Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ernest S. WOLF
Introducción
Este ensayo tiene el propósito mencionar algunos de los cambios que han tenido
lugar en la teoría y la práctica psicoanalítica en las últimas décadas y examinar las
modificaciones introducidas por la psicología del self. Hace 40 años, la energía psíquica y la
libido constituían el interés central de las conceptualizaciones psicoanalíticas. Hoy, el self y
sus objetos-self han pasado a ocupar el primer plano en buena parte del pensamiento
psicoanalítico, si bien muchos profesionales en este campo prefieren formular sus ideas en
términos del ello, el yo y el superyo. Las teorías psicoanalíticas y nuestras prácticas clínicas
privadas de la psicología del self se articulan mejor con el conocimiento científico
contemporáneo en campos relevantes afines, como la psicología evolutiva y la teoría del
conocimiento. La práctica clínica basada en la psicología psicoanalítica del self parece
aumentar la eficacia del tratamiento de manera significativa en lo que hace a ayudar a
pacientes con psicopatologías analizables.
Objetivos
Todas estas metas son valiosas pero deben ocupar un lugar secundario en relación
con el fortalecimiento del self. Algunos terapeutas consideran que la motivación del paciente
para el tratamiento no basta para el psicoanálisis si aquél no manifiesta el deseo de
cambiar. Sin embargo, el proceso de fortalecimiento sobreviene bajo la influencia de una
terapia bien conducida sin ningún esfuerzo consciente. En tal sentido, se asemeja al
proceso de crecimiento, que también tiene lugar en forma automática si existen las
condiciones adecuadas. Por lo tanto, resulta inadecuado exigir a un futuro paciente que
manifieste el deseo de "cambiar"1 La promesa que hace un paciente en cuanto a cambiar no
tiene más significado que la de un niño que promete crecer un par de centímetros. Si las
condiciones son adecuadas, la promesa se cumplirá, pero no si no lo son. Exigir la promesa
de cambio implica suponer un poder que el paciente no tiene y sabe que no tiene. Es
probable que semejante exigencia haga que el ciente se sienta culpable o avergonzado, o
ambas cosas, debido a sus supuestas deficiencias y a su incapacidad. Resulta obvio que el
futuro paciente desea cambiar algo y que acude al terapeuta a pesar de las molestias o la
vergüenza implícitas por la necesidad de recurrir a un especialista en salud mental. Casi
siempre, lo que el paciente desea cambiar es un afecto displacentero -un dolor psíquico-,
sea que lo experimente directamente en su interior (por ejemplo ansiedad, depresión,
vergüenza) o en forma secundaria en la percepción de alguna de sus conductas (por
ejemplo, temor, culpa, asco, horror).
¿Por qué fracasan los tratamientos con tanta frecuencia? Suponiendo que se trate
de un terapeuta bien analizado y formado, a menudo no conocemos las razones de los
fracasos terapéuticos. Se han sugerido muchas explicaciones, en ellas, la incapacidad del
terapeuta para una empatía suficiente con el paciente en cuestión, si bien puede establecer
buen contacto empático con otros pacientes. Los individuos tanto los terapeutas como los
pacientes, tienen sus propias cualidades idiosincrásicas y, en la situación analítica, ésta
veces chocan en lugar de llevar a un "encaje" terapéutico. También sucede que el terapeuta
y el paciente no sólo evocan el uno en el otro a sus respectivos progenitores -la
transferencia esperada- sino que a veces de hecho se parecen mucho a la imagen parental
temida. En cualquiera de los dos casos, pueden evocar recíprocamente afectos
inaceptables vinculados con recuerdos traumáticos. Por lo general, estas transferencias y
contratransferencias pueden elaborarse pero, si el terapeuta es muy parecido al progenitor
de los primeros años de la vida, la elaboración se hace mucho más difícil y, a veces, incluso
problemática. Puesto que tanto depende del "encaje" entre los dos individuos, el paciente y
el terapeuta, no conviene considerar que el paciente es inanalizable a menos que se haya
hecho el intento de que se trate con al menos dos y, preferentemente, tres terapeutas
distintos.
1
Los pacientes que han completado un análisis que tanto ellos como sus terapeutas consideran eficaz por lo
general no han "cambiado". Siguen siendo los mismos, con las mismas personalidades características, la misma
constelación idiosincrásica de simpatías y antipatías; las mismas ambiciones, talentos y valores básicos; el
mismo patrón básico de ansiedades y depresiones: la continuidad del self garantiza que así sea. Pero el self
bien analizado se acepta a sí mismo y puede hacer frente a sus propias deficiencias, así como a las del mundo
circundante, con una sensación de orgullo y satisfacción.
www.estebanazumendi.com 1
Por último, el daño psicológico del paciente puede ser demasiado severo, su self es
demasiado frágil para las funciones y el esfuerzo de un proceso terapéutico riguroso, y su
capacidad para movilizar un mínimo de confianza básica puede estar demasiado
comprometida.
El proceso terapéutico
Desde el punto de vista conceptual, cabe distinguir caminos para fortalecer el self.
2
"Un camino lleva de la identificación a la empatía a través de la imitación, es decir, a la comprensión del
mecanismo por el cual logramos expresar cualquier opinión a otra vida mental" (Freud, 1921, Standard Edition,
18:110, nota 2). La traducción que hace Strachey de Stellungnahme como "adoptar cualquier actitud" parece
menos precisa, en mi opinión, que la formulación de Freud.
www.estebanazumendi.com 2
interesa -en forma seria, no crítica y empática- por la experiencia del paciente puede
representar la primera experiencia de este tipo en su vida y la primera oportunidad para
encontrarse con un medio que facilita la curación del self al permitir que se vayan
desarrollando aquellos aspectos del self cuya evolución quedó detenida. Así, el self puede
por fin recuperarse en cierto grado del trauma temprano resultante de experiencias objeto
self deficientes. Aún así, persisten cicatrices y por lo menos parte de las necesidades
patológicamente incrementadas son experiencias objeto-self distorsionadas.
El proceso de disrupción-restauración
3
Kohut se refiere a dos tipos de estructuras que surgen como respuesta a las experiencias objeto-self
deficientes: las estructuras defensivas y compensatorias (Kohut, 1977).
www.estebanazumendi.com 3
competente y justo? ¿Será realmente capaz de comprender? El self del paciente sospecha
que sufrirá nuevos desengaños y heridas, tal como sucedió en muchas otras ocasiones
antes de iniciar el tratamiento. De hecho, es inevitable que el terapeuta desilusione al
paciente y frustre sus expectativas. Pero la esperanza no muere con facilidad y es parte de
la tarea del terapeuta alimentar esos brotes tiernos mediante su compromiso profesional y
su actitud abierta en cuanto a responder a la necesidad de comprensión por parte del
paciente. Una fría rigidez durante estas fases tempranas del análisis de la resistencia puede
equivaler a una helada que arruina la cosecha, y en tal caso quizás nunca se llegue a
desarrollar un proceso terapéutico pues, en esencia, la resistencia no es otra cosa que el
temor sufrir una nueva herida traumática
Una mujer que trabajaba en el campo de la salud mental, llegó a su primera entrevista 35
minutos tarde y anunció que, en realidad, no venía a tratarse sino a que le explicaran algunas
cosas. Confieso que consideré la posibilidad de recordarle que la veía en mi calidad de
terapeuta y no de profesor, que por propia elección deseaba realizar una labor analítica con
personas que solicitaban tales servicios y que no me dedicaba a la enseñanza ni a explicar
psicoterapia en mi consultorio. Evidentemente, me sentí lastimado y estuve a punto de poner
de manifiesto mi self herido que exigía a una futura paciente la conducta propia de un
paciente. Pero mi ultraje momentáneo pasó y comencé a escuchar y a oír su self
desesperadamente frágil que se exponía, si bien con enorme cautela a recibir otra herida, al
tiempo que parecía rodearse de una andanada de negación de sus necesidades. Por lo
tanto, dije muy poco y pronto volvimos a encontrarnos en otra sesión, a la que la paciente
llegó sólo 20 minutos tarde. No quisiera extenderme más. Creo que bastará con decir que no
se necesitó mucho tiempo para que se desarrollara una auténtica situación terapéutica que,
sin embargo, durante un largo período ninguno de los dos pudo reconocer de manera
explícita. Con el correr del tiempo, desde luego, se hizo adecuado hacer interpretaciones
explícitas de la conducta defensiva, o, si prefieren el término, la "resistencia" (en lo personal,
prefiero no utilizar el término "resistencia" ya que, por desgracia, ha adquirido ciertas
connotaciones morales negativas). A veces pienso que, si en esa primera entrevista hubiera
necesitado una conducta propia de un paciente para sentirme terapeuta, como podía
ocurrirme en otras ocasiones, entonces no habría podido tratar a esta paciente o, quizás,
habría pensado que era una fronteriza.
www.estebanazumendi.com 4
predominan los temores, que impiden el movimiento hacia relaciones objeto-self que
pueden convertirse en experiencias objeto-self sustentadoras del self. En consecuencia, los
pacientes que inician un tratamiento por lo general están hambrientos de las respuestas
objeto-self que necesitan. Cuando la atmósfera terapéutica, en combinación con el análisis
de la resistencia, crea una experiencia de seguridad relativamente mayor para el paciente,
entonces el equilibrio entre la necesidad y el temor se modifica, la esperanza siempre
presente se ve alentada y la creciente expectativa de que las necesidades de tipo
objeto-self serán oídas y comprendidas intensifican esta necesidad y permite superar el
temor. Aunque al principio el paciente la revela en forma vacilante, su expectativa más
importante con respecto al terapeuta es la de ser comprendido. La comprensión empática
del terapeuta trae consigo una movilización general y una reaparición de necesidades
objeto-self arcaicas, reprimidas y denegadas que determinan las expectativas centradas en
el terapeuta y, por ende, moldean la transferencia objeto-self: una experiencia mutua de
bienestar constituye la prueba de que se ha alcanzado una transferencia armoniosa.
www.estebanazumendi.com 5
debido al estado de necesidad. En ambos casos el self, si bien dolorido y necesitado,
además de reducido en su capacidad funcional, trata de reunir todos sus recursos,
incluyendo los productos de su propia desintegración, para lograr que quien desempeña la
función objeto-self satisfaga la necesidad. Es la naturaleza arcaica, distorsionada e
imperativa de la necesidad objeto-self revivida la que, de hecho, a menudo hace que resulte
contraproducente en la interacción social. En la terapia, sin embargo, al menos en términos
ideales, el terapeuta puede reconocer, en virtud de su empatía y su orientación teórica, las
legítimas necesidades objeto-self subyacentes a sus manifestaciones distorsionadas y
arcaicas, manifestaciones que también el terapeuta a menudo experimenta con cierto
malestar.
Aspectos regresivos
www.estebanazumendi.com 6
el núcleo de las transferencias objeto-self. La regresión también interfiere en el
procesamiento del pensamiento lógico-cognitivo y debilita los límites del self, con lo cual
ésto se hacen más permeables a las comunicaciones empáticas. Por lo general, tal
regresión leve provocada por la situación analítica no tiene consecuencias negativas y hace
posible el proceso terapéutico. Sin embargo, en algunas personas la estructura frágil del self
lo vuelve vulnerable a la regresión incontrolada, es decir, existe el peligro de que el proceso
regresivo, una vez iniciado, no se pueda controlar en forma satisfactoria y se convierta en
un estado de tipo psicótico.
En la mayoría de las personas con un self vulnerable de este tipo, se han levantado
defensas en el curso del desarrollo para proteger el self contra estas regresiones peligrosas.
Las defensas adoptan varias formas y, entre ellas, la literatura psicoanalítica y
psicoterapéutica describe con lujo de detalles los mecanismos esquizoides, los mecanismos
paranoides y la rigidez de ciertas preocupaciones obsesivo compulsivas. Dichas defensas
sirven para mantener a la persona relativamente aislada y apartada de relaciones nocivas
que podrían llevar a experiencias objeto-self traumáticas. En estos casos a menudo se hace
un diagnóstico de estado fronterizo. Las personas con un self vulnerable de este tipo
manifiesta en la situación analítica los síntomas asociados con estas defensas. Los
síntomas de regresiones severas obligan al terapeuta a tomar las medidas necesarias para
que el proceso regresivo sea más lento, hasta que el self haya logrado suficiente fuerza
para controlar su propio estado de organización.
Entre las diversas intervenciones a que puede recurrir el terapeuta figuran los
medicamentos (antidepresivos, ansiolíticos), cambios en la frecuencia de las sesiones
(algunos pacientes responden mejor a una reducción de la frecuencia y otros, a un
aumento), reemplazo del diván por la posición cara a cara y de la exploración de la fantasía
por el examen de algún problema más relacionado con la realidad.
Los pacientes que nunca lograron un self cohesivo y que, por ende, son muy
vulnerables a las regresiones excesivas, no resultan adecuados para la psicoterapia
exploratoria o el tratamiento basado en la regresión inducida. Esto elimina la mayor parte de
las psicosis funcionales -sobre todo la esquizofrenia y los trastornos distímicos severos- de
la psicoterapia dinámica o el psicoanálisis como método terapéutico. Si bien la falta de un
self cohesivo está encubierta por defensas en los estados fronterizos, estos pacientes
también están predispuestos a regresiones severas con pérdida de la estructura. Por lo
general no son analizables, si bien resulta difícil hacer predicciones y el diagnóstico final no
debería basarse en ningún tipo de definición teórica o en una breve evaluación clínica sino
sólo en el intento y el consiguiente fracaso del tratamiento psicoanalítico.
Los pacientes con un self herido que, sin embargo, alcanzó cierto grado de
cohesión, como el que encontramos en los trastornos narcisistas de la personalidad y en los
trastornos narcisistas de la conducta, son los candidatos ideales para la psicoterapia. ¿Qué
ocurre con las psiconeurosis? Según mi experiencia, la neurosis sintomática pura se ha
convertido en algo raro y los pacientes con los que he trabajado durante los últimos años
padecen de patologías en las relaciones objeto-self primarias. Muchos presentaban también
una variedad de patologías sexuales neuróticas derivadas de complejos edípicos
www.estebanazumendi.com 7
patológicos, pero en cada caso la patología edípica era el resultado de respuestas
deficientes por parte de los objetos-self edípicos de la infancia. La psiconeurosis, por ende,
parece constituir una variedad particular de la patología objeto-self y se la trata como tal4.
Hay una variedad de términos descriptivos que son de uso común y que es posible
considerar en pares, por ejemplo tenso-relajado, cálido-frío, aceptar-rechazar, crítico-no
critico, razonado-dogmático, malentendido-comprensión, amistoso-hostil,
colaborador-adversario, interesado-indiferente, etc. Es probable que no todos estén de
acuerdo en su evaluación de una atmósfera particular, sobre todo si la juzgan observadores
no participantes que intentan ser objetivos desde afuera, por así decirlo. Del mismo modo,
parecería que también los participantes en una situación y un proceso analítico a menudo
experimentan una atmósfera por completo distinta.
4
A menudo se entiende erróneamente que la psicología del self considera toda la sexualidad como meros
productos de la desintegración. Sin c se conceptualiza la sexualidad patológica y neurótica como un derivado de
experiencias objeto-self deficientes que han fragmentado el self y dado origen a los productos de la
desintegración que se organizaron en los síntomas neuróticos o en la conducta sexualizada. Pero incluso los
individuos con un self firmemente cohesivo deben considerarse incompletos en el contexto más amplio de una
vida y, por lo común, tratan de completarse mediante la unión sexual con un individuo del sexo opuesto.
www.estebanazumendi.com 8
Freud nos dijo que, al igual que el gobierno, los psicoanalistas están empeñados en
una profesión imposible. Quizás sea cierto si nuestro objetivo consiste en transformarnos y
hacer que el mundo se convierta en un lugar aceptable. En cambio, debemos contentarnos
con lograr cierto aumento del sentido común y la fuerza que nos permitirán hacer retroceder
los embates de la sinrazón. No tenemos mucho que mostrar como prueba del éxito de
nuestros esfuerzos, salvo el hecho de que nuestros pacientes llevan vidas más plenas,
creativas y satisfactorias. Y eso ya es mucho.
BIBLIOGRAFÍA
FREUD, S. (1921). Group. psychology and the analysis of the ego. Standard Edition, 18: 110, note 2.
KOHUT, H. (1977). The Restoration of the Self. New York: International Universities Press.
STERN, D. (1985) The Interpersonal World of the infant. New York: Basic Books.
WOLF, E. S. (1976) Ambience and abstinence. The Annual of Psychoanalysis, 4:101-115.
WOLF, E. S. (1979). Transference and countertransference in the disorders of the self. Contemporary
psychoanalysis, 15: 577-594.
WOLF, ES. (1983). Empathy and countertransference. In A. Goldberg. (Ed.), The Future of Psychoanalysis. New
York: International Universities Press, pp. 309-326.
www.estebanazumendi.com 9