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Curso de Psicooncología

TEMA 6

El duelo

A pesar de los grandes avances, estamos todavía muy lejos de poder llegar a una tasa de
supervivencia y curación total.

Por ello, el rol del psicólogo y de los demás profesionales de la salud es acompañar a la
persona y a los familiares en el proceso de duelo.

Acompañar en el duelo es un proceso delicado que requiere una formación específica. Por
ello la Asociación Española de Psicología Sanitaria ha creado un curso específico sobre el
duelo para poder entender cómo actuar e intervenir.

El duelo es un proceso natural y universal que cada ser humano experimentará en su vida.
En algunas situaciones este proceso natural se complica y puede llevar a ser invalidante
para el normal funcionamiento de la persona.

En el caso de duelo en la población oncológica y en otras enfermedades graves puede


aparecer lo que se denomina duelo anticipado.

El duelo anticipado

El duelo anticipado se puede considerar como el duelo por una pérdida que aún no se ha
tenido que, sin embargo, la familia anticipa.

Empiezan a aparecer en los familiares una serie de reacciones emocionales y cognitivas


como:

- Sintomatología depresiva
- Sentimientos de ira
- Sentimientos de culpabilidad
- Negación de lo que va a ocurrir
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Esta fase puede tener una duración muy larga que causa una fatiga emocional y cognitiva
en el paciente y en los familiares. La ambivalencia y la incertidumbre que genera la espera
se añade al rol que algunas personas cercanas al paciente pueden asumir.

Es frecuente que personas profundamente ligadas al paciente vivan una gran ambivalencia
afectiva y emotiva.

Por un lado, la necesidad de cuidar y asistir con afecto, empatía y cercanía.

Por el otro, la necesidad de mantener una distancia emotiva y delinear límites emocionales
para no derrumbarse ante la inminente pérdida de la persona querida.

Estas ambivalencias pueden y suelen ser vividas también por la persona en la fase terminal
de su vida. Tristeza, desesperación, enfado, cansancio, aceptación, necesidad de estar solos
o, todo lo contrario.

Estos sentimientos, emociones y cogniciones se alternan. La función del psicólogo aquí es


de acompañar a la persona en la búsqueda de un equilibrio, ofreciendo una escucha
empática y ofreciendo un espacio de ventilación emocional libre de juicio.

La creación de este espacio terapéutico es esencial para que el paciente pueda sentirse
libre de expresar su sufrimiento sin tener que preocuparse de no dañar a la otra persona,
como pasa en la comunicación con las personas con las cuales tiene un vínculo afectivo.

El profesional de la salud tiene que saber mantener una distancia emotiva suficiente para
poder desenvolverse en la terapia sin dejarse sobrellevar por el sufrimiento de su paciente.
Es recomendable un trabajo de supervisión para garantizar el bienestar del terapeuta y la
eficacia del acompañamiento terapéutico.
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El duelo: la muerte del paciente

Una vez que el paciente fallece empieza una nueva fase del proceso de la enfermedad.

Es el comienzo del duelo tras la muerte de la persona querida, que se caracteriza por un
sufrimiento interno que dependiendo de una serie de factores previos puede llevar al
desarrollo de sintomatología depresiva.

Se resumen en la siguiente tabla síntomas y signos que deben ser identificados para poder
plantearse un tratamiento psicológico y psiquiátrico si cabe.

Manifestación de la sintomatología

A nivel emocional Tristeza, llanto, anhedonia, desesperación,


sentimientos de abandono y soledad, etc.

A nivel cognitivo Dificultades para concentrarse, pensamientos


intrusivos sobre la persona fallecida,
sentimientos de culpa, rumiación, ideas
suicidas, desorientación, etc.

A nivel conductual Aislamiento, evitación social, abulia, apatía,


dependencia de los demás, incapacidad de
quedarse solo, consumo de sustancias como
alcohol o medicamentos, etc.
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A nivel somático Insomnio, hipersomnia, falta de energía,


cansancio, vértigos, taquicardia, cefalea, etc.

Reconocer y trabajar estos síntomas es importante para prevenir la aparición de trastornos


depresivos y/o de ansiedad.

Todavía es importante recordar que el duelo en sí mismo no es un acontecimiento


patológico sino una parte del proceso natural del ciclo de vida. El sufrimiento debido a la
pérdida es lo más esperable y normativo.

El trabajo del psicólogo no se tiene que centrar en la eliminación del sufrimiento y del
duelo, que sería contraproducente. El objetivo es dar una dimensión al dolor para que
podamos reorganizar nuestra vida de forma adaptativa y funcional.

Esta readaptación emocional y vital requiere tiempo y no es un proceso lineal. Los altibajos
son normales y esperables.

Se puede hablar de duelo patológico solamente cuando pasado un tiempo prudencial la


persona en duelo no consigue reestructurar su vida sin la persona que falleció, y su malestar
llega a ser clínicamente significativo.

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