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Cambio en la

FE
Alumno: Chivel, Mauro Iván.
Docente: Makilla Krzysztof
Carrera: Profesorado en Educación Primaria
Curso: 3er año
Materia: Metodología Catequística
Instituto Superior Santa María
Ciclo Lectivo: 2023
CAMBIOS EN LA FE

LA FE DEL NIÑO

El niño muestra sensibilidad por lo religioso. La catequesis infantil, al tratar de adaptarse a


la mentalidad del niño, descubre más su mundo religioso. En su oración acude con
confianza a la Virgen María y agradece a Dios Padre las pequeñas alegrías, entablando
con Dios una relación de confianza.
La religiosidad- o la fe del niño está en íntima conexión con la relación que tiene con su
padre y madre, Dios es como su papa y la Virgen María ocupa el lugar de su madre. Esta
seguro de que Dios lo cuida bondadosamente; Por ende, si el niño no tiene esta seguridad
en su hogar quizás porque no tiene padres o no le brindan la seguridad su angustia se
proyectará sobre la imagen de Dios encontrando inseguridad en su relación con Dios. Por
medio de ello aceptara espontáneamente el criterio del bien y el mal asimilando las reglas
con el comportamiento de sus padres, sino se siente querido por sus padres encontrar a
Jesús un poco reservado y alejado.
De a poco va diversificando la imagen paterna de su imagen de Dios. En la catequesis se le
va enseñando que se trata de dos personas distintas, pero no toma conciencia de que
empezó a formar su imagen de Dios a partir de la imagen de su padre, al mismo tiempo la
imagen de Dios toma una dimensión religiosa y siente una devoción hacia Jesús, capta a
Dios como algo misterioso.

LA FE INFANTIL

La fe Infantil es aquella fe de la persona mayor que en su experiencia regresiva, sigue


relacionándose con Dios como un niño. Su relación se caracteriza por la inseguridad
humana y buscará seguridad en las prácticas religiosas.

El mal: Al hombre de fe infantil lo caracteriza el preguntarse porque Dios permite el mal. Una
de las actitudes de la fe infantil ante el mal es la huida hacia lo religioso, continuamente
recurre a Dios para que lo alivie de sus dolencias.
La fe infantil produce fugas de la realidad, por ejemplo: un estudiante no prepara su lección
y le hace una promesa a la Virgen para pasar el examen.
Otra actitud infantil ante el mal es el castigo de sí mismo, el hombre se echa la culpa y para
expiar su pecado se castiga con mortificaciones y renuncias.
La evangelización: Un cristiano de fe infantil fácilmente se enrola en algún movimiento
apostólico, le importa que su apostolado tenga un aspecto religioso, cumple tareas en la
parroquia, de catequesis, propaga la fe. Su apostolado está separado de su vida privada.
Lo alarmante es que justifica su actitud y legaliza con suma facilidad el divorcio entre su
vida diaria y su apostolado. En casos más graves da suma importancia al apostolado que a
su vida diaria. Su vida privada es para él profana y él busca una actividad sagrada. Toma su
apostolado como un rol, por ende, no lo realiza personalmente con la gente, sino que
representa a una institución, se siente representante en función de la iglesia. Separa su vida
de la fe.
La política: El cristiano de fe infantil puede tener dos actitudes antagónicas ante la política.
Los que menos importancia le dan a la fe, actúa en la política, pero su fe corre
independientemente de su compromiso cívico. Su fe se limita a una hora de misa dominical
pero no se relacionan con su vida política, tienen actitudes que no condicen con su fe ya que
para ellos su fe es algo privado.
Otros en cambio, los inclinados al fanatismo religioso condenan la política ya que la
consideran intrínsecamente mal y no se mezclan en la lucha por el poder para no
ensuciarse.
La oración: El cristiano de fe infantil prefieren rezar fórmulas simples como el padrenuestro,
el avemaría, el rosario u otras oraciones escritas a los santos. Desempeña un papel
preponderante la petición, siempre suplica y pide algo en su oración. Pero lo que pide no es
un crecimiento natural desde la realidad dada, sino ciertos favores que necesitan.
La oración no les sirve para ponerse a disposición de Dios, sino que Dios se pone a su
disposición.
Su dificultad en la oración es la duda de que Dios quizás no le escucha. Por eso su relación
con Dios parece de tipo comercial.
La Biblia: La fe infantil ve en la Biblia un mundo maravilloso, lleno de santos, de ángeles y
demonios. Viven el mundo religioso desconectado del nuestro, no hacen una integración, el
mundo religioso es para ellos un mundo autónomo, independiente.
La Misa: La Eucaristía es el acto litúrgico principal. Los cristianos de fe infantil le atribuyen
demasiada importancia a su asistencia a las misas. Pero cuando uno observa esta
religiosidad de cerca se da cuenta que es algo sumamente exterior y se refiere
principalmente a su cumplimiento.
La fe infantil desvaloriza la participación personal en la liturgia y en los sacramentos porque
separa las realidades humanas del reino celestial.
Toma mucha importancia ciertos símbolos religiosos, como las velas, las imágenes, las
estatuas y las estampas.
El más allá: El de fe infantil habla del cielo porque la tierra no les satisface. El cielo para él, es
un mundo maravilloso donde no hay sufrimiento, no hay mal, no hay esfuerzo, aquí en la tierra
tenemos que sufrir tenemos que aguantar las injusticias.
La comunión de los santos: El mundo de los cristianos de fe infantil está lleno de santos,
ángeles y demonios. Creen en ellos y, a lo mejor le tienen miedo, pero sin realismo y sin una
sensibilidad crítica para delimitar la frontera entre lo verdadero y lo ilusorio.

LA FE ADOLESCENTE

En esta etapa el adolescente vive una crisis de independencia de sus padres, en la cual
surgen problemas a partir de conflictos con respecto a la autoridad paterna. En la niñez se
sentía afirmado en la seguridad del hogar, ahora quiere independizarse, pero no se siente
suficientemente seguro para renunciar a la protección que recibe en su hogar.
Si se independiza demasiado temprano siente la angustia de la inseguridad, mientras que si
no se independiza en el momento en el que emocionalmente ya está maduro, siente que la
autoridad paterna lo agobia.
En cambio, la adolescencia de la fe no coincide con la época de la adolescencia emocional
de la juventud; la adolescencia de la fe puede realizarse suavemente pasando de una
actitud a otra.
Por ejemplo, el autor nos habla de una experiencia personal en la cual dice que mientras él
se encontraba en la Segunda Guerra Mundial. Como cadete de un colegio militar fue
enviado a Alemania para aprender a manejar tanques alemanes. El pequeño grupo
mantenía la costumbre de ir todos los domingos a misa.
Dentro de la is se sentaban todos en los bancos y no se dirigió a comulgar, antes él iba a
comulgar, pero era muy comprometedor salir con las botas ruidosas ya que para comulgar
primero había que ir a confesarse volver al banco y luego ir a comulgar. Pasaron semanas
sin que comulgara, así que un día se pregunto porque no lo hacía. Él nos dice que así se
dio cuenta de que la comunión depende de la fe de cada uno en Jesucristo.
A este acto el autor lo evoca como el comienzo de su fe responsable y autónoma en
Jesucristo.
En la fe adolescente primero surge un alejamiento de Dios, se siente como si Dios lo dejo
solo, la indignación y la guerra contra Dios suele declararse bajo el impacto de algún
sufrimiento, como ser el fallecimiento de algún familiar, una gran frustración con respecto a
lo personal, injusticias sociales.
Lo característico de esta experiencia es que el hombre vive a Dios como a un rival, el último
y radical paso de la fe adolescente puede ser la independización social de Dios negando su
existencia.

LA FE ADULTA

Muchas personas después de sentir el alejamiento de Dios y dejando de apoyarse


emocionalmente en él se dan cuenta de que quedan solos y comienzan a sentir una
soledad. A medida que van aceptando esta soledad, advierten que se reencuentran con
Dios de una manera completamente nueva. Encuentran a un Dios real, un Dios que se halla
en todas partes, en cada hombre porque es la vida misma.
Este Dios de la fe adulta es un Dios que no quita la responsabilidad del hombre, el hombre
mientras más se hace cargo de su vida humana, más vida tiene y mayor es su unión con
Dios. Dios le pide que sea feliz, que se atreva a vivir, que acepte la vida, que acepte su vida
y la vida de los otros.
El hombre de fe adulta llega a una emancipación y crea su propia moral. La moral es la
elaboración personal que el hombre de fe adulta realiza para determinar lo que le conviene,
en resumen, el cambio de la moral que se hace de `pasar de una fe infantil a la fe adulta
consiste en no regirse tanto por lo que está mandado o prohibido moralmente, sino en obrar
por lo que se estima conveniente; esta actitud crea en el hombre de fe adulta un sentimiento
de libertad, cuanto más libre se siente as a arraigado a Dios se descubre, cuanto más
asume su responsabilidad humana más cerca se sentirá de Dios.
Comprende que la vida es más grande que él y Dios es la vida misma. Para él la felicidad
de toda la humanidad es la meta final que determina que una acción sea buena o mala.
La condición fundamental de esta fe es la aceptación de la vida.

El mal: El cristiano de fe adulta, tiene una respuesta concreta frente al problema del mal. Ve
al mal como una crisis de crecimiento. La crisis produce dolor y desorientación, es un signo de
que algo no funciona bien y la vida pide una reestructuración.
El cristiano de fe adulta reacciona enérgicamente ante las falsas actitudes religiosas que
remiten la superación del mal a las fuerzas celestiales.
La evangelización: Al entrar en la fe adulta la situación cambia. Predica el compromiso con
las situaciones concretas, pondera la autenticidad y la sinceridad. Prefiere encarar seriamente
un problema de su hogar en vez de dedicar algunas horas a un apostolado que corre
independientemente de su vida normal. Profesa que la obra apostólica consiste en una
actitud de servicio y de amor; si participa en algún grupo da preferencia a los de reflexión.
Insiste en que mientras una persona no tenga una vida humana digna, no se le puede
hablar de Cristo.
Sin embargo, el problema del apostolado de fe adulta es el activismo; hacen miles de cosas
reales y útiles, pero de poca profundidad humana. Se sienten urgidos hacia afuera, hacia las
obras, pero no hacia adentro.
La política: El verdadero compromiso con la política surge con la fe adulta. La aparición de la
conciencia política está relacionada con la toma de conciencia de injusticias sociales.
Un cristiano de fe adulta comprende que solo en la convivencia fraternal y solo luchando por
la felicidad de todos, en especial de los pobres y los débiles, y por la emancipación del
pueblo entero, puede vivir su fe.
La oración: El cristiano de fe adulta tiene en su oración muy diferente. En su oración casi no
pide nada, sino que se pone a disposición de Dios. Considera que el hombre tiene que asumir
las responsabilidades de este mundo en vez de recurrir infantilmente a Dios, encarar su vida y
superar sus dificultades. Dice que su oración es la vida misma.
La Biblia: Las personas de fe adulta ven a la Biblia como un libro muy valioso y de
trascendental
importancia. y que necesita ser interpretado porque ha sido escrito con una mentalidad
mágica y primitiva. Hay que estudiar los géneros literarios, así por ejemplo se descubre que
el Génesis es un libro de catequesis de niños hecho para ser aprendido de memoria.
La Misa: Al entrar en la fe adulta la misa deja de ser un acto mágico y se constituye en una
reunión de cristianos en la asamblea de la comunidad. Se suprime por tanto todo lo misterioso
y los símbolos indescifrables que se veneran por pura tradición. Todo se simplifica y tiene que
ser claro y nítido para que la comunidad lo entienda.
El más allá: En la fe adulta no se habla del cielo y cuando se habla es para criticar a los que le
dan importancia. Ellos dicen que el celo no puede ser un refugio, debemos crear nuestro cielo
en la tierra y no inquietarnos por lo que pasara ni después de la muerte y si aquí vivimos
bien, allí no puede haber sorpresas. El cielo es el servicio hecho a los demás.
El cristiano de fe adulta no niega la vida en el más allá pero no ve utilidad práctica en
ocuparse de ella. Lo que le da esperanza es el futuro de la humanidad.
La comunión de los santos: La fe adulta conduce a un agudo sentido de la realidad se elimina
todo mito, toda leyenda, para encontrar a Dios en la belleza de la naturaleza, en el encuentro
con el hermano y en el servicio del necesitado. Se cree en Jesucristo, pero de una manera
razonable, Miran a los santos como una especie de fetichismo, que distraen la atención de
Jesucristo.

LA FE MADURA

La fe adulta pasa con el correr de los años por una transformación profunda. Esta nueva
reestructuración de la fe conduce a un nuevo modo de creer, que el autor llama la fe
madura.
Esa transformación de la fe adulta a la fe madura puede realizarse instantáneamente y
entonces hablamos de conversiones.
La fe maura se logra de a poco. La reestructuración interior que se realiza es muy profunda y
por ello no es raro que el cambio aparezca acompañado de una crisis, la cual se parece
mucho a la crisis que se presenta en la adolescencia. Puede ser que se presente en un
momento crítico de la vida matrimonial, profesional o vocacional. Esta crisis puede durar
varios años, pero hay un nuevo mundo en formación y necesita tiempo. Por medio de esa
reestructuración interior el cristiano llega a una mayor comprensión de la vida, se ubica en
la realidad con mayor aplomo interior y descubre hasta qué punto había sido ciego
anteriormente, al pensar que comprendía, en su totalidad el mensaje del Evangelio.
Al tener más acceso a su interior se da cuenta de que, como una vibración de ondas, puede
transmitir vida, alegría y fe; vive su destino como un don obtenido gratuitamente.
Otra característica es que empieza a percibir el valor de la renuncia sin que eso se
transforme en masoquismo.
En los frutos propios de la fe madura: la paz, la tolerancia, la amplitud de criterio y la
elasticidad en las expresiones religiosas, la transparencia de lo interior y la gran
comprensión humana.

El mal: Podemos decir que en la fe madura se comprende el mal desde el misterio de la cruz.
Revela que el mal más grande no es algo exterior sino la incapacidad de amar, ósea el
odio, la separación y el aislamiento que retrae de Dios y de los hombres, la incapacidad de
amar a Dios y a los hombres. Al mismo tiempo, su cruz es la revelación de que Dios nos ha
dado a su hijo y en él tenemos la seguridad de su amor.
La evangelización: Los de fe madura, sienten una nostalgia de transmitir algo
profundamente espiritual. En la fe madura se experimenta una inclinación hacia lo
expresamente religioso, porque se vive el contacto con el señor como el centro más íntimo del
hombre capaz de revolucionar su vida entera.
La política: Al llegar a la fe madura se produce otra vez un cambio en el modo de vivir la
política. La respuesta a Dios tiene que manifestarse, en último término, en hechos sociales, y el
amor de Dios se refleja en la convivencia entre los hombres.
El cristiano de fe madura vive la política como una expresión privilegiada de la fe. Su fe es
su vinculación con Dios y por eso le significa todo, centro y motor de su existencia. La
política es una vertiente de ella importante y bastante universal, porque la situación
socio-política pone los carriles a la caridad.
La oración: La oración de la fe madura es de tipo contemplativo. Y no se discute en la
oración, no se habla, no se reflexiona, sino que se pone en presencia de Dios y con una mirada
interior
pacífica y amorosa. En la oración va logrando una integración interior y siente una unión con
el universo. Otra característica es que empieza a dirigirse a Dios más personalmente.
La Biblia: La fe madura lee la Biblia con otros ojos. Se da cuenta de que la Biblia es un libro
de una extraordinaria experiencia espiritual.
La Biblia le habla al corazón y le habla de Dios. El cristiano de fe madura se acerca a la
Biblia con una actitud espiritual y por eso encuentra en ella un mensaje vivificador y
liberador.
La Misa: Cuando surge la fe madura, el cristiano busca la participación en la misa con una
actitud más interior. La participación en la eucaristía significa para él un recogimiento interior,
un ponerse en contacto con el misterio de la muerte y la resurrección de Jesucristo, y
dirigiendo su atención interior al Señor.
El más allá: El cristiano de fe madura ve al cielo con ojos diferentes. El mundo del más allá se
le hizo demasiado familiar, como para que no influya poderosamente en su vida. El pensar en
la
vida eterna lo llena de una inmensa esperanza que lo anima a luchar en la tierra. La Biblia
ilustra esta esperanza con algunas imágenes.
La comunión de los santos: La fe madura retoma la importancia de los santos, hay una
mayor sensibilidad por el más allá, y con esta cierta afinidad con los difuntos como también
con lo que enseña el credo acerca de la comunión de los santos.
El cristiano de fe madura vive, en Jesucristo, a los santos, a los difuntos y a la humanidad
como una sola gran comunidad que tiene más relación y menos distancia de lo que parecía
en la época de la fe adulta.

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