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INTRODUCCIÓN
Aunque hoy día ansiedad y angustia se utilizan de forma casi indistinta, el término anxietas
describe una vivencia más larvada y permanente, mientras que angustia tiene su origen en angor
y remite a una mayor intensidad y a un sufrimiento “somático” (angor deriva del verbo ango:
oprimir, estrangular, estrechar). El término fobia deriva del griego phobos, pánico que el dios
griego del mismo nombre generaba a sus enemigos. El común denominador de las fobias es la
angustia desplazada con un pretexto hacia objetos, actividades o situaciones específicas que son
vividas por el sujeto como temores irracionales, persistentes, exagerados y patológicos.
La ansiedad es uno de los síntomas más comunes visto por los psicólogos seguido por la
depresión. Tiene la función fundamental de alertar la persona de un peligro emocional y puede
aparecer dentro de una vasta gama de circunstancias diferentes. A menudo está acompañada de
síntomas fisiológicos como taquicardia, sudoración, tensión muscular e insomnio.
2. CLASIFICACIÓN
En la CIE-10 Las neurosis se mantienen agrupadas bajo el epígrafe “trastornos neuróticos,
secundarios a situaciones estresantes y somatomorfos” que recoge hasta siete categorías:
Por otro lado, en la década de los 60, Marks clasificó las fobias en:
3. EPIDEMIOLOGIA
Las cifras sitúan la prevalencia anual del trastorno de ansiedad generalizada entre un 1,2% -
3,1%, del trastorno de angustia con o sin agorafobia entre un 1,1% - 2,7%, de la agorafobia sin
historia de trastorno de angustia entre un 0,5% - 1,6%, de la fobia social entre un 1,3% - 6,8% y
de la fobia específica entre un 7,1% - 8,7%.
En general, las mujeres son dos veces más proclives a padecer trastorno de angustia y de
ansiedad generalizada que los hombres. La edad de inicio de ambos trastornos se sitúa entorno a
los 20 y los 40 años, y la duración media de los síntomas antes de recibir un tratamiento, en el
caso del trastorno de angustia, es de cinco años
La distribución de las distintas fobias varía según edad y sexo. En conjunto, la fobia social y las
fobias específicas suelen comenzar antes que otros trastornos de ansiedad. En la población
infantil son frecuentes los temores (90%) con una incidencia manifiesta a los tres años, y la
mayor parte van disminuyendo hasta desaparecer en la adolescencia.
Respecto al sexo, en estudios epidemiológicos, la fobia social es más frecuente entre las mujeres,
no obstante, en estudios con muestras de pacientes, la fobia social se distribuye aparentemente
por igual en ambos sexos. La fobia específica es más frecuente entre las mujeres, aunque
diversos autores señalan que la fobia a sangre – inyecciones – heridas se reparte igual entre
ambos sexos.
4. ETIOPATOGENIA
4.1. Factores Biológicos
a) Trastorno de ansiedad generalizada
• Genética. Los estudios sobre una posible base familiar y genética en el trastorno de
ansiedad generalizada muestran resultados poco definitorios. Aunque existen
estudios que avalan un patrón familiar, los estudios gemelares han arrojado
resultados contradictorios. En conclusión, la diátesis genética para el trastorno de
ansiedad generalizada no basta para explicar la aparición de todos los casos.
• Neuroquímica
- Noradrenalina (NA): resultados no homogéneos, aunque se propone una hipe-
ractivación NA central que produciría una regulación a la baja de los receptores
α2-adrenérgicos postsinápticos. A favor destaca la hiperactividad del locus
coeruleus (principal núcleo noradrenalínico del cerebro) y la eficacia de la
imipramina.
- Serotonina (5-HT): resultados inconsistentes en relación a una hiperactivación o
hipoactivación del sistema 5-HT, aunque se ha confirmado la importancia de algu-
nos subtipos de receptores (p. ej. 5-HT2C y 5-HT2A). A favor destaca la eficacia
de imipramina, venlafaxina y trazodona.
- Colecistoquinina (CCK): interacción con sistema NA y sistema GABA.
Implicación del receptor CCKB (muy extendido en el cerebro).
- Ácido γ-aminobutírico (GABA): regula la liberación de otros neurotransmisores
(NA, CCK y 5-HT). Destaca un descenso de la función del sistema GABA en el
trastorno de ansiedad generalizada.
• Función endocrina. El eje hipotálamo-hipófiso-suprarrenal (HHS) parece estar
hiperactivado en el trastorno de ansiedad generalizada, y probablemente contribuye a
perpetuar el trastorno. Aunque el factor liberador de corticotropina (CRF) ha sido
implicado en la inducción de la ansiedad en modelos animales, los datos en humanos
han resultado negativos. De todas formas, es conocida la hipercortisolemia crónica
en estos pacientes. Otro sistema evaluado es el eje tiroideo, aunque con resultados
menos claros.
• Neuroanatomía. Se han implicado de forma clara con estados de ansiedad las
siguientes estructuras: amígdala, hipocampo, corteza prefrontal, locus coeruleus y la
sustancia gris perisilviana. Sin embargo, destaca el núcleo central de la amígdala
como regulador de la respuesta vegetativa al miedo. Recibe aferencias sensoriales del
prosencéfalo y envía eferencias a la sustancia gris perisilviana (respuesta de huida,
bloqueo o defensa), al núcleo motor dorsal del vago (activación cardíaca), al núcleo
parabraquial (activación respiratoria), al núcleo paraventricular del hipotálamo, locus
coeruleus y a la región tegmentaria ventral (responsables de la activación del eje
HHS).
• Neurofisiología. El trastorno de ansiedad generalizada se ha asociado con
alteraciones de la función respiratoria y cardiovascular, respaldando la idea que la
preocupación crónica se acompaña de una disfunción del sistema nervioso vegetativo
(tensión arterial sistólica más baja después de levantarse, acortamiento del intervalo
entre latidos en el ECG, etc.). Destaca el perfil EEG del sueño con un descenso de la
fase de ondas lentas (sobre todo de la fase IV) y los cambios en las ondas alfa de bajo
voltaje, aunque sin ser estos cambios específicos de este trastorno.
Estudios de neuroimagen. Resultados en fase preliminar. Destaca la posible
alteración del flujo sanguíneo cerebral, con una disminución paradójica del flujo
durante el estrés quizás por la pérdida de la capacidad para elaborar una respuesta
adaptativa.
b) Trastorno de angustia
• Constitución y ansiedad: síndrome de hiperlaxitud articular, prolapso de la
válvula mitral y autoinmunidad serotoninérgica.
Es ya conocida la naturaleza hereditaria del trastorno de angustia. Las últimas
investigaciones para hallar las anomalías genéticas implicadas tratan de identificar un
endofenotipo que reuniría el trastorno de angustia, un biotipo asténico o ectomorfo y
las enfermedades médicas con las que se asocia muy a menudo. Una de las primeras
enfermedades que se asociaron con elevada frecuencia al trastorno de angustia fue el
prolapso de la válvula mitral (PVM). Posteriormente se ha comprendido el PVM
como una entidad propia del síndrome de hiperlaxitud articular (SHA), un trastorno
hereditario benigno asociado a un incremento de la flexibilidad del tejido conectivo.
El SHA ha resultado un potente marcador biológico subyacente a los trastornos de
ansiedad, en especial al espectro crisis de angustia/fobias, tanto en estudios
epidemiológicos, como en población general y en estudios clínicos con pacientes. La
tesis de la autoinmunidad en el trastorno de angustia se apoya en la observación de
un aumento de los anticuerpos antiserotonínicos y de los anticuerpos antiidiotípicos
dirigidos contra los receptores de serotonina. Entre otras asociaciones frecuentes con
el trastorno de angustia (además del SHA) se encuentran la fibromialgia, el síndrome
de fatiga crónica, el síndrome del colon irritable, el hipotiroidismo, el asma, la rinitis
alérgica, la sinusitis y una disfunción del sistema nervioso vegetativo. Cabe destacar
además, que la mayoría de los síntomas debidos a esta disfunción vegetativa
coinciden con los necesarios para diagnosticar una crisis de angustia. Existen es-
tudios genéticos, algunos con éxito relevante, que tratan de hallar una variante
familiar que reúna los rasgos psiquiátricos, del tejido conjuntivo, una percepción
aberrante del dolor y fenómenos autoinmunitarios.
• Neuroquímica
- Noradrenalina (NA): son varios los estudios que avalan el papel de la NA. Al
igual que en el trastorno de ansiedad generalizada, se especula sobre una
modulación a la baja de los receptores α2-postsinápticos tras la descarga NA
crónica. Destaca la producción de crisis de angustia tras la administración de
yohimbina y piperoxano (antagonistas α2-adrenérgicos). Eficacia de los
antidepresivos tricíclicos.
−Serotonina (5-HT): resultados muy limitados. Se conoce la importancia de algunos
subtipos de receptores (5-HT1A en las neuronas piramidales del hipocampo, etc.).
Importante en la regulación respiratoria, directamente relacionada con el trastorno
de angustia (sensibilidad patológica a la acumulación del CO2). Eficacia de los
ISRS.
• Función endocrina. El sistema NA y el eje HHS trabajan de manera “sincrónica”
para poder responder en situaciones de estrés. En el trastorno de angustia se ha
hallado una “desincronización” entre ambos sistemas, aunque la pérdida de la
sincronía no impide una activación moderada del eje HHS a la hiperactividad NA.
• Dióxido de carbono (CO2) y lactato. Tanto el CO2 como el lactato inducen
síntomas de angustia y han desempeñado un papel importante a la hora de diferenciar
el trastorno de ansiedad generalizada del trastorno de angustia. Mientras que la
inhalación de CO2 (5-35%) induce crisis en los pacientes con trastorno de angustia,
en los de ansiedad generalizada no los incrementa ni produce un aumento de
síntomas somáticos limitados. La infusión de lactato sódico incrementa la angustia en
ambos trastornos, con inducción de crisis en el trastorno de angustia.
• Modelos animales. Ansiedad por separación. Según Klein, el trastorno de angustia
responde a una alteración de los mecanismos biológicos innatos que subyacen en la
ansiedad por separación. Se basó en la observación de los autores clásicos sobre los
comportamientos etológicos de pánico en animales y, en el ser humano, en los
trabajos de Spitz y Bowlby sobre cuadros psíquicos similares en niños separados de
sus padres. Sin embargo, parece que el antecedente de ansiedad de separación no
resulta exclusivo del trastorno de angustia, más ligada incluso, a los estados
depresivos.
c) Trastornos fóbicos.
• Genética. Existen datos que avalan la naturaleza familiar de la fobia social. En los
familiares de primer grado de los pacientes con fobia social generalizada es tres
veces más frecuente el mismo diagnóstico. Los estudios gemelares son
contradictorios y no aclaran el grado de influencia genética o ambiental en la fobia
social. Por su vínculo con el trastorno de angustia, la participación de un factor
genético en la etiopatogenia de la agorafobia es más claro. En cuanto a la fobia
específica, se ha descrito un riesgo mayor de este diagnóstico entre los familiares de
primer grado de los pacientes, con un mayor componente genético en el subtipo
sangre-inyecciones-heridas.
• Neuroquímica. Aunque todavía incierta, en la fobia social se señala una
desregulación del sistema noradrenérgico y serotoninérgico central (hipersensibilidad
del receptor 5-HT postsináptico). Destaca la eficacia de los IMAO y antagonistas β-
adrenérgicos por liberar más adrenalina o noradrenalina.
• Pentagastrina y dióxido de carbono (CO2). Se han utilizado diversos estímulos
ansiógenos en los pacientes con fobia social, pero ninguno de los síntomas
provocados se asemeja a los síntomas fóbicos habituales de los sujetos. Por lo tanto,
este fenómeno obedece más a una activación basal que a una clave etiopatogénica
específica de la fobia social.
• Neurofisiología. Los estudios del sueño y de la reactividad vegetativa en los
pacientes con fobia social no han mostrado alteraciones significativas.
- Estudios de neuroimagen. Escasos estudios en la fobia específica, con resultados
no concluyentes. En la fobia social se han realizado más estudios con algún
hallazgo significativo, pero con una metodología muy distinta que impide extraer
conclusiones. Mediante SPECT, destaca una densidad muy inferior de puntos de
recaptación de dopamina en el cuerpo estriado, asociado, por lo tanto, a una
desregulación del sistema dopaminérgico.
4.3. Personalidad
a) Trastorno de angustia y trastorno de ansiedad generalizada
Existen autores que defienden que estos trastornos son en realidad una constelación de
rasgos de personalidad desadaptativos, una personalidad alterada en su desarrollo
caracterial y en su infraestructura neurovegetativa o temperamental (estructura y
funcionamiento innato del sujeto; ver constitución y ansiedad). El rasgo de ansiedad
puede definirse como una disposición bastante estable para responder con un estado de
ansiedad a una amplia gama de situaciones. Además, el rasgo de ansiedad se asocia a
una tendencia a la preocupación y a una estimación alta del peligro. Así pues, el
trastorno de ansiedad generalizada podría ser el resultado de un estilo de afrontamiento
caracterizado por hiperactivación y preocupación ante el más mínimo estrés.
Cloninger ha propuesto un modelo para explicar la ansiedad crónica mediante la
combinación de rasgos temperamentales. En concreto, propone que un grado
extremadamente alto (sobrevaloración del riesgo) o bajo (alto riesgo de experiencias
traumáticas) de evitación del daño predispone a la ansiedad crónica. Además,
distingue a las personas con “ansiedad somática” (búsqueda elevada de novedades y
baja evitación del daño) de las personas con “ansiedad cognitiva”, más propia del
trastorno de ansiedad generalizada (baja búsqueda de novedades, baja dependencia de
la recompensa y elevada evitación del daño).
b) Trastornos fóbicos
Al igual que en otros trastornos de ansiedad, se han descrito unos rasgos de
personalidad fóbicos que, en el caso de la fobia social, por ejemplo, se han empleado
como base del trastorno de personalidad por evitación. Entre estos rasgos están el
constante estado de alerta y la actitud de huida, que mantiene al sujeto en una
alternancia entre pasividad y desafío. En concreto en la fobia social, la timidez es un
rasgo de la personalidad que se inicia, en general, en la niñez (de calidad más
medrosa) o la adolescencia (de calidad más introspectiva). En los estudios con
gemelos se ha descrito un componente genético. Aunque muchas personas con fobia
social se confiesan tímidas, no es un hallazgo universal. A la inversa, muchas personas
tímidas no cumplen los criterios de fobia social.
5. CLÍNICA
Los síntomas somáticos pueden manifestarse de forma brusca (crisis de angustia o ataque
de pánico) por una descarga súbita y aislada del sistema nervioso vegetativo junto a un
minutos.
Según el DSM-IV-TR, los 13 síntomas que constituyen una crisis de angustia son los
siguientes:
mitigadas con menos síntomas (crisis sintomáticas limitadas) o crisis sin componente
consultas médicas no psiquiátricas entre los pacientes con crisis de angustia en los
sobreañadir síntomas depresivos como tristeza, apatía, astenia intensa, desinterés, pérdida
del impulso vital, etc. Como en el trastorno de angustia, aunque sin una manifestación
crítica de los síntomas, en la ansiedad generalizada los síntomas vegetativos son variados
y pueden remedar a una serie de enfermedades médicas, de modo que suelen ser
• Inquietud • Irritabilidad
otros.
5.3. Fobias
estudio, las fobias pueden agruparse en tres conjuntos con características distintas:
Agorafobia
Es la más frecuente (60%). Según la APA, consiste en evitar situaciones de los que
podría resultar difícil escapar, o en las que no se podría disponer de ayuda en caso de
con la gente o hacer cola, cruzar un puente o viajar en autobús, tren o automóvil, y
angustia.
Fobia específica.
La angustia se desplaza hacia un estímulo concreto. El grado de afectación depende
pacientes con fobia a la sangre y a las heridas en vez de manifestar una activación
característica del sistema nervioso para la huida, se paralizan o se desmayan por una
Fobia social
Existe una angustia intensa y persistente ante situaciones donde el paciente se siente
observado por personas desconocidas, o que precisan de una interacción social o una
6. EVOLUCIÓN – PRONÓSTICO
El curso del trastorno de angustia suele ser crónico con fluctuaciones. Un 50% de los pacientes
remiten. La respuesta al tratamiento es rápida, pero son frecuentes las recaídas tras el abandono
temprano de la medicación.
El trastorno de angustia se puede complicar con la presencia de otras enfermedades, incluso otros
trastornos neuróticos (fobia social, trastorno de ansiedad generalizada, fobia específica, trastorno
Comienza hacia los 20 años, pero con peor evolución en pacientes con manifestaciones antes de
los 10 años por su efecto en el carácter. La remisión prolongada sin tratamiento se da pocas
veces.
La evolución a largo plazo varía. La intensidad depende de diversos factores, entre ellos la
según el grado de generalización. Las fobias tanto específicas como sociales pueden empeorar su
paralelamente al tratar el trastorno de angustia, aunque puede llegar a cronificarse con un peor
pronóstico. La agorafobia sin historia de trastorno de angustia tiene, de entrada, peor evolución.
7. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
diferencial del trastorno de angustia, el trastorno de ansiedad generalizada y las fobias con otros
trastornos psiquiátricos.
fisiológicos directos de una enfermedad médica (siempre que no sean exclusivos de un estado de
debido a enfermedad médica o inducido por sustancias, con la posibilidad de especificar si existe
sintomatología compatible con ansiedad generalizada, con crisis de angustia, con síntomas
obsesivo-compulsivos o con síntomas fóbicos (en este caso, sólo si es ansiedad inducida por
sustancias). Entre las enfermedades médicas que pueden producir típicamente crisis de angustia
miocardiopatía), los trastornos comiciales, los trastornos del sistema vestibular y los trastornos
carcinoide). La tabla 5 muestra otras enfermedades médicas que pueden cursar con síntomas de
angustia. Es importante la realización de una anamnesis médica correcta, una exploración física
(ECG, analítica con glucosa, calcio, función hepática, función renal y tiroidea) y un cribaje de
consumo de tóxicos, sobre todo ante síndromes atípicos o inicio de los síntomas en edades por
8. TRATAMIENTO
Es conocida la eficacia de los antidepresivos para yugular las crisis de angustia. Existen
diversos estudios que avalan la eficacia de los ISRS para el tratamiento de la ansiedad,
entre ellos:
• Escitalopram
La información relativa a la eficacia de los adt procede de estudios con:
• Desipramina
• Nortriptilina
• Tranilcipromina
Se han mostrado tan eficaces o más que los ADT, aunque sus efectos secundarios
También existen estudios que recomiendan las benzodiazepinas para tratar el trastorno
de angustia, como:
• Lorazepam
• Diazepam
Otros fármacos utilizados con más o menos eficacia son el antidepresivo de acción
Los antidepresivos también se han utilizado para el tratamiento del trastorno de ansiedad
generalizada. Cualquier ISRS, los ISRN o los ADT pueden ser útiles para el tratamiento a
largo plazo de la angustia crónica. En la angustia a corto plazo pueden utilizarse las
tratamiento avaladas por ensayos clínicos son la buspirona (agonista 5-HT1A) a dosis de
dosis de 150-600 mg/ día. Los antipsicóticos atípicos no han probado su eficacia en el
relajación muscular.
Como tratamiento farmacológico pueden utilizarse como primera línea los antidepresivos
más eficaz de la fobia social. Otros medicamentos utilizados son la venlafaxina, los
ßbloqueantes (20-40 mg/día) de forma puntual (no en formas generalizadas) y las
8.4. Agorafobia
terapias de exposición gradual in vivo (en les primeras exposiciones pueden administrarse
bloqueantes.