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a la lírica española
del Renacimiento
Dr. Carlos Mata Induráin
Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO)
Universidad de Navarra
Pamplona, ESPAÑA
cmatain@unav.es
Periodización. Los Siglos de Oro.
Renacimiento, Manierismo y Barroco
u El siglo XVIII, neoclásico, llamó Siglo de Oro al XVI, es decir, al Renacimiento,
mientras que el XIX, siglo romántico, llamó Siglo de Oro al Barroco. Y, en
efecto, ambas centurias, los siglos XVI y XVII, constituyen los Siglos de Oro o
la Edad de Oro de la literatura española (Pfandl habla en su manual de una
«literatura nacional», que se desarrolla en los años 1550-1681). Cuando
usamos el sintagma «Siglo de Oro» en sentido estricto, es para referirnos al
XVII.
u Grosso modo, el siglo XVI es el Renacimiento y el siglo XVII el Barroco. Pero
además debemos mencionar el Manierismo, que es un estilo de transición
entre ambos movimientos o periodos.
Etimologías
u El Renacimiento abarca desde finales del siglo XV hasta finales del XVI. El
siglo XV no es propiamente Edad Media, pero tampoco es plenamente
Renacimiento, hay cierta ambigüedad (detectable, por ejemplo, en obras
como La Celestina). Dentro del Renacimiento, podemos establecer dos
períodos:
u 1) un primer Renacimiento, pagano, europeo, que se corresponde con el
reinado de Carlos I (1517-1556);
u 2) un segundo Renacimiento, nacional, cristiano, en el reinado de Felipe II
(1556-1598), que tiene como contexto el Concilio de Trento y la
Contrarreforma católica, respuesta a la Reforma protestante.
Manierismo y Barroco
u A su vez, el Barroco abarca desde finales del siglo XVI y todo el XVII, más
sus postrimerías en el XVIII (autores que son continuadores, ya en
decadencia, de Calderón de la Barca: Bances Candamo, Zamora, etc.).
u Entre el Renacimiento y el Barroco encontramos una etapa o un estilo de
transición denominado Manierismo (abarca desde 1580 hasta 1600,
aproximadamente). En la segunda mitad del XVI, se produce un cambio en los
recursos retóricos y expresivos (agotados), que desemboca en una actitud
esteticista. Un escritor manierista es, por ejemplo, Herrera, cuya obra
constituye un término medio entre la de Garcilaso y la de Góngora (punto
medio en el camino hacia el culteranismo). También Cervantes es, en parte
de su obra, un escritor manierista.
u El final del Barroco lo podemos situar simbólicamente en 1681, con la
muerte de Calderón (pero los treinta o cuarenta primeros años del XVIII son
plenamente barrocos —postbarrocos— en teatro, lírica y prosa).
Rasgos generales del Renacimiento
u Por otra parte, hay que destacar un dato muy importante: hubo en el
Renacimiento español una conjunción de lo culto (tradición clásica) y lo
popular (tradición hispánica).
Reinados (siglos XVI y XVII)
u En el siglo XVI en España, son varios los reinados que se suceden: primero el
de los Reyes Católicos (Isabel en 1504). Son regentes de Castilla Felipe el
Hermoso, Fernando el Católico y el cardenal Cisneros. Los reinos de Aragón y
Castilla quedan unidos de nuevo en la persona de Carlos I (1516-1556).
Después reina su hijo Felipe II (1556-1598).
u En el siglo XVII, reinarán en España los Austrias menores: Felipe III (1598-
1621); Felipe IV (1621-1665) y Carlos II (1665-1700), que muere sin heredero,
lo que llevará a una guerra de sucesión.
La Monarquía Hispánica
u En el ámbito militar, hay que hacer notar que cambian los usos guerreros y
las estrategias bélicas; las milicias cuentan con armas de fuego ligeras
(mosquetes, arcabuces…) pero también grandes (bombardas, culebrinas,
cañones…). En la Edad Media, el valor, la valentía, el comportamiento
individual del caballero resolvía los conflictos. Ahora prevalecen las armas de
fuego y la artillería. (Lope de Vega, El caballero de Olmedo: don Rodrigo dice
que no ha venido a reñir, sino a matar.)
u Las armas y las letras. Soldados-poetas, que manejan la pluma y espada:
Garcilaso, Cetina, Acuña, Aldana, Ercilla, y luego Cervantes, Lope, Calderón,
etc.
La estructura social
u Antes de llegar al Renacimiento, tenemos la Edad Media y el siglo XV, que es un siglo de transición en lo
político y en lo literario. En la literatura anterior, hemos encontrado estos autores y obras:
u —Poema de mio Cid
u —Berceo
u —Las cantigas de amigo galaico-portuguesas
u —Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, y su Libro de buen amor
u —El príncipe don Juan Manuel
u —Jorge Manrique
u —La lírica tradicional (romances y canciones tradicionales, «la lírica de todos y de siempre»)
u —El marqués de Santillana, Sonetos fechos al itálico modo y otras obras
u —Juan de Mena, Laberinto de Fortuna
u — Canciller Pero López de Ayala, Libro rimado de Palacio
u —El Romancero
u —La poesía de cancionero (poesía culta y cortesana)
Tendencias y géneros
u Otra forma métrica usada son los tercetos encadenados, de los cuales el
segundo rima con el primero y el tercero del siguiente terceto; la última
estrofa suele ser un serventesio, para que no quede un verso suelto (ABA, BCB,
CDC... XYX, YZY).
u También se usa la octava real (estrofa de ocho versos endecasílabos con rima
consonante ABABABCC), empleada por Boccaccio y Ariosto; y la lira, inventada
por Bernardo Tasso, que es una combinación de cinco o seis versos heptasílabos
y endecasílabos, con libertad de formas, aunque la estructura más usada es 7a
11B 7a 7b 11B. Fue usada por Garcilaso en «A la flor de Gnido» y por fray Luis
de León y san Juan de la Cruz.
u Hay otras estrofas que en España no tuvieron tanto éxito, aunque sí en otros
países, como son los endecasílabos blancos, con medida pero sin rima, y la
silva, más usada en el Barroco por su espíritu de desorden.
u En un primer momento los poetas despreciaron el cultivo de las formas
tradicionales, pero al final, en el siglo XVI, volvieron en parte a su empleo
por lo que no se perdieron y se recuperaron (la ruptura no fue total).
Temas de la literatura renacentista (1)
u También interesa recordar la posible influencia, directa o indirecta, del amor udrí
(desarrollado por la poesía arábigo-andaluza). Es una poesía erótica, una especie
de variante del amor platónico. La encontramos también en el tratado de Ibn
Hazm El collar de la paloma (1020).
u En Oriente, en la época omeya (660-750), cuaja un tipo de amor, con unas
características singulares —es el germen del amor cortés—, que se desarrolla
fuera de las ciudades, en villas y aldeas, y se conoce por el nombre de amor udrí,
como respuesta a otra clase de amor, el carnal o ibahi.
u Uno de los poetas más destacados del amor udrí es Qays ibn al-Mulawwah, cuyo
nombre quedó unido para siempre el de su amada Layla, siendo conocido como
Qays el de Layla o «el Loco de Layla».
El amor udrí (2)
u El amor para estos poetas era una pasión de noble que merecía todo tipo de sacrificios. De
algún modo podría compararse con un amor espiritual, en el que el enamorado gozaba de
los sufrimientos de su ardiente amor. La amada, en muchos casos, era tratada con en
respeto que iba más allá de lo humano, adquiriendo un carácter cuasi divino. Dice Qays en
este sentido:
Cuando rezo me veo obligado a dirigir mi rostro
hacia ella, aunque el oratorio esté detrás.
u En este otro poema dice el mismo poeta:
Por una como Layla, los hombres se matan.
Cierto es, por ella estoy desesperado.
¡Oh. amigos míos!, si me alejan de ella, acercadme
el ataúd y la mortaja, y para mí pedid misericordia.
u El objetivo final del amor udrí es el amor mismo, un amor puro, casto, alejado de cualquier
idea de relación sexual o contacto carnal.
El amor udrí (3)
u Otro poeta, Yamil ibn Ma’mar, cuyo nombre aparece también emparejado al de su
amada Butayna, refuerza el concepto de este amor diciendo:
Me conformo con obtener de Butayna lo que,
si supiera el vigía, se quedaría confuso.
Me conformo con decir no, no puedo, me conformo
con los deseos y la esperanza anhelada del desesperado.
u La mujer árabe en el Medioevo español se caracterizó literariamente por el
surgimiento de la tradición de un amor especial (a que aludíamos anteriormente),
que la colocaba en un pedestal. Venía en parte de las ideas platónicas acerca de
la belleza y el amor que permearon el Bagdad del siglo X y de un tipo de amor
udrí, de la tribu de Banu Udra. Aben Hazam de Córdoba, en 1022, llamaba a la
mujer «mi dueño», y Aben Zaldum le diría en sus poemas: «Manda y te
obedeceré».
El amor udrí (4)
u Otro poeta, Yamil ibn Ma’mar, cuyo nombre aparece también emparejado al de su
amada Butayna, refuerza el concepto de este amor diciendo:
Me conformo con obtener de Butayna lo que,
si supiera el vigía, se quedaría confuso.
Me conformo con decir no, no puedo, me conformo
con los deseos y la esperanza anhelada del desesperado.
u La mujer árabe en el Medioevo español se caracterizó literariamente por el
surgimiento de la tradición de un amor especial (a que aludíamos anteriormente),
que la colocaba en un pedestal. Venía en parte de las ideas platónicas acerca de
la belleza y el amor que permearon el Bagdad del siglo X y de un tipo de amor
udrí, de la tribu de Banu Udra. Aben Hazam de Córdoba, en 1022, llamaba a la
mujer «mi dueño», y Aben Zaldum le diría en sus poemas: «Manda y te
obedeceré».
El amor udrí (5)
u Audentes fortuna iuvat ‘la fortuna ayuda a los audaces’. Virgilio, Eneida, 10,
284. La literatura latina recoge numerosas variantes de esta fórmula: «Fortes
Fortuna adiuvat» (Terencio, Formio, 203); «Fortuna fortes metuit, ignavos
premit» (Séneca, Medea, 159). También aparece como «Audaces fortuna
iuvat», referido en particular a los audaces en el amor.
u Brevedad de la rosa. La rosa, reina de las flores, se marchita pronto, siendo
ejemplo de la fugacidad de la belleza, de la caducidad de todas las cosas
humanas. Tópico repetido en multitud de textos del Siglo de Oro.
u Carpe diem ‘goza del día presente’, ‘aprovecha el momento’. Horacio, Odas,
1, 11, 8. Exhortación a la amada para que goce de la belleza, de la juventud…
antes de que llegue el «cierzo helado» de la edad madura y marchite las rosas
de su hermosura.
u Collige, uirgo, rosas ‘coge, doncella, las rosas’. Primeras palabras de un
famoso dístico del poeta latino Ausonio, que continúa así: «dum flos novus et
nova pubes» ‘cuando la flor es nueva y nueva la juventud’.
Temas, tópicos y motivos amorosos (5)
u Nigra sum, sed formosa ‘soy morena, pero hermosa’. Palabras de la Esposa
en el Cantar de los cantares, 1, 4. San Juan de la Cruz escribirá en el
«Cántico espiritual»: «No quieras despreciarme; / que si color moreno en mí
hallaste, / ya bien puedes mirarme / después que me miraste, / que gracia y
hermosura en mí dejaste». El canon de belleza establecía una piel blanca
para las damas nobles (frente a las campesinas, que tenían tostada la piel por
las faenas agrícolas al sol).
u Odi et amo ‘odio y amo’. Catulo, 85, 1. Clásica expresión para referirse a una
relación de amor-odio.
u Omnia vincit amor ‘todo lo vence el amor’. Virgilio, Bucólica, 10, v. 69.
Pondera la fuerza todopoderosa del amor.
u Religio amoris ‘religión del amor’. El servicio amoroso a la amada (casi
divinizada) es una especie de religión, por eso se habla a veces de religio
amoris.
Continuidad en el Barroco
u Todos estos temas y motivos que hemos visto en los poetas del Renacimiento se
prolongarán en el Barroco:
u El retrato ideal de la amada. Góngora: Importancia del color, del preciosismo, la
luz y el brillo (flores, piedras preciosas, mármol y otros materiales nobles…).
Sonetos: «De pura honestidad templo sagrado…» e «Ilustre y hermosísima María…».
u El amor intelectual. Lope: «Ya no quiero más bien que solo amaros…». En las
Rimas de Tomé de Burguillos, escribe un cancionero paródico a Juana, lavandera
del Manzanares: desmonta cada uno de los temas y tópicos de la poesía
petrarquista.
u El amor más fuerte que la muerte. Quevedo: «Cerrar podrá mis ojos la
postrera…». Y su revés burlesco, «Quiero gozar, Gutiérrez, que no quiero…».
u El amor neoplatónico en la poesía del conde de Villamediana: silencio y
sufrimiento. Sonetos «El que fuere dichoso será amado…», «Imagen celestial, cuya
belleza…», «¡Oh cuánto dice en su favor quien calla…», «Callar quiero y sufrir,
pues la osadía…», «Es tan glorioso y alto el pensamiento…».
Formas de la lírica renacentista
u La gran novedad es el endecasílabo italiano: equilibrio, blandura, suavidad.
u Y las nuevas formas estróficas: soneto, lira, tercetos encadenados, octava
real, canción.
u Pero se mantiene el octosílabo y las formas tradicionales: glosa, redondilla,
villancico, romance.
u Querella de los antiguos y modernos. Protestas contra la nueva poesía.
Algunos autores rechazan esas novedades (por ejemplo, Cristóbal de
Castillejo).
u Traducción, imitación y originalidad: imitación y originalidad se entienden
de forma distinta a hoy. Imitar un modelo famoso era legítimo: algo que
reportaba dignidad literaria (imitatio autorum). Se busca igualarlo o
superarlo. No se aspira a la originalidad en sentido moderno (invento del
Romanticismo: genio, individualidad…). Hacer una traducción también es
crear algo original.
Poetas renacentistas (1)
u Juan Boscán (¿1492?-1542)
u Garcilaso de la Vega (¿1501?-1536)
u Fernando de Herrera (1534-1597) / Escuela sevillana
u Francisco Sá de Miranda (¿1485?-1558)
u Cristóbal de Castillejo (¿1490?-1550)
u Diego Hurtado de Mendoza (¿1503?-1575)
u Gregorio Silvestre (1520-1569)
u Gutierre de Cetina (¿1515?-¿1555?)
u Hernando de Acuña (1518-1580)
u Francisco de la Torre (escribió hacia 1560-1570)
u Baltasar del Alcázar (1530-1606)
Poetas renacentistas (2)
u Francisco de Aldana (1537-1578)
u Francisco de Figueroa (c. 1550-c. 1620)
u Pedro Laynez (¿1538?-1584)
u Luis Barahona de Soto (1547-1595)
u Fray Luis de León (1527-1591) / Escuela salmantina
u San Juan de la Cruz (1542-1591)
u Santa Teresa de Jesús (1515-1582)
Si no os hubiera mirado,
no penara
pero tampoco os mirara.
Veros harto mal ha sido,
mas no veros peor fuera;
no quedara tan perdido,
pero mucho más perdiera.
¿Qué viera aquel que no os viera?
¿Cuál quedara,
señora, si no os mirara?
Boscán, «Quien dice que la ausencia causa
olvido»
Quien dice que la ausencia causa olvido
merece ser de todos olvidado.
El verdadero y firme enamorado
está, cuando está ausente, más perdido.
Aviva la memoria su sentido;
la soledad levanta su cuidado;
hallarse de su bien tan apartado
hace su desear más encendido.
No sanan las heridas en él dadas,
aunque cese el mirar que las causó,
si quedan en el alma confirmadas,
que si uno está con muchas cuchilladas,
porque huya de quien lo acuchilló
no por eso serán mejor curadas.
Boscán, «Si el corazón de un verdadero
amante»
Si el corazón de un verdadero amante,
y un continuo morir por contentaros,
y un extender mi alma en desearos,
y un encogerme, si os estoy delante;
y si un penar con un sufrir constante,
satisfecho y contento con miraros,
y un derramar mis pasos por buscaros,
preguntando por vos a cada instante;
y si un tener mi razonar compuesto,
en hablándoos, sin más, luego turbarme,
con un grande embarazo y desvarío,
los accidentes son que han de llevarme
con público pregón a morir presto,
la culpa es vuestra y el dolor es mío.
Boscán, «Dulce soñar y dulce congojarme»
u Nace en Toledo hacia 1501 (en 1499, 1501 o 1503), de familia ilustre
(pertenece al linaje de los Santillana y Pérez Guzmán). Es educado en la
corte (trivium, música, esgrima, equitación…). En 1520 entra como guardia
de palacio (contino) y más tarde será gentilhombre del emperador.
u Luego luchó en la guerra de las Comunidades a favor de Carlos V. Dedicado a
las armas, tomó parte en diversas campañas: expedición a la isla de Rodas
(1522), ocupación de Fuenterrabía (1524). Ingresó en la Orden militar de
Santiago: es ordenado caballero de Santiago en el antiguo monasterio de San
Agustín de Pamplona, el 11 de noviembre de 1523, por el marqués de
Villafranca, Pedro de Toledo.
u En 1525 casa, por indicación del Emperador, con la noble dama Elena de
Zúñiga. Fue regidor en Toledo.
Garcilaso de la Vega (2)
u En 1526 asiste a las bodas de Carlos I con Isabel de Portugal, que duran seis
meses, en Sevilla y Granada. Conoció a Isabel Freyre, dama del cortejo de la
reina, de la que se enamora, y que —supuestamente— inspira su poesía
amorosa. Entre los embajadores italianos están Castiglione y Andrea Navagero.
u Entre 1526 y 1529 está entre la Corte y Toledo. Isabel Freyre casará en 1529 con
Antonio de Fonseca.
u 1529-1530 primer viaje a Italia. En 1530 asiste en Roma a la coronación imperial
de Carlos. Luego visita Francia. En 1531-1532 está desterrado en Ratisbona (un
sobrino suyo se ha casado sin permiso del emperador y cae en desgracia; es
detenido y desterrado a una isla del Danubio).
u Vive dos años en Nápoles (1532-1534), donde conoce la poesía italiana y se
empapa del arte y del humanismo renacentista: con esta italianización alcanza su
madurez poética (algo similar con Cervantes, admiración por la vida libre de
Italia). Lapesa habla de trayectoria del aprendizaje poético de Garcilaso.
Garcilaso de la Vega (3)
u En Nápoles se desarrollaron la italianización y madurez literaria de
Garcilaso. Conoce a Tasso, a los Galeota, a los Sanseverino. Llegó a conocer
perfectamente la lengua y las artes de la Nápoles renacentista. Trata con
Juan de Valdés y Juan Ginés de Sepúlveda. Garcilaso se arraiga
(culturalmente) en Italia.
u Hacia 1533 muere Isabel Freire, al dar a luz al tercer hijo. En 1533 está en
Barcelona y revisa la traducción que ha hecho su amigo Boscán de El
cortesano de Castiglione. Visita en Toledo la tumba de Isabel.
u En 1533 está de vuelta en Nápoles. Participa en la ocupación de Túnez en
1535. Garcilaso está en la cumbre de su carrera militar, cortesana y
literaria.
u En 1536, en acción de guerra contra Francia (invasión), fue herido al intentar
escalar la torre de Muy, en Provenza. Murió pocas semanas después en Niza (el
13 o 14 de octubre de 1536).
Garcilaso de la Vega (4)
u Durante su breve carrera cortesana y militar, Garcilaso no publicó ninguna
poesía suya. Al morir a los 35 años de edad, llegó a ser su albacea literario
su amigo y colaborador Juan Boscán. Este reunió todos los manuscritos
garcilasianos que pudo. La viuda de Boscán los añadió como apéndice al
publicar las poesías de su esposo: Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso
de la Vega (1543). Pronto los editores se dieron cuenta de que la exquisita
poesía de Garcilaso es mucho más interesante y se vendería mucho mejor sin
el voluminoso lastre de las de Boscán, y se publica a aparte. El Brocense,
Herrera y Tamayo de Vargas las publican con comentarios: Garcilaso queda
convertido en un clásico, no en vida, pero sí inmediatamente después de
su muerte. Más adelante, la nueva poesía barroca de Góngora y Quevedo
sustituye en el gusto del lector «discreto» a la poesía renacentista e
italianizante de Garcilaso.
Garcilaso de la Vega (5)
u La serena y elegante poesía de Garcilaso de la Vega vino a renovar el panorama
de la lírica española. Aquel valeroso soldado y poeta genial —prototipo perfecto
del caballero renacentista— manejó con igual maestría la pluma y la espada,
aunando en su persona las armas y las letras. Y si las heridas que recibió en una
de sus acciones bélicas fueron causa de su muerte, su extraordinaria habilidad en
el manejo de los metros y formas estróficas de origen italiano le legaron la
inmortalidad eterna de la fama. Fama muy notable que alcanzó en fecha
temprana. Sus poesías no fueron publicadas en vida, sino que salieron
juntamente con las de su amigo Juan Boscán, su albacea, unos pocos años
después de su muerte: Las obras de Boscán y algunas de Garcilasso de la Vega,
repartidas en quatro libros (Barcelona, Carles Amoròs, 1543). Pronto los editores
desligaron del conjunto los poemas de Garcilaso, que de esta forma —en un
pequeño volumen dado a las prensas en Salamanca el año 1569— empezaron a
correr su suerte en solitario. Perdida la compañía de los versos de Boscán,
encontraron la de eruditos comentaristas: en efecto, la poesía garcilasiana
mereció en seguida los mismos honores rendidos por los humanistas del
Renacimiento a las grandes obras de la Antigüedad greco-latina, al ser editada con
enmiendas y diversas anotaciones relativas a fuentes y procedimientos estilísticos.
Así, debemos recordar las ediciones del catedrático salmantino Francisco Sánchez
de las Brozas, el Brocense (1574) y la del poeta sevillano Fernando de Herrera
(1580). Unas décadas después, en 1622, se uniría a estas la edición de Tomás
Tamayo de Vargas.
Garcilaso de la Vega (6)
u Otra prueba de la fama de Garcilaso y de la extraordinaria difusión de su
producción lírica la tenemos en que pronto conoció también diversas
versiones a lo divino (lo mismo sucedería más adelante con obras de
Cervantes, Lope, Góngora o Quevedo). Los autores de estos contrafacta
trataban de aprovechar el éxito de la poesía garcilasiana para aumentar la
difusión del mensaje didáctico-moralizante que querían transmitir,
convirtiendo los inmortales versos de amor profano del modelo en versos de
amor divino.
u El más conocido de entre los contrafactistas de Garcilaso es Sebastián de
Córdoba. También aludo al centón que Miguel de Andosilla y Larramendi
compuso y publicó bajo el título Cristo nuestro Señor en la Cruz, hallado en
los versos del príncipe de nuestros poetas, Garcilaso de la Vega, sacados de
diferentes partes y unidos con ley de centones (Madrid, por la Viuda de Luis
Sánchez, 1628).
Corpus poético de Garcilaso
u Hay tres secciones principales en su lirica:
u 1) un cancionero petrarquista: 38 sonetos más dos de atribución dudosa, del
ms. Gayangos, y 5 canciones;
u 2) sus ensayos epistolares: dos elegías en tercetos y una epístola en versos
sueltos;
u 3) las tres églogas pastoriles (de métrica variada).