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La palabra prueba evoca dos series de realidades. Una, orientada hacia la acción: un
examen, un concurso: otra, replegada en la aflicción; una enfermedad, un luto, un fracaso.
Y si la palabra ha pasado del primer sentido al segundo, ha sido sin duda porque, según
una sabiduría ya religiosa, el sufrimiento se experimenta como un «test» revelador del
hombre.
AT
La reflexión de los sabios, transponiendo al plano personal las pruebas del pueblo,
insiste en otro aspecto de la prueba: el sufrimiento, en particular el del justo. Aquí alcanza
la prueba el máximum de agudeza, y la presencia de Dios el máximum de proximidad,
pues el hombre se ve abocado, no ya a lo im posible, sino a lo absurdo. A este grado de
agudeza la tentación no consiste ya en dudar del poder de Dios, en serle infiel o en
preferir el mundo a Dios, sino que es la tentación del insulto, de esa blasfemia que es la
forma como Satán da testimonio a Dios.
La condición humana fundamental se revela así: el hombre sólo es tal por su posibilidad
constante de elegir por vocación a Dios, a cuya «imagen» es.
Ahora bien, Adán se escogió a sí mismo como Dios Gen 3,5. Es que entre la prueba y la
elección intervino la crisis, !a tentación, cuyo autor personal aparece
finalmente: Satán Gen 3 Job 1-2. Como se ve, la tentación es más que la prueba, incluso en
su paroxismo. Han hecho entrada elementos nuevos: el maligno, que es también el
mentiroso, aparece como seductor. El hombre sólo escoge su soledad porque en ella cree
hallar la vida; si sólo halla en ella la desnudez y la muerte, es que lo han engañado. Su
prueba implica, pues, fundamentalmente un combate contra la mentira, una lucha para
escoger según la verdad, en que se vive solamente la experiencia de la libertad Jn 8,32-44.
He aquí la última respuesta a la reflexión de los sabios.
La humanidad está empeñada en una prueba que la rebasa y que no superará sino por
efecto de una promesa, efecto que es gracia Gen 3,15, por la venida de la descendencia,
que pondrá fin a la prueba.
NT
I. LA PRUEBA DE CRISTO
Cristo se ve puesto por Satán en las situaciones en que Adán y el pueblo habían
sucumbido y en que los pobres parecían abrumados. En él, prueba y tentación coinciden
y son superadas, pues al pasar por ellas hace Jesús que se logre el amor de elección que
las había suscitado.