La primera obligación que se presenta actualmente a la Metafísica es la constatación de su situación después de dos siglos de ataques incesantes, sobre su valor cognoscitivo (en la Ilustración se produce una traslación del conocimiento desde la Metafísica hacia la Física, una ciencia escrita en caracteres matemáticos, Galileo). Hume sometió sus conceptos fundamentales (yo, substancia, causa) a una crítica destructora. Kant rechazó la posibilidad de la Metafísica como ciencia y Nietzsche concibió los conceptos metafísicos como ilusiones lingüísticas que ocultaban formas de vida enfrentadas entre sí. Freud como Marx desvelaron dichos conceptos como síntomas neuróticos, o como ideologemas. la filosofía analítica como el estructuralismo han decretado, una vez más, la muerte de la Metafísica. Frente a esta situación de descrédito, crítica y de crisis de la Metafísica, se pueden adoptar tres posturas: 1. Pensar que se ha superado la Metafísica como los neopositivistas o ignorarla como los estructuralistas, vivimos en un ambiente postmetafísico, y el único aspecto que nos relaciona con la realidad es la ciencia; pero hay otros tipos de relaciones con la realidad, como el arte, la mística, que también capta aspectos de la realidad, aunque en su sentido fuerte la verdad hay que dejarla a las ciencias; esta es la posición más radicalmente crítica; 2. Ser consciente del estado ruinoso del pensar metafísico tradicional, pero intentar reconstruirlo basándose en los elementos aprovechables aún en pie: pensamientos neos, como neoescolásticos, algunas tendencias existencialistas; todavía tiene sentido una reflexión metafísica, incluso como carácter de verdad; 3. Intentar superar-subvertir (überwinden-verwinden) la Metafisica tradicional, deconstruir la metafísica, siendo consciente de la crítica intentar mantener un acercamiento a la realidad que no se agota en la ciencia, sino que se conecta con ella; hay tres intentos fundamentales de poner orden en la realidad: orden científico, un orden filosófico-metafísico y un orden estético; estos tres ordenes intentan proyectar redes de inteligibilidad, no para conseguir un Cosmos, pero al menos para conseguir un caos relativamente ordenado, o un Cosmos que contenga un cierto Abgrund, un cierto desorden, que siempre está ahí poniendo continuamente en peligro cualquier orden;un nuevo pensamiento metafísico desprovisto de las altivas pretensiones de la ontoteología occidental: pero capaz de hacer frente a los desafíos planteados por las ciencias, tanto naturales como humanas. La superación de la época nihilista actual, pérdida de todos los valores trascendentes, solo será posible mediante una apropiación deconstructora y subvertidora de la metafísica, mediante una apropiación del olvido del ser. Esta postura es la que vamos a seguir, como Nietzsche, Heidegger, Vattimo, Deleuze, etc. Esta metafísica paleonímica, deconstruida, se interpreta como un saber problemático.
LA METAFÍSICA COMO SABER PROBLEMÁTICO
Frente a un tipo de pensamiento teoremático, que se parte de axiomas, lemas y definiciones se elaboran teoremas, esta es la visión escolástica, tomista y racionalista del XVII, contemplamos un pensamiento problemático que proponga preguntas más que proporcione soluciones, que plantee especialmente la pregunta ¿qué es la Metafísica? ¿qué es el ser?, podrá abrir un camino más allá de la Metafísica. El pensamiento problemático se ocupa de acontecimientos más que de esencias, es ambulante, nómada, que nunca se deja dominar por el pensamiento real. Este pensamiento es consustancial con la Metafísica. Platón situaba el origen de la filosofía precisamente en el asombro frente a lo dado. La Metafísica aparece en Aristóteles como la elucidación de las significaciones múltiples del ser en busca de una unidad fundamentadora. Es una ontología pues pretende establecer un discurso unitario del ser y es, a la vez, ontología como discurso sobre el fundamento separado del mundo. Sus escritos sobre Metafísica son esencialmente problemáticos y aporéticos, a pesar de la escolástica de convertirlos en sistemáticos y teoremáticos. Es necesario construir un metalenguaje capaz de organizar y jerarquizar proposiciones provenientes de discursos muy heterogéneos, y si esto no es posible, entonces debemos recurrir a juzgar en ausencia de reglas universales por medio de la frónesis, virtud eminentemente dialéctica. El pensamiento débil, flexible, de la metafísica es consecuencia del pluralismo irreductible de lo real, sin posibilidad de jerarquización y organización. Así pues la Metafísica se sitúa entre la ciencia y la poesía.
LA METAFISICA ENTRE LA CIENCIA Y LA POESÍA
La Metafísica como pensamiento problemático más que teoremático, es más un arte que una ciencia, en el sentido creativo. Y como arte que es y no ciencia, la Metafísica actual supone la renuncia a la pretensión de la Metafísica clásica de decir la última (y la primera) palabra sobre la realidad; más aún supone renunciar incluso a la pretensión de verdad, dejándola en exclusividad a las ciencias. Según Popper, las afirmaciones metafísicas son compatibles con cualquier estado de la realidad porque no dicen nada acerca de ella y, por lo tanto, no son falsables. Pero no admitimos esta postura en toda su radicalidad, sí afirmamos que la Metafísica está referida a la realidad de manera mediata y elástica a través de las ciencias y aunque las variaciones de éstas pueden hacer inverosímiles algunos tipos de Metafísica, ésta por su generalidad y abstracción puede resistir mucho mejor que las ciencias el choque con la realidad. Diversas concepciones metafísicas son compatibles con un estado de las ciencias dado, y la elección entre ellas es más cuestión que tiene que ver con la propia personalidad y visión del mundo, o incluso de gusto estético, que de una estricta racionalidad. Las últimas preguntas no pueden ser contestadas por la ciencia; en la Metafísica el carácter creativo es fundamental debido a su lejanía y abstracción respecto de la realidad, así como a la dificultad de su contrastación empírica. Este carácter creativo de la Metafísica la sitúa entre la ciencia y la poesía y más cerca de ésta que de aquélla, como nos han recordado Unamuno en Del Sentimiento trágico de la vida, “la filosofía se acuesta más a la poesía que no a la ciencia”, o Heidegger que relaciona el lenguaje de la Metafísica con el de la poesía, más allá del pensamiento puro racional de la ciencia.
DIVISIÓN DE LA METAFÍSICA: ONTOLOGÍA Y TEODICEA
Proponemos mantener los términos clásicos introduciendo ciertos cambios en su significación. La Metafísica desde el punto de vista tradicional se divide en Ontología, o teoría del ser en cuanto ser, y Teodicea o Teología natural. En cuanto Ontología es una reflexión en torno a las grandes ideas de la Razón, frente a los conceptos del entendimiento, propio de las ciencias. Se puede considerar la Ontología como una teoría de las categorías. Su objetivo es construirá partir de los datos disponibles proporcionados por las ciencias, los mitos, la filosofía, etc., una explicación última de la realidad, propuesta como una ficción arriesgada e inverificable directamente, que complete y sistematice los datos de las ciencias, necesariamente parciales e incompletos, y que ordene el conjunto de lo real. No es conocimiento directo, que en su aspecto de verdad solo lo tienen las ciencias, una reflexión, constructos teóricos, que tienen una cierta relación con los resultados de la ciencia, por tanto una relación mediata con las ciencias. Pero la Ontología renuncia a una fundamentación segura y fija, sino que es más bien un Abgrund (Abismo) que un Grund (fundamento). El Ser es la oscilación entre los entes, los cuales se someten a una dispersión y deriva continua sin fundamento. En cuanto a la Teodicea sus temas fundamentales son el estudio del problema del mal en el mundo y la cuestión del sentido de la existencia humana. Lo infinito, lo radicalmente otro, Dio, ha sido creado por los hombres para aliviar su radical finitud, como anhelo y esperanza en que esta finitud no se la verdad absoluta. En cuanto al problema del mal físico, metafísico y moral, las teodiceas religiosas han respondido de tres maneras: i) mediante la escatología mesiánica, según la cual un Redentor divino o humano, vendrá y cambiará la forma de vida aquí en la tierra; ii) mediante la creencia en el más allá, en donde se compensará el bien y el mal realizado en la tierra; iii) mediante la creencia en la transmigración de las almas en diferentes niveles ontológicos (ónticos??) en función de su comportamiento. La Teodicea secularizada propuesta aquí analiza las causas históricas, sociales y psicológicas del mal, y dado que no acepta una posible redención futura del mal, da origen a una ética atenta a las consecuencias de sus acciones, que prohíbe todo aquello que puede dar origen a un mal irreparable. Tras los acontecimientos del siglo XX, Adorno nos dice que ha ocurrido una ruptura radical de compatibilidad entre el pensamiento especulativo y la experiencia, y solamente es posible una dialéctica negativa. La Teodicea no puede resolver los problemas del mal y del sentido de la vida, porque en un sentido radical dichos problemas no tienen solución, pero al menos los delimita, los analiza de forma racional y crítica y limita el acceso religioso y místico a los mismos. TÓPICOS METAFÍSICOS Dentro de la Metafísica distinguimos cinco tópicos que no pueden ser agotados por la ciencia: Razón, Realidad, Praxis, Mal y Sentido. Son nociones últimas, porque la ciencia, aunque tiene en su haber el conocimiento verdadero en sentido fuerte, es un saber limitado, es siempre ciencia de algo concreto, no de lo general, y además es siempre un conocimiento en proceso de autocorrección, pues todas las verdades científicas tienen fecha de caducidad. Los tres primeros corresponden a la ontología, fundamentalmente ontología del ser social, y los dos últimos a la teodicea. Es un paso de lo más general, Realidad, todo lo que existe, todos los entes, la Razón es una parte de esa realidad, la Praxis, la acción del ser humano depende de la voluntad, Mal y Sentido solo se puede aplicar al ser humano. No es una elección arbitraria, la de estos cinco tópicos, puesto que se relacionan con las clasificaciones ontológicas más clásicas. EL MÉTODO EN EL PENSAR METAFÍSICO El método no es more geometrico ni dialéctico, según línea hegeliano-marxista, aunque tiene elementos de ambos. Es más bien un panthah. La actual postmodernidad parece renegar de todo método defendiendo en todas las actividades humanas, tanto teóricas como prácticas, la consigna de que «todo vale», todo está bien, de que se han borrado las jerarquías y las valoraciones son gratuitas. Sin embargo, el pensamiento metafísico no puede renegar de un método, de un camino, que eso sí, ha de integrar en su seno el carácter problemático y aporético de la pregunta metafísica. Voltaire escribe: “Ponemos al final de casi todos los capítulos de la metafísica las dos letras que los jueces romanos colocaban cuando no entendían una causa: NL, non liquet; esto “no está claro”. Dado el carácter radical, las preguntas metafísicas, no disponemos de un camino real, de un método seguro, como en otras ciencias. Más bien debemos irlo construyendo paso a paso, de forma paralela al propio proceso del pensamiento. La Metafísica tiene su lugar, su locus, en ámbitos no roturados previamente el pensamiento, bien porque se sitúan más allá de las problemáticas científicas, o bien porque se sitúan sobre el límite, en los intersticios de las diferentes problemáticas, en esa tierra de nadie que se para las distintas disciplinas. Este carácter intermedio o exterior respecto a los ámbitos teóricos tratados por las demás ciencias lo comparte la Metafísica con el arte, que tampoco tiene un método claro ni fijo. Entendemos el método metafísico como un camino que no ha sido transitado previamente, en donde no hay referencias, en donde el azar es fundamental, ya que no hay una ruta determinada, es la metáfora del panthah, un camino incierto, con peligros para quien lo recorre, el camino no está trazado previamente, es un intento de trazar un camino en una zona normalmente prohibida, una extensión peligrosa y accidentada. Mientras la Metafísica tiene un carácter individual, la ciencia moderna elimina al sujeto, para poder conseguir universalidad; sin embargo, las otras dos redes de sentido que proyectamos sobre el mundo, la filosofía-metafísica y el arte, no son universales, tienen que ver con el individuo, es un viaje individual, sin moverse del sitio, y quizás el más arriesgado por ser sólo mental. Así pues, esto acerca la Metafísica más al arte que a la ciencia. Sin embargo, en este viaje no estamos solos, toda la tradición metafísica ha intentado el mismo viaje y ha balizado en parte los trayectos, aunque esto no nos exime de tener que intentar nuestro propio trayecto. Entonces, ¿Qué es lo que puede hacerse? Bueno, contamos con algunas ventajas. Por ejemplo, con información amplia no sólo de nuestra propia tradición sino de todas las tradiciones culturales existentes o pasadas que han existido. Esto nos permite confrontar ideas y relacionar una multitud de elementos dispares. El método de esta Metafísica contemporánea es un método hermenéutico, ya que se concibe como un arte de interpretación de los textos, buscando la inserción de textos de diferentes procedencias en un texto último común; utiliza también la inducción y la deducción en relación con los datos proporcionados por las ciencias y las artes, pero es fundamentalmente un método analógico y metafórico, en que el discurso pasa de un elemento a otro, a veces muy lejano y extraño, por medio de metáforas y analogías; este carácter le aproxima al arte y la literatura contemporáneos. Es un método estructural que define un orden y busca la explicación de este sistema ordenado mediante la construcción de una estructura, que se supone que corresponde a la estructura real «empírica e inteligible que organiza los hechos a nivel subyacente. Esta estructura no está al nivel de los hechos empíricos constatables por un observador y es inconsciente, pues escapa a la conciencia de los sujetos que intervienen en el sistema y dan vida a dicha estructura. Este es el método posible de hacer metafísica en el seno de una crisis civilizatoria que alcanza todos los niveles sociales y culturales tras acontecimientos como Auschwitz o Hiroshima… pero es el método que parte de la suposición de que no todo está perdido y de que es posible llegar en algún momento al final del túnel.