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Portantiero. Gramsci en clave latinoamericana.

Articulación del pensamiento gramsciano a la categoría de nacional-popular.

Lo nacional-popular

El núcleo de la noción nacional-popular se ubica en las relaciones intelectuales-pueblo.

Gramsci considera al pueblo como un conjunto de clases subalternas e instrumentales de la


sociedad, por definición no pueden tener concepciones elaboradas, sistemáticas y políticamente
centralizadas.

Lo que Gramsci va a proponer como proceso de construcción de una voluntad colectiva nacional-
popular, es la necesidad de ese nexo entre una cultura moderna, laica y científica y los núcleos de
“buen sentido” que se alojan en la contradictoria cultura popular.

Esta asociación de una masa que necesita de intermediarios a los intelectuales, específica a la
hegemonía como conformación de sujetos sociales.

Las reflexiones sobre la hegemonía no hacen más que coronar su discurso sobre lo nacional popular
como categoría fundante de la posibilidad del cambio histórico.

“El príncipe” es el ejemplo de la síntesis del proceso de formación de una voluntad política colectiva,
que une a un pueblo disperso y pulverizado. La capacidad constructiva se encuentra en que es capaz
de expresar el elemento intelectual de modo que pueda confundirse al elemento pueblo.

Esa voluntad colectiva expresa lo nacional-popular, el proceso de transformación de una clase


económica en una clase sujeto de la historia.

Para que las clases fundamentales logren la capacidad práctica de trascender la actividad
económico-corporativa y devenir en grupos hegemónicos, deben haber algunas condiciones
culturales y sociales que los agrupen alrededor de una voluntad colectiva nacional-popular. Se deben
aunar una reforma cultural/moral y una organización de lo nacional-popular que corresponden a la
función de partido político. En otras palabras implica, la recomposición de lo nacional-popular a
través de la creación de una voluntad colectiva capaz de expresar la dirección política del
proletariado sobre el resto de las clases subalternas.

En América Latina, tanto en la práctica como en la teoría, la relación entre lo nac-pop y el socialismo
fue accidentada. Dado que no coincide con la aparición del socialismo reformista o revolucionarios.
Sino con una alternativa populista de discurso organicista y estatista.

Cuando la industrialización del 30 fracturó la oligarquía, nuevas masas urbanas se hicieron presentes
en la escena modificando el equilibrio político dentro de la burocracia estatal. Los populismos
pudieron recomponer la voluntad colectiva funcionando estas con las de nación y ciudadanía en un
único movimiento que recoge además la herencia paternalista de la concepción tradicional de la
política. Elaboraron “desde arriba” lo nacional popular articulando política de masas con centralidad
estatal.

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