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Resumen el Régimen de la restauración

1. Introducción
2. El régimen de la Restauración. Fundamentos.
2.1.- El fin de los conflictos bélicos
a) III Guerra Carlista
b) Guerra de Cuba
2.2.- Las bases del sistema canovista
a) Constitución de 1876
b) El turno de partidos
c) La Corona
2.3.- La oposición al sistema
4. Conclusión

1. Introducción
La Restauración abarca un largo período de la España contemporánea. Se extiende
entre el pronunciamiento militar de Martínez Campos en 1874 hasta el golpe de
Estado de M. Primo de Rivera en 1923. Con una importante inflexión en 1898; tiene su
etapa más pura y brillante hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII (1902).
Fue un tiempo de estabilidad constitucional, modernización económica y alejamiento
del ejército de la vida política; sin embargo, también lo fue de dominio de la burguesía
oligárquica, de caciquismo y de falseamiento electoral.
La Restauración tuvo que hacer frente a movimientos sociales, la emergencia de los
nacionalismos en Cataluña y País Vasco, que exigían la reforma del Estado y al
cuestionamiento del dominio español en las Antillas y el Pacífico, que darán lugar a la
crisis de 1898.

2. El régimen de la Restauración. Fundamentos.


Tras el golpe de Martínez Campos en Sagunto (Valencia), en diciembre de 1874,
Cánovas del Castillo, formó inmediatamente un ministerio-regencia (enero 1875)
encargado de dirigir la vida política del país hasta la llegada de Alfonso.
El nuevo régimen se enfrentó con éxito a tres importantes problemas:
- acabar con la III Guerra Carlista (1872-76),
- acabar con la Guerra de Cuba, también conocida como Guerra de los Diez Años (1868
78)
- pacificar políticamente el país.

2.1.- El fin de los conflictos bélicos


a) III Guerra Carlista
Por un lado, la restauración borbónica privó a los carlistas de una buena parte de su
hipotética legitimidad; y, por otro lado, se aumentaron los efectivos militares lo cual
permitió reducir los núcleos carlistas y entrar en Estella obligando al pretendiente
carlista a pasar a Francia, dándose así por finalizada la guerra en todo el territorio.
Consecuencia inmediata de la derrota carlista fue la abolición definitiva del régimen
foral, quedando los vascos sujetos al pago de los impuestos y al servicio militar
comunes a todo el Estado. No obstante, se crea la fórmula de los “conciertos
económicos” (1878) que daban a la región cierto grado de autonomía fiscal.

b) La guerra de Cuba:
El fin de la guerra carlista permitió enviar nuevas tropas a Cuba poniéndose fin al
conflicto que venía desarrollándose desde 1868. Fue una guerra de guerrillas muy
violenta, liderada por Carlos Manuel Céspedes a quien apoyaban tanto la burguesía
criolla como todos los esclavos mestizos y negros que habían sido liberados para poder
hacer frente a la guerra con garantías de éxito.
Finalmente, se firma de la Paz de Zanjón (1878) que acordaba un régimen de
autonomía para la isla, así como derechos políticos, representación en las Cortes,
abolición de la esclavitud y revisión de los derechos arancelarios. Sin embargo, no se
llevó a cabo, pasándose así del autonomismo frustrado al separatismo de José Martí y
la guerra a favor de la independencia que culminaría en 1898.

2.2.- Las bases del sistema canovista


El golpe militar de Martínez Campos fue recibido satisfactoriamente por los grupos
conservadores.
La pacificación política del país se logra mediante lo que será obra de Cánovas y se
termina convirtiendo en el fundamento político de la Restauración:

a) La Constitución de 1876:
Fue aprobada por las Cortes constituyentes en enero de 1876. En estas Cortes había
mayoría de diputados conservadores por lo que se trata de una constitución de
carácter moderado, inspirada, en parte, en la de 1845.
La soberanía dejaba de ser nacional y pasaba a estar compartida por la Corona y las
Cortes. La Constitución reservaba a la Corona la sanción y promulgación de las leyes,
así como el nombramiento de ministros, el mando supremo de las fuerzas armadas y la
facultad de convocar y suspender las Cortes, que seguían siendo bicamerales. Todos
estos poderes suponían un enorme peso de la persona del Rey en la dinámica política
del país.
Se proclamó la confesionalidad católica del Estado, no obstante, se reconocía la
libertad de conciencia en el ámbito privado.

b) El turno de partidos:
Consistía en que dos grandes partidos se alternaban el poder de manera pacífica:
- Conservadores: representados por CÁNOVAS DEL CASTILLO. Herederos, del
partido Moderado de la época isabelina. También recogen a ciertos sectores de
la Unión Liberal.
- - Liberales: representados por Práxedes Mateo SAGASTA. Incluye a los sectores
del partido Progresista de la etapa isabelina y también determinados sectores
demócratas y republicanos.
Al margen quedarán otros partidos como el PSOE, que no obtendrá su primer diputado
hasta 1910.
Se trataba de crear un nuevo sistema basado, sobre todo, en la estabilidad política,
que finalmente se consiguió; pero a costa de establecer un régimen político netamente
conservador pues, aunque se trataba de un sistema parlamentario liberal, era
escasamente democrático.
Y es que para que dos partidos se alternen al frente del poder pacíficamente, resulta
necesario:
1. Que los dos partidos no se diferencien mucho. Para ello ambos partidos tienen
que representar a un mismo sector social. Ambos partidos defendían la
monarquía, la Constitución, la propiedad privada y la consolidación de un
Estado liberal, unitario y centralista. Tampoco se observan grandes diferencias
territoriales en cuanto a zonas de influencia.
Ambos llegaron al acuerdo tácito de no promulgar nunca una ley que el otro partido se
viera obligado a derogar cuando regresase al gobierno.
2. Manipulación del sufragio.
El control del proceso electoral se hacía a partir de dos instituciones:
- El ministro de la Gobernación: elaboraba la lista de los candidatos que deberían
ser elegidos (encasillado). Los gobernadores civiles transmitían la lista de los
candidatos a los alcaldes y caciques; y todo el aparato administrativo se ponía a
su servicio para garantizar su elección.
- Los caciques eran personas que, por su poder económico y/o político, ejercían
excesiva influencia en los asuntos políticos y administrativos de un pueblo o
comarca; generalmente, en provecho propio y de su clientela. Agradecían la
fidelidad electoral a sus clientes con variados “favores”.
Cuando todo esto no bastaba, se ponía en marcha la manipulación electoral, lo que se
conoce como pucherazo.
Tácticas del pucherazo:
- dominar las mesas electorales y manipular las actas electorales.
- introducir un número de papeletas superior del número de electores del
pueblo.
- comprar votos con dinero.
- falsificación del censo.
El fraude electoral se convertía, así, en la BASE del sistema.
3. Complicidad de la corona. El candidato a presidente de Gobierno era designado
por el rey, además debía contar con una mayoría de las cortes para gobernar.
Cuando el partido en el gobierno sufría un desgaste político y perdía confianza
de las cortes, Cortes, el monarca llamaba al jefe del partido de la oposición a
formar gobierno. Entonces, el nuevo jefe, convocaba elecciones con el objetivo
de construirse una mayoría parlamentaria suficiente para ejercer el poder.
c) La Corona:
Junto a los partidos dinásticos y la Constitución de 1876, cabe destacar que la
Corona constituyó el tercer pilar sobre los que se apoyaba el sistema canovista. La
Corona era considerada una institución incuestionable cuya permanencia se
hallaba por encima de cualquier decisión política. Su papel era ejercer como árbitro
en la vida política garantizando el buen entendimiento y la alternancia en el poder
entre los partidos políticos.

2.3 La oposición al sistema


Al margen del turno de partidos quedaron amplios sectores de la sociedad: Carlistas,
republicanos, movimientos de carácter nacionalista, (especialmente en Cataluña y País
Vasco) y también los primeros movimientos sociales (PSOE).

Valoración:
Hay que señalar que el turno de partidos hizo posible una etapa de paz política hasta
los días de Alfonso XIII, que España necesitaba.
Tras la muerte prematura de Alfonso XII en 1885, su esposa M. Cristina de Habsburgo,
embaraza del que sería Alfonso XIII (nacerá en mayo de 1886) asumió la regencia
(1885-1902). La muerte de los líderes, Cánovas en 1897 y Sagasta en 1903, no afectó al
funcionamiento del sistema.
Sin embargo, durante el siglo XX, Mientras el país conocía un progresivo desarrollo
económico y modernización social, el sistema político apenas se reformará y las bases
del régimen permanecerán iguales que en la etapa de Alfonso XII; conduciendo así al
sistema a su quiebra definitiva, que se producirá cuando desaparezcan los tres pilares
sobre los que se asienta: el turno de partidos, la Constitución de 1876 y la Monarquía;
debido a la llegada de los militares al poder, de la mano de Miguel Primo de Rivera, en
1923.

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