Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Juan Berraondo
La inclinación natural
La fórmula de la armonía con el universo expresa una aspiración de todo
ser racional, es aquello que todos los hombres persiguen o aquello en función
de lo cual hacen lo que hacen. Es una aspiración inscrita en la naturaleza de
cada hombre y el estoicismo resulta ser, en principio, un naturalismo, una
moral fundada en una exigencia natural.
El bien y la virtud
Si la salud, la belleza, el placer, la riqueza, son bienes, y males las
circunstancias contrarias como el dolor, la pobreza o la muerte, puesto que es
seguro que moriré, al margen de que otras de esas adversidades me alcancen,
precisamente en el instante definitivo el mal haría presa en mí. Con lo cual se
desbarataría todo el proyecto.
Según los estoicos, dice Séneca, no hay mal. Es decir, no hay un mal
metafísico o constitutivo que no pueda vencerse.
Voluntad y opinión
Si se afirma que el dolor y la muerte son indiferentes y se muestran para
corroborarlo los casos de quienes han sabido actuar hasta el final de acuerdo
con esta idea, falta todavía presentar la condición de posibilidad de tal actitud.
Esta será la función de la teoría que se conoce como «intelectualismo». Para el
intelectualismo, la voluntad sigue como una sombra a lo que el entendimiento
determina como bueno.
Y, ¿qué es esto que depende de mí, ese punto desde donde se puede
ahuyentar o tener bajo control el objeto del deseo? Depende de mí esa misma
facultad de decidir qué es lo que depende o no de mí, es decir, el uso de las
representaciones o de las opiniones.
El individuo no tiene por qué acabarse, por decirlo así́, en los límites de
su piel. Puede trascender su particularidad por medio de la razón y hacer así́ a
un lado el temor a la muerte. Quien contempla su propia miseria no hará́ sino
acrecentar su lamento buscándole nuevos registros, pero si esa carencia se
comprende en relación con un universo que, por comparación, tiene que
ofrecerse necesariamente esplendoroso —es el Absoluto, la realidad radical- la
misma carencia aparecerá́ como elemento del esplendor.
La sabiduría
El progreso moral
Para alcanzar la sabiduría hace falta saber qué se debe hacer, pero, para
ello, es previamente necesario ser sabio. La sabiduría como un objetivo
alcanzable y la de que no podemos contar sino con una posibilidad de
indefinida aproximación.
La moral media
Todo lo que no sea virtud o vicio, todo lo que no sea bien o mal, es en
rigor indiferente. La virtud viene a determinarse como una cierta elección cuyo
objeto, obviamente, deberá́ encontrarse entre las cosas indiferentes.
La física
El hombre puede permitirse no sólo elegir su modo de vida, sino
también tratar de entender dónde se encuentra, cómo es el mundo en que vive y
por qué ha sido producido. Si la racionalidad se expresa mediante la virtud, lo
propio de un ser racional será también buscar una explicación al universo que
constituye su medio.
Como tal, tiene que tener un origen. Nace por obra de la razón
espermática, cuando, a partir del fuego, la sustancia, por medio del aire, se
cambia en humedad: la porción espesa hace la tierra, las más sutiles el aire y las
más sutiles aún, el fuego (142). Pero, por ser un viviente engendrado el universo
tiene que tener también un fin. Y, sin embargo. Dios, que es también el mundo,
tiene que ser inmortal. Una idea ampliamente extendida, incluso
universalmente aceptada en la antigüedad, viene a mediar en la contradicción
para hacer compatibles la extinción y la eternidad. Es la idea de los ciclos, según
la cual todo lo que existe se reabsorbe tras un determinado período en lo que los
estoicos llaman la conflagración universal. Luego, otra vez se regenera todo del
mismo modo y se repite sin alteración.