LA PREGUNTA POR EL “SER” COMO PUNTO DE PARTIDA DE LA
FILOSOFÍA PLATÓN VS ARISTÓTELES.
ORIGEN Y ESTRUCTURA DE LO REAL.
Lo real se refiere en filosofía a lo que es auténtico, la inalterable verdad en relación —al mismo tiempo— con el ser y la dimensión externa de la experiencia. Es lo que vivimos a diario, lo que está sucediendo pero sin hablar del presente. Es el mundo en que vivimos y de qué manera estamos viviendo. En una primera aproximación al concepto, debe partirse de lo que primariamente entendemos por lo real, para poder aproximarnos a la complejidad de su contenido. Las personas que no hayan sometido su experiencia y su pensamiento a una reflexión científica o filosófica, consideran que lo real es: «eso que está ahí fuera»; entendiendo por «fuera» lo que llamamos mundo exterior; más tarde, al madurar la conciencia se diferencia un mundo interior, que identificamos con el concepto de yo. La depuración del concepto de lo real supone la depuración del lenguaje que construye de alguna forma la percepción o intelección de ese mundo exterior en nuestra mente y su relación con el yo. Sin embargo, esto viene de una hipótesis llamada Hipótesis de Sapir-Whorf, la cual está desacreditada en su forma "fuerte". Ya los filósofos en la Antigüedad apreciaron esta diferencia entre mundo percibido, mundo real y mundo expresado en el lenguaje. Los modos de entender cada uno es probablemente el fundamento de las diversas filosofías que ha habido a lo largo de la historia. Cada cosa real es aceptada La realidad debe ser algo que subyace y da sentido a lo real. Está debajo de las cosas, siendo ellas, pero sin reducirse a ellas. La cuestión de «lo real» aparece tratada de un modo completamente diferente a partir de la modernidad. Una de las primeras aproximaciones al tema de lo real al margen de la metafísica la realiza Kant cuando distingue al fenómeno del noúmeno (en alemán «Das Ding in sich» o en español «La cosa en sí»). Kant considera que lo percibido como fenómeno se encuentra sometido a condiciones subjetivas de la sensibilidad externa e interna, (espacio y tiempo); y la comprensión por el entendimiento condicionada a conceptos a priori o categorías propios de la mente humana que impiden el acceso al conocimiento de lo real como noúmeno. Pero Kant, pensador del siglo XVIII, por genial que fuera, no podía escapar a los paradigmas, y epistemes, dominantes en su cultura, de forma que, por vía de la razón práctica restauró el sentido trascendente de la moral y de Dios. Lacan distingue Lo real de la realidad. La realidad es lo que el sujeto percibe y entiende (o "entiende") de Lo Real; la realidad es principalmente "sentido común", pero el sentido común puede ser cierto o desacertado: durante cientos de miles de años el sentido común le indicaba al ser humano que "el Sol gira en torno a La Tierra". A esto Lacan le llama "la realidad". La realidad puede ir coincidiendo con Lo Real en la medida que avanza el intelecto y la consciencia, pero mientras tanto, Lo Real, en cuanto sólo detectado de un modo u otro por el Registro de Lo Real, es "lo imposible" -por ahora- de transducir totalmente a figuraciones (éstas del orden del Registro de Lo Imaginario), y menos aun a palabras u otros símbolos (es decir al Registro de Lo Simbólico). El concepto de Lo Real es genuinamente pragmático: por ejemplo permite profundizar allí donde el autodenominado positivismo, zozobra. Y, Lo Real, permite profundizar manteniéndose dentro de criterios racionalistas y científicos. Lo Real, es aquello que no puede ser simbolizado, aquello que es imposible de 'entender' y que no tiene nada que ver con el concepto de 'realidad'. Por ejemplo, uno de los Reales a los que todos los seres humanos estamos sujetos es a la muerte. La muerte es un Real, porque no puede ser explicada, o no se sabe qué sucede en ésta y por lo tanto, debido a la falta de significación, Lo Real se vuelve terrorífico. Las alucinaciones en la psicosis son el retorno de Lo Real en el Sujeto
ESCENCIALISMO Y EXISTENCIALISMO (CATEGORIZAR
UNIVERSO ARISTOTÉLICO, FILOSOFÍA DE LA NATURALEZA, TEORÍA DEL CAOS). El esencialismo es la doctrina según la cual algo, un objeto, es lo que es en virtud de su esencia, es decir, de una o varias propiedades que de perderlas el objeto en cuestión perdería su naturaleza. Cuando se habla de la esencia o de la naturaleza de algo, estamos hablando de tales propiedades. Es un punto de vista metafísico según el cual, detrás de todo lo que es aparente y accidental está lo esencial y necesario. Por ejemplo, un esencialista diría que el hecho de que mi ordenador, la carcasa de este, sea negra es accidental o contingente, que mi ordenador sería el mismo aún cuando le cambiara la carcasa o se la quitara definitivamente. Sin embargo, diría el esencialista, si cambias sus propiedades esenciales, entonces el ordenador dejará de ser lo que es. Tal vez lo transformes en una tostadora o quede inservible, pero perderá su naturaleza. Al contrario de lo que ha ocurrido con otras muchas doctrinas antiguas, la doctrina esencialista aún se mantiene vigorosa. Fue propuesta en la antigüedad, Aristóteles fue su máximo exponente, hasta tal punto que la palabra «esencialismo» quedó definitivamente asociada al nombre del estagirita. Durante la Edad Media y la Edad Moderna el esencialismo se mantuvo igualmente vigorosov y así llegó a la Edad Contemporánea, atravesando el siglo XX, hasta el XXI. No obstante, en el siglo XX encontró cierta oposición, por parte de W. v O. Quine y Ludwig Wittgenstein. De modo independiente, cada uno de ellos criticó duramente a la doctrina esencialista. Quine a lo largo y ancho de toda su obra; Wittgenstein a partir del segundo periodo de su pensamiento, sobre todo en las Investigaciones filosóficas. Aunque ambos autores esgrimieron multitud de argumentos para oponerse a este punto de vista metafísico, lo cierto es que la tesis central que defendieron al respecto es que, en verdad, las propiedades consideradas esenciales para un objeto dado eran las que el filósofo de turno había decidido cuando se puso a reflexionar sobre el tema. Dicho en román paladino: las propiedades que se suponen esenciales en un objeto se seleccionan arbitrariamente. Al contrario de lo que ha ocurrido con otras muchas doctrinas antiguas, la doctrina esencialista aún se mantiene vigorosa. Fue propuesta en la antigüedad, Aristóteles fue su máximo exponente, hasta tal punto que la palabra «esencialismo» quedó definitivamente asociada al nombre del estagirita. Durante la Edad Media y la Edad Moderna el esencialismo se mantuvo igualmente vigorosov y así llegó a la Edad Contemporánea, atravesando el siglo XX, hasta el XXI. No obstante, en el siglo XX encontró cierta oposición, por parte de W. v O. Quine y Ludwig Wittgenstein. De modo independiente, cada uno de ellos criticó duramente a la doctrina esencialista. Quine a lo largo y ancho de toda su obra; Wittgenstein a partir del segundo periodo de su pensamiento, sobre todo en las Investigaciones filosóficas. Aunque ambos autores esgrimieron multitud de argumentos para oponerse a este punto de vista metafísico, lo cierto es que la tesis central que defendieron al respecto es que, en verdad, las propiedades consideradas esenciales para un objeto dado eran las que el filósofo de turno había decidido cuando se puso a reflexionar sobre el tema. Dicho en román paladino: las propiedades que se suponen esenciales en un objeto se seleccionan arbitrariamente. El supuesto de que las cosas tienen esencia y se caracterizan por lo que les es esencial, por oposición a lo que les es accidental; y también sistema filosófico en principio opuesto al existencialismo. El primer sentido se debe a la distinción que Aristóteles establece entre sustancia (to ti en einai: esencia, forma) y accidentes, conjunto que configura su doctrina de las categorías. Sobre ellas hay que plantearse si son modos del ser o simples maneras de pensar o modos del lenguaje. Si se supone lo primero, debemos preguntarnos por el fundamento y justificación de esta distinción, y si se supone lo segundo, el problema estriba en cuáles son los criterios para decidir qué es esencial para algo y qué le es accidental. De estos presupuestos aristotélicos arranca toda la larga tradición de sistemas filosóficos esencialistas, de Aristóteles a Hegel, en los que predomina la esencia o la sustancia, o incluso la materia, como noción fundamental. El existencialismo es una corriente filosófica y literaria orientada al análisis de la existencia humana. Hace énfasis en los principios de libertad y responsabilidad individual, los cuales han de ser analizados como fenómenos independientes de categorías abstractas, ya sean racionales, morales o religiosas.
A pesar del carácter heterogéneo del existencialismo, las tendencias que se han manifestado comparten algunas características. Conozcamos las más importantes.
La existencia precede a la esencia
Para el existencialismo, la existencia humana precede a la esencia. En esto, toma un camino
alterno frente a la filosofía occidental, que hasta entonces explicaba el sentido de la vida postulando categorías trascendentales o metafísicas (como el concepto de la Idea, los dioses, la razón, el progreso o la moral), todas ellas externas y anteriores al sujeto y su existencia concreta.
El existencialismo se opone al racionalismo y al empirismo, centrados en la valoración de la razón
y del conocimiento como principio trascendente, sea que este se postule como el punto de partida de la existencia o como su orientación vital.
El existencialismo se opone a la hegemonía de la razón como fundamento de la reflexión
filosófica. Desde la perspectiva de los existencialistas, la experiencia humana no puede estar condicionada a la absolutización de uno de sus aspectos, ya que el pensamiento racional como principio absoluto niega la subjetividad, las pasiones y los instintos, tan humanos como la consciencia. Esto le confiere también un carácter anti academicista por oposición al positivismo
El existencialismo propone centrar la mirada filosófica en el propio sujeto y no en categorías
supraindividuales. De esta manera, el existencialismo retorna a la consideración del sujeto y su modo de existir frente al universo como experiencia individual e individualizada. Le interesará, por lo tanto, reflexionar sobre el móvil de la existencia y el modo de asimilarla.