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GRUBE
EL PENSAMIENTO
DE PLATON
TRADUCCIÓN ESPAÑOLA
DE
E
EDITORIAL CREDOS
LA TEORÍA DE LAS IDEAS
13 De igual forma, Wilamowitz (I, 208; II, 78-9) y Ritter (I, 570)
evitan encontrar en este pasaje la teoría de las Ideas. Lo mismo
32 El pensamiento de Platon
de Platon, que taies palabras podían, al menos, ser inter
pretadas de esta forma.
Esta transición de las palabras ίδέα y εΐδος, a través de
la cual van adquiriendo de modo natural un significado que
más tarde se convertirá en técnico, nos ofrece una buena
oportunidad para encontrar contestación al debatido pro
blema de como y a partir de qué significado primitivo se
desarrolló el significado técnico de estos términos para nos
otros intraducibies. El significado más usual de la palabra
eidos, presente a menudo en Platón, es el de estatura cor
poral o aspecto físico. El eidos de un hombre es el «aspecto
que ofrece». Es evidente que todas las acciones piadosas,
por ejemplo, al igual todas las cosas bellas, presentan algo
en común, un aspecto común para el observador, que es
precisamente aquello que en cada caso pretende Sócrates
definir. Efectivamente, Sócrates recaba de Eutifrón una
explicación sobre la «apariencia» de tales acciones, de modo
que sea posible identificarlas, de la misma manera que
podríamos identificar a un hombre tomando como base la
descripción de su aspecto. No da la impresión de que se
trate de un uso forzado de la palabra. A partir de aquí,
entre preguntar cuál es el aspecto que presentan todas las
acciones piadosas y preguntar qué es este aspecto que pre
sentan, suponiendo en este segundo caso la existencia de
algo más allá de las acciones mismas a lo cual éstas se
asemejen, no hay sino un paso; este paso lo dio Platón
definitivamente entre el Eutifrón y el Menón, de un lado,
y el Fedón, de otro. En efecto, en este último diálogo la
existencia separada del eidos y su entidad independiente
—C
~D
— - A . . . ...
Parm., 135 b.
32 157 a-d.
La teoría de las Ideas 73
34 247 a: τά όντα <δς έστιν ούκ άλλο πλήν δύνα ις. Cf. Teeteto,
156 a.
35 Cf. Teeteto, 153 a, en cuanto a la necesidad de movimiento para
la existencia de cualquier tipo de vida.
76 El pensamiento de Platon
En qué forma Platon introduce el alma y el movimiento
dentro del mundo de la realidad suprema es asunto que
discutiremos más adelante cuando hablemos de los dioses
en Platón16. Nuestro punto de vista no es ahora el meta*
físico, sino el lógico; o sea que las Formas supremas no
han de ser consideradas absolutamente aisladas unas de
otras, como pusieron ampliamente de relieve las acrobacias
mentales del Parménides.
Los estudiosos se han devanado los sesos sobre quiénes
podrán ser estos «amigos de las Ideas» a los que se critica
aquí. Aparte de aquellos que interpretan esto como una
referencia a otras escuelas filosóficas, algunos han mante
nido que se alude a ciertos platónicos que habrían malin-
terpretado la teoría de su maestro. Sin duda el trato con
sus compañeros de trabajo le puso a Platón de manifiesto
las dificultades implicadas en la teoría de las Formas. Sin
duda también, como hemos visto, Platón tuvo siempre con
ciencia de la necesidad de salvar el abismo existente entre
las Formas y los fenómenos. Por otra parte, resulta claro
también que en ningún diálogo anterior (con la posible
excepción de una alusión en la República37) se ha planteado
el problema de la intercomunicación o comunicación de las
Formas entre sí, ni tampoco el problema de la inclusión
de la mente y el movimiento dentro del mundo suprasen
sible. Incluso en el mito del Fedro, los dioses son colocados
en el firmamento, mientras que las Formas se colocan por
encima y más allá de él. Todo esto nos lleva a concluir
que las opiniones de los amigos de las Ideas son —o al
menos incluyen— la teoría de las Ideas tal como aparece
expuesta por Sócrates en el Fedón, la República y el Parmé-
46 Véase 631c, 639 d, 645 a; 688 e, 696 c; 730 c y sigs.; cabe también
observar que, en el caso de la música, en 700 a y sigs., la división
continúa siendo «de acuerdo con las Formas».
47 Véase 726, 889 e, 892 a, 897 b y passim.
La teoría de las Ideas 87
—Quizá.
—No quizá, amigo mío, sino con certeza. No cabe un mé
todo más seguro que éste para cualquiera.
—Acepto tu palabra, amigo extranjero. Continuemos adelante
con esta suposición.