Está en la página 1de 10

Una entrega inútil

2
Una entrega inútil

Una entrega inútil

3
Una entrega inútil

4
Una entrega inútil

Dedico esta obra a todas


las almas que alcance a envenenar,
porque ellas llevarán en su
corazón mi auténtico abrazo y a
nadie más.

5
Una entrega inútil

6
Una entrega inútil

Lluvia

Supieras lo que la lluvia hace gota a gota, sabrías un poco lo


que llevo en mí. Una infinidad de vibraciones es lo que mi alma
llama voz, una algarabía que ronda y derrumba de palmo a
palmo cada muro de mi cuerpo cuando me atrevo a decir yo,
soy un rumor que habita en un estruendo, en un trueno que todo
lo que es es una persecución del rayo, resplandor en todo mi
suelo, hay un poco de amor en cada alumbramiento. La lluvia,
gota a gota, despedaza el mundo insolente, todo se vuelve un
armazón enorme venido abajo por la fuerza de lo único y
sencillo, el uno a uno que todo lo destruye y sin embargo, quiero
dar pasos sobre las hojas, respirar el viento impulsado por una
quebrada que ha dejado en él algo de su cuerpo, su frescura, su
tranquilo arrullo; quiero pasear en la inmediatez del olfato, el
gusto, el oído, quiero comprobar que mi cuerpo es unificado
por la hierba, la brisa, la niebla, el viento, la suavidad, el arroyo,
los árboles y arbustos con sus flores; quiero caminar descalzo y
empaparme de rocío, vivo reflejo entre hojas secas, que corra en
mis pies, que suba por mis venas, que me inunde el corazón y lo
haga latir lento, que no recuerde más por un momento que esa
leve intuición de la muerte, del dejar de ser, que sea esa leve
intuición que deja el callar, que vuelva a recibir el mundo que
viene de hondas profundidades y espere, que no le arrase en
7
Una entrega inútil

amores indescifrables, con sonidos, colores y formas indecibles;


que el amor te deje hablar es un milagro difícil de leer. Así
quiero ir tras lo inalcanzable, quiero tomar lo inasible, así,
creyendo que puedo, creyendo que alcanzo porque algo alcanzo,
soy parte de eso que se mueve y lo sé, lo sé decir, sé decir que
corro y huyo de la quietud, del amparo de mí mismo, de ti y de
todos los que saben decir mi nombre y los nombres de mi vida:
no soy escritor, no soy eso a lo que llaman escritor, no estudié
gramática para serlo, me niego a serlo, sólo leo y nado en donde
todo se inunda, quiero oír secretos, no verdades; no soy escritor
y no tengo que cumplir con ello, no soy y no tengo que cumplir
con ser, soy la indefinición del mundo y cuando me levanté
caminé, luego corrí y de pronto vuelo, desde entonces vibro tras
los rayos de luz que palpita el mundo porque en él vivo, palpito
y sueño, respiro y ando, a pie o en ráfagas de viento, intento
atravesarlo todo porque esta es mi magia, la de contar los
misterios que brotan de las flores en las mañanas, de la hierba,
de los árboles y toda la tierra, de la luz y los cuerpos los colores,
de los colores y los vientos los resplandores, de los resplandores
y el agua los reflejos, de los reflejos y los cuerpos las emociones,
los ritmos, los tonos, las formas y los movimientos; las
respiraciones y las palpitaciones, los matices y las sombras,
secretos matemáticos y musicales son lo que me ocupa.

8
Una entrega inútil

Visión

Jamás pude brindar estancia más afortunada a su aparición,


ni siquiera mi corazón pudo alguna mañana imaginar su lento
paso avanzar con los rápidos rayos de la aurora. Vivo fue en mi
espíritu enrarecido el fantástico ensueño en el que por su voz
me vi sumergido, y vivo fue el camino por el que flotando hallé
silencioso mi cuerpo extendido, cuerpo de mis días, pasos entre
mis líneas, ligero aire y palpitar sonoro que se encarnó sólo en
ocasiones un poco más lejos de mi propio brazo. ¿Cuántas veces
flotando inmundo en el borde mismo del palpitar antiguo,
habrán visto mis ojos tu extensión en las plácidas llanuras de mi
débil memoria, aparecer tal luminosa hermosura como el suave
sol de madrugada derramando su cálido cuerpo en la más
delicada llanura? Sólo una vez de aquellas recuerdo para alzar a
lo alto el vuelo y poder ver a lo lejos el cuerpo quebrado, como
humo doblegado ante el hechicero llamado del calor lejano,
levantarse desde el suelo y extenderse, majestuoso, un hilo por
el cielo halado. Sólo una vez recuerdo difuso su abrigo por mis
brazos ansiado, romper el viento paso a paso en su viaje solitario
por la llanura exhorta desde las primeras palabras. Suave palpitar
han sido desde entonces, lo sé, mis pasos hacia ti vencidos por
el tiempo, vencido por el tiempo; suave respirar ha sido desde
entonces, lo sé amor, lo sé, la esperanza de mi alma al vibrar
9
Una entrega inútil

bajo este mismo cielo, distinguida dama, tu voz enardecida de


vivo fuego enamorada. Difícil recuerdo te señalo de mis sueños
embebido, pero este primer sonido, amor, debe ser canto y no
grosero grito, este primer sonido debe tocar tu alma, sin ser
débil soplo, mi voz como insuflo divino, que aquel darte la vida
pudo y, habiéndola robado para su seno, viene a tu oído a
recordarte que antes de morir me has amado. Respira pues mi
aliento que busca despertar la luz en tus lejanas estrellas, respira
conmigo este hálito hechicero que no es más que un lejano
trueno. Has visto mis ojos como se ve un rayo del cielo venido,
has oído mi voz retumbar en tu pecho y vibrar poseso en tu
garganta como si fueras tú mi cielo y estas líneas un lejano
trueno. Despierta pues mi bella bruja enamorada que mi sangre
es tuya y mi corazón te aguarda, despierta y deja otra vez atada
la palabra, dale a mis oídos calma y a mi vista luz que mi corazón
sabe leer tus labios cuando parecen no decir nada. Despierta y
descubre conmigo que sólo mirarnos fue primero.

10

También podría gustarte