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Introducción

a la lírica española
del Renacimiento
Dr. Carlos Mata Induráin
Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO)
Universidad de Navarra
Pamplona, ESPAÑA
cmatain@unav.es
Periodización. Los Siglos de Oro.
Renacimiento, Manierismo y Barroco
u El siglo XVIII, neoclásico, llamó Siglo de Oro al XVI, es decir, al Renacimiento,
mientras que el XIX, siglo romántico, llamó Siglo de Oro al Barroco. Y, en
efecto, ambas centurias, los siglos XVI y XVII, constituyen los Siglos de Oro o
la Edad de Oro de la literatura española (Pfandl habla en su manual de una
«literatura nacional», que se desarrolla en los años 1550-1681). Cuando
usamos el sintagma «Siglo de Oro» en sentido estricto, es para referirnos al
XVII.
u Grosso modo, el siglo XVI es el Renacimiento y el siglo XVII el Barroco. Pero
además debemos mencionar el Manierismo, que es un estilo de transición
entre ambos movimientos o periodos.
Etimologías

u Renacimiento alude a un renacer cultural tras la oscuridad de la Edad Media;


el término Manierismo deriva del léxico de la pintura (pintar a la maniera
de…), mientras que la etimología de Barroco es más discutida (puede derivar
de la palabra berruecas, que eran unas perlas irregulares).
Cronología del Renacimiento

u El Renacimiento abarca desde finales del siglo XV hasta finales del XVI. El
siglo XV no es propiamente Edad Media, pero tampoco es plenamente
Renacimiento, hay cierta ambigüedad (detectable, por ejemplo, en obras
como La Celestina). Dentro del Renacimiento, podemos establecer dos
períodos:
u 1) un primer Renacimiento, pagano, europeo, que se corresponde con el
reinado de Carlos I (1517-1556);
u 2) un segundo Renacimiento, nacional, cristiano, en el reinado de Felipe II
(1556-1598), que tiene como contexto el Concilio de Trento y la
Contrarreforma católica, respuesta a la Reforma protestante.
Manierismo y Barroco

u A su vez, el Barroco abarca desde finales del siglo XVI y todo el XVII, más
sus postrimerías en el XVIII (autores que son continuadores, ya en
decadencia, de Calderón de la Barca: Bances Candamo, Zamora, etc.).
u Entre el Renacimiento y el Barroco encontramos una etapa o un estilo de
transición denominado Manierismo (abarca desde 1580 hasta 1600,
aproximadamente). En la segunda mitad del XVI, se produce un cambio en los
recursos retóricos y expresivos (agotados), que desemboca en una actitud
esteticista. Un escritor manierista es, por ejemplo, Herrera, cuya obra
constituye un término medio entre la de Garcilaso y la de Góngora (punto
medio en el camino hacia el culteranismo). También Cervantes es, en parte
de su obra, un escritor manierista.
u El final del Barroco lo podemos situar simbólicamente en 1681, con la
muerte de Calderón (pero los treinta o cuarenta primeros años del XVIII son
plenamente barrocos —postbarrocos— en teatro, lírica y prosa).
Rasgos generales del Renacimiento

u Ya he aludido antes a la etimología de la palabra Renacimiento: el nuevo


periodo es un re-nacimiento; se quiere dejar atrás la Edad Media,
considerada como una época oscura y bárbara. En cualquier caso, hay que
considerar que ya hubo un Renacimiento carolingio a fines del siglo VIII y
principios del IX, y otro en el siglo XII.
u El Renacimiento es una época de grandes cambios en varios órdenes:
política, religión, pensamiento, etc. Veamos:
1) La Antigüedad grecolatina como
modelo
u Se propone como modelo cultural la Antigüedad greco-latina. Se da un resurgir
de los valores formales y espirituales de la Antigüedad. En este sentido, el
Renacimiento se pone frente a la Edad Media. Los hombres del Renacimiento se
consideraban continuadores de la Antigüedad Clásica y pensaban que la Edad
Media había supuesto una ruptura cultural. Pero esta idea hay que desecharla:
no existe una ruptura, una transición brusca de la Edad Media al Renacimiento,
sino que se dan una serie de cambios, con pervivencia de muchos rasgos
medievales. En realidad, el renacer clásico se limita al campo de las letras y las
artes, pero después el término Renacimiento se extendió a todos los aspectos de
la vida de la época, ya no solo los relacionados con la cultura. De ahí que se use el
concepto Renacimiento para referirse al conjunto de sucesos históricos y
culturales que suceden en el siglo XV (para el caso de Italia) y en el XVI (para los
demás Estados o territorios europeos) en los que aparecen matices diferenciales:
no hay ahora una unidad cultural global, se abandona el latín como lengua de
cultura generalizada y surgen diversos enfoques nacionales.
u Ver Régine Pernoud, A la luz de la Edad Media, Barcelona, Granica, 1983.
2) Homocentrismo

u Se da una nueva concepción del hombre, el homocentrismo, frente a la


visión teocéntrica medieval. El hombre concede ahora importancia a su
existir: la vida humana no es solo un valle de lágrimas, el hombre no es solo
un ser para la muerte: frente al memento mori (‘recuerda que eres mortal’),
ahora se hace hincapié en el carpe diem (‘aprovecha el día, vive el
momento’), en el collige, uirgo, rosas (‘coge, doncella, las rosas’). Se
considera que el hombre es un microcosmos (un mundo abreviado), frente al
macrocosmos o Universo.
u Ver Francisco Rico, El pequeño mundo del hombre: varia fortuna de una idea
en la cultura española, Barcelona, Destino, 2005.
3) Auge de las monarquías absolutas

u Hay también una nueva concepción política: el régimen político feudal se


debilita ante las monarquías absolutas. El Estado estará por encima de
cualquier otra consideración. En el caso de la Monarquía española, será el
baluarte de la Contrarreforma, el bastión principal de toda la cristiandad. Los
reyes españoles serán los adalides del catolicismo frente a los moros y los
herejes luteranos y calvinistas.
4) Nueva ciencia y nueva filosofía

u Se produce una reacción contra el espíritu teológico y autoritario del medievo


(Burckhardt). Pero continúa el tratamiento de muchos temas anteriores. Se busca
un individualismo libre, crítico y paganizante, que sería iniciado por Dante,
Giotto… entre finales del siglo XIII y comienzos del XIV. El peso cultural más
importante es el de Italia, pero ocurre en varios países de Europa.
u Surge entonces la nueva ciencia (Descartes, Newton, Pascal, Torricelli, Galileo,
Hooke…).
u Igualmente, encontraremos una nueva filosofía: ahora se vuelve los ojos a la
filosofía greco-romana. Se da la crítica de las doctrinas medievales del
escolasticismo aristotélico, y triunfan la opción platónica y los sistemas afines,
como el neoplatonismo o el agustinismo.
u Jacob Burckhardt, Die Kultur der Renaissance in Italien, Basel, s. n., 1860. La
cultura del Renacimiento en Italia, Madrid, Escelicer, 1941.
¿Hubo un Renacimiento español?

u A veces se ha planteado la pregunta: ¿hubo un renacimiento español?


Algunos críticos alemanes dicen que no, alegando que no se dio un criticismo
filosófico al dogmatismo medieval. Pero sí podemos afirmar que lo hubo,
aunque fue con una marcada orientación católica y monárquica.

u Por otra parte, hay que destacar un dato muy importante: hubo en el
Renacimiento español una conjunción de lo culto (tradición clásica) y lo
popular (tradición hispánica).
Reinados (siglos XVI y XVII)

u En el siglo XVI en España, son varios los reinados que se suceden: primero el
de los Reyes Católicos (Isabel en 1504). Son regentes de Castilla Felipe el
Hermoso, Fernando el Católico y el cardenal Cisneros. Los reinos de Aragón y
Castilla quedan unidos de nuevo en la persona de Carlos I (1516-1556).
Después reina su hijo Felipe II (1556-1598).
u En el siglo XVII, reinarán en España los Austrias menores: Felipe III (1598-
1621); Felipe IV (1621-1665) y Carlos II (1665-1700), que muere sin heredero,
lo que llevará a una guerra de sucesión.
La Monarquía Hispánica

u Asistimos a la evolución hacia la unidad nacional. Como sistema de gobierno hay


una monarquía absoluta de origen divino. Los reyes combaten el poder feudal,
concentrando autoridad en su persona y afrontando empresas nacionales. Se vive
el auge del imperio español o, mejor, de la Monarquía Hispánica, que ejerce su
hegemonía en Europa, África y América. Así, Carlos V domina sobre buena parte
del mundo conocido, como reflejan sus títulos: «Nos, Carlos V, emperador romano
por la gracia de Dios, siempre augusto, rey de España, de Sicilia, de Jerusalén, de
las Baleares, de las Islas Canarias e Indias, así como del continente más allá del
Océano, archiduque de Austria, duque de Borgoña, de Brabante, de Estiria, de
Carintia, de Carniola, de Luxemburgo, de Limburgo, de Atenas y Neopatria, conde
de Habsburgo, de Flandes y del Tirol, conde palatino de Borgoña, de Hennegau y
del Rosellón, landgrave en Alsacia, príncipe en Suabia, señor en Asia y en África».
u Esa Monarquía Hispánica se convierte en adalid de la Cristiandad católica. Se vive
el deseo de una Monarquía Universal Católica (unidad política y religiosa).
La sociedad

u Si examinamos la sociedad en el Renacimiento, veremos que la estructura social


se transforma muy poco respecto a los tiempos de la Edad Media. La sociedad
sigue siendo claramente jerarquizada. La nobleza y el clero mantienen sus
privilegios, y junto con la alta burguesía ocupan los puestos más altos de la
sociedad. La nobleza se acerca al trono y confirma su poder. El Rey y la Religión,
el Altar y el Trono, caminan también unidos.
u En Europa se da un desarrollo notable del capitalismo y de la burguesía (no tan
marcado en España). En el sector agrario, los campesinos dejan de ser siervos
(no existe ya el feudalismo), pero su situación no mejora demasiado y existe una
absoluta dependencia respecto a los señores. En las ciudades hay una clase media
de mercaderes (burgueses) y un sinnúmero de artesanos, jornaleros, criados,
mozos… en condiciones similares a las de los campesinos; también viven en el
ámbito urbano pícaros, mendigos, hidalgos empobrecidos y otros marginados. Al
mismo tiempo se conoce el empobrecimiento de las clases populares, siendo esta
situación extrema en Castilla.
Las ideas religiosas

u Las ideas religiosas tuvieron gran trascendencia social, primero en la


formación de los países protestantes: la creencia calvinista o puritana dio
sentido al trabajo y todos los grupos sociales tuvieron un desarrollo activo
(auge mayor de la burguesía). En cambio, en los países donde se dio la
Contrarreforma se condenó el trabajo no ligado a la tierra, por lo que
estaba desprestigiado moral y socialmente: el noble o hidalgo dejaba de
serlo en cuanto desarrollaba una actividad productiva para la economía, un
trabajo manual, lo que resultó algo nefasto para Castilla. Las tensiones
políticas y sociales guardan relación con las tensiones religiosas. En
general, fue en el norte de Europa donde triunfó la Reforma protestante,
mientras que en los países del sur de Europa occidental prevaleció la
Contrarreforma.
La vida militar

u En el ámbito militar, hay que hacer notar que cambian los usos guerreros y
las estrategias bélicas; las milicias cuentan con armas de fuego ligeras
(mosquetes, arcabuces…) pero también grandes (bombardas, culebrinas,
cañones…). En la Edad Media, el valor, la valentía, el comportamiento
individual del caballero resolvía los conflictos. Ahora prevalecen las armas de
fuego y la artillería. (Lope de Vega, El caballero de Olmedo: don Rodrigo dice
que no ha venido a reñir, sino a matar.)
u Las armas y las letras. Soldados-poetas, que manejan la pluma y espada:
Garcilaso, Cetina, Acuña, Aldana, Ercilla, y luego Cervantes, Lope, Calderón,
etc.
La estructura social

u En la Edad Media existe una sociedad estamentalizada, con cajones estanco,


compartimentos inamovibles, se nace en uno u otro estado. Tres estados: rey
y bellatores, defienden; clero=oratores, rezan; estado llano, los siervos de la
gleba, sustentan.
u Eso cambia en el Renacimiento. La crisis bajomedieval se supera con el
aumento de poder de los monarcas autoritarios en detrimento del poder
feudal. La nobleza es atraída a la corte para desempeñar labores
burocráticas, administrativas y militares. La nobleza deja de ser guerrera y
poco a poco se convierte en cortesana ociosa (en el Quijote vemos las críticas
de Cervantes).
u Nobleza vs. dinero, motores de la sociedad.
u Todavía la burguesía está apartada de poder político.
La organización política
u Surgen los tres grandes estados modernos: Francia, Inglaterra y España. De los
tres, España es el que cuenta con un territorio más amplio, que lo ha ganado por
conquista o por matrimonios políticos. Los estados-región medievales tienden a
desaparecer aunque en Italia y en el Imperio se mantienen (Alemania e Italia no se
unificarán hasta el siglo XIX). Se produce una concentración del poder en manos
del monarca. Maquiavelo, en su obra El príncipe, muestra cuáles deben ser los
criterios del gobernante. Se cambia la visión medieval de la política idealista
(unificación cristiana) pero todavía esa concepción medieval de imperio influye en
el comportamiento político de la Casa de Austria (ideal católico). La unificación
peninsular sigue en su progresivo avance, iniciado por los Reyes Católicos,
continuado por Felipe II, pero al mismo tiempo se vinculan otros territorios
extrapeninsulares (europeos y americanos), pero el único lazo de unión reside
en que todos ellos están gobernados por un mismo monarca pero cada uno
mantiene sus instituciones y no se sienten fundidos en un país. El gobierno tiende
a la centralización del poder, pero se mantienen las leyes y privilegios
particulares.
u La mayor transformación se da en Castilla, territorio más rico y asiento de los
monarcas, aunque surgen conflictos (guerras de las Comunidades) y al ser
derrotados, su autonomía queda más restringida.
La economía

u Se supera la crisis económica bajomedieval, debido a que se produce un


relanzamiento, motivado por dos factores: avances técnicos y financieros o
mercantiles, factores que ya se habían empezado a dar en la Baja Edad
Media. Alcanza una gran importancia la capacidad económica monetaria
(dinero). Por ejemplo, el descubrimiento de América supone un auge del
comercio, tanto interior como exterior (productos ultramarinos). Este
estímulo llevó a la mejora de las técnicas agrícolas e industriales. Se busca la
explotación de metales preciosos (plata y oro) en las tierras conquistadas;
pero, paradójicamente, a la larga el descubrimiento resultó negativa, un
empobrecimiento para Castilla, puesto que no se invirtió en la metrópolis y
el dinero se iba fuera (para pagar los préstamos).
Religión y corrientes espirituales
u El origen del protestantismo está en el humanismo religioso, cuyo primer personaje es
Erasmo de Rotterdam, quien proponía una fe y piedad interiores basadas en la lectura y el
libre examen de los Evangelios para recuperar la pureza evangélica de los primeros cristianos.
Se rechazaba el culto externo, las ceremonias y se criticaba al clero y a la Iglesia: venta de
indulgencias y cargos, vida suntuosa de las autoridades eclesiásticas, escándalos, hechos
contrarios al Evangelio. Basándose en las ideas de Erasmo aparecerán Lutero y Calvino,
cuyas reflexiones y doctrinas tendrán repercusiones sociales y políticas impensables en la
época. En Alemania, los magnates se apoyan en el protestantismo para oponerse al
Emperador y finalmente se llega a un acuerdo a través del cual los habitantes de cada estado
tendrán la religión de su príncipe gobernante en ese territorio. En Flandes, parte de la
nobleza y de la burguesía se opone a Felipe II, defensor a ultranza del Papa, con motivos
políticos (expansión territorial) más que religiosos. La Inquisición protegió férreamente a
España de las teorías protestantes, actuando con dureza. No obstante, la huella de
humanistas e iluministas se encuentra en los místicos de la segunda mitad del siglo XVI, como
Santa Teresa o fray Luis de León, quienes, sin atacar a la Iglesia, adaptaron muchas
sugerencias por lo que tuvieron problemas más o menos serios, aunque no llegaron a
oponerse a la Inquisición.
u Las tres grandes corrientes espirituales renacentistas son el Erasmismo, la Reforma
protestante y la Contrarreforma católica.
El erasmismo
u Por un lado, surge el espíritu crítico en el seno de la Iglesia, con el erasmismo y el
protestantismo (luteranismo, calvinismo).
u El relajamiento de las costumbres morales en el clero encuentra un reformador en
Erasmo de Rotterdam (1469-1536; se llamaba Desiderius Erasmus): hace apología
de un cristianismo interno; este humanista holandés fustiga el abuso de las
devociones y el vano formalismo exterior. Es la suya una respuesta a inquietudes y
protestas espirituales de la época. Ingresa en el convento de canónigos regulares
de San Agustín en Stein. Lee a los clásicos y a los humanistas italianos. Su obra
Antibarbari es una acerba sátira contra la vida monástica. En 1492 se ordena
sacerdote, pero luego abandonará los hábitos. Gana fama. Su sistema es el
antiescolasticismo: lucha contra la filosofía dogmática, contra lo popular y contra
los misterios. En 1500 publica su Adagiorum collectanea (800 proverbios, que se
ampliará hasta los 3.260). Otra obra fundamental es su Elogio de la locura. Tiene
también obra epistolar. Otro título esencial es el Enchiridion. Respecto al idioma,
hace la recomendación de que la Biblia se traduzca a las lenguas vernáculas.
Incide en la relación entre Dios y el hombre (oración interior o mental,
predestinación). Alumbrados, iluminados, místicos.
La Reforma protestante

u La Reforma protestante bajo el liderazgo del alemán Martín Lutero (1483-


1546) y el francés Juan Calvino (Jean Cauvin, 1509-1564): acentúa lo
sobrenatural frente a la corrompida naturaleza humana. Quiere volver a un
cristianismo primitivo, a la Biblia y al encuentro inmediato con Dios, con el
consiguiente rechazo de las manifestaciones religiosas exteriores. Espíritu /
letra.
La Contrarreforma católica

u En España, surge la Contrarreforma, con la actividad de la Inquisición: se


trata de evitar que la cultura se contagie de protestantismo. La convivencia
de religiones resulta muy problemática: cristianos, musulmanes y judíos.
Limpieza de sangre: cristianos viejos / judíos (expulsión en 1492), pero
conversos, moriscos, etc. Se considera que el trabajo deshonra y esto frena el
desarrollo de la sociedad (comercio, industria, banca).
u La literatura refleja esos conflictos sociales y religiosos, esos enfrentamientos
de castas religiosas. Se da el aupamiento social del judío: dinero / nobleza.
«Nunca hay honra sin dineros» (Santa Teresa). Cristianos viejos / cristianos
nuevos. Comer cerdo («Yo te untaré mis versos con tocino…», de Quevedo
contra Góngora) y productos elaborados con sangre (morcilla, torreznos,
productos grasos…), jamón, beber vino, nariz larga, verbo esperar, etc.
u La edad conflictiva (Américo Castro).
La cultura del Renacimiento.
El Humanismo (1)
u El Humanismo es la vertiente intelectual y cultural de la época y bajo ese
nombre se agrupan una serie de tendencias filosóficas y científicas, surgidas en el
siglo XIV en Italia y que se difundirán por el resto de Europa a partir del siglo
XV. Tiene por objeto de estudio de las obras de los autores de la Antigüedad
clásica. No es innovador, sin embargo, su estudio no está determinado por la
religión y en él se encuentran las bases del pensamiento moderno.
u En Italia, el ambiente cultural era propicio para superar el escolasticismo
medieval, dado que los dirigentes, príncipes y burgueses favorecían a artistas e
intelectuales y el contacto con la Antigüedad clásica (Grecia y Roma) era mayor,
reforzada por la llegada de los sabios bizantinos que huían de Constantinopla. Se
considera a Petrarca como el primer humanista: poseía numerosos manuscritos
griegos y fue redescubridor de la tradición clásica desde un punto de vista
independiente de la Iglesia, la religiosidad o el escolasticismo.
La cultura del Renacimiento.
El Humanismo (2)
u A partir del Renacimiento decaen las Universidades eclesiásticas y de ahí en
adelante el Humanismo se extiende por Europa al marchar los humanistas
italianos (las personas más cultas de la época merced a la ayuda de los mecenas)
a otras cortes. Con el descubrimiento de la imprenta se difunden sus obras en
latín y los textos clásicos originales, surgiendo humanistas en todos os países
europeos (Luis Vives, en España). Se deja atrás la creencia de que todo le viene al
hombre a través de la fe; al contrario, se cree que debe usar su razón y
potenciar el racionalismo y el experimentalismo. El antropocentrismo humanista
se basa en la razón libre. El platonismo valora la perfección del hombre, la
belleza del mundo y la naturaleza, reflejo de la belleza ideal o divina. Esta
nueva concepción del mundo se refleja en la literatura a través del platonismo
literario y el bucolismo.
u El Humanismo italiano del siglo XIV (Dante, Petrarca, Boccaccio, Pico de la
Mirandola…) es precedente o base del Renacimiento de los siglos XV-XVI.
La cultura del Renacimiento.
El Humanismo (3)
u El humanismo y los humanistas: son los más estimados intelectuales del
Renacimiento.
u Humanismo: prestigio de la cultura clásica e italiana, influjo de estas literaturas
sobre la española. Aparecen nuevos géneros líricos y dramáticos. El Humanismo
del Cuatrocientos desarrolla la gran labor de preparación para el Renacimiento,
crea una cultura general (Petrarca, 1304-1374; Boccaccio, 1313-1375).
Descubrimiento de la perspectiva histórica: ellos dividen la historia en Antigüedad
/ Edad Media /Edad Moderna.
u El Humanismo italiano sigue con Giovanni Pico della Mirandola y Marsilio Ficino.
El platonismo. León Hebreo. Malón de Echaide, Huarte de San Juan, Lope vulgo /
Góngora cultos.
u Erasmo y el erasmismo (para Cervantes).
u Humanismo y literatura francesa: Margarita de Navarra, Rabelais, Montaigne.
La cultura del Renacimiento.
El Humanismo (4)
u Los humanistas preparan la cristianización de elementos paganos. Empleo de la alegoría.
Consideran al hombre un microcosmos, un mundo en miniatura (dignidad del hombre).
Relación hombre-Dios. Predestinación / libre albedrío.
u Ideal de humanitas y los studia humanitatis.
u Proponen un retorno a las fuentes clásicas: platonismo y neoplatonismo en la lírica. Marsilio
Ficino (1433-1499), doctrina del amor. Plotino (427a C.-347 a C). León Hebreo (c. 1460-c.
1530).
u Las ideas filosóficas dominantes son (Serés):
u Platonismo y neoplatonismo: exaltación de la belleza y del amor como perfeccionamiento del
hombre y acercamiento a Dios. Elevan el espíritu.
u Estoicismo: la razón debe dominar a la pasión; el equilibrio y la armonía son los ideales
buscados.
u Epicureísmo: la vida no tiene que ser triste ni desagradable.
u Escepticismo: actitud crítica ante la realidad. Francisco Sánchez desarrolla un escepticismo
radical con su obra Quod nihil scitur (1580).
La cultura del Renacimiento.
El Humanismo (5)
u Fin de la Edad Media=revolución del pensamiento con el Humanismo.
Humanismo y Renacimiento son conceptos casi sinónimos (los autores
italianos del siglo XIV, la imprenta, la dignificación de las lenguas vulgares).
u Un hecho decisivo: la invención de la imprenta por el alemán Juan
Gutenberg (1400-1468). Se pasa de la difusión de la cultura a través de copias
manuscritas a poder hacer miles de ejemplares, libro objeto carísimo. A fines
del XV, varias ciudades españolas imprimen libros (los editados antes de
1500 se llaman incunables). Es un cambio comparable a la Era Internet de
hoy. Instrumento para la difusión del saber. Para algunos es negativo (se van
a divulgar ideas erróneas). Biblioteca del hidalgo manchego.
u Ver dos sonetos de elogio de la imprenta (Lope y Quevedo) en el dossier.
La cultura del Renacimiento.
El Humanismo (6)
u En las capas superiores aumenta el número de personas que saben leer y
escribir. Era muchas veces una lectura colectiva (testimonios en el Quijote
lectura en la venta: uno lee, varios escuchan) Literatura oral, épica, romances.
u Los escritores no escriben ahora para oyentes, sino para lectores. Desarrollo de
varios géneros novelescos.
u Humanistas españoles: Juan Luis Vives, Elio Antonio de Nebrija, Juan de Valdés,
Alfonso de Valdés.
u La lengua castellana es lengua de cultura en el Renacimiento. El castellano,
lengua universal: lengua cortesana en Europa. Nebrija: la lengua, compañera del
Imperio. Recopilaciones, conquista de América. Nebrija y la lengua castellana: en
1492, se publica la primera Gramática castellana. Gusto por los refranes.
u Ideal de lengua sencilla, culta y elegante, pero no latinizante. Diálogo de la
lengua de Juan de Valdés: «Escribo como hablo».
La literatura anterior al Renacimiento

u Antes de llegar al Renacimiento, tenemos la Edad Media y el siglo XV, que es un siglo de transición en lo
político y en lo literario. En la literatura anterior, hemos encontrado estos autores y obras:
u —Poema de mio Cid
u —Berceo
u —Las cantigas de amigo galaico-portuguesas
u —Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, y su Libro de buen amor
u —El príncipe don Juan Manuel
u —Jorge Manrique
u —La lírica tradicional (romances y canciones tradicionales, «la lírica de todos y de siempre»)
u —El marqués de Santillana, Sonetos fechos al itálico modo y otras obras
u —Juan de Mena, Laberinto de Fortuna
u — Canciller Pero López de Ayala, Libro rimado de Palacio
u —El Romancero
u —La poesía de cancionero (poesía culta y cortesana)
Tendencias y géneros

u Es en la lírica donde primero se observa la introducción del Renacimiento,


produciéndose la adaptación a otras lenguas de temas y formas poéticas
usadas por los poetas italianos, sobre todo por Petrarca en su Cancionero y
otros posteriores, como Pietro Bembo.
u La aportación de Boscán y Garcilaso supone en España un corte radical con
respecto a la literatura anterior: se escriben sonetos, se usa el endecasílabo
y el heptasílabo, y se rompe con las formas y temas poéticos de la Edad
Media y el siglo XV, surgiendo una concepción diferente del amor, aunque
estos escritores heredan también ciertos rasgos medievales.
u En Francia aparecen Ronsard y Du Belly y en Inglaterra Wyatt y Surrey.
Métrica (1)

u En el aspecto métrico se produce un cambio radical, combinándose en los


poemas endecasílabos y heptasílabos. En el Renacimiento español se extiende el
soneto, inventado en Italia por los trovadores sicilianos y usado por los poetas del
dolce stil novo y por Petrarca en su Cancionero. Se trata de catorce versos
endecasílabos que forman dos cuartetos (ABBA ABBA) y dos tercetos (con rima CDE
CDE generalmente, aunque con variantes).
u Otra forma estrófica frecuente es la canción, dividida en estancias, con origen
provenzal (versos no endecasílabos) y usada por Petrarca en su Cancionero. Está
compuesta por un número variable de estrofas denominadas estancias, cada una
de las cuales puede tener de diez a veinte versos, endecasílabos y heptasílabos,
combinados a gusto del autor, repitiéndose el esquema y estructura a lo largo de
la canción, siendo su rima consonante. Al final solía tener una estancia de envío,
más breve, en la que el autor se dirige a la propia canción para pedirle que
cumpla sus intenciones o a una persona determinada.
Métrica (2)

u Otra forma métrica usada son los tercetos encadenados, de los cuales el
segundo rima con el primero y el tercero del siguiente terceto; la última
estrofa suele ser un serventesio, para que no quede un verso suelto (ABA, BCB,
CDC... XYX, YZY).
u También se usa la octava real (estrofa de ocho versos endecasílabos con rima
consonante ABABABCC), empleada por Boccaccio y Ariosto; y la lira, inventada
por Bernardo Tasso, que es una combinación de cinco o seis versos heptasílabos
y endecasílabos, con libertad de formas, aunque la estructura más usada es 7a
11B 7a 7b 11B. Fue usada por Garcilaso en «A la flor de Gnido» y por fray Luis
de León y san Juan de la Cruz.
u Hay otras estrofas que en España no tuvieron tanto éxito, aunque sí en otros
países, como son los endecasílabos blancos, con medida pero sin rima, y la
silva, más usada en el Barroco por su espíritu de desorden.
u En un primer momento los poetas despreciaron el cultivo de las formas
tradicionales, pero al final, en el siglo XVI, volvieron en parte a su empleo
por lo que no se perdieron y se recuperaron (la ruptura no fue total).
Temas de la literatura renacentista (1)

u Se considera a Petrarca el padre de los poetas renacentistas y se produce


una traducción de versos, términos, palabras, imágenes (prisión, barco,
tempestad…), metáforas y temas, siendo el central el amor, influido por el
petrarquismo (sufrimiento, dolor) y el platonismo (contaminación del tema
amoroso con la idealización de la belleza física de la amada, reflejo en el
mundo natural y concreto de la belleza de la amada Divinidad, esto es, se
produce una divinización de la amada).
u También aparece el tema de la naturaleza, pero al igual que en el amor, se
trata de una visión idealizada, recibida de los clásicos (el griego Teócrito y las
Bucólicas de Virgilio). La poesía bucólica, con el desarrollo de las églogas,
compone obras lírico-dramático-narrativas. El contenido temático es similar
al del platonismo de la época: a través de las penas de los pastores se
reflejan los sentimientos amorosos, muy idealizados, del poeta y su amada,
evitando así referirse a otros problemas de la realidad.
Temas de la literatura renacentista (2)

u Influyen los tópicos clásicos: carpe diem (ʻaprovecha el díaʼ) de Horacio,


Collige, virgo, rosas (ʻcoge, doncella, las rosasʼ) de Ausonio, siendo ambos una
invitación a la mujer joven para que goce de su juventud antes de que el
tiempo marchite su belleza y el Beatus ille o aurea mediocritas de Horacio,
añoranza de la vida tranquila en el campo frente a la agitación de la ciudad,
asimilada por fray Luis de León («Qué descansada vida / la del que huye el
mundanal ruido…»).
u Para dar a su poesía un toque clásico, los escritores renacentistas introducen
temas y personajes mitológicos, unas veces como base temática y
argumental, otras como simple adorno.
Temas de la literatura renacentista (3)

u En la épica, se recuerdan los grandes poemas épicos de la Antigüedad (la


Ilíada de Homero, la Eneida de Virgilio, la Farsalia de Lucano), escribiéndose
extensas epopeyas nacionales: La Araucana, La Austriada, el Orlando furioso
de Ariosto, Os Lusiadas del portugués Camões y La Franciada de Ronsard.
u La realidad influye en la literatura del Renacimiento y la literatura influye
en el desarrollo de la vida renacentista: conquistadores de América = héroes
de caballerías. Nombres de California, Patagonia, El Dorado, Amazonas…
u Ver Irving Albert Leonard, Los libros del conquistador (publicada en inglés en
1949 y en español en 1953).
Tres obras importantes

u 1) El Príncipe (1515) de Nicolás Maquiavelo: obra esencial para comprender la


política europea. El maquiavelismo es la doctrina política que defiende que «El fin
justifica los medios».
u 2) El Cortesano de Baltasar de Castiglione (obra escrita entre 1514-1518,
publicada en 1528): el hombre universal se interesa por el arte, la literatura, la
guerra, el deporte, la conversación, el baile, la sociedad. Es el manual de la
sociedad cortesana renacentista. Por ello, el ideal de hombre renacentista aúna las
armas y las letras, la pluma y la espada: abundan los soldados-poetas (Cetina,
Aldana, Garcilaso, Ercilla; y luego Cervantes, Lope, Calderón…).
u 3) Los Diálogos de amor (1535) de León Hebreo, que populariza las doctrinas
neoplatónicas del amor. Ficino.
La lírica peninsular antes del Renacimiento
u Antes del Renacimiento, encontrábamos en la literatura peninsular la poesía
cancioneril del siglo XV (marqués de Santillana, Juan de Mena, Manrique,
Cancioneros de Baena y Stúñiga, poesía lírica popular, Ramón Llull, Ausiàs March).
u La lírica en tiempos de los Reyes Católicos: fray Íñigo de Mendoza, fray Ambrosio
Montesinos y Juan de Padilla y el Cancionero General (1511) de Hernando del
Castillo.
u Una idea importante: no hay ruptura, sino continuación. Por ejemplo, en el tema
del amor cortés (los trovadores provenzales, Ausiàs March), el dolce stil nuovo
(que canta a la donna angelicata), Petrarca y su Canzoniere, Dante y su Vita
nuova, más las influencias clásicas (Virgilio, Horacio y Ovidio) y las bíblicas.
u El petrarquismo como sistema (el petrarquismo es más que Petrarca: Lorenzo el
Magnífico, Poliziano, Boiardo, Bembo…). El petrarquismo arraiga en España.
Importancia del contacto político y económico entre Italia y España.
u El marqués de Santillana había ensayado el soneto endecasílabo en sus cuarenta y
dos Sonetos fechos al itálico modo (1438), pero eran todavía toscos, no suenan
bien (ver soneto en p. 173 de Poesía cancioneril).
Boscán, Garcilaso y Andrea Navagero
u Carta de Boscán a la duquesa de Soma, que refiere su encuentro con Andrea
Navagero, humanista y embajador de la República veneciana, que asistía en
Granada a las tornabodas del Emperador Carlos con Isabel de Portugal: «Estando
un día en Granada [en 1526] con el Navagero, tratando con él en cosas de ingenio
y de letras, me dijo por qué no probaba en lengua castellana sonetos y otras artes
de trovas usadas por los buenos autores de Italia; y no solamente me lo dijo así
livianamente, mas aún me rogó que lo hiciere… Así comencé a tentar este género
de verso, en el cual hallé alguna dificultad por ser muy artificioso y tener muchas
particularidades diferentes del nuestro. Pero fui poco a poco metiéndome con
calor en ello. Mas esto no bastara a hacerme pasar muy adelante, si Garcilaso, con
su juicio —el cual, no solamente en mi opinión, mas en la de todo el mundo, ha
sido tenido por cosa cierta— no me confirmara en esta mi demanda. Y así,
alabándome muchas veces este propósito, y acabándome de aprobar con su
ejemplo, porque quiso él también llevar este camino, al cabo me hizo ocupar mis
ratos en esto más fundamentalmente» (Antología de la lírica renacentista, ed. de
Susan Espie, Barcelona, Plaza & Janés, 1986, pp. 35-36).
u Los principales autores son: Boscán, Garcilaso, Fernando de Herrera, Francisco de
la Torre, fray Luis de León… El petrarquismo seguirá en el siglo XVII con plena
vigencia.
Temas de la lírica renacentista (1)

u El amor humano: amor casto; tópicos de la belleza exterior (descriptio


puellae, retrato femenino), tópicos de la belleza interna; amore amaro; dolce
nemica o dolce mia guerriera, «dulce enemiga», «amada enemiga»; placer y
dolor; cadenas y redes del amor. El amor como un sistema cósmico.
u El amor divino: poesía ascética y mística.
u La naturaleza: en la época anterior, la naturaleza, el paisaje, no tenían
entidad propia. Locus amoenus. Bucolismo utópico. Arcadia feliz. Exaltado el
sentimiento de la naturaleza. Elogio de la vida retirada. Menosprecio de corte
y alabanza de aldea.
u Los temas morales: el paso del tiempo; las ruinas; carpe diem; collige, uirgo,
rosas; aurea mediocritas; la palinodia; el estoicismo, etc.
Temas de la lírica renacentista (2)

u El sentimiento de lo heroico (soldados-poetas, tono heroico, de exaltación


patriótica, de la Monarquía Hispánica).
u La poesía panegírica y laudatoria (los escritores dependen de un mecenas).
También elogio de ingenios, en los preliminares de los libros. Poesía de
circunstancias.
u La poesía satírico-burlesca: burla, sátira, etc. (Baltasar del Alcázar: «Cena
jocosa», «Tres cosas me tienen preso / de amores el corazón…».
u La poesía funeral y elegíaca: muerte, elegías de Garcilaso. También son
poemas de circunstancias.
El tema del amor

u De estos temas tratados por la lírica, el más importante es el del amor


humano. Hay una escuela cortesana o del amor cortés (poesía afectiva), cuya
línea evolutiva sería: Garcilaso-Camoens-conde de Salinas-conde de
Villamediana-Lope de Vega. De ahí que nos detengamos en el comentario de
algunas teorías amorosas y temas, tópicos y motivos amorosos.
u Hay que destacar, en primer lugar, que en esta lírica amorosa se da una
idealización de la mujer. Recordemos que el Renacimiento se caracteriza por
el homocentrismo: el hombre es el centro del Universo y el amor es el motor
de la vida en la cosmovisión de la era nueva. Un magnífico ejemplo de esa
idealización de la dama amada lo tenemos en el célebre soneto de Dante,
Vita nuova, que comienza «Tanto gentile e tanto onesta pare»:
Dante, «Tanto gentile e tanto onesta pare»

u Tanto gentile e tanto onesta pare


la donna mia, quand’ella altrui saluta,
ch’ogni lingua divien tremando muta,
e gli occhi non l’ardiscon di guardare.
u Ella sen va, sentendosi laudare,
benignamente d’umiltà vestuta;
e par che sia una cosa venuta
di cielo en terra a miracol mostrare.
u Mostrasi sì piacente a chi la mira,
che dà per gli occhi una dolcezza al core,
che’ntender non la può chi non la prova.
u E par che della sua labbia si muova
un spirito soave pien d’amore,
che va dicendo all’anima: Sospira.
u (Dante Alighieri, Vita nuova)
Dante, «Tan gentil aparece y tan honesta»

u Tan gentil aparece y tan honesta


mi señora, al dar a alguien su saludo,
que toda lengua tiembla y enmudece
y de mirar los ojos no se cansan.
u Ella camina, oyendo que la alaban,
benignamente de humildad vestida,
y parece que sea algo venido
desde el cielo a mostrarnos un milagro.
u Tan grata se aparece a quien la mira,
que por los ojos da un dulzor al alma
que saber puede sólo el que lo prueba.
u Y parece que salga de su boca
un espíritu suave, todo amor,
que va diciendo al ánimo: «Suspira».
u (Traducción de José María Valverde)
Teorías amorosas del Siglo de Oro (1)
u Podríamos afirmar que, grosso modo, son tres las principales tradiciones que
convergen en las teorías amorosas de la época barroca: por un lado, la tradición
de la poesía trovadoresca y cancioneril inserta en los tópicos del amor cortés (el
servicio a la dama, el "fino amor", el galardón, etc.); por otro, la rica influencia
del dolce stil nuovo y de Petrarca y los post-petrarquistas (que insiste en el
«endiosamiento» de la amada, convertida ya en una donna angelicata); y, en
tercer lugar, una corriente neoplatónica o neoplatonizante (también idealizadora
del amor y la mujer, basada en las teorías derivadas de los tratadistas del
Renacimiento como Marsilio Ficino, Pietro Bembo o León Hebreo). A veces, los
elementos procedentes de estas tres grandes tradiciones —en principio distintas—
presentan sin embargo rasgos comunes o semejantes y en algunos textos resulta
difícil discernir con exactitud qué pertenece a cada una de ellas. Ese sincretismo
se da, especialmente, entre elementos petrarquistas y neoplatónicos. De
hecho, Pozuelo Yvancos ha visto en el neoplatonismo de la lírica de los siglos XVI y
XVII —en tanto sistema literario— un extraordinario esfuerzo de síntesis de todas
esas corrientes y teorías amorosas.
u José María Pozuelo Yvancos, El lenguaje poético de la lírica amorosa de Quevedo,
Murcia, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Murcia, 1979.
Teorías amorosas del Siglo de Oro (2)

u Conceptos claves son, pues, el amor cortés provenzal, el amor hudrí de la


poesía arábiga, el petrarquismo y el neoplatonismo; y, en fin, no podemos
dejar de considerar la influencia italiana: Dante, Petrarca, el «dolce stil
novo» (los stilnovistas). Aquí veremos a la mujer como donna angelicata y la
práctica de la religio amoris. El petrarquismo está muy cercano al amor
neoplatónico, al neoplatonismo de Ficino y León Hebreo. Podemos decir que
el petrarquismo o la poesía petrarquista es un código literario que aúna el
amor cortés y el idealismo neoplatónico. El desgaste de los tópicos daría lugar
a burlas y parodias (por ejemplo, Lope con su Tomé de Burguillos, o Quevedo
en algunos sonetos paródicos).
El amor cortés provenzal

u En la poesía cancioneril, sobre todo, se deja notar la influencia provenzal


del amor cortés (Francia, siglo XIII), esto es, de la poesía de los trovadores:
la mujer como señor (eco del feudalismo y la caballería).
u Se da la aplicación de un esquema social (el vasallaje) a lo literario (el
servicio amoroso).
u Alain Chartier escribió La belle Dame sans merci en 1424. Alain Chartier, La
Bella dama despiadada, versión española de Carlos Alvar, Madrid, Gredos,
1996.
El amor udrí (1)

u También interesa recordar la posible influencia, directa o indirecta, del amor udrí
(desarrollado por la poesía arábigo-andaluza). Es una poesía erótica, una especie
de variante del amor platónico. La encontramos también en el tratado de Ibn
Hazm El collar de la paloma (1020).
u En Oriente, en la época omeya (660-750), cuaja un tipo de amor, con unas
características singulares —es el germen del amor cortés—, que se desarrolla
fuera de las ciudades, en villas y aldeas, y se conoce por el nombre de amor udrí,
como respuesta a otra clase de amor, el carnal o ibahi.
u Uno de los poetas más destacados del amor udrí es Qays ibn al-Mulawwah, cuyo
nombre quedó unido para siempre el de su amada Layla, siendo conocido como
Qays el de Layla o «el Loco de Layla».
El amor udrí (2)

u El amor para estos poetas era una pasión de noble que merecía todo tipo de sacrificios. De
algún modo podría compararse con un amor espiritual, en el que el enamorado gozaba de
los sufrimientos de su ardiente amor. La amada, en muchos casos, era tratada con en
respeto que iba más allá de lo humano, adquiriendo un carácter cuasi divino. Dice Qays en
este sentido:
Cuando rezo me veo obligado a dirigir mi rostro
hacia ella, aunque el oratorio esté detrás.
u En este otro poema dice el mismo poeta:
Por una como Layla, los hombres se matan.
Cierto es, por ella estoy desesperado.
¡Oh. amigos míos!, si me alejan de ella, acercadme
el ataúd y la mortaja, y para mí pedid misericordia.
u El objetivo final del amor udrí es el amor mismo, un amor puro, casto, alejado de cualquier
idea de relación sexual o contacto carnal.
El amor udrí (3)

u Otro poeta, Yamil ibn Ma’mar, cuyo nombre aparece también emparejado al de su
amada Butayna, refuerza el concepto de este amor diciendo:
Me conformo con obtener de Butayna lo que,
si supiera el vigía, se quedaría confuso.
Me conformo con decir no, no puedo, me conformo
con los deseos y la esperanza anhelada del desesperado.
u La mujer árabe en el Medioevo español se caracterizó literariamente por el
surgimiento de la tradición de un amor especial (a que aludíamos anteriormente),
que la colocaba en un pedestal. Venía en parte de las ideas platónicas acerca de
la belleza y el amor que permearon el Bagdad del siglo X y de un tipo de amor
udrí, de la tribu de Banu Udra. Aben Hazam de Córdoba, en 1022, llamaba a la
mujer «mi dueño», y Aben Zaldum le diría en sus poemas: «Manda y te
obedeceré».
El amor udrí (4)

u Otro poeta, Yamil ibn Ma’mar, cuyo nombre aparece también emparejado al de su
amada Butayna, refuerza el concepto de este amor diciendo:
Me conformo con obtener de Butayna lo que,
si supiera el vigía, se quedaría confuso.
Me conformo con decir no, no puedo, me conformo
con los deseos y la esperanza anhelada del desesperado.
u La mujer árabe en el Medioevo español se caracterizó literariamente por el
surgimiento de la tradición de un amor especial (a que aludíamos anteriormente),
que la colocaba en un pedestal. Venía en parte de las ideas platónicas acerca de
la belleza y el amor que permearon el Bagdad del siglo X y de un tipo de amor
udrí, de la tribu de Banu Udra. Aben Hazam de Córdoba, en 1022, llamaba a la
mujer «mi dueño», y Aben Zaldum le diría en sus poemas: «Manda y te
obedeceré».
El amor udrí (5)

u Además, los árabes de Al-Andalús produjeron una poesía extraordinaria que


se basaba en teorías sufíes, sobre un amor imposible y extasiante, que más
tarde pasaría a la Corte de Navarra, y de ahí a la de Provenza, a través de los
trovadores, lo que dio en llamarse amor cortés.
u Sería la base del drama de amor prohibido de La Celestina, y del amor
caballeresco del Amadís de Gaula, la extraordinaria lírica de Dante,
Petrarca, Garcilaso de la Vega y, por extensión, de los místicos, como san
Juan de la Cruz, que derivaron de esta poesía toda la fraseología típica de un
amor exquisito y espiritual.
Petrarca y el petrarquismo

u De esas tres tradiciones (amor cortés, petrarquismo y neoplatonismo), es quizá la del


petrarquismo la que proporciona a los poetas el fondo expresivo más importante a la hora
de explorar líricamente las relaciones del triángulo formado por el amante, el amor y la
amada. Sobre ese sustrato, común a toda la poesía amorosa del Renacimiento (y el Barroco),
se insertan otros motivos de raigambre más bien neoplatónica que están presentes, con
importancia y matices diferentes, en la poesía de Garcilaso, Herrera, Lope de Vega, Quevedo,
Góngora, Salinas o Villamediana. Y, como sucede con todo lo que por su repetición se
convierte en tópico, esos lugares comunes —muy fácilmente identificables— terminan siendo
susceptibles de ser parodiados; sirva de muestra el conocido soneto burlesco de Quevedo:
«Quiero gozar, Gutiérrez, que no quiero / tener gusto mental tarde y mañana» (ed. Blecua,
núm. 609): frente al amor intelectualizado («gusto mental»), reiterado hasta la saciedad en
poemas y comedias de la época, la apicarada voz lírica quevediana proclama su deseo de
gozar, voz que tenía un marcado y concreto significado sexual.
u El modelo de esta poesía amorosa es Petrarca, con su Cancionero, dedicado a Laura; son
una serie de sonetos que cuentan una historia de amor progresiva, en su desarrollo temporal.
Los cancioneros petrarquistas

u Fernández Mosquera nos recuerda los elementos esenciales de un cancionero petrarquista:


«Elementos indispensables de todo cancionero eran: el relato de una historia amorosa con
referencias biográficas, la coherencia textual, tanto en el plano de la expresión como en el plano
del contenido, la presencia de una única amada, la división del conjunto en dos secciones bien
diferenciadas, in vita e in morte de la amada, la existencia de uno o varios sonetos-prólogo en
los que el poeta, desde una actitud de arrepentimiento, nos sitúa en los comienzos de su historia
amorosa y la palinodia final, la canción dedicada a la Virgen, que sirve para favorecer o reforzar
la interpretación ejemplarizante del poemario. Junto a esta serie de características, no podrían
faltar tampoco en ningún cancionero el vario stile, la agrupación temática de algunas
composiciones, un número recurrente de poemas (50, 100, etc.) y la intervención imprescindible
de los interlocutores protagonistas, el amante y una única amada».
u Suelen ser frecuentes los sonetos prólogo y aniversario. El cancionero se divide en rimas in vita
e in morte. Canta distintos estados de ánimo del amante: esperanza, desesperación, locura,
soledad, ausencia, dolor por el desdén, felicidad por ese amor aunque no sea correspondido, etc.
u Navarrete, Ignacio, Los huérfanos de Petrarca: poesía y teoría en la España renacentista, versión
española de Antonio Cortijo Ocaña, Madrid, Gredos, 1997.
Garcilaso, «Cuando me paro a contemplar
mi’stado»
u A veces el yo lírico hace balance de su situación anímica:

Cuando me paro a contemplar mi’stado


y a ver los pasos por do me han traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;
mas cuando del camino’stó olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido;
sé que me acabo, y más he yo sentido
ver acabar comigo mi cuidado.
Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme
si quiere, y aun sabrá querello;
que pues mi voluntad quiere matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué no hará sino hacello?
El neoplatonismo

u El concepto de neoplatonismo remite, no tanto a una doctrina filosófica, sino


más bien a un código poético que informa parte de la lírica amorosa del Siglo de
Oro. Ese neoplatonismo literario —llamémosle así, para entendernos—constituye
un sistema literario que, nutriéndose no tanto de la doctrina neoplatónica original
sino de sus comentadores y continuadores renacentistas, aporta un léxico
procedente del campo de la filosofía, una serie de conceptos, una imaginería
(metáforas, imágenes líricas…) y determinados recursos retóricos y expresivos.
Ese código poético es un patrimonio compartido por todos los poetas renacentistas
y barrocos, un bien mostrenco sobre el que operará la peculiar originalidad
temática y estilística de cada escritor, esto es —por decirlo con Pozuelo Yvancos—,
su capacidad des-automatizadora de esos tópicos y motivos heredados la tradición.
u Idealización platónica del amor: es un amor trascendente, que eleva el alma. El
amor es belleza, y la belleza es trasunto de la Belleza (=Verdad=Bondad=Dios).
Amor petrarquista vs. amor cortés (intelectual vs. físico).
Garcilaso, «De aquella vista pura y
excelente»
u El amor comienza por unos espíritus que penetran a través de la mirada:

De aquella vista pura y excelente


salen espirtus vivos y encendidos,
y siendo por mis ojos recebidos,
me pasan hasta donde el mal se siente;
éntranse en el camino fácilmente
por do los míos, de tal calor movidos,
salen fuera de mí como perdidos,
llamados d’aquel bien qu’está presente.
Ausente, en la memoria la imagino;
mis espirtus, pensando que la vían,
se mueven y se encienden sin medida:
mas no hallando fácil el camino,
que los suyos entrando derretían,
revientan por salir do no hay salida.
Cetina, «Por los ojos amor entra y
derrama»

Por los ojos amor entra y derrama


en el alma un ardor que la enflaquece;
el ansia del gozar, fuego parece;
templada obstinación su fuerza trama.
De un hijo que amor tiene, el cual se llama
deseo, la esperanza nace y crece;
mas contra el hijo y nieta el hado ofrece
un bastardo temor que los desama.
El fin que amor pretende es ser amado;
temor, que a ningún bien del padre alcanza,
viene contra los dos acompañado
de enojos, de sospechas, de mudanza,
desdén, ingratitud, celos, cuidado,
armado de mortal desconfianza.
Lope de Vega, «Dice cómo se engendra
amor, hablando como filósofo» (parodia)

Espíritus sanguíneos vaporosos


suben del corazón a la cabeza,
y, saliendo a los ojos, su pureza
pasan a los que miran, amorosos.
El corazón, opuesto, los fogosos movidos,
rayos sintiendo en la sutil belleza,
como de ajena son naturaleza,
inquiétase en ardores congojosos.
Esos puros espíritus que envía
tu corazón al mío, por extraños
me inquietan, como cosa que no es mía.
Mira, Juana, qué amor; mira qué engaños;
pues hablo en natural filosofía
a quien me escucha jabonando paños.
Temas, tópicos y motivos amorosos (1)

u El retrato estilizado de la amada (descriptio puellae): los cabellos, los ojos,


las mejillas, el cuello, las manos, el andar. Es decir, lo menos físico de la
dama, lo más noble. Se sigue un orden descendente.
u Uso de imágenes tópicas: marfil, alabastro, coral, rubí, perlas, esmeraldas,
oro, nieve, etc. Topicidad del código petrarquista. Burlas: fundir todos esos
materiales para crear riqueza.
Garcilaso de la Vega, «Soneto XXIII»

En tanto que de rosa y d’azucena


se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende el corazón y lo refrena,
y en tanto que’l cabello, que’n la vena
del oro s’escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello, blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena,
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que’l tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
Temas, tópicos y motivos amorosos (2)

u Contrastes coloristas, especialmente en la gama del blanco y del rojo.


u Importancia de los ojos, de la mirada; madrigal de Gutierre de Cetina :

Ojos claros, serenos,


si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay, tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.
u Tópicos: el fuego amoroso en que arde el amante, el llanto que hace crecer los
ríos…
Temas, tópicos y motivos amorosos (3)

u Amada enemiga. La amada no se duele de los males del amante, le causa


daño con sus desdenes, etc., de ahí que se la denomine a veces con bellas
antítesis como «amada enemiga» (también «bella ingrata», «ingrata
enemiga», y similares).
u Armas y letras. Muchos escritores del Renacimiento y el Barroco (Garcilaso,
Aldana, Acuña, Cervantes, Lope, Ercilla…) son soldados-poetas que manejan
con igual soltura la pluma y la espada. En Quijote I, 18, leemos que «nunca la
lanza embotó la pluma, ni la pluma la lanza»; en I, 37 argumenta el hidalgo
manchego: «Quítenseme delante los que dijeren que las letras hacen ventaja
a las armas; que les diré, y sean quien fueren, que no saben lo que dicen»; el
capítulo I, 38 se titula: «Que trata del curioso discurso que hizo don Quijote
de las armas y las letras»; y en II, 6 insiste don Quijote: «Dos caminos hay,
hijas, por donde pueden ir los hombres a llegar a ser ricos y honrados: el uno
es el de las letras; otro, el de las armas. Yo tengo más de armas que de
letras…».
Temas, tópicos y motivos amorosos (4)

u Audentes fortuna iuvat ‘la fortuna ayuda a los audaces’. Virgilio, Eneida, 10,
284. La literatura latina recoge numerosas variantes de esta fórmula: «Fortes
Fortuna adiuvat» (Terencio, Formio, 203); «Fortuna fortes metuit, ignavos
premit» (Séneca, Medea, 159). También aparece como «Audaces fortuna
iuvat», referido en particular a los audaces en el amor.
u Brevedad de la rosa. La rosa, reina de las flores, se marchita pronto, siendo
ejemplo de la fugacidad de la belleza, de la caducidad de todas las cosas
humanas. Tópico repetido en multitud de textos del Siglo de Oro.
u Carpe diem ‘goza del día presente’, ‘aprovecha el momento’. Horacio, Odas,
1, 11, 8. Exhortación a la amada para que goce de la belleza, de la juventud…
antes de que llegue el «cierzo helado» de la edad madura y marchite las rosas
de su hermosura.
u Collige, uirgo, rosas ‘coge, doncella, las rosas’. Primeras palabras de un
famoso dístico del poeta latino Ausonio, que continúa así: «dum flos novus et
nova pubes» ‘cuando la flor es nueva y nueva la juventud’.
Temas, tópicos y motivos amorosos (5)

u Descriptio puellae ‘descripción de la muchacha’. Sintagma que se refiere a la


descripción o retrato tópico de la amada, que suele seguir un orden
descendente: cabellos, frente, ojos, labios, dientes, pecho, manos, piernas.
Encontramos la negación de este tópico en el soneto 559 de Quevedo, «Sol os
llamó mi lengua pecadora».
u Donna angelicata ‘señora angelical’. Sintagma utilizado para designar a las
damas espirituales, inspiradoras de amores platónicos (la Laura del Petrarca;
la Beatriz del Dante…).
u Fugacidad de la belleza. Tópico habitual. Ver «Carpe diem» y «Collige, uirgo,
rosas».
u Locus amoenus ‘lugar apacible, placentero’. Uno de los más famosos tópicos
poéticos en la descripción de la naturaleza (que muchas veces será cómplice
del amante, cuando dé rienda suelta a sus quejas y lamentos, a sus cuitas y
preocupaciones amorosas).
Temas, tópicos y motivos amorosos (6)

u Nigra sum, sed formosa ‘soy morena, pero hermosa’. Palabras de la Esposa
en el Cantar de los cantares, 1, 4. San Juan de la Cruz escribirá en el
«Cántico espiritual»: «No quieras despreciarme; / que si color moreno en mí
hallaste, / ya bien puedes mirarme / después que me miraste, / que gracia y
hermosura en mí dejaste». El canon de belleza establecía una piel blanca
para las damas nobles (frente a las campesinas, que tenían tostada la piel por
las faenas agrícolas al sol).
u Odi et amo ‘odio y amo’. Catulo, 85, 1. Clásica expresión para referirse a una
relación de amor-odio.
u Omnia vincit amor ‘todo lo vence el amor’. Virgilio, Bucólica, 10, v. 69.
Pondera la fuerza todopoderosa del amor.
u Religio amoris ‘religión del amor’. El servicio amoroso a la amada (casi
divinizada) es una especie de religión, por eso se habla a veces de religio
amoris.
Continuidad en el Barroco
u Todos estos temas y motivos que hemos visto en los poetas del Renacimiento se
prolongarán en el Barroco:
u El retrato ideal de la amada. Góngora: Importancia del color, del preciosismo, la
luz y el brillo (flores, piedras preciosas, mármol y otros materiales nobles…).
Sonetos: «De pura honestidad templo sagrado…» e «Ilustre y hermosísima María…».
u El amor intelectual. Lope: «Ya no quiero más bien que solo amaros…». En las
Rimas de Tomé de Burguillos, escribe un cancionero paródico a Juana, lavandera
del Manzanares: desmonta cada uno de los temas y tópicos de la poesía
petrarquista.
u El amor más fuerte que la muerte. Quevedo: «Cerrar podrá mis ojos la
postrera…». Y su revés burlesco, «Quiero gozar, Gutiérrez, que no quiero…».
u El amor neoplatónico en la poesía del conde de Villamediana: silencio y
sufrimiento. Sonetos «El que fuere dichoso será amado…», «Imagen celestial, cuya
belleza…», «¡Oh cuánto dice en su favor quien calla…», «Callar quiero y sufrir,
pues la osadía…», «Es tan glorioso y alto el pensamiento…».
Formas de la lírica renacentista
u La gran novedad es el endecasílabo italiano: equilibrio, blandura, suavidad.
u Y las nuevas formas estróficas: soneto, lira, tercetos encadenados, octava
real, canción.
u Pero se mantiene el octosílabo y las formas tradicionales: glosa, redondilla,
villancico, romance.
u Querella de los antiguos y modernos. Protestas contra la nueva poesía.
Algunos autores rechazan esas novedades (por ejemplo, Cristóbal de
Castillejo).
u Traducción, imitación y originalidad: imitación y originalidad se entienden
de forma distinta a hoy. Imitar un modelo famoso era legítimo: algo que
reportaba dignidad literaria (imitatio autorum). Se busca igualarlo o
superarlo. No se aspira a la originalidad en sentido moderno (invento del
Romanticismo: genio, individualidad…). Hacer una traducción también es
crear algo original.
Poetas renacentistas (1)
u Juan Boscán (¿1492?-1542)
u Garcilaso de la Vega (¿1501?-1536)
u Fernando de Herrera (1534-1597) / Escuela sevillana
u Francisco Sá de Miranda (¿1485?-1558)
u Cristóbal de Castillejo (¿1490?-1550)
u Diego Hurtado de Mendoza (¿1503?-1575)
u Gregorio Silvestre (1520-1569)
u Gutierre de Cetina (¿1515?-¿1555?)
u Hernando de Acuña (1518-1580)
u Francisco de la Torre (escribió hacia 1560-1570)
u Baltasar del Alcázar (1530-1606)
Poetas renacentistas (2)
u Francisco de Aldana (1537-1578)
u Francisco de Figueroa (c. 1550-c. 1620)
u Pedro Laynez (¿1538?-1584)
u Luis Barahona de Soto (1547-1595)
u Fray Luis de León (1527-1591) / Escuela salmantina
u San Juan de la Cruz (1542-1591)
u Santa Teresa de Jesús (1515-1582)

Boscán y, sobre todo, Garcilaso suponen la plenitud de la lírica renacentista


en España.
Juan Boscán (1)
u Su nombre, en catalán, es Joan Boscà Almugàver (nacido en Barcelona, entre 1487 y 1492-
muerto entre Perpignan y Gerona, en 1542).
u Pertenece a una acomodada familia de mercaderes. Sigue las armas, pero luego se inclina
por las humanidades. Fue cortesano de Fernando el Católico y Carlos I y preceptor del duque
de Alba. Amigo de Garcilaso, recopila toda su obra (Garcilaso muere en 1536, y más tarde
muere Boscán en 1542).
u En 1527 casa con Ana Girón, con la que tiene varios hijos.
u En 1532 marcha a Nápoles al servicio del virrey don Pedro de Toledo, marqués de Villafranca.
Trae un ejemplar de Il cortegiano, que luego traduce. Esta traducción en prosa, publicada en
1534, se hizo muy famosa.
u En 1536 escribe dos sonetos a la muerte de Garcilaso.
u En 1542 acompaña al duque de Alba a la frontera del Rosellón, y muere entre Perpignan y
Gerona.
u En 1577 aparece el Boscán a lo divino de Sebastián de Córdoba.
u Boscán es quien introduce en España los metros y temas italianos. Ya hemos mencionado su
famosa carta a la duquesa de Soma, donde explica su encuentro con Andrea Navagero,
embajador de la República veneciana en España, que asistía en Granada a las bodas del
Emperador Carlos con Isabel de Portugal.
Juan Boscán (2)
u Como escribe Carlos Clavería, «La reunión de Granada el año 1526 entre
Boscán y Navagero quizá sea la cita más famosa de la poesía del Renacimiento
español».
u En 1543, la viuda de Boscán, Ana Girón de Rebolledo, publica Las obras de
Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega. Son cuatro libros:
u 1) Metros españoles: villancicos, canciones y coplas de versos cortos.
u 2) 92 sonetos al modo toscano (1526-1537)
u 3) Un poema en versos sueltos, Hero y Leandro, más una Elegía, dos epístolas
en tercetos y un largo poema en octavas.
u 4) Son las obras de Garcilaso.
u En el privilegio contaban además: Sátira de los avarientos, dos églogas
pastoriles, una canción a la muerte de Garcilaso, un Capítulo de cosas de
Palacio y una traducción de Eurípides.
Juan Boscán (3)
u Boscán tiene 92 sonetos y 10 canciones italianizantes, más la Epístola a
Diego de Mendoza (tercetos), más un poema alegórico titulado Octava rima
(en octavas reales), más la Historia de Hero y Leandro (endecasílabos libres).
u Son los suyos unos versos agradables, pero no tienen la musicalidad de los
de Garcilaso. Luego (desde 1569) las obras de Garcilaso se desglosan de las
de Boscán, quedando unidas en inmortalidad. Boscán frente a la lírica
castellana anterior resulta un autor interesante; Boscán frente a Garcilaso, es
algo pálido.
u En su obra se aprecia el elogio del ideal burgués de vida, la tranquilidad de
la clase media: «Quiero tener dineros en mis manos…» (es un verso del poema
«Hero y Leandro»).
u Rimas castellanas: poesía tradicional / italianizante. Recordemos la famosa
polémica con Cristóbal de Castillejo, la famosa Querella de los antiguos y
modernos.
Boscán, «¿Qué haré?, que por quereros»

¿Qué haré?, que por quereros


mis extremos son tan claros,
que ni estoy para miraros,
ni puedo dejar de veros.
Yo no sé con vuestra ausencia
un punto vivir ausente,
ni puedo sufrir presente,
señora, tan gran presencia;
de suerte que por quereros
mis extremos son tan claros,
que ni estoy para miraros
ni puedo dejar de veros.
Boscán, «Si no os hubiera mirado»

Si no os hubiera mirado,
no penara
pero tampoco os mirara.
Veros harto mal ha sido,
mas no veros peor fuera;
no quedara tan perdido,
pero mucho más perdiera.
¿Qué viera aquel que no os viera?
¿Cuál quedara,
señora, si no os mirara?
Boscán, «Quien dice que la ausencia causa
olvido»
Quien dice que la ausencia causa olvido
merece ser de todos olvidado.
El verdadero y firme enamorado
está, cuando está ausente, más perdido.
Aviva la memoria su sentido;
la soledad levanta su cuidado;
hallarse de su bien tan apartado
hace su desear más encendido.
No sanan las heridas en él dadas,
aunque cese el mirar que las causó,
si quedan en el alma confirmadas,
que si uno está con muchas cuchilladas,
porque huya de quien lo acuchilló
no por eso serán mejor curadas.
Boscán, «Si el corazón de un verdadero
amante»
Si el corazón de un verdadero amante,
y un continuo morir por contentaros,
y un extender mi alma en desearos,
y un encogerme, si os estoy delante;
y si un penar con un sufrir constante,
satisfecho y contento con miraros,
y un derramar mis pasos por buscaros,
preguntando por vos a cada instante;
y si un tener mi razonar compuesto,
en hablándoos, sin más, luego turbarme,
con un grande embarazo y desvarío,
los accidentes son que han de llevarme
con público pregón a morir presto,
la culpa es vuestra y el dolor es mío.
Boscán, «Dulce soñar y dulce congojarme»

Dulce soñar y dulce congojarme,


cuando estaba soñando que soñaba;
dulce gozar con lo que me engañaba,
si un poco más durara el engañarme.
Dulce no estar en mí, que figurarme
podía cuanto bien yo deseaba;
dulce placer, aunque me importunaba,
que alguna vez llegaba a despertarme.
¡Oh, sueño!, ¡cuánto más leve y sabroso
me fueras, si vinieras tan pesado,
que asentaras en mí con más reposo!
Durmiendo, en fin, fui bienaventurado;
y es justo en la mentira ser dichoso
quien siempre en la verdad fue desdichado.
Boscán, «Cargado voy de mí doquier que
ando»
Cargado voy de mí doquier que ando,
y cuerpo y alma, todo me es pesado;
sin causa vivo, pues que estó apartado
de do el vivir su causa iba ganando.
Mi seso está sus obras desechando;
no me queda otra renta, ni otro estado,
sino pasar pensando en lo pasado,
y callo bien en lo que voy pensando.
Tanto es el mal, que mi corazón siente
que sola la memoria de un momento
viene a ser para mí crudo accidente.
¿Cómo puede vivir mi pensamiento,
si el pasado placer y el mal presente
tienen siempre ocupado el pensamiento?
Boscán, «Un nuevo amor un nuevo bien me
ha dado»
Un nuevo amor un nuevo bien me ha dado,
ilustrándome el alma y el sentido,
por manera que a Dios ya yo no pido
sino que me conserve en este estado.
A mi bien acrecienta el mal pasado,
tan sin temor estoy de lo que ha sido,
y en las yerbas compuestas que he bebido
mi fuerza y mi vivir se han mejorado.
Anduvo sobre mí gran pestilencia,
hasta matar los pájaros volando,
y casi cuanto en vida fue criado.
Este influjo cruel se fue pasando:
y así desta mortal, brava dolencia
con más salud quedó lo que ha quedado.
Boscán, «Garcilaso, que al bien siempre
aspiraste»
Garcilaso, que al bien siempre aspiraste,
y siempre con tal fuerza le seguiste,
que a pocos pasos que tras él corriste,
en todo enteramente le alcanzaste;
dime: ¿por qué tras ti no me llevaste,
cuando desta mortal tierra partiste?
¿Por qué al subir a lo alto que subiste
acá en este bajeza me dejaste?
Bien pienso yo que si poder tuvieras
de mudar algo lo que está ordenado,
en tal caso de mí no te olvidaras.
Que, o quisieras honrarme con tu lado,
o, a lo menos, de mí te despidieras,
o si esto no, después por mí tornaras.
Garcilaso de la Vega (1)

u Nace en Toledo hacia 1501 (en 1499, 1501 o 1503), de familia ilustre
(pertenece al linaje de los Santillana y Pérez Guzmán). Es educado en la
corte (trivium, música, esgrima, equitación…). En 1520 entra como guardia
de palacio (contino) y más tarde será gentilhombre del emperador.
u Luego luchó en la guerra de las Comunidades a favor de Carlos V. Dedicado a
las armas, tomó parte en diversas campañas: expedición a la isla de Rodas
(1522), ocupación de Fuenterrabía (1524). Ingresó en la Orden militar de
Santiago: es ordenado caballero de Santiago en el antiguo monasterio de San
Agustín de Pamplona, el 11 de noviembre de 1523, por el marqués de
Villafranca, Pedro de Toledo.
u En 1525 casa, por indicación del Emperador, con la noble dama Elena de
Zúñiga. Fue regidor en Toledo.
Garcilaso de la Vega (2)

u En 1526 asiste a las bodas de Carlos I con Isabel de Portugal, que duran seis
meses, en Sevilla y Granada. Conoció a Isabel Freyre, dama del cortejo de la
reina, de la que se enamora, y que —supuestamente— inspira su poesía
amorosa. Entre los embajadores italianos están Castiglione y Andrea Navagero.
u Entre 1526 y 1529 está entre la Corte y Toledo. Isabel Freyre casará en 1529 con
Antonio de Fonseca.
u 1529-1530 primer viaje a Italia. En 1530 asiste en Roma a la coronación imperial
de Carlos. Luego visita Francia. En 1531-1532 está desterrado en Ratisbona (un
sobrino suyo se ha casado sin permiso del emperador y cae en desgracia; es
detenido y desterrado a una isla del Danubio).
u Vive dos años en Nápoles (1532-1534), donde conoce la poesía italiana y se
empapa del arte y del humanismo renacentista: con esta italianización alcanza su
madurez poética (algo similar con Cervantes, admiración por la vida libre de
Italia). Lapesa habla de trayectoria del aprendizaje poético de Garcilaso.
Garcilaso de la Vega (3)
u En Nápoles se desarrollaron la italianización y madurez literaria de
Garcilaso. Conoce a Tasso, a los Galeota, a los Sanseverino. Llegó a conocer
perfectamente la lengua y las artes de la Nápoles renacentista. Trata con
Juan de Valdés y Juan Ginés de Sepúlveda. Garcilaso se arraiga
(culturalmente) en Italia.
u Hacia 1533 muere Isabel Freire, al dar a luz al tercer hijo. En 1533 está en
Barcelona y revisa la traducción que ha hecho su amigo Boscán de El
cortesano de Castiglione. Visita en Toledo la tumba de Isabel.
u En 1533 está de vuelta en Nápoles. Participa en la ocupación de Túnez en
1535. Garcilaso está en la cumbre de su carrera militar, cortesana y
literaria.
u En 1536, en acción de guerra contra Francia (invasión), fue herido al intentar
escalar la torre de Muy, en Provenza. Murió pocas semanas después en Niza (el
13 o 14 de octubre de 1536).
Garcilaso de la Vega (4)
u Durante su breve carrera cortesana y militar, Garcilaso no publicó ninguna
poesía suya. Al morir a los 35 años de edad, llegó a ser su albacea literario
su amigo y colaborador Juan Boscán. Este reunió todos los manuscritos
garcilasianos que pudo. La viuda de Boscán los añadió como apéndice al
publicar las poesías de su esposo: Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso
de la Vega (1543). Pronto los editores se dieron cuenta de que la exquisita
poesía de Garcilaso es mucho más interesante y se vendería mucho mejor sin
el voluminoso lastre de las de Boscán, y se publica a aparte. El Brocense,
Herrera y Tamayo de Vargas las publican con comentarios: Garcilaso queda
convertido en un clásico, no en vida, pero sí inmediatamente después de
su muerte. Más adelante, la nueva poesía barroca de Góngora y Quevedo
sustituye en el gusto del lector «discreto» a la poesía renacentista e
italianizante de Garcilaso.
Garcilaso de la Vega (5)
u La serena y elegante poesía de Garcilaso de la Vega vino a renovar el panorama
de la lírica española. Aquel valeroso soldado y poeta genial —prototipo perfecto
del caballero renacentista— manejó con igual maestría la pluma y la espada,
aunando en su persona las armas y las letras. Y si las heridas que recibió en una
de sus acciones bélicas fueron causa de su muerte, su extraordinaria habilidad en
el manejo de los metros y formas estróficas de origen italiano le legaron la
inmortalidad eterna de la fama. Fama muy notable que alcanzó en fecha
temprana. Sus poesías no fueron publicadas en vida, sino que salieron
juntamente con las de su amigo Juan Boscán, su albacea, unos pocos años
después de su muerte: Las obras de Boscán y algunas de Garcilasso de la Vega,
repartidas en quatro libros (Barcelona, Carles Amoròs, 1543). Pronto los editores
desligaron del conjunto los poemas de Garcilaso, que de esta forma —en un
pequeño volumen dado a las prensas en Salamanca el año 1569— empezaron a
correr su suerte en solitario. Perdida la compañía de los versos de Boscán,
encontraron la de eruditos comentaristas: en efecto, la poesía garcilasiana
mereció en seguida los mismos honores rendidos por los humanistas del
Renacimiento a las grandes obras de la Antigüedad greco-latina, al ser editada con
enmiendas y diversas anotaciones relativas a fuentes y procedimientos estilísticos.
Así, debemos recordar las ediciones del catedrático salmantino Francisco Sánchez
de las Brozas, el Brocense (1574) y la del poeta sevillano Fernando de Herrera
(1580). Unas décadas después, en 1622, se uniría a estas la edición de Tomás
Tamayo de Vargas.
Garcilaso de la Vega (6)
u Otra prueba de la fama de Garcilaso y de la extraordinaria difusión de su
producción lírica la tenemos en que pronto conoció también diversas
versiones a lo divino (lo mismo sucedería más adelante con obras de
Cervantes, Lope, Góngora o Quevedo). Los autores de estos contrafacta
trataban de aprovechar el éxito de la poesía garcilasiana para aumentar la
difusión del mensaje didáctico-moralizante que querían transmitir,
convirtiendo los inmortales versos de amor profano del modelo en versos de
amor divino.
u El más conocido de entre los contrafactistas de Garcilaso es Sebastián de
Córdoba. También aludo al centón que Miguel de Andosilla y Larramendi
compuso y publicó bajo el título Cristo nuestro Señor en la Cruz, hallado en
los versos del príncipe de nuestros poetas, Garcilaso de la Vega, sacados de
diferentes partes y unidos con ley de centones (Madrid, por la Viuda de Luis
Sánchez, 1628).
Corpus poético de Garcilaso
u Hay tres secciones principales en su lirica:
u 1) un cancionero petrarquista: 38 sonetos más dos de atribución dudosa, del
ms. Gayangos, y 5 canciones;
u 2) sus ensayos epistolares: dos elegías en tercetos y una epístola en versos
sueltos;
u 3) las tres églogas pastoriles (de métrica variada).

u También cuenta en su haber con algunas composiciones tempranas y


menores en octosílabos castellanos (8 coplas de metro castellano) y tres
odas en latín.
Garcilaso, «Nadi puede ser dichoso»

Nadi puede ser dichoso,


señora, ni desdichado,
sino que os haya mirado.
Porque la gloria de veros
en ese punto se quita
que se piensa mereceros.
Así que, sin conoceros,
nadi puede ser dichoso,
señora, ni desdichado,
sino que os haya mirado.
Garcilaso, «Soneto V»

Escrito está en mi alma vuestro gesto,


y cuanto yo escribir de vos deseo
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero.
Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de vivir, y por vos muero.
Garcilaso, «Soneto X»

¡Oh, dulces prendas por mi mal halladas,


dulces y alegres cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi muerte conjuradas.
¿Quién me dijera, cuando en las pasadas
horas en tanto bien por vos me vía,
que me habíais de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?
Pues en un hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
llevadme junto el mal que me dejastes.
Si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.
Garcilaso, «Soneto XIII»

A Dafne ya los brazos le crecían


y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que’l oro escurecían;
de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aún bullendo’staban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fuera causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.
¡Oh, miserable estado, oh, mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
Garcilaso, «Soneto XV»

Si quejas y lamentos pueden tanto


que enfrenaron el curso de los ríos
y en los diversos montes y sombríos
los árboles movieron con su canto;
si convertieron a escuchar su llanto
los fieros tigres y peñascos fríos;
si, en fin, con menos casos que los míos
bajaron a los reinos del espanto,
¿por qué no ablandará mi trabajosa
vida, en miseria y lágrimas pasada,
un corazón comigo endurecido?
Con más piedad debría ser escuchada
la voz del que se llora por perdido
que la del que perdió y llora otra cosa.
Garcilaso, «Soneto XXVI»

Echado está por tierra el fundamento


que mi vivir cansado sostenía.
¡Oh, cuánto bien se acaba en sólo un día!
¡Oh, cuántas esperanzas lleva el viento!
¡Oh, cuán ocioso está mi pensamiento
cuando se ocupa en bien de cosa mía!
A mi esperanza, así como a baldía,
mil veces la castiga mi tormento.
Las más veces me entrego, otras resisto
con tal furor, con una fuerza nueva,
que un monte puesto encima rompería;
aqueste es el deseo que me lleva,
a que desee tornar a ver un día
a quien fuera mejor nunca haber visto.
Garcilaso, «Soneto XXXVIII»

Estoy contino en lágrimas bañado,


rompiendo siempre el aire con sospiros,
y más me duele el no osar deciros
que he llegado por vos a tal estado;
que viéndome do estoy y en lo que he andado
por el camino estrecho de seguiros,
si me quiero tornar para huïros,
desmayo, viendo atrás lo que he dejado;
y si quiero subir a la alta cumbre,
a cada paso espántanme en la vía
ejemplos tristes de los que han caído;
sobre todo, me falta ya la lumbre
de la esperanza, con que andar solía
por la oscura región de vuestro olvido.
Lope de Vega, «Boscán, tarde llegamos.
¿Hay posada?»
—Boscán, tarde llegamos. ¿Hay posada?
—Llamad desde la posta, Garcilaso.
—¿Quién es? —Dos caballeros del Parnaso.
—No hay donde nocturnar palestra armada.
—No entiendo lo que dice la criada.
Madona, ¿qué decís? —Que afecten paso,
que ostenta limbos el mentido ocaso
y el sol depinge la porción rosada.
—¿Estás en ti, mujer? —Negose al tino
el ambulante huésped. —¡Que en tan poco
tiempo tal lengua entre cristianos haya!
Boscán, perdido habemos el camino;
preguntad por Castilla, que estoy loco,
o no habemos salido de Vizcaya.
Fernando de Herrera, «Soneto XXVI»

Alma bella, qu’en este oscuro velo


cubriste un tiempo tu vigor luciente,
y en hondo y ciego olvido, gravemente,
fuiste ascondida sin alzar el vuelo:
ya, despreciando este lugar, do el cielo
t’encerró y apuró con fuerza ardiente,
y roto el mortal nudo, vas presente
a eterna paz, dejando en guerra el suelo.
Vuelve tu luz a mí, y d’el centro tira
al ancho cerco d’inmortal belleza,
como vapor terrestre levantado,
este espíritu opreso, que suspira
en vano por huir d’esta estrecheza
qu’impide estar contigo descansado.
Fernando de Herrera, «Soneto XXXIII»

Ardientes hebras, do s’ilustra el oro


de celestial ambrosía rocïado:
tanto mi gloria sois y mi cuidado,
cuanto sois del amor mayor tesoro.
Luces qu’al estrellado y alto coro
prestáis el bello resplandor sagrado:
cuanto es amor por vos más estimado,
tanto humilmente os honro más y adoro.
Purpúreas rosas, perlas d’Orïente,
marfil terso, y angélica armonía:
cuanto os contemplo, tanto en vos m’inflamo.
Y cuanta pena l’alma por vos siente,
tanto es mayor valor y gloria mía,
y tanto os temo, cuanto más os amo.
Fernando de Herrera, «Soneto XLV»

Clara, süave luz, alegre y bella,


que los safiros y color del cielo
teñís de la esmeralda con el velo
que resplandece en una y otra estrella;
divino resplandor, pura centella,
por quien, libre mi alma, en alto vuelo
las alas rojas bate y huye el suelo,
ardiendo vuestro dulce fuego en ella:
si yo, no sólo abraso el pecho mío,
mas la tierra y el cielo, y en mi llama
doy principio inmortal de fuego eterno,
¿por qu’el rigor de vuestro antiguo frío
no podré ya encender? ¿Por qué no inflama
mi estío ardiente a vuestro helado ivierno?
Gutierre de Cetina, «Al Emperador»

No fuera Alcides, no, famoso tanto,


ni durara en el mundo hoy su memoria,
si menos cara hubiera la victoria
de los monstruos que aún hoy causan espanto.
La fuerte emulación con todo cuanto
contrasta casi al par con vuestra gloria,
harán al fin, señor, que vuestra historia
nos ture con eterno e inmortal canto.
El vencer tan soberbios enemigos,
sujetar tantos monstruos, tanta gente,
con el valor que el cielo en vos derrama,
al siglo por venir serán testigos
del honor que dará perpetuamente
a Carlo Quinto Máximo la fama.
Gutierre de Cetina, «Como la simplecilla
mariposa»
Como la simplecilla mariposa
a torno de la luz de una candela
de pura enamorada se desvela,
ni se sabe partir, ni llegar osa;
vase, vuelve, anda y torna y no reposa,
y de amor y temor junto arde y hiela,
tanto que al fin las alas con que vuela
se abrasan con la vida trabajosa;
así, mísero yo, de enamorado,
a torno de la luz de vuestros ojos
vengo, voy, torno y vuelvo y no me alejo;
mas es tan diferente mi cuidado,
que en medio del dolor de mis enojos
ni me acaba el ardor, ni de arder dejo.
Gutierre de Cetina, «Es lo blanco castísima
pureza»
Es lo blanco castísima pureza;
amores significa lo morado;
crüeza o sujeción es lo encarnado;
negro obscuro es dolor, claro es tristeza;
naranjado se entiende que es firmeza;
rojo claro es venganza, y colorado
alegría; y si oscuro es lo leonado,
congoja, claro es señoril alteza;
es lo pardo trabajo; azul es celo;
turquesado es soberbia, y lo amarillo
es desesperación; verde, esperanza.
Y desta suerte, aquél que niega el cielo
licencia en su dolor para decillo,
lo muestra sin hablar por semejanza.
Hernando de Acuña, «Al rey nuestro señor»

Ya se acerca, señor, o ya es llegada,


la edad gloriosa en que promete el cielo
una grey y un pastor solo en el suelo,
por suerte a vuestros tiempos reservada;
ya tan alto principio, en tal jornada,
os muestra el fin de vuestro santo celo
y anuncia al mundo, para más consuelo,
un Monarca, un Imperio y una Espada;
ya el orbe de la tierra siente en parte
y espera en todo vuestra monarquía,
conquistada por vos en justa guerra,
que, a quien ha dado Cristo su estandarte,
dará el segundo más dichoso día
en que, vencido el mar, venza la tierra.
Francisco de Aldana, «Al rey don Felipe,
nuestro señor»

Desde la eternidad, antes que el cielo


amaneciese al mundo el primer día,
nombrado, oh, gran Felipe, Dios te había
por rey universal de todo el suelo;
y así como esparció con tanto celo
Bautista la venida del Mesía,
así ora Juan de un polo al otro envía,
tras su fama inmortal, tu cetro a vuelo.
Ha seis mil años casi que camina
el mundo con el tiempo a consagrarte
la grey diversa reducida en una:
¡oh, cómo en ti paró la edad más dina
bien dinamente, y va tras tu estandarte
la gente, el mundo, el tiempo y la fortuna!
Francisco de Aldana, «Reconocimiento de la
vanidad del mundo»
En fin, en fin, tras tanto andar muriendo,
tras tanto varïar vida y destino,
tras tanto, de uno en otro desatino,
pensar todo apretar, nada cogiendo;
tras tanto acá y allá yendo y viniendo,
cual sin aliento inútil peregrino,
¡oh, Dios!, tras tanto error del buen camino,
yo mismo de mi mal ministro siendo,
hallo, en fin, que ser muerto en la memoria
del mundo es lo mejor que en él se asconde,
pues es la paga dél muerte y olvido,
y en un rincón vivir con la vitoria
de sí, puesto el querer tan sólo adonde
es premio el mismo Dios de lo servido.
Anónimo, «Soneto a Cristo crucificado»

No me mueve, mi Dios, para quererte


el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo yo te amara,
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No tienes qué me dar porque te quiera,
pues aunque cuanto espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

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