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Dominick LaCapra – Historia en tránsito. Experiencia, identidad, teoría crítica.

III
Estudio del trauma: sus críticas y vicisitudes.
El problema de la posmemoria entendida como la transmisión intergeneracional del trauma
atraviesa tanto al discurso de la historia como al de la memoria. Ambos términos están
relacionados en una asociación de jerarquía que sitúa a la memoria, lugar donde podría
elaborarse el trauma, por debajo en la disposición secundaria como fuente historiográfica.
Es decir, la historia no explora la experiencia como algo distinto de los acontecimientos,
por lo que relega al testimonio (o la memoria) a un lugar no preponderante.
Tanto la filosofía como la historia tienen en su estudio maneras distintas de acercarse a sus
objetos, pero en su contigüidad rozan los intereses en el tratamiento de sus elementos de
estudio. Por una parte, en la historia existe una valorización a la dimensión contextual,
mientras que la filosofía desplaza lo contextual hacia lo personal. (Lugar donde podría
establecerse un vínculo con la memoria y el trauma).
La ego-historia y lo filosófico comparten un menosprecio de la narratividad como medio de
pensamiento filosófico, y oponen lo cognitivo a lo afectivo. Existe por otra parte una
dicotomía entre la filosofía y la historia, pues también comparten la división entre lo
conceptual y lo empírico, lo imaginario y lo realista, lo analítico y lo narrativo. Esta
relación puede dar pie en el tránsito entre filosofía e historia para rescatar en el estudio del
trauma y esa posición dicotómica entre filosofía e historia que establecen para ellas las
divisiones conceptuales anteriormente señaladas, un punto en común al momento de
incorporar al estudio del trauma la dimensión histórica y filosófica, siempre vista desde la
afectividad.
La relación entre acontecimiento y experiencia límite resulta indispensable al momento de
problematizar la influencia de la afectividad en los dominios históricos y filosóficos. Desde
la perspectiva del estudio del trauma, podemos advertir que existe una diferencia entre los
acontecimientos traumatizantes, la experiencia del trauma y su representación. Ambas
maneras de comprender el trauma, tanto en su acontecimiento y su experiencia no son
necesariamente inclusivas, pues como demostrará LaCapra, se puede participar de una
experiencia límite sin someterse a la experiencia traumatizante (como en el caso de los
nazis). Del mismo modo, podemos experimentar el trauma, sin la necesidad de haber
participado del acontecimiento traumático. (como en la trasformación y representación de
trauma en una película)
Hay una dimensión del trauma que implica la narración del trauma como transhistórico y
que puede significar en últimos términos, la transformación del trauma como experiencia
fundante, lo que inevitablemente evocaría a una forma mitológica o ficticia. (No es el punto
que LaCapra busca despejar para dar una especie de estatuto al estudio del trauma, como
veremos más adelante)
La dimensión histórica del trauma puede presentar al acontecimiento traumático como
objeto situado, lo que le da un estatuto de veracidad o de posible relación con una
experiencia significativa, o elaborable en términos narrativos. La experiencia del trauma
será distinta del acontecimiento traumatizante y en el trabajo narrativo del trauma en su
dimensión histórica puede dar paso a la posibilidad de prevenir la recurrencia traumática.
“La transformación del trauma en memoria narrativa puede hacer perder la precisión y la
fuerza del recuerdo traumático (…) La posibilidad de integrar la historia a la memoria y
la conciencia plantea el interrogante de “si jugar con la realidad del pasado no es un
sacrilegio de la experiencia traumática” 1 Esta pretensión de veracidad de la elaboración
traumática en una narración encuentra su límite en la ética del estudio del trauma como un
hecho histórico y testimonial en el cual la emigración de la experiencia traumática puede
convertirse en algo distinto a lo que significó quizás en el momento del acontecimiento.
Pero no es del todo válida esa pretensión de verdad que puede hallarse en la elaboración de
trauma como relato, pues la tarea de esta elaboración cumple la función de resignificar la
experiencia traumática “de elaborarlo de una manera que abra futuros posibles. (…) y
particularmente por ser testigos y dar testimonio, la narrativa contribuye
performativamente a crear en la existencia aperturas que no existían antes” 2 Esta
elaboración contrarresta la tendencia de sacralizar o convertir en fundante al trauma.
El acontecimiento pues, se asocia a la historia, como algo pasado, como algo que ya no es,
mientras que la experiencia traumática no es historia o acontecimiento, pues puede ser o
puede estar siendo siempre, cada vez que se actualiza en la resignificación. Entre esta
experiencia del trauma pueden darse dos modos de representarse la experiencia, una virtual
o delegada, otra, vicaria o figurativa. La primera representación del trauma respeta la
diferencia entre quienes han participado del acontecimiento traumático, reconociendo el
lugar de la víctima y quien busca representar la experiencia del trauma en su modo virtual.
En el segundo caso, la representación vicaria reemplaza a la víctima y quien representa la
experiencia virtual, toma el lugar de otro.
En esta representación del trauma, existe tal como lo hemos señalado, una posible
pretensión en encontrar algún indicio veraz de la experiencia que ha sido elaborada. Estas
pretensiones se distinguirán en su modo de representación tales como el testimonio, la
historia y la ficción. La primera, el testimonio, se dirige hacia la experiencia traumatizante
y su posible relación con la verdad. Por otro lado, la historia tal como ya lo hemos
señalado, se dirige hacia el acontecimiento traumático y su relación con un hecho veraz. En
último lugar, la ficción puede hacer reclamos a la verdad, pero solo de un modo referencial
(tomar un punto objetivo en la historia y construir un relato distinto al acontecimiento o a la
experiencia). La experiencia vicaria por su parte, relacionada a estos modos de representar
la experiencia traumática, hará uso de la representación ficcional. La experiencia virtual, se
puede acercar a la representación del testimonio o de la historia en la experiencia
traumática, pero aún lejos de la posibilidad de incorporar la afectividad en un discurso
comprendido históricamente. (de comprensión histórica)
Finalmente, la perturbación empática articulará todas las dimensiones antes descritas en la
senda de la experiencia virtual, para relacionar las formas de escritura de la elaboración del
trauma a una medida performativa que enlace la necesidad de la experiencia traumática de
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abrir nuevas posibilidades en la elaboración del mismo trauma, entendido como experiencia
virtual. 3

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Cuidado en el trabajo de la identificación traumática en la tarea de rearticular las significaciones en la
estructura virtual de la experiencia traumática, comprendida como la perturbación empática y su
elaboración narrativa en la dimensión performativa.

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