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Hoy la escuela y las instituciones educativas, a mi parecer, atraviesan una profunda crisis, crisis

administrativa que subyace en círculos elitistas qué ajenos a las necesidades de una población
en específico, velan solo por sus intereses personales, crisis educativa que se cristaliza en la
creciente urgencia de cambiar modelos educativos, modelos que encasillan al alumnado en
una forma específica de ser, de vivir y de contextos sociales y económicos, dónde el y la
estudiante son vistos como simples engranajes de la gran estructura educativa, y no como
sujetos activos y con necesidades que van más allá de lo educativo, de igual forma, hay una
crisis de salud mental, que afecta de sobremanera a las instituciones educativas, tan profunda
que no se concibe que tanta población vive con un síntoma o con un problema en su persona
íntima, la crisis está en que al docente se le exige un rol que le compete a la psicología y a los
psicólogos y psicólogas.

En tanto, la perspectiva humanista alza la voz para entender al estudiantado cómo un sujeto
que llega a la escuela con sus intereses, problemas, angustias, temores, idiosincrasia, una
historia de vida y mil factores sociales e individuales que atraviesan su estar en la escuela, pero
estas formas únicas de ser son violentada por un currículo que le impone intereses y que le
hacen olvidar o postergar los propios, en vez de alentar los intereses personales e íntimos en
paralelo con un conocimiento cultural “básico”, de igual manera, la forma tan violenta que se
nos ha inculcado a lo largo de la nuestra vida estudiantil nos impide llegar a crear lazos
profundos y fraternarios, al contrario se nace en una educación que fomentaba la competición
y el individualismo, entendido este como la búsqueda del beneficio propio y del éxito a costa
de los demás. Está forma tan violenta de convivir impide que la escuela sea un recinto dónde
compaginar y comprender a las demás personas y los mundos sociales e individuales que
poseen.

La escuela humanista aboga por un lugar donde la comprensión, el desarrollo mutuo y


acompañado tengan prioridad, dónde no solo se eduque académicamente, sino, que exista un
desarrollo personal y moral, la convivencia y la escucha a las opiniones de los demás son
prioridad para alcanzar horizontes personales más altos y más profundos. Donde la escuela sea
un lugar para poder expresar el ser particular que somos y ofrecerlo al otro sin miedo, sin
egoísmo y sin angustia, sin ningún tipo de coacción externa, y de igual modo, las personas con
las que convivamos en la escuela puedan y tengan la posibilidad de ofrecer su persona.

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