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En este fragmento, se discute cómo una serie de oposiciones clásicas han sido
utilizadas en el pensamiento occidental para analizar y criticar la metafísica. Estas
oposiciones incluyen palabra/escritura, naturaleza/cultura, presencia/ausencia,
sensible/inteligible, literal/metafórico, fondo/forma y originario/derivado. La
deconstrucción implica invertir la jerarquía tradicional de estas oposiciones y desplazar
el orden conceptual, lo que también afecta a la lingüística y la noción de signo como la
unión de un significante que remite a un significado. El autor explica que eligió la
palabra "deconstrucción" para traducir y adaptar las palabras heideggerianas
"Destruktion o Abbau" a su propio discurso.
Para el autor de La escritura y la diferencia, su reflexión sobre la función del título
en un texto escrito, el papel de la firma y las clases de firmas, y sobre todo el
interrogante por la esencia de la lengua, surge del horizonte de la escritura. Él sostiene
que la lengua tiene una característica espectral que hace que, aunque estemos repitiendo
la misma lengua, cada vez se nos aparezca como otra. A través de la relación con la
literatura, logra abordar problemáticas filosóficas como la mentira, la ética de la
responsabilidad y la transgresión del orden ético, y utiliza el relato de Abraham y el
sacrificio de Isaac para ello. El eje de la lectura del Mercader de Venecia es el perdón, y
la reflexión sobre el secreto y el perdón como lo imposible ponen en juego el
pensamiento de Kierkegaard y la Carta al padre de Kafka.
Un nuevo concepto de filosofía:
Entre Foucault y Derrida
El trabajo se enfoca en explorar el concepto de filosofía presente en autores
contemporáneos, especialmente en Foucault y Derrida, quienes se han relacionado con
la literatura y plantean nuevas concepciones de la filosofía. Ambos están ligados al
estructuralismo y postestructuralismo, y se preguntan por la filosofía de manera crítica,
escribiendo y desarrollando nuevas ideas. Aunque estas concepciones pueden ser
problemáticas, no deben ser desestimadas.
En Derrida se produce un cambio metodológico que implica considerar la filosofía
como un género literario específico, con una lengua que dispone de recursos trópicos.
Este enfoque busca agitar el discurso filosófico occidental, desestabilizando y
desmontando conceptos y presupuestos establecidos, como la distinción entre discurso
filosófico y discurso de ficción. Aunque la filosofía no se trata de un conjunto
sistemático de tesis o conceptos para Derrida, su reflexión está caracterizada por la
creación de neologismos y términos compuestos.
Sacudir y desordenar el discurso filosófico, se pone de manifiesto que éste siempre
ha dependido de su relación con el sistema de la lengua. Según Derrida, si consideramos
la historia de la filosofía como un gran discurso, nos damos cuenta de que está
sumergido en una reserva de lengua que le da forma y limita sus posibilidades. Esta
reserva incluye una lexicología, una gramática, un conjunto de signos y valores que
configuran el discurso filosófico. Al cuestionar esta relación, Derrida busca ampliar las
posibilidades de la filosofía y desmontar los esquemas y presupuestos que la han
mantenido dentro de ciertos límites.
Foucault entiende la filosofía como una actividad que busca crear un objeto nuevo
para el conocimiento o la práctica, ya sea en matemáticas, lingüística, etnología o
historia. Además, la filosofía es una ontología del presente y de nosotros mismos, que se
pregunta por lo que produce sentido en el presente para una reflexión filosófica. La
ontología del presente lleva a la pregunta sobre lo que somos hoy y lo que podemos ser.
La actividad filosófica implica una problematización de las formas de subjetividad, el
poder y las prácticas de libertad, cuestionándose sobre cómo algo se constituye
históricamente en objeto de pensamiento moral, científico o político, y qué estrategias
están presentes en ese proceso.
Durante la escritura de su obra "Historia de la locura en la época clásica" y la
publicación de "El nacimiento de la clínica", Foucault leyó la obra de Raymond
Roussel. En el prefacio de "El nacimiento de la clínica", Foucault condensa una
enseñanza filosófica en la que afirma que lo que importa en el pensamiento de los
hombres no es tanto lo que han pensado, sino lo que no han pensado, es decir, aquello
que ha sido ignorado, excluido o dejado fuera de su pensamiento y que, sin embargo, es
fundamental para entender la historia y la realidad en la que vivimos.
Pierre Macherey plantea la pregunta de por qué Foucault dedicó todo un libro a
Raymond Roussel, ya que Roussel no era muy reconocido entre los surrealistas y sus
primeras obras no tuvieron una gran aceptación entre el público en general. La pregunta
de Macherey implica que Foucault debió tener una motivación más allá de lo
meramente literario para dedicarse a estudiar la obra de Roussel.
Foucault analiza la obra de Raymond Roussel y se enfoca en su desdoblamiento de
las palabras, el uso lúdico del lenguaje cotidiano y los juegos de metagramas. Estos
elementos se exploran como verdad y máscara del lenguaje, lo que lleva a una
experiencia del lenguaje. Foucault sostiene que esta experiencia es lo que cuenta en la
obra de Roussel, y es lo que lo hace interesante desde una perspectiva filosófica.
En el texto "¿En qué piensa la literatura?", Pierre Macherey propone que las obras
de Raymond Roussel son una manifestación de una gran verdad que no se deriva de la
enfermedad o los problemas psiquiátricos del autor, como lo afirmaba el Dr. Pierre
Janet. En cambio, Macherey argumenta que la verdad en la obra de Roussel proviene de
su habilidad para crear un universo literario autónomo y coherente, independiente de su
vida personal. Macherey sugiere que la literatura puede ser entendida como una forma
de pensamiento que opera de manera diferente a la filosofía o la ciencia, y que permite
la creación de un mundo imaginario que puede ser una fuente de verdades y
descubrimientos.
Foucault se enfoca en autores que llama "el pensamiento del afuera", entre los que
destacan Maurice Blanchot, Pierre Klossowski y Georges Bataille. El "afuera" no es
visto como algo externo al pensamiento, sino como la experiencia de disociación entre
el habla y el pensamiento, donde desaparece el sujeto que habla y el lenguaje debe
escapar de la representación. Esto significa que el movimiento del "afuera" afirma una
subjetividad sin identidad o la posibilidad de hablar sin necesidad de estructuras
preestablecidas y formalizadas.
Foucault resalta en sus análisis de las obras de Georges Bataille, Historia del ojo y
Madame Edwarda, cómo estas rompen con la narración tradicional y cómo innovan en
el ámbito literario gracias a la influencia del surrealismo y del hegelianismo sin reserva.
Además, señala que en estas obras hay una interacción entre la ficción y la
especulación, lo que representa una importante ruptura con la forma convencional de
escribir.
Una reflexión sobre el cuerpo y el deseo como lugar privilegiado para encontrar
todos los lenguajes posibles o diversidad de formas heteróclitas como el sueño, el
diario, la discusión teológica, el episodio mitológico, está presente en Pierre
Klossowski.