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SAP Las Palmas núm.

14/1996 (Sección 3ª), de 19


febrero

ARP 1996\1086 Texto Disposiciones


Voces
Jurisprudencia    Estudiadas  
 

   

   

Jurisdicción:Penal

Procedimiento abreviado núm. 2239/1994.

Ponente: Ilmo. Sr. D. Ricardo Moyano García

COACCIONES: impedir a otro con violencia hacer lo que la ley no prohíbe: existencia: inmovilización y
retirada ilegal de vehículo por agente policial, actuando por motivos no profesionales: enemistad con el
conductor.
PREVARICACION: inexistencia: no constituye acto administrativo resolutorio.

Se declara probado que hacia las 18 horas del día 11 noviembre 1994, el acusado y un compañero de la
Policía Local de San Bartolomé de Tirajana (Las Palmas), se encontraban de servicio cerca del mercado
municipal, ya que habían requerido los servicios de los bomberos debido a que existía gravilla en el asfalto,
y debían controlar el tráfico mientras éstos despejaban la vía. Pero mientras que el compañero se afanaba
en la misión de dirección del tráfico, el acusado José O. G., al advertir que Leclerc W., marido de la mujer
con la que convivía, se aproximaba conduciendo un vehículo, ordenó la detención del turismo, y
pretextando que no había observado el conductor la norma sobre uso obligatorio del cinturón de
seguridad, requirió la documentación personal al señor W., y a pesar de que lo conocía perfectamente y le
constaba que tenía residencia en España, dispuso la inmovilización del coche, y posterior retirada del
mismo por la grúa municipal, sin siquiera dar copia de la denuncia al conductor, ni requerir de pago de la
multa, cuya cantidad por lo demás tampoco hizo constar en la denuncia, actuando por simple
resentimiento hacia el mencionado Leclerc W., que se encontraba en trámites de separación con su pareja
de hecho.
La Audiencia condenó a José O. G. como autor de un delito de coacciones a las penas de 4 meses de
arresto mayor y multa de 200.000 ptas. Se le absuelve del delito de prevarcación.

FUNDAMENTOS DE DERECHO

PRIMERO.- Los hechos que se declaran como ciertos se manifiestan como tales por el conjunto
de la prueba, en concreto la declaración del propio acusado en la confrontación y contradicción
de sus sucesivas exposiciones -ante el Instructor, primero; ante esta Sala, después-; así como la
deposición testifical del agente que acompañaba al acusado; y la lectura testifical en el plenario
de las declaraciones del perjudicado y su acompañante, extranjero y en ignorado paradero en
este instante, por lo que, de acuerdo con reiterada jurisprudencia, su testimonio escrito puede ser
tenido en cuenta como prueba de cargo, una vez sometido a contradicción en el plenario. Los
funcionarios públicos, incluidos y de manera especial los agentes que la autoridad, han de
realizar sus funciones de tal modo que la afectación a los derechos constitucionales y civiles de
las personas esté justificada por la legitimidad de su actuación, al servicio del interés público. Y
cierto es que el Real Decreto Legislativo 339/1990, de 2 marzo (RCL 1990\578 y 1653),
permite, de acuerdo con los arts. 67.1 y 71, la inmovilización y retirada de los vehículos cuyos
conductores cometan infracciones de tráfico, no abonen la multa fijada provisionalmente y por
su condición de extranjeros sin residencia en España no garanticen el pago de la misma, pero en
el presente caso, tales requisitos no se cumplieron: aun cuando fuese cierto que el conductor o
su acompañante omitieran el uso del cinturón de aseguramiento, el señor W. tenía residencia en
España, y por otra parte el acusado no hizo constar en el boletín de denuncia cuantía de la
multa, la cual además tenía que haber sido ofrecido para el pago con el reglamentario descuento
del 20 por 100; es más, si su misión era la de dirigir el tráfico para evitar accidentes mientras los
bomberos retiraban la grava, es inaudito -como el propio compañero declaró en el juicio oral-
que el agente se desentienda de esta delicada labor para entretenerse en levantar denuncia contra
un conductor por la mera infracción de no uso del cinturón. El indicio de que en realidad su
conducta no estuvo motivada por un escrupuloso celo profesional, sino por razones espurias -
que le atribuye el denunciante y su acompañante en sus declaraciones reproducidas como
testifical en el plenario- se ve confirmada con la trascendental ocultación de hechos que se
aprecia en las iniciales declaraciones del acusado, donde niega estar saliendo con la esposa del
denunciante, para acabar admitiendo en el plenario que ha contraído matrimonio con ella. Y por
otra parte, negó con el mismo énfasis que en el momento de actuar contra el señor W. le
conociera, pero el agente que le acompañaba manifestó en el juicio oral que el acusado
reconoció tener conocimiento del mismo por su relación con la ex-esposa del mencionado
extranjero.

SEGUNDO.- Los hechos no integran, pese a todo, el tipo delictivo de la prevaricación por


cuanto sólo pueden cometerlo, según enseña el Tribunal Supremo, las autoridades o bien los
funcionarios públicos con competencia decisoria, y el agente policial se limitó a formular
boletín de denuncia por infracción de tráfico, que debe ser confirmada y asumida por la
autoridad municipal competente para la imposición de sanciones. Cierto es que como
consecuencia de la denuncia se procede a inmovilizar y retirar el vehículo, pero estos hechos en
sí mismos no son la «resolución», el acto administrativo resolutorio que culmina el expediente
administrativo, que constituye la acción típica del art. 358 del CP (RCL 1973\2255 y NDL
5670). Por contra, esta vía de hecho injustificada a que el agente somete al ciudadano sí
constituye una restricción ilegítima de su derecho a la libertad deambulatoria, y por tanto se le
impide hacer «lo que la Ley no prohíbe», de una manera dolosa, pues el agente es consciente de
que vulnera los trámites legales que le posibilitan a inmovilizar y retirar el vehículo, y actúa por
motivos no profesionales, sino personales, derivados de la enemistad entre su compañera «more
uxorio» y el conductor del coche. El Tribunal Supremo exige como elementos del delito de
coacciones: a) conducta violenta física o compulsiva; b) el ánimo de querer restringir la libertad
ajena; c) ilicitud de la actuación del agente al no estar autorizado legalmente para los actos
coactivos (SSTS 25 marzo y 10 mayo 1985 [RJ 1985\2031 y RJ 1985\2469], entre otras
muchas). Todos estos elementos concurren paladinamente en el caso enjuiciado.

TERCERO.- No existen circunstancias modificativas de la responsabilidad.

CUARTO.- El acusado es autor del hecho, conforme a los arts. 14 y ss. del Código Penal.

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