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1Estas cuatro horas pueden ser implementadas de acuerdo con los espacios que tengas disponibles de acuerdo
con tus jornadas de trabajo. Lo importante es que cada uno de los momentos planteados se puedan realizar.
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Teniendo en cuenta que para proyectar la práctica pedagógica es fundamental
conocer, observar, escuchar e identificar los intereses, los miedos, las
inquietudes, las formas de relacionarse, de comprender y transformar el mundo
de los niños y las niñas, y reconocer las capacidades y potencialidades de las
familias. De acuerdo a esto, queremos invitarte a que pienses en tu grupo de
niños y niñas y a que identifiques:
• ¿De qué manera interactúan con sus pares y con los adultos?
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Reconocer los puntos de
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partida en la práctica
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pedagógica
1 hora y 30 minutos
• ¿Cómo se expresan? __________________________________________
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Identificar retos para _____________________________________________________
fortalecer la práctica _____________________________________________________
pedagógica _____________________________________________________
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1 hora _____________________________________________________
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En mi trabajo con niños de tres a cinco años, me maravillo frecuentemente con su capacidad de
asombro y su imaginación. Es fácil verlos entreteniéndose con sucesos simples a los ojos de los
adultos, como caminar una y otra vez sobre las hojas secas que hay en el parque y creer que son
unos tiranosaurios; pasar horas hundiendo objetos en un balde con agua e imaginar que están en
una gran tormenta marina, o jugar al lobo y sentir que son los lobos más feroces sobre la faz de
la tierra. Así, con esa naturalidad, los niños empiezan a plantearse preguntas sobre hechos
científicos: ¿por qué hay objetos que no se hunden en el agua?, ¿por qué las hojas verdes no
suenan al pisarlas?, ¿por qué las estrellas no salen de día?, ¿por qué ya no hay dinosaurios?
Las preguntas de los niños me han llevado a preguntarme en dónde están la lectura y la escritura
y en qué momento se unen con nuestros proyectos de aula. Yo pienso que la lectura y la escritura
están ahí permanentemente: cuando jugamos al lobo, o al puente está quebrado; cuando les
ofrecemos espacios para garabatear y dibujar, cuando les permitimos plantear sus inquietudes y
sus hipótesis, o cuando discutimos en el salón sobre cómo construir una nave espacial. Los
proyectos se construyen así, con esas preguntas, con esas necesidades e intereses de los niños,
que nosotros captamos y les ayudamos a materializar.
Sin detenerme en planteamientos teóricos, les contaré lo que ocurrió con un grupo de quince
niños, de cinco años, en busca de las respuestas a sus inquietudes e intereses del momento.
Verán cómo nuestro trabajo cotidiano se fue enriqueciendo con las lecturas que llegaban a
nuestras manos y cómo las situaciones mismas nos llevaron a ese encuentro, lleno de sentido,
con el lenguaje escrito.
Un día, cuando los niños jugaban libremente en el salón con las mesas volteadas a manera de
barco, un grupo de ellos decidió viajar a Egipto. Al llegar allí, una niña se nombró “faraona”. Otros
niños optaron por viajar al bosque y ser los exploradores que se encontraban con los lobos; otros
hicieron de lobos, y así transcurrieron cerca de veinte minutos, todos absortos en su juego.
Entonces observé cómo los lobos entraban al mundo de los egipcios y les aullaban…
Mi postura durante esta actividad era de escucha y observación; eventualmente hacía preguntas
sobre lo que iba sucediendo: por ejemplo, si habían llegado de día o de noche o si hacía calor o
frío. En el desarrollo de estos dos mundos paralelos, la niña que se nombró “faraona” también se
“ordenó” como la jefa de los lobos, y paulatinamente, hizo que todos, tanto los lobos como los
Me pareció interesante generar una discusión sobre el conocimiento que los niños tenían sobre
los egipcios y les pregunté: ¿Qué hace un faraón? He aquí las respuestas que me dieron:
-Es el que manda en Egipto.
-Es como un rey.
-Cuando muere, lo envuelven y lo hacen momia.
-Y lo entierran con sus juguetes y sus tesoros.
Así surgió la posibilidad de desarrollar con ellos “El mundo de los egipcios”. Cada niño “escribió”
sus preguntas e hipótesis, empleando su propio código y yo simplemente fui “traduciendo” lo que
ellos habían escrito a su manera:
Colgamos las preguntas en un cartel, en el salón, y dejamos espacio para ir escribiendo otras
preguntas que pudieran surgir en el camino. Luego decidimos pintar el desierto donde quedaba
“Egipto, el de los faraones” y realizamos un listado de las cosas que querían hacer:
-El desierto
-El río Nilo con los cocodrilos
-Las pirámides.
-Sus tesoros: collares, coronas y pulseras.
Para hacer el desierto, opinaron que lo mejor era hacerlo con arena, obviamente traída de la
arenera del parque, y decidieron pintar sobre cartulina, mezclando vinilo amarillo, arena y
pegamento. Poco a poco fuimos armando nuestro gran mural del mundo de los egipcios y, durante
el semestre, se pobló con pirámides, dioses, templos, obeliscos….
Una mañana, uno de los niños que inicialmente jugaba a los lobos del bosque trajo un libro sobre
las momias: Cita con las momias, de John Malam, y nos mostró que cuando un Faraón moría, lo
momificaban y lo ponían en un hermoso sarcófago. Una niña dijo: “las vendas son parecidas a las
que usa mi mamá para adelgazar”. Entonces decidimos hacer un sarcófago, que fue puesto en la
entrada de nuestro salón. Y comenzaron a hacer las joyas de los faraones y las reinas, pues ya a
esta altura del trabajo, sabíamos que sí existieron mujeres que gobernaron a los egipcios. Con
este libro ocurrió algo muy especial: los niños casi le exigieron a su compañero que lo dejara en
el salón, pues diariamente lo tomaban y hacían pequeñas “lecturas” entre ellos, guiándose por las
ilustraciones que observaban, alimentadas con toda la información que habían ido descubriendo
con las charlas y las lecturas de otros textos. En este mismo libro conocimos algunos dioses y
escribimos sus nombres en tarjetas que luego comenzaron a comparar con la escritura de sus
propios nombres; así observaron que tenían algunas letras en común.
Otra mañana nos visitó la mamá de un niño del grupo, que venía a hablarnos sobre Tutankamón,
el faraón más joven. Desde ese día todos quisieron ser ese faraón y yo los veía correr de un lado
a otro en los recreos jugando a que “eran faraones… ¡luchando contra los Power Rangers!”. Otro
En otra ocasión, una niña trajo un artículo sobre los egipcios, que su papá le había sacado de
Internet, y otro llegó con el último número de la revista National Geographic que hablaba sobre el
tema. Así, con el material escrito que llegaba, el trabajo se iba enriqueciendo cada vez más y, con
esa información de diferentes fuentes, que nos ayudó a resolver y a contrastar las preguntas de
los niños, decidimos hacer nuestro propio libro. Para armarlo, organizamos un listado de las cosas
que ellos consideraban importantes y cada uno quiso escribir los textos del libro con su propio
código. Cada momento del proyecto fue una oportunidad para jugar y fantasear, para encontrarse
con libros que ampliarían las fronteras de su imaginación y para convertirse en los creadores de
un libro propio, con sus escrituras y sus ilustraciones particulares.
Para que los niños lleguen a desarrollar trabajos como este, ha sido necesario alimentarlos desde
temprano con una gran variedad de experiencias y situaciones en las que han ido adquiriendo
todo lo necesario para salir de viaje y apoderarse del mundo entero. Las múltiples entradas al
mundo de las historias, el arte, la música y los libros, desde que son bebés, les han mostrado que
hay otros lenguajes, diferentes al lenguaje cotidiano: lenguajes que encierran otra simbología, que
se organizan de otra manera –de múltiples maneras- y que permiten ingresar a esos “mundos
posibles”, para habitarlos y reconocerse en ellos.
En estos momentos es cuando considero que mi papel es el más afortunado, pues me permite no
perder nunca ese deseo de conocer y de maravillarme con todo, y sentir esa delicia de estar
entrando y saliendo del mundo fantástico: ese mundo por el que se mueven los niños con tanta
naturalidad y que los conecta con la lectura y la escritura.
-Egipto. En busca de la tumba de Osiris. The Templar Company. Barcelona, Random House
Mondadori, 2008
-Cita con las momias. Malam, John. Barcelona, RBA Molino, 2005.
-Maravillas de la antigüedad. Wood, Tim. Belgrano, Sigmar, 2002.
-La tumba egipcia. Claude Delafosse. México, Océano Travesía, 2008.
-El antiguo Egipto. Lloyd, Rob. Reino Unido, Usborne Publishing, 2008.