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Alcira Argumedo: Los silencios y las voces en América Latina.

(2daparte)

d. Los procesos político- culturales a partir de la emancipación

La crisis del imperio español y las luchas por la independencia harán emerger estas fuerzas
subterráneas que, en la nueva etapa, adquieren formas decididamente políticas. Las
articulaciones económicas, políticas, sociales y culturales van constituyendo las dos líneas más
gravitantes que han de confrontar los próximos 200 años.

De un lado una fuerza americana, territorial, que da primacía y respeta el desarrollo interior,
que prefiere los modos mentales y sentimentales propios… esencialmente constituyente,
autonomista, federalista. De otro lado una fuerza europeizante primero, portuaria y
metropolita, apegada a los vínculos ideológicos y económicos externos a quienes concede
primacía.

Frente a las sucesivas influencias de los centros de poder mundial que impregnan a los estratos
dominantes, esas otras ideas serán las bases de los proyectos autonomistas populares
opuestos a las alternativas de rearticulación oligárquico-imperial, que signan la historia
latinoamericana en los siglos 19 y 20.

En esta etapa se puede distinguir el carácter sincrónico que van adquiriendo los avances y
retrocesos de las luchas populares. Hispanoamérica tiene una sola edad y sus acontecimientos
históricos son sincrónicos. Una sincronía histórica que se reproduce desde la consolidación de
los imperios coloniales hispano-portugués; las luchas por la independencia; los conflictos
unitarios-federales, la consolidación de los gobiernos oligárquicos… etc.

Las fragmentaciones impulsadas por los proyectos imperiales a partir de la emancipación, se


consolidaron por medio de esos grupos oligárquicos y clases acomodadas locales que obtenían
prebendas de las alianzas bilaterales, en detrimentos de la posibilidad de integrarse como un
país-continente autónomo, al tiempo que tendían a marginar a los sectores populares.

Esta experiencia histórica de las mayorías latinoamericanas ira conformando, a través de


diversas vertientes y síntesis, una matriz autónoma de pensamiento. Al igual que lo ocurrido
con las ideas de la ilustración, también en américa latina es posible detectar el proceso
histórico que diera lugar a una corriente autónoma de ideas de signo nacional y popular. Con
la parte del relato que expresa la otra versión. Capaz de tener niveles de articulación teórica y
sistematización al mismo nivel que las matrices europeas.

3. Sustratos culturales y consensos

Una perspectiva de doscientos años de historia política en América Latina permite establecer
que, como tendencia general, las vertientes del pensamiento europeo o norteamericano solo
lograron penetrar en las capas dominantes, en algunos sectores de clases medias, en elites
intelectuales o en grupos minoritarios que alcanzaron distintos grandes de estructuración
política, con escasa capacidad de convocatoria persistente entre los estratos populares.

El esquema de las corrientes ideológicas en Europa Occidental no puede servirnos de modelo


porque el desarrollo de las corrientes ideológicas tiene allí una profunda coherencia con su
desarrollo económico, social, político y cultural.

Así, el contraste entre las corrientes del mundo metropolitano (con alto grado de
sistematización conceptual y escasa capacidad de penetración social) frente a concepciones
con menores niveles de fundamentación y desarrollo teórico pero con profundo arraigo entre
las masas, da cuenta de la necesidad de introducir nuevas variables en el análisis de los
procesos políticos e ideológicos del continente. Para desentrañar la lógica del procesamiento
de estas otras ideas es preciso eliminar el prejuicio eurocéntrico sustentando en una
articulación sistemática de categorías de análisis, fundamentaciones filosóficas y
epistemológicas que sistemáticamente también, habrían de despreciar las versiones de las
mayorías sociales latinoamericanas.

Durante las primeras etapas de la independencia, las vertientes liberales adoptadas por las
capas privilegiadas criollas, se basaron en gobiernos restrictivos expulsadores de las masas. La
definición de ciudadano se restringía a sectores acomodados. Seguían las influencias de Europa
y Estados unidos. Estos estratos enriquecen las concepciones oligárquico- señoriales con
aportes del librecambio y representatividad política calificada. Sus modelos sociales concebían
un incremento en la concentración de la tierra y una apertura económica que arrasaría las
manufacturas locales.

Hacia fines del siglo 19, las influencias positivistas fundamentaron “científicamente” nuevas
formas de despotismo ilustrados neocoloniales conscientes de la necesidad de reforzar sus
espacios de poder. Las resistencias opuestas a los proyectos oligárquicos, llevarían a la
adopción sin reparos de un pensamiento legitimador de superioridad genética de esas elites.
Por entonces, nuevos centros imperiales habían actualizado en Europa la idea de la
supremacía blanca. Por ejemplo, la concepción teológica de los negros sin alma, se había
actualizado en formas laicas apoyadas por la ciencia de inferioridad de amplias capas de la
sociedad. Con esas ideas se plantearán en am latina genocidios.

Complementariamente, las rebeldías populares iban a ser interpretadas como manifestaciones


regresivas de oposición al progreso. Como fuerzas irracionales.

Salvo excepciones, como Mariategui, la ortodoxia marxista que llega al continente tuvo
limitaciones para comprender los rasgos origneales, la particular complejidad cultural de las
clases subalternas y los mecanismos del poder y la expoliación en estas regiones, el marxismo
buscaja al sujeto social proletario que había de encarnar y liderar el camino hacia una radical
transformación. Pero en sociedades predominantemente rurales, con tradiciones de lucha e
identidades centenarias, los trabajadores industriales constituían sectores minoritarios.

En el continente lat, los teóricos marxistas, se ligaron con los espacios ubanos modernos,
matuvieron un sentido iluminista que los llevaría a desprecias las reigablres cultrales y las
tradiciones reberldes de las clases populares.

Ya bien entrado el siglo 20, el crecimiento de las ciudades como consecuencia de las
migraciones internas incorporo nuevas mixturas. Con una visión economicista de las clases
sociales.

[…]

4. ¿Matrices de pensamiento o eclecticismo ideológico?

La capacidad de enriquecimiento y actualización de las vertientes nacional-popular a partir de


las relaciones dinámicas con las corrientes ideológicas presentes en una coyuntura históricas,
no debe confundirse con la simple emulación o la adopción acrítica de ideas de moda. No es
tan fácil hablar de tabla rasa.

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