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Uno de los sentidos fundamentales en que se puede entender la Ontología es como una
teoría de las categorías. En este sentido las categorías serían los modos fundamentales
en que se distribuye el ser. Desde su origen en Aristóteles, la reflexión sobre las
categorías ha considerado a éstas como las distintas formas en las que el ser puede ser
dicho en el lenguaje. son las tres formas relacionadas de entender las categorías. Las
categorías es un mecanismo de clasificación en estos tres niveles que nos permiten
ordenar y por tanto conocer la realidad de las cosas: Modos del ser (nivel ontológico,
Aristóteles), formas de hablar (nivel lingüístico, filosofía analítica), estructuras del
pensamiento (nivel mental, Kant).
LAS CATEGORÍAS EN ARISTÓTELES
El pensamiento categorial, es un pensamiento clasificador. Ya en la primera
caracterización rigurosa que se hizo del pensamiento categorial en la obra de
Aristóteles, se observa la ambigüedad fundamental que la cuestión de las categorías
presenta, partiendo de un enfoque linguistico lo convierte finalmente en un enfoque
ontológico. La tabla de Aristóteles de las categorías, la primera y una de las más llenas
de significado, las expresiones sin ningún nexo significan la sustancia (categoría
fundamental), la cantidad, la cualidad, la relación, el lugar, el tiempo, la posición, la
posesión, la acción y la pasión. Esta categorización es un por un lado lingüística,
semántica, formas de hablar y por otro lado ontológica, son las nociones más generales
del ser. Una clasificación categorial es una concepción pluralista de la ontología, pues
ninguna de ellas es reducible.
Y dado el carácter ontológico fundamental del logos griego, es indisolublemente un
enfoque ontológico, según el cual las categorías son los géneros más generales del ser,
son nociones irreductibles entre ellas e irreductibles a un universal supremo y único». Et
enfoque ontológico de las categorías es compartido también por Heidegger el cual no
olvida sin embargo su carácter también lingüístico. Para el filósofo alemán categorein
indica expresamente el hecho de dirigirse a una cosa de manera tal que se la hace
pública y se la revela como es.
La interpretación meramente lingüística de las categorías fue destacada por
Trendelenburg, que las consideró como partes de la oración gramatical, y representan
formas del pensamiento. Las categorías propuestas por Aristóteles son, para Benveniste
«la proyección conceptual de un estado lingüístico dado», «es lo que se puede decir lo
que delimita y organiza lo que se puede pensar. Y así cada categoría se refiere a una
forma lingüística determinada propia de la lengua griega: sustantivo (substancia),
adjetivos derivados de pronombres (cuál, cuánto), adjetivo comparativo (relación),
adverbios (dónde, cuándo), voz media (estar dispuesto), modo perfecto (estar en
estado), activo (hacer), pasivo (padecer). También se pueden ende preguntas: ¿qué
hace?» ¿cómo está?, ¿dónde está?, etc., de mañera que una categoría viene formada por
la clase de respuestas posibles a dichas preguntas.
Esta relación indisoluble con el lenguaje introduce un relativismo en las divisiones
categoriales posibles del mundo, o, cada lengua recorta el mundo de forma distinta
dando lugar a una variedad de posibles tablas categoriales distintas y todas válidas. La
posibilidad definir una serie de invariantes categoriales a partir de esta variedad
lingüistica la analizaremos después a través de la interpretación semántica de la
gramática generativa.
Dentro del propio enfoque aristotélico, la pluralidad de las categorías remite a una doble
escisión: por un lado el ser se escinde en una pluralidad de significaciones, como hemos
visto, pero por otro, en cada ente concreto se produce otra escisión entre un sujeto y la
serie de predicados posibles que se le pueden atribuir. Esta segunda escisión nos plantea
el problema de la relación que se establece entre la substancia (ousía) y las demás
categorías. Pero la substancia es el fundamento inmanente de la tabla aristotélica de las
categorías, es su primer término, y pertenece por tanto a la tabla aunque es su
fundamento porque en ella se basan todas las demás. Las categorías que no son la
substancia no hablan (kata) de la esencia, sólo dicen relación a (pros) la esencia.
Podemos ver aquí una cierta jerarquía ontológica, la substancia y el resto de las
categorías que se dicen de ella, «que dio lugar a la doctrina medieval de la distinción
entre la substancia y sus accidentes y la preeminencia de aquélla sobre éstos. o el ser es
substancia, o un accidente de la substantia, o una actividad de la substancia: siempre y
en todos los casos, es algo que se relaciona con la substancia. Hay que advertir que, a
pesar de que se trata de significados originarios, únicamente la primera categoría posee
una substancia autónoma, mientras que todas las demás presuponen a aquélla y se
fundamentan en su ser (la cualidad y la cantidad se dicen siempre de una 'substancia, las
relaciones se dan entre substancias, y asi sucesivamente).
LIBRO JULIAN MARIAS: IDEA DE LA METAFISICA
SOBRE ARISTÓTELES
La forma suprema del saber, la sabiduría o sophía, es una ciencia, esto es, un saber de-
mostrativo o epistéme, capaz de demostrar las cosas des- de sus principios y a la vez de ver o
contemplar éstos por ser primeros, son indemostrables— mediante una visión noética. De esta
ciencia, postulada así por sus exigencias, da Aristóteles una triple definición: 1) ciencia que
considera universalmente el ente en cuanto tal; 2) ciencia divina (en dos sentidos: que sería la
ciencia que tendría Dios, y que Dios es su objeto); 3) ciencia de la sustancia. Pero no se trata de
tres cien- cias, sino de una sola, y esta unicidad, que requiere la convergencia de las tres
definiciones, es un problema para Aristóteles como lo será para toda la tradición
posterior.
Mientras las ciencias particulares consideran sólo una parte de la realidad —por ejemplo, los
números o las plantas— y desde un punto de vista parcial, para estu- diar un accidente o atributo
suyo— las propiedades cuantitativas o el carácter de organismos vegetales—, la metafísica se
refiere a la totalidad de las cosas, pero no por lo que tiene de peculiar cada una, sino en cuan- to
son. Ahora bien, al examinar los diversos modos de ser, los diversos tipos de entes, Aristóteles
se ve forzado a una radical innovación intelectual: frente a la idea del ente uno e inmóvil de
Parménides, frente a la proclama- ción por los sofistas de la radical movilidad e inconsis- tencia
de lo real, Aristóteles establece la doctrina de los modos del ser, unidos por un vínculo de
analogía; el ente es uno y múltiple, se dice de muchas maneras»
pero siempre por referencia a una que es primaria y fundamento de las demás; y ésta es la
sustancia (ousta). La metafísica, al estudiar el ente en cuanto tal, culmina en la teoría de la
sustancia; y la forma suprema de sustancia, aquella en que se realizan de modo plenario y
suficiente las condiciones del ente (ón), es Dios, el "primer motor inmóvil", acto puro, en quien
todo es realidad actual, sin mezcla de potencia ni materia. Por último, la contemplación de lo
real en tanto que es, la theoría en la cual las cosas se patentizan y están a la luz, constituye la
sabiduría, la sophía, y ésta la posee sólo Dios de modo estable, permanente y propio; el hombre
sólo la alcanza precariamente y a intervalos; a lo sumo, puede aspirar a un hábito, una forma de
vida definida por una cierta amistad con la sabiduría; ésta es la philosophía, la ciencia divina en
el doble sentido ex- presado; por eso en la vida teorética, cuya cima es la metafísica, el hombre
alcanza una cierta semejanza con la Divinidad.
La metafísica aristotélica se enlaza estrechamente con la lógica de un lado, con la física de otro,
con la ética por último. El ser se dice de cuatro maneras: 1) ser por esencia o por accidente; 2)
según las categorías; 3) verdadero y falso; 4) en potencia y en acto. En todo caso, lo que se
divide es el ente, pero a esta división acompañan los diversos modos de enunciación o pre-
dicación; así, las flexiones del ser son a la vez los pre- dicamentos o categorías en que puede
decirse (sustan- cia, cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, posi- ción, estado, acción,
pasión), todas las cuales están fun- dadas en la primera, la de sustancia, a la que se refieren las
demás. Análoga relación con la lógica presenta la división del ente en verdadero y falso, pues la
verdad y la falsedad se dan primariamente en el enunciado o juicio, A es B, que patentiza lo que
la cosa realmente es (verdad, alétheia) o lo encubre con un ser aparente (falsedad, pseüdos). La
física, por otra parte, es la ciencia de las cosas naturales o que son por naturaleza, y naturaleza
(physis) es el principio del movimiento; la teoría aristotélica de la potencia y el acto, de la ma-
teria y la forma, que explica la estructura de la sustan- cia, hace posible el movimiento y, por
tanto, el carác- ter real de la naturaleza; el movimiento (en su sentido general de cambio) no es
un imposible paso del no ser al ser o del ser al no ser —como habría aparecido entre
los eleáticos— sino un paso de un modo de ser a otro modo de ser, de ser en potencia a ser en
acto. Esto muestra que la Física aristotélica —de la cual forma parte la doctrina del alma—
sería un elemento de la metafísica en el sentido moderno de la palabra. Por úl- timo, la
metafísica como forma acabada del híos iheore' tikós o vida contemplativa, es la clave de la
ética aris- totélica, pues es la vida propiamente humana y aquella en que se puede dar la
felicidad.
De este planteamiento del problema metafísico por Aristóteles ha dependido toda la historia
ulterior de esta disciplina.