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ARTE POÉTICA
Del poema
El problema no es
meter el mundo en el poema; alimentarlo
de luz, planetas, vegetación. Ni
tampoco
enriquecerlo, adornarlo
con palabras delicadas, abiertas
al amor y a la muerte, al sol, al vicio,
a los cuerpos desnudos de los amantes -
el problema es hacerlo habitable, indispensable
a quien sea más pobre, a quien esté
más solo
que las palabras
acompañadas
en el poema.
De la palabra
Silencio: la palabra
respira. Cuerpo tumbado
en el mar. Silencio de fuego
y música.
La palabra sangra
su cántico de polvo. Pez
de
sombra
201
Quien amó aún ama,
va a oír toda la vida la canción furtiva,
va a oírla y a cantarla
al acaso de los vientos que traen
de Occidente y de Oriente
árboles y respiraciones animales
que supuran la fiebre del mundo < quien amó
aún ama, va a cantar
toda la vida
el nido de mujeres donde se juntan
la tierra y el cielo, va a aceptar
el dominio de las aguas sedientas
sobre el hueso y la piedra: el gran oficio
es transformar la tierra en hueso
y el hueso en carne
desamparada. Quien amó
no sabe nada, va a caer
toda la vida. Pero ¿qué fuerza es esa, si no es
un saber? Un saber de bocas invisibles
y del enigma de las aguas que son alcohol
de la carne y pájaro que regresa
al nido de la madre. Quien amó
va a amar
toda la vida.
244
Alguien me dijo que ciertas aves lloran
cuando les falta el mar
por mucho tiempo. No me parecen
tristes. Triste soy yo
delante de las olas
de cuando fui joven. Su sombra
en la arena
tiene el mismo dibujo
que mis ojos vieron cuando había
paisajes. Ahora,
sentado en mi roca,
ya no sé si veo la naturaleza
o ella me ve a mí. Somos
la misma boca, el mismo ojo oscuro
que reproduce
la sombra y su luz.
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Esta cosa a la que llaman amor
es un niño que salta donde soy viejo,
yo que vengo de milenios viajando
de reino en reino. Polvo
intenso.
Salto y bailo y soy contaminado
por aguas montañosas que mantienen para siempre
el río febril. Los árboles, en la orilla,
se doblan a su paso.
Puedo llamarlo amor,
pensar en la luz cruda del nacimiento o simplemente
nacer de nuevo sin desear
cosa alguna. Pensar es ejercicio de palabras
y hay momentos en que sólo el silencio
o el sexo en el sexo
o un grito
dicen lo que se quiere decir.
Heraclito. Platão.
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Soledad
acompañada.
Estoy desnudo y vago por la casa
con el sexo en la mano
imaginando que lo tengo aún
dentro de ti, en tu boca, en el laberinto
mínimo
de tu respiración.
En la gruta sagrada
donde recupero la infancia -
y todo es nada.
Amor es esto: prolongar la voz
y las folladas prolongarlas
como si fueran olas de un mar
personal. Un mar que no se acaba.
Crudo y místico.
Oírte gemir
y gemir contigo
es un regreso al paraíso.
El pájaro obsceno, el bicho natural
se arrodilla
dentro de ti.
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Empiezo a creer que hay dioses
pues me protegen. Tengo 66 años
Y bebo y como y amo como si tuviera
30. Empiezo a confiar en esos cabrones
en los que nunca creí - o que sólo habían sido
acné adolescente. Miro las estrellas,
y pienso: me iluminan
sin quemarme. Miro a las mujeres
y digo: no hay savia
más luminosa. Sus nidos
me acogen. Sus bocas
se abren tristes y canto en ellas
como un pájaro en el cielo azul. Y ellas,
rastro de los dioses, sonríen.
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Si fui engendrado para un tiempo escaso
ábreme las piernas, mi amor, déjame entrar
en el paraíso de donde nunca
debía haber salido. Por eso no preparo la muerte,
me arrojo entero dentro de ella.
Si la vida es breve para tanto conocimiento
me entrego a lo poco que sé y a lo mucho
que me falta saber del vasto mundo.
La escucha comienza en tu cuerpo
y la luz sólo me llega cuando en ti muero.
Salustio. Séneca.
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