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S E S C U E L A S

EN L A
EN LA S ES CU ELA S

MÓDULO 1
ENFOQUE DE GÉNERO Y
DIVERSIDAD
¿De qué hablamos cuando
hablamos de género?
El concepto de género es clave en la propuesta de este curso. Seguramente es-

cuchaste mencionarlo muchas veces ya que la problemática de la denominada

“violencia de género”, “por razón de género” o “por motivos de género” ganó un

amplio espacio en la agenda pública, en la televisión, en la radio, en las reuniones

familiares. Esto ha sido fruto de las acciones de los movimientos de mujeres y

personas de la diversidad sexual por visibilizar cómo los mandatos y estereo-

tipos de género configuran relaciones que afectan nocivamente sus vidas, sus

derechos y sus libertades.

El enfoque de género es la mirada que nos permite problematizar cómo llegamos

a ser varones o mujeres, por qué existen mandatos acerca de cómo debemos ser,

y de qué modo esos mandatos generan relaciones desiguales y violentas. De-

cimos que este enfoque es crítico porque, no solo busca describir las relaciones

de género, sino también dotarnos de herramientas para comprender su carácter

injusto, denunciar las formas de violencia y discriminación que se desprenden de

ellas, y comprometernos a cambiar nuestras prácticas en un sentido igualitario.

Se habla de enfoque o perspectiva “de género” aludiendo a una forma distinta

de ver las cosas. Aquellas relaciones que alguna vez nos parecieron “naturales”

o “normales”, comienzan a ser “desnaturalizadas” al adoptar otros puntos de

vista. Históricamente, los estudios de género apelaron a la metáfora de “las ga-

fas violetas” como metáfora para explicar que, una vez incorporada esta lente,

podríamos reconocer las “desigualdades culturales” allí dónde hasta ahora

sólo veíamos “diferencias naturales”.


VEAMOS ALGUNOS EJEMPLOS:

Desde niñas, estimuladas a jugar a


cocinar, limpiar, ser buenas
esposas, madres y amas de casa,
Las mujeres son las mujeres son educadas en la
generalmente disposición a identificar y atender
las necesidades ajenas,
atentas y fundamentalmente las de los
varones. Cuando no hay
serviciales reciprocidad ni justa distribución,
las vidas personales y laborales de
las mujeres suelen verse limitadas
y perjudicadas por estos
mandatos de servicio.

Desde pequeños, a los varones se


les limita en su expresión emocional,
avergonzándolos cuando se
Los varones muestran tristes o doloridos. Se les
son más estimula a controlar sus emociones,
sobre todo aquellas que los
racionales y muestran vulnerables y son
culturalmente asociadas al universo
menos femenino. Se les dice que no sean
sensibles “nenas” o “maricones”, educando
inconcientemente para que asocien
la femenidad y la homosexualidad
como aspectos negativos y
reafirmen su masculinidad a través
emociones legítimas para ellos,
como el enojo.

Que alguien haga de varón o haga


de mujer, son expectativas
En las parejas asociadas a los roles y expresiones
de género, masculinos y femeninos.
del mismo sexo, En las parejas heterosexuales,
compuestas por un varón y una
siempre hay mujer, suponemos que esto
alguien que hace funciona de esa manera
“complementaria”. En las parejas
de varón y homosexuales, imaginamos que de
algún modo debe repetirse ese
alguien que hace esquema. Independientemente de
de mujer la composición de la pareja,
preguntémonos: Si uno suele ser
quien cocina en la casa, ¿hace de
mujer? Si una aporta el salario más
alto a la economía familiar, ¿hace
de varón?
Lejos de una posición privilegiada, la
población trans y travesti se
encuentra en una situación de
Las personas trans extrema vulnerabilidad.
Frecuentemente, al expresar la
tienen privilegios disconformidad con el género que
porque reciben les asignaron al nacer y comenzar
su transición, viven situaciones de
ayuda del Estado discriminación y maltrato, y suelen
ser expulsadas del propio hogar,
rechazadas en el sistema educativo
y de salud, violentadas
institucionalmente. Al punto tal que
se estima que la expectativa de
vida de una persona trans es de 37
años, menos de la mitad de una
persona que no es trans. Los cupos
laborales trans, el derecho a
acceder al cambio registral, a las
terapias hormonales y/o
quirúrgicas, busca comenzar a
compensar y reparar una larga
historia de exclusión y vulneración
de derechos, muy distante a una
condición privilegiada.

Sexo y género
Suele afirmarse que nacemos con un sexo biológico (macho o hembra) y en

base al mismo se nos asigna un género (masculino o femenino). De esta mane-

ra, mientras el sexo sería natural, el género sería aprendido culturalmente.

Veamos una forma alternativa de explicarlo: Los seres humanos nacemos con

diferentes características corporales, como resultado de procesos que son,

efectivamente, biológicos. Por ejemplo, nacemos con diferentes genitales. Pero

es la cultura en que nacemos, y no la naturaleza, la que hace de la diferencia

genital LA DIFERENCIA (que llamamos diferencia sexual), que nos clasifica y divide

entre machos (quienes nacen con pene) y hembras (quienes nacen con vulva).

Pero ser machos o hembras no es un mero hecho biológico, sino una interpreta-

ción cultural que hace que toda una variedad de cuerpos sean reducidos a dos

únicos sexos (y que los cuerpos que presentan características genitales que no

se amoldan a ese binario, sean tratados como anomalías o aberraciones).


Esa interpretación cultural es lo que llamamos “género”; un dispositivo de po-

der, un guión, que socializa a los cuerpos con pene en la masculinidad, para que

se conviertan en varones, y a los cuerpos con vulva en la feminidad, para que se

conviertan en mujeres.

Estereotipos y mandatos de
género
Los estereotipos de género son un conjunto de ideas y creencias generalizantes,

que se instalan en el sentido común de las sociedades en un momento histórico

dado, y que presentan como “naturales”, a pesar de responder a construccio-

nes culturales.

Hay diversos estereotipos, destinados a regular y disciplinar las prácticas y com-

portamientos de distintas poblaciones. Por ejemplo, estereotipos racistas que

ubican a las personas afrodescendientes como “peligrosas” o que afirman que

“los orientales son todos iguales”, o estereotipos corporales que ubican a las per-

sonas gordas como “enfermas”. Hay muchos otros estereotipos, pero aquí nos

interesa, sobre todo, pensar en los estereotipos de género destinados a regular

y disciplinar las formas de vivir de las personas.

Estos estereotipos tienen una estrecha relación con los mandatos, concepto que

consideramos útil a los fines de demostrar que no elegimos de manera cons-

ciente y voluntaria encarnar estos estereotipos en nuestras vidas, sino que

nos son impuestos, de manera explícita o implícita, grosera o sutil, en todos

los ámbitos sociales e institucionales por los que transitamos, como la familia,

la escuela, la iglesia, el club del barrio, las publicidades y la industria del entrete-

nimiento, entre otras.

Los estereotipos y mandatos suelen presentarse como universales (para todas las

personas que integran un grupo) e invariables (no cambian). Sin embargo, deben

identificarse de manera situada, ya que no siempre serán los mismos en todo con-

texto, sino que pueden variar según las pertenencias culturales, generacionales,
religiosas, étnicas-raciales y de clase, entre otras. No obstante, en términos

generales, al menos en las sociedades modernas y occidentales, vamos a en-

contrarnos con una series de estereotipos sobre la masculinidad y la feminidad,​

estructurados en una lógica de OPUESTOS, COMPLEMENTARIOS y JERÁRQUICOS.

EJEMPLOS DE MANDATOS Y ESTEREOTIPOS DE FEMINIDAD Y MASCULINI-


DAD NORMATIVA

“Los mandatos tradicionales de


la masculinidad y sus privilegios”

Socialización de género
Entonces, nuestras formas de actuar, de ser, de sentir, no responden a diferen-

cias naturales entre los varones y mujeres, sino que son resultado de lo que

llamamos socialización de género. Es decir, de las formas en que nos crían y

educan en la idea de lo que debe ser masculino o femenino según la cultura y el

momento histórico.

Estas formas y características que tienen que tener los varones y mujeres se cons-

truyen y transmiten​a​través de los procesos de educación y crianza y atraviesan

a todas las instituciones de la sociedad. Así, en casa, en la escuela, en los clubes,

desde los medios de comunicación, desde el momento del nacimiento, aprende-

mos modos de comportarnos, de comunicarnos, de pensar, de sentir, maneras de


ocupar espacios físicos y sociales, de mirar y de imaginar el mundo de acuerdo

al género que nos fue asignado al nacer, en base a los genitales que portamos.

Esta construcción empieza, incluso, antes del nacimiento: cuando a la fami-

lia se le informa la genitalidad del embrión, toda esta matriz de interpretación

cultural que llamamos género se pone en funcionamiento; en base a ese único

dato, la genitalidad, se le asigna un sexo (macho o hembra) y con ello un gé-

nero (masculino o femenino) en base a los cuales se eleigen nombres, ropas,

colores, juguetes, y hasta que empiezan a imaginar cuáles serán sus gustos,

profesiones y parejas (siempre del sexo opuesto, pues presuponemos que se-

rán personas heterosexuales).

¿Y acaso esto no es natural? ¿Por qué habría que

cuestionarlo?

Como ya afirmamos, no es natural. Es una construcción cultural e histórica que

se presenta como natural para conseguir la aceptación social y así mantenerse

vigente. Si nos proponemos cuestionar este ordenamiento, es porque tiene conse-

cuencias injustas y nocivas para nuestro desarrollo humano y convivencia social.

Decimos que esa socialización de género es opresiva porque aunque no nos

demos cuenta, va condicionándonos poco a poco a desear unas cosas y re-

chazar otras, a jugar con unas cosas y no otras, a expresarnos, a vestirnos, a

desarrollarnos según un guión que establece “qué es de varón y qué es de mu-

jer”. De ese modo, vulneran nuestros derechos a desarrollarnos libremente.

Además, la socialización de género no nos hace simplemente diferentes, sino

que también nos hace desiguales. Mientras la masculinidad incita a los varones

a desarrollarse en el ámbito público y competir por lugares de reconocimiento

social (sea en su trabajo, su barrio, en el deporte que practican o dentro de un

grupo de pares), la feminidad exige de las mujeres dedicación a las tareas do-

mésticas y de cuidados, sensibilidad y atención por las necesidades ajenas, y

no representar una amenaza a los privilegios de los varones.


¿Qué características tiene la socialización
de género en las instituciones educativas?

Muchas personas que desempeñan su labor en las escuelas suelen

afirmar que tratan al alumnado de manera igualitaria, sin identificar

diferencias en el trato a varones y mujeres en sus prácticas. Sin dudas,

existen docentes con una firme voluntad y compromiso para que eso

sea así. No obstante, seguramente, alguna de las siguientes escenas

escolares resultan familiares en la vida cotidiana de sus instituciones:

ESCENA 1:

En una fiesta escolar de fin de año, para el nivel inicial. En la escena, las

nenas hacen de mamás que persiguen a los nenes (que representan a

los hijos) porque no se quieren bañar. En la representación, no hay pa-

pás que bañen a sus hijos o hijas… Frente a eso nos preguntamos, en la

vida cotidiana de las familias, ¿no hay papás que bañen a sus hijos/as?

ESCENA 2:

La directora de una escuela, al inicio de la jornada, le pide a dos jóvenes

que asisten al primer año de la secundaria que no vuelvan a asistir a

clases con calzas porque el reglamento institucional lo prohíbe. Julia

reflexiona: “¿Qué diferencia hay entre una calza y otro pantalón? ¿Qué

ven las personas cuando miran una calza o una chica con calza?

ESCENA 3:

En la clase de educación física quedan algunos minutos para finalizar y

el profe pregunta: “¿A qué tienen ganas de jugar en este ratito que nos

queda?”. Se escucha… “¡jugar al fútbol!”. Se forman los equipos y primero

eligen a los varones; hay dos o tres que generalmente quedan últimos

porque no son lo “suficientemente hábiles” y ellos prefieren pasar des-

apercibidos para evitar chistes o comentarios respecto a sus destrezas.

Algunas niñas que juegan bien son elegidas y otras, un tanto frustradas,

se sientan al costado de la cancha a mirar y alentar. La clase termina.


La escuela es un ámbito donde se construyen y se expresan modos so-

ciales de ser, de sentir, de imaginar y, dichos modos, son desiguales. Sin

embargo, es insoslayable que sin la escuela no es posible construir un fu-

turo diferente… más justo, más igualitario. Frente a eso, nos preguntamos:

¿es posible pensar a las infancias y juventudes sin mandatos de género

excluyentes desde las distintas instituciones por las que transitan?

¿Qué tiene que ver el género con la


orientación sexual?
El concepto de orientación sexual hace referencia a la atracción emocional, afecti-

va y sexual hacia personas del mismo, o de diferente género o de más de un género.

CONCEPTOS VINCULADOS A LA ORIENTACIÓN SEXUAL

Heterosexualidad: es la orientación sexual de aquellas personas que se sienten

atraídas por el “sexo opuesto”.

Homosexualidad: es la orientación sexual de aquellas personas que se sienten

atraídas por el “mismo sexo”.

Bisexualidad: es la orientación sexual de las personas que se sienten atraídas

hacia más de un género.

Asexualidad: es la falta de atracción sexual hacia otros, o el bajo o nulo inte-

rés en el deseo de actividad sexual.​​​​​Esto no quiere decir que no se experimente

amor por otras personas.


¿A qué nos referimos cuando
hablamos de diversidad sexual?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la sexualidad es mucho más

que el sexo. Se construye a lo largo de la vida y abarca al sexo, género, identidad

y roles asumidos, orientación sexual, erotismo, placer, intimidad y reproducción.

En cada sociedad y en cada momento histórico se visibilizan, aceptan o legi-

timan diferentes formas de vivir la sexualidad. La diversidad sexual y afectiva

abarca una multiplicidad de prácticas, maneras de relacionarse y formas de

expresión que se manifiestan de modo singular en cada persona.

Muchas veces se habla de “elección sexual” como si se tratara de un acto volun-

tario, racional y consciente de elegir entre varias opciones posibles. Sin embargo,

se trata más bien de algo que nos ocurre, con lo que nos encontramos y con lo

que vivimos. Tampoco se trata de una “condición sexual”, lo cual suele ser aso-

ciado a una condición médica o de salud. Es una nominación peligrosa ya que

puede llevarnos a pensar que se trata de una patología o anormalidad, y a justi-

ficar intervenciones violentas como las mal llamadas “terapias correctivas”. Vale

aclarar que estos prejuicios tienen sustento en muchas instituciones, al punto que

hasta 1990 la Organización Mundial de la Salud tuvo a la homosexualidad entre las

enfermendades mentales.

La sexualidad es un proceso complejo de construcción en el que inciden múl-

tiples factores. No puede ser reducido a explicaciones genéticas, biológicas ni

psicológicas. Las orientaciones sexuales son diversas y no debemos atribuirles

valores morales. Lo único importante con relación a nuestra sexualidad, es que po-

damos vivirla de forma libre, placentera, cuidada, sin violencias ni discriminación.

Posiblemente hayas oído o leído varias veces hablar de “diversidad sexual”, “di-

sidencias” y siglas como “LGBTTTI+” (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgénero,

Travestis, Transexuales e Intersexuales) y sus variantes . Son modos de nombrar

la realidad en una complejidad mayor a la que proponía el sistema binario y que

no se agotan en una clasificación cerrada. De hecho, habrán notado que cuando


se emplean las siglas LGBTTTI aparece al final el signo “+” en referencia a otras

muchas posibilidades de identificarse y sentirse.

¿Qué es la heterosexualidad obligatoria?

Se utiliza el término de “heterosexualidad obligatoria” para describir crítica-

mente el fenómeno que afirma que esta orientación es la “normal” porque es la

que permite la reproducción. Sin embargo, las vías de acceso a la maternidad

y paternidad, hoy en día, son múltiples y no dependen exclusivamente de la

reproducción biológica entre un varón y una mujer. Y, además, ¿por qué creer

que el fin primero y último de la sexualidad es la reproducción?

¿Qué es la identidad de género?

El concepto de identidad de género hace referencia a la manera interna que tie-

ne cada persona de vivir su género. La expresión de género, en cambio, refiere a

la manera en que expresamos socialmente nuestro género, ante los y las demás.

Nuestras identidades de género pueden o no corresponderse con el género que se

nos asignó al nacer, en base a la genitalidad que portamos. En caso de que haya

tal correspondencia, hablaremos de personas cis-género. El prefijo “cis”, significa

“del mismo lado de” y, en éste caso, refiere a que una persona se identifica con el

mismo género le fue asignado. Por ejemplo, un sujeto nacido con pene, asignado

varón, que se identifica socialmente como tal, es un varón cis o cisgénero.

Si en cambio, esa misma persona nacida con pene y asignada varón al nacer, se

identificara como mujer, hablaríamos de una mujer trans o transgénero. El tér-

mino trans refiere a esa transición realizada del género asignado al género

auto percibido y engloba múltiples identidades trans, travestis, transgénero

y transexuales.

La identidad y expresión de género es independiente de la orientación sexual;

una persona trans puede ser hetero, homo o bisexual -entre otras opciones po-

sibles- al igual que una persona cis género.


El respeto a la identidad de género, llamando a la persona con los nombres y

pronombres elegidos en base a su vivencia, está consagrado por ley, es decir,

es un derecho. Y no puede ser condicionado por nuestras creencias personales,

religiosas o culturales.

Si querés conocer más sobre los conceptos que estuvimos analizando, te invita-

mos a recorrer: https://www.santafe.gob.ar/minube/index.php/s/I2mORI2BdDB-

n8Qr#pdfviewer

La escuela reconoce la Identidad de Género

Autopercibida

A través de distintas resoluciones ministeriales, la Provincia de Santa Fe avanzó

en el reconocimiento de la identidad de género autopercibida de las personas

que habitan las instituciones educativas.

La Resolución N° 2529/13 promueve la adopción de medidas de gestión escolar

que garanticen el respeto de las opciones de género en el marco de la Ley Na-

cional N°26.743.

La Resolución Nº 955/21, también enmarcada en la misma normativa, permite

que quienes hayan realizado la rectificación de sus datos personales en el Do-

cumento Nacional de Identidad, completen el formulario “Identidad de Género:

solicitud rectificación de datos personales” para modificar sus registros y/o do-

cumentos expedidos por este Ministerio. Esto posibilita el cambio de datos per-

sonales en Título, Certificado Analítico, y Certificación de Capacitaciones, entre

otros documentos:

https://drive.google.com/file/d/1aDNdHYANshIDJcGbCMvo4-9NqwmTFe7C/view

Esta normativa conlleva no sólo cambios administrativos, sino también un acto de

justicia educativa que implica reconocer y visibilizar dentro del sistema educati-

vo a la diversidad de identidades para garantizar sus derechos.


Para profundizar acerca de identidades sexuales te sugerimos el siguiente video:

¿De qué hablamos cuando hablamos de sexo, género e identidad?

https://www.youtube.com/watch?v=rpc694bDWGo

Además, compartimos el recurso pedagógico que el equipo de Educación Sexual

Integral diseñó respecto a la temática y está disponible en el Campus Virtual:

https://campuseducativo.santafe.edu.ar/la-esi-es-un-abrazo-a-la-diversidad/

Brechas de género y diversidad


Una brecha​ es una medida que muestra la distancia entre mujeres y varones

respecto a un mismo indicador y refleja la desigualdad de acceso y control de

recursos económicos, sociales, culturales y políticos, entre otros.

Frecuentemente, los estudios, investigaciones y publicaciones sobre brechas

de género aluden a las mujeres y varones sin explicitar si se trata de personas

cis o transgénero, por lo cual podemos inferir que se trata de personas cisgé-

nero salvo se afirme explícitamente lo contrario. Esto se debe, al menos, a dos

factores. En primer lugar, a que sigue primando una mirada compartimentada,

que mira al género de manera binaria (varón/mujer por un lado) y a las diver-

sidades y disidencias sexuales y de género por otro. En segundo lugar, y como

consecuencia de lo ante dicho, que siguen siendo escasos y poco sistemáticos

en el tiempo los estudios sobre la situación de las personas trans y de las di-

versidades sexuales, dificultando la producción de evidencia en base a la cual

diseñar políticas públicas.

El enfoque interseccional, por su parte, convoca a analizar la imbricación entre po-

sición de género, orientación sexual, posición de clase, étinico-racial, generacional

y de discapacidad, entre otros factores que impactan sobre las condiciones de

vida de las personas.

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ALGUNOS EJEMPLOS Y DATOS SOBRE BRECHAS DE GÉNERO Y DIVERSIDAD:

De cuidados y de tiempos: mide la desigualdad distribución de tiempo desti-

nado al trabajo de cuidados no remunerado. Mientras las mujeres realizan el

83,6% de las tareas domésticas no remuneradas, dedicando un promedio de 6,4

horas diarias, sólo el 51,2% de los varones participa en estos trabajos, dedicando

un promedio de 3,4 horas diarias. (EPH, 3er trimestre de 2020; INDEC, marzo 2021).

Laborales: mide niveles de informalidad, precarización, segregación horizontal

y vertical, tasas de actividad. Durante el tercer trimestre de 2020, con pleno im-

pacto de la crisis de la pandemia, la tasa de desocupación en las mujeres entre

14 y 29 años fue del 23,1% y de 19,8% para los varones del mismo rango etáreo,

en ambos casos significativamente por encima del nivel general de desocupa-

ción (CEPA, marzo 2022). Según el estudio preliminar sobre el estado de situación

actual en el acceso de los derechos de personas travesti trans de Rosario y la

región, la tasa de desocupación de esta población asciende al 45,2% (Programa

Transaberes, 2020-2021).

De ingresos: El 10% de la población de menores ingresos está compuesto en un

63% por mujeres, lo que llamamos feminización de la pobreza, y el 10% de la

población con mayores ingresos está compuesto en un 63% por varones, lo

que podemos llamar masculinización de la riqueza (Encuesta Permanente de

Hogares -EPH-, tercer trimestre de 2020; INDEC, marzo 2021).

Habitacionales: miden el acceso a la vivienda. Un indicador claro de la exis-

tencia de esta brecha es la brecha impositiva que existe en relación a bienes

personales. El 66% de la recaudación de bienes personales proviene de varo-

nes y es un impuesto que grava inmuebles. Con esto podemos deducir que los

varones tienen mayor acceso a la vivienda (CEPA, marzo 2022). La situación

habitacional de la población travesti-trans suele ser de mucha vulnerabilidad,

con una alta incidencia de viviendas prestadas, y de padecimiento de abusos,

malos tratos, discrminación y sobre precios cuando son inquilinas.

De salud: acceso a la salud sexual y (no) reproductiva. Las mujeres cisgénero

y heterosexuales cuentan con mayor oferta de servicios de salud, producto de

los estereotipos de género que permean el sistema de salud y que feminizan


los políticas sanintarias de planificación familiar, salud sexual y reproductiva. En

contra partida, existe una escasa oferta de estos servicios orientados a los va-

rones cis. Las diversidades sexuales y de género suelen padecer situaciones de

exclusión y discriminación, salvo en los casos donde existen servicios especiali-

zados y amigables destinados a esta población.

Vital: diferencias entre las expectativas de vida. En 2019 la esperanza de vida en

Argentina subió hasta llegar a 76,67 años. Ese año la esperanza de vida de las

mujeres fue de 80 años, mayor que la de los hombres que fue de 73,24 años. La

exposición a conductas temerarias y prácticas de riesgo como consecuencia

de la socialización de género masculina, conduce a que los varones mueran 4

veces más que las mujeres por causas externas (homicidios, suicidios, acciden-

tes). Las personas travestis y trans tienen una esperanza de vida promedio de 37

años, como consecuencia de su situación de vulnerabilidad estructural.

Enfoque de género y diversidad


Es importante mirar nuestras posiciones y relaciones desde el enfoque de géne-

ro y diversidad, ya que esto nos permite observar que allí donde creíamos que

había simples e inocentes diferencias, hay relaciones de desigualdad, discrimi-

nación y violencias. Y que estas relaciones, no son así “por naturaleza”, sino que

están así, y es nuestra responsabilidad contribuir a transformarlas.

El objetivo de la igualdad de género es una cuestión de derechos humanos y una

condición para la justicia social, y no debe entenderse aisladamente como un

problema exclusivo de las mujeres. Únicamente después de alcanzado este ob-

jetivo se podrá instaurar una sociedad viable, justa y desarrollada (Plataforma

de Acción Beijing 1995).

Es un deber ético planificar, crear, gestionar, implementar y evaluar programas

de políticas públicas desde la perspectiva de género y diversidad ya que dichos

programas tendrán, efectivamente impactos diferenciales para mujeres, varo-

nes y personas de la diversidad sexual.


La perspectiva abordada en este curso busca proporcionar herramientas para

analizar la realidad y transformar la vida cotidiana de las personas, buscando

favorecer vínculos no discriminatorios por razón de género u orientación sexual.

Bibliografía
• Berkins, Lohana (Comp.) (2015) “Cumbia copeteo y lágrimas: in-

forme nacional sobre la situación de las travestis, transexuales y

transgéneros”. Buenos Aires:Editorial Madres de Plaza de Mayo.

• Dorlin, Elsa (2009). Sexo, género y sexualidades: Introducción a la

teoría feminista. Buenos Aires, Argentina: Ed Nueva Visión.

• Fabbri, Luciano (2014). Ni meramente natural, ni remotamente uni-

versal: Avatares de la teoría sexo/género. Revista Izquierdas, nº 19,

143-157.

• Maffía, Diana (Comp.) (2009) “Sexualidades migrantes: género y

transgénero”. Buenos Aires: Librería de Mujeres Editoras.

• Merchán, Cecilia y Fink, Nadia (comp) (2016), Ni una menos desde

los primeros años: Educación en Géneros para infancias más libres.

Buenos Aires: Las Juanas Editoras.

Datos estadísticos sugeridos

• Dossier Estadístico en Conmemoración del 109° Aniversario del Día

internacional de la Mujer. INDEC , marzo 2020

• https://www.ilo.org/buenosaires/noticias/WCMS_681799/lang--es/

index.htm

• Encuesta sobre Población Trans 2012: Travestis, Transexuales, Trans-

géneros y Hombres Trans.


• http://www.trabajo.gov.ar/downloads/diversidadsexual/Argentina_

Primera_Encuesta_sobre_P oblacion_Trans_2012.pdf

• Usina de Datos, UNR (2022). Informe Especial Nº 8: Desigualdades de

género en números. Ciudad de Rosario. Marzo de 2022. Disponible

en https://rephip.unr.edu.ar/handle/2133/23157

• CEPA (2022) Informe: El 8M en perspectiva económica: a dos años

de pandemia y con la igualdad como meta. Disponible en https://

centrocepa.com.ar/informes/323-el-8m-en-perspectiva-econo-

mica-a-dos-anos-de-pandemia-y-con-la-igualdad-como-meta

• Programa Transaberes (2022) Estudio preliminar sobre el estado de

situación actual en el acceso de los derechos de personas travesti

trans de Rosario y la región, Abril 2020 - Octubre 2021.

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