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EJE PROBLEMÁTICO N° 3
LA DIMENSIÓN SOCIAL DE LA PERSONA HUMANA

VISIÓN NATURALISTA Y CONTRACTUALISTA

En esta unidad se analizará a la persona humana desde la perspectiva de lo


social. Es decir, veremos al hombre en relación con sus semejantes. Previo a ello,
el hombre debe conocerse a sí mismo. En la medida que logre esto último, logrará
con mayor facilidad y mejores resultados su relación con los demás. Es decir, se
hace totalmente necesario el saber de sí para luego salir al encuentro del otro.

Primero recurrimos al saber in-sistencial (2), a la interioridad de la persona, a la


intimidad (según el alcance conceptual que le da a este término Ricardo Yepes
Stork en su “Fundamentos de Antropología”) para luego trascendernos a nosotros
mismos. Desde la intimidad a la exterioridad, desde la inmanencia a la
trascendencia, desde lo individual a lo social.

"El método fenomenológico aplicado al análisis de nuestras vivencias


interiores, de nuestra interioridad, lo llamamos método in-sistencial, pues
consideramos que la insistencia nos ofrece a la vez una filosofía y un
método.… El método de recogimiento, de aislamiento, de ensimismamiento, de
interioridad, es la condición esencial de todo pensamiento filosófico, como
‘primer movimiento’, como ‘primera etapa’, para luego poder lanzar ‘desde’ el
interior a la consideración y análisis, a la reflexión y el raciocinio, sobre los
datos del mundo exterior, sobre los otros entes y sobre Dios."(3)

Entendemos que lo social se funda en lo individual. Ambos son totalmente


necesarios. No se entiende una sociedad que niegue la participación de los
individuos o personas que lo componen.(4) De la misma manera, la sociedad no es
una simple sumatoria de individuos, sino que éstos están integrados de tal manera
que cada uno aporta, desde su vocación y realización individual para el
enriquecimiento y crecimiento del estado; como así también éste debe proveer o
necesario para el crecimiento de los miembros que lo forman.

Si rastreamos las fuentes acerca del origen de la sociedad, podemos leer a


Aristóteles:

"…el Estado es un hecho natural, que el hombre es un ser naturalmente


sociable, y que el que vive fuera de la sociedad por organización y no efecto del
azar es, ciertamente, o un ser degradado o un ser superior a la especie
humana…"(5)

Este autor nos indica que el vínculo social que surge por la asociación natural
de los hombres y que el estado que se genera por esto es natural y no casual ni
por azar. En otras traducciones puede leerse que quien no pertenece a esta
condición "o es una bestia [el ser degradado] o es un dios [ser superior]". Esta
visión denominada "naturalista" se opone a la visión "contractualista".

En esta segunda visión, podemos leer en el inglés Thomas Hobbes (1588-1679) lo


siguiente:
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"…el acuerdo que existe entre estas criaturas [se refiere a los animales] es
natural, mientras que el de los hombres se hace mediante pactos solamente,
que es algo artificial. Por tanto, no es de extrañar que, además de un simple
pacto o convenio, haga falta algo más para hacer de él algo invariable y
duradero; lo que se requiere es un poder común que mantenga atemorizados a
los súbditos y que dirija sus acciones al logro del bien común...”(6)

Estas dos posturas son visiones mutuamente excluyentes. La visión naturalista y


contractualista del origen de la sociedad. Sobre la segunda, luego Rousseau (1712-
1778) se apoyará para su “Contrato Social” (además de aportar bases
antropológicas-pedagógicas desde su “Emilio”).

Por eso sostenemos que el hombre es un ser social por naturaleza. (7) Es decir
que lo social no será un agregado ni una situación circunstancialmente producida
para una determinada acción o un determinado momento. Lo social es una
condición natural del hombre. Su vida de relación es vital para su desarrollo como
persona. La relación con el otro constituye una de las acciones que le son tan
propias como cualquier accionar personal.

Y en este desarrollarse deberemos tener en cuenta que a lo largo de la historia, la


sociedad se fue complejizando (8) en su organización de tal manera que
surgieron las instituciones, las cuales coadyuvan al estado y a los hombres en el
logro de sus fines.

Al referirnos a la complejización queremos decir que la sociedad está compuesta


por variedad de instituciones, las cuales se integran armónicamente en una unidad
con un fin que es lograr el bien común de las personas que lo integran. Así
podemos sostener que las instituciones y el estado mismo están al servicio del
hombre y no al revés. El hombre puede y debe lograr su perfección individual en la
sociedad (como lo pretendían Platón y Aristóteles) pero la diferencia es que el
estado no debe anularlos, absorberlos, sino proveerles los medios -materiales y
espirituales- que le posibiliten alcanzar estos fines. El estado y las instituciones
están al servicio del hombre y no al revés.

De la misma manera y en ese sentido, las instituciones educativas tienen su razón


de ser cuando cumplen la finalidad para la cual han sido creadas: la educación del
hombre. Así podemos analizar el rol de todas las instituciones (los partidos
políticos, las instituciones asistenciales, los clubes deportivos, etc.) y ver si éstas
están al servicio del hombre que conforma la sociedad o si se constituyeron un fin
en sí mismas. Cuando esto último sucede se produce la anulación o sometimiento
del hombre.

Esto es un contrasentido dado que no se puede someter a aquel que originó dicha
institución. Por ejemplo: en esta misma línea de pensamiento asistimos a cómo
desde las instituciones legislativas y organizaciones no gubernamentales se
promueve la defensa del medio ambiente y de los animales (lo cual es una tarea
encomiable y necesaria) mediante la promulgación de leyes que los contemple, los
asista y los defienda; pero, simultáneamente desde esos mismos sectores se
promueve la promulgación de leyes que atenten contra el propio hombre (es el caso
de las leyes del aborto). Es decir, ¿en función de qué o de quién están, entonces,
las leyes? Nos cabe la pregunta reflexiva: ¿quién sirve a quién? ¿quién depende de
quién?

Estas ideas obedecen a concepciones antropológicas que están enraizadas en


distintos medios en las cuales, ciertamente, el concepto de hombre que sostienen
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es radicalmente diferente y entendemos que deficitario, por no considerar la


integridad de la persona.

Sentido social de las acciones de los hombres

Previo a cualquier ulterior desarrollo es necesario precisar el término referido a las


acciones de los hombres o actos humanos.

Ciertamente que el hombre es un ser dinámico que se caracteriza por su actuar.


Sin embargo, estas acciones son diversas en cuanto a su origen y en cuanto a su
finalidad. En virtud de ello establecemos la siguiente distinción:

- Actos del hombre.


- Actos humanos.

Los primeros son aquellos actos que son realizados debido a la constitución
orgánica del individuo. Sobre ellos (los actos del hombre) no hay deliberación ni
decisión libre para efectuarlos. Por ejemplo: el respirar, el fenómeno químico de
la digestión, etc.

Los actos humanos son aquellos que para ser considerados como tales son
necesarios la intervención de la deliberación (facultad de la inteligencia) como
así también de la voluntad. Por lo tanto, un acto humano ha sido pensado y
deseado para realizarlo libremente.

Hecha esta consideración, lo que nos interesa son los actos humanos. A éstos se
los evalúa a la luz de los principios morales. Como también a éstos son los que
decimos que surgen desde ellos una consecuencia social, y por ende moral, de las
acciones.

Toda acción es vista simplemente como la concreción de un hecho. Pero no debe


dejar de considerarse la consecuencia que ella genera. La responsabilidad moral
sobre estas acciones la incluye, como así también a las consecuencias generadas
a partir de ella misma. Este planteo es asumido por muchos códigos de ética
profesionales cuando vemos que la responsabilidad civil de los actos profesionales
no termina en el momento de la concreción en sí de dicha acción, sino que se
prolonga a lo largo de un determinado tiempo (cuando se estima que los efectos o
consecuencias emergentes han desaparecido o ya no surgirán por la realización del
mismo). (9)

Lo que se quiere señalar con estas ideas es la trascendencia de las acciones.


Mostrar que el hombre no es un ser aislado, sino que vive en una sociedad, vive
con otros hombres con quienes interactúa y debido a esta interacción se genera
una responsabilidad social de sus acciones. Ello genera que se establezca un
marco legal basado en la justicia de las acciones. (10)

Toda acción trasciende al hombre. Esto revela que el hombre es un ser que sale de
sí y tiene la facultad de actuar en forma conjunta con sus semejantes. Por ello es
que las acciones que realice no sólo lo benefician a él (porque le permite
expresarse por medio de sus acciones y en esa expresión, mostrarse como es él),
sino que también lo vincula a los otros y con los otros, enriqueciéndose
mutuamente. Por ello, retomando la cuestión social, la sociedad se construye a
partir de la interacción humana. Se enriquece a partir de la acción conjunta de
todos los hombres generándose diferentes y múltiples tipos de vinculaciones entre
sí. Entre ellas, podemos mencionar la vinculación basada en la educación, esta
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relación entre las personas unidas por un objetivo común, el cual está basado en la
acción de enseñar y aprender.

Decíamos que las acciones de los hombres tienen un sentido social, aunque éste
no aparezca y se dé de manera oculta. En la relación con los demás se ponen en
juego una serie de procesos que son interesantes destacar. En principio se puede
decir que la relación con el otro afianza el propio yo. Que el juego comunicativo
siempre implica un darse al otro. Aquí cabe señalar el carácter de esta
comunicación. Ella es un proceso nunca total ni absoluto. Siempre queda algo en la
intimidad del sujeto sin comunicar. Y ello, precisamente constituye al propio sujeto
en su realidad más profunda y personal. Por tanto, la comunicación siempre está
basada en un proceso de incomunicación que permite resguardar y cuidar la propia
intimidad y esencia personal. Con esto queremos poner en evidencia que en estas
relaciones que se establecen, el hombre se trasciende a sí, sale en busca del otro,
pero siempre habrá algo que permanezca como propio y quede dentro nuestro, en
nuestro interior. Esto obedece a la interioridad de cada persona.

Retomando el tema central de este punto, las acciones humanas y su sentido


social, cabe detenerse en el análisis de “una situación social”. Lo primero que hay
que decir al respecto es que siempre una situación social es una representación
con implicaciones temporales. Representa un momento determinado. Además, está
compuesta por elementos que la caracterizan: personas que interactúan, ambiente
que enmarca la situación, ya sea físico, cultural, histórico, etc. que definen el
contexto.

Por tanto, toda situación social implica acciones humanas, conductas,


relaciones interpersonales que se producen en un lugar y están incluidas en un
contexto determinado y definido como el conjunto de condiciones sociales.

Caracterizado el contexto, veremos cómo se relaciona esencialmente con lo


espacio-temporal. Trasladadas estas afirmaciones generales a nuestra tarea
docente, podemos afirmar que la situación áulica, se la puede considerar como
una real situación social. En ella se producen infinidad de situaciones de relación
entre pares y entre alumnos y docente, etc. y situaciones de autoconocimiento del
sujeto, autocontrol y de autodecisión. Se dan acciones formales e informales,
expresadas por medio de mensajes verbales y no verbales.

Si nos detenemos en el análisis del aula, podemos considerarla como el foco


principal de nuestra observación, y que se puede relacionar con ámbitos mayores
(colegio, zona de influencia, provincia, país, continente, etc.) o menores (sujeto,
hogar del sujeto, familia, amigos, etc.). Cada uno de estos ámbitos desarrollará la
influencia esperada o no y así condicionará las acciones de interrelación de las
personas. Por todo ello, uno de los ámbitos más complejos de análisis es la
realidad del aula. Esto nos puede traer muchas posibilidades de crecimiento, en la
medida que sepamos aprovecharlas. Como así también muchos conflictos que
deberemos resolver. Este es uno de los aspectos que hacen a la tarea docente una
actividad muy especial. Si así la consideramos, la dimensionaremos en su total
realidad y nos haremos cargo de nuestra misión como agentes de ella.

Naturaleza Social del Sujeto

En función de lo afirmado acerca de la condición natural de la sociedad, lo que nos


debemos plantear ahora es acerca del fin de la vida social. El fin de la vida
social es la "vida buena". Aristóteles en su Política nos explica como el “vivir
bien” supone la convivencia con otros. Los hombres se asocian no sólo para
sobrevivir y satisfacer sus necesidades, sino también para alcanzar los bienes que
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forman la “vida buena”. El fin de la vida social está constituido por la justicia, el
respeto a la ley, la seguridad, la educación y los valores.

Así, el fin de la vida social es lograr la felicidad de cada persona. Luego, la


sociedad toda, a través de sus instituciones deben ayudar a los hombres a ser
felices y plenamente humanos, es decir, ser virtuosos.

La vida social es el conjunto de relaciones interpersonales, en su forma más


alta, logradas en la dinámica del coexistir. Por tanto, si la vida social se relaciona
con algún ámbito del saber, será primordialmente con la ética. Si la sociedad
funciona mal, impedirá la libertad y la felicidad. Si funciona bien, las favorecerá.

Entendida así la vida social y considerándola esencial a la naturaleza del hombre,


nos detendremos un instante en analizar los elementos que la constituyen. Éstos
son:

1.- La acción humana.


2.- El lenguaje.
3.- La autoridad.
4.- La división del trabajo.
5.- La justicia.
6.- El derecho.

La presencia de ellos es de manera simultánea, todos están presentes (o debieran


estarlo) de manera que van formando el tejido social.

La acción humana

Como elemento esencial componente de la vida social, están las acciones


humanas. Ellas serán individuales o colectivas, pero todas poseerán efectos en
otras. Estas acciones se caracterizan por trascender al sujeto y en ello siempre
aparece la posibilidad de una modificación. El que actúa se modifica a sí mismo y
modifica a su entorno. En esto consiste la trascendencia de sus acciones. La
modificación del entorno podrá ser positiva o no, pero siempre implicará un cambio.

Las acciones positivas enriquecerán a tal entorno y ellas redundarán en bien del
individuo. Las malas o negativas se encuentran minando la sociedad y desvirtuarán
la convivencia social.

Esto es la consecuencia social de las acciones que, como decíamos se trata de


acciones individuales o colectivas. Todas ellas tienen un efecto o un impacto
social. De eso somos responsables (ya sea la persona en forma individual o la
sociedad en su conjunto). Cabe preguntarnos en muchas cuestiones el grado de
responsabilidad personal como así también el grado de responsabilidad de la
sociedad (y por ende, la responsabilidad de quienes tienen a su cargo la
conducción de la sociedad).
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En este sentido podemos apreciar, cómo existe un olvido acerca de la


consecuencia. Se limita la responsabilidad moral de la acción, restringiéndola a la
comisión del acto desligándola de lo que generase, o sea de su consecuencia. El
hacer conlleva el acto en sí, más su efecto.

Lenguaje y sociedad

Sobre esta posibilidad del habla con sus semejantes se funda la comunicación, uno
de los requisitos de la vida social. Sin comunicación no hay posibilidad de sociedad.
La sociedad es, precisamente, una realidad basada en los procesos de
intercambio.

Este intercambio podrá ser de orden espiritual, propio del hombre, en cuanto a la
comunicación de ideas, sentimientos, estados de ánimo, etc., o de orden práctico
como el intercambio de bienes.

Pero, independientemente del hecho del intercambio, el elemento básico y vital es


la comunicación. Y ésta supone el lenguaje.

Cuando hablamos de sociedad debemos entenderla en todos los sentidos. No sólo


la sociedad civil, sino también las distintas sociedades o asociaciones que
conforman el tejido social y que canalizan las distintas necesidades (materiales y
espirituales) del hombre.

Por ejemplo: la escuela, los partidos políticos, las asociaciones intermedias: un club
deportivo, un grupo parroquial, etc. Todas necesitan hacer uso de la comunicación
mediante el lenguaje. Si éste no está, dichas sociedades tendrán sus
inconvenientes para el logro de sus fines. Así mismo, con la sociedad primaria que
es la familia, base de la sociedad.

La autoridad

En toda organización social se necesita de alguien que emita órdenes para


coordinar la acción conjunta de los hombres. La presencia de la autoridad es una
cuestión perteneciente al orden natural. Forma parte de toda institución que
exista alguien que esté a cargo de ella. Ese alguien puede ser constituido de
distinta manera (una sola persona, un grupo, comisión, etc.), como así también el
origen, el modo como se llega es variable. Lo que queremos remarcar es la
necesidad de que exista una autoridad constituida.

Pero eso también significa afirmar la valía de las instituciones (tema que trataremos
más adelante). Se deben reconocer como necesarias la presencia de las mismas
que integran y dan forma a la sociedad. Éstas tienen su fin que es la promoción de
los bienes espirituales y materiales del hombre, el logro del bien común de la
sociedad.
La autoridad debe ordenar las acciones para el logro del fin de cada una de las
instituciones, las cuales, a su vez, deben estar integradas con el fin global de la
sociedad. Por ello, la misión de la autoridad es la conducción hacia la consecución
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de estos fines inherentes a cada sector institucional. Por eso no debe anteponerse
los fines personales, subjetivos o partidarios en aras del fin global o común,
dado que se arriesga la misión de dicha institución.

La autoridad requiere del diálogo, la racionalidad para la toma de decisiones, la


persuasión para definir y dirigir líneas de acción, el saber compartir el poder (sin
que ello signifique no hacer uso del poder otorgado), la confianza en los dirigidos, la
responsabilidad de los mismos.

O sea, la autoridad no debe ser impositiva (salvo en determinadas situaciones) sino


que debe ser entendida como puesta al servicio de los demás. De allí la necesidad
de que frente a quien detenta la autoridad están los dirigidos, los cuales a su vez
colaboran para el logro del fin de una determinada institución. Eso es tarea de
todos, no sólo de una parte. Por ello las distintas responsabilidades inherentes a
cada función. Todos tienen algo para hacer y todos son responsables de ese algo:
la autoridad debe conducirlos.

Y en esa tarea de la autoridad constituida, está el hacer justicia en todo sentido: la


distribución del trabajo, de los bienes, de las riquezas, etc.

Cuando la autoridad se ejerce de un modo racional, origina una identificación de


voluntades y propósitos entre el que manda y el que obedece, que redundan en
bien de toda la sociedad. Una sociedad no puede mejorar si sus integrantes no
poseen la libertad de hacer suyas las tareas en un ámbito de responsabilidad
personal y social. Podemos decir que “la obediencia es mandar sobre la tarea que
nos ha sido encomendada”.(11)

Cuando la autoridad está bien ejercida aparece la iniciativa y la eficacia de la tarea


común. Así se muestra una sociedad saludable y positivamente activa. Una
sociedad no puede mejorar si las personas no son tratadas de modo que puedan
hacer suyas las tareas encomendadas. Así se sustituye la buena negociación por la
confrontación; el diálogo por la protesta; la persuasión por el engaño. Aparece el
dominio del más fuerte sobre el más débil y el sometimiento irracional por la fuerza.
Se paralizan las libertades individuales y sociales y desaparecen las
responsabilidades.

La sociedad “avanza” sin rumbo, sin saber que está retrocediendo, ya que las
personas que la integran no se realicen como tales. No existe, por tanto, la iniciativa
y la alegría de la tarea común. Se infantiliza a los hombres, se les quita la
posibilidad de ser mejores y crecer en virtudes. En cambio, una sociedad libre, está
afianzada en un ambiente donde haya participación en las tareas asignadas y
cumplimiento responsable al adueñarse de ellas. Se compartirán las razones, que
lleven a dar una determinada orden, con el que debe obedecerla. Si esto es así, se
logra un buen sistema comunitario donde la comunicación se desarrolla
convenientemente.

La división del trabajo

La cuestión de la división del trabajo surge como consecuencia de la organización


que plantea toda autoridad. Es debido a la natural organización de la sociedad y en
la cual intervienen diversos factores. Desde la autoridad que lo planea y lo plantea
de manera objetiva, hasta los distintos actores que deben estar presentes. Nace de
la capacidad humana de producir bienes de una determinada clase de los que el
sujeto productor necesita.

Se trata entonces de una actividad natural, que es el trabajo. Al decir natural


decimos humano también, dado que el hombre es el único ser que trabaja. Con
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esto distinguimos que los animales realizan actividades de caza, de elaboración de


su hábitat, pero una vez resuelta su necesidad dicha acción finaliza. En el caso del
hombre, no sólo se trabaja por necesidad, sino que intervienen distintos factores:

- Lo objetivo del trabajo, que es lo producido en sí, como consecuencia de dicha


labor.
- Lo subjetivo, que es lo que el hombre pone de sí y enriquece a esta acción
realizada.(12)

Con el trabajo el hombre transforma el mundo y se transforma a sí mismo. Es


una modificación o transformación enriquecedora del mundo en el cual estamos
insertos. Esto permite ver cómo el hombre, a lo largo del desarrollo de la historia de
la humanidad ha ido cambiando progresivamente. En este cambio progresivo, la
relación hombre-naturaleza no ha sido la misma, dado que el mismo nunca
estuvo posicionado de la misma manera con respecto a ella. A lo largo de la
historia, a lo largo del desenvolvimiento y transcurso del tiempo ha ido cambiando:
podríamos sostener una relación de miedo, temor y respeto frente a ella en la
denominada Edad Antigua, luego y con el aporte de la revelación judeo-cristiana
descubrir que la misma es obra de Dios, pero el hombre señor de la creación (no
por descubrimiento personal sino por revelación divina); en la Edad Moderna poder
descubrirla y analizarla mediante la ciencia de la misma manera que en la Edad
Contemporánea hasta nuestros días (lo cual generó el amplio descubrimiento y
uso de la misma, pero también la sensación de dominio y avasallamiento del mundo
natural con los riesgos que ello acarrea).

En ese desenvolvimiento del tiempo, ha ido emergiendo el papel importante de la


ciencia y el desarrollo de la técnica y de la tecnología que intervienen
activamente en la naturaleza. Cabe preguntarse hoy si hay límites en la
intervención del hombre en el medio natural. Esto genera toda una corriente de
pensamiento cuyo reflejo es el planteo ecologista. (13)

Dado que la intervención del hombre en el universo lo realiza mediante el trabajo,


éste debe ser compensado por lo realizado. A tal efecto se deben considerar los
factores anteriormente mencionados. Cabe definir entonces lo que es el trabajo:

"…significa todo tipo de acción realizada por el hombre independientemente de sus


características o circunstancias…es una de las características que distinguen al
hombre del resto de las criaturas, cuya actividad, relacionada con el mantenimiento
de la vida, no puede llamarse trabajo, solamente el hombre es capaz de trabajar…".
(14)

Por lo tanto, esta actividad netamente humana debe ser compensada teniendo en
cuenta los factores mencionados, o sea teniendo en cuenta lo producido (factor
objetivo) y teniendo en cuenta el esfuerzo personal (factor subjetivo).

Como el trabajo humano plantea, necesariamente, el intercambio, la distribución y


el reparto de los bienes producidos, la autoridad, de la que tratamos en el punto
anterior, será la encargada de vigilar que esto se realice con equidad y justicia.

Así, la división del trabajo, en relación con la acción de la autoridad justa y


equitativa, se relaciona esencial y profundamente con otros elementos de la vida
social como la justicia y el derecho, sin los cuales no puede realizarse adecuada y
objetivamente esta división mencionada.
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Las instituciones en la vida social

La vida social se organiza y se consolida por medio de las instituciones. Ellas son
producto del reparto de tareas entre los diversos miembros de una sociedad. Esto
se apoya en los principios de convivencia que norman el movimiento social entre
los hombres.

Las instituciones funcionan cuando la autoridad y la comunicación entre todos sus


miembros son fluidas y clara y se da en el marco de la justicia y la equidad. Así
planteada, se da la existencia de una comunidad donde el elemento común es
compartido por muchos y el elemento racional es lo común por excelencia. Si falta
el elemento común, no hay comunidad y si falta ella, no hay verdadera institución.
Hay comunidad cuando tanto el que manda como el que obedece, comparten las
razones, los fines y los motivos de la tarea común.

Todas estas características propias de una institución, dependerán de las personas


que la constituyen. Las actitudes de los hombres entre sí, pueden enaltecer la labor
o convertirla en un peso imposible de soportar. Un rostro sonriente o una actitud de
ayuda, pueden cambiar el lugar de trabajo en un ámbito más acogedor. Esto no
estará en ningún reglamento, pero si en la intención de cada uno de los hombres
que deseen colaborar al logro de estos fines.

Por tanto, una institución sin comunidad verdadera, sin bienes compartidos,
es un sistema impersonal, sin alma. Una institución que es una comunidad, es
una importante fuente de riquezas en las relaciones interpersonales de los
hombres. Sus miembros podrán compartir la vida con los demás miembros de esa
comunidad y lograr una vida de relación que los enriquezca a todos. Será un dar y
recibir, aceptar y compartir, un tener elementos en común que hace bien a cada
persona y por ende a todo el grupo.

Lo contrario a este espíritu es lo que muestra la muchedumbre solitaria que aparece


en nuestra sociedad de la información. Todos hacen cosas iguales, pero no
comparten nada, por no tener nada comunitario. Nada los une, no aparecen las
responsabilidades individuales o personales. No comparten los medios que son
bienes útiles para alcanzar los fines.

Cuando una comunidad posee bienes comunes, estamos frente a los valores que
defiende esa comunidad. En ella los elementos materiales serán la condición de
posibilidad de esos valores.

Una comunidad está integrada cuando sus miembros se incorporan a su tarea


común y participan de sus bienes. Para el logro de todo ello, es necesaria la
presencia de la comunicación. Ella permitirá, con el tiempo, el surgimiento de la
verdadera amistad, basada en el amor.

1.- Es la sociedad en la cual nacemos, en la cual todo hombre recibe los elementos
con los cuales ha de vivir y le servirá de vinculación con el medio. Desde
funciones necesarias para su desempeño (el lenguaje decíamos líneas arriba, la
primera instrucción, etc.) hasta lo más radical que caracteriza al hombre que es
el amor.

2.- El desarrollo físico, psicológico hace que nuestro horizonte se amplíe y nos
vinculemos con otros grupos sociales que coadyuven al desarrollo de todo
hombre: la escuela, el grupo de amigos, distintas asociaciones: el club, la
parroquia, un grupo de teatro, etc. Todas ellas colaboran al crecimiento integral
de la persona. Ayudan al desarrollo pleno de la persona en todos sus ámbitos.
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De allí la necesidad de la existencia de éstas, dado que la familia no puede


cumplir todos los roles, ni tampoco se puede delegar todo en el estado.
3.- Cuando el hombre se desarrolla y busca satisfacer necesidades, aparece la
técnica y el trabajo. La subsistencia humana lo lleva a determinar la vida
económica. Así aparece, como un conglomerado armónico de relaciones, en
vista a cubrir las necesidades de los hombres, la empresa. Muy relacionada con
ella el mercado, que le da el ritmo de la oferta y la demanda en el mundo actual.
A estas variables (las de la oferta y la demanda, habría que agregar la
consideración de los factores humanos en las acciones laborales. Es decir, no
sólo considerar que lo que define el costo de un producto es la necesidad de la
sociedad, sino el valor humano, que es un valor agregado [plusvalía según se
define en Laborem Exercens]).

4.- Las instituciones jurídicas que aparecen como necesarias a la hora de


mantener viva la justicia y su aplicación, son acompañadas por las instituciones
políticas y las instituciones comunitarias, las cuales deben estar al servicio de la
organización de la sociedad.

5.- En el momento en que el hombre requiere del aprendizaje, lo hará primero de


manera no formal y espontánea dentro de la familia o en relación con otros.
Cuando este requerimiento avanza, surge la necesidad de un aprendizaje formal
y es allí cuando aparecen las instituciones educativas. Ellas tienen la misión
de formar al hombre para desempeñar su papel o función en la
organización social. Preferimos hacer uso de la palabra formar y no sólo
capacitar, dado que entendemos que la primera es más amplía en su
significación, mientras que la segunda puede limitarse sólo al desarrollo de
aptitudes y destrezas.

6.- Cuando la demanda del hombre no apunta sólo a cubrir necesidades educativas
y mira hacia su salud, surgen las instituciones sanitarias y asistenciales, que
velarán por los hombres que no se valen por sí mismos o requieren una
atención a su salud.

7.- Las instituciones culturales son las que les preocupa el desarrollo cultural del
hombre y crean espacios de participación en la manifestación de los talentos
que cada uno aporte, en relación al conjunto de la vida humana. Pueden
apuntar, también a los campos de la moral y la religión. Hay que tener en cuenta
que estos aspectos se cubren generalmente en la familia o en instituciones
religiosas en primera instancia, pero que el tejido social debe colaborar al
desarrollo de todos estos factores.

Las comunidades son los modos más humanos de vivir en sociedad. Para lograr
esto hace falta tiempo, ya que aunar inteligencias y voluntades no es tarea fácil ni
rápida, pero no imposible, más aún, si los fines, los motivos y las razones son
buenos. Si hablamos de los distintos tipos de instituciones, diremos, que se
relacionan básicamente con los fines mismos del propio hombre. Éstas pueden
describirse de la siguiente manera:

En conclusión, de acuerdo a las necesidades humanas podemos establecer


distintas instituciones: instituciones educativas, religiosas, deportivas,
culturales, políticas, etc. Todas deben atender al desarrollo del hombre de
acuerdo a su finalidad intrínseca. Todas colaboran a que, desde su sector, formen
al hombre y su interacción colabora en su desarrollo integral. Por eso sostenemos
que las instituciones deben servir al hombre y no al revés. Las instituciones están
en función de la persona, lo contrario sería sostener una visión deshumanizada
del tejido social. (15)
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Fin de las instituciones

Bajo el presente título no nos referimos a su acabamiento, sino que, atendiendo su


continuidad, las mismas tienen un sentido, una intencionalidad. (16)

Sostenemos que el fin inmediato es el logro de aquello para lo cual han sido
pensadas y gestadas. En eso no deben claudicar. La escuela debe educar, el
hospital debe proveer de salud, los partidos políticos deben preocuparse de servir al
pueblo atendiendo a la cosa pública (la res-publica) y de esa manera, con todas las
instituciones.

El fin mediato de ellas es servir al hombre. En la medida en que logren su fin


inmediato estarán siendo útiles al logro del fin del hombre. Por eso decimos que el
fin de las instituciones es el fin del hombre. Y si el fin del hombre es conseguir su
felicidad, las instituciones debieran ayudarle en este sentido al hombre, dado que
están a su servicio. Esto se logrará en la medida que las instituciones sean
eficaces.

La felicidad es lo implícitamente deseado, pero no siempre expresamente


mencionado. O sea, todos los hombres desean ser felices, el deseo de felicidad
pertenece a la naturaleza humana. (17) Y esto es irrenunciable. Hay una tendencia
natural hacia ella. Lo que varía es el modo de obtención de la misma (es la clásica
distinción entre felicidad subjetiva, lo que cada uno desea o quiere y la felicidad
objetiva, que es esta tendencia natural a la felicidad). (18) Por eso decimos que las
instituciones podrán proporcionar esto al hombre en la medida en que sean útiles.
Por eso, quien está a cargo de la institución, quien detenta la autoridad de ella
tiene una responsabilidad social inherente a la función.

Su necesidad se funda en el hecho de que el hombre al reunirse debe organizarse


y ordenarse en ámbitos mayores, cuya estructura lo cobije y lo contenga. Si
sostenemos que la sociabilidad es algo natural en el hombre, de la misma manera
éstas forman parte del tejido social y su origen obedece a la naturaleza
humana; son, por lo tanto, constituidas en forma secundaria al hombre. Dependen
de él y deben estar a su servicio.

Las instituciones, en este sentido no son ámbitos artificiosos o surgidos de un


capricho o una moda, son organizaciones donde el hombre, puede desarrollar sus
acciones responsablemente. Ellas no sólo le ofrecen el marco necesario para ello,
sino que lo contienen marcándole sus límites y dándole sus posibilidades de
expansión en el sentido que según sea su naturaleza, pueda abrirse al servicio a la
comunidad.

Cada institución tiene distinta naturaleza. Por ello, se multiplican dentro de la


sociedad como opciones diferentes en el campo de la vida social del hombre. Si
tuviésemos que señalar algunos elementos comunes a todas ellas, diríamos que
comparten razones, motivaciones y fines de la tarea que se realiza en cada una.
Cuando los integrantes de una determinada institución logran compartir
inteligentemente estos elementos comunes, se avanza significativamente.

Por otro lado, se puede señalar la existencia de tres instituciones que tienen una
particular relación con la educación. Son la Familia, el Estado y la Iglesia.

Entendiendo que la sociedad es la unión moral de personas para obtener un fin


común, se pueden entender, en un sentido amplio, que las mencionadas
recientemente conforman una sociedad. Hablamos de unión moral porque la
pertenencia y la permanencia de las personas en ellas se realizan por un acto
inteligente, voluntario y libre. Esta unión tiene una duración determinada. Es
65

estable, no tiene breve duración ni es circunstancial. Se organiza con miras a ser


durable. Además, mira hacia el bien propio, buscado por ella, que constituye su fin y
se lo llama bien común.

"…Cada comunidad se define por su fin y obedece en consecuencia a reglas


específicas, pero ‘el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones
sociales es y debe ser la persona humana’.
Algunas sociedades, como la familia y la ciudad, corresponden más
inmediatamente a la naturaleza del hombre. Le son necesarias….". (19)

Por lo tanto, el fin de cualquier sociedad es la persona humana, dado que éstas
deben procurar alcanzar, desde su índole específica el bien del hombre.

La Familia

Se trata de una institución constituida libremente por dos personas de distinto


sexo, hombre y mujer, con el fin de procrear y obtener su ayuda mutua. Ella se
nutre del amor de sus integrantes y se moviliza por el bienestar físico, espiritual e
intelectual de sus integrantes. Esta institución se funda sobre el matrimonio, a partir
de un acto libre y responsable, teniendo el deber y el derecho irrenunciable de
educar a sus hijos.

“Un hombre y una mujer unidos en matrimonio forman con sus hijos una
familia. Esta disposición es anterior a todo reconocimiento por la autoridad
pública; se impone a ella. Se la considerará como la referencia normal en
función de la cual deben ser apreciadas las diversas formas de parentesco.
Al crear al hombre y a la mujer, Dios instituyó la facilidad humana y la dotó de
su constitución fundamental. Sus miembros pon personas iguales en dignidad.
Para el bien común de sus miembros y de la sociedad, la familia implica una
diversidad de responsabilidades, de derechos y de deberes.” (20)

La familia constituye la primera sociedad naturalmente constituida sobre la


cual y en relación entre todas ellas, se edificará la sociedad civil. Es en este
marco familiar-social en el cual se debe dar la primera formación a la persona.
Formación no de contenidos (a tal fin, está la escuela) sino de consolidar lo que es
la persona, en sus características centrales (formación de la personalidad,
formación de hábitos, etc.). Por ello, el niño necesita la ayuda física y psíquica de la
familia. Esto se basa en el hecho de los padres son los que debieran estar más
unidos.

La educación que debe dar la familia se enmarca en un tipo de educación no


sistemática ni formal. Pero ello no la exime de hacerlo, al contrario, forma parte de
su misión el educar a los hijos que de los miembros surjan.

El Estado

No se entiende la sociedad sin un orden interno. Pertenece al orden natural su


presencia, constitución como así también la posesión de autoridad.

Ésta, la autoridad no es un fin en sí, sino que es un medio para alcanzar y gestar
desde su ámbito propio el bien del hombre. Por eso es que mientras más alto se
está en la posición de la sociedad civil, mientras más autoridad se posea, más
grande es el servicio a los hombres que se debe prestar.
66

Por ello es que el rol del estado es la organización de la sociedad civil,


teniendo políticas claras de gobierno. Debe tener definido no sólo los medios de
actuación, sino también la meta a lograr.

Y en consonancia con lo recientemente expresado el fin del estado es garantizar


la consecución del fin de la sociedad y, por ende, del hombre mismo.

Por ello es que afirmamos que la sociedad y el estado son necesarios para la
realización de la vocación humana.

Dentro de la organización interna de la sociedad y como medio de alcanzar la


conducción del estado, surgen los partidos políticos, los cuales, como toda
sociedad u organización deben bregar por alcanzar el bien del hombre. La
presencia de ellos, su amplísima variedad muestra la diversidad de opciones por los
cuales se puede conseguir el fin del hombre.

La Iglesia

Entendida como comunidad humana, pero con origen divino, ésta también
colabora en lograr el bien del hombre.

Pero, así como el estado busca que de manera natural se alcance el bien del
hombre, la Iglesia, por ser una institución divina, busca el logro del bien del hombre
en un sentido trascendente.

Si bien participa de la sociedad civil y está comprometida con ella, sin embargo, su
nivel de actuación difiere de todas las otras instituciones civiles:

• por su origen y
• por su meta.

Por eso, pretender opacar el rol de la iglesia, pretender cercenar su mensaje,


pretender equipararla a cualquier otra institución, significa no haberla conocido ni
mucho menos participado.

No se puede negar el rol de la Iglesia en la formación de las personas, pero como


decíamos líneas arriba: la meta de ella va más allá de lo que la sociedad civil tiene
como objeto, la trasciende. El poder comprender esto implica el reconocer una
antropología de fondo: aquella que sostenga que el hombre no es sólo un ser
corpóreo espiritual, sino que tiene destino de trascendencia, el cual debe ser
formado. Por eso es que excluir de los contenidos formativos a la dimensión
religiosa es poseer una antropología que no mira la trascendencia d la persona, es
entender al hombre parcialmente.

EL CARÁCTER NATURAL DE LA SOCIEDAD

La persona necesita de otras para comportarse conforme a lo que es y alcanzar su


plenitud. Es decir, las relaciones interpersonales son algo totalmente necesarias en
la vida del hombre, es algo del cual no se puede prescindir. Por eso es que algunos
pensadores han entendido al hombre como un ser-con-otros, con el mundo, a los
cuales está abierto.

El hombre coexiste con los demás y con la naturaleza. Por ello, el ser del hombre
es coexistir. El hombre es naturalmente social, es decir, pertenece a su esencia
vivir en sociedad.
67

La pregunta es por qué y cómo lo hace. Por ello, para entender lo humano, para
entender al hombre es imprescindible entender lo social.

Con esta visión se remarca la característica natural de la sociabilidad, en


contraposición a la visión surgida en los siglos XVII y XVIII, la cual sostiene que la
sociedad es fruto o consecuencia de un pacto social entre los hombres. Esta visión
“contractualista” se afirma en el hecho de sostener que el hombre, en forma aislada,
vive en un estado de indefensión y salvajismo, razón por la cual la sociedad le
ayuda a salir de ese estado salvaje o presocial, y conseguir así más fácilmente
aquello que necesita para vivir, por medio de un acuerdo entre un conjunto de
individuos independientes. Este punto de partida suele generar una determinada
visión de la vida social, que es el individualismo.

EL FIN DE LA VIDA SOCIAL

Los hombres se asocian no sólo para sobrevivir y satisfacer sus necesidades


materiales más urgentes, sino sobre todo para alcanzar los bienes que forman parte
de la vida buena, y éstos sólo se alcanzan gracias a las buenas relaciones
interpersonales entre el conjunto de los ciudadanos.

En consecuencia, y siguiendo a Aristóteles, la justicia, el respeto a la ley, la


seguridad, la educación y, sobre todo, los valores aprendidos que guían la libertad
son los bienes que constituyen el fin de la vida social, pues sólo en ella se pueden
alcanzar.

Por lo tanto, vida buena y fin de la vida social son mutuamente convertibles, están
íntimamente vinculados. Por eso, siguiendo con esta línea de pensamiento:

1.- el fin de la vida social es la felicidad de la persona:


la vida social, y en consecuencia, la vida económica, cultural y política tienen
mucho que ver con la ética, porque pueden asegurar o impedir el desarrollo y
perfeccionamiento de las capacidades humanas, y en consecuencia favorecer o
impedir la libertad y la felicidad.
2.- la sociedad y sus instituciones deben ayudar a los hombres a ser felices y
plenamente humanos, lo cual consiste en conseguir el conjunto de bienes que
integran la vida buena: no se puede considerar la vida social separada de su fin:
dar al hombre los bienes que le permiten llevar una vida buena y, en
consecuencia, ser feliz.

En conclusión, corresponde al conjunto de la sociedad, y no sólo a cada individuo


aislado, conseguir los bienes que constituyen la vida buena para aquellos que están
dentro de ella.

ELEMENTOS DE LA VIDA SOCIAL

Se puede considerar que el fundamento de la vida social es la persona y su


conducta, y que ésta se compone de acciones prácticas.

Por lo tanto, la acción humana es el primer elemento de la vida social, y sin la cual ella
no surge.

Del primer elemento, surge el segundo que es el lenguaje. Sin éste no existiría
sociedad, ya que no podríamos manifestarnos ni compartir el conocimiento, ni estar
de acuerdo con los demás. El lenguaje es el vehículo para compartir el
68

conocimiento, los sentimientos, los proyectos, los valores, para distribuir las tareas,
para expresar todo lo que se tiene en el pensamiento y en la intimidad.

El lenguaje tiene dos funciones: manifestarse o expresarse, y comunicarse. En


consecuencia, la comunicación y el intercambio son el tercer elemento de la vida
social. Sin comunicación no hay sociedad, como así también sin diálogo no hay
relación interpersonal. Pero, la comunicación es lo que permite el intercambio entre
las personas. La sociedad, puede entonces definirse como un sistema de
intercambio. Se intercambian palabras y, mediante las palabras, el conocimiento.
Pero, además se intercambian todo aquello que se refiere a las necesidades
humanas. En definitiva, la sociedad es también el sistema de intercambio de los
bienes necesarios y útiles para la vida humana.

Para realizar este intercambio el hombre ha inventado un medio que mide los
bienes repartibles, para igualarlos y regular su trueque: el dinero, que es el cuarto
elemento. El dinero es el instrumento de medida, con vistas al intercambio, de los
instrumentos y de los bienes necesarios para la vida.

La organización de la acción común y su consecuencia, la división del trabajo y


la autoridad que es la que lleva a cabo esa organización, son, respectivamente, el
quinto y el sexto elemento. Ambas van unidas y aparecen incluso antes que el dinero:
son su condición de posibilidad.

Todos estos elementos están entrelazados y se dan simultáneamente. Porque es


necesario que alguien emita órdenes para una acción conjunta de los hombres, se
necesita un acuerdo para actuar coordinadamente. En segundo lugar, la división del
trabajo nace de la capacidad humana de producir mediante la técnica más bienes
de una determinada clase de los que el sujeto productor necesita. El trabajo
humano plantea enseguida el problema de intercambio, distribución y reparto de los
bienes producidos. La autoridad aparece como la encargada de vigilar ese reparto y
distribución. Por lo tanto, la autoridad se sirve del lenguaje para emitir órdenes y
asignar tareas y además, regular el intercambio de los bienes ofrecidos y
demandados, y resolver los conflictos y problemas que pudieran surgir.

La autoridad destaca que más importante que el dinero, es la justa distribución de


bienes y tareas. Esa distribución necesita una regulación adecuada, unos criterios
que permitan mantener la igualdad, la armonía, la comunicación y la acción
concertada, y que no se destruya la vida social por la discordia y la violencia. Surge
así, la justicia y el derecho, como séptimo elemento de la vida social.

En conclusión, los elementos de la vida social son: la acción humana, el lenguaje, la


comunicación o intercambio, el dinero, la autoridad, la división del trabajo u
organización de las tareas comunes y la justicia o el derecho.

Las instituciones

La vida social es el conjunto de todos los roles o funciones. Cuando ese conjunto
queda jurídicamente regulado se está ante una institución.

De allí que la vida social se articula por medio de las instituciones, siendo más rica
la sociedad mientras más instituciones tenga y éstas funcionen adecuadamente,
cumpliendo sus fines. Síntoma de que la sociedad no persigue el bien ciudadano es
cuando, por ejemplo, estas instituciones cumplen un rol político partidario.

Por otro lado, las instituciones son los principales agentes de cultura, dado que, en
alguna medida, todas deben manifestar en forma total o parcial, algún aspecto de la
69

cultura local. Un centro vecinal, el club deportivo, la iglesia, las ONGs, las
asociaciones intermedias, un hospital, etc., etc., son instituciones que reflejan algún
aspecto de la cultura local. Todas deben perseguir el perfeccionamiento de la
persona de distinta manera. Este objetivo se puede ver enturbiado cuando no
cumple el fin para el que ha sido creado, cumpliendo fines, como, por ejemplo, los
mencionados recientemente, estar al servicio de una política partidaria y no de la
sociedad. Además, estas instituciones reflejan el modo de sentir, de vivir, de
pensar, de obrar de sus integrantes.

Por último, la existencia de las instituciones es algo natural que responde a la


condición social del hombre.

La autoridad política

Las instituciones surgen, se desarrollan y se consolidan de modo plenamente


humano cuando se da en ellas la autoridad política.

La autoridad es una forma de emitir las órdenes que establece un diálogo entre el
que las emite y el que las recibe, de manera que éste acepta la orden, la hace suya y
modifica libremente su conducta para obedecerla, aunque también puede pedir
aclaraciones, sugerir una modificación, etc. La autoridad política se ejerce así por
medio de un discurso racional compartido y dialogado, que origina una identificación
de voluntades y propósitos entre el que manda y el que obedece.

Por eso, la vida social es el intercambio de una serie de razones dialogadas, de tal
modo que la razón no es la que se impone por la fuerza, sino mediante la
persuasión racional, la que convence a los demás. Los fines, motivos y razones del
que manda pasan a ser mediante el diálogo fines y motivos de todos: el mando
pasa a ser participado.

Al ser participado y dialogado, los que ejecutan las órdenes aportan las variaciones
que se han producido al ejecutarlas, aportan lo que ellos observaron al cumplir con
ese mandato.

Así se ve cómo el lenguaje, empleado de modo político, es decir racional y no


despótico, es de por sí un conectivo entre los hombres: si la orden fuera sólo
descendente, de sentido unidireccional, no conectaría a la autoridad con el que
obedece.

Este modo de relacionarse se complementa con la descentralización del poder y la


implantación de esferas de autonomía, en los cuales los que obedecen tienen
libertad y capacidad de decisión sobre sus propias tareas, gracias a la actitud
confiada de los jefes hacia sus capacidades y experiencia. Así, la relación mando-
obediencia se asienta sobre la responsabilidad de cada uno sobre su tarea.

La autoridad política se basa, entonces, en la inteligencia, la persuasión, el mando


alternativo, la descentralización del poder, las esferas de autonomía, la confianza,
la responsabilidad y la iniciativa. Caso contrario, se tiene la fuerza como la medida
de la relación social, es decir, rige la ley del más fuerte, lo cual convierte al tejido
social en un sistema tiránico.

En definitiva, se trata de compartir las razones, que el otro obedezca en virtud de


las mismas razones que tiene el que manda. Si el que obedece tiene las mismas
razones y motivaciones, es evidente que se está en un sistema comunitario. Sin
esto, las instituciones no se pueden consolidar, pues se frustra un elemento
imprescindible en ellas que es la comunicación.
70

La justicia y el derecho aparecen como el sistema de regulación social mediante


el cual se reconoce públicamente a las personas y a sus propiedades, se regulan
los intercambios y se sanciona a quienes quebrantan esa regulación.

Por lo tanto la institución es el conjunto de roles unificados bajo una autoridad,


jurídicamente regulados, y puesto al servicio de una tarea común con la que se
alcanza alguno de los fines de la actividad humana.” 40

1.- DEFINICIÓN DE ÉTICA:


APROXIMACIÓN ETIMOLÓGICA Y REAL

Aproximación a la Ética

Dice el Profesor José María Barrio Maestre: “La palabra griega ethos -con épsilon-
significa exactamente lo mismo que la voz latina mos, moris, de donde procede la
nuestra mora": en ambos casos, costumbre, hábito, uso, modo estable de obrar. En
griego existe también la palabra ethos escrita con eta, y significa casa, habitación,
guarida o patria, de la misma forma que del tema de genitivo de mos, moris procede
nuestra voz morada.

Meditando en esta anfibología, Heidegger observa que hay una profunda


concomitancia entre ambos sentidos. En efecto, las costumbres firmemente
asentadas en nuestra vida le suministran un cierto arraigo y cobijo, una bóveda
axiológica que nos protege y permite que nos sintamos en nuestro sitio, que
estemos afianzados en la existencia y que nuestra conducta no esté hecha de
improvisaciones y bandazos, sino que tenga cierta regularidad, pauta o criterio. En
definitiva, le dan estabilidad y coherencia. En este sentido, todo habitus es un cierto
habitaculum.” 41 Por ello las virtudes son las encargadas de dar una cierta
predisposición moral como si se configurara una segunda naturaleza.

La Ética estudia por lo tanto el actuar libre del hombre. Es decir, la conducta
responsable y por lo tanto imputable de la persona.

La Ética se subordina a la Antropología Filosófica pues parte de una concepción


determinada de hombre y se encontrará condicionada por aquella. Si varía la
concepción de hombre, variará consecuentemente el modelo ético sostenido. La
Ética estudia los actos humanos es decir aquellos que son conscientes y
voluntarios. Es decir, es aquel acto que se realiza con uso de razón, con libertad y
conciencia.

Es posible recordar las características del ente vivo y entre ellas la autorrealización.
Esta nota se refería a la búsqueda de la perfección del sujeto en la línea del propio
ser. Es decir, naturalmente todo ente vivo busca su propia perfección, su plenitud.
La planta nace crece, produce frutos y muere, cumpliendo exitosamente su ciclo
vital. Los entes vivos en general subordinan sus fines a los fines de la especie. En
cambio, los fines del hombre no están supeditados a su especie. La
autorrealización humana implica el cumplimiento de un proyecto de vida personal.
La búsqueda de la plenitud y el perfeccionamiento en el ser humano no es otra
cosa que la búsqueda de la felicidad.

Todo término puede ser definido al menos desde dos perspectivas, que no son
ciertamente las únicas; una denominada etimológica y otro real. La primera, se

40
López-Guiraldez. Filosofía 2 derecho.
41
JOSÉ MARÍA BARRIO MAESTRE. “Analogías y diferencias entre Ética, Deontología y Bioética”. Profesor Titular Universidad
Complutense de Madrid. http://xserra.net/unica/2003/doc/JMBarrio_01.pdf.
71

refiere al significado del término desde el punto de vista de la palabra en sí misma y


por lo tanto, su origen histórico; la segunda, al concepto más apropiado de la
misma, es decir con qué significado la vamos a utilizar precisamente desde una
perspectiva científica.

Definición Etimológica y Real

A priori, el ámbito de lo ético viene también mencionado por una palabra de diversa
escritura pero que es utilizada como sinónimo, se trata de la palabra moral. Debido
a que ambas son utilizadas muy seguido y que en muchos textos son utilizados
como sinónimos o con significaciones distintas, vamos pues a considerar ambas:

a. Definición etimológica: la palabra ética y la palabra moral se originan en las


dos lenguas clásicas occidentales:
• ética viene del griego “éthos” que significa originalmente “costumbre”.
• moral si bien procede del latín “mos” significa también “costumbre”, por lo
tanto, las aproximaciones semánticas desde la etimología nos llevan al mismo
significado.

Ahora bien, teniendo en cuenta el uso común y científico de las palabras ética y
moral, las significaciones etimológicas no parecen guardar relación con las mismas.

b. Definición real: significa ante todo fijar el significado del término según el
concepto esencial del mismo, es decir a qué realidad se refiere. Por lo tanto, es
una definición que intenta ser más universal y se coloca más allá de los diversos
sistemas filosóficos y el conocimiento vulgar. En general, tanto la ética como la
filosofía moral indican a una ciencia “que estudia aquella cualidad de los actos
humanos que consiste en estar o no orientados al bien, es decir si son buenos o
malos.”

Más adelante realizaremos una comparación con otras corrientes de pensamiento


que dan definiciones diferentes pero que en lo esencial, se encuentran referidas en
esta definición.

Una serie de textos nos pueden poner en contacto con algunas de las cuestiones
fundamentales de un “tratado de ética” o, dicho de otro modo, con algunos de los
temas concretos que se desarrollarán en el seminario y que revelan la naturaleza
ético-moral del obrar de la persona humana.

1.1.- Aristóteles

Plantea que todo acto humano persigue un fin y además añade que el fin principal
es alcanzar la felicidad que, según él, se alcanza mediante el ejercicio de las
virtudes.

Definir las características del acto humano y su finalidad es parte de la ética. A esto
debemos agregar el estudio de la noción de virtud, típica del pensamiento
aristotélico y que para nosotros es clave para construir una idea completa de la
persona humana.

1.2.- JaqcuesLeclerq

Señala que una condición fundamental y básica de toda acción propiamente


humana es que sea libre. Definir la libertad es parte de la ética.
72

Este autor también hace referencia a una de las objeciones contra el obrar libre es
decir el determinismo que implica al menos, una reducción de la capacidad humana
de obrar libremente.

1.3.- Jhon Dewey

Se refiere a los motivos del obrar humano, es decir si el hombre actúa ciegamente o
si siempre lo mueve un interés personal.

En ética definiremos todos los aspectos que componen el actuar humano y su


relación con la sociedad.

1.4 Jorge Luis Borges y Aristóteles

Los textos de Jorge Luis Borges (uno de los literatos más importantes de la historia
argentina) y de Aristóteles, nos revelan dos actitudes del hombre frente a la vida;
ambas coinciden en que el ser humano está llamado a desarrollarse
completamente mediante su obrar. En el primer caso se percibe el fin de la
felicidad, pero se dice que se ha perdido el horizonte, que no se ha logrado
alcanzar la misma y, por lo tanto, no se ha obrado bien.

En el segundo caso se manifiesta que dentro del mismo sujeto están las estructuras
que le permiten realizarse más plenamente, aquello que lo hace casi divino.

Nosotros unimos estos dos textos diciendo que la ética nos puede ayudar a
desarrollar “aquello mejor que hay en nosotros”, que consiste en la posibilidad real
de ser felices pero que, al mismo tiempo, todo depende del uso que hagamos de
nuestra libertad.

2. OBJETO DE LA ÉTICA

Analizamos primeramente el objeto de la ética utilizando la división objeto material y


formal. El material se refiere a una totalidad que incluso puede ser estudiada por
otras ciencias. El objeto formal es, en cambio, el punto de vista particular de una
ciencia con respecto a ese objeto y es lo que propiamente distingue las ciencias
entre sí.

Así por ejemplo:

El objeto material (de la ética): son “los actos humanos” que se los distingue de los
“actos del hombre”. Los primeros surgen de la libertad y por lo tanto tienen una
serie de características que los hacen propios y exclusivos del ser humano. Los
segundos no proceden de la libertad, como, por ejemplo, los actos realizados
automáticamente o instintivamente. También pueden ser considerados aquellos
actos realizados bajo la influencia del alcohol, de la droga u otras sustancias, que
provoquen la anulación parcial o completa de la libertad y de la conciencia.

El objeto formal (de la ética): Estudia como dijimos los actos humanos, pero
teniendo en cuenta la rectitud de los mismos, es decir si están o no ordenados al
bien. Para el hombre el bien consiste en alcanzar el fin último, es decir, Dios mismo.

Para alcanzar este fin el hombre puede seguir la ley natural usando la recta razón.
Nosotros estudiaremos ambas nociones.
73

El hombre busca siempre el bien y por lo tanto la felicidad, sin embargo, no todos
coinciden en su definición, sobre esto reflexionará esta ciencia.

Podemos distinguir, por ahora brevemente, tres tipos de bienes:

1.- bien ontológico: es el hecho de que todas las cosas son y por lo tanto pueden
ser conocidas o queridas.
2.- bondad técnica o útil: es el hecho de que algo sirva para un fin restringido o
para cumplir determinada acción técnica o práctica.
3.- bien agradable o placentero: es el agrado o placer que nos pueda producir
determinado hecho o acción. El bien está vinculado sólo al plano afectivo.

El bien moral implica cumplir o no con la ley natural y la recta razón que persiguen
en última instancia alcanzar al Bien Supremo, es decir, Dios mismo.

3.- DEFINICIÓN DE ÉTICA COMO CIENCIA


TEÓRICO-PRÁCTICA Y NORMATIVA

Nos ubicamos en una escuela de filosofía que denominaremos “filosofía realista” y


se inspira en la larga tradición de la filosofía aristotélica. Esta toma de posición no
implica negar otros pensamientos; además de considerar esta línea como la
verdadera, en líneas generales, nos parece un principio de orden metodológico que
nos permitirá ver con mayor claridad y orden los diversos problemas éticos.

De hecho, ya en nuestra determinación del objeto de la ética, hemos utilizado


algunos presupuestos filosóficos que pertenecen a la escuela de pensamiento que
estamos citando.

Otras escuelas filosóficas éticas podrán aceptar nuestra conceptualización y se


diferenciarán sobre todo en el modo de definir el concepto de ciencia y el de
filosofía.

Nuestra postura dice que “la ética es una ciencia práctica de carácter filosófico”.
Vamos a explicarla punto por punto.

Ciencia: se trata de un conjunto ordenado de verdades ciertas y universales que se


fundamentan en el conocimiento de las causas.

Toda ciencia es un conocimiento racional que intenta llegar a las causas últimas o
inmediatas de un determinado ente. Además, toda ciencia implica un objeto (en
nuestro caso ya fijado), un método, una sistematización de los mismos y una
exposición racional y fundamentada.

Práctica: No es un saber para contemplar sino para actuar, de acuerdo a lo


entendido por la inteligencia.

Las verdades que estudia dependen de la voluntad humana que es la facultad del
obrar humano.

Carácter filosófico y normativo: se fundamenta en la metafísica y en la


antropología, es decir, en el deber ser de la realidad (metafísica) y del hombre
(antropología filosófica).

Como toda ciencia filosófica intenta elaborar un saber universal y esencial que sirva
de fundamento para todo obrar humano. Esto no quiere decir que no haya distintas
74

corrientes de pensamiento, pero todas coinciden en intentar llegar a una


fundamentación última del ser moral humano.

PARTES DE LA ÉTICA

Seguimos en este punto una de las divisiones más simples y aceptadas de las
diversas partes de la ética:

Una es la ética general: se ocupa de la estructura moral del sujeto humano y los
principios que de allí se derivan el fin último, la ley moral, la conciencia, las virtudes,
etc.

Otra es la ética aplicada o social: es la aplicación de esos principios a la vida del


hombre en sociedad como la familia, la autoridad política o las leyes civiles.

Hoy se desarrollan éticas que se aplican al estudio de las consecuencias en este


orden de ciencias como la ingeniería genética o la ecología. Sin lugar a dudas en
nuestra sociedad aparecen muchas realidades que exigen una reflexión ética.

4. CONOCIMIENTO PRÁCTICO Y ACCIÓN HUMANA

El conocimiento teórico: la ciencia

Cuando se habla de la capacidad humana de conocer, se pueden mencionar dos


clases de conocimiento: el teórico y el práctico. El primero hace referencia o da
lugar a la ciencia y el segundo es empleado para llevar a cabo la acción humana.
Son dos clases distintas de conocimiento, pero íntimamente relacionadas entre sí.

La ciencia es la más importante realización y la más seria tarea del hombre


moderno, la que le ha permitido llevar a cabo la transformación del mundo.

En el siglo XVII, el descubrimiento y aplicación sistemática del modelo físico-


matemático de ciencia dio origen a un cambio de mentalidad que ha configurado
toda la Edad Moderna europea. Creció en Europa la confianza en la razón y se
desarrollaron de modo más rápido e intenso las ciencias físico-experimentales, y a
partir del siglo XIX las ciencias del hombre o ciencias sociales.

Los tres rasgos de la mentalidad que acompañó a ese desarrollo, fueron los
siguientes:

1.- la convicción de que en la ciencia se daba un progreso lineal y ascendente,


garantizado por métodos racionales, lo cual remite al llamado método científico.
2.- la convicción de que la ciencia era un modo de conocimiento privilegiado sobre
todos los demás, los cual remite al lugar de la ciencia en el conocimiento.
3.- la convicción de que aplicando la ciencia era posible conseguir un progreso
lineal e indefinido en el mundo humano, lo cual remite a los límites de ese
progreso.

Conocimiento práctico y acción humana

Este tipo de conocimiento tiene una característica especial: es la aplicación del


conocimiento intelectual a la concreta situación en la que el hombre se encuentra.
Las acciones humanas tienen lugar en la realidad concreta y singular: es la
conducta personal. El conocimiento práctico se refiere a la conducta y la conducta
75

se rige por él. Es la llamada razón práctica (para referirse al empleo de la razón
como reguladora de la conducta) por oposición a la razón teórica (que construye la
ciencia).

En el uso de la razón práctica, se pueden distinguir los siguientes elementos:

a. el fin

• la acción comienza cuando los apetitos, los sentimientos, la voluntad o la razón


tienen a un objetivo final que se quiere conseguir. Por ejemplo: quiero estudiar la
carrera xxx; quiero ir a ver un partido de fútbol, quiero estudiar idiomas, ir al cine,
etc. El fin es lo primero en la acción, es lo primero que aparece y lo último que se
consigue, o también: es lo primero en la intención y lo último en la ejecución.

Los fines son el motor de arranque de la acción, es aquello que provoca que el
hombre se ponga en marcha, de allí que lo importante en la conducta es saber qué
es lo que uno quiere.

Si faltan los fines aparece el aburrimiento, el tedio, el cansancio en la vida.

b. la deliberación y la prudencia

• esta inclinación a hacer algo produce una deliberación acerca de cómo realizar la
acción, es decir, qué medios emplear para conseguir el fin querido, qué
circunstancias intervienen en el caso, etc. Se deliberan acerca de los medios para
llegar al fin que se pretende.

En la deliberación acerca de las circunstancias y posterior elección, debe intervenir


la prudencia. Ésta como virtud humana principal, debe orientar rectamente en la
deliberación y en la elección: captar rectamente qué es en general bueno para el
hombre, o para mí; captar si una acción concreta favorece o perjudica ese bien
natural del hombre, su salud, etc.; valorar las circunstancias que favorecen o
dificultan la acción para modificar el plan de esta.

c. la decisión

• una vez hecha la deliberación acerca de los medios, se elige uno de ellos, es
decir, se toma una decisión. Ésta incluye la elección de los fines y de los medios.

d. la ejecución

• ésta, muchas veces, es más larga y costosa. Mantener la decisión tomada y


ponerla en práctica hasta la final cuesta mucho más que decidirse. Hay muchas
decisiones que nunca se ejecutan: por olvido, por desorden, pereza, miedo, etc.

La ejecución de las decisiones tiene que ver con las virtudes morales: la valentía o
fortaleza, la constancia, etc.

e. los resultados

• después de realizar lo decidido, se comprueba que los resultados casi nunca son
exactamente los esperados. Las cosas no suelen salir como se lo había pensado,
es decir, los fines pueden no alcanzarse, los medios pueden resultar
inadecuados, la decisión errónea, etc. El resultado viene a ser el modo en que se
alcanza el fin propuesto.
76

El conocimiento práctico tiene que prestar atención a contingencias concretas y


mudables, que pueden hacer variar lo planificado.

La diferencia entre las expectativas y los resultados es un recordatorio de la


limitación humana y de que las cosas siempre cuestan trabajo. Lo finito es
imperfecto, y sólo llega a ser perfecto a base de rectificarlo.

f. la corrección

• en la acción humana se hace necesario, por tanto, introducir los resultados


obtenidos en la nueva planificación y en la toma de decisiones. Entonces se hace
balance de la situación y se corrigen las previsiones iniciales. Y la actitud de
rectificación no sólo es necesaria, sino también de prudentes y sabios, para evitar
idénticos errores posteriores. De aquí surge la experiencia que es el saber
refrendado por la práctica.

g. las consecuencias

• en la acción hay que prever las consecuencias. Pueden las acciones tener efectos
no previstos y hay que asumirlos como propios (pues la acción generadora es
mía). También están los efectos secundarios, que son las consecuencias
imprevistas (las cuales si son malas se llaman efectos perversos).

VIRTUDES Y VALORES

1.- DEFINICIÓN DE VIRTUD

La virtud es una noción clásica introducida en el ámbito de la reflexión ética y moral


que indica en principio, una cualidad buena o positiva.

La noción más clara es la siguiente:

Es un hábito operativo bueno.

• Hábito: indica una cualidad estable es decir que no cambia fácilmente sino que al
contrario tiende a permanecer.
• Operativos: porque se relacionan con alguna de las potencias del hombre mediante
las cuales opera, por ejemplo la inteligencia o la voluntad.
• Bueno: quiere decir que perfeccionan a la potencia y por ello a la persona. La llevan
a su objeto propio.

Mediante las virtudes el hombre puede realizar actos buenos con naturalidad, con
rapidez y con agrado. Es en este sentido como podemos hablar de una persona
buena, aquella que perfecciona su vida mediante las virtudes.

Las virtudes son necesarias para cualquier persona, pues mediante las mismas se
puede perfeccionar y encontrar la felicidad más completa.
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2.- CLASIFICACIÓN DE LAS VIRTUDES

Pueden ser intelectuales o morales.

2.1.- Intelectuales

Son las que perfeccionan la inteligencia y todas nuestras potencias cognoscitivas. Las
más importantes son:

• La prudencia: es aquella que guía a las demás potencias a cumplir con el bien
moral.
• La sabiduría: es el hábito de considerar a todas las cosas según el fin último de la
vida.
• La ciencia: es la capacidad de conocer las cosas según sus propios principios.

2.2.- Morales

Son aquellas que perfeccionan la voluntad y todas nuestras tendencias sensibles. Las
más importantes son: la justicia, la templanza y la fortaleza.

Cómo se adquieren las virtudes:

• Por repetición de actos.


• Por realización de actos contrarios a la virtud.

Debemos decir que las virtudes se encuentran de tal modo relacionadas entre sí que
mutuamente se ayudan para constituirse. La virtud que ejerce de modo privilegiado el
sentido unitario del obrar moral es la prudencia, que dispone no sólo los medios sino
también el fin. Por eso se dice que se trata de una virtud intermedia. Es la que
dictamina la justa medida que las demás deben respetar en su actuación.

2.3.- Las virtudes cardinales

Si bien en el hombre podemos encontrar una gran variedad de virtudes que son
nombradas de diversos modos, se puede decir que hay cuatro que son cardinales.
Estas son la base de todas las demás y de diversas maneras todas se reducen a ellas.

Las mismas son la prudencia, la justicia, la templanza y la fortaleza. Se puede decir


que todo hombre bueno debe ser prudente, justo, templado y fuerte. Veamos una
breve definición de cada una de ellas.

Prudencia: es aquella que indica la recta medida con la que se debe obrar e inclina a
obrar según la ley; la memoria para saber aprender del pasado, el arte de saber
dejarse aconsejar.

Justicia: inclina a dar a cada uno lo suyo:

• a los individuos: conmutativa.


• entre los ciudadanos y los gobernantes: legal.
• y entre los gobernantes y los ciudadanos: distributiva.

Fortaleza: ayuda a vencer el temor y el esfuerzo para hacer el bien.

Perseverancia: constancia en el ejercicio de la virtud.


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Templanza: perfecciona el disfrute de los placeres sensibles. Es la que ayuda al


hombre a gobernar su corporalidad. Pueden ser la sobriedad, la castidad, la humildad.

Aclaración: una palabra sobre los vicios:

Se puede decir que los vicios son el reverso de las virtudes en el sentido que son
también un hábito, pero en este caso a obrar en contra del bien.

Los más importantes son los llamados capitales que se los denomina así por estar a la
cabeza de los demás:

• Soberbia: exagerada sobreestimación y desprecio por la ley;


• Avaricia: uso desordenado de bienes materiales;
• Gula: excesos en la comida y en la bebida;
• Lujuria: excesos en el orden sexual;
• Pereza: no hacer el bien por el esfuerzo que implica;
• Envidia: deseo desordenado de los bienes ajenos y
• La ira: reacción violenta hacia aquello que se considera contrario al propio bien.

La raíz de todos los vicios el amor desordenado por uno mismo.

Este es un esquema que propone una reflexión moral sobre la propia vida. Cada uno
puede completarlo de manera anónima.” 42

Los valores

En todas las fases de la acción intervienen unos criterios previos que se tienen ya
formados antes de actuar y de los que se parte para elegir el fin, escoger unos u otros
medios, etc. A estos criterios se los denomina valores. Éstos son más importantes que
los resultados.

Los valores se toman de los fines de la acción y muchas veces esos fines son los
valores que cada uno tiene.

Los valores son los distintos modos de concretar o determinar la verdad y


el bien que constituyen los fines naturales del hombre. Los valores son la
verdad y los bien tomados, no en abstracto, sino en concreto. Su
característica es que valen por sí mismos: lo demás vale por referencia a
ellos.

Los valores son los que miden y les da el valor a las cosas.

Una misma cosa puede tener distinta significación, en función de la valoración


personal de cada uno.

Entre los principales valores por lo que actuamos se pueden mencionar los siguientes:
la utilidad, la belleza, el poder, el dinero, la familia, la patria, la tradición, la sabiduría,
los valores ecológicos, el rendimiento físico, Dios.

El conjunto de valores que se tiene y en función de los cuales se actúa se toman de


tres fuentes principales:

42
Módulo de Higiene y seguridad, Prof. González.
79

1.- lo que está vigente en la sociedad en la que se vive y que uno ve como normal,
2.- lo recibido por medio del aprendizaje y la educación, tanto en las instituciones
educativas como en la familia,
3.- lo descubierto por medio de la experiencia personal, aun indirectamente, a través
de la amistad.

El conjunto de este modo asimilado forma una tabla de valores personal y


propia, que dice qué cosas son importantes para cada uno. En esta tabla, no
todos los valores tienen la misma importancia, sino que en ellos hay una
jerarquía.

Valores y modelos de conducta

Los valores se suelen encarnar y materializar, en primer lugar, en símbolos que se


respetan, no por el símbolo en sí mismo, sino por lo que representa: la bandera,
imágenes religiosas, fotos de familia, colores del equipo, etc., los cuales se constituyen
en símbolos que se defienden. El símbolo materializa y hace presenta la realidad
valorada.

Los valores son criterios por lo que se rige la acción. Pero, tanto la vida humana
como la conducta, se desarrollan en el tiempo; por lo tanto, determinados tipos
de conducta habitual dan origen a tipos de vida en los que se encarnan los
valores. Eso da origen a modelos de conducta y de vida: a alguien puede
gustarle ser doctor, enfermero, etc. Los valores no se transmiten por medio de
discursos teóricos como a través de modelos vivos y reales, que se presentan,
se aprenden y se imitan. Por ello, se puede concluir que no hay valores sin su
modelo correspondiente.

El modelo que realiza un valor puede presentarse en primer lugar como héroe o ídolo.
Los héroes siempre han sido ejemplos que la humanidad ha seguido para imitar y
realizar en la propia vida. El hombre necesita tener a alguien a quien parecerse, a
quien admirar e imitar. Esto no es algo negativo en la propia vida, sino que refleja un
estilo de vida que es digno de imitación.

Y esto forma parte de la historia misma de la humanidad la presencia de ídolos o


héroes, como así también su imitación. La literatura ha reflejado permanentemente
este rasgo netamente humano. De la misma manera, la Iglesia Católica cuando eleva
a los altares a alguien, es decir, canoniza a alguna persona, lo hace con la convicción
de que esa persona es digna de imitación, quien a su vez imitó a Cristo. Por otro lado,
el arte imita permanentemente esta realidad, cuando pinta, esculpe o dibuja a alguien.

En la actualidad, los modelos se han diversificado mucho: en bastantes casos se


toman como referencia a deportistas o famosos del mundo del espectáculo, de la
política, de la moda, etc. Lo que se debe tener en cuenta es el motivo por el cual es
famoso o famosa (es decir, en dicha persona cuáles han sido sus valores para llegar a
la fama), recordando que la fama no es lo mismo que los honores. La fama es
radicalmente distinta a la honorabilidad. Y los valores hacen más referencia a la
honorabilidad que a la fama, pues se puede ser famoso sin ser honorable o también,
honorable sin ser famoso.

La verdad como conformidad con lo real:

La verdad es, en primera instancia, la realidad conocida.


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El objeto de la inteligencia es alcanzar la verdad de las cosas conocidas, por ello, no


basta el conocimiento por medio de los sentidos, dado que éste no aporta el
conocimiento de la noción de verdad. En alguna medida, el conocimiento sensorial
aporta datos y es la inteligencia la que los juzga interpretando o conociendo desde
esos datos, lo veritativo. Por ello, el bien propio de la inteligencia es abrirse a lo real.

El conocimiento de la realidad puede ser teórico y práctico. Con esta distinción se está
hablando de dos tipos de verdades: una verdad teórica y una verdad práctica,
perteneciendo cada una de ellas a la razón teórica y a la razón práctica,
respectivamente.

Verdadero significa que algo es real, que una determinada cosa es de tal o cual
manera y el hombre con su inteligencia la conoce de esa manera, es decir, la conoce
tal cual es. Por ello es que al definir la verdad se dice que ésta es “la conformidad o
adecuación de la inteligencia con las cosas”. O también, conformidad entre la realidad
y el pensamiento. Esto implica sostener una postura objetiva en torno a la verdad: la
verdad depende de las cosas, de los objetos que son conocidos. Y el hombre se
adapta a ella, conociéndola. La postura contraria es el subjetivismo, donde se sostiene
que la verdad depende de los sujetos o personas que conocen. Lo que se plantea es
que hay temas en los cuales se pueden sostener verdades distintas (por ejemplo,
además de River Plate, cuál otro es un buen equipo) y en ello no hay problemas, el
tema está en verdades que son más importantes y trascendentes en las cuales no es
posible sostener distintas verdades o someterlas a un acuerdo o convención entre los
hombres (por ejemplo, que las Cámaras Legislativas sancionen desde cuando una
persona puede ser considerada como tal).

En el caso de la verdad teórica, el asunto consiste en que la ciencia va adecuándose a


la realidad. La ciencia penetra cada vez más en la realidad de las cosas, se conocen
cada vez más aspectos de la realidad estudiada. Por ejemplo, el conocimiento de que
la Tierra gira alrededor del Sol, que a su vez este sistema solar no es el único, son
verdades que fueron ignoradas durante milenios y que se las adquirió en algún
momento de la historia. Esto significa que el hombre no nace sabiendo, sino que debe
conquistar con el conocimiento la verdad de las cosas, y esta conquista lleva tiempo,
esfuerzo e, incluso, puede fallarse en ella, puede llegar a no conocerse nunca.

Negar la capacidad del hombre de conocer es caer en el escepticismo e, incluso aún


más, en el nihilismo.

El encuentro con la verdad

Las verdades conocidas teóricamente pueden tratar sobre los objetos de la naturaleza,
pero también sobre cuestiones del mundo humano.

Las verdades teóricas se convierten en fines o criterios de la acción cuando se las


elige como objetivos. En ese momento esas verdades se convierten en bienes, es
decir, en algo que uno apetece o quiere tener, o en males, algo que hay que evitar. A
esos bienes que se eligen y que son fin y criterio de acción se les llama valores. Por
ello se dice que la verdad rige la conducta por medio de los valores.

La fuente de los valores y el modo en que la verdad práctica aparece en la vida


humana es triple:

• las vigencias;
• la educación,
• el descubrimiento personal, realizado a través de la experiencia vivida.
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El encuentro con la verdad puede o no ser intenso, teniendo distinto carácter. Esto
depende del tipo de verdad encontrada o conocida: se puede tratar de descubrir o
conocer algo en un razonamiento matemático, en un análisis contable, en los
sentimientos de cierta persona, en el amor de Dios. En todos los casos, se trata de
una cierta iluminación que hace descubrir algo importante que antes no se sabía.

La realidad encontrada como verdad conmueve profundamente al hombre. La


primera consecuencia del encuentro es precisamente una cierta conmoción. Por
ejemplo, el descubrirse enamorado conlleva cierta conmoción.

La consecuencia inmediata es aceptar la tarea que la realidad encontrada encarga


o “impone”. Es decir, hay una apertura de la persona, asumiendo una nueva vida en
la que está incluida esa nueva realidad.

Si el encuentro con la verdad constituye una experiencia profunda y radical, se


convierte en algo permanente, porque transforma y pasa a formar parte de la propia
vida. Reconocer la validez de determinada teoría científica, la vigencia de una serie de
principios religiosos o morales, descubrir el amor de una persona, la muerte de un ser
querido, etc.; dejan una profunda y honda huella. Cuanto más alto es el valor
encontrado, y más intensa la experiencia de él vivida, más dentro de la persona queda
la experiencia. Y es que en el hombre lo que es profundo es permanente, mientras que
lo que no es permanente no es profundo, sino superficial, anecdótico, pasajero, poco
importante. Lo realmente valioso arraiga en lo más hondo de nosotros mismos, pasa a
ser algo personal, y en ello está implicada y afectada la persona misma.

El encuentro con la verdad tiene otra característica y es la de dotar de


inspiración. A partir de dicho encuentro nada es igual. La inspiración es un
impulso para ejercer la propia libertad, tratando de reproducir y expresar la
realidad con la que se encontró y encarnarla en la propia vida y obra. Por ello
se dice que la verdad tiene carácter dinamizante, dado que moviliza las
facultades de la persona.

Vinculado al carácter dinamizante, surge la capacidad creadora. El hombre encuentra


en la verdad un arranque para su capacidad artística. Por ello el sentido más alto de
cualquier creación artística es expresar, es decir la verdad encontrada. Las grandes
gestas humanas (artísticas, religiosas, políticas, intelectuales, etc.) son fruto de la
inspiración que una determinada verdad ha puesto en las vidas de sus protagonistas.
Algunos concluyen diciendo que el crecimiento del hombre se realiza gracias a su
inspiración en la verdad: y esto es cierto, porque el crecimiento personal, de cada uno
se basa en pequeñas o grandes verdades que se van descubriendo en lo cotidiano de
la vida: descubrir que es lo que quiero estudiar, qué deporte practicar, la fidelidad
probada de un amigo o amiga, etc.

Relacionando la verdad teórica con la verdad práctica, se puede agregar diciendo que
hay una íntima relación entre lo que se piensa y lo que se vive, entre las verdades que
se tienen por ciertas y el modo en que éstas influyen en la conducta. Esto implica una
coherencia e integridad entre ambas verdades, entre el conocer y el obrar.
82

Ataques contra la verdad

Verdad Teórica Nihilismo, escepticismo,


relativismo

Verdad Práctica Imperio del gusto, la moda


pasajera

ACTIVIDAD DE INTEGRACIÓN N° 3
Abarca el eje problemática 3

(Las consignas serán publicadas oportunamente en el foro de


comisiones según el cronograma de la materia).

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