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PEDAGOGÍA.

TEMA 1
Concepto de laicidad en el marco normativo; sus antecedentes y
enfoques. Laicidad en las actuales políticas educativas y sus
desafíos pedagógicos en el aula.

Pedagogía etimológicamente deriva de Paidos, que significa "niño" y


agein que significa "guiar, conducir". Se trata de un saber que se ocupa de la
educación. Abarca la totalidad de los conocimientos educativo, los adquirimos
en fuentes que poseen rigor científico y son expuestos del modo más perfecto
posible, organizado, presentado con bases lógicas.
La educación se comprende como hecho social, en la relación educador-
educando.
Toda tarea educativa se propone fines, qué a través de su historia, han
ido variando. Hegel, filósofo del idealismo alemán, planteó que en Grecia, solo
algunos hombres eran libres, nosotros consideramos que el hombre es libre por
su posición de tal. Fue en Atenas, donde Pericles expresó que el mayor honor
de las instituciones de Atenas era proteger el libre desenvolvimiento de sus
ciudadanos. En Roma, no se exigía a los ciudadanos y extranjeros nada más en
materia de conciencia, que el respeto por el orden público. Más tarde, las
persecuciones religiosas, se realizarían con el objetivo de mantener el orden
público, llegando aquellas a las guerras religiosas , en las que por supuesto, no
hubo respeto por las ideas.
La libertad de pensamiento es la esencia del movimiento que emancipó
la filosofía de la teología. A nivel individual, el movimiento significa la lucha
contra el dogmatismo cristiano. Finalmente, la laicidad, ha conquistado la
adhesión de la humanidad, aún de las confesiones cristianas que han sido
desalojadas del Estado.
La educación laica es un elemento fundamental de la laicidad del mundo
moderno. En nuestro país, el principio de laicidad surge en el proyecto vareliano,
a fines del siglo XIX. “La educación que da y exige al Estado no tiene por fin
afiliar al niño en esta ni en aquella comunión religiosa, sino prepararlo
convenientemente para la vida del ciudadano”1. Laicidad es una actitud social

1
Extraído del Programa Escolar 2008. (Fuente original Primer Congreso Nacional de Educación,
porque su esencia es el respeto al otro.
Educación, es educación en la libertad, es decir, educación laica. Cuando
el educador considera al educando como un ser que se debe formar como
individuo consciente, reflexivo y responsable, la relación educador-educando es
laica. Si el educador considera que el educando debe responder a sus propias
creencias, es una relación dogmática. La educación laica no refuta creencias,
las respeta a todas. El respeto por las opiniones ajenas, el espíritu de tolerancia
y el deber de defender el Derecho de todos, los mismos derechos, para todos.
La educación laica busca desarrollar en el educando una dinámica de
perfeccionamiento intelectual y moral. La misma estimula determinados
valores morales. La educación laica prepara al educando para actuar en política,
pensando en defender las ideas que considere mejor. El dogmatismo, sea
religioso o político, plantea su idea como única y absoluta, el laicismo se abre a
la pluralidad de opiniones. La educación laica promueve el uso de la razón y la
reflexión crítica. Se promueven los sentimientos de nacionalidad.
La educación laica implica una pedagogía fundada en la ética, en el
respeto a la dignidad y a la propia autonomía del educando. Enseñar, tal como
lo plantea Freire, no es transferir conocimientos, sino crear la posibilidad de su
producción o de su construcción. Quien forma se forma, y re-forma al formador
y quien es formado se forma y forma al ser formado. Quien enseña aprende al
enseñar y quien aprende enseña al aprender. La enseñanza que no resulta de su
aprendizaje es aquella en la que el aprendiz no se volvió capaz de recrear o
reconocer lo enseñado, en que lo enseñado no fue aprehendido por el aprendiz,
es una enseñanza que carece de validez. El docente no solo enseña contenidos,
sino que también, enseña a pensar correctamente. La educación que no
reconoce un papel formador en la rabia justa, en la rabia que protesta contra las
injusticias, contra la deslealtad, contra el desamor, contra la explotación y la
violencia, está equivocada. La rabia no puede perderse en la rabia porque
podría convertirse en odio. Mujeres y hombres se vuelven educables en la
medida en que se reconocen inacabados. Es la conciencia de su inconclusión
la que los vuelve educables.
Debemos respetar la autonomía y la identidad del educando. La escuela,

Comisión 14, Fines y principios de la educación, Montevideo, p. 205).


si está involucrada en la formación de educandos, no puede alejarse de las
condiciones sociales, culturales, económicas de sus alumnos, sus familias, etc.
El buen clima pedagógico-democrático es aquel en el que el educando va
aprendiendo, a costa de su propia práctica, que, tanto su curiosidad como su
libertad deben estar sujetas a límites, pero en ejercicio permanente. Limites
asumidos éticamente por él. Mi curiosidad no tiene derecho a invadir la
privacidad del otro y exponerla a los demás.
El docente que no lleva en serio su formación, que no estudia, que no se
esfuerza por estar a la altura de su tarea, carece de fuerza moral para coordinar
las actividades de clase. Lo fundamental en el aprendizaje del contenido es la
construcción de la responsabilidad de la libertad que se asume. El espacio
pedagógico es un texto para ser leído, interpretado, “escrito” y “reescrito”. No
puedo ser docente sin sentirme capacitado para enseñar correctamente y bien
los contenidos de mi disciplina, tampoco puedo reducir mi práctica docente a la
mera enseñanza de esos contenidos. Tan importante es la enseñanza de los
contenidos como la coherencia entre lo que digo, lo que escribo y lo que hago.
La libertad sin límites es tan perjudicial como la libertad castrada. Como
docentes debemos estimular la virtud de la coherencia. Respetar la lectura del
mundo del educando significa tomarlo como punto de partida para la
comprensión del papel de la curiosidad. Desarrollar la curiosidad también es
epistemológicamente indispensable a la producción del conocimiento. Los
docentes al permanecer y cumplir amorosamente nuestro deber, por vocación,
no podemos olvidarnos de luchar políticamente por nuestros derechos y por el
respeto a la dignidad de nuestra tarea. La condición humana fundadora de la
educación es la inconclusión de nuestro ser histórico del cual nos tornamos
conscientes. Mientras no perjudiquemos el tiempo normal de docencia, no
podemos cerrarnos al sufrimiento del alumno, pero tampoco podemos pasar
por terapeutas, por temas éticos y de respeto profesional.
La educación laica presupone un tipo de instrucción fundado en el
conocimiento científico, enseñar a observar, a analizar, a comparar, a evitar
falsas generalizaciones, a inferir a partir de lo observado, son etapas
indispensables en la educación del pensamiento lógico. El niño o adolescente,
participa activamente en el estudio de los hechos.
Es propósito de una educación laica, que los conocimientos adquiridos
sean claros. Ninguna idea debe ser considerada como verdadera si no ha sido
comprobado, verificada y entendida. Para el laicismo no existen verdades
reveladas.
Nuestros centros de enseñanza han dejado de ser centros de
democratización de la cultura para convertirse en algunos casos, en
,instrumentos de masificación, de impulsos, de emociones y de tendencias
agresivas con fines políticos.
Estamos enfrentados a una doble tarea: la de suprimir las causas y
factores que alteran el normal funcionamiento de los institutos de formación
docente y, por otro lado, promover el espíritu laico y democrático de nuestro
sistema público de educación.
El laicismo concibe a la educación como una tarea de liberación
espiritual y de autoperfeccionamiento intelectual y moral. Solo el laicismo libera
al hombre en forma espiritual y le ayuda a su autoperfeccionamiento intelectual
y moral.
El laicismo, por lo tanto, facilita en el ser humano la reflexión crítica, la
independencia del pensamiento y el desarrollo de los sentimientos sociales.
Toda práctica educativa es liberadora si valora el ejercicio de la voluntad,
de la decisión, de la resistencia, de la elección; si considera el papel de las
emociones, de los sentimientos, de los deseos, de los limites; si tiene en
cuenta la importancia de la conciencia en la historia; si tiene en cuenta el
sentido ético de la presencia humana en el mundo, la comprensión de la
historia como posibilidad y nunca como determinación; entonces, es
esencialmente esperanzadora y por eso mismo, provocadora de esperanza.
El Estado liberal no renuncia a ser regulador de las relaciones sociales.
Estamos condicionados, pero no fatalmente, a un destino determinado. El
futuro no nos hace, nosotros nos rehacemos para construir el futuro. El mundo
no es, el mundo está siendo.
Como docentes debemos promover la lectura del mundo y la reescritura
del mundo. La educación para hoy es la que mejor adapte a los hombres y
mujeres al mundo, tal cual es.
Hay que dejar los sueños imposibles. Uno de los contenidos esenciales
de cualquier programa educativo es lo que posibilita la discusión de la
naturaleza cambiante tanto de la realidad natural como de la histórica, viendo a
los sujetos con la posibilidad de cambiar el mundo, no solo de adaptarse a él.
Cada contenido que enseñamos debe ser buscando desarrollar el espíritu
crítico y enseñando que cometer errores es normal, la mejor forma de no
cometerlos es desarrollar el pensamiento crítico, sin miedo. Por la libertad, hay
que luchar, para obtenerla y para mantenerla.
La práctica educativa no puede llevarse a cabo aisladamente de los
valores, es decir, de la ética. La educación no es la llave para la transformación
social, tiene sus límites. El educador debe reconocer los límites de la educación
y comprender que es un trabajo social, no individual. Para trabajar
democráticamente hay que escuchar a aquellos que merecen ser oídos. Hay
que estar inmersos en la realidad concreta e histórica de los alumnos para
poder escuchar. Los docentes debemos recibir formación ética, científica y
tecnológica. Implica una postura crítica del docente sobre su rol.
Para finalizar, podemos considerar aportes de Reyes, R. (1993) quien
plantea que la educación debe promover que los seres humanos logren tomar
conciencia de la sumisión. Critica los medios masivos por generar el deseo de
consumo.
La escuela actualmente, simboliza una relación meritocrática, acceden
los alumnos a la escuela y ahí se van diferenciando. El educador se convierte en
un fabricante y el alumno, en un producto. Los educadores debemos reflexionar
acerca del cuidado de nuestros alumnos. El sujeto debe ser capaz de articular
el conocimiento adquirido con el mundo en que vive, lo que lo sitúa como
protagonista de su proceso de aprendizaje. La credibilidad es primitiva, la duda
debe ser cultivada por la educación.
La pregunta: ¿Para qué futuro educamos? es el pilar para teorizar sobre
el compromiso que el educador debe asumir con sus alumnos, despertando la
originalidad y la creatividad de los mismos. El educador construye espacios de
comunicación e igualdad. La laicidad se construye en el marco de los Derechos
Humanos, centrada en la igualdad de los hombres en relación a sus derechos.
Pera, M. (2023) señala que la laicidad: “es un concepto y forma de
comprender muchos aspectos de la identidad uruguaya...”. Se promulgó la ley
19.626 con fecha del 15 de junio del 2018, que declara al 19 de marzo como día
de la Laicidad. Este concepto tan importante se hace presente a través de la
tolerancia religiosa y la laicidad del Estado. Estos dos conceptos se encuentran
presente en nuestra Constitución desde 1918. Son ideas varelianas, plasmadas
en la Educación del Pueblo que: “La escuela, establecida por el Estado laico
debe ser tan laica como él”. Y “La enseñanza religiosa debe dejarse a la familia
y al sacerdocio”. La laicidad nos permite contemplar la dimensión espiritual del
ser humano y ella es la base de nuestra convivencia democrática, y pacífica y
por lo tanto simiente en cada generación de individuos que construyen el mejor
futuro para nuestra sociedad” (Pera, M., 2023).

Referencias

ANEP (2008). Fundamentación general. En: ANEP (Ed.). Programa de


Educación Inicial y Primaria (pp. 17-37). Rosgal: Montevideo.

Freire, P. (2002). Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la


práctica educativa. Siglo XXI: Montevideo.

Freire, P. (2010). Pedagogía de la indignación. Morata: Montevideo.

Freire, P. (2014). El maestro sin recetas. El desafío de enseñar en un


mundo cambiante. Siglo XXI: Argentina.

Pera, M. (2023). Celebración del Día de la Laicidad y entrega del premio


homónimo. Descargado de: https://www.masoneriadeluruguay.org/es/blog/dia
-de-la-laicidad-2023

Reyes, R. (Ed.). La laicidad. En: Reyes, R. (1946). La educación laica.


Ensayo psicopedagógico. La laicidad-El Derecho del niño-Ideario. (pp. 121-130).
La bolsa de los libros: Montevideo.

Reyes, R. (1993). ¿Para qué futuro educamos? Ministerio de Relaciones


Exteriores, Consejo de Educación Técnico Profesional: Montevideo.

Reyes, R. (1996). El derecho a educar y el derecho a la educación.


Editorial Monteverde: Montevideo.

Ritter, G. (Ed.). El laicismo en la educación y su crisis actual. En: Ritter,


G. (1973). El laicismo. Su fundamento político filosófico y su crisis actual (pp.
101-124). Ministerio de Educación y Cultura: Montevideo

Texto elaborado por Elisa Guerra. Estudios realizados:


_Facultad de Psicología, Udelar: Licenciada en Psicología el 13/2/2008
_IINN Ma. Stagnero de Munar y J.R. Sánchez, Montevideo: Maestra, 29/12/2015:
_Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Udelar: Licenciada en
Educación desde el 4/4/2023.

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