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REPORTE DE LECTURA 19/02/2023

Hannia Villalobos Aldama


FILOSOFÍA PRESOCRÁTICA
Tras haber identificado los patrones en los discursos y teorías de los filósofos presocráticos, puedo caer
en cuenta que la característica principal de sus razonamientos radica en los opuestos. En la constante
contradicción, en la coexistencia de fuerzas que se encuentran constantemente en una guerra que a su vez
significaría la paz y la armonía. Es indudable, independientemente de si es la escuela jónica, la Elea o la
pitagórica.
Si bien, Tales de Mileto no fue quien introdujo esta característica, pues su filosofía de lo que significaría
el principio de todas las cosas radicaba en la humedad y aquello no configuraba sus consecuencias como
una constante coexistencia de opuestos. Fue hasta que se descubre el concepto de Arjé propuesto por
Anaximandro que comienza esta proposición de una sujeción entre los opuestos para el inicio, finito y a
su vez infinidad de una existencia de las que se valdrían los siguientes filósofos.
Su principal objeto de investigación era buscar la verdad, la verdad y, por tanto, el principio de todo lo
existente. A eso se dedicaron hasta la llegada de Parménides. Según lo que pudiere deducir es que a partir
de la concepción de un origen del cosmos, se podría llegar a conocer la fuente de la que nace toda la
verdad y la naturaleza de la realidad.
Me parecen proposiciones muy interesantes las que provienen tanto de la escuela jónica, pues considero
que son las que más se llegaron a apegar a la búsqueda de una esencia con respecto de lo que explicaba
el principio de todas las cosas. Pues se buscaba algo verdadero que, si bien pudiera ser experimentado a
través de todos los sentidos, también encontrara su significado en algo mucho más allá de lo
experimentable y mediante esa unión se diera la creación del todo, inquiriendo una evolución y un ciclo
constante de creación—destrucción. Tanto los eleáticos y los pitagóricos teorizan cuestiones muy
interesantes hablando de inmutabilidad y números respectivamente, aunque considero que no se apegan
tanto a una esencia, sino a una racionalidad, que se ve sostenida por una coexistencia de los opuestos,
pero no deviene de la esencia de estos mismos.
Ahora es que comparece perfecto hablar sobre Parménides y su principio de no contradicción, pues une
todos estas prenociones y trae a la vida lo que se considera la solución y el dónde radica la verdad
absoluta, por tanto, el origen del todo.
Es decir, en el ser. Explica que si bien, es una verdad absoluta la existencia de los opuestos que serían el
ser y el no-ser; debiéramos asumir al no-ser como aquello que ni pudiese ser pensado, mucho menos
dicho, por tanto, no sería verdadero. Entonces, comprenderíamos al ser como aquello que contiene al
todo perpetuamente. Es verdad que dentro de esta concepción el no-ser no actuaría como oposición del
ser pues es algo que ni existe ni existirá, es decir que dentro del ser caben los opuestos, lo positivo y lo
negativo, el frio y el calor, el día y la noche, pues siempre son.
Se anularía la concepción de generación y terminación, no sería ni presente ni pasado, el ser no sería ni
mutable ni inmutable. Hablamos de que en el ser no cabe contradicción, aunque dentro de sus
consecuencias existan estas contradicciones.
Es complicado, sin embargo, mágico pensar en el ser como la inmutabilidad, permanencia y la verdad,
al mismo tiempo que está compuesto por un movimiento constante de los opuestos que lo componen,
empero, este movimiento permanente no significaría un cambio en la infinidad del ser. Comprendamos
como presente y permanente, apartado de lo experimental, aquello que es verdadero. Y la no verdad se
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tomaría como la concepción del no-ser. Es decir, asumir al ser como mutable y al no-ser como parte del
ser.

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