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PREVENCIÓN DEL CONSUMO DE DROGAS DESDE EL ÁMBITO

FAMILIAR

1. INTRODUCCIÓN

El consumo de drogas, tanto legales como no legales, es un fenómeno


social de plena actualidad que causa gran preocupación en las sociedades
occidentales. En el mundo occidentalizado el número de consumidores cada vez
es mayor, la edad de consumo cada vez más temprana, siendo además, su
incidencia independiente de clases sociales. No se trata por tanto de un
fenómeno ligado a la marginalidad, como algunas veces se nos muestra desde
los medios de comunicación.

Sin embargo, debemos ser conscientes de que el consumo de sustancias


adictivas no es algo exclusivo del momento actual. Desde tiempos remotos el ser
humano ha hecho uso de una o varias drogas con fines religiosos, médicos o
ceremoniales. Sin embargo, en la actualidad, lo que quizás sea más novedoso
respecto a épocas pasadas sea la trasgresión de fronteras naturales que han
sufrido las drogas, así como el paso del monoconsumo de sustancias tóxicas al
policonsumo.

Esta evolución ha propiciado que las drogas se hayan convertido en un


grave problema, presente en casi todos los estados del planeta. Pero, no sólo
preocupan los efectos derivados del consumo de dichas sustancias en quienes
las consumen, sino que, éstas, además, inciden negativamente en otros
aspectos. Por ejemplo, el número de accidentes de tráfico, laborales y
domésticos provocados por el consumo de alcohol u otras sustancias se
encuentra en claro aumento. Además, cada vez existe un mayor grado de
inseguridad ciudadana debido a la relación droga-criminalidad. Esta relación se
presenta en tres tipos de acciones delictivas: por una parte delitos provocados
por las alteraciones derivadas del consumo de sustancias (agresiones físicas,
maltrato doméstico, ataques contra la libertad sexual, etc.); por otra delitos
contra la propiedad privada con la finalidad de obtener dinero para sufragar
alguna drogodependencia; y finalmente la delincuencia relacionada con el
narcotráfico de sustancias.

En definitiva, el uso y abuso de las drogas representa un grave problema


ya que puede producir alteraciones de la salud (problemas físicos y psíquicos),
problemas sociales (delincuencia, accidentes de tráfico) y a veces pueden llegar
a causar la muerte. No existe un único factor que desenlace el inicio al consumo
de drogas, muy por el contrario son varios, debido a lo cual la prevención y

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tratamiento debe realizarse desde una perspectiva multidisciplinar (familia,
escuela, grupo de iguales, etc.).

2. FACTORES DE RIESGO Y PROTECCIÓN

Los factores de riesgo son aquellas sustancias o características


personales o ambientales que, relacionadas con las drogas, aumentan la
probabilidad de que una persona consuma esas sustancias.

Por tanto, podemos hablar de factores de riesgo relacionados con la


sustancia, relacionadlos con las características de la persona y relacionados con
el ambiente.
Los factores vinculados a la sustancia que consideramos droga entrañan
riesgos derivados de sus propiedades farmacológicas, de sus efectos y de su
capacidad para generar dependencia.

Entre los factores individuales, una baja autoestima, el gusto por las
sensaciones nuevas, la insatisfacción con la forma en que se emplea el tiempo
libre y el fracaso escolar pueden facilitar la implicación en el consumo de drogas.

Entre los factores ambientales, la aprobación social del consumo de


ciertas drogas que están integradas en nuestra cultura o la disponibilidad de las
sustancias. Sin embargo, el grupo de amigos es especialmente importante
cuando en éste se aprueba y facilita el consumo de drogas. La familia puede
también actuar como un factor de riesgo si hay ciertos hábitos y tolerancia hacia
el consumo de drogas, si tiene un estilo educativo inapropiado (exceso de
disciplina o de permisividad) y si la familia desarrolla el ocio y tiempo libre dentro
de la cultura de consumo de drogas.

No podemos saber quién consumirá drogas y quién no lo hará. Pero sí


sabemos cuáles son los factores que hacen que el consumo de drogas sea más
probable. Por ello la prevención de esta conducta es fundamental.

En el ámbito familiar se pueden hacer muchas cosas para reducir la


influencia de los factores de riesgo de consumo de drogas.

Los factores de protección, son los que, por el contrario, apoyan o


favorecen el pleno desarrollo del individuo, orientados hacia estilos de vida
saludables y que a su vez sirven como amortiguadores o moderadores de los
factores de riesgo.

Todos estos factores constituyen un campo de fuerzas que interactúan


entre sí, operando tanto en el ambiente como en cada individuo. Por ello, es
importante que exista un equilibrio entre todos los factores. Así, cuando los
factores de protección consiguen equilibrar o amortiguar los factores de riesgo
es más improbable que se dé una situación crítica: por el contrario, cuando son
los factores de riesgo los que predominan y los factores de protección no los
compensan, es más probable que surjan las conductas problemáticas.

3. PREVENCIÓN

El término prevención es utilizado en numerosas ocasiones, pero se


emplea en la prevención de drogodependencias cuando nos referimos a:

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 la reducción del consumo de drogas entre personas que no las han
probado y las que si la han probado, así como
 aminorar la demanda a través de arrestos y controles sobre la venta
de drogas, etc.

Las actuaciones preventivas se agrupan en dos grandes bloques


denominados reducción de la demanda y reducción de la oferta. El primero
está dirigido a la disminución del consumo, que conocemos como medidas
preventivas, al estar implantados en la escuela, los medios de comunicación, la
familia, el trabajo, etc.

Los planes de prevención de drogodependencias suelen orientarse a la


prevención del consumo de drogas legales (p.e. tabaco, alcohol), en algún caso
a prevenir el consumo de drogas ilegales que en ese momento realizan los
jóvenes (p.e. Hachís, drogas de diseño). La reducción de la demanda es
fundamental ya que el objetivo principal de la prevención, es prevenir el
consumo de sustancias con poder adictivo que producen daños al individuo a
corto, medio o largo plazo.
El otro bloque, es la intervención preventiva de reducción de la oferta,
con el propósito de reducir la disponibilidad de la sustancia en el mercado al que
accede el consumidor.

En el caso de las drogas, la prevención se orienta a tomar medidas para


que las personas no consuman drogas, evitando los factores de riesgo y
desarrollando factores de protección; el tratamiento se orienta a que si surge un
problema con las drogas se pueda frenar su avance evitando que se convierta
en un problema; y la rehabilitación se centra en el tratamiento y rehabilitación de
la dependencia de las drogas. Se presenta a continuación los tres tipos de
prevenciones que hoy en día se utilizan:

 Prevención primaria. Dirigida a disminuir la oferta de las drogas,


mediante el control de la producción, para ello se utilizan los siguientes
métodos:
- Medidas legislativas: asociando acciones políticas y policiales dirigidas
a la vigilancia de campos de cultivo, control aduanero, reforzar servicios
policiales, penalización de traficantes.
- Además, y en concreto, donde ponemos un mayor énfasis, en los
distintos ámbitos, en los que se desarrollan las acciones preventivas
(haciendo en los tres primeros un mayor hincapié por su cercanía al
ámbito educativo): comunitaria, escolar, familiar, laboral, especial, como
la realizada en los centros penitenciarios.

 Prevención secundaria. Se trata del diagnóstico y tratamiento precoz de


las personas con algún tipo de adicción a las drogas. En cuanto al
diagnóstico, debido a que la edad de inicio en el consumo es cada vez más
temprana, se hace necesario potenciar las medidas de detección en la
población escolar a edades cada vez más tempranas.

El tratamiento consiste en la deshabituación de la persona adicta. Esta


desintoxicación se llevará a cabo en centros especializados o unidades de
deshabituación, y en régimen de internamiento.

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 Prevención terciaria. Dirigida a la rehabilitación y reinserción social de
la persona adicta a las drogas. La inserción de estas personas se realiza a
través de :
 Tratamientos ambulatorios, en las unidades de desintoxicación.
 Hospitales de día y noche, con la finalidad de no aislar por completo
de la sociedad, al individuo adicto a las drogas.
 Mantenimiento de la psicoterapia iniciada ya anteriormente, etc.

¿Cómo se hace prevención?

El consumo de drogas está muy asociado a los estilos de vida. Por


ejemplo, el consumo de alcohol está claramente asociado a una forma de
relacionarse, de disfrutar el ocio, de los lugares en los que uno se mueve...
El estilo de vida es la manera de estar, de entenderla, la forma en que
cada uno de nosotros organizamos la vida cotidianamente, lo que comemos, las
horas que dormimos, cómo ocupamos nuestro tiempo libre, cómo nos
relacionamos con los demás, nuestros gustos, nuestras costumbres, lo que
valoramos o consideramos importante, lo que opinamos, la postura personal
ante todo lo que nos rodea: en definitiva, nuestra forma de vivir.

¿Qué es lo que nos permite distinguir cuándo un estilo de vida es


correcto o incorrecto? Para responder a esto necesitamos un marco de
referencia que nos permita saber cómo actuar y que también podemos seguir en
la prevención del consumo de drogas. Este marco es la Educación para la Salud.

La Educación para la Salud es un proceso mediante el cual tratamos de


influir sobre las personas para que su comportamiento sea saludable. Mediante
esta acción pretendemos que las personas y las comunidades alcancen la salud,
la cual no debe entenderse sólo desde la ausencia de enfermedad, sino que
engloba el bienestar físico, psíquico y mental.

Consideramos que una persona está sana cuando mantiene un equilibrio


adecuado entre todo lo relacionado con su físico, con su mente y con su forma
de relacionarse. Y la salud está determinada por nuestro estilo de vida. Por eso
para prevenir el consumo de drogas es fundamental educar para la salud.

¿Quién puede hacer prevención?

La prevención es una labor de todos, no sólo de los expertos. Se


compone de la suma de aportaciones que cada uno podemos ofrecer desde el
papel que desempeñamos y desde el lugar que ocupamos: los médicos, el
personal sanitario, los farmaceúticos, los educadores, los policías, los jueces, los
trabajadores sociales...y, por supuesto, los padres. Todos tenemos algo que
decir y algo que hacer y nadie puede hacerlo todo solo.

...Y los padres y madres ¿Cómo podemos hacer prevención?

A lo largo de la historia, la familia ha tenido un papel de indiscutible valor,


ya que, en todas sus formas y culturas, ha supuesto un pilar básico para las
sociedades.

Es una estructura abierta que se adapta a la cultura en la que vive, que


está en permanente conexión con ésta y que permite la transmisión de dicha

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cultura a las nuevas generaciones. La familia es, en definitiva, un espacio de
crecimiento y aprendizaje para todos sus miembros, en el que los padres y
madres pueden actuar como agentes de prevención porque:

 La familia es la forma más elemental de la sociedad y desempeña un


papel fundamental en la transmisión de información y experiencias, de
valores y reglas de conducta, proporcionando a los hijos perspectivas
positivas de vida.

 La familia puede aportar a los hijos un ambiente de amor y aprobación,


dándoles la estabilidad emocional necesaria para afrontar su proyecto de
vida.

 En el entorno familiar, los padres deben suministrar normas de


convivencia, ya que pueden ser un modelo de aprendizaje que facilite la
socialización de los hijos, la convivencia solidaria y la autonomía.

 La familia puede permitir el establecimiento de una comunicación íntima


entre sus miembros, favoreciendo el intercambio de sentimientos, emociones
y experiencias como elemento fundamental para mantener una relación de
bienestar, afrontar los problemas que surgen y orientar a sus miembros para
resolverlos.

 La unidad familiar puede facilitar la participación de sus miembros en la


comunidad y ayudarles a adaptarse a los cambios que se producen en ésta.

 El entorno familiar puede convertirse en un refugio para el descanso,


para compartir experiencias y momentos de diversión.

Hacer prevención en la familia es tan natural como la misma convivencia


entre padres e hijos. Es dar afecto y recibirlo, es comunicarse, es disfrutar juntos
del tiempo libre, es poner límites y hacerlos respetar, es dar confianza y apoyo
incondicional. En definitiva: es educar.

Por todo ello, desde los primeros años de vida de los hijos, los padres y
madres podemos hacer una importante labor para prevenir el consumo de
drogas.

3.1.PREVENCIÓN COMUNITARIA

La prevención comunitaria es aquella estrategia de intervención


preventiva ante las drogas que busca que la comunidad se comprometa en la
búsqueda de soluciones. La prevención no es ya una cuestión de supuestos
especialistas (médicos, sociales, policiales o de cualquier otro gremio) de los que
esperar respuestas definitivas, sino un asunto de la comunidad misma.

Se trata, en definitiva, de propiciar un cambio: convertir a los diferentes


agentes sociales pasivos en protagonistas de la acción preventiva y movilizar
posiciones al objeto de conseguir que los distintos agentes sociales sean
cómplices en el desarrollo de estrategias de prevención. Para ello se propone un
proceso de capacitación para fortalecer a cada posible agente de prevención en
tres esferas:

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 El saber: propiciando la información y los conocimientos básicos y
necesarios para la intervención.
 El querer: procurando la motivación suficiente para actuar.
 El poder: poniendo a disposición los medios prácticos, los instrumentos, las
habilidades que faciliten la acción preventiva.

3.2.PREVENCIÓN DESDE EL ÁMBITO ESCOLAR

Para poder plantear la prevención desde el ámbito escolar, se deberán


conocer cuáles son los factores de riesgo que tienen su influencia en la escuela.
Los factores de riesgo a trabajar desde este ámbito pueden provenir: Del medio
educativo, de las características personales, de las relaciones con el grupo, de la
familia y de la sociedad.

3.2.1. El Medio Educativo

El Clima Escolar

Las interacciones que se producen en el medio escolar, los códigos de


disciplina, los valores implícitos en la acción educativa, las pautas prevalentes de
conducta, es decir, el ambiente que se vive y se respira son importantes en el
desarrollo de la educación y en la prevención de los problemas relacionados con
el uso indebido de drogas. Las características más importantes que debe poseer
una comunidad educativa para actuar como factor de protección serían:

 Los profesores se relacionan de manera integradora y no dominante,


favoreciendo así la autonomía del otro, la iniciativa, la participación, el afán de
buscar nuevas soluciones a los problemas, la cooperación y la solidaridad con
los demás.
 Los profesores son accesibles y cercanos, reconociendo, explicitando y
respetando los intereses de su alumnado.
 Se potencia la coordinación y el trabajo en equipo por parte del profesorado y
los miembros de la Comunidad Educativa.
 Se potencia la autonomía personal, la responsabilidad y el respeto mutuo,
produciéndose una comunicación fluida y bidireccional entre los distintos
miembros.
 Se procura un clima social empático, promoviendo la participación del
alumnado en el proceso de enseñanza-aprendizaje, en el aula y en el centro,
priorizando aprendizajes activos y significativos y favoreciendo la adquisición o
fortalecimiento de actitudes de confianza, seguridad y apertura.
 Se establecen vínculos positivos entre la escuela, la familia y la comunidad.

La Relación de los Alumnos con la Escuela

La escuela juega un papel fundamental en la vida de los escolares, los


capacita tanto en el ámbito de los conocimientos como en el de las actitudes y
valores. Una mala relación con el medio educativo, puede crear la intervención
de una serie de factores de riesgo, los cuales pueden ser una fuente de
problemas, debido a que los alumnos puedan necesitar buscar fuera de la
escuela las satisfacciones, motivaciones, el reconocimiento, etc. que no
encuentran en el medio escolar. Los factores de riesgo escolares a los que nos
referimos son los siguientes:

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 Mala adaptación escolar o escasa integración.
 Insatisfacción.
 Ausencia de motivación y falta de expectativas.
 Bajo rendimiento.

3.2.2. Los Alumnos-Factores de Riesgo Individuales

Estos factores serían:

 Baja autoestima.
 Dificultades para tomar decisiones.
 Falta de autonomía.
 Falta de responsabilidad.
 Determinados sistemas de valores y actitudes.
 Poca tolerancia a la frustración.
 Dificultad para manejar la ansiedad.
 Dificultad para resolver los conflictos.
 Escaso sentido crítico.

3.2.3. Factores de riesgo en la Relación Individuo-Grupo

El consumo de drogas entre los adolescentes es casi siempre grupal: se


bebe en grupo, los “porros” se fuman compartidos, pasándolos de mano en
mano, las “pastillas” se comparten en una peculiar comunión “festiva”, etc.

El inicio en el consumo tiene lugar la mayoría de las veces por el


ofrecimiento de un amigo delante de otros amigos. Por ello, atender a cómo se
relacionan los alumnos con el grupo es fundamental desde el punto de vista de
la prevención ya que nos permitirá tomar las medidas necesarias para reforzar
aquellas capacidades en que sean deficitarios y prepararles así para saber
responder cuando se encuentren en situaciones de oferta.

Los factores de riesgo en la relación Individuo-Grupo serían:

 Señas de identidad favorecedoras del consumo.


 Debilidad frente a la presión de grupo.
 Determinadas posiciones en el grupo.
 Excesiva dependencia del grupo.

3.3. ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN QUE SE PUEDEN DESARROLLAR


DENTRO DE LA FAMILIA

Para empezar a prevenir el consumo de drogas los padres y madres


debemos disponer de información suficiente de estas sustancias y sobre las
formas de intervenir para evitar su abuso.

Asimismo podemos desarrollar estrategias que potencien los factores de


protección de los hijos y para ello debemos tener en cuenta cuatro áreas:

 Establecer normas adecuadas.


 Crear una buena relación afectiva con los hijos.
 Mejorar la comunicación con los hijos.
 Favorecer un uso satisfactorio del tiempo libre.

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Como es lógico, para abordar cada una de estas cuatro áreas, tenemos
que considerar la edad de los hijos. Cada etapa evolutiva tiene sus propias
características y debemos adaptarnos a ellas.

¿Cómo podemos manejar las normas en la familia para que resulten


preventivas?

Una de las responsabilidades de los padres es, sin duda, establecer


normas que regulen la conducta de sus hijos.
Mantener una disciplina razonable pero firme es esencial para prevenir el
consumo de drogas. A través de ella, el niño se dará cuenta de que su conducta
y sus deseos tienen límites que no puede traspasar.

Aprenderá a enfrentarse a la frustración que se deriva de la imposibilidad


de hacer lo que uno desea. También aprenderá a demorar las gratificaciones y a
esforzarse para conseguirlas.
Será capaz de ajustar su conducta social a las normas de convivencia y
le permitirá educarse en la responsabilidad.

Cuando los hijos son pequeños, deben recibir las normas de forma clara
y ver que al cumplirlas son recompensados (por ejemplo, verbalmente).

Cuando los hijos son mayores, empezaremos a pedir un comportamiento


más responsable, tratando de que comprenda la importancia de las normas y de
que las haga suyas, con el fin de que éstas se cumplan, no porque son
impuestas sino porque son necesarias.

Al llegar a la adolescencia, su tendencia al inconformismo puede hacer


difícil mantener las normas. Para poder manejar mejor esta situación sugerimos
que se actúe con claridad, voluntad de negociación y mucha paciencia.

Todas las normas no pueden ser iguales. Algunas son fundamentales y


su cumplimiento es indiscutible. Deben ser pocas y tanto los padres como los
hijos deben tener muy claro cuáles son.

Otras no son tan esenciales y permiten a los hijos encontrar el espacio


más o menos amplio que necesitan para la rebeldía y la autoafirmación.
También permite a los padres encontrar un margen para negociar y para
enseñar a su hijo a tomar decisiones, a considerar los pros y los contras de cada
opción, a decidir qué es lo que quiere y qué está dispuesto a hacer para
conseguirlo.

De esta manera, responsabilidad y libertad pueden ir de la mano: en la


medida que pueda asumir nuevos compromisos y muestre mayor
responsabilidad, podemos darle más independencia.

Si eres capaz de conjugar autoridad, razonamiento, diálogo y, sobre


todo, mucho afecto, podrás ofrecer a tus hijos una respuesta clara y, al mismo
tiempo, aceptable.

¿Cómo crear una buena relación afectiva con nuestros hijos?

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La existencia de lazos afectivos fuertes dentro de la familia es muy
importante para la estabilidad emocional de los distintos miembros de una
familia.

Las investigaciones indican que un clima familiar negativo y una baja


vinculación a la familia son un importante factor de riesgo que hace más
probable el consumo de drogas.

Para fomentar el apego familiar es indispensable crear un clima afectivo


positivo. Éste es el ambiente que se desprende de las relaciones entre los
distintos miembros de una familia. Conlleva actitudes de reconocimiento y
respeto y la presencia de manifestaciones afectivas positivas.

Al principio, cuando los hijos son pequeños y se relacionan a través de


las sensaciones que perciben, el contacto físico, la voz, la cercanía, etc., son las
herramientas afectivas a utilizar. Más adelante, cuando aprenden a hablar, los
mensajes de valoración y cariño han de estar presentes. De esta forma se les
transmitirá la seguridad afectiva que permitirá un desarrollo madurativo correcto.

En edades anteriores a la adolescencia, los niños expresan sus


emociones y sentimientos en su estado más puro. Afloran sentimientos como la
ira o los celos y conviene tenerlos muy en cuenta para que puedan elaborarlos y
canalizarlos adecuadamente.

Cuando los hijos son más mayores y ya han emprendido el camino hacia
la autonomía, comenzando a crear vínculos fuera del hogar donde el grupo de
iguales se toma más importante, puede parecer que no necesitan, e incluso, que
no quieren, manifestaciones de afecto de los padres. Sin embargo, en esta fase,
la afectividad y el apoyo incondicional son tan importantes como en etapas
anteriores, porque es lo que les va a permitir completar su proceso de desarrollo
personal y social.

No olvides que para mejorar el clima afectivo en tu familia debes:

 Reconocer tus propias emociones. Esto te ayudará a reconocer las


de tus hijos.
 Expresar tus emociones. Les servirá como modelo para que ellos
también puedan hacerlo.
 Expresar las emociones negativas de forma adecuada.
 Mostrar cercanía, contacto y afecto.
 No amenazar con “dejar de querer” a tus hijos ante un
comportamiento inadecuado.

¿Cómo mejorar la comunicación con nuestros hijos?

La comunicación es el vehículo de las relaciones y tiene una función


claramente socializadora para los individuos.

Una buena comunicación familiar tiene una repercusión positiva en los


hijos. Aumenta la asertividad de éstos, les da las claves para el manejo de la
presión de grupo y les capacita para tomar decisiones.

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Asimismo, los padres cuando se comunican con los hijos ofrecen valores
y actitudes. Los valores de los padres, lo que para ellos es realmente importante,
se muestran en conductas verbales y no verbales que serán emitidas desde los
primeros años de vida. La amistad, la lealtad, la honestidad, la salud, la
coherencia... se traducen en comportamientos cotidianos que, cuando son
percibidos por los hijos, pueden ser asumidos como modelos de conducta.

Desde este punto de vista, la comunicación ha de ser uno de los valores


más importantes para la familia y que, incluso en las situaciones más difíciles, no
llegue a romperse. Para una buena comunicación familiar, los padres deben:

 Saber escuchar.
 Saber hacer cumplidos.
 Aprender a decir no.
 Aprender a hacer y recibir críticas de forma adecuada.
 Saber negociar.

Si los padres aprendemos estas habilidades podremos reducir esos


pequeños vicios comunicacionales que afectan negativamente a las relaciones
con nuestros hijos.

¿Cómo favorecer un uso adecuado del tiempo libre?

El tiempo libre es otro ámbito especialmente importante para la


prevención del consumo de drogas.

Es tiempo en que hacemos lo que nos gusta, donde buscamos diversión


y las relaciones sociales. Unos padres que actúan como modelos de ocio
divertido, que se entregan con entusiasmo a aficciones, trasmiten a sus hijos la
idea de que es posible encontrar la diversión en actividades saludables.

Además si compartes esas actividades con tus hijos y les facilitas otras,
permitiéndoles explorar sus gustos para desarrollar sus propias aficciones, será
menos probable que el consumo de drogas llegue a ocupar un papel central en
su vida.

Aumentar sus relaciones sociales, fomentar intereses variados y


saludables, hacerles seguros de sí mismos mediante el afecto, constituyen la
mejor prevención para que se enfrenten a la posible presión de grupo hacia el
consumo de drogas.

Conocer a sus amigos y tratar de orientarles hacia intereses saludables,


es la mejor forma de que tal presión no se produzca.

Más tarde, durante la adolescencia, definirá sus propias aficiones


partiendo de los hábitos adquiridos durante la infancia.

No debemos olvidar que...

 Las drogas han existido, existen y existirán; por tanto, debemos educar a los
hijos para vivir junto a las drogas, evitando que lleguen a establecer una relación
problemática con ellas.

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 No es imprescindible saber mucho sobre drogas, pero sí necesitas saber
cómo educar a tus hijos.

 No te obsesiones con las malas influencias. Edúcales para ser autónomos e


independientes.

 No intentes que elija las opciones que tú crees que son mejores. Enséñale a
tomar decisiones y a responsabilizarse de sus elecciones.

 No temas los conflictos con los hijos. Afróntalos.

 Sírvele de modelo de empleo satisfactorio y saludable de tiempo libre.

 Si tu hijo ha tomado contacto con las drogas, no dramatices y reflexiona


antes de actuar.

 No pienses que no tienes los conocimientos suficientes para educar. Si


tienes verdadera voluntad de hacerlo, lo harás bien. Dedícale tiempo, ten en
cuenta unas ideas elementales y aplica el sentido común.

¿Qué hacer ante una situación de consumo de drogas?

1. Actuar con calma, sin dramatizar. La drogodependencia es un proceso


lento y evitable, que transcurre por etapas sucesivas y que no supone
necesariamente una escalada forzosa, sino que puede detenerse incluso
espontáneamente. Es fundamental conocer en qué momento del proceso se
encuentra nuestro hijo, puesto que puede que haya realizado una primera
experimentación o esté consumiendo esporádicamente o, por el contrario,
realice un consumo más regular y habitual. En cualquiera de los casos, antes
de actuar es necesario recabar toda la información posible sobre la situación.

2. Hablar con nuestro hijo sin sacar las cosas de quicio, con confianza.
Por encima de todo, es importante adoptar una actitud de acogida y no de
rechazo para que, de esta forma, nuestro hijo lo perciba como una ayuda y
no como una censura o control, pero subrayando seriamente nuestra
desaprobación. No hay que hacerlo si está borracho o colocado, sino esperar
a que se le pase. Se trata de intentar hablar con él de:

 Las sustancias que está tomando.


 La dosis y la frecuencia.
 El grado de conciencia que tiene sobre los posibles problemas
que tiene el consumo que está realizando.
 La función que está cumpliendo para él o para ella la droga o
las drogas que está utilizando.

3. Buscar soluciones. Para apoyar a nuestros hijos podemos:

 Ofrecerle una información fiable y realista sobre los efectos nocivos de


las sustancias que consume y sobre los riesgos de su uso.

 Ayudarle a analizar los motivos por los que las toma.

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 Facilitarle la búsqueda de alternativas que sustituyan la función que están
cumpliendo las drogas: motivarle hacia diversas aficciones, despertar nuevos
intereses y nuevos entretenimientos, abrir su abanico de amistades
poniéndole en contacto con otros jóvenes, compartir más tiempo con ellos,
etc.
 Estar a su lado si intuimos que tienen algún conflicto escolar, amoroso,
de relaciones sociales de identidad, etc. Hay que hacerles ver que, para
compartir sus problemas y para ayudarles a completar sus propios recursos,
pueden contar con nosotros, buscando posibles soluciones conjuntamente.

 Marcar unos horarios y unas normas de convivencia en casa que han de


ser respetadas, ya que esto facilita el clima de entendimiento en la familia y
ayuda a controlar riesgos.

 Actuar cuanto antes en el caso de detectar un consumo abusivo o una


dependencia; es necesario no ocultar el problema y actuar cuanto antes. El
primer paso es solicitar orientación y ayuda. Este primer contacto con
profesionales es fundamental para no sentirnos solos y perdidos.

4. CONCLUSIÓN

Aun cuando las drogas han existido siempre y seguirán existiendo, el


consumo problemático se ha manifestado con fuerza en las ultimas décadas
transformándose en un problema social que va en aumento ya que cada vez hay
más personas que consumen algún tipo de droga, en mayores cantidades y a
edades más tempranas.
Hay una mayor variedad y hay mayores facilidades para acceder a ellas.

El consumo abusivo de drogas afecta a las personas, a las familias, a la


sociedad, es decir, un problema que nos afecta a todos y que requiere ser
enfrentado por los diferentes sistemas o grupos de nuestra sociedad (Familia,
escuela, consultorio, empresa, municipio, universidad, entre otros).

La experiencia ha demostrado que la solución no esta sólo en manos de


los organismos de control, ni en la de los expertos, es fundamental que se
involucre la comunidad, la escuela y especialmente la familia.

5. BIBLIOGRAFÍA

 Grupo IGIA (1989): El medio escolar y las prevenciones de las


drogodependencias. Madrid. MEC.

 Junta de Andalucía (1990): Propuesta de educación para la salud en


los centros docentes. Sevilla. Consejería de Educación y Ciencia.

 Luengo, M.A., Romero, E., Gómez-Fraguela, J.A., Garra, A. y Lence,


M. (1998): La prevención del consumo de drogas y la conducta antisocial
en las escuela: Análisis y evaluación de un programa. Madrid: MEC.

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