LA RIGIDEZ CONSTITUCIONAL. EL SENTIDO DE LA REFORMA CONSITUCIONAL. 

En sentido amplio, se habla de reforma constitucional siempre que por la vía que fuere queda alterada
la norma constitucional.
La reforma, realizada de forma expresa y a través del procedimiento establecido por
la Constitución, hace posible que el poder constituyente constituido ejerza el poder de reformar y asegurar al
mismo tiempo su modificación y estabilidad (procedimiento singular y mayoría reforzada). La clasificación
de las constituciones por la previsión de reforma puede ser:
• Rígidas, si han previsto un procedimiento de reforma distinto del legislativo ordinario.
• Flexibles, no han previsto la reforma, se realiza por el procedimiento legislativo ordinario.
La CE de 1978 es rígida, dedica el Título X a los procedimientos de reforma constitucional.

5. LOS PROCEDIMIENTOS DE REFORMA CONSTITUCIONAL EN LA CE de 1978.


El sujeto de reforma constitucional es el poder constituyente constituido o derivado, al que la
Constitución configura y atribuye la potestad de aprobar, modificar o derogar normas constitucionales.
La
iniciativa de reforma constitucional se ejercerá en los términos previstos en los apartados 1o y 2o del art. 87
(CE art. 166). Al omitir cualquier referencia al apartado 3o del art. 87, se excluye de la reforma la iniciativa
popular.
Los sujetos con iniciativa para reformar la Constitución son:
1. El Gobierno de la Nación.

2. El Congreso de los Diputados.

3. El Senado.

4. Las asambleas legislativas de las Comunidades Autónomas.
El procedimiento de debate y aprobación de la reforma constitucional es distinto según la materia que se
proponga reformar. Tres son los supuestos posibles:

1. Reforma total. 

2. Reforma parcial del Título preliminar, Cp.2o Secc.1a T.I, o al Título 
II. 

3. Reforma parcial que no recaiga sobre una parte del apartado anterior. 
Para los dos primeros supuestos
la CE establece un único procedimiento en el art. 168.
Para el supuesto 3o establece otro
procedimiento regulado en el art. 167. 
El procedimiento del art. 168 CE. 
La iniciativa de reforma
debe ser presentada de forma articulada. Procedimiento: 

• Aprobación del principio de reforma por 2/3 del Congreso y 2/3 del Senado.
• Disolución de las Cortes Generales, y convocatoria de elecciones generales. 

• Ratificación por las nuevas Cortes de la decisión de proceder a la reforma,
tomada por mayoría simple del Congreso y mayoría absoluta del Senado.
Ratificada la decisión se procede del siguiente modo: 

• Estudio y votación de las enmiendas presentadas y del texto del proyecto o
proposición de ley. 

• El procedimiento seguido es el del legislativo ordinario. 

• La aprobación de cada uno de los artículos sólo exige mayoría 
simple. 

• El texto final debe ser aprobado por mayoría de 2/3 de cada una de 
las

Marcos Dámaso
APUNTES CONSTITUCIÓN Y SISTEMA DE FUENTES

Cámaras. 
Aprobada la reforma por las Cortes será sometida a referéndum para
su ratificación. 
El procedimiento de reforma del art. 167 CE. 


La iniciativa legislativa es examinada por las Cortes Generales de acuerdo con el procedimiento
legislativo ordinario, modificado por las exigencias constitucionales en los siguientes puntos:
Ø Aprobación por mayoría de 3/5 del Congreso y del Senado sobre el conjunto del proyecto. La
aprobación de cada uno de los artículos requiere sólo mayoría simple.
Ø En caso de desacuerdo, elaboración de un nuevo texto por una Comisión mixta y paritaria de diputados
y senadores. Para la aprobación del texto alternativo se pide mayoría de 3/5 de cada una de las
Cámaras.
Ø Si realizada la votación, la reforma no hubiese obtenido las mayorías indicadas, siempre que el texto
hubiere obtenido el voto favorable de la mayoría absoluta del Senado, el Congreso por mayoría de 2/3
podrá aprobar la reforma. En caso contrario se entenderá rechazada la reforma.
Ø Referéndum facultativo. Una décima parte de los miembros de cualquiera de las dos Cámaras, dentro
de los 15 días siguientes a su aprobación, podrán solicitar que sea sometida a referéndum, en cuyo
caso el Gobierno deberá convocarlo.
LÍMITES DE LA REFORMA.
En la medida en que el poder constituyente derivado es una creación del poder constituyente originario,
éste de la misma forma que establece su composición y procedimiento, puede también imponerle límites a su
actuación válida.
Los límites pueden ser: explícitos o implícitos.
Los límites explícitos pueden ser: temporales y
materiales.
La CE no contiene límites materiales explícitos a la reforma, puesto que permite la revisión total
de la misma (no existen cláusulas de intangibilidad). Tampoco contiene límites materiales implícitos.
En
cuanto puede ser reformada sin limitación temporal, tampoco contiene límites temporales.
La CE sólo limita la iniciativa de la reforma constitucional que no podrá iniciarse vigente la declaración
del estado de guerra o algunos de los estados del art. 116 CE

6. LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL.
A. Origen y fundamento de la justicia constitucional.
La propia lógica y unidad del ordenamiento jurídico lleva implícita la necesidad de que exista un
mecanismo para expulsar del ordenamiento cualquier norma que esté en contradicción con la
Constitución.
Para que la ley sea válida, no debe ser contraria a la Constitución. Es necesario garantizar la
supremacía constitucional e impedir la aplicación de las normas legales que no sean conformes con la
Constitución, lo cual conlleva la organización de un procedimiento para determinar las leyes disconformes a
fin de que no sean aplicadas.
B. Modelos clásicos de justicia constitucional.

Ø El modelo de justicia constitucional difuso o americano.


El control de constitucionalidad de la ley durante más de un siglo ha sido una peculiaridad del Derecho
Constitucional de los Estados Unidos, pues, no es hasta bien entrado el siglo XX que se produce la
incorporación de esta garantía al constitucionalismo europeo.

Marcos Dámaso
APUNTES CONSTITUCIÓN Y SISTEMA DE FUENTES

Tempranamente el poder judicial consideraría que era de su competencia dejar sin aplicación una ley por ser
contraria a la Constitución. Así ocurrió en 1803 en el caso Marbury vs. Madison.
El origen el sistema
norteamericano de control de la Constitucionalidad de las leyes no se encuentra en la Constitución, sino en una
decisión del Tribunal Supremo, redactada por el juez John Marshall, en el caso Marbury vs. Madison.
El sistema de control judicial de la constitucionalidad de las leyes de los Estados Unidos se caracteriza por las
siguientes notas:
1. El control de constitucionalidad corresponde a cualquier juez, cuando estime que la norma que debería
aplicar en un proceso concreto es contraria a la norma constitucional. 

2. Es un control difuso por ser realizado por todos y cada uno de los jueces integrados en el poder judicial.

3. Sólo puede tener lugar por vía incidental. 

4. Los efectos de la sentencia que aprecia la inconstitucionalidad se 
concretan al supuesto de hecho que
la ha motivado. 

5. Los efectos de la sentencia, en cuanto a la ley inconstitucional, se limitan a la inaplicación. No hay
una declaración de 
inconstitucionalidad de la ley. 


Ø El modelo europeo o concentrado.


Es el resultado de una decisión política del constituyente que decide incorporar al sistema constitucional el
control de la ley como una función constitucional distinta de las tres funciones tradicionales del Estado. Crea
un órgano específico encargado de esta función y sin pertenecer orgánicamente a ninguno de los tres poderes
del Estado.
El control de constitucionalidad se impondrá como una decisión política en distintos procesos constituyentes,
de manera limitada en el período de entre guerras y terminará por generalizarse en el constitucionalismo
posterior a la II Guerra Mundial.
La introducción en Europa del control de constitucionalidad de las leyes se ha llevado a cabo mediante la
creación de un órgano especializado, encargado de ese cometido. Se concentra en un órgano específico la tarea
de controlar la constitucionalidad de las leyes.
Las características de este modelo son completamente distintas del modelo americano, siendo las siguientes:
1. El control se confía a un órgano constitucional nuevo, distinto de los tres poderes clásicos del Estado,
al Tribunal Constitucional. 

2. Es un control concentrado, el único que puede declarar la inconstitucionalidad de la ley es el Tribunal
Constitucional. 

3. Sólo puede actuar a instancia de parte. 

4. La legitimación para actuar ante el Tribunal Constitucional está regulada de forma restrictiva.
5. Es un legislador negativo.
6. La sentencia que declara la inconstitucionalidad produce efectos constitutivos desde su publicación en
el BOE.

Marcos Dámaso
APUNTES CONSTITUCIÓN Y SISTEMA DE FUENTES

C. Breve referencia al Tribunal Constitucional español
El TC garantiza la supremacía normativa de la Constitución mediante la resolución de los procesos de
inconstitucionalidad.
Precedentes del TC de la CE de 1978:
Ø El Tribunal de Garantías Constitucionales de la II República. 

Ø Constitución checa de 1919 y de Austria de 1920. 

Ø Modelo de justicia constitucional europeo: 

1. Órgano constitucional externo al Poder Judicial
2. Control concentrado de la constitucionalidad de las leyes
3. Control basado en un juicio abstracto de las normas. 

Ø Las Constituciones de la postguerra: Italia 1947 y Alemania 1949. Características del TC en la CE de
1978: 

1. Es un órgano constitucional, configurado directamente por la Constitución. 

2. Garantiza la supremacía de la norma constitucional. -Es su intérprete supremo, pero no
exclusivo. 

3. Es un órgano jurisdiccional con jurisdicción en todo el territorio español (art. 161.1 CE),
y es único en su orden (art.1.2 LOTC). 

4. Es un órgano del sistema político que actúa con independencia de los otros órganos del
Estado. 

Ø Limitaciones del TC:
1. No tiene iniciativa propia. 

2. Sus competencias son tasadas. 

3. Sus decisiones únicamente versan sobre el caso que conoce, bajo el 
prisma con el que se
plantea y al cual debe ajustarse. 


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