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Aplicación
temporal, espacial
y personal de la ley
penal
Lecturas obligatorias
García Cavero, P. (2019). Derecho Penal Parte General. Editorial Ideas. pp.
213-246.
Hugo Vizcardo, S. (2016). Estudio de la ley penal y su aplicación en relación
con su ámbito de validez espacial. Alma Máter. UNMSM. 3(4). pp. 143-163.
García Cavero, P. (2019). Derecho Penal Parte General. Editorial Ideas. pp.
273-282.
Meza, C. (2021, 12 de febrero). Eliminación de la inmunidad parlamentaria
¿Todo es color de rosa? Ventana jurídica. Blog académico de la Facultad de
Derecho PUCP.
García Chávarri, M. (2008). Juicio político, antejuicio y acusación
constitucional en el sistema de gobierno peruano. Revista Jurídica Cajamarca.
pp. 1-16.
Alvarado Tapia, K. (2011). La responsabilidad del Presidente de la República
en el régimen presidencialista peruano. Revista de Investigación Jurídica. 2.
pp. 1-12.
Córdova Rojas, J. (2022, 09 de junio). ¿Puede el Fiscal de la Nación “investigar
preliminarmente” al Presidente de la República? Una precisión, dos
confusiones y un mito. La Ley.
C apítulo 5
LA LEY PENAL EN EL TIEMPO
I. INTRODUCCIÓN
La ley penal no es eterna, en la medida que su vigencia para regular casos con
cretos se encuentra siempre temporalmente condicionada. Para abordar el tema de
la temporalidad de la ley penal resulta necesario distinguir dos tipos de reglas: las re
glas de vigencia temporal de la ley penal, por un lado, y las reglas de aplicación tem
poral de la ley penal, por el otro1. Mientras las primeras se ocupan de determinar
desde cuándo y durante cuánto tiempo tiene vigencia una ley penal, las segundas
responden a la cuestión de en qué espacio de tiempo debe haber tenido lugar una
conducta típica para poder aplicarle la ley penal. Com o puede verse, el primer tipo
de reglas se ocupa de la cuestión estrictamente legal de la vigencia de una ley penal,
sin referencia a ningún caso en concreto. U na vez determinada la vigencia tempo
ral de la ley penal, las reglas de aplicación temporal de la ley penal se encargarán
de establecer los casos que están sometidos a su regulación. Estas reglas adquieren
contornos particulares en el caso de leyes temporales y de leyes penales en blanco.
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como toda ley humana, n o tienen una vocación de eternidad, por lo cual resulta
usual que, con el transcurso de tiempo, resulten derogadas o modificadas. Así, si
entre el momento de la realización del hecho delictivo y el efectivo cumplimiento
de la pena impuesta, tiene lugar una modificación de la regulación jurídico-penal,
será absolutamente necesario determinar cuál ley penal resulta aplicable y si puede
dejarse de aplicar una por otra.
La legislación penal actual establece que la ley penal aplicable es la vigente al
momento de la comisión del hecho punible (tempus regit actus), aunque excepcio
nalmente se aplicará la m ás favorable al reo en caso de conflicto de leyes penales en
el tiempo (artículo 6 prim er párrafo del C P )12. La regla general de la prohibición de
retroactividad de la ley penal constituye un límite formal a la actividad jurisdiccio
nal, en tanto al autor de u n delito solamente se le podrá aplicar la ley penal vigente
al momento de su com isión13. N o obstante, la justificación de esta regla no puede
sustentarse únicamente en el mandato legal contenido en el artículo 6 del CP, sino
que hay que encontrar el fundamento material que motiva esta manera de aplicar
temporalmente la ley penal. La determinación de este fundamento material sólo
podrá alcanzarse si se tiene claro cómo la temporalidad de la ley penal incide en la
función del Derecho penal.
12 Vid., H urtado P o z o / P rado S aldarriaga : Derecho P en al, PG, I, § 7, n.m. 822; B ello
G o r d il l o : Prin cipio de irretro actividad de la ley p e n a l p. 139; C u er d a R ie z u : Gaceta P en al
& Procesal P en al 37 (2014), p. 38.
13 Vid., sobre la prohibición de retroactividad como derivado del principio de legalidad,
ESER, en S c h ó n k e / S c h r ó d e r : StG B, § 2, n.m. 1; R o x in : Derecho P en al, PG, § 5, n.m.
51; S c h ü n e m a n n : ¿N u llap o en a sine lege?, p. 24; D a n n e c k e r : D as intertem porale Strafrecht,
p. 249. Algunos lo consideran incluso parte del mandato de certeza o determinación, B au -
m a n n /W e b e r /M it s c h : Strafrecht, AT, § 9, n.m. 6; R a n s ie k : Gesetz., p. 8; S tr a ten w er t h :
Strafrecht, AT, § 3, n.m. 14.
14 Defienden una visión preventivo general como fundamento jurídico-penal de la ley pe
nal en el tiempo, E s e r , en S c h ó n k e / S c h r ó d e r : StG B , § 2, n.m. 1; S c h ü n e m a n n :
¿N u lla poen a sine lege?, p. 24; H a ssem er : N K § 2, n.m. 19; R u d o l p h i : S K § 1, n.m. 6;
D a n n e c k e r : D as intertem porale Strafrecht, p. 259; S ilva S á n c h e z , en H acia un Derechop e n al,
p. 698; M u ñ o z C o n d e / G arcía A rán : Derecho P en al, PG, p. 136; B lan co L o z a n o : C P C
71 (2000), p. 285; D e V ic e n t e M a r tín ez : E l prin cipio de legalidad pen al, p. 62; B ra m o n t -
A rias T o r r e s , en Código p e n al comentado, Castillo Alva (coord.), artículo 6, p. 313.
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ley p en al'15. D ado que la ley penal establece las consecuencias negativas que una
actuación contraria a Derecho produciría, resulta consecuente con este punto de
partida sancionar al infractor con la ley penal vigente al momento del hecho16, pues
es esta ley la que efectivamente ha tenido en cuenta el autor (psicológica o normati
vamente) para advertir las consecuencias de su actuación17. Por el contrario, la con
dena con la ley vigente al momento de la expedición de la sentencia o en una etapa
intermedia, no tendría sentido desde una perspectiva preventiva, en la medida que
el efecto intimidatorio (o el diálogo racional con la norma) sólo podría haber tenido
lugar con la ley vigente al momento del hecho. Si se condena con ley distinta a la
vigente al momento del hecho, se hará con base en una ficción, pues la ley posterior
no ha generado, ni ha podido generar, efecto motivatorio alguno sobre el infractor.
La situación se presenta distinta en una concepción del Derecho penal como
mecanismo de estabilización de la norma defraudada, ya que la ley penal adecua
da para la imposición de una pena no es la que se encuentra vigente al momento
de la comisión del delito, sino la vigente al momento de la condena por el delito
cometido18. El punto de partida de esta concepción es que entre el delito y la pena
existe una relación comunicativa en el sentido de que la pena reafirma la vigencia
de una expectativa normativa defraudada por el delito19. Por esta razón, sólo al
momento de condenar es necesario determinar si la expectativa se encuentra aún
defraudada y si requiere, por lo tanto, de una restabilización normativa20. Para que
la pena despliegue su efecto estabilizador es necesario que la expectativa defraudada
todavía necesite mantenerse en la sociedad como parte de su identidad normativa
esencial, pues, de lo contrario, la imposición de la pena se convertirá en un acto
vacío de sentido. A este planteamiento podría reprochársele, sin embargo, que, si
15 F e u e r b a c h : T ratado, § 19.
16 R udolphi: S K § 1, n.m. 6; B ramont Arias: L a ley p e n a l p. 225.
17 Si la pena confirma la seriedad de la amenaza penal, tendrá que corresponderse con aquélla
que efectivamente ha procurado el efecto preventivo-general. En este sentido, esta compren
sión del Derecho penal presenta a la pena como consecuencia jurídica del hecho realizado
que debe establecerse mediante una declaración judicial. La crítica a esta interpretación de
la aplicación temporal de la ley penal, puede verse en Jakobs: Derecho P e n a l PG, Apdo 4,
n.m. 49, en el sentido de ver el delito y la pena como una secuencia eo ipso y no como actos
comunicativos.
18 En este sentido, J a k o b s : Derecho Penal, PG, Apdo 4, n.m. 50.
19 Vid., esta relación comunicativa entre delito y pena, Jakobs: Sociedad, norm a y persona,
p. 11.
20 En este sentido J akobs: Derecho Penal, PG, Apdo 4, n.m. 50, señala que no basta que en
el pasado la amenaza penal esté contemplada en la ley, sino que debe requerirse que esa
amenaza se materialice. Fundamental, en este sentido, es que los casos antiguos (Altfdlle)
continúen siendo un conflicto social en la nueva regulación jurídica, en el sentido de una
continuidad del injusto.
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realizó un delito, ni siquiera por parte del cómplice, pues el delito tiene lugar en el
momento en el que se ejecuta y al ejecutarse la acción concreta, ya no era un delito.
En consecuencia, no pueden admitirse distintos momentos del delito en función de
los autores o cómplices27, sino que el momento se determina por la ejecución de la
conducta típica, sea que la misma la empieza el autor o el cómplice.
La determinación de la ley penal vigente al momento del hecho no es ajena
a la presencia de supuestos problemáticos. U no de ellos es el caso en el que la ley
penal entra en vigencia entre el inicio y la finalización de la acción u omisión que es
tipificada como delito. Esta situación se presenta, concretamente, en los llamados
delitos permanentes y continuados, ya que la acción lesiva se realiza a lo largo del
tiempo28. En la medida que se trata de una conducta permanente o continuada,
la entrada en vigencia de la ley penal que tipifica el delito durante el periodo de
permanencia o continuidad de la conducta, hace que se trate también de una ley vi
gente al momento del hecho, pues la conducta ha estado en permanente o continua
ejecución. Sin embargo, queda claro que el juicio de desvalor penal no puede tener
en consideración la parte precedente del hecho permanente o continuado anterior
a la criminalización de la conducta, pues su realización se hizo antes de la entrada
en vigencia de la ley penal que la criminaliza2930.
El criterio precedente ha sido asumido por el Tribunal Constitucional al pro
nunciarse sobre la ley penal aplicable en el delito de desaparición forzosa. Así señala,
al respecto, que “la garan tía de la leyprevia comporta la necesidad de que, a l momento
de cometerse el delito, esté vigente una norma pen al que establezca una determinada
pena. Así, en el caso de delitos instantáneos, la ley pen al aplicable será siempre anterior
a l hecho delictivo. En cambio, en los delitos permanentes, pueden surgir nuevas normas
penales, que serán aplicables a quienes en ese momento ejecuten el delito, sin que ello
signifique aplicación retroactiva de la ley penal"30. Pese a que conceptualmente no
cabe hacerle ningún reproche al planteamiento del máximo intérprete de la Cons
titución sobre la aplicación temporal de la ley penal en los delitos de ejecución
permanente, lo que resulta sumamente discutible es que califique al tipo penal de
desaparición forzosa como un delito permanente31. La conducta típica de “ordenar
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Pa z : U na sentencia histórica, p. 54 y ss., pero sin ninguna referencia a la estructura del tipo
penal previsto en el artículo 320 del CP.
32 STC Exp. N .° 0901-2003-HC/TC de 12 de mayo de 2003, fundamento jurídico 3.
33 Así, niega que se pueda aplicar la ley posterior si es más grave, C uerda R ie z u : G aceta
P en al & Procesal P en al 57 (2014), p. 61. En la doctrina nacional, P ér ez L ó pe z : A ctu alid ad
P en al 30 (2016), p. 95. La situación es distinta en el Derecho penal alemán, en tanto el
§ 2.2 StGB establece expresamente que se aplica la ley penal vigente al momento de la ter
minación del hecho. Vid., la referencia en I g lesia s Río: R evista Ju ríd ic a de C astilla y León,
N ° 6 (mayo de 2005), p. 40 y s.
34 Vid., V illa v ic en c io T e r r e r o s : Derecho Penal, PG, p. 176; B ello G o r d illo : Principio de
irretroactividad de la ley p en al, p. 66.
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del que parte el dispositivo legal citado es un conflicto de leyes penales en el tiempo,
lo que requiere determinar cuándo tiene lugar semejante situación de conflicto.
U na vez constatada la situación de conflicto de leyes en el tiempo, el paso siguiente
consiste en aplicar la ley penal más favorable, lo que supone, a su vez, contar con
criterios definidos para determinar cuál de las leyes penales en conflicto resulta la
más favorable. Los pasos de este procedimiento de aplicación temporal de la ley
penal más favorable no se presentan, por lo general, con la sencillez de su formu
lación, sino que existen un conjunto de cuestiones y aspectos problemáticos que
deben ser resueltos con un mayor nivel de detalle.
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identidad puede tener lugar por una derogación de la ley vigente al momento del
hecho o por una modificación de la misma. En el primer caso, la conducta realizada
quedará absolutamente despenalizada, por lo que no podrá imponerse una pena al
autor o ésta tendrá que extinguirse de pleno derecho si ya hubiese sido impuesta,
tal como lo dispone el artículo 7 del CP. Por el contrario, en el caso de una m o
dificación de la ley penal, el delito sigue reprimiéndose, aunque con un estatuto
jurídico distinto, por lo que, en estos casos, habrá que aplicar la ley penal más favo
rable al reo. Respecto de la conducta concretamente evaluada, la modificación de
la ley penal posterior puede tener un efecto más favorable de despenalización o de
atenuación. Para poder decidir cuándo se produce uno u otro efecto debe acudirse
al criterio de la continuidad del injusto ( Unrechtskontinuitatf9. Si existe una conti
nuidad del injusto en la sucesión de las leyes penales, entonces la ley penal posterior
más favorable solamente podrá tener un efecto de atenuación que llevará a ajustar
la condena o la ejecución de la pena a los parámetros de la nueva regulación3940. Si
esta continuidad no tiene lugar, entonces se habrá producido una despenalización,
de manera tal que los casos cometidos durante la vigencia de la ley penal anterior
dejarán de ser punibles41.
El criterio de la continuidad del injusto no es un concepto que haya sido
fácil de determinar en la discusión penal42. La jurisprudencia y doctrina alemanas
antiguas lo interpretaron de una manera amplia, en el sentido de que bastaba que
en la ley antigua y en la nueva la conducta juzgada fuese punible43. Esta concep
ción amplia de la continuidad del injusto resulta, sin embargo, incompatible con
la configuración actual del sistema penal, pues su función garantista determina
una vinculación con los tipos penales y no simplemente con las consecuencias ju
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la culpa deben fundamentarse igualmente en la nueva ley penal que mantiene una
identidad material con la ley penal anterior. Con la categoría de la culpabilidad
sucede prácticamente lo mismo, pues la identidad del injusto significa mantener el
carácter defraudatorio de determinada forma de conducta que se corresponde con
la realizada responsablemente por el autor.
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sarrollada con mayor profundidad por D annecker 61, quien procura también inter
pretar las disposiciones del Código Penal que regulan la validez temporal de la ley
penal como una cuestión de la norma secundaria (dirigida al juez). Este autor tiene
claro que la prohibición de retroactividad y el mandato de aplicación de la ley penal
más favorable no se pueden explicar desde la norma primaria dirigida al ciudadano,
por lo que sostiene que la aplicación retroactiva de la ley penal más favorable no
constituye una regla de validez (que sigue el principio de que la ley posterior deroga
la anterior), sino una regla de aplicación judicial (Rechtsanwendung) que se dirige a
los jueces y no a los ciudadanos62. D annecker le asigna al principio de irretroacti-
vidad de la ley penal un fundamento constitucional (de Derecho público) basado
en la protección de la libertad ciudadana como derecho fundamental, mientras que
jurídico-penalmente acepta como fundamento una visión preventivo-general del
Derecho penal63. Pero para justificar la aplicación retroactiva de la ley penal más
favorable, D annecker recurre al principio de proporcionalidad y a los fines de la
pena (merecimiento y necesidad de pena) que el juez debe observar64.
Pese a los esfuerzos argumentativos de los planteamientos preventivo-genera-
les, queda claro que la retroactividad benigna no se sustenta en una razón derivada
de la función de motivación de las leyes penales, sino de otros criterios político-
criminales o de decisión impuestos al juez. Pero aun cuando se pueda justificar con
esta argumentación la aplicación retroactiva de la ley posterior más favorable, ésta
no tendría por qué alcanzar a la ley penal intermedia más favorable, pues se trata
de una ley que ni fundamenta una relación de motivación, ni se encuentra vigente
al momento de la decisión del juez. Ante esta situación, se levanta la sospecha de
si realmente no se está disfrazando con un ropaje político-criminal o de teoría de
las normas, lo que, en el fondo, no puede explicarse desde posturas preventivo-
generales, es decir, si lo que en realidad sucede en estos casos es que la función de
la pena se corresponde m ás con la ley vigente al momento de la condena que con la
vigente al momento del hecho.
Para los que le asignan al Derecho penal la función de restablecer la vigencia
de la norma defraudada, no hay mayor problema en aceptar la aplicación de la ley
penal posterior más favorable en lugar de la vigente al momento del hecho delicti
vo. U na pena solamente debe imponerse o seguir ejecutándose tal como se impuso,
si es que la defraudación de la norma producida por el delito sigue siendo una
perturbación social que requiere ser restabilizada de la forma legalmente prescrita.
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71 Vid., así, las sentencias de la Corte Suprema, Exp. N ° 662-92-Lima de 5 de mayo de 1993
{R P C P 4, p. 731 y ss.) y Exp. N ° 4882-98-Ancash de 26 de abril de 1999 [R evistaperuan a
de ju rispru den cia 1 (1999), p. 316 y s.]. Limita la línea jurisprudencial que admite el prin
cipio de combinación, la sentencia de la Corte Suprema Exp. N ° 2476-98-Lima de 20 de
noviembre de 1998. Rechaza expresamente la posibilidad de combinar leyes en estos casos
el voto en minoría en el Acuerdo Plenario N ° 2-2006.
72 Vid., en este sentido, C aro J o h n : R PC P 4, p. 733 y ss. Este autor nacional ha vuelto a
publicar sus ideas, con nuevas referencias, en un libro que recoge diversos artículos suyos
(N orm ativism o e im putación jurídico-penal, Lima, 2010), en el que me cita como un au
tor que se limita solamente a cuestionar la constitucionalidad de la combinación de leyes
porque el juez estaría creando una nueva regulación (lex tertiá). Esta cita, además de dar la
impresión inexacta de que soy contrario ante toda forma de combinación de leyes (ya en la
primera edición de mi libro de Derecho p en al económico, Parte General de 2003, que es el
que el referido autor cita, indiqué expresamente que no podía rechazarse, en general, una
combinación de leyes penales), no es exacta en cuanto a que el rechazo que hago —reitero:
en ciertos casos- de la combinación de leyes, se sustente en su inconstitucionalidad, pues
textualmente puse de manifiesto que dicho rechazo no se debe a una inconstitucionalidad
general de cualquier forma de combinación. La razón del rechazo está en la indivisibilidad
de determinada regulación penal compleja (lo que se puede apreciar claramente en la prime
ra edición de este libro, p. 170), por lo que el juez no puede configurar una nueva regulación
sin atender a este criterio legislativo de la indivisibilidad de la regulación.
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A. Concepto
Resulta usual explicar las leyes temporales (Zeitgesetze) en oposición a las lla
madas leyes duraderas {Dauergesetzé)78. Ya que estas últimas están pensadas para te
ner una vigencia indefinida, las leyes temporales se equiparan a aquellas que tienen
como objetivo conseguir un determinado resultado específico (Mafínahmegesetzé) .
Esta equiparación resulta, sin embargo, incorrecta por dos razones: en primer lu
gar, porque las leyes que toman medidas con base en una finalidad específica no
tienen necesariamente un plazo de vigencia determinado o determinable, ya que
su vigencia dependerá de la obtención o no del objetivo planteado; y, en segundo
lugar, porque toda ley, incluso la llamada duradera, tiene siempre una condiciona-
lidad temporal79. En este sentido, el criterio de identificación de las leyes temporales
no es la durabilidad o no de la regulación, sino el hecho de que el legislador haya
planteado un determinado tiempo de vigencia para la ley, luego del cual dejará de
ser aplicable a nuevos casos80. Siguiendo esta idea, el artículo 8 del CP establece que
las llamadas leyes temporales se caracterizan efectivamente por tener un plazo de
vigencia determinado81.
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rales de otras leyes que pueden ser definidas por el tiempo (M afínahm egesetze y Gelegenheits-
gesetze), Hassemer, en M odernes Strafrecht, Lüderssen/Nestler/Weigend (Hrsg.), p. 201 y
ss. (espec. p. 203).
82 Vid., con mayores detalles, García Cantizano, en Código p e n al com entado , Castillo Alva
(coord.), artículo 8, p. 334. Igualmente, en el Derecho penal alemán, R oxin: Derecho Penal,
PG, § 5, n.m. 66; Jakobs: Derecho P en al, PG, Apdo 4, n.m. 62.
83 Pero no se trata de una excepción al principio de aplicación de la ley más favorable (así, por
ejemplo, R oxin: D erecho P en al, PG, § 3, n.m. 66), sino al principio de que las infracciones
a una ley derogada no requieren de un restablecimiento normativo.
84 Vid., en este sentido, la fundamentación de los efectos de la ley temporal con base en la au
toridad de la ley, Hassemer: N K § 2, n.m. 47; Rudolphi: S K § 2, n.m. 14. Críticamente,
Jakobs: Derecho Pen al, PG, Apdo 4, n.m. 63.
85 En este sentido, Roxin : Derecho Penal, PG, § 5, n.m. 66; E ser , en S chónke /S chróreder:
StG B , § 2, n.m. 36; Iglesias Río : R evista Ju ríd ic a de C astilla y León, N ° 6 (mayo de 2005),
p. 42; B ramont Arias: L a ley pen al, p. 237; H urtado Pozo/Prado Saldarriaga: Derecho
Penal, PG, I,-§ 7, n.m. 892.
86 Por esta razón, R oxin : Derecho Penal, PG, § 5, n.m. 66, señala que el autor que ha infringi
do una ley penal sólo puede salir beneficiado de un cambio de valoración político-criminal,
pero no de un cambio de las circunstancias fácticas o económicas.
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87 Por ello, T iedemann: FS-P eters, p. 198, critica esta fundamentación de la ley temporal,
por constituir una exageración de la perspectiva preventivo-general. En el mismo sentido,
D annecker: D as intertem porale Strafrecht, p. 235.
88 En este sentido, Jakobs: Derecho P en al, PG, Apdo 4, n.m. 62; Dannecker: D as intertem
porale Strafrecht, p. 445; C aro/H uaman: E l sistem a p e n al en la jurisprudencia del T ribu n al
C onstitucional p. 50. En contra, Hassemer: N K § 2, n.m. 47.
89 Así, J akobs: Derecho P en al, PG, Apdo 4, n.m. 63. En el mismo sentido, aunque con distinta
fundamentación, Lascuraín Sánchez: Sobre la retroactividad , p. 97.
90 Crítico frente a los criterios clasificatorios de la doctrina penal, Hassemer: N K § 2, n.m. 50.
91 Vid., en este sentido, Jakobs: Derecho Pen al, PG, Apdo 4, n.m. 65. Esta fijación del plazo
se puede hacer desde un principio o mediante una norma jurídica posterior (vid., así, E ser,
en S chónke/S chróreder: StG B , § 2, n.m. 37). En nuestro país, Bramont Arias: L a ley
pen al, p. 236, califica a estas leyes no como temporales, sino como excepcionales.
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92 Vid., en este sentido, respecto del Derecho penal alemán, T iedemann , voz: Zeisgesetz, en
H W iStR , Krekeler/Tiedemann/Ulsenheider/Weinmann (Hrsg.), p. 2; E ser, en S chönke /
S chröreder : StG B , § 2, n.m. 37.
93 Vid., T iedemann: FS-P eters, p. 198; El M ismo/D annecker: D ie gesetzliche M ilderung,
p. 30.
94 Cfr., por todos, Eser, en S chönke/S chröder: StG B , § 2, n.m. 37.
93 En este sentido, T iedemann: FS-Peters, p. 200 y ss. (espec. pp. 200, 207); Jakobs: Derecho
pen al, PG, Apdo 4, n.m. 65; H assemer: N K § 2, n.m. 51 y ss.; Rüping: N S tZ 1984, p. 451;
Dannecker: D as intertem porale Strafrecht, p. 448 y s.
96 Así, expresamente, J akobs: Derecho Penal, PG, Apdo 4, n.m. 65; Iglesias Río: Revista
Ju ríd ic a de C astilla y León, N ° 6 (mayo de 2005), p. 43.
97 Así, el parecer de E ser, en S chönke/S chröder: StG B , § 2, n.m. 37; Rudolphi: S K § 2,
n.m. 15; T iedemann/D annecker: D ie gesetzliche M ilderung, p. 33.
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reo y, por tanto, habría que proceder a la absolución del autor98. En tanto se trata de
una cuestión de interpretación, se deben utilizar criterios restrictivos y sólo aceptar
los casos en los que existe una clara referencia a sucesos especiales condicionados
temporalmente99. Frente a la interpretación restrictiva de las leyes temporales en
sentido amplio, se presenta un parecer más extensivo que incluye dentro de las
leyes temporales no sólo a las leyes que tienen como objeto circunstancias fácticas
especiales condicionadas por el tiempo, sino también las que regulan todo tipo de
relaciones fácticas cambiantes (por ejemplo, las condiciones del mercado). A este
último parecer, utilizado sobre todo por algunas sentencias de la jurisprudencia
alemana100, se le reprocha usar criterios tan generales que prácticamente no permi
ten diferenciar las leyes temporales de las leyes duraderas, pues, como ya se dijo,
toda ley tiene en cierta forma una condicionalidad temporal101. La ley temporal
debe ser solamente aquélla que, desde su formulación, dependa de modo especial
de una circunstancia transitoria y, por ello, presente desde el principio un carácter
excepcional102.
Nuestro parecer coincide con la interpretación de las leyes temporales que
las circunscribe a las leyes temporales en sentido estricto, en la medida que con
estas leyes penales se realiza una actividad criminalizadora que permite imponer
una sanción penal a casos antiguos, aunque la ley penal ya no tenga vigencia plena
al momento de la sentencia103. Desde el punto de vista estrictamente legal, podría
sostenerse que no existe un argumento legal para excluir de las leyes temporales a las
llamadas leyes temporales en sentido amplio (interpretadas extensiva o restrictiva
mente). En efecto, el artículo 8 del Código Penal establece que las leyes penales son
aquéllas que están destinadas a regir por un tiempo determinado, lo que parecería
no dejar de lado las leyes temporales en sentido amplio. Sin embargo, la interpre
tación de la ley no puede ampararse en cualquier significado que simplemente se
mueva dentro del marco del tenor literal, sino que resulta necesario determinar el
sentido de la regulación. Por lo tanto, el que se pueda calificar una ley penal como
98 En este sentido, Roxin: Derecho Penal, PG, § 5, n.m. 66; Eser, en S chönke/S chröreder:
StG B , § 2, n.m. 39.
99 En este sentido, Kunert: N S tZ 1982, p. 279; Hassemer, en M odernes Strafrecht, Lüders-
sen/Nestler/Weigend (Hrsg.), p. 203 y s.
100 Vid., la referencia en T iedemann, voz: Zeitgesetz, en H W iStR , Krekeler/Tiedemann/
Ulsenheider/Weinmann (Hrsg.), p. 3; Dannecker: D as intertemporale Strafrecht, p. 442 y s.
101 En este sentido, Jakobs: Derecho Penal, PG, Apdo 4, n.m. 64; Kunert: N S tZ 1982, p. 276;
T iedemann, voz: Zeitgesetz, en H W iStR , Krekeler/Tiedemann/Ulsenheider/Weinmann
(Hrsg.), p. 3.
102 En este sentido, J akobs: Derecho Penal, PG, Apdo 4, n.m. 64.
103 Así T iedemann: FS-Peters, p. 201 y s.; El M ismo/Dannecker: D ie gesetzliche M ilderung,
p. 30; Rüping: V5VZ1984, p. 451.
¿deas 239
D erecho P enal - parte general
104 Vid., este desarrollo jurisprudencial, D annecker: D as intertem porale Strafrecht, p. 437 y ss.
103 En este sentido, por ejemplo, Roxin: Derecho Penal, PG, § 3, n.m. 66; E ser, en S chónke/
Schróreder: StG B , § 2, n.m. 39.
106 T iedemann: FS-Peters, p. 199; Kunert: N S tZ 1982, p. 276; Dannecker: D as intertem
porale Strafrecht, pp. 233, 448. Advierte el problema de este criterio, L ascuraín Sánchez:
Sobre la retro actividad, p. 47 y s.; Iglesias Río : Revista Ju ríd ic a de C astilla y León , N ° 6
(mayo de 2005), p. 46.
107 En este sentido resultan acertadas las apreciaciones de T iedemann: FS-P eters, p. 198 y ss.
108 Vid., así, por ejemplo, S chmidt: S J Z 1949, p. 668, en referencia a la ley de simplificación
de la legislación penal económica de 1949, se mostraba crítico al establecimiento de un pla
zo de vigencia (31.03.50), pues entendía que en esa fecha con seguridad aún sería necesario
mantener la vigencia de la mencionada ley penal. En este sentido, una ley temporal necesita
no sólo de un plazo de vigencia, sino de una necesidad de su vigencia en el tiempo mencio
nado.
240 ¿d ea s
Percy G arcía C averò
valorativa del legislador (fijación de un plazo). Por lo tanto, las leyes temporales no
pueden definirse con simples criterios materiales sin una fijación del plazo hecha
por el legislador (de manera calendarla, o mediante hechos temporales definidos).
En consecuencia, para ser temporal, una ley penal necesita siempre de una decisión
formal, por lo que sólo las leyes temporales en sentido estricto son tales.
£ deas 241
D erecho Penal - parte general
113 Vid., Baldomino D íaz: Polít. crim. Vol. 4, N ° 7 (julio de 2009), p. 138.
114 Vid., en este sentido, Welzel: D as deutsche Strafrecht, p. 25; Roxin: Derecho P en al, PG, § 5,
n.m. 65; E ser, en Schónke/S chróreder: StG B , § 2, n.m. 26; Silva Sánchez, en H acia un
Derecho p e n al económico europeo, p. 715 y ss.; Lascuraín Sánchez: Sobre la retroactividad ,
p. 47 y ss.
115 Vid., Jakobs: Derecho P en al, PG, Apdo 4, n.m. 70 y ss. Sigue este criterio, Rudolphi: S K
§ 2, n.m. 8a y 8b, señalando que en el fondo las normas jurídicas que complementan leyes
penales se diferencian de aquéllas que se refieren a elementos normativos del tipo penal.
Considera que el criterio de Jakobs es similar al basado en la continuidad del injusto, Eser,
en S chónke/S chróreder: StG B , § 2, n.m. 26. Críticamente ante este criterio diferen
ciador, Hassemer: N K § 2, n.m. 36, por considerarlo demasiado vago e innecesariamente
complicado y que finalmente en los casos concretos resulta difícil de separar.
116 Con mayores ejemplos, J akobs: Derecho Penal, PG, Apdo 4, n.m. 72; Rudolphi: S K §
2, n.m. 8c. En el mismo sentido, Lascuraín Sánchez: Sobre la retroactividad, p. 90 y s.,
negando la existencia propiamente de una sucesión de leyes.
242 ¿deas
Percy G arcía C averò
j
¿decís 243
D erecho P enal - parte general
se rige por la deuda tributaria tal y como existe o se origina en el momento del
hecho120. E n estos casos, la modificación de las leyes tributarias de remisión no
significa propiamente una modificación de la ley penal en blanco que lleve consigo
la im punidad del autor p o r el delito cometido sobre los efectos de la anterior regu
lación tributaria121. Sólo si la pretensión tributaria del Estado deja de tener funda
mento en la nueva regulación, podría aplicarse lo más favorable al reo y declarar la
im punidad de su conducta.
120 Vid., J akobs: Derecho P en al, PG, Apdo 4, n.m. 72; R udolphi: S K § 2, n.m. 8c.
121 En el mismo sentido, L ascuraín Sánchez: Sobre la retroactividad , p. 114 y s.
122 Así, I glesias R ío : R evista Ju ríd ica de C astilla y León , N ° 6 (mayo de 2005), p. 44.
123 Vid., en este sentido, J akobs: Derecho P en al, PG, Apdo 4, n.m. 66. Por el contrario,
T iedemann/D annecker: D ie gesetzliche M ilderung, p. 36, entienden que en las leyes pena-
j
244 ¿d ea s
Percy G arcía C averò
bargo, un enfrentamiento en la doctrina penal sobre todo para el caso del delito
de defraudación tributaria, en el que existe una vinculación con leyes tributarias de
carácter temporal (especialmente en el impuesto a la renta).
Por un lado, se presenta una interpretación del delito de defraudación tribu
taria en el sentido de considerarlo un tipo penal autónomo y que, por tanto, no
constituye una ley penal en blanco124. Por otro lado, se encuentra la doctrina ma-
yoritaria que lo califica de una ley penal en blanco, centrándose la discusión, más
bien, en si se trata de una ley penal temporal o no. U n sector doctrinal considera
que, en principio, la defraudación tributaria constituye una ley temporal cuando
la legislación tributaria de remisión está pensada para regir durante un período
determinado (tributación por períodos), de manera que trascurrido dicho período
no tendría por qué perder la capacidad de juzgar los casos antiguos125. Frente a este
parecer se encuentra la opinión defendida fundamentalmente por T iedemann , en
el sentido de limitar a sólo muy pocos casos el carácter de ley temporal en el delito
de defraudación tributaria126. Si bien la regulación tributaria puede recurrir a una
tributación por períodos —dice este autor-, esto no afecta la validez temporal del
Derecho penal, pues no se trata de una regulación vinculada al tiempo, sino de una
técnica de liquidación que recurre a períodos de tiempo para un mejor control y
organización de la recaudación tributaria127.
Los argumentos expuestos muestran que la discusión doctrinal parece haberse
centrado en el criterio material de una ley penal temporal, es decir, en su condi-
cionalidad temporal. Sin embargo, como ya lo hemos mencionado anteriormente,
les en blanco resulta por lo general imposible establecer expresamente un plazo de vigencia,
de manera que difícilmente pueden configurar leyes temporales.
124 Vid., en este sentido, R üping: N StZ 1984, p. 451: la ley penal (defraudación tributaria) sólo
se remite al Derecho tributario para determinar el origen y monto de la deuda tributaria, de
manera que un cambio de contenido en las leyes tributarias debe también tener efecto en la
determinación de la ley penal.
125 Así, fundamentalmente, Franzheim: N StZ 1982, p. 137 y s.; Pina Garrido, en Derecho
penal de la empresa, Corcoy Bidasolo (dir.), p. 281. Por su parte Kunert: N StZ 1982,
p. 278, señala que no puede hacerse una afirmación general sobre el carácter temporal del
tipo penal de defraudación tributaria, sino que este carácter depende de la regulación tribu
taria específica; en este sentido, sólo una consideración individualizada permite determinar
si el delito de defraudación tributaria es una ley penal en blanco temporal, lo cual debe
hacerse con una valoración ex ante de la específica legislación tributaria (del impuesto a la
renta, a las ventas, etc.).
126 Cuando menos para los casos del impuesto a la renta y el impuesto a las corporaciones,
pues en impuestos en los que se persigue un determinado objetivo político-fiscal, puede
presentarse una ley temporal. Vid., con mayor profundidad, T iedemann/D annecker: Die
gesetzliche Milderung, p. 40 y ss.; T iedemann: Einjuhrung, p. 84.
127 Vid., con mayor detalle, T iedemann/D annecker: Die gesetzliche Milderung, p. 38.
¿d eas I 245
D erecho Penal - parte general
no basta la existencia de tal condicionalidad para hablar de una ley penal temporal,
sino que además es necesario el establecimiento de un período de vigencia por parte
del legislador (de manera directa o indirecta). La argumentación de T iedemann
parece orientada a demostrar que, a pesar incluso del establecimiento de un período
de vigencia por parte de la ley tributaria complementaria, falta en muchos casos la
base material para considerar la ley penal en blanco como una ley temporal, pues se
trata de una cuestión de técnica legislativa y no propiamente de una condicionali
dad temporal. Sólo cabría una ley penal temporal si el objeto de regulación tuviese
lugar en un único o en pocos períodos determinados128.
Por nuestra parte, consideramos, por el contrario, que es posible afirmar el
carácter de ley temporal en el caso de delitos tributarios cuya norma tributaria de
remisión tiene una vigencia temporal determinada129. Com o el propio T iedemann
lo indica, toda ley tiene en cierta medida una condicionalidad temporal130, de ma
nera que resulta un criterio poco seguro utilizarlo para delimitar las leyes tempo
rales. En este sentido, el elemento decisivo resulta el criterio formal de un plazo de
vigencia establecido por el legislador. Si el legislador ha fijado expresamente, por vía
directa o indirecta, un plazo de vigencia, no habrá ninguna razón de fondo para ne
gar el carácter temporal de esta ley penal. Sólo en caso de que se trate de un cambio
de la identidad de la sociedad en el sector de la recaudación tributaria (por ejemplo,
una derogación del impuesto), pueden declararse impunes los casos antiguos de
defraudación131. Precisamente para estos casos resulta aplicable la última parte del
artículo 8 del CP que contempla el caso de leyes temporales que tampoco resultan
aplicables para juzgar casos antiguos132.
jt
246 ¿deas
ALMA MÁTER Vol 3, N°4:143-163 (UNMSM, Lima 2016)
RESUMEN
La conceptualización teórica de la “ley penal”, puede implicar la referencia al vasto ámbito en la que ella se puede apli-
car. Así, hablamos de que por tal denominación se conocen a las leyes penales propiamente dichas, a las leyes penales
procedimentales y a las leyes penales ejecutivas o de ejecución penal. En tal sentido, nuestra referencia tiene como eje
preciso a las leyes penales propiamente dichas, que regulan el sistema punitivo y que se traducen en disposiciones de
naturaleza general (parte general) o de naturaleza especial (parte especial). Las primeras contienen normas abstractas y
generales, de naturaleza obligatoria, referidas a los principios o fundamentos teórico-científicos de la ciencia penal, que
sirven de sustento orientador y principista a los postulados de la parte especial. Las segundas, que denotan con propiedad
la característica fundamental del derecho punitivo, se componen de una mixtura normativo-descriptiva (tipo penal) y de
una consecuencia jurídica coercitiva, obligatoria e ineludible, que es la pena o preventivo-terapéutico que es la medida
de seguridad.
ABSTRACT
The theoretical conceptualization of “criminal law” may involve reference to the vast area in which it can be applied.
So, we talked about that for such designation to criminal laws are known as such, the procedural criminal laws and the
executive penal or criminal enforcement laws. In this regard, our reference is to precise axis criminal laws themselves,
which regulate the punitive system and result in provisions of a general nature (general) or of special nature (special
part). The former contain abstract and general rules, binding in nature, based on the principles or theoretical scientific
foundations of criminal science, serving as counselor and principled to the postulates of the special part livelihood. The
latter, denoting properly the fundamental characteristic of punitive law, consist of a normative-descriptive (criminal)
and a penalty, mandatory and unavoidable legal consequence mixture, it is worth or preventive-therapeutic which is the
measure of security.
143
SILFREDO JORGE HUGO VIZCARDO
L
(tipo penal) y de una consecuencia jurídica coerciti-
ey es la norma jurídica escrita de carácter ge- va, obligatoria e ineludible, que es la pena o preventi-
neral, emanada de una autoridad legitima- vo-terapéutico que es la medida de seguridad.
da constitucionalmente como legisladora Como toda ley, la penal ostenta carácter gene-
(Poder Legislativo). En sentido material se ral y abstracto y como inmediata consecuencia se
conceptualiza a la ley como toda norma jurídica de representa como igualitaria. Es constitucional en
contenido y validez general y abstracto, válida para la cuanto su origen se ajuste a las formalidades que la
solución de un número indeterminado de casos y de Constitución establece para su creación. Es de natu-
aplicación indistinta para un número indeterminado raleza pública. “Se distingue de otras leyes, además,
de personas. En sentido formal, ley es toda norma por el desarrollo de un mecanismo de tipificación
emanada del órgano legislativo del Estado, previo el con sentido exhaustivo y exclusivo: concierne princi-
cumplimiento de los requisitos, formalidades y pro- pal pero detalladamente a ilicitudes (las más graves,
cedimientos señalados en la Constitución. por cierto, a juicio político del legislador histórico) y
Desde la perspectiva planteada por la característi- agota la relevancia jurídico-penal del hecho en orden
ca eminentemente escrita de nuestro sistema punitivo a la punibilidad criminal” (Fernández Carrasquilla
(y en general de todo nuestro ordenamiento legal). Es 1995: 75).
el Estado, mediante su órgano especializado que es el La ley penal es por tanto, según Vives Antón, “el
Congreso, o por excepción directamente mediante el instrumento en el que las normas penales se expre-
Poder Ejecutivo, vía delegación de facultades (Arts. san o, dicho de otro modo, su fuente. La ley no es,
102 y 104 de la Constitución), quien se representa sin más, la norma, sino que la norma se expresa en la
como fuente de producción del Derecho penal. En tal ley y es lo que la ley significa o parte de lo que la ley
virtud, corresponde a la ley constituirse en la expre- significa. Identificar norma y ley responde a un uso
sión de todo nuestro ordenamiento jurídico-penal y lingüístico corriente. Y nada hay que objetar a ese uso,
consagrarse como su única fuente formal, inmediata y si se realiza a conciencia de que no es más que una
directa. “La ley es, por antonomasia, la fuente del de- licencia expositiva, esto es, sabiendo que lo que justi-
recho criminal, y por cierto la única que puede crear y fica la sinonimia es una mera figura retórica y no una
agravar tipos y sanciones…” (Fernández Carrasquilla equivalencia conceptual” (1996: 339).
1995: 65).
La conceptualización teórica de la “ley penal”,
puede implicar la referencia al vasto ámbito en la que 2. CONTENIDO: CONCEPTO DE NORMA
ella se puede aplicar. Así, hablamos de que por tal JURÍDICO-PENAL
denominación se conocen a las leyes penales propia-
mente dichas, a las leyes penales procedimentales y a Definido en esencia, el Derecho Penal, como un
las leyes penales ejecutivas o de ejecución penal. En conjunto de prescripciones jurídicas, incluyendo en
tal sentido, nuestra referencia tiene como eje preciso ellas normas, principios y valoraciones, resulta nece-
a las leyes penales propiamente dichas, que regulan el sario identificar el concepto de norma jurídico pe-
sistema punitivo y que se traducen en disposiciones nal, para cuyo efecto, conforme lo señala Mir Puig
de naturaleza general (parte general) o de naturaleza (1996: 26), conviene precisar el concepto de norma
especial (parte especial). Las primeras contienen nor- jurídica, como género al cual pertenece la especie,
mas abstractas y generales, de naturaleza obligatoria, que en este caso es la norma jurídico penal. Una
coercitivas aplicables a quienes infringen los deberes tizar el supuesto de hecho o la consecuencia jurídica
normativos del precepto” (1995: 65). de otra norma, estaremos ante la presencia de una
Supuesto de hecho y consecuencia jurídica, según norma penal incompleta. Ejemplo de ello lo tene-
Mir Puig (1996: 31-32) componen la estructura de mos en las normas de la parte general, que tienen
las normas jurídico penales estáticamente considera- como función servir de base a los enunciados de la
das. Pero las normas jurídicas, y entre ellas las pena- parte especial, cumpliendo funciones diversas, como
les, constituyen mensajes prescriptivos y poseen, por la de aclarar, delimitar o complementar los supuestos
tanto, una determinada <función de comunicación> de hecho y las consecuencias jurídicas. Ello permi-
entre sujetos. Desde este punto de vista de la función te afirmar que ni el supuesto de hecho, ni la con-
social de la norma, cabe advertir la estructura propia secuencia jurídica de las normas penales, se hallan
de las relaciones sociales presentes en las normas pe- expresadas de forma completa en los preceptos del
nales. A Calliess se debe el mérito de haber señalado Código penal, siendo que en este sentido, todas las
este aspecto de la norma penal. A partir de la con- disposiciones del Código penal aparecen, vistas ais-
cepción de la sociedad como sistema de procesos de ladamente, como proposiciones incompletas. Tal es
interacción y comunicación, este autor sostiene que el caso (entre otros muchos más), de los preceptos
la norma penal posee una función de comunicación contenidos en los artículos 16 y 20 del C.P., que pre-
entre tres sujetos. Estos sujetos son el destinatario de cisan respectivamente, el concepto de la tentativa y
la prohibición o eventual sujeto activo de la conducta las causas de justificación e inculpabilidad.
delictiva —al que Calliess llama Ego—, la posible víc-
tima de dicha actuación —al que denomina Alter—
y el llamado a reaccionar frente al delito mediante la 6. LEYES PENALES EN BLANCO
pena —Tercero—. La norma crea entre Ego, Alter y
Tercero un complejo de expectativas recíprocas: una El término de “ley penal en blanco” surge en Alemania
red comunicativa en la cual cada sujeto espera no sólo como consecuencia de su estructura federal para ins-
el comportamiento, sino también las expectativas de trumentar la distribución de competencias entre el
los otros. Así, Ego ha de expresar no sólo un determi- Bund (Federación) y los Länder (Estados federados).
nado comportamiento del Tercero como respuesta a El término ya generalizado en la doctrina española
su actuar, sino también que el Tercero y Alter esperen y en la italiana (legge penale in bianco), es acuñado
que se deje determinar en favor de una conducta no por primera vez por Binding. De acuerdo a lo preci-
delictiva (citado por Mir Puig, loc cit). sado por Santana Vega, los autores suelen incardinar
el estudio de las leyes penales en blanco dentro de las
cuestiones de técnica legislativa. Los problemas de
5. NORMAS PENALES COMPLETAS E esta índole que en las mismas concurren son inne-
INCOMPLETAS gables. Sin embargo, también lo es el hecho de que
la progresiva relevancia que han adquirido en los úl-
Cuando la norma penal contiene con precisión, el timos años se debe a que con ellas se pretende dotar
supuesto de hecho y la consecuencia jurídica corres- al Estado social del arma más contundente para lu-
pondiente, estaremos frente a una norma penal com- char frente a los ataques más graves contra las líneas
pleta, como en el caso del artículo 106, que describe y los logros de su política económica y social. Con
el homicidio, teniendo como núcleo del supuesto de ellas se pretende dar entrada en el Derecho penal a
hecho, el que “se de muerte a otro” y como conse- la máxima constitucional de los Estados sociales de
cuencia jurídica la pena a imponerse, que es privativa que la igualdad y la libertad de los individuos y de los
de libertad no menor de seis ni mayor de veinte años. grupos en los que éstos se integran han de ser reales y
Por otro lado, si la norma penal no presenta en efectivas. Sin embargo, paradójicamente, esta técni-
su estructura gramatical el supuesto de hecho ni la ca puede, con relación a aquella última, producir un
consecuencia jurídica, por estar destinada a concre- efecto boomerang (2000: 16).
La ley penal en blanco es la que legisla específi- legislador debe utilizar esta técnica excepcional, debi-
camente sobre la sanción (pena), refiriéndose a ac- do a situaciones sociales fluctuantes que exigen una
ciones prohibidas cuya particular conformación, a “legislación de oportunidad”. Por ejemplo, en el de-
los efectos de la aplicación de aquélla, deja librada a lito de intermediación financiera no autorizada (artí-
otras disposiciones a las cuales se remite. No es que culo 246 de nuestro CP), la materia prohibitiva <“sin
en ellas esté ausente el precepto, pero éste se encuen- contar con el permiso de la autoridad competente”
tra meramente indicado por el reenvío; para circuns- para la captación habitual de recursos del público>,
cribirse cumpliendo con el requisito de la tipicidad y, deberá ser determinada acudiendo a una institución
por ende, con el principio de legalidad, hay que re- situada fuera del tipo penal y a un ordenamiento extra
currir a otra norma, que actúa como “complemento” penal (Superintendencia de Banca y Seguro y la le-
de la ley penal en blanco; es esta disposición comple- gislación de la materia), completándose así el sentido
mentaria la que “formula el tipo” (Creus 1992: 72). prohibitivo del artículo 246 (fijando lo permitido o lo
“La ley penal en blanco es aquella que determina la prohibido).
sanción aplicable, describiendo solo parcialmente el Las leyes penales en blanco pueden ser propias
tipo delictivo correspondiente y confiando la deter- (en cuanto la norma de remisión es de rango infe-
minación de la conducta punible o su resultado a rior, como reglamentos administrativos u ordenan-
otra norma jurídica a la cual reenvía expresa o tácita- zas) e impropias (cuando se da el caso que la norma
mente” (Cury 1988: 38). de complemento es de igual o mayor jerarquía). Las
Como ya se dijo, corresponde a Binding el tra- leyes en blanco impropias, a su vez, pueden subdis-
tamiento inicial de este tipo de leyes, a las que con- tinguirse en aquellas que hacen un reenvío interno,
cebía como aquellas cuya prohibición debía estable- es decir, que remiten a otro de sus propios artículos,
cer una autoridad subalterna a la competente para y las que realizan un reenvío externo, esto es, remiten
dictar leyes (así, una ordenanza o reglamento de a otra ley formal.
rango inferior debía complementar la materia de la
prohibición que no estaba en la ley penal de manera
completa). Existen en doctrina posiciones encon- 7. TIPOS PENALES ABIERTOS
tradas con respecto a la constitucionalidad o no de
este tipo de normas (e incluso su apego al Derecho A diferencia de los tipos cerrados (como el caso del
penal del enemigo, que encuentra en ellas, en mu- homicidio, Art. 106), donde la materia de prohibi-
chas oportunidades, el fundamento para su interven- ción se encuentra taxativamente definida, existen ti-
ción). Hay quienes las sindican como contrarias a la pos penales, denominados “abiertos”, que contienen
constitución y violatorias inclusive del principio de normas que para definir su presupuesto de hecho,
legalidad, al dejar que el Ejecutivo dicte la norma requieren ser complementados por el juzgador, pues
de remisión, estableciendo a su libre arbitrio las in- sólo precisan algunas circunstancias o caracteres que
fracciones (renunciando el legislador a su primordial le sirven de indicio para su determinación. En es-
función legislativa, que se vería usurpada por un ór- tos caso, el juez deberá acudir a la jurisprudencia,
gano no legitimado). “De esta manera —indica Peña los conocimientos que aporta la doctrina y la legis-
Cabrera (1994)—, se presumiría que el ciudadano lación nacional y comparada, entre otros supuestos
está obligado a conocer no sólo las leyes penales, interpretativos.
sino también, los dispositivos que la complementan, Tal es el caso de los delitos culposos y de omi-
constituyendo una lesión al principio de seguridad sión impropia. Por ejemplo, en el homicidio culposo
jurídica”. (Art. 111), donde sólo se indica, como presupuesto:
De otro lado, quienes defienden su legitimidad, “el que por culpa ocasiona la muerte de una perso-
como es el caso de Bustos (1986: 60), establecen que na…”, corresponderá al juez “cerrar” el tipo aplican-
la existencia de leyes penales en blanco se justifica por do su criterio y conocimiento en materia de “culpa”.
la circunstancia de que hay materias en las cuales el Igualmente, en los delitos de omisión impropia, la
autoría debe determinarse teniendo en cuenta el cri- (Villa Stein 1998: 121). Sin embargo, la costumbre
terio de la posición de garante conforme a lo estable- juega un trascendental papel interpretativo. Reviste
cido por el artículo 13 del CP. dos modalidades: secundum legem (o integratice),
cuando es la misma ley la que se remite a la costumbre
integrándola a ella, como por ejemplo, la referencia al
8. FUENTE ÚNICA honor, buenas costumbres, concubinato, pudor, mo-
ralidad pública, etc., que son expresiones culturales
Cuando en doctrina se menciona la expresión “fuen- cambiantes de acuerdo a los particulares sentimientos
te del Derecho penal”, se hace referencia al origen de sociales, que pueden cambiar con el tiempo; praeter
la normatividad que constituye el Derecho penal po- legem, cuando se configura más allá de la ley (en con-
sitivo. Esta expresión implica, asimismo, una doble traposición se habla también de la costumbre contra
distinción en cuanto a sus alcances. En primer lugar, legem, en cuanto ella se presenta contraria a la ley).
cuando la referencia se hace en relación a la fuente de La jurisprudencia, concepto asociado a los fallos judi-
origen o de producción, nos estamos refiriendo a la ciales de la Corte Suprema, no puede constituirse en
actividad de la autoridad constitucional legitimada, norma imperativa, ya que su valor no es general, por
para elaborar el derecho mediante la ley; mientras cuanto sólo es aplicable al caso concreto, no siendo de
que, si la referencia es a la forma como el derecho es observancia general obligatoria, como lo es en otras
asumido en la vida social, sea por el individuo parti- realidades jurídicas, como la anglo sajona. Su impor-
cular, por el estudioso del derecho o por el operador tancia es eminentemente interpretativa.
penal, nos estaremos refiriendo a las fuentes de cog- Definida la ley, como única fuente del Derecho
nición o de conocimiento. penal, se generan dos consecuencias fundamentales,
Desde la perspectiva ya señalada, el Estado es la la irrestricta vigencia del principio de legalidad y la
única fuente de producción del Derecho punitivo, irretroactividad de la ley penal.
siendo la ley penal la manifestación ostensible y formal
de esta función. Es por ello que se atribuye a la ley pe-
nal, el ser la única fuente generatriz del ordenamiento 9. LÍMITES CONSTITUCIONALES
positivo penal. Las otras pretendidas “fuentes”, deno-
minadas de cognición, no son tales, ya que no pue- Conforme lo señalado por Bacigalupo (Manual de
den originar Derecho, sólo son meros instrumentos Derecho penal. Parte general, 1989: 29), las leyes pe-
interpretativos. Pero ello no les quita mérito, ya que el nales son, ante todo, la expresión de una determinada
origen primigenio y fáctico, así como la interpretación concepción del Estado y de la sociedad. Por este mo-
de la ley penal, se debe fundamentalmente a la doc- tivo la idea del Estado cumple una función decisiva
trina, la costumbre y la jurisprudencia. La doctrina en su configuración. La idea del Estado democrático
comprende el acervo teórico de opiniones de los espe- de derecho genera, en consecuencia, una determina-
cialistas y estudiosos, sobre los principios generales del da posición y ciertos límites para el Derecho penal.
Derecho o del fundamento de la legislación positiva, Estos límites no se refieren exclusivamente a las nor-
que indudablemente sirven de guía teórica para la la- mas que regulan el procedimiento para la creación
bor creativa o interpretativa. La costumbre implica la y sanción de leyes, sino que, las constituciones más
presencia no normada de patrones de conducta repeti- modernas las reflejan en principios o prescripciones
tivos, ajustados a una legitimidad que nace del propio concretas que afectan al contenido del Derecho pe-
sujeto, que los asume como jurídicamente obligato- nal. Al respecto, cabe resaltar que la concreción de las
rios. La costumbre apareja en el ciudadano, el senti- pautas constitucionales en decisiones específicas del
miento de obligatoriedad y presencia fáctica por lo que ámbito del Derecho penal es, sin embargo, difícil.
normalmente inspira e impulsa la creación de normas La exigencia del respeto de la dignidad de la per-
prohibitivas e imperativas o sirve a los propósitos de sona humana, es consustancial a la idea del Estado
interpretación, por lo que se le llama fuente indirecta democrático de derecho, y de ella surgen los primeros
límites para el Derecho Penal. Concretamente, en el Este principio apareció como reacción contra los
Derecho penal, el tratamiento respetuoso de la persona abusos del desmedido arbitrio judicial. Antes de la
humana implica la exclusión de toda degradación de reforma penal iniciada por Beccaria, dominaba en
la persona por parte del poder estatal. Particularmente Europa el arbitrio más excesivo, los jueces podían in-
resultará lesiva de esta exigencia, cualquier utilización criminar por sí mismos hechos no previstos por las
de la persona del delincuente para fines de intimida- leyes y aplicar las penas a su libre albedrío. Aún en
ción general (presentarlo en traje de rallas por ejem- los momentos en que este arbitrio se otorgó para sus-
plo). No es legítimo asimismo, la aplicación de penas traer a los reos de las penas señaladas en las leyes, que
inhumanas para contener el incremento de la tenden- la conciencia popular rechazaba por su dureza, tam-
cia delictiva en general (penas privativas de libertad bién se empleó en defensa de intereses personales o
excesivamente largas o cadena perpetua por ejemplo). de clase, pero llegado el tiempo del resurgimiento de
La dignidad de la persona excluye asimismo la utiliza- la personalidad individual enfrente de la del Estado,
ción de penas que merezcan la calificación de torturas se dio a la ley penal un marcado sentido de protec-
o que impliquen una lesión del mínimo respeto que ción individual, se consagró ampliamente las deno-
no puede afectarse ni siquiera en aquellos que han minada garantía penal, que aseguraba al ciudadano
cometido un delito (por ejemplo, la pena de muerte, no ser detenido, ni preso, ni procesado, ni juzgado
esclavitud, servidumbre, trabajos forzados, etc.) sino conforme a las, leyes y por los jueces compe-
Por otro lado, el Derecho penal del Estado de- tentes, ni ser penado sino por hechos considerados
mocrático de derecho, no debe ser moralizador ni como delitos por leyes anteriores a su ejecución.
utilizado para imponer una determinada ideología. En un inicio este principio estuvo vinculado a
Esto quiere decir que no es suficiente la lesión de la teoría de la pena como coacción psicológica (pre-
normas morales ni las inconsecuencias ideológicas vención general), teniendo como su principal repre-
para justificar la punibilidad de un comportamien- sentante a Feuerbach, para quien la ley penal debía
to por parte del Estado. Esto es una consecuencia, preceder a la acción delictiva, porque de esta manera
ante todo, de la jerarquía fundamental otorgada al podía la pena cumplir su función preventiva, es decir
pluralismo político, es decir, ideológico. En suma, la inhibidora del impulso delictivo. Por lo tanto, decía
producción penal, se auto limita y se supedita a los Feuerbach: “las transgresiones se impiden, si cada
causes constitucionales, que orientan, vía principios ciudadano sabe con certeza que la transgresión será
generales, la legislación punitiva (al respecto véase el seguida de un mal mayor que aquel que correspon-
Capítulo III, de la Primera Parte, sobre: Regulación dería a la no satisfacción de la necesidad mediante la
constitucional del control penal). acción”. De allí se deducía que la conexión del mal
con el delito tenía que ser amenazada en una ley y
que el fin de la ley y de la amenaza contenida en ella
10. FUNCIÓN GARANTIZADORA era, por tanto, la intimidación dirigida al hecho con-
dicionado por la pena. (La fórmula latina original
Desde la perspectiva del principio de legalidad, la ley con la que se dio a conocer este principio correspon-
penal adquiere una función decisiva en la garantía de a von Feuerbach <1801>: “nulla poena sine lege;
de la libertad, que se traduce en la máxima nullum nulla poena sine crimen; nullum crimen sine lege”).
crimen, nulla poena sine lege. Principio fundamen- Actualmente, el principio de legalidad ha adqui-
tal, al que se le asigna rango constitucional (Art. 2, rido carácter fundamental como principio constitu-
Inc. 24, letra d) y legal (Art. II del Título Preliminar cional y como principio propiamente penal, inde-
del CP), y que informa que “nadie será sancionado pendiente de cualquier teoría de la pena. Se traduce
por un acto no previsto como delito o falta por la ley en dos proposiciones limitativas: a) nullum crimen
vigente al momento de su comisión, ni sometido a sine lege; y, b) nulla poena sine lege, que informan que
pena o medida de seguridad que no se encuentren tanto el delito como la pena deben estar previamen-
establecidas en ella”. te determinados en ley previa. Ello determina, como
indica Bacigalupo (1989: 33), que el razonamiento cional, aunque se trate de normas para la aplicación
judicial debe comenzar con la ley, pues sólo de esa del propio poder punitivo a extranjeros y a hechos
manera la condena podrá fundarse en la ley penal (al cometidos en el extranjero (”Tratado de Derecho
respecto véase el Capítulo III, de la Primera Parte, Penal: Parte General”, T. I, 1981, Pág. 222). Estas
sobre: Regulación constitucional del control penal). reglas se refieren a la aplicación del Derecho penal
de un Estado en particular, en casos en los que, por
el lugar de comisión o por la nacionalidad o estatuto
11. ÁMBITO DE VALIDEZ ESPACIAL personal del autor o de la víctima, cabría la posibi-
lidad de aplicar el ordenamiento Penal de otro. En
Conforme lo aprecia Bacigalupo, la ley penal importa este sentido pueden ser consideradas como normas
un ejercicio de la soberanía del Estado, lo mismo que para resolver la colisión de diversos ordenamientos
el resto de la legislación estatal. En consecuencia, su penales aplicables a un caso (con ellas “se trata de
validez aparece limitada en el espacio por la extensión saber en qué lugar ha sido cometido el delito, para
dentro de la cual se reconoce en la comunidad interna- que la legislación penal nacional le sea aplicable al
cional el ejercicio de la soberanía (1989: 47). La coe- autor” [Fernández Carrasquilla 1995: 136]). Todo
xistencia de los ordenamientos penales de los distintos ello, por cuanto, como indica Jescheck, el Estado
Estados, sobre todo en un mundo globalizado como el no puede atribuirse un poder punitivo sin tener en
de hoy, donde las fronteras se acercan vertiginosamen- cuenta si el supuesto de hecho tiene relación con su
te por la fluidez de las comunicaciones, produce como propio interés legítimo en la administración de jus-
efecto un gran número de actos (delitos a distancia, ticia. El límite máximo de esta facultad de fijar la
de tránsito, de comunicaciones, etc.) que por compro- propia competencia está formado por la prohibición
meter el ordenamiento de dos o más naciones, presen- de abuso jurídico que con carácter general impone el
tan dudas sobre cuál de los sistemas comprometidos Derecho Internacional (Loc. cit.).
resulta de aplicación. Precisamente, para resolver este En tanto expresión de la soberanía, las reglas que
tipo de conflictos, cada sistema penal nacional procu- establecen la extensión del propio Derecho Penal, no
ra determinar su alcance espacial, regulando su ámbito pueden conceder al Estado un derecho a intervenir
de vigencia, es decir, determinando la extensión de la dentro del ámbito propio de la soberanía de otro
jurisdicción de la propia ley, y por supuesto, de los ór- Estado. De allí que cuando el autor del delito se en-
ganos del Estado que la aplican (Helmut Frister 2011: cuentre físicamente bajo la autoridad de otro Estado,
116 y ss). se requiere un procedimiento especial de extradición
Estas reglas de Derecho penal, que establecen el para poder aplicarle la propia ley y juzgarlo ante los
ámbito en el que las propias leyes penales son apli- propios tribunales.
cables con exclusión de las de otros Estados, son Así, la validez espacial de la ley, se determina de
propiamente reglas del derecho interno del Estado acuerdo con una serie de principios que, en distin-
y no normas de Derecho Internacional Penal, que ta medida, conforman el sistema del Derecho Penal
como veremos luego, tienen actualmente otra con- Internacional de cada legislación.
notación. “Es más bien derecho interno el que te-
nemos a la vista, derecho nacional, el que tampoco
pierde tal carácter por el hecho de que algunas de 12. PRINCIPIOS REGULADORES
sus disposiciones se generen conforme a deberes que
el Estado asume internacionalmente…” (Maurach Como hemos tenido oportunidad de observar, hay
1994: 173). Conviene en ello Jescheck, manifes- delitos cuyas particulares circunstancias de ejecución,
tando que “puesto que es el Estado mismo el que requieren la aplicación de la ley penal del Estado a he-
establece las reglas del Derecho Penal Internacional chos cometidos fuera de su territorio, ya sea porque
para él vigentes, esta parte del Derecho penal per- el resultado d el injusto se materializa en su propio
tenece al Derecho estatal y no al Derecho interna- territorio, o porque siendo parcialmente ejecutados
en él, su proceso ejecutivo termina en otro país, etc. del autor o del ofendido, ni la “nacionalidad” del
Cada Estado determina en su ley el alcance espacial bien jurídico afectado (1992: 111).
que quiere darle, sin perjuicio de la regulación que El principio de territorialidad, como principio
puede provenir de los convenios internacionales. Los general, es lógico desde todo punto de vista, nos dice
principales principios reguladores de tal alcance que Carbonell Mateu: en primer lugar, porque es donde
han aparecido en la evolución del derecho y que hoy se extiende la soberanía del Estado de que emana;
se emplean en el derecho comparado son: de territo- además, porque la ley es objetiva: se dirige a todos
rialidad, de pabellón, real o de defensa, de personali- los ciudadanos que se encuentren en un lugar de-
dad, de universalidad y de representación. terminado, en aplicación del criterio del ius soli que
vino a sustituir el ius sanguinis medieval. Hoy no es
12.1 Principio de territorialidad aceptable entender que existe una relación estricta-
mente personal entre el Estado y el ciudadano, ni
Conforme a este principio, la ley penal de un Estado que la ley penal sea una especie de estatuto subjetivo.
es aplicable a todo hecho punible cometidos dentro Por el contrario, se ha de entender que es el criterio
de su territorio, sin consideración de la nacionalidad del objeto de tutela, el bien jurídico, de los intereses
del autor. En tal sentido, la posición doctrinaria do- generales, el que debe prevalecer (1995: 164).
minante ha constituido como regla general, el que en Este principio es básico y fundamental. Nuestro
materia criminal rige el criterio locus regit actum. En Código Penal lo legisla en su artículo primero, esta-
tal sentido, los hechos punibles se determinan por la bleciendo que: “la ley penal peruana se aplica a todo
ley vigente en el lugar de realización del hecho puni- el que cometa un hecho punible en el territorio de
ble. En todo caso, indican Giovanni Fiandaca y Enzo la República, salvo las excepciones contenidas en el
Musco (2006: 144-145), es un hecho que el principio Derecho Internacional”.
de estricta territorialidad dominante en el pasado, ha Dos problemas deben solucionarse para llevar a
sufrido en los últimos años una sensible disminución la práctica este principio: establecer qué debe enten-
de su relevancia, puesto que se ha advertido cada vez derse por “territorio del Estado”, y definir qué debe
más la necesidad de permitir una represión penal más entenderse por “lugar de comisión”.
amplia de formas de criminalidad particularmente
graves que tienen un consolidado carácter transna- 12.1.a. Concepto jurídico de territorio. En princi-
cional. Un salto cualitativo ulterior en la perspectiva pio, la determinación de lo que conceptualmente se
de una represión internacional más eficaz de algunas entienda como “territorio nacional”, depende primor-
formas graves de criminalidad está representado por dialmente del derecho internacional y constitucional,
la creación de una Corte Penal Internacional, me- puesto que su alcance no coincide necesariamente con
diante el tratado firmado en roma en 1998. Se trata su extensión física, ya que el concepto de aquél se ex-
de un nuevo órgano competente para juzgar algunos tiende a todos los lugares sobre los que el Estado ejerce
crímenes de relevancia internacional (en particular, su “jurisdicción” político-jurídica: las tierras compren-
el genocidio, los crímenes de guerra, los crímenes didas dentro de los límites que internacionalmente le
contra la humanidad y los crímenes de agresión), si son reconocidos, el mar territorial, el espacio aéreo so-
bien de manera complementaria respecto a la acción bre ellos, las naves y aeronaves públicas y privadas con
de las jurisdicciones nacionales. pabellón nacional que se encuentren en alta mar (mare
Para este principio, conforme lo aprecia Creus, liberum) o en su espacio aéreo y los lugares donde, por
lo que decide la aplicación de la ley penal del Estado, convenio internacional, ejerce dicha jurisdicción (véa-
es el lugar de comisión del delito: dicha ley penal se se: Cobo del Rosal y Vives Antón 1987: 165).
aplica a los delitos cometidos dentro del Estado o en Conforme al mandato de nuestra Constitución,
lugares sujetos a su jurisdicción, entendiéndose por “el territorio del Estado es inalienable e inviolable.
tales aquellos en los que el Estado ejerce facultades Comprende el suelo, el subsuelo, el dominio marí-
legislativas, sin que importe para nada la condición timo y el espacio aéreo que los cubre” (Art. 54). La
superficie territorial abarca la región terrestre (terra) del lugar de comisión del delito, puede, en principio,
que en el continente, islas, cayos y archipiélagos, se vincularse a uno de esos elementos. Así surgieron las
encuentra bajo la soberanía estatal (esta zona general- teorías de la acción, del resultado y la de ubicuidad
mente se encuentra demarcada por los tratados con o mixta.
los países vecinos en el marco de la Constitución y Según la teoría de la acción, el delito se entiende
del Derecho Internacional). El dominio marítimo realizado en el lugar donde se produce la actuación
del Estado, conforme a lo establecido por el artículo de la voluntad, aunque sea otro el lugar del resultado.
54 de nuestra Constitución, comprende el mar ad- De esta manera, en los llamados “delitos a distancia”,
yacente a sus costas (tanto del territorio continental, es decir, en aquellos en los que la actuación de volun-
islas y archipiélagos), así como su lecho y subsuelo, tad tiene lugar en una jurisdicción y el resultado en
hasta la distancia de doscientas millas marinas medi- otra, debería aplicarse la ley del Estado donde tuvo
das desde las líneas de base que establece la ley. En lugar la actuación de voluntad. Por ejemplo: frente a
su dominio marítimo el Estado ejerce soberanía y la frontera, alguien dispara desde el Estado A sobre
jurisdicción, sin perjuicio de las libertades de comu- una persona que está en territorio del Estado B, y
nicación internacional, de acuerdo con la ley y con que resulta muerto; en este caso la ley aplicable se-
los tratados ratificados por el Estado. ría la del Estado A. Para la teoría del resultado, por
El espacio aéreo consiste en una columna de aire el contrario, es el resultado el que define la consu-
levantada verticalmente dentro de la atmósfera, sobre mación del delito y por tanto es su materialización
el territorio superficial y marítimo, que de acuerdo la que decide sobre el lugar de comisión de aquél.
a la interpretación constitucional no presenta lími- Agregándose a ello, también como fundamento, que
tes (aunque suscribimos la tesis en virtud de la cual el Estado donde se produce el resultado, debe poder
ella debe extenderse <incluso de manera progresiva> sancionar la perturbación del orden que ha sufrido.
hasta donde el Estado tenga presencia y posibilidad Ante ellas, surge en la doctrina una tercera po-
técnica y científica de ejercer su jurisdicción). Al res- sición mixta o ecléptica, denominada teoría de la
pecto, el artículo 54 de nuestra Constitución esta- ubicuidad, que en la actualidad puede considerarse
blece que: “El Estado ejerce soberanía y jurisdicción dominante. Según ella, el delito debe reputarse co-
sobre el espacio aéreo que cubre su territorio y el mar metido tanto donde se produce el resultado, como
adyacente hasta el límite de las doscientas millas, sin allí donde se ha ejecutado la acción. Fue Binding el
perjuicio de las libertades de comunicación interna- precursor de esta teoría, cuyo fundamento teórico re-
cional, de conformidad con la ley y con los tratados side en la unidad que constituyen, típicamente con-
ratificados por el Estado”. siderados, la acción y el resultado, lo que impediría
El subsuelo comprende toda el área de terreno su separación y consideración aislada. Se reconoce
existente debajo del área geográfica superficial del que para la mayor eficacia de la ley penal, el delito
suelo. Con el nombre de territorio flotante se de- se entiende cometido, indistintamente, en el lugar
signa a las naves y aeronaves, que en la medida en donde se realiza la acción o se manifiesta total o par-
que estén sometidas a la soberanía nacional, se repu- cialmente la voluntad delictuosa, o en el lugar en que
tan integrantes del territorio y que veremos al tratar se ocasiona o debió ocasionarse el resultado. Y, en las
el principio de pabellón. Conforme lo señala Peña omisiones, allí donde debió realizarse la acción omi-
Cabrera (1994: 220), con respecto a los locales de tida. En el Perú resulta manifiesta la preeminencia
las representaciones diplomáticas “la inmunidad per- de esta posición doctrinaria, y el principio de ubicui-
sonal ha reemplazado con mejor técnica jurídica la dad, que sin duda alguna resulta más amplio, claro
ficción de la extraterritorialidad”. y beneficioso, ha sido ungido legislativamente en el
artículo 5 del Código penal, con el siguiente texto:
12.1.b. Lugar de comisión del delito. Dado que en “El lugar de comisión de un delito es aquel en el cual
su ejecución el delito presenta diversos elementos el autor o partícipe ha actuado u omitido la obliga-
que pueden separarse conceptualmente, la definición ción de actuar o en el que se producen sus efectos”.
12.2 Principio de pabellón contra quién se haya dirigido (Maurach 1994: 174).
Con arreglo al principio de la personalidad, la ley
Como correlato y efecto del principio de territo- penal de un país se aplica únicamente a sus ciuda-
rialidad, encontramos el principio del pabellón, danos cualquiera que sea el lugar donde realicen las
denominado también teoría del territorio flotante conductas delictivas, aunque las hayan realizado en
(teoría del “territoire flottant”) (con el nombre de un país extranjero (Cerezo Mir 2006: 299). En la
territorio flotante se designa a las naves y aeronaves mayor parte de los países el principio de la persona-
que, en la medida en que estén sometidas a la so- lidad rige sólo como complemento del de territorial.
beranía nacional, se reputan integrantes del territo- Este complemento es necesario porque los Estados
rio). Según este principio, nos dice Jescheck (1981: se niegan generalmente a entregar a sus nacionales
226) el Estado, cuyo pabellón es ostentado por un que han delinquido en el extranjero por ver en ello
buque de navegación marítima o fluvial o a cuyo un menoscabo de su soberanía. La impunidad de los
amparo está registra una aeronave, puede someter delitos cometidos por los nacionales en el extranjero
a su poder punitivo las acciones cometidas a bordo resultaría, además, escandalosa y produciría una gra-
del buque o de la aeronave, aunque el hecho haya ve conmoción en las concepciones ético-sociales de
sido cometido por un extranjero, en (o sobre) te- los ciudadanos (Cerezo Mir 2006: 300).
rritorio de soberanía extranjera o en (o sobre) alta En este principio lo decisivo es la nacionalidad
mar. Y como, según el Convenio de Chicago de de los sujetos que intervienen en la relación jurídica
1944, la aeronave sólo puede ser registrada en un originada por el delito, considerándose así mismo,
Estado y el buque jurídicamente sólo puede osten- que, de acuerdo a una relación de fidelidad, la ley
tar un pabellón nacional, el principio de pabellón del Estado sigue a su nacional dondequiera que él
conduce siempre a la clara conclusión, de que el se encuentre; en otras palabras, los individuos son
Estado nacional posee en todo caso el poder puniti- considerados portadores de su propio “estatuto per-
vo, cualquiera que sea el lugar donde se encuentren sonal”. Siguiendo estos mismos postulados, el codi-
el buque o la aeronave en el momento de comisión ficador peruano de 1991, acogió este principio y lo
del hecho. “En el derecho Internacional se reconoce sustantivó legislativamente en el artículo segundo de
el principio de pabellón, porque existe un interés nuestro Código penal.
general en poder hacer responsable al Estado de la Doctrinariamente se distingue una doble con-
seguridad y el orden a bordo de sus buques y aero- ceptualización de este principio: cuando se trata de la
naves” (Jescheck, Ibídem). justificación de la aplicación de la ley penal, a hechos
En el orden nacional, este principio encuentra cometidos fuera del territorio del Estado en función
su materialización legislativa, en el artículo primero de la nacionalidad del autor, estaremos ante el deno-
del Código Penal, que en su segunda parte establece: minado principio de personalidad activa; y cuando
También se aplica (la ley penal peruana), a los hechos la referencia es al titular del bien jurídico lesionado
punibles cometidos en: o puesto en peligro por el delito, estaremos ante el
a) Las naves o aeronaves nacionales públicas, en denominado principio de personalidad pasiva.
donde se encuentren; y, Según el principio de personalidad activa, el
b) Las naves o aeronaves nacionales privadas, que Estado puede también someter a su poder punitivo
se encuentren en alta mar o en el espacio aéreo acciones de sus nacionales, aunque hayan sido co-
donde ningún Estado ejerza soberanía. metidas en el extranjero. Históricamente, nos refiere
Jescheck (1981: 227), ha sido este principio el primer
12.3 Principio de personalidad o nacionalidad punto de conexión del Derecho Penal Internacional
pues según una antigua concepción el estatuto jurídi-
De acuerdo al principio personal, el Estado sanciona co de la persona venía determinado por la pertenen-
según su derecho todos los hechos cometidos por su cia a su comunidad, quedando vinculado permanen-
súbditos, siendo indiferente el lugar de comisión y temente a ella (“leges ossibus inhaerent”). El principio
personal activo acentúa la vinculación del individuo Estas disposiciones no serán de aplicación, con-
a la nación y favorece una concepción autoritaria del forme al artículo 4 del Código Penal, en los siguien-
Estado, sin que esto quiera decir que necesariamente tes casos:
esté unido a ella, pues también se puede partir de la 1) Cuando se ha extinguido la acción penal, con-
idea de la solidaridad internacional. La legitimación forme a una u otra legislación (primando en este
de este principio se encuentra en la concepción de caso la legislación nacional en caso de duda).
que el Estado debe estar facultado para someter a sus 2) Cuando se trata de delitos políticos o hechos co-
ciudadanos al Derecho nacional aunque éstos se en- nexos con ellos; y,
cuentren en el extranjero conforme al aforismo “res 3) cuando el procesado ha sido absuelto en el ex-
publica interest habere bonos subditos”. tranjero o el condenado ha cumplido la pena o
La idea fundamental del principio en su aspecto ac- ésta se halla prescrita o remitida.
tivo es la obediencia exigida al súbdito de un Estado res-
pecto de la legislación de este, cualquiera sea el lugar en Si el agente no ha cumplido totalmente la pena
que se encuentre (Bacigalupo 1989: 52). No obstante impuesta, puede renovarse el proceso ante los tribu-
la justificación doctrinaria de su vigencia, actualmente nales de la República, pero se computará la parte de
este principio tiene una vigencia reducida. la pena cumplida.
Según el principio de personalidad pasiva, el na-
cional está siempre protegido por la ley penal de su 12.4 Principio de responsabilidad funcional
Estado y, por tanto, el alcance espacial de ella se ex-
tiende en función del ofendido (sujeto pasivo) por el Este principio que es derivado del anterior, se divide
delito, cualquiera que sea el lugar de su ejecución. En a su vez en principio absoluto de responsabilidad fun-
este caso, la ley del Estado al cual pertenece el nacio- cional, que ha decir de Fernández Carrasquilla (1995:
nal, se aplica al extranjero que delinca en su agravio 143), es una variante del estatuto real, en virtud del
fuera de su territorio. Según Creus esta expresión del cual se juzga con la ley interna, al funcionario público
principio de nacionalidad ha sido considerada como nacional, que delinca en el extranjero y se halle am-
una forma extrema del principio real o de defensa; en parado por inmunidad de Derecho internacional; y,
éste se ha reconocido en algunos derechos una ver- en principio relativo de responsabilidad funcional, en
sión en que el alcance de la ley penal está signado por virtud del cual, se juzga con la ley nacional al funcio-
la pertenencia del bien protegido a un nacional, lo nario público que, en ejercicio de su cargo, comete
cual, a su vez, presentaría una intelección del princi- delito en el territorio extranjero, y que no se encuentra
pio real desde el punto de vista del de la nacionalidad amparado por el derecho de inmunidad.
(1992: 112). Conforme a lo establecido por el inciso 1, del
Legislativamente, nuestro Código punitivo sus- artículo 2 de nuestro Código sustantivo, la ley penal
tantiva este principio, en sus dos modalidades, en el peruana se aplica a todo delito cometido en el ex-
inciso 4 del artículo 2, preceptuando que la ley penal tranjero, cuando el agente es funcionario o servidor
peruana se aplica a todo delito cometido en el ex- público en el desempeño de su cargo. Desde la pers-
tranjero, cuando es perpetrado contra peruano o por pectiva de que el funcionario o servidor público, no
peruano con la condición de que el delito esté pre- necesariamente tiene que ser un nacional, este presu-
visto como susceptible de extradición según la ley pe- puesto no se ajusta a los postulados que informan el
ruana, siempre que sea punible también en el Estado principio personal o de nacionalidad, por lo que se
en que se cometió (principio de doble incrimina- justifica su tratamiento individualizado.
ción), agregando la ley un necesario complemento, En el caso peruano, conforme a lo establecido
que es el que el agente ingrese de cualquier manera al por el artículo 425 del Código penal, se consideran
territorio de la República, sea voluntariamente, por funcionarios o servidores públicos a:
error, caso fortuito, por expulsión e incluso por ex- 1) Los que están comprendidos en la carrera
tradición. administrativa.
2) Los que desempeñan cargos políticos o de con- que sólo algunos de esos bienes dan lugar a la apli-
fianza, incluso si emanan de elección popular. cación de la ley penal del Estado en estos casos, los
3) Todo aquel que independientemente del ré- que generalmente se reducen a los relacionados con
gimen laboral en que se encuentre, mantiene la organización, preservación y actividades funda-
vínculo laboral o contractual de cualquier natu- mentales del Estado (integridad territorial, defensa,
raleza con entidades u organismos del Estado y moneda, etc.); es habitual que para determinarlos,
que en virtud de ello ejerce funciones en dichas las leyes enuncien taxativamente esos bienes o los de-
entidades u organismos. litos que se rigen por este principio para evitar difi-
4) Los administradores y depositarios de caudales cultades interpretativas.
embargados o depositados por autoridad com- En el caso peruano, los incisos 2 y 3 del artícu-
petente, aunque pertenezcan a particulares. lo 2 del Código Penal, establecen que la ley penal
Los miembros de las Fuerzas Armadas y Policía peruana se aplica a todo delito cometido en el ex-
Nacional. tranjero, cuando se atenta contra la seguridad o la
6) Los demás indicados por la Constitución Política tranquilidad pública o se trate de conductas tipifi-
y la ley. cadas como lavado de activos, siempre que produz-
can sus efectos en el territorio de la República; y,
12.5 Principio real, de protección o defensa cuando se agravia al Estado y la defensa nacional, a
los Poderes del Estado y el orden constitucional o al
Junto al principio territorial funciona como comple- orden monetario.
mento el real o de defensa, denominado también de Estas disposiciones no serán de aplicación, con-
protección (conforme: Jescheck 1981: 228). Según forme al artículo 4 del Código Penal, en los siguien-
sus postulados el Estado puede someter a su propia tes casos:
legislación punitiva, los hechos cometidos por ex- 1) Cuando se ha extinguido la acción penal, con-
tranjeros en el extranjero, cuando tales acciones pue- forme a una u otra legislación (primando en este
dan lesionar o poner en peligro bienes jurídicos de caso la legislación nacional en caso de duda).
ese Estado (según Maurach, en virtud de este princi- 2) Cuando se trata de delitos políticos o hechos co-
pio, el Estado castiga todas las acciones que se dirijan nexos con ellos; y,
contra sus intereses, sin importar dónde y por quién 3) Cuando el procesado ha sido absuelto en el ex-
hayan sido cometidos <1994 p. 174>). Lo decisivo tranjero o el condenado ha cumplido la pena o
en este principio es el de la nacionalidad del bien ésta se halla prescrita o remitida.
jurídico protegido. La ley penal ampara los “intereses
nacionales”, por tanto, rige ella en todos los casos en Si el agente no ha cumplido totalmente la pena
que el delito vulnera o amenaza uno de esos intere- impuesta, puede renovarse el proceso ante los tribu-
ses, cualquiera que sea el lugar de su comisión y sin nales de la República, pero se computará la parte de
que interese la nacionalidad del autor (o del sujeto la pena cumplida.
pasivo, si por otras razones el bien puede considerar-
se “nacional”). 12.6 Principio universal o cosmopolita
Una cuestión básica que tiene que ser resuelta en
torno a este principio, es la determinación estricta de Según este principio, denominado también “estatuto
los “bienes jurídicos nacionales”, que ante su lesión o mundial” o de “justicia mundial”, el Estado resul-
puesta en peligro, fundamenten la aplicación del po- ta facultado para intervenir con su poder punitivo,
der punitivo del Estado afectado. Una tesis extrema aplicando su propia legislación, en todo caso, sin te-
comprende en él cualquier clase de bienes, sea que ner en cuenta para nada, el lugar de comisión del
su “nacionalidad” provenga de su carácter público, delito ni la nacionalidad de su autor. “en este amplio
sea que se origine en su pertenencia a nacionales del sentido, el principio de derecho universal es cientí-
Estado. Por su parte, la tesis más aceptada, postula ficamente insostenible y prácticamente irrealizable,
porque entonces el poder punitivo de los Estados se- manidad, cualquiera que sea su carácter; esta última
ría ilimitado” (Jescheck 1981: 229). versión no tiene repercusiones legislativas serias que
El principio de justicia mundial se extiende en conozcamos.
la medida en que la delincuencia se internacionali- Desde el punto de vista de la política del de-
za. No obstante, un defensismo riguroso puede lle- recho, es indudable que este principio tiende a la
var, en ese punto, a consecuencias indeseables desde formación de un Derecho Internacional Penal, que
la perspectiva de la seguridad jurídica. Así, v.g., el limite la autonomía “territorial” de las legislaciones
tráfico ilegal de drogas tóxicas o estupefacientes se penales nacionales. Ha sido, justamente, esta preten-
halla sometido a una penalidad que varía mucho se- sión la que plantea las mayores dificultades prácticas,
gún los países, y un individuo que lo ha llevado a para la aplicación del principio (haciéndola depender
cabo en un país donde es castigado levemente puede de que el Estado consiga poner mano sobre el autor
verse juzgado por otro donde las penas sean mucho del delito para juzgarlo con su propio derecho inter-
más severas. Por ello, entre otras razones, es deseable no y por sus tribunales), puesto que así se lo ve como
una adopción muy controlada y limitada de la idea una intervención en las cuestiones internas de otros
de justicia penal universal (Cobo del Rosal y Vives Estados. Por ello es que la decisión unilateral de un
Antón 1987: 169). Estado “de aplicar su Derecho Penal sobre la base
El principio de derecho universal sólo está jus- del principio universal o cosmopolita, se considera
tificado, nacional e internacionalmente, cuando el jurídicamente infundada” (Vives Antón, Cobo del
hecho se dirige contra bienes jurídicos de carácter Rosal, Bacigalupo).
supranacional, en cuya protección existe un interés Nuestro derecho positivo acoge este principio,
común a todos los Estados (por ejemplo, prohibi- en el inciso 5 del artículo 2 del Código Penal, esta-
ción del tráfico de drogas, del comercio de escla- bleciéndose que la aplicación de la ley penal peruana,
vos, de mujeres y de publicaciones obscenas, lucha a los delitos de connotación universal, cometidos en
contra la falsificación de moneda, protección de ca- el extranjero, constituye una obligación, pero está su-
bles submarinos, protección contra piratería aérea, jeto a la observancia de los tratados internacionales.
genocidio, tortura y terrorismo, entre otros). Sólo Estas disposiciones no serán de aplicación, con-
en casos de este tipo se trata de la “solidaridad del forme al artículo 4 del Código Penal, en los siguien-
mundo cultural frente al delito” y de la “lucha con- tes casos:
tra la criminalidad internacional peligrosa”, ideas 1) Cuando se ha extinguido la acción penal, con-
que se pueden justamente invocar para fundamen- forme a una u otra legislación (primando en este
tar el principio universal. El principio del derecho caso la legislación nacional en caso de duda).
universal se encuentra frecuentemente en conven- 2) Cuando se trata de delitos políticos o hechos co-
ciones internacionales en las que los Estados se han nexos con ellos; y,
unido para defender a través del Derecho Penal in- 3) cuando el procesado ha sido absuelto en el ex-
tereses culturales comunes. tranjero o el condenado ha cumplido la pena o
En su manifestación más moderada, indica ésta se halla prescrita o remitida.
Creus, se apoya la justificación de la absoluta extra-
territorialidad de la ley penal, en las hipótesis en que Si el agente no ha cumplido totalmente la pena
el delito compromete bienes que pueden considerar- impuesta, puede renovarse el proceso ante los tribu-
se pertenecientes a la humanidad, (los hoy llamados nales de la República, pero se computará la parte de
delitos “internacionales”, como la piratería, trata de la pena cumplida.
blancas, etc.); esos casos no son comúnmente enun- Actualmente la comunidad internacional ha dado
ciados taxativamente (tampoco ocurre entre noso- un paso trascendental en el perfeccionamiento y evo-
tros). La posición más extrema extiende la aplicación lución de este principio con la creación de la Corte
de la ley del Estado a todo delito, partiendo de la Penal Internacional (Roma, 1998), facultada a ejercer
idea de que siempre la infracción penal afecta a la hu- su jurisdicción sobre personas respecto de los críme-
nes más graves de trascendencia internacional y con o a la aplicación de medidas coercitivas personales o
personalidad jurídica internacional, puede utilizar en reales. Por ello, la lucha contra la criminalidad cons-
relación con los Estados, sean o no parte, tres moda- tituye modernamente una fundamental misión de la
lidades de cooperación: la entrega o la extradición, el política exterior de los Estados, siendo así que en la
auxilio o asistencia judicial internacional y la ejecu- actualidad un aspecto importante del Derecho Penal
ción de sentencias penales impuestas por la Corte. Internacional, se relaciona con la asistencia judicial
mutua que se brindan los Estados para enfrentar, jus-
12.7 Principio de representación tamente, aquellas limitaciones espaciales que afectan
los objetivos de la actividad procesal.
Como frecuentemente ocurre a nivel del tratamien- Hoy en día, precisa San Martín Castro (2003:
to internacional de la persecución penal, los Estados 1443), la cooperación internacional no sólo se en-
pueden o no considerar viable el pedido de extra- tiende desde el solitario ámbito de la entrega de de-
dición que les formulen otros Estados, y por consi- lincuentes refugiados en un país determinado —pro-
guiente negarse a la entrega del extraditurus, sea por pio de la extradición—, sino que, de un lado —en
su condición de nacional del Estado requerido o por el plano Ejecutivo o gubernamental— abarca una
otro tipo de consideraciones, políticas, de derechos política activa de intercambio de información en ma-
humanos, etc. En estos supuestos, que responden al teria penal y la realización de tareas de investigación
legítimo derecho de soberanía externa, el Estado so- conjuntas, coordinadas, entre dos o más Estados.
licitado, desde una perspectiva de “solidaridad inter- Por otro lado, en el plano judicial, la cooperación
nacional”, no dejará impune al delincuente, sino que comprende una serie de actos judiciales propiamente
“por representación” del Estado requiriente, procede- dichos, tales como: a) la prestación de asistencia ju-
rá a juzgarlo, pero aplicando su propia normatividad. dicial internacional (exhortos, citaciones, incautacio-
En este sentido, el artículo 3 del Código penal nes, embargos, levantamiento del secreto bancario,
establece como facultad soberana, que “la ley penal declaraciones, etc.); b) el traslado de personas con-
peruana podrá aplicarse cuando, solicitada la extra- denadas; c) la transmisión de la ejecución de senten-
dición, no se entregue al agente a la autoridad com- cias penales; d) la transmisión de procesos penales
petente de un Estado extranjero”. y denuncias para la instrucción de un proceso; e) la
vigilancia de personas condenadas o en libertad con-
dicional; y, f ) la entrega vigilada. Ello explica porqué
13. LA COOPERACIÓN JUDICIAL la fuente principal de la cooperación jurídica inter-
INTERNACIONAL nacional en materia penal son los tratados (Loc. cit.).
Si bien es cierto que esta forma de cooperación
Contemporáneamente, y con actual mayor fre- internacional, se origina con la extradición, actual-
cuencia, se puede detectar en la investigación o juz- mente la comunidad internacional ha dado un paso
gamiento de los delitos, que las fuentes, medios y trascendental en su perfeccionamiento y evolución
órganos de prueba necesarios para los fines del pro- con la creación de la Corte Penal Internacional
ceso, se encuentran físicamente en otro país, donde (Roma, 1998), facultada a ejercer su jurisdicción
el operador jurisdiccional no tiene jurisdicción ni sobre personas respecto de los crímenes más graves
competencia. Al respecto, Prado Saldarriaga (1994: de trascendencia internacional y con personalidad
81) indica que la movilidad del modus operando jurídica internacional, puede utilizar en relación
de la criminalidad contemporánea genera frecuen- con los Estados, sean o no parte, tres modalidades
tes problemas de ubicuidad a la actividad funcional de cooperación: la entrega o la extradición, el auxilio
y operativa de las autoridades judiciales encargadas o asistencia judicial internacional y la ejecución de
de su persecución y sanción penal. Esas dificultades sentencias penales impuestas por la Corte.
adquieren especial relevancia procesal en lo que con- La “cooperación judicial internacional”, como
cierne a la obtención y aseguramiento de evidencias bien precisa Prado Saldarriaga, puede definirse como
“el conjunto de actos de naturaleza jurisdiccional, la ley penal en el espacio de un modo unilateral; y
diplomática o administrativa, que involucra a dos otros, como Franz von List, indican que el Derecho
o más Estados, y que tiene por finalidad favorecer Penal Internacional está formado por el conjunto de
la criminalización secundaria de un hecho delictivo tratados que imponen a los Estados signatarios, la
ocurrido en territorio, cuando menos, de uno de obligación, fundada en el Derecho Internacional, de
tales Estados” (1994: 81). Esta institución de corte decretar las leyes penales nacionales correspondientes
internacional, se compone de una serie de trámites a la protección de bienes jurídicos de interés común.
destinados a resolver o ejecutar situaciones específi- La primera concepción tendría como contenido,
cas que se pueden presentar durante la marcha del el conjunto de reglas de derecho nacional sobre la
proceso y se encuentra regulada exclusivamente en aplicación de la ley en el espacio, y las normas de
consideración al interés público de la justicia penal auxilio para asegurar la justicia punitiva que deben
(Claría Olmedo 1998: 87). prestarse entre sí los Estados (Jiménez de Asúa 1979:
El Perú es signatario de un conjunto de Tratados 160). Al respecto, Donnadieu de Vabres define el
de Cooperación Jurídica Internacional en mate- Derecho Penal Internacional como: “La ciencia que
ria penal, siendo los más extensos los referidos a la determina la competencia de jurisdicciones penales
Extradición, siguiendo en importancia los referidos del Estado frente a las extranjeras, la aplicación de
a la asistencia judicial, tanto los multilaterales ce- sus leyes criminales en orden a los lugares y a las per-
lebrados al amparo de la Organización de Estados sonas que ellas rigen, y la autoridad sobre su territo-
Americanos (OEA), como los bilaterales celebrados rio de las sentencias represivas extranjeras” (Garrido
con diferentes países americanos y europeos. En 1957: 38).
materia de normatividad interna, aplicable a la coo- La segunda concepción, establece que el Derecho
peración judicial internacional, el Código Procesal Penal Internacional es un “derecho sustantivo, con
Penal (Art. 508), establece que las relaciones de las normas internacionales en materia penal” (Quintano
autoridades peruanas con las extranjeras y con la Ripollés 1955: 20), por ello, el profesor rumano
Corte Penal Internacional en materia de coopera- Vespaciano Pella, lo define como “la ramificación del
ción judicial internacional se rigen por los Tratados Derecho público internacional, que determina las
Internacionales celebrados por el Perú y, en su defec- infracciones de responsabilidad penal internacional
to, por el principio de reciprocidad en un marco de de los Estados y de los individuos” (Medina Moyano
respeto de los derechos humanos (si existiere tratado, 1965: 60).
sus normas regirán el trámite de cooperación judicial Algunos autores, como Quintano Ripollés, pre-
internacional. Sin perjuicio de ello, las normas de de- fieren distinguir entre Derecho Penal Internacional
recho interno, y en especial las que corresponden al y Derecho Internacional Penal, atribuyéndole al
Código Procesal Penal, servirán para interpretarlas y primer concepto el contenido propugnado por
se aplicarán en todo lo que no disponga en especial Bentham; mientras que el Derecho Internacional
el Tratado). Penal abarcaría la segunda concepción anotada. Por
tanto, Derecho Internacional Penal será el Derecho
Penal material contenido en normas internacionales,
14. DERECHO INTERNACIONAL PENAL siendo indiferente el que los destinatarios de esas
normas sean Estados o individuos, que la efectividad
Desde una perspectiva histórica, la expresión de su aplicación se deje a los tribunales estatales o
“Derecho Penal Internacional” atribuida a Jeremías que la complementación del tipo penal corresponda
Bentham, comporta, según Bramont Arias (1950: a los derechos nacionales (Medina Ortega 1964: 32).
168) (véase Hugo Vizcardo 1995: 60 y ss), una con- Al respecto, anota Jescheck (1981: 161), el
cepción dual manifiesta: unos, siguiendo a Bentham, Derecho Internacional clásico no conocía la respon-
llaman Derecho Penal Internacional, al conjunto sabilidad de las personas individuales. No concedía
de normas internas que deciden los problemas de al individuo derecho alguno, pero tampoco le im-
ponía deberes. La doctrina internacionalista domi- glas generales del Derecho Internacional, seguiría
nante consideraba “inimaginable” que una norma siendo necesario que se transformara en ley para
de Derecho internacional pudiera ser infringida por cumplir las exigencias que impone nuestro ordena-
personas individuales. Así, no existen delitos contra miento jurídico. Para Dautricourt la cuestión está
el Derecho Internacional, sólo delitos individua- íntimamente vinculada con la de la efectividad de un
les (loc. cit.). Solamente el Derecho penal estatal “orden público universal” que, siendo un principio
podía proteger con sus propias normas el Derecho esencialmente “supranacional”, no tiene por que so-
Internacional, transformando los deberes jurídicos meterse a los ligámenes de las voluntades privativas
impuestos al Estado en deberes del individuo sancio- de cada Estado. “La autoridad universal de la ley, es
nables penalmente. Pero desde finales de la primera por lo tanto, la condición misma de su eficiencia”
guerra mundial, esta perspectiva ha sido modificada. (Dautricourt 1950: 1177).
Dentro de ciertos límites el individuo será conside- Asimismo, con respecto a los tipos delictivos que
rado como sujeto de derechos y deberes del Derecho conformarían este Derecho Internacional Penal, se
internacional y de acuerdo con ello será imaginable propone clasificar las normas penales conforme al
que graves infracciones de determinadas normas cen- acuerdo de Londres de 1945 en tres tipos: críme-
trales del Derecho Internacional puedan ser contem- nes contra la paz (preparación, desencadenamien-
pladas como delitos internacionales que, en conse- to y conducción de una guerra de agresión); crí-
cuencia, pueden ser castigados directamente por el menes de guerra (infracciones graves del Derecho
Derecho Internacional. Internacional de guerra cometidas por miembros
Pero, no obstante ello, aunque pudiera demos- de una de las naciones participantes en la contien-
trarse que el denominado “Derecho Internacional da contra soldados, personal civil o bienes pertene-
Penal” forma parte del Derecho Internacional vi- cientes a un Estado enemigo, a la nación vencida o
gente, no podría colegirse así nada más su obliga- a un sector ocupado —Ej. pillaje o el homicidio y
toriedad, pues, tanto si se trata de normas penales malos tratos de los prisioneros de guerra—); y, crí-
del Derecho Internacional como si se trata de un menes contra la humanidad (infracciones graves de
Derecho internacional autónomo, siguen siendo las garantías mínimas de la dignidad humana, espe-
aplicables los principios generales sobre la relación cialmente la vida, integridad corporal y libertad) rea-
entre Derecho Internacional y Derecho Estatal. Al lizadas por motivos relativos a la nacionalidad de la
respecto, nuestra Constitución establece que los tra- víctima o por su pertenencia a grupos, comunidad
tados celebrados por el Estado y en vigor, forman cultural, raza, religión, confesión o convicción polí-
parte del derecho nacional (Art. 55). Los tratados tica —Ej. esclavitud, magnicidio, genocidio, etc.—).
deben ser aprobados por el Congreso antes de su ra- La idea de un Derecho penal directamente per-
tificación por el Presidente de la República, siempre teneciente al Derecho Internacional y de carácter su-
que versen sobre las siguientes materias: a) Derechos praestatal se remonta a la doctrina iusnaturalista de
humanos; b) Soberanía, dominio o integridad del los siglos XVI y XVII. La época actual del Derecho
Estado; c) Defensa nacional; y, obligaciones finan- Internacional penal comienza tras la primera gue-
cieras del Estado (Art. 56). rra mundial con el tratado de Versalles. Culminada
Al Derecho Internacional Penal únicamente la segunda guerra mundial, las potencias aliadas se
podría considerársele vinculante, aun sin especial pusieron de acuerdo para perseguir penalmente a
transformación, si fuera reconocido por la gran los responsables políticos, militares y financieros de
mayoría de los Estados y se convirtiera así en reglas Alemania y sus aliados. En el acuerdo de Londres
generales (amén de la creación de un Código Penal de 8 de agosto de 1945, se acordó castigar los crí-
Internacional y de un Tribunal Penal Internacional menes contra la paz, los crímenes de guerra y los
con plena jurisdicción supra nacional), lo que toda- crímenes contra la humanidad y en base a él tuvo
vía está muy lejos. Pero aunque existiera un Derecho lugar el proceso contra los principales criminales
Internacional Penal de esta clase, basado en las re- de guerra ante el Tribunal Militar Internacional de
Nuremberg. Pero este Tribunal no era un órgano de Ruanda, así como las experiencias de los tribunales
la Comunidad Internacional, sino un Tribunal de las ad hoc mostraron la necesidad de un órgano jurisdic-
potencias aliadas ocupantes, y aunque la penalidad cional supranacional permanente capaz de responder
de los crímenes de guerra se apoyaba en el antiguo rápidamente ante crímenes contra los derechos hu-
Derecho Internacional consuetudinario, los aliados manos y que no dependa de la voluntad política del
introdujeron nuevos delitos con efecto retroactivo, Consejo de Seguridad.
como el provocar una guerra de agresión o los crí- En este contexto, se aprueba en 1998 el citado
menes contra la humanidad (en tanto éstos no coin- Estatuto, por 120 votos a favor y siete en contra.
cidan con el Derecho Penal estatal vigente), para lo Entre estos últimos estaban Estados Unidos, China
que difícilmente podrían estar facultados. Si de lo e Israel. Esta nueva institución, a decir de Basadre
que se trataba era de crear un “acto revolucionario”, Ayulo, que tiene carácter multinacional, tendrá el
no habría ningún inconveniente en aceptarlo, dada efecto inmediato de acabar con “la cultura de la im-
la situación extraordinaria en que se encontraban punidad y abuso” de los ex gobernantes y ex dicta-
en 1945 los aliados, si tras el juicio de Nuremberg dores, y constituirá una malla protectora para evitar
(y posteriormente tras el proceso seguido contra la comisión con impunidad de crímenes de guerra
los responsables políticos y militares japoneses ante que asolaron el sangriento siglo XX. La investiga-
el Tribunal Militar en Tokio en 1946), el Derecho dora del área de protección interna de Derechos
Internacional Penal se hubiera convertido en un con- Humanos de la Comisión Andina de Juristas (CAJ),
junto de reglas generales del Derecho Internacional; Elena Sancho, refirió que la competencia de la Corte
pero precisamente es esto lo que no ha sucedido has- Penal Internacional no crea conflicto con otros ór-
ta la fecha. En su lugar siguen produciéndose las in- ganos supranacionales, como la Corte Internacional
tervenciones militares de las grandes potencias y no de Justicia de la Ha ya, la Corte Interamericana de
ha disminuido el número y atrocidad de los crímenes Derechos Humanos; y los dos tribunales penales ad
de guerra y contra la humanidad que siguen come- hoc de la ex Yugoslavia y Ruanda. Tampoco crea con-
tiéndose tras la segunda guerra mundial. La mayo- flicto con la competencia de las Cortes locales, pues-
ría de estos hechos han quedado impunes o en todo to que la Corte Penal Internacional sólo puede actuar
caso no han sido castigados conforme a las reglas del de manera complementaria a la jurisdicción de ellas.
“Derecho Internacional Penal”. A partir del 2 de enero del 2001 los estados
Actualmente vivimos, como hito histórico, la que consideren conveniente participar en el referido
experiencia de la creación de la denominada Corte Tribunal Internacional, deberán firmarlo y ratificarlo
Penal Internacional (estatuto de Roma). El Estatuto a la vez. El tratado de Roma entrará en vigencia cuan-
de Roma de la Corte Penal Internacional, fue adop- do lo ratifiquen 60 países, por lo que funcionarios de
tado en la conferencia de plenipotenciarios de roma, la Organización de naciones Unidas, aseguran que las
en junio de 1998, aunque, como hemos referido, el sesenta ratificaciones recién se alcanzarán en el año
principio de la responsabilidad penal individual fue 2002. Actualmente sólo lo han ratificado 27 países,
reconocido en el ámbito internacional, por primera siendo que el Perú ha manifestado su completa adhe-
vez, en los juicios de Nuremberg y Tokio, tras la se- sión suscribiendo recientemente el Estatuto de Roma
gunda guerra mundial. En la primera mitad de los de la Corte Penal Internacional. En este contexto, la
cincuenta, se elaboraron dos estatutos borradores suscripción del Estatuto de la Corte Penal es un hecho
para la formación de un Tribunal supranacional. Sin sumamente destacable y significativo, particularmente
embargo, con la llegada de la Guerra fría el inten- después de una serie de acontecimientos que afectaron
to fracasó. Después de la caída del Muro de Berlín, negativamente la imagen de nuestro país. Saludamos
el Consejo de Seguridad de las naciones Unidas te- tal iniciativa debido a su trascendencia para que no
nía más capacidad de actuación y la comunidad in- queden impunes delitos cometidos. El mundo ac-
ternacional retomó el interés en un Tribunal Penal tual no es bipolar, sino que en él prima la justicia y el
Internacional. Las tragedias en la ex Yugoslavia y Estado de Derecho, por tal motivo, es fundamental
que la Corte Penal Internacional administre justicia Penal Parte General: Fundamentos. Lima: Juristas
penal con jueces que merezcan la confianza de los paí- Editores EIRL, primera edición.
ses que suscriben dicho convenio. Gracia Martín, Luis (2004). Estudios de Derecho
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1 Como lo sintetiza Bramont Arias: L a ley p en al, p. 242: “igualdad de tratam iento en igu al-
d ad de condiciones”. Por su parte, Castillo Alva, en Código p en al comentado, Castillo Alva
(coord.), artículo 10, p. 352, sostiene que la lectura conjunta de ambos artículos de la
Constitución permite apreciar tres significados del principio de igualdad: por un lado, la
igualdad ante la ley, que comprende una igualdad en el contenido de la ley y una igualdad
en la aplicación de la ley; y, por el otro, el derecho a no ser discriminado. Posteriormente
considera que la aplicación personal de la ley penal no es un tema de igualdad en la aplica
ción de la ley, sino de igualdad en el contenido de las leyes, en la medida que los privilegios
o prerrogativas son creados por el legislador que define el contenido de la ley penal (p. 360).
Esta afirmación no se comparte, en la medida que el hecho de que las prerrogativas estén
legalmente contempladas no significa que sean parte de los tipos penales, sino que se trata
de supuestos justificados de trato diferente que cumplen con la exigencia de taxatividad legal
de los privilegios prevista en el artículo 10 del CP. Por lo tanto, la aplicación personal de la
ley penal es un tema de igualdad en la aplicación de la ley penal.
j
¿deas 273
D erecho Penal - parte general
carse de la m isma manera, sino que tendrá que contemplar necesariamente un trato
diferenciado.
En cuanto a la aplicación de la ley penal, el principio de igualdad ante la ley
exige que la normativa penal se aplique sin distingos a las personas que cometen
actos delictivos, tal como se desprende del propio tenor del artículo 10 del CP2. Sin
embargo, la existencia de diferencias en la naturaleza de las cosas podría sustentar
una aplicación diferente de la ley penal, como ocurre, por ejemplo, con las personas
que ocupan determinados cargos o cumplen con ciertas funciones, cuyo ejercicio
debe preservarse del peligro de injerencias indebidas. A esta aplicación diferente de
la ley penal se le conoce com o privilegio o prerrogativa, el cual solamente resulta
admisible si se encuentra taxativamente previsto en las leyes o los tratados interna
cionales, conforme a lo dispuesto por el artículo 10 del CP. Com o puede verse, se
asume un sistema cerrado o taxativo de los privilegios3.
Algunos autores nacionales se muestran en la actualidad bastante críticos con
la existencia de privilegios en la aplicación de la ley penal4, lo que cuenta además
con el apoyo de la opinión pública debido al abuso cometido por algunos políticos
beneficiarios de estos privilegios para sustraerse a su responsabilidad penal, con
la evidente complicidad de sus correligionarios. N o obstante, debe quedar claro
que, en el plano conceptual, los llamados privilegios no se otorgan en atención a la
diferencia de las personas, sino en razón de la función que éstas desempeñan5. Se
trata de contrapesos políticos frente al Poder Judicial y a la posibilidad de incidir
negativamente en la vida política o internacional del Estado, los que se asientan en
la idea de que este poder del Estado no gobierna ni debe impedir gobernar, aunque
la actividad del gobierno se encuentre judicialmente controlada6. La solución al
abuso, por lo tanto, no va por suprimir los privilegios, los cuales cumplen una fun
ción política importante, sino por instaurar mecanismos de corrección para evitar
el abuso. Así, por ejemplo, la interpretación de los privilegios debería hacerse de
2 H urtado P o z o /P rado S aldarriaga : Derecho P en al, PG, I, § 3, n.m. 919, aunque desta
cando que se hace de manera imperfecta.
3 Así, H urtad o P o z o /P ra d o Saldarriaga : Derecho P en al, PG, I, § 3, n.m. 924. El
Anteproyecto de la Parte General del Código Penal de 2004 intensifica la reserva de ley de
los privilegios, en la medida que exige que dichos privilegios se encuentren previstos en la
Constitución (vid., así, V illavicen cio T e r r e r o s : Derecho Penal, PG, p. 215).
4 Así, D elg a d o G u e m b e s : Prerrogativas parlam en tarias, p. 168 y ss., considera que en una
sociedad democrática e igualitaria no es posible admitir los corporativismos que podrían
originar las prerrogativas.
5 Vid., B r a m o n t A r ia s : L a ley penal, p. 241 y ss.; H urtado Po zo /P rado S aldarriaga :
Derecho Penal, PG, I, § 3, n.m. 922; C aro J o h n : N orm ativism o, p. 224.
6 Así, B a c igalupo Z a pa t er : Ju sticia p e n al y derechos fundam entales, p. 18.
274 ¿deas
Percy G arcía C averò
forma restrictiva con la finalidad de evitar su utilización por parte de los beneficia
rios para evadir la responsabilidad penal derivada de sus actuaciones.
En el presente capítulo, se hará un estudio detenido de los llamados privile
gios o prerrogativas penales, esto es, aquellos que se refieren exclusivamente a la
aplicación de la ley penal sustantiva. N o serán tratados, por lo tanto, los privilegios
de orden estrictamente procesal, como sería el caso, por ejemplo, de los llamados
procesos especiales por razón de la función. Dentro de los privilegios referidos a la
aplicación de la ley penal sustantiva, se suelen diferenciar en la literatura especiali
zada los que tienen su origen en la legislación ordinaria y los que se instituyen en
el marco de los tratados internacionales7. Sobre la base de esta diferenciación, se
abordará en lo que sigue las distintas prerrogativas de carácter penal, dividiendo la
exposición en privilegios de Derecho público interno, por un lado, y privilegios de
Derecho internacional, por el otro.
¿d ea s 275
D erecho P enal - parte general
mer privilegio se libera de responsabilidad penal a ciertas personas por los delitos que
pudieran haber cometido en la realización de determinadas actividades o funciones.
El privilegio de la inmunidad impide, por su parte, que una persona pueda ser inme
diatamente detenida y procesada por la realización de un delito. Finalmente, el an
tejuicio político constituye un privilegio que lleva a que determinados funcionarios
públicos no puedan ser procesados penalmente por delitos cometidos en el ejercicio
de su cargo si previamente no se autoriza el procesamiento por determinado orga
nismo estatal (por ejemplo, el Congreso). En los estudios especializados se discute si
esta clasificación resulta correcta o no. Algunos autores cuestionan si la inmunidad
y el antejuicio político son realmente privilegios penales o si no se trata, más bien,
de condiciones u obstáculos de carácter procesal10. Otros autores, por el contrario,
plantean ampliar la lista antes mencionada para considerar también a la Justicia de
menores y a la Justicia militar como privilegios en la aplicación de la ley penal11.
La exposición que sigue se va a mantener en la clasificación tradicional de
los privilegios penales internos: inviolabilidad, inmunidad y antejuicio político. La
expresión sustantiva o procesal que pudiesen tener no altera su naturaleza de privi
legio en el sistema penal. En unos casos, los privilegios impiden la aplicación de la
ley penal a determinadas personas, mientras que en otros lo que se hace es instau
rar cierto procedimiento especial para su aplicación a determinadas personas. En
cuanto a la aplicación de la normativa penal de menores y militar, debe precisarse
que, a nuestro entender, no constituyen en estricto privilegios penales, sino, más
bien, fueros especiales12 que, en determinados casos, pueden incluso llegar a ser más
drásticos que la legislación penal ordinaria.
1. La inviolabilidad (o indemnidad)
El privilegio de la inviolabilidad establece que la persona que goza de este
privilegio no puede ser castigada penalmente por la realización de determinados
delitos13. Se trata de una protección legalmente prevista que impide que el privile
giado sea perseguido penalmente14, siempre que se haya movido dentro del ámbito
276 ¿deas
Percy G arcía C averò
15 Vid., C a st illo A lva, en Código p en al comentado, Castillo Alva (coord.), artículo 10, p. 361.
16 Similarmente, H urtado Po z o /P rado S aldarriaga : Derecho P en al, PG, I, § 3, n.m. 926;
T ie d e m a n n : Constitución y Derecho p en al, p. 135; C r e u s : Derecho P en al, PG, p. 123;
C a stillo A lva, en Código p e n al comentado, Castillo Alva (coord.), artículo 10, p. 361.
17 En este sentido, Z a ffaro n i : M an u al, PG, I, p. 233.
18 Así, H urtad o P o z o /P rado S aldarriaga : Derecho Penal, PG, I, § 3, n.m. 928. En con
creto hacen referencia al ejercicio de un derecho B acigalupo Z apater : Derecho Penal', PG,
p. 185; F ia nd aca /M u s c o : Derecho p en al, PG, p. 160.
19 En el mismo sentido, J e s c h e c k /W e ig e n d : Tratado , I, p. 277; V il la v ic en c io T er r er o s :
Derecho P en al, PG, p. 216.
¿d ea s 277
D erecho Penal - parte general
2. La inmunidad
La inmunidad es el privilegio que impide que ciertos funcionarios públicos
puedan ser inmediatamente detenidos y procesados por la realización de un delito
(inmunidad de arresto y de proceso)2021. El caso más conocido de inmunidad es la
parlamentaria, la cual se encuentra expresamente regulada en el artículo 93 tercer
párrafo de la Constitución Política. Según esta disposición constitucional, los con
gresistas no pueden ser procesados ni apresados sin previa autorización del Con
greso desde que son elegidos hasta un mes después de haber cesado en el cargo. Se
trata, como lo ha dicho el Tribunal Constitucional, de “ una garantía procesalpenal
de carácter político de la que son titulares los cuerpos legislativos de un Estado a favor de
sus miembros, deform a ta l que estos no puedan ser detenidos ni procesados penalmente,
sin la aprobación previa del Parlamento. Su objeto es prevenir aquellas detenciones o
procesos penales que, sobre bases estrictamente políticas, pretendan perturbar el debido
funcionamiento del Congreso o alterar su conformación 11.
El privilegio de la inmunidad parlamentaria no es absoluto, pues puede ser le
vantado bajo determinadas condiciones legalmente establecidas22. En primer lugar,
un congresista puede ser detenido en situación de flagrancia, en cuyo caso deberá
ser puesto a disposición del Congreso o de la Comisión Permanente en veinticuatro
horas, a fin de que este órgano decida si procede privarle de la libertad y enjuiciarle
penalmente por el delito cometido23. Fuera de los casos de delito flagrante, el Poder
Judicial podrá solicitar al Congreso de la República que se le levante la inmunidad
parlamentaria a un congresista denunciado por un delito, para poder procesarlo y
condenarlo si es que es hallado culpable. Es importante precisar que el Congreso
no se mueve discrecionalmente en relación con este privilegio, pues, tal como lo ha
puesto de manifiesto el Tribunal Constitucional, “una vez determinada la ausencia
de toda motivación política en la acusación, el Congreso tiene el deber de levantar la
inm unidad a l imputado”24 (el resaltado es nuestro).
3. El antejuicio político
El antejuicio político o acusación constitucional es un privilegio atribuido a
altos funcionarios públicos por el cual estos funcionarios sólo podrán ser acusados
penalmente por el Congreso de la República por los delitos cometidos en el ejerci
cio de sus funciones. En este orden de ideas, el Tribunal Constitucional ha estable
278 ¿deas
Percy G arcía C averò
cido que “ (e)n virtud de dicho privilegio, los referidos funcionarios públicos tienen el
derecho de no serprocesados penalmente por la jurisdicción ordinaria, si no han sido so
metidos previamente a un procedimientopolítico jurisdiccional, debidamente regulado,
ante el Congreso de la República, en el cual el cuerpo legislativo debe haber determinado
la verosimilitud de los hechos que son materia de acusación, así como su subsunción en
un(os) tipo(s) penal(es) de orden funcional, previa e inequívocamente establecido(s) en
la ley”25. La finalidad de este privilegio es descartar que la persecución penal contra
un alto funcionario se encuentre motivada por algún revanchismo político. C asti
llo A lva considera que el antejuicio está, en realidad, integrado en la inmunidad,
por lo que no se trataría de un privilegio distinto26. Si bien esta afirmación podría
ser correcta en casos como el de la inmunidad parlamentaria, no siempre es así,
pues puede ser que exista una inmunidad que no esté vinculada a un antejuicio
político, como sería el caso de las inmunidades diplomáticas.
El antejuicio político está regulado en el artículo 99 de la Constitución Po
lítica, en donde se concede este privilegio al Presidente de la República, los con
gresistas, ministros de Estado, miembros del Tribunal Constitucional, miembros
del Consejo Nacional de la Magistratura, Vocales de la Corte Suprema, Fiscales
Supremos, Defensor del Pueblo y al Contralor General por todo delito cometido
en el ejercicio de sus funciones y hasta cinco años después de haber cesado en éstas.
Las particularidades de este procedimiento parlamentario de control político se
encuentran establecidas en el artículo 89 del Reglamento del Congreso de la Re
pública. Son tres las notas esenciales del antejuicio político, como lo destaca San
M artín C astro 27: U n ámbito subjetivo que lo limita taxativamente a los altos
funcionarios públicos mencionados en el artículo 99 de la Constitución; un ámbi
to material que lo circunscribe a los delitos de función; y un ámbito temporal que
alcanza a los delitos cometidos durante su desempeño en el cargo y hasta cinco años
después de haber cesado en sus funciones.
U n aspecto del procedimiento del antejuicio político que resulta sumamente
discutible es la vinculatoriedad, para el Ministerio Público y el Poder Judicial, de
los términos de la acusación del Congreso, en el sentido de que la formalización
de la investigación preparatoria (o la denuncia penal y el auto de apertura de ins
trucción en el viejo código de procedimientos penales) no puede ampliar ni reducir
los términos de dicha acusación28. La interpretación usual de la regulación consti
j
¿deas 279
D erecho P enal - parte general
tucional es entender que incluso la calificación jurídica de los hechos realizada por
el Congreso resulta vinculante para el Ministerio Público y el Poder Judicial. Esta
interpretación es, sin embargo, insostenible, pues no sólo afecta la independencia
de la Administración de Justicia, sino que olvida que el antejuicio político es una
institución política, no jurídica. Por lo tanto, darle a este procedimiento una vin-
culatoriedad jurídica significa olvidarse por completo de su verdadera naturaleza.
El Tribunal Constitucional ha destacado el carácter inaceptable de la vincula-
toriedad de la calificación jurídica hecha por el Congreso, señalando que “las refe
ridas disposiciones son contrarias a l aludido principio fundam ental sobre los que se sus
tenta el Estado democrático de derecho: la separación de poderes. Si bien dicho principio
no puede negar la mutua colaboración y fiscalización entre los poderes públicos, impone
la ausencia de toda injerencia en lasfunciones esenciales y especializadas que competen a
cada una de las instituciones que diagram an la organización del Estado. En tal sentido,
en modo alguno puede restringirse la autonomía que corresponde a l Ministerio Público
en el desenvolvimiento de las funciones que la Constitución le ha conferido en su artículo
1 5 9 °; menos aún puede aceptarse la limitación de losprincipios de unidad, exclusividad
e independencia de la función jurisdiccional (incisos 1 y 2 del artículo 139°), la que,
desde luego, alcanza también al ju ez instructor encargado de evaluar la suficiencia de
elementos de juicio que justifiquen la apertura de instrucción y de conducir la etapa
investigativa del proceso”29. Por esta razón, exhorta al Congreso de la República a
reformar la Constitución Política en atención a lo acabado de decir.
En la doctrina penal se ha sostenido un parecer que matiza el tenor de la dis
posición constitucional que establece la vinculatoriedad del sistema penal con los
términos de la acusación constitucional con la finalidad de hacerla compatible con
la autonomía del Poder Judicial. Se trata de darle a los términos de la acusación
constitucional el carácter de una imputación provisional que no impide que pos
teriormente el juzgador pueda realizar un cambio en la calificación jurídico-penal
del mismo hecho30. D e esta manera, el proceso penal deberá abrirse en los términos
jurídicos establecidos en la acusación constitucional, pero esta calificación no tiene
que mantenerse incólume hasta la sentencia, sino que, en mérito de lo investigado
y posteriormente juzgado, puede ser perfectamente modificada por el órgano per
tinente.
que abre instrucción, sino un fiscal que formaliza investigación preparatoria y comunica ello
al juez de la investigación preparatoria. La urgencia de esta modificación se acentúa por el
hecho de que, tal como lo dispone la Ley 29574, el nuevo Código procesal penal entrará en
vigencia inmediata para los delitos cometidos por funcionarios públicos.
29 STC Exp. N ° 0006-2003-AI/TC de 1 de diciembre de 2003, fundamento jurídico 17.
30 Así, S a n M a rtín C a s t r o : J uS D octrin a & p ráctica 7 (2007), p. 115 y s.
280 ¿d ea s
Percy G arcía C averò
1. La inviolabilidad
Tal como sucede con la inviolabilidad de Derecho público interno, la invio
labilidad de Derecho internacional impide que ciertas personas respondan penal
mente por la realización de un delito, siendo la única particularidad de esta última
forma de inviolabilidad que su fundamento se encuentra en razones de Derecho
internacional. Así, por ejemplo, el artículo 297 del Código de Bustamante señala
que los Jefes de Estado extranjeros están exentos de las leyes penales del Estado
extranjero en el que se encuentren32. En el Tratado de Montevideo de 1940 se am
plía este privilegio a los miembros integrantes de su séquito33. De igual manera, el
artículo 19 de la Convención de la Habana de 1928 establece que los funcionarios
diplomáticos están exentos de toda jurisdicción civil y/o criminal del Estado ante el
cual se encuentren acreditados, extendiéndose este privilegio a todo funcionario di
plomático, al personal oficial de la misión y a los familiares que viven bajo el mismo
techo34. En la m ism a línea, el artículo 31 de la Convención de Viena sobre relacio-
31 En este sentido, F iandaca /M u s c o : Derecho pen al, PG, p. 154. Igualmente, H urtado Pozo/
P rado S a ld arriaga : Derecho p e n al, PG, I, § 3, n.m. 940, quien se remite a la necesidad de
“garan tizar el cum plim iento eficaz de sus m isiones diplom áticas en tanto que representantes de
los Estados” .
32 H urtado P o z o /P rado S ald arriaga : Derecho Penal, PG, I, § 3, n.m. 937; V illavtcencio
T e r r e r o s : Derecho Penal, PG, p. 218.
33 H urtado P o z o /P rado Saldarriaga : Derecho Pen al, PG, I, § 3, n.m. 938; V illavicen cio
T er r e r o s : Derecho Penal, PG, p. 218.
34 H urtado P o z o /P rado S ald arriaga : Derecho Pen al, PG, I, § 3, n.m. 941.
281
D erecho Penal - parte general
2. La inmunidad
La inmunidad diplomática constituye posiblemente el privilegio de Derecho
internacional más conocido, alcanzando su ámbito de aplicación no sólo a los re
presentantes diplomáticos, sino también a los papeles, archivos y correspondencia
de carácter diplomático (la llamada valija diplomática). En virtud de este privilegio,
ningún representante diplomático puede ser detenido ni procesado penalmente,
estando incluso im pedido de renunciar a este privilegio sin la autorización corres
pondiente de su gobierno. El privilegio de la inmunidad no alcanza a los represen
tantes consulares que se limitan a funciones de carácter comercial o administrativo.
Algunos autores incluyen dentro de los privilegios de Derecho internacional
el caso de los miembros de las fuerzas armadas extrajeras por los delitos cometidos
dentro del perímetro de las bases militares apostadas en territorio de otro país36.
Sin negar la existencia de una limitación de la aplicación de la ley penal en estos
casos, no parece ser que se trate de un privilegio personal, sino de una cuestión de
territorialidad, es decir, que las bases militares constituyen parte del territorio ficto
del país extranjero, de manera tal que dentro de su perímetro resultan aplicables
sus propias leyes penales, renunciando el Estado al que pertenece naturalmente el
territorio a la facultad de hacer efectivo el ejercicio de su potestad punitiva dentro
del territorio ocupados por las bases militares extranjeras.
282 | £ d ea s
VENTANA JURÍDICA
Blog académico de la Facultad de Derecho PUCP
Eliminación de la inmunidad
parlamentaria: ¿Todo es color de
rosa?
Derecho constitucional
Con fecha 06 de febrero del 2021, se aprobó una reforma constitucional mediante la
cual se han suprimido las prerrogativas de inmunidad de arresto y de proceso de
diversos funcionarios públicos, entre ellos los(las) congresistas. Se trata de la Ley Nº
31118.
En efecto, el nuevo texto del artículo 93° dice lo siguiente: “Los(las) congresistas
representan a la Nación. No están sujetos(as) a mandato imperativo ni a interpelación.
No son responsables ante autoridad ni órgano jurisdiccional alguno por las opiniones y
votos que emiten en el ejercicio de sus funciones. Los(las) magistrados(as) del Tribunal
Constitucional y el(la) Defensor(a) del Pueblo gozan de las mismas prerrogativas que
los(las) congresistas. El procesamiento por la comisión de delitos comunes imputados a
congresistas de la República durante el ejercicio de su mandato es de competencia de
la Corte Suprema de Justicia. En caso de comisión de delitos antes de asumir el
mandato, es competente el(la) juez(a) penal ordinario” (cursivas agregadas).
¿Qué es la inmunidad?
El antiguo artículo 93° de la Constitución Peruana establecía lo siguiente: “Los(las)
congresistas no pueden ser procesados(as) ni presos(as) sin previa autorización del
Congreso o de la Comisión Permanente, desde que son elegidos(as) hasta un mes
después de haber cesado en sus funciones, excepto por delito flagrante, caso en el cual
son puestos a disposición del Congreso o de la Comisión Permanente dentro de las
veinticuatro horas, a fin de que se autorice o no la privación de la libertad y el
enjuiciamiento”.
Nótese, sin embargo, que aún existe una suerte de “inmunidad de arresto y de proceso”
para aquellos hechos que pudieran corresponder a presuntos delitos cometidos en el
ejercicio de su función parlamentaria al emitir sus votos o expresar su opinión, como
sería el caso de una eventual difamación en un debate parlamentario o al momento de
votar para la aprobación de una ley. Esta inmunidad se conoce como inviolabilidad por
los votos y opiniones.
Esta prerrogativa se extiende hasta cinco años después de concluidas sus funciones.
Aquí, el Congreso es el acusador y también el juzgador. Si se aprueba el antejuicio,
recién allí serán pasibles de que los(as) parlamentarios sean juzgados ante la justicia
ordinaria.
Al respecto, debe precisarse que la Constitución Peruana establece que las mismas
prerrogativas de los(las) congresistas se extienden al(a) Defensor(a) del Pueblo (artículo
161°) y los(as) magistrados(as) del Tribunal Constitucional (artículo 201°).
García Cobián considera, por otra parte, que no se deja desprotegido al Congreso de la
República o a congresistas en el ejercicio de sus funciones, porque se mantienen las
prerrogativas de la inviolabilidad y el antejuicio político.
Sin embargo, Luciano López Flores, docente del Departamento Académico de Derecho
de la PUCP, considera que este escenario no puede considerarse como algo positivo.
Según el especialista, “con la aprobación de la eliminación de este tipo de prerrogativas
habría una incidencia en el balance de poderes del Estado, ya que existiría una debilidad
institucional en el cargo del parlamento”.
Asimismo, opina que “la eliminación ha sido instituida y aprobada por un análisis
mediático (clamor de la ciudadanía), pero ese no constituye el problema central que es
la crisis representativa de los parlamentarios”.
De la misma forma, López Flores manifiesta que “en el último quinquenio han ocurrido
diversos sucesos políticos que demuestran que aún somos parte de democracia inmadura
para eliminar protecciones, ante este escenario el núcleo de atención debe ser la reforma
política”. Según el experto, esta debe resolver los problemas de la conformación de los
partidos políticos y uno de sus objetivos principales debe partir de la fiscalización
idónea de los partidos políticos.
“Como podemos observar, en el caso concreto, no nos encontramos con ninguno de los
dos supuestos mencionados; es decir, con la eliminación de la inmunidad parlamentaria
no se vulneran los límites materiales de la reforma constitucional” finalizó.
Revista Jurídica Cajamarca
Sumario: 1.- La función de control del Congreso 2.- Deslinde conceptual entre acusación
constitucional, antejuicio y juicio político 2.1.- Juicio político 2.1.1.- Objetivo 2.1.2.- Materias o
causales 2.1.3.- Sanciones 2.1.4.- Efectos 2.2.- Antejuicio y acusación constitucional 2.2.1.-
Objetivo 2.2.2.- Materias 2.2.3.- El antejuicio en la historia constitucional peruana 3.- El modelo
peruano de 1993: acusación constitucional con incrustaciones de juicio político 3.1.-
Presentación del modelo de acusación constitucional peruano 3.2.- Problemas del modelo de
acusación constitucional peruano 3.2.1.- La inclusión de elementos extraños y desnaturalizadores
3.2.2.- Restricción de la actuación del Ministerio Público y del Poder Judicial 3.2.3.- Infracción
constitucional, debido proceso y Corte Interamericana de Derechos Humanos 4.- Bosquejo de
algunas soluciones para el modelo de acusación constitucional peruano.
Bajo causales como “traición” (que englobaba una amplia gama de conductas, desde la
falsificación de la moneda hasta el reconocimiento de la autoridad del Papa) o “mala
conducta”, el impeachment fue concebido en la Inglaterra de Eduardo III (1376) para
promover la remoción de determinados funcionarios [6]. El juicio político inglés acarreaba
sanciones administrativas e, incluso penales (si así lo juzgaban) [7]. Sin embargo, conforme
la Cámara de los Comunes sumaba sus fuerzas y consolidó su supremacía política [8], este
mecanismo del juicio político comenzó a perder utilidad a favor de la, en esa época,
institución de la responsabilidad política [9], en virtud de la cual, un ministro (o todo el
gabinete) era removido mediante el ejercicio del voto de censura o la denegatoria del voto de
confianza, que lo obligaban a dimitir.
2.1.1.- Objetivo
El objetivo del juicio político es la sanción política ante un acto moral o políticamente
reprensible de tal grado que llegue a lesionar la respetabilidad de la función que el alto
representante estatal está desempeñando [12]. Al decir de Bayard [13], el juicio político no
tiene por finalidad el castigo de los delincuentes, sino la protección del Estado. Lo que se
busca en el juicio político es retirarle el poder a quien está haciendo un mal uso de él (es
indigno de él) e impedir, por otro lado, que éste pueda volver a retomarlo en el futuro [14].
Este retiro del poder es claramente un objetivo político del impeachment, y es precisamente
sobre la base de consideraciones de índole política que el congreso, instancia política por
excelencia (reflejo de los múltiples sectores políticos de una sociedad determinada),
sancione con la suspensión, destitución, o inhabilitación al funcionario considerado
políticamente responsable. El juicio político agota su objetivo cuando el funcionario es
separado o ya no está más en el cargo [15]: eso es finalmente lo que se persigue.
Por otro lado, lo político, a diferencia de lo jurídico, tiene que ver con el análisis de la
conveniencia u oportunidad [16]. En otros términos, el juicio político sanciona una
determinada conducta o actuación de un funcionario estatal (por ejemplo, una política de
gobierno llevada a cabo por el ministro de un sector o ramo determinado) por estimarla
políticamente inconveniente o inoportuna. La discrecionalidad del órgano político
sancionador, como es apreciable, es pues muy amplia. Esto se aprecia sobre todo en
Inglaterra, pues en los Estados Unidos de Norteamérica se proscribe su utilización según
criterios de oportunidad política [17].
El juicio político sanciona la falta política [18]. Ahora bien, esta denominada falta
política puede estar contenida en la comisión de un delito común, en la comisión de un
delito de función, en la omisión de un deber de función o en la comisión de una acción o
conducta carente de naturaleza penal (pero sí moralmente reprimible), en la medida en que
éstas afecten la dignidad, la autoridad o el decoro de la función política. En otras palabras, el
juicio político no sanciona la comisión de un delito de función por sí mismo, sino que lo
condenará siempre y cuando a través de esta comisión se lesione la dignidad del Estado. El
juicio político castiga y reprime una conducta por considerarla políticamente incorrecta, aun
cuando dicha acción no sea penalmente perseguible.
Así por ejemplo, un funcionario estatal puede ser removido de su cargo a través de un
juicio político por causa de su embriaguez habitual [19] o porque solicitara, siendo juez, para
sí mismo y los suyos cercanos, favores a compañías ferroviarias, algunas de las cuales
seguían procesos judiciales en el tribunal donde trabajaba [20]. Como se puede apreciar con
facilidad, en el primer caso la destitución de un funcionario responde una causa
estrictamente moral o ética: la embriaguez no comporta ninguna comisión de un delito, sino
que es un acto que en sí mismo lesiona la dignidad y autoridad del cargo. El sancionado con
la remoción si bien no cometió delito alguno, su conducta de ebriedad habitual mancillaba la
dignidad estatal. Y esta consideración fue la que tomó el órgano político para sancionarlo.
Por otro lado, en el segundo caso, es decir, en la destitución del juez, se puede observar
que el referido funcionario es sancionado por la comisión de un delito cometido en ejercicio
de sus funciones: el delito de tráfico de influencias, pues buscaba conseguir favores
(económicos) respecto de las compañías ferroviarias que seguían procesos judiciales en el
tribunal que este juez integraba. En este caso, la destitución es la sanción política que se
impone a la comisión de un delito de función, pero no por el delito en sí mismo considerado,
aisladamente, sino en la medida en que arrastra o significa la lesión a la dignidad y autoridad
del cargo de magistrado judicial.
2.1.3.- Sanciones
En primer lugar, el retiro del poder a quien se juzga que lo está ejerciendo
indebidamente (desde parámetros de consideración estrictamente políticos) lleva a
sancionarlo sea con la suspensión de su cargo (por un lapso determinado) o con su
destitución (que implica el fin de su mandato). Por otro lado, si además del retiro del poder
se estimase conveniente el que el funcionario destituido no tenga la posibilidad de retomar el
poder, se le impondrá asimismo la sanción de inhabilitación para ejercer la función pública
por un período determinado. Ahora bien, en el caso norteamericano, la inhabilitación puede
ser temporal o perpetua, según lo decida el Senado. En el modelo inglés, la sanción acordada
por la Cámara de los Lores sí puede acarrear además una sanción penal.
2.1.4.- Efectos
Siendo el objetivo del juicio político la protección de la dignidad y autoridad del cargo
estatal, y su materia la sanción de una falta política por consideraciones estrictamente de esa
índole, resulta pues consecuencia natural que la decisión o sentencia acordada por el órgano
político no sea revisable en sede judicial. Esta decisión concluye el procedimiento y tiene un
efecto que es doble: por un lado, y de naturaleza administrativa, la suspensión o destitución
del acusado, y, por otro lado, la inhabilitación temporal o permanente de éste para volver a
ejercer alguna función o cargo público [21].
La razón que fundamenta el hecho de que la decisión emitida por el órgano político no
sea judicialmente revisable radica en que en el proceso de formulación de la mencionada
decisión no han intervenido consideraciones de naturaleza jurídica sino valoraciones de
conveniencia u oportunidad política. Si la decisión de destitución, por ejemplo, de un alto
funcionario ha sido elaborada bajo parámetros políticos que, por su misma naturaleza son
discrecionales y responden a particulares convicciones o ideologías respecto del deber-ser de
una determinada conducta política o de gobierno, nada tienen que hacer las consideraciones
jurídicas formales y materiales, cuyo margen de acción es por ello más restringido. En otros
términos, a un juez se le exige decidir sobre los hechos y el derecho, bajo parámetros
preestablecidos y generales. Sin embargo, estos mismos requerimientos son inapropiados
para el juicio político por su misma naturaleza. De allí que la decisión final del juicio
político no pueda ser discutida en su validez por ningún tribunal jurisdiccional, ya que el
proceso seguido para su asunción no ha sido jurídico sino político.
No obstante lo anterior, existe actualmente una corriente, aún incipiente, que postula la
flexibilización de las denominadas decisiones políticas no justiciables. Sobre todo, esta
decisión se presentaría en la posibilidad de que la judicatura ordinaria (o constitucional)
pueda entrar a analizar decisiones de gobierno que impliquen la restricción irrazonable de
derechos fundamentales, como en los casos de un establecimiento de un régimen de
excepción o la dación de un Decreto de Necesidad y Urgencia. La tensión entre una political
question y la judiciabilidad de los actos políticos es pues notoria [22].
El antejuicio, como puede observarse, difiere del juicio político, pues, en el primer
caso, el Congreso no aplica ninguna sanción al funcionario acusado, sino que se limita a
decidir si se habilita o no la competencia penal [24] de la judicatura ordinaria para iniciarse
el proceso penal respectivo contra el referido funcionario por la infracción de delitos de
función. El Congreso acuerda o no, luego de una previa investigación, si existen indicios
suficientes para levantarle el fuero a un determinado funcionario y éste sea procesado por la
comisión de delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones.
2.2.1.- Objetivo
Conviene precisar que la suspensión del ejercicio de las funciones del funcionario al
cual se le ha levantado la inmunidad o la prerrogativa funcional de alto dignatario no
significa una sanción por parte del órgano congresal (como sí lo significa en el caso del
juicio político) sino que es una medida que busca evitar que este funcionario utilice el poder
político que vino ejerciendo en el eventual proceso penal que se le vaya a instaurar [27].
2.2.2.- Materias
Porque los altos funcionarios gozan del privilegio de la inmunidad, es que es preciso
un procedimiento de acusación constitucional (antejuicio) para examinar en cada caso
concreto si hay indicios suficientes (jurídico-políticos) que hagan razonable el levantamiento
del fuero de este funcionario y se pueda iniciar el proceso penal correspondiente. Ahora
bien, es preciso señalar que la acusación constitucional es el procedimiento idóneo para el
levantamiento de la inmunidad por la comisión de delitos de función o infracciones
constitucionales, pero no por la comisión de delitos comunes. De tal manera que en el caso
específico de los delitos comunes (por ejemplo, homicidio, violación sexual, etc.) no son
necesarias ni la denuncia constitucional ni el procedimiento de acusación constitucional,
sino que sólo basta que el Congreso acuerde de manera expeditiva el levantamiento del
fuero.
Por su parte, la misma carta constitucional de 1828 establecía en su artículo 31 que “Es
atribución especial del Senado conocer si hay lugar a la formación de causa en las
acusaciones que haga la Cámara de Diputados, debiendo concurrir el voto unánime de los
dos tercios de los senadores existentes para formar sentencia”. Así mismo, el artículo
siguiente acotaba que: “La sentencia del Senado en estos casos no produce otro efecto que
suspender del empleo al acusado, el que quedará sujeto a juicio según la ley”.
Sin embargo, el artículo 100 de la misma Carta de 1993 introduce elementos propios
del juicio político en nuestro modelo de antejuicio. El referido artículo indica que
“Corresponde al Congreso, sin participación de la Comisión Permanente, suspender o no al
funcionario acusado o inhabilitarlo para el ejercicio de la función pública hasta por diez años
o destituirlo de su función sin perjuicio de cualquier otra responsabilidad (…).” (El
subrayado es mío.)
La naturaleza del juicio político es la sanción política de una conducta que se considera
lesiva a la dignidad o autoridad del cargo por el funcionario público. Y esta conducta puede
comprender tanto una naturaleza penal como una simplemente moral. Por su parte, el
antejuicio es un procedimiento político-jurídico a través de cual se levanta la inmunidad a
los altos funcionarios por la presunta comisión de delitos de función, ello con el propósito de
que sea la judicatura ordinaria la que establezca la responsabilidad penal de los funcionarios
acusados. En este último caso, el Congreso no decide ninguna sanción. Tal es la descripción
de ambos modelos diferenciados, sin embargo, nuestro texto constitucional ha alterado
nuestra forma de antejuicio al introducirle elementos propios del juicio político.
Por su parte, el artículo 89 del Reglamento del Congreso desarrolla los preceptos
constitucionales citados y prevé de forma más detallada el procedimiento de acusación
constitucional. Sin embargo, si bien establece como requisito de procedencia el criterio de
que la acusación constitucional se refiera a hechos que constituyan delitos de función
previstos en la legislación penal (por un mínimo tema de tipicidad), no establece ningún
criterio a seguir para el caso de que la acusación constitucional se sustente en una infracción
constitucional. En otras palabras, la acusación constitucional por infracción a la Constitución
no está desarrollada por el artículo del Reglamento del Congreso que comprende todo el
procedimiento de la referida acusación constitucional.
La última parte del artículo 100 de la Constitución actual señala que “(…) Los
términos de la denuncia fiscal y del auto apertorio de instrucción no pueden exceder ni
reducir los términos de la acusación del Congreso”. Si la misma Constitución señala que el
Ministerio Público es el titular de la acción penal, esta restricción de su actuación es
irrazonable, ya que es éste órgano el idóneo para calificar y valorar la comisión de un delito
y formular la denuncia respectiva al Poder Judicial, no así el Congreso, que no tiene
atribuciones jurisdiccionales.
En igual sentido, el Poder Judicial no debe verse limitado, al momento de dictar el auto
apertorio de instrucción, a los términos de la acusación del Congreso, ya que es éste y no el
último el que ejerce la función jurisdiccional y sanciona las conductas contrarias al Derecho
con carácter definitivo.
La Constitución consagra que “Nadie será procesado ni condenado por acto u omisión
que al tiempo de cometerse no esté previamente calificado en la ley, de manera expresa e
inequívoca, como infracción punible (…)”. Por lo tanto, no puede haber proceso, y menos
condena, por infracciones no tipificadas como tales. La infracción de la Constitución adolece
de este problema ya que sólo está enunciada por la Constitución y el Reglamento del
Congreso, pero no se indican qué tipos la constituyen. Si no hay tipificación previa y
claramente determinada, ninguna persona (funcionario, en este caso) puede ser procesada y
condenada, ya que no hay ninguna certeza de cuál es la infracción reprimible, toda vez que
esta no ha sido especificada. Sin tipificación de las conductas que podrían comprender la
infracción de la Constitución no puede haber proceso de acusación constitucional que lleve a
la destitución o inhabilitación de los funcionarios públicos; lo contrario es violatorio del
debido proceso, máxime cuando el procedimiento concluye en sede parlamentaria.
Por otro lado, en vista que nuestro actual modelo de acusación constitucional no sólo
significa el permitir que la judicatura ordinaria procese al funcionario público, sino que el
Congreso puede imponerle también a éste (previa a la sentencia judicial condenatoria o
absolutoria) sanciones como la destitución del cargo o la inhabilitación para ejercer función
pública hasta por diez años; la regulación prevista en el artículo 89 del Reglamento del
Congreso es atentatoria del derecho a un debido proceso en el sentido de que los
funcionarios acusados constitucionalmente no tienen las mínimas garantías de imparcialidad
e igualdad de armas.
Luego de una breve revista a los modelos de juicio político y antejuicio y acusación
constitucional, las posibles y tentativas vías de solución a los problemas descritos podrían
ser las siguientes:
En primer lugar, se debería hacer una reforma constitucional del artículo 100 de la
Constitución actual (o una mutación constitucional, en su defecto) con el propósito de
extraer del modelo del antejuicio elementos extraños y propios del juicio político. Es decir,
el antejuicio debe quedar configurado como la antesala, para los altos funcionarios, de un
proceso penal por la comisión de delitos en el ejercicio de sus funciones. El antejuicio no
debe comprender para el Congreso la facultad de sancionar con la destitución o
inhabilitación a estos funcionarios, ya que no persigue sancionar una falta política, sino
promover la dilucidación de un posible delito penal en sede judicial. Le corresponderá a la
judicatura el desarrollo del proceso penal y la decisión final sobre la responsabilidad del
funcionario procesado.
Por otro lado, con ello se salva también el problema fáctico del efectivo cumplimiento
del debido proceso en sede parlamentaria. Como puede observarse, la dinámica propia del
Congreso, y de sus procedimientos parlamentarios están muchas veces en tensión con el
derecho a un debido proceso de los acusados constitucionalmente. Si el Congreso no tiene la
facultad discrecional de sancionar a estos funcionarios, el debido proceso de éstos se verá
mejor garantizado.
En cuarto lugar, debería propiciarse igualmente una reforma constitucional del último
párrafo del artículo 100 de la Constitución actual, en el sentido de permitir al Ministerio
Público que pueda examinar la formulación de la causa remitida por el Congreso y evaluar
su procedencia. En otros términos, si el Ministerio Público es el titular de la acción penal, no
debe restringírsele irracionalmente sus funciones al prohibirle reducir o ampliar su denuncia
fiscal según la acusación del Congreso. En el mismo sentido, el Poder Judicial debe tener
libertad de ampliar o reducir en su auto apertorio de instrucción los términos de la acusación
del Congreso.
El que ambas instancias puedan reducir o ampliar los términos de la acusación del
Congreso no significa que se corra el riesgo de propiciar la impunidad, pues tanto la
denuncia fiscal como el auto apertorio de instrucción deben estar debidamente motivados,
por expreso requerimiento constitucional. Asimismo, para salvar el hecho de que el
Ministerio Público pueda desestimar una acusación del Congreso y decidirse porque no debe
iniciar la denuncia ante el Poder Judicial, se debería prever un mecanismo de protección en
el sentido de que en estos casos el Ministerio Público eleve en consulta a la Corte Suprema
su decisión de no formular denuncia.
Estas son pues algunas consideraciones tentativas, unidas todas ella por la
preocupación de intentar brindar un elenco de mayor protección y garantías a los
procedimientos parlamentarios de acusación constitucional.
NOTAS:
[1] Sobre los diferentes papeles que asume el Congreso en la actualidad frente a los fenómenos emergentes de
las últimas décadas, es muy aconsejable revisar: VALENCIA ESCAMILLA, Laura. “Modernidad
institucional y cambios en la función parlamentaria”. En: En: Cuestiones Constitucionales nº 7. México:
Instituto de investigaciones jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, julio-diciembre de
2002. pp. 169-214.
[2] Cf. ZAGREBELSKY, Gustavo. El derecho dúctil : ley, derechos, justicia. Madrid: Trotta, 1995. 173 p.
[3] MORA-DONATO, Cecilia. “Instrumentos constitucionales para el control parlamentario”. En: Cuestiones
Constitucionales nº 4. México: Instituto de investigaciones jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma
de México, enero-julio de 2001. p. 86. Sobre esta función de control parlamentario reseñada también es
importante observar lo escrito por FERNÁNDEZ SARASOLA, Ignacio. “El control parlamentario y su
regulación en el ordenamiento español”. En: En: Revista Española de Derecho Constitucional nº 60, año 20.
Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, septiembre-diciembre de 2000. pp. 89-113.
[4] PANIAGUA CORAZAO, Valentín. “La justiciabilidad de los actos político-jurisdiccionales del
Congreso”. En: Anuario Iberoamericano de Justicia Constitucional. Madrid: Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, 1999. p. 184.
[5] LIEBER. Citado por PANIAGUA CORAZAO, Valentín. Op. Cit. p. 184.
[6] Estas consideraciones sobre el juicio político en el esquema inglés pueden verse con mayor detalle en
CAIRO ROLDÁN, Omar. “El juicio político en le Perú”. En: De Iure nª 2, año II. Lima. p. 318.
[7] Sobre la evolución del impeachment, se puede revisar: MORA-DONATO, Cecilia. Op. Cit. pp. 87-89.
[8] Sobre el incremento del poder del Parlamento Británico y sus relaciones tensas con los tribunales judiciales,
es de interés revisar: TORRES MURO, Ignacio. “El control jurisdiccional de los actos parlamentarios en
Inglaterra”. En: Revista Española de Derecho Constitucional nº 43, año 15. Madrid: Centro de Estudios
Constitucionales, enero-abril de 1995. pp. 51-71.
[9] Un muy interesante deslinde conceptual entre las responsabilidades política y penal se puede encontrar en:
GARCÍA MORILLO, Joaquín. “Responsabilidad política y responsabilidad penal”. En: Revista Española de
Derecho Constitucional nº 52, año 18. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, enero-abril de 1998. pp.
81-110.
[10] CAIRO ROLDÁN, Omar. Op. Cit. p. 319.
[13] BAYARD. Citado por PANIAGUA CORAZAO, Valentín. Op. Cit. p. 184.
[14] TOCQUEVILLE. Citado por PANIAGUA CORAZAO, Valentín. Op. Cit. p. 184-185.
[15] PANIAGUA CORAZAO, Valentín. “¿Acusación constitucional, antejuicio o juicio político?”. En: La
Constitución de 1993. Análisis y comentarios II. Lima: Comisión Andina de Juristas, 1995. p. 127.
[16] Es de sumo interés revisar ARAGÓN REYES, Manuel. Constitución y control del poder. Buenos Aires:
Ciudad Argentina, 1995.
[19] El juez de distrito Pickering (Norteamérica) fue destituido de su cargo en 1803 por esta causa.
[20] El juez Archibal, del Tribunal de Comercio (Norteamérica), fue removido de su cargo en 1913 por estos
hechos.
[22] Sobre este último punto, se recomienda revisar ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA, Eloy. Jurisdicción
Constitucional, Impartición de Justicia y Debido Proceso. Lima: ARA, 2003. pp. 184 y ss.
[28] Para una revisión más detallada de la tipología de los delitos de función, conviene revisar: DEFENSORÍA
DEL PUEBLO. Hacia una reforma de la justicia militar en el Perú. Serie: Informes Defensoriales. Informe
Defensorial nº 6-64. Lima: Defensoría del Pueblo, 2002. pp. 54 y ss.
[30] Así por ejemplo, sobre el caso de la ahora ex congresista Martha Chávez, conviene revisar DELGADO
GUEMBES, César. “La sanción de suspensión en el ejercicio del cargo de congresista. El caso del status
parlamentario de la congresista Martha Chávez”. En: En: Revista Jurídica del Perú, año LIII, nº 46. Lima,
mayo de 2003.
[31] Similares reparos se pueden advertir en: CANEZ MARTICORENA, Alfredo. Procedimientos
parlamentarios de investigación y de acusación constitucional. Lima: Estudio Oré Guardia/Editorial
Alternativa, 2001. pp. 41-47.
[32] Es del mayor interés revisar lo establecido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en su
sentencia del 31 de enero de 2001, en el caso del Tribunal Constitucional (Aguirre Roca, Rey Ferry y
Revoredo Marsano versus Perú), especialmente los parágrafos 88 y ss.
Así mismo, se recomienda observar lo previsto en BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo. “El caso del
tribunal Constitucional, a propósito de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”. En:
Revista Jurídica del Perú, año LIII, nº 46. Lima, mayo de 2003.
[33] Con las excepciones previstas en el artículo 117 de nuestra actual Constitución.
(*) Asistente de Cátedra e Investigación del área de Derecho Constitucional de la Pontificia Universidad
Católica del Perú
E-mail:
IUS Doctrina
RESUMEN
El presente artículo analiza el origen y fundamento de una “mal entendida” inmunidad presidencial
dentro de un peculiar régimen político presidencialista, el cual ha sido acogido por varios países
Revista de Investigación Jurídica
PALABRAS CLAVE
Presidente, responsabilidad, presidencialismo, inmunidad presidencial.
SUMARIO
I.- Introducción.
II.- El presidencialismo como régimen político latinoamericano.
2.1. Factores de la preponderancia presidencial en América Latina.
III.- El régimen presidencial peruano y su influencia en el principio de “irresponsabilidad”
presidencial.
3.1. Régimen presidencialista peruano.
3.2. La figura del Presidente de la República.
3.3. Regulación constitucional de la responsabilidad del presidente de la República.
IV.- Conclusiones
1
1
2011.
2
Profesora y Coordinadora del Área de Derecho Constitucional de la Universidad Católica Santo Toribio de
Mogrovejo. Chiclayo-Perú.
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IUS Doctrina - Katherine Alvarado Tapia
I.- INTRODUCCIÓN
Puede inferirse entonces que, en el Estado de Derecho, el orden jurídico comprende, por
igual, al gobierno, a los gobernantes y a los gobernados, a diferencia de lo que ocurre en estados
despóticos o totalitarios, en donde el orden jurídico vale para los gobernados, pero no para el
gobierno ni para los gobernantes, que se hallan fuera de él y que se mueven en un ámbito propio en
el que no existe otra ley que su voluntad arbitraria y caprichosa.
Debemos pues destacar que dentro de los rasgos característicos del Estado de Derecho se
encuentra la responsabilidad en el ejercicio del poder que atiende a la obligación de responder por
los actos de gobierno ejercidos en nombre del pueblo. Por ende, supone fiscalización, control y
hasta - de ser el caso - sanción de carácter civil, penal, administrativo o político por la ejecución de
acciones contrarias a la Constitución y las leyes, así como por las acciones lesivas al bien común, al
desarrollo y al progreso de la sociedad política.
Esta responsabilidad se funda en el principio del control recíproco de los actos de los
poderes de gobierno; de ahí que Loewenstein la definiera como aquella en la cual “un determinado
detentador del poder tiene que dar cuenta a otro detentador del poder sobre el cumplimiento de la
función que le ha sido asignada”. Es un tipo de responsabilidad excepcional, restringida a ciertas
autoridades constitucionales; incluso, no se puede extender a otras autoridades que no sean las que
expresamente se encuentren contempladas en la Constitución nacional.4
Es necesario reconocer que, ese perfecto actuar del Estado de Derecho, sobre todo, en el
tema de la responsabilidad de los titulares de los actos de gobierno dependerá en buena cuenta del
2
3
VALADES, Diego. “Problemas constitucionales del Estado de Derecho”. Editorial Astrea. Buenos Aires,
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régimen político que adopte, es decir, de la forma concreta en que lleguen a conformarse relaciones
entre los dos principales órganos de poder político: Legislativo y Ejecutivo.
El Perú no ha sido ajeno a la situación antes descrita, pues, según Bernales5, la tradición de
nuestro constitucionalismo también se inscribe en el principio de la irresponsabilidad civil y penal
del Presidente de la República. Son los ministros quienes responden políticamente por él. El
Congreso puede obligar a un ministro a renunciar mediante el voto de censura; no puede hacer lo
mismo con el Presidente. No obstante, la incorporación del Presidente a los efectos del juicio
político, que abre la posibilidad de una destitución por causales, innova la tradición.
5
BERNALES BALLESTEROS, Enrique. “Constitución de 1993. Análisis Comparado”, Editora RAO SRL,
Lima, 1999, p. 553.
6
Cfr. LOZANO VILLEGAS, Germán. “Control político y responsabilidad política en Colombia”. Revista
Derecho del Estado, Nº 22, junio, 2009, p. 232.
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porque el presidencialismo ostenta una concentración de poderes muy acentuados en manos del
Jefe del Ejecutivo, Presidente de la República, en desmedro de los poderes del Parlamento (…)”. 7
Naranjo8 agrega que, para catalogar un régimen de presidencialista, se requiere examinar el grado
de poderes que están concentrados en el cabeza del Poder Ejecutivo. Es esa mayor concentración de
poderes lo que distingue a los presidencialismos del sistema presidencial, tal y como ha sido
concebido en los Estados Unidos. Los presidentes latinoamericanos disponen, a menudo, de
atribuciones co-legislativas junto con el Congreso o Parlamento, tales como: iniciativa de ley,
convocatoria a legislatura extraordinaria, declaración de urgencia en la tramitación de los proyectos
de ley, participación en el debate parlamentario de la ley a través de los ministros de Estado, etc.
Pero el presidencialismo es, además, un fenómeno de carácter sociológico, que se deriva del
marcado paternalismo con que, en ocasiones, se ejerce la jefatura del Estado y de la connotación
mesiánica que los pueblos subdesarrollados le confieren a la figura del Presidente de la República,
del cual los individuos esperan soluciones hasta los más mínimos problemas personales, trayendo a
colación la definición de Rossiter9, el Presidente de la República es también “padre de multitudes,
oráculo de Delfos y héroe de la televisión”.
No pretendemos abordar de manera exhaustiva las causas que llevaron a las nacientes
repúblicas latinoamericanas a idear la figura de un Presidente con un protagonismo político muy
fuerte, corresponde sí detallar, al menos, aquellos factores que, de manera análoga, están presentes
en la mayoría de nuestros regímenes presidenciales.
7
NARANJO MESA, Vladimiro. “Teoría Constitucional e Instituciones Políticas”. Editorial Temis S.A. Santa
Fe de Bogotá, Colombia, 2000, p. 309.
8
Ídem
9
Citado por BERNALES BALLESTEROS, Enrique. Ob. Cit. p. 523.
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b. El Poder Ejecutivo al ser unipersonal -en manos del Presidente- acarrea que asuma una enorme
masa de facultades y atribuciones, desequilibrando de manera excesiva el principio de
separación de poderes10.
c. La tendencia al paternalismo político, a encarnar al poder en un hombre, “el mito del
gobernante protector”, a personalizar el poder, a otorgar confianza a un caudillo más que a una
institución, inclusive, en los Estados Unidos de América11.
d. El triunfo electoral se debe, en buena cuenta, a las condiciones personales del candidato, tanto o
más que a la ideología del partido que lo lanza o a su programa de gobierno. El éxito en la
votación depende – en gran parte - de la simpatía, la calidad personal del líder y la aptitud de
captar voto, más que del contenido de su programa electoral12.
e. La manipulación del Congreso por el Presidente a través de favores electorales13.
f. La corrupción como elemento constitutivo del sistema político de los países éticamente en vías
de desarrollo14.
10
CARNOTA, Walter y otros. “Curso de Derecho Constitucional”, Editorial La Ley, Buenos Aires,
Argentina, 2001, p.61.
11
CASTILLO FREYRE, Mario. “Todos los poderes del Presidente. Ética y derecho en el Ejercicio de la
Presidencia”. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 1997, p. 59.
12
Ídem
13
5
15
DELGADO GUEMBES, César, citado por CASTILLO FREYRE, Mario. “La Constitución comentada” –
Análisis artículo por artículo. GUTIERREZ CAMACHO, Walter. (Dir.), Tomo I, Editorial Gaceta Jurídica,
1ra. Edición, Lima, 2005, p. 271-272.
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imponen el sello distintivo. Precisa Delgado16 que las notas características de nuestra forma de
gobierno son las siguientes:
1. La capacidad del Presidente de la República para dirigir la política general del gobierno, aun
cuando es políticamente irresponsable ante el Parlamento.
2. La facultad del Presidente de la República para nombrar, tanto como para remover, al Presidente
del Consejo de Ministros, así como a los demás miembros del gabinete, a propuesta y con
acuerdo del Presidente del Consejo de Ministros.
3. La compatibilidad esencial entre el mandato parlamentario y la pertenencia al gabinete, o incluso
como Vicepresidente de la República.
4. La competencia del Parlamento para investir (otorgar confianza), así como para remover
(censurar o negar confianza).
5. La facultad del Presidente de la República para disolver el Parlamento.
El acogimiento del régimen presidencial en el Perú fue hecho en fecha muy temprana, pero,
puede colegirse, tal y como lo hemos detallado anteriormente, que a partir de la de Constitución de
1979, se establece un régimen presidencial deformado, coadyuvado principalmente como resalta
Cavero17 por el isomorfismo mimético, el cual ha llevado al Perú, además de no pocos países
sudamericanos, a importar sin más ni más modelos y otros instrumentos extranjeros.
En efecto, resulta evidente que una de las grandes debilidades o defectos de la cultura jurídica
peruana es su gran vocación por importar modelos jurídicos foráneos, sin tomar en cuenta grandes
diferencias existentes; lo peor aún es que, reiteradas veces, copian mal, haciendo caso omiso a las
voces que recomiendan que lo ideal no es trasladar modelos, sino adaptarlos eficazmente, si es que
acaso no hay cabida al propio ingenio nacional.
16
Ídem
17
CAVERO CARDENAS; Erik. “Notas sobre la disfuncionalidad del régimen presidencial en el Perú”. En:
Revista del Foro Constitucional Iberoamericano, Nº 09, enero-marzo, 2005, p. 139-140.
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Como producto del acogimiento del régimen presidencial tenemos pues un Presidente que
no es responsable político frente al Congreso, ni siquiera es responsable por los delitos que cometa
durante su gestión, excepto los preceptuados por el artículo 117° de la Constitución Política; tema
que será objeto de posterior análisis. Nuestro Jefe de Estado y Gobierno es elegido por sufragio
universal directo para ejercer el mandato durante cinco años, lo que supone la misma legitimidad de
la que gozan los congresistas. Siendo cabeza del Ejecutivo nombra y remueve al jefe del gabinete
ministerial, y con acuerdo de éste, a los demás ministros de Estado; aunque esto último sea tan sólo
mera formalidad constitucional, dada la subordinación rígida del Presidente del Consejo de
Ministros.
Artículo 110°.-
El Presidente de la República es el Jefe del Estado y personifica a la Nación.
Para ser elegido Presidente de la República se requiere ser peruano por nacimiento, tener más de
treinta y cinco años de edad al momento de la postulación y gozar del derecho de sufragio.
18
BERNALES BALLESTEROS, Enrique. Ob. Cit. p. 524.
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Esta concepción del poder demuestra de manera palpable de qué forma está presente en
la idiosincrasia de la sociedad peruana la importancia y preponderancia de la figura del Presidente
de la República. El problema radica, pues, en la deformación de cómo debe entenderse ese
"personificar a la Nación", situación que, muchas veces, degenera en visos autoritarios, propios de
la Francia de Luis XIV ("El Estado soy Yo").
En relación a las funciones que la Constitución encarga al Presidente, podemos señalar que
el artículo 118° regula las denominadas atribuciones presidenciales tanto como Jefe de Estado como
Jefe de Gobierno20, toda vez que, representa al país y dirige la política gubernamental, respaldado
por la mayoría político-electoral. Es dentro de este segundo abanico de facultades gubernativas que
se expresa con mayor nitidez su irresponsabilidad política, por lo que a continuación es necesario
abordarlas brevemente.
A. En materia legislativa:
19
Ídem
20
Desarrolladas legislativamente en el artículo 8° de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo.
21
Concordar con el artículo 104° de la Constitución peruana.
22
Véase el artículo 118º inciso 19, de la Constitución peruana (artículo 211 inciso 20 Constitución de 1979).
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constitucionales de gobierno evitan que el ejecutivo concentre el poder. Por otra parte, si bien el
presidencialismo es una separación de funciones más tajante, consiste que el ejecutivo coopere con
el legislativo para buscar la concertación.
B. En materia constitucional:
C. En materia política:
23
Véase el artículo 206º de la Constitución peruana
24
Véase el artículo 203º de la Constitución peruana.
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Art. 117°.- “El Presidente de la República sólo puede ser acusado, durante su período, por:
Traición a la patria; por impedir las elecciones presidenciales, parlamentarias, regionales o
municipales; por disolver el Congreso, salvo en los casos previstos en el artículo 134° de la
Constitución26, y por impedir su reunión o funcionamiento, o los del Jurado Nacional de Elecciones
y otros organismos del sistema electoral” (el subrayado es nuestro).
De acuerdo a lo señalado por nuestro ordenamiento constitucional, durante el período
presidencial, legalmente, no es posible iniciar en contra del Presidente de la República ningún
proceso penal por delitos distintos a los mencionados. Sin embargo, considerando que el sistema
democrático tiene como elemento central la responsabilidad y el efectivo control del poder, siendo
más enfáticos, de la conducta de los funcionarios públicos27 como garantía efectiva para proteger
25
Constitución Política peruana de 1993. Artículo 128º.- Los ministros son individualmente responsables por
sus propios actos y por los actos presidenciales que refrendan. Todos los ministros son solidariamente
responsables por los actos delictivos o violatorios de la Constitución o de las leyes en que incurra el
Presidente de la República o que se acuerden en Consejo, aunque salven su voto, a no ser que renuncien
10
inmediatamente.
26
Este artículo prescribe que el Presidente de la República está facultado para disolver el Congreso si este ha
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ISSN2222-9655 Volumen II
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los derechos de las personas, es, pues, justificable la prohibición temporal de iniciar un proceso
penal contra el Presidente de la República mediante la descripción eminentemente restrictiva del
artículo glosado.
Por esa razón, consideramos que es indispensable realizar en un futuro inmediato una
revisión de lo prescrito en la Constitución, tendiente a contar con mecanismos efectivos de control y
sanción ante los actos indebidos del Presidente, incluyendo como una causal nueva y específica de
acusación la comisión de graves delitos de función (abuso de autoridad, concusión, peculado,
corrupción, etc.) y de serias infracciones a la Constitución29.
Desde otra perspectiva, un sector de la doctrina como es el caso de Cairo30 entiende que en
relación a la prohibición de formular acusaciones contra el Presidente de la República prevista en el
artículo 117º de la Constitucional nacional, sólo comprende a las acusaciones penales, es decir, no
contiene el impedimento de la interposición válida de demandas civiles contra el Presidente de la
República, durante su mandato. Para incluir a la materia procesal civil dentro del ámbito de
prohibición del acotado artículo habría que realizar una interpretación extensiva de la limitación al
derecho a la tutela jurisdiccional contenida en esta disposición.
Tribunal Constitucional y del Consejo de la Magistratura, los magistrados supremos, el Fiscal de la Nación y
el Defensor del Pueblo, en igual categoría; y los representantes de organismos descentralizados y alcaldes, de
acuerdo a ley”. (Subrayado nuestro).
28
Cfr. EGUIGUREN PRAELI, Francisco: “La responsabilidad del Presidente de la República. Hacia una
reforma constitucional” en el portal de la Pontificia Universidad Católica del Perú. http://palestra.pucp.edu.pe/
portal/general
29
Para una mayor ilustración sobre la definición y supuestos de infracción constitucional, véase la Sentencia
11
del Tribunal Constitucional peruano de fecha 04 de diciembre de 2006, recaída en el Expediente Nº 3593-
2006-AA/TC. http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2007/03593-2006-AA.html
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30
Cfr. CAIRO ROLDÁN, Omar. “La Constitución comentada” – Análisis artículo por artículo. GUTIERREZ
CAMACHO, Walter. (Dir.), Tomo I, Editorial Gaceta Jurídica, 1ra. Edición, Lima, 2005, p. 302.
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Ahora debemos aclarar que la contingencia de ser acusado, no impide, la posibilidad de ser
investigado, ya que en principio -tal y como venimos afirmando- todos los funcionarios del Estado
son pasibles de ser investigados, pero, en este hipotético supuesto, dicha investigación tiene que ser
postergada para cuando el mandatario termine su periodo, momento en el cual la investigación
continuará con las fases siguientes, hasta llegar a la conclusión del proceso, que podría ser, en su
caso, acusatorio o absolutorio.
IV.- CONCLUSIONES
ISSN2222-9655 Volumen II
¿Puede el Fiscal de la Nación “investigar
preliminarmente” al Presidente de la República?
Una precisión, dos confusiones y un mito
Joel E. Córdova Rojas|Jueves, 09 de Junio de 2022
Habría que ver qué tan confiable son esas citas, porque, si tales
opiniones fueron emitidas en contextos históricos distantes, nos
preguntamos si se aplican a nuestra actualidad sin mayor
reflexión crítica. Hay que tener en cuenta que, el proceso penal ha
variado desde 1860 a la fecha.