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Universidad Católica Andrés Bello

Facultad de Humanidades y Educación


Escuela De Psicología

Estilo abierto de respuesta


Isabella Rodríguez V-29.805.145
María Laura Bustamante V-27.770.305

Historia relevante y análisis funcional


José Miguel, es un varón soltero de 23 años, que fue diagnosticado con un Trastorno
Obsesivo Compulsivo a los 18 años. La historia del caso se resume en lo siguiente: cuando JM,
tenía 8 años, su madre, aconsejada por un maestro, lo llevó por primera vez a un psicólogo
debido a un problema de timidez. El cliente, sin embargo, situaba el inicio de los verdaderos
problemas cuando pasó del colegio al instituto, lo que coincidió también con un cambio de
domicilio de la residencia familiar. Desde los primeros cursos del instituto empezó a ser objeto
de burla y broma de sus compañeros. Incluso sufrió algunas experiencias de agresión por
parte de aquéllos (le lanzaban lápices, bolas de papel, estuches, le quemaron la agenda, etc.).
JM presentaba varias obsesiones de contaminación (preocupación por la suciedad o
gérmenes, preocupación sobre contraer enfermedades, preocupación por pelos de su gato, asco
de determinados alimentos, asco de genitales femeninos) higiene y apariencia física
(preocupación por tener las uñas sucias, tener cera en los oídos, tener restos de comida en los
dientes, por tener mal aliento, por oler a sudor, por estar despeinado, por tener lagañas, por tener
las cejas alborotadas) necesidad de simetría, exactitud y orden (preocupación por tener bien
colocadas las gafas, por tener los cordones bien atados, por orden de objetos personales,
muebles) y otras (gran preocupación por la opinión que tengan de él los demás, miedo a decir
cosas sin sentido, a tartamudear, a no pensar o recordar correctamente, miedo al ridículo, a
parecer tonto, raro, homosexual)
Ante lo cual realizaba compulsiones de lavado/limpieza (tomar caramelos de limón para
prevenir mal aliento, limpiarse los ojos para no tener lagañas, pasar la lengua por los dientes para
limpiar posibles restos, buscar pelos del gato en su ropa o en los muebles de su casa y quitarlos)
de comprobación (comprobar que los objetos estaban bien colocados, comprobar su aspecto
mirándose al espejo, comprobar que los botones y la cremallera del pantalón estaban bien
abrochados, comprobar que los cordones estaban atados, comprobación de que estaba
comprendiendo lo que oía en la TV, lo que leía) de arreglo y orden (colocarse las gafas, mover
las cosas de sitio, colocarse el pelo) y otras (rituales mentales como reconstrucción mental de
secuencias de acciones pasadas, mirar el reloj repetidamente).
JM llevaba muchos años luchando duramente con sus manías, obsesiones, ansiedad,
tristeza, inseguridad... y a tal fin, había mostrado un amplio repertorio de respuestas: acudir a
psiquiatras y psicólogos, tomar diferentes fármacos, abandonar sus estudios, no relacionarse con
gente joven, llorar, pensar constantemente en cómo resolver sus preocupaciones, dormir en
exceso, etc. Todas estas estrategias le permitían de forma inmediata una reducción de las
experiencias privadas no aceptadas, lo que le procuraba cierto alivio y le hacía sentir bien al
pensar que cualquiera en su lugar haría lo mismo. Sin embargo, a la larga le resultaban
claramente ineficaces.
Según la información provista por la madre y por el propio JM, el estilo educativo de su
padre se habría caracterizado por un nivel elevado de exigencia y de cierta crítica hacia el
hijo cuando no cumplía sus expectativas. La madre de JM creía que debía compensar la
tendencia ligeramente autoritaria de su marido en la educación de sus hijos y por ello, siempre
había tratado de convencer a JM, de que debía confiar en sus capacidades, haciéndole ver
que él era un chico como los demás, le alentaba a no pensar que su padre no creía en él, a no
sentirse diferente, etc. Estas interacciones pudieron ir moldeando una alta frecuencia de
verbalizaciones negativas en JM, sobre sí mismo, al tiempo que derivaba una creciente
desconfianza en nuevas situaciones, consolidándose un repertorio social bastante limitado y una
considerable sensibilidad a la valoración de los demás.
Además de su madre, sus maestros en el colegio (que eran colegas de su padre, pues éste
trabajaba en el centro) también pudieron actuar justificando su comportamiento retraído en
detrimento de otras formas de comportamiento más ajustadas socialmente y apropiadas a su edad
en el contexto escolar. Así, pareciera que, en su ambiente social (de forma inadvertida), los
comportamientos de aislamiento, las verbalizaciones de inseguridad, de falta de confianza, etc.,
le permitirían el acceso a una serie de prebendas, además del escape de ciertas
responsabilidades, lo que potenciaría cada vez más este tipo de conductas, en menoscabo de
otros repertorios más complejos y adaptados. Este tipo de repertorio sería etiquetado como un
«problema de timidez» por el primer psicólogo al que JM acudió.
El cambio de colegio y de ciudad supuso un fuerte desajuste en las condiciones de
vida de JM. Sin el escudo protector que suponía ser el hijo de uno de los maestros del colegio,
el limitado repertorio social de JM chocaba frontalmente con las normas y pautas del nuevo
contexto. Su forma de comportarse era objeto de burla entre sus compañeros de instituto y no
resultaba.
En resumen, todas esas interacciones (y probablemente muchas más desconocidas por
JM) llevaron a fortalecer un patrón de regulación verbal en el que para el cliente llegaron a
ser muy importantes la valoración de los demás y el hecho de tener razón o mantener la
coherencia verbal, lo que técnicamente se conoce como un pliance rígido o generalizado.

Fragmento de sesión 1
T: Imagina que fueras un jardinero y tu vida fuera como un jardín... que fueras como un
jardinero que tiene la responsabilidad de cuidar de sus plantas, de las cosas importantes que hay
en su vida. ¿Cuáles son las plantas de tu jardín?

JM: Ya te lo he dicho, mi vida ahora es como un jardín seco.

T: Dime, si tu vida es como un jardín seco, ¿qué ves en ese jardín?

JM: Pues sólo veo plantas que se han secado.

T: En algún momento, JM, esas plantas crecían dentro del jardín, ¿tenían flores?

JM: Sí, claro, antes de que empezaran las manías y las obsesiones, en mi jardín no había
problemas...

T: Es como si en algún momento hubieran surgido en el jardín malas hierbas, cardos,


plantas invasoras…
JM: Sí, eso es lo único que crece ahora en mi jardín, es horrible.

T: Claro y no quieres tener esas malas hierbas.

JM: No, ¡quién quiere! Pero es lo que hay y va a ser así siempre, empiezo a pensar que
estoy condenado a eso.

T: Entiendo perfectamente que tengas ese tipo de pensamientos, yo tendría pensamientos


parecidos si llevara años luchando duramente por acabar con algo sin conseguirlo, pero el trabajo
que podemos hacer aquí no tiene que ver con tus pensamientos, ni con los míos, tiene que ver
con lo que tú quieres. ¿Ahora mismo piensas que estás condenado a tener un jardín seco, pero,
qué plantas querrías que tuviera ese jardín?

JM: Pues querría que hubiera plantas con flores, una vida como tienen los demás, pero
yo ni siquiera puedo decir que he perdido todo eso, la verdad es que nunca he tenido nada. Mi
jardín no tiene nada, sólo plantas secas que no me gustan.

T: Pero por lo que me cuentas ¿te has esforzado mucho en quitar las malas hierbas?

JM: Lo he intentado casi todo. He ido a diferentes psicólogos, psiquiatras, he tomado


pastillas, he intentado relajarme, he intentado concentrarme en ellas, pero está claro que no lo
suficiente…

1. Planifique y proponga una actividad dentro de la situación planteada


previamente. La misma debe estar orientada hacia el desarrollo de la clase funcional “estilo
abierto de respuesta”. Justifique sus decisiones terapéuticas.

Al analizar el caso, se hace notorio que JM amerita de desesperanza creativa; es decir,


se le debe hacer entender que el “esforzarse aún más” no lo llevara a resolver el problema,
puesto que las estrategias empleadas no le funcionan. Debe abandonar la idea de que “no lo ha
intentado lo suficiente”
Así, se puede emplear la siguiente metáfora: Ahora quiero que hagas una lista de las
estrategias que has empleado y que no te han funcionado. Imagina que estas en una isla, y todas
las personas a tu alrededor se dirigen al mar a nadar. Tú sigues a esas personas, el mar está
muy picado, hay muchas olas, pero notas que las personas siempre intentan pasar las olas. Tú
haces lo mismo, luchas por mantenerte a flote, pero si peleas siempre contra ellas vas a
cansarte y terminarás hundiéndote. ¿Qué pasaría si en vez de entrar al mar, al igual que los
otros, caminas en dirección contraria? Podrías encontrar un lugar agradable, una sombra
debajo de una palmera, una vista hermosa al otro lado de la isla… Con esto quiero decirte que,
existen otras direcciones y opciones que tú, según tu experiencia debes encontrar.
JM debe entender que aquello que ha intentado no ha funcionado, que insistir en lo
mismo no es la salida. Él es diferente a los demás y debe encontrar una solución que se adapte a
sus necesidades.

Fragmento de sesión 2

JM: Creo que no entiendo lo que me acabas de decir, el problema es el mismo de


siempre, que yo intento hacer lo que los psicólogos me recomiendan, pero mis manías se hacen
cada vez más fuertes... Entonces, ¿qué tengo que hacer exactamente para estar mejor?

T: Dices que eso te pasa muy a menudo, ¿verdad?

JM: Umm, no sé, ¿el qué, las manías?

T: Sí y lo de pedir a otros que te digan qué tienes que hacer con las manías…

JM: Claro, sobre todo le pregunto a mi madre o a mi hermana, porque ellas han vivido
muy de cerca mi problema y saben lo mal que lo he pasado

2. Planifique y proponga una actividad dentro de la situación planteada


previamente. La misma debe estar orientada hacia el desarrollo de la clase funcional “estilo
abierto de respuesta”. Justifique sus decisiones terapéuticas.
JM pide ayuda a los demás repetidamente, cuestión que no le resulta de utilidad
(evitación vivencial) estando atado a una regla verbal de plegamiento que le impide diferenciar
el contexto de actuar por sí mismo del contexto útil de búsqueda de ayuda. Se debe lograr que
JM haga una diferenciación que promueva el cambio de conducta.

Para ello, se puede emplear a siguiente metáfora: cada vez que otros te recomienden o
sugieran una estrategia de cómo afrontar tus manías, imagina que eres el jefe de una empresa y
estos otros tus subordinados, quienes te sugieren estrategias que según ellos le harán un bien a
la empresa. Tú como jefe tienes la potestad de decidir qué hacer, si llevar a cabo estas
estrategias o no, porque tú más que nadie sabes cómo manejar la empresa y qué es lo mejor
para ella.

Fragmento de sesión 3

T: Ahora te propongo que tú y yo nos despeinemos y que descoloquemos nuestras gafas,


poniéndolas en la punta de la nariz o con una patilla delante de la oreja...Vamos a permanecer
simplemente observándonos en el espejo, así con una imagen tan ridícula..., y date cuenta de lo
que piensas y.… déjalo correr.

JM: Pero eso es absurdo, mi problema no es que no me guste mi pelo o mis gafas. Me
puedes explicar para qué sirve este ejercicio, si lo supiera, sería más fácil. Es que no sé cómo
este ejercicio me va a ayudar a solucionar mis problemas, me siento ridículo…

3. Planifique y proponga una actividad dentro de la situación planteada


previamente. La misma debe estar orientada hacia el desarrollo de la clase funcional “estilo
abierto de respuesta”. Justifique sus decisiones terapéuticas

T: Es cierto que podemos parecer ridículos ahora al hacer este ejercicio, pero esto no
implica que seamos ridículos siempre. Es un ejercicio para entender esto, una sola acción no te
define.
Según lo contestado por JM, el dialogo buscará enfocarse en hacerle entender a JM que él
no es su pensamiento, es decir, que sus pensamientos no son definitorios sino transitorios
(ocurren y luego desaparecen), no literales. Así, se busca promover la difusión cognitiva ante su
ausencia de confianza.

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