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Indice:

Unidad 1: La persona humana como “ser social”...............................Pág. 2


Unidad 2: La persona humana como “sujeto de derecho”.................Pág. 12
Unidad 3: La Constitución Nacional…………………………….………Pág. 21
Unidad 4: Promoción y protección de los derechos de las personas
vulnerables……………………………………………………..…………..Pág. 35

Bibliografía consultada:
● Torricelli, Maximiliano (2016): Manual de Derecho Constitucional; Ed. Astrea
● Echt, Leandro P. (2013): Ciudadanía y Derechos 1: conocer más; Ed. Santillana
● Sánchez Agostini, Carolina (2021): Diez debates sobre sexualidad; Ed. Logos
● AA. VV. (2019): Ciudadanía 2: conecta 2.0; Ed. SM
● Pavicich, Mónica (2016): Construcción de ciudadanía 2; Ed. Santillana
● Palma, Jorge (2019): Doctrina Social de la Iglesia para Universitarios; Ed. Logos
● Lucarini, Marcelo (2012): Ciudadanía 1. Ed. SM
● Sagüés, Néstor P. (1999): Elementos de Derecho Constitucional 1 y 2; Ed. Astrea
● Sagüés, Néstor P. (2013): Manual de Derecho Constitucional; Ed. Astrea

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Unidad 1: La persona humana como “ser social”
¿Qué significa que las personas humanas seamos “seres sociales”?
La vida de cada ser humano se relaciona con la vida de los demás. Los motivos que nos
impulsan a vincularnos con otras personas son de lo más diversos: para conseguir los bienes para
nuestra subsistencia, para desarrollar nuestras potencialidades personales, para establecer relaciones
afectivas.

Filósofos, sociólogos y psicólogos reconocen hoy en día que la persona humana es un ser
social. Existen numerosas razones por las cuales podemos afirmar ello. Veamos algunos de estos
motivos:

1. Psicosociales: las personas necesitamos de los demás para subsistir, para crecer y
desarrollarnos. También nos relacionamos con objetos y con la naturaleza en general, pero esas
relaciones no bastan para vivir ni para “ser personas”. Lo que nos define como personas es lo que
recibimos y compartimos con los demás, es decir, los vínculos interpersonales.

2. Biológicas: los seres humanos, a diferencia de otros seres vivos, nacemos indefensos y
necesitamos del cuidado y la protección de los mayores durante un tiempo bastante prolongado.
Desde muy pequeños, no podríamos sobrevivir si no tuviéramos personas a nuestro alrededor que
nos provean de lo necesario para estar vitales.

3. Históricas: desde sus orígenes, la humanidad ha formado grupos, comunidades, tribus, clanes,
sociedades. Hace millones de años los seres humanos se agrupaban para sobrevivir (conseguir
alimentos, defenderse del peligro, de animales peligrosos, protegerse del frío) y para sentirse
acompañados, expresar sus sentimientos, aumentar su productividad. En la actualidad vivimos en
sociedades numerosas y complejas

Aristóteles y el “zoón politikón”: la dimensión social o gregaria de la persona

Ya en la antigua Grecia, un importante pensador llamado Aristóteles (384-322, a. de C.), en su


libro titulado “Política” afirmó que el hombre era un ser social, al que definió como “zoón politikón”, que
traducido significa literalmente “animal político”. ¿Qué quiere decir esta expresión? El autor griego
nos enseña que las personas son seres biológicos, seres vivos, tal como lo son los animales. Pero ser
persona no solamente implica la dimensión biológica, sino que también abarca la dimensión social,
de ahí que el hombre sea un “ser político”, es decir, un ser “para la polis”, nombre que recibían las
primeras ciudades-estado griegas. Esto significa que el hombre nació para vivir con otros, para vivir en
sociedad, en otras palabras, el ser humano es un ser social por naturaleza. Casi instintivamente el
hombre se relaciona con otras personas y establece vínculos con ellas que le resultan fundamentales
para la subsistencia. El hombre no puede bastarse a sí mismo para alcanzar su desarrollo completo,
sino que necesita de los demás y de la sociedad. La persona humana por su propia naturaleza, tiene
absoluta necesidad de la vida social.

Aristóteles creía que el individuo sólo se puede realizar plenamente en la medida que vive en
una sociedad, que posee la necesidad de vivir con otras personas. También expresó que aquellos que
son incapaces de vivir en sociedad o que no la necesitan por su propia naturaleza, es porque son
“bestias” o “dioses”, es decir, criaturas ajenas a la condición humana. A esta dimensión social del
hombre también se la denomina “dimensión gregaria”.

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Conflictos interpersonales y sistemas de normas
Así como el desarrollo humano se enriquece en la relación con otros, también la variedad de
intereses dentro de un mismo grupo social incrementa los conflictos entre sus integrantes. Vivir en
relación con otros significa que los valores, ideales, costumbres o intereses de cada uno tendrán que
interactuar con los de los otros que tal vez pueden ser idénticos, similares o totalmente diferentes entre
sí.

No podemos negar que los conflictos son inherentes a la condición humana. Sin embargo,
que existan conflictos no significa que no pueda encontrarse la manera de consensuar y mucho menos
que haya que recurrir a métodos violentos para solucionarnos. Para evitar situaciones de violencia y
asegurar la paz social es que las comunidades han decidido establecer normas que ordenen la
conducta humana en sociedad.

Las normas cumplen una función esencial porque determinan cuáles son los comportamientos
deseados y las acciones no queridas por esa comunidad, al reconocer los derechos e imponer las
obligaciones de cada uno de sus integrantes. De acuerdo a sus características, las normas se pueden
clasificar en sociales, morales y jurídicas.

● Las normas sociales, que incluyen las normas de cortesía y los usos y costumbres
socialmente aceptadas, son aquellas impuestas por la sociedad e iguales para todos sus
miembros. Las pautas que establecen estas normas no son imprescindibles, es decir,
absolutamente necesarias para la convivencia, por eso son voluntarias. Pero si son respetadas
por la mayoría de los integrantes de una sociedad, la convivencia resultará más ordenada.
Pese a no ser obligatorias, las normas sociales tienen un castigo si no se respetan: el rechazo
social al que es sometido quien no está dispuesto a cumplirlas. Son ejemplos de normas
sociales: pedir las cosas por favor, agradecer, ser cortés, ser puntual.

● Las normas morales son las que expresan principios interiorizados que cada persona aplica
“desde adentro” o “para sí misma” y que tienen que ver con su forma de sentir y entender el
mundo que los rodea. Estas normas están relacionadas con lo que cada sujeto considera como
bueno o malo, correcto o incorrecto. No son obligatorias, ya que cada persona se las
autoimpone según su propia escala de valores. El castigo para quien no las respeta es el
sentimiento de culpa también llamado “cargo de conciencia”.

● Pero existen otros comportamientos que deben ser cumplidos obligatoriamente por todos los
miembros de una sociedad para que no haya conflictos, como el deber de cumplir con las
normas de tránsito o de respetar los derechos fundamentales como la vida, la libertad o la
propiedad. La decisión de cumplir o no esas normas no puede depender de la voluntad de cada
uno o depender de la conciencia de cada sujeto. Por eso, existen normas jurídicas, que son
las que impone el Estado con carácter obligatorio a todos sus habitantes y cuyo fin es el
respeto de las conductas necesarias para la convivencia. A la disciplina que estudia las normas
jurídicas se la conoce como “derecho” o “ciencia jurídica”. En todas las sociedades hay un
conjunto de normas que rigen la conducta humana. Existe una antigua frase romana que
afirma: “ubi societatis, ubi ius”, es decir, “donde hay sociedad, hay derecho”. En las relaciones
humanas y sociales, es necesario que exista un orden que responda, en lo posible, a las
exigencias de la justicia.

La falta de cumplimiento a una norma jurídica supone una sanción legal. Dentro de las
sanciones legales podemos distinguir:

1. Multa: Es una suma de dinero que debe pagar una persona que incumple con una norma jurídica.
Generalmente, las multas son impuestas y percibidas por el Estado por ejemplo, por dejar mal

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estacionado un auto, por exceder el máximo de velocidad establecido para la circulación de
automotores, por tener abierto un local comercial sin la autorización correspondiente.

2. Indemnización: Es una suma de dinero que se le impone a quien ha ocasionado un daño. ¿Cuál
es la diferencia con la multa? Justamente, la multa se impone a quien incumple una ley sin
necesidad de que la persona que cometió la infracción haya ocasionado un daño en particular a
otro. En cambio, la indemnización se paga en virtud del daño ocasionado en la persona o en los
bienes de otro sujeto y esa suma le corresponde al damnificado, es decir, a quien sufrió el perjuicio.
Pensemos en el ejemplo de una persona que choca a otra y debe indemnizarla por los daños
físicos sufridos y por el daño ocasionado al vehículo.

3. Prisión o reclusión: Es una sanción específica del derecho penal. Tiene lugar cuando se comete
un delito que esté contenido en el Código Penal, un conjunto de leyes que establece qué
conductas están prohibidas y qué castigo merece cada una. La prisión o reclusión implica la
privación de la libertad del sujeto en una cárcel, centro de detención o establecimiento de
rehabilitación.

4. Inhabilitación: Implica la pérdida de la aptitud para realizar una actividad que requería una
autorización previa. Por ejemplo, para conducir se requiere una licencia que otorga el Estado
previa realización de un conjunto de exámenes psicofísicos, teóricos y prácticos. Si una persona
atropella a otra por no haber respetado las normas de tránsito produciéndole lesiones o incluso la
muerte, el juez puede privar a esa persona de su licencia de conductor por un tiempo determinado,
es decir, lo inhabilita para conducir.

Procesos de socialización y agentes de socialización


Los comportamientos que llevan adelante las personas, incluso los que parecen naturales y
espontáneos, han sido aprendidos en el medio social en el que los seres humanos se desarrollan.
Pensemos en el caso de la incorporación de un idioma, de determinada forma de vestir, de los tipos de
comida que se ingieren.

La socialización o sociabilización es el proceso por el cual los individuos aprenden,


incorporan, hacen propios elementos del contexto socio-cultural que los rodea. La socialización
permite al individuo internalizar los valores, pautas, creencias, ideas y normas que rigen en una
determinada sociedad en un momento histórico en particular.

Los agentes de socialización o agentes socializadores son aquellas personas, grupos de


personas o instituciones que intervienen en el proceso de socialización de una persona como la
familia, la escuela, las organizaciones religiosas, los amigos o un club, con los que la persona se
vincula y a través de los cuales desarrolla su actividad social. Los agentes de socialización tienen gran
influencia en el individuo y en su comportamiento social, porque transmiten valores y creencias que
moldean la personalidad.

Dentro del proceso de socialización se distinguen dos etapas fundamentales: la socialización


primaria y la socialización secundaria.

● El proceso de socialización primaria es aquel que ocurre fundamentalmente dentro de la


familia durante los primeros años de vida. Allí, el niño comienza a relacionarse con otras
personas y adquiere las primeras pautas de comportamiento y las primeras reglas: aprende a
caminar, a hablar, a comer solo, a reconocer su entorno familiar. A medida que el niño crece,
comienza a relacionarse con otras personas por fuera de la familia y aprende nuevos
comportamientos que le servirán para incorporarse en diferentes ámbitos sociales.

La familia es un agente de socialización sumamente importante, porque allí el infante establece


sus primeros vínculos con el mundo que lo rodea, pero ¿qué debemos entender por “familia''?
El concepto de familia ha ido sufriendo modificaciones con el paso del tiempo. En la época de
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los romanos, la familia abarcaba el conjunto de personas que estaban sujetas a la autoridad del
“pater familia”, es decir, un varón, capaz, que ejercía los derechos en nombre de todos aquellos
miembros sujetos a su potestad. Hoy en día, el concepto de familia presenta diferentes
acepciones de acuerdo a los diferentes enfoques desde los que puede ser analizado:

a. Familia en sentido biológico: abarca el conjunto de relaciones de consanguinidad


entre los sujetos que la integran, así, si Juan y María tuvieron dos hijos, Leonardo y
David, ellos cuatro serán por naturaleza familia.

b. Familia en sentido jurídico: comprende un conjunto de personas que la ley reconoce


como parientes y entre los cuales se establecen una serie de derechos y obligaciones.

c. Familia en sentido afectivo: está compuesta por una serie de personas que mantienen
un vínculo de cercanía, frecuencia y familiaridad entre sí, puede incluir convivencia o
relación afectiva estrecha.

Como puede observarse, estas tres concepciones de “familia” pueden coincidir en un mismo
grupo de personas o no. Por ejemplo, puede que Juan y María hayan tenido a sus dos hijos, y
que la ley los reconozca como padres de los niños y convivan en el mismo hogar y mantengan
un vínculo estrecho afectivo. También podría ocurrir que Juan y María hayan tenido a sus dos
hijos (familia en sentido biológico), pero que estos hayan sido dados en adopción a Pedro y
Clara (familia en sentido jurídico) quienes a su vez le proveen del afecto y cariño que ellos
necesitan (familia en sentido afectivo)

● El proceso de socialización secundaria tiene lugar en el contexto de las institucionales sociales


con las que se relaciona una persona, como la escuela, el grupo de pares (amigos del barrio,
del club), el ámbito laboral, y la influencia que las personas reciben desde los medios masivos
de comunicación y hoy en día también a través de las redes sociales.

El proceso de socialización es fundamental para el desarrollo del individuo, tanto en su plano


social como psicológico y cognitivo, es decir, aquello relativo a su aprendizaje. Es un proceso que se
da desde la primera infancia, y a lo largo de toda la vida… ¡sí! La socialización nunca finaliza, y
trae aparejados importantes beneficios como la transmisión de valores culturales, el desarrollo del
lenguaje y del habla, el desarrollo cerebral, el equilibrio emocional, entre muchos otros. Es por medio
de la socialización que la persona conoce y se relaciona con otros individuos, y es en esta interacción
que se intercambian opiniones, valores y creencias que moldean su personalidad. Las influencias que
puede recibir una persona en los entornos sociales en los que se relaciona pueden ser tanto positivas
como negativas. Pensemos en un adolescente que se rodea con un grupo de amigos del barrio: puede
que este grupo lo ayude a crecer como persona, que el tiempo que comparta con ellos se fructífero y
constructivo o puede que lo conduzcan a malos hábitos como el consumo de alcohol u otro tipo de
adicciones.

Adolescencia e identidad

¿Qué es la adolescencia?

Un rasgo fundamental que diferencia al ser humano de otras especies animales es el largo
período de desarrollo y aprendizaje que debe transitar entre su nacimiento y el logro de su plena
madurez. Una de las etapas más importantes de ese proceso es la adolescencia, un momento vital en
el que suceden cambios realmente profundos.

¿Qué significa “ser adolescentes”? La adolescencia es un período de “transición” o “puente”; es


una etapa en la que el sujeto, poco a poco, deja de ser un niño, e inicia el camino hacia la adultez. La
misma, viene acompañada de diversos cambios físicos, psicológicos, emocionales y sociales que
comienzan junto con la pubertad y finalizan cuando se completa el crecimiento físico y la maduración

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psicosocial. La palabra “adolescencia” proviene del verbo “adolecer” que significa tener alguna
dolencia, sufrimiento o transitar algún cambio. Justamente, durante este período de “sufren” los
cambios que implican abandonar la niñez para comenzar la vida adulta.

Si bien no se desarrolla en todos de igual manera, se la considera entre los 10 y 21 años y se


distinguen 3 fases que se solapan entre sí. En principio se transcurre la adolescencia inicial entre los
10 y 14 años, luego la adolescencia media entre los 15 y 17 años y finalmente , la adolescencia tardía
entre los 18 y 21 años. Veamos las características principales de estas etapas:

● La adolescencia temprana o inicial, está caracterizada por el inicio del desinterés por los
padres y la búsqueda de relaciones con compañeros del mismo sexo. Además, se desarrollan
capacidades cognitivas, se da el dominio de la fantasía, se genera inestabilidad emocional y
falta de control de los impulsos.

● Luego comienza la llamada adolescencia media, en la que se hace más intensa la conflictiva
con los padres, la relación con los compañeros y es común que se comiencen a entablar
vínculos afectivos de pareja. Comienzan a vivenciar sentimientos de invulnerabilidad y
conductas omnipotentes, es decir, el adolescente comienza a sentir que “puede valerse por sí
mismo” y que “ya ha crecido”, sin embargo, suele depende en muchas órbitas de su vida aún
de sus progenitores

● Finalmente, algunos autores reconocen una tercera etapa denominada adolescencia tardía,
en la que el adolescente llega a sentirse más próximo a sus padres, valora las relaciones
íntimas, desarrolla su propio sistema de valores y conforma su propia identidad personal y
social. A partir de este último logro, es decir, conocerse y saber quién es, el adolescente tendrá
la posibilidad de sentirse respetado y amado, lo cual favorecerá a un sano desarrollo.

La adolescencia se caracteriza por una serie de duelos que atraviesan el adolescente en


relación al cuerpo infantil que abandona, a la relación que mantenía con los padres de la infancia y su
identidad infantil. Lo cual, a medida que abandona su mundo y reconoce aquellas transformaciones
incontrolables que van surgiendo, le genera un dolor tal que debe cambiar todas aquellas suposiciones
y modalidades anteriores para satisfacer sus necesidades en este nuevo contexto. Es decir, deberá
conformar su propio sistema de valores e ideas al cual aferrarse, y en el que pueda descargar todas
las emociones que este conflicto, entre la necesidad de independencia y su nostalgia de dependencia,
le genera. Durante esta etapa el adolescente comenzará a preguntarse cada vez con mayor intensidad
la pregunta “¿quién soy?”, es decir, comienza un arduo trabajo en la construcción de su identidad.

¿Qué es la identidad?

La palabra identidad proviene del latín “ídem”, que significa “lo mismo” lo que no cambia, lo que
es siempre igual. Si bien es un concepto muy complejo para definir, en general, la identidad hace
referencia al conjunto de rasgos, características propias de una persona o de un grupo que lo
identifican delante de los demás. Así, la identidad asegura que alguien sea quien es y no sea otra
persona. Los rasgos de identidad de cada persona se pueden pensar como las respuestas a las
preguntas: ¿quién soy?, ¿cómo soy?, ¿qué quiero hacer?, ¿por qué soy como soy?, ¿cómo pienso?,
¿cómo me siento?

La identidad no es algo dado o que se adquiere de una vez y para siempre, sino que es una
construcción constante. El psicólogo alemán Erich Fromm (1900-1980) sostenía que la búsqueda de la
propia identidad es una necesidad vital en el ser humano y que esa construcción de la identidad es
activa, porque las personas tienen que tomar decisiones haciendo uso de su libertad y voluntad. Es
decir, no se trata de preguntarse solamente quién soy sino también de indagar: con esto que soy, ¿qué
quiero ser y qué puedo ser? Por eso nos lleva muchos años construir nuestra identidad y reconocerla.
Se trata de un proceso que no se detiene aunque, a medida que pasan los años, las personas van
afirmando rasgos que las definen como únicas e irrepetibles.

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La búsqueda de la identidad no se realiza en forma solitaria, sino que se alimenta del vínculo
con los otros: la familia, los amigos, los compañeros del colegio, etc. En otras palabras, la construcción
de la identidad va de la mano del proceso de socialización de la persona.

Ser adolescentes en la sociedad actual

Ser adolescentes en nuestros días presenta características muy particulares asociadas al uso
de la tecnología y de las redes sociales, las cuales han transformado enormemente el modo en que los
jóvenes y la sociedad toda se relaciona. A las generaciones de jóvenes actuales se les conoce como
“centennials” o la denominada “generación Z”. Leamos a continuación el extracto de un artículo que
nos comparte Carolina Sánchez Agostini en su libro “Diez debates sobre E.S.I.” titulado “la vida según
los centennials”.

Son chicas y chicos de 8 a 25 años que comparten una visión global, binaria y adaptativa del mundo.
Como buenos nativos digitales, su vida se plasma naturalmente a través de los dispositivos
tecnológicos donde las redes sociales cumplen un papel protagónico para las relaciones
interpersonales. Impaciencia, mentalidad colectiva, propósitos a corto plazo. Son algunas de las
características comunes que describen a los jóvenes nacidos bajo la generación Z. Un segmento,
que integran varones y mujeres de hasta 25 años y que en Argentina, representan el 27 por ciento
de la población. Quienes hoy son centennials, nacieron conectados. No conocieron el internet “dial
up”, no tuvieron que elegir entre hablar por teléfono o conectar la computadora para navegar. Llevan
el smartphone como “parte de su esquema corporal” y no como un accesorio.

A nivel global, vieron la aparición de redes sociales o en muchos casos, nacieron ya con ellas.
Manejan para distintos objetivos y universos. Dominan Twitter, Instagram, TikTok a tal punto, que no
tienen con la exposición en redes el mismo problema que tuvieron sus antecesores, los millennials:
muestran y comparten todo aquello que quieren y son poco conscientes de su privacidad. Son
sujetos “multitasking” debido a que pueden estar más de cuatro horas en al menos dos plataformas
simultáneamente, por lo que tienen una atención más fragmentada fomentada a su vez, por la
inmediatez para obtener las respuestas.

No ven televisión ni se informan por canales tradicionales. Son la primera generación nacida en un
mundo que funciona a wi fi. Tienen un punto de vista social, plural, por lo que se los define como “la
generación del otro”. Sustentan valores globales, que pueden compartir con pares de la otra punta
del planeta, porque la idea de comunidad se construye para ellas y ellos a otra escala porque la idea
de comunidad se construye, para ellas y ellos, a otra escala. (...) Logran encauzar sus emociones a
través de las herramientas de diálogo que manejan desde sus celulares. Allí les es muy fácil
expresar frustración, enojo, tristeza de la misma manera que se muestran contentos o motivados.
Por lo general, las problemáticas que atraviesan en esta etapa de la vida se comenta entre su grupo
de pares porque los conflictos son similares.

A la luz del incipiente avance tecnológico, una nueva generación se muestra ávida por manejar el
sinnúmero de herramientas que hoy tienen al alcance. Son los “nativos digitales”. Ya sea desde un
smartphone, una tableta o una computadora, un 45 por ciento de los chicos de esa edad prefiere
navegar por Internet que estar frente a la TV. Apps, juegos y plataformas de video online se han
convertido también en una solución para los padres, ante un universo de opciones que llegan para
satisfacer las demandas de una población curiosa y exigente. Los más pequeños han llegado a un
mundo interconectado y su relación con las nuevas tecnologías resulta casi instintiva. Más aún,
cuando se trata de las pantallas táctiles, un espacio donde se desenvuelven naturalmente de forma
asombrosa.

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La persona como “ser cultural”

Vinculado a la idea de que el ser humano es un ser social, también es posible afirmar que la
persona es un ser cultural, pero ¿qué es la cultura? Definir el término “cultura” no es tarea sencilla ya
que, a través de la historia de las sociedades y las ciencias sociales, el término tuvo diferentes
acepciones. ¿Todos tenemos cultura? ¿La cultura se transmite como una herencia? ¿O puede cambiar
y transformarse con el paso del tiempo?

¿De qué hablamos cuando hablamos de “cultura”?

En Europa medieval, el término “cultura” hacía referencia al significado literal de la palabra:


“cultivo”. En este sentido, comprendía la acción de cultivar la tierra y la cría de animales. Durante el
Renacimiento (s. XV/XVI) comenzó a utilizarse este término en referencia al cultivo y enriquecimiento
del intelecto, de la razón o del espíritu, sentido que se impuso en el siglo XVIII; a partir de entonces se
llamó cultura al estado alcanzado luego de un proceso de formación. En este sentido, era considerada
“culta” toda persona formada, educada o instruida capaz de valorar las ideas de progreso, evolución y
razón. Esta concepción denominada “humanista” de la cultura, se encuentra estrechamente vinculada
a la idea de “civilización”. Los pueblos considerados “cultos” o “civilizados” eran los más avanzados en
cuanto a sus adelantos técnicos y científicos, como también en sus ideas religiosas y costumbres.
Estas características se medían desde la mirada europea (de allí que se denomina a esta mirada
“europocéntrica”), que clasificaba como “civilizado” a aquello ligado a la cultura de Europa y a la razón,
en oposición al salvajismo y a la “barbarie”, entendidos como etapas previas, más cercanas a la
naturaleza y al instinto animal. Así, lo civilizado (en oposición a lo primitivo) era aquello que desde la
mirada de Europa, se consideraba en ventaja respecto de otras sociedades tanto antiguas como
contemporáneas. A partir de la idea de la existencia de sociedades primitivas que debían evolucionar
hasta llegar a ser lo que se consideraba “civilizadas”, se justificaron invasiones, conquistas de
territorios y prácticas colonialistas.

En la actualidad, el concepto de cultura ha evolucionado sustancialmente y las distintas


nociones de cultura están ligadas al desarrollo de las ciencias humanas y sociales (antropología,
sociología, lingüística, filosofía) ya que, con el paso del tiempo, el significado del término fue
incorporando nuevos elementos y no quedó limitado a la idea de educación o evolución. Hoy en día se
denomina cultura al sistema complejo de conocimientos y de costumbres que caracteriza a una
población determinada y que es transmitido a las generaciones siguientes. El lenguaje, los hábitos y
los valores son algunos de los aspectos que forman parte de la cultura. La cultura es el resultado de la
acumulación de experiencias y de la adaptación a diferentes circunstancias, que tuvo una población
durante un largo período. No se trata de un conocimiento específico, científico o técnico, sino que
consideraremos “cultura” a cualquier producción, práctica, costumbre o idea que nazca de una
sociedad determinada. Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO) definió a la cultura como “el conjunto de los rasgos distintivos
espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social
y que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los
sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”.

La forma de vida en comunidad hace posible la continuidad de la cultura. Existe una amplia
diversidad cultural como tantas sociedades o países hay en el mundo, es decir, las diferentes culturas
pueden convivir.

Cultura de élite, cultura de masas y cultura popular

Como se vió, durante varios siglos, el acceso al conocimiento estaba destinado a un número
reducido de personas a quienes se los consideraba “cultos”. Durante la Edad Media las universidades
eran lugares donde una pequeña minoría podía acceder a los principales saberes de la época. A lo
largo de este periodo se consideraba que una persona debía estudiar siete tipos de “artes liberales”

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para estar culturalmente e intelectualmente formada. Estas siete artes se dividían en el “Trivium”
(gramática, dialéctica y retórica) y el “Quadrivium” (aritmética, geometría, astronomía y música).

Esta forma de entender la cultura como un conjunto de conocimientos que había que dominar
comenzó a cambiar en el siglo XIX con el nacimiento de nuevas disciplinas como la antropología o la
sociología. Este tipo de ciencias desplazaron el significado para desligarlo únicamente de las bellas
artes y relacionarlo también con otros campos como las prácticas religiosas, económicas,
gastronómicas, educativas, etc. Con este “giro” se buscaba entender la cultura como un fenómeno
más amplio y no solamente algo perteneciente a las clases privilegiadas. En base a esta idea, el
teórico inglés Raymond Williams en 1956 afirmó: “culture is ordinary” (la cultura es ordinaria o común).
Este análisis de la cultura como fenómeno más democrático, es decir, que alcanza a todos los seres
humanos y todas las sociedades y que no es exclusiva o para unos pocos, ha alcanzado mayor
aceptación a partir de la revolución digital que estamos experimentando desde finales del siglo pasado.
Nuestra sociedad hiperconectada gracias a la aparición de internet y de nuevos avances tecnológicos
han facilitado el desarrollo de nuevas formas culturales. Lo que antes era una característica cultural
propia de un pueblo, puede convertirse en un fenómeno global por medio de la web.

En sociedades contemporáneas suelen diferenciarse tres nociones o tipos de culturas: la


cultura de élite, la cultura popular y la cultura de masas. Veamos cada una de ellas:

Cultura de élite

Está conformada por aquellos fenómenos culturales producidos por la élite, es decir, por
personas que se encuentran en una situación de privilegio, de una clase económicamente dominante o
socialmente acomodada. El acceso a la cultura de élite es restringido a este grupo minoritario que
pretende mantener su condición social ventajosa por sobre el resto, y se relaciona con la visión
humanista de la cultura a la que nos referíamos en párrafos anteriores. Está conformada por aquellas
personas que se han cultivado; que tuvieron posibilidad de participar no sólo de sistemas formales de
educación, sino de otros círculos privados destinados a desarrollar “el buen gusto” por el ballet o la
música clásica; visitar instituciones culturales, academias, museos, galerías de arte, espacios desde
donde se pretende legitimar valorando como “culto” o “inculto” determinada obra, creación o
producción.

Cultura popular

Se entiende por “cultura popular” a todas aquellas cosas que una sociedad hace o ha hecho.
Podemos afirmar que desde esta perspectiva, la cultura no implica una formación estricta en
determinadas artes o disciplinas, sino que abarca una heterogeneidad o variedad de manifestaciones
culturales, prácticas, creencias colectivas, sentimientos, costumbres, ritos cuyo aprendizaje y
transmisión de generación en generación de esos contenidos culturales específicos. En este sentido,
la pasión por el fútbol, juntarse los domingos en familia a comer un asado y escuchar folklore o tomar
mate entre amigos pueden considerarse manifestaciones de la cultura popular.

Algunos autores definen a la cultura popular en un sentido más restringido como aquellas
formas y actividades que nacieron del modo de vida de las clases bajas de la sociedad y que quedaron
incorporadas a tradiciones y prácticas populares.

Cultura de masas

El concepto cultura de masas surgió en la década de 1930, en tiempos en que las masas
(conjunto de personas de clase media-baja) comenzaron a ganar protagonismo en la vida pública y
cuando los medios de comunicación -término que incluye a los medios de comunicación audiovisuales,
gráficos y la industria editorial - comenzaron su crecimiento y se transformaron en los principales
mecanismos de difusión de la cultura.

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La cultura de masas, llamada también industria cultural, concibe a la cultura como una
mercancía, como productos disponibles en el mercado, ya que se propone vender información,
espectáculo, entretenimiento. Es por sobre todo, una cultura que fomenta el consumo; que
homogeneiza (iguala) y estereotipa (genera estereotipos o modelos sociales) borrando las
características de cada grupo; está elaborada por especialistas que responden a grupos de poder
hegemónico; promueve la pasividad, prácticamente no hay participación de la audiencia. Los medios
ponen bienes culturales al alcance de todos, ofreciendo modos de diversión, de pensamiento, de
imaginación a grandes sectores de la población sin que éstos se correspondan con su realidad. Sin
embargo, antes del desarrollo de la cultura de masas, la mayoría de la población no tenía acceso a
ciertos bienes culturales, es decir que actúa, además, como democratizador de la cultura. Un claro
ejemplo de esto es la imagen de Frida Kahlo, quien fue una importante artista plástica mexicana que
comenzó a aparecer en numerosos artículos industriales como remeras, bolsos o se popularizaron sus
frases. Otra clara manifestación de la masificación de la cultura son los retratos de la Mona Lisa, una
famosísima pintura del artista del renacimiento Leonardo que hoy en día se encuentra en el museo del
Louvre en Paris, pero que se ha reproducido en todo tipo de productos y goza de una popularidad
mundial.

Etnocentrismo y relativismo cultural

La diversidad de culturas alrededor del mundo genera un fenómeno que la antropología


(disciplina que estudia al hombre en sus diversas dimensiones) denomina como “etnocentrismo”.
Consiste en la actitud de una persona, grupo o sociedad de superioridad sobre los demás, al
presuponer que su propia cultura es la mejor y la única forma adecuada de ser.

En mayor o menor medida, se evidencian manifestaciones de etnocentrismo en todo el mundo.


En reducidas dosis, contribuye a generar una sensación de orgullo cultural y de grupos unidos. En
casos extremos en los que no deja lugar a la tolerancia, puede tornarse una cultura destructiva, como
en situaciones de colonización o de genocidio. Conceptos que analizaremos más adelante. La
antropología analiza este concepto bajo la idea de que ninguna cultura es mejor que otra y que solo
pueden ser juzgadas respecto a si satisfacen las necesidades y los derechos de su población. Es
necesaria la diversidad cultural para garantizar la continuidad de la humanidad según los diferentes
entornos que habita.

A principios del siglo XX, el antropólogo Franz Boas (1848-1942) estudió diversos grupos
humanos desde su interior. Así, postuló la existencia de una pluralidad de culturas, desechando las
ideas evolucionistas y los estudios que comparaban una cultura con otra para reemplazarlos por
aquellos que consideraban a cada una como válida e importante en particular. Esta perspectiva superó
también la idea de que la cultura de un grupo social estaba determinada por su raza, entendida como
una agrupación de personas con características biológicas compartidas. Con los postulados de Boas
surge el denominado “relativismo cultural” en oposición al etnocentrismo. El relativismo cultural
entiende que las costumbres y los valores de todos los pueblos son igualmente válidos. No hay
mejores o peores culturas ni culturas inferiores y superiores. Mucho menos existen culturas con
derecho a dominar o conquistar otras.

Sociedades multiculturales e interculturales

Dentro de una sociedad es común que coexistan diferentes culturas. Este fenómeno se da
gracias a la presencia de diversos grupos etarios y fundamentalmente a partir de la presencia de
migrantes tanto internos como externos.

Habrá una sociedad multicultural cuando existan varias culturas que convivan en un mismo
espacio geográfico o social, pero sin implicar influencia o intercambio entre ellas, sin contacto con la
comunidad local. No aboga por la asimilación de costumbres ajenas a la cultura propia, lo que puede
derivar en conflictos.

10
En cambio, una sociedad será intercultural cuando exista una convivencia de diferentes
culturas en un mismo espacio y, además, una interacción entre ellas sin la supremacía de ningún
grupo cultural. La interculturalidad se basa en valores como el respeto a la diversidad, el crecimiento
de cada grupo y la integración. Además, apuesta por el diálogo para la resolución de posibles
conflictos que puedan surgir.

Globalización y aculturación

Se denomina “aculturación” al proceso social mediante el cual una persona, un grupo de


individuos o una comunidad entera ve transformado su sistema cultural a partir de la adquisición de
nuevos elementos o valores culturales pertenecientes a otra comunidad. El proceso de aculturación
puede ser visto tanto como un fenómeno positivo como un fenómeno negativo en tanto que puede
representar la integración pero también la pérdida de identidad cultural del sujeto.

El fenómeno de aculturación existe desde que distintas comunidades humanas entraron en


contacto en diferentes momentos de la historia, es decir, desde tiempos inmemoriales. La interacción
del ser humano con otros seres humanos que vivían una realidad social y cultural distinta siempre
representó un desafío: entrar en contacto con algo que no es similar a uno y que significa otro modo de
entender el mundo puede ser un shock muy fuerte. Sin embargo, con el paso del tiempo y con el
progresivo desarrollo de un sistema cultural mundial como es la globalización, el aislamiento y el
mantenimiento de rasgos culturales únicos y particulares se hace cada vez más difícil.

Cuando hablamos de aculturación estamos haciendo referencia a aquel proceso mediante el


cual una persona adquiere o asimila los rasgos culturales de otra comunidad. Un ejemplo claro de esto
puede ser Japón, uno de los países más alejados de Oriente, con una cultura milenaria y muy rica que,
sin embargo, ha logrado asimilar a la perfección muchos rasgos que tienen que ver con la comodidad y
el estilo de vida occidental.

Cuando una comunidad de personas asume como propia una cultura ajena se produce un
proceso de aculturación. Este proceso puede ser consciente o inconsciente, pacífico o por la fuerza.

La globalización presenta dos caras muy diferenciadas. En su dimensión más satisfactoria


presenta una serie de ventajas: mayor acceso a todo tipo de bienes y servicios, disminución de los
costes de producción, eliminación de fronteras económicas, etc. Sin embargo, no todo son ventajas.
De hecho, el mundo globalizado está asociado a una aculturación. En esta línea, algunas lenguas
minoritarias se encuentran en peligro de extinción y, en general, los grupos humanos aislados van
perdiendo sus tradiciones porque el modo de vida que tienen no se adapta a la realidad de los
mercados globales.

El ejemplo más característico en el binomio globalización-aculturación tiene relación con la


lengua. El inglés se está convirtiendo en el idioma hegemónico de las relaciones humanas y esta
circunstancia puede ser positiva en la esfera económica, pero es muy nociva desde el punto de vista
de la cultura.

11
Unidad 2: La persona humana como “sujeto de
derecho”
¿Qué es “ser persona”?

¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que nos diferencia de los animales? Podríamos
enumerar muchas diferencias, sin embargo, una en particular resalta entre las demás: la dignidad. La
palabra dignidad proviene del adjetivo latino “dignus”, que se traduce como “valioso”. La dignidad
entonces será la condición que poseen todos y cada uno de los seres humanos que los hace valiosos,
sin importar su raza, aspecto físico, nacionalidad, ideología, religión o nivel social o económico. Las
personas son valiosas en sí mismas y por sí mismas y poseen una dignidad intrínseca. El primer y
fundamental valor es la dignidad de la persona.

TODOS LOS SERES HUMANOS, POR EL SIMPLE HECHO DE SER PERSONAS, SON
DIGNOS Y POR LO TANTO, SERÁN SUJETOS DE DERECHO

Históricamente en el mundo del Derecho hubo una intensa discusión alrededor del interrogante
si “persona” era un concepto que nacía de la ley y el reconocimiento del hombre como tal provenía de
ella o si era un sinónimo de hombre y que cualquier ser humano por el simple hecho de ser tal era
considerado persona y por ende, sujeto de derecho.

Tal como afirmó el filósofo alemán Immanuel Kant, el hombre es un “fin en sí mismo”, no un
medio para usos de otros individuos, lo que lo convertiría en una cosa. Los seres irracionales, como
los animales, pueden ser medios para, por ejemplo, la alimentación, en cambio la existencia de las
personas es un valor absoluto y, por ello, son merecedoras de todo el respeto moral mientras que la
discriminación o la esclavitud son acciones moralmente incorrectas, porque atentan contra la dignidad
de las personas.

Evolución del concepto de persona y el reconocimiento de su dignidad

Las ideas en torno al concepto de persona fueron transformándose con el paso del tiempo:

En el antiguo derecho romano se distinguían diversas “categorías” de personas. En este


sentido, quienes mayores derechos poseían eran aquellos que reunían las condiciones de libre,
ciudadano y sui iuris (no sujeto a la potestad de otra persona). Este era el “pater familia”. Otros eran
“menos” persona y su plexo de derechos -si es que los poseían- eran mucho más acotados como los
extranjeros o los “alieni iuris” (aquellos miembros de la familia que estaban sujetos a la potestad del
pater). Algunos directamente no eran considerados persona: los esclavos.

En la valorización de la dignidad de la persona humana han sido de gran importancia los


aportes del judaísmo y el cristianismo. El pueblo hebreo, por ejemplo, fue pionero en el reconocimiento
del extranjero como persona y por ende, como sujeto de derecho. En este sentido, la idea de la
“hospitalidad” se coloca como un valor central de las escrituras judías. Correlativamente, en el Nuevo
Testamento se equipara al extranjero a cualquiera e invita a darle acogida (Mt. 25).

Durante la Edad Media, los teólogos cristianos revalorizaron el valor absoluto de la persona y
comenzaron a pronunciarse a la luz del Evangelio sobre su dignidad. Entre quienes sostenían esto, se
destacó Tomás de Aquino.

Hasta el siglo XVII en las sociedades europeas y orientales era común considerar que las
personas no eran iguales entre sí; que su lugar de nacimiento, origen familiar y condición económica
12
determinaba las posibilidades de éstas de ser titulares de derechos. De este modo existían sectores
con ciertos “privilegios” que otros no disponían.

A lo largo de la historia, tal como estudiaremos en las próximas páginas, la dignidad humana
fue duramente atropellada. Durante el siglo XX, numerosas personas fueron víctimas de la
persecución de numerosos regímenes totalitarios como el comunismo ruso, el fascismo italiano y el
nacionalsocialismo alemán. Durante el Tercer Reicht (así se denominaba Alemania en la época de
Hitler) había ciudadanos “de primera” y “de segunda” (nacionales alemanes de origen judío) . El
ámbito de las “no-personas” se amplió sustancialmente al quedar sometidos al dominio de Hitler gran
cantidad de extranjeros durante el avance del nazismo durante los primeros años de la guerra.

Derechos Humanos
Entre las definiciones que rescatan la identificación de los derechos humanos con la dignidad
de la persona humana, encontramos a Musso, quien conceptualiza aquellos derechos como “las
facultades que necesitamos ejercer y las situaciones de las que necesitamos gozar para que nuestra
vida se desenvuelve de modo compatible con la dignidad y el valor fundamental de la persona
humana”

Siguiendo al autor italiano Luigi Ferrajoli podríamos afirmar que los derechos humanos son
aquellos derechos primarios de las personas que corresponden a todos los seres humanos, tales como
la vida, la libertad, la salud o la educación. Los derechos humanos son universales, indivisibles e
interdependientes. Engloban derechos y obligaciones inherentes a todos los seres humanos que
nadie, ni el más poderoso de los Gobiernos, tiene autoridad para negarnos. No hacen distinción de
sexo, nacionalidad, lugar de residencia, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, edad, partido
político o condición social, cultural o económica.

El Papa Juan XXIII en su encíclica Pacem in Terris (1963) respecto de los Derechos Humanos,
afirmó: “Todo hombre es persona, esto es, naturaleza dotada de inteligencia y de libre albedrío, y que,
por tanto, el hombre tiene por sí mismo derechos y deberes, que dimanan inmediatamente y al mismo
tiempo de su propia naturaleza. Estos derechos y deberes son, por ello, universales e inviolables y no
pueden renunciarse por ningún concepto”.

Caracteres de los derechos humanos

Como hemos afirmado en el párrafo anterior, los derechos humanos son fundamentales para
que vivamos en un entorno donde reinen la justicia y la libertad. De ahí sus características, que
pueden resumirse en los siguientes aspectos claves:

1. Los derechos humanos son derechos intrínsecos, es decir, todas las personas los tienen por el
hecho de nacer.

2. Son derechos irrenunciables. Nadie puede renunciar a ellos, ni siquiera por propia voluntad, y por
eso mismo son también intransferibles.

3. Son derechos inalienables, por lo que nadie los puede suprimir bajo ninguna circunstancia ni se
puede despojar de ellos a ninguna persona.

4. Los derechos humanos son derechos universales. Esta característica es fundamental, y significa
que todas las personas tienen los mismos derechos sin discriminación alguna y que se aplican a
cualquier persona de cualquier parte del mundo. La Conferencia Mundial de Derechos Humanos de
Viena de 1993 determinó que todos los Estados -independientemente de sus sistemas políticos,
económicos y culturales- están obligados a promover y proteger todos los derechos humanos y las
libertades fundamentales de todas las personas que se encuentren en su territorio.

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5. Son derechos interdependientes. La estrecha relación entre derechos o grupo de derechos
también es clave, ya que el avance de uno favorece el progreso de los demás, mientras que la
privación de uno perjudica al ejercicio del resto. El desarrollo integral de las personas es un todo, y,
por ejemplo, su derecho a la educación no será efectivo si no tiene a la vez otros derechos -a la
salud, al trabajo, a la vivienda, a la libertad de expresión, de tránsito, etcétera- para poder disfrutar
plenamente. Otro caso de interdependencia es el de los derechos políticos, cuyo ejercicio pasa por
la existencia de los derechos a la libertad de asociación, a la libertad de expresión y a la igualdad y
no discriminación.

6. Son derechos indivisibles. Todos los derechos humanos merecen la misma atención y tienen la
misma vigencia. Ni se puede prescindir de uno, ni se puede disfrutar de uno a costa de otro,
porque todos ellos se encuentran unidos y forman parte de un todo, de una misma construcción.
No hay, pues, separación ni jerarquía entre ellos, y los derechos civiles y políticos tienen el mismo
peso que los derechos económicos, sociales y culturales. De hecho, resulta extremadamente difícil
mejorar estos últimos sin libertades políticas. Y viceversa: estas libertades difícilmente conseguirán
beneficiar a las personas más necesitadas si no van acompañadas de un desarrollo económico y
social.

7. Son derechos inderogables, aunque esta característica admite matices. Algunas normas
internacionales, regionales o nacionales de derechos humanos contemplan la posibilidad de que
esa inderogabilidad no afecte por igual a todos los derechos y legitiman a los Estados para que, de
forma excepcional, puedan derogar algunos. En todo caso, hay un grupo de derechos que deben
ser respetados siempre, sin excepción, como el derecho a la vida; a no ser esclavizado o a no ser
torturado; a no recibir tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes; y a la no discriminación
por motivos de raza, religión, origen social o de cualquier otra índole.

8. Son derechos imprescriptibles. Los derechos humanos no prescriben, no tienen fecha de


caducidad por ningún motivo.

9. Son derechos progresivos. Una vez conseguido un avance en el ejercicio y la tutela de un


derecho humano, ya no se podrá eliminar, limitar ni restringir posteriormente. Al contrario, se debe
seguir progresando en su cumplimiento, porque la propia filosofía de los derechos humanos obliga
a su constante mejoría.

Aunque hoy se hable de los derechos humanos pensado que su reconocimiento y garantía han
sido un importante logro (ya consagrado) de la sociedad moderna, lo cierto es que todavía existen
importantes contradicciones o realidades que pueden hacernos dudar acerca de la afirmación de tales
derechos o, al menos, de la efectividad en su aplicación práctica.

“Donde no se respeten los derechos humanos, allí no puede haber paz, porque toda violación
de la dignidad personal favorece el rencor y el espíritu de venganza”
Juan Pablo II

¿Quiénes están obligados al respeto de los derechos humanos?

Si bien debido al carácter universal en principio todos están obligados a respetar el pleno
ejercicio de los Derechos Humanos, cabe hacer algunas distinciones especiales:

1. Los Estados

Todos los Estados han ratificado al menos 1 de los 9 tratados básicos de derechos humanos. El
80 % de los Estados han ratificado 4 o más. Esto quiere decir que los Estados tienen obligaciones y
deberes conforme al derecho internacional de respetar, proteger y cumplir los derechos humanos:

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● La obligación de respetarlos significa que los Estados deben abstenerse de interferir en el disfrute
de los derechos humanos, o de limitarlos.
● La obligación de protegerlos exige que los Estados protejan a las personas y a los grupos contra
las violaciones de derechos humanos.
● La obligación de cumplirlos supone que los Estados deben adoptar medidas positivas para facilitar
el disfrute de los derechos humanos básicos.

2. Particulares, asociaciones civiles y empresas

Todas las personas tienen la responsabilidad de respetar los derechos humanos. También los
grupos y empresas. Por ejemplo, deben evitar consecuencias graves para el medio ambiente en los
territorios donde operan, y sus actividades no deben conllevar en ningún caso desalojos forzosos.

3. Grupos armados

Un sector especialmente obligado al respeto de los derechos humanos son los grupos armados
tales como los ejércitos nacionales, fuerzas de paz y demás agrupaciones armadas. Los grupos
armados deben respetar las normas del denominado “derecho internacional humanitario” (DIH). La
finalidad del DIH es proteger a las víctimas de conflictos armados y regular las hostilidades a partir de
un equilibrio entre la necesidad militar y las consideraciones de humanidad. Según las normas del DIH,
las partes beligerantes deben cumplir sus obligaciones humanitarias en todas las circunstancias,
independientemente de la conducta del enemigo y de la naturaleza o del origen del conflicto. Una de
las principales normas del DIH establece que todas las personas que hayan caído en poder del
enemigo tienen derecho a recibir un trato humano, independientemente de su estatuto y función o
actividades previas

En situaciones de conflicto armado internacional, las fuentes legales más importantes del DIH
aplicable serían los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, junto con su Protocolo adicional I, y los
tratados sobre armas, como la Convención sobre ciertas armas convencionales de 1980 o la
Convención sobre municiones en racimo de 2008.

El sistema de Naciones Unidas (ONU)


Cuando la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) estaba a punto de terminar, las naciones
estaban en ruinas y el mundo quería la paz. Representantes de 50 países se reunieron en San
Francisco en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional del 25 de abril al
26 de junio de 1945. Durante los siguientes dos meses, procedieron a redactar y luego firmar la Carta
de la ONU, que creó una nueva organización internacional, las Naciones Unidas, que, se esperaba,
evitaría otra guerra mundial como la que acababan de vivir. La ONU estuvo originalmente formada por
51 países que se comprometieron a mantener la paz y la seguridad internacional, fomentar entre las
naciones relaciones de amistad y promover el progreso social, la mejora del nivel de vida y los
Derechos Humanos. Hoy cuenta con 193 países miembros.

¿Cuáles son sus objetivos?

Debido a los poderes conferidos en su Carta y su carácter internacional único, las Naciones
Unidas pueden tomar medidas ante los problemas a los que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI.
Entre ellos se encuentran:

● Mantener la paz y la seguridad internacionales.


● Proteger los derechos humanos.
● Entregar ayuda humanitaria.
● Promover el desarrollo sostenible.
● Defender el derecho internacional.

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¿Cuáles son sus órganos principales?

Los principales órganos de la ONU son la Asamblea General, el Consejo de Seguridad, la


Corte Internacional de Justicia y la Secretaría de la ONU. Todos ellos se crearon en 1945 al fundarse
la ONU.

Además de estos existen numerosos órganos más que trabajan para el cumplimiento de los
objetivos de la organización tales como el Consejo Económico y Social, el Consejo de Administración
Fiduciaria y una enorme cantidad de organismos especializados tales como la Organización Mundial
de la Salud (OMS), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Fondo Monetario Internacional
(FMI), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO), la
Organización Internacional de las Migraciones (OIM), la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados (ACNUR).

1. Asamblea general

La Asamblea General es el órgano representante, normativo y deliberativo de la ONU, y el


único que cuenta con representación universal al estar representados sus 193 Estados Miembros.
Estos se reúnen cada año, en septiembre, durante la sesión anual, que tiene lugar en el Salón de la
Asamblea General en Nueva York. Durante sus primeros días se realiza un debate general en el que
participan y hablan numerosos Jefes de Estado. La toma de decisiones en la Asamblea General
requiere una mayoría de dos tercios cuando se trata de asuntos de vital importancia; como aquellos
referidos a la paz y la seguridad, la admisión de nuevos miembros y los asuntos presupuestarios. Las
decisiones en otras cuestiones se toman por mayoría simple (mitad más uno). Cada año, se elige a un
Presidente, que ejerce el cargo durante un año.

2. Consejo de Seguridad

El Consejo de Seguridad tiene la responsabilidad principal, según lo estipulado en la Carta de


las Naciones Unidas, de mantener la paz y seguridad internacionales. Cuenta con 15 Miembros (5
permanentes y 10 no permanentes). Cada uno tiene un voto, aunque los cinco permanentes cuentan
con el poder del veto. Según la Carta, todos los Estados Miembros están obligados a adoptar las
decisiones del Consejo. El Consejo de Seguridad dirige la labor de determinar la existencia de
amenazas contra la paz o de actos de agresión. Pide a las partes involucradas en un conflicto que se
llegue a un acuerdo por medios pacíficos y recomienda métodos de ajuste o términos de acuerdo. En
algunos casos, el Consejo de Seguridad puede recurrir a la imposición de sanciones e, incluso, a la
autorización del uso de la fuerza para mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales. La
presidencia del Consejo de Seguridad rota de forma mensual.

Los miembros permanentes del Consejo de Seguridad son:

1. China.
2. Francia.
3. Federación de Rusia.
4. Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
5. Estados Unidos.

3. Secretaría general

La persona que ocupa el cargo de Secretario/a General es el símbolo de los ideales de las
Naciones Unidas y portavoz de los intereses de los pueblos del mundo, en particular los pobres y
vulnerables. En términos de la Carta, el Secretario General es el "más alto funcionario administrativo"
de la Organización.

El Secretario General es nombrado por la Asamblea General por recomendación del Consejo
de Seguridad por un período renovable de cinco años. El actual Secretario General de las Naciones
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Unidas, noveno ocupante del cargo, es António Guterres, de Portugal, quien asumió su cargo el 1° de
enero de 2017.

4. La Corte Internacional de Justicia

La Corte Internacional de Justicia es el órgano judicial principal de las Naciones Unidas. Su


sede está en el Palacio de la Paz en la Haya (Países Bajos). Es el único de los órganos principales de
la Organización que no se encuentra en Nueva York. Su función es resolver, de acuerdo con la
legislación internacional, las disputas legales presentadas ante ella por los distintos Estados y emitir
dictámenes consultivos acerca de las cuestiones legales que los órganos autorizados y las agencias
especiales le planteen. La Corte Internacional de Justicia funciona de conformidad con su Estatuto.

La negación absoluta de los Derechos Humanos: los totalitarismos del siglo XX


Durante las décadas de 1920 y 1930 en varios países de Europa se consolidaron regímenes
políticos de tipo no democráticos:

● En Italia se instaló el fascismo, impulsado por Benito Mussolini.

● En Alemania surgió el nazismo a partir de la acción de Adolf Hitler.

● En España se impulsó el denominado “integrismo católico” que llevó al poder al general Francisco
Franco.

● En Rusia, bajo la influencia de Joseph Stalin, se afianzó el comunismo soviético.

¿Qué es un Estado “totalitario”?

El totalitarismo es un sistema de gobierno que consiste en el ejercicio absoluto y sin


restricciones del poder por parte del Estado sobre sus habitantes. Implica una restricción severa a las
libertades individuales y la prohibición de cualquier tipo de manifestación opositora.

Un Estado totalitario es aquel que interviene en todas las esferas de la vida de la población: la
economía, la vida familiar, la educación, la religión, la cultura, las ideologías, los medios de
comunicación.

Características de los totalitarismos del siglo XX

Los regímenes totalitarios que se desarrollaron durante el siglo XX tuvieron una serie de
características en común, entre las que se distinguieron:

● Concentración de todo el poder político en la figura de un líder supremo (denominado “führer” en el


caso de Hitler y “duce” en el caso de Mussolini)

● Personalidad carismática del líder, quien tiene grandes dones para la oratoria y se presenta ante el
pueblo como un defensor de los valores nacionales y la soberanía local. Frente a esta situación, el
pueblo es flexible a concederle facultades políticas extraordinarias

● Eliminación de toda forma de actividad política opositora y desaparición de los partidos políticos

● Constantes advertencias sobre los peligros que acechaban a la comunidad nacional y la creación
de un enemigo (interno o externo) ante quien el pueblo, encabezado por el líder, debe enfrentarse y
vencer

● Fuerte intervención del Estado en la economía nacional

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● Reforma del sistema educativo para inculcar en los niños y jóvenes propaganda del partido oficial e
ideologías afines al régimen

● Promoción de una política expansionista en búsqueda de anexar nuevos territorios. Hitler promovió
la “teoría del espacio vital” por la cual justificó la invasión de territorios vecinos de Alemania tales
como Austria y Polonia. Mussolini por su parte, promovió la invasión del norte de África

● Celebración de grandes actos masivos donde se exhiben gigantescas imágenes del líder,
banderas, desfiles militares, cantos, simbología partidaria (como la esvástica nazi)

● Represión sistemática a todo tipo de oposición al régimen mediante:

○ Fuerte control de la prensa y los medios de comunicación


○ Prohibición del derecho a huelga y disolución de sindicatos
○ Represión a docentes opositores

● Promoción de ideas nacionalistas, racistas y xenófobas (odio por otras culturas). Hitler por su parte
promovió las ideas de la “pureza racial” de Alemania y la “superioridad de la raza aria”.

La excusa: evitar el avance del comunismo

Tanto el nazismo como el fascismo y el franquismo surgieron, entre otros factores, como una
respuesta frente al estallido de la “Revolución rusa” a partir de 1917 y la instauración de un régimen
comunista fundados en las ideas del pensador Karl Marx que consistió en:

● Eliminación de la propiedad privada, o sea, la desaparición del derecho de propiedad por parte de
los particulares y la consiguiente apropiación del Estado de todos los bienes

● Expropiaciones de tierra, es decir, el Estado adquirió como propietario tierras que pertenecían a los
habitantes

● Eliminación del sufragio y la elección de los representantes, ya que el líder debe ser un fiel
defensor del comunismo.

● La desaparición de las clases sociales, por considerar que la existencia de éstas crea grandes
conflictos y que todas las personas deben ser iguales.

● La instauración de un sistema unipartidista, es decir, la prohibición de la participación de partidos


políticos, siendo el único partido del estado el comunista, ya que el comunismo no puede
enfrentarse a otro partido que no lo sea, al solo poder existir un modelo económico.

Frente al temor del avance comunista, en algunos países de Europa se empezaron a promover
dictaduras conservadoras y formas de gobierno autoritarias para combatir la difusión de la política
soviética. Estas nuevas formas de ejercer el poder contaron con el apoyo de terratenientes,
empresarios, la Iglesia, el Ejército y gracias a los grandes sistemas de propaganda y carisma de los
líderes, también recibieron un fuerte apoyo del pueblo.

¿Qué es un genocidio?

Según la definición de las Naciones Unidas, un genocidio es un conjunto de actos perpetrados


con el fin de destruir parcial o totalmente una comunidad étnica, religiosa o nacional. Los genocidios
son siempre actos de odio extremo que buscan la aniquilación de un grupo étnico, religioso o de otro
tipo. Los estudios afirman que sólo durante el siglo XX el número de personas que murieron a causa
de los genocidios fue de 70 millones.

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El término también está relacionado con los crímenes de lesa humanidad, definidos en la Carta
de Londres en el año 1945, de los que fueron acusados los nazis en los Tribunales de Nuremberg. El
término genocidio no fue definido hasta 1944, cuando fue necesario nombrar a los asesinatos masivos
contra comunidades o grupos de alguna manera específica. En el año 1944 un abogado de nombre
Rafaél Lemkin, de origen polaco, acuñó el término para poder referirse a los hechos antisemitas en el
continente europeo, llevados a cabo por los nazis. Esa definición estaba incluida en su libro “El poder
del eje en la Europa ocupada” Para la creación del término genocidio se utilizaron bases griegas y
latinas, combinando geno, del griego, que significa raza con cidio, del latín, que significa asesinar.

Son ejemplos de genocidios de la historia:

● Genocidio judío (denominado “holocausto” o “shoá”), del cual nos ocuparemos en extenso en
el siguiente apartado. El régimen nazi, al mando de Adolf Hitler, intentó exterminar a la población
judía del continente europeo, llevando adelante un genocidio más de 6 millones de judíos. Las
muertes fueron consumadas por ahorcamientos, disparos, golpes, hambre extrema, asfixia con
gases venenosos, entre otros.

● Genocidio armenio. Fue la deportación forzosa y el intento de exterminar la cultura armenia, un


pueblo de Europa del este. Se calcula que entre un millón y medio y dos millones de civiles
armenios​ fueron perseguidos y asesinados por el gobierno de los Jóvenes Turcos en el Imperio
otomano, entre 1915 y 1923.

● Genocidio de Camboya. Alrededor de 2 millones de personas fueron masivamente asesinadas,


entre 1975 y 1979, por el régimen comunista (Jemeres rojos) al mando de Pol Pot.

● Genocidio de Ruanda. Cerca de 1 millón de personas fueron ejecutadas en 1994. Es reconocido


por haber sido la nación cuyos tribunales sancionaron la primera condena por violencia sexual
contemplada como acto de genocidio por haber considerado la violación como una tortura.

● Genocidio de Guatemala. En los años 80, cerca de 200,000 personas fueron asesinadas. En el
año 2013 se condenó en Guatemala al ex Jefe de Estado Rios Montt por crímenes de lesa
humanidad y genocidio contra el poblado maya de Ixil.

El Holocausto o la “Shoá”

El Holocausto mejor denominado “shoá” (que en hebreo significa “catástrofe”), fue la


persecución y el asesinato sistemático de aproximadamente seis millones de judíos europeos,
organizado y auspiciado por el régimen alemán nazi y sus colaboradores. El Holocausto fue un
proceso gradual que tuvo lugar en toda Europa de 1933 a 1945.

Cuando llegaron al poder en Alemania, los nazis no empezaron a llevar a cabo asesinatos en
masa de inmediato. Sin embargo, rápidamente empezaron a utilizar al gobierno para atacar y excluir a
los judíos de la sociedad alemana. Entre otras medidas antisemitas, el régimen alemán nazi promulgó
leyes discriminatorias y organizó la violencia contra los judíos de Alemania. La persecución nazi de los
judíos se volvió cada vez más radical de 1933 a 1945. Esta radicalización culminó en un plan que los
líderes nazis denominaron la “solución final al problema judío”. La “solución final” fue el asesinato
masivo organizado y sistemático de los judíos europeos entre 1941 a 1945, es decir, durante la
Segunda Guerra Mundial.

¿Qué es el antisemitismo? Los nazis atacaron a los judíos porque eran radicalmente
antisemitas. Esto significa que tenían prejuicios contra los judíos y los odiaban. De hecho, el
antisemitismo fue un principio básico de su ideología y el fundamento de su visión del mundo. Los
nazis acusaban falsamente a los judíos de ser los causantes de los problemas sociales, económicos,
políticos y culturales de Alemania. En particular, los culpaban de la derrota de Alemania en la Primera
Guerra Mundial (1914-1918).

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Sin bien existían movimientos antisemitistas desde la Edad Media (s. V a XV), durante el Tercer
Reich la cuestión se acrecentó aún más particularmente a partir de la teoría de la superioridad racial
promovida por le nazismo. Hitler difundió su creencia en la "pureza" racial y la superioridad de la "raza
germana", lo que él llamaba una "raza aria superior". Declaró que su raza debía permanecer pura para
poder tomar el control del mundo algún día. Para Hitler, el ideal "ario" era rubio, de ojos azules y alto.
Hitler y otros líderes nazis consideraban a los judíos no como un grupo religioso, sino como a una
"raza" venenosa que "vivía a costa" de otras razas y las debilitaba.

Las formas de persecusión al pueblo judío

El nazismo persiguió a los judíos dispersos por Alemania y luego a aquellos que se
encontraban en territorios ocupados por los alemanes a través de diversos mecanismos:

● Discriminación legal en forma de leyes antisemitas. Entre ellas, las leyes raciales de Nuremberg y
otras muchas leyes discriminatorias.

● Diversas formas de identificación y exclusión pública. Estas incluían la propaganda antisemita, el


boicot a los negocios de propiedad judía, la humillación pública y las marcas obligatorias (como la
insignia de la estrella judía que se llevaba como brazalete o en la ropa).

● Violencia organizada. El ejemplo más notable es la Kristallnacht (la noche de los cristales rotos).
También hubo incidentes aislados y otros pogroms (disturbios violentos).

● Desplazamiento físico. Las autoridades recurrieron a la emigración forzosa, el reasentamiento, la


expulsión, la deportación y la creación de ghettos para desplazar físicamente a personas y
comunidades judías.

● Internamiento. Las autoridades internaron a los judíos en ghettos superpoblados, campos de


concentración y campos de trabajos forzados, donde muchos murieron de hambre, enfermedades
y otras condiciones inhumanas.

● Robos y saqueos generalizados. La confiscación de las propiedades, así como de los objetos
personales y de valor de los judíos fue una parte fundamental del Holocausto.

● Trabajos forzados. Los judíos tenían que hacer trabajos forzados al servicio del esfuerzo bélico del
Eje (bando de la guerra en el que se encontraba Alemania) o para el enriquecimiento de
organizaciones nazis, del ejército y de empresas privadas.

Muchos judíos murieron como resultado de estas políticas, pero antes de 1941, el asesinato
masivo y sistemático de todos los judíos no era una política nazi. En 1941, sin embargo, los dirigentes
nazis decidieron llevar a cabo el genocidio de los judíos europeos. Se referían a este plan como la
“solución final al problema judío”.

A finales de 1941, el régimen nazi comenzó a construir centros de exterminio fijos y diseñados
específicamente con ese fin en la Polonia ocupada por los alemanes. Los centros de exterminio se
conocían también como “campos de exterminio”. La Alemania nazi operó cinco centros de exterminio:
Chelmno, Belzec, Sobibor, Treblinka y Auschwitz-Birkenau. Estos centros de exterminio se
construyeron con el único propósito de asesinar eficazmente a los judíos a gran escala. El principal
medio de asesinato en los centros de exterminio era el gas venenoso emitido en cámaras de gas
selladas o en camionetas.

A partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, se ha revalorizado la noción


iusnaturalista de persona la que considera que todo ser humano, por el simple hecho de serlo es
considerado persona y por ende titular de derechos humanos. La condición humana es el único
requisito para ser persona. Ninguna cualidad o característica personal puede variar la afirmación
absoluta de que todo hombre es persona.
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Unidad 3: La Constitución Nacional
Desde los primeros tiempos, las sociedades más antiguas se rigieron por diversos sistemas de
leyes en miras a una convivencia pacífica entre los miembros de la comunidad. Con el paso del
tiempo, los Estados se fueron organizando cada vez más e instituyeron leyes fundamentales que rijan
para todos los habitantes de la comunidad y establezcan el modo en que iba a organizarse el poder:
¿quién gobernaría? ¿cómo se elegiría al gobernante? ¿cuánto durará en el poder? ¿qué derechos
tendría la población? ¿cómo reclamará ante el gobernante esos derechos? Ese instrumento jurídico
fundamental por el cual se organiza un Estado se denomina Constitución.

¿Qué es una Constitución?

A lo largo de la historia, diversos autores han dado definiciones diversas del término
“Constitución”, entre ellas la han llamado “norma de normas”, “la ley fundamental”, “un pacto entre
iguales”, “pacto fundacional de una sociedad”, “ley suprema de la Nación”. El constitucionalista
rosarino Maximiliano Torricelli ha definido a la Constitución de la siguiente manera: “Norma suprema
que cumple una función limitadora del poder, que proclama el imperio de la ley y asegura los
beneficios de la libertad”.

Analicemos el concepto del párrafo anterior:

a. ¿Qué significa que la Constitución es la “ley suprema de la Nación"?

Es habitual que se defina a la Constitución afirmando que “es la ley suprema de la Nación”. Sin
embargo cabe preguntarnos: ¿qué significa que la Constitución sea “suprema”? En pocas palabras,
podemos afirmar que la Constitución es la norma suprema en la medida en que esta es superior a las
leyes y demás normas del mundo jurídico. Todas las leyes deben adecuarse a sus principios y ninguna
acción de gobierno o de particulares puede contradecirla.

Toricelli afirma que la Constitución es suprema en la medida en que esta establece la relación
jerárquica de las distintas normas que se aplican en el Estado y fija los procedimientos para la
incorporaciones de las leyes al ordenamiento jurídico, en otras palabras, la constitución es suprema en
virtud de su carácter de ordenadora.

En este sentido, nuestra Constitución Nacional afirma:

Artículo 31 CN.- Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por el
Congreso y los tratados con las potencias extranjeras son la ley suprema de la Nación; y las
autoridades de cada provincia están obligadas a conformarse a ella

En un Estado federal como el nuestro, el habitante está sometido a las normas jurídicas de
distinto origen: Constitución, tratados internacionales, leyes nacionales y provinciales, decretos,
ordenanzas municipales, etc. En principio, esas normas deben mantenerse en armonía componiendo
un conjunto homogéneo de disposiciones. Pero puede ocurrir que existan o se dicten normas
contradictorias. Precisamente para asegurar la necesaria armonía en un sistema normativo y evitar el
caos y la anarquía, se impone la necesidad de la jerarquización de tales normas en diferentes
escalones. Entre éstos, la Constitución, en tanto ley suprema, ocupa el primer plano, el nivel más alto,
más elevado y ninguna norma puede contradecirla. En virtud del principio de Supremacía, la
Constitución Nacional da fundamento, sirve de cimiento, de base, al restante ordenamiento
jurídico-político del Estado.

b. ¿Qué significa que la Constitución “cumple una función limitadora del poder”?

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La Constitución es una herramienta jurídica que impide que el gobernante abuse del poder y
atropelle los derechos de los habitantes de la Nación. En este sentido, la Constitución cumple una
función “limitadora” de ese poder porque establece justamente límites a las facultades de quien está en
cabeza del gobierno. Por ejemplo, el presidente no puede permanecer en su cargo el tiempo que
quiera, ni puede decidir sobre temas que le corresponde legislar únicamente al Congreso de la Nación
(Poder legislativo), ni puede juzgar delitos, porque es una tarea que le corresponde a los jueces (Poder
Judicial).

c. ¿Qué significa que la Constitución “proclama el imperio de la ley”?

La Constitución sirve para asegurarle seguridad jurídica a los habitantes. Por medio de ella
cada habitante de la Nación puede saber qué está permitido y qué está prohibido. Cuáles son sus
derechos y cuáles sus deberes fundamentales como ciudadano. La ley debe ser respetada tanto por el
Estado como por los habitantes del Estado. En caso contrario, las normas asignarán la sanción
correspondiente.

d. ¿Qué significa que la Constitución “asegura los beneficios de la libertad”?

La mayoría de las constituciones modernas son de tipo liberales. ¿Por qué? Porque reconocen
el valor de la libertad como un valor jurídico fundamental. Están inspiradas en el pensamiento que
motivó a la Revolución Francesa (1789) por la cual se sacó a la monarquía absoluta para instaurar un
sistema republicano donde el pueblo tenga mayor participación en los asuntos públicos. Justamente,
los ideales de la Revolución fueron “igualdad, libertad y fraternidad”. La Constitución asegura los
beneficios de la libertad porque, si bien el Estado regula la vida social, cada persona tiene derecho a
elaborar su propio proyecto de vida y la ley debe respetar ello en la medida que no se afecten los
derechos de terceros ni se comprometa el bien común.

La Constitución Nacional argentina


La Constitución Nacional argentina fue sancionada el 1° de mayo de 1853 en la ciudad de
Santa Fe con la particularidad de que, al momento de su creación, la provincia de Buenos Aires no
participó de la Convención Constituyente que le dió origen, pues esta última se incorporará hacia 1860
cuando se produce la primer reforma constitucional. Nuestro texto constitucional se vio modificado
parcialmente (e incluso en 1949 reemplazado en su totalidad) en seis ocasiones: 1860, 1866, 1898,
1949, 1957, 1994.

Fuentes de la Constitución Nacional

Dentro de los principales documentos que sirvieron como fuentes o antecedentes de la Constitución de
1853 se encuentran:

1. La Carta Magna de Juan sin Tierra (1215)

La Carta Magna es un documento que el rey Juan 'sin tierra' de Inglaterra otorgó a los nobles
ingleses el 15 de junio de 1215 en la que se comprometía a respetar los fueros e inmunidades de la
nobleza y a no disponer la muerte ni la prisión de los nobles ni la confiscación de sus bienes, mientras
aquellos no fuesen juzgados por ‘sus iguales’.

2. Las constituciones unitarias de 1819 y 1826

En el intento por organizar el Estado argentino, dos proyectos de constitución tuvieron gran
trascendencia en el mundo jurídico político de la primera mitad del siglo XIX, sin embargo, su carácter
unitario impidió que las provincias más importantes de aquel entonces gobernada por caudillos
federales permitieran su continuidad.

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3. La Constitución de Estados Unidos (Constitución de Filadelfia) (1787)

La Constitución de los Estados Unidos es la constitución federal más antigua que se encuentra
en vigor actualmente en el mundo. Fue adoptada en su forma original el 17 de septiembre de 1787 por
la Convención Constitucional de Filadelfia (Pensilvania) y luego ratificada por el pueblo en
convenciones en cada estado en el nombre de «Nosotros el Pueblo» (We the People).

Muchas de las ideas en la Constitución eran nuevas, y un gran número de ellas se derivaron de
la literatura del republicanismo en los Estados Unidos, de la experiencia de los trece estados, y de la
experiencia del Reino Unido con su forma de gobierno mixta. La influencia más importante de Europa
Continental vino de Montesquieu, quien enfatizaba en tener fuerzas equilibradas que se opusieran
mutuamente para prevenir la tiranía. Esto refleja la influencia del tratado del pensador romano Polibio
—siglo II a. C.— acerca de los frenos y contrapesos de la Constitución de la República romana. John
Locke es conocido por tener una influencia mixta, y la cláusula del debido proceso de la Constitución
de los Estados Unidos se basó parcialmente en el derecho anglosajón con referencias a la Carta
Magna de 1215.

4. Las “Bases” de Juan Bautista Alberdi (1852)

Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina es un libro


escrito por el abogado argentino Juan Bautista Alberdi cuyo pensamiento fue un pilar fundamental al
momento de redactar la Constitución Nacional de 1853, de allí que se lo conozca como el “padre
ideológico de la Constitución Nacional”.

Juan Bautista Alberdi, quien no estaba contento o satisfecho con el entonces gobierno de Juan
Manuel de Rosas, se había exiliado en Francia, pero en 1843 terminó decidiendo regresar a América
del Sur. Aunque él mismo no terminó regresando a la propia Argentina, donde el propio Rosas
(1793-1877) aún estaba en el poder gobernando la provincia de Buenos Aires por segunda vez desde
el 29 de diciembre de 1835, así como tampoco se mudó a la capital uruguaya de Montevideo, donde
estaba teniendo lugar la localmente denominada Guerra Grande. Como resultado de ambas
situaciones, el propio Alberdi se mudó a Chile en lugar de a cualquiera de los dos países antes
mencionados.Rosas terminó siendo finalmente derrotado por parte el 3 de febrero de 1852 en la
batalla de Caseros por parte de las fuerzas militares del entonces gobernador entrerriano Justo José
de Urquiza, quien por su propia parte quería que el país se comenzase a organizar política y
administrativamente a partir de la sanción o promulgación de una nueva constitución nacional que
fuese del tipo federal, a lo cual el mismo Rosas se había estado negando, habiendo llegado incluso a
decir o a sostener al respecto que una hasta ese entonces eventual o hipotética nueva carta magna no
era otra cosa más que un mero “cuaderno”.

Alberdi se terminó quedando en Chile, país donde asimismo él comenzó a escribir las
"Bases...", con el propósito de poder mantenerse a una distancia prudente del importante revuelo
político local que había terminado causando la caída o el derrocamiento de Rosas a partir de la derrota
militar que había sufrido este último en particular, para de esa manera poder proponer algunas ideas
personales que tenía en mente para la sanción de una entonces nueva Constitución. Él apoyaba el
federalismo (aunque en definitiva de un tipo relativamente atenuado o moderado) y en la finalización
del hasta ese entonces estricto monopolio aduanero del cual había llegado a disfrutar el propio puerto
de la ciudad de Buenos Aires (la cual hasta 1880 seguiría siendo la propia capital del territorio
bonaerense).

Cuándo se enteró acerca de la firma del denominado Acuerdo de San Nicolás, entonces le
envió una copia de las de las “Bases” a Urquiza, quien la recibió de buena gana. En ese orden de
cosas, ese libro en particular tuvo una inmediata y bastante importante repercusión político dentro del
propio territorio del en esa época aún naciente estado argentino.

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Estructura de la Constitución Nacional

En nuestra Constitución pueden distinguirse tres partes fundamentales:

1. El preámbulo
2. La parte dogmática
3. La parte orgánica.

Veamos en qué consiste cada una de ellas:

Preámbulo

El preámbulo de la Constitución es la introducción al texto constitucional, en la cual se


proclaman los grandes principios, propósitos y fines de la Ley Fundamental. El preámbulo de la
Constitución argentina tiene como modelo el de la Constitución norteamericana, sin embargo, existen
algunas diferencias entre ellos, por ejemplo, la Constitución de Estados Unidos no invoca a Dios, ni
establece la idea aperturista que sí reconoce la Constitución argentina cuando afirma “para todo
hombre del mundo que quiera habitar este suelo argentino”.

El preámbulo de nuestra Constitución expresa:

“Nos los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General
Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos
preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior,
proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad,
para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el
suelo argentino: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos,
decretamos y establecemos esta Constitución, para la Nación Argentina”

El texto constitucional enuncia expresamente algunos objetivos en su preámbulo, entre ellos:

a) Constituir la unión nacional. Directriz que satisface una meta histórica concreta (reunir un país
entonces disperso en catorce provincias), erigiendo un Estado federal; y una meta permanente:
consolidar un sistema nacional perpetuo y asegurar la supervivencia de la sociedad argentina

b) Afianzar la justicia. En un doble sentido: realizar el valor justicia y tutelar una recta administración
de ésta. Como consecuencia, se desprende la inconstitucionalidad de normas y sentencias injustas.

c) Consolidar la paz interior. Propósito destinado a concluir con décadas de guerra civil. La
Constitución habla de "paz", concepto más exigente que el mero "orden", ya que la paz requiere
legitimidad o justicia en el orden.

d) Proveer a la defensa común. Fin que complementa al anterior, ya que obliga a adoptar las
medidas necesarias para repeler agresiones exteriores y custodiar la seguridad colectiva.

e) Promover el bienestar general. Objetivo de suma importancia, ya que, como vimos, significa para
la Corte Suprema declarar el bien común como fin del Estado (el art. 75, inc. 2, habla de "bien
general" del Estado).

f) Asegurar los beneficios de la libertad. Esto se proclama "para nosotros, para nuestra posteridad y
para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino". La Constitución adopta,
así, enfáticamente, una definición antiautoritaria y antitotalitaria.

Parte dogmática

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Consiste fundamentalmente en un conjunto de declaraciones de derechos y garantías que se
les conceden a los habitantes de la Nación así como sus deberes fundamentales. Nuestra constitución
parte del reconocimiento de la dignidad de la persona y de la existencia de una serie de derechos
naturales, previos y superiores al Estado que pre-existen a la propia Constitución. Si bien muchos de
estos derechos y deberes son de aplicación directa, es decir, son normas operativas, otros principios
de la parte dogmática sirven al legislador para la creación de futuras leyes, es decir, son normas
programáticas.

Asimismo, la parte dogmática también comprende declaraciones sobre las formas de Estado y
de gobierno, relaciones con el poder espiritual (la Iglesia), etc. Algunas de estas últimas cuestiones
podemos visualizarlas en los artículos 1 y 2 de la Constitución Nacional.

Parte orgánica

Comprende las disposiciones relativas a los órganos fundamentales del gobierno, su


competencia, facultades y el ejercicio de sus funciones propias. Nuestra Constitución prevé una
división tripartita del poder político, es decir, se reconocen tres grandes poderes del Estado: el poder
Ejecutivo, Legislativo y Judicial, de los cuales nos ocuparemos más adelante.

Tipos de Constituciones

Las Constituciones varían en su estructura y caracteres de acuerdo al Estado al que


pertenezcan. Entre las principales clasificaciones es posible distinguir:

a. Constituciones escritas y dispersas

Las constituciones escritas o codificadas implican un conjunto de normas jurídicas supremas


escritas en un único texto tal como sucede con nuestra constitución o la de los Estados Unidos.

Cuando las normas fundamentales no se encuentran en un solo volumen o texto sino sueltas,
diseminadas en cuerpos separados como ocurre en el caso de Inglaterra, se afirma que la Constitución
de ese país es dispersa.

b. Constituciones rígidas, flexibles y pétreas

La diferencia entre ellas reside en el mayor o menor grado de dificultad para proceder a su
reforma.

1. Rígidas: Requieren un procedimiento especial (por ejemplo, mayoría agravada) para proceder a su
reforma. Tal como sucede en la República Argentina donde el Congreso con una mayoría especial de
⅔ de la totalidad de sus miembros debe declarar una ley que establezca la necesidad de reforma y
convocar a un órgano específico denominado “Convención Constituyente” elegido por el pueblo para
que se ocupe de efectuar la reforma.

El proceso de reforma de nuestra Constitución se encuentra previsto en el artículo 30: La Constitución


puede reformarse en el todo o en cualquiera de sus partes. La necesidad de reforma debe ser
declarada por el Congreso con el voto de dos terceras partes, al menos, de sus miembros; pero no se
efectuará sino por una Convención convocada al efecto.

2. Flexibles: No requieren procedimientos especiales ni órganos especiales. Algunos autores señalan


como ejemplo a Inglaterra, sin embargo, Torricelli afirma que esto es erróneo porque, si bien no se
requiere un procedimiento u órgano especial para reformar normas constitucionales en Inglaterra,
antes de producirse la modificación de alguna de estas normas fundamentales el parlamento inglés
debe renovarse.

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3. Pétreas: Son aquellas constituciones que, como regla, no admiten reformas. Generalmente, están
vinculadas a cuestiones religiosas. En los países que se admiten constituciones pétreas la religión y el
Estado suelen estar fuertemente entremezclados como el caso de muchos países musulamenes como
Irán.

Los Tratados Internacionales: el artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional

Con la reforma de 1994 se incorporó un valiosísimo artículo dentro de las atribuciones del
Congreso Nacional que establece la incorporación de una serie de Tratados Internacionales al
ordenamiento jurídico otorgándoles la misma jerarquía que la propia Constitución. Pero, ¿qué son los
tratados internacionales?

Se denomina “Tratado internacional” al acuerdo jurídico celebrado entre diferentes Estados o


entre un Estado y un organismo internacional (como la ONU, la OEA, la Unión Europea, la OTAN, el
Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional) Estos acuerdos establecen compromisos de parte
y parte que, en principio, facilitan las relaciones bilaterales entre naciones, sea a nivel económico,
político, cultural o científico, etc. Los tratados internacionales se rigen por las normativas jurídicas del
derecho internacional y la principal norma que los regula se llama “Convención de Viena”.

El artículo 75 inciso 22 de nuestra Constitución afirma:

Corresponde al Congreso: (...) Aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones y con
las organizaciones internacionales y los concordatos con la Santa Sede. Los tratados y concordatos
tienen jerarquía superior a las leyes.

La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la Declaración Universal de


Derechos Humanos; la Convención Americana sobre Derechos Humanos; el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y
su Protocolo Facultativo; la Convención Sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; la
Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial; la
Convención Sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer; la
Convención Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; la
Convención Sobre los Derechos del Niño; en las condiciones de su vigencia, tienen jerarquía
constitucional, no derogan artículo alguno de la primera parte de esta Constitución y deben entenderse
complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos. Sólo podrán ser denunciados, en
su caso, por el Poder Ejecutivo Nacional, previa aprobación de las dos terceras partes de la totalidad
de los miembros de cada Cámara.

Los demás tratados y convenciones sobre derechos humanos, luego de ser aprobados por el
Congreso, requerirán el voto de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada
Cámara para gozar de la jerarquía constitucional

Además de los 11 tratados mencionados en el artículo a los cuales el Constituyente le otorgó


jerarquía constitucional, el Congreso le ha asignado la misma jerarquía a otros tratados con
posterioridad:

● Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad


● Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas
● Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

De la lectura del artículo indicado arriba podemos concluir que existe la siguiente relación de
jerarquía entre las normas:

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1. La Constitución Nacional tiene la misma jerarquía que los Tratados Internacionales de Derechos
Humanos mencionados en el artículo (por eso afirmamos que estos tratados tienen “jerarquía
constitucional”, porque valen “lo mismo” que la Constitución)

2. Por debajo, encontramos los denominados “Tratados Internacionales comunes”, son aquellos
acuerdos internacionales que, por no estar expresamente contenidos en los mencionados en el art.
75 inc. 22 se encuentran un escalón por debajo de la Constitución y los TT. II. de Derechos
Humanos.

3. Más abajo encontramos luego a las leyes nacionales, es decir, aquellas normas que emanan del
Congreso. Además, en este nivel se encuentran los decretos que dicta el presidente de la Nación.

4. Luego, pasamos a otro nivel, el provincial. Dentro de la normativa provincial, la ley más importante
es la Constitución provincial. Cada provincia dicta para sí su propia Constitución, que debe respetar
lo previsto por la Constitución Nacional.

5. Debajo de la Constitución provincial se encuentran las leyes provinciales dictadas por las
legislaturas provinciales y los decretos de los gobernadores.

6. Más abajo encontramos el denominado “régimen municipal”, es decir, el conjunto de normas que
dictan los municipios y las comunas para su propio funcionamiento, los cuales, desde ya, deben
estar de acuerdo a la Constitución Nacional y a la Constitución de la provincia en la que se
encuentren.

Organización del Poder en el estado argentino


La segunda parte de la Constitución Nacional, que lleva el título de “Autoridades de la Nación”,
es considerada la parte orgánica de la misma. En ella se organiza la estructura y las funciones de los
órganos de gobierno que ejercen el poder a nivel nacional y provincial. Esta parte se divide en dos
títulos: “Gobierno federal” y “Gobierno de las provincias”. El título correspondiente al gobierno federal
se divide, a su vez, en tres títulos conforme a las funciones primordiales del Estado: la función
legislativa, ejecutiva y judicial.

División de poderes

La división de poderes implica la coexistencia de órganos de gobierno distintos, autónomos e


independientes entre sí que ejercen el poder dentro de un Estado constituyéndose entre ellos una
relación de control recíproco. Se trata de un concepto que fue extensamente elaborado por un
pensador francés llamado Montesquieu (1689-1755) quien afirmaba: “Todo hombre que tiene poder se
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inclina por abusar del mismo hasta que encuentra límites. Para que no se pueda abusar de este hace
falta que por la disposición de las cosas, el poder detenga al poder. (...) Todo estaría perdido, si el
mismo hombre, o el mismo cuerpo principal, ya sea de los nobles, o del pueblo, ejerciera estos tres
poderes: el de hacer las leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas, y el de juzgar los crímenes o
las diferencias entre los particulares”

El título correspondiente al gobierno federal se divide, a su vez, en tres títulos conforme a los
tres poderes del Estado: legislativo, ejecutivo y judicial. Algunos autores afirman que, como el Poder
del Estado es uno solo, lo correcto sería hablar de funciones del Estado más que de “poderes”. En
este sentido, podemos distinguir: la función legislativa, la función ejecutiva o administrativa y la función
judicial.

1. Función ejecutiva

La Constitución de 1853 previó un sistema presidencialista tomando como paradigma el


modelo norteamericano aunque, siguiendo las ideas de Alberdi, concedió al Poder Ejecutivo mayores
facultades que las reconocidas por la Constitución de Estados Unidos para el presidente, como por
ejemplo, el "derecho a veto". En nuestro país el Poder Ejecutivo es de carácter unipersonal, eso quiere
decir que está integrado por un sólo sujeto: el Presidente de la Nación. El vicepresidente no forma
parte del Poder Ejecutivo, sino que es miembro del Poder Legislativo, ya que es el Presidente de la
Cámara de Senadores de la Nación. En caso de ausencia del presidente, sí le corresponde ocupar el
lugar del mismo y formará temporalmente parte del Poder Ejecutivo.

El Presidente para el desarrollo de sus tareas propias está acompañado por una serie de
funcionarios que forman la denominada “burocracia estatal”. Entre ellos se distinguen:

1. El Jefe de Gabinete de Ministros. Es la “mano derecha” del Presidente en sus tareas cotidianas.
La Constitución afirma que tiene a su cargo la “administración general del país”. Se ocupa de
coordinar las tareas de los diversos ministerios y secretarías del gobierno.

2. Los ministros. Se trata de funcionarios que están, al igual que el Jefe de Gabinete, subordinados
a la autoridad del presidente y en quienes el presidente de la Nación deposita determinadas
cuestiones específicas tales como la economía y finanzas del país (ministro de Economía), las
relaciones con otros Estados extranjeros y organismos internacionales (ministro de Relaciones
Exteriores y Culto), la relación con los gobernadores de la provincias (ministro del Interior), la
administración de las rutas, caminos y organización del sistema de transportes (ministro de
Transporte), la tarea de administración de Justicia (ministro de Justicia), etc.

3. Secretarías, subsecretarías y direcciones. Cada ministerio a su vez está dividido en secretarías,


y estas a su vez en subsecretarías, las cuales están formadas por varias direcciones con tareas
puntuales.

Requisitos para ser presidente

La Constitución Nacional prevé los siguientes requisitos para ser presidente:

1. Haber nacido en territorio argentino o ser hijo de ciudadanos nativos


2. Las demás calidades exigidas para ser elegido senador. Estas son:
a) Tener la edad de 30 años
b) Haber sido seis años ciudadano de la Nación
c) Tener 2 años de residencia inmediata en ella
d) Disfrutar de una renta anual de dos mil pesos fuertes o una entrada equivalente (en la actualidad
no se aplica)
e) Hasta la reforma de 1994 se exigía que perteneciera a la religión Católica.

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Duración en el cargo y posibilidad de reelección

El artículo 90 de la Constitución afirma que el Presidente y vicepresidente duran en sus


funciones el término de cuatro años y podrán ser reelegidos o sucederse recíprocamente por un solo
período consecutivo. Si han sido reelectos o se han sucedido recíprocamente no pueden ser elegidos
para ninguno de ambos cargos, sino con el intervalo de un período.

El artículo 91 por su parte, prevé que el Presidente de la Nación cesa en el poder el mismo día
en que expira su período de cuatro años; sin que evento alguno que lo haya interrumpido pueda ser
motivo de que se le complete más tarde.

Modo de elección

El Presidente y el vicepresidente de la Nación son elegidos directamente por el Pueblo de la


Nación Argentina. La Constitución indica que la elección debe efectuarse dentro de los dos meses
anteriores a la conclusión del mandato del Presidente en ejercicio.

Desde 1994 se prevé el sistema de segunda vuelta o ballotage: la segunda vuelta o "ballotage"
tiene lugar cuando la fórmula presidencial más votada no alcanzó el 45% de los votos o, superando el
40% no sacó 10 puntos de diferencia de la segunda más votada.

Atribuciones del Poder Ejecutivo

Las atribuciones del Poder Ejecutivo están contempladas en el artículo 99 de la Constitución


Nacional. Entre ellas se distinguen:

a. Facultades institucionales. Por ejemplo: la jefatura de Estado y de Gobierno. Además, el


Presidente es el comandante en jefe de las fuerzas armadas. Declara el estado de sitio. Nombra
magistrados judiciales. Designa embajadores y diplomáticos. Se ocupa de las relaciones
internacionales. Concede indultos.

b. Facultades administrativas. Por ejemplo: le corresponde la administración general del país,


supervisa la recaudación y las rentas, pide informe a sus ministros y secretarios
.
c. Facultades legislativas y reglamentarias. Por ejemplo, abre las sesiones del Congreso, las
puede prorrogar o convocar a sesiones extraordinarias. Participa del proceso de formación de las
leyes: tiene derecho a iniciativa, promulga las leyes y las manda a publicar, tiene derecho a veto y
las reglamenta a través de decretos.

Decretos

El presidente ejerce sus competencias por medio de decretos, también denominados


“reglamentos”. Existen diversos tipos de decretos tales como los decretos reglamentarios, los decretos
autónomos, los decretos delegados y los decretos de necesidad y urgencia.

2. Función judicial

El Poder Judicial es uno de los tres poderes de la República Argentina y se encuentra


conformado por la Corte Suprema de Justicia, y por los demás tribunales inferiores, tanto a nivel
federal como a nivel provincial. Está regulado en la sección tercera de la segunda parte de la
Constitución de la Nación Argentina.

La tarea del poder judicial, es tal como lo dice su nombre, la administración de justicia, es decir,
solucionar los conflictos o controversias que puede haber entre los habitantes de la Nación o bien,
entre estos y el Estado o entre las provincias y el Estado Nacional o entre provincias.

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A la actividad de impartir justicia se la denomina “actividad jurisdiccional” (jurisdicción
proviene del latín “juris-dictio” que significa “decir el derecho” o “decir la norma”). Para que un juez
pueda ejercer la actividad jurisdiccional válidamente debe reunir tres características:

a. Independencia. El juez no obedece las órdenes de ningún miembro de los otros poderes del
Estado (ni el Ejecutivo ni el Legislativo). Sólo debe obedecer a la ley y procurar hacer justicia en el
caso que tiene bajo su análisis.
b. Imparcialidad. El juez no puede tener inclinaciones ni pronunciarse por simpatía a favor de una de
las partes. Debe observar objetivamente el tema en discusión y fallar conforme a la normativa
vigente.
c. Impartialidad. Nadie puede ser juez y parte en un mismo proceso judicial. El juez no puede ser
parte del conflicto en el cual va a decidir ni tener intereses en que el caso se resuelva de tal o cual
manera.

La resolución de una controversia por parte de un juez recibe el nombre de “sentencia” o


“fallo” y al conjunto de fallos judiciales respecto de un mismo tema se lo denomina “jurisprudencia”.

¿Quién designa a los jueces en el Poder Judicial de la Nación?

La designación de los jueces la realiza el Presidente de la Nación con acuerdo del Senado,
sobre la base de una terna integrada por candidatos seleccionados en concurso público por el Consejo
de la Magistratura, órgano de composición multisectorial, a quien corresponde el control directo de los
jueces y la administración del Poder Judicial.

¿Quién designa a los jueces en la Provincia de Santa Fe?

En nuestra provincia los jueces son designados por el Poder Ejecutivo provincial (Gobernador)
previa selección por medio de un concurso público.

¿Cuánto permanecen en sus cargos los jueces?

A diferencia de los miembros del Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, no hay un plazo
preestablecido. Los jueces permanecen en sus cargos “mientras dure su buena conducta” y solo
pueden ser removidos en caso de infracciones graves, por un Jurado de Enjuiciamiento, integrado por
legisladores, magistrados y abogados.

¿Qué es el doble orden o el doble régimen federal de justicia?

Existen en el país, por un lado una Justicia Nacional que ejerce sus atribuciones en todo el
territorio de la república, con respecto a los asuntos mencionados en el artículo 116 de la Constitución
Nacional (competencia federal), y sin esa limitación en los lugares sometidos a la potestad del
gobierno nacional; y por el otro lado, una Justicia ordinaria o provincial que ejerce sus funciones a
través de los órganos judiciales que cada provincia debe crear y organizar con prescindencia del
gobierno central (artículos 5, 121, 123 de la Constitución Nacional) y cuya competencia abarca el
conocimiento de todos los puntos regidos por el derecho común y local, con las limitaciones
establecidas en el artículo 75 inc. 12 de la Carta Magna Nacional (naturalización, nacionalidad,
bancarrotas, falsificación de moneda corriente y documentos públicos del Estado y las materias que
requieran el establecimiento del juicio por jurados). Cada una de las provincias de Argentina, en base a
la autonomía otorgada por la Constitución Nacional en su artículo 5, establece la administración y
organización de la justicia ordinaria dentro de su territorio. Además, cada una de las provincias posee
una organización judicial propia para ejercer la justicia ordinaria. Es por ello que en Argentina hay una
organización judicial distinta en cada una de las provincias de acuerdo a sus constituciones
provinciales.

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La Corte Suprema de Justicia de la Nación

La Corte Suprema de Justicia de la Nación es el más alto tribunal de justicia del país. La Corte
tiene competencia originaria sobre determinadas materias que se encuentran reguladas en el artículo
117 de la Constitución. Es llamada “la intérprete final de la Constitución” por ser el último tribunal y de
superior jerarquía al que puede llegarse en nuestro país. Existen algunas cuestiones que son
competencia originaria de la Corte, es decir, que sólo ella puede resolverlos, por ejemplo, conflictos
entre dos provincias o entre el Estado Nacional y una provincia. Respecto del resto de las causas, para
llegar a ella es necesario utilizar un “recurso” o trámite llamado “Recurso Extraordinario Federal”.

Control de constitucionalidad

Cuando una norma es inconstitucional, o sea, contraria a lo previsto en las normas


constitucionales o en sus principios, ¿quién puede determinarlo? Como Argentina tiene un sistema de
control constitucional judicial y difuso puede determinar respecto de un caso concreto la
inconstitucionalidad de una norma cualquier juez que tenga a su cargo la causa

3. Función legislativa

En la República Argentina el Poder Legislativo es ejercido por el Congreso de la Nación, el cual


es de tipo bicameral, es decir, está compuesto por dos cámaras: la de Diputados y la de Senadores.
Ambas cámaras están integradas por representantes de todas las provincias y de la Ciudad de Buenos
Aires –los senadores y diputados– que pertenecen a distintos partidos políticos.

La bicameralidad significa que para la sanción de las leyes se necesita la aprobación de dos
cuerpos legislativos, independientes entre sí.

El sistema bicameral -como el que adoptaron países como Brasil, México, Chile, Estados
Unidos, Alemania o Argentina, entre otros, a diferencia de aquellos que se inclinaron por una sola
cámara, como Perú, Ecuador, Venezuela, Panamá, Grecia o Portugal, entre otros- reconoce ventajas y
desventajas:

● Principal ventaja del sistema bicameral: La doble discusión enriquece el debate y evita caer en
decisiones precipitadas. Todo proyecto de ley tiene que pasar, necesariamente, por dos instancias
de estudio. Por el estudio de los diputados, que representan al pueblo en general. Y por el de los
senadores, que representan los intereses de las provincias y de la Ciudad de Buenos Aires. Se
refuerzan así los mecanismos de corrección, se minimizan las posibilidades de incurrir en error y se
enriquece el proyecto a partir de dos perspectivas, que no siempre son equivalentes.

● Principal desventaja del sistema bicameral: Con frecuencia, esta doble instancia de examen
torna más lento y más burocrático el proceso de formación de las leyes
31
Composición de las cámaras

Cámara de Diputados

La Cámara de Diputados está compuesta por 257 miembros. Si bien esta cámara está
compuesta por ciudadanos de diferentes provincias, este órgano representa al pueblo de la Nación. La
cantidad de diputados es proporcional a la cantidad de habitantes de cada provincia y de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires. Cada diputado dura 4 años en su cargo y puede ser reelecto
indefinidamente. La edad mínima que establece la Constitución para ser diputado nacional es de 25
años. La Cámara de Diputados se renueva por mitades cada 2 años. Su presidente es un diputado que
es electo por la propia Cámara. El presidente no tiene voto, excepto empate en la toma de una
decisión.

Cámara de Senadores

La Cámara de Senadores está compuesta por 72 miembros, quienes representan a las


provincias. Cada provincia está representada en el Senado por 3 miembros. Hasta la reforma de 1994
sólo había 2 senadores por provincia. Tras celebrarse las elecciones legislativas, el partido político que
más votos saque obtiene 2 escaños y el segundo más votado, 1. La duración del mandato de los
senadores es de 6 años y pueden ser reelectos indefinidamente. La edad mínima para ser Senador es
de 30 años. El Senado se renueva por tercios cada dos años. Su presidente es el vicepresidente de la
Nación. Sólo vota en caso de empate.

Organización de las cámaras

¿Cómo hacen 257 diputados y 72 senadores para debatir y ponerse de acuerdo? En ambas
cámaras existen comisiones parlamentarias que se ocupan de temas específicos (como salud,
educación, economía y trabajo) y que están integradas por legisladores de diferentes partidos políticos.

Por lo general, todos los proyectos de ley que ingresan en una cámara son derivados a una o
varias comisiones para que los senadores o diputados puedan analizarlos y emitir dictámenes, es
decir, decidir si los consideran adecuados o no. A veces, si todos se ponen de acuerdo, hay dictamen
por unanimidad. Otras veces, se elaboran dos dictámenes con opiniones diferentes: uno por la
mayoría y otro por la minoría.

Además, los legisladores de ambas cámaras se agrupan en bloques parlamentarios de acuerdo


a sus afinidades políticas e intereses comunes. El objetivo principal de estos bloques es mantener un
criterio y estrategias políticas coherentes entre sus integrantes, lo que facilita el debate en las
comisiones y el recinto.

Modo de debate

Una vez que un proyecto tiene dictamen de comisión, puede ser tratado en el recinto. Allí,
todos los integrantes de la Cámara se reúnen en sesión para debatir los proyectos y votar si quieren
que se conviertan en ley o no.

Frente a temas de gran urgencia o relevancia, un legislador puede pedir que un determinado
proyecto sea tratado "sobre tablas", es decir, que sea debatido en el recinto sin haber sido analizado
previamente por una comisión. Pero para que un proyecto pueda ser tratado en el recinto debe darse
primero quórum. ¿Qué significa eso? Para que una cámara pueda comenzar una sesión y votar es
necesario que el número de miembros presentes supere al de los ausentes. Ahora bien, al momento
de votar, los proyectos se aprueban por mayoría de votos. Es importante aclarar que existen distintos
tipos de “mayorías”. Las más comunes son la mayoría absoluta (que significa alcanzar al menos la
mitad más uno de los votos) o la mayoría por dos tercios (literalmente significa alcanzar los dos tercios

32
de los votos). El cálculo de los votos se puede hacer sobre el total de legisladores presentes en el
recinto o sobre el total de los miembros de la cámara, según cuál sea el tema que se trate.

Funciones de cada cámara

Como ya vimos, la función principal del Congreso es debatir proyectos y elaborar leyes a partir
de ellos. Además, cada cámara tiene funciones específicas. Por ejemplo, la Cámara de Diputados es
la encargada de acusar ante el Senado al presidente de la Nación, al vicepresidente, al jefe de
gabinete de ministros, a los ministros y miembros de la Corte Suprema de Justicia por mal desempeño,
por la comisión de delitos en el ejercicio de sus funciones por crímenes comunes. También recibe,
como cámara de origen, los proyectos de ley presentados por iniciativa popular y los proyectos de ley
que establecen iniciativas tributarias y reclutamiento de tropas.

Por su parte, el Senado se encarga de autorizar al presidente de la Nación a declarar el estado


de sitio en caso de ataque exterior, de prestar acuerdo para el nombramiento de jueces de la Corte
Suprema, embajadores y oficiales superiores de las Fuerzas Armadas de la Nación y de juzgar en
juicio político a los funcionarios acusados por la Cámara de Diputados

Formación de las leyes

La formación de leyes es un proceso complejo con mecanismos específicos pautados por la


Constitución Nacional. Las leyes, salvo en casos específicos, pueden iniciarse en cualquiera de las
dos cámaras del Congreso a partir de proyectos presentados por los senadores, los diputados, el
presidente de la Nación e incluso por los ciudadanos, siempre que junten una determinada cantidad de
firmas que lo apoyen.

Según dónde ingrese el proyecto, las cámaras se denominan como cámara de origen y cámara
revisora. Por ejemplo, si un proyecto ingresa al Congreso por la Cámara de Diputados, esta se
convierte en la cámara de origen del proyecto y el Senado pasa a ser la cámara revisora. Ahora bien,
para convertirse en leyes, los proyectos deben ser analizados y aprobados por las dos cámaras y por
el Poder Ejecutivo. Pero este proceso no es tan sencillo. Un proyecto de ley aprobado en la cámara de
origen pasa después a ser discutido en la cámara revisora, que lo puede rechazar, aprobar o devolver
con sus correcciones, según se detalla a continuación:

33
Una vez que las cámaras sancionaron un proyecto de ley, lo comunican al Poder Ejecutivo. El
presidente de la Nación puede:

● Aprobar y promulgar la ley. Se completa así el proceso legislativo. Esto lo puede hacer por
medio de un decreto o bien de forma “tácita”, ya que si el presidente no se pronuncia pasados
diez días hábiles, la norma se promulga automáticamente. En ambos casos, la ley se publica
luego en el Boletín Oficial y entra en vigencia de acuerdo con los plazos legales.

● Vetar la ley, de forma total o parcial. En caso de veto parcial, el presidente puede promulgar
parcialmente la parte no vetada cuando no desvirtúe el espíritu del proyecto sancionado por el
Congreso. Si el presidente veta una ley, el proyecto vuelve al Poder Legislativo. Las cámaras
pueden entonces aceptar el veto o insistir en la sanción de la ley. Si quieren insistir, deben
volver a reunirse y aprobar el proyecto con una mayoría de dos tercios de los votos. En ese
caso, la ley se promulga aunque el presidente no esté de acuerdo. Si no lo consiguen, se
mantiene el veto del presidente y el proyecto no puede volver a tratarse en las sesiones de ese
año.

34
Unidad 4: Protección y promoción de las
derechos de las personas en contextos de
vulnerabilidad
Derecho de los niños, niñas y adolescentes

Las niñas y niños son titulares de todos los derechos reconocidos por los Tratados
Internacionales de Derechos Humanos. Dentro de estos tratados, existe uno que reviste especial
importancia en la protección de sus derechos básicos denominado “Convención de los Derechos del
Niño”.

¿Qué es la Convención de los Derechos del Niño?

La Convención sobre los Derechos del Niño es un convenio de las Naciones Unidas que
describe la gama de los derechos que tienen todos los niños y establece normas básicas para su
bienestar en diferentes etapas de su desarrollo.

Los países que ratifican la Convención (y que por consiguiente se convierten en Estados Partes
de la misma) aceptan someterse legalmente a sus estipulaciones e informar regularmente a un Comité
de los Derechos del Niño sobre sus avances.

La Convención es el primer Código universal de los derechos del niño legalmente obligatorio de
la historia. Contiene 54 artículos y reúne en un solo tratado todos los asuntos pertinentes a los
derechos del niño, los cuales pueden dividirse en cuatro amplias categorías: a) derechos a la
supervivencia; b) al desarrollo; c) a la protección; d) a la participación.

Los Derechos del Niño en Argentina

Argentina ratificó la Convención de los Derechos del Niño en 1990 y en 1994 se incorporó a la
lista de tratados que tienen jerarquía constitucional, es decir, que valen como la Constitución Nacional
misma.

La Convención nace frente a la necesidad que detectaron los diferentes países del mundo de
proteger a los niños de una manera especial, ya que al igual que los adultos mayores o las personas
con discapacidad, se los considera especialmente vulnerables. Además de la Convención, nuestro
país ha dictado numerosas leyes protectoras de los derechos de la infancia, entre ellas la ley 26.061
denominada “Ley de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes”.

Los principios que regulan los derechos de los menores de edad

En materia de protección del menor, existen una serie de principios que orientan a los
legisladores, jueces y autoridades gubernamentales a la hora de tomar una decisión que pueda afectar
derechos de niños, niñas o adolescentes. Dentro de estos principios, encontramos dos fundamentales:
el principio de interés superior del menor y el principio de autonomía progresiva.

35
a. El principio de interés superior del menor

El principio del interés superior del niño o niña, también conocido como el interés superior del
menor, es un conjunto de acciones y procesos tendentes a garantizar un desarrollo integral y una vida
digna, así como las condiciones materiales y afectivas que permitan vivir plenamente y alcanzar el
máximo de bienestar posible a las y los menores.

Se trata de una garantía de que los menores tienen derecho a que, antes de tomar una medida
respecto de ellos, se adopten aquellas que promuevan y protejan sus derechos y no las que los
conculquen. Así, se tratan de superar dos posiciones extremas: el autoritarismo o abuso del poder que
ocurre cuando se toman decisiones referidas a menores, por un lado, y el paternalismo de las
autoridades, por otro.

El principio del interés superior implica respetar:

a. Su condición como sujeto de Derecho


b. Su derecho a ser oído y a que su opinión sea tenida en cuenta
c. El respeto al pleno desarrollo personal de sus derechos en el plano familiar, social y cultural
d. Su edad, grado de madurez y capacidad de discernimiento
e. El equilibrio entre sus derechos y las exigencias del bien común
f. Su centro de vida, entendido como el lugar donde éste haya transcurrido en condiciones legítimas
la mayor parte de su existencia

b. El principio de autonomía progresiva

Los niños, niñas y adolescentes se encuentran legalmente representados por sus progenitores,
es decir madre y/o padre. De ellos necesitan autorización para celebrar determinados actos,
someterse a ciertos tratamientos o realizar determinadas actividades. Sin embargo, a medida que el
niño o adolescente crece, va ganando autonomía, es decir, adquiere mayor capacidad para realizar
ciertas conductas por sí mismo.

¿Cuáles son los derechos de los niños, niñas y adolescentes?

Dentro de algunos de los derechos reconocidos por la Convención de los Derechos del Niño se
encuentran su derecho:

● A que se proteja su vida y se respete su intimidad.

36
● A la salud.

● A hacer deporte, a jugar y disfrutar de un ambiente sano.

● A no sufrir humillaciones ni abusos de ningún tipo.

● A que se respete su honor y se proteja su imagen.

● A tener su documento, su nombre, su nacionalidad y su propio idioma.

● A que se respete la forma de ser de su lugar de origen.

● A conocer a sus padres biológicos y mantener un vínculo con ellos aunque estén separados o
alguno se encuentre en prisión, salvo que ese vínculo pueda provocarle daño.

● A tener una familia alternativa o adoptiva que los críe cuando no puedan tener contacto directo con
sus padres.

● A recibir educación pública y gratuita en todos los niveles, respetando su derecho a ingresar y
permanecer en una escuela cerca del lugar donde viven.

● A gozar de los beneficios de la seguridad social.

● A expresar sus opiniones en la familia y que sean tenidas en cuenta tanto en la familia como en la
escuela, considerando su grado de madurez.

● A asociarse con fines culturales, deportivos o políticos siempre y cuando esas asociaciones o
grupos estén sólo integradas por niños, niñas o adolescentes.

Derecho de los migrantes y los refugiados

Las migraciones son consideradas uno de los grandes retos para este siglo. Constituyen un
elemento esencial en el proceso de desarrollo e influyen tanto sobre el crecimiento demográfico como
sobre las actividades económicas y sociales de los países afectados.

El fenómeno de la movilidad humana

Es muy común escuchar hablar del concepto “migración”. Sin embargo, existe un concepto más
amplio que éste que de hecho abarca pero excede la idea de migración, este es el concepto de
“movilidad humana”. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) la define como la
movilización de personas de un lugar a otro en ejercicio de su derecho a la libre circulación,
entendiendo que se trata de un proceso complejo, motivado por diversas razones, que se realiza con
la intencionalidad de permanecer en el lugar de destino por periodos cortos o largos, o, incluso, para
desarrollar una actividad laboral o comercial (tal como sucede con los pilotos o los marineros); implica
el cruce de los límites de una división geográfica o política, dentro de un país o hacia el exterior La
movilidad humana está basada en el ejercicio de la libre circulación de personas, la cual consiste en la
facultad de desplazarse libremente por todo el territorio de un Estado, así como de entrar o salir de
éste, y elegir libremente el lugar de residencia.
37
Migrantes y refugiados

Con más de 65 millones de personas desplazadas forzosamente a nivel mundial y las travesías
en humildes embarcaciones por el Mediterráneo que solemos ver en titulares de los diarios, resulta de
suma importancia distinguir los términos ‘refugiado’ y ‘migrante’ intercambiados en el discurso
mediático pero diferentes en el plano jurídico. Veamos las diferencias.

Los refugiados

Los refugiados son personas que huyen de conflictos armados o persecución. Según los datos
de ACNUR para finales del 2015, había 21,3 millones en el mundo. A menudo, su situación es tan
peligrosa e intolerable, que cruzan fronteras nacionales para buscar seguridad en países cercanos, y
así, ser reconocidos internacionalmente como “refugiados”, con asistencia de los Estados y las
organizaciones internacionales. Ellos son reconocidos precisamente porque es demasiado peligroso
para ellos el regresar a su lugar de origen, y necesitan asilo en otros lugares. Se trata de personas
que, a quienes negarles el asilo, puede traerles consecuencias mortales.

El derecho internacional define y protege a los refugiados. La Convención sobre el Estatuto de


los Refugiados de 1951 y su Protocolo de 1967, así como otros instrumentos legales, tales como la
Convención de la Organización para la Unión Africana (OUA) por la que se regulan los aspectos
específicos de problemas de los refugiados en África de 1969, continúan sirviendo como fundamentos
para la protección moderna de los refugiados.

Los principios legales que consagran estos documentos han permeado en innumerables otras
leyes y prácticas internacionales, regionales y nacionales. La Convención de 1951 define quién es un
refugiado y establece los derechos básicos que los estados deben brindar a los refugiados. Uno de los
principios fundamentales establecidos en el derecho internacional es que los refugiados no deben ser
expulsados o devueltos a las situaciones en las que sus vidas y su libertad puedan verse amenazadas.
A esta regla se la denomina principio de “non-refoulement” o no devolución. Este principio se
encuentre especialmente previsto en el artículo 33 de la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de
los Refugiados: “Ningún Estado contratante puede expulsar o devolver a un refugiado, de ningún
modo, a las fronteras de los territorios donde su vida y libertad estarían amenazadas debido a su raza,
religión, nacionalidad, afiliación a un grupo social en particular, o incluso por su ideología. Una persona
refugiada a la que, por motivos razonables, se le considera un peligro para la seguridad del país en el
que ha sido, mediante una sentencia firme, condenada por un delito grave considerado como un riesgo
para la sociedad, no puede beneficiarse de esta disposición”.

La protección de los refugiados tiene muchos ángulos. Estos incluyen la protección contra la
devolución a los peligros de los cuales han huido; el acceso a procedimientos de asilo justos y
eficientes; y medidas que garanticen que sus derechos humanos básicos sean respetados, que les
permitan vivir en condiciones dignas y seguras, mientras los ayudan a encontrar una solución a más
largo plazo. Los estados tienen la responsabilidad primordial de esta protección.

Los migrantes

La migración constituye una de las formas más comunes de movilidad humana. Se la puede
definir como el cambio de lugar de residencia de las personas de una manera permanente. La

38
migración incluye dos procesos complementarios: la emigración, que implica alejarse de un países o
región determinada y la inmigración, que hace referencia a la incorporación o llegada de un sujeto a
determinado territorio. Por ejemplo, si Juan nació en Italia y se fue a vivir a la Argentina, desde el punto
de vista de su país de origen será un emigrante, en cambio, desde la perspectiva del país donde llegó
será considerado inmigrante.

Entre las causas que que pueden motivar la inmigración pueden mencionarse:

● Conflictos políticos, guerras o persecuciones religiosas


● Problemáticas sociales o culturales
● Búsqueda de mejores condiciones de vida o mejores oportunidades laborales
● Desastres naturales como terremotos e inundaciones
● Razones de crecimiento personal, estudio o capacitación laboral
● Reunificación familiar

Para los gobiernos la distinción entre migrantes y refugiados es importante. Los países tratan a
los migrantes de conformidad con su propia legislación y procedimientos en materia de inmigración. En
el caso de los refugiados, los países los tratan aplicando normas sobre el asilo y la protección de los
refugiados, que están definidas tanto en su legislación nacional, como en el derecho internacional. Los
países tienen responsabilidades específicas hacia cualquier persona que solicite asilo en su territorio o
en sus fronteras.

¿Existe un derecho a migrar? Los desafíos de los Derechos Humanos en materia migratoria1

¿Es posible reconocer un derecho a la movilidad? Según la Declaración Universal de los


Derechos Humanos (artículo 13-2), "Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el
propio, y a regresar a su país". Pero si se reconoce el derecho a emigrar, ¿qué ocurre con el
correspondiente derecho a inmigrar? Esta cuestión es de especial relevancia porque las políticas
migratorias contemporáneas se caracterizan cada vez más por un espíritu restrictivo que hace que la
movilidad internacional sea problemática. Mientras que los trabajadores cualificados circulan con
bastante facilidad, los que no pertenecen a esta élite tienen poco acceso a las oportunidades de
migración, al menos dentro del marco de la legalidad. Mientras tanto, la globalización ha incrementado
la movilidad del capital, la información, los bienes e incluso los servicios, haciendo que la liberalización
de la movilidad humana sea la excepción y no la regla. Estas pautas divergentes de la movilidad
internacional tienen lugar en un contexto caracterizado por un fuerte rechazo de los flujos migratorios
irregulares y por los intentos de los Estados receptores de detenerlos.

La migración internacional se ha convertido en uno de los temas centrales de nuestro tiempo.


En 2005 el número de migrantes en todo el mundo se estimó entre 185 y 192 millones (OIM 2005), lo
que representa aproximadamente el 3% de la población mundial, cifra que se ha duplicado con creces
desde 1975.

En lo que Castles y Miller denominan la "era de la migración", los flujos de personas se han
globalizado y afectan a casi todos los países del planeta, ya sea como países emisores, receptores o
de tránsito, o como una combinación de ellos. Los países desarrollados no son, ni mucho menos, los
1
Extracto del artículo “Migración Internacional, controles fronterizos y Derechos Humanos: ¿existe un derecho a
la movilidad?” - Por Antoine Pécoud y Paul de Guchteneire

39
más afectados: aproximadamente el 46% de los migrantes y el 81% de los refugiados viven en países
en desarrollo (OIM 2005, 396-399). En consecuencia, la migración internacional ocupa ahora un lugar
destacado en la agenda de la comunidad internacional y de muchos países. Durante la década de
1990, más de 100 países promulgaron leyes o firmaron acuerdos relacionados con la migración; en
respuesta a una encuesta de la ONU, 44 gobiernos -entre ellos 30 de regiones menos desarrolladas-
indicaron que los niveles de de inmigración en su país eran demasiado elevados, y 78 gobiernos -entre
ellos 57 de regiones menos desarrolladas- tenían políticas destinadas a reducir los niveles de
inmigración (Naciones Unidas 2002, 17-18). Esto representa un fuerte contraste con la década de
1970, cuando la migración apenas era un tema de preocupación, e ilustra la globalización de la
migración no sólo en Europa y América del Norte, sino también en África, Asia Pacífico y América
Latina.

Una característica ampliamente compartida de las políticas migratorias contemporáneas es su


carácter restrictivo. La migración se entiende comúnmente, en términos de seguridad, como un
"problema" y muchos países sienten la necesidad de protegerse contra esta "amenaza". En los últimos
años, la preocupación por el terrorismo ha alimentado esta tendencia y ha puesto las fronteras en el
punto de mira. En este contexto la migración irregular se percibe como un fenómeno central que refleja
la porosidad de las fronteras y que exige una mayor vigilancia.

El control de la inmigración se ha convertido en un importante tema de las agendas políticas de


los diversos gobiernos. Las fronteras entre los países occidentales y sus vecinos menos ricos se han
fortificadas, en parte mediante el uso de sofisticados métodos de control. El caso más documentado es
el de la frontera entre Estados Unidos y México, a lo largo de la cual se han construido segmentos de
muros y donde un número cada vez mayor de agentes de patrulla cuenta con equipos
tecnológicamente avanzados que incluyen iluminación de alta intensidad, vallas altas de acero,
sensores de detección de calor corporal y de movimiento, y vídeo. sensores de calor corporal y de
movimiento, y videovigilancia. La misma tendencia puede observarse en algunas regiones europeas,
sobre todo en torno a Gibraltar y la frontera entre España y Marruecos. En el control de la migración
intervienen nuevos actores, como las compañías aéreas, que están obligadas a comprobar el derecho
de sus pasajeros a viajar a su país de destino.

Independientemente de que los Estados tengan o no la capacidad de controlar realmente la


migración, lo cierto es que las políticas fronterizas contemporáneas van acompañadas de varios retos
para los derechos humanos.

Aquí se expondrán tres de ellos. El primero se refiere al asilo. Las medidas destinadas a frenar
la inmigración irregular tienen consecuencias directas sobre el “principio de asilo”, según el cual todos
los seres humanos tienen derecho a buscar protección contra la persecución. La falta de canales
legales de migración incita a algunos emigrantes económicos a presentarse como solicitantes de asilo,
lo que arroja dudas sobre todos los refugiados y conduce a medidas aún más restrictivas. La confusión
entre solicitantes de asilo e inmigrantes económicos no sólo conduce a procedimientos interminables e
inmanejables para "probar" de la existencia de persecución, sino también a violaciones de los
derechos humanos y al sufrimiento tanto de los "auténticos" como de los "falsos" refugiados. Además,
los intentos de controlar los flujos migratorios antes de que lleguen a los países de destino afectan a la
capacidad de los refugiados para solicitar asilo. En Europa, por ejemplo, los Estados discuten cada vez
más la posibilidad de incitar a los refugiados a permanecer en países cercanos a su región de origen
en lugar de considerar su caso en suelo europeo. Se ha interpretado que estas tendencias reflejan un
nuevo paradigma de asilo. En otras palabras, aunque Castles sostiene que una política de "fronteras

40
abiertas" amenazaría el derecho de asilo al diluir su naturaleza específicamente humanitaria en un
sistema más amplio de libre circulación, las fronteras cerradas hacen que el hecho mismo de salir del
propio país para buscar protección.

El segundo reto en materia de derechos humanos tiene que ver con la trata y el tráfico de
personas. La movilidad humana transfronteriza es ahora un negocio y prosperan diversos tipos de
actividades, muchas de ellas de índole delictiva o al borde de la legalidad motivadas en la
imposibilidad de muchos de emigrar legalmente. Aunque la naturaleza oculta de este fenómeno
dificulta su investigación y, a pesar de las incertidumbres y controversias que rodean su definición,
existen pruebas de que estas prácticas están aumentando.

Por lo general, se cree que los controles fronterizos estrictos contribuyen a la lucha contra el
tráfico. También está claro que cuanto más difícil es entrar en un país, más necesario es recurrir a los
contrabandistas y más rentable es el negocio. Por lo tanto, nos encontramos de nuevo ante un proceso
que se autoperpetúa y que alimenta simultáneamente las violaciones de los derechos humanos y las
políticas de control fronterizo estrictas: los controles fronterizos fomentan el contrabando que, a su vez,
lleva a pedir más control.

El tercer reto está relacionado con el coste humano de los controles migratorios para los
propios migrantes. La ilustración más trágica y evidente de este coste es el número de personas que
mueren en su camino hacia los países receptores. Se calcula que al menos un migrante muere cada
día en la frontera entre Estados Unidos y México; la mayoría por hipotermia, deshidratación, insolación
o ahogamiento (Cornelius 2001; Martin 2003). En Europa, se estiman que al menos 920 inmigrantes
murieron al intentar llegar a Europa entre 1993 y 1997. Según una declaración presentada en 2002 al
Secretario General de la ONU, más de 3.000 inmigrantes murieron entre 1997 y 2000, la mayoría de
ellos mientras intentaban cruzar el Estrecho de Gibraltar. Sin embargo, estos trágicos resultados de la
migración indocumentada no son exclusivos de los países occidentales; el mismo documento de la
ONU menciona víctimas en las costas de Australia, en la frontera entre México y Guatemala, y al otro
lado del Sahara. Las cifras están probablemente subestimadas, ya que nadie nadie sabe cuántos
cadáveres quedan por descubrir. En general, la extrema vulnerabilidad de los inmigrantes
indocumentados y su exposición a los abusos y la explotación de las políticas que intentan, sin éxito,
impedir la migración irregular, dejando así a muchos migrantes en lagunas legales.

Las fronteras se han convertido, por tanto, en el escenario de importantes desafíos éticos, y se
pueden hacer cuatro observaciones al respecto. En primer lugar, la tensión entre la seguridad y los
derechos humanos de la seguridad y los derechos humanos. Desde el final de la guerra fría Desde el
final de la guerra fría, la migración se entiende cada vez más como una amenaza a la seguridad, con
el crecimiento de la migración irregular y la crisis de asilo de los años 90 se perciben como una fuente
de desestabilización para los Estados (Doomernik 2004). Esto deja poco espacio para los derechos
humanos. De hecho, la preocupación más frecuente parece ser la dificultad de conciliar la apertura de
las fronteras basada en el comercio con su cierre basado en la seguridad (Flynn 2000), un debate en
el que los derechos y la dignidad de las personas apenas desempeñan un papel. Además, la propia
noción de "seguridad" es ambigua. Aunque una comprensión global de la seguridad debería abarcar
tanto la seguridad nacional como la humana y, por tanto, incorporar los derechos humanos, los
enfoques dominantes se centran abrumadoramente en la seguridad nacional en detrimento del
bienestar de las personas, especialmente de los no nacionales.

41
La reticencia de los Estados de abordar la migración desde una perspectiva basada en los
derechos es evidente en su actitud hacia la Convención de la ONU sobre los Derechos de los
Trabajadores Migratorios: este amplio tratado, adoptado en 1990, ofrece un amplio conjunto de
respuestas en materia de derechos humanos a los retos de la migración, pero menos de cuarenta
Estados la han ratificado.

El reconocimiento de los migrantes y refugiados en la encíclica “Fratelli Tutti”

En la encíclica “Fratelli Tutti” escrita por el Papa Francisco en 2020, el Pontífice se dedica a
definir y exaltar la fraternidad como valor y elemento central de las sociedades, las naciones y la
convivencia mundial. Entre los tópicos que aborda el texto, Francisco dedica algunos párrafos para
pronunciarse acerca de la cuestión migratoria afirmando: "(...) nadie puede quedar excluido, no importa
dónde haya nacido, y menos a causa de los privilegios que otros poseen porque nacieron en lugares
con mayores posibilidades. Los límites y las fronteras de los Estados no pueden impedir que esto se
cumpla." Consecuente con ello, líneas después el Papa añade: "cada país es asimismo del extranjero,
en cuanto los bienes de un territorio no deben ser negados a una persona necesitada que provenga de
otro lugar. (...) Los que emigran tienen que separarse de su propio contexto de origen y con frecuencia
viven un desarraigo cultural y religioso. La fractura también concierne a las comunidades de origen,
que pierden a los elementos más vigorosos y emprendedores, y a las familias, en particular cuando
emigra uno de los padres o ambos, dejando a los hijos en el país de origen. Por consiguiente, también
hay que reafirmar el derecho a no emigrar, es decir, a tener las condiciones para permanecer en la
propia tierra”.

La problemática del abandono de la tierra natal no termina en el hecho del desprendimiento de


los afectos, sino también en el correlativo desafío de insertarse en un nuevo esquema social en donde
muchos migrantes son puestos en jaque por políticas repulsivas de flujos migratorios o bien, son
víctimas de intolerables prácticas xenófobas y discriminatorias. Al referirse a ello Francisco afirmó: “(...)
en algunos países de llegada, los fenómenos migratorios suscitan alarma y miedo, a menudo
fomentados y explotados con fines políticos. Se difunde así una mentalidad xenófoba, de gente
cerrada y replegada sobre sí misma. (...) Es inaceptable que los cristianos compartan esta mentalidad
y estas actitudes, haciendo prevalecer a veces ciertas preferencias políticas por encima de hondas
convicciones de la propia fe: la inalienable dignidad de cada persona humana más allá de su origen,
color o religión, y la ley suprema del amor fraterno.”

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