Está en la página 1de 7

¿Qué es la adultez?

Se llama adultez a la etapa del desarrollo humano que prosigue a la juventud y


antecede a la vejez. Es la etapa en que se obtiene la plena madurez física e
intelectual del individuo, y se obtiene la plenitud de los derechos y deberes
sociales y legales. Comúnmente se la enmarca entre los 21 y los 60 años, y se
entiende como una meseta intermedia en la vida humana.

En términos biológicos, la adultez se corresponde con el estado de imago de los


animales, es decir, con la madurez sexual, fisiológica y social del individuo. Sin
embargo, dada la complejidad vital del ser humano, estas equivalencias son
siempre tentativas.

La adultez de los seres humanos llega luego de la etapa de cambios vertiginosos


de la adolescencia. No sólo trae consigo esta plenitud biológica y fisiológica, sino
también una estabilidad emocional y psicológica relativa, junto a una mayor
carga de responsabilidades y autonomías de cara a la cultura y la sociedad.

Etapas de la adultez

La adultez comprende dos grandes etapas, en general: la adultez temprana y la


adultez media.

• La adultez temprana es el lapso inicial de la vida adulta, que oscila entre


los 21 y los 40 años. Esta es la etapa en que finalizan los procesos de crecimiento
corporal, físico e intelectual, alcanzando la plenitud de sus capacidades físicas
hacia los 25-30 años, con gran agilidad, fuerza y resistencia. En esta etapa
florece el pensamiento social y reflexivo, abierto, adaptable y que integra lógica,
emoción e intuición. Socialmente, el adulto joven asume una mayor carga de
responsabilidades y de libertades, dando sus primeros pasos firmes en la
dirección profesional, ética y social que definirá el resto de su vida. Los lazos
afectivos y emocionales se hacen más sólidos y la vida sentimental inicia un
notorio asentamiento.

La adultez media en cambio es la meseta de la vida humana, que oscila entre los
40 y 65 años de vida. Se la conoce también como “segunda adultez” y es una
etapa vital marcada por la autorrealización y una gran productividad en
términos intelectuales (y/o científicos, filosóficos o artísticos), dado que el
bagaje cultural adquirido en las etapas previas es suficiente para realizar
aportaciones significativas al mundo. En esta etapa se da también la llamada
“crisis de la edad media” en que el individuo se forja a sí mismo una nueva
inflexión de su personalidad, para hacer frente al declive en sus capacidades
físicas y sensoriales, que ya comienza a hacerse notorio, así como la aparición
de enfermedades tempranas. Esto suele ir de la mano de la persecución de
placeres más que la satisfacción de presiones sociales o


 individuales, y en general se trata de una etapa de plena independencia, que
idealmente prepara al individuo para enfrentar la vejez.

Cambios biológicos en personas mayores

Todas las células presentan cambios con el envejecimiento y por extensión


también los tejidos y órganos, ya que éstas los forman.

Con el paso de los años los órganos cambian de forma gradual y progresiva, con
una disminución de su función, es decir, una pérdida de la capacidad para
realizar su trabajo, y con una menor reserva para realizar sus atribuciones más
allá de las necesidades habituales, de manera que ante un evento estresante
(enfermedad, cambios en el medio ambiente o en el ritmo de vida, etcétera) el
organismo no puede dar respuesta a un aumento de las necesidades corporales.
Asimismo, la recuperación del equilibrio interno del organismo se hace más
difícil y requiere más tiempo.

Estos cambios pueden ser morfológicos, que afectan a la forma o al tamaño de


los órganos, o funcionales, que alteran la capacidad y la eficacia de los mismos
para realizar su función.

Aunque muchos de estos cambios son muy característicos del envejecimiento,


éstos ocurren a un ritmo y una intensidad diferentes, de manera que no hay
forma de predecir con exactitud cómo se va a envejecer, al contrario de lo que
ocurre con los cambios en la adolescencia. Cada individuo envejece de una
forma única y a un ritmo individualizado.

Cambios psicosociales

Las personas mayores son un grupo heterogéneo; no existe una causa única que
explique por qué se envejece, sino un conjunto de factores interrelacionados.

Más allá de las pérdidas biológicas, la vejez con frecuencia conlleva otros
cambios psicosociales importantes: la modificación de roles y posiciones
sociales, la pérdida de relaciones estrechas, la práctica y el uso de nuevas
tecnologías y una manera diferente de realizar las tareas que puede compensar
la pérdida de algunas habilidades.

Robert Atchley considera que, “la capacidad de respuesta, la adaptación a


nuevos procesos, así como el estilo de vida en esta etapa de envejecimiento
están determinados por los hábitos, estilos de vida y la manera de ser y
comportarse que ha seguido...” anteriormente.

Las metas, las motivaciones principales y las preferencias también parecen


cambiar; hay quienes plantean que la vejez incluso puede estimular el cambio
de perspectivas materiales por otras más trascendentes, dando como resultado
que estos cambios sean el resultado de la adaptación a la pérdida.

Otros cambios que se viven a nivel social son la falta de convivencia


intergeneracional, la apertura sexual, la libertad de creencias, la crisis y
madurez filial, la pérdida de seres queridos o el síndrome del nido vacío. Estos
eventos pueden tener reacciones negativas tales como depresión, soledad,
aislamiento y sufrimiento, entre otros.

Sin embargo, durante la vejez, la persona experimenta situaciones desconocidas


y en ocasiones, difíciles. Por este motivo, es primordial adaptar su entorno y
propiciar un ambiente cómodo y agradable. Para adaptarlo, es importante
considerar lo siguiente:

Prevenir accidentes. Los cambios físicos y cognitivos de las personas mayores


aumentan los riesgos. Los lugares ordenados permiten que las personas
mayores se desplacen mucho mejor por el espacio físico y ayudan a evitar
accidentes.

Aumentar la calidad de vida de las personas. La intimidad, comodidad o


tranquilidad son factores que influyen de manera positiva en el estado
emocional de las personas mayores.

Optimizar el aprovechamiento de las habilidades funcionales de la persona. Un


entorno adaptado ayuda a ejercitar algunas habilidades funcionales de las
personas que presentan deterioro cognitivo.

Evitar comportamientos problemáticos. Un entorno conocido o familiar permite


que la persona no se sienta desorientada, confusa o preocupada.

Un ambiente agradable favorece la autonomía de la persona mayor y, en


consecuencia, ejerce una menor demanda hacia el cuidador. Además, propicia el
bienestar físico y psicológico de la persona.
Es importante conocer los cambios psicosociales en la vejez y diferenciar
aquellos que son causados por una patología. Asimismo, es importante
identificar y atender estos últimos para que la calidad de vida de la persona
mayor y su familia no se vea afectada. Para lograrlo, habrá que considerar
factores que procuren el cuidado integral de las personas mayores: revisión
médica, programación de consultas, alimentación balanceada, ejercicio físico
supervisado y poner en práctica la socialización intergeneracional, evitando así
el aislamiento y la soledad.

Factores de riesgo en la adultez

Salud deficiente y daño funcional de la persona anciana.

Alteraciones cognoscitivas de la persona anciana.

Abuso de drogas o enfermedad mental de la persona que cuida.

Dependencia del abusador en relación con la víctima.

Problemas de vivienda.

Factores externos y económicos.

Aislamiento social.

Historia de violencia, particularmente en la pareja.


Medidas de prevencion

1. Ejercicio físico
El ejercicio físico reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares,
hipertensión arterial, obesidad, diabetes, osteoporosis y demencia. Favorece la
independencia funcional y mejora la calidad de vida.

2. Alimentación adecuada
Una dieta rica en fibras y baja en grasas saturadas disminuye el riesgo de
enfermedades cardiovasculares y mortalidad.

3. Actividades sociales y recreativas


Las personas mayores, por lo general, disponen de mucho tiempo libre debido a
que ya no trabajan y/o que los hijos se han ido de casa. Estas nuevas
circunstancias obligan a reestructurar las redes de relaciones familiares y
sociales, adoptando nuevos roles de acuerdo a sus condiciones, intereses y
capacidades. Sin una estructura social, pueden acabar tendiendo al aislamiento
que provoca un aumento del riesgo de depresión, ansiedad y una mala auto-
percepción de salud.

4. Prevención del abuso de alcohol, tabaco y medicaciones no prescritas


El tabaco aumenta el riesgo de enfermedades pulmonares, cardiovasculares y
de varios tipos de cáncer. El abuso de alcohol puede producir deterioro
cognitivo y problemas en el hígado, páncreas y corazón. Ciertos fármacos que no
requieren prescripción, como los analgésicos, pueden producir efectos adversos
severos si no se toman adecuadamente, o interacciones peligrosas con otros
fármacos.

5. Control clínico
Ciertas patologías como la hipertensión arterial, diabetes y colesterol alto
tienden a no dar síntomas y aumentan el riesgo de enfermedades coronarias y
cerebrovasculares. Su detección precoz y adecuado tratamiento disminuyen el
riesgo.

6. Vacunación
La vacuna antigripal reduce las tasas de complicación y mortalidad por
influenza estacional. Además, vacuna antineumocóccica reduce la enfermedad
invasiva por el neumococo. Por último, la vacuna doble para adultos previene la
enfermedad por tétanos y difteria.

7. Control de la vista, la audición y la salud bucal


La presbicia, catarata y glaucoma son causas comunes en la disminución de la
agudeza visual, que pueden desencadenar declinación funcional y caídas, y se
pueden tratar de manera eficaz. La disminución de la agudeza auditiva y visual
pueden llegar a producir aislamiento si no se resuelven. Problemas con la
dentadura, como la ausencia de piezas dentales o prótesis inadecuadas, pueden
ocasionar dificultades para la masticación, disminución de la ingesta de
alimentos y desnutrición.

8. Prevención de caídas y accidentes


Cerca de un 30% de los individuos mayores de 65 años se caen al año. El 5% de
los que se caen sufre una fractura y/o requiere de hospitalización. Los factores
que predisponen a caídas pueden ser inherentes al individuo como problemas
de visión, articulares, neurológicos o de tipo ambiental.

También podría gustarte