Está en la página 1de 2

Haciendo lo que tememos, disolvemos nuestro temor.

Cuanto más veloces huimos del miedo, más grande y fuerte se hace
éste.
Mirémoslo (con consciencia) de frente.
El tiempo nos dirá si sólo es un virus en nuestro Yo Falso o si nos está
protegiendo de un peligro.

El miedo que paraliza y deprime es el miedo neurótico que impide la


acción.
Se trata de una emoción-sentimiento que sintoniza con viejas
tensiones y heridas no resueltas.
El temor que se disfraza de inseguridad muchas veces hace referencia
a duelos sumergidos cuyo recuerdo nos inunda de ansiedad e induce
a conductas crispadas.
El miedo nace de la memoria del dolor y brota en racimos de
pensamiento conectados al recuerdo.
Se trata de ideas neuro-asociadas que conforman la creencia de que
aquello que uno rechaza, puede volver a suceder.
En realidad, si no hay memoria no hay miedo.
Por este motivo, los inocentes se enfrentan con tranquilidad
“irresponsable” a muchas situaciones de alto riesgo.
Los inocentes no proyectan experiencias anteriores y, en
consecuencia, no temen la llegada de la supuesta desgracia.

Conviene mirar al miedo de frente y preguntar, ¿qué temo en


realidad?, ¿qué sería lo peor que podría pasar?

Confiar es una opción saludable.


Tras problemas aparecen las soluciones y toda dificultad fortalece y
enseña.
La confianza también brota desde la facultad intuitiva, desde ese
insólito Ser que somos y que detrás, escondido y sabio, se revela y
expresa.
La confianza es un estado de conciencia, un plano mental de vida que
abre a la seguridad, la sensatez, la seguridad y la paz.
Cuando uno se vea enfrentado al ridículo, a la ruina o al abandono del
ser que ama, conviene que se detenga unos instantes.
Conviene que respire profundamente, distanciándose del escenario,
mientras se deja atravesar por la columna de Luz, que habita en
nuestro Yo Profundo.
Sólo hay que detenerse y observar sin eludir ningún aspecto y sin
tapar ninguna de las caras.
Desde el Silencio Consciente, de pronto, la mejor opción brota y la
vida, de nuevo, tiene sentido mientras uno, a sí mismo, se reinventa.
Ya todo está en su sitio
Uno sabe a qué atenerse y vuelve a fluir centrado en el núcleo de la
confianza.

También podría gustarte