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OBRAS DEL ROMÁNICO

Frescos de San Clemente y Santa María de Taüll

Autor: Maestro de Tahull

Técnica: Pintura al temple

Datación: 1125

Ubicación: Tahull, Valle de Bohí, Cataluña

Aunque se le conoce como “el maestro de Tahull”, el nombre real del artista es desconocido.
En la iglesia de San Clemente podemos encontrar un fresco clásico de este periodo, una
representación de un pantocrátor, que se sitúa en el cuarto de esfera de la cúpula. Cristo
aparece sentado en el trono celeste y apoyando los pies sobre la tierra, bendiciendo con una
mano y sosteniendo un libro en la otra, donde podemos leer en latín ego sum lux mundi, “yo
soy la luz del mundo”. A ambos lados de su cabeza, las letras alfa y omega, simbolizando
principio y fin. Como es común, su figura aparece acompañada del tetramorfos, en la parte de
abajo, y por ángeles a derecha e izquierda. En el nivel inferior de la composición se representa
a los apóstoles y a la Virgen en arquerías que imitan la forma de la ventana central.

La composición es totalmente simétrica, siendo Cristo, el protagonista de la escena, el que


ocupa el espacio central del nivel superior y de un tamaño mucho más grande que el resto de
personajes. Además, su figura y pose representan la forma de un rombo, como es común en
estas representaciones de pantocrátor y está rodeado de una mandorla que viene a significar
la luz que emana de su naturaleza divina.

Los colores utilizados son muy vivos y vibrantes, con el uso de distintas tonalidades para tratar
de proporcionar cierto volumen. Es una escena con ausencia narrativa, ya que los personajes
no se relacionan.

Pasamos a la iglesia de Santa María en la que la cuenca del ábside tiene representada la
Epifanía. María está sentada en un trono decorado con gemas y enmarcada en una mandorla
perfilada con círculos concéntricos. Sostiene al niño Jesús en su regazo que, al igual que en la
imagen del pantocrátor, tiene un pergamino en su mano izquierda y levanta la derecha en
señal de bendición.

Claustro del monasterio de Silos

Autor: Anónimos

Técnica: Escultura en relieve

Datación: XI-XII

Ubicación: Silos, Burgos.

Los relieves de este claustro se encuentran, como es común en el periodo, en los capiteles de
las columnas, que en este caso separan el espacio entre el jardín central y la zona de paso
techada que lo rodea, se presentan sujetando arcos de medio punto y de dos en dos. Las
decoraciones son vegetales, de animales fantásticos y figurativas sobre temas bíblicos.

Entre todos ellos, hay dos que son especialmente reconocidos, el que representa la Duda de
Santo Tomás y a Jesús en Emaús. Las escenas aparecen enmarcadas dentro de un arco de
medio punto.

En la duda de Santo Tomás los personajes están escalonados en tres niveles, en una
disposición que se adapta a la forma de arco que enmarca la escena. Cristo en el nivel inferior,
tiene un tamaño algo mayor que el resto de personajes, aunque no está en el centro de la
escena, todos los personajes miran hacia él dándole esa importancia. Levanta el brazo para
que Tomás toque la herida de lanza que le había dado muerte en la cruz. Para generar
sensación de movimiento, los personajes del primer plano cruzan las piernas, aunque de forma
poco natural (parecen bailarinas xD). Los ropajes se adaptan al cuerpo y crean una sensación
de delicadeza en la imagen.

El pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago

Autor: Maestro Mateo

Técnica: Arquitectura

Datación: 1188

Ubicación: Fachada principal, Catedral Santiago de Compostela

Tenemos constancia de que el autor de estos relieves fue el maestro Mateo porque su nombre
aparece como firma en una inscripción en le dintel que soporta el tímpano. No es común
conocer los artistas que realizaron muchas de la sobras de este periodo, pero el maestro
Mateo es uno de los pocos conocidos del medievo.

La obra consta de tres entradas con aspecto porticado, siendo la más amplia la central con las
otras dos a sus laterales. En el parteluz que divide la entrada central hay una estatua de
Santiago que simbólicamente da la bienvenida a los peregrinos del camino.

Como ya es costumbre, la iconografía del resto del conjunto representa el Apocalipsis. En el


tímpano principal vemos a Cristo en majestad rodeado por el tetramorfos, que en esta ocasión
nos muestra a los santos acompañados del animal que le representa a cada uno, y no
convertidos en ellos como de costumbre. Además, cuatro ángeles a cada lado sostienen los
símbolos de la Pasión de Cristo, y los 24 ancianos del Apocalipsis rodean la escena en forma de
arquivolta con coronas e instrumentos musicales.

Las jambas, delimitando los lados de las puertas, están formadas por grupos de columnas
decorativas sobre las que posan esculturas de los apóstoles en el pilar derecho, y los profetas
en el izquierdo, representando respectivamente el Nuevo y el Antiguo Testamento.

En los pórticos de las entradas laterales, ángeles con trompetas anuncian la llegada del Juicio
Final. Todo el conjunto estaba policromado (pintado) en su día, pero ya sólo queda algún resto.
En general, como es común en todas las obras románicas, este conjunto transmite grandeza y
majestuosidad, pero ya comienza a verse aflorar ciertos aspectos que se verán en el gótico,
como que las representaciones comienzan a ser menos hieráticas y tienen algo más de
movimiento y expresión, algunas incluso sonríen. Esto es un gran paso hacia el naturalismo
que empieza a marcar el camino de las artes figurativas.

Este pórtico se podría decir que cierra el periodo del arte románico y precede al gótico, es por
ello una de las obras fundamentales del arte medieval.

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