Está en la página 1de 51

1

- TÍTULO: “ La puesta en juego del síntoma en la clínica con niños y


adolescentes”.

Compilación: Mario Goldenberg. Cuidado de la edición: Aracelli Marchesotti.

- AUTORES: Jacques-Alain Miller, Eric Laurent, Mario Goldenberg, Guillermo


Grosso, Mariana Martínez Liss, Aracelli Marchesotti, Florencia Fiorentino y
Valeria Festino.

- CATEDRA: Práctica Profesional Clínica con niños y adolescentes “Las


formaciones del síntoma” Coordinador: Lic. Mario Goldenberg.

- TEMÁTICA: Psicoanálisis con niños y adolescentes.


2

ÍNDICE

1.El lazo familiar

-El revés de la familia

Jacques-Alain Miller

-El niño como real del delirio familiar

Eric Laurent

2. Los nombres del padre

-La clínica y los nombres del padre

Nombre, metáfora y suplencia

Mario Goldenberg

-La función paterna y la dirección de la cura en la clínica con niños

Mariana Martínez Liss

3. Niños y adolescentes

-Lo infantil en la estructura

Variaciones del niño en la obra de Freud

Mario Goldenberg

-Hans: entre la falta y el goce


3

Guillermo Grosso

-Paranoid Park y el secreto

Mario Goldenberg

4. La práctica clínica

-Un trabajo de anudamiento: D, el hincha de Boca

Guillermo E. Grosso

-Del sujeto en sus inicios

Aracelli L. Marchesotti y Florencia Fiorentino

-Como por arte de magia

Valeria Festino
4

1. El lazo familiar

El revés de la familia*
Jacques-Alain Miller

Les propondré que tomemos como tema de debate un texto muy breve de Lacan que
llegó a mí bajo la forma de dos pedazos de papel de Jenny Aubry, de tal modo que creí
que se trataba de dos notas distintas que a pedido suyo Lacan le había hecho llegar. Una
vez publicada en su totalidad, me di cuenta que se trataba de un solo texto, un recto
verso, con muy pocos parágrafos, extremadamente eficaz, pero enteramente escrito en la
perspectiva del síntoma, lo que nos lleva a reconstituir lo que sería la segunda
perspectiva, la del sinthome.

Es un texto en el que Lacan toma la experiencia de lo que llama “el fracaso de las
utopías comunitarias”, que existían en la época en que se buscaba ensanchar el círculo
de la familia, criar los niños en común, y hacer existir una entidad colectiva más allá del
círculo de la familia. Es divertido constatar, exactamente al contrario, la vitalidad de la
vida conyugal, modificada apenas, modificada por la homosexualidad. Se verifica que la
función de la familia conyugal permanece dominante y que ya no se trata de la utopía
comunitaria.

Se puede observar la lucidez de Lacan cuando destaca que la familia conyugal tiene una
función de residuo en la evolución de las sociedades, y que ella se mantendrá
precisamente porque se encuentra en el estado de residuo, en el estado de pequeño
objeto a. Lo que vivimos hoy día lo confirma. Interpreta esta resistencia misma de la
familia conyugal por el carácter irreductible de la transmisión, no la transmisión de un
saber, ni la transmisión de las necesidades, sino una transmisión constituyente para el
sujeto. Esto supone su relación a un deseo que no sea anónimo. ¡Esto es verdaderamente
fuerte! Hay allí una necesidad, es decir, algo que no cesa de escribirse. No importa
quien pueda hacer función ni interesarse en no importa quien que tenga la posibilidad
del deseo. Es necesario que el sujeto sea aquí llamado en la singularidad del je, del
mismo modo que uno no se analiza con el psicoanálisis, sino con un o una psicoanalista.
No alcanza con leer Freud y Lacan para analizarse con. Esto debe ser activado de un
modo que no sea anónimo. En este nuevo desciframiento que Lacan propone y al mismo
tiempo permite, insiste en que la madre tenga un interés particularizado por el niño y
que el padre sostenga una encarnación de la ley en el deseo, es decir que no esté
desencarnado. Y el grave error fue considerar que Lacan, en la metáfora paterna,
exaltaba la función paterna de la cual durante largo tiempo había señalado su
decadencia. Se trata, al contrario, de una matriz de funciones freudianas que, presentada
así, permite descubrir que sólo se trata de semblantes.
5

En esta nota Lacan introduce la referencia al síntoma del niño como representante de
una verdad. Hay también observaciones muy interesantes que conciernen al síntoma
somático del niño y los recursos que le ofrece, que hace pensar en lo que se ve hoy
desgraciadamente del lado de ciertas familias de autistas que descubren un recurso
inagotable para testimoniar de la culpabilidad, servir de fetiche o encarnar un rechazo
primordial; estas tres versiones reflejan, me parece, la neurosis, la perversión y la
psicosis.

Dicho de otra manera, propongo que adoptemos para las próximas Jornadas el tema
familiar, ilustrado por los casos clínicos: ¿Por qué no “Los fenómenos familiares”? Más
serio: “El lazo familiar en la experiencia analítica”. El lazo familiar es en efecto una
forma bien particular del lazo social. Podríamos incluso decir que es el único lazo que
se inscribe en una relación que podemos soñar que es natural. En fin, está sin embargo
completamente desnaturalizado y tal como Lacan observa en el Seminario El Sinthoma,
la naturaleza es un popurri de fuera de la naturaleza.

*Extraído de la intervención de Jacques-Alain Miller en las XXXIV Jornadas de la ECF


en Noviembre de 2005, cuyo texto ha sido establecido por Monique Amirault y
Dominique Holvoet.
1 - J. Lacan, “Nota sobre el niño”, Autres Écrits, Seuil 2001, p. 373-374.
2 - J. Lacan, El Seminario El sinthoma, Libro XXIII, Paris, Seuil, 2005, p. 12.
Traducción: Silvia Salman
6

El niño como real del delirio familiar1

Eric Laurent

La hipermodernidad interviene sobre la definición de la familia Aristotélico-Tomista


modificando cada uno de los términos. La familia definida a partir del casamiento es
algo que pertenece al siglo pasado. La familia actual incluye múltiples formas de unión
de facto o de derecho. Estas familias que pueden ser monoparentales, homoparentales,
hacen aparecer en la actualidad al casamiento como un lujo institucional. La prueba es
que hoy sólo recurre a él, en Francia, no más del 40% de la población.

Aquella familia se sostenía en el casamiento entre un hombre y una mujer; y hoy ¿quién
sabe qué es exactamente un hombre o una mujer en una época de trastorno de género
generalizado?... Por ejemplo, en el caso de las parejas unisex ¿cómo estar seguro de que
el otro es del mismo sexo? Esta es la pregunta queer, que plantea que la categoría de
sexo está construida socialmente; por tanto, es un universal extraño y a partir de ahí ya
nadie puede estar seguro de nada.

Igualmente para criar a los niños ¿quién sabe hoy qué es la educación? ¿quién sabe hoy
lo que significa criar a un niño? Existen multitud de expertos que están en desacuerdo y
se proponen una burbuja de soluciones -al estilo de la burbuja financiera-, que amenaza
con estallar a cada rato, mostrando el desasosiego y la angustia profunda de la
institución escolar en la que, en lugar de responder a lo que significa educar y transmitir
un saber, sólo encontramos lamentaciones sobre lo imposible que es educar a los niños.

Así que los niños tampoco están concebidos dentro del casamiento, y muchos son
concebidos con la ayuda de la ciencia, no sin que se acabe produciendo una especie de
objetos con los cuales no se sabe bien qué hacer; me refiero a los embriones en serie
producto de la experimentación.

Por tanto, la hipermodernidad opera sobre los términos de lo que antaño era la familia
tal y como lo hace sobre otros sectores de la cultura, revelando el carácter ficcional de
los lazos familiares y sociales. Es como el capitalismo, tiene una función de destrucción
creadora: destruye la tradición y hace proliferar una nube de nuevas formas; y estas
formas, como no están consolidadas por el tiempo, son lazos mucho más frágiles. Las
normas, como las leyes están siempre mal hechas, y como en la actualidad no hay
tiempo de darse cuenta de hasta qué punto están mal hechas, se vuelven obsoletas antes
de poder consolidarse.

1VII Jornadas de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis -ELP- bajo el título Clínica del
Lazo Familiar y de sus Nuevas Formas. 8 y 9 de noviembre 2008
7

Nos encontramos aquí con una paradoja que constató nuestra colega María José Freiría
en su ponencia y es que, al mismo tiempo que se sofistican las ficciones, cada vez
insiste más la nostalgia en el Derecho Natural. Para ella esto es una paradoja, ya que
¿cómo con esta proliferación ficcional no conseguimos dejar de lado esta creencia en lo
natural de la institución familiar? Sin embargo, esto es una paradoja fundamental.
Porque surge al mismo tiempo en el que la nube de ficciones, en sus incertidumbres
mismas, ofrece un campo nuevo a las concepciones más o menos delirantes de los
padres sobre lo qué quieren de un niño, y se puede ver bien cómo cumplen con su culpa
al no estar a la altura de los ideales transmitidos por la tradición o, si no, por la
televisión, por las historias que allí se cuentan, en definitiva, el storytelling general.

Lo convencional de las ficciones al mismo tiempo revela cada vez más el carácter de
objeto real del niño, objeto pasionalmente deseado y rechazado al mismo tiempo. Es
decir, lo que queda disfrazado, disimulado por la hipótesis institucional es que este niño
como objeto de pasión es algo que obstaculiza, que hace objeción a la creencia en lo
ficcional.

 Vemos este doble movimiento en las dos grandes escuelas sociológicas sobre la
evolución de las familias y que inspiran las leyes del amo. Para una de ellas, la familia
ha dejado de ser una institución, y lo importante es el uso que la gente hace de esas
ficciones: cuál es la más popular, la menos..., y esto llega hasta el derecho fiscal para
considerar a cuál conviene subvencionar, etc. Así que considerar que la familia no es
una institución, es considerar que es como la religión en la laicidad post-revolucionaria,
es decir, que pertenece al registro privado.

Para la otra, que está cercana a la Iglesia, la familia se mantiene como una institución; y
frente a la diversidad existente, incluso a la inexistencia del lazo familiar, entonces se
decreta que cuando incluso no hay familia existe una. Y existe una a partir de una
operación mágica que consiste en mantener la ficción de que es el hijo el que crea la
familia. Ya al nacer, sólo por nacer, crea la familia. Esta ficción jurídica permite
mantener la ficción religiosa adaptada a los descubrimientos de la ciencia, ya que
gracias al código genético se puede asegurar que el niño va a tener su número de
código, número calculable, y se puede afirmar que si no se encuentran los padres se
podrán realizar los test que permitan definir la paternidad. En definitiva, una operación
que reduce la filiación a una categoría burocrática.

Sin embargo, esta esperanza de encontrar un límite, una roca debajo del mundo de las
ficciones tiene sus impasses, y el caso presentado por Guy Briole en la Plenaria de
apertura lo demostró. Una vez que aparecen estas bodas soñadas entre la institución
familiar y la ciencia surge la pregunta por la causa. Es decir, lejos de ser un límite, la
genética abre al mundo nuevas ficciones, abre un imperio de historias, de storytelling.
Además, nos hace entrar en el mundo encantado de la medicina predictiva: con el
código genético uno puede soñar cuáles van a ser sus vidas posibles; qué riesgo tiene de
contraer tal o cual enfermedad, cómo será la vida con un 70% de probabilidades de
8

desencadenar un cáncer linfomático entre los 56 y los 62 años. ¿Cómo es una vida así?,
¿cómo soñarla? Hay toda una industria que ya está preparada para explicar lo que es
vivir una vida así. Y vamos a tener manuales de cómo vivir la vida, educarnos a cómo
vivir la vida debajo de estas ficciones que van a provocar una nueva desorientación en
las ficciones jurídicas.

La cuestión es que la familia, frente a este mundo encantado, puede llegar a ser el lugar
transitorial que permita calcular cuál es el riesgo al que ya estamos expuestos. En este
sentido, la historia, la herencia -incluida la herencia genética-, va a ser sólo un momento
transitorio. Con la exploración global del código genético, cada uno de nosotros vamos
a poder calcular cuáles son los riesgos a los que estaremos expuestos. Es decir, la
ciencia va a decir mucho más sobre nuestras herencias que lo que podrá hacer la familia.

Entraremos en un mundo en que habrá que detener la pasión de autogeneración de los


sujetos que podrán volcar on-line su propio código genético ya descifrado para todos
aquellos que les puedan ayudar a sostener la ficción de cómo vivir su vida bajo los
riesgos a los cuales están expuestos; seguramente en el futuro en Face-Book estarán los
códigos genéticos de cada uno de ellos. James Watson y Craig Venter ya han puesto en
línea sus propios códigos y animan a constituir la secta de la gente apasionada por esto.

Ahora bien, sean las ficciones jurídicas, sean las ficciones científicas, todo ello nunca
podrá dar cuenta del punto de real de lo que es el origen subjetivo de cada uno. O sea, la
malformación del deseo del cual cada uno proviene; no la malformación genética, sino
la malformación de lo que fue el encuentro fallido entre los deseos que a cada uno de
nosotros nos propulsó al mundo.

En este fallo particular en el encuentro entre los sexos, -y no importa si son o no del
mismo sexo-, y el deseo de niño, eso siempre será como el encuentro del paraguas y la
máquina de coser sobre la mesa de disección... ¿Quién podrá saber de qué extrañeza del
goce proviene? El origen mítico que sostiene las ficciones nunca dejará de interrogar
este punto en el cual el origen no puede responder al misterio de quién soy yo, ni a la
imposibilidad de ser causa de sí mismo...

El deseo de la madre, -especialmente destacado en la ponencia de Toni Vicens-, en su


desciframiento tiene un límite: el niño nunca podrá descifrar este código extraño del
cual proviene, revelándose entonces por lo que es: un obstáculo para la familia y sus
ideales. De la misma manera que el Padre Ideal es el padre muerto, la familia ideal es
una familia sin niños... Cuando el niño aparece, el círculo de familia explota, se
fragmenta.

En la medida en que el padre o la madre no se fundamentan más que en un ideal


delirante, ficcional o científico, revela cuál ha de ser la posición del analista y que no es
otra que la de proteger a los niños de los delirios familiaristas, proteger a los niños de
los “lazos familiares”, de sus nuevas formas, de las pasiones que las habitan; del
9

infanticidio profundo que es el deseo de muerte escondido en el lazo familiar. En


definitiva, la posición del analista ha de ser la de proteger al niño de los delirios
familiaristas de sus padres.

La familia y el lazo familiar se sueña a sí misma como el lugar en el cual se podría


operar la transmutación entre función y ficción. Este fue el sueño de Karl Abraham
dentro del psicoanálisis. K. Abraham tenía una idea de la ficción del desarrollo del niño:
el psicoanálisis consistía en llevar al niño de la mano, hacerlo pasar por los distintos
estadios, -orales, anales, genitales-, para finalmente llegar al buen uso del órgano genital
dentro de la ficción edípica. Y así, integrando la diversidad pulsional se obtenía una
transmutación que permitía introducir al niño en una ficción consoladora, es decir, a un
goce que tenía un nombre en tanto vinculado al falo. Esto aún se mantiene en algunas
corrientes analíticas. Por ejemplo, cuando se trata al niño psicótico y se demuestra,
después del tratamiento, que el niño ha elaborado una organización portadora de
valencias edípicas que le permiten una cierta combinación de su organización pulsional
que tiene un valor pseudoneurótico. Esta concepción de las cosas define más bien lo que
es una psicoterapia. Lo dijo Lacan de una manera tajante “Una psicoterapia consiste en
hacer creer al sujeto en su padre”; lo que define el límite entre lo que es la orientación
lacaniana, psicoanalítica como tal, de lo que es la psicoterapia. Y esta diferencia es
esencial.

Sin embargo, a la luz de la organización sintomática, -que es distinta a la organización


neo-edípica-, lo que organiza el mundo de las pulsiones, -más allá de la creencia en el
semblante del padre-, es el síntoma. Esto es un paso más en el psicoanálisis planteado
después de Freud por los alumnos de K. Abraham, como Melanie Klein que, sin
embargo, no lo siguió en su fascinación por la ficción paternal. Este paso fue articulado
por Lacan en los años ’60, planteando que el niño, una vez que se va más allá del
semblante paterno, se revela como un objeto como tal. Y es a partir del niño como
objeto, y no sólo de la madre, que se puede reconfigurar la posición paternal. No a partir
del nombre, -tal y como nos lo recordaba Toni Vicens-, sino a partir del lazo con este
objeto.

Definir al padre como una función, tal y como lo formuló Lacan, es un paso decisivo,
porque de una función no se puede definir el conjunto de los casos que abarcan dicha
función. La función no es definida a partir de una esencia, o de sus caracteres como un
concepto, sino que es definible por las realizaciones de las variables que constituyen su
desarrollo. La función paternal no podemos conocerla sino a partir de los modelos que
ella misma realiza. Si ser es ser el valor de una variable, ser un padre es ser uno de los
modelos de realización, uno de los valores -a, b, c,...- de la función paternal. Y los
padres, uno por uno, son las versiones de goce de esta función. Son padre-versiones,
perversiones. Por tanto, no se trata del padre en tanto que nombre-semblante, sino que
se trata del objeto a.
10

 En nuestro campo analítico tenemos algo en común con la física cuántica en la que
cada objeto se puede definir a partir de su velocidad o de su posición o, como en el caso
de la luz, como onda o como corpúsculo. Así, de la misma manera podemos definir en
nuestro campo un objeto a partir de su posición significante, o a partir de su posición de
objeto.

 Lacan nos proporcionó la definición de un padre a partir del objeto a con la fórmula de
que: “Un padre no tiene derecho al respeto y al amor, mas que si dicho amor está
perversamente orientado. Es decir, si hace de una mujer objeto a, causa de su deseo.
Pero lo que una mujer acoja así no tiene nada que ver en la cuestión. De lo que ella se
ocupa es de otros objetos a que son los hijos”. Esta frase es una trenza muy precisa.
Según esto, ser un padre es haber tenido la perversión particular de atarse a los objetos a
de una mujer. Es un lazo muy particular, muy social y deja abierto el hecho de que una
mujer pueda ser, o no, aquella con la que el padre ha tenido los hijos. Esta es una
formulación muy actual que conviene a las familias recompuestas.

 Sin embargo hay un quiasma. Porque según la estructura del deseo masculino, el
hombre se ata a los objetos a que causan su deseo. Por ejemplo, el fetichista tiene la
perversión de atarse al falo que falta a la madre poniendo en juego un fetiche particular.
Lacan también define al padre, en cierto modo, desde un fetichismo particular. No se
trata de un objeto que no está en su lugar, sino de un objeto que una mujer ha producido.
El niño es objeto a de la madre.

 En cierto sentido, se puede hablar de un entrecruzamiento de la padreversión-


perversión y de la perversión maternal que enlaza madre e hijo, y que tiene siempre un
carácter de locura a dos. Como se ve en los casos que más llaman la atención, los de
infanticidio, que fascinan por el enigma que representan, por la puesta en cuestión de
todo ideal posible; fascinan y a la vez angustian. O también la disimulación de los
embarazos tal y como ocurrió en Francia, que fascinaron porque mostraban bien cómo
“el niño” puede llegar a generar ese tipo de pasiones que forman parte de esta locura
particular que hace al lazo maternal.

 Si un hombre se ocupa de los objetos a de una mujer, Lacan añade que, lo quiera o no,
ocupará el lugar paternal, es decir, esto no tiene nada que ver con la voluntad. Y
precisamente no tiene nada que ver con la voluntad de ser padre. Si el psicoanálisis
puede proteger a los niños de los delirios familiares, se trata de aliviar especialmente a
los hombres de sus delirios de paternidad. Del lado neurótico, para aliviarse de la carga
de su deseo el sujeto neurótico quiere completarse al síntoma familiar: el de ser un buen
padre de familia; imagina que esto le podría dar la llave imposible del deseo. Y también
existen las variantes delirantes de esto, de las cuales trató Paloma Larena, con un caso
muy llamativo: un delirio de paternidad de parte de un hombre que tiene consecuencias
terribles para el hijo.
11

 En este sentido, frente a la hipermodernidad y sus efectos, nos interesa sólo el punto en
el que nosotros debemos orientarnos frente al enloquecimiento general. No dejarnos
enloquecer por estos vértigos, y no reasegurarse en posiciones conservadoras del tipo,
“¡Ah, que bueno que era el Edipo antes de 1910!”... Sí, ¡pero eso era en el siglo pasado!,
cuando antes de la I Guerra Mundial aún se podía creer en el padre. De esta forma, hay
que decir que la posición conservadora es un impasse total; y la fascinación por las
utopías supuestamente progresistas, también.

 Frente a estos dos escollos, que son nuestro Caribdis y Escila, es necesario navegar con
la brújula que tiene en cuenta al reconfiguración de las familias a partir del objeto a. Y
que nos permite separar todas las tentativas de reestablecer las creencias en el padre, -
por ejemplo, bajo la fórmula actual de reestablecer la autoridad paternal, enseñar a los
padres a tener autoridad, crear escuelas de padres para enseñarles el buen
comportamiento..., etc-, todo esto no los va a aliviar de la culpa fundamental de existir.

 Por tanto, nuestra brújula es el objeto a en tanto que anuda el goce y la culpa de existir.
Analizando este lazo, con esta brújula fundamental podremos ayudar a nuestros
hermanos... humanos.

 Todos estamos embrollados en nuestro goce y estamos del mismo lado, tanto los
analistas como los otros. Pero podemos tratar de transmitir esta brújula que con
seguridad puede ser muy útil a muchos.

Transcripción: José Manuel Alvarez. Revisada y autorizada amablemente por el autor.

2. Los nombres del padre

La clínica y los nombres del padre

Nombre, metáfora y suplencia.

Mario Goldenberg.

La primera referencia que hace Lacan a los nombres del padre está en Función y campo
de la palabra, un escrito del año 1953, donde articula el concepto de Nombre del Padre
a la clínica.

Anterior a este escrito, es la conferencia que da Lacan en la Sociedad Francesa de


Psicoanálisis en el momento en que se funda, titulada Simbólico, imaginario y real -que
actualmente salió publicada en un libro en francés bajo el título de Los nombres del
12

padre. Para ubicar la cuestión históricamente, la IPA francesa es la SPP, la Sociedad


Psicoanalítica de París, que en el año 1953 por cierta cuestión interna, como pasa
siempre en el mundo del psicoanálisis, se produce una ruptura de Lacan, Dolto, Lagache
y otros con la SPP y se funda la Sociedad Francesa de Psicoanálisis que todavía existe.
La primera comunicación científica allí de Jacques Lacan es “Simbólico, imaginario y
real”. Lo que es llamativo de esa conferencia es que Lacan introduce allí, por primera
vez, los tres registros como registros distintos, pero no hay ninguna referencia al
Nombre del Padre. El Nombre del Padre aparece dos meses después, en Función y
Campo de la palabra y articulado directamente a la clínica.
Plantea lo siguiente: “en el Nombre del Padre es donde tenemos que reconocer el
sostén de la función simbólica que desde el albor de los tiempos históricos, identifica a
su persona con la figura de la ley. Esta concepción... y de ello resulta un modo de
comprensión que va a resonar en la conducción misma de las intervenciones. La
práctica nos ha confirmado su fecundidad tanto a nosotros como a los alumnos a
quienes hemos inducidos a este método. Hemos tenido a menudo la oportunidad de los
controles y en los casos comunicados de subrayar las confusiones nocivas que
engendra su desconocimiento”.

La apuesta de Lacan está directamente relacionada con la práctica, el control y la


dirección de la cura.

Es en ese momento que Lacan introduce los tres registros, es la base de su plataforma de
retorno a Freud. Son los tres nombres, ya que justamente se trata de un acto de
nominación -real, simbólico e imaginario- a partir de los cuales gira la enseñanza y la
práctica de Lacan. En toda la obra de Lacan, a partir de esa conferencia, se debate entre
lo simbólico, lo imaginario y lo real.

Inmediatamente aparece un cuarto término, que si bien es un significante referido a la


ley simbólica, es un cuarto término en la medida en que siempre aparece el Nombre del
Padre como algo que pertenece al Otro pero no es del Otro, o es el Otro de la ley
respecto del Otro, o es un significante que sostiene la cadena en más o en menos. Lo
que queda claro es que se trata de un cuarto elemento. Este cuarto elemento, con
distintas variantes, lo vamos a encontrar a lo largo de toda su enseñanza.

Hay una referencia de Moisés y la religión monoteísta, el capítulo se titula La renuncia


de lo pulsional, allí Freud utiliza el término Nombre del Padre. Creo que el planteo
lacaniano del Nombre del Padre, que es un término que proviene de la religión, continúa
esta línea de Freud en el Moisés.

Freud comienza diciendo que no es evidente la razón por la cual un progreso en la


espiritualidad, un relegamiento de la sensualidad, hayan de elevar la conciencia de sí de
la persona o de un pueblo. Opone el progreso en la espiritualidad al relegamiento de lo
sensual, esto es, la satisfacción pulsional. Lo que va a plantear aquí como algo novedoso
–es ubicado por él de esa manera- es que toda renuncia pulsional produce un afecto
displacentero. Sin embargo, el progreso en la espiritualidad -dice por razones internas y
aquí ubica al superyó- permite un enaltecimiento del yo, un nuevo beneficio económico
13

que sería esa ganancia de placer de otra índole que la llama aquí satisfacción sustitutiva.
Es un término ya conocido de Freud, pero no se trata de la satisfacción sustitutiva del
síntoma, sino de la satisfacción sustitutiva por el sacrificio, por la renuncia pulsional,
que permite un progreso en la espiritualidad.

Para entrar en debate con el planteo de Freud, podemos decir que nuestra época no es la
época del progreso en la espiritualidad y la renuncia de lo sensual, de lo sensorial. La
cultura, la civilización actual, no se sostiene de la renuncia sino más bien en un mandato
de goce, en una promoción de lo sensorial, del goce, de la sensualidad. No es el ideal
del progreso en la espiritualidad del iluminismo, de la ciencia positivista que todavía se
sostenían en la época de Freud.

El planteo freudiano es el siguiente: “El progreso en la espiritualidad consiste en


decidirse uno en contra de la percepción sensorial directa en favor de los procesos
intelectuales llamados superiores, vale decir, recuerdos, reflexiones, razonamientos y
determinar, por ejemplo, que la paternidad es más importante que la maternidad
aunque no pueda ser demostrada como esta última por el testimonio de los sentidos.
Por eso el hijo debe llevar el nombre del padre y heredar patrilinealmente. Así nuestro
Dios es el más grande, el más poderoso, aunque sea invisible como los vientos del
huracán y las almas”.

En la ópera de Mozart La flauta mágica, hay una lucha entre la reina de la noche, la
maldad femenina y esa cofradía fraterna que trae la razón, la ley de los hombres. Ahí
podríamos encontrar esta oposición que plantea Freud, el padre del lado de la
civilización y, lo femenino, la madre, del lado de esta reina oscura de la noche. Se
podría decir que es una manera de escribir la metáfora paterna. Por un lado, la ley, por
otro lado, la boca del cocodrilo, parafraseando al Lacan del Seminario 17.

Freud plantea un progreso en la espiritualidad y una renuncia en lo sensorial, pero las


condiciones discursivas actuales han cambiado. El progreso en la espiritualidad no es un
ideal de esta época. El ideal de esta época es cómo gozar más, la cultura misma como
mandato de goce. Lo cual también es un punto relevante para plantear, en la medida en
que el lugar donde Freud ubica la ley paterna, la autoridad paterna, es distinto de la
problemática del padre en esta época.

En la década del noventa se decía que ya no había clínica del Nombre del Padre, que
ésta había quedado atrás. Parece que no fue tan así. El próximo Congreso de Roma de la
Asociación Mundial del Psicoanálisis es sobre el Nombre del Padre; también en el arte,
en la literatura, en el cine fundamentalmente, hay un retorno de la cuestión del padre. En
este retorno, en general, se trata de argumentos donde los lazos se rompieron en algún
momento y, posteriormente hay un retorno. Se podrían ubicar una serie de películas: El
abrazo partido, Herencia de sangre, Las invasiones bárbaras, El gran pez. Es
sorprendente cómo en todas las películas vuelve la cuestión del padre.

Volviendo a Lacan al modo en que introduce la cuestión del Nombre del Padre,
podríamos ubicar que en la primera enseñanza de Lacan, el Nombre del Padre, tiene una
14

función teórica. Hay un Nombre del Padre como función simbólica, que ningún padre la
alcanza, todo padre es discordante con esta función. Es muy llamativo, por ejemplo, en
relación al caso Juanito, al padre Lacan lo elogia como inteligente, macanudo,
compañero, etc. pero como función carente, el único mérito –dice Lacan- es haberlo
llevado a Freud. Entonces, en El Seminario 4 Lacan ubica su análisis del caso Juanito a
partir de la carencia paterna.

Lo dice también en relación al hombre de las ratas: “El padre no sólo sería el Nombre
del Padre sino, realmente un padre que asume y representa en toda su plenitud esta
función simbólica, encarnada, cristalizada en la función del padre. Pero resulta claro,
que ese descubrimiento de lo simbólico y lo real, es completamente inasible, que al
menos en una estructura social similar a la nuestra, el padre siempre en algún aspecto
es un padre discordante en relación con su función. Un padre carente, un padre
humillado como diría Claudel. Existiendo siempre una discordancia extremadamente
neta entre lo percibido por el sujeto a nivel de lo real y esta función simbólica”... “En
esa desviación reside ese algo que hace que el Complejo de Edipo tenga su valor de
ningún modo normativizante, sino generalmente patógeno”.

Hay una dificultad con este planteo acerca del Nombre del Padre, es el mismo Lacan el
que lo va a reformular en la clase del seminario inexistente, “Los nombres del padre”.
La función del padre, esta función simbólica, teórica, ideal, en el sentido hegeliano. (La
función para Hegel es una función universal, que deja de lado lo particular). Lacan
realiza una gran reformulación a partir del seminario de la angustia y del seminario Los
nombres del padre, del cual sólo hay una clase, ya que no continúo su dictado. Antes de
Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, da la única clase de este
seminario y es excluido de la lista de didactas en la IPA.

Suspende el seminario de los nombres del padre y comienza el seminario de los cuatro
conceptos, cuyo título inicial era “Los fundamentos del psicoanálisis”, luego se lo llamó
“Los cuatro conceptos...”. Cambia de lugar y también cambia de público, el público de
los cuatro conceptos es Levi-Strauss, Henry Ey, etc. Su excomunión de la Asociación
Psicoanalítica Internacional; constituye una especie de ruptura con el Nombre del Padre
del psicoanálisis.

La primer ruptura está en el planteo de “Simbólico, imaginario y real” del ‘53 y, la


segunda ruptura es en el ‘63, donde hay un pasaje del Nombre del Padre como función
ideal, universal, a los nombres del padre.

En el Seminario 23, RSI, que es del ’73 Lacan plantea: Real, simbólico e imaginario –
invierte el orden de las letras-, llama justamente a real, simbólico e imaginario: nombres
del padre, que constituyó en su acto de nombrar. Es decir que ubica su primer
formulación los tres registros e inmediatamente introduce al Nombre del Padre;
posteriormente en la última enseñanza van a aparecer los tres registros como nombres.
Allí, el nombre está referido a un acto y el significante está referido a la cadena
significante o al S1.
15

Lacan en su primera época llama al Nombre del Padre, significante del Nombre del
Padre. Es un significante que tiene la particularidad de que no va bien con el conjunto,
aunque tiene una función respecto del conjunto.
En la última parte de su enseñanza, a los tres registros, Lacan los llama nombres del
padre.

Hay una formulación en seminario 23, donde dice que del Nombre del Padre, se puede
prescindir, a condición de servirse. Respecto de esto, encontramos un debate en Lacan
mismo, ya que en el El Seminario 22 encontramos que del Nombre del Padre no se
puede prescindir, porque si se prescinde, los registros se sueltan.

Entonces, hay un momento de Lacan donde pone en el centro el objeto a y parece que es
posible un nudo borromeo donde real, simbólico e imaginario están anudados. Luego,
hay algo en el nudo de tres que no cierra, tal como al inicio de su enseñanza hay algo
que en el Otro no cierra.

Se puede decir que hay un salto, hay pasaje, entre estructura y topología, que es el
pasaje de escribir al sujeto como sujeto barrado representado por un significante para
otro, a ubicar el anudamiento en real, simbólico e imaginario como nudo borromeo o –
más adelante- como real, simbólico e imaginario y un cuarto término que es el sínthome.
La estructura del sujeto barrado proviene de la lingüística, de la vertiente de Levi-
Strauss en su antropología estructural.

La escritura de real, simbólico e imaginario es topológica y, la escritura de sujeto, Otro,


objeto a, S1, S2, se ubicaría más del lado de una estructura lógica. Lacan hace una
distinción entre su primera época, donde plantea que intenta demostrar que es una
operación lógica; posteriormente pasa a la topología, donde se trata más bien de mostrar
y no de demostrar.

A modo de síntesis, en el ’53, tenemos la constitución de los tres registros y el Nombre


del Padre; en el ’63, hay un pasaje del Nombre del Padre a los nombres del padre; y en
el ’73, hay una reformulación, donde los tres registros son nombres del padre y donde se
hace necesario un cuarto elemento. Lacan tiene que pasar del nudo de tres al nudo de
cuatro. Se puede señalar, en distintos momentos, una lectura en que la estructura
siempre falla –por ejemplo cuando plantea que el padre siempre es discordante en
relación a su función, o que el Edipo es siempre patógeno-, y también decir que siempre
hay un elemento que va a sostener la estructura.

El modo en que Lacan piensa la psicosis en El Seminario 3 es la forclusión del


Nombre del Padre, y un elemento que va a suplir la metáfora paterna que falta: la
metáfora delirante, es decir que ya el término suplencia lo tenemos allí.

El término suplencia no remite solamente a las psicosis, en El seminario 4, justamente


hablando de Juanito y su carencia paterna, Lacan va a plantear que la fobia suple la
carencia paterna en Juanito. Ya el término suplencia no es utilizado solamente para la
psicosis, sino que también aparece como término respecto de la fobia.
16

El término suplencia va a adquirir todo su relieve en la última enseñanza y, podemos


decir que hay un encuentro entre el Nombre del Padre, suplencia y síntoma en la última
época de su enseñanza.

En el párrafo citado anteriormente referido al padre discordante, carente, este padre que
siempre está en discordancia con la función, parecería que es un padre sintomático
respecto de una función ideal.

Lacan vuelve en varios momentos de su enseñanza a reformular la fobia de Juanito por


ejemplo en RSI, en la Conferencia de Ginebra sobre el síntoma-; no habla allí de la
función paterna, ni del padre de Juanito, sino que se va a centrar en el sentido del
síntoma y toma la fobia de Juanito como un paradigma del síntoma neurótico. Se puede
decir, que allí la fobia es un nombre del padre, no es lo que suple la carencia paterna. La
fobia tiene una función específica, y Lacan en la Conferencia de Ginebra se ocupa de
dar una interpretación precisa de ésta. Se podría hacer un contrapunto del primer Lacan,
con el Freud de Inhibición, síntoma y angustia, respecto del caso Juanito: Lacan
postula, en la Conferencia de Ginebra, que Juanito se angustia ante el encuentro con un
goce que no es autoerótico, sino que es hétero, que es ajeno, se refiere al encuentro con
el goce fálico, con sus primeras erecciones, un goce fuera del cuerpo que rompe el juego
de engaños con la madre. Allí ubica a la angustia. Inmediatamente, plantea que la fobia
va a aparecer como una respuesta sintomática. La interpretación que hace Lacan de la
fobia de Juanito, es que Juanito “está amedrentado por ese goce”; este es el sentido que
le da a la fobia.

Resulta llamativo el hecho de que toma un síntoma de una neurosis infantil, que no es
un síntoma definitivo, sino que -en el mismo trabajo del padre, de Freud, y a lo largo del
caso- va variando en sus formas hasta que desaparece. Lacan en ese punto es muy
preciso ya que ubica a todos los mitos que construye Juanito como intentos de
simbolizar ese goce. Concretamente, simbolizar el pene, con la mejor resolución que
pudo tener Juanito. En ese punto, no es la carencia paterna, sino el modo en que esa
respuesta está anclada en los nombres del padre; la fobia misma ya no es suplencia de
una carencia, sino que es un recurso, es un modo de respuesta.

El pensamiento de Lacan -el uso de la retórica y fundamentalmente de la metáfora-


continúa el pensamiento freudiano, tomando la antropología estructural, la lingüística, la
ciencia de la época. La metáfora es un recurso que toma Lacan de la retórica para dar
cuenta de la represión freudiana, la cual es metafórica, se trata de sustitución. Sin
embargo, la teoría freudiana no se agota en la teoría de la represión. Freud va a plantear,
a partir de La interpretación de los sueños, de El chiste..., que las operaciones del
inconsciente son de cifrado, de sustitución de representaciones, donde hay
representaciones que se reprimen y la carga de afecto pasa a otras, sea en el cuerpo, sea
en el pensamiento. El primer Freud y, el Freud de la metapsicología, es un Freud de la
represión. El punto cúlmine sería la teoría de la represión primordial y la represión
secundaria. Pero con el concepto de metáfora a Freud no le alcanza para dar cuenta de la
17

clínica. En Inhibición, síntoma y angustia va a decir que la represión es un modo de


defensa más. Allí no está en el centro la represión, sino la angustia de castración.

Lacan a su manera sigue este movimiento. El Freud de la época de El chiste..., de


Psicopatología de la vida cotidiana, de La interpretación de los sueños -que es donde
Lacan plantea su retorno a Freud- es un Freud que armoniza con Función y campo de la
palabra, con La Instancia de la letra, con toda la primera enseñanza de Lacan. En este
sentido, el término metáfora acuerda muy bien respecto de la función del padre, puesto
que la función del padre es metaforizar la reina de la noche, la Diosa blanca, esa deidad
femenina, en la fórmula de Lacan: “La palabra mata la cosa”. En El Seminario17
vuelve a la cuestión de la metáfora paterna, cuando plantea el apólogo del cocodrilo y el
palo, ubica al deseo de la madre como un cocodrilo y al Nombre del Padre, o el falo,
como aquello que impide que esa boca se cierre.

Aquello que es del orden del sujeto de la cultura, del progreso en la espiritualidad tiene
que ver con poder metaforizar la cosa, das ding, el deseo materno.

La metáfora paterna, está en la misma línea de “la palabra mata a la cosa”, el


significante ya es una especie de interpretación del objeto primordial. El movimiento en
Freud en la metapsicología, es un punto muy importante en su enseñanza, pero no es a
donde Freud llega. Se encuentra, después de pensar el aparato sostenido en la represión,
con niveles de resistencia. La primer resistencia que se podría ubicar, en la época de la
metapsicología, es la transferencia. El modelo de la represión había sido la histeria, y el
modelo de la compulsión, la neurosis obsesiva. Freud se empieza a preguntar por la
compulsión, por los estragos de la guerra, que era el gran problema político de aquel
momento (las neurosis de guerra) e introduce la pulsión de muerte. Ya la pulsión de
muerte, el recuerdo en acto, la compulsión, no van en una misma línea metafórica. La
metáfora es un intento defensivo, mediante el cifrado, de hacer con lo traumático. Sin
embargo en Más allá del principio del placer plantea la compulsión a la repetición, los
sueños traumáticos, el fort-da, las resistencias en transferencia, como un intento de
ligar. También hay allí un pensamiento topológico. Hay un intento de enganchar, de
enlazar aquello que no se puede terminar de ligar. Es verdad que el primer Freud tenía
la ilusión que por la palabra se podía tramitar lo traumático y se podía reducir lo real.

El primer Lacan, de El Seminario1, si bien tiene un real externo, la operación del


análisis es un trabajo de simbolización de lo imaginario.

En Freud despues las Conferencias de introducción al psicoanálisis, lo que se ubica en


el centro de su teoría, no es la metáfora, sino la angustia de castración como motor de la
defensa. Usa tres nombres que son: inhibición, síntoma y angustia. Podríamos decir que
hay una especie de solidaridad entre inhibición, síntoma y angustia, y real, simbólico e
imaginario. Para ser precisos, la inhibición estaría del lado de lo imaginario, el síntoma
de lo simbólico y la angustia de lo real.

Freud pasa de la teoría de la represión, a Inhibición, síntoma y angustia y es muy


importante tener presente este pasaje para poder entender el devenir del Nombre del
18

Padre en Lacan. El Nombre del Padre, inicialmente es metáfora y al final ya no lo es, es


algo distinto a la metáfora. El síntoma en Freud inicialmente es metafórico, es
formación de sustitutos; luego introduce el término de satisfacción sustitutiva. La
primera formulación del síntoma freudiano es que éste es defensivo respecto de la
satisfacción. El término satisfacción sustitutiva y sentido de los síntomas, son términos
tardíos, aparecen recién después de la metapsicología, en las Conferencias de
introducción al psicoanálisis(1916/7).

La formulación de que hay un goce en el síntoma –como lo plantea Lacan- aparece


después de un largo desarrollo en Freud. Lacan mismo tiene que realizar un largo
desarrollo para llegar a la concepción de que el síntoma es una manera de gozar, ya que
inicialmente el síntoma es una manera de decir y es un efecto de verdad.

En la obra freudiana, inicialmente, el síntoma es solidario de la metáfora; en La


interpretación de los sueños, Freud postula que el síntoma neurótico tiene una
estructura homóloga al sueño, lo cual no quiere decir que síntoma y sueño son lo
mismo, sino que tienen una estructura homóloga. El cifrado del sueño es solidario del
síntoma como cifrado.

La comparación que hace Lacan en El Seminario1 es muy esclarecedora, plantea que


entre sueño y síntoma hay una diferencia: el sueño estaría más del lado de un poema
épico y el síntoma de un tratado de termodinámica, por la cuestión económica. El goce
del síntoma el síntoma como satisfacción sustitutiva, el núcleo resistencial respecto de
la interpretación, las resistencias del superyó, las resistencias del ello, lo que Freud
llama reacción terapéutica negativa; aparecen como núcleos donde no se trata de
descifrar un mensaje cifrado, sino que hay un núcleo resistente a la palabra y a la
interpretación. Freud llega a un impasse y le deja a Lacan la cuestión de qué operación
le queda al psicoanálisis respecto de ese núcleo resistente.

Es por eso que el Nombre del Padre -que es un término que Lacan toma de la religión
para dar cuenta de la función simbólica padre- tiene inicialmente una función metafórica
y posteriormente, con el paso a los nombres del padre, va a tener otro estatuto, la
nominación.

La Biblia comienza con el acto de nombrar, se trata de un nombrar por la palabra. Lacan
postula que el Nombre del Padre en la Biblia, cuando aparece en la zarza ardiente, es
“soy el que soy”, no es un nombre propio, sino que es el nombre que no se puede decir.
Sobre la cuestión del nombre, es muy interesante toda la tradición religiosa respecto del
acto de nombrar, ya que justamente, el último Lacan va a ubicar en el centro una
función de la palabra, el acto de nombrar, distinta a su función metafórica, significante.
Ya no se trata de que “la palabra mata a la cosa”, sino que, extremando el asunto, que la
palabra es la cosa. Para decirlo de otro modo, el fundamento del lenguaje no es la cosa,
sino, lalengua como real.
19

Versión corregida por el autor

Texto establecido por Natalia Capriati y Marina Carreiro.

La función paterna y la dirección de la cura en la clínica con niños.*

Mariana Martínez Liss

Vamos a pensar la función paterna (FP) en una doble vertiente:

-FP como estructurante de la subjetividad del niño.

-FP como aquella que el analista pone en función en el análisis y que orienta la
dirección de la cura.

Desde esta perspectiva nos orientaremos para ubicar las consecuencias de la operatoria
de la FP en la dirección de la cura en un caso de un niño de 5 años. Así articularemos la
posición del niño respecto del Otro, la FP y la dirección de la cura.

Vamos a ubicar la FP en el Seminario 5, Las formaciones del inconsciente en primer


lugar, para luego situar lo que plantea en las Dos notas sobre el niño acerca de la FP.

En el Seminario 5, Lacan dice que la metáfora paterna concierne a la función del padre
y que la función del padre está en el corazón del Edipo. Acerca del papel del padre dice:
el padre está vinculado con la ley de la interdicción del incesto. El vínculo de la
castración con la ley es esencial. Entonces el padre introduce la castración por la vía de
la ley, a esta altura de su enseñanza.

El padre es un significante. Indica Lacan que ahí hay que buscar la carencia, en el nivel
del significante, no de la persona. Es un significante privilegiado entre los significantes.
Recuerden que a esta altura el Otro es el tesoro del significante y sede de la ley. “El
Nombre del Padre es el Otro en el Otro… Es una dimensión que pertenece al orden del
significante y se encarna en personas que soportarán esa autoridad. .. Lo esencial es
que el sujeto, por el procedimiento que sea, haya adquirido la dimensión del NP… El
NP hay que tenerlo, pero también hay que saber servirse de él. De esto pueden
depender mucho el destino y el resultado de todo este asunto.”

Recordemos la metáfora paterna:

NP DM NP(A)

DM X falo
20

En la Metáfora paterna se trata de lugares, de funciones. Las funciones se encarnan y de


ahí su posibilidad o no de operar. Nombre del Padre y Deseo de la Madre son
significantes. La metáfora paterna introduce la falta en el deseo del Otro. El NP barra al
deseo de la madre, lo equivoca, le da otro sentido. El resultado de esa operación es la
significación fálica y la separación del goce del cuerpo. Así inaugura una serie de
sustituciones posibles, en términos freudianos: ecuación simbólica. Se abre una
dimensión ficcional. Es una lectura lacaniana del Edipo freudiano que incluso Lacan va
a desplegar en tres tiempos lógicos que nombrará Tres Tiempos del Edipo y que
plantean momentos de subjetivación. La FP se efectiviza en los tres tiempos. Vamos a
desarrollarlos brevemente para, de este modo, precisar la FP en cada uno de ellos.

Primer tiempo: La instancia paterna se introduce bajo una forma velada o todavía no se
ha manifestado. La relación del niño no es con la madre, sino con el deseo de la madre,
deseo de deseo: el falo. El niño es súbdito, se encuentra sometido al capricho de aquello
de lo que depende: ley incontrolada de la madre.

Segundo tiempo: Nodal, padre privador e interdictor. Hay una remisión de la madre a
una ley que no es la suya sino la del Otro. Lo decisivo es la relación con la palabra del
padre. El padre se afirma en su presencia privadora en tanto es quien soporta la ley y
esto ya no es de forma velada sino una función mediada por la madre que es quien lo
establece como quien dicta la ley. El padre interviene en calidad de mensaje para la
madre y lo que enuncia es una prohibición, un no: doble prohibición: no te acostarás con
tu madre, no reintegrarás tu producto. El padre prohíbe a la madre: en cuanto objeto es
suya, no del niño. El niño resulta conmovido, cuestionado en su posición de súbdito.
Esto es muy interesante porque anticipa lo que luego, en el Seminario 22, RSI, va a
ubicar respecto del deseo del padre, la pére-versión, padre como hombre.

Tercer tiempo: De este momento depende la salida. En este tiempo es necesario que el
padre mantenga lo prometido, del hecho de que él tiene el falo debe dar alguna prueba.
El padre interviene como el que tiene el falo y no como el que lo es. El padre puede
darle a la madre lo que ella desea y puede hacerlo porque lo tiene (también anticipo del
Seminario 22) El padre interviene como real y potente. Se produce la identificación con
el padre. El Edipo declina. El niño tiene en reserva todos los títulos para usarlos en el
futuro. El padre se manifiesta en el acto del don.

Así, en los tres tiempos, ubicamos tres modos en los que se manifiesta la FP.

FP Niño: del a a S, del ser al tener Dir. cura

1. bajo una forma velada súbdito del ser


2. padre privador conmovido al
3. padre donador, potente. identificación terminal/títulos tener
21

Son tres modos en los que se manifiesta la función paterna que se articulan en torno al
padre como ley, como regulación, mediación. Esta sería la vertiente estructurante de la
FP.

En las Dos notas sobre el niño, Lacan retoma la idea de mediación respecto de la
función del padre: “la función del padre asegura normalmente la mediación”.

Entonces a la altura de las Dos notas... Lacan piensa la función paterna en relación a la
mediación y le da una vuelta más a cuando ubica al final de ese texto una referencia
muy precisa respecto a la constitución subjetiva.

La constitución subjetiva está en relación a lo irreductible de una transmisión que


implica la relación con un deseo que no sea anónimo. Deseo no anónimo que signa tanto
la función materna (FM) como la FP: la función de la madre: en tanto sus cuidados
están signados por un interés particularizado, así sea por la vía de sus propias carencias.
La función del padre, en tanto que su nombre es el vector de una encarnación de la Ley
en el deseo: articulación de nombre, encarnación, ley y deseo. A esta altura la castración
se introduce por la vía del deseo. Esta perspectiva da lugar a pensar la intervención del
analista.

Respecto de la FP, a la altura del Seminario 5 solo ubicábamos la encarnación de la ley


a la autoridad como sustento necesario a la FP, en cambio aquí habla del NP en relación
a la encarnación de la ley a un deseo, el deseo del padre. El padre ya no es solo
significante sino que aparece la vertiente deseante en relación a la función paterna
misma. Esto ya dice del S(A). Ambas funciones se recortan en relación a la falta (deseo,
castración). Entonces en el Seminario 5 la castración se introduce por la vía del la ley y
en las Dos notas… la castración se introduce por la vía del deseo.

¿Qué entendemos por transmisión de un deseo que no sea anónimo?

En primer lugar transmisión de un deseo no es enseñanza, información, explicación, no


se trata de un saber que se enseña sino más bien de una posición respecto de la
castración, entendida como no hay relación sexual. Se trataría de la transmisión de un
saber hacer. “Un” remite a la singularidad. Este concepto es complejo de aprehender,
creo que uno concluye algo en el encuentro con la clínica. Es un concepto
intransmisible por la vía de la enseñanza, tiene que ver con el propio análisis y la
práctica clínica. Se trata de la encarnación del deseo que dice de lo singular en juego.
Esto vale tanto para la constitución del sujeto como para lo que enmarca la
transferencia.

Es en este punto donde vamos a introducir la posición del analista en la dirección de la


cura: es por la vía del deseo del analista entendido como deseo de la pura diferencia que
la función del analista también va a estar sostenida por un deseo que no sea anónimo.

Vamos a articular en un caso lo que venimos ubicando respecto de la FP, la FM, la


posición del niño en relación al Otro y las consecuencias de ambas cuestiones para la
dirección de la cura.
22

Es un chiquito de 5 años.

En la primera entrevista con la madre de Pablo, ésta dice que su hijo presenta un retraso
y relata todos los trastornos que presenta el niño: habló y caminó tarde, se hace pis a la
noche, no habla bien. Dice: ‘hay como un cordón umbilical imaginario que nos une’.
Dice que no cree que el padre pueda concurrir. Aún así, lo cito y viene. A la segunda
entrevista concurren la madre y el padre, no aparece el tema del retraso y Pablo es
nombrado como ‘rapidísimo’ por su padre. Ante el comentario de la madre acerca de los
problemas de límites de Pablo, el padre dice: ‘el problema de límites no es de Pablo,
sino de ella’.

La madre lo presenta como retrasado y en su discurso advertimos la posición de ella


respecto del niño: hay como un cordón umbilical que nos une, dice. Amor narcisista que
obtura la operatividad de la función materna en tanto “un interés particularizado aún
por la vía de sus propias carencias”, su hijo es sinónimo de retraso. El padre dice que
Pablo es rapidísimo y se queja de su mujer: el problema de límites es de ella. Que diga
esto ya nos permite pensar que hay algo que él no logra limitar. Podríamos pensar que la
mediación no está en juego.

Para poder pensar al niño respecto del Otro, tenemos que considerar no solo el discurso
de los padres sino también el modo en el que el niño se presenta, esto es su discurso, si
logra armar juego o no, ya que estas son las coordenadas que nos posibilitarán deducir
el modo de respuesta del niño.

En la primera entrevista con Pablo advierto que no se le entiende bien cuando habla, no
solo por el modo de pronunciar sino por la manera de armar las frases. Le cuesta
sostener una actividad y el juego se interrumpe por frases que irrumpen sin lógica
aparente. Lo que empiezo a recortar es que estas frases se relacionan con lo fallido del
padre; por ejemplo: ‘la montaña rusa de mi papá se cayó’; ‘mi papá se cayó de la
escalera’; ‘yo tengo batería y mi papá no tiene’. El primer juego que intenta armar es
con tres muñecos. Dice: Este es mi papá, ésta es mi mamá, ésta es mi hermana. Ante la
pregunta por dónde está él, dice: ‘Acá’ (lugar de la madre), señalando un muñequito
dentro de otro (un canguro). Le sugiero buscar un muñeco que lo represente a él y toma
una ficha del dominó. La coloco al final de la hilera diciendo: ‘Ahora vos también
estás’. Él, señalando el segundo muñeco dice: ‘Antes estaba, era ése’. Se le recuerda
que ése era la mamá. Se queda callado y comienza a armar algo con las fichas. Luego
tira el primer muñeco. Digo: ‘Pobre, se cayó el papá, levantémoslo’. Él lo vuelve a tirar
diciendo: ‘se murió, dejalo, yo lo maté’. Intervengo volviéndolo a levantar.

En entrevistas posteriores comienza a instalarse ‘el juego de la batería’. Hace ruidos con
la boca y mímica con las manos y dice que toca la batería. Dice: ‘la batería está rota’,
‘la tengo separada en partes’, ‘los platillos de la batería están pegados’. Ante la
pregunta sobre cómo puede hacer para separarlos dice: ‘yo tengo una caja llena de
tijeras. Las herramientas de mi papá son así (grandes) y las mías así (chicas)’. En otra
sesión dice: ‘la batería está arreglada, le hice un tratamiento’.
23

Así el trabajo del análisis comienza a girar en torno a este juego. Pablo lo retoma en
algún momento de todas las sesiones. Posteriormente comienza a dibujar equipos de
música donde, según sus dichos, las partes se conectan entre sí a través de cables. Pablo
deja de hacerse pis, no enuncia más frases interrumpidas. A su vez la madre pide
análisis para ella.

Podemos escribir de la siguiente manera el modo en el que llega Pablo:

Retraso

Su presentación así lo testimonia: no se le entiende bien cuando habla, no solo por el


modo de pronunciar sino por la manera de armar las frases. Le cuesta sostener una
actividad y el juego se interrumpe por frases que irrumpen sin lógica aparente.

Las intervenciones apuestan a un lugar diferente para el niño que aquel que ocupa en
tanto retrasado para su madre. Por ejemplo: separarlo del canguro indicando que de ese
modo él no está presente, indicando que con la ficha que lo representa sí está.
Preguntando cómo se pueden separar los platillos de la batería.

Es fundamental que el analista se tome el tiempo necesario para verificar o no que las
funciones paterna y materna están operando respecto de la constitución subjetiva.

En este caso, nos percatamos de que la FP no está operando respecto de sus efectos en el
niño. Estaríamos en el primer tiempo del Edipo, hay padre pero aún velado, esto es, aún
no advertimos sus efectos. Niño súbdito/ objeto a: responde al capricho materno.

Luego de un tiempo de tratamiento y como efecto de la instalación del juego de la


batería asistimos a la constitución de lo siguiente:

Rapidísimo . Retraso Batería

Retraso x ˭

En este caso, es la articulación en transferencia del significante rapidísimo que, desde el


padre, nombra a Pablo pero que aún no tenía efectos en él, con el significante batería
que aporta el niño y que se articula con el padre, la que posibilita en el tratamiento hacer
operar la función paterna. Esto permite el movimiento que va de la posición del niño
respondiendo al retraso (significante que da cuenta de la posición del niño en relación a
la subjetividad de la madre) a una nueva escena posibilitada por el juego en
transferencia. Se escribe la metáfora paterna en el análisis. El significante rapidísimo
barra al significante retraso, lo equivoca.

El significante rapidísimo opera a partir del encuentro en transferencia. Pablo puede


servirse de dicho significante a partir de que la analista toma el significante batería y lo
hace jugar (vertiente cínica de la FP). Aquí se articula la metáfora y las funciones, lo
que nos lleva a deducir que había FP pero era una mediación que aún no se había
24

manifestado (primer tiempo del Edipo). Los efectos de su operatoria estaban en


suspenso. Las consecuencias de la FP cobran valor para Pablo a partir de la articulación
en transferencia del significante rapidísimo y batería: se equivoca el significante
retrasado, en términos de la metáfora.

Recordemos lo que planteamos con el Seminario 5: el NP hay que tenerlo, pero también
hay que saber servirse de él.

En el caso que estamos trabajando, la función del analista propició en la dirección de la


cura que el niño pueda servirse de la función paterna. La función del analista se
sostiene en la articulación de un deseo no anónimo y se articula de este modo a lo que
plantea Lacan en el Discurso de clausura de las jornadas sobre las psicosis en el niño:
“hay que oponerse a que sea el cuerpo del niño lo que responde al objeto a”. Entonces
la dirección de la cura se sostiene en este postulado que implica una posición ética y que
sostiene el trabajo analítico y apunta a lograr un mayor grado de subjetividad.

Es por eso que se inauguran para Pablo las sustituciones propias que produce la
significación fálica, resultado de la operación de la metáfora paterna. Logra armar una
escena de juego, dimensión ficcional y hay efectos también en el cuerpo: deja de
hacerse pis, se regula el goce en el cuerpo.

Resaltemos también que como efecto de las intervenciones no solo se conmueve para
Pablo la posición de súbdito sino que algo también se conmueve, se agujerea en la
madre en tanto pide análisis para ella.

El deseo del analista hace jugar la falta ofertando un lugar al tiempo que apuesta a
rescatar la subjetividad. Augura, de este modo, un lugar diferente a ese sujeto a advenir.
El encuentro con un analista abre la perspectiva para el niño de producir una nueva
respuesta que será efecto de dicho encuentro.

*Versión resumida de la clase de concurso para ATP regular de la Práctica Profesional


“Clínica con niños y adolescentes: Las formaciones del síntoma” dictada el 27/10/2010

Bibliografía

Freud, S. (1905). Tres ensayos de teoría sexual. En Obras Completas, Tomo VII.
Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1915). Pulsiones y destinos de pulsión. En Obras Completas, Tomo XIV.


Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1914). Introducción del narcisismo. En Obras Completas, Tomo XIV. Buenos
Aires: Amorrortu.

Goldenberg, M. “Del mito al agente” en “El padre y Lamujer”. Atuel, 1997.


25

Lacan, J.: “El Seminario”, libro 5. “Las formaciones del inconsciente”. Paidòs

Lacan, J.: “Dos notas sobre el niño”. Intervenciones y textos 2. Manantial


Lacan, J.: “Discurso de clausura de las jornadas sobre las psicosis en el niño”. El
analiticón
Lacan, J.: “El Seminario”, libro 22. “ R. S. I.". Inédito
Lacan, J.: “El Seminario”, libro 23. “El sinthome”. Paidòs

Lacan, J.: “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”. Intervenciones y textos 2.


Manantial

Martínez Liss, M, Grosso, G. “El niño y el síntoma”. Ficha de la cátedra Clínica con
niños y adolescentes: “Las formaciones del síntoma”. CEP. 1999

Salman, S. “Metáfora paterna y nombre del padre”, en “El padre y Lamujer”. Atuel,
1997.

3. Niños y adolescentes

Lo infantil en la estructura

Variaciones del niño en la obra de Freud

Mario Goldenberg

Es de destacar el modo en que aparece inicialmente el niño en la obra de Freud, como


víctima del accidente sexual; el trauma es una perturbación que produce una respuesta
defensiva del mecanismo psíquico, separando representación y afecto, la representación
queda debilitada, y el afecto se desplaza a otra representación, si es del cuerpo lo llama
conversión para la histeria, si es mental, obsesión o fobia.

El trauma sexual perturba lo que es, en un primer momento, la sexualidad, como lo


plantea en Psicoterapia de la histeria (1895) o en Etiología de la histeria (1896).

Es interesante que el carácter accidental, contingente del trauma, en esta primera época,
va a mantener su vigencia aunque Freud abandone la teoría inicial del trauma. La forma
del encuentro con lo sexual tiene el carácter de un mal encuentro, accidental y
contingente, que en un segundo tiempo - a posteriori- va a producir síntomas.

Con los Tres ensayos… de 1905, Freud pasa del trauma accidental a la pulsión como
fuerza constante, del niño como víctima de la escena de seducción al niño perverso
polimorfo, cuando introduce la sexualidad infantil.
26

La sexualidad infantil es un término clave para el psicoanálisis, pues sitúa el carácter


anticipado de la sexualidad humana, respecto del desarrollo biológico; también clave en
la formación de síntomas.

El niño perverso polimorfo es una figura teórica, pues simultáneamente al texto de


1905, publica lo que se ha llamado el caso Juanito (Análisis de la fobia de un niño de 5
años) que es un niño con su síntoma, su fobia. Es llamativo que Lacan en su
Conferencia en Ginebra sobre el síntoma tome la fobia de Juanito como paradigma del
síntoma.

Hay una diferencia en Freud, entre el niño teórico de la Interpretación de los sueños
(1901) donde los sueños infantiles son pura y simple realización de deseos, sin censura,
también el niño perverso polimorfo, y Juanito que es tratado como un sujeto del
inconsciente de pleno derecho.

Así es que en un primer momento el síntoma es una formación sustitutiva del trauma
contingente. Con la pulsión sexual, el síntoma indica el retorno de lo reprimido, el
fracaso de la defensa ante la exigencia pulsional.

En la Conferencia 23, El camino de la formación de síntomas, cuando ya tiene


conceptualizada la pulsión, cuando ya sitúa la fijación en la Metapsicología, esta tensión
entre lo contingente y lo necesario, vuelve con las vivencias sexuales infantiles, que son
la matriz de los síntomas, modos de goce que han sido fijados en las experiencias de la
primera infancia y el síntoma repite como manera de gozar.
Hay dos cuestiones nuevas en las Conferencias de Introducción al Psicoanálisis(1916-
7), respecto del síntoma, por un lado el sentido de los síntomas es un sentido sexual, el
ciframiento semántico conduce al goce, la fijación al trauma; por otro lado introduce
también la concepción del síntoma como satisfacción sustitutiva, respecto de estas
vivencias sexuales infantiles.

El síntoma condensa a la vez el sentido y la manera de gozar.

Las experiencias sexuales de la primera infancia vuelven a traer la marca de lo


contingente, en el núcleo del síntoma, considerando que para Freud, cuentan los
fantasmas originarios, castración, seducción y escena primaria, también la pulsión como
exigencia de trabajo constante para el aparato psíquico.

En 1920, Más allá del principio de placer, nos trae un niño que produce un juego auto-
creado, su invención ante el foso que deja la partida de la madre. El carácter de
autocreado revela el aspecto de invención, de radical singularidad en la constitución del
sujeto, el juego enlaza lo simbólico, los significantes Fort-Da, con un juego
autocreado, respondiendo al agujero que deja la ausencia de la madre.

El Fort-Da muestra un aparato psíquico regido por una ganancia de placer de otra
índole que la del principio de placer-displacer. El trauma, en el texto del 1920, aparece
como una ruptura en la protección antiestímulo, la compulsión de repetición es el
intento de ligar mediante un trabajo psíquico, la ruptura en la red de significantes, que
27

es el trauma, este modelo va bien con la concepción del síntoma como un aparato de
goce que suple el agujero estructural del no hay relación sexual.

El trauma accidental de los comienzos del psicoanálisis, es en Más allá del principio de
placer estructural, solidario de la pulsión de muerte.

Es llamativo que Freud vuelva al concepto de trauma, ya no en la vía de la neurosis


histérica, sino de las neurosis de guerra y la neurosis obsesiva.

Los textos paradigmáticos de la primer época son “Traumdeutung”- La interpretación


de los sueños y los Tres ensayos de una teoría sexual, rige el principio de placer; los
sueños son realización de deseos de modo homólogo a la formación de síntomas, a su
vez los síntomas son la práctica sexual de los neuróticos, en el sentido de la incidencia
de la pulsión sexual en el síntoma.

En esta segunda época el actuar, Agieren y la compulsión, Zwang, marcan la clínica.

La represión que había estado en el centro de la teoría en un primer momento,


incluyendo la Metapsicología, con la represión primaria y secundaria; la represión deja
su lugar a la repetición, a la compulsión de repetición.

Freud pasa de la sexualidad traumatizada por una escena accidental a una sexualidad
que es traumática en tanto que tal. Donde la contingencia del encuentro con el goce deja
marca en la falla central de la lengua, respecto de la relación sexual.

Lo traumático no es lo inefable, lo oscuro, sino como ha dicho Jacques-Alain Miller, es


la relación con la lengua, pues en la lengua no hay nada que dé cuenta de que hay
hombres y mujeres, no como significantes de la segregación urinaria, sino que hombres
y mujeres no se acoplan de por sí, hay condición erótica, hay consonancia sintomática,
que hacen de lo contingente del encuentro, condición necesaria del amor.

En ese sentido el niño en Freud es el modelo de lo contingente y traumático del sexo del

ser-hablante (parlêtre).

Hay dos referencias importantes, una es de Inhibición, síntoma y angustia (1926) donde
Freud retoma un término del Proyecto…, que es el desamparo o desvalimiento inicial,
como primer momento lógico en la constitución subjetiva, el niño inerme ante la
invasión económica de estímulos, donde son las pérdidas de objeto, marcadas por la
angustia de castración, las que constituyen las respuestas en el sentido de los modos de
defensa, inhibición, síntoma y angustia. Mientras la angustia de castración es el motor
de la defensa.

Podemos decir que quizás vuelve algo de aquella posición inicial del niño inerme en la
escena traumática de seducción, inerme ante el encuentro pero responsable, de la
insondable decisión del ser, de su respuesta de lo real.
28

El desamparo sería la posición estructural del sujeto ante lo imposible de la castración,


las respuestas son los modos de velar lo imposible.

Hay una última referencia en el texto de “El Humor” y en “El porvenir de una ilusión”,
por un lado el mundo tan lleno de peligros, Freud lo llama un juego de niños, por otro
retoma el concepto que Kant toma en “¿Qué es la Ilustración?” la minoridad culposa,
no referido a lo infantil, sino a una posición de no responsabilizarse del saber, Sapere
Aude(Atrévete a saber) es el emblema de la ilustración, es un llamado a la
responsabilidad, del mismo modo que el consentimiento a un análisis es un –Atrévete a
saber- del goce y de la singularidad de cada sujeto.

La minoridad aparece en el texto sobre la religión, como refugio en el sistema doctrinal,


en la religión del Padre, como protección en el sentido religioso; Freud apuesta a
abandonar la casa paterna y aprender a usar sus propias fuerzas, en el sentido de la
ilustración, saber para responsabilizarse de aquello que determina al sujeto, pero sobre
todo, más en el sesgo lacaniano, de las contigencias que constituyen la radical
singularidad gozante que somos.

La formulación de Lacan, que no es por lo necesario sino por la contingencia que se


demuestra la imposibilidad, señala justamente que la pasión neurótica es tratar lo
imposible por lo necesario, no queriendo saber nada de lo traumático del sexo, pagando
con demasiado sufrimiento su satisfacción, mientras que el análisis permite demostrar
que es la contingencia la que constituye el goce de cada cual, y que eso no se inscribe ni
representa en el Otro, sino que implica para el sujeto una operación de asunción de su
singularidad de goce, el salto que es la identificación al síntoma.

Es por lo tanto llamativo que en los comienzos del psicoanálisis, el malentendido de


Freud haya condensado en el niño: el sexo, la contingencia y el trauma, anticipo del
lugar central que tiene la contingencia en la enseñanza de Lacan.

Hans: entre la falta y el goce


Guillermo Grosso

Para quienes practicamos la clínica psicoanalítica con niños, el historial de Hans es una
referencia fundamental. No solo porque Freud le atribuye un Inconsciente al niño y así
lo hace un analizante de pleno derecho, es así aunque manifieste sus reparos en cuanto a
la posibilidad del niño de establecer la transferencia a Otro que no sea el Otro parental,
sino que además la lectura que Lacan hace de él nos permite situar dos cuestiones
fundamentales en lo que, para mi, constituye la lógica de la neurosis infantil: 1. la fobia
para Hans es un recurso del sujeto mismo para poder asentar1su estructura, es decir para
poder anotar la la falta por la vía de la castración materna; 2. la fobia es un recurso
inventado por el sujeto en la medida en que constituye una respuesta sintomática a la
presencia de un goce hétero que irrumpe en su cuerpo. Es decir, es un intento de
29

sintomatizar, de enmarcar y también de simbolizar el goce de sus primeras erecciones


que la angustia viene a señalar. Entonces tenemos un modo de anotar en la estructura la
falta, que si bien la suponemos ya presente, porque Hans no es un psicótico, parece que
es necesario para el sujeto un trabajo para darle su correcto lugar en la estructura; y un
modo sintomático de respuesta a la pulsión perturbante que toca su pene.

Previo al estallido de la angustia y posterior armado de su fobia, lo encontramos a Hans


ocupado fuertemente en su hacepipí. Esta ocupación para mí tiene dos lecturas que se
articulan una a la otra. Freud dice que Hans ha devenido un investigador. ¿Qué
investiga?. Investiga si es real algo que ya supone: que la falta existe. Parece intentar
situarla en la falta de falo de su madre. Entendamos falo aquí como aquel significante
que señala la falta. No esta dicho así por Lacan en el Seminario 4, allí se refiere a la
función significante del falo imaginario, pero su trabajo sobre Hans le permite arribar a
ubicar al falo como representante de la falta. Entonces primera cuestión, lo tenemos a
Hans en un primer intento fallido de anotar y atravesar la castración materna. Pero ¿cual
es la respuesta de la madre?. Ella dice que tiene, que no le falta. Parece que ante esto
Hans supone que si la madre tiene entonces todos tienen: premisa universal. No solo es
universal en tanto no permite la excepción, sino que además es totalizante. Una de las
razones por las que Hans posteriormente se angustia es porque así las cosas, falta la
falta.

La segunda lectura de su ocupación sobre su hacepipí parte a partir de pensar que éste
realmente lo tiene amedrentado. A pesar de su sorpresa y perturbación, en este momento
Hans parece constituir en la investigación misma, en su apetito de saber, una primera
respuesta a la pulsión emergente por la vía del saber. Es decir el saber como un modo de
tratamiento de ese goce que irrumpe en su cuerpo. Cabe preguntarnos si es apetito de
saber o es horror a saber. Una vez más es la madre quien le rechaza la presencia
ineludible de sus primeras erecciones. Este rechazo lo sumerge a Hans según Lacan en
el más profundo de los desasosiegos. Hasta ese momento el niño se encontraba con su
madre en el juego de los señuelos. Él venía al lugar de encarnar el falo imaginario para
la madre. En términos del seminario IV saturaba la necesidad de falo de la madre.
Surgen sus primeras erecciones y el niño intenta introducir ese goce en el juego de los
señuelos, pero oh sorpresa, la madre lo rechaza.

Hans ya no sabe que hacer con esto que lo perturba. Cómo simbolizarlo si por un lado la
madre lo rechaza, y al mismo tiempo ella no parece atribuirle valor fálico al padre de
Hans sino a Hans mismo, y por otro el padre no parece hacer de una mujer causa de su
deseo, sino que como bien Hans lo intuyó, está interesado en las madres.

Es decir Hans tiene cierto tipo de madre y cierto tipo de padre que en su ejercicio como
tales no les han permitido tomar posición frente a la castración y no le han permitido
simbolizar el goce que toca a su pene.

Dadas estas coordenadas Hans se angustia. Tiene la siguiente pesadilla, según la


traducción de Amorrortu: “Cuando dormía he pensado que tu estabas lejos y yo no
tengo ninguna mami para ‘hacer cumplidos’ (expresión de Hans para acariciar)” 2, o
30

según la traducción de Lopez Ballesteros: “Mientras dormía he pensado que te habías


ido y que no tenía ya una mamá que me acariciase”3. Sueño de angustia, intento fallido
de armar una formación del Inconsciente que tramite lo perturbante de la pulsión. La
angustia no engaña allí donde Hans estaba y era engañado. En otro momento Hans
confiesa a su madre que se toca su pene cuando esta solo de noche en su cama. ¿Qué lo
perturba?: sus primeras erecciones, la imposibilidad de anotar la castración, y por otro
lado la presencia de ésta cuando por fin acontece ( en el sentido del horror frente a la
misma).

¿Por qué surge la angustia? Tenemos aquí por lo menos tres estatutos de la misma. En
primer lugar la angustia surge en la medida en que falta la falta. Es decir que en la
trasmisión parental Hans no encuentra los elementos necesarios para poder tomar
posición frente a la castración. La madre tiene, entonces universalmente todos tienen.
Descubre en la emergencia de su angustia que todo él saturaba la necesidad de falo de
su madre (seminario 4). Él descubre que es objeto del deseo del Otro (seminario X),
donde deseo del Otro podríamos leerlo como goce del Otro (seminario XVI y XXII). No
hay modo de situar en estas coordenadas que la falta no se satura. Si bien Hans intenta
volver a encarnar dicho falo para completar imaginariamente (seminario IV) a su madre
luego del sueño, o dicho objeto (seminario XVI), pidiéndole mimitos una y otra vez, ya
se ha instalado allí algo que ya no puede desconocer: su madre ha mostrado un rechazo.
Entonces debemos pensar que el niño se angustia al descubrir su propio goce en ocupar
el lugar de objeto para el Otro obturando así la falta en el Otro. Pero también sigue
siendo válido que al poner en juego su angustia Hans reclama una herida. De allí el
segundo estatuto de su angustia.

El modo en que su madre ha puesto en juego un más allá de su deseo, o sea un modo de
sancionar que Hans no la completaba sino que hay un más allá de él mismo, es a través
del rechazo de lo que le acontece con sus erecciones. Quiero decir mientras Hans y su
madre vivían en el idilio aparente del juego de los señuelos, el engaño consistía en que
él la saturaba. Si pensamos en el viraje de la obra de Lacan en cuanto a la concepción
del niño, de pensarlo como falo imaginario a pensarlo como ocupando el lugar de
objeto a para una madre, podemos resituar qué dice Freud cuando en Tres ensayos dice
que el niño es un objeto sexual para su madre. En él ella satisface su propia pulsión.
Alrededor del niño como objeto la madre hace el recorrido de su propia pulsión. Repito:
es también el niño quien obtiene una satisfacción paradojal en encarnar dicho objeto
para el Otro materno. La madre de Hans al rechazar las erecciones del mismo, pone en
juego de un modo muy particular su propia castración. Ante la presencia de la misma
Hans se angustia. Es decir que como no tenía, hasta ese entonces, modo de articular la
presencia de la castración materna, cuando ésta irrumpe no puede hacer con ella, sino
que, más bien, se angustia. En este sentido la presencia de la falta angustia en la medida
en que el sujeto no sabe hacer con ella, no opera con ella. Si no sabe que mascara es
para el Otro se angustia. Hans ya no sabe qué hacer para volver a ubicarse como falo
imaginario, como objeto a revestido de las galas fálicas, aunque sabe que no es posible
porque su pene ha sido rechazado. Por más que busque los mimos de su madre y hacia
su madre, la angustia le dio la certeza que no encontró en el discurso de sus padres.
31

Siguiendo esta idea encontramos el tercer estatuto de la angustia: se angustia ante este
goce fálico. Aquí falo ya lo entendemos con el Lacan de La conferencia en Ginebra,
como goce fálico, que irrumpe en su pene y por el cual Hans se encuentra amedrentado.
Ya no sabe qué hacer con ello: no lo puede introducir en el juego de los señuelos, no
encuentra en la pareja parental un modo de representar, simbolizar dicho goce, que
entonces se le presenta como hétero. Heterogéneo al juego imaginario con su madre,
heterogéneo porque no dispone de los elementos para simbolizarlo, entonces lo vivencia
como algo extraño a su cuerpo pero que al mismo tiempo le produce una satisfacción en
su cuerpo que ni puede eludir ni puede ubicarla en una trama. Al tener cierto tipo de
madre y cierto tipo de padre, Hans se encuentra solo con el menester de sintomatizar ese
goce que la angustia señala, y que es una consecuencia de la relación sexual que no
hay. Es ajeno en definitiva, porque todo goce se presenta como tal y exige al sujeto un
trabajo para articular dicha perturbación. Si la madre de Hans se interesaba en su deseo
y goce en él y no en su marido, y si el interés de éste radicaba en las madres y no en una
mujer, entonces como trasmitir la relación sexual que no hay entre un hombre y una
mujer. ¿Cómo transmitir un modo de sintomatizarla?

Primera conclusión: Presencia de la angustia y constitución de la fobia como una


respuesta sintomática a la misma. Lacan en el seminario IV dice de la fobia que es el
llamado a un elemento simbólico, en tanto dicho elemento viene a suplir la función del
padre. Luego dirá que el miedo al caballo es un modo de sintomatizar la angustia. Es
por la vía de la fobia y de sus producciones míticas que Hans puede anotar la falta
estructural, o la castración materna en términos freudianos, tomar posición frente a ella
y así asentar1 su estructura, dejando en claro que aquella es su neurosis infantil. Pero
Lacan sitúa que no es sin la intervención del padre real que Hans puede realizar esto y
salir de su fobia. Producto de esta intervención y de la de Freud sosteniendo la misma,
es que Hans construye la fantasía del deshollinador, que le permite situar las
coordenadas para finalmente dejar de ser el falo imaginario de la madre para pasar a
poder tener un falo. Es decir como hay algo allí intercambiable, hay allí una falta de
fondo. Para poder tenerlo debe poder perderlo. Por esta vía se sitúa la falta. Pero si
tenemos en cuenta al niño entendido como objeto a debemos pensar que Hans se ha
cedido como tal para su madre, ha podido perderse como un objeto donde su madre
satisfacía su propia pulsión. Ha decidido renunciar a su propia satisfacción en encarnar
dicho objeto. Hay otros objetos a a los que su madre se dirige. Él no es su único objeto.
Es decir es necesario poder situar el consentimiento del sujeto a esta pérdida para poder
recortar un goce propio. Hay que poder perderse como objeto de satisfacción de una
madre para tomar posición, a través de una construcción ficcional, en relación a uno
propio. En éste punto el rechazo de las erecciones por parte de su madre, puede ser un
modo de poner en juego un más allá, una falta, pero no sirve para simbolizar lo que allí
le acontece. Perderse como objeto de satisfacción pulsional de la madre vale como su
castración, y es testimonio de la falta estructural. Entonces el trabajo de Hans más la
intervención del padre real le permite tomar posición frente a la castración estructural.

Segunda conclusión: Para ubicar la segunda función de la fobia en tanto ésta es la


respuesta sintomática del sujeto a la irrupción del goce fálico que lo angustia, debemos
32

apelar al Lacan de la Conferencia en Ginebra sobre el síntoma. Con él pudimos situar


como ese “goce que resulta de ese Wiwimacher le es ajeno hasta el punto de estar en el
principio de su fobia. Fobia quiere decir que está amedrentado por él”4, en tanto ese
goce “lo confronta al abismo de la falta de saber sobre el sexo” 1. Si Lacan dice que
Hans no entiende nada de lo que le acontece allí es porque sostiene: A) que es porque
tiene cierto tipo de madre y cierto tipo de padre, en el sentido de que éstos, como antes
dijimos, por su propia posición frente a la castración entendida ahora como la relación
sexual que no hay, no han podido trasmitirle los elementos para que el niño pueda tomar
posición frente a ella. De allí que diga que la fobia como “síntoma es la expresión, la
significación de ese rechazo”. B) que para todo ser hablante tantoel encuentro con la
relación sexual que no hay como el encuentro con el goce son traumáticos por
estructura.

De allí que la fobia puede ser aquel “síntoma del niño que viene a responder a lo que
hay de sintomático en la estructura familiar”5 en la pareja parental. Si el niño viene a
este lugar es porque al ocuparlo se obtura el acceso a la relación sexual que no hay.
Cuando el niño logra ubicarla puede tomar una posición propia dejando de obturarla.

Lacan allí sostiene que la fobia es el síntoma que representa un recurso propio del
sujeto, para intentar dar una respuesta sintomática al goce que irrumpe en unas
coordenadas en que se le presenta como ajeno. Ajeno en el sentido de sentido real, ajeno
puesto que se pregunta “¿Pero qué es eso?” 4. De allí que su previa investigación cae
porque todo saber es insuficiente para decir que es eso: no hay relación sexual. Sin
embargo, su fobia y sus desarrollos míticos, le permiten recortar, rodear y simbolizar
dicho goce. No hay modo de responder al goce, que es la directa consecuencia de la
relación sexual que no hay, si no es por la vía del síntoma.

Notas:

1. Mario Goldenberg: “Fobia”, en los Nombres del Padre, Revista Lacaniana de


Psicoanálisis, Edición especial N° 5 y 6, pagina 168.
2. Freud: “Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans)”,
Amorrortu Editores, tomo X, pagina 22.
3. Freud: “Análisis de la fobia de un niño de cinco años (caso Juanito)”,
Traducción de Lopez Ballesteros, tomo II, pagina 1374.
4. Lacan. “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, en Intervenciones y Textos
2, editorial Manantial.
5. Lacan: “Dos notas sobre el niño”, en Intervenciones y Textos 2, editorial
Manantial.

Bibliografía:
33

1. Mario Goldenberg: “Fobia”, en los Nombres del Padre, Revista Lacaniana de


Psicoanálisis, Edición especial N° 5 y 6, pagina 168.
2. Freud: “Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans)”,
Amorrortu Editores, tomo X, pagina 22.
3. Freud: “Análisis de la fobia de un niño de cinco años (caso Juanito)”,
Traducción de Lopez Ballesteros, tomo II, pagina 1374.
4. Lacan. “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, en Intervenciones y Textos
2, editorial Manantial.
5. Lacan: “Dos notas sobre el niño”, en Intervenciones y Textos 2, editorial
Manantial.
6. Freud: “Tres ensayos de teoría sexual”, Amorrortu Editores, tomo VII.
7. Norberto Rabinovich: “Juanito y el goce del síntoma”, articulo publicado en la
revista Imago Agenda, Letra Viva libros.
8. Lacan: “Seminario IV: Las relaciones de objeto”, Editorial Paidos.
9. Lacan: “Seminario XVI: De un otro al Otro”, Inédito.
10. Lacan: “Seminario XXII: R, S, I”; Inédito.
34

ParanoidPark y el secreto

Mario Goldenberg*

 El film de Gus Van Sant ha recibido el premio 60° aniversario del Festival de Cannes
2007. El director de Elephant se ha basado para su guión en una novela de Blake
Nelson. La acción sucede en su ciudad natal, Pórtland, Oregon USA.

El argumento relata una historia de un adolescente en un parque de skaters, donde se


desarrolla la trama a partir de una muerte accidental.

El mérito de Van Sant es cernir la subjetividad de los adolescentes de nuestra época.

Alex, de 16 años, skater, vive en un contexto familiar desmembrado, sus padres se están
separando, tiene una bonita novia que no le interesa y su vida transcurre sin dirección
como el balanceo del skate.

Concurre con su amigo a un sitio llamado Paranoid Park, un lugar marginal, construido
por los mismos skaters. En una noche, mientras un nuevo amigo le enseña a colgarse de
un tren, son descubiertos por un guardia de seguridad, que intenta golpearlos con una
linterna y accidentalmente, Alex se defiende pegándole con su skate, el guardia cae y es
seccionado por otro tren que viene en sentido contrario.

A partir de este episodio todo se desencadena, intenta a la madrugada llamar a su padre,


que está con su tío en una playa, pero desiste. No tiene a quién relatar el desgraciado
episodio, lo cita la policía para interrogarlo, junto con otros, en el colegio, pero no
tienen la menor sospecha de quién fue el autor accidental del homicidio del guardia. El
diálogo con el policía oriental que lo interroga parece propicio para una confesión, sin
embargo Alex, como los adolescentes actuales, sabe ocultar muy bien sus cosas.

El guion plantea un problema interesante, hay un secreto que no puede contar a nadie,
pero que lo afecta; él mismo dice: Necesito que esto se detenga.

Con su novia, con quien ha tenido un encuentro sexual, no expresa ningún interés
especial, en una escena fantástica, después del sexo, ella lo besa, se va del cuarto y
llama a una amiga para contarle lo maravilloso que fue.

No hay ninguna palabra de amor entre ellos, Alex parece el extranjero de Camus en la
escena sexual.

La adolescencia esencialmente implica el encuentro con el Otro sexo, el film muestra


que en esta época, ya no victoriana, donde todo está permitido, el acceso al sexo no está
regimentado por la moral. Sus amigos cuando se enteran que ha dejado a su novia, le
dicen que se perdió la posibilidad de tener sexo gratis.
35

El argumento se desarrolla como una tragedia, el héroe tiene un secreto: el de un


crimen, una muerte que causó involuntariamente, pero que no tiene a quién contar, no
tiene a quién dirigirse y a su vez nadie lo descubre.

El mundo adolescente es un mundo de sujetos solos, ligados por el skate, que es un


dirigirse a ningún lado, solo el goce del balanceo. Hay un profundo abismo con el
mundo adulto, no confían en ellos y saben mentirles muy bien.

Sabemos cómo se visten y peinan los emos y los floggers, pero no sabemos nada de
ellos. Ellos a veces confían en sus pares, no en sus padres, menos en sus maestros, pero
se reservan una intimidad en el mejor de los casos.

Gérard Wajcman ha escrito su breve testimonio en el libro de reciente aparición “La


regla del juego”2.

Wajcman dice “La posibilidad de lo escondido no es simplemente una conquista, es una


condición del sujeto: solo hay sujeto si éste no puede ser visto”... “La condición de lo
íntimo está inserto en la posibilidad para el sujeto de sustraerse al poder de otro
omnividente”. “El derecho al secreto traza la frontera de lo íntimo, a partir de allí hay
tres estados posibles de la frontera. O bien permanece hermética, instituyendo y
preservando dos espacios disyuntos, dejando fuera al sujeto de la influencia del Otro.
O bien el Otro quiere poner allí el ojo. Es un tiempo inquisitorial. Es el tiempo, por
ejemplo, de la video vigilancia, policial, urbana, planetaria.”

La película transcurre entre estos dos estados, su secreto y el otro omnividente, el Big
brother de la “seguridad”.

Gerard Wajcman plantea una tercera manera de traspasar la frontera: “puede que el
sujeto decida abrir su intimidad, que hable de ello o que la exponga. El psicoanálisis
responde a ese deseo, el arte y la literatura son también lugares para el ejercicio de
esta libertad.”

Alex se encuentra en una encrucijada, nadie lo ha descubierto pero tiene algo que no ha
podido decir, solo su amiga intuye que hay algo que no puede decir a nadie,le sugiere
que lo escriba, que envíe una carta a algún periódico o que simplemente lo queme.
Alex escribe en su anotador su historia y termina quemándola.

El acto de escribir es una subjetivación del secreto, pero sin dirigirlo a nadie.

No hay Otro, es una buena fórmula lacaniana para situar esta época del “Otro que no
existe” como lo han formulado Jacques-Alain Miller y Eric Laurent.

La clave del film no es la muerte del guardia sino la escena sexual.

2 Compilación realizada por Bernard-Henri Lévy y Jacques-Alain Miller, cuya edición para España y
Latinoamérica estuvo a cargo de Lidia López Schavelzon, Ed. Gredos, 2008. Publicado en
www.revconsecuencias.com.ar.
36

¿Cómo, en un mundo donde todo se ve, todo vale, se puede acceder al goce sexual,
teniendo en cuenta que no hay saber del sexo?

La intimidad del sexo es un crimen, la moral victoriana y religiosa daban un sentido


culpable al goce. Esta época signada por el superyo lacaniano, como mandato al goce,
obtura el encuentro con el no hay relación sexual.

En su hogar fragmentado por la separación de sus padres, no encuentra ninguna versión


para abordar una mujer. Encuentra en un reciente amigo mayor alguien a quien seguir,
éste lo lleva colgarse de un tren, un goce trasgresor.

Una lectura de la trama puede ser, que el crimen es el sexo; Alex no tiene a quién
seguir, es llamativo que al único al que intenta recurrir inicialmente para relatar lo
sucedido es a su padre, pero inmediatamente desiste.

En la película, hay cuatro padres: primero el guardia muerto, seccionado por el tren, en
segundo lugar el policía, que parece saberlo todo, un otro perseguidor. En tercer lugar,
su amigo mayor, a quien sigue, y en cuarto lugar su padre, tatuado, en quien no termina
de creer.

Los cuatro no hacen uno, Alex tiene que encontrar su solución en el acto de escritura,
que le permite responsabilizarse a su modo y quemar sus apuntes.

El psicoanálisis es un refugio de lo íntimo y es en ese sentido que el analista lo encarna


y resguarda, produciendo la operación del análisis como una solución y una asunción de
la singularidad del goce de cada quien.

Las modalidades actuales de la adolescencia están muy bien trazadas en este film.
¿Cuáles son los ideales que la sostienen?, por ejemplo ¿matar a alguien es grave? ¿Es
divertido como en Elephant? ¿Cuál es la ética de estos nuevos tiempos?

¿Cómo abordar un encuentro amoroso? En tiempos donde el discurso del capitalismo


tardío rechaza el lazo y el amor.

*Mario Goldenberg, psicoanalista, AME de la EOL y de la AMP, profesor de la UBA,


Director de la revista digital Consecuencias www.revconsecuencias.com.ar .

4. La práctica clínica

Un trabajo de anudamiento: D, el hincha de Boca

Guillermo E. Grosso
37

Aquello que anuda R, S, I es el Nombre del Padre como cuarto nudo (cuarto elemento),
como un demás en relación a la forclusión generalizada. Decir que el NP anuda es decir
que su función es nombrar. Nombrar es un acto. El NP es el semblante por excelencia,
que al tiempo que nombra agujerea, es decir, le da nombre al borde del agujero, o dicho
de otro modo le da nombre a la pérdida de goce. Es decir que inscribe la pérdida en lo
simbólico.

Lacan dice en el seminario XXII: “Un padre sólo tiene derecho al respeto, por no decir
al amor si dicho amor, dicho respeto está perversamente orientado, es decir si hace de
una mujer objeto ‘a’ que causa su deseo”. Vemos aquí acentuar la operación del padre
en términos de la transmisión de un deseo. Si Lamujer es el síntoma del hombre en tanto
le representa algo de lo real como imposible, entonces el padre como deseante es el
operador estructural que nombra el agujero como causa, y afirma que la madre es
también mujer, es decir no-toda, haciéndola causa de su deseo. Así el padre debe
orientar al niño en la estructura, ubicando el agujero en lo simbólico, en tanto nombra
que Lamujer no existe (no hay saber sobre el sexo), en tanto nombra y posibilita el
recorte del objeto ‘a’ fundamentalmente como calce del nudo, y por ende como causa
de deseo y plus de goce (lo hace semblante y posibilita alguna relación a él), y en tanto
nombra la barra del Otro como S(A). Así marca la imposibilidad en la estructura.

Tendríamos que aclarar que “el agujero no basta para anudar la estructura, hace falta
el padre para que ese agujero real sea un agujero en lo simbólico”1. El NP anuda
porque nombra la existencia del agujero. Para decirlo de otra manera la “función del
padre es convertir el agujero en la causa de su deseo”2. Lacan en R, S, I dice: “La
nominación es la única cosa que estamos seguros hace agujero”2. Si lo que anuda es un
cuarto término, tomado de cualquiera de los tres registros, entonces puede haber una
nominación real (angustia), otra simbólica (síntoma) y otra imaginaria (inhibición).

En la clínica con niños nos encontramos con sujetos que presentan ciertos tropiezos en
el trabajo de anudamiento. Algunos se presentan desanudados, otros haciendo el intento
de anudarse al modo de una psicosis. Si no existe, para ellos, aquello que hace las veces
del Nombre del Padre como cuarto nudo, la cuestión para el sujeto será encontrar el
modo particular de hacer suplencia, a través de su propio trabajo subjetivo. El analista
tomará, entonces, el relevo del trabajo fallido de anudamiento del sujeto si lo hubiese, y
si no deberá producir alguna intervención que lo propicie. Si de allí se produjese una
suplencia, esto conllevaría, para el caso de la psicosis en el niño: el descompletamiento
del Otro, y un nombre posible para la pérdida, para lo que se restaría tanto del goce del
Otro como del goce del cuerpo. El trabajo con estos niños puede consistir, entonces, en
el recorte de los agujeros del cuerpo del niño, simultáneamente a que se agujerea al
Otro, ubicando así una posición propia en relación al goce.

Si el sujeto anuda al modo de la psicosis entonces debemos pensar que para el sujeto
psicótico el agujero no está inscripto en lo simbólico, es un agujero real. El niño
psicótico realiza lo que le falta a la madre para ser toda. La existencia del niño se reduce
a ser un cuerpo condensador del goce del Otro materno. Podemos pensar al “trabajo de
38

la psicosis” como el intento, ya sea propio o producido por el efecto de la intervención


analítica, de localizar el goce produciendo un tratamiento particular de los retornos de lo
real: ya sea del goce del Otro o del goce del cuerpo. Evidentemente en este trabajo hay
emergencia subjetiva, y es donde el niño puede hacer un trabajo que implica la
invención de S2 que vienen a operar sobre los S1 de LaLengua materna. Si la relación
del niño psicótico es al S1desenganchado de la cadena (holofrase), su trabajo le
posibilita la elaboración de ciertos S2 que le permiten acotar y frenar ese goce.

Vayamos al caso clínico.

D. tiene diez años cuando comienzo a trabajar con él. No puede sostener ningún
aprendizaje escolar. Su madre se culpa por aquello que ella llama como “un retraso
madurativo” en D. Se preocupa por si es mala o buena madre, esto es algo que dedica a
su propia madre. En cuanto a su embarazo dice: ‘El embarazo lo tuve sola porque mi
marido trabajaba’. ‘Me lo sacaron antes (a D.)’; ‘como no engordaba le tapaba la nariz
(a D.) para que coma. Ahora le tapo la boca. Tardó en empezar a hablar. Se le taparon
los oídos con moco, porque no escuchaba repetía’.

Cuando me encuentro con D. descubro que habla repitiendo una y otra vez las mismas
frases sin cesar. Parece querer decirme algo, pero inmediatamente comienza a
deambular y a hablar solo como si fuese un soliloquio. Se aleja y acerca
alternativamente hablando, como si se olvidase de mi presencia. No parece importarle si
el otro realmente lo escucha, pero si este no lo tiene en cuenta, imprevisiblemente sube
su tono de voz o retorna a atraer la atención del otro, convocándolo. Ni bien obtiene esto
vuelve a alejarse y al soliloquio. Dice hablarme a mí pero mira a otra persona. No toma
la palabra para decir lo que quiere o lo que no quiere. No hay ninguna implicancia en su
decir.

Teniendo en cuenta como se presenta me pregunto: ¿Que dice cuando repite?, ¿Existe
un decir o no en esta ‘repetición’? ¿Sus dichos los dirige al Otro, o en este circuito el
Otro está excluido?

Sostenido en estas preguntas intervengo: cuando comienza a hablar y se aleja repitiendo


le pregunto a quién le habla. Se da vuelta y me dice: ‘A vos Guillermo’. En otro
momento cuando ‘repite’ le repito en espejo lo mismo que él dice, o alguna frase mía
que reitero cuando él reitera una suya. Como efecto de esto me dirige una pregunta:
¿Porque repetís tanto Guillermo?”. Pasa de decir que ‘no se va a cansar de repetir’, a
que ‘está cansado de repetir’.

En cuanto a su cuerpo presenta un gesto particular: las manos hacia arriba y los codos
hacia abajo, las puntas de los pies exageradamente hacia afuera. Come sin límites. En
sus dibujos las figuras humanas aparecen con sus partes fragmentadas y desarticuladas.
Cuando camina parece que cada parte de su cuerpo va por su lado.

No hace lazo con sus pares. Parece que jugara solo con otros presentes.
39

Cuando le pregunto qué quiere hacer conmigo, me dice que podríamos jugar al fútbol.
Juega de un modo particular: no hay reglas, no hay arcos ni cancha, y cada vez que él
patea la pelota grita gol, vaya donde vaya la pelota. Le digo que yo juego con arcos y
los hago. Sigue gritando gol cada vez que patea. Le digo cuando realmente es gol. A
partir de esto comienza a preguntarme si fue gol o no cuando patea. Entonces cada vez
que vamos a jugar la condición es previamente hacer los arcos y delimitar la cancha. En
un segundo momento, él coloca un sólo palo. Cuando le pregunto dónde está el arco me
dice que ese palo sólo es el arco. Insisto en que un arco es un espacio entre un palo y
otro. Así comienza a armarlos cuando juega. Empieza a hacer ‘trampa’, riéndose grita
gol cuando no lo es.

Es en ese momento, donde en dos oportunidades se dirige a mí claramente, para


relatarme dos episodios, donde además de relatarlos con marcado sufrimiento, dice
sentirse mareado. Me dice: ‘Guille cuando juego al Mortal Combat, Shaokan siempre
me mata, se ríe y me mata’. Le pregunto porque Shaokan lo mata, contesta: ‘Porque se
ríe me mata. Yo no le puedo hacer ni un rasguño, él me mata’. Pienso que esto
evidencia, que él es tomado y se deja tomar allí como objeto del goce del Otro, el Otro
goza de él: se ríe y lo mata. Le digo que él puede hacer algo en ese momento para dejar
de estar capturado allí, por ejemplo puede apagar el juego. Intervengo apuntando a
marcarle la barradura de este Otro-Shaokan. Entonces se le va el mareo, se tranquiliza y
me propone jugar. En otro momento me dice, mareado y otra vez con sufrimiento, que
el hermano le gana ‘siempre’ a la casita robada, porque ‘siempre’ tiene el comodín.
Pregunto sobre esto, y parece adjudicarle al hermano cierta maldad e intencionalidad en
esto, porque ‘siempre’ tiene el comodín. Le digo: ‘Tu hermano no sabe que va a sacar el
comodín’, donde el ‘no sabe’ marca la barra del Otro. Se calma y pide jugar.

Comienzo a notar, que en ciertos momentos del juego del fútbol, lo interrumpe y va al
baño a cagar, como si tuviera que ‘realizar’ allí una pérdida.

Dice mirar partidos por t.v. con el padre y que este quiere que pierda siempre River.
Hasta este momento cuando jugaba conmigo elegía ser de un equipo que hubiese
ganado últimamente. Me pregunta de qué cuadro soy yo: de River, le respondo. Me
pregunta si soy de River desde chiquito. Me cuenta que el padre es de Boca, y que él es
de Boca también. Me dice que antes era de Independiente como el hermano, y ahora es
de Boca como el padre.

Empieza a interesarse por los partidos de fútbol y sus resultados, jugadores, etc. Le
propongo escribir en un cuaderno aquello que le interesa sobre el fútbol, para que algo
de esto se anote como una letra. Decide nombrarlo ‘cuaderno de fútbol y de Boca’.

Me pregunta cómo me voy a poner si pierde River, que me va a pasar si esto sucede. Le
digo que me sentiría triste. Dice: ’A mí no me va a pasar nada si pierde Boca. Total
cuando juegan a veces pierden otras ganan. A vos tampoco te tiene que pasar nada. ...
Yo soy de Boca desde los diez años. Estaba haciéndome de Boca’. Arma teorías de por
que pierden o ganan ciertos equipos. Me pide escribir en el cuaderno fechas, goleadores,
resultados, y elige que artículos leer. Otras veces pide jugar en vez de hablar de fútbol.
40

Comienza a introducir nuevos cortes en el juego: divide el juego con un intervalo en el


medio; sanciona puntos de detención y reanudamiento del juego.

Si le gano un partido se queda perplejo, detenido donde se encuentre. En un tiempo


posterior descubro por primera vez que llora. Pregunto por qué llora, y me dice que es
porque ‘siempre’ le gano, y lo repite: ‘vos siempre ganas’. Le digo: ‘Vos no sabes
cuantos partidos perdí en mi vida’. Se tranquiliza, sale de este punto de detención y me
pide volver a jugar. A partir de aquí, cada vez que llora porque pierde no vuelve a
quedarse perplejo, y dejo que atraviese por algo que ahora, parece ser del orden de la
angustia.

Se le ocurre jugarme una apuesta por el resultado de un partido, y la pierde. Cuando


debe pagar la apuesta, con un chocolate, inventa excusas donde en general son siempre
terceros los que le impiden pagarla. Luego de escuchar varias excusas le digo que si no
paga la apuesta, no voy a hablar más de fútbol con él. Llora, y al otro día paga la
apuesta.

Elige hacerme dibujos de jugadores de River que a mí me interesan. Otras veces


prefiere él mismo confeccionar el diario, entonces dibuja y escribe comentarios. Los
dibujos ahora, tienen las partes del cuerpo articuladas.

Por otro lado elige qué comer, diciendo cuando no quiere más.

Si antes interrumpía el juego para ir a cagar, ahora cuando está cagando grita gol.

En cierta ocasión me pregunta el resultado de un partido, le digo que ‘no lo sé’. Parece
ignorar mi respuesta y en forma inmediata pregunta desesperado a otros, como si no
hubiese ‘podido’ escuchar este ‘no saber’ de mi lado. Lo detengo y le repito mi
respuesta.

Disminuye el hablar repitiendo, para pasar a decir cuestiones que le interesan. Cuando
persiste en aquella modalidad es justamente cuando aparento no escucharlo. Le
pregunto si repite porque teme que no lo escuche. A partir de esto, antes de empezar a
hablarme me dice: ‘Guille ¿te puedo decir algo?’. En otra oportunidad viene y repite
una frase que le escucha decir a un hombre hincha de boca. Le pregunto por qué lo
repite, y me dice: ‘porque no entendí y quería saber, quería que alguien me explique’.

Soy destinatario de sus comentarios futbolísticos. Si me carga porque River pierde, le


digo que por favor no me lo repita porque estoy muy triste. Comienza a decir que está
triste cuando Boca pierde.

Inicia un nuevo cuaderno y le pone como título: ‘Cuaderno de fútbol, para trabajar con
Guillermo’. Firma sus escritos y sus dibujos. Ha cambiado su postura corporal, de
mantener las manos para arriba y los codos para abajo a ubicarlos en posición normal.

Entabla conversaciones con aquellos que son de Boca o les interesa el fútbol,
enunciando comentarios e impresiones propias sobre la cuestión. Parece hacer lazo con
41

otros así; les dirige sus palabras y preguntas. Encuentra interlocutores. Maneja ciertos
códigos compartidos con ellos; incluso explica términos a pares que los desconocen.

Comienza a decir lo que quiere. Si pierde un partido se pone triste.

Me pide ayuda para realizar cuestiones que implican su propia producción. Continúan
los intercambios de apuestas, pero lo que ofrece para saldarlas son producciones de su
trabajo. Me dice: ‘Te acordás Guille, que ese día que te traje el chocolate, ¡me costó
mucho traerlo!’.

Cada vez que se presenta ahora a un desconocido, lo hace así: ‘Soy D., Soy de Boca, ...
¿y vos?’.

En un superclásico Boca le gana a River, cuando D. llega al centro me dice que está
contento por eso, pero que al mismo tiempo se preocupó, cuando vio el partido, porque
Ramón Díaz estaba muy callado y parecía triste.

Frente a una canción que repito una y otra vez mecánicamente, D. me dice: ‘Guille, me
aburre que repitas’.

Podemos observar en este caso cómo esta madre es sorda para escuchar a este niño
como sujeto, es más podríamos decir que el punto de goce de la madre es taparle los
agujeros a D. Este es el lugar donde él se ubica como objeto del goce materno. Esto
quiere decir que oferta su ser de objeto en lo real para completar al Otro. La manera
particular que tiene este sujeto de emerger es en posición de objeto. El correlato de esto
es la no producción de la caída del objeto de su propio cuerpo y a su vez la no caída del
objeto del campo del Otro. Siendo síntoma (subrayando el valor de goce del síntoma)
para la madre le obtura a ella cualquier acceso a la femineidad. Ella así intenta tapar sus
propios agujeros. Ella sólo está en posición materna en tanto a través de la culpa, sólo
puede preocuparse si es buena o mala madre en relación a su propia madre. D. parece
ser lo que certifica esto, pero ella no se pregunta así por su femineidad. Entonces en este
caso vemos una madre toda y un padre que no orienta en relación a su deseo perverso.

Podemos ubicar estas frases que D. repite sin cesar como significantes cargados de
goce, es decir como un S1 solo, sin articulación con un S2 que podría producir efecto de
sentido. De ahí el automatismo de sus dichos. No hay intervalo, por lo tanto no es del
orden del automatón sino que es algo automático. No está separada la voz del
significante. Repetir sin decir nada puede ser una respuesta al goce materno de taparle la
boca para enunciar. ¿Podríamos decir que su relación es a Lalengua, es decir a aquello
que de real hay en lo simbólico?, o dicho de otra manera , ¿se relaciona con un
simbólico sin Otro, con el Uno de lo simbólico?. Cuando él ‘repite’ y yo le pregunto a
quien le habla, él me dice a vos: allí podríamos ubicar esta cuestión como un intento de
llamado al Otro. Es a partir de la pregunta que le formulo, que dicho llamado al Otro
comienza a constituirse. Antes esta dirección estaba trabada. En este punto podríamos
plantear a modo de hipótesis que esta intervención y la que consistió en repetirle a D.
sus propias palabras en espejo son inaugurales, puesto que abrieron la boca en el sujeto
42

para decir y abrieron la oreja en el Otro para escuchar a este sujeto. Así también le
permitieron a D. escucharse a sí mismo. Inauguran además, la posibilidad de que sus
palabras se dirijan a un Otro. Vamos a ver luego como esto se va a jugar en el juego del
fútbol. Esto va en contra del goce materno de taparle los agujeros, donde no estaba
posibilitado el recorte de los mismos.

Vamos a plantear además que hay cierto detenimiento en la constitución del cuerpo
como imagen, puesto que para ello es necesario que un real en falta la sostenga.
Entendemos al cuerpo como una bolsa de orificios recortados por los bordes
pulsionales. De allí los brazos en alto de D., el comer sin límites, los dibujos de figuras
humanas donde las partes del cuerpo no están articuladas.

En cuanto al episodio donde Shaokan ‘siempre’ se ríe y lo mata, podríamos ubicarlo


como un fenómeno elemental. A partir de esto podemos pensar que como no hay
agujero en lo simbólico, el Otro-Shaokan es consistente. Allí a D. se le presentifica su
encarnación de objeto del goce del Otro. De ahí la intervención que apuntó a barrar a
este Otro marcando un posible agujero en él. Tanto esta intervención como otras que ya
veremos, posibilitaron que en el niño surja algo del orden de la angustia, pero solo
después de que el Otro perdió consistencia.

El trabajo de anudamiento, como emergencia subjetiva, se produce por la intervención


que nombramos como inaugural, la cual funda una primer pérdida a la cual el sujeto
consiente. A partir de esta producción el sujeto puede realizar un trabajo de localización
de goce. En D. este se le juega en el fútbol. Éste le viene del padre, y es allí donde
podemos plantear cierto trabajo de anudamiento. Una de las primeras intervenciones
que tengo, que es paralela a la de repetir en espejo, es insistir en que en el fútbol existen
los arcos, es decir hay dos palos y un intervalo. El fútbol es un marco que permite
recortar un agujero. Vemos insistir a D. en un primer momento en poner un solo palo,
donde no habría agujero. En el fútbol hay marca y el significante se le despega de la
voz, se inaugura la posibilidad de la dirección al Otro, se cuenta, se articula un
significante con otro, y además se anuda el goce autista del repetir. Si en un primer
momento, la relación del sujeto era al S1 desenganchado de la cadena, ahora su trabajo
subjetivo le posibilita la elaboración de un S2 (saber) que hace de freno al goce,
operando sobre los S1 de Lalengua materna.

En el fútbol se juegan ciertas pérdidas: si en un principio D. interrumpía el juego para ir


a cagar realizando allí una pérdida, luego al producirse el pasaje por la instauración de
ciertos agujeros, esa pérdida pasa a tener un nombre: ahora cuando caga grita gol. Gol
entonces puede ser un nombre posible para aquello que se pierde por un agujero. En el
“gol” algo se podría anotar de la pérdida, del vacío. Así también cuando paga las
apuestas que hace conmigo, pierde algo allí, pero en el marco del fútbol. En este juego
la boca no está tapada, D. puede decir, y con esto se aleja de la posición de objeto de
goce.

Cuando pierde un partido, en un principio, parecía quedarse perplejo. Mi intervención


allí consistió en marcar un agujero de mi lado, del lado del Otro a quién D. se dirigía
43

(‘no sabes cuantos partidos perdí’). Esto permitió que se relativice la dimensión
desvastadora del Otro, así como también fue uno de los puntos previos que permitieron
que en él surja el ‘llorar’, como en el momento anterior al pago de la primera apuesta.
Este ‘llorar’ en D. es un afecto que está en el lugar de la angustia, hace las veces de
aquella y opera con esa función. Pensemos a la angustia como punto previo a toda
inscripción y como efecto de la cesión de un objeto. A partir de allí decidí no
ahorrárselo. Vemos entonces, que D. simboliza las pérdidas reales a través del fútbol, no
sin aquello que hace las veces de la angustia. Recordemos además que Lacan plantea en
R, S, I que la angustia es uno de los nombres del padre, como nominación de lo real.
Así la angustia puede ser el modo de señalar un vacío.

Entonces, podemos plantear que mis intervenciones apuntan a nombrar y constituir el


agujero. Digamos además que le permitieron armarse un cuerpo, esto se evidencia por
ejemplo en los dibujos que me entrega donde las partes del cuerpo se articulan.

Entonces, en el fútbol hay pérdida y se inaugura la dirección al Otro. Se constituye


cierta identificación (¿en el nivel del ser?) al padre en este ‘soy de Boca, como mi
papá’. En ‘Joyce: el sínthoma’ Lacan nos permite pensar el ‘hacerse un nombre’ como
una nominación, es decir aquello que hace las veces del NP. Ahora bien, ¿podríamos
decir que el Fútbol en D., como aquello que produce ciertos actos que promueven la
apertura de agujeros, le permite un trabajo de anudamiento y que lo conduce a hacerse
un nombre? Recordemos que actualmente D. se presenta así: “Soy D.: Soy de Boca”.
“Soy D.”, es su nombre de pila, pero este “Soy de Boca” ¿podría pensarse como lo que
hace las veces de su apellido?. Mi hipótesis es entonces, que este “Soy de Boca” es el
nombre propio con el cual D. se nombra y nombra así su anudamiento, esto es que este
“soy de Boca” es el nombre que nombra el agujero. Si no hay NP que nombre el agujero
en el sujeto psicótico, este puede hacerse un nombre, y en ese acto nombrar la
inconsistencia del Otro. Lacan en R, S, I dice: “Para que algo exista, es preciso que haya
en alguna parte un agujero. ... es alrededor de ese agujero que se sugiere la existencia.
Seguramente, estos agujeros, los tenemos aquí en el corazón de cada uno de estos
redondeles, puesto que sin ese agujero no sería incluso pensable que algo se anude”. Si
nominar es agujerear, ¿Qué agujero nombra este ‘soy de Boca?. En principio nombra el
agujero de la boca para decir, nombra el gol como pérdida, y nombra el agujero
(desvalimiento) en el Otro, por ejemplo lo nombra cuando dice que el Otro está triste.
La tristeza sería un nombre posible para la barra del Otro. Recordemos que D. dice
sentirse preocupado porque Ramón Díaz estaba callado y triste cuando perdió River.
Podemos pensar a R.D. como sustituto del Otro- analista marcando así su barra.
Entonces ¿podemos pensar que la nominación en términos de hacerse un nombre
permite el anudamiento de R, S, I , puesto que estando por fuera, existiendo, los
sostiene?

Este ‘nombre’ (‘soy de Boca’) que D. se construye es un significante que ordena el resto
de los significantes y permite cierta orientación, y es un significante ante el cual todos
los demás no hacen más que representar al sujeto. Además podemos decir que en D.,
como efecto del trabajo, hay un goce del Otro relativizado, en menos, cierto goce que ha
44

quedado por fuera del cuerpo (pérdidas), y cierta posibilidad de orientación, puesto que
su relación es ahora al lenguaje, ya que sus enunciados los dirige al Otro.

Para concluir, podríamos decir que aquello que le permite a este sujeto el anudamiento
es este trabajo de nombrar-abrir los agujeros, eso produce la respuesta del sujeto.
Podemos decir que esto a su vez lo conduce a hacerse un nombre. Aquello que permite
el anudamiento son determinados actos, hasta que el sujeto produce este ‘Soy de Boca’
para hacerse un nombre. Este ‘Soy de Boca’ es un invento del sujeto, hace lazo
discursivo y lazo a nivel topológico.

Entonces, podemos pensar en este caso, que el nombre ‘Soy de Boca’ suple al Nombre
del Padre, ya que no hay anudamiento desde el principio, sino que éste se produce por el
trabajo.

NOTAS:

1. NOMINÉ: Tres versiones del síntoma.

2. Idem.

BIBLIOGRAFÍA:

1. LACAN: El seminario libro XXII: R,S,I.

2. LACAN: El seminario libro XXIII: Joyce: el sinthoma.

3. LACAN: El seminario libro XVII: El envés del psicoanálisis.

4. LACAN: La tercera.

5. LACAN: El seminario libro XX: Aún.

6. LACAN: De una cuestión a todo tratamiento posible de las psicosis.

7. MARTINEZ LISS, M y GROSSO, G: Np y suplencias en la clínica con niños. (en El


padre y LaMujer).

8. RABINOVICH, D.: La angustia y el deseo del Otro.

9. NOMINE: Tres versiones del síntoma.

10. MILLER: Comentario sobre el seminario inexistente.

11. SKIABINE, P: La clínica del nudo borromeo. (en Locura: clínica y suplencia).

12. GROSSO, G. Y MARTINEZ LISS, M.: ¿Que trabajo para el autista?

Del sujeto en sus inicios.


45

Aracelli L. Marchesotti y Florencia Fiorentino

En nuestra experiencia clínica con niños autistas y psicóticos, nos vimos confrontadas a
la pregunta: ¿cuál es el estatuto del sujeto que tratamos en estos casos? Los diversos
modos de presentación de estos niños dan cuenta de una singular relación al lenguaje,
que nos proponemos interrogar y desarrollar aquí.

Comenzaremos por las condiciones de constitución del sujeto, como respuesta singular
al traumatismo del lenguaje. Esto es, el encuentro del viviente con lalengua, de las
palabras con el cuerpo, como hecho estructural que inaugura su estructuración como ser
hablante.

Condiciones de constitución

Lalengua es un concepto lacaniano derivado del laleo, que se refiere a los primeros
modos de acceso del niño al lenguaje hablado por el Otro materno. El laleo es la
ejercitación sonora que el bebé suele realizar para aprehenderse al Otro del lenguaje.

El encuentro con esas palabras particulares dirigidas a ese sujeto deja una huella de goce
en el cuerpo. El traumatismo es esa primera impronta de lalengua que alguien recibe del
Otro. Para que dicha lalengua pueda ser apropiada por un sujeto y entonces, poder
hablarla, es necesario que ésta se inscriba. Es decir, que encuentre en el Otro un espacio
donde anotar eso. Un lugar de falta que, en un segundo tiempo, habilitará para el sujeto
un sentido propio.

Tomando como referencia la experiencia de satisfacción que alude Freud en el


Proyecto, es la madre y en su horizonte el padre, quien introduce al niño en el universo
simbólico, en la discontinuidad del significante y del goce del viviente. La madre, en
tanto deseante, va otorgando sentidos al llanto del niño y así lo convierte en signo de
algo. Significa algo para alguien.

La entrada del viviente en el lenguaje produce por un lado una pérdida, un desfasaje en
el orden natural del organismo y por otro introduce un goce libidinal. Libidinización a
cargo de la madre, que supone un lenguaje portador de un afecto. Se transmite, aunque
no tiene sentido (del lado de la significación). Se trata más bien de aquellos modos de
acunar, de mirar, de cantarle, de mecerlo, las modulaciones y cadencia de la voz y del
cuerpo de la madre, que traducen la vivencia del recién nacido en experiencia humana.
Conducen la potencia de la asignación de un sujeto en tanto que deseado, siendo las
palabras el único modo de testimoniar acerca de dicha experiencia.

La característica de lalengua es su equivocidad. En función de su equivocidad, puede


ser malentendida al ser escuchada. Cada sujeto puede extraer de esta equivocidad con
que lalengua le fue hablada, su marca particular. De esta marca particular nace el sujeto.
Lo esencial para el nacimiento del sujeto del inconciente es la trasmisión del
malentendido de lalengua.
46

Ahora bien, citando a Lacan en la Conferencia sobre el síntoma: “… esto presenta toda
suerte de variaciones y aventuras”3. Puede ser que ese contratiempo, al que nos
referimos, no siempre sea introducido. Puede ocurrir que el goce materno no encuentre
su referencia en el Nombre del Padre y por lo tanto, no se equivoque ni se descomplete.
Como efecto, el sujeto no alcanza a ser nombrado por dos discursos que se articulen.
Solo por uno.

Condiciones de transmisión

“Los padres modelan al sujeto en esa función que titulé como simbolismo. Lo que
quiere decir (…) que la manera en que le ha sido instilado un modo de hablar, no
puede sino llevar la marca del modo bajo el cual lo aceptaron los padres”4.

Como dijimos más arriba, el lenguaje se introduce a partir de los decires materno y
paterno, que se caracterizan por su diferencia y su falta de complementariedad. Dicha
lengua ingresa imperativamente y gota a gota en el cuerpo, nombrando al ser viviente
con palabras, a un ser con otro ser. En ese recorrido se transmite el modo y el lugar en el
que ese sujeto fue esperado con un deseo encarnado. Que sea deseado no significa
querido o no, sino que a nivel inconsciente ese niño venga a representar o no, un lugar
de falta para esa pareja (par significante) de padres.

Si la transmisión es del malentendido del lenguaje, ingresará la multiplicidad de


sentidos que porta el significante y la palabra cobrará el valor de representar la ausencia
de la cosa. Se abre un mundo re-presentado por palabras. Es posible para ese sujeto
interrogar el deseo del Otro ¿Qué me quiere?, respuesta que incluirá la posibilidad de
significar ese deseo fálicamente, recurso simbólico donado por el Nombre del Padre.

Ahora bien, puede ocurrir que lo que se transmita no sean dos, sino el Uno. Un discurso
que referirá exclusivamente a la subjetividad de uno de los padres. Se producen así otro
tipo de efectos y recorridos en la constitución, que implicarán respuestas más radicales
del lado del sujeto5. Cuando la transmisión es de un discurso único, sin alteridad, no es
posible el malentendido ni la falta donde inscribir un sentido Otro. El sujeto no vendrá a
ocupar el lugar de otra cosa, no se ubicará “como si” fuera algo (falo) para alguien, sino
que satura, realiza con todo su ser un lleno en el Otro. En estos casos, la falta no se
escribe sino que se realiza. La palabra no cobra valor de representación, sino que opera
como cosa en sí misma.

3 Lacan, J. en “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, en Intervenciones y Textos 2, Ed. Manantial,


pag. 124.
4 Idem 1.
5 Nota: Nos referimos a los efectos a nivel de la constitución del cuerpo, el habla, la relación al otro, el
armado de la realidad, que conllevan otro modo de habitar el mundo, en los casos de autismo y psicosis
en la infancia. Este tema será retomado en otro artículo.
47

Como consecuencia, cualquier elemento que introduzca una versión posible de la falta –
intervalo, malentendido, demanda - produce una conmoción de ese lugar, amenazando
la existencia endeble y fija del sujeto.

En ese punto se presenta la respuesta de rechazo del sujeto, como un modo de poner
distancia a aquello que, por no estar vaciado estructuralmente, irrumpe como voluntad
de goce del otro.

La defensa frente a lo real que el sujeto realiza es su modo de arreglárselas con el


exceso, con eso que no fue expulsado en la estructura. Ese modo singular de
funcionamiento, deberá ser alojado por el analista para hacer posible un lazo con el
sujeto en la dirección de la cura.

Como por arte de magia


Valeria Festino

Este texto tiene como objetivo articular algunas nociones teóricas con un material
clínico.
Se trata de un niño, M, de 11 años que es traído a la consulta, derivado por su pediatra
porque roba. A la primera entrevista concurren ambos padres y en ella relatan que M fue
adoptado de bebé. Vivió en un hogar de niños hasta que sus padres adoptivos lo llevaron
a vivir con ellos. Actualmente, tiene la adopción plena.
Al día siguiente que M es llevado a su casa, su padre renuncia al trabajo de hacía
muchos años. Decide independizarse laboralmente pero no le va bien. Su madre es ama
de casa. Es paciente psiquiátrica y su enfermedad se agrava con la muerte de su padre.
M tiene una hermana paterna mayor a quien ve esporádicamente.
En esa primera entrevista con los padres, relatan que M es adoptado y que lo sabe desde
muy pequeño. No podían tener hijos por incompatibilidad. Su preocupación se basa en
los “robos” que lleva a cabo M en forma repetida. La madre refiere ya no saber qué
hacer, inclusive lo llevó una vez a la comisaría para ver si esto funcionaba, pero M sigue
robando. “Lo traigo acá a ver si Ud. puede hacer algo”. Sin embargo parece tener una
explicación para estos robos: M hace esto porque algo le robaron en su infancia a partir
de que no tiene a sus padres biológicos. Explicación ésta que a la madre no la
compromete en relación a la conducta sintomática de su hijo. Pero es sabido que el
síntoma del niño responde o bien a lo que hay de sintomático en la pareja parental o
bien a lo fantasmático de la madre, posiciones que denuncia Lacan en “Dos notas sobre
el niño”.

M en medio de la guerra
48

A propósito de estas posiciones se puede pensar a M con su síntoma respondiendo a lo


que hay de sintomático en la pareja de los padres, vinculado a la verdad de la pareja
parental.
“La ausencia de simetría en la pareja hombre—mujer, Lacan la subrayó diciendo que
no hay relación sexual. Eso es la verdad de la pareja familiar”, dice B. Nominé en Las
tres versiones del síntoma. Y la constelación familiar da testimonio de cómo los padres
se arreglan con esa ausencia estructural.
Estos padres se las arreglaron con esa ausencia estructural haciendo de su pareja una
batalla tras otra basadas en cuestiones de dinero. La problemática económica aparece en
el centro de la escena de forma permanente. M presencia esas discusiones parentales, y
una y otra vez se dirige al trabajo de su padre a exigir al jefe que le paguen.
Los primeros juegos de este niño versaban sobre guerras. Consistían en dos bandos de
soldados que luchaban y si bien los dos bandos quedaban bien definidos, él pasaba de
un bando al otro. Uno podría pensar que había una guerra en la que los dos bandos
estaban delimitados, pero él tomaba partido por uno u otro bando.
Los soldados que traía al espacio terapéutico los guarda su madre -desaparecen-.
Entonces juega a la guerra dibujándola: una guerra entre soldados y en el cielo hace un
sol del cual dice: “está triste por la guerra”. “¿Y si les hacés una nube para esconderlo
y que no vea la guerra?”, le propongo.
Luego de esta entrevista M cambia el juego, con lo cual cabe la pregunta de qué ocurrió
allí. Ejemplo éste de que sólo podemos saber acerca del efecto de una interpretación a
posteriori. Ese sol que no hacía más que presenciar una y otra batalla entre sus padres
por temas de dinero y que por momentos tomaba partido o hacía justicia por uno u otro
bando, se escondió tras la nube. Se sustrajo de la batalla. Es así que la siguiente sesión
encuentro a M escondiendo su cabeza dentro de su buzo y haciendo de esto un nuevo
juego que tendrá que ver con el hacer aparecer y desaparecer.
-“Mire, mire!”, me dice. “Resulta que todos cierran los ojos, ahora”. En ese momento
M se pone de pie y esconde su cabeza dentro de la campera y camina por el consultorio.
Esa intervención en la cual el sol se esconde produjo un movimiento que permitió
pensar en otro lugar posible para M y ya no como aquel que mira sin velo una guerra
entre sus padres y que para ver feliz a su madre hace aparecer la plata exigiendo al jefe
del padre que le pague o bien haciendo desaparecer cosas de sus compañeros que él
quisiera tener y que sus padres no pueden comprarle.
El lugar de M presenciando la guerra es aquello que lo pone triste y la interpretación
apuntó allí a señalar esta cuestión, a la vez que a habilitar otra posición que ya no fuera
la de responder al síntoma de la pareja parental, verdad de la pareja. “Un saber en tanto
verdad –esto define lo que debe ser la estructura de lo que se llama una
interpretación”. 6
A propósito de esta intervención se podría agregar lo que señala Lacan en Variantes de
la cura tipo: “En la medida en que el analista hace callar en él el discurso intermedio
para abrirse a la cadena de las verdaderas palabras, en esa medida puede colocar en
ella su interpretación reveladora”.7 Revelar allí la posición de M taponando la ausencia
6 Lacan, J.: El Seminario 17: “El reverso del psicoanálisis”, pág. 37. Paidós, Bs. As., 1992.
7 Lacan, J.: Escritos I: “Variantes de la cura tipo”, pág. 340.
49

estructural permitió un giro en las entrevistas, giro éste que tuvo que ver con empezar a
construir su propia historia.

De ladrones y magos
En este apartado se intentará reflexionar acerca de la función paterna, tomando la
Leyenda del Rey Arturo como apoyatura del recorrido que arma este niño en su cura.
A propósito de la función paterna, se recorta lo particular de este caso que como ya es
sabido no tiene que ver con la falla misma de la función sino más bien con el modo en
que cada sujeto responde a la falla estructural de la función paterna. Es decir, la manera
en que esa falla se inscribe para cada quien.
Como consecuencia de la intervención anteriormente señalada, M trae al tratamiento un
truco de magia que aprende de un amiguito.
M: “¿Ves que no tengo nada en las manos?” me pregunta mostrando las palmas de sus
manos. Luego se frota enérgicamente las manos y me pide que sople.
M: “Aparecen pelitos ¿ves?”
A: “Hiciste aparecer los pelitos”
M: “sí, y mirá esto”
Realiza un nuevo truco de magia y agrega: “Mi amigo F. hace trucos de magia”
A: “¿Y dónde los aprende?”
M: “El papá se los enseña”
A: “¿Y tu papá no hace magia?”
M: “No. Cuando era chiquito le pregunté pero me dijo que no…”
A: “Bueno, pero que en está época te paguen en tu trabajo y te alcance la plata es cosa
de magia… Tu papá también debe ser mago”
Luego, este pequeño se aparece con un libro que le había regalado su padre tiempo
atrás: “La leyenda del Rey Arturo”. Esta leyenda cuenta la historia de un niño que es
adoptado por el mago Merlín quien le hace saber que es hijo de Uther, el rey de
Britania.
En la historia, Arturo se convierte en rey porque fue el único hombre de ese pueblo que
pudo sacar la espada que el rey Uther había dejado clavada en una piedra antes de
morir.
“Cierto día, una espada apareció clavada en una piedra (…) Grabadas en la piedra
había unas palabras: “quien alce esta espada será el rey de Britania”.
Fue así que el mago Merlín apareció, “se paró junto a la piedra y, dirigiéndose a Arturo
dijo: “Prueba tú” (…) Arturo con una extraña seguridad, dio un paso, tomó la espada
y la alzó como si la sacara de una vaina de cuero encerada”.8
Este cuento queda en el consultorio y dice traerlo para leer pero más adelante. Cada vez
que llega M, el libro lo espera sobre mi escritorio y él solo lo mira y a veces acaricia su
tapa. Mientras tanto sigue jugando a hacer aparecer y desaparecer cosas. La magia
parece reemplazar los robos.
Pues entonces cabe la pregunta: ¿A qué se debe esta sustitución entre robos y magia?
Sustitución que no se produjo “por arte de magia” sino que fue efecto de una
intervención: pensar a su padre como mago.
8 “La leyenda del rey Arturo”, pág. 12. Colección Grandes Clásicos. Barcelona, 2000.
50

Hasta ese momento su padre, para este niño era policía: en una de las primeras
entrevistas a padres, el papá de M se queja de que no le hace caso. Y qué quiere decir
que no le hace caso, le pregunto. A lo cual responde: “Y…para que haga la tarea tengo
que sargentearlo…”
Mientras su padre hace el papel de policía, a M no le queda más que jugar a ser el
ladrón; posición que le garantiza mantener algún vínculo con su padre. En este sentido,
Lacan sostiene que “sería necesario que el padre no sea solamente el nombre-del-
Padre, sino que represente en toda su plenitud el valor simbólico cristalizado en su
función. (…) El padre es siempre, en algún aspecto, un padre discordante en relación a
su función”…9. Ya sea por defecto o por exceso, la figura hace obstáculo a la función.
Entonces este padre que sostiene su lugar sargenteando, en definitiva no está a la altura
de su función ya que M de todas maneras queda respondiendo al “pase de facturas de su
madre” cuando la plata no alcanza. En lugar de ser su papá quien responde a esto, M lo
hace con su conducta sintomática.
De este modo, puede pensarse que la intervención sobre la magia, articulada a la
primera –el sol se esconde tras la nube-, permite el despliegue de dos cuestiones. La
primera de ellas es el despliegue de un juego en el análisis. Como consecuencia de un
efecto de corte en la cadena significante aparece algo diferente –un cambio de juego-
Juego de magia que acompañará todo el proceso de historización de este paciente.
La segunda cuestión a mencionar es que la articulación de ambas intervenciones abre la
posibilidad de que M se ubique de otra manera respecto a su padre. Esto es, que pueda
situarse en relación al deseo del padre. Tal como Lacan apunta en Dos notas sobre el
niño, la función del padre se juzga “en tanto que su nombre es el vector de una
encarnación de la Ley en el deseo”.
De esta manera, algo de la articulación entre ley y deseo se reestructura en ese momento
de la cura. Y tal como sucede en “La leyenda del Rey Arturo”, es el mago –el lugar del
analista en la transferencia- quien invita a Arturo a tener un saber acerca de su padre.
Cabe aclarar, con respecto al lazo que se constituye entre M y su padre que este fue
solidario de otro movimiento que tuvo que ver con el propio padre. En algunas
entrevistas con él se pudo trabajar su lugar como papá. Se cuestionó algunas cosas que
hacían a su propia relación con su padre e incluso pudo decir: “no sé ser papá de M”.
Afirmación que se iría transformando en una pregunta cuando pudo aceptar una
derivación para un espacio individual.
Como ya se dijo anteriormente, a partir de este momento se aviene el proceso de
historización en el tratamiento. “El camino de la restitución de la historia del sujeto
adquiere la forma de una búsqueda de restitución del pasado. Esta restitución debe
considerarse como el blanco hacia el que apuntan las vías de la técnica”.10
Esta restitución del pasado se produce a través de los juegos acompañados por la
palabra. Es así que intercalando con la magia, empieza a construir barcos, aviones y
trenes con papel. Construye un tren en el que viaja él y agrega a su mamá, su hermana y
su papá. Le pregunto entonces a dónde se dirige ese tren. Y responde que va hacia su
casa.
9 Lacan, J.: “El mito individual”, pág. 57 en Intervenciones y textos 1, Ediciones Manantial.
10 Lacan, J.: El seminario 1: “Los escritos técnicos de Freud”, pág. 27. Paidós, Buenos Aires.
51

A: ¿De dónde viene?


M: “No se”…
Un “no sé” que se irá convirtiendo en preguntas acerca de su origen, de su adopción, de
sus padres biológicos. Cuestionamientos que a la vez irá respondiendo con los pocos
datos reales que tiene, pero suficientes ya que el hecho de que “el sujeto reviva,
rememore, (…) los acontecimientos formadores de su existencia, no es en sí tan
importante. Lo que cuenta es lo que reconstruye de ellos”.11

En este recorrido clínico se intentó dilucidar la posición comprometida de un niño


respecto de la problemática parental. No será el robo como conducta socialmente
rechazada aquello que fundamente este análisis sino que ese robo denuncia una falla en
la transmisión simbólica y a la vez conlleva un padecimiento, que si bien no es puesto
en palabras al modo de un adulto, trae aparejadas consecuencias visibles en sus
relaciones de pares y en la escuela.
En síntesis, será el padecimiento de un sujeto niño aquello que justifique abordarlo
psicoanalíticamente. El desafío para el analista será, en todo caso, descifrar su
existencia.

11 Lacan, J.: El seminario 1: “Los escritos técnicos de Freud”, pág. 28. Paidós, Buenos Aires.

También podría gustarte