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En el contexto de una charla mía sobre “Los ’80 en Salta: trayectoria de una
generación bifronte e interprovincial” en el marco del ciclo “Conociendo a nuestros
autores”, organizada por la Biblioteca Provincial “Victorino de la Plaza” en 2012,
destinada a alumnos de terciarios y sus profesores, asistieron los poetas Mercedes
Saravia y Raúl Rojas. Habiendo hecho yo referencia a las generaciones anteriores,
éste último dijo varias cosas y, con sus argumentos en contra de los míos, en cierta
manera vino a reforzar mis hipótesis respecto de las generaciones de Salta:
Raúl: Cuando vos hablabas de la generación del ‘60 y hacías referencia precisamente
a cuatro o cinco poetas que podrían haberla integrado y el resto no, hay un
antecedente que yo reconozco como válido, y que además lo ha mencionado
Benjamín en muchas entrevistas, que es la aparición del grupo “Presencia”. Su
aparición denota esa confluencia de escritores, gente que los académicos no estaban
habituados a reconocer porque algunos eran albañiles, carpinteros, periodistas,
docentes que se empezaron a juntar con este tema de empezar a escribir poesía; es el
caso de Benjamín Toro, y de Hugo Alarcón que vienen de familias muy humildes, el de
Ariel Petrocelli. Estos poetas van a marcar de alguna manera una ruptura con todo lo
que se venía dando incluso en el campo de lo folklórico, de la canción folklórica porque
son poetas que se incorporan al cancionero.
Raúl: Ellos señalan, si mal no recuerdo, que los poetas de la generación del ‘60 son
los poetas nacidos alrededor de 1930 y que empiezan a publicar alrededor de 1960,
esos son los referentes, los márgenes que da Walter Adet para señalarlos como una
generación, sin embargo ninguno de esos poetas se parecía en sí a otro: Walter no
tiene ningún parentesco con Jacobo Regen que eran tan amigos, Jacobo no lo tiene
con Luchin Andolfi, Luchín no lo tiene con Ovalle, Ovalle no lo tiene con Toro ni con
ninguno de los que escriben en ese momento… La única referencia que ellos dan
como válida es que hayan nacido en esas fechas…. 1 Sin embargo hay un marcado
liderazgo de Ovalle sobre todo en Aparicio, en Luis Andolfi, en Walter Adet sobre todo
en el tema de acciones que tiene que ver con la literatura, no de la escritura en sí
misma, sino con la conformación de la sociedad argentina de escritores, con la
pensión al mérito artístico, es decir grandes hechos que tienen que ver con el
desarrollo de los autores y en eso tiene un fuerte liderazgo de Ovalle.
Elisa: Si vamos a hilar más finito, como vos decís la generación del ‘60 son esos
cuatro o cinco hombres (los nacidos al comienzo de los 30). Ellos precedieron a esa
actuación “gremial” que vos mencionás que debe ser contemporánea al grupo
“Presencia” y al armado de la antología Poesía de Salta (hecha con la incorporación
de sus “padres”, los del ‘60). Ya es la década de los ‘70 y los protagonistas de esas
acciones son Toro (el grupo “Presencia”) y Ovalle (Poesía de Salta) que han nacido
1
Raúl Rojas da las fechas y enumera a los autores sin percibir que Luis Andolfi y Benjamín Toro son de 1939 y que Ovalle es de
1944, que los dos últimos recién publicaron en los ’70 y que el liderazgo de Ovalle, que marca a continuación, es de esa década.
alrededor del 40 (Toro es del 39 y Ovalle del 44). El mismo Toro reconoce en una
entrevista ser un hombre de los ’70.
Elisa: Ambos son nacidos, como Adet, ¡en 1930! Para mí no sería la generación, sino
las generaciones, una la de los más viejos y otra la de los más jóvenes con Toro,
Ovalle y todas esas acciones gremiales. Habría que haber subdividido, ‘60 una, ‘70
otra; esa es mi discusión: el hecho de que todos se hayan metido en una sola.
Raúl: Señalaba esos puntos que me parece interesante señalar. No digo que no
estás en lo cierto; digo que hay hechos que si marcan la existencia de una
generación. Lo resalto porque después no hay generación.3
Elisa: O sea que vos pensás que después no hay generación de los ‘80?
Elisa: Es importante tu aporte, Raúl, pues yo conozco a fondo (por haberlas vivido) las
reuniones con la gente que practicaba la poesía de las líneas “neo” (Liliana Bellone,
neobarroco; Mercedes Saravia, neo-romanticismo; Raqel Escudero, concretismo),
pero no tanto lo que pasaba en otros grupos. Con sólo hablar de ellos y mencionar los
eventos y las personas que los aglutinaban como Pérez Martín o Toro, Raúl, estás
reconociendo la actuación de una nueva generación, aquella que con sus idas y sus
vueltas quedó antologada por Armani en La nueva poesía de Salta.
Raúl: En esa época estaba Alberto Diez Gómez de Biberones Rotos y lo matan, lo
destruyen lo hacen bolsa, el chango Álvarez de Inquilinato en ruinas también premio
de la Dirección de Cultura, la Silvia Juárez, el chango Bonini que ganó un concurso de
cuentos con un solo cuento y luego no volvió a escribir, el chango Lobo había
publicado…
Raúl: Díaz Bernuy era peruano, dijo que era de “Sendero Luminoso”. El que le abre
generosamente los brazos es Walter Adet, a él le encantaba su poesía. A Brizuela
también lo destruyen, lo destrozan…
Raúl: Los que de alguna manera manejaban los medios en ese momento. Para
sentarte en una mesa donde estaban ellos…
Elisa: Por eso nosotras hicimos la nuestra. Carlos Hugo Aparicio me dice un día
“ustedes no son como nosotros que le llevábamos a Manuel los poemas para que los
corrija”. Nosotras no se los llevábamos a nadie…
Mercedes Saravia: Me acuerdo que habían dicho “cómo va a ser poetas estas que se
bañan todos los días”
Raúl: Sin embargo, Ovalle le tenía un cierto reconocimiento por la Liliana Bellone…
Elisa: Ovalle la invita a Liliana a entrar en el libro Generación del 60 y ella le dice
¿cómo voy a entrar si yo tenía 6 años?, pero el Teuco, Juan Ahuerma le aceptan y
tenían 10, 11 años en los ‘60. La revisión de historia literaria tiene que subdividirla a
esa generación.
Raúl: Además no están todos los que son ni son todos los que están, sobre todo en
ese libro. Quedan afuera varios… Coincido con vos en que puede haber una
generación del ’60, y que ellos pueden ser posteriores, pero sí creo que ellos
conforman la última generación.5
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En estas intervenciones, Rojas marca un nosotros diferente al de esos “mano larga”.
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A pesar de las distinciones que venía haciendo, vuele a insistir en que después no hay nada. Pero más adelante sigue aportando
datos que abonan mi hipótesis: la de la existencia de una generación.
Raúl: Ellos tienen en la concepción del arte y de la poesía una visión muy parecida, en
lo que escriben no son iguales.
Elisa: La generación del ’80 tiene en común haber sobrevivido a la dictadura y lo que
Arteca llama estéticas clandestinas o estéticas neo y son como tres líneas dentro de
una de las caras de esa generación. Después hay otra cara… Vos has hablado de un
grupo importante de poetas. No hemos sido tan reconocidos porque nadie nos da el
estatus de generación. Vos mismo tenés que reconocerlo y estar de acuerdo en que sí
hemos conformado...
Raúl: Somos todos de la misma época, amistades comunes, por uno o por otro
lado caíamos. Después estaba la cosa de cómo salir, cómo publicar, con el negro
Toro pensamos en las ediciones Sol Alto.
Elisa: Lo que la jorobó a la generación fue la pelea de Jesús Ramón Vera con Antonio
Gutiérrez y la Liliana Bellone.
Raúl: Vera ha sido uno de los poetas que más sobresale cuando nosotros
comenzamos, pero no lideraba nada, ni siquiera en el tema de las publicaciones
porque Vera era tan pobre, vivía del garroneo, no tenía cómo publicar, nosotros
pagábamos las ediciones, nos caía pesado lo de la edición de autor, para que no nos
chocantearean los viejos apareció “Tunparenda”6, así aparecieron también ediciones
“Milor”, “Hanne”, en el primer momento había que pagarles, ahora están editando pero
en ese momento había que pagarles.
Elisa: Vos estás reconociendo la importancia de Vera (yo lo recuerdo aún recitando el
poema “Las vueltas de la vida” cuando se terminaba el curso de la Norma Pérez
Martín). Estábamos todos fascinados de que alguien hablara de lo que por años no
había podido hablarse, es más, creo que eso que él decía era una poesía social que
varios de ustedes continuaron. Esto es una cosa diferente a lo que decías de Ovalle,
ya que lo seguían pero en temas más bien gremiales, esto tenía que ver con una
estética que era una especie de contracara de las estéticas que Arteca llama
clandestinas, que decían pero sin dar la cara. Pero vos decís que no lideraba nada…
Elisa: Y cuando nos convoca para que Armani seleccione ¿no tiene un cierto
liderazgo?
Raúl: El tema fue simple, Vera como todos nosotros tenía la necesidad de salir y la
necesidad de protagonismo. Vera no se anima a pedirle un prólogo a Armani y le pide
una selección de poemas nuestros, una selección de poemas nuestros que entre
paréntesis también manipula Ovalle. Era una tracalada de poemas yo creo que no faltó
nadie en esa convocatoria, todos se los acercaron. Hubo un cernidero, tengo la
certeza de que hubo un cernidero antes.
Raúl: Al cernidero no lo hace Vera sino Ovalle, no me consta, pero hay nombres que a
vos te llama la atención que no estén.
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Es importante resaltar la importancia que para él tiene “Tunparenda” como espacio de diferenciación con los viejos, aunque no
reconozca ningún liderazgo a su ejecutor, como si se lo reconoce Reynaldo Castro en la entrevista que aparece en este mismo anexo.
Elisa: A la Liliana le publica poemas Walter en los Cuatro Siglos…, Ovalle la llama
para la antología del sesenta… es raro.
Raúl: No. En esa publicación que sacó El Tribuno de Cuentos. Walter fue muy
generoso, le pidió a todo el mundo. Yo no le llevé y no salió, el libro tenía que entrar en
la imprenta también…
Belén: Los ‘80, para mí, fueron años de mucho movimiento femenino, muchas mujeres
escritoras haciendo ruido… Me parece muy interesante e importante que lo rescates
ya que hubo una linda movida de jóvenes que, aunque los del ‘60 no nos querían
reconocer como poetas, aunque sea en "vías de desarrollo" había un gran movimiento,
en pequeños grupos más que nada, y nos juntábamos cada tanto. Compartimos
algunas reuniones y encuentros literarios con los de aquella generación. Creo que
ellos, más que nada, nos abrieron un poco la puerta por curiosidad, para ver qué hacía
este grupete de mujeres y, precisamente nos permitieron “entrar” en algunas
reuniones y actividades, por ser mujeres jóvenes. No creo que lo hayan hecho por
nuestra poesía, no al menos en primera instancia porque no leíamos frente a ellos, no
les mostrábamos lo que escribíamos –en general tampoco nos lo pedían– pero sí los
escuchábamos y absorbíamos por un rato esa bohemia de vino y palabras. Siempre
nos quedábamos sólo un rato por ahí, por Balderrama, el Farito y otros lugares donde
se juntaban, sólo un rato y después, en algún momento, hacíamos mutis por el foro.
También Raúl Aráoz Anzoátegui8 nos recibía mucho en su casa. Hasta nos protegía.
Recuerdo un encuentro de escritores en Cachi que fuimos con Nancy García y creo
que Raqel Escudero (no recuerdo bien). Estaban todos los que se llamaban de la
generación del ‘60. Partimos en un colectivo especial para el evento todos juntos. Raúl
y su mujer Renée nos cuidaban. Recuerdo largas y fructíferas charlas con él. Siempre
tenía unan palabra amable, una orientación que darnos. Nunca nos menospreció, por
el contrario nos alentó a seguir. También recuerdo charlas geniales con Benjamín Toro
que también nos dio su apoyo, con Díaz Bavio, entre otros. A Walter Adet y Jacobo
Regen los escuchábamos con gran respeto y admiración. Nunca nos atrevimos a
mostrarles nada.
Elisa: Era algo así como espiar la bohemia de los otros pero…¿llegó un momento en
que mostraron algo?
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A partir de acá se diluye lo más importante de la charla.
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Con respecto al poeta Raúl Aráoz Anzoátegui siempre fue muy respetuoso de nuestras intervenciones. En un recital del día del
escritor en el Colegio Nacional, Aráoz nos dijo la frase que he usado como epígrafe de este libro. En las antípodas estaban algunos
de los del ’70 cuyas descorteses frases y actitudes pueden ejemplificarse con ciertos dichos de todos en la conversación con
Mercedes Saravia y Raúl Rojas de este mismo anexo.
Belén: En 1982 se publicó la antología 19 voces de Salta en la que hay un poema mío
y estoy junto a autores de la talla de Aráoz, Leonardi Herrán, Adet, Pérez, Aparicio,
Andolfi, Díaz Bavio, Carreras, Toro, Ovalle, Luis Escribas, Diez Gómez, Ahuerma,
Muloni, Vera, Rojas, Fabián, Agüero y yo. Qué mezcla, no? Qué loco!! Pero qué lindas
experiencias.
Belén: En ese entonces nos nucleó bastante Alberto Diéz Gómez que estaba a cargo
de los Viernes Culturales de la Unsa. Los alumnos de carreras no humanísticas tenían
que asistir y completar créditos de distintos eventos culturales. Así en el anfiteatro
principal, a la entrada, antes de la confitería, se desarrollaban actividades como
recitales poéticos musicales, obras de teatro, cine, bandas de música, charlas, etc.
Recuerdo haber participado en los recitales poéticos musicales dirigidos por Alberto
junto a Nancy María García, Sergio Bravo, Marcela Morales (que le ponía música y
voz a las tardes), Rossana Botelli creo que alguna vez también Sonia María Diez
Gómez, es decir, todos los que estudiábamos Letras por entonces y escribíamos. A
pesar de mi enorme timidez por esa época me volví bastante audaz. Nos apoyábamos
unos a otros y nos juntábamos a preparar nuestro "repertorio". Tardes de lectura,
mucha literatura y música. Ese fue el gérmen de un grupo de mujeres jóvenes que nos
seguiríamos juntando a lo largo de los ‘80 y principios ‘90 para decir lo que teníamos
para decir… Así fue que más tarde se incorporaron al grupo Verónica Cánepa y Marta
Alicia Arias. Luego Alicia Poderti. Lo de la Hoja de poesía te lo dejo a vos.
Luego nos conocimos con Raúl Rojas, Víctor Fernández Esteban y Gustavo Rubens
Agüero. Este último fue quien me animó a presentarme en los concursos para
estudiantes en la Unsa. Entre el 81 y 82 gané diferentes premios de poesía en
concursos convocados por la Universidad. Ahí se enteraron en mi casa que la
escritura era algo muy importante para mí, que tenía algo que decir, bien o mal, y que
no era un pasatiempo de una estudiante de Letras como creían. Nos nucleamos casi
sin darnos cuenta, no muy conscientes de nuestro papel en la cultura literaria local.
Predominaban las mujeres. Algunas estaban en otros grupos, como Nancy García en
“Retorno” con Liliana Bellone, pero nada de eso impedía que siguiéramos nuestra
búsqueda del propio lenguaje literario para decir lo que nos dolía y nos angustiaba en
aquella época difícil del país.
Elisa: O sea que ahí en la UNSa de fines de los ’70 nace tu conciencia de la difícil
época del país que deja tanta huella en tu poesía.
Belén: Si. Cada una en grupo o sola, trataba de crecer y encontrar una voz, nuestra
voz en medio de la tradicional y machista sociedad salteña, para expresar lo más
profundo de la condición humana. Muchos poemas nuestros salieron en las páginas
de El Tribuno. La Revista Ronda Literaria de Buenos Aires publicó varios poemas
míos. Durante todo 1985 el diario El Tribuno, en su página de poesía publica a los
jóvenes escritores. En las páginas que yo tengo, hay poemas míos, de Luis Ferrario,
Liliana Bellone, Raqel Adet, Gustavo Agüero, Antonio Gutierrez, Rosa Machado, Ángel
González (de Orán), Blanqui Omar ( de J.V. González), Alicia Poderti, Marcelo Sutti y
tuyos. Yo por entonces tenía 25 años, así que compartía mi vida literaria con poetas
de mi edad y otros más grandes.
Belén: Por ese entonces también participamos de una muestra sobre poemas
ilustrados que hicimos en adhesión al Abril Cultural Salteño y se llamaba “Acentos al
espacio”. Los poetas éramos: Marta Alicia Arias, Nancy García, Verónica Cánepa,
Alicia Poderti y yo. Los artistas plásticos que ilustraban los poemas (unos 3 por
persona aproximadamente): Sara Jorge, Rodrigo García Bes, María Eugenia Pérez,
Noemí Elías, Patricia Godoy, Horacio Pagés, Silvia Saéz, Roxana Belbruno, Telma
Palacios, Guillermo Pucci, Claudia Oliver, Maggie Reyes, Adriana Martell y Rosa
Gallardo todos miembros de la Asociación de Plásticos de Salta. Fue una experiencia
muy linda, de mucho intercambio. Fijate que todas las escritoras que participamos
éramos mujeres. Además de imprimir un programa sencillo, El Tribuno también nos
dedicó varias notas (22, 23 y 28 de abril de 1985). Por ese entonces nos habíamos
constituido como un grupo bastante cohesionado aunque no nos habíamos
identificado con ningún nombre. Nos reuníamos a leer a otros poetas: Vallejo, Neruda,
Octavio Paz, Nicolás Guillén, Huidobro, la generación del 27, los poetas de la
posguerra civil española, los franceses, Borges, Juarroz, Pizarnik, Girondo, Storni,
Orozco, Idea Vilariño todo lo que llegaba a nuestras manos, lecturas muy diversas.
Entre los salteños: Adet, Regen, Castilla, Aráoz Anzoategui, Aparicio. También
leíamos nuestros poemas e intercambiábamos ideas sobre la poesía, sobre la poesía
en Salta, buscando espacios o generándolos para hacernos escuchar. Pero nunca
hicimos un manifiesto o algo que nos identificara como grupo.
Yo hice la colimba en la marina junto con Baca, año 78, plena dictadura; hicimos la
instrucción en Buenos Aires en el puerto y mi destino era la escuela de Mecánica de la
Armada. Pero abrían el Liceo Naval Gurruchaga en Salta y, siendo de Jujuy, nos
mandaron a la Delegación Naval Salta para hacer trabajos de promoción. Estando
instalado en Salta haciendo la colimba, aparece Juan Ahuerma; yo lo conocía de
nombre pues había hecho la colimba en Jujuy dos o tres años antes con Javier Soto
que era un amigo con el que yo hacía un programa de radio. Sabía que había un Juan
Ahuerma que escribía poemas. Cae a la delegación, pelo largo, petiso, imaginate vos,
año 78, me agarra del brazo y me dice “vos sos Aguirre, vení” y me lleva afuera, vos
imaginate qué cómodo estaba yo. Me dice “Estoy organizando una lectura de poemas
clandestina”, en un galpón que creo que era un teatro. Se hizo un cuadernillo de ese
encuentro. “Te vengo a invitar a que participés”. Me ha dicho “Clandestino”, yo estaba
en la colimba. Y al mismo tiempo pensaba “no podés ser tan cagón”, era un lunes y
esto era para el jueves “¿a qué hora es?” le digo. “A las 9” “Tendría que ver los
horarios acá, las guardias”. Mentira yo no hacía guardias. No sabía cómo evitar una
contestación terminante ahí en ese momento, para pensar. “Yo te contesto el
miércoles”. La cabeza me daba vueltas “¿qué quiso decir con eso de clandestino?”. Le
digo que sí, si la cosa no me gusta me voy, tengo razones para irme, yo estoy bajo
bandera, en la marina encima, que querés que por leer un poema eso termine en una
historia. La cuestión es que voy. Era realmente algo clandestino. Voy, era un galpón,
había sillas, precaria era la cosa, leímos poemas. Yo tenía los poemas de Historietas y
leí un poema sobre Billy, el pequeño. Me pasó algo increíble. Entre la gente que había
que por supuesto eran amigos de Juan y de los otros que estaban. Y vos sabés?
Había una señora con la hija, que era preciosa, una carita. Cuando yo leí la mujer
lloraba, no lo relacioné, no eran poemas sentimentaloides como para que alguien llore.
Pero cuando terminó la ronda de lectura esta señora me dijo “se ve que lo conocía
muy bien a Billy”, yo me quedé…no entendía lo que me decía y peor lloraba, la hija
también. Me salvó Juan Ahuerma, me dijo “el hijo de esta señora está desaparecido,
fue uno de los primeros en desaparecer acá en Salta y le decían Billy”. Te juro ¿podés
creer? ¿cómo le voy a decir a esta señora que no tiene nada que ver, que ese Billy no
era su hijo? Me dice “Escuchaba su poema y lo veía a mi hijo” Que situación horrible.
Entrevista
Ernesto: La actividad comienza en los ’80, todos empezamos ahí, antes estábamos
frenados por la dictadura. Durante la dictadura no había lecturas de poemas, no se
publicaban libros. Lo que yo, por una cuestión de edad, podría haber hecho en los ‘70,
lo hago en los ‘80, antes estaba… no sé si estaba prohibido pero era difícil hacerlo.
Elisa: Era complicadísimo. Estaban prohibidas las reuniones… La gente de ocho o
diez años menos que nosotros también comienza en los 80.
Ernesto: No estaba prohibido publicar libros (bueno depende de qué libro) lo que digo
es que era muy difícil… La verdad es que cuando saco Historietas no sabía si ese libro
tenía que ser autorizado ¿me entendes? mirá lo que te digo, no sabía qué trámite
había que hacer y fui a la Policía Federal (era una tontera y me evitaba un problema) y
me han mirado y me han dicho publicalo, ahora si nos nos gusta te jodés… Mirá lo que
era el miedo, la incertidumbre. Yo no sabía si era cuestión de sacarlo nomás o había
que pedir permiso. Mirá que bárbaro.
Reynaldo: Yo creo que ahí se perfilaba otra poesía, de ahí la importancia de Ernesto,
porque estaba Ferraro, el grupo “Brote”. Es más, hay varios libros que han publicado
ellos que están en el olvido en la imprenta del Boletín Oficial. Hay un libro de Alonso,
hay un libro de Calderón. Se editaron ahí en la legislatura en la década de los ’80, al
comienzo de la democracia, así como Ocalo García publica en la municipalidad
cuando está la gorda radical.
Elisa: La otra pregunta para postular la existencia de una generación que abarcara las
dos provincias, Salta y Jujuy ¿les parece que hubo suficientes actividades conjuntas
como para hablar de una generación?
Ernesto: Yo diría que no, a mi entender, porque creo que no teníamos los mismos
intereses... La idea que me queda de aquella época es que en Salta todavía Castilla
tenía un peso muy grande en las cosas que se escribían, a pesar de tipos como Juan
Ahuerma que aparentemente estarían despojados de ese peso, había no sólo en la
temática de la poesía sino en el hábito de vida, para ellos, hablar de poesía era vino.
Para uno no.
Elisa: Pero yo creo que esa superación de la bohemia es una cosa que tenemos en
común al menos de un grupo importante de salteños y los jujeños de los ’80!
Ernesto: No. El peso de Castilla en los salteños, de los grupos folklóricos. El alcohol
formaba parte del ambiente poético y para nosotros no, y el folklore tampoco, era más
fuerte en Salta el tema del folklore.
Elisa: Pero vos estás hablando de lo que ocurría justo hasta antes de los ’80, después
quedan resabios de eso, pero se forma todo un grupo...
Ernesto: No son sólo resabios, queda muy peso muy grande, al salteño le cuesta
muchísimo despegarse de Castilla.
Ernesto: No tenemos esa dependencia tan fuerte. Yo creo en Salta el primero que se
despoja realmente a Castilla es el hijo, el Teuco, Sylvester, esa gente, se sacaron de
encima a Castilla.
Reynaldo: Para sacárselo se han tenido que ir a España.
Reynaldo: Vera mismo se pone detrás de la estela de Castilla, puede que su poesía no
esté tan influenciada pero sí su estilo de vida.
Elisa: Yo acoto porque hice varios estudios y descubrí que los que había en común era
lo que Mario Arteca llama estéticas clandestinas, el neobarroco (Liliana Bellone,
Antonio Gutiérrez, volver a los clásicos) neorromanticismo (a la manera de Alejandra
Pizarnik, Mercedes Saravia y Belén Alemán) y el concretismo (Raqel Escudero).
Líneas que nacen al fin de la dictadura para ocultar lo que estaban diciendo.
Ernesto: Vos acabás de señalar una cosa curiosa, has puesto como ejemplo de cada
una de estas corrientes a mujeres, cosa que acá en Jujuy uno no podía hacer. A mí
siempre me llamó la atención la participación que tuvo en Salta la mujer en los ‘80. En
Jujuy no hay nombres de mujer. Acá no hubo neobarroco, Pablo Baca, era
neorromántico. Ocalo García por ejemplo era concretista. No había nombres de
mujeres. Recién ahora, en la más joven generación que viene empujando están la
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Al decir esto, Pablo Baca es muy consciente de la refuncionalización del folklore durante los regímenes dictatoriales. En las
palabras de Pablo, queda sugerido que se ha superado la referencia a una región para hacer referencia a un país devastado.
Melisa Ortiz, Paula Soruco, Lola Castro Olivera, Pamela Stemberg ¿viste el cambio
que fue?
Reynaldo: Había algunas cosas en los ‘80. Que el libro Café de la luz de Aguirre salga
en Salta en el 84 u 86 es importante, acá no tenía posibilidades.
Ernesto: Las reuniones que teníamos con los salteños era con ellas, ¿cuántas veces
te has reunido vos con Juan Ahuerma? Eran mujeres en Salta.
Elisa: En algunos trabajos que hice sobre los ‘80 puse como importantes el “Encuentro
de escritores del Noa y Tarija” donde nos conocemos y menciono también el
“Encuentro Federal” de Reynaldo y esas son algunas de las cosas que voy
marcando…
Reynaldo: Al del Noa y Tarija fueron Pablo Baca, Ernesto Aguirre, la Nélida Cañas,
Andrés Fidalgo, Godobredo Garay (Río Maldito) y yo. Al Federal, Alejandro Carrizo,
Liliana Bellone, Antonio Gutiérrez, Belén Alemán, Mercedes Saravia y vos.
Elisa: Después hay presentaciones de libros como La poesía de Jujuy cuando se hizo
acá vinimos nosotras y cuando se hizo allá fue en el café de Salvatierra, lo
presentamos nosotras con Mercedes. En las fotos está Belén Alemán, Jesús Vera,
Kuki Herrán, Jacobo Regen, Aráoz y su esposa. El autor de Biberones rotos. Ustedes,
Pablo y Reynaldo, Nélida Cañas, Fidalgo y su mujer.
Reynaldo: Hemos ido varias a leer al café de Salvatierra en la calle San Martín. En
Diálogos del año 1993 Riky Díaz Villalba saca un comentario interesante sobre La
nueva poesía de Jujuy, “Los poemas transpuestos”, dibujos de Montoya, un cuento de
Tizón. Ahí también había diálogo. En la revista “Gestante” publicamos a Vera, el
poema emblemático de las madres.
Elisa: Para vos Reynaldo entonces ¿hay una generación de los ’80?
Reynaldo: Yo creo que sí. Acá en Jujuy fue muy visible, muy fuerte, porque no
teníamos que matar al padre, al contrario lo teníamos que cuidarlo porque venía del
exilio, Tizón, Fidalgo; era visible el grupo porque hasta teníamos hasta un loco ¿viste
que en todo grupo tiene que haber el loco, el líder, el soplón, el chivo expiatorio?
Reynaldo: En gran parte Ernesto, sobre todo en los primeros años porque ¿cuál era la
otra poesía? había una poesía abiertamente, en el peor sentido, homosexual, te
acordás del poema creo que era de Oscarcito “misiles cual falos erectos” esas
imágenes horribles ofendiendo la dignidad de los misiles.
Ernesto: los misiles ofendían la dignidad de los civiles o los civiles ofendían la dignidad
de los misiles, queda mejor
Reynaldo: Frente a esa poesía y la tradicional que estaba siempre, por otro aparecía
lado la nueva corriente… Yo en Palpalá iba a bailar en el carnaval a la peña de los
Pecha Pecha, si yo a mis amigos les decía que me gustaba la poesía, lo mínimo que
iban a decirme es que yo era puto, pero aparecía Aguirre y era otra cosa, podías
referenciar otra cosa …
Pablo: Yo creo que Ernesto más allá de líder, con su primer libro Historietas hace uso
de la libertad, había un momento en que no se sabía que libertad había, transición de
una dictadura a una democracia y el primer libro que demuestra que había libertad y
que se podían decir cosas distintas a las que se venían diciendo es el libro de Ernesto,
en ese sentido es inaugural.
Ernesto: Por eso dudé si tenía que pedir un permiso. Yo me daba cuenta que había
otra cosa y que podía ser mal interpretado…
Pablo: Hay algunos textos que daban cuenta de la forma de terror que se había vivido
y eso era absolutamente contestatario al clima cultural de la dictadura. Hay un caso de
un grupo de personas en un ómnibus que dicen que han atropellado a alguien y el
ómnibus sigue; ese era el clima que se vivía en la dictadura: indiferencia, negación de
lo que estaba sucediendo y en ese texto eso aparece en toda su crudeza.10
Elisa: Vera (siguiendo a Castilla) es una línea que agrega el tema de la dictadura y
otra es la línea que inaugura la Liliana Bellone con el libro Retorno, volver a hablar de
los griegos, para no decir lo que se quería decir, lo que estaba pasando. Se gesta un
movimiento muy fuerte el grupo “Retorno” y el de la “Hoja de Poesía”.
Ernesto: Hay un Grupo en Salta que se llama “Retorno”. Retorno ¿de qué?
Elisa: Retorno a esos tópicos viejísimos, volver a reescribir la Ilíada, la Odisea, hablar
de los griegos, Liliana es la fundadora con su libro Retorno que es de 1979.
Pablo: Porque decís que esa estética y al tema del pasado tiene que ver con la
dictadura y la censura que obliga a hablar de esas cosas ¿se nota en esas obras la
voluntad de hablar de eso que está pasando con temas viejos?
Elisa: No lo noté tanto en Liliana (mucho después de esta entrevista descubrí que sí),
en Antonio si se nota habla del “poema que no pude escribir” y ese poema era la
revolución. Podés hacer esa lectura de esos textos. Puedo mandarles la mía.
Reescribir cosas del pasado para evitar hablar del presente, ¿cuándo? Liliana gana
10
Me parecíó genial escuchar en boca de Pablo Baca su forma de apreciar en el libro de Aguirre lo que aparece después tan
reiteradamente en su poemario, el analizado en este libro.
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Acá es Aguirre el que interpreta acertadamente lo que se quería proteger con los retornos.
premio en el 77 (publica Retorno en el 79) y después el de Casa de las Américas, en
el rubro novela.
Elisa: A Ernesto le cuesta más la idea de una generación; en los otros dos noto que
ven las acciones conjuntas, las lecturas comunes, cierto clima de época que era muy
importante, Ernesto no lo aprecia tanto porque se iba a subir cerros y no se quedaba
con nosotros. Estamos de acuerdo también de que en Salta en los ‘80 hay, en un
grupo, una continuidad con respecto a lo hecho por los grupos anteriores.
Ernesto: Y, sí, Castilla pesa mucho. Esto ocurrió en Salta porque Castilla es un gran
poeta y un excelente letrista. Eso influye en la generación joven. Ver que la poesía
tiene un poder de ser masiva, de que todo el mundo la cante en la calle, esos son
experiencias que nosotros como generación no tuvimos.
Reynaldo: En Café de la Luz… Ernesto dice “para que mi canto sea/ el canto de la
calle/ dejo abierto el pecho/ para el hambre de los pájaros …” Alejandro Carrizo es el
único que hace una zamba.
Ernesto: Yo notaba que Salta tenía esa mochila, no es una crítica, nosotros éramos
más libres, podíamos decir lo que quisiéramos, no había algo tan sólido y de tan
buena calidad. A Neruda, Nicanor Parra le pega, porque Neruda tenía flancos, era
agrandado al margen de que era un buen poeta; con Castilla no, no había como
pegarle y escribía zambas y eran un éxito.
Elisa: Pero yo te digo, para cerrar lo de los ´80, que ahí en Salta, hacia los 80 empieza
a cerrarse la influencia de Dávalos y de Castilla, las estéticas que mencioné no tienen
esos padres, abrevan en otras fuentes: Borges, los concretistas brasileños, los
clásicos.
Elisa: Quiero volver un segundo a las ediciones de los libros jujeños publicados en
Salta. En el caso tuyo Ernesto ¿cómo fue?
Ernesto: Me presento al concurso y después me llega una carta del Banco del
Noroeste. La abro, decía “Ganador del concurso…” Primer concurso que cazaba…
“Deberá presentarse en la sucursal de San Salvador”. Entonces me voy al banco y me
presento y le digo a la secretaria “mire he recibido esta carta”, la secretaria entra, el
tipo sale, andá saber las internas que habría, la alegría del tipo de que haya ganado,
que fuera de Jujuy me ha dado hasta miedo, por lejos estaba más contento que yo. Lo
demás fue la edición y la entrega.
Reynaldo: Estela Mamaní, que había cursado letras en Salta, me aconsejó que
publicara con Vera que estaba haciendo una labor importante. Botelli le había regalado
un juego de tipos para imprenta y podía editar libros. Le llevé el original y unos pesos.
Él compró el papel, las cartulinas y le pagó a alguien de El tribuno para que lo arme
como libro. Los changos que estaban en la imprenta también cobraban. Las reuniones
terminaban en un bodegón y yo dormía en lo de Vera. Era muy generoso. Me hizo
conocer la poesía del Teuco Castilla.
Publiqué Voy siendo (2001), Marunayra (2006). Pronto publicaré Presentes Antiguos.
He participado con poemas de la Página Literaria del diario Pregón (época Nésor
Groppa y Susana Quiroga), de Poesía y prosa en Jujuy (Ediciones de la UNJu/1993),
de Nueva Poesía de Jujuy (1991) entre otras publicaciones; también en diferentes
eventos de lectura de poesía de la provincia de Jujuy, las ciudades de Rosario
(Festival Internacional de Poesía/2003), de Buenos Aires (Encuentro Nacional de
Escritoras, "Con esta boca, en este mundo"/2000).
2.- ¿Entre qué año y que año cursaste en la unsa? ¿Terminaste ahí tus estudios?
Entre 1973 y 1982. Con interrupciones por problemas económicos, por situaciones
familiares, por extravío de legajo… terminé mis estudios. Guardo buenos recuerdos de
la unsa: haber conocido la historia del movimiento obrero latinoamericano, por
ejemplo; y los escritores del boom, y la poesía de antes de la conquista.
Sí, por unos meses hasta que lo reemplazó Octavio Corvalán, creo. No sé si fue por
un año que fui estudiante en sus clases. También leí y tenía un libro de poemas suyo.
Ahora no pude encontrarlo. Debe ser por las mudanzas. Fui también alumna de
Teresa Herrán; Mario Casalla; de Zulma Palermo y de un historiador de apellido
Mandrini.
4.- ¿Fuiste compañera de Liliana Bellone o de Vera? ¿qué otros escritores jóvenes
conociste?
Conocí a Liliana Bellone, a Jesús Ramón Vera, Alberto Diez Gómez. Con el que más
trato tuve fue con Ramón, quizás por cierto aire de clase social o de rebeldía que
compartíamos. Siempre fui silenciosa, Ramón era más notable. Además a Ramón lo
escuché en la Casa de la Cultura en la presentación de cierta hoja de poesía, y estuve
en el mismo lugar cuando presentó su libro de coplas de comparsa. Tuve su primer
libro de poesías, pero lo perdí, cosa que lamento mucho. En realidad perdí sus libros
de poesía.
No lo conocí.
6.- ¿Participaste de los viernes culturales que organizaba el poeta Alberto Diez
Gómez?
Participaba como asistente, no como lectora, de ciertos viernes culturales, en los que
se leía poesía y cantaba Sara Mamaní, creo que también Melania Pérez y/o Ariel
Petroccelli (puede ser?).
Cuando el poeta y ensayista peruano Xavier Abril conoció a Juan Carlos Dávalos en
su entorno, lo llamó el Gran Cacique y no se equivocó ya que el poeta y narrador
salteño se colocó en el lugar central que el epíteto resume hasta su muerte (1959), al
asumir para sí la lógica de la diferenciación (Bourdieu,1983) característica del campo
artístico. Primero, por sus lecturas de los clásicos españoles en el hogar y las
libérrimas realizadas en Buenos Aires cuando estudiaba abogacía que significan su
“inversión” en el campo literario (CL).
Segundo, por su participación y simultáneo enfrentamiento con el campo del poder ya
que, a pesar de su nacimiento (1887) en el seno de una familia tradicional en una
Salta absolutamente conservadora, su actuación, una vez abandonados sus estudios,
es la de un bohemio que transgrede las normas de su propio linaje al participar hacia
1918 de las desopilantes reuniones de una “Junta de investigaciones históricas...”
(Clemente,1967).
Tercero, por su amistad con prestigiosos escritores como Gálvez y Güiraldes con
quienes mantuvo correspondencia (Montero,1984) en la que mutuamente se apoyaban
en la idea de superar fuentes parisinas y de propiciar una literatura regionalista y un
discurso que prestigiara al interior donde la esencia de lo nacional se habría refugiado
frente a la disgregación producida por los inmigrantes.
Hacia 1940, con la aparición de “La Carpa”, grupo que se atreve a decir que la poesía
del norte aparece con ellos, Dávalos recibe una primera confrontación y se inicia un
período de polémicas entre los “viejos” (Díaz Villalba y Luzzato entre otros) y los
“nuevos” (Manuel J. Castilla, Raúl Aráoz Anzoátegui y Sara San Martín, ver
Adet,1981). La fundamental se refirió al uso del verso medido frente al versolibrismo,
renovada forma que significó para “La carpa” su propia lógica de diferenciación; a
pesar de esto, Dávalos demostró su capacidad para donar parte de su capital
simbólico al prologar Copajira ([1949]1984) lo que le valió una “devolución”: el poema
“Juan Carlos Dávalos”. La generosidad con sus colegas menores, siempre que fueran
varones, fue la causa de reconocimientos como unos apuntes biográficos cuyos
autores son un poeta, Raúl Aráoz Anzoátegui y un músico, José Juan Botelli (1980)
cercanos a “La Carpa” y otros hechos por poetas más jóvenes aún: un “Prólogo” de
Walter Adet (1981) y un poema de Jacobo Regen (1993).
Es en la “Página Literaria” (PL) del diario El Tribuno de esa década donde es posible
vislumbrar las fuertes polémicas en busca del dominio que colocan en lugares
opuestos a los “nuevos”. La causa de estas controversias fue el Panorama poético
salteño (1963), de Raúl Aráoz Anzoátegui, rebatido por el Panorama de las letras
salteñas ([1963]1964) de José Fernández Molina con el resultado siguiente: José Juan
Botelli, director de la PL, enfrentándose con el segundo antólogo, considera a Aráoz
como el heredero de Dávalos, mientras que Fernández Molina coloca en ese sitio a
Manuel Castilla, quien nunca participó del debate.
Con respecto a las mujeres poetas, digamos que, en un acto fundador de un canon, en
la primera selección aparecen textos de trece poetas varones12, aunque ya había un
nombre fundamental, el de Sara San Martín, colega del antólogo en el movimiento “La
carpa”, con libro premiado en el 61 aunque no editado aún en 1963 13 y otro en leve
12
Se trata de J.C. Dávalos, J. Díaz Villalba, J.C. Luzzatto, M.J. Castilla, R. Aráoz Anzoátegui, A. Nela Castro, J. Dávalos, Holver
Martínez Borelli, M.Á. Pérez, W. Adet, J. Regen, J. Brizzi y S. Sylvester.
ascenso, el de Teresa Leonardi que como algunos incorporados hacía sus primeras
armas.
Me pregunto si, al incorporar un poema propio, “Ana María”, Fernández no liquida las
buenas intenciones: en sus versos un yo paternal, atravesado por un profundo
machismo, le habla a su hija diciéndole que la esperaba varón y le quita la palabra
para decir a un ser inexistente “Me quedé sin conocerte/ José Francisco Fernández”.
La temible “desviación diferencial” producida por estas mujeres en sus textos poéticos
puede ser también la causa de su exclusión del campo intelectual (sólo esta última y
Mercedes Clelia Sandoval publican en la PL de esa década) y del silencio con que es
recibido un artículo de Sara en el que comenta el libro de Simone de Beauvoir Una
muerte muy dulce (agosto de l965). Se trata de “Algo más que el relato de una muerte”
que plantea la controversia entre las mujeres sometidas y las libres.
13
Me pregunto por la imposibilidad de justificar lo injustificable. En una entrevista a Sara San Martín realizada por las profesoras
Raquel Guzmán y Marta Ibáñez, aquella, sin percibir las estructuras mentales que impidieron su propio reconocimiento en aquella
oportunidad, justificaba su no inclusión en la antología de Aráoz Anzoátegui en el hecho de ser tucumana, olvidando que Miguel
Ángel Pérez es catamarqueño... En este caso de violencia simbólica vemos como “los dominados aplican a las relaciones de
dominación unas categorías construidas desde el punto de vista de los dominadores, haciéndolas aparecer como naturales”
(Bourdieu, 2000:50)
ardientes controversias, no se lo cuestiona ni por la elección (tampoco casual) del
texto a comentar, ni por las afirmaciones vertidas. El registro de sus polémicos
planteos hubiera significado un verdadero reconocimiento a la escritura de la mujer,
pero este tipo de textos formaba parte de un murmullo aún inaudible.
Tal vez como un modo de reparar esta sordera, la prolífica actuación de las mujeres
poetas del siglo XX, incluidas las de las primeras décadas, ha sido trabajada
recientemente por la crítica académica (lo veremos seguidamente); sin embargo, la
falta de reconocimiento por parte de sus colegas varones siguió vigente por varios
años, se atemperó en los 80-90 y recrudeció en el nuevo milenio. Pero dejamos esto
para después.
El primero de los tomos dirigidos por Mabel Parra da cuenta de la actuación del primer
grupo:
Más recientemente, Raquel Guzmán (2005) compila un volumen sobre Sara San
Martín. Reconoce su importante aporte a la lírica regional y nacional por entroncar con
la poesía vanguardista y latinoamericanista, lo que la hace pionera de la apertura a
carriles más dilatados que el mero “regionalismo”.14
También pudimos ver que este tipo de lectura demuestra la vigencia de los discursos
que rigen el sometimiento de la mujer hasta la década de los ‘80 en la que las mujeres
escritoras, hasta entonces prácticamente silenciadas, salieron todas juntas al ruedo.
Ya Marta Ibáñez en el trabajo subtitulado “De la ética de la sumisión a la estética de la
liberación” (1993) se había referido al funcionamiento de la Hoja de Poesía,
publicación conjunta de cinco mujeres que se presentaba cada mes, en una feria de
arte callejera, con el mínimo sostén material de una hojita doblada:
14
En el libro En busca de un campo intelectual propio. Literatura, vida intelectual y revistas culturales en Tucumán (1904-1944) de
Soledad Martínez Zuccardi, también se marcan importantes diferencias en los poemas publicados por ella en la época de La Carpa.
Esta nota no estaba en el trabajo leído en Córdoba, fue agregada en el momento de la preparación del libro.
El sujeto que produce la Hoja… no se asimila a la idealización que la cultura
occidental ha hecho de la mujer [...] no es aventurado sostener que, pese a la
polifonía y heterogeneidad que devienen de su particular constitución, la Hoja
de Poesía fractura la ética sacrificial al quebrantar el centro ordenador del
espacio, para apostar y contribuir a la construcción de una estética de la
liberación, proyecto aún en ciernes, pero que encabalgado en las
reivindicaciones del feminismo, abre una perspectiva distinta, en tanto lleva al
escenario social la palabra silenciada de la mujer. (p. 123)
Con este punto de partida, en 2005 pudimos rastrear ciertas constantes en la poesía
de las mujeres. Una de ellas: la lucha a brazo partido por romper el silencio y el
sufrimiento que éste provoca que se convierte en un leit motiv que atraviesa los textos
de muchas escritoras de esa década, como el paradigmático “La desdentada” de Rosa
Machado (1993) en el que la falta de un lenguaje es metaforizada por la falta de
dientes. Algo del orden material (los dientes) sirve de metáfora a algo que es del orden
de lo simbólico (el lenguaje). Azpeitia Gimeno al analizar el pensamiento de Hélène
Cixous afirma que para ella: “La mujer convierte todo en cuerpo y su cuerpo en texto” y
que “ese lenguaje-cuerpo desmonta la oposición cuerpo-mente” (1996:248). Estamos
ante la superación de los dualismos y la evidencia de que entre naturaleza y cultura
(razón) no hay divisiones tan tajantes como creyó el Occidente moderno. Azpeitía
explica las razones por las que ocurren esos procesos: “La represión sufrida en su
cuerpo hace a la mujer más conciente de él y, el habérsele negado la palabra, la lleva
a convertirlo en lenguaje”. Son interesantes al respecto, las palabras de Cixuos citadas
por ella: “la escritura femenina es [...] grito del cuerpo reprimido que estalla” (1996:247-
248).
Muchas veces los poemas vuelven a los dualismos, pero las evaluaciones se han
modificado en correspondencia con una de las líneas del feminismo actual, el
ecofeminismo. Se vuelve a asimilar a la mujer con la tierra en concordancia con
discursos ancestrales (mujer = Pachamama), y con las ciencias sociales modernas
que la equiparaban a la naturaleza, pero se lo hace igualando varón a cultura, a
progreso, a guerra, a devastación, a muerte y mujer a naturaleza, a retorno a las
fuentes, a paz y a vida. Esto se hace patente en “Canción terráquea del amor y del
olvido” de Rosa Machado.
Pero más allá de esta revalorización del polo devaluado, hay en la poesía de
Machado un apartarse (lo decíamos recién) del pensamiento binario considerado por
las feministas logo y falocéntrico (Azpeitia, 1996:234-235). El salto fuera se hace
presente en la construcción de un andrógino, que se acerca a la idea derrideana de la
archimujer. Esa instancia superadora de los binarismos se encuentra en un poema
atravesado por el discurso religioso, “Génesis”. En realidad, se trata de un retorno
futuro a los orígenes, a un momento anterior a la constitución del pensar binario.
Fue dable advertir que así como en los poemas de mujeres, el pensamiento binario,
aquel que puso en un polo desvalorizado a la naturaleza, al cuerpo y a la mujer va
disolviéndose por la amplitud y riqueza de los desarrollos que se alejan definitivamente
de los valores patriarcales y va creando su propio lugar central, también fue posible
reconocer que la dicotomía centro / margen había comenzado a perder fuerza. La
proliferación de minúsculos centros se dio desde los ‘80 por la formación de grupos
predominantemente femeninos y por la aparición de revistas literarias dirigidas por
mujeres. Nadie espera en las últimas décadas del siglo XX el gesto consagratorio de
ningún patriarca. Cada quien toma la palabra sin pedir permiso.
Después de este paneo por algunos de los trabajos investigativos que tuvieron como
objeto de estudio la producción de las escritoras y que reconocieron su importancia,
hagamos un rastreo por los porcentajes de nombres de mujeres en antologías post ‘60
que harán visible la falta de reconocimiento de los colegas varones y los avances y
retrocesos de un tipo de mentalidad.
En la década de los 70, los antólogos no son muy generosos con las escritoras. Adet
en Poetas y prosistas salteños, de 1973, modifica levemente los guarismos de
Fernández Molina con un 13,17 % de rúbricas femeninas. En 1978, Hugo Ovalle, en
una selección de 12 nombres pertenecientes a la mencionada en el título como
Generación del ’60, recupera el de Teresa Leonardi con lo que los porcentajes son
casi los mismos que en la de Fernández Molina (el 8,33 %).
En las décadas de los ‘80 y ‘90, los recopiladores se mostraron más propicios. Aunque
Adet reitera su selección con agregados en Cuatro siglos de literatura salteña (1981),
cuyo 13,79 % de participación femenina no modifica los porcentajes anteriores, el
apartado final (totalmente nuevo pues se trata de escritores surgidos en la década no
abarcada en su trabajo anterior) posee un alegre 34,61 % de nombres de mujer. Y ya
en los ‘90, Horacio Armani, aunque no conociera, por ser foráneo, el importante rol de
la mujer escritora en la década de los ‘80 en Salta, en una antología que recopiló
textos de los nacidos después de 1950, llamada La nueva poesía de Salta, hace una
acotada selección de 16 escritores con el honroso 25% de nombres femeninos.
El texto se basa en las selecciones más acotadas, aunque todas las nombradas en los
apartados anteriores están en su bibliografía, excepción hecha de la primera de Adet.
Sin darse cuenta de que incorpora no los nombres del pasado sobre los que ya
hubiera actuado el tiempo como era su intención, sino los elegidos por los otros
recopiladores15, reitera los incorporados en la selección de Aráoz (quita sólo uno y
suma dos16, pero ninguno de mujer) sin percatarse que aquella antología fue la
fundadora del canon de la poesía de Salta y que el canon es siempre un recorte en el
cual operan cuestiones derivadas de la subjetividad, del gusto y de la mentalidad de la
época que debemos revisar cuando pasa el tiempo.
Cuando le toca actuar sobre las antologías menos acotadas, silenciando los avances
hechos por el segundo Adet en los ‘80 y por Armani en los ‘90, incorpora sólo tres
nombres del último apartado de Adet, el que tenía 34, 61 % de participación femenina
y, de entre tantos, toma sólo el de Rosa Machado.
Siendo la suya una antología que no discrimina sexos, vuelve a dejar (como Aráoz) a
Sara San Martín de lado. Esta vez ya no había excusas: primero porque los cinco
libros de Sara ya circulan (salieron después de concluida la Antología de Raúl y no
salió en la de Ovalle porque antologaba a escritores posteriores a ella) y porque como
dijimos han comenzado a ser estudiados por la crítica que reconoce su importancia.
No se acuerda tampoco de la múltiplemente premiada Liliana Bellone, ni de otras
mencionadas o que era plausible mencionar aquí. El caso de la no inclusión de esta
poeta confirma que la violencia simbólica está inscripta en los cuerpos, es una
sumisión encarnada: ella debía sentirse lo mismo feliz: su marido, el poeta Antonio
Gutiérrez, había sido incorporado. La falta de repudio en este caso contrasta con su
exceso ante la aparición de un tomo encargado desde la gestión cultural como
continuación de la generosa recopilación de Adet, que rubricado de nuevo con el
nombre de Cuatro Siglos de Literatura salteña esta vez por María Eugenia Carante
(2007) contiene un 39,33 % de rúbricas femeninas. El ataque, también apoyado por
poetas mujeres ¿tuvo que ver con esto? O ¿fue insoportable que el antólogo fuese
mujer?
La necesidad de una revolución simbólica, planteada por Bourdieu ¿podrá venir desde
un arte relacional en el que las distintas posiciones puedan ser leídas y reconocidas?
15
Olvida al hacerlo su propia reflexión, la que usamos en el epígrafe, hecha en Oficio de Lector “Quiero decir ¨[...]que las palabras
tienen una falta de neutralidad alarmante, deciden muchísimo (a veces demasiado) sobre esto tan visible y cuestionable que
llamamos realidad: la crean, la modifican, la destruyen y hasta pueden hacerla desaparecer para siempre. (2003:100)
16
Roberto Albeza y Juan José Coll
(Bourriaud, 25, 29 y 142) En otras palabras ¿será posible abandonar la dominación
simbólica, que siempre polarizó lo social, y valorizó un polo en desmedro del otro?
Botelli, José Juan (1963) “Entrevista a Raúl Araoz Anzoátegui” en la “Página Literaria”
N° 42 del diario El Tribuno. Salta.
----------------------- (1983) Campo del poder y campo intelectual. Buenos Aires: Folios.
Bourriaud, Nicolás (2006) Estética relacional. Buenos Aires: Adriana Hidalgo Ed.
Guzmán, Raquel del Valle (2004) “La palabra inaudible” en Artenautas: Periódico
mensual de Cultura año 5 n° 69. Salta: octubre de 2004.
Moyano, Elisa (2003) “Las antologías y los textos de crítica periodística de los años '60
en Salta: fundamentos de un canon.” Ponencia presentada en las Jornadas de
Literatura, Crítica y Medios: perspectivas 2003, Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad Católica Argentina. Buenos Aires, 2003. (consultado el 30/03/12)
<http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/ponencias/las-antologias-y-los-
textos.pdf>
San Martín, Sara (29 de Agosto de 1965): “Algo más que el relato de una muerte” en:
"Página Literaria” Nº 98 de El Tribuno, Salta.
Vamos a centrar nuestro análisis en los dos poemarios mencionados para ver sus
caracteres comunes. Las coincidencias de éstos con los de algunos textos reunidos en
alguna corriente ya estudiada por la crítica, podrían abonar la conjetura de su
existencia en Jujuy.
A la aparición del subtítulo “crónica” se une el hecho de que el segmento presenta una
buena cantidad de apartados, algunos de los cuales poseen subtítulos (prólogo y
epílogo) que aluden al inicio y al cierre de un texto generalmente narrativo o
ensayístico. Ahora bien, el atisbo inquietante es que, casi al final, uno de los apartados
tiene un subtítulo que alude también a prefacio, proemio, introducción. Nos referimos a
la palabra “exordio”. Esta inquietud permite pensar en la existencia de una subversión
en lo que hace a las normas de la narrativa, a través de la cual los introitos puedan ir
al final. Los escritores posmodernos, dice Secreto (2008) citando a Quevedo, pierden
el respeto a ley severa. Pero dejemos esto para después.
Los dos primeros epígrafes, que se encuentran en la misma página del título, aluden a
la tala de árboles en una ciudad, a la huida de los pájaros hacia las montañas, y al
hecho de que los troncos fueron lanzados a los ríos; ¿convertidos en embarcaciones?
nos preguntamos.
El prólogo, como muchos cuentos modernos, relata el final de la historia. Una voz en
primera persona del singular dice “He muerto con los árboles”, esta afirmación nos
pone en la disyuntiva de pensar si el que habla es un árbol más o si se trata de alguien
que eleva su voz de protesta diciendo:
pintar paredes
elevar pancartas
(2000:79)
(2000:80)
(2000:82)
En (inventario) VIIIi, esa voz habla de “aguas”, de “una burbuja … que viaja” y en VIIIii,
dice “navego”, “remonto vuelo”, “huyo” (2000:84), con lo que, a los vocablos cuyos
semas remiten a lo líquido, se suman aquellos que conllevan movimiento: ¿el árbol es
ahora una nave o está simplemente nadando a la deriva?
(2000:86)
En el Capítulo 3.2.4 de este libro hemos mostrado que Las Crónicas del Buen Amor
(1989) de Ernesto Aguirre plantean similares inquietudes.
En el caso del segundo poemario, los movimientos de los caracoles por los troncos
calientes de un ceibo en flor (1989:6), de los gatos blancos con su luz en las sombras
(1989:33), de los gallos que guardan en su garganta la luz del día siguiente (1989:15),
de los perros, los caballos y las aves en general (usadas a veces como término de
comparación), de los peces y las mariposas, no sin contar con los específicamente
humanos, (mucho menos numerosos), como el pasar por un puente, podrían ser
leídos de manera semejante a la utilizada para leer los analizados en el apartado
inicial, como la narración de un pasaje hacia otra cosa con la lógica presencia de un
narrador. Enumerarlos aquí sirve para explicar el título del libro: el buen amor es
también el ecologista amor por los seres vivos, aun por los plantados en la ciudad, e
implícitamente, denunciar su destrucción como ocurre en el segmento analizado del
poeta peruano.
PRIMERA CONCLUSIÓN
Los tres puntos de contacto mencionados son suficientes para marcar el paralelismo
entre los fragmentos de los poemarios. Los dos intentan poner entre paréntesis lo
subjetivo para mostrar, en apariencia objetivamente y bajo la forma de un texto objeto,
lírico-narrativo, la preocupación por el mundo que los rodea. Poseen miradas atentas
al paisaje. Dibujan parciales imágenes cotidianas y describen lo aparentemente
insignificante y trivial, lo que no significa que no estén hablando, como lo hace la
poesía universal, de una problemática profundamente humana y que lo hagan desde
un punto de vista cargado también con el dolor por la finitud; aunque por su precisión
formal desprecian lo hermético que propugnaban los neo-barrosos (como los llamara
Néstor Perlongher, citado por Dobry,2006:127).
En lo que hace a la narrativa, vamos a centrarnos en los dos textos objeto de este
estudio, los cuales, a pesar de ubicar las historias de los personajes en ambientes
rurales serranos, toponímicamente mencionados y ubicables en la geografía de las
provincias natales de sus autores (Arequipa en Perú y Jujuy en Argentina) sólo hacen
ligeras menciones al paisaje y al frío de las noches. En otras palabras, los textos, sin
romper los puentes que los vinculan a una referencialidad geográfica concreta, que
había sido tratada en corrientes estéticas anteriores desde moldes realistas,
descentran este aspecto y se ciñen a la esfera de la vida privada de los protagonistas,
héroes problemáticos con novelas familiares complicadas, construidos por fuera de los
estereotipos propios de los géneros sexuales. Cabe aclarar que el descentramiento del
paisaje y la centralidad del personaje tienen su correlato en el nivel discursivo, con la
utilización de procedimientos propios de la narrativa post-joyceana (rupturas de la
linealidad temporal, cambios de narrador, y, sobre todo, la incorporación de elementos
inexplicables que van más allá de la comprensión racional, con creación de climas
oníricos o llenos de sugestión, que acercan esta narrativa a la lírica). Comencemos
con esto último.
Tanto una de las múltiples historias que se entrecruzan en Invencible como tu figura
(2005) de Fernando Rivera como la que relata Al lado de Clara que duerme de Pablo
Baca podrían ser sintetizadas en la idea de un amor realizado y, a nivel discursivo,
hacen gala de una prosa poética y cargada de sugerencias, en claro paralelismo con
los cruces genéricos que mencionábamos para la lírica:
Por último y sólo para no abundar con los ejemplos, en las últimas páginas, hay una
descripción de nuevos ceramios, aquellos que Valentina pintaba a partir de sus
propias ideas y las de Rodrigo, ya ciego:
Uno era un plato que tenía grabado en el círculo central la imagen de una
serpiente desplegada como una “S”. La serpiente llevaba el perfil de una
cabeza de felino en cada extremo y unas garras al acecho debajo de ellas. El
fondo de la imagen era un osario formado enteramente por huesos húmeros.
(2005:219)
La presencia de los huesos húmeros, eco de unos versos del poema “Piedra negra
sobre una piedra blanca” de César Vallejo, resulta un homenaje muy evidente a su
lírica.
En algunas descripciones del cuento de Pablo Baca, aparecen temas muy caros a la
poesía como la noche y también ciertos recursos (adjetivación, enumeraciones) que
cargan de poeticidad el manejo de la prosa. Inclusive, en este caso, hay una breve cita
textual del “Nocturno” de José Asunción Silva. Veamos, de paso, cómo el paisaje es
pintado en tres pinceladas y el personaje adquiere relevancia.
Afuera brillaban las estrellas y también una luna inmensa sobre los objetos
dispersos en el desierto: pedazos de un alambrado, unas pircas, hileras de
yuyos aquí y allá. […] La noche estaba llena de murmullos y el aire era limpio y
duro. Me llené los pulmones. (2001:13)
2.-ESTADOS ONÍRICOS
La sugerencia está dada también por una mención permanente a estados oníricos.
Hay una “recurrencia en la memoria de un sueño tan intenso como extraño” que
golpea en forma reiterada produciendo “una sensación de amenaza inminente, de
catástrofe próxima, de horror con signo apocalíptico” (Rivera, 2005,14). Dice también
que, en el mismo sueño, hay curiosas figuras cuyo “diseño es antiguo, prehispánico”
(Rivera, 2005,14) y que las imprimirá en vasijas para “exorcizar la misteriosa amenaza
venida de ese sueño extraño” (Rivera, 2005,14).
Soñé que tenía algo que decirle aunque no podía recordar qué. Lo que ocurría
era que a pesar de que estaba junto a ella no podía decírselo sino que –con
esa forma caprichosa de los sueños- era algo que sólo podía decirse por
escrito. (2001:41)
Con relación todavía a los climas que van creándose, es interesante ver que antes de
llegar a estados de comunicación casi perfecta, que alcanzan las dos parejas hubo
ciertas experiencias incomprensibles, típicas de la narrativa post-joyceana,
relacionadas a veces con otros personajes y situaciones. En la novela, entre las dos
figuras iniciales pensadas para imprimir en los ceramios, aparece en determinado
momento una tercera. Se dice:
Entré más fijo la mirada en las figuras, con la esperanza de que algo me sea
revelado, un detalle, una hebra por donde empezar a desovillar su historia, se
hace más incierta la imagen de este nuevo ser. Lo único que obtengo son los
fragmentos fugaces que ya conozco: una huida desesperada por las arenas del
desierto con aquella muchacha apenas conocida, y luego ese ser cuya
presencia se hace ambigua, se vuelve indescifrable. (2005:58).
Vamos a suprimir lo dicho en las siguientes partes del antiguo trabajo: la 4, las
historias y los personajes masculinos; la 5, el “giro sexual”; la 6, los personajes
femeninos; la 7, las novelas familiares; la 8, rupturas a la linealidad de la historia; la 9,
cambios de narrador o de punto de vista; 10, la reflexión sobre la escritura ya que la
clara coincidencia de ambos libros en esos aspectos es retomada en las conclusiones:
SEGUNDA CONCLUSIÓN
Recapitulemos lo dicho a fin de ver a qué corriente podrían pertenecer los libros de
narrativa estudiados. Se me podrá objetar la comparación con una narrativa distante
en el tiempo, pero la objeción se invalida pues también haré el cotejo con una más
reciente.
BACA, Pablo (2001) Al lado de Clara que duerme. Jujuy: Fundación Pregón,
BIBLIOGRAFÍA TEÓRICO-CRÍTICA
GNUTZMANN, Rita (2008) “La narrativa peruana del siglo XX: del modernismo a la
diversidad” en Trinidad Barrera (coord.) Historia de la Literatura Hispanoamericana.
Tomo III. Siglo XX. Madrid: Cátedra.
LÓPEZ CASANOVA, Martina (2000) “La narración de los cuerpos” en Elsa Drucaroff,
La narración gana la partida. Tomo 11 de la Historia Crítica de la Literatura Argentina,
dirigida por Noé Jitrik. Buenos Aires: Emecé.
MOYANO, Elisa (2010) “De Inkarrí a la Inka Kola: acerca de las subjetividades andinas
y urbanas recientes” en Anais das IX Jornadas Andinas de Literatura Latino
Americana. Niterói: Universidade Federal Fluminense.
ANEXO 3: CORRESPONDENCIA
15/03/2011
Nélida Cañas (N) habla del comentario que Liliana Bellone escribió sobre el libro
reciente de Mercedes Saravia (M). Es de suponer que éste había sido enviado por M
a N.
25/03/2011
26/03/2011
28/03/2011
M dice a N que sus percepciones acerca del texto son adecuadas y tienen que ver
con un intento de reconstruir la memoria de aquellos años. Dice “no fue casual lo que
ocurrió ni cómo ocurrió, sino que tuvo que ver con la época, con el silencio al que nos
habían sometido y la apertura que vino después. Eso nos llevó a decir lo que había
que decir y encontrarnos y hacer lazos entre nosotros que aún persisten, porque
nacieron de aquellos tiempos de renacimiento después del horror. Esa fuerza está
todavía en cada uno de nosotros y crea lazos que no se rompen fácilmente.” A
continuación M comenta a N acerca del trabajo de mi autoría, el de 2011 y la invita a
sumarse al ejercicio de memoria al que yo los había convocado. Ver la nota N° 13 del
capítulo 2.
Ese mismo día N responde a M confirmando su apreciación. Dice “Creo también que
esos lazos fueron tan fuertes y persistentes porque venían de aquel horror. Porque
venían del aislamiento y el silencio. Del dolor de tanta muerte.”
01/04/2011
03/04/2011
04/04/2011
Mercedes!
Me leí lo que manda la Nélida y me parece interesantísimo!! La veo entusiasmada con
el tema!
Besitos, Elisa
Elisa:
Nélida, comenta tu trabajo, el que saldrá publicado en Jujuy.
querida Nélida:
para que compartas otros escritos,
te mando en archivo lo que escribió Elisa para un
congreso en Jujuy del año pasado, y ahora saldrá editado.
En un nuevo congreso, creo que es ahora en mayo, Elisa tomará
a un poeta de Ecuador y a Ernesto Aguirre.
A Elisa le mando también lo que escribí para tu libro
muchos cariños
mercedes
Creo también que esos lazos fueron tan fuertes y persistentes porque venían de aquel
horror. Porque venían del aislamiento y el silencio. Del dolor de tanta muerte.
Un abrazo, Nélida
Gracias, Reynaldo, por ser un promotor de ideas de una talla inmensa. Las
conversaciones con vos y las posibles de entablar con tus libros son siempre de una
riqueza inquietante.
PALABRAS PARA ELISA17
Estos poemas que Elisa Moyano acaba de publicar me traen de vuelta a los años del
grupo Hoja de poesía. Cinco mujeres (1) que buscaban dar a conocer su producción
poética sin ninguna clase de padrinos. Las hojas con poemas eran expuestas y
repartidas en la Feria de Arte al aire libre El Tendedero (2), desde septiembre del 87
hasta mediados del 91.
A partir de allí cada una siguió su camino. Pero ese tiempo de solidaridad entre
mujeres, a poco de la vuelta de la democracia en nuestro país, marcó una huella
profunda en cada una de nosotras.
En este contexto se sitúan los poemas. Podemos reconocer en ellos una voz que
escribe como mujer y otra, como madre. Esta es una división que el psicoanálisis se
encargó de señalar y que se patentiza en estos poemas. “Subvertir, transgredir,
intentar la locura sin regreso”, es un programa que dice de los arrojos de una mujer
que se deja llevar por los caminos del deseo, sin medir las consecuencias. Y sólo la
amistad aparece como un refugio en los desamparos. Por otro lado, la voz de una
madre que retrata a sus hijos y se mira en ellos, con la ternura del amor. Y la que mira,
en el paisaje de la ciudad, la herida punzante de los niños de la calle. Cada una de
ellas es dicha con una palabra precisa, plena de sabores y colores, en la fluidez de sus
metáforas. Y todas ellas se conjugan enhebrando los hilos de las palabras.
Querida Elisa: celebro esta publicación con el recuerdo de aquellos años intensos de
amistad y poesía (3).
17
Especialmente para un Cuaderno de la Gaviota Blanca que no llegó a publicarse.
Mercedes Saravia
(1) Emilia Acosta, María Belén Alemán, Elisa Moyano, Alicia Poderti y Mercedes
Saravia.
(2) Dirigida por Fabián Nanni y Silvia Katz en la Plaza Cuatro Siglos de Salta.
(3) En esos años la magia del poema abrió la posibilidad de hacer lazos con otros
poetas, los más próximos de la ciudad de Jujuy, como Nélida Cañas, Reynaldo Castro,
Pablo Baca, Ernesto Aguirre, Alejandro Carrizo, Ocalo García y otros, rompiendo así el
aislamiento en que nos había sumido la situación política de aquellos años nefastos.
UNA LÍNEA11
Por Pablo Baca
Con esta antología Reynaldo trazó una línea sobre el final de la dictadura y su trazo se
convirtió en algo definitivo. Aunque parezca un poco grandilocuente. Me explico.
Durante el Proceso había llegado a dominar el ámbito público de nuestra literatura un
cierto tipo de expresión lógicamente muy mala: anacrónica, pasiva, incluso inerte. No
es que aquellos ilustrados fueran malas personas: supongo que era la época. Pero
vino Reynaldo y trazó por ahí una línea y chau. Lo que tuvo sus víctimas, porque
fueron unos cuantos los que quedaron afuera. Lo que importa es lo que ocurrió de este
lado de esa línea. “Dispersos por dispersas capitales...”, como empieza Borges su
Invocación a Joyce. Acaso no era para tanto. No se trataba de capitales, sino cuanto
mucho de barrios. Pero dispersos, es verdad. Y entonces Reynaldo hizo un dibujo y
una teoría, un poco reales y un poco falsos como cualquier dibujo y cualquier teoría,
pero fue suficiente para la alegría de inventar un obra en común.
Es que hasta entonces la poesía había sido una forma de comunicación desde lo más
íntimo, pero en secreto: jugábamos a decir las cosas por debajo del silencio de
aquellos años. Y de pronto con la Antología la poesía pasó a ser un artificio en el que
se reunían las vidas y todos pasábamos a formar parte de un aparato. Eso fue al
menos lo que nos hizo creer. Posiblemente por falta de experiencia, Reynaldo hizo
algunas cosas más. Recuerdo por ejemplo un encuentro en Mina 9 de octubre. Una
tarde fría en aquel pueblo abandonado en una pieza mal iluminada y rodeada de
edificios en ruinas el tucumano Manuel Martínez Novillo expuso sobre el inconsciente
y Cristina Siscar sobre la poesía actual y Víctor Redondo leyó algo de Circe. Todo un
poco extraño. Pero lo más extraño fue que con la Antología lo extraño se impuso y
estuvo unos días en la mitad del mundo. Y fueron días bastantes épicos, como
paradójicamente ocurre cada vez que la lírica instala alguna de sus precarias bases en
este mundo. Por eso le dije que se pusiera en esta nueva edición. Tenía que estar. Lo
he visitado a la mañana. Estaba intentando hacer creer al jefe de personal de la
municipalidad que puede trabajar por Internet sin firmar la asistencia. Con el mismo
aspecto y la misma propensión a patear tableros, aunque ya más grande y con hijos.
Lo que quería era agradecerle porque estamos por aparecer de nuevo. Todo muy
grandilocuente, pero no digan que no avisé.
1111
Pablo Baca. Especialmente para la reedición, que no llegó a efectivizarse, de Nueva Poesía de Jujuy Planeaban hacerla en San
Salvador de Jujuy, en1997.
MUJERES DE ARGEL EN SU CASA
Óleo de Delacroix
1834
Fotos de la época