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Dámaso
APUNTES CONSTITUCIÓN Y SISTEMA DE FUENTES
1.1.- INTRODUCCIÓN
El término Estado es también utilizado en otras disciplinas, y puede emplearse en un doble sentido:
El Estado sería una forma histórica de organización de la convivencia que va apareciendo paulatinamente
y cuyos precedentes doctrinales se encuentran en las ideas de autores como Maquiavelo, Hobbes o Jean Bodín,
que tienen en común apostar por un modelo en el que el poder quede concentrado en una sola persona (Rey,
Soberano, Príncipe) como garantía para la estabilidad política de la comunidad.
Conforme a esta concepción el primer modelo de Estado seria el Estado absoluto, y de ahí se pasaría al
Estado liberal (primer modelo de Estado constitucional) que evoluciona a lo largo de los siglos XIX y XX hasta
llegar al actual Estado social y democrático de derecho.
No obstante, junto a los modernos estados constitucionales aún perviven otros en los que, o bien no existe
Constitución y se legitima el ejercicio del poder en la religión (legitimación teocrática) o en la ideología
(legitimación carismática), o bien la Constitución es una mera apariencia formal que encubre una fórmula de poder
personal sin apenas límites.
Marcos Dámaso
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1.2. LAS FORMAS POLÍTICAS PREESTATALES.
Nos referimos aquí a las formas de organización de la convivencia anteriores al Estado, que son, a grandes
rasgos, las siguientes:
2) Polis Griega.
Era una comunidad reducida que comprendía la población de varias aldeas que giraban en torno a una polis
matriz. El concepto de ciudadanos no alcanzaba a todos (sólo 1/3 de los habitantes de la polis, aproximadamente,
tenían esa condición de ciudadanos) y, por otra parte, se establecían rigurosos requisitos para alcanzar la
ciudadanía. El ejemplo más conocido es el de Atenas
Se caracteriza por la participación ciudadana en los asuntos públicos, que era posible por el carácter reducido
de la comunidad. Esa participación se efectuaba directamente (democracia directa) pero solo participaban los
ciudadanos. La nota más característica de la ciudad-estado es que es una expresión mucho más avanzada de lo
que es una comunidad política. Ya existe un intento de justificar ideológicamente el poder: en la ciudadanía o
comunidad de hombres libres.
El modelo evolucionará hacia el Imperio con Alejandro Magno. Se produce un fenómeno de unificación de
las ciudades-Estado en una organización mucho más extensa, con desaparición gradual de esa participación
ciudadana característica de pequeñas colectividades e imposible en una organización de mayor extensión.
3) Civitas Romana.
Era similar, en principio, a la polis griega, y con ella se va produciendo un proceso de objetivación del poder
político. Se produce una doble evolución hacia la República primero y luego hacía el Imperio, con concesión de
la ciudadanía a todos los habitantes del Imperio y una cada vez mayor importancia del derecho.
En cualquier caso, Roma encarna un intento de establecer límites al ejercicio del poder con una organización
en la que se incluyen los Cónsules, el Senado, los Tribunos de Plebe, etc. Cada uno con sus correspondientes
funciones.
Los Estamentos se representan en una especie de Parlamento. Son ejemplos de este modelo las Cortes de
Castilla en España, los Estados Generales o Asamblea en Francia, el Parlamento de Inglaterra, formado por dos
Cámaras: la Cámara de los Lores, en representación de la nobleza y el clero, y la Cámara de los Comunes, en
representación de los burgueses u hombres libres. El poder político se compartía entre los Estamentos
(representados en el Parlamento) y el Rey.
El Rey se mantenía en la cúspide del poder, pero las más importantes decisiones reales (como la aprobación
de impuestos sobre la propiedad privada) necesitaban la aprobación por el Parlamento en el que se quedaban
representados los Estamentos.
En algunas Comunidades Italianas se adoptó una organización política de poder absoluto y concentrado en
una sola mano (Señoría) que ya es precedente del Estado.
Poco a poco va surgiendo un modelo en el que el centro de poder va a ser el Rey o soberano, que se identifica
con el Estado. Ese nuevo modelo se va a conocer, en esa primera fase, con el nombre de Estado absoluto.
Se lleva a cabo la construcción teórica de la soberanía estatal como un poder distinto del espiritual de la Iglesia,
independiente frente al exterior y supremo en el interior. Y, a la vez, una concepción secularizada de ese poder (ej:
Francia no otorgó fuerza de ley a los Decretos del Concilio de Trento), si bien se seguía apelando a la religión para
justificar ese poder.
1) Maquiavelo: introduce la idea del Príncipe virtuoso cuya presencia es necesaria para la unidad de Italia.
según su teoría política, el hombre es por naturaleza perverso y egoísta, sólo preocupado por su seguridad
y por aumentar su poder sobre los demás; sólo un estado fuerte, gobernado por un príncipe astuto y sin
escrúpulos morales, puede garantizar un orden social justo que frene la violencia humana. Fue el primero
en usar la palabra Estado en su sentido moderno.
2) Bodino: intenta robustecer la autoridad del Monarca como lógica solución a las Guerras de Religión.
Define la soberanía como un poder uno, no delegable, inalienable, imprescriptible, que no está sometido
a leyes por que el soberano es la fuente del derecho (legislar es uno de sus derechos esenciales).No
obstante incluía varios límites frente a la arbitrariedad del Soberano: Dios y la Ley Natural, las leges
imprerii ( las que regulan la sucesión al trono y protegen los bienes de dominio público) y la propiedad
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privada (que es atributo de la familia sin que puedan establecerse impuestos sin consentimiento de los
representantes de los contribuyentes).
3) Hobbes: acuña la idea de un pacto social necesario para pasar a una sociedad organizada con cesión de
todo el poder al Rey como un mal menor. El Estado es un "artificio" que surge para remediar un hipotético
estado de naturaleza en el que los hombres, guiados por el instinto de supervivencia, el egoísmo y por la
ley del más fuerte (la ley de la selva), se hallarían inmersos en una guerra de todos contra todos que haría
imposible el establecimiento de sociedades (y una cultura) organizadas en las que reinara la paz y la
armonía.
El derecho constitucional nace a finales del s. XVIII con la idea de reformar el estado. Se trataba de construir
un Estado nacido en la Edad Moderna. Surge de las ruines del estado absolutista, pero con la revolución francesa
y la americana surgen los estados liberales.
Las características del Estado liberal son: el poder es ejercido de forma jurídica y se establece una dualidad
entre el estado y la sociedad como sistemas autónomos y diferenciados.
Los principios del estado de Derecho son: la soberanía popular, la división de poderes, la existencia de
derechos fundamentales y el imperio de la ley
La forma de organizar el ejercicio del poder político es lo que distingue al Estado de formas anteriores, y,
a su vez, permite distinguir dentro del Estado varios modelos. En cualquier caso, el Estado es una organización
que resulta de la síntesis de tres elementos: un pueblo, un territorio y un poder o soberanía que se ejerce por medio
del derecho.
1. El pueblo: visto desde dos puntos de vista. Como pueblo gobernado, es decir, el objeto del poder;
y como gobernante, es decir, en cuanto al que crea o contribuye a la creación de las normas,
instituciones y órganos estatales.
Marcos Dámaso
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En el Estado absoluto el pueblo era solo gobernado, mientras que el Constitucionalismo cambia esa concepción y
el pueblo pasa a ser también gobernante. Además, la ciudadanía determina la pertenencia a un Estado. La
nacionalidad es el lazo de derecho público que existe entre personas físicas y un Estado.
2. El territorio: es el ámbito espacial de validez del orden jurídico estatal o el ámbito espacial al
que se extiende el poder del Estado. El estado ejerce sus poderes sobre su territorio con carácter
exclusivo y excluyente.
El territorio incluye: la tierra firme, las aguas interiores, el mar territorial, el subsuelo y el espacio aéreo.
Los límites territoriales del Estado van unidos al concepto de frontera, entendida como la clausura e
impermeabilidad, si bien hoy en día es un concepto sujeto a revisión por el fenómeno de la integración
internacional del Estado, en especial la Unión Europea.
Son diversas las tipologías políticas actuales. Se habla de formas de Jefatura del Estado, formas o sistemas
de gobierno, regímenes o sistemas políticos, etc. La forma de gobierno viene determinada por los titulares del
poder y la forma en que son designados. La forma de organización del Estado es la forma del orden jurídico del
Estado.
Las formas de gobiernos nos indican como están relacionados los elementos constitutivos del estado.
Puede ser entendida desde una doble dimensión: desde la óptica de las relaciones entre el poder y los ciudadanos,
el Estado puede adoptar dos formas básicas: democracia y autocracia (nos remite a la forma de Estado como forma
de producción del Derecho) y desde la óptica de las relaciones entre el poder y el territorio, el Estado puede adoptar
la forma de Estado unitario o Estado compuesto.
Ø El estado unitario:
Se caracteriza por existir un único centro de impulsión política, una sola estructura institucional del poder,
aunque la Administración puede estar descentralizada. Una sola Constitución y un ordenamiento jurídico simple
(es decir, las mismas normas son aplicables en todo el territorio del Estado y las fuentes de creación son las
mismas). Por tanto, la centralización es su rasgo más característico.
La característica más acusada del Estado unitario es que existe un solo centro de impulsión política que
acumula la totalidad de atribuciones y funciones que corresponden a la persona jurídica estatal, con un solo aparato
gubernamental y legislativo (a modo de ejemplo: el Parlamento aprueba las Leyes de todo el territorio del Estado,
el Gobierno es único, y el Poder Judicial tiene la misma base en todo el territorio).
En todas las zonas se aplican las mismas leyes y los mismos reglamentos. Como consecuencia, la posición
jurídica de los ciudadanos también es uniforme en todo el territorio, estando sometidos a los mismos deberes y
ostentando los mismos derechos.
La competencia de las Instituciones se extiende a todo el territorio nacional (un solo poder Legislativo, un
solo Gobierno, una sola Administración, un único poder judicial, organizado jerárquicamente). Igual ocurre con
los Tribunales, que se organizan en forma piramidal, con un sistema de recursos que acaba en el Tribunal Supremo.
No obstante, el Estado unitario incluye técnicas modernas para su acercamiento a los ciudadanos, que son
la descentralización y desconcentración del poder, que alcanza solamente a la Administración. Es muy difícil
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mantener un Estado unitario en su forma pura, por lo que se vio precisado a acudir a estas técnicas, que consisten:
bien en la creación de entes territoriales menores y autónomos con capacidad de gestión y administración de
servicios, pero con un mismo régimen de competencias en todo el Estado (municipios, Provincias, Departamentos,
Regiones, etc.); bien en la creación de órganos territoriales de la Administración en las distintas zonas del territorio
que conforma el Estado para acercar los servicios a los ciudadanos (Direcciones Regionales, Provinciales, etc.).
El estado unitario es propio de estados absolutos, aunque Francia es el país contemporáneo más
característico de los estados unitarios.
Hay poderes generales, centrales y locales, y la relación entre ellos es en base al principio de competencia,
no de jerarquía. Ahora bien, la coexistencia requiera la definición de las distintas esferas de actuación de los
poderes estatales y locales. Las formulas son variadas, normalmente, distribución por materias.
Se puede resumir a 3 fundamentos por los que se construye el Estado federal: la superposición de dos
niveles estatales, autonomía política de los Estados miembros y la participación de los Estados miembros en las
decisiones federales.
Efectivamente en la Federaciones se superponen dos niveles: el nivel de los Estados miembros
preexistentes a la Federación y el nivel del Estado federal creado precisamente por la voluntad libre de los Estados.
Esta superposición de niveles hace del federalismo una construcción jurídica muy compleja. Se debe realizar un
equilibrio entre los principios de autonomía y el principio de asociación.
Los modos de formación del sistema federal son: por asociación, o por disociación.
Los principios del federalismo son: integración y equilibrio, reparto de competencias y la participación de los
Estados federados en el poder federal.
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- La confederación: el ligamen jurídico que une a los Estados confederados es normalmente un tratado
internacional como pacto confederal negociado por vía diplomática entre los Estado miembros y adoptado
por unanimidad. Los órganos confederales suelen estar muy poco evolucionados. Normalmente solo hay
un órgano confederal encargado de actuar en nombre de la Confederación: el Consejo de representantes
de los Gobiernos de los Estados miembros.
Este Consejo Confederal delibera de manera perfectamente igualitaria porque todas sus decisiones deben ser
tomadas por unanimidad- en las confederaciones cada uno de los Estados miembros posee la libertad de oponerse
a la decisión de los otros (derecho de veto). Además, las decisiones confederales, aunque se tomen por unanimidad
no siempre son obligatorias por este hecho. Por ´último no se debe olvidar que la ejecución de las decisiones
confederales compete a cada uno de los estados miembros.
Es el modelo genuinamente español de Estado complejo o compuesto. Desde el punto de vista del
Derecho Comparado, es difícil su inclusión en el grupo de los que se estudian como Estado Regionales, pues se
aproxima más al modelo federal (algunos hablan de estado cuasi federal).
El Derecho Constitucional aparece en un momento histórico determinado y con una finalidad precisa.
Frente a lo que ocurre con otras ramas del Derecho, de muy arraigada tradición en la sociedad occidental (por
ejemplo, el Derecho Civil) la normativa que se incluye usualmente en la categoría “Derecho Constitucional”
es relativamente moderna, podemos fijar su inicio en los documentos de la Gloriosa Revolución inglesa (Bill
of Rights, 1689), y con mayor relevancia en cuanto a la creación de modelos a seguir por otros países, en los
textos que caracterizaron las Revoluciones norteamericana (Declaración de Independencia, 1776: Constitución
de 1787) , y francesa (Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1789). En nuestro país, el
primer texto normativo con vigencia efectiva, que puede considerarse incluido en la categoría de Derecho
Constitucional fue la Constitución de 1812.
Estas normas surgieron en circunstancias históricas específicas, y con una finalidad que definía su
misma naturaleza: limitar los poderes del Rey, y acabar con el régimen político de la Monarquía absoluta,
sustituyéndolo por otro en que el elemento decisivo de la acción del Estado no fuese la voluntad del Rey, sino
las normas jurídicas, contenidas en un Estatuto que regulase los poderes públicos y los derechos de los
ciudadanos. Este Estatuto se encontraba, usualmente plasmado en un documento solemne, esto es, una
Constitución.
Ello no quiere decir que con anterioridad a la época de las Revoluciones de los siglos XVII y XVIII,
no existieran ciertos precedentes constitucionales, en el sentido de normas que presentarán características
similares, en cuanto a su forma y contenido, a las propias del moderno constitucionalismo. Se ha podido hablar
así de un constitucionalismo antiguo, con referencia a normas, principios y resoluciones judiciales que, en la
Edad Media, e incluso en épocas anteriores, pretendían regular las actividades de los poderes públicos (Rey,
Emperador, Parlamentos, Tribunales), señalando sus competencias y límites. Pero la denominación
“constitucionalismo antiguo”, como la de “Constitución romana” o “constitucionalismo medieval” es
meramente indicativa o aproximativa, ya que sólo tras las Revoluciones del siglo XVIII y en el caso de
Inglaterra, tras la Revolución de 1688, aparecen normas a las que puede calificarse adecuadamente como
Derecho Constitucional, por revestir una serie de notas específicas.
En efecto, el constitucionalismo “moderno” que se manifiesta en las Revoluciones del siglo XVIII,
presenta una característica definidora: la afirmación radical de la libertad del individuo, y la existencia de unos
derechos irrenunciables del mismo, como criterio esencial de la organización del Estado. Este principio de
libertad individual se expresa como la misma justificación, en último término, de la existencia del poder
político. Son reveladoras las palabras de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, de 4 de julio
de 1776:
“Mantenemos como verdades evidentes, que todos los hombres nacen libres: que su Creador les
atribuye determinados derechos inalienables, entre los que se cuentan la vida, la libertad y la busca de la
felicidad: que para defender estos derechos los hombres establecen sus gobiernos, derivando sus justos poderes
del consentimiento de los gobernados”.
Las normas que se califican como Derecho Constitucional son, desde su mismo origen, normas que,
frente a la realidad existente, buscan expresamente la proclamación y defensa de la libertad del individuo.
Ahora bien, es conveniente señalar que ello se lleva a cabo partiendo del reconocimiento de la necesidad de
una comunidad política organizada, que proporcione orden y seguridad a sus miembros y que garantice las
condiciones básicas de la vida social. En esto, el constitucionalismo difiere radicalmente de las corrientes
ideológicas (como los casos del anarquismo y el marxismo) que buscan en último término la libertad del
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individuo mediante la desaparición del Estado. Por el contrario, los revolucionarios que crearon el primer
Derecho Constitucional moderno serían definibles, en términos actuales, como patriotas nacionalistas, que
buscaban una mejor organización del Estado, no su destrucción. Ello se hace presente en los textos
constitucionales iniciales: la Constitución norteamericana de 1787 proclama su intención de “formar una Unión
más perfecta, establecer la justicia, afianzar la tranquilidad interior, proveer a la defensa común, promover el
bienestar general”. Los textos constitucionales de la Revolución Francesa se basan en un expreso sentimiento
nacional y buscan la consolidación del Estado: “La Convención Nacional declara que la República es una e
indivisible” (Constitución de 1793, art,1). En España, los constituyentes de 1812 persiguen, según el
Preámbulo de la Constitución, “llevar debidamente el grande objeto de promover la gloria, la prosperidad y el
bien de toda la Nación”.
Desde un primer momento la defensa de la libertad individual, en el marco de una comunidad política
organizada, aparece como el objetivo definidor de las normas de Derecho Constitucional. Es esta
caracterización la que permite considerarlas como un sector del Derecho que es objeto de estudio separado, y
es también la que da lugar a la dualidad típica del Derecho Constitucional, en cuanto éste pretende asegurar a
la vez libertad y orden.
5. CLASES DE CONSTITUCIONES
3.2 LA JURISPRUDENCIA
La aplicación por los Tribunales de las normas constitucionales viene a precisar su efectivo alcance y su
interpretación: la eficacia del Derecho resulta de su aplicación judicial al caso concreto, ello tanto en lo
referente a los Tribunales ordinarios como para el Tribunal Constitucional. Los jueces deben limitarse a aplicar
la norma preexistente a casos singulares. Cuando la norma general a aplicar es la Constitución debe entenderse
que ésta sólo puede ser creada por el poder constituyente, no por el juez. Este aplica el Derecho, pero no lo
crea.
Si bien el juez no crea normas nuevas al aplicar, precisar, interpretar y aclarar el Derecho, viene, de
hecho, a establecer el contenido de esos preceptos que resultan en esa interpretación vinculantes para los demás
poderes.
3.3 LA COSTUMBRE
Dadas las características del Derecho Constitucional resulta inaplicable a su ámbito la teoría general de la
costumbre como fuente de nuestro Derecho.
Cosa muy diferente es la existencia de prácticas y usos arraigados
en el funcionamiento de los poderes públicos. Estos usos y costumbres son normas cuya contravención no
acarrea sanciones, no pueden alegarse ante los Tribunales, no tienen efectos jurídicos.
4. LA INTERPRETACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN
Se plantea el problema de la interpretación de la Constitución una vez que ésta se afirma como norma
jurídica. La operación de interpretar la ley y la Constitución son distintas por el objeto, el intérprete y la
finalidad.
La Constitución es una norma jurídica y, como tal, es y debe ser objeto de interpretación por los
operadores jurídicos. El TC no es su único intérprete, porque todos los operadores jurídicos la interpretan, pero
sí es su intérprete supremo.
El TC ha negado la validez de las leyes sólo interpretativas de la Constitución, cerrando el paso a
cualquier otra interpretación posible.
Los argumentos e instrumentos de interpretación constitucional no se
diferencian de los utilizados con carácter general, la diferencia debe encontrarse en el diferente carácter de la
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norma constitucional.
Se acostumbra a citar los cuatro métodos interpretativos que acuñó Savigny: literal, lógico, histórico
y sistemático. El método de interpretación constitucional parte de un supuesto distinto del método de
interpretación de las normas jurídicas.
Aunque las reglas tradicionales son necesarias para interpretar la Constitución no son suficientes por
lo que es necesario un método específico de interpretación que es el “método tópico”, la interpretación
constitucional es el resultado de la confluencia de tres circunstancias:
1. La Constitución tiene una estructura peculiar que la diferencia de las demás normas jurídicas.
2. La remisión constitucional al legislador para que cree derecho dentro del marco fijado por la propia
Constitución.
3. La existencia de un límite, impreciso, pero límite, que llegado el caso el TC puede y debe hacer valer
frente al legislador.
La interpretación constitucional es una cuestión de límites. Primero por parte del legislador, que tiene
que analizar los límites que le marca la Constitución al dictar la norma. En segundo lugar, el TC que tendrá
que revisar si los límites constitucionales del legislador son los que él considera como tales o no.
La doctrina y la jurisprudencia han ido señalado una serie de principios de la interpretación
constitucional:
1. El principio de unidad de la Constitución. La interpretación tiene que estar orientada siempre a
preservar la unidad de la Constitución como punto de partida de todo el ordenamiento jurídico.
2. El principio de concordancia práctica. Con este principio se pretende optimizar la interpretación de las
normas constitucionales entre las que puede darse una relación de tensión en la práctica. Por ejemplo,
en las relaciones entre el derecho al honor y la intimidad y la libertad de información, o entre los
principios de libertad y seguridad. Hay que interpretar la Constitución de tal manera que no se
produzca el sacrificio de una norma o valor constitucional en aras de otra norma o valor. La tarea de
ponderación de valores o bienes constitucionalmente protegidos es importantísima en la interpretación
constitucional.
3. El principio de corrección funcional. Se trata con él de no desvirtuar la distribución de funciones y el
equilibrio entre los poderes del Estado diseñado por la Constitución. Tiene especial importancia en las
relaciones entre el propio Tribunal Constitucional y el legislador.
4. El principio de la función integradora. La Constitución debe ser un instrumento de agregación y no de
desagregación política de la comunidad. Es algo que no se puede perder de vista en la interpretación
de la misma ante cualquier conflicto.
5. El principio de fuerza normativa de la Constitución. Aunque la interpretación de la Constitución pueda
ser muy flexible, la Constitución es norma jurídica y no puede acabar perdiendo por la vía de la
interpretación su fuerza normativa. La Constitución es fundamentalmente límite, pero tiene que
continuar siéndolo.
No se trata tanto de llegar a un contenido unívoco y concreto de la norma a fin de poderla ejecutar con
precisión al supuesto de hecho, sino de llegar a un resultado que permita excluir la validez de los actos
normativos que sean contrarios a la Constitución.
Marcos Dámaso
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TEMA 4: LA CONSTITUCIÓN COMO FUENTE DEL DERECHO
La primera opción de la C.E. se encuentra en el art. 1.1: España se constituye en un Estado social y
democrático de Derecho...
Esta compleja expresión intenta definir el régimen político, si bien éste no cobra
todo su perfil en tanto no se relacione dicho precepto con otros que constituyen sendas opciones políticas.
Frente a quienes creen que una declaración como ésta no tiene valor normativo, sostenemos que
contiene un principio estructural de primer orden que se desarrolla a lo largo del articulado y que, además,
impregna todo el texto constitucional y el resto del Ordenamiento jurídico.
La reforma de la propia naturaleza de estos principios equivaldría a una revisión total de la
Constitución, su modificación daría lugar a otra Constitución.
3 rasgos peculiares:
1) Del Estado de Derecho han derivado el principio de legalidad y el principio de división de poderes
2) Del Estado democrático, el principio del sufragio universal
3) Del Estado social, el reconocimiento de un conjunto de derechos sociales, y la subsiguiente
intervención estatal en la vida pública.
A. UN ESTADO DEMOCRÁTICO.
No sólo el art. 1 de la C.E., sino también el Preámbulo, al afirmar que la nación española proclama su
voluntad, por un lado, de garantizar la convivencia democrática y, por otro, de establecer una sociedad
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democrática avanzada.
Un régimen democrático no es únicamente un régimen en donde el poder procede del
pueblo, sino sobre todo aquel en donde el pueblo participa, de acuerdo con una concepción plural de la
sociedad, en las decisiones del poder y en donde la voluntad del pueblo puede llevar tan lejos el proceso que
quede abierto el camino a cualquier ideología, incluida, claro está, la socialista.
La C.E. posibilita tal objetivo puesto que sitúa la soberanía en el pueblo, reconoce el pluralismo
político y social, al mismo tiempo que establece una serie de instancias en diversos niveles para que el pueblo
participe bien directamente, bien por medio de representantes en las decisiones que le afectan.
Existe base institucional suficiente para crear un Estado democrático avanzado.
B. UN ESTADO DE DERECHO.
La expresión Estado de Derecho, formulada ya con intención rupturista en el Preámbulo, es confirmada
después en el art. 1 C.E. De esta manera se señala la necesidad de que el Estado español futuro se caracterice
por los rasgos de un Estado en el que predomine el gobierno de las leyes y no el de los hombres.
Max Weber, al formular su teoría de la legitimidad racional, es decir, la legitimidad aceptada por los
ciudadanos en base a la racionalidad que implica la ley como fundamento de las sociedades modernas, puso
también las bases teóricas del Estado de Derecho. No es otra la concepción que la CE 1978 quiere poner en
práctica en lo que respecta al Estado a que da lugar. Significación que tiene especial importancia por
comparación con el Estado de Leyes, que no de Derecho, existente en nuestro país durante los cuarenta años
del régimen franquista.
El pueblo español ha obtenido de forma definitiva la titularidad de la soberanía y se acepta que la ley
es la expresión de la voluntad general, se han puesto las bases para la existencia de un auténtico Estado de
Derecho inspirado en la defensa y reconocimiento de los derechos fundamentales. Se confirma así la teoría de
que en un Estado de Derecho los derechos fundamentales no aparecen como concesiones, sino como el
corolario de la soberanía popular, a través de cuyo principio la ley no sólo implica un deber, sino también un
derecho para el individuo.
C. UN ESTADO SOCIAL.
Los redactores del texto han superado la visión individualista y anacrónica del Estado liberal de
Derecho y la han sustituido por la expresión “Estado social de Derecho”.
Ese Estado social que se propugna
es decididamente intervencionista, activo, un Estado dotado de un ejecutivo fuerte.
Especialmente en el Capítulo III del T.I, donde se contienen los principios rectores de la política social y
económica del nuevo Estado.
De no llevarse a cabo el desarrollo de tales principios, el Estado futuro no pasaría
de ser un mero Estado demo-liberal, categoría discutible en una sociedad moderna con profundos
planteamientos socializantes.
Una monarquía parlamentaria.
El art. 1.3. C.E. señala que la “forma política del Estado español es la monarquía parlamentaria”. Tal fórmula
requiere tres observaciones generales:
• Se ha afirmado que la monarquía en la actualidad es una forma de Gobierno y no de Estado.
• Mantiene la monarquía cuyo origen representa el único eslabón que enlaza el nuevo Estado
democrático con el Estado franquista anterior.
• Este régimen político se encuentra encuadrado dentro de los sistemas parlamentarios occidentales,
basados en una estructura de gobierno derivada de la colaboración entre los poderes legislativo y
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ejecutivo.
Un Estado de las Autonomías.
El último principio que caracteriza al Estado configurado
por la C.E., esto es, su carácter descentralizado, aparece también como una respuesta, en forma de
contrapunto, al Estado franquista.
Sin llegar al Estado federal que preconizaba el proyecto de la República, va más allá de la Constitución de
1931 en el doble sentido:
• Admite la realidad plurinacional y no sólo regional.
• Establece un sistema flexible de competencias.
La tipicidad de la Constitución española consiste en
que el método adoptado para crear dicho Estado de las autonomías aplaza al futuro su total
configuración.
La norma no publicada, según los requisitos exigidos, no se perfecciona y, por tanto, no se puede exigir
su cumplimiento.
Este principio ya estaba recogido en nuestro CC. Su art.1 indica que las normas sólo obligan
a partir de su promulgación y, consecuentemente, de su publicación. Su art. 2.1 aclara por su parte que las
leyes entrarán en vigor a los veinte días de su completa publicación en el BOE, si en ellas no se dispone otra
cosa.
F. PRINCIPIO DE IRRETROACTIVIDAD.
El art. 9.3 CE menciona igualmente el principio de irretroactividad de las disposiciones sancionadoras
no favorables o restrictivas de derechos.
La Constitución parece romper con la tradición de nuestro país en esta materia. El art. 2.3 del CC
señala que las leyes no tendrán efecto retroactivo si no disponen lo contrario. Es decir, según esta regla, lo
normal era la irretroactividad, y la excepción, en los casos en que se señalaba así, los efectos retroactivos.
Opina Ignacio de Otto que no se garantiza la irretroactividad para las disposiciones que no sean sancionadoras
desfavorables ni restrictivas de derechos individuales, de modo que, fuera de los dos supuestos sobre los que
cae la prohibición constitucional, las normas pueden ser retroactivas o irretroactivas. Pero para ser retroactivas
tendrá que decirlo expresamente.
G. PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD DE LOS PODERES PÚBLICOS.
De esta forma se constitucionaliza en el ámbito del Derecho público, un principio tradicional en el
Derecho privado que venía recogido por el art. 1902 del CC, al señalar que el que por acción u omisión causa
daño a otro interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño.
La expresión utilizada en el art. 9.3 se refiere a todos los poderes. La única excepción a este principio
es la que se refiere al Jefe del Estado, puesto que el art. 56.3 CE indica que es inviolable y no está sujeto a
responsabilidad.
Marcos Dámaso
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H. PRINCIPIO DE LA INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD DE LOS PODERES
PÚBLICOS.
Comporta la constitucionalización de un principio esencialmente doctrinal. La Administración para
llevar a cabo su función dispone de dos tipos de poderes: reglados y discrecionales.
La Administración para
llevar a cabo su función dispone de dos tipos de poderes: las potestades regladas y las discrecionales. Las
primeras son aquellas que vienen casuísticamente reguladas por la ley y que, por tanto, deben adecuarse al
principio de legalidad. Las segundas, por el contrario, se basan en la libertad de acción o en la libre apreciación
de las autoridades, estando exentas de toda vinculación legal concreta, Es más, se llega a decir así que la
Administración podría hacer todo aquello que la ley no prohíbe.
De esta forma, al ejercer su potestad en el
espacio extralegal no estaría vinculada rígidamente por el principio de legalidad y quedaría exenta de cualquier
control jurisdiccional. Incluso tal exención se podría extender también a su potestad reglada, pues en toda
decisión administrativa siempre existe un margen de acción discrecional.
No pueden existir potestades discrecionales al margen de la ley, sino en virtud de la ley y según lo que la ley
haya dispuesto. A tal efecto se pueden señalar al menos cuatro elementos de la discrecionalidad de la
Administración que deben ser reglados por la ley:
1. El reconocimiento de la potestad discrecional.
No pueden existir facultades discrecionales al margen de la ley, sino en virtud de la ley y según lo que
la ley haya dispuesto.
Se pueden combatir las arbitrariedades a través de tres métodos:
• En primer lugar, se pueden combatir las arbitrariedades por medio del recurso basado en el exceso de
poder y que denuncia los vicios de incompetencia del órgano que dicta el acto o los vicios de forma
si no ejerce su competencia según los cauces adecuados.
• En segundo lugar, se pueden recurrir también a causa de la desviación de poder que se basa en que
la libertad de decisión que se confiere a un órgano no le permite apartarse del fin previsto por la norma
habilitante.
• Finalmente, también cabe el recurso por infracción de los principios generales del Derecho, en
especial cuando se dé la iniquidad manifiesta.
Marcos Dámaso
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TEMA 5: REGULACIÓN CONSTITUCIONAL DE LAS FUENTES
Dentro de la pirámide normativa, inmediatamente por debajo de la Constitución, está situada la Ley.
Esta es el producto de la voluntad popular, ya que es la norma que emana del Parlamento, formado por los
representantes elegidos directamente por el pueblo soberano.
Que la Ley sea expresión de la voluntad popular y que el Pueblo sea el depositario de la soberanía
nacional no significa que la ley no tenga límites, pues, su actuación debe realizarse dentro del marco de la
norma constitucional.
La mayoría de los autores, al hablar del concepto de ley, aluden a un aspecto material y a un aspecto formal:
• Desde el punto de vista material se entiende que la ley es una norma general y abstracta cuyo contenido
se refiere a ciertas materias, como las referidas a las libertades de los ciudadanos, a las relaciones de
éstos entre sí, de sus relaciones con el Estado o las que tratan sobre la propiedad de los particulares.
• Desde el punto de vista formal la Ley es la norma elaborada por el Parlamento de acuerdo con el
procedimiento establecido para ello.
Hay determinadas materias que por su importancia sólo pueden
ser reguladas mediante ley de Cortes.
Esta reserva de Ley puede venir determinada por la
Constitución. Algunos ejemplos de ello serían los artículos 53.1, 124.2, 129.2 de la CE.
En otras ocasiones el propio Parlamento regula una materia y desde ese momento se produce una congelación
del rango normativo.
La Ley es el acto jurídico aprobado por las Cortes Generales con tal carácter y
denominación que, de acuerdo con el procedimiento establecido en el Capítulo 2º del Título III de la
Constitución, regula las materias no reservadas por ésta a otras fuentes del Derecho. La Constitución adopta
un concepto formal de ley.
Las Leyes poseen rango, fuerza y valor de Ley, atributos que la Constitución concede, a veces de manera no
global, a otras normas jurídicas:
• El rango de ley alude a la posición de las normas en el Ordenamiento jurídico, a su orden jerárquico.
• La fuerza de Ley alude a la relación de la ley con las otras normas del Ordenamiento jurídico.
• El valor de Ley alude al tratamiento del acto normativo en el Ordenamiento jurídico.
Hay determinadas materias que por su importancia sólo pueden regularse mediante ley, es decir, por la
norma que ocupa el escalón más alto de la jerarquía normativa (a excepción de la Constitución), porque así se
garantiza que dicha materia sea regulada directamente por los representantes del pueblo.
Esta reserva de ley puede venir determinada por la Constitución. Algunos ejemplos son:
- Artículo 53.1: “los derechos y libertades reconocidos en el Capítulo II del presente Título
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vinculan a todos los poderes públicos. Sólo por ley, que en todo caso debería respetar su
contenido esencia, podrá regularse el ejercicio de tales derechos y libertades, que se tutelarán
de acuerdo con lo previsto en el artículo 161.1 a)
- Artículo 124.2: “la ley regulará el estatuto orgánico del Ministerio fiscal”
- Artículo 128.2: “se reconoce la iniciativa pública en la actividad económica. Mediante ley se
podrá reservar al sector público recursos o servicios esenciales, especialmente en caso de
monopolio y asimismo acordar la intervención de empresas cuando así lo exigiere el interés
general”.
En otras ocasiones el propio Parlamento regula una materia y desde ese momento se produce una
“congelación de rango normativo”, lo que impide que dicha materia pueda ser regulada en el futuro mediante
una norma de rango inferior a la ley a no ser que el propio Parlamento invierta su acción, deslegalizando dicha
materia.
Aunque hemos dicho que la Ley es la norma elaborada por el Parlamento tenemos que hacer dos
consideraciones:
1. España es un Estado Autonómico, los parlamentos autonómicos también elaboran leyes que tienen el
mismo rango normativo que las leyes estatales. La diferencia no es jerárquica sino competencial.
2. Hay supuestos en los que el Gobierno de la Nación tiene potestad para elaborar normas con rango de
ley (Decretos-Leyes y Decretos- Legislativos).
A. LA LEY ORGÁNICA.
Al mismo tiempo que la Constitución adopta como criterio general un concepto formal de Ley,
establece un tipo especial: la Ley orgánica.
El art. 81 CE establece que:”1. Son Leyes orgánicas las relativas
al desarrollo de los Derechos Fundamentales y de las libertades públicas, las que aprueban los Estatutos de
Autonomía y el régimen electoral general y las demás previstas en la Constitución. 2. La aprobación,
modificación o derogación de las Leyes orgánicas exigirá mayoría absoluta del Congreso, en una votación
final sobre el conjunto del proyecto”.
Materias reservadas a la Ley orgánica:
1. Desarrollo de los Derechos Fundamentales y de las libertades públicas.
2. Las Leyes que aprueben los Estatutos de Autonomía.
3. El Régimen electoral general.
B. OTRAS LEYES.
Hay otras leyes que podríamos llamar especiales. Conviene conocer su denominación y de manera sucinta qué
las hace particulares:
1. Leyes de delegación (art. 82 CE). Aquellas mediante las Cortes Generales autorizan al Gobierno de la
Nación para que elaboren los llamados Decretos legislativos. Las leyes de delegación pueden ser leyes
ordinarias o leyes de base según se el cometido que el Parlamento encarga al Gobierno.
2. Leyes marco (art.150.1 CE). Las Cortes Generales, en materia de competencia estatal, pueden atribuir
a una o todas las CCAA la facultad de dictar para sí normas legislativas, que deberán atenerse a los
principios, bases y directrices contenidos por una ley estatal, denominada ley marco
3. Leyes de transferencia o delegación (art. 150.2 CE). Son las leyes orgánicas por las cuales el Estado
transfiere o delega a las CCAA facultades correspondientes a materias de titularidad estatal que por su
propia naturaleza sea susceptible de transferencia o delegación
4. Leyes de armonización (art. 150. 3 CE). El Estado puede dictar leyes, cuando así lo exija el interés
general, para armonizar las disposiciones normativas de las CCAA, incluso aunque se trate de materias
atribuidas a la competencia de las propias CCAA.
5. Ley de Presupuestos Generales del Estado (Art.134). Una de sus peculiaridades es que sólo al
Gobierno de la Nación le corresponde la iniciativa de presentar el proyecto de la Ley PGE, aunque
ésta será aprobada, como cualquier ley estatal, por las Cortes Generales.
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2. NORMAS CON VALOR DE LEY: DECRETOS LEYES Y DECRETOS LEGISLATIVOS.
A. EL DECRETO LEGISLATIVO.
Los Decretos-Legislativos están regulados en los artículos 82, 83, 84 y 85 de la CE, Capítulo II, Título
III.
El Decreto-Legislativo es aquel acto normativo del Gobierno que contiene normas con valor y fuerza de
Ley en virtud de la delegación que, a estos efectos, le ha sido concedida por las Cortes Generales (art.85 CE).
Los Decretos-Legislativos requieren dos actos diferentes, provenientes de dos sujetos distintos:
Primero, la iniciativa de las Cortes Generales de autorización al Gobierno para que dicte el Decreto-
Legislativo, y segundo, el cumplimiento por el Gobierno del encargo que le hacen las Cortes Generales.
La
delegación legislativa habrá de otorgarse al Gobierno de forma expresa para materia concreta y con fijación
de plazo para su ejercicio (art.82.3 CE).
La delegación legislativa exige que se cumplan todos y cada uno de los siguientes extremos:
• Que la delegación del ejercicio de la potestad legislativa se realice mediante ley formal.
• Que se produzca de forma expresa.
• Que la delegación sea al Gobierno.
• Que sea para materia concreta.
• Que se establezca un plazo de tiempo determinado para ejercitarla.
• Que una vez haya sido utilizada la delegación queda agotada.
Las Leyes de delegación delimitarán con precisión el objeto y alcance de la delegación legislativa y los
principios y criterios que han de seguirse en su ejercicio (art. 82.4 CE).
La Ley de delegación puede ser de
dos clases según la finalidad perseguida:
1. Ley de bases, cuando su objeto sea la formación de textos articulados.
• Las Leyes de bases no podrán en ningún caso: autorizar la modificación de la propia Ley de
bases
• La Ley de bases no facultar para dictar normas con carácter retroactivo.
2. Ley ordinaria, cuando se trate de refundir varios textos legales en un solo. En este caso la Ley
determinará el ámbito normativo a que se refiere el contenido de la delegación. Debe determinarse si
cabe la regulación, aclaración y armonización de los textos que se van a refundir o si tiene que ceñirse
a una mera refundición de normas.
Quedan excluidas de la delegación las materias reservadas a la Ley orgánica, Leyes de armonización y la
Ley presupuestaria.
En vigor la Ley de la delegación legislativa, las Cortes deben abstenerse de legislar sobre
la materia delegada.
La delegación tiene como efecto la adopción por el Gobierno de una norma con fuerza de Ley y produce
efectos desde su publicación. Dictada ésta, mientras no sea derogada produce plenos efectos.
Están sometidos
a un doble control: en primer lugar, un control de constitucionalidad material, y en segundo lugar, un control
de adecuación del ejercicio de la potestad legislativo por el Gobierno.
Las Leyes de delegación pueden establecer fórmulas adicionales de control (art.82.6 CE).
El control por
parte de los Tribunales. En este supuesto conviene distinguir el control realizado por los Tribunales ordinarios
y el del Tribunal Constitucional:
a) Los Tribunales ordinarios pueden controlar los excesos del decreto- legislativo cuando el Gobierno se
haya excedido en su elaboración. En este supuesto los artículos no amparados por la delegación
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legislativa quedarán privados de fuerza de ley.
b) Los decretos-legislativos en cuanto normas con rango de ley quedan sometidos al control de
constitucionalidad realizado por el TC art. 161.1.a) CE.
El control por parte del Congreso de los Diputados, el art. 153 del Reglamento de la Cámara establece
cómo es el mecanismo de control en este caso:
o Si en el plazo de un mes desde la publicación del Decreto- Legislativo ningún Diputado o Grupo
Parlamentario formula objeciones, se entiende que el Gobierno ha hecho un uso correcto de la
delegación.
o Si dentro de ese plazo se formula alguna objeción mediante escrito dirigido a la Mesa del Congreso,
ésta lo remitirá a la Comisión que corresponda, que deberá emitir un dictamen al respecto.
o El dictamen se debatirá en el Pleno de la Cámara.
o Los efectos jurídicos del control serán los que se hubieran previsto en la propia ley de delegación.
B. EL DECRETO LEY.
El Decreto-Ley es una disposición legislativa provisional dictada por el Gobierno en caso de necesidad
urgente y extraordinaria (art. 86.1 CE). Es una norma con rango de ley cuya validez provisional está limitada
a 30 días a partir de la fecha de su promulgación.
La CE establece tres restricciones al uso del Decreto-Ley:
1. Existencia de un presupuesto habilitante.
2. Limitación del ámbito material.
3. Su validez provisional requiere su convalidación por el Congreso de los Diputados.
El Decreto-Ley no puede afectar:
1. Al ordenamiento de las instituciones básicas del Estado.
2. A los derechos, deberes y libertades de los ciudadanos regulados en
el Título I de la CE.
3. Al régimen de las CCAA.
Durante su período de vigencia, el Pleno del Congreso de los Diputados, o en su caso la Diputación
Permanente, debe examinarlo y decidir su convalidación o derogación.
Cuando ha sido convalidado se
incorpora como tal con carácter estable al Ordenamiento jurídico. Su naturaleza jurídica no se transforma
mediante la convalidación.
La CE establece que en el mismo plazo de 30 días las Cortes podrán tramitarlos como proyectos de ley
por el procedimiento de urgencia.
El control de los Decretos-Leyes, puede provenir de dos sujetos distintos:
1. Control por el Congreso, ya que en el trámite de debate y votación puede optar por derogarlo y ello
supondría que la Cámara no comparte la forma en que el Gobierno ha afrontado esa situación urgente
y extraordinaria.
2. Control por el TC que puede declarar su inconstitucionalidad. Las dos situaciones que llevarían a
declarar la inconstitucionalidad son que no hubiera hecho habilitante o que el Decreto-Ley hubiera
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incidido en alguna materia que tiene vedada.
La C.E. señala diversas modalidades de intervención de las Cortes Generales en el perfeccionamiento de los
Tratados según su clase:
1. Aprobación mediante Ley Orgánica de los Tratados que atribuyan a una institución u organismo
internacional el ejercicio de competencias derivadas de la Constitución (art. 93 C.E.).
2. La autorización previa de las Cortes Generales en los siguientes casos:
• Tratados de carácter político (art.94.1.a CE)
• Tratados de carácter militar (art. 94.1.b CE)
• Tratados que afecten a la integridad territorial del Estado o a los derechos y deberes fundamentales
del Título I CE (art.94.1.c)
• Tratados que impliquen obligaciones financieras para la Hacienda Pública (art.94.1.d CE).
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• Tratados que supongan modificación o derogación de alguna ley o exijan medidas legislativas para
su ejecución (art.94.1.e CE).
• Para los restantes Tratados las Cortes Generales deben ser informadas de su conclusión (art.94.2
CE).
El Tribunal Constitucional ejerce funciones de control respecto de los Tratados Internacionales en el
sentido en que debe determinar si hay contradicción en relación con el texto constitucional y entre un Tratado
Internacional que ya esté ultimado, pero al que aún no se haya prestado el consentimiento (art. 95 CE).
El
Tratado es una norma de Derecho Internacional que obliga al Estado signatario y por tanto debe producir
efectos internos. Los Tratados internacionales válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en
España, formarán parte del Ordenamiento interno (art. 96.1 CE). A partir de su publicación los Tratados
producen efectos jurídicos en España.
La modificación, derogación o suspensión de un Tratado Internacional
no podrá hacerse según las normas internas del Estado, sólo podrá realizarse de acuerdo con la previsto en el
propio Tratado, o según lo que dispongan las normas del Derecho Internacional.
En cuanto a la posición
jerárquica de los Tratados Internacionales no hay una postura unánime, en todo caso las materias reguladas
por los Tratados internacionales quedan fuera de la competencia normativa ordinaria de los órganos internos
estatales.
c) Por su origen:
1. Reglamentos estatales:
- Real-Decreto del Presidente del Gobierno
- Real-Decreto del Consejo de ministros
- Orden Ministerial
2. Reglamentos autonómicos:
- Decreto del Presidente de la CA
- Decreto del Consejo de Gobierno de la CA
- Orden de Consejería
3. Reglamentos de los Entes Locales:
- Bando de la Alcaldía
- Ordenanza Municipal
- Reglamento Municipal
4. Reglamentos de los Entes Institucionales.
5. Reglamentos de los Entes Corporativos (colegios profesionales).
En cuanto a la eficacia de los Reglamentos, se deben tener en cuenta al menos las siguientes consideraciones:
- Los Reglamentos son eficaces desde su publicación en el BO correspondiente, salvo que se
establezca otro plazo diferente
- La derogación de un Reglamento se realizad por la misma autoridad que lo dictó, que también
puede modificarlo parcialmente
- En ningún caso cabe la derogabilidad singular, es decir, derogar un Reglamento para una o
unas personas determinadas, ya que ello creará situaciones de privilegio.
El control sobre la legalidad de los Reglamentos corresponde a la jurisdicción ordinaria (art. 117.1
CE).
El art. 62 de la LRJAP señala los motivos de nulidad de pleno derecho de las disposiciones
administrativas, lo que es también aplicable a los Reglamentos, entre ellos:
1. Que vulneren la Constitución, las leyes u otras disposiciones de rango superior.
2. Que regulen materias reservadas a la Ley.
3. Que establezcan la retroactividad de disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos
individuales.
De todas las formas de control la más habitual es mediante el recurso directo, impugnando los reglamentos
ilegales ante los Tribunales de lo Contencioso-administrativo.
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5. LA JURISPRUDENCIA. LA COSTUMBRE. OTRAS FUENTES.
A. LA JURISPRUDENCIA.
La tarea judicial consiste en la función de realización o de elaboración e individualización del Derecho.
Incumbe al juez o al jurista la misión más importante de individualizar el Derecho, integrarlo con soluciones
nuevas y, dentro de ciertos límites, adaptarlo a la vida y rejuvenecerlo.
B. LA COSTUMBRE.
La costumbre sólo regirá en defecto de ley aplicable, siempre que no sea contraria a la moral o al orden
público y que resulte probada.
Los usos jurídicos que no sean meramente interpretativos de una declaración
de voluntad tendrán la consideración de costumbre (art. 1.3 CC).
C. OTRAS FEUNTES.
Los principios generales del Derecho se aplicarán en defecto de ley o de costumbre, sin perjuicio de
su carácter informador del ordenamiento jurídico (art.1.4 CC).
La doctrina científica no es ni fuente directa ni indirecta del Derecho, sino instrumento de
descubrimiento y facilitación normativa en beneficio de las verdaderas fuentes de éste.
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TEMA 6: LA UNIÓN EUROPEA Y EL FENÓMEO DE LA INTEGRACIÓN
SUPRANACIONAL
Nos vamos a referir a lo largo del tema a la situación de la UE tras el Tratado de Lisboa, esto es, desde el
Tratado por el que se modifican el Tratado de la Unión Europea y el Tratado Constitutivo de la Comunidad
Europea, hecho en Lisboa el 13 de diciembre de 2007, que constituye el último paso en la reforma organizativa de
la Unión.
Hay que tener en cuenta que, a partir del Tratado de Lisboa, las palabras «la Comunidad» o «la Comunidad
Europea» se sustituyen por «la Unión»; las palabras «de las Comunidades Europeas» o «de la CEE» se sustituyen
por «de la Unión Europea»; y los adjetivos «comunitario», «comunitaria», «comunitarios» y «comunitarias” por
“de la Unión”.
A. EL PARLAMENTO EUROPEO:
Como se ha dicho, el Parlamento Europeo está compuesto por representantes de los ciudadanos de la
Unión. Su número no puede exceder de setecientos cincuenta, más el Presidente. La representación de los
ciudadanos es decrecientemente proporcional, con un mínimo de seis diputados por Estado miembro y no se
asignará a ningún Estado miembro más de noventa y seis escaños.
La labor del Parlamento Europeo se desarrolla en tres sedes: Bruselas (Bélgica), Luxemburgo y
Estrasburgo (Francia). En Luxemburgo se encuentran las oficinas administrativas (la "Secretaría
General"). Las reuniones del Parlamento en pleno ("sesiones plenarias") tienen lugar en Estrasburgo y
Bruselas. Las reuniones de las comisiones también se celebran en Bruselas.
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B. EL CONSEJO EUROPEO:
El Consejo Europeo fija el rumbo y las prioridades políticas generales de la UE y trata las cuestiones
complejas o sensibles que no puedan ser resueltas en el nivel inferior de la cooperación intergubernamental.
A pesar de su peso a la hora de dictar la agenda política de la UE, no tiene competencias para
aprobar legislación.
Está compuesto por los Jefes de Estado o de Gobierno de los Estados miembros, así como por su
Presidente, que es quien preside sus reuniones, y por el Presidente de la Comisión.
Participa en sus trabajos también el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de
Seguridad.
Se reúne dos veces por semestre por convocatoria de su Presidente. Cuando el orden del día lo exija, los
miembros del Consejo Europeo podrán decidir contar, cada uno de ellos, con la asistencia de un ministro y, en el
caso del Presidente de la Comisión, con la de un miembro de la Comisión. Cuando la situación lo exija, el
Presidente convocará una reunión extraordinaria del Consejo Europeo.
El Consejo Europeo se pronuncia por consenso, excepto cuando los Tratados dispongan otra cosa. Los
presidentes del Consejo Europeo y la Comisión y el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y
Política de Seguridad no emiten su voto.
Elige a su Presidente por mayoría cualificada para un mandato de dos años y medio, que podrá renovarse
una sola vez. En caso de impedimento o falta grave, el Consejo Europeo puede poner fin a su mandato por el
mismo procedimiento.
Está compuesto por un representante de cada Estado miembro, de rango ministerial, facultado para
comprometer al Gobierno del Estado miembro al que represente y para ejercer el derecho de voto.
Se pronuncia por mayoría cualificada, excepto cuando los Tratados dispongan otra cosa.
Esa mayoría cualificada, denominada doble mayoría, se alcanza cuando suponga en términos de
representación el 55% de los Estados y el 65% de la población total de la UE.
Para bloquear una decisión, son necesarios al menos cuatro países (que representen, como mínimo, al
35% de la población total de la UE).
En las votaciones referentes a temas sensibles, como seguridad, asuntos exteriores o impuestos, las
decisiones del Consejo tienen que adoptarse por unanimidad. Esto significa que un solo país puede vetar una
decisión.
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El Consejo ejerce conjuntamente con el Parlamento Europeo la función legislativa y la función
presupuestaria. También ejerce funciones de definición de políticas y de coordinación, en las condiciones
establecidas en los Tratados.
D. LA COMISIÓN:
La Comisión representa y defiende los intereses del conjunto de la UE, elabora propuestas de nueva
legislación europea y gestiona la labor cotidiana de poner en práctica las políticas y hacer uso de los fondos
europeos.
Básicamente, sus funciones son:
En efecto, le corresponde tomar las iniciativas adecuadas con este fin, así como velar por que se apliquen los
Tratados y las medidas adoptadas por las instituciones en virtud de éstos, supervisar la aplicación del Derecho de
la Unión bajo el control del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, ejecutar el presupuesto y gestionar los
programas. Ejerce asimismo funciones de coordinación, ejecución y gestión, de conformidad con las condiciones
establecidas en los Tratados. Con excepción de la política exterior y de seguridad común y de los demás casos
previstos por los Tratados, asumirá la representación exterior de la Unión. Adoptará las iniciativas de la
programación anual y plurianual de la Unión con el fin de alcanzar acuerdos interinstitucionales.
Los actos legislativos de la Unión sólo pueden adoptarse a propuesta de la Comisión, excepto cuando los
Tratados dispongan otra cosa. Los demás actos se adoptarán a propuesta de la Comisión cuando así lo establezcan
los Tratados.
El mandato de la Comisión será de cinco años. Los miembros de la Comisión son elegidos por el Consejo
Europeo, en razón de su competencia general y de su compromiso europeo, entre personalidades que ofrezcan
plenas garantías de independencia. Asimismo, el Consejo Europeo elige a su Presidente. Sin embargo, el
nombramiento de todos los Comisarios, incluido el Presidente, está sometido a la aprobación del Parlamento
Europeo. En el desempeño de su cargo deben rendir cuentas al Parlamento, que es el único órgano que puede
disolver la Comisión.
La Comisión ejerce sus responsabilidades con plena independencia. Sus miembros no pueden solicitar ni
aceptar instrucciones de ningún gobierno, institución, órgano u organismo, y se deben abstener de todo acto
incompatible con sus obligaciones o con el desempeño de sus funciones.
La Comisión está formada por un nacional de cada Estado miembro, incluidos su Presidente y el Alto
Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, que será uno de sus Vicepresidentes.
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Su sede está repartida entre Bruselas y Luxemburgo, aunque tiene oficinas en todos los países de la UE.
La jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (que pasa a llamarse Tribunal de
Justicia con el Tratado de Lisboa), ha sido decisiva para el desarrollo de la Unión al ir proclamando los grandes
principios de articulación del derecho interno y el derecho comunitario y en particular los principios de efecto
directo y primacía del derecho comunitario, a los que nos referiremos más adelante.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea, con sede en Luxemburgo, comprenderá el Tribunal de Justicia
y el Tribunal General.
En cuanto al Tribunal de Justicia, está compuesto por un juez por Estado miembro, que están asistidos por
11 abogados generales.
Los jueces y los abogados generales son designados de común acuerdo por los Gobiernos de los Estados miembros.
Su mandato es de seis años con posibilidad de renovación.
Los jueces y abogados generales del Tribunal de Justicia y los jueces del Tribunal General serán elegidos de entre
personalidades que ofrezcan plenas garantías de independencia y reúnan las condiciones requeridas para el
ejercicio, en sus respectivos países, de las mas altas funciones jurisdiccionales o que sean jurisconsultos de
reconocida competencia.
1. Cuestiones prejudiciales, cuando los órganos jurisdiccionales nacionales piden al Tribunal de Justicia
que interprete un punto del Derecho de la UE.
2. Recursos por incumplimiento, interpuestos contra los Estados de la UE por no aplicar el Derecho de
la UE.
3. Recursos de anulación, mediante los cuales se solicita la anulación de normas de la UE que se
considera que vulneran los Tratados o los derechos fundamentales de la UE.
4. Recursos por omisión, contra las instituciones de la UE por no haber tomado las decisiones que
debían tomar.
5. Recursos de casación, limitados a las cuestiones de Derecho contra las sentencias y autos del
Tribunal General.
En cuanto al Tribunal General, está compuesto en la actualidad (octubre de 2018) por 45 Jueces
pertenecientes a los Estados miembros. Los Jueces son nombrados de común acuerdo por los Gobiernos de los
Estados miembros, previa consulta a un comité encargado de emitir un dictamen sobre la idoneidad de los
candidatos. Su mandato es de seis años, con posibilidad de renovación. Los Jueces designan entre ellos, por
tres años, a su Presidente. Además, nombran a un Secretario pro un período de seis años.
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Los Jueces ejercen sus funciones con toda imparcialidad y con total independencia.
Contrariamente al Tribunal de Justicia, el Tribunal General no dispone de Abogados Generales permanentes.
• Los recursos directos interpuestos por personas físicas o jurídicas y dirigidos contra los actos de las
instituciones y de los órganos y organismos de la Unión Europea (de los que sean destinatarias o que
les afecten directa e individualmente), contra los actos reglamentarios (que les afecten directamente y
que no incluyan medidas de ejecución) o contra la inacción de dichas instituciones, órganos y
organismos;
• Los recursos formulados por los Estados miembros contra la Comisión;
• Los recursos formulados por los Estados miembros contra el Consejo en relación con los actos
adoptados por éste en el ámbito de las ayudas de Estado, las medidas de defensa comercial
(«dumping») y los actos por los que ejerce competencias de ejecución;
• Los recursos dirigidos a obtener la reparación de los daños causados por las instituciones de la Unión
Europea o sus agentes;
• Los recursos basados en contratos celebrados por la Unión Europea que prevean expresamente la
competencia del Tribunal General;
• Los recursos en el ámbito de la propiedad intelectual dirigidos contra la Oficina de Propiedad
Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) y contra la Oficina Comunitaria de Variedades Vegetales
(OCVV);
• Los litigios entre las instituciones de la Unión Europea y su personal relativos a las relaciones de
trabajo y al régimen de Seguridad Social.
Las resoluciones dictadas por el Tribunal General pueden ser objeto, en un plazo de dos meses, de un recurso
de casación limitado a las cuestiones de Derecho ante el Tribunal de Justicia.
Junto con las Instituciones, a las que nos hemos referido, existen un gran número de órganos de la Unión Europea,
entre otros, los siguientes:
El derecho de la Unión Europea goza de un sistema de fuentes propio, tanto de producción (las
Instituciones de la Unión, a las que nos hemos referido en el anterior epígrafe) como de exteriorización o
manifestación del derecho.
En primer lugar, hay que señalar que la delimitación de las competencias de la Unión se rige por
el principio de atribución. El ejercicio de las competencias de la Unión se rige por los principios de
subsidiariedad y proporcionalidad.
En virtud del principio de atribución, la Unión actúa dentro de los límites de las competencias
que le atribuyen los Estados miembros en los Tratados para lograr los objetivos que éstos determinan.
Toda competencia no atribuida a la Unión en los Tratados corresponde a los Estados miembros.
En virtud del principio de subsidiariedad, en los ámbitos que no sean de competencia exclusiva
de la Unión, el principio de subsidiariedad persigue proteger la capacidad de decisión y actuación de
los Estados miembros y legitima la intervención de la Unión sólo en caso de que los objetivos de la
acción pretendida no puedan ser alcanzados de manera suficiente por los Estados miembros, ni a nivel
central ni a nivel regional y local, sino que puedan alcanzarse mejor, debido a la dimensión o a los
efectos de la acción pretendida, a escala de la Unión.
En definitiva, el principio de subsidiariedad pretende determinar el nivel de intervención más
pertinente en los ámbitos de las competencias compartidas entre la UE y los Estados miembros. Se
puede tratar de una acción a escala europea, nacional o local. En cualquier caso, la UE solo puede
intervenir cuando su actuación sea más eficaz que la de los Estados miembros.
En virtud del principio de proporcionalidad, el contenido y la forma de la acción de la Unión
no excederán de lo necesario para alcanzar los objetivos de los Tratados.
En cuanto a las fuentes formales o de manifestación o exteriorización, podemos agruparlas en dos grupos:
el derecho originario y el derecho derivado.
A.- Los Tratados Constitutivos de las Comunidades Europeas, que las han creado y les han atribuido sus
competencias iniciales
Posteriores Tratados y Actos han ido modificando el esquema de funcionamiento de las Instituciones,
creando nuevos órganos.
Poco a poco, a través de estos nuevos Tratados y Actos modificativos se han ido unificando las
Instituciones de las tres Comunidades iniciales y adaptándolas a las adhesiones de nuevos Estados hasta llegar a
la situación actual.
Estas reformas se inician ya con el Convenio sobre determinadas Instituciones Comunes a las
Comunidades Europeas, concluido en Roma el 25 de marzo de 1957, por el que se unifican el Tribunal de Justicia
y la Asamblea.
A partir de aquí van surgiendo nuevos Tratados, entre los que destaca por su importancia para el futuro
de la Unión, el Acta Única Europea (1986), el Tratado de la Unión Europea, firmado en Maastricht el 7 de febrero
de 1992, y en vigor desde el 1 de noviembre de 1993, al que sucedieron los Tratados de Niza y Ámsterdam, y que
culminan con el actual Tratado de Lisboa, por el que se modifican el Tratado de la Unión Europea y el Tratado
Constitutivo de la Comunidad Europea, hecho en Lisboa el 13 de diciembre de 2007, que constituye el último
paso en la reforma organizativa de la Unión.
Antes del Tratado de Lisboa se había aprobado el Tratado por el que se establecía una Constitución para
Europa firmado el 29 de octubre de 2004, si bien no obtuvo las ratificaciones necesarias de los Estados, por lo que
fue abandonado.
En la Constitución europea se identificaba el poder constituyente de la Unión con la voluntad de los
ciudadanos y de los Estados de Europa a construir un futuro común, por lo que hubiera dado lugar, de estar vigente,
a una verdadera confederación.
El Tratado debía ser ratificado por todos los Estados miembros de la UE antes de entrar en vigor. A pesar
de que doce Estados miembros llegaron a ratificar el texto (entre ellos, España tras una consulta popular), fracasó
el intento cuando en Francia y Holanda se rechazó en referendo.
Ello motivó un periodo de dudas e incertidumbres sobre el futuro de la Unión, que quedaron disipadas
tras la aprobación del Tratado de Lisboa que crea la Unión Europea.
Las normas de la Unión Europea se denominan actos jurídicos de la Unión. Las instituciones de la UE pueden
adoptar cinco tipos de actos:
• El Reglamento;
• La Directiva;
• La Decisión;
• La Recomendación;
• El Dictamen.
1) LOS REGLAMENTOS
Es un acto legislativo vinculante. Es un acto normativo de alcance general, obligatorio en todos sus
elementos tanto para los Estados miembros como para los particulares, directamente aplicable en todos los Estados
miembros.
a) Su alcance general. Esto es, se trata de un acto jurídico que se dirige a sujetos determinados de forma
abstracta y global, sean los Estados miembros o las personas físicas y jurídicas.
b) Obligatoriedad en todos sus elementos, esto es, tanto en cuanto al resultado que pretende alcanzar como
en cuanto a las modalidades de aplicación y ejecución del acto.
c) Aplicabilidad directa en cada Estado miembro, sin recepción o transformación en derecho interno, que
implica que dicha aplicación no necesita de la intervención del poder normativo nacional, sino que
despliega automáticamente y por si mismo la plenitud de efectos jurídicos en el ordenamiento interno de
los Estados miembros. Es aplicable en cada Estado miembro a partir de su entrada en vigor (después de
su publicación en el Diario Oficial de la Unión Europea).
De esta forma ningún Estado puede limitar o condicionar la aplicación directa de los Reglamentos, quedándole
tan solo la ejecución.
2) LAS DIRECTIVAS
La Directiva es un acto jurídico que obliga al Estado miembro destinatario en cuanto al resultado que deba
conseguirse, dejando, sin embargo, a las autoridades nacionales la elección de la forma y los medios.
Por tanto, la Directiva se distingue del Reglamento en que no se aplica al Derecho interno de los Estados
miembros directamente tras su entrada en vigor. La Directiva primero debe ser traspuesta por estos. En
consecuencia, la Directiva no incluye modalidades de aplicación; tan solo impone una obligación de resultado
a los Estados miembros. Estos últimos puede elegir libremente la forma y los medios para aplicarla.
Marcos Dámaso
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Se trata, pues, de un acto jurídico que presenta dos facetas:
En principio, la entrada en vigor no implica un efecto directo en las legislaciones nacionales. Para ello es
necesaria una segunda operación: la transposición, que es un acto adoptado por los Estados miembros
consistente en la aprobación de medidas nacionales destinadas a ajustarse a los resultados fijados por la
Directiva. Las autoridades nacionales deben comunicar estas medidas a la Comisión.
La Decisión es una norma jurídica que vincula a sus destinatarios en todos sus elementos y es
directamente aplicable. Una decisión puede dirigirse a las instituciones, órganos, organismos y funcionarios
de la Unión, a uno o varios de sus Estados miembros, o a particulares. Cuando designe destinatarios, la decisión
sólo obligará a estos.
Los Reglamentos y las Directivas que tengan por destinatarios a todos los Estados miembros, así como
las Decisiones que no indiquen destinatario, se publicarán en el Diario Oficial de la Unión Europea. Entrarán en
vigor en la fecha que ellos mismos fijen o, a falta de ella, a los veinte días de su publicación.
Las demás Directivas, así como las Decisiones que indiquen un destinatario, se notificarán a sus destinatarios y
surtirán efecto en virtud de dicha notificación.
La Recomendación tiene por objeto promover determinados comportamientos respecto de los Estados
miembros. Suele utilizarse en aquellas situaciones en las que bien resulta aún prematura la intervención
comunitaria a través de un acto obligatorio, o bien se trata de materias cuya competencia corresponde a los Estados
miembros.
El Dictamen es un acto de las Instituciones de la UE con objeto de expresar su parecer respecto a un asunto
determinado.
Marcos Dámaso
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4. LOS PRINCIPIOS DE PRIMACÍA Y EFECTO DIRECTO
De otra parte, debe señalarse que el principio de primacía del ordenamiento jurídico comunitario es
compatible con el principio de jerarquía normativa que sitúa a la Constitución española en la cúspide del
ordenamiento jurídico español. Tal como ha manifestado el Tribunal Constitucional en su Declaración 1/2004, la
proclamación de la primacía del derecho de la Unión, no contradice la supremacía de la Constitución. La
Constitución española es la norma suprema del ordenamiento jurídico español, y esta misma norma la que autoriza,
a través del artículo 93, la aplicación preferente del derecho europeo respecto de aquellas competencias cedidas a
la Unión. El derecho de la UE no es jerárquicamente superior, sino que es la propia Constitución española, que
sigue siendo la norma jurídica suprema, la que permite que el ordenamiento jurídico europeo desplace al
ordenamiento jurídico español en aquellos ámbitos competenciales que le son propios.
Por otra parte, como ya se ha dicho, la pertenencia de un Estado a la UE produce una distribución de
competencias entre ese Estado miembro y las Comunidades. El Estado se reserva un conjunto de competencias
bajo su soberanía y, por tanto, en esos ámbitos de soberanía estatal siguen rigiendo y generándose normas de
Marcos Dámaso
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derecho nacional, pero en las materias cedidas rige el derecho comunitario originario y derivado, donde imperan
los principios de primacía y efecto directo.
Ahora bien, conviene prestar atención a la articulación del derecho de la UE en el ordenamiento interno.
Concretamente, en el caso español, donde existe una distribución competencial entre el Estado y las Comunidades
Autónomas. En este sentido, el ordenamiento de la UE guarda un escrupuloso respeto a la forma de organización
territorial del Estado que se expresa en el "principio de la indiferencia del Derecho Comunitario a la estructura
constitucional interna de los Estados miembros".
Por ello, y en virtud del principio de autonomía institucional, la ejecución de las normas de la UE en los
Estados miembros es una cuestión de derecho interno, por lo que habrá que acudir a las normas constitucionales
de distribución de competencias y los Estatutos de Autonomía –en el caso español–, para determinar qué
institución: nacional o autonómica, será competente para ejecutar el derecho de la UE.
En todo caso, la responsabilidad última por incumplimiento es del Estado en cuanto ente soberano,
cualquiera que sea el órgano que dentro de ese Estado haya originado el incumplimiento
Marcos Dámaso
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TEMA 7: GARANTÍAS Y DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN
1. Reforma total.
2. Reforma parcial del Título preliminar, Cp.2o Secc.1a T.I, o al Título
II.
3. Reforma parcial que no recaiga sobre una parte del apartado anterior.
Para los dos primeros supuestos
la CE establece un único procedimiento en el art. 168.
Para el supuesto 3o establece otro
procedimiento regulado en el art. 167.
El procedimiento del art. 168 CE.
La iniciativa de reforma
debe ser presentada de forma articulada. Procedimiento:
• Aprobación del principio de reforma por 2/3 del Congreso y 2/3 del Senado.
• Disolución de las Cortes Generales, y convocatoria de elecciones generales.
• Ratificación por las nuevas Cortes de la decisión de proceder a la reforma,
tomada por mayoría simple del Congreso y mayoría absoluta del Senado.
Ratificada la decisión se procede del siguiente modo:
• Estudio y votación de las enmiendas presentadas y del texto del proyecto o
proposición de ley.
• El procedimiento seguido es el del legislativo ordinario.
• La aprobación de cada uno de los artículos sólo exige mayoría
simple.
• El texto final debe ser aprobado por mayoría de 2/3 de cada una de
las
Marcos Dámaso
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Cámaras.
Aprobada la reforma por las Cortes será sometida a referéndum para
su ratificación.
El procedimiento de reforma del art. 167 CE.
La iniciativa legislativa es examinada por las Cortes Generales de acuerdo con el procedimiento
legislativo ordinario, modificado por las exigencias constitucionales en los siguientes puntos:
Ø Aprobación por mayoría de 3/5 del Congreso y del Senado sobre el conjunto del proyecto. La
aprobación de cada uno de los artículos requiere sólo mayoría simple.
Ø En caso de desacuerdo, elaboración de un nuevo texto por una Comisión mixta y paritaria de diputados
y senadores. Para la aprobación del texto alternativo se pide mayoría de 3/5 de cada una de las
Cámaras.
Ø Si realizada la votación, la reforma no hubiese obtenido las mayorías indicadas, siempre que el texto
hubiere obtenido el voto favorable de la mayoría absoluta del Senado, el Congreso por mayoría de 2/3
podrá aprobar la reforma. En caso contrario se entenderá rechazada la reforma.
Ø Referéndum facultativo. Una décima parte de los miembros de cualquiera de las dos Cámaras, dentro
de los 15 días siguientes a su aprobación, podrán solicitar que sea sometida a referéndum, en cuyo
caso el Gobierno deberá convocarlo.
LÍMITES DE LA REFORMA.
En la medida en que el poder constituyente derivado es una creación del poder constituyente originario,
éste de la misma forma que establece su composición y procedimiento, puede también imponerle límites a su
actuación válida.
Los límites pueden ser: explícitos o implícitos.
Los límites explícitos pueden ser: temporales y
materiales.
La CE no contiene límites materiales explícitos a la reforma, puesto que permite la revisión total
de la misma (no existen cláusulas de intangibilidad). Tampoco contiene límites materiales implícitos.
En
cuanto puede ser reformada sin limitación temporal, tampoco contiene límites temporales.
La CE sólo limita la iniciativa de la reforma constitucional que no podrá iniciarse vigente la declaración
del estado de guerra o algunos de los estados del art. 116 CE
6. LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL.
A. Origen y fundamento de la justicia constitucional.
La propia lógica y unidad del ordenamiento jurídico lleva implícita la necesidad de que exista un
mecanismo para expulsar del ordenamiento cualquier norma que esté en contradicción con la
Constitución.
Para que la ley sea válida, no debe ser contraria a la Constitución. Es necesario garantizar la
supremacía constitucional e impedir la aplicación de las normas legales que no sean conformes con la
Constitución, lo cual conlleva la organización de un procedimiento para determinar las leyes disconformes a
fin de que no sean aplicadas.
B. Modelos clásicos de justicia constitucional.