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La metáfora del aire: estudio vertical de la imagen poética

Para continuar con la parte del análisis concerniente al plano del contenido del poema

“11”, de Margarita Ferreras, se seguirá con la propuesta analítica de Alejandro Palma en

el paper “Seguramente bromea, Dr. Higashi” y la propuesta clasificatoria de figuras de

elevación, suspensión y caída que Gaston Bachelard plantea en El aire y los sueños para

delimitar el estudio de las figuras retóricas que pueden llegar a formar parte de las

categorías anteriores.

De forma general, el poema puede comprenderse como una sola metáfora: la del

aire, pues desde la primera estrofa se plantea un proceso de transustanciación. Esto

quiere decir que, a través del sueño, el locutor se convierte en el cuerpo mismo del aire:

“Por el espiral de un sueño/me deslicé en el aire” (75). Este acontecimiento es

fundamental ya que guía las acciones posteriores del locutor en el discurso poético. Para

comprender mejor la configuración de esta metáfora esencial se propone el estudio de

su verticalidad1 para clasificar las figuras retóricas que expresan las imágenes dinámicas

del aire: figuras de altura, de elevación y de caída (Bachelard 21). Cabe aclarar que

Bachelard no explica de manera específica en qué consiste cada una de estas imágenes;

sin embargo, es posible identificarlas a través de la propia intuición, ya que se trata de

figuras específicas que remiten a situaciones de conocimiento común. Por ejemplo,

cualquiera entiende y sabe identificar la diferencia entre altura y caída o suspensión y

profundidad.

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En El aire y los sueños, Gaston Bachelard señala la verticalidad como uno de los ejes primordiales en el
estudio de las imágenes dinámicas: “Dicha verticalidad no es una metáfora vana; es un principio de orden,
una ley de filiación, una escala a lo largo de la cual se experimentan los grados de una sensibilidad
especial” (20).
Figuras de altura

Las figuras de altura implican la sensación de una superioridad o una posición

privilegiada respecto a otros elementos y, en ese sentido, se asume que dentro de esta

clasificación el poema, en la estrofa tres, ofrece una figura de altura: “Besé la nieve de

las cumbres/la boca pasional de los volcanes” (75). El locutor tiene la misma posición

privilegiada que las cumbres y los volcanes; incluso un poco más elevada, por ello

puede besar sus cimas. La idea de altura se reafirma en una misma imagen,

respondiendo al dinamismo del aire.

Figuras de suspensión

Es un tipo de movimiento que no implica ni ascenso ni descenso, sino un punto medio

entre ambos. En el poema analizado se identificaron las siguientes figuras de suspensión

que implican ese punto medio de unión entre el locutor y elementos naturales como el

agua y el aire:

 Estrofa cuatro: “Ondulé por colinas y valles/y sentí la caricia en el mar/de

millones de bocas vibrantes” (75).

 Estrofa seis: “sentí vehementes corazones de pájaros” (75).

 Estrofa diez: “y entrando por rendijas/de puertas y ventanas/robé alientos de

establos y alcobas” (76).

El sentido de unión está dado por una estrecha intimidad entre el locutor y los

elementos con los que se relaciona. Los indicadores de intimidad son sentí, caricia,

corazones y robé alientos. Por otro lado, los indicadores de suspensión son ondulé,

pájaros y alientos, pues implican cierto espacio en el que se tiene una relación atípica

con la gravedad, en el sentido de que hay un movimiento que no asciende ni desciende,

sino que se sostiene en el aire.


Figuras de caída

Bachelard nombra a la caída como el viaje hacia abajo (21). Este tipo de figura expresa

un movimiento descendente y puede estar asociada a lo trágico y a lo sublime

(Bachelard 21). En el caso de “11” hay una figura de caída en la estrofa cuatro: “Caí

precipitada en un abismo” (75). En esta figura, el viaje hacia abajo implica un

movimiento sin fin. Al caer en un abismo, el locutor reafirma la conciencia de la

materia aérea de su cuerpo. En este sentido, la caída no es una catástrofe, sino la

oportunidad de seguir en movimiento.

A manera de conclusión, puede afirmarse que, a través del estudio de la

verticalidad de la imagen poética que Bachelard plantea, se confirma que “11” es un

poema dinámico en el que la verticalidad configura las dimensiones del espacio poético,

otorgándole altura, profundidad y movimiento, lo cual también esclarece una ruta, un

viaje que puede darse gracias a la potencia onírica del sueño, espacio en el que ocurre la

transustanciación del locutor, como lo señala la primera estrofa: “Por el espiral de un

sueño/me deslicé en el aire” (75). Dicho de otra manera, el estudio de la verticalidad en

el poema pone de manifiesto la trayectoria del viaje imaginario: “el trayecto continuo de

lo real a lo imaginario” (Bachelard 13).


Bibliografía

Beristáin, Helena. Diccionario de retórica y poética. Porrúa, 2001.

Bachelard, Gaston. El aire y los sueños. FCE, 2012.

Chaparro, María Ángeles. “La imagen poética en la obra de Margarita Ferreras según

Gaston Bachelard”. Revista de Lietartura, vol. LXXVI, núm 151, 2014, pp. 246-266.

https://revistadeliteratura.revistas.csic.es/index.php/revistadeliteratura/article/view/337

Ferreras, Margarita. Pez en la tierra. Madrid: Editorial Torremozas, 2016.

Palma Castro, Alejandro. “‘Seguramente bromea, Dr. Higashi’. Más allá de la poesía, el

discurso (algunas pautas para su comprensión”. Amoxcalli. Revista de teoría y crítica

de la literatura hispanoamericana. Año 5, núm. 10, 2022, pp. 89-104.

http://rd.buap.mx/ojs-dm/index.php/amox/article/view/834 
Anexo.

“11”

(1) Por el espiral de un sueño


(2) me deslicé en el aire.

(3) Sentí mi cuerpo aletear y desplazarse.


(4) Infundida en aquella
(5) sutilidad vibrante
(6) sacié mi sed de dilatarme.

(7) Besé la nieve de las cumbres


(8) la boca pasional de los volcanes.

(9) Caí precipitada en un abismo


(10) Ondulé por colinas y valles
(11) y sentí la caricia en el mar
(12) de millones de bocas vibrantes.

(13) Arrastré gritos de agonía,


(14) el polen de las flores
(15) y el deleite del beso.

(16) Grité en el cuerpo de las fieras,


(17) bailé desdesperada en los desiertos,
(18) me clavó sus agujas la lluvia
(19) y sentí vehementes corazones de pájaros.

(20) Devané mi alegría en la tierra,


(21) La estreché entre mis brazos elásticos.
(22) A las frentes abrasadas de fiebre
(23) Les di sueños de ríos y charcos.

(24) Me llamaban con su voz sin sonido


(25) en ciudades dormidas, casas deshabitadas,
(26) nidos vacíos, cauces secos,
(27) árboles mutilados, pozos sin agua.

(28) Y entrando por rendijas


(29) de puertas y ventanas
(30) robé alientos de establos y alcobas
(31) y los vertí en las formas desoladas.

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