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1. INTRODUCCIÓN
2. ETAPAS DEL CRECIMIENTO
La aparición de los intereses no se hace en línea recta, sino siguiendo una línea ondulada que va
de lo objetivo a lo subjetivo. Veamos el siguiente gráfico:
Cada etapa descansa en parte sobre la anterior. En el paso de una etapa a otra se produce un
desequilibrio o crisis, mientras se está formando el equilibrio de la etapa siguiente. La
superación de la crisis es lo que permite la maduración de las personas.
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3. ETAPA EVOLUTIVA DE LA RELIGIÓN
La psicología de la religión
Observa los modos y aspectos con los que las personas religiosas manifiestan sus
conocimientos, representaciones y afectos sobre Dios.
Estos datos que recoge los interpreta y de ahí deriva unas conclusiones que indican cuáles son
los factores psicológicos que mueven a las personas a adoptar determinadas vivencias o
conductas y manifestaciones más o menos coherentes, positivas o maduras.
En los niños y adolescentes, las representaciones sobre Dios están condicionadas por las
maneras de pensar y sentir que tiene a través de las distintas etapas de su evolución, y también
del medio familiar y escolar en que vive.
- El italiano Gemelli afirma que como el niño carece de actividad intelectual y volitiva
(necesaria para cualquier acto religioso) no puede realizar ningún acto religioso, dado
que aún no tiene consciencia de sí mismo. Este autor lo único que admite son ciertas
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disposiciones que tienen los niños para acercarse a la religiosidad, pero esto sólo se
produce no antes de los siete años.
- El español Aragó admite actos intelectuales y verdaderas apetencias de tipo religioso en
los primeros años, aunque en casos muy raros.
- El francés Cruchón sostiene que, a los tres años, el niño tiene suficiente conciencia de
su yo, de su disposición de relación a otras personas y de la distinción de Dios con
respecto a sus padres, aunque esto depende del grado de inteligencia de cada niño y de
la educación que recibe en el hogar.
- Los norteamericanos, Gessell e Ilg, hacen notar que a los tres años se da un marcado
interés por Dios y el niño hace preguntas sobre Él.
CONCLUSIÓN: La idea de Dios no brota en el espíritu del niño espontáneamente, pero sí se puede
hablar de una gran disponibilidad para lo religioso.
Es evidente que el niño es capaz de tener sentimientos religiosos mucho antes de tener un
pensamiento religioso. Es decir, el niño puede sentir confianza, amor o temor cuando oye la
palabra Dios, antes de tener un conocimiento intelectual y preciso sobre Dios.
Algunos autores como Sigmund Freud, ven en el sentimiento hacia los padres, el origen del
sentimiento religioso → la religiosidad tiene su origen en la sustitución que el niño hace de la
figura del padre, al que ha matado en el subconsciente, por la figura de Dios, liberándose así del
complejo de Edipo. Algo de verdad tienen esas teorías, sin llegar a exageraciones.
El sentimiento religioso nace en la infancia por influjo de la familia y crece conforme a las
enseñanzas que se reciben en la familia y en la escuela.
El psiquismo religioso está profundamente marcado por las influencias familiares,
culturales, ambientales… pero parece que también es preparado por un proceso de
maduración que tiene sus propias leyes.
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La necesidad instintiva de dependencia, desde los primeros años predispone al sentimiento
religioso. Por eso, muchos autores hablan de la religión como de una respuesta a las
necesidades propias del niño. Se trataría, en este caso, de “necesidades espirituales”,
diferentes a las de los instintos, que pueden satisfacerse con diversos objetos: la necesidad
de seguridad, de respuesta afectivo-social, de reconocimiento, de nuevas experiencias.
La imagen de Dios que el niño va formando → puede ser una mezcla de detalles de todos los
grabados que ha visto en los medios de comunicación, libros, estampas, relatos bíblicos que ha
oído. En su concepto de los atributos de un Dios paternal influye, sin duda, la conducta que él ha
observado en su propio padre o en otras personas que desempeñan un papel paternal en el
sentido amplio de la palabra.
En el sentido de conciencia moral sobre el bien o el mal influirán → en el niño las experiencias
de pesadumbre o remordimiento por haber causado tristeza a otras personas, o por la pena de
haber hecho sufrir derivada de la hostilidad que ha surgido contra él al portarse mal, o de temor
provocado por el tratamiento de que ha sido objetivo por haber desobedecido a alguien que se
merece todo respeto
En gran parte, la religión del individuo se modela sobre la religión de la cultura y del ambiente
al que pertenece. Al mismo tiempo se dan casos en los que una tercera parte de individuos que
pertenecen a familias antirreligiosas, desarrollan actitudes e interés por la religión
Ejemplos:
- Pestalozzi (1746-1827), el gran pedagogo suizo, escribió: “yo creía en mi madre. Su corazón
me mostró a Dios. Dios es el Dios de mi madre. Él es el Dios de mi corazón, porque es el Dios
de su corazón”.
- Lutero (extremo opuesto) que según se dice, su madre le azotó hasta hacerle derramar
sangre por haber robado unas manzanas. Es muy probable que la imagen paterno-materna
de ira y venganza que conservó en su espíritu a lo largo de su vida, influyó en su imagen o
concepto de Dios, que más tarde se introdujo en la iglesia protestante, un Dios justiciero,
terrible, que reprueba y condena la margen de nuestra propia conducta.
- Franz Kafka (1883-1924). La educación severa que le impuso su padre en Praga, le condujo
hacia la angustia, al complejo de huida, al sentimiento de culpabilidad. Se cuenta de él que
un día, siendo un chiquillo, estaba en una iglesia muy apesadumbrado. Se le acercó un
sacerdote para consolarlo diciéndole: “Dios es tu padre”. Se cuenta que al oír aquellas
palabras, el muchacho salió corriendo asustado y se marchó alejándose de la iglesia para el
resto de su vida.
Las actitudes religiosas aparecen pronto y se desarrollan más tempranamente que otro
tipo de actitudes. Algunas investigaciones han estudiado la formación de las actitudes
religiosas y de las actitudes políticas y han podido observar cómo el despertar los
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sentimientos religiosos se sitúa entre los siete y catorce años, y las actitudes políticas
comienzan a definirse entre los quince y los dieciocho años.
En una cultura como la nuestra influyen en todos los niños las prácticas, ideas y creencias
religiosas que flotan en el ambiente, les den o no instrucción religiosa en su hogar y vayan o
no a la iglesia → ve desde muy pequeño la Navidad, procesiones, oye villancicos, imágenes,
asiste a bautizos, bodas, comuniones. Los niños tienden a aceptar, más que a rechazar, lo que
oyen y leen, especialmente si está de acuerdo con sus deseos e intereses.
La expresión corporal es el lenguaje más natural que el niño utiliza desde que nace, ya que,
emplea el cuerpo como recurso de comunicación y para transmitir sentimientos, actitudes y
sensaciones. Este es muy directo y claro y más universal que el oral.
El esquema corporal es la base de esta forma de expresión. Las posibilidades de expresión con
el lenguaje del cuerpo dependen del conocimiento y dominio del propio cuerpo y, por tanto,
están muy relacionadas con la psicomotricidad.
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La función simbólica es una representación común al juego y a otras actividades humanas como
el lenguaje. Cuando falla la adquisición y utilización de la función simbólica (en la afasia, en el
autismo, en la deficiencia mental…) se advierte la importancia de la misma en la maduración
personal y la necesidad de potenciar en la infancia la práctica del juego espontáneo para que
puedan lograrse los niveles adecuados en cada etapa evolutiva. Como conducta exploratoria,
impulsa la creación de campos de acción y la creatividad.
7. DESARROLLO DE LA SOCIABILIDAD.
Los cambios que se están produciendo en la estructura cognitiva del niño producirán también
una evolución en la comprensión de los demás. El hecho de que entre los 6-8 años el niño
desarrolla la capacidad de comprender que otras personas pueden interpretar una situación
de forma distinta a como él la ve (la representación de los procesos mentales de otras
personas), va a ayudar a dar un giro a la comprensión de los otros. Esto supone la existencia,
incipiente al principio, de ponerse en el lugar de las personas o habilidad para imaginar sus
situaciones internas o de imaginarse a sí mismo viviendo esas circunstancias. Estamos, pues,
ante las primeras manifestaciones consistentes de la empatía.
Por lo que respecta a las relaciones interpersonales, es éste un ciclo en el que la amistad se
basa todavía en la ayuda y el apoyo unidireccional (me protege y deja sus cosas).
El concepto de autoridad para el niño del primer ciclo de Primaria va ligado al poder físico y
social y, en cierta manera, implica intercambio y reciprocidad pues se supone que, obedecer a
quien tiene autoridad, te hace merecedor de la recompensa que sólo la autoridad te puede
proporcionar.
En líneas generales, podemos afirmar que al final de este ciclo, el niño ha de lograr colocarse en
aquellas perspectivas de los demás que no excedan su experiencia diaria. Es un indicador de
maduración propio de esa edad. Es preciso que llegue a actuar desde el reconocimiento de que
también los otros tienen derecho a lo que a él le apetece. Son estas percepciones las que han de
dar origen a una de las actitudes básicas sobre las que se asienta la moral respecto a los demás:
la reciprocidad
8. DESARROLLO DE LA MORALIDAD.
En Educación Infantil la moralidad del niño suponía actitudes autoritarias, según las cuales lo
bueno y lo malo es aquello que la autoridad (padres, maestros) califican de bueno o de mano y,
en consecuencia, premian o castigan, con el inicio de la Educación primaria los juicios morales
se van a ir apoyando en una nueva experiencia social en la que cada vez van a ir tomando más
importancia sus iguales con los que tiene que negociar la convivencia y el respeto mutuo para
sobrevivir en el grupo. La valoración ética ha de pasar, de forma lenta, pero progresiva, de la
obligación a la cooperación; de la unilateralidad a la multilateralidad.
El niño de 6-8 años tiene un sentido rígido de la justicia (ojo por ojo y diente por diente). Es
proclive a hacer comparaciones y demanda, a veces impulsivamente, trato igual. Pueden no
juzgar una acción como mala hasta que no constatan el daño causado. Esto explica que, a estas
edades, solamente se sienten culpables si son descubiertos. Sin embargo, hacia los 7 años suele
explicar los motivos de su comportamiento y de entender las razones del comportamiento
propio y ajeno.
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Percibe de manera muy clara que lo bueno es digno de aprobación mientras que lo malo
merece castigo. Lo bueno y lo malo, sin embargo, estará todavía muy vinculado a normas a
las que trata ya de amoldar su conducta.
Es capaz de prever las consecuencias de sus actos y de anticipar, por lo tanto, cómo obraría
en caso de conflicto.
Descubre ya en este momento la noción de deber, a pesar de que en el posible juicio moral
prevalece la valoración de los resultados sobre la intención de los actos.