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El tiempo y lo salvaje

La hija del viento


El lenguaje es una vena de aire, un rasguño de luz, el follaje de los árboles
Soñé un vestigio
un santuario mínimo
para la vida futura
de las aves
de los bichos
de la hierba
que me crece adentro
entre memoria y carne
He visto cómo el respiro unido
de mil cuerpos pequeños
mueve la calma de un arbusto entero

La magia consiste
en intuir el movimento de las hojas
y callar la soberbia acumulada
en el pensamiento
Sabré reconocer la antigua belleza
del agua de la piedra
del ser siempre erguido
que avanza sobre un lenguaje casi quieto

Sabré mirar su cuerpo


como se hace con un gran misterio

Sabré amar su espina


su canto de luz y cielo
Un lento mirar
que fragmentara
la materia muerta
en partículas de esplendor
abismos diminutos
potenciando cada hueco
como un deslumbramiento una luz
una nube negra un ojo abierto
una raza extraña una colmena en silencio
Habitar
el cuerpo diseminado
del ser
que para elevarse
mantiene en secreto vuelo
un silencio anterior a la carne
un lenguaje de pájaros
que hace crujir
la vida en nidos llenos
Había
una luz suspendida
en el quieto ser
de las cosas
que develaba
un conjuro
de diminutos huecos

Cada hueco
un órgano
un latido
una población
de inséctos-párpado
latiendo
Nos contaron
la historia de los espejos
nos narraron
las ciudades los edificios los personajes

Pero no nos dijeron


que la contemplación de la espiga
atravesada en el cuerpo del aire
que el andar ingenuo del bicho inesperado
sobre el verde de la milpa
también son arterias de la hermosa vida
Que podamos mirar la piedra
y encontrar en ella
la voz el latido la sangre en calma

Que podamos escuchar al río


y sentir con él
el flujo del tiempo y su secreto de agua

Que aprendamos a merecer la tierra generosa


que sostiene la vida
a pesar de nuestra ignorancia
Ser en latido silencioso, no temiendo al cuerpo quieto del tiempo
Los cuerpos frágiles de la primavera
ofrecían para mí sus delgadas lenguas

Cada una un país


cada país un idioma
cada idioma una promesa

Yo cantaba
lanzaba cometas para mantener
tanto idioma vivo en un solo vocablo
Se nos vino la primavera encima
con todo el amarillo de su cuerpo
usurpando la luz azul del invierno
que apenas recordamos

Se nos vino el canto prematuro


de los pétalos incendiados de una flor
que no sabe que abrió su cuerpo
antes
del abrazo que une a perséfone con su madre
Fui testigo
del levantamiento silencioso
de las flores
mientras la tarde ardía
en la piel del campo abierto
que cantaba veranos lejanos
para las golondrinas
Aprendo a contemplar
la callada belleza
de los seres
que también me habitan

Mientras
el mundo es el canto del pájaro
que esconde su cuerpo
detrás del verano
I

Volví a decir otoño


y la casa se incendió

II

El ojo del mundo


su centro preñado
de otoño ardiendo

III

Celebrar el follaje
mirar de cerca
los cuerpos espigados
del otoño
y sentir la fragilidad de lo vivo
a través del aire o la luz

IV

Agradecer los cuerpos efímeros del otoño

Aprender a ser la hierba


Hay una belleza invernal
desplomada en las flores y la hierba
que me contemplan

Si enlazo sus cuerpos


detenido el tiempo como una trenza

Nace un ritual
para agradecer
tanta vida aquí adentro
Frente al invierno
seguían en pie
los últimos cuerpos
del otoño

Una breve marea de flores decapitadas

Su belleza desfigurada
nos hizo creer
que detrás de la muerte
existe un campo de luz
Una flor se desnuda, ilumina el espacio entre hierba y ficción
La ficción no es mirar la flor de pie
sino comprender
que de su cuerpo arrancado de la tierra
permanecerá su semilla inalterable
como el recuerdo que habita
en la entraña profunda de la memoria
De la tirra brotaban ojos como flores

Mirada constelada de un ser


anterior al tiempo

Sagrada su causa
frágil la composición de su cuerpo

Y ahí
dispersa en la hojarasca
su voz un crujido de pétalos
Comprendí
que el lenguaje caído
de la tarde también es
la resistencia de una flor
que aun marchita es más viva
Flores para la primavera
Flores para el verano
Flores para infancia
Flores para los ancianos
Flores para parir
Flores para morir
La hierba seca
también es una promesa
una parda luz
una contelación de materia delgada
que escribe sobre la bóveda del tiempo
la otra historia del mundo
la que no merecemos
Floreceremos
en el relato de las flores caídas

Si una rama se desnuda


cantaré su belleza
en una espiga alargada de llanto
Contemplaba el cuerpo de las hojas vivas

La seducción de luz sobre sus planicies


de magenta lúcida y verde moteado
daban a la tarde un aroma de ámbar y milagro
Una hoja suspende su caída

Me arrodillo para contemplar


el delgado espacio que da vida al asombro
Oscurecidos de tanto ardor
los cuerpos de la hierba
entregaban cada uno
la forma erguida de su ser
como ofrenda exacta
al languidecer más vivo
del sol

Fui testigo de su sombra


Parir la luz
en una mirada
que late como
nueva hierba
Intentar
la voz del musgo

Sentir la piel erizada


de Madre Natura
en mi mano abierta
Tener el fervor
que por la piedra
siente el musgo

Abrazar mi cuerpo
con la ternura húmeda
de la sangre verde
que avanza
Partir al sitio de los campos siempre vivos y mirar mi propio cuerpo como una
rama que crece
Me enamoré
de la lejana inmovilidad
de una piedra
nacida de una insistente
costumbre de mirar
el lado imposible del mundo

La piedra habló
en la lengua azul del aire
enredó su voz
en el fojalle de los árboles

Su mensaje entró por mi boca abierta


enverdeciendo
la materia oscura de mi cuerpo contaminado
Vuelvo a la voz antigua
de las piedras

Su lengua guarda
en el centro del tacto
un amor posible
para mis ojos de niebla
Un canto
para la vida pequeña

Un rito
de contemplación
para los animales puros
Detrás de la hierba
reconocí
al animal verdadero que soy

De mi garganta dorada
nació un silencio hecho luz
–Y, ¿qué harás con el silencio de los bichos?
–Mirar las formas movedizas de su canto
Contemplar
la pureza robusta
de las reces felices
echadas a mitad del río
partiendo el campo espigado

Comprender esta dulzura

Creer que se ha asistido


a la celebración de la vida
en toda su calma
Un cuerpo
hecho de cuerpos más pequeños
extremidades aladas
que dan movimiento
a un organismo muy parecido
a la magia del primer cielo

Un cuerpo
de cuerpos más pequeños
una mancha universal
que cuenta en su vuelo
la historia de todos los migrantes

Hablo de pájaros
El paisaje de sus alas
es el mapa extraviado
de un laberinto mudo
que atrapa al tiempo
en el instante
en que aliento y contemplación
son un mismo reino
Los pájaros del día
hacían permanecer
en las ramas de los árboles
desnudos de follaje
la promesa de una luz blanquecina

Una perla tatuada en el cielo


abría su ojo único
para encender su vuelo
Mi próximo cuerpo
será un oleaje
de pájaros perfumados
con la fragancia inagotable
del aire
Abrazar
la mirada quieta de las aves
preparar el paisaje
con la tranquila espera de lo que viene
desde la otra orilla del lenguaje
Fuimos nombradas por la tierra, tuvimos ojos para nombrar lo vivo
Testigos fuimos
de la pálida luz del aire
esqueleto sonrojado
del árbol que duerme
de pie
desnudo de follaje
Había un fuego blanco
desprendiéndose del aire

Tocaba los cuerpos ramificados


de los árboles

Hacía de ellos una intimidad inagotable

Aquello era la vida expandiéndose


sin tiempo en el verbo

Aquello era la luz


trazando mapas indescifrables
en la geografía ciega
de la memoria que dormía
en el bosque que mi lengua
insistía en pronunciar
Nombrar la risa
de lo que arde
en el ojo
de quien contempla
las formas vivas
de un organismo
anterior al lenguaje

Comprender
que para
hablar su lengua
es preciso
callar la nuestra
Imagino la forma callada del agua
que guarda la ofrenda para el sediendo

Su templo es la piedra
espacio ritual
para el encuentro de todos los cuerpos
Aquella visión
de luz sombra y espinas
guardaba en sus vestigios
de mañana recién parida
el alimento para mi silencio
la cura para tanta
soledad de ortiga
Alucinaba un bosque
que paría cíclopes
de piel amarilla
cuerpos herbales
para la consumación
del asombro
que abría mis labios
con una sonrisa
La vida casi microscópica
se alimentaba
de hojas secas
de la humedad de la tierra

Mi mano se abría como espacio puro


para esa ofrenda
No he vuelto
del cuerpo claro del agua
de la memoria
de sus pájaros migrantes
Dijiste que habías soñado
un jardín lleno de flores para nosotras
el sol apenas ardía en el Sur
y aquella mirada tuya
elevaba el cuerpo de las hormigas

Te vimos nacer entre el recuerdo


del invierno que insistías en habitar
y la primavera
haciendo de tu pecho un nuevo sol

Dijiste que había en la laguna de las palabras


pájaros para nombrar todo lo vivo del mundo

Yo contemplaba el mismo azul del cielo en el agua


y pensaba en tu voz como una nube que se expande

No sé si la memoria pueda guardar tantos pájaros o tanta agua o tanto azul

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