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tanto doctrinantes nacionales como extranjeros coinciden, de una u otra manera, al entender
como derecho procesal general el conjunto de preceptos, principios, valores y sistemas que rigen
la función jurisdiccional del Estado a fin de garantizar los derechos y con ello la observancia del
ordenamiento jurídico.
podemos afirmar que el derecho procesal laboral es aquel sistema de principios, valores y
preceptos que rigen la función que cumplen los jueces que conforman las ramas Laboral y de la
Seguridad Social de la jurisdicción ordinaria.
La ley, entendida en su sentido amplio o material, junto con los principios generales del derecho, la
jurisprudencia, la doctrina, la equidad y la costumbre, constituyen las fuentes formales que dan
presencia efectiva al derecho procesal laboral y de la seguridad social.
De igual manera, hacen parte de la legislación procesal del trabajo el conjunto de estatutos
dictados por el Congreso de la República y que tienen por objeto regular el trámite de los procesos
laborales y en general la conformación y organización de la rama laboral de la jurisdicción
ordinaria.
es de importancia radical, que las normas del cgp se aplicarán en lo laboral no por vía de la
analogía contenida en el artículo 145 del cpt y de la ss sino, por vía directa por remisión del artículo
1.° del cgp. En este sentido, ya no queda a voluntad del juez aplicar o no los preceptos del cgp a la
actuación laboral en lo no reglado en su propio código, sino que es un imperativo legal.
Siguiendo al maestro Francesco Carnelutti,16 debemos entender por proceso «la suma de los actos
que se realizan para la composición. del litigio». En cambio, el procedimiento es «el orden y la
sucesión de su realización»
podemos intentar definir el proceso laboral como el conjunto de actos sucesivos y dinámicos
desarrollados por los sujetos procesales que buscan solucionar, mediante sentencia, los conflictos
jurídicos de competencia de las ramas laboral y de la seguridad social de la jurisdicción ordinaria.
Por mandato del artículo 144 del CPTSS a su trámite hay que recurrir para solucionar las
controversias que no tengan señalado uno especial. Este proceso ordinario a su vez tiene dos
modalidades: el de única y el de primera instancia.
Está reglado en los artículos 70 a 73 del cpt y de la ss. En estricta técnica jurídica este proceso debe
hacer parte de los especiales por tener asignado un procedimiento de esa naturaleza el cual es
sustancialmente diferente al ordinario de primera instancia
Según el artículo 9.° de la Ley 712 el cual reformó el 12 del cpt, son de única instancia los procesos
que tengan una cuantía que no excedan los 10 salarios mínimos legales y mensuales vigentes. Esta
norma a su vez ha sido modificada por el artículo 46 de la Ley 1395 de 2010 en el sentido de fijar
una suma equivalente a veinte salarios mínimos mensuales o menos para constituir un proceso de
única instancia
Lo regula el cpt y de la ss en sus dos instancias en los artículos 74 a 85A. Al igual que el de única,
está determinado por la cuantía de la pretensión y la naturaleza de la relación jurídica material.
Tienen este carácter los procesos con cuantía superior a los veinte salarios mínimos legales
mensuales vigentes según el artículo 46 de la Ley 1395 de 2010.
Judiciales. Cuando lo adelantan los funcionarios que conforman la rama laboral de la jurisdicción
ordinaria,
y Arbitrales. Si lo hacen los particulares que solo temporalmente y con dicho fin asumen
jurisdicción.
Desde este punto de vista el proceso puede ser contencioso y voluntario. Si hay litigio es lo primero
y si no lo hay, lo segundo.
• Procesos de conocimiento
• Procesos ejecutivos
Mediante los primeros se persigue «darle certeza al derecho material contenido en la pretensión»,
y con los segundos «obtener la plena satisfacción de una pretensión u obligación»18 ya reconocida
judicial o extrajudicialmente. Los procesos ordinarios, el de fuero sindical, el de arbitramento y el
sumario son de conocimiento.
A su vez los procesos de conocimiento pueden asumir la forma dispositiva o declarativa. La primera
se presenta cuando el órgano encargado de administrar justicia tiene la facultad de fallar el asunto
en conciencia, esto es, sin estar sujeto a la normatividad preexistente tal como sucede con el
proceso de arbitramento de conflictos económicos.
Entendemos por tales los postulados político-jurídicos que sientan las bases de la administración
de justicia y del proceso, «Significativos de una ideología, con un contenido axiológico que implica
la definición de una categoría ordenadora, es decir, la opción por una de las diferentes alternativas
que el momento histórico puede ofrecer»
Por su naturaleza absoluta no pueden tener carácter polémico, son reales y no admiten formas
mixtas ni contradictorias de similar validez, lo que le impone al legislador la obligación de no optar
por posiciones eclécticas. Su origen es eminentemente constitucional sin que con ello se quiera
decir que en toda referencia procesal que haga la constitución se establezca un fundamento de tal
naturaleza. Cumpliendo esas características encontramos los siguientes postulados:
Se desprende de los artículos 2.°, 3.°, 23, 116 y 228 de la cp. Se presenta como la contrapartida de
la prohibición de que los hombres puedan ejercer justicia por su propia mano.
Es llamado también principio de reserva o legalidad. A nivel internacional lo desarrollan los arts. 7.°
y 8.° de la Declaración de los Derechos del Hombre, 10 y 11 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos y también en el Pacto de los Derechos Civiles y Políticos.
Enseña la filosofía de ese conjunto de preceptos que toda persona contra la que se ha iniciado una
actuación procesal debe ser escuchada en garantía de su derecho fundamental de defensa.
Procesalmente, tal principio tiene desarrollo cuando las partes pueden aportar pruebas,
controvertirlas, impugnar decisiones judiciales, etc
Se predica la autonomía del juez no solo respecto de los demás órganos del Estado, sino también
de cualquier persona natural o jurídica DE de derecho público o privado, que pueda tener interés
directo en los resultados de la actuación judicial.
Busca este principio que el amparo otorgado por el Estado a sus asociados sea efectivo sin que ello
presuponga el acogimiento obligatorio de las pretensiones que eleven cuando estas resulten legal
y probatoriamente infundadas.
En criterio de la Corte Constitucional,7 este principio tiene su fundamento explícito en los artículos
243, 291 y en el preámbulo de la Constitución.
En el primero por cuanto al calificar de «constitucional» la cosa juzgada a la que hacen tránsito
«los fallos que la Corte dicte en ejercicio del control jurisdiccional, es porque supone el principio
genérico».
En el segundo, porque allí se consagra el principio del non bis in idem y la obligación del juez de
resolver en sentencia definitiva el conflicto, todo lo cual impide la existencia de más de un proceso
habiendo identidad en los hechos que lo fundamentan, de las partes comprometidas en él y de las
pretensiones.
Y en el preámbulo, por cuanto «[...], mal se puede asegurar la justicia y garantizar un orden justo si
el marco jurídico que se disponga fundamenta el concepto de justicia sobre la base de la
incertidumbre».
«El (juez) superior no podrá agravar la pena impuesta cuando el condenado sea apelante único»,
tiene establecido el art. 31 de la C. P..
2.10. La favorabilidad
En materia del derecho del trabajo es un principio que tiene aplicación, pero en el derecho
sustancial. En forma particular lo consagra con tal contenido el artículo 53 de la cp.
La declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 7.°, establece que: «Todos son
iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley».
En el campo del derecho procesal significa lo anterior que no pueden existir actuaciones
procesales privilegiadas y que dentro de ella las partes deben gozar de iguales derechos,
oportunidades y garantías que el juez como director del mismo tiene que garantizar.
Tienen fundamento legal y se constituyen en el mecanismo idóneo para desarrollar y concretar los
fundamentos constitucionales del derecho procesal.
En la práctica, hace referencia en principio al papel del juez en relación con las facultades-deberes
que a él le incumbe ejecutar.
En lo que no queda duda alguna es que el principio del juez director del proceso, en concordancia
con las normas de los artículos 50 (facultades ultra y extrapetita), 53 (rechazo de pruebas y
diligencias inconducentes), 54 (pruebas de oficio) y otras más, constituye la herramienta clave para
lograr una efectiva oralidad procesal y con ella la inmediación, la concentración y la celeridad
reclamadas.
Según las formas del procedimiento y de los actos procesales sean fijados por las partes, la ley o el
juez, surgen tres posiciones frente a este tema: la legalidad de las formas, la judicialidad de las
mismas y su libertad.
En el derecho laboral colombiano prevalece la legalidad de las formas por cuanto ellas han sido
fijadas por el legislador y, salvo excepciones, son irrenunciables por las partes.
En el cpt y de la ss tiene expreso acogimiento el principio de la judicialidad de las formas, pero solo
de manera subsidiaria para el caso en que, conforme al art. 40, los actos procesales no tengan una
forma legal preestablecida.
El referido precepto gira alrededor de tres puntos cardinales: i) el artículo 230 de la cp, ii) la
obligación de los jueces que quieran apartarse de la «Doctrina Probable» a exponer en forma clara
y razonada los fundamentos jurídicos de su decisión y, iii) la obligación del operador judicial de
justificar el cambio de criterio respecto de casos análogos.
Definida como «el conjunto de reglas de conducta, presididas por el imperativo ético, a que deben
ajustar su comportamiento procesal todos. los sujetos procesales (partes, procuradores, abogados,
jueces)».13 El concepto moral comprende los de buena fe y lealtad.
Se tienen como tales «las formas metódicas aptas para el desarrollo de los presupuestos político-
jurídicos del Derecho Procesal».
Según el tratadista argentino, se caracterizan por ser relativos ya que no existen en sus formas
puras, se combinan; son neutrales en cuanto son ajenos a cualquier sistema de valores, y son
intercambiables porque aun en su forma opuesta pueden coexistir en un mismo ordenamiento
jurídico.
Se clasifican así por el conocimiento y dominio que de la ciencia jurídica poseen. Los primeros lo
tienen, los segundos no.
En nuestro sistema legal se han consagrado los dos sistemas; el primero como regla general y el
segundo como excepción, pues lo que se busca con el sistema de los jueces no técnicos no es
reemplazar la función jurisdiccional del Estado sino complementarla y en ocasiones
descongestionarla.
Al referirse a los jueces de paz la Corte Constitucional dice que «se trata, en últimas, que personas
que en principio no cuentan con una formación jurídica, pero que son reconocidas dentro de la
comunidad a la que pertenecen por su capacidad, su ecuanimidad y su sentido de la justicia,
puedan ocuparse de asuntos que por su sencillez no ameriten el estudio por parte de la rama
judicial, ni impongan un conocimiento exhaustivo del derecho»
El art. 31, inciso 1.° de la cp permite la existencia de los dos sistemas en el derecho colombiano al
establecer como regla general el sistema de la doble instancia y el de la única como excepción.
También existe un recurso extraordinario (casación) que, si bien en nuestro ordenamiento jurídico
no constituye una tercera instancia, sí lo es en otros países.
Supone una organización jerárquica de la rama judicial. Los jueces de inferior categoría que por
regla general conocen de la primera instancia o de la única son unipersonales (civiles municipales,
promiscuos, laborales y civiles del circuito). En cambio, los jueces encargados de la segunda
instancia o de los recursos extraordinarios son generalmente pluripersonales, aunque no
necesariamente colegiados por cuanto toman sus decisiones por salas especializadas o de
decisión, mas no como entidad plena, salvo determinadas excepciones.
históricamente se conocen dos sistemas: el oral y el escrito. El primero es llamado por los
procesalistas del derecho civil proceso por audiencias.
La oralidad, sin duda, es un sistema con ventajas plausibles por sobre la escrituración, como las de
«concentración de los actos procesales en una o varias audiencias; en la eliminación de los
traslados, de las notificaciones y, en especial, de los incidentes; en la mayor rapidez de los trámites;
en impedir la delegación de la función judicial; en asegurar la inmediación del magistrado con las
partes y los testigos; en el contacto directo con los elementos de prueba, y en la mayor libertad en
la apreciación de ésta»
Como los sistemas oral y escrito, el público y secreto atienden especialmente a la forma en que
tienen operancia la expresión y la difusión de la actuación procesal. Cuando la difusión no tiene
más límites que los que se desprenden de «la policía de audiencia», estamos frente a un sistema
procesal público. En cambio, cuando la difusión procesal es condicionada, el sistema es secreto, el
cual en buena hora se encuentra excluido de la mayor parte de los sistemas democráticos del
mundo.
Se pueden definir como las normas o parámetros que rigen la actividad procesal de las partes.
Miran en consecuencia al desenvolvimiento de cada uno de los actos procesales que estructuran el
todo llamado proceso.
Responden a una naturaleza técnico-jurídica más que política y pueden ser variadas por el
legislador sin mayores condicionamientos, pero siempre sometidas a los sistemas procesales
adoptados, a los principios generales del derecho procesal y a los fundamentos constitucionales
del mismo
Las reglas técnico-procesales «[...] se implementan de acuerdo con las condiciones sociales,
económicas y culturales y que vienen a otorgar individualidad al respectivo sistema procesal,
porque a diferencia de los principios que son comunes a todos, las reglas técnicas, que también se
denominan subprincipios o principios técnicos, se adoptan por conveniencia, empleando las que
sean adecuadas en el momento para el logro de la buena justicia»
Las reglas técnico-procesales asumen características más o menos acentuadas en una u otra rama
del derecho procesal, pero sin dejar de ser las mismas. En derecho procesal laboral, este hecho
unido a la circunstancia de haber sido consagradas expresamente unas determinadas reglas en el
código de la materia ha llevado a tratarlas como principios autónomos y propios del derecho
procesal laboral cuando en el fondo carecen de esas connotaciones.
Se encuentra establecida de manera expresa en el art. 117 del cgp. El laboral no la establece
explícitamente, aunque con facilidad se deriva de algunas de sus normas, tal como sucede con los
arts. 25 y 31 respecto de la oportunidad para pedir pruebas, el 74 que regla el término para
contestar la demanda; el 28 sobre la oportunidad de adicionar y corregir la demanda, el 63 y el 65
que establecen la oportunidad para interponer los recursos de reposición y apelación y, en general,
del objeto mismo del proceso y de su dinámica todo lo cual lo conduce a un fin (la sentencia) sin
posibilidad (salvo expresas excepciones) de retrocede
5.2. Poderes ultra y extra petita del juez laboral. La regla técnica de la congruencia y los derechos
fundamentales