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El Renacimiento constituyó un vasto movimiento intelectual que
produjo una decisiva renovación de la cultura europea en todos sus
ámbitos, fundamentándose intelectualmente en el movimiento humanista.
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relato tradicional que refiere de la actuación memorable y ejemplar de
unos personajes extraordinarios en un tiempo prestigioso y lejano” .
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La sabiduría del pintor, su sophia, comparte con la del poeta el hecho
de no ser solo cuestión de habilidades técnicas, techné, (que tan cara era
para los clásicos) estrechamente relacionadas con las capacidades para
imitar la realidad, la mímesis, sino que también depende de su creatividad,
su poiesis. Platón nos define en El Banquete el término poiesis como “la
causa que convierte cualquier cosa que consideremos de no-ser a ser”.
Poeta y pintor son, así, creadores, y les pertenece el mismo estatus
intelectual y artístico. Leonardo realiza un alegato explícito en favor de que
la pintura forme parte de las artes atendiendo a la creatividad: “Sí, os
equivocasteis, ¡oh, escritores!, cuando la dejasteis [la pintura] excluida de
las artes liberales, pues no se limita ella a las obras de la Naturaleza, sino
que se aplica a multitud de cosas que la Naturaleza no puede crear”. La
interrelación entre poesía y pintura se acentúa en el Renacimiento,
poniendo en valor el célebre lema de Horacio “Ut pictura poesis”, que,
literalmente se traduce «como la pintura así es la poesía», o «la poesía
como la pintura», pero expresado libremente, se podría entender como que
la pintura es poesía silenciosa, y la poesía es pintura que habla. Veamos
cómo se traduce esto con un par de ejemplos.
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Es un cuadro sin apenas perspectiva ni profundidad, donde el paisaje
simplemente acompaña, todo se desarrolla en un primer plano. Lo que el
pintor pretende es que nos dejemos captar, cedamos ante la ilusión, el
apaté, de su sentido alegórico, en el que se plasma el ideal de belleza, más
que mostrar fidedignamente la Naturaleza. Los cuerpos tienen todavía un
carácter gótico, como el cuello excesivamente alargado de Venus. Pero lo
que destaca es el dibujo perfecto, el trazo bien definido, y, sobre todo, la
belleza del rostro de la diosa (Simonetta Vespucci, musa y amor imposible
del pintor). Botticelli marca con esta obra el definitivo abandono de las
Venus vestidas, y la adopción de la desnudez como el atributo más
apropiado para la diosa.
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el propio Tiziano, con el objetivo de reclamar su libertad creadora para
interpretar a los clásicos, plasmando, así mismo, sus inquietudes estéticas.
Estos cuadros son probablemente el ciclo mitológico más importante e
influyente de la historia del arte occidental. Son pinturas cuyo fin último
era el deleite, el goce de su contemplación, el arte por el arte, alejándose,
así, de las utilidades e interpretaciones políticas o religiosas tan
características de la Edad Media. El pintor interpretó libremente Las
Metamorfosis de Ovidio, permitiendo que su creatividad se viera
favorecida por la libertad compositiva, creativa, e interpretativa propiciada
por un profundo conocimiento del mito en tanto que forma poética
experiencial, que no racional, de entender la complejidad de las pasiones
humanas.
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hay un arco y unas flechas colgando, símbolo de Diana). Mientras ambos
descansan sobre la hierba al pie de los árboles, le da consejos de prudencia
frente a las fieras más peligrosas (en el cuadro dos de los perros están en
posición de alerta, percibiendo el peligro, y anticipando el desenlace
trágico que va a suceder posteriormente). Cuando Venus se ausenta,
montada en su carro tirado por cisnes, Adonis, con sus perros, va a
enfrentarse a un jabalí, y logra herir a la bestia, pero la fiera se revuelve
contra él, “le clava todos los dientes bajo la ingle y lo derriba moribundo
sobre la rojiza arena”. Venus oye su gemido, vuelve enseguida y entona un
canto de dolor sobre el cuerpo de su amado.
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Este vernos atrapados en la narración de la obra de arte es quizás el
efecto más deseado y significativo de la experiencia estética. Aún
sabedores que es un juego, una ilusión, una apaté (porque el cuadro es
plano), es bidireccional entre el artista y el receptor de la obra. Así,
debemos recordar al sofista Gorgias cuando nos advierte que “quien se
deja engañar en el teatro es más sabio”.
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estética, y en particular el arte a través de los mitos, persigue “elevar al
hombre respecto de su propia cotidianeidad.”