Está en la página 1de 41

ANEXO 1: CONVERSACIONES Y ENTREVISTAS

CONVERSACIÓN LIBRE SOBRE LAS GENERACIONES LITERARIAS DE SALTA


CON LOS POETAS RAÚL ROJAS Y MERCEDES SARAVIA

En el contexto de una charla mía sobre “Los ’80 en Salta: trayectoria de una
generación bifronte e interprovincial” en el marco del ciclo “Conociendo a nuestros
autores”, organizada por la Biblioteca Provincial “Victorino de la Plaza” en 2012,
destinada a alumnos de terciarios y sus profesores, asistieron los poetas Mercedes
Saravia y Raúl Rojas. Habiendo hecho yo referencia a las generaciones anteriores,
éste último dijo varias cosas y, con sus argumentos en contra de los míos, en cierta
manera vino a reforzar mis hipótesis respecto de las generaciones de Salta:

Raúl: Cuando vos hablabas de la generación del ‘60 y hacías referencia precisamente
a cuatro o cinco poetas que podrían haberla integrado y el resto no, hay un
antecedente que yo reconozco como válido, y que además lo ha mencionado
Benjamín en muchas entrevistas, que es la aparición del grupo “Presencia”. Su
aparición denota esa confluencia de escritores, gente que los académicos no estaban
habituados a reconocer porque algunos eran albañiles, carpinteros, periodistas,
docentes que se empezaron a juntar con este tema de empezar a escribir poesía; es el
caso de Benjamín Toro, y de Hugo Alarcón que vienen de familias muy humildes, el de
Ariel Petrocelli. Estos poetas van a marcar de alguna manera una ruptura con todo lo
que se venía dando incluso en el campo de lo folklórico, de la canción folklórica porque
son poetas que se incorporan al cancionero.

Elisa: Pero “Presencia” ¿cuándo actúa?

Raúl: La aparición del grupo “Presencia” es anterior a la aparición del libro la


generación del sesenta.

Elisa: Entonces es de comienzos de los 70. El libro es de 79.

Raúl: Ellos señalan, si mal no recuerdo, que los poetas de la generación del ‘60 son
los poetas nacidos alrededor de 1930 y que empiezan a publicar alrededor de 1960,
esos son los referentes, los márgenes que da Walter Adet para señalarlos como una
generación, sin embargo ninguno de esos poetas se parecía en sí a otro: Walter no
tiene ningún parentesco con Jacobo Regen que eran tan amigos, Jacobo no lo tiene
con Luchin Andolfi, Luchín no lo tiene con Ovalle, Ovalle no lo tiene con Toro ni con
ninguno de los que escriben en ese momento… La única referencia que ellos dan
como válida es que hayan nacido en esas fechas…. 1 Sin embargo hay un marcado
liderazgo de Ovalle sobre todo en Aparicio, en Luis Andolfi, en Walter Adet sobre todo
en el tema de acciones que tiene que ver con la literatura, no de la escritura en sí
misma, sino con la conformación de la sociedad argentina de escritores, con la
pensión al mérito artístico, es decir grandes hechos que tienen que ver con el
desarrollo de los autores y en eso tiene un fuerte liderazgo de Ovalle.

Elisa: Si vamos a hilar más finito, como vos decís la generación del ‘60 son esos
cuatro o cinco hombres (los nacidos al comienzo de los 30). Ellos precedieron a esa
actuación “gremial” que vos mencionás que debe ser contemporánea al grupo
“Presencia” y al armado de la antología Poesía de Salta (hecha con la incorporación
de sus “padres”, los del ‘60). Ya es la década de los ‘70 y los protagonistas de esas
acciones son Toro (el grupo “Presencia”) y Ovalle (Poesía de Salta) que han nacido
1
Raúl Rojas da las fechas y enumera a los autores sin percibir que Luis Andolfi y Benjamín Toro son de 1939 y que Ovalle es de
1944, que los dos últimos recién publicaron en los ’70 y que el liderazgo de Ovalle, que marca a continuación, es de esa década.
alrededor del 40 (Toro es del 39 y Ovalle del 44). El mismo Toro reconoce en una
entrevista ser un hombre de los ’70.

Raúl: Hay estudios de profesionales de la UNSa que dicen que el nacimiento de la


generación del ‘60 lo da Martínez Borelli con Víspera del mar y Miguel Ángel Pérez
con Cartas a la casa2. Ellos son los generadores de este movimiento poético que ha
sido tan importante en Salta y que ha sido reconocido en el país como una de las
generaciones más prolíficas y más logradas en cuanto a poesía en el país incluyendo
Buenos Aires.

Elisa: Ambos son nacidos, como Adet, ¡en 1930! Para mí no sería la generación, sino
las generaciones, una la de los más viejos y otra la de los más jóvenes con Toro,
Ovalle y todas esas acciones gremiales. Habría que haber subdividido, ‘60 una, ‘70
otra; esa es mi discusión: el hecho de que todos se hayan metido en una sola.

Raúl: Señalaba esos puntos que me parece interesante señalar. No digo que no
estás en lo cierto; digo que hay hechos que si marcan la existencia de una
generación. Lo resalto porque después no hay generación.3

Elisa: O sea que vos pensás que después no hay generación de los ‘80?

Raúl: Nos empezamos a encontrarnos a partir de las reuniones con el Grupo de


Estudios Literarios, cuando traían alguna profesora, Norma Pérez Martín por ejemplo,
que pudiese hablar de la poesía del país. Ahí nos encontramos con esa gente, con
Alicia Poderti, Marta Alicia Arias, Belén Alemán, Nancy María García, Gustavo Agüero,
el changuito Parodi; Vera no tanto, Sergio Antonio Teseyra andaba mucho con Vera.
Nosotros no tanto. Nos empezamos a juntar también en la UNSa alrededor de
Benjamín Toro, que es también el convocante del grupo “Presencia”. Nos empezamos
a juntar con él porque, a través de su cargo Jefe de Relaciones Públicas y de Prensa
de la UNSa, recibía los diarios de todo el país y de la región, Pregón de Jujuy, La
Gaceta de Tucumán, con sus separatas culturales y podíamos leer a otros escritores,
a los que de otra manera no podíamos acceder.

Elisa: Es importante tu aporte, Raúl, pues yo conozco a fondo (por haberlas vivido) las
reuniones con la gente que practicaba la poesía de las líneas “neo” (Liliana Bellone,
neobarroco; Mercedes Saravia, neo-romanticismo; Raqel Escudero, concretismo),
pero no tanto lo que pasaba en otros grupos. Con sólo hablar de ellos y mencionar los
eventos y las personas que los aglutinaban como Pérez Martín o Toro, Raúl, estás
reconociendo la actuación de una nueva generación, aquella que con sus idas y sus
vueltas quedó antologada por Armani en La nueva poesía de Salta.

Raúl: En esa época estaba Alberto Diez Gómez de Biberones Rotos y lo matan, lo
destruyen lo hacen bolsa, el chango Álvarez de Inquilinato en ruinas también premio
de la Dirección de Cultura, la Silvia Juárez, el chango Bonini que ganó un concurso de
cuentos con un solo cuento y luego no volvió a escribir, el chango Lobo había
publicado…

Elisa: Si no estaban en grupo no son una generación.

Raúl: Estaban todos agrupados!!


2
No sé a qué estudio se refiere Rojas. Admito que Cartas a la casa pueda ser tomada como fundadora pues es de 1963. Pero que
Víspera del mar lo sea no es tan seguro pues es de 1968. En 1962 ya habían publicado Regen y Adet.
3
Supongo que Rojas, seguidor como era de lo hecho por las generaciones del ’40, del ’60 y del ‘70, lo dice desde su propia posición
de epígono. Sin embargo, en seguida, describe las acciones que fueron el inicio de la del ’80.
Elisa: Entonces son generación! Pero volviendo a lo anterior, también varios del libro
de Armani desaparecieron, Haro, Díaz Bernuy ¿qué se hicieron?

Raúl: Díaz Bernuy era peruano, dijo que era de “Sendero Luminoso”. El que le abre
generosamente los brazos es Walter Adet, a él le encantaba su poesía. A Brizuela
también lo destruyen, lo destrozan…

Elisa: Quienes lo destrozan?

Raúl: Los que de alguna manera manejaban los medios en ese momento. Para
sentarte en una mesa donde estaban ellos…

Elisa: Por eso nosotras hicimos la nuestra. Carlos Hugo Aparicio me dice un día
“ustedes no son como nosotros que le llevábamos a Manuel los poemas para que los
corrija”. Nosotras no se los llevábamos a nadie…

Raúl: Yo tenía el programa de radio y me decían el Poeta joven de Salta, me tenían


loco. Un día el hermano de Walter en Balderrama me dice “vos sos el poeta joven,
decite un poema” y yo le contesto “¿porque te tengo que dar examen a vos? Vos
¿Quién sos vos?” Eran mano larga…4

Elisa: Lo mismo le hizo Ovalle a Belén Alemán en el “Encuentro Federal de Escritores”


que organizó Reynaldo Castro. Patoteros eran…

Mercedes Saravia: Me acuerdo que habían dicho “cómo va a ser poetas estas que se
bañan todos los días”

Elisa: Quién lo dijo?

Mercedes: Ovalle ¿quién más?

Raúl: Sin embargo, Ovalle le tenía un cierto reconocimiento por la Liliana Bellone…

Elisa: Ovalle la invita a Liliana a entrar en el libro Generación del 60 y ella le dice
¿cómo voy a entrar si yo tenía 6 años?, pero el Teuco, Juan Ahuerma le aceptan y
tenían 10, 11 años en los ‘60. La revisión de historia literaria tiene que subdividirla a
esa generación.

Raúl: Además no están todos los que son ni son todos los que están, sobre todo en
ese libro. Quedan afuera varios… Coincido con vos en que puede haber una
generación del ’60, y que ellos pueden ser posteriores, pero sí creo que ellos
conforman la última generación.5

Elisa: Entonces ¿vos a cuál perteneces?

Raúl: Estéticamente somos todos distintos.

Elisa: No decías que ellos también?

4
En estas intervenciones, Rojas marca un nosotros diferente al de esos “mano larga”.
5
A pesar de las distinciones que venía haciendo, vuele a insistir en que después no hay nada. Pero más adelante sigue aportando
datos que abonan mi hipótesis: la de la existencia de una generación.
Raúl: Ellos tienen en la concepción del arte y de la poesía una visión muy parecida, en
lo que escriben no son iguales.

Elisa: La generación del ’80 tiene en común haber sobrevivido a la dictadura y lo que
Arteca llama estéticas clandestinas o estéticas neo y son como tres líneas dentro de
una de las caras de esa generación. Después hay otra cara… Vos has hablado de un
grupo importante de poetas. No hemos sido tan reconocidos porque nadie nos da el
estatus de generación. Vos mismo tenés que reconocerlo y estar de acuerdo en que sí
hemos conformado...

Raúl: Somos todos de la misma época, amistades comunes, por uno o por otro
lado caíamos. Después estaba la cosa de cómo salir, cómo publicar, con el negro
Toro pensamos en las ediciones Sol Alto.

Elisa: Lo que la jorobó a la generación fue la pelea de Jesús Ramón Vera con Antonio
Gutiérrez y la Liliana Bellone.

Raúl: Vera ha sido uno de los poetas que más sobresale cuando nosotros
comenzamos, pero no lideraba nada, ni siquiera en el tema de las publicaciones
porque Vera era tan pobre, vivía del garroneo, no tenía cómo publicar, nosotros
pagábamos las ediciones, nos caía pesado lo de la edición de autor, para que no nos
chocantearean los viejos apareció “Tunparenda”6, así aparecieron también ediciones
“Milor”, “Hanne”, en el primer momento había que pagarles, ahora están editando pero
en ese momento había que pagarles.

Elisa: Vos estás reconociendo la importancia de Vera (yo lo recuerdo aún recitando el
poema “Las vueltas de la vida” cuando se terminaba el curso de la Norma Pérez
Martín). Estábamos todos fascinados de que alguien hablara de lo que por años no
había podido hablarse, es más, creo que eso que él decía era una poesía social que
varios de ustedes continuaron. Esto es una cosa diferente a lo que decías de Ovalle,
ya que lo seguían pero en temas más bien gremiales, esto tenía que ver con una
estética que era una especie de contracara de las estéticas que Arteca llama
clandestinas, que decían pero sin dar la cara. Pero vos decís que no lideraba nada…

Raúl: Lo reconocíamos bastante porque estaba el problema de su orfandad que nos


conmovía a todos, pero mientras más lo ayudábamos, más chupaba y chupaba del
bolsillo nuestro, ¿cuál era la gracia?

Elisa: Y cuando nos convoca para que Armani seleccione ¿no tiene un cierto
liderazgo?

Raúl: El tema fue simple, Vera como todos nosotros tenía la necesidad de salir y la
necesidad de protagonismo. Vera no se anima a pedirle un prólogo a Armani y le pide
una selección de poemas nuestros, una selección de poemas nuestros que entre
paréntesis también manipula Ovalle. Era una tracalada de poemas yo creo que no faltó
nadie en esa convocatoria, todos se los acercaron. Hubo un cernidero, tengo la
certeza de que hubo un cernidero antes.

Mercedes: Ahí los dejaron fuera al Antonio y a la Liliana.

Raúl: Al cernidero no lo hace Vera sino Ovalle, no me consta, pero hay nombres que a
vos te llama la atención que no estén.
6
Es importante resaltar la importancia que para él tiene “Tunparenda” como espacio de diferenciación con los viejos, aunque no
reconozca ningún liderazgo a su ejecutor, como si se lo reconoce Reynaldo Castro en la entrevista que aparece en este mismo anexo.
Elisa: A la Liliana le publica poemas Walter en los Cuatro Siglos…, Ovalle la llama
para la antología del sesenta… es raro.

Raúl: A mí Walter Adet me pide, me pide pero yo no le llevé, lo mismo que no le


llevamos a la Carante de Ragone cuando pedía cuentos para publicar en El Tribuno,
ahora mirando a la distancia uno dice “era importante” muchos no le llevamos nuestros
trabajos.7

Elisa: Vos decís para la continuación de los Cuatro Siglos…?

Raúl: No. En esa publicación que sacó El Tribuno de Cuentos. Walter fue muy
generoso, le pidió a todo el mundo. Yo no le llevé y no salió, el libro tenía que entrar en
la imprenta también…

ENTREVISTA A BELÉN ALEMÁN

Elisa: Como ya conversamos y vos estás de acuerdo con la existencia de una


generación de los ’80, hablame de lo que vos considerás su germen:

Belén: Los ‘80, para mí, fueron años de mucho movimiento femenino, muchas mujeres
escritoras haciendo ruido… Me parece muy interesante e importante que lo rescates
ya que hubo una linda movida de jóvenes que, aunque los del ‘60 no nos querían
reconocer como poetas, aunque sea en "vías de desarrollo" había un gran movimiento,
en pequeños grupos más que nada, y nos juntábamos cada tanto. Compartimos
algunas reuniones y encuentros literarios con los de aquella generación. Creo que
ellos, más que nada, nos abrieron un poco la puerta por curiosidad, para ver qué hacía
este grupete de mujeres y, precisamente nos permitieron “entrar” en algunas
reuniones y actividades, por ser mujeres jóvenes. No creo que lo hayan hecho por
nuestra poesía, no al menos en primera instancia porque no leíamos frente a ellos, no
les mostrábamos lo que escribíamos –en general tampoco nos lo pedían– pero sí los
escuchábamos y absorbíamos por un rato esa bohemia de vino y palabras. Siempre
nos quedábamos sólo un rato por ahí, por Balderrama, el Farito y otros lugares donde
se juntaban, sólo un rato y después, en algún momento, hacíamos mutis por el foro.
También Raúl Aráoz Anzoátegui8 nos recibía mucho en su casa. Hasta nos protegía.
Recuerdo un encuentro de escritores en Cachi que fuimos con Nancy García y creo
que Raqel Escudero (no recuerdo bien). Estaban todos los que se llamaban de la
generación del ‘60. Partimos en un colectivo especial para el evento todos juntos. Raúl
y su mujer Renée nos cuidaban. Recuerdo largas y fructíferas charlas con él. Siempre
tenía unan palabra amable, una orientación que darnos. Nunca nos menospreció, por
el contrario nos alentó a seguir. También recuerdo charlas geniales con Benjamín Toro
que también nos dio su apoyo, con Díaz Bavio, entre otros. A Walter Adet y Jacobo
Regen los escuchábamos con gran respeto y admiración. Nunca nos atrevimos a
mostrarles nada.

Elisa: Era algo así como espiar la bohemia de los otros pero…¿llegó un momento en
que mostraron algo?

7
A partir de acá se diluye lo más importante de la charla.
8
Con respecto al poeta Raúl Aráoz Anzoátegui siempre fue muy respetuoso de nuestras intervenciones. En un recital del día del
escritor en el Colegio Nacional, Aráoz nos dijo la frase que he usado como epígrafe de este libro. En las antípodas estaban algunos
de los del ’70 cuyas descorteses frases y actitudes pueden ejemplificarse con ciertos dichos de todos en la conversación con
Mercedes Saravia y Raúl Rojas de este mismo anexo.
Belén: En 1982 se publicó la antología 19 voces de Salta en la que hay un poema mío
y estoy junto a autores de la talla de Aráoz, Leonardi Herrán, Adet, Pérez, Aparicio,
Andolfi, Díaz Bavio, Carreras, Toro, Ovalle, Luis Escribas, Diez Gómez, Ahuerma,
Muloni, Vera, Rojas, Fabián, Agüero y yo. Qué mezcla, no? Qué loco!! Pero qué lindas
experiencias.

Elisa: ¿Y hubo alguna movida propiamente en la Unsa?

Belén: En ese entonces nos nucleó bastante Alberto Diéz Gómez que estaba a cargo
de los Viernes Culturales de la Unsa. Los alumnos de carreras no humanísticas tenían
que asistir y completar créditos de distintos eventos culturales. Así en el anfiteatro
principal, a la entrada, antes de la confitería, se desarrollaban actividades como
recitales poéticos musicales, obras de teatro, cine, bandas de música, charlas, etc.
Recuerdo haber participado en los recitales poéticos musicales dirigidos por Alberto
junto a Nancy María García, Sergio Bravo, Marcela Morales (que le ponía música y
voz a las tardes), Rossana Botelli creo que alguna vez también Sonia María Diez
Gómez, es decir, todos los que estudiábamos Letras por entonces y escribíamos. A
pesar de mi enorme timidez por esa época me volví bastante audaz. Nos apoyábamos
unos a otros y nos juntábamos a preparar nuestro "repertorio". Tardes de lectura,
mucha literatura y música. Ese fue el gérmen de un grupo de mujeres jóvenes que nos
seguiríamos juntando a lo largo de los ‘80 y principios ‘90 para decir lo que teníamos
para decir… Así fue que más tarde se incorporaron al grupo Verónica Cánepa y Marta
Alicia Arias. Luego Alicia Poderti. Lo de la Hoja de poesía te lo dejo a vos.

Luego nos conocimos con Raúl Rojas, Víctor Fernández Esteban y Gustavo Rubens
Agüero. Este último fue quien me animó a presentarme en los concursos para
estudiantes en la Unsa. Entre el 81 y 82 gané diferentes premios de poesía en
concursos convocados por la Universidad. Ahí se enteraron en mi casa que la
escritura era algo muy importante para mí, que tenía algo que decir, bien o mal, y que
no era un pasatiempo de una estudiante de Letras como creían. Nos nucleamos casi
sin darnos cuenta, no muy conscientes de nuestro papel en la cultura literaria local.
Predominaban las mujeres. Algunas estaban en otros grupos, como Nancy García en
“Retorno” con Liliana Bellone, pero nada de eso impedía que siguiéramos nuestra
búsqueda del propio lenguaje literario para decir lo que nos dolía y nos angustiaba en
aquella época difícil del país.

Elisa: O sea que ahí en la UNSa de fines de los ’70 nace tu conciencia de la difícil
época del país que deja tanta huella en tu poesía.

Belén: Si. Cada una en grupo o sola, trataba de crecer y encontrar una voz, nuestra
voz en medio de la tradicional y machista sociedad salteña, para expresar lo más
profundo de la condición humana. Muchos poemas nuestros salieron en las páginas
de El Tribuno. La Revista Ronda Literaria de Buenos Aires publicó varios poemas
míos. Durante todo 1985 el diario El Tribuno, en su página de poesía publica a los
jóvenes escritores. En las páginas que yo tengo, hay poemas míos, de Luis Ferrario,
Liliana Bellone, Raqel Adet, Gustavo Agüero, Antonio Gutierrez, Rosa Machado, Ángel
González (de Orán), Blanqui Omar ( de J.V. González), Alicia Poderti, Marcelo Sutti y
tuyos. Yo por entonces tenía 25 años, así que compartía mi vida literaria con poetas
de mi edad y otros más grandes.

Elisa: ¿De qué otros eventos importantes te acordás?

Belén: Por ese entonces también participamos de una muestra sobre poemas
ilustrados que hicimos en adhesión al Abril Cultural Salteño y se llamaba “Acentos al
espacio”. Los poetas éramos: Marta Alicia Arias, Nancy García, Verónica Cánepa,
Alicia Poderti y yo. Los artistas plásticos que ilustraban los poemas (unos 3 por
persona aproximadamente): Sara Jorge, Rodrigo García Bes, María Eugenia Pérez,
Noemí Elías, Patricia Godoy, Horacio Pagés, Silvia Saéz, Roxana Belbruno, Telma
Palacios, Guillermo Pucci, Claudia Oliver, Maggie Reyes, Adriana Martell y Rosa
Gallardo todos miembros de la Asociación de Plásticos de Salta. Fue una experiencia
muy linda, de mucho intercambio. Fijate que todas las escritoras que participamos
éramos mujeres. Además de imprimir un programa sencillo, El Tribuno también nos
dedicó varias notas (22, 23 y 28 de abril de 1985). Por ese entonces nos habíamos
constituido como un grupo bastante cohesionado aunque no nos habíamos
identificado con ningún nombre. Nos reuníamos a leer a otros poetas: Vallejo, Neruda,
Octavio Paz, Nicolás Guillén, Huidobro, la generación del 27, los poetas de la
posguerra civil española, los franceses, Borges, Juarroz, Pizarnik, Girondo, Storni,
Orozco, Idea Vilariño todo lo que llegaba a nuestras manos, lecturas muy diversas.
Entre los salteños: Adet, Regen, Castilla, Aráoz Anzoategui, Aparicio. También
leíamos nuestros poemas e intercambiábamos ideas sobre la poesía, sobre la poesía
en Salta, buscando espacios o generándolos para hacernos escuchar. Pero nunca
hicimos un manifiesto o algo que nos identificara como grupo.

Entre los 80 y los 90 también participamos de diversos Congresos, Encuentros de


Poesía, Jornadas en Salta, en Jujuy y Tucumán. Personalmente fui invitada a varias
escuelas para hablar de poesía, leer poemas, dialogar con los jóvenes, etc. Como
muchas de nosotras nos fuimos recibiendo de profesoras generábamos movimiento
cultural y literario en las escuelas invitando a autores y leyendo a los salteños también.
Los viejos poetas renegaban de la Academia y de pronto varias académicas escribían
poesía y, encima, se juntaban, se movían, se expresaban en público y buscaban
espacios, lugares no convencionales para hacerse oír. Pero no éramos escritoras
académicas, rebuscadas, difíciles (por ser gráfica). También por entonces se
reactivaron algunas actividades en la SADE y participamos en un Recital poético como
actividades de la semana del escritor. Primero disertó Raúl Aráoz sobre J.C. Dávalos y
luego leímos poemas: Aníbal Aguirre, Diego Haro, Nancy García, Fracisco Eduardo
Ortíz, Marta Alicia Arias, David Sorich, Gustavo Agüero, Raquel Escudero, Raúl
Fabián, Eduardo Rojas, Jesús Vera y yo. El recorte que tengo no tiene fecha. Raqel
Escudero y Tito Ruiz formaron el grupo “Poesía y Canto joven” y me convocaron para
hacer un recital poético musical en el salón de actos del convento San Francisco. La
parte del canto estuvo a cargo de Alejandro Koconós y Claudia Vilte, grupo Nacimiento
y nos presentaba Benjamín Toro. Recitamos poesías los mismos que participamos de
las lecturas en la Sade. Por esa época los recitales o encuentros de lectura eran
bastante comunes.

Elisa: Volviendo a esa idea de que no eran “escritoras académicas, rebuscadas,


difíciles”. ¿Cuál es tu percepción respecto de las poéticas que Uds. transitaban en
aquella época?

Belén: Decíamos la vida misma, la contemporaneidad, las angustias, al Otro desde la


intimidad y la exploración del lenguaje poético. Cada una iba adquiriendo su ritmo, su
estilo, su personalidad literaria. Nos respetábamos en las diferencias y nos fuimos
haciendo escuchar.

ENTREVISTA SIMULTÁNEA A LOS ESCRITORES ERNESTO AGUIRRE, PABLO


BACA Y REYNALDO CASTRO
Es interesante anotar que la intervención de Baca es la que más acerca a mi
pensamiento acerca de la generación cuando habla de que todos éramos críticos del
régimen dictatorial y de las lecturas comunes. Aguirre describe al comienzo con
claridad el clima opresivo de la dictadura. Después se desubica confundiendo a los
epígonos de los ’40 y los ‘60 en adelante con toda la generación de los ’80. Luego de
la intervención de Baca se ubica mejor reconociendo la actuación de las mujeres en
Salta, aunque hacia el final vuelve a aquella idea que, de todos modos, describe a
cierto frente.

Anécdota de Ernesto, mientras esperábamos que lleguen los demás:

Yo hice la colimba en la marina junto con Baca, año 78, plena dictadura; hicimos la
instrucción en Buenos Aires en el puerto y mi destino era la escuela de Mecánica de la
Armada. Pero abrían el Liceo Naval Gurruchaga en Salta y, siendo de Jujuy, nos
mandaron a la Delegación Naval Salta para hacer trabajos de promoción. Estando
instalado en Salta haciendo la colimba, aparece Juan Ahuerma; yo lo conocía de
nombre pues había hecho la colimba en Jujuy dos o tres años antes con Javier Soto
que era un amigo con el que yo hacía un programa de radio. Sabía que había un Juan
Ahuerma que escribía poemas. Cae a la delegación, pelo largo, petiso, imaginate vos,
año 78, me agarra del brazo y me dice “vos sos Aguirre, vení” y me lleva afuera, vos
imaginate qué cómodo estaba yo. Me dice “Estoy organizando una lectura de poemas
clandestina”, en un galpón que creo que era un teatro. Se hizo un cuadernillo de ese
encuentro. “Te vengo a invitar a que participés”. Me ha dicho “Clandestino”, yo estaba
en la colimba. Y al mismo tiempo pensaba “no podés ser tan cagón”, era un lunes y
esto era para el jueves “¿a qué hora es?” le digo. “A las 9” “Tendría que ver los
horarios acá, las guardias”. Mentira yo no hacía guardias. No sabía cómo evitar una
contestación terminante ahí en ese momento, para pensar. “Yo te contesto el
miércoles”. La cabeza me daba vueltas “¿qué quiso decir con eso de clandestino?”. Le
digo que sí, si la cosa no me gusta me voy, tengo razones para irme, yo estoy bajo
bandera, en la marina encima, que querés que por leer un poema eso termine en una
historia. La cuestión es que voy. Era realmente algo clandestino. Voy, era un galpón,
había sillas, precaria era la cosa, leímos poemas. Yo tenía los poemas de Historietas y
leí un poema sobre Billy, el pequeño. Me pasó algo increíble. Entre la gente que había
que por supuesto eran amigos de Juan y de los otros que estaban. Y vos sabés?
Había una señora con la hija, que era preciosa, una carita. Cuando yo leí la mujer
lloraba, no lo relacioné, no eran poemas sentimentaloides como para que alguien llore.
Pero cuando terminó la ronda de lectura esta señora me dijo “se ve que lo conocía
muy bien a Billy”, yo me quedé…no entendía lo que me decía y peor lloraba, la hija
también. Me salvó Juan Ahuerma, me dijo “el hijo de esta señora está desaparecido,
fue uno de los primeros en desaparecer acá en Salta y le decían Billy”. Te juro ¿podés
creer? ¿cómo le voy a decir a esta señora que no tiene nada que ver, que ese Billy no
era su hijo? Me dice “Escuchaba su poema y lo veía a mi hijo” Que situación horrible.

Entrevista

Elisa: Lo primero que veo yo como importante característica de una generación es la


existencia de un contexto histórico particular.

Ernesto: La actividad comienza en los ’80, todos empezamos ahí, antes estábamos
frenados por la dictadura. Durante la dictadura no había lecturas de poemas, no se
publicaban libros. Lo que yo, por una cuestión de edad, podría haber hecho en los ‘70,
lo hago en los ‘80, antes estaba… no sé si estaba prohibido pero era difícil hacerlo.
Elisa: Era complicadísimo. Estaban prohibidas las reuniones… La gente de ocho o
diez años menos que nosotros también comienza en los 80.

Ernesto: No estaba prohibido publicar libros (bueno depende de qué libro) lo que digo
es que era muy difícil… La verdad es que cuando saco Historietas no sabía si ese libro
tenía que ser autorizado ¿me entendes? mirá lo que te digo, no sabía qué trámite
había que hacer y fui a la Policía Federal (era una tontera y me evitaba un problema) y
me han mirado y me han dicho publicalo, ahora si nos nos gusta te jodés… Mirá lo que
era el miedo, la incertidumbre. Yo no sabía si era cuestión de sacarlo nomás o había
que pedir permiso. Mirá que bárbaro.

Reynaldo: Yo creo que ahí se perfilaba otra poesía, de ahí la importancia de Ernesto,
porque estaba Ferraro, el grupo “Brote”. Es más, hay varios libros que han publicado
ellos que están en el olvido en la imprenta del Boletín Oficial. Hay un libro de Alonso,
hay un libro de Calderón. Se editaron ahí en la legislatura en la década de los ’80, al
comienzo de la democracia, así como Ocalo García publica en la municipalidad
cuando está la gorda radical.

Ernesto: En la municipalidad está bien pero el Boletín Oficial no es para ediciones


particulares.

Reynaldo: Se continuaba con toda esa poesía telúrica…

Elisa: La otra pregunta para postular la existencia de una generación que abarcara las
dos provincias, Salta y Jujuy ¿les parece que hubo suficientes actividades conjuntas
como para hablar de una generación?

Ernesto: Yo diría que no, a mi entender, porque creo que no teníamos los mismos
intereses... La idea que me queda de aquella época es que en Salta todavía Castilla
tenía un peso muy grande en las cosas que se escribían, a pesar de tipos como Juan
Ahuerma que aparentemente estarían despojados de ese peso, había no sólo en la
temática de la poesía sino en el hábito de vida, para ellos, hablar de poesía era vino.
Para uno no.

Elisa: Pero yo creo que esa superación de la bohemia es una cosa que tenemos en
común al menos de un grupo importante de salteños y los jujeños de los ’80!

Ernesto: No. El peso de Castilla en los salteños, de los grupos folklóricos. El alcohol
formaba parte del ambiente poético y para nosotros no, y el folklore tampoco, era más
fuerte en Salta el tema del folklore.

Elisa: Pero vos estás hablando de lo que ocurría justo hasta antes de los ’80, después
quedan resabios de eso, pero se forma todo un grupo...

Ernesto: No son sólo resabios, queda muy peso muy grande, al salteño le cuesta
muchísimo despegarse de Castilla.

Reynaldo: Más que a nosotros de Groppa o Fidalgo.

Ernesto: No tenemos esa dependencia tan fuerte. Yo creo en Salta el primero que se
despoja realmente a Castilla es el hijo, el Teuco, Sylvester, esa gente, se sacaron de
encima a Castilla.
Reynaldo: Para sacárselo se han tenido que ir a España.

Ernesto: Lo del Teuco se entiende, la rebelión, es el padre, es el primer poeta pos-


castilla que no suena a Castilla, es como los bandoneonistas con Piazzola que suenan
a Piazzolla hasta Saluzzi.

Reynaldo: Vera mismo se pone detrás de la estela de Castilla, puede que su poesía no
esté tan influenciada pero sí su estilo de vida.

Pablo: Estoy un poco afónico. Yo no sé cuál es el concepto de generación y cuáles


son las características que habría que reunir dentro de alguna teoría literaria para decir
hay una generación o no hay, de todas maneras me parece más divertido decir que si
hay; es como descubrir una forma que es mejor que no descubrirla y en ese sentido
creo había con relación al conjunto de escritores y escritoras de tu generación algunas
cosas en común, no tanta cantidad de actividades pero si algunas actividades que
fueron suficientes para poner de manifiesto algunas cosas en común.

Con relación al contexto, frente a la dictadura un actitud o crítica o por lo menos de no


asumir los discursos de la dictadura, porque todos estos poetas que mencionaban
recién Reynaldo y Ernesto hacían una poesía que estaba dentro de los márgenes de
lo que era el discurso oficial de la cultura argentina de la dictadura 9. Yo no sé de la
tradición literaria de Castilla, para decir cuál es la influencia o no de todos ustedes
frente a esa tradición, por ignorancia nomás. Creo que había una generación porque
las influencias, se me ocurre a mí en lo literario, tenían que ver más con el boom
latinoamericano, con la creación y la difusión de la literatura latinoamericana durante
los años previos del proceso y ese conjunto de obras se siguieron leyendo y
difundiendo. Específicamente en la poesía es más difícil, la poesía no pertenece a lo
masivo uno tiene que buscarla, pero me parece que había algunos autores de poesía
que eran lecturas comunes. Lo más importante en términos de relación (no sé si de
generación) la obra que hacía el conjunto de los escritores de Salta me parecía
interesante y estaba dentro de un mismo parentesco, de una misma cultura. No quiero
decir que hubiera cosas en común que hubieran surgido de una definición, de un
manifiesto, de una voluntad deliberada de cultivar ciertas formas, había mucha
variedad y mucha diferencia; pero dentro de esa diferencia era como que
correspondían a una cultura contraria a la dictadura que recibía una herencia de una
cultura latinoamericana previa y que generaba obras; a mí me gustaban las que
hacían los salteños y supongo que a los salteños también las mías, inclusive los
chistes tontos que hacía yo eran bien recibidos. Y uno supone que hay algo en
común…

Elisa: Yo acoto porque hice varios estudios y descubrí que los que había en común era
lo que Mario Arteca llama estéticas clandestinas, el neobarroco (Liliana Bellone,
Antonio Gutiérrez, volver a los clásicos) neorromanticismo (a la manera de Alejandra
Pizarnik, Mercedes Saravia y Belén Alemán) y el concretismo (Raqel Escudero).
Líneas que nacen al fin de la dictadura para ocultar lo que estaban diciendo.

Ernesto: Vos acabás de señalar una cosa curiosa, has puesto como ejemplo de cada
una de estas corrientes a mujeres, cosa que acá en Jujuy uno no podía hacer. A mí
siempre me llamó la atención la participación que tuvo en Salta la mujer en los ‘80. En
Jujuy no hay nombres de mujer. Acá no hubo neobarroco, Pablo Baca, era
neorromántico. Ocalo García por ejemplo era concretista. No había nombres de
mujeres. Recién ahora, en la más joven generación que viene empujando están la
9
Al decir esto, Pablo Baca es muy consciente de la refuncionalización del folklore durante los regímenes dictatoriales. En las
palabras de Pablo, queda sugerido que se ha superado la referencia a una región para hacer referencia a un país devastado.
Melisa Ortiz, Paula Soruco, Lola Castro Olivera, Pamela Stemberg ¿viste el cambio
que fue?

Reynaldo: Había algunas cosas en los ‘80. Que el libro Café de la luz de Aguirre salga
en Salta en el 84 u 86 es importante, acá no tenía posibilidades.

Ernesto: No, para nada.

Reynaldo: Yo saco con Tunparenda en 1987.

Ernesto: Me acuerdo de esa editorial, era de Vera.

Reynaldo: Mercedes Saravia escribe un comentario sobre un libro de Pablo.

Ernesto: Las reuniones que teníamos con los salteños era con ellas, ¿cuántas veces
te has reunido vos con Juan Ahuerma? Eran mujeres en Salta.

Elisa: En algunos trabajos que hice sobre los ‘80 puse como importantes el “Encuentro
de escritores del Noa y Tarija” donde nos conocemos y menciono también el
“Encuentro Federal” de Reynaldo y esas son algunas de las cosas que voy
marcando…

Reynaldo: Al del Noa y Tarija fueron Pablo Baca, Ernesto Aguirre, la Nélida Cañas,
Andrés Fidalgo, Godobredo Garay (Río Maldito) y yo. Al Federal, Alejandro Carrizo,
Liliana Bellone, Antonio Gutiérrez, Belén Alemán, Mercedes Saravia y vos.

Elisa: Después hay presentaciones de libros como La poesía de Jujuy cuando se hizo
acá vinimos nosotras y cuando se hizo allá fue en el café de Salvatierra, lo
presentamos nosotras con Mercedes. En las fotos está Belén Alemán, Jesús Vera,
Kuki Herrán, Jacobo Regen, Aráoz y su esposa. El autor de Biberones rotos. Ustedes,
Pablo y Reynaldo, Nélida Cañas, Fidalgo y su mujer.

Reynaldo: Hemos ido varias a leer al café de Salvatierra en la calle San Martín. En
Diálogos del año 1993 Riky Díaz Villalba saca un comentario interesante sobre La
nueva poesía de Jujuy, “Los poemas transpuestos”, dibujos de Montoya, un cuento de
Tizón. Ahí también había diálogo. En la revista “Gestante” publicamos a Vera, el
poema emblemático de las madres.

Elisa: Para vos Reynaldo entonces ¿hay una generación de los ’80?

Reynaldo: Yo creo que sí. Acá en Jujuy fue muy visible, muy fuerte, porque no
teníamos que matar al padre, al contrario lo teníamos que cuidarlo porque venía del
exilio, Tizón, Fidalgo; era visible el grupo porque hasta teníamos hasta un loco ¿viste
que en todo grupo tiene que haber el loco, el líder, el soplón, el chivo expiatorio?

Elisa: Cormenzana, y había un líder?

Reynaldo: En gran parte Ernesto, sobre todo en los primeros años porque ¿cuál era la
otra poesía? había una poesía abiertamente, en el peor sentido, homosexual, te
acordás del poema creo que era de Oscarcito “misiles cual falos erectos” esas
imágenes horribles ofendiendo la dignidad de los misiles.
Ernesto: los misiles ofendían la dignidad de los civiles o los civiles ofendían la dignidad
de los misiles, queda mejor

Reynaldo: Frente a esa poesía y la tradicional que estaba siempre, por otro aparecía
lado la nueva corriente… Yo en Palpalá iba a bailar en el carnaval a la peña de los
Pecha Pecha, si yo a mis amigos les decía que me gustaba la poesía, lo mínimo que
iban a decirme es que yo era puto, pero aparecía Aguirre y era otra cosa, podías
referenciar otra cosa …

Pablo: Yo creo que Ernesto más allá de líder, con su primer libro Historietas hace uso
de la libertad, había un momento en que no se sabía que libertad había, transición de
una dictadura a una democracia y el primer libro que demuestra que había libertad y
que se podían decir cosas distintas a las que se venían diciendo es el libro de Ernesto,
en ese sentido es inaugural.

Ernesto: Por eso dudé si tenía que pedir un permiso. Yo me daba cuenta que había
otra cosa y que podía ser mal interpretado…

Pablo: Hay algunos textos que daban cuenta de la forma de terror que se había vivido
y eso era absolutamente contestatario al clima cultural de la dictadura. Hay un caso de
un grupo de personas en un ómnibus que dicen que han atropellado a alguien y el
ómnibus sigue; ese era el clima que se vivía en la dictadura: indiferencia, negación de
lo que estaba sucediendo y en ese texto eso aparece en toda su crudeza.10

Elisa: Vera (siguiendo a Castilla) es una línea que agrega el tema de la dictadura y
otra es la línea que inaugura la Liliana Bellone con el libro Retorno, volver a hablar de
los griegos, para no decir lo que se quería decir, lo que estaba pasando. Se gesta un
movimiento muy fuerte el grupo “Retorno” y el de la “Hoja de Poesía”.

Ernesto: Hay un Grupo en Salta que se llama “Retorno”. Retorno ¿de qué?

Elisa: Retorno a esos tópicos viejísimos, volver a reescribir la Ilíada, la Odisea, hablar
de los griegos, Liliana es la fundadora con su libro Retorno que es de 1979.

Ernesto: Interesante “Retorno”, generalmente en los primeros libros de poesía lo que


uno trata es de pensar en el futuro, de cagarse en el pasado, es la actitud rebelde de
la vanguardia, que tu primer libro quiera volver atrás, mierda qué miedo debés
tener…11

Reynaldo: Generación de universitarios y de letras que hay ahora también aquí en


Jujuy y que no son los que más me interesan.

Pablo: Porque decís que esa estética y al tema del pasado tiene que ver con la
dictadura y la censura que obliga a hablar de esas cosas ¿se nota en esas obras la
voluntad de hablar de eso que está pasando con temas viejos?

Elisa: No lo noté tanto en Liliana (mucho después de esta entrevista descubrí que sí),
en Antonio si se nota habla del “poema que no pude escribir” y ese poema era la
revolución. Podés hacer esa lectura de esos textos. Puedo mandarles la mía.
Reescribir cosas del pasado para evitar hablar del presente, ¿cuándo? Liliana gana

10
Me parecíó genial escuchar en boca de Pablo Baca su forma de apreciar en el libro de Aguirre lo que aparece después tan
reiteradamente en su poemario, el analizado en este libro.
11
Acá es Aguirre el que interpreta acertadamente lo que se quería proteger con los retornos.
premio en el 77 (publica Retorno en el 79) y después el de Casa de las Américas, en
el rubro novela.

Elisa: A Ernesto le cuesta más la idea de una generación; en los otros dos noto que
ven las acciones conjuntas, las lecturas comunes, cierto clima de época que era muy
importante, Ernesto no lo aprecia tanto porque se iba a subir cerros y no se quedaba
con nosotros. Estamos de acuerdo también de que en Salta en los ‘80 hay, en un
grupo, una continuidad con respecto a lo hecho por los grupos anteriores.

Ernesto: Y, sí, Castilla pesa mucho. Esto ocurrió en Salta porque Castilla es un gran
poeta y un excelente letrista. Eso influye en la generación joven. Ver que la poesía
tiene un poder de ser masiva, de que todo el mundo la cante en la calle, esos son
experiencias que nosotros como generación no tuvimos.

Reynaldo: En Café de la Luz… Ernesto dice “para que mi canto sea/ el canto de la
calle/ dejo abierto el pecho/ para el hambre de los pájaros …” Alejandro Carrizo es el
único que hace una zamba.

Ernesto: Yo notaba que Salta tenía esa mochila, no es una crítica, nosotros éramos
más libres, podíamos decir lo que quisiéramos, no había algo tan sólido y de tan
buena calidad. A Neruda, Nicanor Parra le pega, porque Neruda tenía flancos, era
agrandado al margen de que era un buen poeta; con Castilla no, no había como
pegarle y escribía zambas y eran un éxito.

Elisa: Pero yo te digo, para cerrar lo de los ´80, que ahí en Salta, hacia los 80 empieza
a cerrarse la influencia de Dávalos y de Castilla, las estéticas que mencioné no tienen
esos padres, abrevan en otras fuentes: Borges, los concretistas brasileños, los
clásicos.

Ernesto: Es la reacción natural y espontánea, matar al padre.

Elisa: Quiero volver un segundo a las ediciones de los libros jujeños publicados en
Salta. En el caso tuyo Ernesto ¿cómo fue?

Ernesto: Me presento al concurso y después me llega una carta del Banco del
Noroeste. La abro, decía “Ganador del concurso…” Primer concurso que cazaba…
“Deberá presentarse en la sucursal de San Salvador”. Entonces me voy al banco y me
presento y le digo a la secretaria “mire he recibido esta carta”, la secretaria entra, el
tipo sale, andá saber las internas que habría, la alegría del tipo de que haya ganado,
que fuera de Jujuy me ha dado hasta miedo, por lejos estaba más contento que yo. Lo
demás fue la edición y la entrega.

Elisa: ¿Y en el tuyo Reynaldo?

Reynaldo: Estela Mamaní, que había cursado letras en Salta, me aconsejó que
publicara con Vera que estaba haciendo una labor importante. Botelli le había regalado
un juego de tipos para imprenta y podía editar libros. Le llevé el original y unos pesos.
Él compró el papel, las cartulinas y le pagó a alguien de El tribuno para que lo arme
como libro. Los changos que estaban en la imprenta también cobraban. Las reuniones
terminaban en un bodegón y yo dormía en lo de Vera. Era muy generoso. Me hizo
conocer la poesía del Teuco Castilla.

ENTREVISTA NO PRESENCIAL A ESTELA MAMANÍ


Por mail envío a Estela Mamaní una serie de preguntas que ella responde en UN
archivo adjunto al siguiente mail:

Hola Elisa! Mucho no pude recordar. Son como 40 años!!!! 


Pero dicen que los de esa generación tenemos huecos en el alma, que sólo
recordamos las pérdidas, el dolor, la historia colectiva... Que nos quedan
esos fragmentos...
Ojalá que te pueda servir. 
Hasta pronto! Abrazos y cariño.

1.- ¿Me enviarías una pequeña biografía literaria tuya?

Publiqué Voy siendo (2001), Marunayra (2006). Pronto publicaré Presentes Antiguos.
He participado con poemas de la Página Literaria del diario Pregón (época Nésor
Groppa y Susana Quiroga), de Poesía y prosa en Jujuy (Ediciones de la UNJu/1993),
de Nueva Poesía de Jujuy (1991) entre otras publicaciones; también en diferentes
eventos de lectura de poesía de la provincia de Jujuy, las ciudades de Rosario
(Festival Internacional de Poesía/2003), de Buenos Aires (Encuentro Nacional de
Escritoras, "Con esta boca, en este mundo"/2000).

2.- ¿Entre qué año y que año cursaste en la unsa? ¿Terminaste ahí tus estudios?

Entre 1973 y 1982. Con interrupciones por problemas económicos, por situaciones
familiares, por extravío de legajo… terminé mis estudios. Guardo buenos recuerdos de
la unsa: haber conocido la historia del movimiento obrero latinoamericano, por
ejemplo; y los escritores del boom, y la poesía de antes de la conquista.

3.-¿Fuiste alumna de Carlos Giordano?

Sí, por unos meses hasta que lo reemplazó Octavio Corvalán, creo. No sé si fue por
un año que fui estudiante en sus clases. También leí y tenía un libro de poemas suyo.
Ahora no pude encontrarlo. Debe ser por las mudanzas. Fui también alumna de
Teresa Herrán; Mario Casalla; de Zulma Palermo y de un historiador de apellido
Mandrini.

4.- ¿Fuiste compañera de Liliana Bellone o de Vera? ¿qué otros escritores jóvenes
conociste?

Conocí a Liliana Bellone, a Jesús Ramón Vera, Alberto Diez Gómez. Con el que más
trato tuve fue con Ramón, quizás por cierto aire de clase social o de rebeldía que
compartíamos. Siempre fui silenciosa, Ramón era más notable. Además a Ramón lo
escuché en la Casa de la Cultura en la presentación de cierta hoja de poesía, y estuve
en el mismo lugar cuando presentó su libro de coplas de comparsa. Tuve su primer
libro de poesías, pero lo perdí, cosa que lamento mucho. En realidad perdí sus libros
de poesía.

5.- ¿Alguna vez te reuniste con Benjamín Toro?

No lo conocí.

6.- ¿Participaste de los viernes culturales que organizaba el poeta Alberto Diez
Gómez?
Participaba como asistente, no como lectora, de ciertos viernes culturales, en los que
se leía poesía y cantaba Sara Mamaní, creo que también Melania Pérez y/o Ariel
Petroccelli (puede ser?).

7.- ¿En que año escribiste "ave fénix"?

A ese poema lo escribí a fines de los 70 o al principio de los 80. No recuerdo. Lo


intervengo cuando lo leo, porque los nombres son muuuchos para quedarme en dos o
tres.

ANEXO 2: TRABAJOS ENVIADOS AL “I CONGRESO SOBRE GÉNERO Y


SOCIEDAD. DEBATES Y PRÁCTICAS EN TORNO A VIOLENCIAS DE GÉNERO”
ORGANIZADO POR LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA Y A LAS “X
JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Y CIENCIAS SOCIALES” ORGANIZADAS POR LA
UNIVERSIDAD NACIONAL DE JUJUY EN 2009 Y 2011, RESPECTIVAMENTE. 

Las palabras tienen una falta de neutralidad alarmante, deciden


muchísimo (a veces demasiado) sobre esto tan visible y
cuestionable que llamamos realidad: la crean, la modifican, la
destruyen y hasta pueden hacerla desaparecer para siempre.
Oficio de lector Santiago Sylvester

PRÁCTICAS Y DISCURSOS LITERARIOS DE SALTA ¿VIOLENCIA SIMBÓLICA O


ARTE RELACIONAL?

Si el concepto violencia simbólica, instituido por el sociólogo francés Pierre Bourdieu


en la década de los ‘60, se utiliza para describir una relación social donde el
"dominador" ejerce un modo de violencia indirecta y no física y directamente en contra
de los "dominados", podemos decir que algo de ese tenor ocurre cuando los antólogos
ejercen un poder total y absoluto (hasta podría hablarse de una arbitrariedad)
sentando unos criterios muchas veces reñidos con la comprensión de poéticas y textos
que no coinciden con las propias elecciones y, lo que es mucho más grave, dejando
de lado todo aquello que desestabilice su creencia inconsciente en un mundo
polarizado que posee la superioridad de un polo sobre otro. Cuánto más acertado
sería tener en cuenta, al armar esas selecciones, los nuevos escenarios de las
relaciones humanas (Bourriaud), los nuevos contextos sociales. Y si el arte propone un
modelo de organización, algo que puede ser trasladado a la vida cotidiana, ¿pueden
valorarse como adecuadas propuestas que excluyen al polo que más ha crecido en la
cultura y el arte recientes o sea la producción artística de la mujer? La objeción ya la
sé es esta “no es cuestión de cupos sino de calidad”, pero ¿qué hay más cargado de
subjetividad e ideología que valorar calidad en arte?

Cuando el poeta y ensayista peruano Xavier Abril conoció a Juan Carlos Dávalos en
su entorno, lo llamó el Gran Cacique y no se equivocó ya que el poeta y narrador
salteño se colocó en el lugar central que el epíteto resume hasta su muerte (1959), al
asumir para sí la lógica de la diferenciación (Bourdieu,1983) característica del campo
artístico. Primero, por sus lecturas de los clásicos españoles en el hogar y las
libérrimas realizadas en Buenos Aires cuando estudiaba abogacía que significan su
“inversión” en el campo literario (CL).
Segundo, por su participación y simultáneo enfrentamiento con el campo del poder ya
que, a pesar de su nacimiento (1887) en el seno de una familia tradicional en una
Salta absolutamente conservadora, su actuación, una vez abandonados sus estudios,
es la de un bohemio que transgrede las normas de su propio linaje al participar hacia
1918 de las desopilantes reuniones de una “Junta de investigaciones históricas...”
(Clemente,1967).

Tercero, por su amistad con prestigiosos escritores como Gálvez y Güiraldes con
quienes mantuvo correspondencia (Montero,1984) en la que mutuamente se apoyaban
en la idea de superar fuentes parisinas y de propiciar una literatura regionalista y un
discurso que prestigiara al interior donde la esencia de lo nacional se habría refugiado
frente a la disgregación producida por los inmigrantes.

Hacia 1940, con la aparición de “La Carpa”, grupo que se atreve a decir que la poesía
del norte aparece con ellos, Dávalos recibe una primera confrontación y se inicia un
período de polémicas entre los “viejos” (Díaz Villalba y Luzzato entre otros) y los
“nuevos” (Manuel J. Castilla, Raúl Aráoz Anzoátegui y Sara San Martín, ver
Adet,1981). La fundamental se refirió al uso del verso medido frente al versolibrismo,
renovada forma que significó para “La carpa” su propia lógica de diferenciación; a
pesar de esto, Dávalos demostró su capacidad para donar parte de su capital
simbólico al prologar Copajira ([1949]1984) lo que le valió una “devolución”: el poema
“Juan Carlos Dávalos”. La generosidad con sus colegas menores, siempre que fueran
varones, fue la causa de reconocimientos como unos apuntes biográficos cuyos
autores son un poeta, Raúl Aráoz Anzoátegui y un músico, José Juan Botelli (1980)
cercanos a “La Carpa” y otros hechos por poetas más jóvenes aún: un “Prólogo” de
Walter Adet (1981) y un poema de Jacobo Regen (1993).

Podríamos equiparar este periodo de fuerte dominación masculina y mutuos


reconocimientos del que hablan estos textos a los ritos que instauran una separación
sacralizante “entre los que ya han recibido la marca distintiva y los que todavía no la
han recibido, por ser demasiado jóvenes, pero también y, sobre todo, entre los que
son socialmente dignos de recibirla y los que están excluidos para siempre, es decir,
las mujeres” (Bourdieu,2000:39) En este contexto valen las preguntas ¿qué papel les
cupo a las escritoras? ¿fueron también consideradas? Veamos para ello las antologías
de los ‘60, en las que otros poetas —no sin grandes envites— se atribuyeron a sí
mismos el poder de legitimación que tuvo Dávalos hasta fines de los 50, una de las
cuales al menos dice legitimar a las mujeres.

Es en la “Página Literaria” (PL) del diario El Tribuno de esa década donde es posible
vislumbrar las fuertes polémicas en busca del dominio que colocan en lugares
opuestos a los “nuevos”. La causa de estas controversias fue el Panorama poético
salteño (1963), de Raúl Aráoz Anzoátegui, rebatido por el Panorama de las letras
salteñas ([1963]1964) de José Fernández Molina con el resultado siguiente: José Juan
Botelli, director de la PL, enfrentándose con el segundo antólogo, considera a Aráoz
como el heredero de Dávalos, mientras que Fernández Molina coloca en ese sitio a
Manuel Castilla, quien nunca participó del debate.

Con respecto a las mujeres poetas, digamos que, en un acto fundador de un canon, en
la primera selección aparecen textos de trece poetas varones12, aunque ya había un
nombre fundamental, el de Sara San Martín, colega del antólogo en el movimiento “La
carpa”, con libro premiado en el 61 aunque no editado aún en 1963 13 y otro en leve

12
Se trata de J.C. Dávalos, J. Díaz Villalba, J.C. Luzzatto, M.J. Castilla, R. Aráoz Anzoátegui, A. Nela Castro, J. Dávalos, Holver
Martínez Borelli, M.Á. Pérez, W. Adet, J. Regen, J. Brizzi y S. Sylvester.
ascenso, el de Teresa Leonardi que como algunos incorporados hacía sus primeras
armas.

En un gesto plagado de segundas intenciones, en la segunda, se incorporan cuarenta


y un nombres más entre los que se encuentran los de doce poetas mujeres; pero, si
bien el libro se abre con un estudio denominado “Presencia de la mujer”, al que se
siguen “Los poetas” y “Los prosistas”, con esa división no se la incorpora como poeta,
a secas. Además, si se abunda en poemas escritos por ellas, sus temas (menos los de
las “revolucionarias”) son la entrega incondicional, la religiosidad, el elogio de la vida
tranquila, o sea, meras descripciones de las virtudes impuestas por la lógica de la
dominación, lo cual invalida su bello gesto.

Me pregunto si, al incorporar un poema propio, “Ana María”, Fernández no liquida las
buenas intenciones: en sus versos un yo paternal, atravesado por un profundo
machismo, le habla a su hija diciéndole que la esperaba varón y le quita la palabra
para decir a un ser inexistente “Me quedé sin conocerte/ José Francisco Fernández”.

Si en las tomas de posición de los agentes, legibles en las polémicas (ignorar a la


mujer o incorporarla en un pequeño porcentaje, el 8,33 % del total) subyace, no sólo la
discusión por el lugar de dominio que ocupara durante 50 años Dávalos, sino también
la posibilidad de legitimar a otros, podemos decir, que hasta ese momento eran muy
escasos los lugares reservados para ellas en el CL y casi inexistente el
reconocimiento. Sólo era plausible (y el primer prólogo de Fernández Molina lo da a
entender) que asumieran el sitio que la sociedad patriarcal les reservaba. En ese
marco, sólo eran celebradas voces como la de Elsa Castellanos Solá, coetánea de
Sara, que se limitaba a reiterar lo hecho por sus predecesoras, las poetas que
compartieron con Dávalos la pintura de una Salta bucólica, proyección de su propia
“jaula dorada” a principios del siglo XX. También es comprensible que la poesía de
María Angélica de la Paz Lescano y Sara San Martín fuera percibida como
“revolucionaria”, con el miedo natural que se siente por los cambios en ciudades
tradicionalistas y patriarcales.

La temible “desviación diferencial” producida por estas mujeres en sus textos poéticos
puede ser también la causa de su exclusión del campo intelectual (sólo esta última y
Mercedes Clelia Sandoval publican en la PL de esa década) y del silencio con que es
recibido un artículo de Sara en el que comenta el libro de Simone de Beauvoir Una
muerte muy dulce (agosto de l965). Se trata de “Algo más que el relato de una muerte”
que plantea la controversia entre las mujeres sometidas y las libres.

La descripción de la madre de Beauvoir hace referencia al sujeto adaptado al sistema


patriarcal ponderado en el primer prólogo de Fernández Molina. Y no es casual que
así fuera. Los sujetos femeninos amoldados y/o desafiantes que plantea el artículo se
perfilaban desde discursividades vigentes en la época, aunque una de ellas fuera de
reciente aparición, al menos en el medio salteño, el feminismo. La fuerte vigencia del
otro discurso, el del patriarcado, hizo que el discurso feminista fuera obturado en la
Salta de los ‘60 y explica el silencio con que el texto fue recibido. En una década de

13
Me pregunto por la imposibilidad de justificar lo injustificable. En una entrevista a Sara San Martín realizada por las profesoras
Raquel Guzmán y Marta Ibáñez, aquella, sin percibir las estructuras mentales que impidieron su propio reconocimiento en aquella
oportunidad, justificaba su no inclusión en la antología de Aráoz Anzoátegui en el hecho de ser tucumana, olvidando que Miguel
Ángel Pérez es catamarqueño... En este caso de violencia simbólica vemos como “los dominados aplican a las relaciones de
dominación unas categorías construidas desde el punto de vista de los dominadores, haciéndolas aparecer como naturales”
(Bourdieu, 2000:50)
ardientes controversias, no se lo cuestiona ni por la elección (tampoco casual) del
texto a comentar, ni por las afirmaciones vertidas. El registro de sus polémicos
planteos hubiera significado un verdadero reconocimiento a la escritura de la mujer,
pero este tipo de textos formaba parte de un murmullo aún inaudible.

Tal vez como un modo de reparar esta sordera, la prolífica actuación de las mujeres
poetas del siglo XX, incluidas las de las primeras décadas, ha sido trabajada
recientemente por la crítica académica (lo veremos seguidamente); sin embargo, la
falta de reconocimiento por parte de sus colegas varones siguió vigente por varios
años, se atemperó en los 80-90 y recrudeció en el nuevo milenio. Pero dejamos esto
para después.

El primero de los tomos dirigidos por Mabel Parra da cuenta de la actuación del primer
grupo:

Las escritoras que ubicamos en el primer grupo, en cuya escritura reconocimos


una destacable homogeneidad, adscriben a un ejercicio de la poesía, que da
cuenta de una inserción armoniosa en su contexto, en una doble proyección:

-con respecto a un mundo de valores establecidos: religiosos, patrióticos,


familiares, cuyos supuestos e implicancias no se cuestionan, sino al contrario,
se asumen ferviente, resignada o heroicamente, según los casos y
circunstancias.

-y con respecto al entorno regional, en tanto hábitat entrañable y cómplice de la


aventura poética; entorno que se vivencia con distintos alcances: desde la
incorporación de los ámbitos ciudadano y rural más inmediatos, hasta el
rescate de ancestros y tradiciones que remontan hasta lejanos sustratos.”
(Parra et al, 1997:10-11)

Más recientemente, Raquel Guzmán (2005) compila un volumen sobre Sara San
Martín. Reconoce su importante aporte a la lírica regional y nacional por entroncar con
la poesía vanguardista y latinoamericanista, lo que la hace pionera de la apertura a
carriles más dilatados que el mero “regionalismo”.14

En trabajos publicados recientemente por nuestro equipo de investigación (Moyano,


2005), vimos que otras poetas como Teresa Leonardi Herrán comenzaron a enfrentar
desde la escritura las diversas formas de dominación. Por dar un ejemplo de las
denuncias realizadas, Incesante memoria (1985) recoge lo producido en la década de
la dictadura militar. En una línea similar había actuado la metanense Elva Rosa
Arredondo en su libro Meditación azul (1977). Su reconocimiento en Salta Capital fue
posible porque en las lecturas realizadas al texto se obviaron este aspecto y se la leyó
como poesía metafísica.

También pudimos ver que este tipo de lectura demuestra la vigencia de los discursos
que rigen el sometimiento de la mujer hasta la década de los ‘80 en la que las mujeres
escritoras, hasta entonces prácticamente silenciadas, salieron todas juntas al ruedo.
Ya Marta Ibáñez en el trabajo subtitulado “De la ética de la sumisión a la estética de la
liberación” (1993) se había referido al funcionamiento de la Hoja de Poesía,
publicación conjunta de cinco mujeres que se presentaba cada mes, en una feria de
arte callejera, con el mínimo sostén material de una hojita doblada:
14
En el libro En busca de un campo intelectual propio. Literatura, vida intelectual y revistas culturales en Tucumán (1904-1944) de
Soledad Martínez Zuccardi, también se marcan importantes diferencias en los poemas publicados por ella en la época de La Carpa.
Esta nota no estaba en el trabajo leído en Córdoba, fue agregada en el momento de la preparación del libro.
El sujeto que produce la Hoja… no se asimila a la idealización que la cultura
occidental ha hecho de la mujer [...] no es aventurado sostener que, pese a la
polifonía y heterogeneidad que devienen de su particular constitución, la Hoja
de Poesía fractura la ética sacrificial al quebrantar el centro ordenador del
espacio, para apostar y contribuir a la construcción de una estética de la
liberación, proyecto aún en ciernes, pero que encabalgado en las
reivindicaciones del feminismo, abre una perspectiva distinta, en tanto lleva al
escenario social la palabra silenciada de la mujer. (p. 123)

Con este punto de partida, en 2005 pudimos rastrear ciertas constantes en la poesía
de las mujeres. Una de ellas: la lucha a brazo partido por romper el silencio y el
sufrimiento que éste provoca que se convierte en un leit motiv que atraviesa los textos
de muchas escritoras de esa década, como el paradigmático “La desdentada” de Rosa
Machado (1993) en el que la falta de un lenguaje es metaforizada por la falta de
dientes. Algo del orden material (los dientes) sirve de metáfora a algo que es del orden
de lo simbólico (el lenguaje). Azpeitia Gimeno al analizar el pensamiento de Hélène
Cixous afirma que para ella: “La mujer convierte todo en cuerpo y su cuerpo en texto” y
que “ese lenguaje-cuerpo desmonta la oposición cuerpo-mente” (1996:248). Estamos
ante la superación de los dualismos y la evidencia de que entre naturaleza y cultura
(razón) no hay divisiones tan tajantes como creyó el Occidente moderno. Azpeitía
explica las razones por las que ocurren esos procesos: “La represión sufrida en su
cuerpo hace a la mujer más conciente de él y, el habérsele negado la palabra, la lleva
a convertirlo en lenguaje”. Son interesantes al respecto, las palabras de Cixuos citadas
por ella: “la escritura femenina es [...] grito del cuerpo reprimido que estalla” (1996:247-
248).

A partir de la equiparación cuerpo-texto, la escritura va haciéndose innovadora, rica y


sensual y va convirtiéndose en un instrumento de ruptura de viejas estructuras
mentales, como sucede en los poemas de Myriam Fuentes en los que un desenfadado
erotismo no teme la disolución, como ocurre también en “Antes del goce” de Mercedes
Saravia. Este tipo de texto conforma otra de las líneas transgresoras de la lírica de
mujeres pues exacerba la condena de las situaciones de opresión ya que éstas habían
actuado fundamentalmente negando el cuerpo sexuado de la mujer y acá éste se
libera.

Muchas veces los poemas vuelven a los dualismos, pero las evaluaciones se han
modificado en correspondencia con una de las líneas del feminismo actual, el
ecofeminismo. Se vuelve a asimilar a la mujer con la tierra en concordancia con
discursos ancestrales (mujer = Pachamama), y con las ciencias sociales modernas
que la equiparaban a la naturaleza, pero se lo hace igualando varón a cultura, a
progreso, a guerra, a devastación, a muerte y mujer a naturaleza, a retorno a las
fuentes, a paz y a vida. Esto se hace patente en “Canción terráquea del amor y del
olvido” de Rosa Machado.

Pero más allá de esta revalorización del polo devaluado, hay en la poesía de
Machado un apartarse (lo decíamos recién) del pensamiento binario considerado por
las feministas logo y falocéntrico (Azpeitia, 1996:234-235). El salto fuera se hace
presente en la construcción de un andrógino, que se acerca a la idea derrideana de la
archimujer. Esa instancia superadora de los binarismos se encuentra en un poema
atravesado por el discurso religioso, “Génesis”. En realidad, se trata de un retorno
futuro a los orígenes, a un momento anterior a la constitución del pensar binario.

La presencia de los andróginos es muy fuerte también en la poesía de Teresa


Leonardi Herrán; pero a diferencia de los andróginos de Rosa Machado no constituyen
un proyecto de futuro, son simplemente el antepasado mítico de la pareja humana
separado con dolor por la ley del Padre.

En otro capítulo de la misma publicación (Moyano,2005), Susana Rodríguez (2005) se


centra en la actuación de las narradoras y estudia (entre otros) el caso de Zulema
Usandivaras de Torino, quien siendo coetánea de los hombres del ‘40 nunca había
mostrado su producción y recibe en el año 88 un premio por su novela La esposa
(1989), en la que disecciona —desde el paradigma de la narrativa realista— la
violencia ejercida sobre las mujeres en una sociedad patriarcal.

Fue dable advertir que así como en los poemas de mujeres, el pensamiento binario,
aquel que puso en un polo desvalorizado a la naturaleza, al cuerpo y a la mujer va
disolviéndose por la amplitud y riqueza de los desarrollos que se alejan definitivamente
de los valores patriarcales y va creando su propio lugar central, también fue posible
reconocer que la dicotomía centro / margen había comenzado a perder fuerza. La
proliferación de minúsculos centros se dio desde los ‘80 por la formación de grupos
predominantemente femeninos y por la aparición de revistas literarias dirigidas por
mujeres. Nadie espera en las últimas décadas del siglo XX el gesto consagratorio de
ningún patriarca. Cada quien toma la palabra sin pedir permiso.

Después de este paneo por algunos de los trabajos investigativos que tuvieron como
objeto de estudio la producción de las escritoras y que reconocieron su importancia,
hagamos un rastreo por los porcentajes de nombres de mujeres en antologías post ‘60
que harán visible la falta de reconocimiento de los colegas varones y los avances y
retrocesos de un tipo de mentalidad.

En la década de los 70, los antólogos no son muy generosos con las escritoras. Adet
en Poetas y prosistas salteños, de 1973, modifica levemente los guarismos de
Fernández Molina con un 13,17 % de rúbricas femeninas. En 1978, Hugo Ovalle, en
una selección de 12 nombres pertenecientes a la mencionada en el título como
Generación del ’60, recupera el de Teresa Leonardi con lo que los porcentajes son
casi los mismos que en la de Fernández Molina (el 8,33 %).

En las décadas de los ‘80 y ‘90, los recopiladores se mostraron más propicios. Aunque
Adet reitera su selección con agregados en Cuatro siglos de literatura salteña (1981),
cuyo 13,79 % de participación femenina no modifica los porcentajes anteriores, el
apartado final (totalmente nuevo pues se trata de escritores surgidos en la década no
abarcada en su trabajo anterior) posee un alegre 34,61 % de nombres de mujer. Y ya
en los ‘90, Horacio Armani, aunque no conociera, por ser foráneo, el importante rol de
la mujer escritora en la década de los ‘80 en Salta, en una antología que recopiló
textos de los nacidos después de 1950, llamada La nueva poesía de Salta, hace una
acotada selección de 16 escritores con el honroso 25% de nombres femeninos.

Detengámonos ahora en los escritores salteños de Poesía del noroeste de S.


Sylvester que, al reducir a un 5% los nombres de mujer, no sólo incomprende su obra
sino que también nos recuerda que “la dominación masculina es simbólica y que sólo
puede superarse a través de una revolución simbólica” (Bourdieu, 2000: 57 y 58) Es
decir, no se supera con una simple toma de conciencia que podrían haber realizado
los trabajos críticos analizados.

El texto se basa en las selecciones más acotadas, aunque todas las nombradas en los
apartados anteriores están en su bibliografía, excepción hecha de la primera de Adet.
Sin darse cuenta de que incorpora no los nombres del pasado sobre los que ya
hubiera actuado el tiempo como era su intención, sino los elegidos por los otros
recopiladores15, reitera los incorporados en la selección de Aráoz (quita sólo uno y
suma dos16, pero ninguno de mujer) sin percatarse que aquella antología fue la
fundadora del canon de la poesía de Salta y que el canon es siempre un recorte en el
cual operan cuestiones derivadas de la subjetividad, del gusto y de la mentalidad de la
época que debemos revisar cuando pasa el tiempo.

Coloca nueve de los doce nombres de la de Ovalle (cinco ya estaban en la de Aráoz)


suprimiendo sólo a este antólogo, a Andolfi y a Toro. Entre los cuatro incorporados,
por suerte, está el de Teresa Leonardi.

Cuando le toca actuar sobre las antologías menos acotadas, silenciando los avances
hechos por el segundo Adet en los ‘80 y por Armani en los ‘90, incorpora sólo tres
nombres del último apartado de Adet, el que tenía 34, 61 % de participación femenina
y, de entre tantos, toma sólo el de Rosa Machado.

Cuando le toca jugarse absolutamente por nombres que no estuvieran en ninguna


antología, sin importante ni los avances de los antólogos próximos en el tiempo, ni la
calidad de lo escrito por la mujer escritora en las dos últimas décadas del siglo XX, ni
los trabajos críticos sobre ellas realizados lo hace sólo por Antonio Gutiérrez y por
Carlos Jesús Maita, con lo que los porcentajes caen estrepitosamente, con lo que —
tomando la antología en su totalidad— reduce, entre 30 y 40 años después de las
selecciones hechas por Fernández y por Ovalle la proporción de varones y mujeres del
8,33 % al 5,7 %.

Siendo la suya una antología que no discrimina sexos, vuelve a dejar (como Aráoz) a
Sara San Martín de lado. Esta vez ya no había excusas: primero porque los cinco
libros de Sara ya circulan (salieron después de concluida la Antología de Raúl y no
salió en la de Ovalle porque antologaba a escritores posteriores a ella) y porque como
dijimos han comenzado a ser estudiados por la crítica que reconoce su importancia.
No se acuerda tampoco de la múltiplemente premiada Liliana Bellone, ni de otras
mencionadas o que era plausible mencionar aquí. El caso de la no inclusión de esta
poeta confirma que la violencia simbólica está inscripta en los cuerpos, es una
sumisión encarnada: ella debía sentirse lo mismo feliz: su marido, el poeta Antonio
Gutiérrez, había sido incorporado. La falta de repudio en este caso contrasta con su
exceso ante la aparición de un tomo encargado desde la gestión cultural como
continuación de la generosa recopilación de Adet, que rubricado de nuevo con el
nombre de Cuatro Siglos de Literatura salteña esta vez por María Eugenia Carante
(2007) contiene un 39,33 % de rúbricas femeninas. El ataque, también apoyado por
poetas mujeres ¿tuvo que ver con esto? O ¿fue insoportable que el antólogo fuese
mujer?

La necesidad de una revolución simbólica, planteada por Bourdieu ¿podrá venir desde
un arte relacional en el que las distintas posiciones puedan ser leídas y reconocidas?

15
Olvida al hacerlo su propia reflexión, la que usamos en el epígrafe, hecha en Oficio de Lector “Quiero decir ¨[...]que las palabras
tienen una falta de neutralidad alarmante, deciden muchísimo (a veces demasiado) sobre esto tan visible y cuestionable que
llamamos realidad: la crean, la modifican, la destruyen y hasta pueden hacerla desaparecer para siempre. (2003:100)

16
Roberto Albeza y Juan José Coll
(Bourriaud, 25, 29 y 142) En otras palabras ¿será posible abandonar la dominación
simbólica, que siempre polarizó lo social, y valorizó un polo en desmedro del otro?

BIBLIOGRAFÍA (sólo la que no se superpone con la del los capítulos)

Aráoz Anzoátegui, Raúl (1980) “Juan Carlos Dávalos: un testimonio de su obra y su


persona” en Actas Simposio de Literatura Regional. Salta: Secretaría de Estado, de
Educación y Cultura.

Arredondo, Elva Rosa (1977) Meditación azul. Salta: Ediciones Apacheta.

Azpeitia Gimeno, Marta (1996) “`Nosotras, las sembradoras del desorden´. El


pensamiento de la diferencia sexual en H. Cixous y L. Irigaray” en Nieves Ibeas y
María de los ángeles Millán (ed.) La conjura del olvido. Escritura y feminismo.
Zaragoza: Icaria Antrazyt.

Botelli, José Juan (1963) “Entrevista a Raúl Araoz Anzoátegui” en la “Página Literaria”
N° 42 del diario El Tribuno. Salta.

-------------------------- (1980) “De mi amistad con Juan Carlos Dávalos”; en Actas


Simposio de Literatura Regional. Op. Cit.

Bourdieu, Pierre (1967) “Campo intelectual y proyecto creador” en Problemas del


estructuralismo. México: S. XXI.

----------------------- (1983) Campo del poder y campo intelectual. Buenos Aires: Folios.

---------------------- (2000) La dominación masculina. Barcelona: Anagrama.

Bourriaud, Nicolás (2006) Estética relacional. Buenos Aires: Adriana Hidalgo Ed.

Clemente, Terencio (13 al 20 de Agosto de 1967) “El buen humor de la Salta de


antaño” en Revista El Tribuno, Salta.

Guzmán, Raquel del Valle (2004) “La palabra inaudible” en Artenautas: Periódico
mensual de Cultura año 5 n° 69. Salta: octubre de 2004.

----------------------------------------- (2005) Elogio de la Poesía. Salta: Consejo de


Investigación de la UNSa.

Montero, María (Enero-Junio de 1984) “Cartas de Juan Carlos Dávalos a Manuel


Gálvez”; en Boletín de la Academia Argentina de Letras. Tomo XLIX, Nº 191-192.
Buenos Aires.

Moyano, Elisa (2003) “Las antologías y los textos de crítica periodística de los años '60
en Salta: fundamentos de un canon.” Ponencia presentada en las Jornadas de
Literatura, Crítica y Medios: perspectivas 2003, Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad Católica Argentina. Buenos Aires, 2003. (consultado el 30/03/12)
<http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/ponencias/las-antologias-y-los-
textos.pdf>

Rodríguez, Susana (2005) “Zulema Usandivaras de Torino o la imposiblilidad de


domesticar el deseo” en Elisa Moyano (Coordinadora) La Literatura de Salta. Espacios
de reconocimiento y formas del olvido. Salta: Consejo de Investigación de la
Universidad Nacional de Salta.

--------------------------- (2007) Periodismo y literatura. El campo cultural salteño del ‘60 al


2000. Salta: EUNSa.

Sáenz Valadez, Adriana (2011) Una mirada a la racionalidad patriarcal en México en


los años cincuenta y sesenta del siglo XX. Estudio de la moral en Los años falsos de
Josefina Vinces. Madrid: Plaza y Valdez Editores.

San Martín, Sara (29 de Agosto de 1965): “Algo más que el relato de una muerte” en:
"Página Literaria” Nº 98 de El Tribuno, Salta.

Sylvester, Santiago (2003) Oficio de lector. Córdoba: Alción.

LOS CUESTIONAMIENTOS GENÉRICOS EN LA LÍRICA Y LA NARRATIVA


PERUANAS Y JUJEÑAS ¿ÍNDICE DE CORRIENTES LITERARIAS EN EL CRUCE AL
NUEVO MILENIO?

Como un aporte al “Sub-proyecto Interinstitucional sobre la Literatura del NOA” que


tuvo como objeto sistematizar el estudio de las literaturas de esta región, realicé hace
unos años un trabajo que llevaba ese título a fin de mostrar cómo, en el nuevo
milenio, vuelven a repetirse unas posibles conexiones entre lo producido por escritores
del noroeste argentino y los nacidos en la región andina, similares a las que marcamos
(ver esto en 3.1.1) entre Manuel Castilla y José Enrique Viana. Este texto es un
resumen de aquel y lo incluimos aquí para abrir este libro sobre la lírica de los ’80 en
Salta y Jujuy a otros géneros como la narrativa y a carriles más dilatados que el NOA.

Las coincidencias en lo que hace a los cuestionamientos genéricos presentes en dos


textos de autores nacidos en Arequipa y dos provenientes de Jujuy: las existentes
entre los poemarios El naufragio de Noé (2000) de Lolo Palza Valdivia y las Crónicas
del Buen Amor (1989) de Ernesto Aguirre (en lírica) por un lado; y las encontradas
entre la novela Invencible como tu figura (2005) de Fernando Rivera, y una obra
premiada como cuento largo en 2001, Al lado de clara que duerme, de Pablo Baca; a
la que se agrega, en este último caso, una discusión acerca de los estereotipos
referidos a los géneros sexuales, hizo posible pensar en la existencia de hipotéticas
“corrientes literarias” actuales, similares (sólo por esa confluencia) a las producidas las
primeras décadas del siglo XX (regionalismo, indigenismo).

A.- PRIMER ESCORZO

Vamos a centrar nuestro análisis en los dos poemarios mencionados para ver sus
caracteres comunes. Las coincidencias de éstos con los de algunos textos reunidos en
alguna corriente ya estudiada por la crítica, podrían abonar la conjetura de su
existencia en Jujuy.

1.- UNA LÍRICA NARRATIVA

El segmento titulado “Estación de los árboles (segunda crónica)”, ubicado en la zona


central del libro El naufragio de Noé (2000) de Lolo Palza Valdivia, se presenta
estructurado en tres partes. La primera “(A manera de prólogo)” y la última “POEMA
EPILOGAL”, encierran la segunda, dividida a su vez en diez poemas numerados con
números romanos que no tienen subtítulo, a excepción del VIII y el X que tienen uno
en minúsculas y entre paréntesis “(inventario)” y “(dos exordios y un objeto de placer)”,
respectivamente. Cabe aclarar que sólo esas dos partes tienen, además, una
segmentación en dos y tres poemas numerados con i, ii o i, ii, iii.

Si nos detenemos en el título del segmento y pensamos en la palabra “Estación” como


época del año pero también como parador o apeadero, es decir como la posible la
marcación de unas coordenadas témporo-espaciales, y la unimos al modificador
indirecto “de los árboles”, desde el comienzo sabemos que se va a tratar de un tiempo
o un espacio marcado por la presencia de árboles. El hecho de que este título esté
acompañado de un subtítulo que contiene la palabra “crónica” nos prepara para la
lectura de un texto de tipo narrativo. Se genera ahí una primera hipótesis de lectura a
pesar de la presencia de versos.

A la aparición del subtítulo “crónica” se une el hecho de que el segmento presenta una
buena cantidad de apartados, algunos de los cuales poseen subtítulos (prólogo y
epílogo) que aluden al inicio y al cierre de un texto generalmente narrativo o
ensayístico. Ahora bien, el atisbo inquietante es que, casi al final, uno de los apartados
tiene un subtítulo que alude también a prefacio, proemio, introducción. Nos referimos a
la palabra “exordio”. Esta inquietud permite pensar en la existencia de una subversión
en lo que hace a las normas de la narrativa, a través de la cual los introitos puedan ir
al final. Los escritores posmodernos, dice Secreto (2008) citando a Quevedo, pierden
el respeto a ley severa. Pero dejemos esto para después.

Los dos primeros epígrafes, que se encuentran en la misma página del título, aluden a
la tala de árboles en una ciudad, a la huida de los pájaros hacia las montañas, y al
hecho de que los troncos fueron lanzados a los ríos; ¿convertidos en embarcaciones?
nos preguntamos.

El prólogo, como muchos cuentos modernos, relata el final de la historia. Una voz en
primera persona del singular dice “He muerto con los árboles”, esta afirmación nos
pone en la disyuntiva de pensar si el que habla es un árbol más o si se trata de alguien
que eleva su voz de protesta diciendo:

Nadie pudo regresar de tan prematura muerte

Pero he podido maldecir

pintar paredes

elevar pancartas

(2000:79)

Ya en los pequeños apartados, se evidencia que un árbol habla (parte I) en presente lo


cual nos retrotrae al momento en que el árbol estaba en pié (“Me pinto los labios de
verde”, “Al sol / estiro los brazos”) y que se dirige (parte II) a alguien que se mueve, al
caminante que recorre las sendas arboladas:

Le doy sombra a tu hambre

le doy sombra a tu sed

le doy sombra a tus ganas


caminante

(2000:80)

En la IV, se nombra la poda, la despedida, la distancia y un resistirse a morir; en la V


ya no hay crecimiento:

Y guardo celoso mi corazón

que ya no crece al compás de la vida

(2000:82)

En (inventario) VIIIi, esa voz habla de “aguas”, de “una burbuja … que viaja” y en VIIIii,
dice “navego”, “remonto vuelo”, “huyo” (2000:84), con lo que, a los vocablos cuyos
semas remiten a lo líquido, se suman aquellos que conllevan movimiento: ¿el árbol es
ahora una nave o está simplemente nadando a la deriva?

El apartado “(dos exordios y un objeto de placer)” plantea un nuevo comienzo. La


historia vuelve a empezar: es el ciclo muerte / vida. Esto explica entonces que el
subtítulo sea exordio. No hay, en sentido estricto, una transgresión a las normas de la
narrativa. El árbol vuelve a dirigirse en primera persona y en presente a alguien para
decirle:

Doy para tu piel

mis verdes / mis flores

(2000:86)

El “Poema epilogal” plantea una polinización en el “en el vientre húmedo de la madre”,


o sea que se refuerza la idea de un ciclo en el que los árboles, como todos los seres
vivos, nacen, crecen, se reproducen y mueren. Lo que está claro entonces es que, a
su manera, el texto cuenta la historia de un (o unos) árbol/es, su vida, su relación con
los seres humanos, sus conflictos con ellos y su muerte por sus manos a la que alude
el tercer epígrafe: “De qué puedo hablar al borde de la vida si la muerte pasa en
continuo movimiento.” (2000:77)

En el Capítulo 3.2.4 de este libro hemos mostrado que Las Crónicas del Buen Amor
(1989) de Ernesto Aguirre plantean similares inquietudes.

2.- LOS POEMAS, UN OBJETO

La novedad de los poetas narradores está en el marco de los entrecruzamientos


genéricos posmodernos (Secreto, 2008:89) y significa también un retomar los cruces
más primigenios de la lírica castellana, los del romance, en este caso sin la presencia
del verso medido octosilábico que dibujaba en la página en cairel, por supuesto. En el
caso del segmento analizado del poeta peruano, el uso del verso libre, centrado línea
a línea, genera figuras sobre las hojas (copa, tronco, raíces, en algunos casos; en otro
hay dibujado un pino), con la consecuente cercanía al poema-objeto, utilizado en
distintas épocas y fundamentalmente por los surrealistas (Fernández, 2007).
Los versos del jujeño están centrados pero no como los del segmento de Palza
Valdivia, sino con alineación a la izquierda. Son una mancha negra pequeña sobre un
fondo blanco. Los juegos opacidad / claridad, dicotomía con alta relación con muerte /
vida que pueden rastrearse en las Crónicas del buen amor, se hacen presentes
también en la oscuridad de los grafemas sobre el blanco de la página y esto también
significa, como vimos antes: es la representación gráfica de un pozo de sombra en
medio de la luz. ¿La muerte horadando la vida?

3.-UN SUJETO LÍRICO QUE NARRA Y DENUNCIA

El acto de narrar, presente en el segmento analizado del primer poemario, es la puesta


en cuestión del sujeto que habla de sí como en la lírica decimonónica y este
cuestionamiento es una de las transformaciones del género lírico ya presente en
varias corrientes del siglo XX. Está además la realización de una crítica social al
denunciar la tala de árboles en una ciudad. Sin embargo ¿el sujeto simplemente muta
a narrador de unos hechos cuya conflictividad se denuncia o hay también un hondo
lirismo que está contenido no sólo en el planteo del ciclo de la vida, sino también en
los semas de algunas palabras?

En el caso del segundo poemario, los movimientos de los caracoles por los troncos
calientes de un ceibo en flor (1989:6), de los gatos blancos con su luz en las sombras
(1989:33), de los gallos que guardan en su garganta la luz del día siguiente (1989:15),
de los perros, los caballos y las aves en general (usadas a veces como término de
comparación), de los peces y las mariposas, no sin contar con los específicamente
humanos, (mucho menos numerosos), como el pasar por un puente, podrían ser
leídos de manera semejante a la utilizada para leer los analizados en el apartado
inicial, como la narración de un pasaje hacia otra cosa con la lógica presencia de un
narrador. Enumerarlos aquí sirve para explicar el título del libro: el buen amor es
también el ecologista amor por los seres vivos, aun por los plantados en la ciudad, e
implícitamente, denunciar su destrucción como ocurre en el segmento analizado del
poeta peruano.

PRIMERA CONCLUSIÓN

Los tres puntos de contacto mencionados son suficientes para marcar el paralelismo
entre los fragmentos de los poemarios. Los dos intentan poner entre paréntesis lo
subjetivo para mostrar, en apariencia objetivamente y bajo la forma de un texto objeto,
lírico-narrativo, la preocupación por el mundo que los rodea. Poseen miradas atentas
al paisaje. Dibujan parciales imágenes cotidianas y describen lo aparentemente
insignificante y trivial, lo que no significa que no estén hablando, como lo hace la
poesía universal, de una problemática profundamente humana y que lo hagan desde
un punto de vista cargado también con el dolor por la finitud; aunque por su precisión
formal desprecian lo hermético que propugnaban los neo-barrosos (como los llamara
Néstor Perlongher, citado por Dobry,2006:127).

Nos preguntamos entonces si ambos pueden encuadrarse o no en la poesía


objetivista, originada en el imaginismo de Pound, y cuyas características son, en el
nivel de la forma de la expresión, la precisión en el uso de lenguaje y la creación de
poemas objetos; y, en la del contenido, el desprecio por lo hermético, la crítica social,
la temática urbana (Sarmiento, 2005). Dice Edgardo Dobry que, transmitida por Girri
(1919-1991) en Argentina, esta corriente nace del agotamiento de la concepción del
poema como expresión de las vicisitudes del yo (2006:123) y que sus cultores retoman
la tendencia coloquialista de los ’70 en franca rebelión contra el neobarroco de los ’80.
También afirma que los poetas objetivistas de los ´90 son poetas y narradores –o
poetas narradores- que expresan, como muchos durante el siglo XX, “el desborde
permanente de la ciudad contemporánea” (ibídem: 120). Dice que “les atraen más las
parciales imágenes cotidianas que la metáfora totalizadora, la descripción de lo fútil y
provisorio que el verso memorable” (ibídem: 124). Disentimos con el autor cuando
afirma que a diferencia del neobarroco, marcadamente continental y animado por el
cubano Severo Sarduy, el objetivismo tiene un “acento marcadamente nacional”
(ibídem, 126), ya que vimos que también la mirada del poeta arequipeño “está siempre
atenta al paisaje, nunca se deja tentar por las abstracciones ni por ninguna maniera
del gongorismo” (ibídem:129). Además si se origina en Pound y otros poetas
norteamericanos ¿por qué no habrá de darse en otros países latinoamericanos? O sea
que, tal vez, estos textos, producidos en los años inmediatamente anterior y posterior
(1989 y 2000) de la década mencionada, podrían enmarcarse ahí.

B.- SEGUNDO ESCORZO

En lo que hace a la narrativa, vamos a centrarnos en los dos textos objeto de este
estudio, los cuales, a pesar de ubicar las historias de los personajes en ambientes
rurales serranos, toponímicamente mencionados y ubicables en la geografía de las
provincias natales de sus autores (Arequipa en Perú y Jujuy en Argentina) sólo hacen
ligeras menciones al paisaje y al frío de las noches. En otras palabras, los textos, sin
romper los puentes que los vinculan a una referencialidad geográfica concreta, que
había sido tratada en corrientes estéticas anteriores desde moldes realistas,
descentran este aspecto y se ciñen a la esfera de la vida privada de los protagonistas,
héroes problemáticos con novelas familiares complicadas, construidos por fuera de los
estereotipos propios de los géneros sexuales. Cabe aclarar que el descentramiento del
paisaje y la centralidad del personaje tienen su correlato en el nivel discursivo, con la
utilización de procedimientos propios de la narrativa post-joyceana (rupturas de la
linealidad temporal, cambios de narrador, y, sobre todo, la incorporación de elementos
inexplicables que van más allá de la comprensión racional, con creación de climas
oníricos o llenos de sugestión, que acercan esta narrativa a la lírica). Comencemos
con esto último.

1.-UNA PROSA POÉTICA

Tanto una de las múltiples historias que se entrecruzan en Invencible como tu figura
(2005) de Fernando Rivera como la que relata Al lado de Clara que duerme de Pablo
Baca podrían ser sintetizadas en la idea de un amor realizado y, a nivel discursivo,
hacen gala de una prosa poética y cargada de sugerencias, en claro paralelismo con
los cruces genéricos que mencionábamos para la lírica:

Y estoy ahí, tercamente, repitiéndome a mí mismo, preguntándome otra vez, si


no estoy cayendo en la tentación de arrastrar aquellas figuras por el tiempo y
hacerlas circular por el páramo, o somos Valentina y yo dos figuras que
circulan por el tiempo o el tiempo circula por nosotros despertando cada vez
nuevos estados de conciencia, o finalmente, si no estoy deseando precisar mi
origen, un punto desde el cual trazar la línea de una sucesión de vidas que
llenen el vacío que tengo entre manos. ¿Sería ese mi deseo entonces, es mi
deseo aún, tratar de ser ahora? (2005:58)

El fragmento hace alusión, desde el punto de vista de la historia narrada, a la vida de


los protagonistas en el páramo; y también a unas figuras que los representan y que
han sido diseñadas a fin de ser dibujadas en unos ceramios. Pero las preguntas
retóricas y el tipo de reflexión sobre el tiempo y sobre la realidad de la existencia, lo
acercan a un poema filosófico escrito en prosa.
En otra parte, cuando al final de la novela el narrador-protagonista ha perdido la vista
luego de haber sufrido junto con Valentina prisión en una cueva, hay una fuerte huella
de la poesía de Borges, concretamente en estas líneas y en alusión a la ceguera:

Veo la luz de cada objeto, un árbol, un ave. Su perfil, la geometría secreta de


su cuerpo, su belleza como un aura, definiéndolo. Puedo acceder a ellos, a su
luz, gracias a esta mi circunstancia. Veo la luz de las cosas, pero llevo la
oscuridad de la cueva en los ojos. (2005:177)

Por último y sólo para no abundar con los ejemplos, en las últimas páginas, hay una
descripción de nuevos ceramios, aquellos que Valentina pintaba a partir de sus
propias ideas y las de Rodrigo, ya ciego:

Uno era un plato que tenía grabado en el círculo central la imagen de una
serpiente desplegada como una “S”. La serpiente llevaba el perfil de una
cabeza de felino en cada extremo y unas garras al acecho debajo de ellas. El
fondo de la imagen era un osario formado enteramente por huesos húmeros.
(2005:219)

La presencia de los huesos húmeros, eco de unos versos del poema “Piedra negra
sobre una piedra blanca” de César Vallejo, resulta un homenaje muy evidente a su
lírica.

En algunas descripciones del cuento de Pablo Baca, aparecen temas muy caros a la
poesía como la noche y también ciertos recursos (adjetivación, enumeraciones) que
cargan de poeticidad el manejo de la prosa. Inclusive, en este caso, hay una breve cita
textual del “Nocturno” de José Asunción Silva. Veamos, de paso, cómo el paisaje es
pintado en tres pinceladas y el personaje adquiere relevancia.

Afuera brillaban las estrellas y también una luna inmensa sobre los objetos
dispersos en el desierto: pedazos de un alambrado, unas pircas, hileras de
yuyos aquí y allá. […] La noche estaba llena de murmullos y el aire era limpio y
duro. Me llené los pulmones. (2001:13)

2.-ESTADOS ONÍRICOS

La sugerencia está dada también por una mención permanente a estados oníricos.

Hay una “recurrencia en la memoria de un sueño tan intenso como extraño” que
golpea en forma reiterada produciendo “una sensación de amenaza inminente, de
catástrofe próxima, de horror con signo apocalíptico” (Rivera, 2005,14). Dice también
que, en el mismo sueño, hay curiosas figuras cuyo “diseño es antiguo, prehispánico”
(Rivera, 2005,14) y que las imprimirá en vasijas para “exorcizar la misteriosa amenaza
venida de ese sueño extraño” (Rivera, 2005,14).

En lo que hace al cuento, también el narrador-protagonista presenta, desde el inicio,


sus estados oníricos: “Puse a calentar agua y me recosté tapado con una frazada; y
enseguida me quedé dormido. Al rato creí ver en sueños un resplandor y me desperté
sobresaltado.” (2001:16) La búsqueda de calor y la frase “enseguida me quedé
dormido” vuelven a reiterarse más adelante cuando él ya se encuentra en pareja con
Clara, mujer ciega que, como Valentina, habitaba en un páramo:

Soñé que tenía algo que decirle aunque no podía recordar qué. Lo que ocurría
era que a pesar de que estaba junto a ella no podía decírselo sino que –con
esa forma caprichosa de los sueños- era algo que sólo podía decirse por
escrito. (2001:41)

El párrafo marca la dificultad del protagonista para comunicarse con el otro: no


recuerda qué debía decirle; está junto a ella, pero no puede hablarle; debe escribirle,
con el agravante de que Clara es ciega y no va a poder leer lo que le escriban; ella se
va.

3.- EXPERIENCIAS INCOMPRENSIBLES

Con relación todavía a los climas que van creándose, es interesante ver que antes de
llegar a estados de comunicación casi perfecta, que alcanzan las dos parejas hubo
ciertas experiencias incomprensibles, típicas de la narrativa post-joyceana,
relacionadas a veces con otros personajes y situaciones. En la novela, entre las dos
figuras iniciales pensadas para imprimir en los ceramios, aparece en determinado
momento una tercera. Se dice:

Entré más fijo la mirada en las figuras, con la esperanza de que algo me sea
revelado, un detalle, una hebra por donde empezar a desovillar su historia, se
hace más incierta la imagen de este nuevo ser. Lo único que obtengo son los
fragmentos fugaces que ya conozco: una huida desesperada por las arenas del
desierto con aquella muchacha apenas conocida, y luego ese ser cuya
presencia se hace ambigua, se vuelve indescifrable. (2005:58).

En el cuento, hay toda una situación imprecisa entre el protagonista y su ayudante, a


partir de una historia que corre en paralelo a la principal, la que narra la extraña
aparición de un puma que algunos habitantes del pueblo relacionan con la mujer
ciega: “Renfijo venía callado. No era sólo un enojo; después de esos días en que
estuvo hablando del puma, se puso taciturno y entonces las conversaciones fueron
perdiendo sentido” (2001:35) También hay conversaciones con Clara cargadas de
incoherencia, imposibles de ser comprendidas: “Explicaba o intentaba explicar qué
hacía ahí, en esa pieza y ese desierto, pero también decía cosas incoherentes […]
Naturalmente yo no entendía demasiado” (2001:32)

Vamos a suprimir lo dicho en las siguientes partes del antiguo trabajo: la 4, las
historias y los personajes masculinos; la 5, el “giro sexual”; la 6, los personajes
femeninos; la 7, las novelas familiares; la 8, rupturas a la linealidad de la historia; la 9,
cambios de narrador o de punto de vista; 10, la reflexión sobre la escritura ya que la
clara coincidencia de ambos libros en esos aspectos es retomada en las conclusiones:

SEGUNDA CONCLUSIÓN

Recapitulemos lo dicho a fin de ver a qué corriente podrían pertenecer los libros de
narrativa estudiados. Se me podrá objetar la comparación con una narrativa distante
en el tiempo, pero la objeción se invalida pues también haré el cotejo con una más
reciente.

En primer lugar, digamos que al prescindir de la descripción de imponentes y


agresivos escenarios naturales, y, al mismo tiempo, evitar la mención a los conflictos
sociales, ambos textos se encuentran en las líneas de cancelación definitiva de las
corrientes regionalista / indigenista cuyo programa (todavía realista) incluía su puesta
en discurso. Esos conflictos son abarcados en otras historias de la novela de Rivera
no incluidas en este análisis, aunque tampoco se los trabaje en ellas desde el modelo
indigenista clásico. Digamos que la construcción de un paisaje sin una agencia
independiente, hecho a la medida de los personajes, muestra que el eje, a nivel de la
historia, pasa por ellos. El recorrido por su caracterización, su accionar y su pasado
infantil muestra su problematicidad y sirve también para marcar las diferencias tajantes
con los personajes, casi siempre prototípicos, planos y sin profundidad psicológica del
regionalismo. Es posible mencionar que los estereotipos de género, que estaban
presentes en esta narrativa (la mujer era pasiva y generalmente débil) se encuentran
totalmente superados en los textos que nos ocupan.

La mención a narradores, homodiegéticos en los textos analizados, y a sus cambios


permanentes, se opone a los extradiegéticos de regionalismo que no variaban en todo
el recorrido. La conciencia de aquellos de estar ante la materialidad de la voz que va a
ser transcripta, la conciencia de la posibilidad de la existencia de muchas voces que
hablan con sus diversos puntos de vista, o de versiones de los hechos, se encuentra a
una distancia considerable de los narradores del regionalismo / indigenismo desde
cuya monológica voz con perspectiva exterior se dibujaba un mundo, pretendidamente
copia de lo real, donde la explotación de la naturaleza y del hombre iban de la mano.

A pesar de existir estados oníricos y situaciones ambiguas, tampoco sería posible


encuadrarlos bajo los rótulos hiperregionalismo (Cándido,1974), o neoindigenismo
(Escajadillo,1971) propuestos por los críticos ante la insuficiencia conceptual de los
marbetes anteriores para textos que, aunque se insertan de alguna manera en las
corrientes ya mencionadas, las remozan con las estrategias de la novela superadora
del realismo. No ocurre aquí la transfiguración de la región de la que habla Cándido,
“nutrida de elementos no realistas, como el superrealismo, el absurdo, la magia de las
situaciones” (1974,353).

A pesar del uso de “las innovaciones post-joyceanas: cambios de punto de vista,


saltos en el tiempo” (Gnutzmann,2008:370), la región es mencionada con cierto
realismo; pero se eclipsa, pasa a estar como un telón de fondo, y no tiene la relevancia
que tienen los personajes, fundamentalmente los femeninos. La centralidad del
personaje, el fin de los estereotipos de género, el giro sexual que marcábamos en
ambas novelas y, sobre todo, sus cuestionamientos al género literario ¿pueden ser
marcas de una corriente?

BIBLIOGRAFÍA LITERARIA (no mencionada en la bibliografía del libro)

BACA, Pablo (2001) Al lado de Clara que duerme. Jujuy: Fundación Pregón,

PALZA VALDIVIA, Lolo (2000) Naufragio de Noé. Perú: Lago Sagrado.

RIVERA, Fernando (2005) Invencible como tu figura. Lima: Fondo Editorial de la


Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

BIBLIOGRAFÍA TEÓRICO-CRÍTICA

CÁNDIDO, Antonio (1974) “Literatura y subdesarrollo” en César Fernández Moreno


América Latina en su Literatura. México: Siglo XXI.

DOBRY, Edgardo (2006) “Poesía argentina actual: del noebarroco al objetivismo” en


Tres décadas de poesía argentina (1976-2006).Buenos Aires: Universidad de Buenos
Aires,.

ESCAJADILLO, Tomás (1994) La narrativa indigenista peruana. Lima: Mantaro.


FERNÁNDEZ, Fránklin “El poema objeto” en http://elpoema-objeto.blogspot.com,
2007.

GNUTZMANN, Rita (2008) “La narrativa peruana del siglo XX: del modernismo a la
diversidad” en Trinidad Barrera (coord.) Historia de la Literatura Hispanoamericana.
Tomo III. Siglo XX. Madrid: Cátedra.

LÓPEZ CASANOVA, Martina (2000) “La narración de los cuerpos” en Elsa Drucaroff,
La narración gana la partida. Tomo 11 de la Historia Crítica de la Literatura Argentina,
dirigida por Noé Jitrik. Buenos Aires: Emecé.

MOYANO, Elisa (2010) “De Inkarrí a la Inka Kola: acerca de las subjetividades andinas
y urbanas recientes” en Anais das IX Jornadas Andinas de Literatura Latino
Americana. Niterói: Universidade Federal Fluminense.

SARMIENTO, Sergio, “Carl Rakosi, poeta objetivista” en


http://www.esperpentia.cl/crak.htm, 2005.

SECRETO, Cecilia (2008) “La travesía de los géneros: el espacio de la reescritura” en


Cristina Piña (editora) Literatura y (pos) modernidad. Buenos Aires: Biblos.

ANEXO 3: CORRESPONDENCIA

COMENTARIOS Y DESCRIPCIÓN DEL INTECAMBIO DE MAILS (QUE SE ADJUNTA


DESPUÉS) OCURRIDO ENTRE EL 15/03/2011 Y EL 04/04/2011 ENTRE NÉLIDA
CAÑAS Y MERCEDES SARAVIA

Es importante ver, a través de este intercambio epistolar, la profundidad de los lazos


que se generaron a fines de los ’80. Las escritoras que se mencionan no sólo leen lo
que las otras producen. Todas escriben su lectura afianzando aún más sus relaciones
(Bellone comenta texto publicado de Saravia; Saravia uno de Cañas; Cañas uno mío
en una cadena indestructible). Otro aspecto muy interesante es ver las coincidencias
con lo expresado por mí en la introducción del libro: todo lo ocurrido en los ‘80 se
gestó porque veíamos de experiencias horribles y del silencio. Cabe aclarar que
guardé el mail del comentario de Nélida sobre mi trabajo de 2011 que Mercedes
Saravia me reenviara en el que se agregan datos y mucha emoción por lo vivido en
aquel entonces; y lo archivé sin leer el resto de los mails. Hoy, al releer aquél para
colocarlo como un anexo de mi libro, descubro todo el intercambio y confieso que me
causó gran impresión ver la idéntica concepción que tenemos no sólo de la época sino
también de sus causas.

15/03/2011

Nélida Cañas (N) habla del comentario que Liliana Bellone escribió sobre el libro
reciente de Mercedes Saravia (M). Es de suponer que éste había sido enviado por M
a N.

25/03/2011

M manifiesta haber realizado un escrito que, evidentemente, le adjunta sobre un libro


de microrelatos de N.

26/03/2011

N afirma que el texto de M no es sólo un comentario de su libro, sino que también


habla de “un período de la historia del país […] devastado por la fuerza y la sinrazón”
y de la amistad indestructible que ya lleva 22 años.

28/03/2011

M dice a N que sus percepciones acerca del texto son adecuadas y tienen que ver
con un intento de reconstruir la memoria de aquellos años. Dice “no fue casual lo que
ocurrió ni cómo ocurrió, sino que tuvo que ver con la época, con el silencio al que nos
habían sometido y la apertura que vino después. Eso nos llevó a decir lo que había
que decir y encontrarnos y hacer lazos entre nosotros que aún persisten, porque
nacieron de aquellos tiempos de renacimiento después del horror. Esa fuerza está
todavía en cada uno de nosotros y crea lazos que no se rompen fácilmente.” A
continuación M comenta a N acerca del trabajo de mi autoría, el de 2011 y la invita a
sumarse al ejercicio de memoria al que yo los había convocado.  Ver la nota N° 13 del
capítulo 2.

Ese mismo día N responde a M confirmando su apreciación. Dice “Creo también que
esos lazos fueron tan fuertes y persistentes porque venían de aquel horror. Porque
venían del aislamiento y el silencio. Del dolor de tanta muerte.”

01/04/2011

M envía a N el archivo de mi trabajo de 2011 y le comenta que en ese momento yo


estoy escribiendo una comparación entre los poemas de Aguirre y los de un
ecuatoriano. M se confunde eran los de un peruano: habla del trabajo mencionado en
nota 43.

03/04/2011

N a M hace un extenso e interesantísimo comentario sobre mi trabajo “Fases de la


escena literaria” que M me reenvía, sin darse cuenta (quizá) de que me enviaba el
intercambio epistolar de más de una quincena. Es importante aclarar que en aquel
momento como ejemplo de lo realizado por el grupo de la “Hoja de poesía” estaba el
poema “Terremoto” de Mercedes Saravia. En el capítulo dos, ahora, hay uno de Mili
Acosta.

04/04/2011

Ingreso al diálogo con el entusiasmo de haber leído el comentario de Nélida que


guardé hasta ahora

A partir de aquí, aconsejo leer de abajo para arriba.

De: Elisa Moyano <elisamoyanogana@hotmail.com>


Asunto: RE: Elisa: Nélida comenta tu trabajo
Para: "mercedes saravia" <merpoesia@yahoo.com.ar>, "mercedes saravia"
<mer_saravia@hotmail.com>
Fecha: lunes, 4 de abril de 2011, 15:41

Mercedes!
  
Me leí lo que manda la Nélida y me parece interesantísimo!! La veo entusiasmada con
el tema!
 
Besitos, Elisa 

Date: Sun, 3 Apr 2011 15:03:20 -0700


From: merpoesia@yahoo.com.ar
Subject: Elisa: Nélida comenta tu trabajo
To: elisamoyanogana@hotmail.com

Elisa: 
Nélida, comenta tu trabajo, el que saldrá publicado en Jujuy.  

Nelida Edith Cañas <nedica49@hotmail.com>


Asunto: RE: RV: "Hermelinda" (Producciones Pi) 2011
Para: merpoesia@yahoo.com.ar
Fecha: viernes, 1 de abril de 2011, 20:23
Querida Mer, te escribo todavía conmovida por el ensayo de Elisa Moyano. El texto de
Ramón Vera con que abre su trabajo es realmente excelente. A la vez que narra los
hechos que se vivían en esos tiempos se hace parte de ellos involucrándose con esa
estrofa con la que finaliza el poema:
De golpe me doy cuenta
que yo doy muchas vueltas 
para decir las cosas,
no sea que otra madre con la misma pena se
agreque un jueves
a la plaza.
El trabajo de investigación de Elisa: serio, profundo, abre una instancia necesaria
acerca de los hechos y circunstancias. Cuántos nombres queridos ahí. La necesidad
urgente de crear grupos, de leernos, de salir de tanto aislamiento. De reconocernos.
El grupo Retorno. El gesto de ruptura y afirmación a la vez de la Hoja de poesía.
Tu maravilloso poema Terremoto:
TODO trastabilló
                     y se vino
                                   abajo  
La certeza de un mundo
                             bajo los pies
se quebró
                                             en infinitos pedazos
 
y el hombre tuvo que buscar
en lo más hondo de sí
para encontrar
el sentido
 
           entre tanto escombro
tanta ruina
tanta MUERTE
 
Un poema que nombra la incerteza, la quebrantadura de un mundo hecho pedazos.
Un mundo donde la muerte, el dolor y las infinitas pérdidas reinaba.
No sé, escribo a mano alzada. En realidad quisiera nombrarlos a todos. Porque a
todos los he conocido, los he leído y valorado como una partecita que integraba ese
pequeño cosmos del que yo también era parte.
Y en Jujuy el querido  Reynado Castro y su antología. Y Ernesto (con un trabajo sobre
su poesía participé en aquel Congreso de Poesía  del NOA Y Tarija , que fue
inolvidable para mí ). Y Pablo. Y Ocalo García. Y Alvaro Cormenzana, figura de una
gran trascendencia para todos nosotros en Jujuy. Sí, todos.
Y todos ustedes en Salta recibiéndonos con los brazos abiertos y con la escucha
atenta, luego de la devastación y del silencio.
Luego publiqué en Salta con Víctor Manuel Hanne y fue Emilia la que prologó ese
libro, De este Lado del Mundo. Después fue el Premio Walter Adet a mi libro Animal
de lo Desconocido.
Era así, un intercambio maravilloso de libros, de presentaciones, de trabajos. Idas y
venidas de una provincia a otra hermanándonos, fortaleciéndonos. Creando lazos
cada vez más fuertes.(Recuerdo el café literario de Roberto Salvatierra... Y aquella
mesa maravillosa presentando tu libro junto a Joaquín, Y Liliana y Antonio y Cuqui...
Era como si al querer separarnos y en la separación anularnos,
silenciarnos...creáramos entre todos un efecto contrario que se produjo con el
advenimiento de la democracia.
Tantos recuerdos, Mer, tantos recuerdos.
Un abrazo enorme, Nélida
 

Date: Fri, 1 Apr 2011 13:31:50 -0700


From: merpoesia@yahoo.com.ar
Subject: RE: RV: "Hermelinda" (Producciones Pi) 2011
To: nedica49@hotmail.com

querida Nélida:
                       para que compartas otros escritos,
 te mando en archivo lo que escribió Elisa para un
 congreso en Jujuy del año pasado, y ahora saldrá editado.
 En un nuevo congreso, creo que es ahora en mayo, Elisa tomará 
a un poeta de Ecuador y a Ernesto Aguirre.
          A Elisa le mando también lo que escribí para tu libro 
     muchos cariños
          mercedes

--- El lun 28-mar-11, Nelida Edith Cañas <nedica49@hotmail.com> escribió:

De: Nelida Edith Cañas <nedica49@hotmail.com>


Asunto: RE: RV: "Hermelinda" (Producciones Pi) 2011
Para: merpoesia@yahoo.com.ar
Fecha: lunes, 28 de marzo de 2011, 18:56

Creo también que esos lazos fueron tan fuertes y persistentes porque venían de aquel
horror. Porque venían del aislamiento y el silencio. Del dolor de tanta muerte.
Un abrazo, Nélida
 

Date: Mon, 28 Mar 2011 08:11:36 -0700


From: merpoesia@yahoo.com.ar
Subject: RE: RV: "Hermelinda" (Producciones Pi) 2011
To: nedica49@hotmail.com
hace lo propio con textos escritos desde esa fecha hasta 2007. Si Reynaldo, en el
capítulo que habla sobre aquellos, menciona la falta de crítica sobre los tomos (que
había sido solicitada por el prologuista), podemos decir que en Salta hubo críticas
(tomada aquí la palabra en otro sentido) terribles que yo atribuí, en su momento, al
hecho de ser la compiladora del tomo 2 una mujer, María Eugenia Carante (Walter ya
no estaba); podríamos hablar de una intensa polémica que se desarrolló por internet y
que sería muy interesante estudiar. Entonces si hay paralelismo en la producción de
las antologías hay una oposición en lo que hace a las reacciones y reconocimientos.

Si la edición de Nueva poesía de Jujuy en 1991 podría tener un paralelismo con la de


La nueva poesía de Salta de Horacio Armani del ‘90, la primera, precedida por el
reconocimiento que la página literaria del diario Pregón hacía de los jóvenes escritores
y armada desde la solidaridad entre los pares ya mencionada, tuvo una fuerza
consagratoria que no tuvo la segunda, nacida de obtusas rivalidades entre grupos.
Quizá el paralelismo en este sentido podría realizarse con Poesía de Salta Generación
del sesenta cuya fuerza consagratoria se hace sentir aún en nuestros días con su
reciente reedición, costeada por el municipio de Salta. Injusta cuestión que impide el
sano recambio generacional y es digna de ser estudiada también. Pero eso es harina
de otro costal.

Gracias, Reynaldo, por ser un promotor de ideas de una talla inmensa. Las
conversaciones con vos y las posibles de entablar con tus libros son siempre de una
riqueza inquietante.

 
PALABRAS PARA ELISA17

Estos poemas que Elisa Moyano acaba de publicar me traen de vuelta a los años del
grupo Hoja de poesía. Cinco mujeres (1) que buscaban dar a conocer su producción
poética sin ninguna clase de padrinos. Las hojas con poemas eran expuestas y
repartidas en la Feria de Arte al aire libre El Tendedero (2), desde septiembre del 87
hasta mediados del 91.

A partir de allí cada una siguió su camino. Pero ese tiempo de solidaridad entre
mujeres, a poco de la vuelta de la democracia en nuestro país, marcó una huella
profunda en cada una de nosotras.

En este contexto se sitúan los poemas. Podemos reconocer en ellos una voz que
escribe como mujer y otra, como madre. Esta es una división que el psicoanálisis se
encargó de señalar y que se patentiza en estos poemas. “Subvertir, transgredir,
intentar la locura sin regreso”, es un programa que dice de los arrojos de una mujer
que se deja llevar por los caminos del deseo, sin medir las consecuencias. Y sólo la
amistad aparece como un refugio en los desamparos. Por otro lado, la voz de una
madre que retrata a sus hijos y se mira en ellos, con la ternura del amor. Y la que mira,
en el paisaje de la ciudad, la herida punzante de los niños de la calle. Cada una de
ellas es dicha con una palabra precisa, plena de sabores y colores, en la fluidez de sus
metáforas. Y todas ellas se conjugan enhebrando los hilos de las palabras.

Querida Elisa: celebro esta publicación con el recuerdo de aquellos años intensos de
amistad y poesía (3).

17
Especialmente para un Cuaderno de la Gaviota Blanca que no llegó a publicarse.
Mercedes Saravia

(1) Emilia Acosta, María Belén Alemán, Elisa Moyano, Alicia Poderti y Mercedes
Saravia.

(2) Dirigida por Fabián Nanni y Silvia Katz en la Plaza Cuatro Siglos de Salta.

(3) En esos años la magia del poema abrió la posibilidad de hacer lazos con otros
poetas, los más próximos de la ciudad de Jujuy, como Nélida Cañas, Reynaldo Castro,
Pablo Baca, Ernesto Aguirre, Alejandro Carrizo, Ocalo García y otros, rompiendo así el
aislamiento en que nos había sumido la situación política de aquellos años nefastos.

UNA LÍNEA11
Por Pablo Baca

Con esta antología Reynaldo trazó una línea sobre el final de la dictadura y su trazo se
convirtió en algo definitivo. Aunque parezca un poco grandilocuente. Me explico.
Durante el Proceso había llegado a dominar el ámbito público de nuestra literatura un
cierto tipo de expresión lógicamente muy mala: anacrónica, pasiva, incluso inerte. No
es que aquellos ilustrados fueran malas personas: supongo que era la época. Pero
vino Reynaldo y trazó por ahí una línea y chau. Lo que tuvo sus víctimas, porque
fueron unos cuantos los que quedaron afuera. Lo que importa es lo que ocurrió de este
lado de esa línea. “Dispersos por dispersas capitales...”, como empieza Borges su
Invocación a Joyce. Acaso no era para tanto. No se trataba de capitales, sino cuanto
mucho de barrios. Pero dispersos, es verdad. Y entonces Reynaldo hizo un dibujo y
una teoría, un poco reales y un poco falsos como cualquier dibujo y cualquier teoría,
pero fue suficiente para la alegría de inventar un obra en común.
Es que hasta entonces la poesía había sido una forma de comunicación desde lo más
íntimo, pero en secreto: jugábamos a decir las cosas por debajo del silencio de
aquellos años. Y de pronto con la Antología la poesía pasó a ser un artificio en el que
se reunían las vidas y todos pasábamos a formar parte de un aparato. Eso fue al
menos lo que nos hizo creer. Posiblemente por falta de experiencia, Reynaldo hizo
algunas cosas más. Recuerdo por ejemplo un encuentro en Mina 9 de octubre. Una
tarde fría en aquel pueblo abandonado en una pieza mal iluminada y rodeada de
edificios en ruinas el tucumano Manuel Martínez Novillo expuso sobre el inconsciente
y Cristina Siscar sobre la poesía actual y Víctor Redondo leyó algo de Circe. Todo un
poco extraño. Pero lo más extraño fue que con la Antología lo extraño se impuso y
estuvo unos días en la mitad del mundo. Y fueron días bastantes épicos, como
paradójicamente ocurre cada vez que la lírica instala alguna de sus precarias bases en
este mundo. Por eso le dije que se pusiera en esta nueva edición. Tenía que estar. Lo
he visitado a la mañana. Estaba intentando hacer creer al jefe de personal de la
municipalidad que puede trabajar por Internet sin firmar la asistencia. Con el mismo
aspecto y la misma propensión a patear tableros, aunque ya más grande y con hijos.
Lo que quería era agradecerle porque estamos por aparecer de nuevo. Todo muy
grandilocuente, pero no digan que no avisé.

ANEXO 5: FOTOS, POEMAS ILUSTRADOS Y UNA REPRODUCCIÓN DE UNA


PINTURA A LA QUE HACE ALUSIÓN ALGÚN POEMA.

1111
Pablo Baca. Especialmente para la reedición, que no llegó a efectivizarse, de Nueva Poesía de Jujuy Planeaban hacerla en San
Salvador de Jujuy, en1997.
MUJERES DE ARGEL EN SU CASA

Óleo de Delacroix

1834

Fotos de la época

También podría gustarte