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Mi experiencia con Dios comenzó desde muy temprano ya que vengo de una
familia católica y muy creyente, mi primer encuentro con Dios fue el día de mi
bautizo, es el momento en que todo niño es iniciado por decirlo así en los caminos
hacia fe, seguidamente a medida que fui creciendo empecé a estudiar en un
colegio católico, allí fui formando mis propios criterios y teniendo una idea más
clara de lo que representa Dios y la fe en mi vida.
Al pasar de los años seguí en el mismo colegio y ya había completado los
sacramentos requeridos ahí (Primera comunión y confirmación) y ya no estaba tan
apegada como debía estarlo a Dios, la fe ya no era tan importante, sentía que era
monótono el rezar e ir a la iglesia, hasta que como todo ser humano volví a creer
en él por qué mi familia no estaba pasando por un buen momento, tenía
problemas.
A mi abuela la estaban desahuciando ese 31 de diciembre del 2009 y el 1 de
enero del año siguiente ya no tenía nada, era una mujer sana nuevamente. El
único remedio para mí fue refugiarme de nuevo en Dios, volviendo a creer con la
misma fuerza de antes.
Al pasar de los años seguí con la misma fuerza hasta que otro golpe llego a mi
vida nuevamente el 12 de abril del 2012, cuando alguien al que quise y quiero
mucho murió a manos de delincuentes, ahí en ese momento llegue a
cuestionarme ¿si Dios estaba conmigo porque me hace esto? ¿Porque se lleva a
los que más quiero? Y allí es cuando la fe empieza a flaquear, no entendía que las
decisiones de Dios son perfectas y que solo él decide el momento en el cual
comience o termine una nueva vida es porque así tiene que ser.
Sentía que Dios estaba equivocado al llevarse personas buenas y dejando vivas a
quienes no hacen más que hacerle daño a la gente, sin embargo no deje de creer.
Dicen que uno nunca se va a preparar para las malas noticias pero aquel 26 de
julio del 2015, sentía que algo andaba mal, mi corazón aun herido sabía que algo
no estaba bien, ese maravilloso hombre al que tuve la fortuna de decirle lo
importante que era para mí un millón de veces, que era a prueba de balas como
jocosamente se describía, dio su vida para salvar otra, decidió lanzarse a un rio
aun cuando sabía que no estaba en condiciones de nadar, porque no podía ver la
vida de su amigo ahogándose frente a sus ojos, tristemente ninguno pudo salir,
pero seguirá siendo mi héroe sin capa.
Decidí alejarme de todo y todos, intente vivir aislada, no comer, no dormir,
básicamente no estaba viviendo, pero Dios nunca abandona y nunca deja de creer
en ti aunque tú lo hagas. Me dio fuerzas de donde no las tenía, me hizo dejar de
ser ese ente para volver a ser yo, una mujer de nuevo feliz, que compartía con su
familia y amigos, que iba a la iglesia continuamente y nunca dejaba de pensar
positivo.
Comencé la universidad aun creyendo no estar lo suficientemente lista, en una
ciudad diferente y lejos de mi hogar, pero todo lo que ha pasado desde entonces
me ha hecho fuerte, y lo que no creía capaz hoy sucede estando en 5 semestre,
con los pies puestos sobre la tierra y más unida a Dios y a los que amo que nunca.
A lo largo de mis 20 años de vida quizás a pasado mucho o poco, pero cada una
de esas experiencias me hace hoy la persona que soy, todo sucede en el
momento indicado y con un propósito específico. No podría mentir diciendo que
voy cada domingo a misa o que me la paso es la iglesia, pero rezo siempre, tengo
la necesidad de que Dios este en mi vida y en cada decisión que tomo, además
estoy completamente segura de que mi fe esta firme y a pesar de los problemas o
dificultades próximas no flaqueara.