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1. Introducción
En américa latina las proposiciones racialistas se ponen en auge a partir de las ideas
positivistas. Establecidos ya los estados, los intelectuales buscan establecer el “volumen” de lo
nacional. Desde las elites políticas e intelectuales blancas se intenta definir al otro social,
étnico y cultural. Ese otro es recortado desde un principio como problema: “problema del
indio”, “inmigrante”, “negro”.
3. Genética e Identidad
Los intelectuales positivistas se interesan por explicar a partir de la composición racial de las
sociedades sus frenos en el desarrollo. ¿Cuál es el alma nacional? Es la primera pregunta para
fundar un orden político acorde con la misma, asi se relaciona la genética social con la
identidad y el orden político.
La idea es que cada raza tiene ciertas características físicas y psicológicas hereditarias que
conforman el alma nacional.
Para los positivistas era central el concepto de raza, pero a su vez no fácil de explicar. Al
explicar el concepto de raza Bunge lo que hace es cruzar una dimensión social, con una
biológica. (clase social/color de piel). Y también afirma que a cada raza física, le corresponde
una raza psíquica.
La unidad de las ciencias bajo el monopolio de las ciencias naturales es un supuesto del
positivismo filosófico. Esto lleva a dos operaciones básicas, la de jerarquización y la de
clasificación. Ambas son operaciones de naturalización de hechos históricos y sociales porque
pone el piso en la animalidad y el techo en la humanidad “por excelencia” la del europeo
blanco del norte. Esto se basa en el darwinismo social clásico que propone la extracción de la
humanidad de la animalidad (eugenesia) mediante los medios que caracterizan la animalidad,
como lo es la supervivencia del más apto.
Los autores de principios de siglo 20, definían a los indios como viciosos, desconfiados, duros,
vengativos, rencorosos, etc.
Para estos autores los pobladores autóctonos son siempre indios, o algunas veces los
denominan por su denominación original. Lo que hacen es resignificar aún más negativamente
las definiciones de los colonizadores del siglo 16. No introducen ninguna novedad en la
materia, solo ratifican los prejuicios.