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Resumen:
Palabras clave:
(Denis de Rougemont)
1. Introducción
A propósito del título de este Congreso: “Enseñar y Aprender en Situaciones Complejas”, deseamos
compartir un breve recorte de nuestra trayectoria docente, en la que venimos interpelando,
reflexionando y debatiendo sobre los alcances, el campo de acción y la especificidad de la Orientación
Vocacional-Ocupacional, como así también acerca de las múltiples articulaciones entre la Orientación
Vocacional y la Discapacidad.
A la luz de los actuales paradigmas, tanto la Orientación Vocacional como la Discapacidad se erigen
como campos complejos, con múltiples dimensiones, lecturas, marcos teóricos y recursos de
intervención. Esto nos lleva a precisar qué entendemos por la noción de “Paradigma”, según lo ha
definido Thomas Kuhn, en su texto “La estructura de las revoluciones científicas” (1962).
2. ¿Qué es un paradigma?
El citado autor los considera como “realizaciones científicas universalmente reconocidas que
proporcionan modelos y soluciones a la comunidad científica”. Un paradigma sería entonces una
estructura de pensamiento que condiciona nuestra forma de ver el mundo y los objetos que
estudiamos. Prescribe cuáles serían las investigaciones y abordajes adecuados, asemejándose a una
especie de “fábrica de pensamientos”, que selecciona determinadas materias primas del mundo para
producir un rango limitado de teorías, productos, herramientas y políticas.
3. Concepción de la Orientación Vocacional-Ocupacional desde el Enfoque Clínico
Posicionadas desde un marco clínico y operativo, sostenemos que la Orientación Vocacional inaugura
un espacio y un tiempo de búsqueda e interrogación personal acerca del “ser” y el “hacer”, con el
propósito de generar las estrategias y recursos que posibiliten un nuevo ordenamiento y
posicionamiento en el mundo. Búsqueda de un objeto de amor, de una profesión o quehacer que refleje
un estilo de vida.
El encuentro con otro u otros creará las condiciones para revisar, repensar, discriminar y esclarecer las
trabas, obstáculos, miedos y fantasías que toda situación de elección y decisión trae aparejadas, dando
lugar al nacimiento de un proyecto de vida autónomo, con el menor costo personal y social.
El sujeto, su historia, vínculos y devenir serán los protagonistas de esta trama, y nuestro compromiso
ético será acompañarlos a recorrer su propio camino en la búsqueda de su identidad ocupacional.
4. Concepción de Discapacidad
A lo largo de las épocas han existido múltiples formas de nombrar la discapacidad: “anormal”,
“deficiente”, “minusválido”, “lento”, “opa”, “le falta algún jugador”, “tiene un retraso madurativo”, etc. La
cantidad de palabras para nombrarla daría cuenta de la complejidad de esta temática.
Según refiere Gonzáles Castañón (2008), la discapacidad como concepto hizo su aparición después de
la Segunda Guerra Mundial, momento en que los héroes de guerra volvían a su hogar, en muchos
casos, con secuelas que les impedían retomar sus vidas previas. El estado, que no podía
desentenderse de esas situaciones, instituyó un nuevo lugar social para un grupo de actores que
siempre había existido.
Revisando la genealogía de la discapacidad Aznar y Castañón (2008), sitúan dos modelos bien
diferenciados:
- El modelo médico está centrado en la existencia de una enfermedad que debe ser curada y
rehabilitada para compensar, reemplazar o dar lo que falta. Dicho modelo se enmarca en el
paradigma del déficit, priorizando la dimensión biológica en detrimento de la psicosocial.
- El modelo social que concibe la discapacidad como un problema social y colectivo destinado, por
tanto, a brindar asistencia y protección a las personas. Este modelo si bien constituyó un
avance en un determinado momento, devino en asistencialismo,
proteccionismo y otras formas de segregación.
-
MODELO MÉDICO MODELO SOCIAL
Con el propósito de superar los reduccionismos y simplificaciones, los autores proponen un tercer
modelo, superador de los anteriores, denominado “modelo subjetivo de la discapacidad”. El mismo
se caracteriza por hacer foco en los sujetos, entendiendo que sociedad y sujeto se producen
mutuamente. Sostiene que el sujeto es capaz de posicionarse como un yo, de hablar, de elegir, no se
basta a sí mismo para existir sino que requiere de otras instancias para ser.
Pensar la discapacidad desde esta perspectiva hace posible aproximarse a sus complejidades sin por
ello agotarla, entendiendo que aunque dista mucho de ser un fenómeno cristalino, es capaz de poner
en marcha un proceso activo, no predeterminado, para interpelar a cada sujeto en su identidad,
matices, texturas y profundidades. Supone, además, comprender que se trata de un camino en el que
hay sorpresas, misterios y multiplicidad de preguntas como en la vida misma.
Ser uno mismo, poder elegir, experimentar roles, protagonizar la propia historia y proyecto, son
posibles si nos apoyamos en los deseos del sujeto con discapacidad. Si el deseo está vivo, más allá
de cualquier limitación, la persona podrá encontrar su camino y modelar su futuro.
En otros términos, si la dinámica deseante está más o menos intacta, la discapacidad disminuirá en
tanto y en cuanto se brinden los apoyos adecuados.
Las intervenciones están orientadas a colaborar con la transición al mundo adulto, con la
construcción de proyectos de vida y con la inserción de la persona con discapacidad en el
entramado social, atendiendo a los múltiples factores que atraviesan cada caso singular.
Rocha (2013) conceptualiza a la orientación vocacional en sujetos con discapacidad (él hace referencia
a quienes poseen algún tipo de discapacidad intelectual) como una práctica que apuesta a un proceso
de elaboración psíquica que facilite y propicie la transición de los jóvenes al mundo adulto, favoreciendo
los procesos de autonomía.
La Orientación Vocacional implicará, entonces, una estrategia que no siempre estará direccionada
exclusivamente hacia la elección de objetos vocacionales: más allá de “elegir algo”, se trabajará
para generar las condiciones necesarias para que puedan revertir su posición como sujetos,
acompañándolos en la interrogación de las posiciones e identidades estigmatizadas, provenientes en
general de los diagnósticos médico-científicos.
El momento de la transición a la vida adulta es -para las personas con discapacidad- la posibilidad de
construir una identidad a través de una ocupación.
Desde esta perspectiva, Rocha sostiene que mientras el lazo hacia lo social permanezca roto para un
sujeto, la identidad que una ocupación pueda otorgarle va a permitir la restitución de algo del orden de
lo no establecido, producirá lazo, anudamiento. En otras palabras, le permitirá reposicionarse en un
lugar diferente para la comunidad donde se halla inserto, desafiando ese destino inexorable al que
muchos sujetos permanecen fijados.
Por otra parte, un aspecto que siempre está presente en los procesos de Orientación Vocacional es
la preocupación por el futuro. “Después del secundario ¿qué?” suele ser un interrogante que
alrededor de los 18 años los jóvenes se formulan.
La problemática del futuro, desde esta perspectiva se presenta acompañada de numerosos temores y
fantasías por parte de las familias. En muchos casos, es un tema silenciado, o al menos muy difícil de
ser pensado.
Es parte del desafío de la Orientación Vocacional ofrecer espacios para el abordaje de esta
temática, conjuntamente con la problemática de la autonomía, para poder comenzar a pensar y
creer en un futuro posible, resignificando los trayectos de vida de los sujetos (con las características
que tuvieran) en pos de la construcción de un proyecto personal.
6. Propuestas de abordaje e intervenciones
1) Identificar los recursos subjetivos que cada joven tenga en relación a cuestiones
vinculadas con la socialización
2) Darles el lugar a ellos (y no a los adultos) para que participen en la construcción de sus
proyectos de vida
3) Aprender a observar las trayectorias de vida, las situaciones y experiencias por las cuales cada
sujeto ha transitado.
Estas cuestiones determinarán en mayor medida las posibilidades de un proyecto, porque sería
infructuoso someter a un sujeto a la capacitación sobre un oficio sin tener en cuenta sus intereses, sus
capacidades, si éste tuvo o no la posibilidad de incorporar las habilidades necesarias para sostenerse
en ese lugar, etc.
Estos aspectos pueden ser trabajados a través de la utilización de diversos recursos y técnicas,
tales como Role Playing, proyección de videos, conversaciones con personas que desarrollan
determinado oficio, visitas a diferentes espacios laborales, etc.
Uno de los abordajes privilegiados en este campo es el que se realiza bajo la modalidad grupal:
como mencionamos anteriormente, uno de los objetivos que se persiguen es el de la inclusión en el
entramado social, el fortalecimiento de los vínculos interpersonales que se dan a través de las
múltiples identificaciones.
De todas maneras, cualquier abordaje grupal deberá contemplar, a su vez, un espacio de
entrevistas individuales y familiares.
Los talleres (que pueden articularse en diferentes espacios institucionales) podrán tener diferentes
finalidades, pero el eje principal será común a todos y está vinculado -en líneas generales- con
promover la autonomía del sujeto y su inserción en la trama social a través de un hacer.
Con respecto al abordaje individual, éste también puede realizarse -si nos enmarcamos en la
modalidad clínica (Bohoslavsky, 1985)- tomando la entrevista como herramienta fundamental para
rescatar la particularidad del sujeto de la orientación en la singularidad de la persona con discapacidad.
Citando a M. Müller, afirmamos que no se puede iniciar una travesía sin conocer el destino y sin contar
con los mapas y la orientación adecuados. De ahí que acompañar a los sujetos con discapacidad a
reescribir la propia historia, ayudándolos a diferenciar el presente de su pasado, propiciando que
puedan pensarse y proyectarse en un futuro elegido, que logren descubrir una ocupación, un trabajo,
un lugar en mundo que dignifique su condición humana –teniendo conciencia de los propios límites
pero afirmando el potencial creador y transformador de cada uno, es la laboriosa, desafiante y gozosa
tarea que como orientadores nos convoca.
“El desafío como orientadores es trabajar con los sujetos en la construcción de un proyecto de vida que
incluya lo laboral, educativo y personal, que les posibilite compensar sus dificultades, maximizar y
desplegar sus potencialidades, armonizar aptitudes y motivaciones personales con requerimientos
sociales. Desde una concepción que atiende la diversidad, se debe promover la equiparación de
oportunidades que genere la inclusión y que los aleje de la estigmatización, que no hace más que
reproducir la exclusión” (Gavilán y Castignani 2012:23)
Bibliografía:
Autoras: