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AL- ÁNDALUS

INTRODUCCIÓN

La Edad Media en la Península Ibérica es una etapa muy compleja y rica, puesto que conviven dos realidades distintas enfrentadas
entre sí, la civilización cristiana y la musulmana. Al-andalus simboliza la religión musulmana, una economía comercial y cultura
orientalizada; mientras que los reinos cristianos simbolizan la fe cristiana, una economía agrícola y una sociedad feudal. La
situación de Al-andalus en la península Ibérica es inversamente proporcional. En la alta Edad Media (VIII, IX y X) predomina
Al-andalus, los cristianos solo ocupan la franja norte. En la plena Edad Media (XI, XII y XIII) hay un equilibrio de fuerzas, los
reinos cristianos conquistan a los musulmanes en los territorios debilitados políticamente. En la baja Edad Media (XIV, XV)
predominan los cristianos, el mundo musulmán quedó reducido al reino nazarí de Granada. Esto supone una parte fundamental de
la idiosincrasia de la península Ibérica, cuya influencia es más visible en el sur que en el norte.

DESARROLLO

La conquista. Los hijos de Witiza reclaman el trono visigodo ocupado por el rey Rodrigo, para ello piden ayuda a los
musulmanes, dirigidos por Tariq. En el año 711, 7.000 bereberes cruzaron el estrecho y acabaron con el ejército de Rodrigo en las
proximidades del río Guadalete. Al año siguiente se produjo la llegada del gobernador del norte África, Musa, con nuevas tropas
(15000-30000 bereberes); el cual en pocos años se hizo con la mayor parte de la península ibérica (mientras que los romanos
tardaron 2 siglos) y acabó con la monarquía visigoda. El rápido avance musulmán se debió a diferentes causas, entre ellas: reparto
más equitativo de las tierras expropiadas a los nobles y eclesiásticos que no entregaron a los musulmanes, un sistema fiscal menos
duro de las capitulaciones entre invasores y visigodos y porque los hispanos visigodos ven un nuevo poder más proclive a sus
intereses.

El territorio conquistado pasó a ser un emirato dependiente del califa de Damasco, de la familia de los Omeya; con capital en
Córdoba. Los califas eran la máxima autoridad en el mundo musulmán con poder religioso, político y militar. Los primeros emires
consolidaron el dominio musulmán, avance que se detuvo en la cornisa cantábrica, donde vivían cristianos y visigodos huidos,
aprovechando así las defensas naturales de la cordillera, ofreciendo resistencia, como el caso de Pelayo en la batalla de
Covadonga. Sin embargo, los musulmanes no dieron importancia a estas tierras porque eran poco rentables económicamente, ya
que los que allí viven se someten al pago de aceifas. Su derrota antes los francos dirigidos por Carlos Martel en la batalla de
Poitiers puso fin a su expansión al norte de los Pirineos e intentan entrar en Europa, pero fue un fracaso musulmán. Los emires se
enfrentaron a los problemas ocasionados por el reparto de las tierras; pues la minoría árabe se quedó con las mejores tierras en el
valle del Guadalquivir, Ebro y Valencia, mientras que la mayoría bereber se asentó en áreas pobres. Para acabar con las luchas, los
emires solicitaron la ayuda de los sirios que constituyeron un nuevo grupo étnico que reclamaba tierras. Estos conflictos
permitieron la consolidación de los núcleos cristianos en el norte peninsular.

Emirato independiente. La matanza de la familia de los Omeya por parte de la familia rival, los Abasíes, hizo que el único
superviviente omeya, Abd Al-Rahman escapara a al-Ándalus, desembarcara en Almuñécar y derrotara al emir Yusuf, se hiciera
con el poder y se proclama el emirato independiente, ya que no se atrevió a proclamarse califa para no romper la unidad política
musulmana. La capital del califato se trasladó a Bagdad. Abd Al-Rahman nombró en los principales puestos de la Administración
a partidarios omeyas, reforzó el ejército con mercenarios bereberes y cristianos y se enfrentó a los cristianos del norte y a la
invasión de Carlomagno. Tras la muerte de Abd Al-Rahman se produjeron diferentes sublevaciones entre pueblos musulmanes y
gobernadores rebeldes como Banu Qasi Zaragoza o Ibn Marwán. Además de ataques vikingos en el valle del Guadalquivir y
revueltas mozárabes. Más tarde, Abd Al-Rahman II alcanzó uno de los momentos más prósperos de la historia de Al-Ándalus.
Mantuvo a raya a los núcleos cristianos, derrotando a los vikingos y a los Banu Qasi; durante sus años de poder se volvió una
nueva revuelta mozárabe. Mejoró la Administración estatal, organizó el territorio en coras y se fomentó la agricultura, el comercio
y la cultura. Los sucesores de Abd Al-Rahman II intentaron mantener su esplendor, sin embargo, tuvieron que hacer frente a
revueltas como la de Umar Ibn Hafsun.

Abd Al-Rahman III asumió el título de califa; con la unidad religiosa del mundo musulmán ya rota, consolidó el Estado musulmán
y se inició el califato cordobés. Además, hizo construir la Medina Azahara. Realizó varias reformas: reforma fiscal, obligando al
pago de limosnas a creyentes y de impuestos como Jaray y Yiyza a no creyentes; reforma militar, reforzando el ejército,
constituido por mercenarios (bereberes y esclavos); y reforma administrativa, donde se contrató a un hachib y a los visires
(ministros) para las tareas del día a día. La Administración de justicia era impartida por los cadíes y al frente de cada cora
encontrábamos a un valí. Abd Al-Rahman III extendió su influencia más allá de sus fronteras y, su sucesor, Al-Hakam II mantuvo
su esplendor y mejoró la cultura, teniendo la mayor biblioteca de Córdoba. Más tarde Hisham II entregó su poder a Al-Mansur,
quién implantó una dictadura, pues realizó numerosas razias a reinos cristianos, impuso el fanatismo religioso, asaltó ciudades
(Barcelona y Santiago de Compostela) y llevó a cabo el yhap. Murió en la Batalla de Calatañazor que inició numerosos conflictos,
los cuales provocaron el inicio de una fitna (guerra civil).
En el año 1031 se puso fin a los conflictos y se formaron las primeras taifas. De las ruinas del califato surgieron alrededor de
treinta taifas (destaca la de Zaragoza, Teruel, Sevilla…). Son reinos política y administrativamente independientes; se
diferenciaban con el grupo étnico que les gobernaba (muladíes, árabes, sirio y bereberes) y les unía su religión, modelo social,
cultural, económico… Existen conflictos entre ellas que aprovechan los cristianos para la reconquista, a los que pagan parias. Los
cristianos conquistaron Toledo e hizo que los musulmanes pidieran ayuda a los almorávides que, dirigidos por Yusuf Ibn Tasufin,
se sometieron a las taifas, lo que provocó el inicio del califato almorávide. El califato almorávide finalizó con el inicio de las
segundas taifas, las cuales presentaron características y problemas similares a las primeras, únicamente con la diferencia de que
eran un menor número de las mismas y había fronteras reducidas del Tajo al Guadiana y del Ebro al Sistema Ibérico.

Los almohades eran un pueblo bereber del N de África, los cuales practicaban la yihad. Su gobernador, Add-del Rumin decidió
entrar a la Península, donde se encontró a las taifas, las cuales derrotó, al igual que derrotó a los cristianos en la Batalla de Alarcos
y se inició el califato almohade. Los almohades hicieron retroceder el avance cristiano y trasladaron la capital a Sevilla. Un
nuevo poder en el N de África, los benimerines, los derrotaron; del mismo modo que los cristianos unieron sus fuerzas y los
derrotaron en la Batalla de las Navas de Tolosa. Los jefes locales se sublevan y proclaman las terceras taifas.

Las terceras taifas repetían las características y problemas de las taifas anteriores. Fueron conquistadas por los reyes cristianos:
Portugal ocupó Algarve, Aragón ocupó Valencia y Baleares y Castilla, el valle del Guadalquivir. La única taifa que resistió fue la
del reino nazarí de Granada, gobernado por Yusuf Ibn Nasir. El reino nazarí de Granada sobrevivió a la baja edad media por la
debilidad de Castilla que impide la reconquista, existencia de una frontera y fácil defensa, pago de parias y la rica huerta y
comercio con los musulmanes. En 1942, fue ocupada por los reyes cristianos y Boabdile les entregó las llaves de la ciudad de
Granada

CONCLUSIÓN

La presencia de Al-andalus en la península Ibérica supuso una gran prosperidad económica. En el campo de la agricultura, se
mejoraron los regadíos y cultivos de huerta además se introdujeron cítricos, arroz, caña de azúcar y algodón. En cuanto a los
productos artesanales, se comenzaron a elaborar diferentes tejidos, piedras de alfarería, papel, cristal o cuero, entre otros. El
comercio exterior se dirigió al norte de África, Europa, la zona del Mediterránea y los reinos cristianos del norte. Este comercio se
vio favorecido por la unidad monetaria: dinar de oro, dirham de plata y fals de cobre. La ciudad andalusí estaba rodeada
(favorecido por el relieve) por una muralla; su barrio principal era la medina, donde se encontraban los principales edificios:
Mezquita, zoco y Alcázar. El resto de la ciudad eran calles anárquicas, estrechas y con toldos. En relación a la sociedad, podemos
comentar desde dos puntos de vista. Desde el punto de vista religioso, la sociedad se dividía en musulmanes y no musulmanes; y
desde el punto de vista socioeconómico em: jassa, al-ayam, amma y esclavos. En esta época se estudian diferentes campos de la
ciencia, como geografía, agronomía, medicina, historia, etc. En la filosofía destacan personas como Averroes o Maimónides. Se
desarrolla la literatura y música, literatura amorosa y literatura epigráfica. En el ámbito artístico distinguimos una etapa califal
(Mezquita de Córdoba), arte nazarí (Alhambra de Granada) y arte de las taifas.

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