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Pérez Ransanz

- la ciencia se distingue del resto de actividades culturales por haber adquirido un


método especial, "el método científico", el cual constituye un modo privilegiado de
conocer el mundo.
- Hasta los años cincuenta, dentro de la tradición anglosajona, los filósofos de la ciencia
compartieron la idea de que los sorprendentes logros científicos -especialmente los de
la física- se alcanzaban gracias a la aplicación de un poderoso conjunto de principios o
reglas, tanto de razonamiento como de procedimiento, que permitían evaluar
objetivamente las hipótesis y teorías que se proponen en la actividad científica. Se
pensaba que el método constituido por dichas reglas ofrecía, por decirlo así, un
riguroso control de calidad de las hipótesis y teorías, junto con una forma de calibrar
su éxito, que permitía a los científicos decidir con total acuerdo sobre su aceptación o
rechazo. De aquí que la tarea central de la filosofía de la ciencia se haya concebido
como la de formular con precisión las reglas del método que garantizaban la correcta
práctica científica y el auténtico conocimiento. En otras palabras, el objetivo era
codificar las reglas metodológicas que encerraban el núcleo de la racionalidad
científica.
- Esta idea general sobre el método científico, común a las dos corrientes que
conforman la filosofía "clásica" de la ciencia: el empirismo lógico y el racionalismo
crítico, resulta severamente cuestionada -en los años sesenta- por una serie de
concepciones que responden al interés por explicar cómo, de hecho, la ciencia cambia
y se desarrolla. Estas concepciones surgen, por tanto, de una reflexión filosófica muy
ligada a los análisis históricos de la práctica científica. todos ellos coinciden en poner
en duda la existencia de un conjunto de reglas metodológicas del tipo que los filósofos
clásicos habían estado buscando. Es entonces cuando comienza a perder su carácter
hegemónico el supuesto de que la ciencia debe su enorme éxito a la aplicación de un
método universal.
- En opinión de los nuevos filósofos, el análisis del desarrollo del conocimiento exige
tener en cuenta el modo como de hecho se trabaja en la ciencia, y sólo la investigación
histórica nos puede dar esa información. En consecuencia se otorga primacía, como
instrumento de análisis, a los estudios históricos frente a los análisis lógicos.
- Estos dos aspectos, el enfoque histórico (contra la primacía del análisis lógico) y el
acento en el carácter teórico de la investigación (contra la existencia de una base
empírica neutral), conducen al cuestionamiento de la tajante distinción entre
"contexto de descubrimiento" y "contexto de justificación", distinción que está en el
núcleo de las concepciones clásicas. Pero sobre todo, conducen a la idea de que para
entender qué es el conocimiento -tarea de la epistemología- no basta considerar el
"contexto de justificación".
- Dentro del análisis cuantitativo de la confirmación se ha recurrido a la teoría
matemática de la probabilidad, y también a una variante del enfoque probabilista
basada en el teorema de Bayes. Sin embargo, el problema de evaluar el grado de
probabilidad que un cuerpo de evidencia confiere a una hipótesis universal, problema
que ocupó a Carnap hasta sus últimos años, continúa siendo objeto de investigación
(cf. Carnap, 1951; un tratamiento clásico de la confirmación, de tipo cualitativo, es el
de Hempel, 1945; una clara exposición de las dificultades que enfrentan las lógicas
inductivas se puede ver en Brown, 1988; un examen de la evolución del análisis de la
confirmación se encuentra en Pérez Ransanz, 1985b).
- La racionalidad de nuestras creencias no depende de su corroboración, sino del estar
siempre sujetas a revisión y expuestas a la refutación (cf. Popper, 1935, capítulos 1 a 5;
y 1963, capítulo 10).
- En cuanto a las tesis que configuran la concepción de ciencia que también comparten
los filósofos clásicos, se destacan las siguientes: 1) hay un criterio general de
demarcación que permite identificar lo que cuenta como ciencia; 2) es posible
distinguir con nitidez la teoría de la observación, y siempre existe una base de
observación relativamente neutral frente a hipótesis alternativas; 3) el desarrollo del
conocimiento científico es progresivo en el sentido de que tiende hacia la teoría
correcta del mundo; 4) las teorías científicas tienen una estructura deductiva bastante
rígida; 5) los términos científicos son definibles de manera precisa; 6) todas las ciencias
empíricas, tanto naturales como sociales, deben emplear básicamente el mismo
método, y 7) hay una distinción fundamental entre contexto de descubrimiento y
contexto de justificación, y sólo el segundo es importante para dar cuenta del
conocimiento científico.
- Esta lista condensa la concepción tradicional que constituyó el blanco de ataque del
movimiento filosófico de los años sesenta. La imagen de la ciencia como algo que a fin
de cuentas está fuera de la historia, y que gracias a su método resulta ser
independiente de los sujetos que la producen -de sus intereses, prácticas, supuestos,
condicionamientos, interacciones, etc.- provocó la reacción de reivindicar la dimensión
histórica, social y pragmática de la empresa científica, y de explorar su impacto en la
dimensión metodológica.
- Las teorías científicas se generan y desarrollan, siempre, dentro de un marco de
investigación más comprehensivo, un marco que abarca diversos tipos de
compromisos o supuestos básicos que comparte la comunidad de especialistas en un
campo. De aquí que las teorías no puedan cumplir el papel de unidades básicas de
análisis en el estudio de la ciencia -papel que les habían asignado los filósofos clásicos-,
y se introduzcan unidades de análisis más complejas, como son los marcos de
compromisos o presupuestos. Un marco de investigación comprende, para empezar,
compromisos de tipo pragmático: cuál es el interés en construir determinadas teorías y
lo que se espera de ellas, es decir, qué problemas deben resolver y a qué campo de
fenómenos se pretenden aplicar. También comprende compromisos de carácter
ontológico: qué tipo de entidades y procesos se pueden postular como existentes en el
dominio de investigación; compromisos de carácter epistemológico: a qué criterios se
deben ajustar las hipótesis -que se proponen como solución a problemas- para calificar
como conocimiento; así como compromisos sobre cuestiones de procedimiento: qué
técnicas experimentales y qué herramientas formales se consideran más adecuadas o
confiables. El marco condiciona, incluso, la manera de conceptualizar la experiencia y
clasificar los fenómenos, ya que ante todo implica el compromiso con un determinado
esquema conceptual -sistema de categorías- y un conjunto de principios teóricos (de
aquí la oposición al supuesto de una base empírica neutral).
- Ahora bien, otra idea clave de este enfoque alternativo es que los marcos generales de
investigación también cambian. Si bien es cierto que de acuerdo con los distintos
autores estas unidades de análisis adquieren características peculiares y nombres
diferentes: paradigmas, programas de investigación, tradiciones científicas, teorías
globales, cosmovisiones, etc., también es cierto que todos ellos coinciden en que los
acontecimientos más importantes de la historia de la ciencia son aquellos que
involucran cambios en los marcos que guían la investigación en una disciplina. De aquí
la preocupación, que ha llegado a ser la preocupación central de muchos filósofos de
la ciencia, por proponer modelos de desarrollo que den cuenta de los cambios más
profundos, y a más largo plazo, en el nivel de los compromisos básicos (o
presupuestos) de las comunidades científicas. Esto es, se vuelve imprescindible
explicar el cambio de paradigmas o marcos generales.
- La tesis de que en el desarrollo científico ocurren cambios profundos, cambios que
revolucionan tanto la perspectiva teórica como las prácticas de una comunidad, cuyo
defensor más destacado es Thomas S. Kuhn, es una tesis que surge de la investigación
histórica. Kuhn intenta mostrar, con base en el estudio de casos de la historia de la
ciencia, la incapacidad de las metodologías ofrecidas hasta entonces -tanto
inductivistas como deductivistas- para explicar los grandes logros científicos. Este
autor encuentra que buena parte del proceder científico viola las reglas metodológicas
propuestas tanto por los empiristas lógicos como por los racionalistas críticos, y que
ello no ha impedido el éxito de la empresa científica. Esta objeción de falta de
adecuación histórica revela un claro desacuerdo con el carácter normativo del análisis
metodológico, es decir, con la idea de que la filosofía se ocupa de especificar cómo se
debe hacer ciencia. Se establece entonces la famosa controversia entre quienes
consideran (los nuevos filósofos) que el objetivo es entender la estructura del
desarrollo científico y explicar los cambios que en él se generan, y quienes consideran
(los filósofos clásicos) que el objetivo es codificar los criterios y procedimientos, de
carácter universal, que regulan la correcta práctica científica.
- Desde su perspectiva histórica, los nuevos filósofos encuentran que tanto los criterios
de evaluación de hipótesis como las normas de procedimiento también se modifican
con el desarrollo de las distintas tradiciones científicas. Esto es, los cambios en los
marcos de investigación-dentro de los cuales se desarrollan las teorías- implican
también cambios en los métodos. Pero entonces, si los métodos no son fijos ni
universalizables, una teoría acerca de la ciencia (que incluye una metodología) tiene
que poder dar cuenta de su evolución y diversidad. De aquí que la tarea se conciba
ahora como la de construir modelos de la dinámica científica que permitan explicar el
cambio no sólo en el nivel de las hipótesis y teorías (el nivel de los contenidos), sino
también en el nivel de los procedimientos experimentales y los criterios de evaluación
(el nivel de los métodos).
- Conviene aclarar desde ahora, siguiendo a Kuhn, que el término ‘paradigma' se utiliza
básicamente en dos sentidos: 1) como logro o realización concreta, y 2) como conjunto
de compromisos compartidos. El primer sentido se refiere a las soluciones exitosas y
sorprendentes de ciertos problemas, las cuales son reconocidas por toda la comunidad
pertinente. Estos casos concretos de solución -o aplicación de un enfoque teórico-
funcionan como ejemplos que deben seguirse en las investigaciones subsecuentes. El
segundo sentido se refiere al marco de presupuestos o compromisos básicos que
comparte la comunidad encargada de desarrollar una disciplina científica. Este marco
incluye el compromiso con leyes teóricas fundamentales, con postulaciones de
entidades y procesos, con procedimientos y técnicas experimentales, así como con
criterios de evaluación. La relación entre los dos sentidos de paradigma se podría ver
como sigue: paradigma como conjunto de compromisos compartidos (segundo
sentido) es aquello que presuponen quienes modelan su trabajo sobre ciertos casos
paradigmáticos (primer sentido).
- El consenso acerca de un paradigma (segundo sentido) marca el inicio de una etapa de
"ciencia normal". La ciencia normal consiste, básicamente, en una actividad de
"resolución de rompecabezas" (puzzle-solving). A través de esta actividad el enfoque
teórico del paradigma aceptado se va haciendo cada vez más preciso y mejor
articulado. La etapa de ciencia normal es conservadora, pues el objetivo no es la
búsqueda de novedades, ni en el nivel de los hechos ni en el de la teoría. Se trata de
desarrollar al máximo, tanto en alcance como en precisión, el potencial explicativo y
predictivo del enfoque teórico vigente. Los científicos son premiados, como dice
Hacking, "por hacer más de lo mismo" y hacerlo cada vez mejor. En la investigación
normal, el marco de supuestos básicos no se considera problemático ni sujeto a
revisión; se acepta sin discusión. Los fracasos en la resolución de problemas se toman,
regularmente, como falta de habilidad de los científicos y no como contraejemplos a la
teoría vigente. Así, en esta etapa se trabaja todo el tiempo con las mismas reglas del
juego, y esto permite que los resultados se produzcan básicamente en la misma
dirección y sean claramente acumulables. De aquí que el sentido y la medida del
progreso, dentro de cada periodo de ciencia normal, estén bien definidos para la
comunidad de especialistas. El papel que juegan los paradigmas en tanto logros
concretos o soluciones ejemplares (primer sentido) resulta decisivo en el desarrollo de
la investigación normal. Los científicos resuelven nuevos problemas, identifican nuevos
datos y los juzgan como significativos al reconocer sus semejanzas con los ejemplares
paradigmáticos. Por otra parte, las nuevas generaciones aprenden el significado de los
conceptos básicos de una teoría resolviendo los problemas que corresponden a las
soluciones modelo. Estas soluciones o aplicaciones exitosas muestran la conexión
entre la teoría y la experiencia; muestran cómo ver y manipular la naturaleza desde
cierta perspectiva teórica. De aquí que el contenido cognitivo de una disciplina se
encuentre incorporado, sobre todo, en sus ejemplares paradigmáticos más que en un
conjunto de definiciones y reglas explícitamente formulables. De esta manera, los
paradigmas, en los dos sentidos del término, son la guía imprescindible de la
investigación en los periodos de ciencia normal. Contrariamente a sus propósitos, la
investigación normal, con su creciente especialización y extensión del campo de
aplicaciones, conduce tarde o temprano al planteamiento de problemas ("anomalías")
que se resisten a ser resueltos con las herramientas conceptuales e instrumentales del
paradigma establecido. Si bien es cierto que la adecuación entre teoría y experiencia
nunca es total o perfecta -siempre y desde un principio existen problemas no
resueltos-, el surgimiento de ciertas anomalías hace pensar que algo anda mal en el
fondo y que sólo un cambio en los supuestos básicos permitirá encontrar una solución.
Esta etapa en que se pone en duda la eficacia y la corrección del paradigma vigente es
la etapa de "crisis". Con la crisis comienza la "ciencia extraordinaria"
- Kuhn se preocupó por indagar la naturaleza y funciones de estos marcos generales que
llamó "paradigmas" en ERC, y "matrices disciplinarias" en la "Posdata-1969".
- La investigación normal está guiada por un paradigma en los dos sentidos del término
ya apuntados: 1) paradigma como ejemplo de solución exitosa (y sorprendente) de
cierto tipo de problemas, que es reconocido por toda la comunidad pertinente, y 2)
paradigma como conjunto de compromisos compartidos por una comunidad de
especialistas. De acuerdo con el primer sentido, se trata de maneras novedosas de
solucionar con éxito viejos problemas, las cuales implican la utilización de nuevos
conceptos. Estas soluciones sirven como modelo para la siguiente generación de
científicos, quienes tratan de abordar otros problemas siguiendo el mismo patrón. De
acuerdo con el segundo sentido, se trata del marco de supuestos que se aceptan sin
discusión, el cual establece las líneas y formas básicas de la investigación en un campo,
delimitando el conjunto de problemas que importan y las soluciones que son
admisibles. En este sentido, también se podría afirmar que el paradigma dominante en
una disciplina tiene efectos en la forma de distribuir los recursos para la investigación,
en los criterios de los comités editoriales, e incluso en las promociones académicas
institucionales. Cuando Kuhn reconoce en la "Posdata-1969" que no existe en ERC una
cuestión que haya quedado más oscura que la noción de paradigma, hace un intento
de clarificación y distingue los dos sentidos aquí apuntados. Al segundo, que es el
sentido amplio de marco de investigación, lo llama "matriz disciplinaria" y lo describe
como "la constelación de compromisos del grupo". El carácter compartido de esta
constelación de compromisos tácitos es lo que explicaría que la comunicación entre los
miembros de una comunidad de especialistas -a lo largo de un periodo de
investigación normal- sea prácticamente completa, y explicaría también la usual
unanimidad en sus juicios profesionales.
- Kuhn distingue cuatro tipos de componentes o compromisos básicos -estrechamente
vinculados- en la matriz disciplinaria. El primero se refiere a lo que él llama
"generalizaciones simbólicas", que son lo que tradicionalmente se conoce como leyes
o principios fundamentales de una teoría (por ejemplo, las tres leyes de la mecánica de
Newton). "Tales son los componentes formales, o más fácilmente formalizables, de la
matriz disciplinaria" (ibidem), y se puede decir que cumplen el papel de sintetizar las
relaciones conceptuales que determinan el enfoque teórico de una tradición de
investigación. Por tanto, es claro que este componente siempre viene acompañado de
un determinado sistema de conceptos (categorías).
- El segundo tipo de componentes que comprende una matriz disciplinaria se refiere a
los compromisos ontológicos, los cuales se expresan en los modelos que los científicos
utilizan para representar su campo de estudio. Algunos de estos modelos llevan
consigo un compromiso ontológico literal con la existencia de ciertas entidades o
procesos, como cuando se afirma que "todos los fenómenos perceptibles se deben a la
interacción, en el vacío, de átomos cualitativamente neutrales; o bien, de manera
alternativa, a la materia y a la fuerza; o bien, a los campos" (Kuhn, 1969, p. 184; p.
282). Otros modelos de representación tienen más bien un carácter analógico y sólo
cumplen una función heurística, como cuando se asume que "el circuito eléctrico
puede ser considerado como un sistema hidrodinámico en estado estacionario"
(ibidem). Los modelos, tanto ontológicos como analógicos, proporcionan las
representaciones y las metáforas que son admisibles, con lo cual contribuyen a acotar
el tipo de explicaciones y preguntas que tiene sentido formular en un dominio
científico.
- El tercer tipo de compromisos compartidos se refiere a los valores metodológicos. A
este respecto, Kuhn hace una afirmación que resulta clave, sobre todo en relación con
el problema del cambio de paradigmas: "usualmente [los valores metodológicos] son
compartidos entre las diferentes comunidades más ampliamente que las
generalizaciones simbólicas o los modelos [ontológicos], y contribuyen en mucho a dar
un sentido de comunidad a los científicos naturales en conjunto” (ibid., p. 184; p. 283).
Estos valores, si bien operan todo el tiempo al evaluar las soluciones a los problemas
de la investigación normal, se vuelven especialmente importantes en los periodos en
que los científicos de una comunidad tienen que elegir entre teorías rivales. Por ello
dejaremos su discusión para cuando abordemos el problema de la racionalidad en los
cambios de paradigma. Por ahora sólo señalaremos que se trata de valores tales como
adecuación empírica (concordancia entre las consecuencias o predicciones de una
teoría y las observaciones o resultados de la experimentación; tanto en sentido
cualitativo como en el sentido de precisión o exactitud), alcance (extensión del campo
de aplicaciones de una teoría), simplicidad (capacidad de una teoría para dar cuenta
de fenómenos diversos de manera sistemática y con el menor número de supuestos),
consistencia (coherencia lógica, tanto interna como con otras teorías aceptadas),
fecundidad (capacidad de generar nuevas soluciones y nuevas líneas de problemas),
etcétera.
- Por último, el cuarto tipo de compromisos se da precisamente con los ejemplos
paradigmáticos. Como se puede ver, al aclarar y precisar la noción de paradigma Kuhn
incorpora los paradigmas en sentido restringido, de soluciones ejemplares, como uno
de los componentes de los paradigmas en sentido amplio, de matriz disciplinaria.
Ambos sentidos se podrían relacionar -como se sugirió- considerando que un
paradigma, en tanto marco de investigación, es aquello con lo que los científicos
quedan comprometidos al modelar su trabajo sobre ciertos casos ejemplares. Kuhn
rechaza esta forma de ubicar el contenido cognitivo de la ciencia -que lo restringe a lo
expresable en sistemas de enunciados-, pues se da cuenta de que sólo cuando el
estudiante resuelve los problemas modelo, tanto teóricos como experimentales, es
cuando realmente aprende el significado de las leyes y conceptos básicos de su
disciplina; y sólo por esa vía aprende a ver y manipular la naturaleza desde cierta
perspectiva teórica. Se podría decir que la práctica de resolución de problemas enseña
cómo procesar la información sensorial bajo un modelo teórico determinado. De aquí
que los ejemplos paradigmáticos permitan conectar directamente un sistema
conceptual complejo (una teoría) con el mundo, sin necesidad de recurrir a un
lenguaje neutral de observación -como intermediario- en el que se especifiquen,
mediante definiciones o reglas de correspondencia, los significados de los conceptos
básicos de una teoría. Las aplicaciones paradigmáticas, entonces, constituyen la
instancia concreta donde se muestra (y aprende) la conexión entre teoría y
experiencia.
- Su experiencia como científico y como historiador le indicaba que rara vez se enseñan
tales definiciones, y que los ocasionales intentos de formularlas suscitaban por lo
general profundos desacuerdos. La clave había que buscarla, entonces, en el hecho de
que "a los científicos no se les enseñan definiciones, pero sí formas estandarizadas de
resolver problemas selectos en los que figuran términos como `fuerza` o `compuesto"'
(Kuhn, 1977, pp. 18-19). Cuando los científicos aceptan un conjunto suficiente de estos
ejemplos estandarizados sobre los cuales modelar su investigación, no necesitan estar
de acuerdo sobre las formulaciones lingüísticas de sus conceptos o creencias para
poder trabajar en una misma dirección.
- Una vez examinada la naturaleza de los paradigmas, veamos cómo ellos conducen la
investigación durante los periodos de ciencia normal. Como se dijo, la investigación
normal tiene como meta aumentar el alcance y la precisión con que se aplica el
enfoque teórico de un paradigma. El objetivo no es la búsqueda de novedades, ni en el
nivel de los hechos ni en el de la teoría. Se trata de una actividad conservadora. Al
adoptar un paradigma se asume, implícitamente, una red de compromisos que
conforman la manera en que el científico concibe no sólo su campo de estudio sino
también su misma disciplina, y esto le permite concentrar su energía en la resolución
de problemas específicos. De aquí que la actividad que se desarrolla en estos periodos
sea de resolución de problemas y no de cuestionamiento o crítica de supuestos
básicos.
- Así, la investigación en ciencia normal, que parte de una forma incipiente de ver y
manipular cierta gama de fenómenos -una forma no muy articulada ni con demasiado
apoyo empírico-, es un proceso progresivo en sentido acumulativo, en el cual se
refuerzan, articulan y desarrollan las creencias y herramientas que adopta una
comunidad científica.
- Ahora bien, los científicos no aceptan un paradigma, donde se proponen alcanzar los
objetivos anteriores, sólo por una actitud crédula o ingenua. Un paradigma se adopta y
se establece -generando una tradición de investigación- cuando provee a la comunidad
de una teoría y una técnica que, por más incipientes y rudimentarias que sean,
permiten hacer ciertas predicciones concretas acerca de una gama de fenómenos
naturales, y cuando además al menos algunas de esas predicciones han resultado
acertadas (los casos paradigmáticos). Por otra parte, las técnicas predictivas deben
estar engarzadas en la teoría naciente de tal manera que ésta permita hacer inteligible
su relativo éxito, y sugiera algunos medios para mejorarlas tanto en precisión como en
alcance. Esto es, un paradigma se adopta cuando existen buenas razones para pensar
que es fecundo y prometedor, cuando abre campos de problemas y genera líneas de
investigación al dar muestras patentes de soluciones exitosas. Una vez que se llega a
una situación como ésta, ya no es el momento de la crítica y el cuestionamiento tenaz
de los supuestos básicos (como recomendaría Popper); es el momento de adoptarlos y
emprender la tarea de desarrollarlos.

Kuhn sostiene que durante los periodos de ciencia normal se ponen a prueba las hipótesis que
expresan las conjeturas de un científico acerca del modo más apropiado de relacionar un
problema con el cuerpo de conocimientos que se considera válido, que no se cuestiona. Esto
es, lo que se pone a prueba son las hipótesis que permiten aplicar las leyes fundamentales de
una teoría a situaciones específicas, las hipótesis que permiten explicar cierto tipo de
fenómenos o resolver problemas concretos. Si la hipótesis (conjetura) logra pasar suficientes
pruebas o pruebas suficientemente severas (de acuerdo con los criterios metodológicos que
establece el propio paradigma), el científico habrá resuelto el problema. De lo contrario,
tendrá que intentar resolverlo formulando otra hipótesis. Kuhn afirma que "tales
contrastaciones no tienen por objeto la teoría establecida. Por lo contrario, cuando está
ocupado en un problema de ciencia normal el científico debe contar con una teoría establecida
que tiene como misión sentar las reglas del juego" (Kuhn, 1970a, p. 4). Con su estilo peculiar
de esos años, un tanto psicologista, Kuhn describe este tipo de situaciones diciendo que el
científico "debe contrastar la conjetura que su ingenio le sugiere como solución al enigma.
Pero es sólo su conjetura personal la que se pone a prueba. Si fracasa en la contrastación sólo
su propia capacidad es impugnada, no el cuerpo de la ciencia establecida" (ibid., p. 5). Incluso
llega a afirmar que "a fin de cuentas, es el científico [en lo] individual quien es sometido a
contrastación más que la teoría vigente" (ibidem). Sin embargo, es posible reformular esta
descripción sin tintes psicologistas y sin abusar de los términos, ya que por lo demás encierra
un novedoso enfoque sobre la contrastación. La distinción entre leyes fundamentales y leyes
especiales, implícita en el modelo kuhniano, ofrece el punto de partida para tal reformulación.
En las teorías maduras o establecidas, aquellas que han generado tradiciones fecundas de
investigación (como las teorías de Newton, Maxwell, Lavoisier, Mendel, Darwin, etc.), se
distinguen al menos dos tipos de leyes: fundamentales y especiales. Como dijimos, las leyes
fundamentales -las generalizaciones simbóIicas- no se pueden aplicar directamente en la
resolución de problemas, dado que son esquemas muy generales con muy poco contenido
empírico. Pero, por otra parte, se trata de leyes que están presupuestas en todas las
aplicaciones de una teoría. Moulines, en su artículo "Forma y función de los principios -guía en
las teorías físicas" (en Moulines, 1982), formula la hipótesis metodológica de que todas las
leyes fundamentales son empíricamente irrestrictas, es decir, en principio cualquier situación
empírica es compatible con ellas. Lo cual implicaría, justamente, que las leyes fundamentales
son inmunes a la refutación. Esta hipótesis -que se basa en una detallada reconstrucción de la
estructura lógica de este tipo de leyes, así como en el análisis de su funcionamiento- encuentra
un fuerte apoyo en el hecho de que todas las leyes fundamentales examinadas hasta ahora
(tales como la segunda ley de Newton, el principio básico de la termodinámica, el de la
hidrodinámica, etc.) han presentado esta peculiar característica.

Este análisis explicaría el que las leyes fundamentales no se puedan confrontar directamente
con la experiencia, y que sólo den lugar a enunciados con un contenido empírico más definido
una vez que se han complementado con otros parámetros o supuestos adicionales. Estos
supuestos -que no se infieren de las leyes fundamentales- son precisamente los elementos que
especifican las posibilidades de aplicación de una teoría, permitiendo la formulación de leyes
especiales. Por ejemplo: la teoría de la gravitación universal -que queda definida por las tres
leyes de la mecánica newtoniana más la ley del cuadrado inverso- no implica por sí sola
ninguna consecuencia contrastable, ningún enunciado observacional; es necesario añadir
ciertos supuestos como, por ejemplo, acerca de qué cuerpos se consideran existentes, en qué
medio se mueven, a qué fuerzas están sujetos, etc., para poder obtener predicciones
contrastables, predicciones que serán más exactas cuanto más se especifiquen las condiciones
supuestas (este ejemplo se trabajará en la siguiente sección). Si ésta es la situación, cuando
Kuhn habla de "conjeturas personales del científico" podemos entender que se trata de esos
supuestos adicionales que permiten la aplicación de los principios básicos de una teoría. Y
quedaría claro por qué Kuhn está en lo correcto cuando afirma que el fracaso de una
conjetura, al ser empíricamente contrastada, no implica el fracaso de la teoría (de sus leyes
fundamentales); sólo indicaría que algo anda mal en la forma en que se intentó implementar
esa aplicación particular.

Esto se hace muy patente cuando la teoría ya ha servido como base en la solución de una larga
serie de problemas. Es así como puede ocurrir que se rechace alguna de las hipótesis o leyes
especiales, y se siga manteniendo con toda confianza la matriz o esquema que la generó: las
leyes fundamentales de la teoría. Pero, en cambio, nunca puede darse el caso inverso, pues
toda aplicación de una teoría presupone sus leyes fundamentales. Por tanto, las teorías no se
ponen a prueba de igual manera que sus aplicaciones. Una vez que una teoría ha alcanzado el
rango de paradigmática, es decir, una vez que ha generado una tradición de investigación, deja
de tener un carácter hipotético y se convierte en la base de una serie de procedimientos
explicativos, predictivos, e incluso instrumentales, que la presuponen. En cambio, las hipótesis
o leyes más específicas quedan siempre sujetas a revisión conforme surgen nuevas situaciones
y problemas. Y es importante señalar que es en la evaluación de esta hipótesis donde se
emplean los métodos de confirmación y refutación.
Ahora se puede apreciar mejor el fondo de la crítica de Kuhn los metodólogos clásicos. El error
de estos filósofos ha sido suponer que lo que se confirma o se refuta son las leyes
fundamentales que definen una teoría, y no las hipótesis que permiten sus aplicaciones
concretas. Esto revela que han fundido dos proceso distintos en uno solo, confundiendo la
evaluación interparadigmática con la intraparadigmática. En palabras de Kuhn, el error ha sido
suponer que "una teoría puede juzgarse de manera global mediante el mismo tipo de criterios
que se emplean al juzgar las aplicaciones de una investigación individual dentro de una teoría"
(Kuhn, 1970a, p. 12).

Este problema no se presenta si se distinguen, al menos, dos tipos de evaluación, y si se


reconoce que las teorías no se abandonan por la vía de la refutación ni se mantienen por la vía
de la confirmación. Sin embargo, es importante subrayar que del modelo de Kuhn no se
desprende un rechazo de estos métodos tradicionales, sino más bien un esclarecimiento de
sus límites y condiciones de aplicación. Sólo son aplicables al evaluar hipótesis con un
contenido empírico bastante específico (que no tienen las leyes fundamentales de las teorías),
y en el marco de un conjunto de compromisos establecidos (esto es, dentro de un paradigma).
Además, esto significa que los métodos de confirmación y refutación son insuficientes, por sí
solos, para decidir sobre el éxito o el fracaso de hipótesis específicas, pues sólo en el contexto
de un paradigma aceptado queda claro qué cuenta como evidencia relevante, como problema
legítimo, como solución aceptable, como técnica confiable, etc. Contrariamente a lo que
suponían los filósofos clásicos de la ciencia, dichos métodos resultan inoperantes en un
aséptico vacío de presupuestos.

Por último, debemos señalar un problema que encierra el enfoque de Kuhn sobre la evaluación
de hipótesis. Es un hecho que no todas las hipótesis que se formulan dentro del marco de una
teoría tienen el mismo nivel de especificidad. Entre las leyes fundamentales y los enunciados
más particulares hay una gama muy amplia de niveles de generalidad, que se refleja en la
amplitud del conjunto de aplicaciones que cubre cada hipótesis. Si esto es así, surge la
pregunta sobre si toda hipótesis -que no sea una ley fundamental- se pone a prueba de igual
manera. Existen leyes de alto nivel de teoricidad y generalidad que si bien no están
presupuestas en todas las aplicaciones de una teoría -como las leyes fundamentales- lo están
en gran parte de ellas. Incluso algunos autores las consideran como "subteorías" dentro de un
mismo paradigma, ya que cumplen funciones similares a las de las leyes fundamentales dentro
de su dominio de aplicación. De aquí que resulte poco plausible que la evaluación de este tipo
de leyes o subteorías se pudiera asimilar a la evaluación de las conjeturas diseñadas para
resolver problemas específicos. Por otra parte, si fuera el caso de que todas las leyes no
fundamentales se evaluaran básicamente en la misma forma, y con la unanimidad de juicios
profesionales que refiere Kuhn, en los periodos de ciencia normal no se presentarían conflictos
entre hipótesis o "subteorías" alternativas, esto es, conflictos que versaran sobre aspectos del
enfoque teórico. Sin embargo, existen controversias como aquella que se dio cuando ya había
surgido el primer paradigma en el estudio de los fenómenos eléctricos, donde compitieron por
un buen tiempo la hipótesis de un fluido único contra la hipótesis de dos fluidos básicos. Si
bien el mismo Kuhn hace referencia a este caso, no lo utiliza para reconocer el hecho de que
dentro de los periodos de ciencia normal también se pueden generar fuertes desacuerdos de
orden teórico. Otro ejemplo sería el de la serie de controversias que ha tenido lugar -en los
últimos treinta años- en el desarrollo de la física de altas energías, donde a pesar de que no se
ponen en duda las leyes fundamentales del paradigma vigente, de todos modos se trata de
desacuerdos de carácter teórico que claramente no se ajustan al esquema de resolución de
enigmas (en McMullin, 1993, p. 62, se refieren algunos otros casos de este tipo de
desacuerdos).

Esto hace pensar que el contraste entre la resolución de enigmas -con sus procedimientos
efectivos para decidir con unanimidad cuándo un enigma ha sido exitosamente resuelto- y la
elección entre teorías de paradigmas rivales -donde no existen semejantes procedimientos-, es
un contraste todavía demasiado esquemático. La distinción entre evaluación
intraparadigmática e interparadigmática, implicada por el modelo kuhniano, no cubre todos
los casos de evaluación que se presentan en la investigación científica. Sin embargo, es
innegable que esta distinción ha tenido el mérito de poner al descubierto que la evaluación de
teorías no es reducible a una lógica efectiva de las decisiones, y que la elección entre teorías
rivales es mucho más compleja de lo que los metodólogos tradicionales habían supuesto.

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