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TRABAJO SOCIAL ESPECIALIZADO CON MENORES, FAMILIA,

DEPENDENCIA E INCORPORACIÓN

Módulo IV INTERVENCIÓN
4.1. Claves de una buena intervención

6 ETCS / 7º SEMESTRE
GRADO EN TRABAJO SOCIAL
UPNA

Javier Arza
Alberto Jauregui
Josean Villanueva
CLAVES DEL ÉXITO EN UNA INTERVENCIÓN

• Estudios de Knei-Paz y Ribner (2000) evaluaron la calidad y eficacia de la


intervención con mujeres en situaciones de desventaja social en los servicios
sociales. El éxito estaba vinculado con los recursos ofrecidos, pero sobre todo
(según el relato de las mujeres), por “el trato” profesional. Pero, cuáles son las
claves que favorecen ese “buen trato” profesional?
• Como señalan Cardona y Campos (2018), la investigación sobre el poder de la
alianza profesional-persona usuaria refleja numerosos hallazgos y es uno de los
mejores predictores de buenos resultados. En la práctica cotidiana del trabajo
social, sea cual sea su nivel de intervención, a menudo nos vemos tentados a dar
orientaciones acerca de lo que las personas deberían o podrían hacer. Sin
embargo, nuevamente la investigación pone en evidencia en sus hallazgos que
los resultados del consejo son escasamente efectivos. Sobell (2013) indica que
solo entre el 5% y el 10% de las personas experimentan algún cambio cuando se
les ofrece un consejo.
• Claves que favorecen ese “buen trato” profesional, que permiten una buena
alianza:
• Reflexividad.
• Reciprocidad.
• Manejo de la simetría en el vínculo.
• Manejo de la “descentración”.
REFLEXIVIDAD
• La actitud y la práctica de la reflexividad se encuentra estrechamente vinculada
con el enfoque narrativo al que nos referimos en el módulo sobre modelos
teóricos.
• Dos principios fundamentales en la reflexividad:
• No ver las situaciones como cuestiones a resolver sino como dilemas a reflexionar con la
persona (Rodríguez, 2007).
• No perder nunca la capacidad y el interés por observar, por asombrarse.
• Reflexividad supone que la acción se alimente constantemente de la reflexión
sobre la experiencia.
• Dos formas de reflexión:
• Reflexión sobre la acción.
• Es la reflexión después de la acción. El o la profesional traslada, por tanto, la mirada hacia atrás,
sobre el camino recorrido, para luego mirar hacia adelante antes de retomar el camino. Esta forma
de reflexión puede ser realizada a través de diferentes vías: personal, a partir de la formación, en
reuniones de equipo, en sesiones de supervisión profesional (individual o grupal).
• Reflexión en la acción.
• “…resulta próxima a esferas de actividades cognitivas vinculadas a la intuición, a aquella
capacidad de evaluar durante la acción, …, es tanto un arte de hacer como de conocer, es el
producto de una especie de «olfato» muy cercano a una destreza, más propiamente muscular,
como la relativa a la natación o al ir en bicicleta” (Sicora, 2012).
• La reflexividad es esta inquietud permanente de la que habla Foucault (2005) “La
inquietud de sí mismo es una especie de aguijón que debe clavarse allí en la
carne de las personas, que debe hincarse en su existencia y es un principio de
agitación, un principio de movimiento, un principio de desasosiego permanente a
lo largo de la vida.
• Para profundizar sobre estos contenidos:
• Sicora, A. (2012). Práctica reflexiva y profesiones de ayuda. Revista Alternativas, 19: 45-58.
RECIPROCIDAD
• «El don entregado sin contraprestación puede herir el respeto por sí mismo de la
persona que lo recibe, pues la caridad hiere; deja una carga pesada de gratitud
en el receptor, quien puede no tener nada para devolver, salvo la sumisión»
(Sennet, 2003).
• Se trata de acortar la asimetría desde la que se suele construir la relación de
ayuda.
• “Devolución simbólica”. Este concepto hace referencia al proceso a través del
cual la persona usuaria devuelve de forma simbólica los recursos y la ayuda
obtenida. Esto es, mediante aportaciones personales hacia sí mismo en su
proceso de cambio (colaboración, participación activa, compromiso con los
acuerdos u objetivos pactados, etc.), o bien hacia la sociedad mediante la
participación comunitaria, el apoyo entre iguales, los grupos de auto-ayuda, etc.
• La reciprocidad puede ser trabajada en cualquier nivel de intervención (individual,
grupal o comunitario). No obstante, en el grupal y el comunitario se produce de
manera más natural. En un grupo, la frontera entre el que ayuda y el que es
ayudado, se puede difuminar muy rápidamente. En el trabajo comunitario, los
procesos que se desarrollan facilitan que cada persona se sienta beneficiada por
los mismos, pero al mismo tiempo también se puede sentir agente del cambio
que beneficia a toda la comunidad. El reto reside en poder incorporar también
este principio de reciprocidad en la relación de ayuda individual: subrayando en
todo momento los avances de la persona y su compromiso para el cambio;
potenciando que se sienta protagonista de su proceso; abriendo oportunidades
para que pueda expresar su solidaridad con otras personas; etc.
• Para profundizar sobre estos contenidos:
• Gurbindo, M. (2008). Entre la contención y el desarrollo competencial. Una aproximación al
objeto-sujeto en el Trabajo Social. Cuadernos de Trabajo Social. Vol.21: 87-104.
MANEJO DE LA SIMETRÍA EN EL VÍNCULO
• No se trata de negar las posiciones diferentes de partida,
entre profesionales y personas usuarias.
• Los y las profesionales tenemos conocimientos,
información, capacidad de activar o no determinados
recursos, etc.
• Sin embargo, la persona usuaria es “experta” en su
situación.
• Se trata de construir una relación de ayuda con
complementariedades alternantes, para que el resultado
final se aproxime a la simetría o paridad.
• Además de lo actitudinal, tiene que ver con aspectos
técnicos:
• Convertir nuestras afirmaciones, consejos e indicaciones, en
preguntas reflexivas.
• Para profundizar sobre estos contenidos:
• Rodríguez, A. (2007). Más allá de la perspectiva crítica. Cuadernos
de Trabajo Social. Vol.20: 117-137.
DESCENTRACIÓN
• Las personas tienen “gafas” que filtran su mirada.
• Es importante reconocer también las nuestras, para que en ocasiones nos las
podamos “quitar” y así dejar de estar centrados (“descentrarnos”) de nuestra
mirada y poder ver las cosas desde las “gafas” “del otro”.
• La descentración es “concienciarse de las referencias culturales propias y el
poder distanciarse de ellas para lograr relativizar los puntos de vista, para
alcanzar cierta neutralidad cultural que no es sinónimo de la negación de la
identidad propia, sino que, al contrario, supone un reconocimiento de control
sobre la propia identidad”. Cohen-Emerique (2000).
• “Los profesionales carecemos de otros prismas sobre los que valorar. Cualquier informe que
hacemos creo que está valorado sólo desde nuestro prisma. Carecemos del prisma intercultural
que deberíamos tener...A veces oigo a compañeros y digo, pero cómo pueden hacer esos
comentarios tan a la ligera. Pienso, pero intenta ponerte en su lugar. No podemos juzgar a la
ligera viendo cómo actuaríamos nosotras desde nuestra preparación, desde nuestra cultura,
desde nuestras condiciones, desde nuestras oportunidades. Creo que es el mayor defecto que
tenemos los profesionales” (Arza, 2016).
• La descentración exige también una curiosidad genuina. Implica una
predisposición a desprendernos de nuestras ideas preconcebidas sobre las
demás personas. Como señalan Cardona y Campos (2018), es una
curiosidad apreciativa, especialmente centrada en las habilidades, los puntos
fuertes, los conocimientos, las experiencias de superación, ”lo que
funciona”,…de las otras personas.
• Para profundizar sobre estos contenidos:
• Arza, J. y Rodríguez, Mª.F. (2019). Competencia intercultural en la atención socio-sanitaria a la
población gitana en España. 26: 59-82.

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