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Las cigüeñas llegan, como todos los años, se enborrachan y hacen fiesta de un
modo muy pintoresco. Luego, se dirigen al circo, para repartir los bebés a sus
respectivas mamás. La señora Jumbo, una elefanta joven y primeriza espera
su anhelado hijo, sus esperanzas se ven defraudadas cuando las otras futuras
mamás reciben a sus hijos y a ella no la elige la fortuna. Sus ojos brillando
hacia las nubes nos develan sus anhelos, su deseo de tener un hijo se ahonda
con su soledad. Finalmente, se avecina una cigüeña un poco débil para cargar
semejante bulto, que lleva al ansiado elefante. Pero, el esperado retoño, tiene
un defecto, sus orejas son demasiado grandes. Su madre, no identifica esta
deformidad y sólo puede quedarse embelesada con el pequeño. Las otras
elefantas lo ridiculizan cambiando su nombre de Jumbo por Dumbo (en inglés,
dumb es un término despectivo para referirse a los mudos, aunque en la
versión en Español, dicen que "Dumbo" quiere decir "Tonto"). Es ridiculizado
por sus grandísimas orejas, aunque más tarde descubra que gracias a ellas
puede volar usándolas como alas.
Este film nos invita a reflexionar acerca de algunas cuestiones éticas, como: el
lugar del mito en la constitución subjetiva y el deseo de la madre como
profilaxis para la autoestima.
Los niños y niñas quieren saber sobre la diferencia sexual. Ellos investigan lo
sexual. Sin embargo, nada quiere saber de aquello que motiva su
investigación. Esta pulsión epistemofílica muestra que el ser humano nada
quiere saber de la falta. Tanto el niño como la niña parten de la premisa
universal del pene, esta creencia se confronta con la diferencia de los sexos. El
niño al confrontarse con la diferencia siente la “amenaza” de ser castrado, la
niña que no lo tiene, lo “envidia”. La castración es la consecuencia inmediata
de la confrontación entre la premisa universal del pene (falo) y la diferencia
sexual.
Inhibición, compulsión y sublimación son para Freud los tres destinos del
empuje de saber causado por el encuentro traumático del niño con la
sexualidad. En los tres casos la búsqueda de saber queda marcada por la
represión sexual: la prohibición resultante recae en el primer caso sobre la
investigación sexual, en el segundo sobre su fin y en el tercero sobre su objeto.
El saber sexual sigue siendo un saber prohibido. Si la prohibición actúa sobre
el saber sexual, es porque éste descansa en una suposición basada en que
este saber sería un goce prohibido, con la connotación incestuosa que esto
implica para el sujeto. A partir de este momento comprendemos por qué este
saber causa horror. Este horror de saber constituye el límite del saber permitido
que impone, como borde, su estructura.